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República de Colombia

Rama Judicial

Juzgado Octavo Penal del Circuito con Función de Conocimiento

Radicado : 110016099114201900586
N.I. : 351029
Procesado : Seuxis Paucias Hernández Solarte
Delitos : Tráfico, fabricación o porte de estupefacientes agravado en concurso
heterogéneo con concierto para delinquir
Decisión : Declara infundada recusación

Bogotá D.C., veintiocho (28) de mayo de dos mil diecinueve (2019)

Objeto de la decisión

Se pronuncia el Despacho sobre la recusación promovida por la defensa de


Seuxis Paucias Hernández Solarte en contra de la Juez Dieciséis Penal Municipal
con Función de Control de Garantías de esta ciudad.

Actuación procesal

En diligencia reservada cumplida el diecisiete (17) de mayo de dos mil diecinueve


(2019), por solicitud de una delegada de la Fiscalía General de la Nación, el
Juzgado Doce Penal Municipal con Función de Control de Garantías de esta
ciudad, libró orden de captura en contra de Seuxis Paucias Hernández Solarte,
por la presunta incursión en las conductas punibles de tráfico, fabricación o porte
de estupefacientes agravado en concurso heterogéneo con concierto para
delinquir.

Con ocasión al cumplimiento de la referida orden de captura, el dieciocho (18) de


mayo de dos mil diecinueve (2019), la Fiscalía General de la Nación presentó a
Seuxis Paucias Hernández Solarte en audiencia preliminar concentrada a efecto
de resolver las solicitudes de legalización de captura, formulación de imputación
e imposición de medida de aseguramiento, actuación que correspondió por
reparto al Juzgado Dieciséis Penal Municipal con Función de Control de
Garantías.
Radicado: 110016099144201900586
N.I.: 351029
Condenado: Seuxis Paucias Hernández Solarte
Delito: Tráfico, fabricación o porte de estupefacientes agravado y concierto para delinquir

Juzgado Octavo Penal del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá


Carrera 29 Número 18-45 Piso 5 Bloque C. Email j08pccbt@cendoj.ramajudicial.gov.co: Tel. 4285803

Asumido el trámite, y luego de ventilar una primera petición de la defensa,


relacionada con la impugnación de competencia, la Fiscalía General de la Nación
presentó solicitud de legalización al procedimiento de captura de Seuxis Paucias
Hernández Solarte. Escuchada la intervención del delegado del Ministerio Público
y la oposición de la Defensa, la Juez titular del referido Despacho, accedió al
pedimento y ordenó la cancelación de la orden de captura librada por el Juzgado
Doce Penal Municipal con Función de Control de Garantías.

Previo a la instalación de la sesión de audiencia en la que la Fiscalía General de


la Nación pretende formular imputación, la defensa de Seuxis Paucias Hernández
Solarte recusó a la Juez Dieciséis Penal Municipal con Función de Control de
Garantías.

Fundamento de la recusación

Comoquiera que al momento de declarar la legalidad del procedimiento de


captura, la Juez Penal Municipal con Función de Control de Garantías se
pronunció refiriendo el contenido del artículo 295 del Código de Procedimiento
Penal, adoptando consideraciones que a juicio del abogado que promovió la
recusación, son propias de la determinación con la que se define sobre la
imposición de medida de aseguramiento, arguyó que elaboró un juicio anticipado
sobre lo que definiría en tal diligencia, para la cual también se había convocado a
las partes.

Sostuvo que de seguir adelante con la diligencia ante ese Juzgado, se vería
afectada la imparcialidad, comoquiera que la funcionaria definió la legalidad del
procedimiento de captura haciendo consideraciones de la medida de
aseguramiento.

Como causal, invocó la del numeral sexto del artículo 56 del Código de
Procedimiento Penal, que establece:

«Que el funcionario haya dictado la providencia de cuya revisión se trata, o hubiere


participado dentro del proceso, o sea cónyuge o compañero o compañera permanente
o pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad, del
funcionario que dictó la providencia a revisar».

En ese contexto, comoquiera que la funcionaria recusada tomó la decisión de


legalizar la captura, a juicio del proponente, cuando lo hizo, prejuzgó sobre los
términos inherentes a la decisión sobre la imposición de medida de
aseguramiento, que calificó como viable y procedente, anticipando su posición
frente al caso.

