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Salud mental en situaciones de desastre

Organización de Ayuda Humanitaria Internacional

Intervención familiar en catástrofes

Ante un suceso traumático toda la estructura familiar va a verse afectada. Es esencial, desde un punto de vista
preventivo, conocer cómo estos hechos van a repercutir en la dinámica familiar y qué pautas en función de la propia
idiosincrasia familia pueden ayudar a asimilar esta nueva situación. Aunque con el transcurso del tiempo la mayoría
de las familias pueden superarlo por sí mismas, el conocer cómo influye y qué estrategias se pueden utilizar facilita
el proceso de afrontamiento.

La familia, desde una perspectiva sistémica, funciona como un sistema vivo y dinámico, donde cada uno de los
miembros influye en el comportamiento de los demás y es influido por ellos.

En la familia existe un cierto nivel de ansiedad producido por la influencia de dos tensiones:

 El flujo vertical (Tensión vertical) engloba los patrones de relación y funcionamiento que son transmitidos de
una generación a otra. incluye todas las actitudes familiares, tabúes, expectativas, etiquetas, etcétera.
 El flujo horizontal (Tensión horizontal) de ansiedad es producido por las tensiones que actúan sobre la
familia a medida que avanza el tiempo.

Esto incluye tanto las tensiones evolutivas predecibles (matrimonio, nacimiento de hijos, etcétera) como los hechos
imprescindibles (muerte repentina, enfermedad crónica, paro, situación catastrófica, etcétera).

Los montos de ansiedad de cada familia se balancean para dar resultados diferentes. por ejemplo, sí hay muchos
factores detención en el eje horizontal cualquier familia se vuelve disfuncional.

A través de mecanismos estabilizadores, se presiona a los miembros a volver a la situación anterior, en lo que se
denomina tendencia a la homeostasis.

El término crisis designa estas encrucijadas vitales, donde se han agotado unas formas de funcionamiento y relación,
y se demanda un cambio hacia nuevas pautas. Pittman lo define como oportunidad y a la vez peligro. La familia que
experimente una crisis puede salir del cambio con un crecimiento y madurez mayor o puede quedarse estancada
evitando el cambio. Por ello, es importante analizar la estructura familiar ante una situación traumática. Es esencial
analizar toda la red familiar.

¿Qué ocurre en la familia cuando sucede un acontecimiento traumático? según el modelo basado en el estrés de
Selye pueden apreciarse tres momentos importantes:

 Fase de reacción al choque: en esta fase aparece desorientación, e incertidumbre del futuro. Y, además, la
necesaria relación con los profesionales implicados (médicos, forenses, abogados, policías, etcétera) provoca
una tensión añadida. Por un lado, aparece una búsqueda de contacto para saber toda información que
pueda disminuir la ansiedad. Por otro lado, las relaciones de la familia con el sistema jurídico, legal, sanitario,
etcétera pueden provocar una victimización secundaria. Es decir, la familia, ante un acontecimiento
traumático, se dirige a estas instituciones solicitando justicia y protección, y, en ocasiones, recibe el peso de
la excesiva burocracia, de una justicia lenta, etcétera que genera sentimientos de incomprensión y pérdida
de tiempo, y la sensación de ser ignorados.
 Fase de defensa ante el choque, en la que los miembros de la familia sufren depresión, tristeza, pena, temor
y agresividad.
 Fase de desmoronamiento, consecuencia de los daños sufridos por el sistema a causa de las medidas
defensivas que ha ido adoptando a lo largo de un período prolongado. En este momento quedan 2
alternativas:
o Inhibición: aislamiento abandonó en un sistema cerrado, aparecen en la familia reacciones de
rechazo y negación de la realidad, culpabilización, etcétera.
o Utilización positiva de las capacidades latentes: hacia un nuevo equilibrio originando reorganización,
readaptación y ajuste.
APLICACIÓN PRACTICA. IMTERVENCION PSICOSOCIAL EN FAMILIAS EN EL TORNADO DE BARRIE

Durante los 9 meses que siguieron al Tornado “Barrie” 30 familias recibieron apoyo y asesoramiento de la Clínica
Tamarac. La demanda surgió por la aparición de ansiedad por el clima, desajustes del sueño o de la alimentación e,
incluso, conductas agresivas, ya todo relacionado con el tornado.

Se puso en marcha un programa de orientación familiar basado en la teoría de la crisis antes que proveer una terapia
individual. Las familias que fueron orientadas se podían dividir en 2 categorías:

 La primera incluía familias que habían funcionado bien antes del tornado y que ahora experimentaban un
periodo de Desorganización y desorden emocional.
 La segunda categoría englobaba aquellas familias que ya estaban en tensión antes del tornado, debido a
crisis sin resolver. El tornado agudizó esos problemas y destruyó el delicado equilibrio que había
previamente.

La aproximación a las familias era flexible, y lo menos clínica posible. Los orientadores notaron que la primera sesión
con las familias afectadas por el tornado era mucho más larga que una sesión familia normal. para muchos, era la
primera vez que hablaban de ello en público, y, a menudo, era una experiencia emotiva que hacía que se reunieron
todos un poco más. También era de mucha ayuda para los miembros de la familia el saber que sus sentimientos de
angustia, tristeza, desesperanza y ansiedad eran respuestas normales, y que no estaban solos.

En los casos en los que toda la familia había estado presente durante el tornado, hubo mayor comprensión y apoyo
entre los miembros que en los casos en los que algunos miembros de la familia estuvieron ausentes. Resultó
evidente que el miembro de la familia ausente a menudo se sentía culpable de no haber podido estar ahí para
ayudar.

