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Omar Khayyám: matemático, filósofo, astrónomo y poeta

Douglas Jiménez

Mas mis computaciones −se dice− punto a punto,


han ajustado el año a la humana medida;
y si es así, arranca, de un golpe y todo junto,
el “mañana” aun innato y el “ayer” ya difunto.
Rubaiyat. Omar Khayyám

La ciudad de Nishapur es hoy un destino turístico en Irán, pero en el año 1048 −


en plena edad media, cuando aún a este país se le conocía como Persia− vio nacer a
quien siglos después sería un emblema para ella: el matemático, filósofo, astrónomo y
poeta Omar Khayyám (o Kheyyám), identificado en su nacimiento con el abundante
nombre de Ghiytah al-Din Abu’l-Fath Umar ibn Ibrahim Al-Nisaburi al-Khayyami.
Quienes se solazan en la idea de dos culturas departamentalizadas: la triste separación
del conocimiento en ciencias y humanidades −vieja idea de esta época contemporánea
cuyas propias realizaciones la hacen ya vieja como época−, harían bien en estudiar la
vida y obra de Omar. Este ensayo quisiera solventar una injusticia, pues la fama de
Omar entre nosotros se ha apoyado casi solamente en su obra poética, ignorando su
enorme contribución científica, sobre todo en el campo de la matemática. Tenemos ra-
zones para pensar que este desequilibrio hubiera molestado profundamente al persa, de
manera que trataremos de discurrir −en la medida de nuestras limitaciones (intelectuales
y de espacio)− por la obra completa del pensador. Seremos escasos en todos los aspec-
tos −lo sabemos−, pero vale la pena el riesgo.

Vertido a nuestro idioma, al-Khayyám se transmuta en “el fabricante (o vende-


dor) de tiendas”, oficio al cual se dedicaba su padre y que Omar en beneficio de su labor
científica no debió haber practicado, según se desprende de los siguientes versos

Fabricante de tiendas fue tu padre


y tú, Khayyám, ingrato al noble oficio,
tras no se qué ignorado beneficio
tiendas de ciencia te pusiste a hacer.

El “ignorado beneficio” al cual se refiere el poeta pudiera estar relacionado con


una anécdota de la vida de Omar que, si no fuera contada por su principal traductor oc-
cidental y repetida por muchos de quienes han leído a este último, parecería uno de los
relatos que durante mil y una noches contó Schehrazada al rey Schahriar para desviar su
sed de sangre ante el honor mancillado. La anécdota refiere que, en su juventud, Omar
disfrutaba la compañía de dos excelentes amigos: Nizam y Hassan. El trío tenía la segu-
ridad de que su vida futura sería una vida de triunfos, pero se sentían incapaces de pre-
decir cuál de ellos alcanzaría el éxito en primer lugar. De manera que sellaron un pacto
según el cual aquel que obtuviera la primacía debería apoyar a los otros dos para acele-
rar la llegada al anhelado propósito.

Bajo la dinastía seljucida −fundada por Toghril Beg entre 1038 y 1040− Alp Ar-
lan, su hijo, y Malek Sha, su nieto, asumen sucesivamente el gobierno de la ciudad de
Isfahan, nombrada capital del imperio por el propio Toghril Beg. Alp Arlan nombra se-
cretario a Nizam y luego Malek Sha lo designa visir, momentos a partir de los cuales
éste se convierte en el primero de los tres amigos que contempla el rostro del triunfo y,
tal como había quedado establecido, recibe la visita de sus antiguos camaradas en recla-
mo de la promesa asumida. Con nobleza, Nizam accede al cumplimiento de la palabra
empeñada e indaga los deseos de cada uno de sus dos viejos amigos. Hassan, movido
por la ambición política, reclama un puesto en el gobierno, lo cual se le concede sin re-
servas. Pero, ejercida desde la ambición, la política no conoce límites en el esfuerzo de
aumentar más y más toda cuota de poder; muy pronto Hassan aparece en nuestra histo-
ria conspirando contra su generoso benefactor y amigo, al punto de intentar acabar con
su vida. Descubierta su conspiración, escapa hacia las montañas del sur del Caspio don-
de organiza una terrible y temible banda, luego denominada los hassassin, uno de cuyos
miembros daría fin a la vida de Nizam. Del nombre de esta banda deriva nuestra palabra
asesino; a Hassan los cruzados cristianos llegaron a conocerlo como el Viejo de la Mon-
taña y su sola mención era causa de terror en todo rincón del mundo mahometano en el
que se sintiera o presintiera su presencia.