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Sostuvo que los contenidos constitucionales que trata el referido artículo 295 del
Código de Procedimiento Penal, no pueden ser mencionados por los funcionarios
judiciales en la decisión sobre el control de legalidad a la captura, sino que los
deben evacuar en la determinación sobre la posible imposición de medida de
aseguramiento, comportamiento con el cual, a su juicio, se dejó en evidencia la
parcialidad que ya acompaña a la funcionaria judicial en comento, pronosticando
la afectación a la libertad de Seuxis Paucias Hernández Solarte en tal sede.

Adujo que para poder desarrollar los preceptos constitucionales sobre la privación
de la libertad, es necesario en sede de los Juzgados Penales Municipales con
Función de Control de Garantías, que se haya formulado imputación, lo que en
este caso brilla por su ausencia, al punto que ni siquiera hasta ese momento se
había escuchado planteamiento alguno de la Fiscalía General de la Nación en tal
sentido, lo que deja en evidencia la contravención al artículo 5 de la norma adjetiva
penal.

Acudiendo a un pronunciamiento de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia


en el radicado 10176 con ponencia del magistrado Nilson Pinilla, encontró
acreditada la causal de recusación, por la valoración anticipada que efectuó la
funcionaria judicial a aspectos que serían materia de debate en un escenario
procesal posterior.

Consideró que de acuerdo a la determinación del Juzgado Dieciséis Penal


Municipal con Función de Control de Garantías de esta ciudad, su representado
va a ser afectado con medida de aseguramiento, razón por la que debe apartarse
a la funcionaria del conocimiento en esta audiencia preliminar.

Concretó su planteamiento, que a todas luces resulta evidente y flagrante la


preconcepción de la funcionaria judicial sobre la viabilidad de la imposición de
medida de aseguramiento, actitud de la que no solamente dan cuenta los audios,
sino los demás sujetos procesales e intervinientes.

Decisión del Juzgado sobre la recusación.

La juez dieciséis Penal Municipal con Función de Control de Garantías se opuso


a la recusación planteada por la defensa de Seuxis Paucias Hernández Solarte,
porque no encontró la acreditación de la causal invocada ni ninguna otra.

Desarrollando la invocada por la defensa, contenida en el numeral sexto del


artículo 56 del Código de Procedimiento Penal, precisó que su función en este
escenario no se contrae a revisar ninguna providencia, aclarando que las
audiencias de legalización de captura, formulación de imputación y de solicitud de
imposición de medida de aseguramiento son independientes, no obstante el
hecho que puedan ser tramitadas y resueltas de manera concentrada, pero cada

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una con una ritualidad distinta, parámetros procesales independientes y


estándares probatorios disímiles.

Sostuvo que en estas audiencias, es evidente que ella participó con antelación del
trámite procesal, pero ello deviene de la naturaleza propia de las audiencias
concentradas y desde ningún punto de vista, concreta la causal de impedimento
contenida en el numeral sexto del artículo 56 del Código de Procedimiento Penal.

Explicó que la carga que demanda la determinación de legalidad al procedimiento


de captura, exigía en ella una revisión constitucional minuciosa, dentro de la cual,
estaba habilitada para pronunciarse sobre lo atinente al régimen de la libertad y
su restricción, contenidos en la Ley 906 de 2004.

Expresó que a pesar de los llamados que desde la jurisprudencia y la academia


se hacen para que las determinaciones de tal naturaleza respondan a la
concreción y la prontitud, para ella era menester llenarse argumentos suficientes
para que la legalización de la captura estuviera debidamente soportada, partiendo
del principio de afirmación a la libertad, contenido en el tantas veces referido,
artículo 295 del Código de Procedimiento Penal.

Explicó que es una práctica de ella como funcionaria judicial, resolver las
solicitudes de legalización de captura partiendo de dicha premisa, para lo que
invitó a hacer revisión de sus demás audiencias de tal naturaleza, sin que eluda
en ningún caso tal mención, pues la siente como un compromiso profesional, ético
y moral, en la medida que la captura en efecto es privación de la libertad y debe
responder de manera satisfactoria tales presupuestos.

