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SESIÓN DE APRENDIZAJE N° 6
I. TÍTULO DE LA SESIÓN
INVESTIGAREMOS SOBRE LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
V. COMPETENCIAS TRANVERSALES
competencia capacidad desempeño
Gestiona su aprendizaje de monitorea y ajusta su desempeño Evalúa el nivel de logro de sus
manera autónoma durante el proceso de aprendizaje resultados considerando las
acciones ejecutadas le permite lo
que le permite concluir si tiene que
realizar ajustes a algunas de ellas.
Se invita a las estudiantes a leer el anexo N°1, luego se plantea ¿afectara en algo los conflictos armados con 15 min
los desastres naturales?
Se les plantea el siguiente reto: ¿Qué justifica que se inicie una primera guerra mundial ?¿justifica las acciones
del hombre y su beneficio la destrucción del medio ambiente?
DESARROLLO
PROBLEMATIZACION
¿Por qué para nosotros los eventos de la primera guerra mundial son relevantes? 110 min
ANALIZAMOS LA INFORMACIÓN
Se organizarán en grupos para analizar y organizar la información sobre la primera guerra mundial
Año de la lucha contra la corrupción e impunidad"
Analizamos la información en grupos a través de organizadores visuales sobre la primera guerra mundial
y explicaremos las causas de la primera guerra mundial y las consecuencias nefastas para toda la sociedad
TOMAMOS ACUERDOS Y TOMAMOS DECISIONES
Luego de haber analizado la información damos respuestas a las interrogantes planteadas y expresamos nuestro
compromiso para practicar una ciudadanía democrática activa y responsable
CIERRE
Los estudiantes exponen sus dudas, opiniones y aportes sobre los temas tratados. El docente los escucha con atención
10 min
y trata de resolver sus dudas.
VII. BIBLIOGRAFÍA
1. Texto Escolar de Historia, Geografía y Economía 3°. 2012. Lima, Editorial Santillana.
2. Cuaderno de trabajo de Historia, Geografía y Economía 3°. 2012. Lima, Editorial Santillana
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Prof. AMALIS G, CHUMPITAZ VIVANCO V° B°
Año de la lucha contra la corrupción e impunidad"
ANEXO N°1
Así provoca terremotos el ser humano
Un estudio muestra que la acumulación de agua en las represas, la extracción
de petróleo y gas y la producción de energía geotérmica son algunas de las
actividades modernas que provocan seísmos
Sabíamos que podíamos provocar terremotos antes de que supiéramos lo que eran.
Desde el momento en que la gente empezó a extraer minerales de la tierra, el
desprendimiento de rocas y el hundimiento de túneles debieron de convertirse en peligros
conocidos.
Hoy, los terremotos causados por el ser humano tienen una escala mucho mayor. Durante
el último siglo, distintos acontecimientos han puesto de manifiesto que la minería es solo
una de las muchas actividades industriales capaces de provocar terremotos lo bastante
grandes para causar muertes y daños considerables. La acumulación de agua en las
represas, la extracción de petróleo y gas y la producción de energía geotérmica son solo
algunas de las actividades modernas que se ha comprobado que provocan terremotos.
A medida que se fueron conociendo cada vez más tipos de actividad industrial que podían
ser sismogénicos, Nederlandse Aardolie Maatschappij BV, una empresa petrolera y
gasística con sede en Holanda, nos encargó una exhaustiva revisión mundial de todos los
terremotos provocados por el ser humano.
Como en un puzle, nuestro trabajo permitió componer una rica imagen a partir de
centenares de piezas repartidas por la literatura científica nacional e internacional de
multitud de países. La enorme variedad de actividades industriales que, según nuestros
hallazgos, podían ser sismogénicas sorprendió a muchos científicos. A medida que
aumenta la escala industrial, el problema de los terremotos antropogénicos crece también.
Además, hemos averiguado que, debido a que los terremotos pequeños pueden dar lugar
a otros mayores, la actividad industrial puede, en raras ocasiones, desencadenar seísmos
extremadamente grandes y dañinos.
