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RESUMEN EL SUPERZORRO

EL SUPERZORRO

Fecha de publicación original: 1970

Autor: Roald Dahl

Ilustrador: Donald Chaffin

Páginas: 88 y 103

Personajes : Sra. Zorro, Sr. Zorro, Franklin Bean, Walter Boggis, Nathan Bunce

Editorial: Alfred A. Knopf, George Allen & Unwin, Penguin Books

Los tres granjeros

En un valle, existían tres granjas y allí tres granjeros bastante feos, llamados: Benito,
Buñuelo y Bufón.

Bufón era gordo y criaba pollos.

Buñuelo era tripón y bajito, se dedicaba a criar patos. Tenía un genio malhumorado.

Benito era alto y muy flaquito, criaba pavos y cultivaba manzanas. Era el más listo de los
tres.
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Don zorro

Encima del valle había un bosque. Allí vivía don Zorro dentro de un árbol, que era su
madriguera. Vivía con doña Zorra y sus cuatro crías.

Don Zorro se internaba en la granja de los granjeros para hurtar el animal que se le
antojaba comer a su familia.

Los granjeros se enteraron de las trastadas de don Zorro y planearon atraparlo o matarlo
de un balazo.

Pero don Zorro era demasiado listo y no se dejaba atrapar.

Hicieron un primer intento y fallaron. Los tres estaban furiosos. Planificaron acorralarlo a
la entrada de su madriguera, que conocía muy bien Benito.

La caza

Don Zorro salió de la madriguera en busca de patos para complacer el apetito de su


esposa. Lo que no sabía don Zorro es que los tres granjeros le esperaban afuera listos cada
uno con una escopeta cargada de cartuchos.

Don Zorro no percibió el olor de los granjeros pues el viento no estaba a su favor.

De pronto sintió que algo se movía, luego vio un brillo y dedujo que era una escopeta.
Cierto, intempestivamente una ráfaga de balazos estalló a su alrededor, hiriéndole la cola.

Los granjeros maldijeron de no haberle dado y se propusieron cavar la madriguera con


palas hasta encontrar al zorro y a toda su familia.

Las terribles palas

En la madriguera doña Zorra curaba la cola de su marido, quien se quejaba de que sería el
único Zorro sin rabo y que nunca más le crecería.
De improvisto un fuerte ruido se dejó oír por encima de la madriguera. El sonido
aumentaba y se acercaba. Eran las palas de los granjeros que cavaban para atraparlos.

¡Matarán a nuestros hijos! ¡Qué podemos hacer! Se alarmaba doña Zorra.

¡Eso nunca! Exclamó don Zorro.

Kraj, kraj, kraj, el ruido de las palas era cada vez mas fuerte.

Los zorritos se desesperaban y la mamá Zorra solo atinaba a abrazarlos sollozando.

A don Zorro se le ocurrió una gran idea, toda la familia se puso a cavar en sentido
contrario a las palas y se internaron profundamente, donde los granjeros no pudieron
alcanzarlos. Después de una hora, don Zorro y su familia estaban libres de peligro.

Los terribles tractores

Los granjeros seguían cavando hasta el amanecer y no conseguían ningún resultado


favorable. Comenzaron a discutir la mala idea de cavar. Increpaban a Benito el haber
sugerido una idea tan estúpida. A lo que Benito contestó que no desmayaría hasta tener
la piel del zorro en su azotea.

Se le ocurrió otra gran idea, utilizar tractores para cavar más profundo y con más rapidez.
Dejaron a Bufón, con escopeta en mano, cuidando que no escape el zorro. Se fueron a
buscar las máquinas con las cuales llegaron al poco rato y comenzaron a cavar
comiéndose la tierra a grandes bocados.

La familia del zorro que descansaba tranquila fueron turbados por el espantoso sonido
que producían los tractores, que al verlos quedaron horrorizados.

La carrera

Así empezó la carrera desesperada de los zorros por librarse de los enormes dientes de las
máquinas. Después de una hora las máquinas se habían comido un gran trozo de la colina.

¡De prisa!, ¡de prisa!, no paréis. Gritaba doña zorra.

¡De prisa!, ¡de prisa! ¡Ya los tenemos!, gritaba Bufón.


Al mediodía, la carrera continuaba, no se rendían. La colina casi había desaparecido.

¡Prepárate zorrete! De esta no te escapas gritaban los granjeros. Los tres granjeros se
habían vuelto locos. El hoyo que habían cavado parecía el cráter de un volcán.

La gente del pueblo se asomaba a la boca del cráter, se reían de estos tres chiflados.