Sostuvo que cuando se acude al texto del artículo 295 procesal, que expresa que
las disposiciones que autorizan la restricción de la libertad, deben responder a
unos fines constitucionales, no está anticipando la imposición de una medida de
aseguramiento, sino haciendo alusión a cualquier medida que restrinja dicha
garantía constitucional, como lo es la privación de la misma en cumplimiento a la
orden de captura, siendo menester evaluar, si en el trascurrir de su privación, los
parámetros que admiten su afectación, se mantuvieron o no incólumes, para lo
cual era imperioso acudir al análisis de tales criterios.

Concretó que su análisis se fundó en el contenido de los artículos 1 y 2 de la Carta,


como parámetros del modelo de Estado que nos rige, y la prevalencia del interés
general, en procura de asegurar la convivencia pacífica, sin desbordar los límites
de la decisión que estaba tomando, que no es otra que la legalización al
procedimiento de captura, descartando en todo momento, cualquier relación con
la aludida imposición de medida de aseguramiento.

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Insistió en que la causal invocada no tiene cabida, porque en ningún momento


anunció cualquier intención de afectar la libertad de Seuxis Paucias Hernández
Solarte.

Recordó que para declarar la legalidad de la privación de la libertad, acudió a lo


dispuesto en los artículos 297 y 298 del Código de Procedimiento Penal, para
luego desarrollar lo contenido en el artículo 295 de la misma norma, en orden a
verificar la necesidad y adecuación de tal restricción, para finalmente decretar la
legalidad del procedimiento.

Rememorando su decisión, explicó que para establecer si una captura es legal o


no, no puede sustentarse de manera estricta en el contenido de la orden, sino que
puede hacer referencia al delito, a su gravedad, connotación, de lo que extrajo
que el procedimiento cumplido ante el funcionario judicial que expidió la referida
orden, se ajustó a tales presupuestos, no en miras a controlar la imputación o la
medida de aseguramiento, sino todo dentro del marco de la legalización de la
captura.

Citó los artículos 26 y 27 del Código de Procedimiento Penal como principios


rectores, para indicar que como presupuestos de argumentación y moduladores
de la actividad procesal, son la Constitución Política y la Ley, las que deben estar
en la mira de los funcionarios judiciales, sin que sea reprochable al juez, acudir a
tales normativas, lo que pudo ser visto como un exceso de su parte, pero que
respondió a su intención de cumplir con tales mandatos, descartando la invasión
a los parámetros de análisis inherentes a la medida de aseguramiento.

Para finalizar, sostuvo que la recusación planteada por la defensa, riñe con la
concentración de la audiencia para la que se le convocó, y que se trata de una
manifestación claramente dilatoria de su parte, no obstante lo cual, concedió el
trámite del artículo 60 de la Ley Procesal Penal.

Consideraciones

Por definición, juez es un tercero imparcial que da solución a un problema


sometido a su consideración, amparado por la jurisdicción otorgada por el Estado
para resolver el mismo.

La división del poder en tres ramas, es el resultado de grandes esfuerzos físicos


e intelectuales para la materialización de bases sólidas, sobre las cuales se funda
el modelo de Estado conocido como Social de Derecho, adoptado en Colombia
en la Constitución Política de 1991.

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La importancia de tal división surge de la necesidad de ser juzgado por una rama
que sea independiente y autónoma de las demás. Así, la judicatura se encarga de
aplicar las normas expedidas por el legislativo, lo que en parte es el fundamento
de la garantía fundamental al debido proceso. De esta manera, un ciudadano tiene
derecho a que la persona encargada de juzgarla y proveer por la primacía de sus
garantías fundamentales, carezca de intereses sobre el caso y su decisión se
entienda tomada bajo criterios de imparcialidad, para que como consecuencia de
ello, sea vinculante y de obligatorio cumplimiento.

La imparcialidad está compuesta de dos ingredientes: un objetivo y uno subjetivo,


entendido el primero como el hecho que el juzgador no haya tenido contacto previo
con el tema a decidir, aspecto que busca que el funcionario carezca de prejuicios
respecto del caso, mientras que el segundo está dado para garantizar que el
juzgador no tenga interés directo ni indirecto en el proceso, entendido esto, en que
el funcionario judicial no haya tenido relación con alguna de las partes, pues ésta
situación podría producir algún tipo inclinación al momento de decidir.

