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actividad-empresarial-del-estado/

Una nueva mirada a la actividad empresarial del Estado

Por Eduardo Quintana Sánchez el 26 de Septiembre 2011 3:55 PM


El primer párrafo del artículo 60 de la Constitución Política del Perú de 1993 señala que
sólo autorizado por ley expresa el Estado puede realizar subsidiariamente una actividad
empresarial por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional.

En tal sentido, la actividad empresarial del Estado está reconocida


constitucionalmente cuando se realiza autorizada por ley, donde la iniciativa
privada no existe o es insuficiente y se sustenta en un alto interés público o
manifiesta conveniencia nacional.
Al respecto, corresponde señalar que desde un punto de vista teórico regulatorio,
la actividad empresarial del Estado puede tener diversos objetivos como una
redistribución más justa (equidad), el funcionamiento más adecuado de los
agentes económicos en el mercado (eficiencia), o la necesidad de presencia del
Estado en determinados sectores (objetivo estratégico). Sin embargo, no tiene
carácter subsidiario en todos estos casos.
En primer lugar, el mercado asegura que se atienda la demanda de aquellos
segmentos de la población que pueden pagar un precio que cubra los costos de
producción de los bienes, pero no garantiza que se atienda a los segmentos sin
capacidad de realizar dicho pago.
Dependiendo del bien en cuestión puede considerarse que la atención de estos
últimos segmentos de la población es relevante por consideraciones
redistributivas, buscándose cubrir su demanda independientemente de sus
condiciones socio-económicas, ubicación geográfica, etc. Para ello es necesario
introducir algún esquema de subsidio que cubra el costo de la producción
necesario para atender la demanda de los segmentos cuya atención no es
rentable.
Una forma de hacerlo sería destinando recursos para que el Estado, a través de
la actividad empresarial, cubra esa demanda. En este caso, la actividad
empresarial del Estado cumple un típico rol subsidiario, pues no compite con la
iniciativa privada en tanto que actúa donde esta no llega, y cumple así un objetivo
de equidad. Este sería el supuesto regulado en el primer párrafo del artículo
60 de la Constitución.
En segundo lugar, el mercado puede encontrarse en pleno funcionamiento con
distintas empresas privadas operando y compitiendo, pero aplicando
condiciones no eficientes (por ejemplo: precios demasiado elevados o calidades
degradadas). Ante tal situación, el Estado podría considerar necesario introducir
algún mecanismo para corregir esas distorsiones y asegurar que el mercado
funcione eficientemente.
Entre los distintos instrumentos regulatorios que podría utilizar se encuentra la
denominada intervención directa en la economía a través de una empresa
estatal. En este caso, la empresa estatal ingresaría a competir con las empresas
privadas y actuaría como un catalizador, buscando que las condiciones de oferta
mejoren.
Es decir, que se fijen precios más adecuados, se mejore la calidad, etc. Una vez
que esto se hubiera conseguido, la empresa estatal debería salir del mercado.
En este caso la actividad empresarial del Estado buscaría un objetivo de
eficiencia y no tendría carácter subsidiario, pues entraría a competir con la
iniciativa privada y no a reemplazarla ni a complementarla donde esta no llegue.
Finalmente, pueden existir determinados sectores económicos que se
consideran vitales para la soberanía de un país, por lo que la intervención directa
del Estado conjuntamente con las empresas privadas resultaría necesaria. En
estos casos, la actividad empresarial del Estado cumpliría un objetivo
estratégico, al garantizar que ese sector de la economía no responda únicamente
a intereses privados sino que tenga presencia permanente del Estado. De este
modo, la actividad empresarial del Estado tampoco cumpliría un rol subsidiario,
pues participaría junto con los privados o incluso sustituyéndolos.
Si bien puede entenderse que estos dos últimos supuestos no se encuentran
reconocidos por la Constitución, debe tenerse en cuenta que el tercer párrafo del
artículo 60 de la misma señala que la actividad empresarial pública o no pública
recibe el mismo tratamiento legal.
Esta regla de trato igualitario cobraría sentido si la empresa pública actúa y
compite en el mismo mercado que la empresa privada. Es decir, si participa en
el mercado sin cumplir un rol subsidiario. En tal caso, la empresa estatal tendría
que competir sin ningún tipo de subsidio o privilegio especial, y sólo debería
mantenerse en el mercado mientras pueda operar de ese modo y persistan las
condiciones que justificaron su entrada. Así, una interpretación de esta
naturaleza indicaría que la Constitución también estaría reconociendo la
posibilidad de que la actividad empresarial del Estado se realice en competencia
con la iniciativa privada.
¿Está usted de acuerdo con que el Estado desarrolle alguna actividad
empresarial como la señalada en términos teóricos por el profesor
Quintana? De ser su respuesta afirmativa, ¿en qué casos concretos podría
darse dicha participación estatal?

