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Capítulo I. La inteligencia emocional.

La inteligencia emocional es la capacidad para recono-


cer los sentimientos propios y los de los demás, y disponer de
la habilidad suficiente para manejarlos de manera satisfactoria.
Es fundamental, para hacer un uso efectivo de las emociones,
el saber identificarlas y reconocerlas. Existen dos inteligencias,
la cognoscitiva, que es la que miden los test de inteligencia y, la
emocional, que es de la que nos ocupamos en este libro. En la
actualidad, se le atribuye a la Inteligencia Emocional un mayor
valor para alcanzar el éxito personal y profesional, por encima de
poseer un alto cociente intelectual. Esta inteligencia, está forma-
da por un conjunto de cinco competencias, las cuales se deben
adquirir y desarrollar por el ser humano para ser emocionalmen-
te inteligente, y que son: la habilidad, para conocer las propias
emociones; el autocontrol de sentimientos, para adecuarlos al
momento; la automotivación, para alcanzar las metas; el recono-
cimiento de las emociones ajenas y, finalmente, la destreza ne-
cesaria para relacionarnos adecuadamente con las emociones de
los demás, es decir, las interacciones que establecemos con otras
personas. La inteligencia personal está compuesta por otras dos
inteligencias: la interpersonal, referida a la capacidad de com-
prender a los demás, y la intrapersonal, que se dirige al conoci-
miento de uno mismo.

QUÉ ES LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.


Cuando hablamos del término inteligencia emocional ha-
cemos referencia a la capacidad que posee una persona para com-
prender sus emociones y las de los demás, siendo habilidoso en

21
El valor de la inteligencia emocional

su control y modificación para que estas sean constructivas y no


hirientes, para sí mismo y para otras personas. Por consiguiente,
no se simulan ni se ocultan las emociones, sino que se modi-
fican para que sean funcionales y equilibradas, permitiendo no
anclarse en ellas destruyéndose psicológicamente, sino enrique-
ciéndose a partir de las que surgen en los contratiempos que van
apareciendo. Ser emocionalmente inteligente supone utilizar y
controlar las emociones eficazmente para llevar a un aprendizaje
constructivo.
Se han dado muchas definiciones de este constructo. Eti-
mológicamente, emoción proviene de moveré que significa mo-
verse, lo que supone una percepción de atracción y repulsión
consciente y una conducta de acercamiento o aversión. Presti-
giosos autores como Daniel Goleman (1995) la definen como la
capacidad para reconocer sentimientos en sí mismo y en otros,
siendo hábil para manejarlos al trabajar con otros. Mayer, Sa-
lovey y Caruso (2000) afirman que es la capacidad de percibir y
expresar emociones, de asimilar las emociones en el pensamien-
to, de comprender y razonar con las emociones y de regular las
emociones en uno mismo y en los demás. Emily Sterrett (2002)
hace referencia al conjunto de destrezas de gestión de personal y
destrezas sociales que nos permiten triunfar en el puesto de tra-
bajo y en la vida en general. Pablo Fernández-Berrocal (2004) la
define como la capacidad de percibir, comprender y regular las
emociones propias y las de los demás.
El ser humano necesita, para enfrentarse a un mundo cam-
biante y poco predecible, del desarrollo de emociones para su su-
pervivencia. Son necesarias pero, a veces, un mal uso por exceso
o por defecto, puede hacer más difícil nuestra vida.
Las emociones son mecanismos que permiten a nuestra
mente describir su particular mundo, proporcionándole la capa-
cidad de interaccionar con las personas y las cosas en el universo.
Debido a que la conciencia de una persona no siempre dispone de
la información suficiente para poder describir ese mundo parti-
cular, que visiona a través del lenguaje o los símbolos, es la per-
cepción emocional del entorno la que proporciona la información
a la conciencia para procesar y administrar los recursos disponi-
bles, lo cual permite obtener una visión diferente del mundo que
nos rodea. Las emociones se constituyen mediante los mismos
componentes subjetivos, fisiológicos y conductuales que expre-
san la percepción del individuo respecto a su estado mental, su
cuerpo y la forma en que interactúa con el entorno, lo que entra

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La inteligencia emocional

en contraposición con la idea popular de que distorsiona la visión


del entorno, ya que la visión es realista (Davidoff, L. 1980).
El concepto de inteligencia emocional se comenzó a co-
nocer popularmente de forma reciente, sin embargo, ya en el
año 1920 se pueden encontrar los primeros indicios que hacían
referencia a este concepto, con el psicólogo Edward Thorndike
y su término inteligencia social, que definió como la habilidad
para comprender y dirigir a los hombres y mujeres, muchachos
y muchachas, y actuar sabiamente en las relaciones humanas.
Este autor, también afirmaba que existen otros dos tipos de inteli-
gencias: la inteligencia abstracta (habilidad para manejar ideas)
y la inteligencia mecánica (habilidad para entender y manejar
objetos).
La teoría de las inteligencias múltiples del Dr. Howard
Gardner, de la Universidad de Harvard, supone un antecedente
cercano a la inteligencia emocional. Plantea que las personas te-
nemos siete tipos de inteligencia que nos relacionan con el mun-
do (descritas en la Tabla 1.1). Existen inteligencias: Lingüística,
Lógica, Musical, Visual-Espacial y Kinestésica, Interpersonal e
Intrapersonal (Frames of Mind, 1983).
Tabla 1.1. Tipos de inteligencia.

Las siete inteligencias de Howard Gardner.


Inteligencia Es la inteligencia relacionada con nuestra capa-
lingüística. cidad verbal, con el lenguaje y con las palabras.

Inteligencia Está relacionada con el desarrollo del pensa-


lógica. miento abstracto, con la precisión y la organiza-
ción a través de pautas o secuencias.

Inteligencia Se asocia con las habilidades musicales y rit-


musical. mos.

Inteligencia Se trata de la capacidad para integrar elementos,


visual – Espacial. percibirlos y ordenarlos en el espacio, y poder
establecer relaciones de tipo metafórico entre
ellos.

Inteligencia Implica todo aquello relacionado con el movi-


kinestésica. miento tanto corporal como el de los objetos, y
los reflejos.

Inteligencia Es la capacidad de establecer relaciones con


interpersonal. otras personas.

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El valor de la inteligencia emocional

Inteligencia Hace referencia al conocimiento de uno mismo


intrapersonal. y todos los procesos relacionados, como au-
to-confianza y automotivación.

