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REVISTA N°2

Gestión de centros históricos en América Latina: lecciones


aplicables a la gestión de ciudades intermedias
FERNANDO RODRÍGUEZ LUIZ
Sociólogo y Especialista en Planificación Urbana y Regional. Instituto de Formación Docente Continua - San Luis

Resumen

Las ciudades intermedias de nuestro país se encuentran sometidas a un proceso de crecimiento


demográfico acelerado, enfrentando una problemática que ha superado la capacidad de gestión de
las administraciones locales, y transformado en obsoletas las modalidades de gestión con que
tradicionalmente se administraban. La importancia como centro regional cultural, económico,
social y político, de las ciudades intermedias, y su calidad de referente histórico y simbólico que
aporta a la identidad local/regional, son características que las hacen asimilables a la problemática
de los Centros Históricos de Latinoamérica, para los cuales se han desarrollado mecanismos
innovadores de gestión en la última década. En este trabajo exploratorio se plantea la posibilidad
de extraer de dichas experiencias, generalmente exitosas, algunas pautas para establecer nuevas
modalidades de gestión para las ciudades intermedias.

Abstract

The accelerated demographic growth of Argentina’s intermediate cities has caused the
management capacity of local Governments to collapse, and it has consequently made its
management methods obsolete. Intermediate cities stand out as regional, economic, social and
political centres, as well as historical and symbolic referents, which contributes to their
local/regional identity. Such characteristics make intermediate cities comparable to other Latin-
American Historical Centres, for which innovative management mechanisms have been developed
in the last decade. The possibility of learning from those experiences, which are generally
successful, is outlined in this exploratory study.

Introducción

La presente reflexión surge a partir de un trabajo previo 1, en el cual se planteó un análisis


comparado de la intervención en los Centros Históricos de Latinoamérica. En el mismo, se
observa que surgen una serie de estrategias innovadoras en los modos de gestión, como
respuesta a la problemática de los Centros Históricos (CH). Tiempo después, observando la
dinámica de crecimiento de las ciudades intermedias en Argentina, encuentro que dicha
problemática presenta aspectos concurrentes con los de estas ciudades, que presentan
características que harían aplicables algunas de las modalidades de gestión analizadas.
Así, la importancia como centro regional cultural, económico, social y político, de las
ciudades intermedias, y su calidad de referente histórico y simbólico que aporta a la
identidad local/regional, serían las características que harían asimilable estas dos realidades.
Estas ciudades, sometidas a un proceso de crecimiento demográfico acelerado, se
enfrentan a una problemática que ha superado la capacidad de gestión de las
administraciones locales y ha convertido en obsoletas las modalidades de gestión con que
tradicionalmente se administraban estas ciudades.
Se plantea a continuación un trabajo exploratorio, tendiente a dejar planteada la cuestión,
generar el debate y recibir críticas y aportes que permitan luego profundizar el análisis con
un estudio de casos.
La problemática de los Centros Históricos

El contenido de esta primera parte, como se ha mencionado anteriormente, surge de un


trabajo en el cual se planteó un análisis comparado de la intervención en los Centros
Históricos de Latinoamérica, como primera aproximación a dicha cuestión. Dicho estudio se
limitó a sólo algunos casos, que no son necesariamente los de mayor importancia en la región,
pero retratan la problemática en la que se hallan los CH y las principales tendencias de
actuación sobre la misma. Con las actualizaciones y correcciones del caso, se presenta a
continuación sintéticamente la cuestión.
La intervención en los Centros Históricos ha ido evolucionando a lo largo de las últimas
cinco décadas, en las cuales pasó por diferentes etapas. Éstas se diferenciaron tanto por el
cambio en la concepción teórica, como por la continua transformación que implica el
desarrollo de las ciudades. A la vez, las características propias de las áreas centrales juegan
un importante papel en la forma en que se relaciona el CH con el resto de la ciudad.
En los comienzos, la preservación se entendía fundamentalmente como una intervención
sobre el patrimonio físico, tendiente a “congelar” ese sector de la ciudad en el tiempo. Las
acciones que se llevaban a cabo generalmente contaban con la fuerte presencia de un Estado
que pretendía dirigir el proceso de producción de la ciudad, ignorando los intereses y el poder
que sobre el mismo ostentan los distintos actores que intervienen en él.
Al mismo tiempo, el patrimonio que se pretendía preservar estaba definido desde una
concepción monumentalista, que centraba la atención en unidades aisladas, destacadas
generalmente por su calidad arquitectónica y su valor histórico.
Pero este tipo de política, que por lo general se plasmaba en una normativa altamente
restrictiva, que impedía cualquier tipo de intervención en el CH, generalmente fracasó,
principalmente por su propia naturaleza. Aún cuando se aplicara correctamente, los efectos
que la normativa produjo convirtieron al área en un sector abandonado y tugurizado de la
ciudad. El deterioro que han causado durante años la ausencia de inversión y la renovación
indiscriminada afectó irremediablemente la integridad de los CH.
Considerando la complejidad de los procesos urbanos, la multiplicidad de agentes con
diferentes cuotas de poder, pretender alterar la dinámica urbana desde lo físico y en relación
con objetos entendidos como autónomos, pareciera no tener sentido. Precisamente, uno de
los errores de este tipo de política fue sobredimensionar el poder del Estado para influir en la
producción de la ciudad, que en muchos casos era muy inferior al que poseían actores como
las empresas inmobiliarias y las constructoras.
Como resultado de un proceso de permanente cambio y evolución, la conceptualización de
la preservación ha cambiado. Se la vincula a la política urbana, a la gobernabilidad de una
ciudad reconocida como un conjunto social, en donde lo físico aparece como una de las
dimensiones -resultante, soporte y recurso-, de un proceso dinámico que es necesario
reconocer, en sus actores y sus intereses, su poder y sus lógicas de actuación, para poder
operar en consecuencia.
Este cambio conceptual implica el pasaje de la preservación monumental y morfológica, a
la preservación ambiental y funcional y social. En efecto, ya no se pretenderá preservar
objetos pretendidamente autónomos en relación con su entorno y a sus habitantes, ya que el
valor principal se expresa en la localización relativa del bien o los bienes patrimoniales
considerados en la estructura urbana, su relación actual con otras manifestaciones edilicias
del tejido, y su condición de soporte de las relaciones sociales y los actores que las llevan a
cabo.
Origen y evolución

Comúnmente se llama Centro Histórico a los asentamientos urbanos, grandes y pequeños,


que se formaron antes de la expansión urbana que implicó la etapa de surgimiento y
consolidación de la ciudad capitalista.
Las principales ciudades de Latinoamérica, fundadas a comienzos de la época colonial (en
los primeros 50- 70 años desde el descubrimiento), se trazaron según las Leyes de Indias, que
imponían la cuadrícula a los accidentes del terreno, y ubicaban en un privilegiado sitio
central, rodeando la plaza, los principales edificios que representaban a los poderes que
regían el Imperio, el Rey y la Iglesia.
En lo sucesivo, el perímetro de la plaza fue mutando en función de los cambios políticos,
sociales y económicos que sufrieron las sociedades latinoamericanas. El Fuerte en el período
de consolidación de los distintos virreinatos, los cabildos, como primer institución local, las
residencias de los españoles más prominentes y luego de los criollos, el mercado, los bancos,
y toda otra suerte de actividades se sucedieron en la ocupación de ese espacio, el centro,
cuya importancia simbólica y económica, pero por sobre todo, estratégica, superó las
barreras del tiempo y perdura hasta nuestros días.
En la etapa de industrialización de las economías latinoamericanas, el crecimiento de las
ciudades se dio en forma de “mancha de aceite”, sumando sucesivas periferias, que
mantuvieron y realzaron el valor de la centralidad. De esta manera aumentaron las presiones
sobre las áreas centrales, incluyendo aquellas en que se ubican los CH.
Algunas de las transformaciones que estas presiones produjeron en los CH, implicaron la
reforma del mismo mediante la apertura de calles y la renovación edilicia, al estilo del Barón
Haussmann, o en los casos más extremos, su reemplazo casi por completo, quedando sólo
algunos testimonios aislados de la ciudad primigenia. Este tipo de intervenciones se combinó
con disposiciones que consideraron que el CH era un sitio que debía ser “preservado”,
ignorando la dinámica propia de todo asentamiento.
De esta forma, llegamos a una de las cuestiones más importantes que hacen a la
intervención en los CH: la oposición entre considerar la relación CH/ciudad dentro de una
perspectiva funcionalista, que implica considerar los actores que tienen protagonismo en la
producción de la ciudad (intereses inmobiliarios básicamente) y una concepción culturalista
del fenómeno urbano para la consideración del patrimonio histórico (que no involucra a estos
actores). Es menester superar esta falsa oposición y comprender la gravitación del centro en
la relación con el resto de la ciudad, considerando los intereses y fuerzas de los distintos
actores que intervienen en el mismo, sin por ello renunciar a la preservación del patrimonio
cultural, desde una perspectiva dinámica y enriquecedora..
Es por ello que el patrimonio arquitectónico no puede entenderse aislado, por su valor en
sí mismo, sino que debe ser estudiado con las técnicas e instrumentos del análisis urbano. Es
en la construcción histórica del hecho urbano, en sus leyes compositivas, en sus vinculaciones
estructurales, donde el patrimonio alcanza su mayor significación, tanto en términos
estéticos, formales, como de “lugares” posibilitantes de variadas prácticas sociales.
El valor histórico de un edificio o sector urbano se correlaciona directamente con el de su
contexto; y el de éste - en tanto parte identificable de la ciudad-, con su tiempo de
formación y grado de consolidación. El valor principal se expresa entonces en la localización
relativa del bien o los bienes patrimoniales considerados en la estructura urbana, y su
relación actual con otras manifestaciones edilicias del tejido.
Ahora bien, no debemos perder de vista que el CH es un sector de una realidad más
extensa, que es la ciudad. En algunos casos continuará siendo su centro de actividad,
probablemente más ligado a las funciones administrativo financieras que a las residenciales;
por el contrario, en otros casos estaremos ante un CH que quedó al margen de la expansión
que la mayoría de las ciudades coloniales vivió en el siglo XX. Este tipo de situaciones es las
que delinearán finalmente la problemática en la que los encontramos hoy.
Considerando los diferentes casos, podríamos establecer un listado de conflictos y
potencialidades que se detectan en la problemática de los CH latinoamericanos.
Conflictos y Potencialidades
El marco conceptual en el que se sustenta este trabajo, se puede resumir en las siguientes
hipótesis (Clichevsky et al./1990):
•Los procesos sociales construyen la ciudad y condicionan su uso.
•La ciudad material está determinada por la sociedad a la que, a su vez,
determina parcialmente, definiendo las condiciones de vida de sus habitantes.
•Aunque la ciudad fue definida por sus límites físicos y/o administrativos, se reconoce
su pertenencia a un territorio más amplio, es decir, a una microrregión en una región, dentro
de un territorio nacional inserto en un ámbito internacional.
•Existe una estrecha relación entre los sistemas productivos, la distribución espacial de la
población y las condiciones de vida de la ciudad.
•En el contexto del fenómeno de la globalización, la ciudad como portadora de
sentido, aparece como elemento esencial en la construcción de la identidad colectiva e
individual.
A continuación, se presentan los principales conflictos observados y sus componentes
(conflictos menores que aportan al principal), junto con un breve comentario. Vale hacer la
aclaración que la categorización no es excluyente, ya que como los conflictos están muy
relacionados entre sí, unos aparecen como parte de otros. El objetivo de estos cuadros es
poder sintetizar la problemática, sin dejar de reflejar la complejidad con que se presenta en
la realidad urbana.
La gestión de los Centros Históricos

La variedad de organismos existentes coincide con la variedad de situaciones de crisis en


