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SIKU Y LA MUJER

“LOS GLIFOS QUE la anciana le había mostrado hasta el momento eran el resultado de la
complementariedad que se obtiene al combinar elementos distintos de la naturaleza, como el
Agua con Aire o la Tierra con Fuego. Es la complementariedad de la que surge el paisaje, con el
polvo que levanta el viento, la humareda que sale del volcán y el manantial que brota de entre las
piedras. Es el río que fluye montaña abajo, el vapor que se transforma en nube y la nube en lluvia.
Es la cueva en la que nos resguardamos y, para no olvidar que el ser humano también es creador,
es la olla en la que se cuece el caldo de la vida.

Sin embargo, también existe la complementariedad entre expresiones de un mismo elemento. Ella
se obtiene cuando dos almas, una en cuya personalidad abunda un elemento y la otra en quien
ese mismo elemento escasea, deciden unirse para hacer algo juntos, creando vasos comunicantes
que ayudan a equilibrar la expresión de ese elemento en si mismos. Así es cómo la naturaleza
alcanza el estado de homeostasis, de equilibrio dinámico. Y así es también cómo las almas se
reencuentran para ayudarse mutuamente a afinar sus respectivos instrumentos. El mundo andino
la llama yanantin y la anciana iba a explicarle cómo lograrla.

―Me comentaste que tocabas el siku― dijo la mujer.

―Si mamá.

Siku en la lengua aimará significa «tubo que da sonido». La variante quechua es la antara. Tanto el
siku como la antara son zampoñas: instrumentos compuestos de varios tubos tallados a longitud
variable para así obtener las distintas notas. Mientras que sikuri es el estilo musical melodioso que
se obtiene de dicho instrumento, el cual suele ir acompañado del tam tam de un bombo o tambor.

―¿Sabes por qué el siku suele ir acompañado de un bombo?―preguntó la mujer.

―No.

―Como instrumento de viento que es, nos conecta con el mundo de arriba, con el Janan Pacha.
Mientras que el bombo, como instrumento de percusión, nos conecta con las entrañas de la
Tierra, con el Ukhu Pacha. El primero expresa el elemento Aire. El segundo, en cambio, está
vinculado al elemento Tierra.

―No sabía que los instrumentos musicales también estuvieran relacionados con los
elementos―comentó la chica.

―Todo hermanita, absolutamente todo, está relacionado con los elementos. Recuerda que son las
notas de esta sinfonía a la que llaman Universo.

―¿Qué instrumentos estarían pues vinculados con los otros dos elementos?
―Los de cuerda frotada, como el violín, o pulsada, como el arpa, pertenecen al elemento Agua.
Mientras que los de teclado, sean de viento como el acordeón y el órgano, o de cuerda percutida
como el piano, corresponden al elemento Fuego. También están relacionados con Fuego los
instrumentos electrónicos.

―¿Significa eso que la melodía resultante de combinar el siku con el del bombo, mezcla Aire con
Tierra?

―Si, y como es el siku lidera mientras que la percusión le sigue, a dicha melodía le corresponderá
el glifo del Polvo. De ahí que un sikuri sea la música ideal para inspirarse y descubrir el significado
oculto de las cosas.

―¡Hay mamá «descubrir» es el arquetipo principal del Polvo! Nunca imaginé que los glifos y sus
arquetipos también fueran aplicables a la música.

―Claro que lo son. Por ejemplo, ¿qué crees que sucederá cuando el instrumento de percusión sea
el que domine mientras que el de viento le siga?

―En dicho caso tendríamos Tierra dominante sobre Aire, obteniendo como resultado el glifo de la
Cueva. Por ser la «introspección» el arquetipo principal de la Cueva, ¿significa eso que como
combinación de instrumentos nos ayuda a emprender ese viaje interior?

―Por supuesto, hermanita. En dicho caso ya no estaremos escuchando un sikuri sino


emprendiendo un viaje chamánico. Es un viaje hacia las profundidades a las cuales nos lleva el
tambor batido al ritmo de cuatro veces por segundo. Una vez en ese mundo subterráneo, el
sonido melodioso del siku o de una flauta como la quena nos ayuda a acceder al mundo de arriba.
Y es que como muy bien sabe el chaman, para alcanzar el mundo de arriba uno debe primero
adentrarse al de abajo. Es decir, a la copa del gran árbol de la vida solo se accede por sus raíces.

Esta última observación hizo que Kusi recordara la experiencia de la cueva, en la que primero la
anciana la llevó a visitar el mundo de abajo. Allí tuvo que encarar el lugar más oscuro jamás
visitado. Fue solo después de sentir compasión por las almas allí morando que se le abrieron las
puertas del paraíso, de ese otro mundo de arriba desde el que pudo contemplar el latido del
Universo en su totalidad. La anciana la sacó de sus pensamientos al comentar:

―Veo que tu siku es seguidor (arkiri).

―Si mamá, mi papá toca la ira y yo la arca.

Dicen que las mujeres aimarás tocaban el siku mientras descendían de las montañas para con él
honrar a la Madre Tierra. El instrumento completo se compone de trece tubos con los que se
cubren casi dos octavas de la escala musical de siete notas. Sin embargo aquel siku de trece tubos
era demasiado pesado como para que pudieran cargarlo junto con sus hijos, los productos del
campo y el resto de sus enseres. Fue por ello que, haciendo gala de la habilidad andina de generar
complementariedades, decidieron repartirse las dos filas de caños. El resultado fueron dos
variantes del mismo instrumento: el ira, que lidera, y el arca que le sigue. Las notas están
perfectamente repartidas de manera que si la más baja es el Re del arca, la siguiente será un Mi
del ira, seguido de un Fa sostenido del arca, un Sol del ira y así hasta un Si de la octava superior del
arca.