Entre todas ellas, encontramos dos tipos de inteligencias


relacionadas con la competencia social y emocional, son la inteli-
gencia interpersonal y la inteligencia intrapersonal, que Gardner
define así:
La inteligencia interpersonal se construye a partir de una
capacidad nuclear para sentir distinciones entre los demás: en
particular, contrastes en sus estados de ánimo, temperamentos,
motivaciones e intenciones. En formas más avanzadas, esta inte-
ligencia permite a un adulto hábil leer las intenciones y deseos
de los demás, aunque se hayan ocultado...
La inteligencia intrapersonal es el conocimiento de los
aspectos internos de una persona: el acceso a la propia vida
emocional y a la propia gama de sentimientos, la capacidad de
efectuar discriminaciones entre las emociones y, finalmente, po-
nerles un nombre y recurrir a ellas como un medio de interpretar
y orientar la propia conducta...
Siempre hemos oído que el cociente intelectual (CI) era
determinante para que una persona tuviera éxito en la vida; un
test que lo valorara, podría marcar el futuro de éxito académico y
profesional. Sin embargo, hace ya varios años, se descubrió que
son otras capacidades las necesarias para el éxito en la vida, y
que no las medía ningún test de inteligencia. La valoración de las
habilidades que constituyen la inteligencia emocional, define el
Reflexionando sobre cociente emocional (CE). Solo reflexionando sobre la importan-
la importancia que las cia que las emociones tienen en nuestra vida cotidiana, constata-
emociones tienen en mos que la mayoría de las veces marcan nuestras decisiones, sin
nuestra vida cotidia- apenas darnos cuenta. Hay personas con un mayor dominio de su
na, constatamos que vida emocional que otras; por ejemplo, popularmente se llama
la mayoría de las ve- empollón a aquel que hace uso de toda su capacidad intelectual
ces marcan nuestras (la que es medida por los test), pero no así de su inteligencia
decisiones, sin apenas emocional; mientras que, por otro lado, hay alumnos que, pese a
darnos cuenta.
haber tenido un rendimiento académico muy suficiente, gracias a
sus habilidades emocionales han tenido una vida exitosa. Es ne-
cesario, por tanto, prestar mayor atención a este tipo de destrezas
que pueden marcar nuestra vida tanto o más que el CI.

ORIGEN DEL TÉRMINO: INTELIGENCIA EMOCIONAL.


Para encontrar el origen del término inteligencia emocio-
nal tendríamos que remontarnos a los estudios acerca de la inte-

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La inteligencia emocional

ligencia y de la emoción, que son los componentes básicos del


concepto que es de nuestro interés. Entre los antecedentes centra-
dos en la emoción, nos encontramos las técnicas de counseling,
que podemos traducir como acompañamiento o asesoramiento, y
que está basado en creer que la mayoría de las personas son capa-
ces de resolver sus propios problemas si se les ayuda a clarificar
los pensamientos y sentimientos y se les anima a explorar las
distintas opciones o soluciones. Por ejemplo, la psicología hu-
manista, a mediados del siglo XX, con Gordon Allport, Abraham
Maslow y Carl Rogers, pone un especial énfasis en la emoción.
Posteriormente, aparece la psicoterapia racional-emotiva de Al-
bert Ellis y otros muchos que adoptan un modelo de counseling y
psicoterapia centrada en las emociones del cliente.
Este enfoque defiende la idea de que cada persona tiene la
necesidad de sentirse bien consigo misma, siendo consciente de
sus emociones para crecer personalmente y, si esto no es posible,
pueden aparecer comportamientos desviados; como Taylor y sus
colaboradores (1997), que en su estudio de los desórdenes afecti-
vos ya hace referencia a la inteligencia emocional.
En 1966, B. Leuner publica un artículo en alemán tradu-
cido como Inteligencia Emocional y Emancipación, en el que
se menciona que muchas mujeres rechazan un rol social a causa
de su baja inteligencia emocional (citado por Mayer, Salovey y
Caruso, 2000).
W.L. Payne (1985), un alumno graduado en una univer-
sidad de artes alternativas liberales en los Estados Unidos, es-
cribió una tesis para su doctorado en la que incluyó el término
inteligencia emocional en el título, A study of emotion: Deve-
loping emotional intelligence; Self integration; relating to fear, Integrar emoción e in-
teligencia de tal forma
pain and desire (citado por Mayer, Salovey y Caruso, 2000). En
que en las escuelas se
este estudio, plantea el eterno problema entre emoción y razón, proponga la enseñan-
y propone integrar emoción e inteligencia de tal forma que en za de respuestas emo-
las escuelas se proponga la enseñanza de respuestas emocionales cionales adecuadas a
adecuadas a los niños, dado que la ignorancia emocional puede los niños, dado que la
resultar destructiva. Algunos autores sitúan este trabajo como el ignorancia emocional
primero en el que se hace alusión al término y, como vemos, en puede resultar des-
un sentido educativo. tructiva.
En 1985, Bar-On utilizó la expresión EQ (Emotional Quo-
tient) en su tesis doctoral. El término EQ fue acuñado en 1980
(Bar-On, 2000: 366), pero parece que su difusión no fue hasta
1997 en que se publicó la primera versión del The Emotional
Quotient Inventory (Bar-On, 1997).

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El valor de la inteligencia emocional

Posteriormente, en 1990, dos psicólogos norteamericanos,


Peter Salovey de la Universidad de Harvard y John Mayer de la
Universidad de New Hampshire, interesados en desarrollar una
técnica para medir científicamente las diferencias entre las habi-
lidades en el área emocional de las personas, encontraron, que
algunas personas eran mejores que otras, al identificar sus senti-
mientos y los de los demás y en resolver problemas que implican
temas emocionales. Desarrollaron una teoría de la inteligencia
emocional basada en el modelo general de inteligencia estándar,
como una habilidad mental, que considera que las emociones y el
pensamiento interactúan trabajando de forma adaptativa.
Estos dos profesores desarrollaron dos test para tratar de
medir lo que se llama Inteligencia Emocional. Con él intentaban
describir las cualidades emocionales que parecen tener impor-
tancia para lograr éxito en la vida y que se perciben como com-
ponentes lo que se considera inteligencia emocional. Son estas:
- La empatía.
- La expresión y comprensión de los sentimientos.
- El control de nuestro genio.
- La independencia.
- La capacidad de adaptación.
- La simpatía.
- La capacidad de resolver los problemas en forma inter-
personal.
- La persistencia, la cordialidad, la amabilidad y el respeto.
Con objeto de potenciar la educación emocional y social
en todo el mundo, en 1994 se fundó el CASEL (Consortium for
the Advancement of Social and Emotional Learning), aunque
pasó desapercibido.
Desde el año 1990 hasta ahora, hay pocas personas de los
ambientes culturales, académicos o empresariales que no tengan
en cuenta este término o su significado, debido, básicamente, al
trabajo de Daniel Goleman al que se le asocia a este concep-
to. Su manera de plantear la clásica discusión entre cognición
y emoción fue novedosa, ya que tradicionalmente lo racional
se había considerado de un nivel superior a lo emocional, y él
planteaba justo lo contrario. Además, en ese momento la socie-
dad estaba más receptiva para aceptar los nuevos cambios que
Goleman proponía, debido a los siguientes factores: aumento de
la violencia y falta de autocontrol emocional, evidencia de que
el éxito académico no asegura el triunfo profesional y personal,
importancia del estado emocional en la psiconeuroinmunología