que se hallan los CH. Sin embargo, aunque en algunos casos se trate de situaciones similares,
es lógico que se den diferentes criterios para determinar que tipo de entidad estará a la
cabeza de los esfuerzos por superarlas, en la medida que existen diferentes contextos que
dieron lugar a esas situaciones.
Las principales características innovadoras de los organismos son:
•“status” legal de empresa privada, mixta, o ente autárquico
•descentralización de las decisiones
•estructura municipal y extramunicipal de responsabilidades administrativas, fragmentada y
polinuclear.
•administración y gestión no burocrática2
•actitud normativa de naturaleza flexible y de adaptación a las circunstancias específicas
•el gobierno local asume rol de inversor privado
•institución financiera internacional como contraparte (BID)
•otorgamiento de incentivos económicos
•financiamiento de asesoría técnica
•actuación basada en un Plan Estratégico Local
El espacio urbano es el resultado de la relación dialéctica entre una formación social y un
medio natural, en un momento histórico determinado. La forma de organización de este
espacio, producto de las relaciones sociales, atribuye funciones diferenciadas a distintos
sectores del mismo.
Al reunir las funciones más importantes, el área central cobra relevancia por sobre el
resto, generando una pugna entre las actividades que se enfrentan por ocupar este espacio
privilegiado.
Es por ello que la presión inmobiliaria es uno de los principales elementos que definen la
problemática que estamos analizando, siendo en sí misma una cuestión compleja, que
contribuye a la generación de otras que afectan al CH.
Por ello es fundamental conocer y contemplar los intereses de los agentes que intervienen
en el mercado inmobiliario, para hacer viable cualquier acción en el CH. Esto no implica
ceder ante estos intereses si son contrarios al objetivo de preservar el patrimonio, sino que se
pretende arribar a acuerdos que se plasmen en acciones sobre el CH. La única forma de lograr
esto es que dichas acciones sean apoyadas por el mayor número de actores o por lo menos por
los de mayor peso en el sector.
Basta observar el caso de México, para comprender cabalmente esta cuestión. Una
evaluación acerca de los resultados de la aplicación de incentivos fiscales a las intervenciones
de rehabilitación urbana, antes de estar integrada a un Plan Estratégico, ha dado como
resultado el fracaso de la acción en el cumplimiento de los objetivos generales.
Al librarse a las leyes de la rentabilidad la definición de la localización y el destino de los
inmuebles intervenidos, las inversiones se concentraron en el corredor financiero del CH,
privilegiándose la rehabilitación para usos comerciales o de servicios, quedando de lado el
90% del área urbana del CH, así como el uso residencial.
Otro elemento central que conforma la problemática en cuestión, que no es inherente a
los CH, tiene que ver con la capacidad de los gobiernos locales para gerenciar la ciudad.
Esta capacidad ha mostrado limitaciones para superar algunos conflictos que fueron
enumerados al comienzo, como la falta de coordinación de las acciones de las distintas
instancias de gobierno; la actuación restringida al plano normativo; la politización de la
burocracia; el funcionamiento excesivamente lento del aparato administrativo estatal; y, en
función de este último, la dificultad para implementar una gestión autónoma para el CH,
cuando ésta aparece como la más indicada.
También podríamos hablar de la dificultad para visualizar un proyecto urbano, que otorgue
coherencia a las normas y acciones que puntualmente se emprenden en relación al CH. Este
debería basarse en una estrategia socio-espacial definida, consensuada entre los diversos
actores, incluyendo las diferentes instancias gubernamentales. Para ello es necesario
identificar a los actores intervinientes y fomentar su participación, mediante la
implementación de instancias que, aún siendo imperfectas, permiten otorgar mayor
transparencia a la toma de decisiones, lo que a su vez implica un mayor apoyo a la gestión.
Hemos visto que los gobiernos locales han adoptado estrategias similares para enfrentar
la problemática. Una de ellas - quizá la principal - es la intervención en el mercado
inmobiliario, ya sea en forma directa, mediante inversiones con fondos propios, o en forma
indirecta, otorgando estímulos al capital privado.
En general, las intervenciones tienen como objetivo estratégico la recuperación de la
centralidad del CH, lo que se lograría mediante la difusión del uso residencial para sectores
medios de la población. Así lo expresa el Plan Estratégico para el CH de México: “Mantener
habitado el CH... es una tarea indispensable, pues actualmente tanto el patrimonio como la
calle y los espacios públicos ya no son objeto de una apropiación colectiva, lo cual, favorece
el deterioro del entorno urbano. (...) este proceso debe ser revertido, pero no en forma
exclusiva a través del fomento turístico sino principalmente, de la apropiación colectiva
cotidiana.”
Ligado a esta cuestión, el fenómeno llamado “gentryfication”, consistente en la sucesión
de un sector de la población por otro de mayores recursos en un sector dado, suele ser
considerado como un proceso negativo. Sin embargo, podemos pensar que si no ha sido
posible mantener el patrimonio construido con los habitantes, en algunos casos es
precisamente porque éstos necesitan del deterioro de ese patrimonio para habitar en el
centro. Por ello es que no siempre podrá recuperarse el patrimonio manteniendo los
habitantes, sin por ello renunciar a que el CH sea un área residencial.
Una forma de lograr el éxito, superando las tradicionales trabas administrativas del
aparato del Estado, es realizando acciones con apoyo internacional, que posibilitan la
experimentación de operatorias que escapan a los mecanismos burocráticos extremadamente
lentos, a la vez que obligan al sostenimiento y continuidad en la acción hasta lograr los
resultados esperados.
De una u otra forma, lo que se pretende es controlar la dinámica urbana, mediante una
actitud netamente activa e intervencionista, contrariamente a la actuación tradicional, que
relegaba al gobierno local a un papel pasivo, consistente en el dictado de una normativa cuya
aplicación generaba efectos no deseados al desalentar a los inversores inmobiliarios,
favoreciendo los procesos de tugurización.
La otra estrategia que se va vislumbrando como importante, aunque aún no lo sea, es el
empleo de una concepción integral de la recuperación, que no enfrente en forma de
compartimiento estanco a cada problema, planteando soluciones particulares, sino que
comprenda que debe tratar de aplicar soluciones integrales.
Esta estrategia está relacionada con un concepto que ha tomado mucho auge en los
últimos tiempos: calidad de vida. No se trata, entonces, de solucionar un problema edilicio o
de tránsito; aún más, no se trata tampoco de un problema de salud o de empleo. Se trata de
la integración de todas las soluciones, única forma de hacer sustentable el desarrollo de los
CH.
Se trata de consolidar, desarrollar y, sobre todo, llevar a la práctica nuevas perspectivas
de intervención y tratamiento de sus centros históricos, para consolidarlos como centros vivos
de ciudad, induciendo la acción concertada de actores públicos y privados para el logro
integral y sostenible de su revalorización.
Para este efecto, los modelos de recuperación particulares deben poner énfasis en el
desarrollo de mecanismos de financiamiento, por medio de la creación de fondos públicos
nacionales e internacionales ad-hoc.
Estos fondos se nutrirán de ingresos que provengan del uso del patrimonio recuperado, así
se tenderá al autofinanciamiento y la recuperación de inversiones de modo de asegurar la
sostenibilidad social de los programas.
También se reconoce la necesidad de un modo de gestión ágil, asentado sobre la
consolidación de una autoridad municipal, responsable, autónoma y dotada de los atributos y
recursos para asegurar eficiencia y eficacia.
Por otra parte, la declaración se hace eco de alentar y fortalecer la institucionalización de
la participación ciudadana como vía para alcanzar la mejora de la calidad de vida en los
centros históricos.
Se hace indispensable para elevar la calidad de vida en estas áreas, la ejecución de
acciones tales como: la renovación urbana; la destugurización; la recuperación ambiental; la
prevención de desastres; la seguridad ciudadana; la generación de inversiones y
oportunidades de empleo.
Asimismo, se establece que para legitimar y sostener la recuperación del patrimonio
ambiental y edilicio es necesario el respeto y apoyo a la diversidad de identidades y culturas,
foráneas, locales y regionales que ahora residan, actúen y transiten en los centros históricos,
por ser áreas que reciben variadas etnias y culturas.3
Las Ciudades intermedias

Las ciudades intermedias de la Argentina son las que más dinamismo han demostrado en su
crecimiento demográfico, con fuertes implicancias de crecimiento en los demás ámbitos
(económico, cultural, político, social). En las dos últimas décadas una tercera parte de la
población se concentra en este tipo de aglomeraciones; fueron las que más crecieron (5% en
el período 1981- 1991 y otro 4% entre 1992-2001), y son las únicas que incrementaron su
participación en el total nacional, para el mismo período.4
Pero esta categoría, definida por el tamaño de su población, no implica que las ciudades
que la componen constituyan un conjunto homogéneo, sino que por el contrario, se engloba
en ella una diversidad en sus formas institucionales, volúmenes poblacionales, características
geográficas y niveles de desarrollo socioeconómico. Un criterio regional parecería ser más
esclarecedor, al momento de dar cuenta de la diversidad de tipos en la Argentina 5.
Este crecimiento se debe por un lado, a los aportes poblacionales que realiza el área rural,
como viene sucediendo en forma continua desde la Revolución Industrial, y como fenómeno
más reciente, el comportamiento de las grandes zonas metropolitanas, que han visto
desacelerar y hasta detener su crecimiento. Esto implica que son las ciudades intermedias las
que actualmente estarían absorbiendo en definitiva la migración rural; en parte
directamente, y en parte luego de una larga estadía de los migrantes en las grandes ciudades.
En este trabajo se apunta a aquellas ciudades que, contando con alrededor de 100.000
habitantes, juegan un papel relevante en el sistema de ciudades provincial y/o regional.
La hipótesis directriz es que en estas ciudades existen dos caracteres que reemplazan el
papel que cumple el Centro Histórico, como factor dinamizador de la gestión y el desarrollo;
el rol de centro administrativo – político provincial, y el pasado histórico que le otorga
también un papel destacado en la conformación de la identidad colectiva, tanto para la
ciudad como para la provincia.6
Una situación menos analizada en este momento, es el de ciudades intermedias que, sin
ser centros políticos, poseen una importante actividad económica, cultural y social, que la
posicionan en un lugar trascendental en el sistema de ciudades de la región que integran 7.
Conflictos y potencialidades. Problemas concurrentes
De la misma manera en que se presentaron los conflictos y potencialidades para los centros
históricos, se presentan cuadros para sintetizar la problemática de las ciudades intermedias,
observándose a simple vista que existen similitudes entre ambas problemáticas.
Conclusión: Enseñanzas de un aprendizaje

Del análisis de la gestión de los CH, surgen una serie de estrategias empleadas para
abordar una problemática urbana específica, que se combina con: a) un contexto regional
signado por la crisis socioeconómica que desde los ´70 sumió a la región en un proceso de
desindustrialización, desempleo e informalización de la economía 8, y b) el retroceso del
Estado, tanto por incapacidad, como por ineficacia y transformación ideológica (del estado
social al estado neoliberal). Considero que dichas estrategias pueden ser aplicadas a los
conflictos que afectan al complejo de vida social que es la ciudad, tanto si está adjetivada
como “con centro histórico” o como “de tamaño intermedio”.
Como primer enseñanza me interesa citar la necesidad de tener una visión integral 9, de
las problemáticas y las soluciones que se propongan a las mismas. A esta altura del desarrollo
de la teoría y las técnicas de planificación urbana, los conceptos de planificación estratégica,
participativa e interdisciplinaria parecen verdades de Perogrullo; sin embargo, los procesos
reales de planificación, administración y gestión urbanas frecuentemente responden mas a
cánones tradicionales, cometiéndose los mismos errores que agravan cada vez más los
conflictos.
Pensar que los gobiernos locales pueden por sí mismos “construir” el espacio urbano,
omitiendo el diálogo y la articulación con otros actores, implica cometer el doble error de
sobrevalorar su propia visión (la soberbia es una virtud muy frecuente en nuestros
gobernantes) por un lado, y por el otro desconocer que dicho espacio es construido por
múltiples actores, los cuales en algunos casos tienen mayor poder que el Estado para imponer
sus propios intereses. La participación ciudadana será uno de los elementos que fortalezcan
una postura que pueda morigerar los efectos negativos de la presión inmobiliaria, por
ejemplo. Estamos pensando entonces en la planificación participativa de las acciones a
llevar a cabo, y la gestión asociada, para implementarlas.10
En relación con lo anterior, adecuar las estructuras de gestión, implica profesionalizar la
administración 11, involucrar a los habitantes en la misma, y adecuar la legislación a la
complejidad de cada situación. Por ejemplo los mecanismos de financiamiento (fideicomisos,
créditos nacionales e internacionales, fondos mixtos), requieren en muchos casos de figuras
que la administración y/o la legislación vigente no contemplan.
El desaliento al desarrollo de la vida social, especialmente en los espacios centrales, es
uno de los grandes nudos problemáticos a enfrentar. Valorar la centralidad, recuperando la
habitabilidad del mismo, es entonces, otra de las estrategias a seguir. Considero muy
apropiada la frase de Marshall Berman: “La trágica ironía del urbanismo modernista es que su
triunfo a contribuido a destruir la misma vida urbana que esperaba liberar 12.” La
modernidad, entendida como un creciente proceso de racionalización, a cosificar al elemento
humano en la ciudad; se pierde la escala humana, peatonal de la ciudad; los grandes centros
urbanos privilegiaron una estructura para el automóvil, no para el caminante. Revertir esto
implica consolidar los espacios centrales, como centros vivos de ciudad, induciendo la acción
concertada de actores públicos y privados para el logro integral y sostenible de su
revalorización.
Se suma a esto el hecho que la gravitación que tiene la centralidad en la definición del
desarrollo de las ciudades intermedias podrá ser determinante en su futura sustentabilidad
económica. En este sentido, se aprecia una tendencia al cambio en el proceso de
suburbanización de los sectores medios y altos, por un alentador movimiento tendiente a la
revalorización del espacio central de las ciudades. Medidas (líneas de crédito, incentivos
fiscales) que alienten esta recuperación del uso residencial en el espacio central son ejemplos
a seguir.
Un rasgo característico de las ciudades intermedias es la raigambre o sentimiento de
pertenencia e identidad local de la población. Esto se explica por el rol que han jugado
histórica y culturalmente (en algunos casos son las aglomeraciones que dieron origen a la
provincia). Ese sentimiento de identidad puede ser la matriz ideológica – cultural, que
motorice procesos concretos de desarrollo local endógeno de estos centros. Fortalecer la
conciencia colectiva, mediante el involucramiento de la comunidad en la gestión de la
ciudad, aparece como estrategia importante para apoyar esta tendencia.
Finalmente, considero importante destacar que, más allá de la validez de la hipótesis
propuesta, quedan planteados unos lineamientos para la gestión de las ciudades intermedias,
cuya pertinencia, deseabilidad, factibilidad y oportunidad de aplicación son materia de
discusión. Queda abierto el debate.
Notas

*Ponencia presentada en el “Seminario Virtual Internacional Desarrollo, Crecimiento Y Urbanidad. San Luis,
Argentina 2004”

1La gestión de los CH en América Latina. PROPUR- 1998. Inédito.

2Como contraposición al aparato burocrático estatal tradicional, que por su alto grado de politización, entre
otras causas, ha perdido eficacia en su accionar.

3Extraído de “Plan Estratégico de Recuperación del Centro Histórico de Lima. Análisis de su formulación y
ejecución. Marzo 1998.” Arqto. Juan de Dios Salas Canevaro. Facultad de Arquitectura y Arte de la Universidad de
los Andes. Mérida Venezuela.

4Vapñarsky, César (1992), INDEC, 2004.