En tal contexto, la imparcialidad del juez tiene vital importancia para el


mantenimiento del Estado Social de Derecho, pues la confianza que los
ciudadanos depositan en éste, entregándole su problema o conflicto para que sea
solucionado, viene dada por la idea de que los funcionarios públicos encargados
de impartir justicia, gozan de la idoneidad necesaria para cumplir la tarea
encomendada, siendo totalmente imparciales sobre el asunto que deben
solucionar, correspondiendo entonces a éstos refrendar tal expectativa,
decidiendo en derecho y apartándose del conocimiento cuando su criterio pueda
verse amenazado por situaciones como las ya referidas.

Para concretar, resulta de vital relevancia lo desarrollado por la Sala Penal de la


Corte Suprema de Justicia en decisión del 27 de febrero de 2009, en Casación
dentro del radicado 31198, cuando con ponencia del magistrado Yesid Ramírez
Bastidas, dicha Corporación explicó:

«Los actos y las decisiones imparciales son en principio neutrales en la medida que
toman en consideración de manera equitativa todos los puntos de vista involucrados en
un conflicto.

En esa medida el juez actúa de manera imparcial cuando brinda la debida consideración
a todas las partes, se ocupa y da respuesta motivada a las peticiones formuladas,
argumentos que sean pertinentes y se encuentra en la disposición de escuchar como de
tratar a los litigantes con respeto y sin discriminaciones.

Los actos de imparcialidad de igual conllevan la premisa interna que el juzgador evite las
distorsiones o cercenamientos probatorios (que en casación penal se identifican como
falsos juicios de existencia, falsos juicios de identidad o falsos raciocinios) por interés
propio o ajeno y, traducen el imperativo de estar apegado de una parte a la búsqueda o
esclarecimiento de la verdad material no absoluta, sino concreta singular referida al

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objeto de interés penal de que se trate, y desde luego apegado al imperio de la ley, a los
derechos, principios y garantías fundamentales tanto de incidencia sustancial como
procesal regentes de lo debido sustancial, debido procesal y debido probatorio, sin
deslizarse a efectuar a dichos postulados limitaciones, restricciones o menoscabos bajo
el pretexto de la no conveniencia o del eficientismo procesal.

La imparcialidad subjetiva como criterio concreto y real, de igual exige que el juzgador en
sus pronunciamientos haga caso omiso de la pasión, los intereses personales de la
amistad o la enemistad e incluso de su propia ideología, de los prejuicios, la
discriminación, la inequidad, los favoritismos e intereses de todo orden.

La imparcialidad como principio y garantía en orden a la equidad, es una realidad teórico-


práctica que se debe aceptar, defender y por sobre todo practicar por tradición y por
convicción. Pero a la par de este postulado fundamental, puede decirse que más que una
categoría jurídica es un estado de ser del alma o si se quiere del espíritu en el que se
deben neutralizar las cargas subjetivas de afecto, desafecto o ideológicas, que al hacerse
preponderantes se constituyen en un factor que atenta contra los ejercicios de la equidad
y la transparencia en la funcionalidad de la jurisdicción y como elemento negativo se
transmutan en pre-conceptualizaciones, pues se entra a definir situaciones jurídicas con
criterios preconcebidos o elaborados con elementos de juicio y valoración dados por fuera
de los debidos imperativos legales, es decir, por fuera del imperio de la ley.

En los conceptos (pre) elaborados o (pre) determinados que atentan contra la


imparcialidad judicial, se incluyen el conocimiento privado que atenta contra el principio
de necesidad de la prueba. De igual tienen incidencia las disposiciones afectivas1 como
el interés, el temor, el odio, el amor, la venganza, la simpatía o la antipatía, los vínculos
de familia, los afectos religiosos, de partido o grupo político y en general todos los factores
o condicionamientos político-institucionales e ideológicos que afectan la objetividad en
orden a las conceptualizaciones y conducen a la adopción de decisiones parcializadas,
alejadas de la realidad y por demás injustas.

En igual sentido puede decirse que otro de los factores que incide en menoscabo de la
imparcialidad son los ejercicios resultantes de la desinformación y la intransigencia que
conducen a subjetividades en las que salen a relucir arrebatos de poder y
manifestaciones de arrogancia y arbitrariedad, actitudes en las que se coloca en entre
dicho la denominada imparcialidad objetiva, pues la imagen y el mensaje que se trasmite
al exterior es la idea de que el funcionario judicial toma decisiones parciales, con sesgos
e inclinadas a favor o en contra de uno de los sujetos procesales.