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La inteligencia emocional

y, por tanto, en la salud, creciente preocupación por el estrés, la


ansiedad y la depresión...
Este autor, investigador y periodista del New York Times,
llevó el tema al centro de atención en todo el mundo a través de
su best seller La Inteligencia Emocional (1995). En este libro
recogió información acerca del cerebro, las emociones y el com-
portamiento, y elaboró su propia definición de inteligencia emo-
cional basándose, en parte, en las ideas de Mayer y Salovey, pero
profundizando y tratando el asunto con una mayor complejidad.
A raíz de la publicación de este libro, y dado el éxito que
obtuvo, Goleman comenzó a aparecer en programas de televi-
sión, como en el de Oprah Winfrey y Phil Donahue, y realizó una
gira para promocionar el libro que permaneció en la lista de best
seller del New York Times durante aproximadamente un año.
Posteriormente, en 1998, escribió otro libro llamado Inteligencia
Emocional en el Trabajo (Working with Emotional Intelligence),
donde estiró la definición de inteligencia emocional, afirmando
que esta está dotada de veinticinco habilidades y competencias.
Posteriormente se publicaron una sucesión de obras que
cuestionaban interpretaciones que clásicamente se habían reali-
La importancia de las
zado acerca de la conducta humana. La importancia de las emo-
emociones y su uso
ciones y su uso inteligente comienza, a partir de sus consecuen- inteligente comienza,
cias en la crianza y educación de los niños, pero se extiende a a partir de sus conse-
las relaciones laborales, a la salud y prácticamente a todas las cuencias en la crianza
relaciones interpersonales. Los estudios demuestran que las mis- y educación de los ni-
mas capacidades del cociente emocional que llevan a un niño a ños, pero se extiende
ser considerado por su maestra como un estudiante motivado, o a a las relaciones labo-
ser apreciado y querido por sus amigos en el patio de recreo, o a rales.
ser admirado en su familia por su buen carácter y su estabilidad
socioemocional, también le ayudarán en su vida adulta en el tra-
bajo, en el matrimonio o en su relación social en general.
En los últimos cincuenta años, se han llevado a cabo miles
de estudios relacionados con el desarrollo de las capacidades del
cociente emocional en los niños. Dichas investigaciones analizan
los componentes que forman el cociente emocional de una per-
sona y, en algunas de ellas, llegan a concluir que puede medirse
mediante test de inteligencia estandarizados, tal como ocurre con
las Escalas de Inteligencia de Wechsler.
El significado del CE es más confuso que el del CI. Salo-
vey y Mayer (1990) fueron los primeros en definir la inteligencia
emocional como un subconjunto de la inteligencia social que
comprende la capacidad de controlar los sentimientos y emo-
ciones propios así como los de los demás, de discriminar entre

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El valor de la inteligencia emocional

ellos y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento


y nuestras acciones. Estos autores se oponen al uso del término
cociente emocional como sinónimo de inteligencia emocional,
temiendo que lleve a la gente a pensar erróneamente que existe
un test preciso para evaluar el CE o, incluso, que puede llegar a
medirse de alguna otra manera, aunque ellos así lo intentaron.
En 1996, Jack Mayer y Peter Salovey solicitaron ayuda a
su amigo, David Caruso, para que les ayudara a diseñar un test de
inteligencia emocional, y es, desde ese momento, cuando Caruso
inicia con ellos una importante labor en la investigación acerca
de esta materia. La inteligencia emocional es la habilidad para
reconocer los significados de las emociones y sus relaciones, y el
razonamiento y solución de problemas que se producen en base a
ellas (Mayer, Salovey, Caruso y Sitarenios, 2001). Es aprendida
y se desarrolla con la edad y la experiencia. Como mínimo, se
puede concebir la inteligencia emocional de tres formas: como
rasgo de personalidad, como habilidad mental y como movi-
miento cultural (Mayer, Caruso y Salovey, 2000).
En el desarrollo emocional de las personas, estas pasan
por una serie de etapas para reconocer sus emociones y las de
otros. Esas etapas se concretizan en el Modelo de Habilidades de
Inteligencia Emocional que presenta cuatro niveles jerárquicos:
percepción, uso, comprensión y manejo de las emociones.
Es bien cierto que no podemos medir con facilidad gran
parte de los rasgos sociales y de la personalidad, tales como la
amabilidad, la ira, la tristeza, la confianza en sí mismo, el auto-
control o el respeto por los demás; lo que sí podemos hacer es
reconocerlos en los niños y destacar su gran importancia. La
posible valoración podría estar teñida de subjetividad. La gen-
te suele comprender el significado de la inteligencia emocional
dada la enorme repercusión que tiene en la vida de la persona y
en su forma de afrontar el mundo y, también, por la relevancia del
libro de Goleman; igual que reconoce que el cociente intelectual
es sinónimo de inteligencia cognoscitiva. Aun así, todavía hay
personas que desconocen su existencia.
Con la aparición de este término, se produjo una gran re-
volución en las investigaciones y teorías que intentaban explicar
el aprendizaje y la conducta humana, como la Psicología, Edu-
cación, Sociología, Antropología u otras. En la actualidad sigue
siendo un campo abierto a las investigaciones y queda aún mu-
cho por descubrir, dada su gran relevancia en todos los ámbitos
de la vida de una persona: relaciones familiares, en el trabajo, en

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La inteligencia emocional

las relaciones interpersonales, en la propia salud, y en la forma


de vivir la vida en general.

IDENTIFICAR EMOCIONES.
En el momento social actual, presenciamos numerosas si-
tuaciones que evidencian cómo la población de diferentes edades
carece de las habilidades idóneas para controlar de forma inteli-
gente sus emociones y las de los demás. De forma frecuente, nos
encontramos cómo algunas personas no asumen la frustración
de que sus parejas se separen de ellas, y encuentran como única
vía de solución el maltrato, a veces, en su grado más extremo. Lo
mismo ocurre en los sucesos de acoso escolar, donde el maltra-
tador agrede a un compañero interpretando de forma errónea sus
propias emociones, confundiendo o careciendo de la habilidad
para comprender los sentimientos de su víctima. Una chica que
sufra anorexia puede estar confusa y no discernir entre la ansie-
dad que siente ante la comida y las emociones asociadas a la ira.
Por todo ello, se hace necesario trabajar algo que para muchos se
aprende de forma natural, pero que los hechos evidencian, que
no es así.
Si queremos hacer un uso efectivo de las emociones, y que
los demás también lo hagan, es necesario partir de su identifica-
ción y reconocimiento como primer paso para poder controlarlas.
Los programas más
Poco se puede hacer para manejarlas eficazmente si se desconoce
tempranos, aplica-
cómo es el sentimiento propio. Para ello, en la actualidad, los dos a los alumnos de
programas más tempranos, aplicados a los alumnos de educación educación infantil, se
infantil, se dirigen a enseñar a los niños a identificar y expresar dirigen a enseñar a
emociones en sí mismos y en los demás. Pero también los adultos los niños a identificar
pueden aprender a hacerlo y, cuando lo hagan, serán conscientes y expresar emociones
de cuanto de importante era la carencia que poseían en su vida. en sí mismos y en los
Los primeros intentos que se realizaron para el aprendizaje demás.
de la identificación de emociones consistieron en asociar emo-
ciones con imágenes, teniendo en cuenta los gestos y expresiones
faciales que las caracterizaban. Así, Charles Darwin investigó en
animales, especialmente en primates, un amplio repertorio de
emociones, destacando su carácter social, pues todos contribu-
yen a la supervivencia de la especie y poseen una función adap-
tativa. Como veremos en el capítulo siguiente, la maduración de
las emociones en los seres vivos se ha ido produciendo como
consecuencia de la selección natural.
Si le pedimos a una persona que nos explique las emocio-
nes que siente, puede resultarle difícil, ya que tiene que expresar
con palabras algo que no es verbal, y puede definir muchísimas de

