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Los judíos compartían los mismos conceptos que los pueblos vecinos en cuanto a
la poligamia y la posición social de las concubinas consintiendo estas prácticas. Sin
embargo, condenaban las perversiones sexuales, el adulterio y el incesto. Se
imponen multas y castigos por violación y seducción según queda reflejado en la
Biblia y se condenan las orgías sexuales que acompañaban los rituales de otros
pueblos.
LA MUJER JUDÍA
El Zóhar, uno de los pilares de la cabbalá, dice que todo hombre deberá encontrar
una mujer con quien compartir su vida pues a través de esa unión se refuerza su fe
y es allí donde la Divina Presencia, no se separará de él jamás. A través de la unión
con la mujer, Dios penetra en el hombre.
El hombre tiene la obligación de alegrar a su mujer por ser ella el hilo conductor con
el creador. Del Zóhar se desprende, que, para poder entrar en comunión con Dios,
el cabalista deberá casarse primero. Se sostiene que la soltería no conduce al
estado de estar completo. La Shejiná y la mujer son figuras que completan la
esencia masculina, a pesar de ser considerada la mujer por la mayoría de los
cabalistas con un rol eminentemente pasivo.
Todos los códigos religiosos prohíben cualquier manifestación de afecto a una mujer
que no sea la propia. Por ello, el hombre no debe tocar a una mujer extraña ni
sostener su mano. Los judíos observantes evitan por ello cualquier contacto físico
aún con sus propios familiares.
LA HOMOSEXUALIDAD Y EL JUDAISMO
Como vemos, dentro del mundo judío existen diversas corrientes teológicas. El
Judaísmo reformista, desde 1977, viene abogando en Israel por la aceptación de la
homosexualidad y los derechos de las minorías sexuales,
La Torá es la que define para el mundo judío cuales son las tendencias válidas y
cuáles no. El hombre fue creado con el poder procreativo con el objetivo de usarlo
para poblar la tierra. Es su deber primario. Desviar ese potencial y usarlo sólo para
el placer personal, atenta contra la naturaleza humana innata de dejar
descendencia.
Lo que distingue al hombre del animal es que el animal está dominado por su instinto
mientras que el hombre lo domina, canaliza y sublima.
EL MATRIMONIO JUDIO
Contraer matrimonio en el mundo judío es formar una empresa que busca lograr la
perpetuación patrimonial familiar y generacional. Contraer matrimonio es una
obligación y se procura que sea antes de cumplir los veinte años. Existe la
excepción a esta norma para todos los judíos que estudian la Torá.
La mujer en el día de su casamiento recibe bajo la jupá una "ketuvá" en la cual están
escritas y especificadas las obligaciones del hombre para con ella. Aquí vemos
cómo los Sabios se han ocupado de proteger a la mujer, incluso respecto de sus
necesidades materiales, como es tener una casa para vivir, ropa, comida, etc.
La pareja para el judaísmo no sólo se une bajo la Jupá, sino que se reúne La pareja
comparte una misma alma que, al nacer, se divide en dos, y al casarse vuelve a
reunirse. En otras palabras, los dos son partes incompletas de una unidad hasta el
momento de reencontrarse en matrimonio.
La institución del matrimonio es una idea Divina que sirve para más que
simplemente formalizar una relación. Deben respetarse las instrucciones que Dios
nos dio, para que el matrimonio funcione. El casamiento judío representa también
la unión entre Dios y el pueblo judío celebrado en el Sinaí por medio de la entrega
de la Torá. Muchas de las costumbres en el casamiento judío reflejan dicho
paralelismo.
Para poderse casar ambos deben ser judíos, solteros, y no hijos del adulterio. Esto
es un problema serio en caso de una mujer casada que, aunque tenga el divorcio
civil no haya recibido el Guet (divorcio religioso) y tuvo hijos con otro hombre.
Para casarse, el rabino pide la Ketubá de los padres de ambas partes o en caso de
que estén divorciados, pedirá una copia del Guet. Solicita una copia de las libretas
de matrimonio de los padres o las partidas de nacimiento de los interesados.
El matrimonio debe ser el fin de todo judío como lo marca la Torá. El judaísmo
consagra la legitimidad de la vida sexual dentro del matrimonio. El que no tiene
descendencia comete un pecado similar a delitos considerados importantes.
Los teóricos del judaísmo dudan sobre la licitud de las prácticas que incrementan el
placer como realizar el coito mediante la penetración por detrás, colocar a la mujer
en la parte superior y prefieren la comúnmente llamada postura del misionero. Como
veremos las tres grandes religiones monoteístas señalan la posición sexual del
misionero como la más natural.
La Poligamia en el judaísmo
La poligamia existía entre los israelitas antes de los tiempos de Moisés, quien
continuó la institución sin imponer límite alguno en el número de mujeres que un
esposo hebreo podía tener.
Sin embargo, los judíos Sefardíes continuaron con la práctica de la poligamia. Esta
era realizada por los judíos ricos en las tierras islámicas, pero raramente por los
judíos que vivían entre cristianos. Si seguimos al profesor de antropología social y
cultural de la Universidad de Haifa, Joseph Ginat, es habitual la poligamia entre los
180.000 beduinos de Israel. También es frecuente entre los judíos del Yemen. Los
rabinos permiten a los judíos casarse hasta con cuatro esposas.
En el Israel moderno, cuando una mujer no puede tener hijos o está mentalmente
enferma, los rabinos le dan al esposo el derecho de casarse con una segunda
esposa sin divorciarse de la primera.
EL ADULTERIO
El adulterio era una práctica relativamente extendida entre los judíos hispánicos,
consecuencia de una cierta relajación moral, especialmente entre las clases
pudientes, y de la convivencia de familias extensas bajo el mismo techo.
La imputada es tenida por convicta y confesa, ya que era probado y manifiesto dicho
crimen, según la Ley, y con arreglo a ésta debía ser ejecutada. Sin embargo, existe
un margen de discrecionalidad que permite conmutar dicha pena por azotes, exilio
y trasquileo en cruz, es decir, dolor, destierro e ignominia.
Los judíos insatisfechos con su vida marital o sin excesivos escrúpulos requieren
los servicios de meretrices cristianas o musulmanas y disponen de numerosas
oportunidades para consumar sus apetitos. Las fuentes historiográficas ratifican la
presencia de prostitutas judías en la mayoría de las aljamas importantes, tanto de
la Corona de Aragón como de Castilla. Por ejemplo, en Barcelona existía un burdel
en Castell Nou.
LA MENSTRUACION
Los rabinos talmúdicos consideran, que los siete días de abstinencia deben
contarse a partir de la desaparición de la menstruación sumando de esta forma doce
días de abstinencia. La práctica usual entre los judíos ortodoxos es que al terminar
la abstinencia la mujer debe sumergirse en un baño o mikva antes de reanudar
relaciones con su esposo. De acuerdo con estas premisas talmúdicas, el encanto
del matrimonio aumenta con este periodo de abstinencia.