5La literatura especializada hace referencia con este término a las ciudades cuya población oscila entre 50.000
y 500.000 habitantes. Un trabajo que describe el fenómeno en Argentina, propone que las ciudades intermedias
de este país serían las que tienen entre 10.000 y 100.000 habitantes, excepto para el centro del país, donde se
concentra la mayor parte del total de la población, en donde serían las de entre 30.000 y 250.000 habitantes.
(PNUD, 1997).

6San Luis (135.000), La Rioja (146.000), San Fernando del Valle de Catamarca (164.000). Se puede incluir en el
Sur, a Río Gallegos (79.000).

7Villa Mercedes (100.000), Comodoro Rivadavia (137.000) y Trelew (90.000), entre otras.

8Un trabajo que refleja esta situación y los efectos del desempleo es el de Beccaria y López (1997).

9Funtowicz y Ravetz (1993), proponen que una “comunidad de pares extendida”, lo que hace más
transparentes y sustentables los procesos de toma de decisiones, y por lo tanto, las acciones que de éstas deriven.

10 Poggiese, H.

11 La administración pública de la región, que ha popularizado el término “burocracia” como sinónimo de


ineficacia e ineficiencia, puede ser tomada como ejemplo negativo de la burocracia, entendida como el sistema
de administración más adecuado a la empresa moderna, tal como lo caracteriza Weber.

12 Berman, Marshall (1990).

Bibliografía
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1992. Universidad de Buenos Aires.

•II Encuentro de Manejo y Gestión de Centros Históricos. La Habana, Septiembre de 2003.

NOVEDADES Y RETOS EN LA GESTIÓN DE CENTROS HISTÓRICOS DE EUROPA,


LATINOAMÉRICA Y EL CARIBE (1980-2005)

Emilio Luque Azcona


School of the Built Environment – Heriot-Watt University (Edimburgo, Reino Unido)
Ejl3@hw.ac.uk

Harry Smith
School of the Built Environment – Heriot-Watt University (Edimburgo, Reino Unido)
H.C.Smith@sbe.hw.ac.uk

Resumen

Los problemas de los centros históricos[1] comenzaron a afrontarse como un campo


particular y específico dentro del ámbito de la conservación y la restauración a lo
largo de las décadas de 1960 y 1970. El debate sobre esta temática ha continuado
enriqueciéndose hasta nuestros días con aportes de diferentes especialistas y la
aparición de nuevos retos a los que hacer frente.

En este artículo se realiza un balance de los logros y las asignaturas pendientes de lo


realizado para la recuperación de centros históricos en Europa, América Latina y el
Caribe, desde 1980 hasta nuestros días. Como resultado del mismo puede concluirse
que en las tres regiones, pese a las diferentes coyunturas que les caracterizan, uno de
los principales retos continúa siendo la conformación de esas áreas urbanas en
espacios de cultura y vida, en el que convivan culturas y grupos sociales
representativos de las sociedades a las que pertenecen[2].

Palabras clave: Centros históricos, bien cultural, políticas urbanas.

Abstract

The issues involved in dealing with historic quarters started to be addressed as a


particular and specific field within the context of conservation and restoration during
the sixties and seventies. The debate about this subject has been enriched to date
through contributions from different kinds of specialists and the appearance of new
challenges that must be met.

This article presents an overview of the achievements and pending issues related to
the regeneration of historic quarters in Europe, Latin America and the Caribbean since
1980. As a result, it can be concluded that in these three regions, although the contexts
are different, the main challenge is still the transformation of these urban areas into
spaces of culture and life in which cultural and social groups that are representative of
their own societies may coexist.

Keywords: Historic quarters, cultural property, urban policies.

Durante el período comprendido entre las décadas de 1930 y 1970 se produjeron


importantes avances en el panorama internacional en lo que respecta a la cuestión de
la gestión patrimonial. La aparición de nuevas instituciones y documentos
relacionados con esta temática permitieron a lo largo de esos años novedosas
conquistas conceptuales y metodológicas[3]. Respecto a las primeras, Ignacio
González-Varas Ibáñez destaca algunas como la formulación a mediados de la década
de 1950 del concepto de “bien cultural”, con el que se pasó a valorar el conjunto de
las manifestaciones y testimonios significativos de la actividad humana y el medio
ambiente. Este provocó, según destaca el citado autor, una renovación profunda en el
ámbito de la conservación y la restauración, al propiciar el paso “de la tutela y
protección del ‘monumento’ hacia la de los ‘centros históricos’, y desde allí hasta la
del ‘territorio’ culturalmente significativo” (González-Varas Ibáñez, 2005: 46 y 54).

Como consecuencia de ello, a partir de los años sesenta la problemática de los centros
históricos empezó a afrontarse como un campo particular y específico, al tiempo que
durante la década de 1970 comenzaron a ser percibidos también como bienes
económicos que precisan ser protegidos de los efectos negativos de las operaciones
especulativas. Fue entonces, en unos momentos en los que la ciudad tradicional
adquiría un mayor protagonismo frente a la expansión indefinida de la periferia
urbana, cuando se propuso para la salvaguarda de dichos espacios la conservación
integrada. Con este nuevo concepto se puso de relieve la necesidad de adoptar
criterios de intervención que apuesten en el plano funcional por el desarrollo de
actividades que contribuyeran al mantenimiento del aspecto y la estructura social y
económica tradicional de dichos espacios, evitando la expulsión de las capas de
población tradicionales (González-Varas Ibáñez, 2005: 341, 376 y 540).

Desde entonces hasta nuestros días han sido numerosos los proyectos puestos en
marcha para la recuperación de centros históricos en diferentes ciudades del planeta.
Pese a la existencia de un importante número de instituciones de ámbito internacional,
continental, nacional, regional y local involucradas en este asunto, y de un corpus
legal revisado y discutido por profesionales de diferentes disciplinas, aún son muchos
los retos que quedan por solventar en esta materia. ¿Cuáles son los principales
asignaturas pendientes?, ¿qué posibles factores obstaculizan el cumplimiento de lo
expresado en la legislación existente relativa a esta cuestión? Estas son algunas de las
preguntas a las que trataremos de dar respuesta.

Para ello comentaremos las novedades que se han producido en el marco conceptual y
metodológico desde la década de 1980 hasta nuestros días, y pondremos de relieve los
logros conseguidos y los retos existentes en contextos tan diferentes como el europeo,
el latinoamericano y el caribeño. Estas regiones conservan un importante número de
centros históricos de gran relevancia, con espacios urbanos y complejos
arquitectónicos que testimonian diferentes períodos del pasado, y que en algunos
casos se encuentran habitados por contingentes poblacionales que mantienen fuertes
sentimientos de identidad respecto al espacio que habitan. Desde nuestro punto de
vista, el intercambio de experiencias desarrolladas en contextos políticos, económicos,
sociales y culturales tan distantes puede contribuir al enriquecimiento del debate sobre
las consecuencias derivadas de las actuaciones desarrolladas hasta la fecha; también a
la búsqueda de posibles alternativas de cara al futuro que permitan hacer frente a los
nuevos retos que se van planteando.
Novedades en el marco conceptual

Durante las últimas décadas, la centralidad urbana e histórica se ha convertido en un


elemento fundamental de competitividad de las unidades económicas urbanas, por
concentrar infraestructuras, comunicaciones, recursos humanos y administrativos.
También por la proyección internacional conseguida a través del desarrollo de
actividades como la turística (Carrión, 2005a: 45). No obstante, es cierto que
determinadas empresas siguen viendo en las nuevas centralidades conformadas en las
áreas suburbanas, mayores ventajas para el desarrollo de sus actividades.

Fue durante los años sesenta cuando se produjo en los centros de algunas ciudades
europeas el retorno de sectores medios, proceso que Ruth Glass llamó de
‘gentifrication’ en su obra Introduction to London: aspects of change, de 1963 (Glass,
1963). En América Latina y el Caribe dicho fenómeno se produjo algo después,
concretamente durante los años noventa, tras el agotamiento de la emigración campo-
ciudad y el engrandecimiento de las periferias hasta el límite (Rodríguez Alomá,
2005b: 70).En la primera, uno de los grandes retos desde entonces ha sido la
adaptación de espacios que durante el siglo XIX y gran parte del XX estuvieron por lo
general orientados a la producción, en lugares de consumo (Tiesdell et al., 1996: 21).
En la segunda, solventar la falta de recursos y conciencia generalizada sobre la
necesidad de conservar los centros históricos para convertirlos en dinamizadores de la
economía, así como contribuir a la mejora de las condiciones de vida de sus
habitantes.

Por todo ello, el debate sobre estos espacios, lejos de agotarse, ha continuado
enriqueciéndose, especialmente a partir de la incorporación en el mismo de
especialistas de nuevas disciplinas. A la presencia tradicional dearquitectos y
urbanistas se han ido uniendo otros del campo de la Antropología, la Arqueología, la
Geografía, la Historia, la Historia del Arte, Humanidades o la Sociología
principalmente. Gracias a ello se cuenta en la actualidad con enfoques y
planteamientos diferentes para la resolución de algunas cuestiones puestas de relieve
por el geógrafo Víctor Fernández Salinas, como las de “la autenticidad, la defensa de
lo público y el apoyo al desarrollo” (Fernández Salinas, 2005: 2).

Esta situación ha favorecido la aparición de interesantes novedades en el plano


teórico, por una parte, la inclusión del debate sobre los centros históricos en el
contexto urbano en el que se integran, aspecto que ha servido como punto de partida
para la definición de un nuevo modo de planificar la ciudad y el territorio. En este
sentido, la crisis postindustrial occidental provocó un cambio en el centro de atención
del urbanismo, que ya no reside tanto en la expansión de la ciudad sino en la
reorganización y la mejora del patrimonio urbano existente o consolidado, que incluye
tanto a los centros históricos como las áreas industriales deprimidas y
abandonadas[4] (González-Varas Ibáñez, 2005: 414 y 415). O lo que vendría a ser lo
mismo, un mayor interés por la renovación de espacios urbanos en lugar de la
planificación de nuevas áreas de expansión.

Por otro lado, la percepción de lo histórico y la protección mediante legislación se ha


extendido en algunos casos desde las áreas más antiguas de las ciudades al conjunto
de las tramas urbanas, incluidas las de más reciente construcción. Este hecho, unido a
la identificación de nuevos tipos de centralidades en las ciudades, como las que
conectan lo local con lo global por ejemplo (Carrión, 2005b: 58), ha llevado a
numerosos especialistas a desechar el tradicional término de ‘Centro Histórico’ y a
preferir en su lugar el de ‘Áreas Centrales Antiguas’[5]. En línea con estos cambios
conceptuales, el Memorándum de Viena sobre “Patrimonio Mundial y Arquitectura
Contemporánea” de 2005, primera Carta Internacional en conjugar la cuestión de la
conservación del patrimonio histórico con los nuevos desarrollos, supera los
conceptos clásicos de ‘centros históricos’, ‘conjuntos’ o ‘alrededores’. Para ello
emplea el término de ‘paisaje histórico urbano’, concepto bastante próximo al de
‘conservation area’ utilizado en países como el Reino Unido, con el que se considera
“el lugar, el perfil de la ciudad, los ejes visuales, las líneas y tipos de edificios, los
espacios abiertos, la topografía, la vegetación y todas las infraestructuras, incluso las
de menor tamaño”[6].

También se ha producido la extensión del interés por el estudio, la catalogación y la


protección del patrimonio arquitectónico a períodos más recientes, constituyéndose
organizaciones como el ‘DoCoMoMo International’ (International working party for
document and conservation of buildings, sites and neighbourhoods of the modern
movement), iniciada en 1988 y con sede en París[7]. En este sentido, ICOMOS ha
incluido en sus informes sobre el patrimonio en riesgo la arquitectura del movimiento
moderno de Rusia por ejemplo, al tiempo que ha puesto en marcha mecanismos para
la salvaguarda del existente en regiones que, como la polar, han estado absolutamente
desprotegidas hasta la fecha[8]. Este último aspecto, si bien no afecta de forma directa
a la cuestión de los centros históricos, pone de relieve la adopción de nuevas
perspectivas sobre lo patrimonial durante los últimos años.

Por otra parte se han incorporado conceptos en el debate relativo a los centros
históricos, como el de ‘desarrollo sostenible’ o ‘sustentable’, aparecido por primera
vez en el informe socio-económico elaborado en 1987 para la ONU, originalmente
llamado Our Common Future (Brundtland, 1987: 43). Con el mismo se ha incidido
entre otras cosas, en la necesidad de poner en marcha iniciativas duraderas para la
recuperación de estos espacios, que perduren en el tiempo y satisfagan las necesidades
del presente sin perjudicar las de las generaciones futuras (Coulomb, 2005: 99).
También otros conceptos como el de ‘ciudad educadora’, formulado en Barcelona en
1990 con el objetivo de consolidar una ciudadanía organizada y autónoma, que
solucione pacíficamente sus conflictos y sepa convivir en la diferencia[9] (Rodríguez
Rodríguez, sd.). O el de ‘Patrimonio Inmaterial’ o ‘Intangible’, a partir de la
aprobación de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial
en la 32° Conferencia General de la UNESCO realizada en octubre de 2003[10].

Asimismo, conceptos como el de conservacionismo han sido criticados por diferentes


autores como Robert Hewison, Guerry Kearns o Chris Philo, que lo catalogan de
elitista, al tiempo que acusan a los sectores sociales altos y medios de haber
manipulado la historia imponiendo sus respectivas visiones sobre la misma. Es por
ello por lo que este último ha sido visto junto a la actividad turística, como uno de los
principales responsables de la pérdida de autenticidad experimentada en los centros
históricos de numerosas ciudades (Simpson, 1997: 41 - 45).