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El valor de la inteligencia emocional

ellas; no obstante, se han aceptado por la mayoría de los autores


seis categorías básicas de emociones: miedo, sorpresa, aversión,
ira, alegría y tristeza (Goleman, D. 1995). En el caso de los niños,
la identificación de emociones resulta difícil, y se suele reducir a
unas pocas, habitualmente a tres o cuatro, y siempre en función
de la edad o del entrenamiento que haya tenido. Por ejemplo, un
Sus emociones son niño de 3, 4 o 5 años a la pregunta ¿cómo te sientes?, contestará:
por lo general más contento, triste, tengo miedo o estoy asustado y enfadado. Aun-
profundas, pero de que el rango emocional que experimentan es muy grande, con la
duración breve, y edad se especializará su lenguaje emocional y madurará la ex-
necesitan ser estimu- presión de sus emociones. Sus emociones son por lo general más
lados para aprender profundas, pero de duración breve, y necesitan ser estimulados
a expresar sus senti- para aprender a expresar sus sentimientos con palabras.
mientos con palabras.
Todo ser humano a lo largo de un día de su vida, experi-
menta una multitud de emociones, de mayor o menor intensidad,
pero no solemos pararnos a identificarlas y buscar la causa de su
aparición. La importancia de tener la habilidad de identificarlas
radica en los pasos posteriores de la inteligencia emocional, que
implica el que, una vez reconocidas, seamos capaces de mane-
jarlas.
Las emociones básicas, que describiremos más detallada-
mente en el Capítulo IV, son el miedo, la sorpresa, aversión, ira,
alegría y tristeza (Tabla 1.2.).

Tabla 1.2. Emociones básicas.

Miedo Predispone a la huida o la lucha.

Sorpresa Predispone a la observación concentrada.

Aversión Predispone a alejarnos del objeto que nos produce


aversión.

Ira Predispone a la defensa, a la lucha o a la destrucción.


Produce rabia, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad.

Alegría Predispone a afrontar cualquier tarea.

Tristeza Predispone al ensimismamiento y el duelo.

El miedo es una emoción que nos predispone a la huida o


a la lucha. La sangre fluye hacia la musculatura esquelética para
permitir la huida o se produce una parálisis general del cuerpo

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La inteligencia emocional

que permite valorar la conveniencia de huir, ocultarse o atacar


y, en general, con la respuesta hormonal responsable del estado
de alerta. Tanto el miedo como la ansiedad, son manifestaciones
más extremas, se asocian con el secuestro del córtex prefron-
tal, obstaculizando las facultades intelectuales y la capacidad de
aprender. Si su intensidad es moderada, promueven el aprendi-
zaje.
La sorpresa predispone a la observación concentrada tran-
sitoria. Se manifiesta por el arqueo de las cejas, lo que provoca
un aumento de la luz que llega a la retina, facilitando la percep-
ción de lo que está ocurriendo, a fin de elaborar un plan de acción
o una respuesta que sea apropiada.
La aversión produce disgusto o asco, lo que nos lleva a
alejarnos o a rechazar el objeto que la produce.
La ira nos predispone a la defensa, a la lucha o a la destruc-
ción. Produce rabia, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad... Se
asocia con la movilización de la energía corporal que produce un
mayor nivel de hormonas en la sangre, el aumento del ritmo car-
díaco y reacciones más específicas de preparación para la lucha.
La alegría predispone a afrontar las tareas, al aumentar la
energía de la que disponemos y al inhibir emociones negativas.
Este estado emocional facilita el aprendizaje y provoca sensación
de bienestar y seguridad.
La tristeza predispone al ensimismamiento y al duelo.
Se produce una disminución de la energía y la ralentización del
metabolismo corporal. Sentimos pena, soledad, pesimismo, des-
gana... Dependiendo de su intensidad,
facilita el aprendizaje ya que, si se trata
de una depresión, dificulta el que aquel
se dé.
Otra emoción a tener en cuenta
son los celos, considerados como posi-
tivos cuando dirigen emular a un mo-
delo deseado y parecerse a él. Sin em-
bargo, el lado negativo lo encontramos
cuando la persona se siente marginada y
no es capaz de recuperar el estatus que
previamente tenía. En los casos más
extremos, los celos forman parte de los
sucesos más trágicos, que componen
los programas informativos.

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El valor de la inteligencia emocional

LAS DOS INTELIGENCIAS HUMANAS: COGNICIÓN Y


EMOCIÓN.
Tradicionalmente, los científicos siempre destacaban la
importancia del hardware del cerebro y el software de la men-
te, olvidando las emociones. Sin embargo, el enorme interés que
despertó la inteligencia emocional, hizo evidente que la teoría
cognoscitiva no pueda explicar el hecho de que, entre la gente
que conocemos, podamos encontrar a personas que viven espe-
cialmente bien; puede que no posean una situación personal y
profesional mejor que la nuestra, pero viven percibiendo que su
vaso esta medio lleno, acuden a trabajar sintiéndose motivadas
por ello, y viven cada día como si fuera el único. La habilidad
para manejar sus emociones de forma eficaz hace de muchas de
ellas, seres envidiados.
¿Por qué uno de los alumnos más listos de la clase proba-
blemente no será el mejor profesional en su futuro?, ¿qué hace
que algunas personas nos caigan bien en el primer momento que
las conocemos y otras nos hagan sentir una gran desconfianza?...
En definitiva, qué diferencias existen en la mente de unas y otras
personas para que unas se dirijan hacia el éxito y otras no.
Siempre se había pensado que un alto cociente intelectual
era determinante para que una persona tuviera una vida de éxito.
El interés radicaba en medir con test específicos las capacidades
cognoscitivas de una persona, que serían decisivas para un futuro
de éxito académico, personal y profesional. Los padres, los pro-
fesores y los propios niños desde la infancia se preocupan de esas
capacidades, de hecho se califica a los menores como este niño es
inteligente y despierto y no se hacen referencias de su idoneidad
en el control de las emociones; resultaría extraño escuchar decir
a unos padres o a una profesora este niño tiene un buen control
de sus emociones.
Hace un tiempo se cambió esta concepción, atribuyendo
a la Inteligencia Emocional una mayor importancia para el éxito
personal, que tener un alto cociente intelectual. En los ámbitos
en los que se aplica ha reflejado su gran valor. Por ejemplo, así
ocurre en el ámbito empresarial, en el que se dieron cuenta de
En el cociente de éxi- que son otras capacidades las necesarias para el éxito en la vida,
to, intervienen un 23% tal como se demostró en una investigación realizada en el ámbito
de nuestras capacida- mundial por The Consortium for Research on Emotional Intelli-
des intelectuales, y un gence in Organizations. En ella se concluyó que en el cociente de
77% de las aptitudes éxito, intervienen un 23% de nuestras capacidades intelectuales,
emocionales. y un 77% de las aptitudes emocionales.