¡No se escapará!

A las seis de la tarde estaban cansados de tanto ruido, tanta tierra y tanto trabajo sin
lograr nada.

¿Y ahora que hacemos? Preguntó Bufón.

Hicieron un gran juramento de no regresar a sus granjas hasta no haber dado muerte al
zorro.

El siguiente plan que propuso Benito, fue que esperarían hasta que el zorro y su familia
mueran de hambre. Acamparían allí cerca y vigilarían el agujero día y noche. mandaron
buscar carpas, sacos de dormir y una buena cena.

Los zorros pasan hambre

Las tres carpas rodeaban el túnel.

Bufón provocó a los zorros acercando pollo frito a la boca del túnel. Uno de los zorritos
muerto de hambre, quiso subir a robarle el pollo al granjero a lo que el zorro dijo que eso
es lo que quieren los granjeros que subamos para matarnos.

Solo quedaba esperar.

Al caer la noche Benito y Buñuelo encendieron las luces de los tractores e hicieron vigilia
por turnos.

¿Pero que pasaría si los zorros cavan el túnel hasta el otro lado de la colina y huyen?
Inquirió Benito. Tienes razón dijeron los otros dos.

Entonces hicieron un plan, convocarían a sus trabajadores que hacían un total de ciento
ocho hombres y rodearon la colina para evitar que el zorro huya.
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Don Zorro tiene un plan

Pasaron tres días y tres noches y todo continuaba igual, ni don Zorro ni los granjeros se
daban por vencidos.

Los granjeros sospechaban que la familia zorro estaban en las últimas y en efecto era así.
Los pequeños zorritos, clamaban por agua y por comida. La madre zorra desfallecía.

Don Zorro tenía que tomar una decisión urgente, sino quería ver morir a su familia. Se le
ocurrió una gran idea y pidió a sus hijos que le apoyaran a seguir cavando.

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El supergallinero del granjero Bufón

Así lo hicieron y cavaron en una dirección que su padre Don Zorro les indicó.

Bien, muchachos esta vez nos dirigimos a un lugar muy especial, dijo don Zorro.

Cavaron durante largo rato. Luego, lentamente con mucha cautela, los zorros fueron
abriendo un túnel hacia arriba. Subían y subían hasta que sus cabezas dieron con algo
duro, unos tablones de madera que don Zorro destapó con cuidado. Salieron al exterior y
qué maravilla era el gallinero de Bufón. Los zorritos estaban locos de alegría al ver tanta
comida. Bebieron agua en el abrevadero. Don Zorro cogió tres hermosas gallinas por el
pescuezo y las dejó listas para el gran festín que se iban a dar. Ordenó a si hijo mayor para
qué llevase las gallinas a su madre para que las cocinase.

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Doña Zorra se lleva una sorpresa

Corría de prisa el zorrito, para llevar el encargo a su madre. Ella dormía plácidamente para
recuperarse y cuando vio a su no creía lo que veía, pensaba que era un sueño y volvió a
dormirse. No es un sueño, mamá tócalo y veras que es cierto, le dijo el zorrito.
Doña Zorra no podía creer lo que sucedía, abrazó a su hijo, quien le contó a su madre la
aventura de cómo cavaron el túnel hasta la granja del granjero Bufón. Y se pusieron a
preparar un suculento banquete.

Mientras tanto don Zorro y sus dos pequeños zorritos seguían cavando.

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Don Tejón

De pronto oyeron sobre sus cabezas una voz que decía: “Hmm… ¿quién anda por ahí?”

Miraron hacia arriba y distinguieron, los hocicos de su amigo el Tejón.

Después de saludarse se contaron las últimas noticias: allí arriba, decía el Tejón, se ha
armado un tornado, el bosque está lleno de hombres con escopetas y las máquinas
destruyen todo, estamos sin comida, muriéndonos de hambre. Y tenemos entendido que
es por tu causa, Zorrete, amigo.

Lo siento, y es verdad. Pero voy a remediar lo que causé.

¿Pero como? Replicó el Tejón.

Ayúdanos y verás que tu familia y todos nuestros amigos gozaremos de un banquete


jamás visto, al cual les invito. Ordenó al hijo del Tejón que vaya a comunicar a todos los
animales subterráneos del gran banquete que les iba a ofrecer.

