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ANALIZANDO LA PREOCUPACIÓN

POR: Manuel Alejandro Santos H.

Si lo analizamos bien, la preocupación está en todas partes. Posiblemente es el único sentimiento


que todos compartimos. Observa la gente de tú alrededor, te darás cuenta que vivimos repletos
de preocupación todo el tiempo; Ahora preguntémonos, ¿Cómo la preocupación es, de algún
modo, una parte frecuente de nuestros pensamientos diarios? ¿Cuánto influye la preocupación en
todo lo que hacemos?

Considero que la preocupación es uno de los gigantes dormidos de la iglesia. Quizás nos
transforma en personas temerosas e inseguras aun cuando nuestra teología nos dice que tenemos
muchos motivos para ser esforzados, diligentes y seguros. ¿Podría ser que muchos de nosotros
vivimos con una gran incongruencia entre la confianza teológica que celebramos el domingo y el
miedo y la preocupación que practicamos fuera de la iglesia durante la semana? ¿Por qué
pasamos noches sin dormir, nuestros estómagos sufren por nuestros nervios y nuestros días son
tensos? ¿Por qué nos asedia la preocupación?

El mundo en el que vivimos simplemente no funciona de la manera en que lo dispuso el Creador,


es un mundo caído y con maldad. Por esta razón, el engaño, el peligro y la desesperanza son
reales. Aunque debo decirte que no es lo que nos rodea lo que provoca nuestra preocupación; no,
más bien, lo que hay dentro de nosotros es la causa de ella. Sigue leyendo y entenderás porque te
lo digo.

1.- Reducción
Para entender por qué aun los que decimos creer en Dios, solemos preocuparnos más de la
cuenta, repasaremos unos versículos que nos dejan ver porque la preocupación es una batalla
universal.

«Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que uno murió por
todos… para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos»
(2Co 5:14-15; énfasis del autor).

En las frase que he resaltado, Pablo hace una observación estremecedora sobre cómo el pecado
básicamente altera la visión de la vida de cada persona. Fuimos creados con el propósito de vivir
para algo infinitamente superior a nosotros mismos; fuimos creados para vivir por Dios: su reino
y su gloria; fuimos diseñados para obtener nuestra identidad, valor, propósito y sentido interior de
bienestar de manera vertical; fuimos diseñados para obtener en Dios la razón para vivir. Sin
embargo, el pecado provoca que cada uno de nosotros viva para sí mismo; esto es, reducir
nuestras vidas al tamaño de nuestras vidas. El pecado provoca que comprimamos el campo de
nuestros sueños, deseos, necesidades y emociones. El pecado hace que con temor nos centremos
en nosotros mismos, nos aislemos a nosotros mismos y que nosotros mismos seamos nuestra
propia motivación.

¿Qué tiene que ver esto con la preocupación? ¡Todo! Como una consecuencia del pecado, ya no
buscamos nuestro descanso interior en Dios, sin darnos cuenta, intentamos buscar nuestra
identidad, valor, propósito y nuestro sentido interior de bienestar de manera horizontal. Vamos a
las situaciones y a las relaciones quebrantadas y cambiantes de este mundo caído con el fin de
encontrar en ellas nuestro propósito y nuestro descanso interior. Las cosas que no fueron
diseñadas para darnos descanso y sobre las cuales no tenemos control se han transformado en
nuestros mesías de reemplazo. Les pedimos que hagan por nosotros lo que sólo Dios puede hacer.
Las cosas importantes (como la familia, el trabajo, la casa, el dinero, etc.) se vuelven cosas
demasiado importantes para nosotros porque se convierten en los lugares en los que buscamos
descanso. Cuando esto pasa, no sólo no nos dan descanso, también se transforman en la razón de
los infinitos ciclos de preocupación, ansiedad y miedo que aparecen en nuestras vidas diarias. El
trabajo es importante, pero no debe ser la fuente de identidad. El matrimonio o las amistades son
importantes, pero no deben ser el lugar donde se busca la plenitud. La preocupación que nos
controla o nos detiene, desnuda más de lo que hay dentro de nosotros que de lo que hay fuera de
nosotros.