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La inteligencia emocional

Damasio, Neurólogo de la Universidad de Iowa, afirma


que El cerebro emocional está tan comprometido en el razona-
miento, como lo está el cerebro pensante. Por tanto, tenemos dos
inteligencias y dos cerebros, asociados a la razón y asociados a
la emoción, y son ambos los que van a determinar nuestro des-
empeño en la vida. No podemos sustituir uno por otro, si no que
ambos se complementan y se ven beneficiados tanto por el incre-
mento de uno como por el del otro. Debemos encontrar el equi-
librio entre ellos, debido a que nuestra estabilidad emocional y
nuestra sensación de bienestar influyen positivamente en nuestro
rendimiento académico o profesional, igual que se ve perjudica-
do cuando nos sentimos mal. También afecta a nuestra salud, a
nuestras relaciones sociales, a las relaciones de pareja, a nuestra
manera de vivir el día a día...
El francés Alfred Binet desarrolló, hace casi un siglo, el
primer test objetivo para identificar a los niños que probablemen-
te tendrían serias dificultades en las clases del sistema educativo
galo y, por tanto, requerirían algún apoyo adicional en su esco-
larización. Binet, con la ayuda de Théodore Simon, pasó estas
pruebas a niños con edades comprendidas entre los 3 y 15 años, a
las que llamó pruebas de inteligencia. Las publicó en 1905 y, dado
su gran éxito, se tradujeron al inglés; actualmente son unas de las
más usadas para medir inteligencia después haber sufrido nume-
rosas revisiones, reciben el nombre de Test de Stanford-Binet.

Binet también aportó el concepto de edad mental, definida


como la capacidad promedio que se cree que tiene una persona
a una edad determinada. La edad mental puede coincidir o no
con la edad cronológica. Posteriormente, a partir del concepto de
edad mental, el psicólogo alemán William Stern pasó a formular
el famoso cociente intelectual (CI: índice resultante de dividir
la edad mental por la cronológica, multiplicado por 100) como
estimación cuantitativa de inteligencia.

33
El valor de la inteligencia emocional

Los test actuales ya no calculan el CI de ese modo, pero sí


ponderan la capacidad mental de cada persona, comparando su
rendimiento con el promedio característico o baremo de la gente
de su edad (preparado para que, en una curva de distribución nor-
mal con una desviación típica de 15, sea 100) en la prueba con-
creta que se trate. En cualquier caso, el constructo de inteligen-
cia (referido a la inteligencia cognoscitiva), hace referencia a la
aptitud de las personas para desarrollar el pensamiento abstracto
y razonar, comprender ideas complejas, resolver problemas y su-
perar obstáculos, aprender de la experiencia y adaptarse al am-
biente. Se trata, pues, de una concepción basada en la competen-
cia humana para desarrollar pensamientos analítico-racionales.
La inteligencia cognitiva puede medirse mediante test de
inteligencia estandarizada, como son las escalas de inteligencia
Las escalas de inte-
ligencia de Wehsler,
de Wehsler, que miden tanto la capacidad verbal, como la no ver-
que miden tanto la bal, incluyendo la memoria, el vocabulario, la comprensión, el
capacidad verbal, razonamiento abstracto, la percepción, el procesamiento de la
como la no verbal, información y las capacidades visuales y motoras. Se considera
incluyendo la memo- que el factor inteligencia general derivado de estas escalas, lo
ria, el vocabulario, la que se llama cociente intelectual (CI), resulta extremamente es-
comprensión, el ra- table después de que un niño haya cumplido los seis años y suele
zonamiento abstrac- relacionarse con los otros test de aptitud tales como las pruebas
to, la percepción, el de admisión universitaria.
procesamiento de la
Mas existe cierta controversia entre los investigadores en
información y las ca-
pacidades visuales y
cuanto a valorar como semejantes el cociente emocional (CE)
motoras. con la inteligencia emocional, con la preocupación de que popu-
larmente se piense que puede medirse de forma objetiva, tal como
ocurre con la inteligencia cognoscitiva. La inteligencia emocio-
nal es un constructo, que implica la habilidad para monitorear
los sentimientos y las emociones propias y las de los demás, con
el fin de discriminar entre ellas y utilizar esta información para
Inteligencia emocio- guiar los propios pensamientos y acciones. Habitualmente la di-
nal implica la habili- ficultad para su evaluación radica en que las aproximaciones que
dad para monitorear se han hecho se han dirigido al medio laboral, y son empleadas
los sentimientos y las por consultores en desarrollo organizacional, por lo que se trata
emociones propias y de escalas cortas y sencillas con baja validez de contenido. En
las de los demás, con México se ha desarrollado un instrumento que permite obtener
el fin de discriminar
una medición de la Inteligencia Emocional en ocho escalas que
entre ellas y utilizar
esta información para
conforman un perfil, dichas escalas son: Inhibición de impulsos,
guiar los propios pen- que refleja la habilidad que tiene una persona para controlar el
samientos y acciones. comportamiento impulsivo; Empatía, es capacidad de los sujetos
para sentir, comprender e identificar las emociones de los otros;
Optimismo, es la actitud positiva que presentan los sujetos ante

34
La inteligencia emocional

la vida; Habilidad social, se refiere a la capacidad de una per-


sona para relacionarse con otras en situaciones convencionales;
Expresión emocional, es la capacidad del sujeto para expresar
sus emociones, afectos y sentimientos; Reconocimiento de logro,
es la capacidad de reflexión y autocrítica hacia los propios actos;
Autoestima: es la destreza que se tiene para reconocer la autoe-
ficacia ante diversas situaciones; Nobleza, es la intención de ac-
tuar en beneficio de los demás, aceptándolos sin intentar dominar
(Cortés, J.F.; Barragán, C.; Vázquez, M.L. 2002).