¿Cuál fue la respuesta de Omar Khayyám a la oferta de Nizam? Se dice que ésta:

La mayor bondad que puedes hacerme es permitirme vivir en cual-


quier rincón, a la sombra de tu fortuna, para así poder mostrar a
todo el mundo las bellezas de la ciencia 1 y además orar por larga
vida y prosperidad para ti.

1
El resaltado es nuestro. Con él queremos reforzar las afirmaciones que hicimos al final del primer párra-
fo de este ensayo.
Tal respuesta le significó en primera instancia una pensión vitalicia de 1200 mit-
kales de oro, cantidad suficiente para que Omar dedicara el resto de su vida a pensar
solo en aquello que quisiera pensar. ¡Y vaya que lo hizo! Esto fue en el año 1073, cuan-
do Omar arribaba apenas a sus 25 años. Nos engañaríamos, sin embargo, al pensar que
el hecho de que el visir aceptara la propuesta de Omar se sustentaba solo en una antigua
promesa de amistad; en realidad, para la época ya Omar estaba precedido de alguna
fama como científico, como consecuencia de dos importantes tratados que el joven ha-
bía escrito y en los que había demostrado sus enormes poderes intelectuales: los Proble-
mas de aritmética y el Tratado acerca de la demostración de problemas de álgebra,
ambos escritos, como el mismo Omar lo confiesa, en un ambiente de privaciones e in-
comprensión hacia su trabajo intelectual. De manera que la beca concedida por Nizam
venía a hacer justicia a un pasado reciente de creatividad en privación.

El Tratado acerca de la demostración de problemas de álgebra es una obra con


la que Omar se muestra como un consumado algebrista moderno, en el sentido que pu-
diera tener hoy día esta frase. Apareció precedida por una investigación del propio Kh-
ayyám en la que se plantea un difícil problema relacionado con la circunferencia y con
triángulos rectángulos; problema que le conduce a una ecuación cúbica, ante la cual ad-
mite que “no puede resolverse de manera algebraica”. Pero él mismo había llegado a la
conclusión, a partir del estudio crítico de la obra de los griegos clásicos, de la inexisten-
cia de diferencia esencial entre la geometría y el álgebra, pues esta última no era otra
cosa que “hechos geométricos presentados con pruebas”. En este ensayo de acercamien-
to a la obra cartesiana, con seiscientos años de antelación, llega Omar lo suficientemen-
te lejos como para resolver el problema planteado por un procedimiento que consistía en
intersecar secciones cónicas en un mismo plano; procedimiento revolucionario, pues la
costumbre heredada de los griegos exigía solo intersección de rectas y circunferencias,
lo que hoy llamamos construcción con regla y compás.
y
2
x =ay

P a2x2+a2y2=bx

A x
O

3 2
Solución gráfica de x +a x=b : el segmento OA

Al término del documento en el que expone su investigación, Omar promete un


trabajo futuro en el que mostrará toda la teoría de las ecuaciones cúbicas y su resolución
por secciones cónicas. La promesa no quedó incumplida: se materializó con éxito en el
Tratado acerca de la demostración de problemas de álgebra, en el que además observa
que las ecuaciones cúbicas podrían tener más de una solución, aun cuando no llega a
concluir que no alcanzarían a tener más de tres soluciones. Omisión (o error) importante
es también el hecho de haber rechazado las soluciones negativas, pero exigir a un pensa-
dor tantos adelantos de tantos siglos quizás es mucho pedir. La ilustración que precede a
este párrafo muestra la forma en que resolvió gráficamente una de sus más famosas
ecuaciones de tercer grado; la notación del dibujo es moderna, alejada de la que usara
Omar, pero la esencia de su proceder se mantiene.

Instalado ya en la corte de Malek Sha, a Omar se le exige la reforma del calenda-


rio vigente, para lo cual es encargado de la fundación y liderazgo, en compañía de otros
científicos eminentes, del Observatorio de Isfahan, labor de liderazgo que realizó con
éxito y productividad durante 18 años hasta que sucesos políticos lo retiraron del Obser-
vatorio. El calendario, reformado en el año 1079 (o 471de la hégira o era musulmana),
comenzó lo que se denominó la era Jalaliana, en honor a la dinastía seljucida, y su preci-
sión es tal que se le considera superior al calendario juliano y casi tan exacto como el
gregoriano.