Mientras se animaba a los niños mayores y a los adultos a expresar sus sentimientos, se utilizaba el arte y el juego
para ayudar a los más pequeños. en algunos casos, los orientadores hicieron sugerencias para ayudar a los padres a
comprender y tratar comportamientos específicos de los niños, como temores nocturnos, negativa salir de casa, o
ansiedad ante el clima. Las intervenciones para las familias que habían experimentado problemas antes del tornado
fueron más allá, pues incluyeron intervenciones orientadas a afrontar la re estructuración familiar, las relaciones
disfuncionales, etcétera.

DIRECTRICES BASICAS PARA EL AFRONTAMIENTO DE ACONTECIMIENTOS TRAUMATICOS EN EL ENTORNO


FAMILIAR

 Permitir la expresión de sentimientos en el entorno familiar (descarga emocional que a veces en la familia no
se permite). En cuanto a la expresividad es necesario en la familia un espacio para la expresión del dolor y el
permiso para ello.
 Canalizar adecuadamente la conflictividad. Respecto a la conflictividad (grado en que se expresa la cólera,
agresividad de conflicto), es necesario detectar y ayudar a canalizar, para que no se desplace hacia algún
miembro de la familia “chivo expiatorio” o hacia ellos mismos.
 Fomentar la cohesión familiar (grado de ayuda y apoyo mutuo). La cercanía entre los miembros, la ayuda y el
apoyo mutuo es fundamental para la reorganización de la crisis.

PREVENSION SOCIAL O EL CAMINO HACIA UNA CULTURA PREVENTIVA

A menudo los programas de información se suelen entender como una actividad que consiste en la mera
transmisión de datos, conocimientos o consejos sobre algunas medidas a tomar. Podemos entender la información
como una PREVENCION SOCIAL o un sistema que favorezca en la población una actitud cautelosa que anticipe un
determinado peligro con el objeto de saber hacer frente, encaminadas a EVITAR consecuencias indeseables de una
determinada situación o conducta (prevención primaria) o REDUCIRLAS o MINIMIZARLAS una vez desencadenado el
conflicto (prevención secundaria).

Abrir una prevención terciaria en los mecanismos de intervención aplicado una vez terminado el evento y analizado
sus posibles daños y efectos y dirigidos a PALIAR consecuencias más dañinas derivadas del propio suceso. Por
ejemplo: programas preventivos de: tabaco, alcohol o drogas en general. Pero el objetivo fundamental de la
prevención social debe ser que la sociedad adopte y en su caso mejores sus creencias, valores, hábitos y, en
definitiva, su actitud vital, con respecto a aquellos eventos emergentes o catastróficos o usos sociales dañinos que
nos pueden poner en peligro de perder (seres queridos, bienes, roles, etcétera), sufrir y/o enfermar.

Para desarrollar estos programas existe una serie de determinantes:

 Valores históricos y tradiciones ligadas a la prevención.


 Limitaciones económicas.
 Falta de evidencia empírica.
 Escasez de personal formado para la prevención, etcétera.

Además, podríamos enunciar una serie de condicionantes que el individuo tiene psicológica y socialmente hablando:

1. El optimismo irreal que apoyó un sentimiento de invulnerabilidad: es pensar “eso no me ocurrirá a mí”.
2. Las diferencias individuales y sociales en la elaboración y percepción de los riesgos en general: aquellas
actividades o sucesos que nos resultan más familiares y sobre los que creemos tener control (fumar, esquiar,
conducir). Se perciben como menos peligrosos qué aquellas otras sobre las que no se tienen control, no
resultan familiares o son a menudo ocasionales (viajar en avión, guerra, accidentes mayores …).
3. La discontinuidad entre conocimiento y comportamiento o, dicho de otra manera: falta de coherencia entre
la valoración de los conocimientos que se tienen sobre los riesgos y los comportamientos adoptados.
4. Condicionamiento individual y social ante determinados hábitos, que aun pudiendo ser indeseables,
producen placer o con llevan algún tipo de recompensa (normalmente psicológica); en consecuencia, es
difícil modificar.
5. Resistencia a la aceptación de los mensajes destinados al cambio o adquisición preventiva: por ejemplo, la
relativa atención que provoca la explicación de medidas de salvamento en el inicio de un vuelo en avión,
ante la idea subyacente de que en un accidente aéreo ninguna medida resulta eficaz para salvar la vida.
6. El nivel de implicación personal y motivación hacia el contenido preventivo en cuestión: el procesamiento de
la información se realizará de forma sistemática y analítica, comparando con los condicionamientos y
experiencias previas y de forma más profunda.

Todos estos son importantes condicionantes. Los objetivos de cualquier programa preventivo deben orientarse una
reducción de la vulnerabilidad del individuo en particular y la población en general ante el riesgo, centrándose en
potencial e incrementar en la persona habilidades, tanto generales como específicas, que favorezcan:

 la organización cognitiva,
 la capacidad de afrontamiento,
 la fortaleza psicológica.

Es decir, qué posibiliten QUÉ hacer y CÓMO hacer.

Un aspecto interesante es que los niños encontramos un campo por abonar, pudiendo favorecer el desarrollo de
esas habilidades genéricas y/o concretas de afrontamiento efectivo en espacios mentales y comportamentales
todavía “vacíos”. Además, si se le enseña a involucrarse de forma activa en los riesgos sociales, el niño es, sin
saberlo, un canal de transmisión hacia el mundo de sus padres y mayores. Pero no podemos intentar sembrar en la
escuela hábitos y valores dispares o contrario de lo que el mundo adulto hace, piensa o siente en la vida cotidiana. La
influencia y la retroalimentación es mutua. Por esto, si hablamos de educación para la prevención pensando en los
niños y/o jóvenes, tendremos que pensar en educación o reeducación de los adultos.

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