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Eduardo Quintana Sánchez
Master en Regulación de Servicios Públicos por la London School of Economics
and Political Science. Abogado, Pontificia Universidad Católica del Perú. Socio
de Lema, Solari & Santiváñez, Abogados desde el 2006.
Profesor de la Maestría en Finanzas y Derecho Corporativo de ESAN
Trataremos de explicar de manera general la definición de actividad empresarial
y las diferentes características de las empresas respecto a las actividades a las
que se dedican. La actividad empresarial es un proceso con fines comerciales
o industriales para el beneficio de cualquier empresa. Por lo tanto, la definición
de actividad empresarialsupone el desarrollo de cualquier compañía con el fin de
conseguir aumentar sus ganancias y su potencial en un mercado competitivo.
Dependiendo de la tipología de la empresa, encontraremos diferentes
actividades empresariales según las características de la misma.
Ampliando este concepto, la actividad empresarial es toda aquella acción que
una empresa lleva a cabo con el objetivo final de producir y comercializar sus
bienes o servicios, generando ingresos a la empresa y, por lo tanto, generando
un volumen monetario para agrandar sus ganancias y ganar, posteriormente, un
volumen de tamaño interno mayor para evolucionar.

Por ello y para conseguir este objetivo, todas las tareas o actividades que se
realicen en el interior de toda empresa, necesitan ser supervisadas por una
correcta gestión interna de la empresa y de capital, organizando los recursos
materiales de los cuales se dispone, además de los recursos humanos
disponibles en la empresa para llevar a cabo el desarrollo de las actividades
empresariales.

Diferentes tipos de actividad empresarial según el carácter de la empresa

Como hemos mencionado anteriormente, la amplitud de la definición de actividad


empresarial nos lleva a conocer las diferentes actividades existentes según la
tipología de cada empresa. Por esta razón, redactamos a continuación las
diferentes actividades empresariales que podemos encontrar según el carácter
de la empresa divididos por sectores o entornos laborales:
o Empresas del sector primario: Todas aquellas empresas cuyas actividades
empresariales son sobre el resultado de la transformación de los recursos
naturales. En esta clasificación encontramos la pesca, ganadería, agricultura,
silvicultura, caza, apicultura y acuicultura.
o Empresas del sector secundario: Supone todas aquellas actividades
empresariales relacionadas con la transformación o extracción de las materas
primas. Dentro del sector industrial, encontramos otro tipo de clasificación según
su desarrollo de actividad empresarial:
1. Empresas extractivas: aquellas que se dedican únicamente a la explotación de
recursos naturales, tanto renovables como no renovables.
2. Empresas manufactureras: aquellas que transforman la materia en un producto
final. Encontramos dos subcategorías en el interior de esta tipología, que son las
manufactureras de producción, que son aquellas que satisfacen a las empresas
previas al consumidor directo, y las empresas de consumo final, que se dirigen
a cubrir las necesidades de los consumidores.
o Empresas del sector terciario: enfocadas a la compra-venta de los bienes y
servicios. En el caso de las empresas comerciales, encontramos empresas de
carácter mayorista, minorista y comisionista, esta última se trata de una tipología
de empresa que funciona como intermediaria, ya que lo que vende no forma
parte de su propiedad.
Por otro lado, encontramos empresas enfocadas a los servicios tales como
empresas de turismo, transporte, servicio público, etc.
o Empresas del sector cuaternario: en cuanto a este último sector, las empresas
que encontramos tienen como actividad empresarial el fomento del
conocimiento, por ello encontramos empresas relacionadas con este ámbito:
empresas de información, consultoría, tecnología, investigación y desarrollo.
El desarrollo de la actividad empresarial desde marco legal de la
Prevención de Riesgo Laborales

Desde el marco legal del RD 171/2004, de 30 de enero, se desarrolla el art.24


de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgo Laborales, con
el fin de dejar constancia de las definiciones de la coordinación de las actividades
empresariales, independientemente de su tipología como empresa, como los
términos ya mencionados anteriormente.
Según el art. 2 de esta ley, podremos comprobar y cumplir con las siguientes
definiciones que así están establecidas por el estado:

1. a. Centro de trabajo: cualquier área, edificada o no, en la que los


trabajadores deban permanecer o a la que deban acceder por razón de su
trabajo.
2. b. Empresario titular del centro de trabajo: la persona que tiene la capacidad
de poner a disposición y gestionar el centro de trabajo.
3. c. Empresario principal: el empresario que contrata o subcontrata con otros
la realización de obras o servicios correspondientes a la propia actividad de aquél
y que se desarrollan en su propio centro de trabajo.
Por último, y siguiente con el art.3 que encontramos en la ley 31/1995, de 8 de
noviembre, de Prevención de Riesgo Laborales, se establecen los siguientes
objetivos marcados para la correcta efectividad de la coordinación de las
actividades empresariales:
1. a. La aplicación coherente y responsable de los principios de la acción
preventiva establecidos en el artículo 15 de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre,
de Prevención de Riesgos Laborales, por las empresas concurrentes en el centro
de trabajo.
2. b. La aplicación correcta de los métodos de trabajo por las empresas
concurrentes en el centro de trabajo.
3. c. El control de las interacciones de las diferentes actividades desarrolladas
en el centro de trabajo, en particular cuando puedan generar riesgos calificados
como graves o muy graves o cuando se desarrollen en el centro de trabajo
actividades incompatibles entre sí por su incidencia en la seguridad y la salud de
los trabajadores.
4. d. La adecuación entre los riesgos existentes en el centro de trabajo que
puedan afectar a los trabajadores de las empresas concurrentes y las medidas
aplicadas para su prevención.

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