En el caso concreto europeo, documentos como la Carta de Gubbio de 1990 han


tratado de dar respuesta a los nuevos retos que afrontan sus ciudades. Entre ellos
algunos como el problema de la identidad cultural, la crisis de planificación existente,
la formación de guetos o la agresión de los flujos turísticos en el patrimonio
(González Varas, 2005: 452 – 455). Para América Latina y el Caribe se han emitido
otros como la Carta de Veracruz o “Criterios para una Política de actuación en los
Centros Históricos de Iberoamérica” de 1992, contemplándose en ellos también
nuevas cuestiones que responden en buena medida a la coyuntura política, económica
y social que ha caracterizado a la región durante las décadas de 1980 y 1990. Entre
ellas las referidas al gobierno de los centros históricos, la inseguridad ciudadana, las
identidades o los imaginarios urbanos(Carrión, 2000: 17). En este último punto
relativo a los imaginarios ha sido destacada la tarea llevada a cabo por el colombiano
Armando Silva, director del proyecto Culturas urbanas desde sus imaginarios
sociales, desarrollado inicialmente en trece metrópolis de América Latina y
Barcelona, y recientemente extendido a ciudades españolas, mediterráneas y del norte
de Europa. Partiendo de la base de que lo urbano es una realidad simbólica, en
permanente construcción y expansión, Silva plantea la necesidad de pasar de la ciudad
pensada en el espacio a un urbanismo ciudadano concebido en el tiempo, que asuma
los imaginarios que los habitantes tienen y comparten de ella[11].

Por último, es preciso destacar la publicación de algunos estudios especializados


durante las dos últimas décadas relativos a la cuestión de los centros históricos, en los
que se contemplan algunas de las novedades conceptuales expuestas y se detallan
diferentes experiencias de intervención desarrolladas tanto en Europa, como en el
ámbito latinoamericano y caribeño[12].
Novedades en el plano metodológico

A niveles prácticos, tanto en Europa como en Latinoamérica y el Caribe, el tema de


los centros históricos ha pasado a contar desde la década de 1980 con un gran peso en
el debate y la formulación de las políticas urbanas. Como veremos al hablar de los
logros alcanzados desde entonces en este campo, el fomento del sector servicios y en
especial de la actividad turística, ha sido uno de los principales motores que han
llevado a instituciones de diversa índole a poner en marcha proyectos para la
recuperación de dichos espacios. En el caso europeo especialmente, también el interés
de los sectores medios y altos de la sociedad por residir en ellos.

Al mismo tiempo se han producido importantes novedades respecto a los actores que
se encuentran involucrados en la discusión y puesta en marcha de este tipo de
proyectos. Estos podemos clasificarlos según los siguientes grupos:

Instituciones de ámbito internacional

Durante el período analizado UNESCO ha continuado desarrollando una importante


labor en cuestiones como el fomento de la reflexión y el análisis de temáticas
relevantes al patrimonio cultural, la formación de instituciones y personal
especializados, así como la expedición de documentos internacionales. Entre ellos se
encuentra la Declaración de Oaxaca-UNESCO de 1993, formulada para el ámbito
americano, en la que se enmarca la cuestión de la protección del patrimonio cultural
en el contexto de los problemas globales de la humanidad (González-Varas Ibáñez,
2005: 484).

UNESCO ha colaborado asimismo en la organización de una serie de encuentros


mundiales, como la Conferencia HABITAT II o Cumbre de las Ciudades, celebrada
en Estambul en junio de 1996, en la que se debatieron ideas encaminadas a la
elaboración de Planes de Acción que reflejasen el compromiso de los diversos países
miembros de Naciones Unidas para mejorar el entorno y el modo de vida de sus
habitantes[13]. Asimismo, su ya citado Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) se encuentra presente en 166 países y cuenta concretamente con
actuaciones específicas de centralidad urbana[14], al tiempo que el establecimiento de
Cátedras UNESCO en diferentes instituciones del mundo ha favorecido el estudio y la
reflexión sobre diferentes aspectos, algunos de los cuales se relacionan directamente
con las problemáticas que afectan a los centros históricos[15].

Dicha institución ha continuado contribuyendo también al reconocimiento mundial de


nuevos monumentos, centros históricos y conjuntos urbanos mediante la declaratoria
como Patrimonio Mundial. En 1993 se produjo el nacimiento de la OWHC
(Organization of World Heritage Cities), con sede en Québec, organismo que se
encuentra en la actualidad conformado por más de doscientas ciudades y diferentes
secretarias regionales para la promoción del intercambio de informaciones y
experiencias entre los conjuntos declarados como Patrimonio Mundial. Entre las
iniciativas desarrolladas con este fin destacan los coloquios mundiales o
regionales[16], el programa City2City, los talleres de formación de alcaldes y técnicos,
y el recién creado portal URBO. Este último es un portal Web trilingüe que engloba la
información referente a la gestión integral del patrimonio, que permite el intercambio
de documentos y proyectos entre gestores políticos y técnicos e interesados en la
temática. La OWHC ha emitido asimismo diferentes documentos como la Declaración
de Québec de 1991, la Carta de Fez de 1993 y el Protocolo de Bergen de 1997[17].

Por otra parte, el aporte de ICOMOS ha sido también destacado a través de acciones
como la fundación del ‘International Committee on Historic Towns and Villages’
(CIVVIH) en 1982[18] o la promulgación de documentos como la ‘Carta Internacional
para la Conservación de las Poblaciones y Áreas Urbanas Históricas’ de 1987 (Carta
de Toledo / Washington), las ‘Recomendaciones para la educación y formación en
conservación de monumentos, conjuntos y sitios’ de 1993 o el ‘Documento de Nara
sobre la autenticidad en relación con la Convención del Patrimonio Mundial’ de
1994[19]. Asimismo, creó en 1998 del Comité Internacional de Itinerarios Culturales
(CIIC), orientado a promover el respeto y la puesta en valor de los distintos tipos de
patrimonio cultural, tanto tangible como intangible[20]. También ha publicado
diferentes estudios relativos a la gestión de centros históricos y emite informes de
evaluación que, en casos como el relativo al Plan Especial de Protección (PEP) del
casco histórico de La Laguna en Canarias, ponen de relieve algunos aspectos que
hacen peligrar la conservación de valores de índole histórica y cultural (Heritage At
Risk…, 2005: 227 – 231; Navarro Segura, 2005).

Entre los planes puestos en marcha en la cooperación internacional en torno a la


defensa del patrimonio de los pueblos, destacamos aquí algunas iniciativas que sirven
como punto de encuentro entre los continentes europeo y los países latinoamericanos
y caribeños. Entre ellas el programa europeo URB-AL, iniciativa de cooperación
descentralizada de la Comisión Europea destinada a la mejora de las condiciones
socioeconómicas y de calidad de vida de las ciudades de Europa, América Latina y el
Caribe[21]. También el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio
(CICOP), institución no gubernamental con sede en La Laguna (Canarias, España),
cuyos objetivos se orientan a la especialización de técnicos y licenciados en el campo
de la preservación y restauración del patrimonio físico en ambos continentes[22].

Dentro de la cooperación internacional desarrollada en Latinoamérica y el Caribe, es


especialmente destacable la tarea desarrollada por diversas instituciones en lo que
respecta a la aplicación de medidas orientadas a la recuperación de centros históricos
de la región. Entre ellas se encuentra el Banco Interamericano de Desarrollo (BID),
organización financiera internacional creada en 1959 con el objetivo de financiar
proyectos viables de desarrollo económico, social e institucional y contribuir a la
integración comercial regional en el área de Latinoamérica y el Caribe, que posee su
sede en la ciudad de Washington (EE.UU.)[23]. También la labor desarrollada por
países como España, especialmente a partir de conmemorarse en 1992 los 500 años
del llamado “encuentro” entre las culturas europeas y americanas. Fue entonces
cuando el gobierno central y algunos autonómicos y locales pusieron en marcha
programas de colaboración con instituciones locales y regionales del otro lado del
Atlántico para la elaboración de Planes Maestros y el establecimiento de Escuelas
Taller. Una de las vías para ello fue la Agencia Española de Cooperación
Internacional (AECI), organismo autónomo creado en 1988 y adscrito al Ministerio de
Asuntos Exteriores y de Cooperación. Entre sus diversas líneas de actuación se
encuentra el programa ‘Patrimonio para el desarrollo’, que supone una puesta al día
del ‘Programa de Patrimonio Cultural’ iniciado a fines de los años ochenta[24].

Junto a España, países como Alemania, Bélgica, Francia o Italia han desempeñado un
importante papel en el desarrollo de medidas encaminadas a la recuperación de
centros históricos latinoamericanos y caribeños. Entre las iniciativas puestas en
marcha por estos países destacan algunas como la de SIRCHAL (Sitio Internacional
sobre la Rehabilitación de los Centros Históricos de la América Latina y del Caribe).
Creado en 1998 por los ministerios de Cultura y Relaciones Exteriores de Francia, ha
promovido la celebración de talleres de trabajo interactivos en los que se reúnen
expertos y actores locales de diversos orígenes y competencias, tanto del ámbito
público como del privado, con el objetivo de aportar soluciones para la revitalización
de centros históricos de la región[25].

Es preciso mencionar por otro lado la tarea desarrollada por las universidades en el
terreno de la cooperación internacional, al promover la formación de especialistas de
diferentes disciplinas que trabajan en proyectos de recuperación de centros
históricos[26]. También la organización de eventos de ámbito nacional, regional o
internacional sobre esta temática, así como en la realización de estudios e informes
para la puesta en marcha de proyectos de colaboración entre los gobiernos nacionales
y locales y/o las empresas y la banca privada.

Instituciones de ámbito continental

A nivel europeo destacan asimismo otras instituciones que han puesto en marcha
medidas que han favorecido de manera directa o indirecta la recuperación de centros
históricos. Entre ellas se encuentra el Consejo de Europa, que en 1981 lanzó
la Campaña Europea para el Renacimiento de la Ciudad, con el fin de profundizar en
los principios de la conservación integrada y contribuir al intercambio de
experiencias. Este ha emitido también documentos como el de la Convención de
Granada de 1985, acto jurídico encaminado a la aprobación de medidas para la
conservación del patrimonio arquitectónico (González-Varas Ibáñez, 2005: 496 -
498). Asimismo, la Unión Europea está financiado un importante número de
proyectos que se relacionan con esta temática.

En el contexto latinoamericano y caribeño han aparecido también diferentes


instituciones interesadas por cuestiones relacionadas con la gestión de centros
históricos. En este sentido se encuentran algunas como la Organización
Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos (OLACCHI). Este organismo,
cuya creación fue propuesta en Lima en el año 1997, en el marco de la celebración del
I Encuentro de Alcaldes y Autoridades de ciudades de América Latina y el Caribe
anteriormente mencionado, nació con el fin de reunir a todas las municipalidades de la
región que poseen centros urbanos con significativo valor histórico. Entre sus
objetivos se encuentran algunos como el de rescatar el significado social y cultural de
las expresiones patrimoniales que fortalezcan la trascendencia histórica de la región.
También el de patrocinar, apoyar y contribuir a los procesos de declaración de nuevas
ciudades poseedoras de centros históricos con valor patrimonial.

Hay que destacar también otras iniciativas como la Red Iberoamericana del
Patrimonio Cultural (REDIPAC), surgida de la Asociación Española de Gestores de
Patrimonio Cultural con el fin de englobar a todas las entidades profesionales,
académicas e institucionales públicas y privadas, dedicadas a la gestión y la puesta en
valor del Patrimonio Cultural en todo el ámbito iberoamericano[27]. O el Centro
Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de América Latina
(CRESPIAL), nacido tras la aprobación de la Convención para la Salvaguardia del
Patrimonio Cultural Inmaterial en el marco de la 32a Conferencia General de la
UNESCO, realizada en octubre de 2003. Su misión principal consiste en trabajar para
que en cada país se generen procesos de identificación, registro, difusión y protección
de sus respectivos patrimonios inmateriales[28].

Instituciones de ámbito nacional, regional y local

Públicas

Durante la década de 1980 y 1990 la gestión de la conservación de ciudades y pueblos


adquirió una mayor importancia en la administración pública, principalmente local.
Junto al establecimiento de una gestión diferenciada en las áreas patrimoniales de la
pública común desarrollada en la totalidad de los conjuntos urbanos, se ha tratado de
potenciar en algunos casos la existencia de autoridades con visiones integradoras que
interpreten la condición de los centros históricos como parte del sistema urbano en el
que se encuentran insertadas. También que les asegure una organización y
administración responsable con mecanismos de financiamiento y de participación
social[29]. Asimismo, numerosos gobiernos locales han diseñado, o se encuentran en
vías de hacerlo, planes estratégicos de intervención que incluyen desde aspectos
relativos al equipamiento y servicios municipales, a la cuestión de los recursos
culturales. Como ejemplo de instituciones locales europeas que coordinen los planes y
medidas de conservación de centros históricos, se encuentran algunas como ‘L’
Ufficio speciale per gli intervente sul centro storico’ de Roma.

En el caso concreto latinoamericano y caribeño, fue en el contexto de democratización


y descentralización vivido a fines de la década de 1980 e inicios de la siguiente
cuando se produjo un desentendimiento de los Estados Nacionales en lo que respecta
al desarrollo de medidas sociales y de desarrollo. Las políticas de ajuste estructural
que redujeron el papel de estos últimos propiciaron a partir de entonces un mayor peso
de lo municipal frente al predominio anterior alcanzado por las instituciones de
ámbito estatal, que habían protagonizado iniciativas “inscritas en el fortalecimiento de
una llamada identidad nacional”. En este sentido, son varios los ejemplos de ciudades
con gobiernos locales que cuentan actualmente con la suficiente autoridad como para
someter bajo sus políticas al resto de los sujetos patrimoniales. Entre ellos La Habana,
con la Oficina del Historiador, o Santiago de Chile, con la Comuna de Santiago. Otras
en cambio cuentan con un “complejo institucional disperso” para la gestión de sus
respectivos centros históricos (Carrión, 2005a: 51).

