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Nº 3

De derechas o de izquierdas: Un test de verano

Por Christian Michel

Cuando los diputados de los Estados Generales se escindieron en dos bloques el


28 de agosto de 1789, en París, en los primeros días de la revolución francesa, la
nobleza y el clero se colocaron a la derecha de la tribuna real, y los representantes
del Tercer Estado (el pueblo llano) a su izquierda. Desde entonces, la vida política
ha estado marcada por esta distinción. La derecha, según esto, representa la
autoridad y el conservadurismo; la izquierda encarnaría el progreso y la
transformación de la sociedad. Ser de derechas equivale por tanto a temer que lo
que existe -el orden establecido, aunque no sea perfecto- acabe destruido por
experimentos sociales temerarios. Ser de izquierdas, en cambio, sería tenerle
poco apego, ya que no miedo, a lo que existe, y preferir cualquier cambio a la
realidad actual.

Las marcas de "izquierdas" y "derechas" se han extendido a casi todos los países.
Incluso en el mundo anglosajón se habla de Left, cuando no de New Left. En
Rusia, el gran campeón de la derecha es el Partido Comunista, que se opone a
cualquier reforma, mientras que la etiqueta izquierdista le corresponde a los
movimientos que aspiran al cambio social, es decir, a los partidarios del
capitalismo.

La izquierda invoca además otros valores, además del "cambio". Quiere promover
la igualdad y, según dice, la justicia social, pero hay que reconocer que la
aplicación de estos valores conduce a ambigüedades muy particulares. Por
ejemplo el proteccionismo, que la izquierda reclama con fuerza, se confunde
fácilmente con el nacionalismo, que es una idea típicamente de derechas. En el
otro extremo del espectro, los agricultores proclaman su apego a la tierra y a las
tradiciones familiares, que son valores inequívocamente de derechas, pero no
duda en manifestarse, en algunos casos con violencia (recuérdese el caso
francés), para obtener subvenciones del Estado, en la más pura lógica socialista.

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¿Hasta qué punto sigue siendo útil la distinción entre valores de izquierdas y de
derechas? ¿No habría que trazar otra frontera más reveladora, más conforme a la
realidad actual, ahora que las nuevas tecnologías de la información y la
globalización de los mercados están convulsionando las relaciones sociales?
Probablemente la diferencia esté más bien entre los que creen en la vida moral, y
los que piensan, por el contrario, que el bien se obtiene mediante la intervención
del poder público, y un bien aún mayor mediante una intervención todavía más
violenta, un proceso que en rigor representa en toda regla la negación de
cualquier moral?

Libertades Políticas (P)

Obligar a alguien a realizar una actividad que no quiere hacer no es más que una
forma de esclavitud. El "servicio" militar o el sustitutorio debe ser voluntario.

Los adultos pueden ver y leer todo lo que les apetece, según sus propios valores
morales, sin ninguna censura y con independencia de que estos productos sean o
no conformes con las ideas mayoritarias sobre religión, razas, política o
sexualidad.

Todo el mundo tiene derecho a crear una radio o una televisión, sin límites de
contenido, horarios o lenguas, sin necesidad de solicitar ninguna licencia.

La droga mata. Pero también lo hacen otras muchas actividades humanas.


Ilegalizar la droga no significa limitar sus efectos nocivos. Cualquier adulto, al que
se otorga el derecho de decidir con su voto el destino de los demás, es lo bastante
maduro como para decidir su propio futuro. Todos los adultos son libres para
producir, vender o consumir lo que quieran, ya sea tabaco, alcohol, o cualquier
otra droga.

Todo el mundo tiene derecho a instalarse y trabajar, sin ningún requisito, en el


país que quiera.

El matrimonio es una de las decisiones privadas más importantes en la vida de


una persona. ¿Por qué tiene que estar sometido al legislador? Los casados
decidirán por su cuenta y de mutuo acuerdo la forma de su unión, la educación de
los hijos, la disposición de sus bienes antes y después del matrimonio. Este
contrato privado es la única ley legítima que les afecta a ambos en este asunto.

Los adultos decidirán libremente sus nombres y apellidos, y los de sus hijos. Estos
últimos los confirmarán, si lo desean, cuando alcancen la edad suficiente.

Un objeto pertenece al que lo ha hecho y, después, a los que lo han comprado o


recibido como donación. Los guardianes del "patrimonio nacional", que no lo han
producido ni lo han comprado ni recibido en donación, no pueden exigir su
propiedad ni prohibir su exportación. Esto se llama nacional-colectivismo.

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Los mayores de edad decidirán por su cuenta si se ponen o no el cinturón de
seguridad en el coche.

Todo el mundo tiene derecho a decidir cuánto quiere pagar por los servicios
sanitarios y quién quiere que gestione esos fondos. Puede ser el Estado, un
banco, una asociación profesional o una empresa de servicios. Lo mismo para la
pensión.

Libertades económicas (E)

Todo el mundo podrá trabajar de día, de noche, el domingo o las fiestas de


guardar si le viene en gana o lo hace voluntariamente. El trabajo es una cuestión
privada e individual, y al Estado le está prohibido legislar, injerirse, limitar o poner
cortapisas a cualquier contrato de trabajo que firmen dos partes de forma
voluntaria, siendo las dos mayores de edad. El Estado tampoco tiene por qué
tener acceso a esta información.