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Buñuelo y su superalmacén

Con la ayuda del Tejón y sus poderosas zapas, el trabajo era mucho más fácil. Cavaron a
gran velocidad y pronto llegaron a la despensa del granjero Buñuelo. Era una
enorme habitación. Lo que sus ojos veían era tan maravilloso, que se habían quedado sin
habla. Aquello era el paraíso de los zorros, de los tejones y de todo bicho viviente con
buen apetito. En las paredes de la habitación se amontonaban hermosos patos,
suculentos ganzos, de las vigas del techo colgaban tiernos jamones y deliciosos tocinos.

Con mucho cuidado a indicación de don Zorro cogieron lo necesario para el banquete. Sin
dejar huellas ni rastro alguno que los delate ante los granjeros. Don zorro ordenó a uno
de sus zorritos para que llevase todo a doña Zorra y prepare el rico banquete para todos
los invitados.
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Las dudas de don Tejón

Lo que estamos haciendo es robar, increpó don Tejón.

Don Zorro explicó a su amigo: “Mi buen amigo. ¿Te das cuenta de lo que dices? Tus hijos
se están muriendo de hambre y no piensas ayudarles. ¿Te das cuenta que los granjeros
nos quieren matar?.Nosotros en cambio no queremos matarlos a ellos. Solo cogemos un
poco de la comida que a ellos les sobra para salvar a nuestras familias. Don Tejón quedó
mas tranquilo y siguió ayudando a su amigo don Zorro.

Llegaron a un lugar donde se toparon con una tapia. Don Zorro dedujo que era la
habitación del granjero Benito.

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Don Benito y su secreta sidra

Don zorro aflojó con sus uñas el cemento deteriorado de la tapia que impedía el ingreso a
la habitación de Benito, los ladrillos se desprendían con facilidad, cediendo al poco rato y
dejando entrar al zorro y sus acompañantes a la habitación codiciada. Una rata se les
enfrentó reclamando que era su propiedad privada por haber llegado primero. Don zorro
la ahuyentó amenazándole con comérsela como rata estofada.

Allí encontraron sidra fermentada de las mejores y se pusieron a beber por sorbos cada
uno. En ese momento se oyó una voz de una mujer que los dejó muy asustados,
quedándose helados y quietos como estatuas.

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La criada

Era la criada quién bajó a la habitación. Don Zorro y sus acompañantes tuvieron que
esconderse detrás de las garrafas de sidra inmediatamente para no ser descubiertos. La
mujer se acercó al armario tan cerca que podían oír su respiración.

“¡Señora Benita!” gritó la criada. ¿Cuántas garrafas le subo esta vez?

“¡Sube dos o tres!” le contestó desde arriba su ama.


Estuvo a punto de descubrir a nuestros amigos, quienes se salvaron por un pelo de ser
descubiertos.

La criada subió llevando las garrafas de sidra, pero regresaría con veneno para matar
ratas, pues decía que el lugar apestaba demasiado.

Don Zorro ordenó que rápidamente cada uno cogiera una garrafa de sidra y se fueran, no
sin antes cerrar con mucho cuidado la tapia.

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El gran banquete

Presurosos se condujeron por el túnel, con la boca hecha agua por disfrutar del tremendo
banquete que les esperaba. Después de un largo trayecto llegaron.

Alrededor de una mesa se habían congregado hasta veintinueve animales:

Doña Zorra y tres zorritos; doña Tejona y tres tejoncitos; Don

Topo, su señora y cuatro topitos; don Conejo, señora y cinco conejitos; Doña Comadreja,
su esposo y seis comadrejitas.

En la mesa se mostraban suculentos pollos, patos, jamón, tocino, dulces y tartas.


Comieron con tanta hambre que el silencio reinaba solo se escuchaba el chasquido de los
huesos en las fauces de los hambrientos comensales.

Don Tejón, brindó por el Zorro.

Doña Zorra elogió a su marido, diciendo…por algo le llaman el SUPERZORRO.

Finalmente Don Zorro dio su discurso entrecortado por dos eruptos.

Don Tejón y Don Topo, les ofrecieron vivir una vida subterránea sin problemas, ni
persecuciones de los humanos. Así fue y vivieron felices. El zorro se encargaría de “ir de
compras” cada mañana.

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La larga espera

En la boca del túnel los granjeros; Benito, Buñuelo y Bufón esperaban sentados, con sus
escopetas listas para disparar.
Llovía, el agua les caía en el pescuezo, les mojaba la espalda hasta la planta de los pies.

No perdían las esperanzas de que salieran en busca de comida.

”¡No tardarán mucho en salir!” dijo Buñuelo.

“¡Deben estar muertos de hambre!” decía Bufón.

“¡Están a punto de salir!” animaba Benito.

Muy serios esperan hasta ahora.

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