ÁREAS DE COMPETENCIA EMOCIONAL: LOS COM-


PONENTES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.
A lo largo del tiempo, el concepto de inteligencias múl-
tiples de Gardner ha seguido evolucionando y, a los diez años
de la publicación de su primera teoría, dio esta definición de las
inteligencias personales:
La inteligencia interpersonal consiste en la capa-
cidad de comprender a los demás, cuáles son las cosas
que más les motivan, cómo trabajan y la mejor forma
de cooperar con ellos. Los vendedores, los políticos, los
maestros, los médicos y los dirigentes religiosos de éxito
tienden a ser individuos con un alto grado de inteligencia
interpersonal.
La inteligencia intrapersonal... por su parte, cons-
tituye una habilidad correlativa (vuelta hacia el interior)
que nos permite configurar una imagen exacta y verdade-
ra de nosotros mismos y que nos hace capaces de utilizar
esa imagen para actuar en la vida de un modo más eficaz.
Gardner, en esta descripción, asigna un importante papel
al proceso de comprensión del juego de las emociones y a la
capacidad de dominarlas; pero, tanto él como sus colaboradores,
se centran en la faceta cognitiva de los sentimientos, y no tanto
en desentrañar el papel que desempeñan estos. Sin embargo, es
consciente de la importancia de las aptitudes emocionales y so-
ciales respecto a la violencia en la vida. Así afirma: muchas per-
sonas con un elevado CI de 160 (aunque con escasa inteligencia
intrapersonal) trabajan para gente que no supera el CI de 100
(pero que tiene muy desarrollada la inteligencia intrapersonal),
y que en la vida cotidiana no existe nada más importante que
la inteligencia intrapersonal ya que, a falta de ella, no acerta-
remos en la elección de la pareja con quien vamos a contraer
matrimonio, en la elección del puesto de trabajo, en afrontar
los problemas, superar las frustraciones, etc. Es necesario, pues,

35
El valor de la inteligencia emocional

que la escuela se ocupe de educar a los niños en el desarrollo de


las inteligencias personales.
En los últimos años, han sido muchos los psicólogos que
han llegado a las mismas conclusiones que Gardner, es decir,
que la teoría del CI se ocupa solo de habilidades lingüísticas y
matemáticas, y el que este sea elevado, permite predecir el ren-
dimiento académico o éxito en su profesión, pero no el cómo le
irá después.
Las habilidades prácticas que se desprenden de la inte-
ligencia emocional son cinco, y pueden ser clasificadas en dos
áreas que son las anteriormente mencionadas: Inteligencia intra-
personal e interpersonal.
1.- Inteligencia intrapersonal. Hace referencia a las carac-
terísticas internas y de autoconocimiento. A este grupo pertene-
cen tres habilidades:
- Autoconciencia: capacidad de saber qué está pasando en
nuestro cuerpo y qué estamos sintiendo.
- Control emocional: regular la manifestación de una
emoción y/o modificar un estado anímico y su exteriori-
zación.
- Capacidad de motivarse y motivar a los demás.
2.- Inteligencia interpersonal. Relacionada con las carac-
terísticas externas, de relación con los demás. Consta de dos ha-
bilidades:
- Empatía: entender qué están sintiendo otras personas,
ver el punto de vista emocional del otro en determinadas
situaciones.
- Habilidades Sociales: habilidades de liderazgo y popu-
laridad usadas para persuadir, dirigir, negociar, resolver
conflictos, trabajar en equipo...
Los psicólogos Sternberg y Salovey adoptaron una visión
más amplia de la inteligencia, tratando de reformularla atribu-
yéndole un carácter más personal a la explicación de Gardner,
cuyas inteligencias personales las sintetizan y organizan abarcan-
do cinco competencias principales:
1. El conocimiento de las propias emociones. El conoci-
miento de uno mismo, es decir, la capacidad de reconocer
nuestros sentimientos en el mismo momento en que apare-
cen, es esencial en la inteligencia emocional.
2. La capacidad de controlar las emociones. La conciencia
emocional de uno mismo es una habilidad que nos permite
controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento.

36
La inteligencia emocional

3. La capacidad de motivarse uno mismo. Se trata de la ca-


pacidad de controlar la vida emocional y subordinarla para
alcanzar un objetivo, lo cual le hace mantener la atención,
la motivación y la creatividad.
4. El reconocimiento de las emociones ajenas. La empatía
significa considerar los sentimientos de los demás y tener-
los en cuenta en las relaciones interpersonales para actuar
de forma inteligente.
5. El control de las relaciones. Se refiere a la habilidad
para relacionarnos adecuadamente con las emociones aje-
nas, es decir, en las interacciones que establecemos con
los demás.
A continuación, damos una explicación más detallada
acerca los componentes que permiten que una persona sea más
capaz que otra, de actuar de forma inteligente en el uso de sus
emociones:

Autoconocimiento o autoconciencia emocional.


Esta habilidad hace referencia a la capacidad del ser hu-
mano para conocer las propias emociones y ser consciente de sus
sentimientos en los momentos en los que estos están ocurriendo.
Identificar las emociones propias permite aprender a controlar-
las, lo que repercute en una mayor seguridad
en la toma de decisiones en su vida personal
y profesional. Por ejemplo, así sabrá cuándo y
con quién es acertado casarse, cómo comportar-
se en una reunión de trabajo,... Si una persona
carece de la habilidad para captar sus propios
sentimientos difícilmente podrá controlarlos y
quedará a merced de ellos. Además, ser capaz
de detectar nuestros sentimientos en cada mo-
mento es fundamental para la comprensión de
uno mismo. Así, cuando una persona tiene una
mayor certeza de sus emociones puede dirigir
mejor su vida, porque conoce mejor sus senti-
mientos reales. Por ejemplo, a la hora de solu-
cionar un conflicto, es más efectivo centrarnos
en el hecho de resolver el problema basándonos
en las causas, sin dejarnos llevar por nuestro es-
tado emocional.
Ser autoconsciente implica tener una
profunda comprensión de las emociones pro-
pias, fortalezas, debilidades, necesidades e

37
El valor de la inteligencia emocional

impulsos. Es la habilidad para evaluarse a sí mismo de forma


realista. Cuando una persona posee una fuerte autoconciencia se
propone metas reales, conoce cómo sus sentimientos le afectan a
sí mismo, a otras personas y al desempeño en el trabajo. Sería el
caso de una persona que, sabiendo de la ansiedad que le produce
el no entregar las cosas en el tiempo pactado, planifica su tiempo
para no tener que pasar por esas situaciones, realizando el traba-
jo con anterioridad. El que es altamente autoconsciente, sabe lo
que quiere y por qué, por lo que toma decisiones con una mayor
certeza rigiéndose en sus decisiones por sus valores; por ejemplo,
en un negocio sabe qué decisiones tomar llevándose por su ética
y sus objetivos a largo plazo.
Hablan con mayor facilidad y precisión de sus emociones
y del impacto que causan cada una de ellas en sí mismos. ¿Cómo
podemos ser autoconscientes? En el capitulo VII se detalla cómo
hacerlo, los indicadores que nos pueden permitir inferir su pre-
sencia, la población objetivo de estudio, las herramientas dispo-
nibles para su valoración,...

Autocontrol o autorregulación emocional.