Los poderes públicos respetarán escrupulosamente la igualdad ante la ley y no


promulgarán leyes ni normas legales que privilegien o perjudiquen a unos
ciudadanos determinados en detrimento de otros (por ejemplo, "áyudas" a los
agricultores, subvenciones a algunas industrias, empleo de por vida para
funcionarios/as, cuotas para mujeres o para jóvene/as).

No existen "beneficios desorbitados" ni pérdidas desorbitadas, como no hay


causas "objetivas" de despido o causas "objetivas" de contrato. Cada uno tiene
derecho a ganar lo que quiera o lo que pueda, siempre que no robe a nadie, a
conservar ese dinero, a donarlo, ya sea en vida o a su muerte, así como a
perderlo, sin recibir protección, ayuda ni subvenciones por parte del Estado.

Si las partes se han puesto de acuerdo sobre un determinado precio para comprar
o alquilar un producto, un inmueble, un servicio o un trabajo, el poder público no
es quien para imponer otro o impedir que se lleve a cabo la transacción.

Cada cual tiene derecho a construir, modificar o destruir su casa sin más
restricción que los acuerdos alcanzados con sus vecinos.

Todos tienen derecho a comprar los productos y los servicios que desean (sobre
todo si éstos proceden de los países más pobres que necesitan vender a los
consumidores más opulentos).

La injusticia de la herencia no estriba en la donación (¿por qué razón es injusto


donar los propios bienes?), sino en el hecho de que el donante no puede elegir al
beneficiario, ya que el Código Civil estipula el reparto de los bienes del fallecido
entre sus familiares. Ya sea en vida o a su muerte, una persona tiene derecho a
donar sus bienes a quien quiera, a un ser querido, una institución de caridad, un
museo o, ¿porqué no?, a sus hijos.

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Robar es apropiarse de los bienes de otra persona. El crimen es aún más grave
cuando lo comete un grupo organizado. Los recaudadores del Estado lo son, y
que sean funcionarios y hayan ganado unas oposiciones no varía la naturaleza de
la agresión. Cualquier impuesto confiscatorio es sinónimo de crimen organizado.

Todo el mundo tiene derecho a saber qué parte de sus impuestos se destina a
ayudar a los necesitados. Cada persona debería decidirá a quién quiere ayudar y
hasta qué punto. La mayoría de la gente estaría dispuesta a ayudar a los menores
y a los ancianos abandonados, pero no a la televisión pública.

La burocracia no deja de crecer. El único freno a esta proliferación cancerosa es el


agotamiento de los recursos del Estado. Quienes practican la evasión fiscal y la
economía subterránea son los auténticos benefactores del país, ya que privan a la
burocracia de los medios para inventar nuevas reglamentaciones arbitrarias y
vejatorias, y además les impiden aplicar las ya existentes.

Pregunta de repesca

En realidad, no hay ningún conflicto entre derechas e izquierdas. En un régimen


de libertad auténtica, cualquiera que desee vivir según los valores de izquierdas
tendría que tener todo el derecho de hacerlo. Tendría derecho a renunciar a su
herencia, a poner en común los medios de producción de los que dispone, a donar
sus rentas al Partido para que el Partido reparta este dinero entre los
desheredados, a subvencionar con su propio dinero las empresas "creadoras de
empleo" y las actividades culturales favoritas de los dirigentes... de su Partido.

Asimismo, quienes creen en los valores de derechas tendrían total libertad de


respetarlas, trabajar duro, ahorrar, educar a sus hijos según los valores
tradicionales de la familia y de la nación. Tendrían incluso derecho a no leer ni ver
nada que sea contrario a las buenas costumbres, y a no contratar a ningún
inmigrante.

El problema, en el fondo, es el siguiente. ¿Porqué unos quieren imponer a otros su


estilo de vida, es decir por qué existe la política? ¿Por qué los socialistas no son
socialistas entre ellos mismos? ¿y por qué los conservadores no dejan que el
resto tenga sus propios valores? El conflicto no está entre derechas e izquierdas,
sino entre libertad y violencia.

Nuestros antepasados lucharon por la separación de la Iglesia y el Estado, y


tenían razón. La creencia religiosa es una manifestación puramente individual, y
no autoriza a imponer una obligación a un tercero. Pero la política es también un
asunto de opinión, y no hay ninguna razón objetiva que nos permita imponer
nuestras creencias políticas a los que no las comparten, ya sea por el voto o de
cualquier otro modo.

Una sociedad libre escindirá la Política del Estado, como ya se han separado
Estado e Iglesia. Los demás no tienen por qué vivir como nos gusta a nosotros.

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Tablero político

El cuestionario se divide en dos secciones, una hace referencia a las libertades


políticas y otra a las libertades económicas. La P corresponde a un "sí" a favor de
una libertad política. La E corresponde a un "sí" a favor de una libertad económica.

Cada vez que un lector está de acuerdo con una pregunta cuenta una P o una E, y
ambas valen 10 puntos. La respuesta N (el lector no está de acuerdo) vale cero. El
total puede ser superior a 100 puntos debido a la pregunta de repesca.

Tras el recuento, el lector anota el número de puntos P en las ordenadas (vertical)


y el número de puntos E en las abscisas (horizontal). La posición del lector en el
tablero político se encuentra en el cruce de los dos valores.

Idea original del test: Advocates For Self Government

Num. 3

Jun-Sep 1999

Copyright. La Ilustración Liberal Madrid, 1999-2008.©

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