El peso adquirido por los gobiernos locales de la región en este sentido, se manifiesta
a través de hechos como la celebración de Encuentros de alcaldes y autoridades de
ciudades de América Latina y el Caribe con centros históricos en proceso de
recuperación. El primero concretamente tuvo lugar en 1997 en la ciudad de Lima,
celebrándose posteriormente el de La Habana en 1998 y México D.F. en 2000. Entre
las propuestas realizadas por sus integrantes se encuentran algunas como la de crear
una RED que reúna a las autoridades y técnicos para poder abordar de forma conjunta
los grandes retos existentes en la gestión de centros históricos; la necesidad de poner
en marcha o fortalecer en cada ciudad una entidad de gestión propia del centro
histórico; o la conveniencia de involucrar e incentivar la participación de la
comunidad y del sector privado en los procesos de intervención urbana (Mutal, 2005:
32; Rodríguez Alomá, 2005a: 91).

Públicas y privadas

Junto al incremento del peso de los gobiernos locales se ha producido también, tanto
en Europa como en Latinoamérica y el Caribe, un aumento de la presencia de
fundaciones o empresas privadas que trabajan de manera conjunta con los primeros en
la aplicación de medidas de diversa índole en centros históricos. El trabajo conjunto
del sector privado con el público se plantea desde hace unos años como vía para la
preservación sostenible del medio urbano, al permitir que las limitaciones que ambos
presentan por separado, se vean en cierta medida mitigadas. Mientras que ambos
comparten riesgos, uno aporta su visión, su compromiso a largo plazo y su capacidad
de coordinación, y el otro su experiencia en el mercado y la capacidad de poder
gestionar varios proyectos respondiendo a la demanda existente[30] (Rojas, s.d.: 9). No
obstante, es preciso destacar que la relación público-privado se está dando bajo
parámetros de desigualdad, especialmente en el contexto latinoamericano y caribeño,
puesto que los gobiernos municipales han recurrido generalmente a la privatización de
ámbitos de su competencia tras recibir de los gobiernos centrales lo poco rentable e
improductivo y no contar con recursos suficientes para gestionarlos (Rodríguez
Alomá, 2005b: 71).

En el caso europeo existen empresas de capital mixto como ‘Promoció Ciutat Vella S.
A.’ (PROCIVESA), a partir de 1999 sustituida por ‘Foment de Ciutat Vella’, ambas
con la misión de recuperar el centro histórico de Barcelona[31]. En América Latina
destacan algunas como los ‘patronatos’ en Lima, las ‘corporaciones’ en Santiago, las
‘fundaciones’ en México o las ‘empresas’ en Quito, que se encuentran integrados en
los municipios. También otras que realizan inversiones de forma directa y organismos
multilaterales de crédito que fomentan una mayor presencia del capital privado
(Carrión, 2005a: 49).

Independientes

Con respecto a asociaciones independientes que promuevan aspectos relacionados con


la regeneración urbana, estas cuentan con una larga tradición en el ámbito anglosajón
especialmente, donde la sociedad civil se ocupa de actividades que en otros ámbitos
son responsabilidad estatal, y el Estado ha creado instituciones que gozan de cierto
nivel de independencia en la gestión de asuntos públicos. En el ámbito europeo, para
casos concretos como el de Escocia por ejemplo, se encuentran algunas como el
‘Scottish Urban Regeneration Forum’ (SURF), la ‘Architectural Heritage Society of
Scotland’, la ‘National Trust for Scotland’ o la ‘Scottish Civic Trust’. A escala local
destacan otras como la ‘Cockburn Association’, que desde fechas tan tempranas como
la década de 1870 trabaja por la conservación del patrimonio histórico y artístico de
Edimburgo[32]. En aquellas que fueron creadas bajo la iniciativa de entes
gubernamentales el carácter de independiente puede verse en cierta medida matizado.

Como ejemplos relevantes en el contexto latinoamericano destacan en este sentido el


Centro de Estudos Avançados da Conservação Integrada (CECI) de Brasil, o El
Centro de la Vivienda y Estudios Urbanos A. C. (CENVI) de México. La primera, con
sede en Olinda, tiene como misión el promover la conservación integrada urbana y
territorial dentro de la perspectiva del desarrollo sostenible. Para ello organiza
diferentes actividades dirigidas a la comunidad técnica y académica brasileña e
internacional, orientadas entre otros aspectos a la formación de gestores de
conservación urbana y territorial, especialmente de centros históricos[33]. La segunda,
en una línea similar, fue constituida legalmente en 1980 y constituye una
asociación sin fines de lucro integrada por profesionales de diferentes disciplinas.
Entre sus objetivos se encuentra el de contribuir de manera conjunta con otros actores
sociales “a la transformación democrática, equitativa e incluyente de las ciudades
mexicanas” mediante el fomento de la investigación, la difusión de conocimientos y la
intervención activa en procesos de planeación, diseño, producción o mejoramiento del
espacio urbano y habitacional[34].

Logros alcanzados en Europa, Latinoamérica y el Caribe

Europa

La recuperación de centros históricos ha constituido por lo general una parte


importante de las estrategias de promoción urbana y de proyectos de renovación de
gran envergadura llevados a cabo durante las últimas décadas en ciudades de
diferentes regiones del planeta. El fomento del turismo y las actividades culturales
asociadas a dicha actividad ha sido una de los principales motores para ello. En el
contexto europeo concretamente esto se ha visto como un importante recurso con el
que hacer frente tanto a la crisis industrial vivida a partir de los años setenta en
numerosas regiones del norte, como a la dependencia excesiva de la actividad
agropecuaria en amplias zonas del sur.

En casos como los de antiguas ciudades industriales que no cuentan con paisajes
urbanos y arquitectónicos armónicos y presumiblemente destacados, como Bradford,
Birmingham, Liverpool o Manchester en el Reino Unido, o Duisburg en Alemania, se
ha tenido que recurrir también para ello a la construcción de una nueva imagen para
inversores, visitantes y residentes con el objetivo de reemplazar connotaciones
negativas preexistentes (Law, 1994: 1; Tiesdell et al., 1996: 69 y 70). En este sentido
destacan especialmente casos como el de Glasgow en Escocia, donde junto a la
aplicación de medidas para la recuperación de zonas como la Merchant City, uno de
los máximos exponentes de la arquitectura victoriana del Reino Unido, su equipo de
gobierno optó por la elaboración de una imagen sofisticada de la ciudad como capital
cultural. Con ello se trató de paliar la visión negativa que se tenía sobre la misma por
los elevados índices de desempleo y de conflicto urbano existentes, produciéndose
con ello una ruptura consciente con el pasado al dejarse fuera del nuevo imaginario
construido al grupo obrero-industrial que le imprime un carácter distintivo (Ruiz
Ballesteros, 2000: 152 - 154). Esto se logró en buena medida mediante la celebración
de acontecimientos de gran alcance internacional y nacional, tras su nombramiento
como ‘Ciudad Europea de la Cultura’ en 1990 y la ‘UK City of Architecture and
Design’ en 1999. La imagen poco real pero vendible de la ciudad que se construyó
desde el gobierno local fue duramente criticada entonces por colectivos como el de los
‘Worker’s city’ (Boyle y Hughes, 1991: 217-228).

Por otra parte, los países que conformaron el antiguo bloque comunista han visto
también en el turismo cultural una vía con la que mejorar sus economías, dado el gran
potencial con el cuentan los monumentales centros históricos de muchas de sus
ciudades. Algunas como Budapest han aplicado en este sentido una inserción
controlada de las actividades turísticas en su centro histórico (González-Varas Ibáñez,
2005: 428). Otras como Varsovia, tras su reciente incorporación a la Unión Europea,
aspira con el desarrollo de iniciativas como el Proyecto de Ruta Real, que pretende la
regeneración de los recursos culturales del centro de la capital, a la mejora de la
competitividad de la región dentro del mercado turístico europeo (Nefanda Trepka,
2005).

Junto al turismo y el desarrollo de actividades culturales, otro aspecto que ha


impulsado la recuperación de centros históricos en Europa ha sido el interés de los
sectores medios y altos por residir en dichos espacios, atraídos tanto por el carácter
histórico que les caracteriza como por la conveniencia de la localización. También es
destacable la revalorización de algunas áreas antiguas urbanas a partir de la
conformación de espacios con viviendas, comercios y negocios orientados al público
homosexual. Es el caso de Canal Street en Manchester o del barrio de Chueca en
Madrid. Este último era durante la década de 1980 uno de los espacios más
conflictivos del centro tradicional de la capital española, con problemas de
prostitución y tráfico de drogas. Tras el establecimiento de la comunidad gay en la
zona se han abierto numerosos negocios, se han rehabilitado numerosas viviendas y se
ha conformado una intensa actividad comunitaria[35].

Países como Italia, España o Francia destacan especialmente en la puesta en marcha


de proyectos de actuaciones de rehabilitación integral con equipamiento urbano,
vivienda, programas sociales y zonas verdes, que han incluido medidas enfocadas a la
mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. Entre este tipo de experiencias las
más difundidas han sido posiblemente las de Bolonia y la de Barcelona, modelos que
se han convertido, pese a algunos problemas surgidos, en referentes internacionales
por su carácter integral al abordar en ambos casos de manera conjunta cuestiones de
índole política, económica, social y cultural. También merecen ser destacadas otras
quizás no tan conocidas, como la desarrollada para la revitalización del centro
histórico de Lyon en Francia, donde el “Plan de Salvaguarda y Puesta en valor del
viejo Lyon” se enfoca al mantenimiento de la autenticidad del barrio, contemplando
tanto el aspecto patrimonial como humano de la zona (Delas, 2004). O Málaga en
España, cuyo Programa para la Mejora del Medio Ambiente Urbano fue galardonado
con el premio HABITAT II de buenas prácticas en 1998, por desarrollar medidas de
sostenibilidad urbana y sensibilizar a la población sobre las cuestiones
ambientales[36]. No obstante, puede afirmarse que las experiencias encaminadas a
resolver el problema de vivienda y recursos de la población de bajos ingresos en
centros históricos de Europa continúan siendo por lo general bastante limitadas en la
práctica.

Es destacable asimismo la adopción de medidas encaminadas a la peatonalización de


calles y plazas, la construcción de aparcamientos subterráneos en los alrededores
(aunque también en puntos centrales), la recuperación del uso del tranvía o la
instalación de peajes para el acceso a los centros de algunas ciudades, destacando en
este último aspecto ciudades como Londres. Con el objetivo de regular el movimiento
de vehículos, ciudades como Barcelona, Bolonia, Dublín, Marsella y Trondheim
colaboran asimismo con el proyecto Gaudí del programa DRIVE2 de la Dirección
General XIII de la Comisión Europea, empleándose para ello una tecnología de tarjeta
inteligente con bolardos retráctiles gobernables desde el Centro de Control de Tráfico.

Por último debemos destacar los avances conseguidos en la conformación de una


conciencia más generalizada sobre la cuestión patrimonial entre la población europea
a través de la puesta en marcha de iniciativas como la celebración del ‘Heritage Day’.
Esta comenzó a desarrollarse en Francia a mediados de la década de 1980, poco
después de que en 1982 ICOMOS pusiera en marcha con el apoyo de UNESCO el
‘Día Internacional de los Monumentos y de los Sitios’ cada 18 de abril. A la iniciativa
francesa se fueron sumando otros países como Holanda (1987), Suecia (1988) o
Bélgica (1989), instituyéndose asimismo en 1991 con notable éxito el primer
‘European Heritage Day’ o día de “monumentos abiertos” (Van Brederode, 2005). En
el caso concreto del Reino Unido se desarrollan los ‘open doors days’, durante los
cuales numerosos edificios de interés histórico y artístico son abiertos al público de
manera gratuita[37]. La existencia de una conciencia más generalizada sobre la
cuestión patrimonial en algunas ciudades se advierte en polémicas como la desatada
en Barcelona para la defensa de la fábrica Can Ricart del siglo XIX, localizada en
Poble Nou (Grup de Patrimoni Industrial del Fòrum de la Ribera del Besòs, 2005).

Latinoamérica y el Caribe

El fomento del turismo y las actividades culturales asociadas a dicha actividad han
sido también uno de los principales motores que han impulsado la recuperación de
centros históricos de ciudades latinoamericanas y caribeñas. Como destacamos
anteriormente, el Banco Interamericano de Desarrollo ha llevado a cabo junto a
instituciones de diversa índole, una destacada labor en este sentido. Tras apoyar
durante la década de 1970 proyectos financiados y ejecutados por organismos
públicos, como el destinado al desarrollo turístico de la ciudad de Cuzco, pasó a
concentrar las inversiones en otros centros urbanos de la región Nordeste de Brasil, en
Ciudad de Panamá o en el barrio de la Boca en Buenos Aires. No obstante, estas
iniciativas no obtuvieron por lo general los resultados esperados, debido a los
problemas derivados de la especulación inmobiliaria y la expulsión de sus habitantes.
En el caso concreto del nordeste brasileño, las divergencias políticas entre los
gobiernos locales y regionales, y el escaso financiamiento local, dificultaron que
dicho proyecto, que recibió el nombre de PRODETUR, obtuviera relevantes
resultados, salvo en casos concretos como el de la ciudad de Recife (Mutal, 2005: 23
y 26; Rojas y Mouro Castro, 1999: 1).