Ahora bien, como comentábamos en principio, la popularidad de Omar Khay-


yám en el mundo occidental no se debe en lo fundamental a sus descubrimientos cientí-
ficos. Posiblemente, si por esto fuera habría corrido la misma suerte de científicos tan
eminentes como, por ejemplo, Avicena o Al-Juarizmi, o quizá otros, también importan-
tes pero menos nombrados, como Tabit ibn Currah, Abul-Wafa, Al-Batani y tantos otros
que desarrollaron su ciencia en los territorios cubiertos por el credo de Mahoma. La ver-
dadera fama de Omar proviene de su labor como poeta y su obra más grande en este
campo la constituye una colección, en número indeterminado, de cuartetos conocidos
como rubaí, cuyo plural es rubaiyat. Así, Rubaiyat (con mayúscula) ha pasado, por an-
tonomasia, a identificar la obra máxima de Omar Khayyám.

Vale la pena decir algunas palabras acerca de los rubaiyat de Khayyám. Después
de todo, la métrica de la versificación tiene mucho de matemática: ¿de dónde, si no, po-
dría provenir la armonía casi musical que nos produce oír un poema bien recitado? El
rubaí es una estrofa de cuatro versos, cada uno de los cuales tiene igual medida y riman
todos menos el tercero; en el lenguaje de la versificación se dice que tiene rima aaba.
La métrica o medida de un verso se determina por el número de sus sílabas, pero la síla-
ba del verso no siempre coincide con la sílaba gramatical, por ejemplo en

¡Oh, dulce amada! llena la copa que hoy liberta


de dolores pasados y nuevas inquietudes

tenemos dos versos de catorce sílabas cada uno; en el segundo de ellos todas sus sílabas
corresponden a las sílabas gramaticales, en el primero, no, pues la e de dulce se enlaza a
la a de amada para formar una sola sílaba, contándose así solo cuatro sílabas donde gra-
maticalmente hay cinco (dul-cea-ma-da por dul-ce-a-ma-da); así mismo se procede con
que hoy. Esta es una licencia poética conocida como sinalefa; existen otras licencias
poéticas que afectan la métrica, pero no tenemos por qué detallarlas aquí.

La traducción occidental más famosa de los rubaiyat es la inglesa de Edward


Fitzgerald; de hecho, algunos atribuyen a Fitzgerald la difusión occidental de la obra de
Khayyám, creando lo que luego se llamó “el culto de Omar”. En el ánimo de ser fiel al
poeta, el inglés vertió a su propio idioma la estructura original de los rubaiyat, mante-
niendo la constancia en la métrica y la misma rima. Por ejemplo, el primer cuarteto, con
toda su vigorosa incitación, nos lo entrega Fitzgerald −en una primera edición− como:
AWAKE! for Morning in the Bowl of Night
Has flung the Stone that puts the Stars to Flight:
And Lo! the Hunter of the East has caught
The Sultan’s Turret in a Noose of Light.

Mientras que en la quinta edición, lo había transformado ya a:

WAKE! For the Sun, who scatter'd into flight


The Stars before him from the Field of Night,
Drives Night along with them from Heav'n, and strikes
The Sultan's Turret with a Shaft of Light.

Tal esfuerzo ha recibido distintas valoraciones, entre las que se cuentan aquellas
que lo consideran más una paráfrasis que una traducción, asignando a Fitzgerald la qui-
zá perversa intención de mostrar su propia poesía apoyado en la inspiración del persa.
De este trabajo dice Julio V. González, comparándolo con el de otro traductor, Nicolas,
lo siguiente:

Sin embargo, para los verdaderos amantes de Omar Khayyám, la


labor de Nicolas ofrece más ventajas y más garantías que la de Fitz-
gerald, especialmente cuando el propósito de los admiradores del
astrónomo-poeta es de ponerse lo más directamente en contacto con
su espíritu y su pensamiento.

Y más adelante, González añade:

Del original persa hizo una paráfrasis [...] y con esto ya se dice del
escasísimo valor que la obra tiene como versión, que a título de tal,
mejor realizada estará mientras más fielmente se ajuste al original.