Puede decirse que la esencia del postulado de una judicatura democrática, autónoma e
independiente se dinamiza es a través de la imparcialidad subjetiva y objetiva, elemento,
característica o aspecto esencial que dignifica, dimensiona y enaltece a los
administradores de justicia, y de paso como estado de ser, impide que el imperio de la
ley se desequilibre y se coloque al servicio de intereses mezquinos».

La causal de impedimento fundante de la recusación promovida por la defensa de


Seuxis Paucias Hernández Solarte, la trata el numeral sexto del artículo 56 del
Código de Procedimiento Penal en los siguientes términos:

1 “Cfr. Francisco Muñoz Conde, La búsqueda de la verdad en el proceso penal, 2ª edición, Buenos Aires, Hammurabi, 2003, pág. 28.”

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«Que el funcionario haya dictado la providencia de cuya revisión se trata, o hubiere


participado dentro del proceso, o sea cónyuge o compañero o compañera permanente
o pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad, del
funcionario que dictó la providencia a revisar».

Sustentó tal causal en lo que llamó un juicio anticipado de la determinación sobre


la viabilidad de imposición de la medida de aseguramiento, solicitud que hasta el
momento en que se promovió la recusación, no había sido pedida, pero que debía
ser evacuada por la misma funcionaria judicial, más adelante.

En esencia, propuso el profesional del derecho que representa a Seuxis Paucias


Hernández Solarte, que al momento de realizar el control de legalidad a la captura,
la Juez Dieciséis Penal Municipal con Función de Control de Garantías de esta
ciudad, se pronunció en torno a los presupuestos constitucionales que se reflejan
en el artículo 295 del Código de Procedimiento Penal, como propios de la medida
de aseguramiento, y que al ser resueltos favorablemente, anunciaban desde ese
precario momento, la idea de afectar en la libertad a su representado a posteriori.

Son dos las razones que motivan a este Despacho a negar la recusación elevada
por la defensa, a saber:

1. La causal invocada, no está formulada en términos de apreciación


probatoria anterior del funcionario judicial dentro de una solicitud distinta a
aquella en la cual se aduce, se verá afectada su imparcialidad.

Esto significa, que la causal de impedimento propuesta, emerge para


aquellos casos en que el funcionario judicial a cargo de resolver el asunto,
ha tomado con antelación una decisión que en ese instante va a ser
revisada. v.gr. por la promoción de recursos, y su concepto respecto del
mismo, ya se encuentra consignado en la decisión materia de valoración.
No así respecto de anuncios anteriores que pudieren haberse efectuado
de cara a una diligencia que tendrá oportunidad en otro momento procesal,
como lo adujo la defensa en este caso.

Es que el argumento planteado por quien propone la recusación, en nada


se compadece con la causal que invoca, por cuanto a su juicio, en la
legalización de captura se anunció el cumplimiento de los
condicionamientos constitucionales necesarios para la imposición de una
medida de aseguramiento, y ello no resiste la interpretación que se ha dado
a la aludida causal.

Para tal efecto, véase como la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia,
en decisión CSJ AP3282-2014 explicó:

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«La declaración de impedimento al amparo de la causal invocada,


corresponde a aquellos juicios de valor y de ponderación jurídica y
probatoria que tienen lugar en el mismo escenario de la actuación y, de
soslayarse, permitiría que el servidor público se ocupara de aspectos
sustanciales acerca del tema medular objeto de controversia, razón para
que el ordenamiento procesal disponga la obligación de separar del
conocimiento posterior al funcionario que dictó la providencia cuya revisión
se pretende (CSJ AP3282- 2014)».

Entonces, no hay lugar a comprender la constatación de dicha causal de


impedimento cuando se ha pronunciado un juez sobre aspectos propios de
la diligencia que convoca su atención para el momento en que la emite,
como lo es la audiencia de legalización de captura, descartando de tajo la
posibilidad de comprender que por ello, ha participado con antelación en el
proceso y más aún, que expidió la determinación materia de revisión, que
es lo que censura el numeral 6 del artículo 56 del Código de Procedimiento
Penal.

