Se comienza enseñándonos el caso de “el inteligente Hans”, el cual generó bastante polémica y comentarios acerca de los resultados aparentes que vislumbraba, pero que al fin y al cabo resultaron ser erróneos. Se trataba de un caballo que supuestamente había desarrollado cierta inteligencia característicamente humana que lo capacitaba para responder preguntas complejas. No obstante, se demostró que los resultados que producía eran producto de influencias directas e involuntarias por parte de las personas que lo rodeaban. Esta cita sirve para introducir el concepto “efecto expectativa del experimentador”, que expone el error de muchos experimentadores que intervienen involuntariamente en la respuesta del otro, es decir, sus sesgos orientan la respuesta hacia una dirección, ejercen influencia sobre esta. Curiosamente, esta situación también se ve replicada en muchos contextos de la vida diaria, como por ejemplo en el aula de clases. Se nos ilustra que muchas veces los profesores (que poseen conocimiento de las cualidades de todos sus alumnos) tienden a comportarse de manera distinta con aquellos estudiantes que sobresalen académicamente del resto, lo que termina alterando el rendimiento general de todos. Lo complicado de esto para buscar una solución es que estas actitudes frecuentemente resultan ser inconscientes o involuntarias.
2. Crítica (198 palabras):
Lo genial de este fenómeno es que se puede llevar a la práctica muy fácilmente. Podemos analizar muchos casos de nuestra vida diaria y buscar una especie de conexión con esto. Yo, por ejemplo, recuerdo que cuando estaba en básica tenía una profesora que le tenía mucho cariño a un compañero por ser el más “mateo”. Esto a la larga resulta ser muy delicado y perjudicial para todos, pues todos nosotros somos muy perceptivos en cuanto a las señales que nos llega del entorno y actuamos en consecuencia. Y señaló que es delicado porque son comportamientos involuntarios que pueden provocar efectos secundarios en los demás que se nos escapan de las manos. Imaginemos una situación, en donde en una familia existen dos hijos que poseen una diferencia de edad bastante alta (uno de 6 meses y otro de 8 años). Los padres le brindan un grado de atención diferente a cada uno, siendo el menor el más atendido (y no por gusto, sino porque es una situación que así lo requiere). Aunque sean brechas involuntarias, no salvará al otro menor de sacar sus propias conclusiones muchas veces erróneas (pero no por su falta de inteligencia, sino de experiencia).