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Este mes de Mayo está dedicado a la Virgen María, nuestra madre celestial y nos sentimos
apoyados y protegidos por ella. Su cariño y su ternura llenan nuestras vidas y por eso ponemos en ella
nuestra confianza. Es Madre y eso lo dice todo. Es Madre de Jesús y Madre nuestra. Es Madre que
acoge, escucha y perdona. Y una Madre que está junto a sus hijos en el momento que le necesitan: en
los momentos duros y difíciles de la vida.
Hoy a través de María, queremos agradecer a Dios el milagro de la maternidad y pedimos por
todas las madres del mundo, especialmente por las mamás de nuestra Institución Educativa,
para que la Virgen sea su modelo, su consuelo y su ayuda.
Queremos que esta eucaristía sea hoy acción de gracias por nuestras madres. Siempre las
hemos tenido a nuestro lado y a ellas les debemos lo que somos y tenemos.
Puestos de pie, recibimos a nuestro sacerdote entonando el canto: IGLESIA SOY.
PENITENCIAL: SEÑOR TEN PIEDAD
EVANGELIO:
SANTO: LUNA
CORDERO: TONDERO
COMUNIÓN:
Con el vino y el pan llevamos hoy al altar tantas cosas recibidas de nuestras madres y
que sería imposible enumerar aquí: el primer alimento, las primeras letras, tantas noches sin
dormir, su preocupación constante, su paciencia y su gratuidad en todo.
Con las flores, todo lo bello que de ellas hemos recibido, nuestras virtudes y bondades.
Traemos todas estas cosas ante Ti, Señor, porque sabemos que todo lo bueno que hay
en este mundo viene de Ti y Tú lo santificas en la mesa del altar, bendice el amor de nuestras
madres y hazlas cada día más parecidas a la Virgen.