2.-Tesoros
Mateo 6:19-34 es uno de los pasajes bíblicos más conocidos sobre la preocupación. ¿A quién no le
parecen conocidas las palabras «¿quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora
al curso de su vida?» (v.27) o «por tanto, no se preocupen diciendo, “¿qué comeremos?” o “¿qué
beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?”» (v.31)? Cuando se separan de este pasaje de
inmediato ven que es mucho más que un análisis de preocupación. Es realmente un desglose
detallado de la guerra entre el reino de Dios y el reino del yo. Precisamente, por esta razón dice lo
que dice sobre la preocupación.

Esto nos enseña que detrás de cada momento de preocupación hay una batalla por el corazón.
Esta lucha tiene ver con quién gobernará nuestros corazones: si el reino de Dios o el reino del yo.
En particular, el reino del yo está esclavizado por una búsqueda de tesoros terrenales y
necesidades guiadas por la ansiedad. El reino del yo comprime la vida a un catálogo de tesoros
físicos y a una lista de necesidades personales. En este reino, vivo para asegurar que consigo lo
que quiero y que satisfago mis necesidades. Ahora, déjame preguntarte, ¿cuántas de tus
preocupaciones en el último mes tuvo algo que ver con el reino de Dios?

Cristo usa una palabra muy útil aquí para describir las cosas que capturan nuestros corazones:
tesoro. Piensen en esta palabra. Existen muy pocos tesoros en la vida que tienen un valor
intrínseco, pues a la mayoría de los tesoros se les atribuye un valor. ¿Por qué un billete de cien
pesos vale cien pesos? No es porque contenga el valor de cien pesos en tinta o papel. No, su valor
es asignado. De la misma manera, le asignamos valor a las cosas en nuestras vidas. Es imposible
ser un humano y no hacer esto. Jesús nos advierte a ser cuidadosos con aquello a lo que le
asignamos valor porque lo que nombramos como nuestro tesoro controlará nuestros corazones y
lo que controla nuestros corazones controlará nuestro comportamiento.

¿Cómo esto se conecta con la preocupación? La preocupación y el descanso siempre revelan los
verdaderos tesoros del corazón. Tendrás más descanso cuando lo que atesores esté más seguro y
te preocuparás más cuando lo que atesores más esté en riesgo. ¿Qué reflejan tus mundos de
preocupación sobre los verdaderos tesoros de tu corazón? Tu vida siempre está formada por lo
que tú mismo dices que necesitas. Llamar algo una necesidad es un compromiso importante del
corazón. Si estás convencido de que algo es una necesidad, entonces parece apropiado esperar
tenerlo y parece natural preocuparse cuando no se obtiene. Creo que la palabra necesidad es una
de las que empleamos con más negligencia. La mayoría de las cosas que llamamos «necesidades»
no lo son. Jesús explicó que Dios nos suministrará piadosamente las cosas que realmente son una
necesidad. Tenderemos a preocuparnos ante la genuina necesidad cuando nos olvidemos de Dios
y de su fiel y perpetuo compromiso de amor.
3.- Descanso

Estoy convencido de que el descanso real y perpetuo de cada persona, nunca se hallará en la
comodidad de las circunstancias. Incluso en lo mejor de las situaciones en este mundo caído,
nuestros corazones serán capaces de encontrar razones para preocuparse. El descanso interior del
alma y la paz perdurable del corazón sólo pueden encontrarse cuando Jesús y su reino sean
nuestros mayores y más profundos tesoros. Cuando pongamos nuestra identidad en sus manos
firmes, cuando encontremos nuestro valor y propósito en la obra imparable de su Reino, y cuando
confiemos en el cimiento seguro de sus promesas.
Vencer la preocupación no tiene que ver con esperar a que el mañana sea mejor. Se trata de
pelear contra la tentación de poner la paz de nuestro corazón en las cosas que, por su misma
naturaleza, son efímeras y, por lo tanto, incapaces de dar una paz imperecedera. Se trata de nutrir
nuestras almas diariamente con las promesas del padre. Se trata de vivir por algo más grande que
tú mismo. Se trata de entregarle el amor y la preocupación de tu corazón al Rey y pelear contra el
instinto de construir un propio reino liliputiense. El reino del yo nunca dará descanso porque no
tiene la capacidad de satisfacer los anhelos de nuestros corazones. Solo Dios puede satisfacernos
total y eternamente.

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