Al principio, las técnicas mineras eran primitivas. Las minas eran pequeñas y
relativamente poco profundas. Los hundimientos tendrían escasa importancia (aunque
esto no fuese un consuelo para quien se viese atrapado en uno de ellos).
Pero la escala de las minas modernas es completamente distinta. Los minerales preciosos
se extraen de minas que pueden tener más de 3.000 metros de profundidad, o extenderse
a lo largo de varios kilómetros desde la costa, bajo el mar. La cantidad total de roca
extraída por la minería en todo el mundo equivale ahora a varias decenas de miles de
millones de toneladas al año. Es el doble que hace 15 años (y se prevé que vuelva a
duplicarse de aquí a 15 años). Entretanto, una gran parte del carbón que alimenta la
industria mundial ya se ha extraído de los yacimientos poco profundos, y las minas tienen
que volverse más grandes y hondas para satisfacer la demanda.
Desde principios del siglo XX, ha quedado claro que la acumulación de grandes
cantidades de agua embalsada puede generar terremotos posiblemente peligrosos. Este
hecho cobró un trágico protagonismo en 1967, cuando solo cinco años después de
haberse llenado el embalse de Koyna (India), de 51 kilómetros de longitud, tuvo lugar un
terremoto de magnitud 6,3 que dañó la presa y mató al menos a 180 personas.
Durante las décadas siguientes, una continua actividad sísmica cíclica ha acompañado las
subidas y bajadas anuales del nivel de agua del embalse. En Koyna se produce de media
un terremoto de magnitud superior a 5 cada cuatro años. Según parecen indicar los
hallazgos de nuestro estudio, hasta la fecha, unos 170 embalses de todo el mundo han
generado actividad sísmica.
El mayor terremoto relacionado con la fractura hidráulica que hasta ahora se ha notificado
tuvo lugar en Canadá, y su magnitud fue de 4,6. En Oklahoma se llevan a cabo muchos
procesos simultáneos, entre ellos la producción de gas y petróleo, la eliminación de agua
residual y la fractura hidráulica. Allí, terremotos de magnitud 5,7, nada menos, han
zarandeado rascacielos que se construyeron mucho antes de que se esperase una
actividad sísmica así. Si en Europa se indujese un terremoto semejante en el futuro,
podría sentirse en las capitales de varios países.
Ahora los científicos tienen por delante algunos retos emocionantes. Los terremotos
pueden generar un efecto mariposa: cambios pequeños pueden tener grandes
consecuencias. Por tanto, no se trata solo de que multitud de actividades humanas
generen tensión en la corteza terrestre, sino que también pequeñísimas tensiones
adicionales pueden convertirse en la gota que colme el vaso, y desencadenar grandes
terremotos que liberen la carga de tensión acumulada sobre las fallas por siglos de
procesos geológicos. Si esa tensión se habría liberado de forma natural en un terremoto, o
cuándo lo habría hecho, es una pregunta difícil de responder.
Un terremoto del orden de los 5 grados de magnitud libera tanta energía como la bomba
atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945. Un terremoto de unos 7 grados libera tanta
energía como el arma nuclear más grande que jamás se ha probado, la Bomba del Zar,
detonada por la Unión Soviética en 1961. El riesgo de inducir terremotos así es
extremadamente bajo, pero las consecuencias que ello tendría son extremadamente
grandes. Lo cual supone un problema sanitario y de seguridad insólito en la industria por
el enorme alcance del desastre que, en teoría, podría producirse. No obstante, los
terremotos raros y devastadores son un hecho natural en nuestro dinámico planeta,
independientemente de que exista o no actividad humana.
Nuestro estudio indica que la única forma empíricamente justificada de limitar la magnitud
de los posibles terremotos sería limitar la escala de los propios proyectos. En la práctica,
eso se traduciría en minas y embalses más pequeños, menos minerales, petróleo y gas
extraídos de los yacimientos, pozos de sondeo menos profundos y volúmenes inyectados
más pequeños. Debe encontrarse un equilibrio entre la creciente necesidad de energía y
recursos, y el grado de riesgo que resulta aceptable en cada proyecto concreto.