2. Si de lo que se trata es de fundar la recusación en la emisión de un


concepto anticipado, la causal no es la sexta, sino la cuarta, que por la
primacía de las garantías fundamentales de Seuxis Paucias Hernández
Solarte, entra el Despacho a valorar, para lo cual, resulta de gran
importancia lo indicado por la Corte Suprema de Justicia en auto del 13 de
junio de 2007 en el Radicado 27.497, cuando con ponencia del magistrado
Javier Zapata Ortiz, se trató el impedimento fundado en ambas causales
expresando:

«No se trata, como a simple vista pareciera, de una presunción de


impedimento, ni de un motivo que se active de suyo o en forma objetiva, por el
sólo hecho de que el funcionario judicial hubiese «participado» dentro del
proceso.

La expresión «participado», no debe tomarse en forma textual, literal ni aislada


del contexto procesal penal, pues de aceptarse así, se llegaría a extremos que
escapan a la finalidad de salvaguarda de la imparcialidad contenida en las
normas relativas a los impedimentos y recusaciones.

Piénsese, por ejemplo, que el Tribunal Superior conociese apelaciones


sucesivas de diferentes autos emitidos por el Juez Penal del Circuito dentro del
mismo proceso; bajo tal supuesto, la participación de los magistrados es
innegable, pero ninguna razón existe para aceptar un impedimento, sin
argumentación específica de respaldo. También habrían participado ya los
magistrados que conocen por vía de apelación de la providencia que niega la
práctica de una prueba o del auto que se abstuvo de declarar una nulidad; pero
esa intervención en el proceso nada dice por sí misma de un pretendido
impedimento para conocer después, en segunda instancia, la apelación contra
el fallo de primer grado.

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En especial, cuando se produce la ruptura de la unidad procesal, por


allanamiento a cargos, total o parcial, de todos o parte de los implicados, o por
otras circunstancias que la generen, la necesaria participación de los
funcionarios judiciales (jueces y magistrados) en el proceso original integrado
como una unidad, o en los procesos derivados del anterior con ocasión de la
ruptura de esa unidad, no debe invocarse sin la fundamentación correlativa
como causal de impedimento ni recusación.

En efecto, así como no es motivo objetivo de impedimento, que el funcionario


judicial «haya manifestado su opinión sobre el asunto materia del proceso»
(numeral 4° del artículo 56 de la Ley 906 de 2004), tampoco se erige en causal
objetiva ni automática de impedimento, que el funcionario judicial «hubiere
participado dentro del proceso» (numeral 6°, ibídem).

En tratándose de impedimento, es necesario que en cada caso particular y


concreto los funcionarios judiciales — jueces y magistrados — expliquen cuáles
son las razones por las cuales su imparcialidad, su ecuanimidad, su
independencia o su equilibro podrían afectarse frente a cada uno de los
implicados, por el hecho de haber participado ya en el proceso.

El género de argumentación que se exige, incluye especificar las circunstancias


o condiciones en que se produjo la participación del funcionario judicial en el
proceso original o en alguno de los procesos derivados por la ruptura de la
unidad procesal; y si la actividad del Juez —individual o colegiado— se extendió
ya a la valoración de elementos probatorios o de información susceptible de
convertirse en prueba, se precisa indicar cómo y de qué manera las
apreciaciones anteriores inciden en el ánimo del juzgador al conocer el asunto
en ocasiones posteriores, frente a cada uno de los implicados o situaciones
concretas por resolver».

Cumpliendo tales parámetros de orden jurisprudencial, para el asunto objeto de


análisis, es cierto que la Juez Dieciséis Penal Municipal con Función de Control
de Garantías, para pronunciarse sobre la legalidad del procedimiento de captura
de Seuxis Paucias Hernández Solarte, adujo el contenido del artículo 295 del
Código de Procedimiento Penal, pero ello en nada forja un criterio anticipado sobre
la viabilidad que el mismo sea afectado con medida de aseguramiento, pues tal
como lo indicó la referida funcionaria judicial, estos presupuestos tienen raigambre
constitucional y no son de valoración exclusiva y excluyente en el estudio de la
medida de aseguramiento.