Dicha disposición de las notas en zigzag pide que el instrumento sea tocado en pareja, o de ser en
grupo, que el número de iras sea equivalente al de arcas. Ello posibilita que mientras unos aspiran
aire los otros toquen, de manera que la melodía nunca deje de fluir. A pesar de ello, no es fácil.
Para que fluya sin interrupción se requiere un gran sentido de la sincronización. Se requiere, como
dicen en aimará, jjaktasina irampi arcampi (que el ira y el arca estén en concordancia).

De pequeña Kusi solía requintear con su papá. Requintear es cuando el arca improvisa un estilo
con el que acompañar al ira, el cual lidera. Así su papá iba marcando la melodía mientras ella
improvisaba. Pero desde que partió de casa para ir al instituto, tuvo que contentarse con
improvisar sola, componiendo melodías musicales que incluyeran solo las notas del arca.

―¿Observas hermanita cómo dicho instrumento contiene toda la sabiduría te tus ancestros
quechuas y aimarás?

―¿En qué sentido mamá?

―Primero separaron aquello que era un solo instrumento musical, el siku de trece caños. Pero no
lo separaron para crear dos instrumentos iguales (masintin) pues ellos saben que la unión no es el
resultado de la homogeneidad sino de la heterogeneidad. Crearon dos instrumentos
complementarios (yanantin) a los que llamaron ira y arca. Una vez creados, la búsqueda de la
complementariedad hizo que el ira marcara el paso y el arca le siguiera.

―Si, mi papá solía marcar el paso mientras yo le seguía, pero ahora casi apenas le veo ya que paso
la mayoría del año en Paucartambo―remarcó la joven.

―Seguramente hayan aquellos que piensen que aquel quien toca el arca, al ser seguidor, se está
sometiendo a la voluntad del ira que marca el paso, pero ello no es así. Como muy bien sabes
cuando se requintea el que marca el paso debe respetar una melodía preestablecida, mientras que
aquel que le sigue puede improvisar, siempre y cuando sea dentro de los límites establecidos por
la melodía. ¿Te das cuenta? El que lidera debe ceñirse a un guión, mientras que el que le sigue
puede improvisar. Así se alcanza el equilibrio. ¿Pero sabrías decirme en qué se inspiraron tus
ancestros para poder definir tan armoniosa relación?

―No

―En un telar. Son la urdimbre y la trama de un tejido. La urdimbre está formada por los hilos
longitudinales que van fuertemente amarrados al telar. Dado que durante el proceso de tejer la
urdimbre siempre está en tensión, el hilo debe ser resistente. Así aporta fortaleza al tejido por un
lado, mientras que por el otro sirve de guía a la trama.

―¡Cómo el ira que guía al arca!―exclamó la joven excitada.

―Si. Y como el ira, esa misma urdimbre también se ve obligada a ceñirse a los límites definidos por
el telar, ya que es a éste al que se amarra para obtener su fuerza. Mientras que la trama no debe
estar tirante, sino más bien suelta para dotar a la tela de elasticidad y que así no se desgarre. De
ahí que sus hilos puedan ser menos resistentes. Pero será esa misma trama la que aporte diseño y
colorido al tejido. Ella es la que puede improvisar, ser creativa, colorear y comunicar, como el arca.
―Comprendo mamá.

―¿Observas cómo vuelve a repetirse el mismo equilibrio de complementariedades? Uno es más


fuerte y domina, pero está sujeto a los límites definidos por algo que le es superior, la melodía en
el caso del ira o el telar en el caso de la urdimbre. El otro le sigue, pero con la libertad de ser
creativo. Es el arca que hace que cada melodía sea única e irrepetible o la trama, la cual aporta
diseño y colorido al tejido. Así es como se alcanza la complementariedad entre el hombre y la
mujer. Par el andino, un hombre sin una mujer es como un ira sin su arca o una urdimbre sin su
trama. Es una canción a la que le faltan la mitad de sus notas, un conjunto de urdimbres agarradas
a un telar pero sin trama que las una y coloree. Mientras que una mujer sin su complementariedad
masculina es como el arca sin su ira, una trama sin su urdimbre. ¿Comprendiste?

―Si mamá. Comprendí muy bien.

―Pues de igual forma se pueden combinar los elementos consigo mismos. Pero por tratarse del
mismo elemento, no podemos combinarlos cuando expresan la misma intensidad ya que de lo
igual no resulta complementariedad alguna sino más de lo mismo. Debemos diferenciarlos para
que sea justamente a partir de lo distinto que se alcance la tan deseada complementariedad.

―Debemos separarlos como hicieron las mujeres aimarás con el siku―dijo Kusi para que la mujer
supiera que estaba siguiendo su razonamiento.

―Si. Y ello lo hacemos distinguiendo entre la abundancia y la escasez del elemento, conscientes
de que los atributos que resulten de su abundancia serán complementarios a aquellos que
obtengamos de su escasez. Ello llevará a aquel que posea abundancia de un elemento a buscar la
complementariedad de aquel en quien el elemento escasee.

―Comprendo mamá. ¿Y cómo se manifiesta esa abundancia o escasez en los distintos elementos?

―Mañana te lo explico, que hoy ya es tarde.”

Extracto de la novela “La urdiembre y la trama” de Marc Torra.

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