El autocontrol o autorregulación, es una habilidad para
manejar las emociones, una vez que uno sabe identificarlas. Los
impulsos biológicos que dan lugar a nuestras emociones, pueden
ser regulados. Si conseguimos coger las riendas de nuestras emo-
ciones, y no dejarnos llevar por ellas, estaremos liberándonos de
sentimientos que, en muchas ocasiones, resultan desagradables o
nos pueden llevar a situaciones conflictivas. A veces, nos senti-
mos en un estado de inquietud permanente provocado por diver-
sos motivos de los que no somos conscientes, simplemente nos
sentimos incómodos, aunque no pensemos que podemos hacer
algo para cambiarlo.
Cuando comenzamos un proceso de autorregulación emo-
cional, entablamos un autodiálogo en el que tratamos de que esos
impulsos emocionales, o ese mal humor, sean canalizados de for-
ma inteligente para que sean funcionales. Imaginemos que un
padre observa que su hijo de 5 años está toqueteando las teclas
de su ordenador de forma inapropiada, pese a haberle advertido
en un par de ocasiones que deje de hacerlo, pero sigue insistien-
do; el progenitor puede actuar de dos maneras diferentes ante
esta situación. Puede sentirse tan encolerizado que se disponga a
gritarle y sermonearle para terminar pegándole un azote o, por el
contrario, si posee un buen dominio de sus emociones, mantener
la calma y explicarle por qué no se toca de esa forma, y enseñarle

38
La inteligencia emocional

cómo hacerlo, pasando un rato adiestrándole en el uso correcto.


Si un ejecutivo observa que un grupo de sus empleados
hace una vaga exposición de las cuentas de la empresa a la jun-
ta directiva, este puede estar encolerizado, dispuesto a gritarles,
golpear la mesa y, por último, despedirles. Si fuese capaz de au-
torregular sus sentimientos, en un primer momento, midiendo
sus palabras les comentará su mala ejecución, para, posterior-
mente, reflexionar sobre las razones del fracaso, ¿qué razones
pueden justificar este hecho? ¿serán razones personales o falta de
trabajo? ¿ha ocurrido más veces? ¿qué papel ha tenido él como
ejecutivo? ¿podría haber cambiado algo? Después de razonar
sobre este hecho, convocaría a su equipo, manifestándoles sus
sentimientos, las consecuencias del incidente, analizando el pro-
blema y planteando posibles soluciones.
Todo puesto de trabajo que tenga asignada la responsa- La responsabilidad
bilidad de dirigir a un grupo de personas, necesita que quien lo de dirigir a un grupo
ocupe cuente con gran capacidad de autorregulación, ya que, en de personas, necesita
primer lugar, controlar sus sentimientos e impulsos le hace más que quien lo ocupe
cuente con gran ca-
razonable y capaz de crear un ambiente de confianza, seguridad,
pacidad de autorre-
serenidad... en sus empleados. Un jefe que se muestra habitual- gulación, ya que, en
mente cordial, tranquilo y sociable hace que sus empleados tam- primer lugar, contro-
bién tiendan a autocontrolar sus emociones, y no manifiesten un lar sus sentimientos e
humor descontrolado. En segundo lugar, es imprescindible la ca- impulsos le hace más
pacidad de autorregulación en el mundo laboral actual tan com- razonable y capaz de
petitivo. Los constantes cambios que se producen en el ámbito crear un ambiente de
empresarial, la inclusión de las nuevas tecnologías, la crisis eco- confianza, seguridad,
nómica, los planes de regulación de empleo, el poder de la com- serenidad... en sus
petencia... todo ello requiere un gran dominio de las emociones empleados.
que faculta para poder manejar los cambios y adaptarse a ellos.
Manejar los sentimientos para que sean adecuados es una
capacidad basada en la conciencia emocional de uno mismo. En
el capítulo VIII, analizaremos la capacidad de tranquilizarse, de
librarse de la irritabilidad, eliminar la ansiedad, acabar con la
tristeza extrema, terminar con la cólera desmedida…, las técni-
cas que nos permiten resolver conflictos eficazmente y las con-
secuencias del fracaso en esta destreza emocional básica. Las
personas que carecen de esta capacidad luchan constantemente
contra tensiones desagradables, sentimientos de pena, ataques de
nervios y de ira, mientras aquellas que la tienen desarrollada pue-
den recuperarse con mucha rapidez de los reveses y trastornos
que surjan la vida.

39
El valor de la inteligencia emocional

Automotivación.
Cuando una persona posee autocontrol emocional, es de-
cir, capacidad de demorar la gratificación y evitar la impulsivi-
dad, está dotada de la habilidad para ser más productiva y eficaz
en todo aquello que emprenda en cualquier área de la vida. Por
tanto, esto incrementa su motivación por actuar y progresar a
fin de lograr sus metas. En el capítulo IX se demostrará cómo
ordenar las emociones al servicio de un objetivo es esencial para
prestar atención, para la automotivación y el dominio, y para la
creatividad, además de proponer las estrategias que se pueden
utilizar para afrontar los obstáculos que pueden impedirnos avan-
zar hacia nuestras metas.
Las personas actúan en su vida movidas por factores de
motivación externos e internos. Para un niño, entre los factores
externos que le motivan a actuar de determinada manera, están
los comentarios positivos de sus padres o profesores, o un balón
de fútbol del Real Madrid, o ver la última película de Spiderman.
Para un adulto seria, por ejemplo, un salario alto o considerado
justo, o el status adquirido en la empresa resultado de su traba-
jo. Sin embargo, el papel de la automotivación interna consiste
en actuar movido por los logros que uno quiere conseguir. Esto
ocurre con la figura de buen líder que se motiva por el deseo de
conseguir sus objetivos. La diferencia con respecto a aquellos
que trabajan guiados por las recompensas externas que puedan
conseguir está en la pasión por el trabajo mismo. Son personas
que disfrutan trabajando, buscan desafíos creativos, les encanta
aprender y mejorar y se enorgullecen del trabajo bien hecho. Día
a día despliegan toda su energía para dar y hacer las cosas lo me-
jor que saben, y suelen ser persistentes en su labor.

Reconocimiento de emociones ajenas.


La empatía es otra capacidad que parte de la propia con-
ciencia emocional de uno mismo. Constituye la habilidad para
reconocer las emociones de los demás. Así, una persona empáti-
ca suelen sintonizar con las señales sociales que desprenden las
demás, que indican qué necesitan, qué quieren y qué sienten. Por
ejemplo, en el caso de la elección de una profesión, le hace más
idónea para el desempeño de profesiones sanitarias, docencia,
ventas y dirección de empresas. Un joven dotado de esta capaci-
dad, si está presenciando una situación de maltrato, le hará estar
más predispuesto a actuar buscando ayuda o interviniendo para
intentar interrumpirla al ser sensible al sufrimiento de los demás.
En general, es una dimensión de la inteligencia emocional que

40
La inteligencia emocional

no es considerada en el mundo de la empresa, ya que a nadie se


le felicita por poseerla en mayor o menor medida, aunque como
veremos tiene un papel muy importante en la comunicación den-
tro del mundo laboral.
En el capítulo X, estudiaremos la importancia de la empa-
tía en las relaciones humanas, las consecuencias de su ausencia
en el ser humano y las diferentes formas de desarrollarla.

