de "integral" con el que lo define la crítica. Ello se debe, fundamentalmente, a la enorme coherencia estética e ideológica que gobierna la totalidad de su obra como narrador, poeta y periodista. Nunca ocultó su entusiasmo por las vanguardias, al mismo tiempo que muchos aspectos de su producción revelan la añoranza de la vida provinciana, aunque sus evocaciones rurales eluden todo exotismo o abundancia de colorido local.
Hijo de Anfiloquio Valdelomar Fajardo y de Carolina
Pinto, Abraham Valdelomar siguió sus estudios primarios en la ciudad de Pisco y en la Escuela Municipal Nº 3 de Chincha, y los secundarios en el Colegio Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe de Lima (1900-1904), donde fundó la revista La Idea Guadalupana (1903) junto con su compañero Manuel A. Bedoya. En 1905 ingresó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero dejó las clases al año siguiente para emplearse como dibujante en las revistas Aplausos y silbidos, Monos y Monadas, Actualidades, Cinema y Gil Blas, donde también trabajó como director artístico. La universidad, sin embargo, nunca llegó a interesarle mucho, y en 1913 terminó por abandonarla definitivamente. En 1910, a raíz de un conflicto con Ecuador, Abraham Valdelomar sentó plaza de soldado como integrante del Batallón Universitario, formado por estudiantes de San Marcos. Durante el acuartelamiento escribió una serie de crónicas bajo el título "Con la argelina al viento", que fueron publicadas en El Diario y La Opinión Nacional de Lima entre abril y junio de 1910, y que le valieron un premio por parte del Municipio de Lima; posteriormente viajó con una delegación universitaria al sur del país, visitando Arequipa, Cuzco y Puno. Lo más importante de su estancia en Italia fue su participación en el concurso literario organizado por La Nación con el cuento "El Caballero Carmelo", que resultó ganador del primer premio (3 de enero de 1914). publicó en La Prensa sus "Crónicas frágiles", donde hizo conocido su seudónimo de El Conde de Lemos; y los "Diálogos máximos" En el mismo año se publicó el libro Las Voces Múltiples (Lima, 1916), que reunía poesías de ocho escritores vinculados a Colónida, entre ellos Valdelomar. El libro recoge los poemas "El hermano ausente en la cena de Pascua" y "Tristitia", considerados los mejores de su producción poética, donde se describe el ambiente familiar y la sensación de ausencia y soledad que embarga al poeta. Posteriormente publicó los que serían sus últimos libros.
Es entonces cuando el escritor decide recorrer el
territorio peruano como conferenciante, para lo cual emprendió un viaje al norte del país (entre mayo y diciembre de 1918) visitando las ciudades de Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Piura, así como diversos pueblos en los cuales dio charlas sobre temas estéticos, patrióticos y sociales. Mientras tanto se había postulado a la diputación regional de Ica y, al ser elegido para el cargo (24 de agosto de 1919), viajó a la ciudad de Ayacucho, sede del Congreso Regional del Centro. l 1º de noviembre de 1919 Abraham Valdelomar sufrió un accidente mientras participaba en la segunda sesión preparatoria del Congreso, a consecuencia del cual murió al cabo de dos días, siendo trasladados sus restos a Lima, luego de ser embalsamados. Póstumamente se publicaron Los hijos del sol (cuentos incaicos), conjunto de relatos escritos alrededor del año 1910 e impresos en Lima en 1921. Abraham Valdelomar es un caso excepcional dentro de la literatura peruana. Elogiado y atacado en vida como ningún otro autor de su país, estuvo decidido a triunfar en su medio, para lo cual no dudó en adoptar posturas desafiantes y escandalosas. Sin embargo, detrás del decadentismo que solía mostrar en público y su apego a las frases brillantes e irónicas, se descubre un auténtico temperamento artístico, lleno de sentimiento y nostalgia, que se manifiesta en sus mejores poemas y en los cuentos criollos que forman su libro El Caballero Carmelo, que contiene algunos de los mejores relatos escritos en el Perú.