En 1994 el BID comenzó una nueva línea de intervención con la concesión de 42


millones de dólares norteamericanos a la Municipalidad de Quito, orientada a
proyectos de conservación de patrimonio urbano que incluyen recursos para la
promoción de asociaciones público-privadas. Para garantizar la sostenibilidad de los
mismos a largo plazo, pasó a concentrar su apoyo en operaciones que tienen probados
beneficios económicos, induciendo a los gobiernos prestatarios a reformar
instituciones y políticas relacionadas con esta materia (Rojas, s.d.: 15). A fines de la
década de 1990 la UNESCO y el BID pusieron en marcha de manera conjunta con el
Ministerio de Cultura brasileño y el IPHAN, el programa MONUMENTA. Con esta
iniciativa se pretende la revitalización de manera sostenible de los principales
conjuntos patrimoniales urbanos de Brasil. Para ello incluye acciones que van desde
las intervenciones de conservación y restauración hasta la aplicación de medidas
educativas, gerenciales y administrativas que hagan posible “el retorno social y
económico de las inversiones” realizadas[38].

Entre las iniciativas que han contado con el apoyo del BID durante los últimos años se
encuentran otras como el ‘Proyecto estación de Montevideo’, orientado a la
rehabilitación y equipamiento de la estación de ferrocarriles General Artigas para
fines culturales y comerciales con el sector privado. También el ‘Proyecto centro de
São Paulo’, que desde el 2001 pretende la revitalización del centro histórico de la
metrópoli brasileña garantizando su diversidad funcional y el incremento del peso de
la residencial, consolidando la identidad de la zona, recuperando los espacios públicos
y creando mecanismos de gestión democrática (Mutal, 2005: 27-28).

Un caso peculiar lo constituye el de La Habana, donde las actividades turísticas y sus


servicios asociados son las que han procurado los fondos públicos y privados para la
puesta en marcha de una estrategia integral para la gestión de la salvaguarda de la
Habana Vieja. Tras la caída del bloque soviético, Cuba perdió uno de sus máximos
aliados y su economía se vio debilitada. Con el fin de hacer frente a esta nueva
coyuntura, el gobierno cubano aprobó un paquete de medidas orientado en buena
medida al crecimiento de la actividad turística en el país y la apertura al capital
foráneo. Con la puesta en vigor del Decreto–Ley 143 de octubre de 1993, se reconoció
una autoridad única para la conducción del proceso de rehabilitación: la Oficina del
Historiador de la ciudad de La Habana. Esta puso en marcha proyectos turísticos con
apoyo de capitales privados, cuyos beneficios se han reinvertido en la mejora de la
infraestructura de la zona y en programas sociales[39] (Ochoa Alomá, 2002: 50 y 52)
(ver figuras 1 y 2). No obstante, en la práctica se han intervenido principalmente
aquellos puntos que concentran los principales atractivos turísticos en la Habana Vieja
y se ha producido el desplazamiento de parte de su población residente.

Figuras 1 y 2: Plaza de la Catedral ocupada por establecimiento turístico y mejora del espacio público en la Plaza
Vieja (La Habana, Cuba).
Fotos: Emilio Luque Azcona (2005) y Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana.

Fruto de las medidas aplicadas hasta la fecha ciertas ciudades de Brasil, Cuba,
México, Perú o República Dominicana, principalmente, han desarrollado
infraestructuras que les permiten acoger a un importante volumen de turistas
internacionales, y otras de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Uruguay o
Venezuela, a turistas nacionales y de países vecinos. En algunos casos, el fomento de
la actividad turística ha permitido la obtención de recursos para la protección y la
rehabilitación del patrimonio edilicio y el crecimiento del sector terciario. Este se ha
llevado a cabo mediante políticas encaminadas por lo general a la construcción de
museos y centros culturales, la erradicación del comercio ambulante y la expulsión de
la población residente (Carrión, 2000: 20). Asimismo, en ciudades como La Habana,
Lima, México, Morelia, Ouro Preto y Quito se ha procedido a la reubicación del
comercio callejero, creándose en algunos casos zonas especiales para el desarrollo de
dicha actividad[40] (Cabrales Barajas, 2002; Mutal, 2005: 31).
Las experiencias encaminadas a resolver el problema de vivienda y recursos de la
población de bajos ingresos en centros históricos han sido bastante escasas por lo
general en el ámbito latinoamericano y caribeño. En este sentido destacan apenas
algunas iniciativas como las desarrolladas en La Habana y Quito principalmente,
ciudades que han contado con planes integrales de actuación que plantean estrategias
y programas orientados a la conformación de una “sustentabilidad social de los
procesos de rescate” (Coulomb, 2005: 100). En la primera concretamente, los vecinos
son realojados temporalmente por lo general en construcciones prefabricadas mientras
se desarrollan los trabajos de restauración de sus viviendas, al tiempo que se han
venido fomentando aspectos como la rehabilitación participativa (Rodríguez Alomá,
2005c: 82). En la capital ecuatoriana destacan en este sentido iniciativas como la del
‘Proyecto de Vivienda Social del Centro Histórico de Quito’, que financiada por el
BID, ha buscado la generación de viviendas dignas a un precio asequible para la
población residente con menor nivel de ingresos, preservando al mismo tiempo el
valor histórico y monumental de la zona (Carrión, 2000: 21).

Otras ciudades en las que se han puesto en marcha medidas orientadas a la resolución
de esta problemática son Lima, México y Montevideo. En la segunda concretamente.
fue a partir del terremoto de 1985 cuando se pusieron en práctica modelos
experimentales de organizaciones cooperativas y asociaciones de vecinos destinadas a
la recuperación de su centro histórico. No obstante, planes estratégicos desarrollados
posteriormente, como el diseñado por el Fideicomiso del Centro Histórico, que incluía
medidas para favorecer el desarrollo social, no pudieron ponerse en práctica por los
escasos recursos destinados para su ejecución[41] (Coulomb, 2005: 101; Mesías
González y Suárez Pareyón, 2002).

Con respecto a la peatonalización de calles y plazas, este tipo de medidas han


encontrado por lo general una férrea oposición en la opinión pública, siendo hasta el
momento escasos los avances experimentados en este sentido. La ciudad brasileña de
Curitiba, que en la actualidad cuenta con una extensa zona peatonalizada en su centro
histórico, fue pionera en este sentido. Junto a ella, otras como Buenos Aires, Rosario,
San José de Costa Rica, Santiago de Chile y más recientemente Bogotá, también
destacan en la puesta en marcha de medidas de este tipo que han obtenido resultados
muy positivos.

Por último, poner de relieve algunos esfuerzos realizados con el objetivo de


concienciar a la opinión pública de la región sobre la cuestión patrimonial, mediante
la conmemoración del Día del Patrimonio. Esto se ha producido tanto a nivel local,
como Montevideo o Santiago de Chile entre otras, y supranacional, en instituciones
como el MERCOSUR.
Objetivos por alcanzar

A pesar de los avances conseguidos, son todavía numerosos los retos que quedan por
solventar en los procesos de revitalización de centros históricos en las regiones
analizadas. En el plano de nacional, regional y local, tanto en Europa como en
América Latina y el Caribe, uno de los principales consiste en conseguir mecanismos
de actuación más eficaces que permitan la puesta en marcha de programas coherentes
para la mejora de dichos espacios. En muchos casos esto último se ve dificultado por
el uso político con fines partidistas del patrimonio y su consideración como recurso
del que sacar partido, hecho que lleva en muchos casos a que se piense más en las
necesidades de inversores y visitantes, que en las de los residentes en centros
históricos. También a apostar únicamente por proyectos con resultados a corto plazo,
de cara a la obtención de votos. Junto a ello, la excesiva burocracia, la falta de
estructuras con las que darles continuidad, la poca conciencia patrimonial o la
carencia de fondos. También los enfrentamientos partidistas entre instituciones
involucradas en la gestión patrimonial dificultan el consenso o la aplicación de
medidas proyectadas. En este sentido, en casos como el de Roma por ejemplo, la ya
mencionada ‘L’Ufficio speciale per gli intervente sul centro storico’ mantiene difíciles
relaciones con los demás servicios municipales, con las autoridades del Estado e
incluso con el vecindario (Office for the Management of the Historic Centre, 2005).
En Lima, por otra parte, existe también una falta de entendimiento entre los gobiernos
locales y central sobre el uso de los fondos, y discrepancias con el Instituto Nacional
de Cultura (Mutal, 2005: 30)[42].

Asimismo, el general desentendimiento que existe entre políticos, académicos y el


resto de los ciudadanos es otro factor a tener en cuenta. La práctica evidencia que los
grupos económicamente dominantes y los marginados difieren tanto en la manera de
entender la ciudad como en la capacidad para influir sobre la agenda urbana. Por otra
parte, las visiones y los proyectos de planificadores y arquitectos no suelen coincidir
con la dimensión también subjetiva o perceptiva que los habitantes tienen de su
entorno, aun cuando las iniciativas aplicadas se proyecten con las mejores intenciones
de paliar determinadas carencias existentes. Los tres grupos poseen por lo
general diferentes visiones respecto a cómo debe intervenirse el patrimonio, haciendo
por ello muchas veces los políticos caso omiso a las recomendaciones de los
académicos y a lo que piensa la población afectada por las medidas previstas. En este
sentido es mucho todavía lo que queda por recorrer para lograr en la práctica una
participación ciudadana efectiva en el sistema de planificación territorial. Si bien
existen numerosos ejemplos de ciudades que cuentan con modelos de
descentralización territorial, identidades de barrio o vecinales reconocidas y
estructuras representativas que estimulan la participación ciudadana, resulta difícil en
muchas ocasiones cerrar el paso a especuladores y profesionales que imponen sus
criterios sin un consenso y control social efectivo.

En Europa las principales deficiencias en este sentido continúan siendo en términos


generales lo limitado de la información que llega al ciudadano y la falta de interés de
muchos en participar, a menos que se vean directamente afectados por las medidas
previstas. En el ámbito latinoamericano y caribeño, con el incremento de la pobreza
son más los excluidos que carecen de canales de participación, siendo por lo general
los planes de intervención pocas veces discutidos. Entre las experiencias de procesos
participativos como estrategia para la reducción de la pobreza en América Latina, en
la que se debaten cuestiones relativas al medio urbano, merecen una especial mención
la del Presupuesto Participativo en Porto Alegre (Brasil) o iniciativas como la de Lima
con la ‘Oficina General de Participación Vecinal’. También proyectos como el de
‘Bogotá, ¿cómo vamos?’, iniciativa popular de carácter local cuyo principal propósito
es llevar a cabo una evaluación continua de los cambios que se van produciendo en la
calidad de vida de la capital colombiana[43].

Todas estas carencias explican en parte el hecho de que en la actualidad, a pesar de


haberse solventado en buena medida la carencia de profesionales y de leyes en esta
materia, continúen produciéndose numerosas deficiencias en la aplicación de estas
últimas. Como consecuencia de ello durante las dos últimas décadas numerosos
centros históricos han continuado deteriorándose, al permanecer en un estado casi
total de abandono. También se han producido algunas transformaciones profundas en
sus paisajes urbanos y arquitectónicos, especialmente en Latinoamérica y el Caribe,
aunque tampoco algunas ciudades europeas se encuentran al margen de dicho proceso.
Ni siquiera Barcelona, ciudad en la que según destaca el geógrafo Horacio Capel no
se ha prestado atención suficiente al patrimonio inmueble, al haberse destruido
edificios de interés histórico y artístico que podrían haberse rehabilitado, y se han
permitido “construcciones poco respetuosas con el ambiente” (Capel, 2005: 63 – 71).

Esta situación responde en líneas generales a factores muy diversos. Entre ellos se
encuentra el incremento excesivo del precio del suelo de áreas con potencial de
renovación, situación que lleva a numerosos propietarios a abandonar sus viejos
inmuebles con el objetivo de que empresas constructoras, interesadas principalmente
por los solares, los compren. Estas últimas prefieren por lo general, por motivos
económicos, proceder al derribo de lo existente con el objetivo de construir oficinas o
viviendas de nueva planta. Por ello, en aquellas ciudades en las que no existen
controles exhaustivos, se terminan perdiendo valiosos testimonios arquitectónicos o se
preservan todo lo más las fachadas de algunos considerados como más relevantes. En
países como el Reino Unido por ejemplo, no ha sido hasta 1991 cuando las
demoliciones de edificios, estuvieran o no en ‘conservation areas’, comenzaron a
requerir de ‘planning permission’, hecho que propició hasta esos momentos la pérdida
de valiosos testimonios arquitectónicos (Tiesdell et al., 1996: 60).

También el empeño de numerosas ciudades por contar con edificios monumento o


“icónicos”, en muchos casos como logo construido de una identidad renovada,
ocasiona a veces la inclusión de construcciones en centros históricos que
desencadenan polémicas[44], como ha sucedido por ejemplo con la nueva sede del
Parlamento de Escocia, obra del arquitecto catalán Enric Miralles. En otros casos,
como el de Ávila en España por ejemplo, el conflicto se ha desatado a raíz de la
construcción de un edificio que no es icónico, concretamente el bloque de viviendas
del arquitecto Rafael Moneo junto a la muralla de la ciudad, al que se opuso en el año
2003 gran parte del vecindario de la ciudad y el Comité del Patrimonio Mundial de la
UNESCO, por no encontrarse “proporcionado al conjunto de la plaza”[45].

Por otra parte, los deseos de una malentendida modernización siguen ocasionando la
desaparición de valiosos testimonios de arquitectura regional o local que son
sustituidos por edificios que no contribuyen al enriquecimiento del patrimonio edilicio
existente. Es el caso por ejemplo de lo que está sucediendo con la arquitectura de
madera en ciudades como Estambul (Turquía)[46], o de tierra al Norte de México[47].
En el sentido opuesto, también es posible observar la tendencia al mantenimiento de
algunos monumentos como los de Antigua de Guatemala, reducidos a ruinas. Por
último, es preciso destacar asimismo con respecto al patrimonio inmueble de los
centros históricos, la presión a la que numerosos complejos monumentales y entornos
turísticos se están viendo sometidos, como consecuencia del desarrollo del turismo de
masas.