Relaciones interpersonales.
Es la habilidad para manejar las relaciones con otras per-
sonas, lo que, en parte, supone la habilidad de manejar las emo-
ciones de los demás. Estas son las habilidades vinculadas con la
popularidad, el liderazgo y la eficacia interpersonal. Las personas
que se destacan en estas habilidades se desenvuelven bien en todo
aquello que se relacione con la interacción eficaz con los demás;
son muy populares a nivel social. En el colegio, los niños que
poseen esta habilidad, suelen ser los compañeros más valorados;
en un grupo de amigos, serán a los primeros en ser llamados para
quedar el fin de semana.
Las habilidades sociales pueden aprenderse, aunque de
forma natural parece que algunas personas están dotadas de esta
capacidad, esto le lleva a contar con un amplio grupo de conoci-
dos con los que de forma asombrosa parece tener siempre algo en
común. Puede considerarse como el fin último de la inteligencia
emocional, ya que esas personas comprenden y manejan hábil-
mente sus emociones y las de los demás. Lo mismo ocurre con la
motivación, ya que las personas habilidosas socialmente, tienden
a ser más optimistas y emprendedores. En el mundo laboral, sue-
len ser buenos en el trabajo en equipo, porque siempre disponen
de compañeros que están dispuestos a trabajar con ellos, no obs-
tante, algunas veces se piensa que son empleados que trabajan
poco, porque suelen estar charlando en los pasillos con los com-
pañeros, o aprovechando cualquier ocasión para bromear, y se les
considera que no están verdaderamente centrados en su trabajo.
En el capítulo XI se analiza el desarrollo evolutivo de las
habilidades sociales, las diferentes formas de comportarse y la
manera más apropiada de hacerlo en cada momento, qué supone
la competencia y la incompetencia social, las habilidades especí-
ficas que las integran y los programas para entrenarlas.
Cada una de estas habilidades prácticas de la inteligencia
emocional fueron a su vez subdividas, por Daniel Goleman, en
diferentes competencias. Estas capacidades son:

41
El valor de la inteligencia emocional

1.- Autoconciencia: Consiste en reconocer los propios es-


tados de ánimo, los recursos y las intuiciones. Las com-
petencias emocionales que dependen de la autoconciencia
son:
- Conciencia emocional: identificar las propias emocio-
nes y los efectos que pueden tener.
- Correcta autovaloración: conocer las propias fortale-
zas y sus limitaciones.
- Autoconfianza: fuerte sentido del propio valor y ca-
pacidad.
2.- Autorregulación: Consiste en el control y manejo de
los propios estados de ánimo, impulsos y recursos. Las
competencias emocionales que dependen de la autorregu-
lación son:
- Autocontrol: mantener vigiladas las emociones per-
turbadoras y los impulsos.
- Confiabilidad: mantener estándares adecuados de ho-
nestidad e integridad.
- Conciencia: asumir las responsabilidades del propio
desempeño laboral.
- Adaptabilidad: flexibilidad en el manejo de las situa-
ciones de cambio.
- Innovación: sentirse cómodo con la nueva informa-
ción, las nuevas ideas y las nuevas situaciones.
3.- Motivación. Son las tendencias emocionales que guían
o facilitan el cumplimiento de las metas establecidas.
- Impulso de logro: esfuerzo por mejorar o alcanzar un
estándar de excelencia laboral.
- Compromiso: matricularse con las metas del grupo u
organización.
- Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las
oportunidades.
- Optimismo: persistencia en la persecución de los ob-
jetivos, a pesar de los obstáculos y retrocesos que pue-
dan presentarse.
4.- Empatía. Implica tener conciencia de los sentimientos,
necesidades y preocupaciones de los otros.
- Comprensión de los demás: darse cuenta de los senti-
mientos y perspectivas de los compañeros de trabajo.
- Desarrollar a los otros: estar al tanto de las necesida-
des de desarrollo del resto y reforzar sus habilidades.
- Servicio de orientación: anticipar, reconocer y satisfa-
cer las necesidades reales del cliente.

42
La inteligencia emocional

- Potenciar la diversidad: cultivar las oportunidades la-


borales a través de distintos tipos de personas.
- Conciencia política: ser capaz de leer las corrientes
emocionales del grupo, así como el poder de las rela-
ciones entre sus miembros.
5.- Destrezas sociales. Supone ser un experto para inducir
respuestas deseadas en los otros. Este objetivo depende de
las siguientes capacidades emocionales:
- Influencia: idear tácticas afectivas de persuasión.
- Comunicación: saber escuchar abiertamente al resto y
elaborar mensajes convincentes.
- Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los
desacuerdos que se presenten dentro del equipo de tra-
bajo.
- Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a los indivi-
duos y al grupo en su conjunto.
- Catalizador del cambio: iniciador o administrador de
las situaciones nuevas.
- Constructor de lazos: alimentar y reforzar las relacio-
nes interpersonales dentro del grupo.
- Colaboración y cooperación: trabajar con otros para
alcanzar metas compartidas.
- Capacidades de equipo: ser capaz de crear sinergia
para la persecución de metas colectivas.
Los tres primeros componentes de la inteligencia emocio-
nal son destrezas que requieren el control que tiene la propia per-
sona, mientras que las dos últimas, empatía y habilidades socia-
les, tienen que ver con la capacidad de las personas para manejar
las relaciones con los demás.
No todas las personas manifiestan el mismo dominio en
cada una de las competencias anteriores; por ejemplo, uno pue-
de controlar su ansiedad, pero, ante otra persona encolerizada,
La diferencia más im-
pierde el control; o controlar su miedo, pero al ver a alguien con-
portante entre CI y el
sumido por el pánico, empezar a asustarse. No obstante, aunque
CE, es que el CE no
estas competencias no estén muy desarrolladas en un individuo, posee una carga ge-
hay que tener en cuenta que el cerebro es muy plástico y está en nética tan marcada,
continuo proceso de aprendizaje, por lo que la falta de algunas de lo cual permite que
estas habilidades emocionales puede mejorarse o adquirirse por tanto padres como
medio del trabajo y entrenamiento adecuado. educadores puedan
Las capacidades del cociente emocional interactúan con el contribuir a su desa-
Cociente Intelectual, tal que una persona puede destacar tanto en rrollo para determinar
capacidades cognoscitivas como en las sociales y emocionales. las oportunidades de
éxito de un niño.
La diferencia más importante entre CI y el CE, es que el CE no

43
El valor de la inteligencia emocional

posee una carga genética tan marcada, lo cual permite que tanto
padres como educadores puedan contribuir a su desarrollo para
determinar las oportunidades de éxito de un niño. Si esto es así y
es tal la importancia de las competencias emocionales en la vida
de una persona, deberían invertirse mayores recursos en progra-
mas de entrenamiento, ya que estaríamos contribuyendo, no solo
a mejorar la vida de muchas personas en su faceta personal y
profesional sino, también, a la convivencia entre ellos.

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