Por su parte, Jorge Luis Borges es un tanto más indulgente y con el monismo
que penetra toda su obra afirma:

Umar [Omar] profesó (lo sabemos) la doctrina platónica y pitagóri-


ca del tránsito del alma por muchos cuerpos; al cabo de los siglos,
la suya acaso reencarnó en Inglaterra para cumplir en un lejano
idioma germánico veteado de latín el destino literario que en Nisha-
pur reprimieron las matemáticas. Isaac Luria el León enseñó que el
alma de un muerto puede entrar en un alma desventurada para sos-
tenerla o instruirla; quizá el alma de Umar se hospedó hacia 1857,
en la de Fitzgerald;
y remata el genial argentino:

Toda colaboración es misteriosa. Ésta del inglés y el persa lo fue


más que ninguna, porque eran muy distintos los dos y acaso en vida
no hubieran trabado amistad y la muerte y las vicisitudes y el tiem-
po sirvieron para que uno supiera del otro y fueran un solo poeta.

En nuestro idioma hay varias versiones de Rubaiyat entre las que destaca la del
argentino Joaquín V. González. Ésta es más una traducción de Fitzgerald, vertida en
versos alejandrinos (de catorce sílabas) pero cambia la rima de aaba a abaa. Por ejem-
plo, la estrofa inicial la transforma González a:

¡Despertad! Que ya el sol desde el remoto Oriente


dispersó las estrellas de su sesión nocturna,
y al escalar de nuevo el cielo iridiscente
la regia torre ciñe con su lanza ardiente.

(Al margen. Al final de los sesenta, la colección Rotativa de Plaza y Janés −co-
lección de pequeñas y económicas joyas literarias adaptadas a nuestros bolsillos estu-
diantiles de entonces− nos sorprendió con una versión de Rubaiyat traducida por José
Gibert, puestos en verso libre castellano por José Navarro. En ella conseguimos nuestro
cuarteto inicial convertido en:

Despertaos, despertaos, durmientes, que la aurora


arrojó ya la piedra al piélago nocturno
ahuyentando a los astros, y el Cazador de Sombras
prendió en un haz de luz la torre del silencio.)

Para remarcar su fidelidad al texto inglés, González denominó a su trabajo “ver-


sión yuxtalineal”, a pesar del cambio de la rima que, según Julio V. González, realizó
“por encontrar más eufónico redoblar la cadencia en los dos últimos versos”. Es de la
versión de González de donde hemos extraído los rubaiyat y otros versos de Omar que
el lector de este artículo ha podido disfrutar. Hermosa poesía que nos tienta indebida-
mente a seguir la corriente de su contenido, toda belleza y filosofía; para vencer esta de-
liciosa tentación dejamos al lector estas dos perlas:

Mientras del breve viaje el fin no se resuelva,


puedes la amada forma ceñir entre tus brazos,
antes que la alma tierra a recobrarte vuelva,
y en la última caricia en polvo te disuelva.

Si la copa en que libas, si el labio que oprimiste


acaban donde todo comienza y se concluye,
piensa que ahora eres el mismo que ayer fuiste,
y más allá no harías nada más que aquí hiciste.

La deliciosa vida de Omar, toda llena de placeres, mujeres, vino y estudios,


transcurrida al abrigo de la generosa beca que concedió la amistad, duró dieciocho años,
al cabo de los cuales Nizam fue asesinado por uno de los secuaces de su antiguo cama-
rada Hassan. Un mes después también es asesinado Malek Sha y el poder lo asume la
esposa de éste, quien no tenía buenas relaciones con Nizam. (Hay quienes ligan la muer-
te de estos dos hombres e incluso afirman que Nizam fue víctima de un complot de Ma-
lek.) Como consecuencia de ello, cesa el apoyo económico a Omar, incluyendo el Ob-
servatorio y la reforma del calendario; a lo cual se sumaba una actitud rebelde y casi he-
rética del científico poeta, que pudiera resumirse en el siguiente rubaí:

Si la secta de abstemios del amor y del vino


sola es llamada al goce del Edén del Profeta.
¡ay! temo que el Edén, con su encanto divino,
¡vaya a quedar desierto, sin fieles ni destino!

actitud que le cobraría innumerables enemigos dentro de poderosas sectas musulmanas


como la secta sufí. (Algunos autores piensan que, por el contrario, Khayyám practicaba
el culto sufí y que su aparente epicureismo tiene solamente un valor simbólico, similar
al que algunos moralistas consiguen en el fino erotismo del Cantar de los Cantares de
Salomón. Me temo que versos como los anteriores desdicen por completo de tal preten-
sión... sin embargo, es osado opinar.)