Desde el punto de vista funcional, numerosos centros históricos europeos,


latinoamericanos y caribeños corren el peligro de reproducir el tipo de desarrollo
urbano segregado de las áreas de expansión periférica. Ello se debe a la falta de
interés o la dificultad existente para poner en marcha medidas que les conviertan en
ámbitos plurifuncionales y en espacios de cultura y vida, donde convivan sectores
sociales diferentes y los distintos grupos representativos de las sociedades en las que
se insertan. Y es que los procesos de gentrificación en general siguen ocasionando la
expulsión de la población residente de escasos recursos, y el cierre de comercios e
industrias tradicionales.

Esta situación se ha visto acelerada con el desarrollo de la actividad turística,


destacando en este sentido casos como el del ‘Temple Bar’ de Dublín (Irlanda). Allí,
como consecuencia de la especulación urbana desatada a raíz del turismo, el grupo de
artistas que residía y daba identidad a la zona se vio obligado a desplazarse a otros
puntos de la ciudad tras el aumento de los precios de los alquileres. No obstante, las
medidas puestas en marcha han permitido incrementar la población residente y
consolidar a ese espacio como punto de ocio y encuentro de la comunidad local y los
turistas (Tiesdell et al., 1996: 88 - 94) (ver figuras 3 y 4).

Figuras 3 y 4: Fachada característica de uno de los


numerosos pubs y mercado de artesanías y souvenir en la
zona del Temple Bar (Dublín, Irlanda).
Fotos: E. L. A. (2006).

En otros casos ha sido el auge inmobiliario desatado en aquellos centros en los que se
ha potenciado la función residencial de sectores medios y altos de la sociedad, el
responsable de la sustitución del tradicional vecindario por otro de mayor poder
adquisitivo. Es lo que sucede por ejemplo en el sector de la Alameda – San Gil de
Sevilla (España), donde incluso los conocidos popularmente como “asustaviejas”
atemorizan a la población residente anciana para que abandone sus antiguas viviendas.
Con ello, además de perderse manifestaciones culturales y rituales que prácticamente
permanecen vivos en esa zona de la ciudad, también se está viendo afectada la
industria tradicional del barrio. En este sentido, resulta admirable la labor desarrollada
por diversos colectivos, como La Plataforma Casa del Pumarejo, para la defensa de
los intereses del vecindario.

La existencia ya en su momento de situaciones de este tipo ha llevado a los miembros


de la Coalición Internacional para el Habitat (HIC), en su asamblea celebrada en
Nairobi en 1997, a emprender un análisis sobre los procesos de exclusión y de
expulsión de los habitantes de los centros históricos, especialmente en Europa.
Gracias al mismo se pudieron identificar experiencias de movilizaciones contra
desalojos y de lucha por el derecho a una vivienda digna en esos espacios, algunas de
las cuales son descritas en el trabajo de Joel Audefroy y Cesare Ottolini titulado Vivir
en los centros históricos. Experiencias y luchas de los habitantes por permanecer en
los centros[48] (Audefroy y Ottolini, 1999).

En América Latina y el Caribe los grupos de alto poder adquisitivo no encuentran en


los centros históricos las condiciones que precisan para residir, prefiriendo por lo
general las periferias urbanas por las mejores condiciones medioambientales y la
segregación socio espacial que les otorga mayor seguridad frente al incremento de los
índices de violencia. Algunas como el recinto amurallado de Cartagena o Antigua de
Guatemala constituyen excepciones al respecto, al haber sido gran parte de sus
inmuebles renovados como segundas viviendas para sectores acomodados (Rojas: 5 y
14). También en otras como las de Panamá, San Juan de Puerto Rico o algunas
ciudades del sur de Brasil, se están produciendo alarmantes casos de especulación
inmobiliaria que están propiciando la expulsión de sus habitantes tradicionales (Mutal,
2005: 31). El poco interés por intentar revertir este tipo de procesos se manifiesta en
aspectos tales como la escasa existencia de mapas sociales y económicos de estos
espacios, frente al importante número de inventarios y catálogos llevados a cabo sobre
el patrimonio urbano y arquitectónico (Coulomb, 2005: 100).

Los procesos de intervención desarrollados en áreas antiguas latinoamericanas y


caribeñas, especialmente los orientados al fomento de la actividad turística, están
generando asimismo en la práctica una semiprivatización de espacios públicos. Con
ello se intenta dar respuesta al incremento de los índices de violencia urbana
registrados, concretamente mediante políticas de vigilancia policial y de una sutil y a
veces evidente separación étnica y social. El uso y disfrute para determinados sectores
privilegiados de la sociedad de zonas como el barrio de la Candelaria de Bogotá, el
área colonial de Santo Domingo o el barrio del Pelourinho en Salvador de Bahia,
permite que sean concebidos como espacios seguros. También lugares como el frente
ribereño de Guayaquil, donde como consecuencia de las medidas puestas en marcha
por el Proyecto Malecón 2000, un extensa área del litoral urbano que abarca algunos
de los monumentos más significativos de la ciudad ha sido vallada y convertida en
parque urbano. Los abusos de autoridad cometidos por la empresa privada encargada
de la gestión de la zona a la hora de controlar el acceso al recinto y el comportamiento
de los visitantes han generado en este sentido numerosas críticas (Garcés, 2004)[49].

La expulsión de los vecinos tradicionales de las áreas intervenidas, y la exclusión de


los sectores más marginados de espacios públicos que se reservan para el uso y
disfrute de sectores medios y altos de la sociedad, atentan contra el derecho del
conjunto de la sociedad a beneficiarse de los bienes culturales preservados por medio
de la inversión pública. Asimismo, dificultan la salvaguardia del patrimonio cultural
inmaterial, por perderse con ello manifestaciones culturales espontáneas
protagonizadas por personas que mantenían un vínculo afectivo con el espacio que
habitaban o frecuentaban. Con ello se está contribuyendo a la destrucción de la
identidad de numerosas áreas urbanas.

No obstante, en América Latina se encuentran algunas experiencias parcialmente


exitosas, en el sentido de que con el fomento del turismo se han logrado dinamizar
centros históricos deprimidos, sin recurrir para ello hasta el momento a la expulsión
de su población residente ni a la semiprivatización de calles y plazas. Nos referimos
concretamente a barrios como el de San Telmo de Buenos Aires (Argentina), o el de
la Ciudad Vieja de Montevideo (Uruguay). Gracias a ello, ambos espacios conforman
en la actualidad lugares de encuentro y ocio tanto para la comunidad local como para
los turistas. Estos ejemplos corresponden precisamente a dos ciudades que presentan
una estructura social menos desigual dentro del contexto latinoamericano (ver figuras
5, 6 y 7).

Figuras 5 y 6: Mercado de alimentos y espacios de ocio en el barrio de San Telmo (Buenos Aires, Argentina).
Fotos: E. L. A. (2006).
Figura 7: Mercado de antigüedades en la plaza Matriz de la Ciudad Vieja (Montevideo, Uruguay).
Foto: E. L. A. (1999).

Debemos destacar asimismo para los casos latinoamericano y caribeño el hecho de


que continúe existiendo un ámbito muy restringido de consumo de bienes culturales
entre la población, aspecto que propicia la carencia de una conciencia generalizada
sobre la cuestión patrimonial. Es todavía común para amplios sectores de la sociedad
relacionar el concepto de patrimonio únicamente con aquellos monumentos y
manifestaciones culturales que se refieren a las producciones de las élites o que
enfatizan la idea de Nación. También el considerar que la región no cuenta con
manifestaciones artísticas y monumentos de la relevancia de la europea, y ver en lo
antiguo una contraposición con el progreso y el desarrollo, esto último especialmente
en aquellas zonas que tienen una influencia más directa de la cultura de Estados
Unidos de Norteamérica.

Por otra parte, en el ámbito de la cooperación internacional es preciso evitar que la


existencia de una multiplicidad de iniciativas a veces redundantes y superpuestas
continúe motivando una disgregación de los esfuerzos realizados. También, como
destacan autores como Silvio Mendes Zancheti, Vera Milet o Virginia Puntual, es
necesario que organizaciones como UNESCO adquieran un mayor nivel de
conocimiento de la idiosincrasia que caracteriza a regiones como la latinoamericana y
la caribeña (Mendes Zancheti, 2005b: 154; Milet and Pontual, 1999).

Conclusiones

Gracias a todo lo expuesto puede observarse cómo en el caso europeo, en el


latinoamericano y caribeño se han producido durante los últimos veinticinco años
importantes avances en lo que respecta a los mecanismos de gestión patrimonial, la
participación conjunta de capitales públicos y privados o la elaboración de leyes y
planes de intervención. Durante este período diferentes instituciones han contribuido
al intercambio de información y de experiencias entre ciudades, la formación de
especialistas y el diseño de planes específicos de intervención. Asimismo, se han
conseguido algunos logros en materia de participación ciudadana en la planificación
territorial, aunque siguen siendo escasas las iniciativas puestas en marcha en las que la
decisión de estos últimos haya tenido un amplio alcance a efectos prácticos.

En las tres regiones se han producido en términos generales mejoras respecto a las
infraestructuras y la recuperación de inmuebles de valor histórico y artístico existentes
en centros históricos, si bien la falta de recursos o de conciencia patrimonial mantiene
aún a un buen número en un estado casi total de abandono, especialmente en América
Latina y el Caribe. En algunas ciudades europeas se ha conseguido incorporar una
arquitectura contemporánea de calidad en esos espacios, con la que se ha contribuido
al enriquecimiento del legado patrimonial de las mismas de cara a futuras
generaciones, aunque en otros casos este tipo de actuaciones no han logrado dicho
propósito. Asimismo, se han puesto en marcha iniciativas de peatonalización de
plazas y calles, construcción de aparcamientos subterráneos en puntos periféricos y
reimplantación de tranvías, con las que se están obteniendo resultados muy positivos,
que para los casos latinoamericano y caribeño son de más limitado alcance.

La atracción de inversiones y de visitantes conforma el principal incentivo que lleva a


gobiernos locales de ambos continentes a la puesta en marcha de proyectos orientados
a intervenir en esas zonas. En el caso europeo se une a ello el interés de los sectores
medios y altos de la población por habitar en esos espacios. No obstante, a pesar de
que en esta última se han conseguido mayores avances respecto al incremento de la
función residencial en centros históricos, tampoco allí se está logrando por lo general
la conformación de espacios en los que convivan diferentes grupos sociales y
culturales de manera conjunta. La especulación inmobiliaria y el impacto del turismo
son los principales factores que continúan expulsando por lo general a la población de
menores recursos, fenómeno que se repite de manera parecida tanto en Europa como
en algunas ciudades del otro lado del Atlántico.
Este aspecto es precisamente uno de los principales asuntos que se deben continuar
denunciando, a pesar de tratarse de una cuestión que aparece recogida desde hace
tiempo en diferentes documentos relativos a la gestión de centros históricos. Es
necesario que los políticos implicados en la gestión de proyectos pongan los medios a
su alcance para evitar que hechos de esta índole continúen produciéndose, ya que con
todo ello se dificulta la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial característico
de esos espacios. También para el caso latinoamericano deben evitarse las
semiprivatizaciones de espacios públicos, puesto que con ello se atenta contra el
derecho del conjunto de la sociedad a beneficiarse de los bienes culturales preservados
por medio de la inversión pública.

Entre los factores que dificultan el cumplimiento de lo dispuesto en los documentos


internacionales y lo expresado por los especialistas de diferentes disciplinas, se
encuentran algunos como el desentendimiento existente entre políticos, técnicos,
académicos y el resto de los ciudadanos; el uso político del patrimonio y su
consideración como recurso del que sacar partido; o la ausencia de mecanismos de
actuación eficaces que permitan la puesta en marcha de programas coherentes para la
recuperación de centros históricos. También la falta de políticas encaminadas a
concienciar al conjunto de la población sobre la relevancia de sus respectivas
herencias patrimoniales, tanto material como inmaterial. Asimismo, en el ámbito de la
cooperación internacional son destacables aspectos como la disgregación de esfuerzos
existente, que podría paliarse evitando la puesta en marcha de iniciativas redundantes
y superpuestas; o el desconocimiento que a veces determinadas instituciones poseen
con respecto a la idiosincrasia que caracteriza a las regiones sobre las que aplican sus
proyectos.

Estos conforman algunos de los principales retos que tanto políticos como técnicos,
académicos y ciudadanos de ambas orillas del Atlántico, tenemos de cara al futuro
para la salvaguarda efectiva de los centros históricos de nuestras ciudades. En este
sentido, el aprendizaje recíproco de los errores y aciertos cometidos en las regiones
analizadas aporta nuevas pistas a un debate que, lejos de agotarse, continua más
abierto que nunca.

Notas

[1] Por recomendación de uno de los evaluadores del presente artículo y para evitar posibles confusiones en los
lectores del presente artículo, empleamos el término ‘centro histórico’ en lugar del de ‘área central antigua’. Este
último, como explicamos en el apartado dedicado a las novedades aparecidas en el marco conceptual, es preferido
por diversos especialistas, dado que las ciudades por lo general cuentan con más de una centralidad, y la percepción
de lo histórico y la protección mediante legislación tienden a extenderse desde los tradicionales centros históricos al
conjunto de las tramas urbanas.

