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los errores más recurrentes y "reglas
de oro" de la redacción académica
El saber popular indica que "aquel al que no le aprueban un paper, escribe un libro".
La frase alude a la cantidad de investigaciones científicas que, al tener algún intento
fallido de salida a la luz por la vía académica, se vuelcan a la industria editorial
donde el trabajo es sometido, en teoría, a menor cantidad de evaluaciones.
Lo cierto es que el paper se volvió en las últimas décadas algo así como el
"formato de moda", tanto para dar a conocer un hallazgo o teoría como
para evaluar a los profesionales al final de un ciclo académico (seminario,
maestría, posgrado, etc.)
Si bien la academia local llegó un poco más tarde a este fenómeno que los
países anglosajones, éste se sigue dando en medio de una cierta
contradicción: "Con más frecuencia los estudiantes universitarios son
evaluados a partir de la producción de un documento escrito, ensayo o
paper. Al mismo tiempo, son menos los que han tenido la experiencia
de escribir aunque sea pequeñas monografías al ingresar a la
universidad", planteó Esteban Tapella, docente de la Universidad Nacional
de San Juan (UNSJ), en una guía acerca de la redacción de ese tipo de
trabajos publicada bajo su autoría en 2004.
En dificultades
Por otra parte, algunos trabajos bordean el plagio por la forma en la que
se omiten los trabajos consultados. "Existe una resistencia terrible a citar
las fuentes. Con el afán de impresionar, copian y pegan, tratan de poner
conectores como para que suene propio. Es un tema recurrente", apuntó
Tapella.
Para evitar ese tipo de situaciones, los expertos tienen una serie de
consejos que, al mejorar la escritura del informe, potencian las chances de
su aceptación por la vía académica.
Reglas de oro