Es posible que Omar tuviera alguna cualidad de buen manejo político, pues a pe-
sar de las dificultades mencionadas pudo mantenerse en el ámbito de la corte y bajo la
influencia de Sanjar, el tercer hijo de Malek Sha, gobernador de Korasan, fue enviado al
centro de estudios islámicos de la ciudad de Mary que, en aquel entonces, se llamaba
Merv. Acá Omar llevaría a cabo trabajos matemáticos que elevaron su nombre, si aún
había cumbres más altas de las que ya había escalado.
En uno de estos trabajos: Comentarios acerca de los difíciles postulados de los
libros de Euclides, el persa intenta la inútil tarea −emprendida por otros tantos matemá-
ticos ilustres− de demostrar el quinto postulado de Euclides. Como a los otros, la de-
mostración se le hizo esquiva y hubo de enfrentar al fracaso. Sin embargo, al igual que
el jesuíta italiano Girolamo Saccheri siglos después, se dejó llevar por la autoridad del
maestro griego presentando como un error parte de lo que, luego de novecientos años, la
humanidad conocería con el exultante y negador nombre de geometrías no euclidianas.
De la misma manera, el estudio del quinto libro de Euclides lo condujo al análisis del
difícil concepto de razones iguales −obra del genio de Eudoxo−, comparando la defini-
ción eudoxiana recogida en el libro de Euclides con la definición propuesta por un mate-
mático árabe anterior a él: Al-Mahani, definición ésta basada en el concepto de fraccio-
nes continuas. Omar llega a la conclusión correcta de que ambas definiciones son equi-
valentes, es decir, corresponden en esencia al mismo concepto y tal conclusión lo con-
duce a la reflexión acerca de la posibilidad de considerar una razón de enteros como un
número, pero no dio el paso definitivo en este sentido dejando que la posteridad espera-
ra hasta la Aritmética Universal de Isaac Newton.

Fue longevo Omar Khayyám −los amantes del vino lo tendrán como buena noti-
cia. En el año 517 de la hégira (nuestro 1123), a sus setenta y cinco años, rindió su últi-
mo suspiro en su Nishapur natal. En el lugar de su tumba se levanta hoy un mausoleo
con el que Irán rinde orgulloso culto a su memoria, ante la sorprendida y agradecida mi-
rada del resto del mundo. Se dice que uno de sus alumnos, Khwajah Nizami, contó la si-
guiente anécdota:

Acostumbraba conversar en un jardín con mi maestro, Omar Khay-


yám, cuando un día me dijo: ‘Mi tumba estará en un lugar en donde
el viento del norte pueda llenarla de rosas’. Estas palabras me ma-
ravillaron, pero supe siempre que no eran vanas. Años después, en
mi primera oportunidad de volver a Nishapur, fui a visitar su tum-
ba... y ¡mira! colindaba con un jardín, y árboles repletos de frutas
llevaban sus ramas hasta más allá de la pared del jardín, esparcien-
do sus flores encima de la losa, cubriéndola por completo.

Una muestra más, si hiciera falta, de que la poesía no muere con el poeta.
REFERENCIAS IMPRESAS

Jorge Luis Borges. El enigma de Edward Fitzgerald, ensayo del libro Otras inquisicio-
nes en Obras completas. Emecé Editores. Buenos Aires, 1974.

Omar Khayyám. Rubáiyát. Versión de Joaquín V. González. Librería Hachette S. A.


Buenos Aires, 1976.

Omar Kheyyám. Rubaiyat. Traducción de José Gibert y versificación de Diego Nava-


rro. Colección Rotativa, Plaza & Janés editores, 1969.

REFERENCIAS WEB

Aunque una búsqueda por Google arroja enorme cantidad de referencias, damos
a continuación algunas de nuestras preferidas en relación a Omar.

http://amediavoz.com/khayyam.htm. Contiene completa la versión yuxtalineal de J. V.


González en español.

http://www-groups.dcs.st-and.ac.uk/~history/Mathematicians/Khayyam.html. El McTu-
tor es una de las páginas web más consultadas para estudiar las biografías de los mate-
máticos y la historia de la matemática en general.

http://www.infoplease.com/t/lit/rubaiyat/. Contiene enlaces a la primera y la quinta edi-


ción de la versión de Fitzgerlad.

http://www.okonlife.com/. Página (en inglés) de Shahriar Shahriari con enlaces a la


poesía de Khayyám y la interpretación de ésta, con hermosos dibujos alegóricos a las
aficiones del científico poeta.

http://www.okonlife.com/life/bioef.htm. Enlace de la página anterior a la biografía del


poeta escrita por el propio Edward Fitzgerald.
http://es.wikipedia.org/wiki/Omar_Khayyam. Artículo de Omar Khayyám en Wikipedia
en español.

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