En efecto, véase como el título IV del Libro II, trata sobre el régimen de la libertad
y su restricción, incorporando en el capítulo I, las disposiciones comunes que
gobiernan todos los actos y pronunciamientos en donde se resuelva sobre la
afectación en tal garantía dentro del proceso, desde la solicitud de expedición de
orden de captura, hasta la imposición de medida de aseguramiento, fijando la
afirmación de la libertad en el artículo 295 en los siguientes términos: «Las
disposiciones de este código que autorizan preventivamente la privación o restricción de la
libertad del imputado tienen carácter excepcional; solo podrán ser interpretadas restrictivamente

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y su aplicación debe ser necesaria, adecuada, proporcional y razonable frente a los contenidos
constitucionales».

Entonces, esta es una máxima que debe ser materia de observación de los
funcionarios judiciales, cuando se ocupen entre otras cosas, de ordenar la
privación de la libertad con la expedición de una orden de captura a voces de lo
desarrollado en los artículos 297 y 298 del Código de Procedimiento Penal, así
como en el estudio de su legalidad, según lo indicado en el parágrafo del mismo
artículo 298.

La mención que la Juez 16 Penal Municipal con Función de Control de Garantías


hizo al artículo 2 de la Constitución Política, se relaciona con las finalidades del
Estado las que claramente son disimiles a las de la privación de la libertad
contenidas en el numeral 1 del artículo 250 de la misma obra, situación por la que
se descarta una vez más el presupuesto ontológico que soporta la recusación
elevada por la defensa.

Resulta falso lo propuesto por la defensa, en el entendido que los funcionarios


judiciales tienen vedado tratar temas relacionados con los presupuestos
constitucionales de privación de la libertad sin que se haya formulado imputación,
pues se trata de un tema exclusivo de la solicitud de imposición de medida de
aseguramiento, porque ello contraviene la condición de disposición común que
tiene la afirmación de la libertad para todos aquellos temas que trata el régimen
de la libertad y su restricción.

Así, era absolutamente válido que al momento de resolver sobre la legalidad en


el procedimiento de captura, la Juez Dieciséis Penal Municipal con Función de
Control de Garantías se pronunciara sobre este aspecto, que tiene raigambre
constitucional y deviene en trascendental para pronunciarse sobre el tópico
materia de debate.

Ahora bien, sostener que por haber desarrollado parte de la argumentación de la


legalidad a la captura en términos de la necesidad de restricción de la libertad es
un anuncio anticipado de la imposición de medida de aseguramiento, es una
afirmación carente de fundamento, en la medida que hasta este momento no se
ha efectuado valoración probatoria alguna, ni se han hecho pronósticos a futuro
sobre lo que signifique que Seuxis Paucias Hernández Solarte enfrente el
juzgamiento en libertad, según las previsiones constitucionales que la regulan, y
adicionalmente, la argumentación que en tal sentido debe regir como lo demanda
el tantas veces mencionado, artículo 295 del Código de Procedimiento Penal, en
punto a la excepcionalidad de su restricción.

En tales condiciones, no encuentra este Juzgado que los motivos presentados por
la defensa de Seuxis Paucias Hernández Solarte como sustento para recusar a la
referida funcionaria judicial, tengan vocación de prosperidad.

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Radicado: 110016099144201900586
N.I.: 351029
Condenado: Seuxis Paucias Hernández Solarte
Delito: Tráfico, fabricación o porte de estupefacientes agravado y concierto para delinquir

Juzgado Octavo Penal del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá


Carrera 29 Número 18-45 Piso 5 Bloque C. Email j08pccbt@cendoj.ramajudicial.gov.co: Tel. 4285803

En mérito de lo expuesto, el Juzgado Octavo Penal del Circuito con Función de


Conocimiento de Bogotá.

Resuelve:

Primero: Declarar infundada la recusación promovida por la defensa de Seuxis


Paucias Hernández Solarte en contra de la Juez Dieciséis Penal Municipal con
Función de Control de Garantías de esta ciudad.

Segundo: Por secretaría, procédase con la notificación de esta determinación a


las partes e intervinientes.

Tercero: Por el Centro de Servicios Judiciales del Sistema Penal Acusatorio,


remítase la presente actuación al Juzgado Dieciséis Penal Municipal con Función
de Control de Garantías de esta ciudad, para que continúe conociendo la
audiencia concentrada.

Cuarto: Señalar que de acuerdo a lo indicado en el artículo 65 del Código de


Procedimiento Penal, contra la presente providencia no procede recurso alguno.

Notifíquese y cúmplase

Carlos Eduardo Velásquez Rodríguez


Juez
A.CH. – C.E.V.R.

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