[2] Trabajo realizado con el apoyo de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación del Ministerio de
Educación y Ciencia de España.
[3] Las principales instituciones de alcance internacional creadas entre las décadas de 1930 y 1970 fueron entre otras
United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO) - 1946, International Council of
Museums (ICOM) – 1946, International organization for conservation of cultural heritage (ICCROM) – 1959 e
International Council of Monuments and Sites (ICOMOS) – 1965. Con respecto a los documentos redactados
durante el mismo período mencionamos algunos como la Carta de Atenas – 1931, Carta de Urbanismo de Atenas –
1933, Carta de Gubbio – 1960, Carta de Venecia – 1964, Normas de Quito – 1967, Carta de Ámsterdam – 1975,
Declaración de Nairobi – 1976, Carta de Machu Picchu – 1977.

[4] En este sentido, el Grupo de Trabajo Urbano establecido por el gobierno británico en 1998 para determinar las
causas de la decadencia urbana en las ciudades del Reino Unido, destaca en su informe la necesidad de conformar
ciudades de barrios compactas “que proporcionen espacios de viviendas, trabajo y ocio en una corta distancia, con
nuevas actuaciones urbanísticas centradas en las zonas industriales abandonadas y en la recuperación del tejido
existentes, y centros claramente definidos que limiten la expansión periférica y protejan al campo” (Urban Task
Force, 1999).

[5] Dicha apreciación fue puesta de relieve por varios de los ponentes que participaron en el IV Encuentro
Internacional sobre Manejo y Gestión de Centros Históricos, celebrado en La Habana (Cuba) entre el 6 y el 9 de
diciembre de 2005.

[6] UNESCO [en línea] <http://whc.unesco.org/uploads/activities/projects/documents/project-67-2.doc> [18 de


junio de 2006].

[7] DoCoMoMo International [en línea] <http://www.docomomo.com/> [23 de marzo de 2006].

[8] Informaciones aportadas en el Seminario ‘Monuments&Sites at Risk: A presentation of ICOMOS Actions’,


celebrado en Edimburgo el 8 de septiembre de 2006 (April …et al., 2004; ICOMOS news, 2006).

[9] Ajuntament de Barcelona [en línea] <http://w3.bcn.es/V45/Home/V45HomeLinkPl/0,3698,60797962

_60807369_2,00.html> [25 de agosto de 2006].

[10] Este se define como “el conjunto o formas de cultura tradicional y popular o folklórica”, incluyendo en ellas
“las tradiciones orales, las costumbres, las lenguas, la música, los bailes, los rituales, las fiestas, la medicina
tradicional y la farmacopea, las artes culinarias y todas las habilidades especiales relacionadas con los aspectos
materiales de la cultura tales como las herramientas y el hábitat”. UNESCO [en línea]
http://www.unesco.org/culture/heritage/intangible/html_sp/index_sp.shtml [1 de junio de 2006].

[11] Información aportada por Armando Silva en el seminario Imaginarios urbanos: de ida y vuelta, organizado por
la Universidad Internacional de Andalucía en enero de 2006 en Sevilla (España).

[12] Entre ellos destacamos algunos trabajos que aparecen citados en la bibliografía consultada (Appleyard, 1979;
Carrión, 2001; Castlefield Management Company, 1993; Da Bologna a Palermo…, 1993; Ferrer Regales, 2003;
González-Varas Ibáñez, 2005; Hardoy y Gutman, 1992; Larkham, 1992; Mendes Zancheti, et al., 1998a; Ochoa
Alomá, 2002; Raspi Serra, 1990; Roberts and Sykes, 1999; Tiesdell et al., 1996).

[13] Durante los preparativos de la Conferencia de Naciones Unidas Habitat II surgió la primera Convocatoria de
Buenas Prácticas. Con esta iniciativa se pretendió la identificación de políticas y actuaciones urbanas eficaces para
la mejora sostenible de las condiciones de vida en las ciudades y pueblos. No obstante, a niveles prácticos los logros
de esta iniciativa han sido bastante limitados. La Municipalidad de Dubai anunció entonces la creación del `Premio
Internacional de Buenas Prácticas para la mejora de las condiciones de vida’. Para más información consultar la
Web de UNESCO en el siguiente enlace: http://www.un.org/Conferences/habitat/ (21/08/2006).
[14] El PNUD utiliza su red mundial para ayudar al sistema de las Naciones Unidas y a sus asociados a despertar
una mayor conciencia y verificar los progresos realizados en aspectos relacionados con la reducción de la pobreza,
la enfermedad, el analfabetismo, la degradación del medio ambiente y la discriminación contra la mujer. Asimismo,
conecta a los países con los conocimientos y los recursos necesarios para lograr estos objetivos. PNUD [en línea]
<http://www.undp.org/> [3 de marzo de 2006].

[15] Entre ellas se encuentran algunas como la Cátedra UNESCO en conservación del patrimonio urbano y
arquitectónico, establecida en 1998 en el Instituto para el Arte de la Restauración (Federación Rusa); Cátedra
UNESCO en conservación y gestión de centros históricos, creada en 1999 en ‘Samarcanda State Architectural and
Civil Engineering Institute Miezo Ulugbek’ (Uzbekistán) o la Cátedra UNESCO en gestión del patrimonio cultural
integrado a la planificación urbana en América Latina, iniciada en el año 2000 en la Universidad Federal de
Pernambuco (Brasil). Portal Urbo [en línea]
<http://urbo.ovpm.org/index.php?module=pagesetter&tid=2&rc=1&filter=categorie:eq:60&newlang=eng> [17 de
agosto de 2006].

[16] Entre 1991 y 2005 la OWHC ha celebrado concretamente ocho coloquios internacionales, en los que se han
debatido diferentes problemáticas que afectan a las Ciudades del Patrimonio. Las sedes han sido Québec (1991), Fez
(1993), Bergen (1995), Évora (1997), Santiago de Compostela (1999), Puebla (2001), Rodas (2003) y Cuzco (2005).
En ellos se han tratado cuestiones que se relacionan tanto con la gestión, como con el intercambio de información, el
turismo o la educación patrimonial.

[17] Datos aportados por Juan Manuel Martínez en su conferencia sobre la Organización de Ciudades del
Patrimonio Mundial, impartida en el ya citado IV Encuentro Internacional sobre Manejo y Gestión de Centros
Históricos celebrado en La Habana.

[18] CIVVIH [en línea] <http://civvih.icomos.org/> [11 de agosto de 2006].

[19] ICOMOS [en línea] <http://www.international.icomos.org/charters/towns_e.htm> [16 de agosto de 2006].

[20] CIIC [en línea] <http://www.icomos-ciic.org/INDEX_ingl.htm> [17 de agosto de 2006].

[21] European Commission [en línea] <http://ec.europa.eu/comm/europeaid/projects/urbal/index_

en.htm> [21 de agosto de 2006].

[22] El CICOP posee subsedes en Argentina, Bolivia, Cuba, EEUU, Grecia, Italia, México, Paraguay, Perú, Portugal
y Siria Entre sus programas de actuación se encuentra la línea de colaboración que mantiene con la Oficina del
Historiador de la Ciudad de La Habana para la recuperación de su centro histórico. CICOP [en línea]
<http://www.cicop.com/> [11 de agosto de 2006].

[23] BID [en línea] <http://www.iadb.org/index.cfm?language=spanish> [10 de enero de 2006]

[24] AECI [en línea] <http://www.aeci.es/> [15 de agosto de 2006].

[25] SIRCHAL [en línea] <http://www.archi.fr/SIRCHAL/index.html> [14 de agosto de 2006].

[26] En este sentido, diversas universidades españolas han puesto en marcha durante los últimos años programas de
maestrías y doctorados orientados específicamente a la formación de especialistas iberoamericanos en temáticas
relacionadas con el patrimonio cultural. Entre ellas se encuentran algunas como la Universidad Internacional de
Andalucía, con su Maestría en Conservación del Patrimonio, o la Universidad Pablo de Olavide, con su programa
de doctorado sobre Historia del Arte y Gestión Cultural en el Mundo Hispánico.

[27] REDIPAC [en línea] <http://www.aegpc.org/aegpc/home/redipac.htm> [17 de agosto de 2006].


[28] CRESPIAL [en línea] <http://www.crespial.org/antecedentes.htm> [10 de agosto de 2006].

[29] El Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO exige precisamente en este punto, que todas las ciudades y
sitios patrimoniales urbanos tengan un plano de gestión de conservación y una entidad responsable para su
aplicación (Mendes Zancheti, 2005a: 1 y 2).

[30] Un ejemplo en este sentido lo conforman proyectos como el ‘Corredor Rio’ que, puesto inicialmente en marcha
por el gobierno local de Rio de Janeiro, ha logrado unir con el tiempo recursos estatales y privados, permitiendo la
recuperación arquitectónica de numerosos inmuebles y la revalorización de espacios públicos (Mutal, 2005: 28 y
29).

[31] ‘Foment de Ciutat Vella’ [en línea] <http://www.fomentciutatvella.net/esp/> [26 de agosto de 2006].

[32] Cockburn Association [en línea] <http://www.cockburnassociation.org.uk/> [17 de marzo de 2006].

[33] CECI [en línea] <http://www.ceci-br.org> [10 de agosto de 2006].

[34] CENVI [en línea] <http://www.cenvi.org.mx/> [9 de agosto de 2006].

[35] Fruto de las mejoras producidas en la zona, en 1997 el precio de las casas subió un 10%, la demanda de
alquileres creció en un 30% y hubo un aumento del 50% en locales nuevos. “Ocio de invierno en Chueca” [en
línea]. El País digital. Madrid, 20 de enero de
2000. <http://www.elpais.es/articulo/madrid/MADRID/MADRID_/MUNICIPIO/CENTRO_/DISTRITO/_MADRI
D/MADRID/MADRID_/MUNICIPIO/MADRID/elpepiautmad/20000120elpmad_19/Tes/> [23 de agosto de
2006]. Para más información consultar GARCÍA ESCALONA, E. (2000) Del ‘armario’ al barrio: aproximación a un
nuevo espacio urbano. En: Anales de Geografía de la Universidad Complutense. Madrid: Servicio de Publicaciones
de la Universidad Complutense.

[36] Ayuntamiento de Málaga [en línea] <http://www.urbalmalaga.com/index.php> [22 de agosto de 2006].

[37] Otras iniciativas destacables en este sentido son la ‘Noche del Patrimonio’ en Francia o las ‘Noches Blancas’ de
la cultura que, involucrando al patrimonio, se celebran en varias ciudades europeas.

[38] El Programa Monumenta incluyó inicialmente a las ciudades de Ouro Preto, Olinda, Recife, Rio de Janeiro,
Salvador de Bahia, São Luis y São Paulo. En 2002 se sumaron nuevas ciudades, hasta contemplar veintiseis en la
actualidad. UNESCO [en línea]
<http://www.unesco.org.br/areas/cultura/destaques/monumenta/index_html/mostra_documento> [15 de agosto de
2006].

[39] Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana [en línea] <http://www.historiadordelahabana.cubasi.cu>


[14 de agosto de 2006].

[40] En este sentido, en el caso de Quito se han producido importantes avances a partir de la aplicación del Plan de
Modernización del Comercio Popular. Entre ellos, la creación de centros comerciales populares, aspecto que ha
contribuido a la mejora de las condiciones de venta (propiedad de los locales, seguridad, guardería, …) (Moreira
Ortega, 2005: 96).

[41] El Cine Latinoamericano se ha hecho a veces eco de esta temática en películas como la del director de cine
colombiano Sergio Cabrera, titulada La estrategia del Caracol, de 1993. En ella se muestra la historia de unos
inquilinos del antiguo barrio de la Candelaria de Bogota, que se resisten a ser desalojados de sus hogares.

[42] La Declaración de México de Alcaldes de América Latina de abril de 2000 hizo hincapié precisamente en este
punto, incluyendo entre sus objetivos la necesidad de propiciar una mayor colaboración y coordinación entre el
gobierno nacional y el gobierno de la ciudad, “erradicando cualquier forma de enfrentamiento político partidista
entre los dos niveles de gobierno, exigiendo del gobierno nacional la voluntad política para que le otorgue los avales
y facilidades necesarias, particularmente, ante los organismos multilaterales de crédito” (Mutal, 2005: 30 y 32).

[43] Universidad Politécnica de Madrid [en línea] <http://habitat.aq.upm.es/dubai/00/bp308.html> [25 de agosto de


2006].

[44] La arquitectura urbicida. El empeño de los edificios monumento daña la cohesión urbana. El País Extra. La
ciudad, cielo e infierno. Madrid: viernes, 10 de septiembre de 2004, p. 4.

[45] La Unesco critica el bloque de viviendas de Moneo junto a la muralla de Ávila. La Razón. Madrid: 11 de agosto
de 2003.

[46] Información aportada por David Michelmore en el Seminario ‘Monuments & Sites at Risk: A presentation of
ICOMOS Actions’, celebrado en Edimburgo el 8 de septiembre de 2006.

[47] Con el objetivo de contribuir a la revalorización de este valioso tipo de arquitectura, en los años noventa un
grupo de académicos procedió a la creación de una organización denominada Seminario Internacional de
Conservación y Restauración de Arquitectura de Tierra (SICRAT). Información aportada por el arquitecto Luís
Fernando Guerrero Baca en el Simposio Patrimonio cultural e Identidad, durante el 52 Congreso Internacional de
Americanistas celebrado en Sevilla en julio de 2006.

[48] Coalición Internacional para el Habitat (HIC) [en línea] <http://www.hic-net.org/default.asp> [10 de agosto de
2006].

[49] Para más información sobre el Proyecto Malecón 2000 consultar la Web de la Municipalidad de Guayaquil [en
línea] <http://www.guayaquil.gov.ec/49.gye> [16 de agosto de 2006] y la de la Fundación Malecón 2000 [en línea]
<http://www.malecon2000.org/servicios/proyectomalecon2000.asp> [16 de agosto de 2006].

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