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MAYOR
Introducción
Concepto de ansiedad La ansiedad se define como un fenómeno adaptativo que cumple
funciones de alerta y de defensa necesarias para la supervivencia de un individuo1 . Desde el
punto de vista emocional, es considerada universal y aparece cuando el individuo percibe
una situación como peligrosa o amenazante, con independencia del peligro o amenaza real.
Esto facilita la respuesta ante distintas situaciones de peligro al preparar para la acción y
facilitar el afrontamiento. La reacción de ansiedad implica la actuación de distintos sistemas
de respuesta (cognitivo, fisiológico y motor) que no siempre están bien coordinados. Esto da
lugar a una combinación de respuestas cognitivo subjetivas (inseguridad, temor), fisiológicas
(taquicardia, sudoración) y expresivo motoras (cambios de expresión facial, movimientos
repetitivos, conductas de evitación) dando forma a la emoción que denominamos ansiedad2
.
Existen diversos modelos teóricos para tratar de dar explicación a la ansiedad. Uno de ellos,
bastante sencillo de entender, es el modelo de alarma-creencias-afrontamiento (ABC de sus
siglas en inglés Alarm, Beliefs, Coping) 3 . Este sistema implica circuitos neuronales
específicos para cada uno de sus componentes, que se interrelacionan de forma equilibrada
en una situación de normalidad, y cuyo desajuste puede dar lugar a los distintos trastornos de
ansiedad.
La ansiedad como trastorno
Los fenómenos descritos anteriormente se pueden considerar en principio como una reacción
normal, no patológica. Cuando dichos fenómenos sufren un desajuste bien sea por la
frecuencia, la intensidad o la duración de los mismos es cuando podemos hablar de trastorno2
. Para el DSM-V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales)4 los trastornos
de ansiedad comparten características de miedo y ansiedad excesivos. Al miedo lo
caracterizan accesos de activación autonómica necesarios para luchar o huir, pensamientos
de peligro inminente y comportamientos de huída. La ansiedad se presentaría con más
frecuencia como tensión muscular y vigilancia en preparación de un daño futuro, así como
comportamientos de evitación y cautela.
La modulación de las vías gabaérgicas reduce la ansiedad de forma inmediata, pero los
mecanismos de compensación asociados a la acción de estos fármacos tienen como resultado
efectos de tolerancia y potencialmente fatales efectos de abstinencia7 . Diferentes
medicaciones antiepilépticas también modulan la transmisión GABA, pero por una vía
diferente, produciendo un menor efecto compensatorio y, por lo tanto, menor tolerancia y
abstinencia. El papel de la dopamina es complejo. El bloqueo de los receptores D2, además
de su característico efecto antipsicótico, es también ansiolítico. La dopamina, como buena
catecolamina, tiene una regulación al alza con la noradrenalina en los estados de ansiedad.
El resultado de esta compleja relación es la variabilidad en la respuesta a medicaciones que
incrementan la dopamina. Algunos pacientes con ansiedad responden bien a medicaciones
dopaminérgicas. En otros, sin embargo, empeora su estado. La noradrenalina está aumentada
en los estados de ansiedad. Media algunos síntomas físicos de los estados de ansiedad como
la taquicardia. Es por esto que medicaciones como los bloqueadores beta pueden reducir el
correlato físico de la ansiedad, pero no son efectivos en el componente emocional de la
misma. El glutamato es el principal neurotransmisor excitador en el sistema nervioso central
(SNC). A través del receptor NMDA tiene particular importancia en la memoria y en el
aprendizaje. La activación de este receptor codifica la síntesis proteica, lo que refuerza la
conexión de las neuronas implicadas en esta vía, estando relacionado con el
condicionamiento y la extinción de comportamientos. El antagonismo y el agonismo de la
vía del glutamato parece ser eficaz en la reducción de la ansiedad. No hay medicaciones
agonistas aprobadas, pero dos antagonistas (memantina y riluzol) tienen evidencias de
eficacia en el tratamiento del TOC, y parece que también en ansiedad generalizada8 .
Genética
Desde el punto de vista genético, parece que la herencia está ligada sobre todo a la posibilidad
general de padecer trastornos de este grupo, pero no a ningún trastorno concreto, quedando
la aparición de uno u otro más ligada a las influencias ambientales. Sea cual sea el caso, el
factor hereditario parece mayor en el TOC.
Factores de riesgo
Al contrario de lo que ocurre con la depresión, la edad no es un factor que predisponga por
sí mismo al padecimiento de trastornos de ansiedad1 . Los factores de riesgo que se pueden
considerar para padecer un trastorno de ansiedad podrían ser9 : ser mujer; padecer varias
enfermedades crónicas; estar soltero/a, divorciado/a o separado/a y tener un nivel bajo de
educación. Tener depresión también influye en la aparición de síntomas de ansiedad. Algunas
series hablan de que hasta el 80% de los pacientes con depresión tienen un incremento de la
ansiedad y que un 50% de los pacientes con trastorno de ansiedad generalizada (TAG)
pueden tener sintomatología depresiva10.
Aspectos psicológicos
Cada individuo es irrepetible en cuanto a sus características y peculiaridades, pero las
situaciones fundamentales, los temas vitales, obstáculos y necesidades por satisfacer son las
mismas para todos. Todo ser humano nace, alcanza la madurez sexual y aprende
determinadas pautas y técnicas para adaptarse y sobrevivir. Aun así, el hombre nunca
permanece estático, pasa por sus fases de desarrollo desde que nace hasta que perece. En
cada una de estas fases adquiere nuevas características, desarrolla nuevas aptitudes marcadas
por su biología, por su desarrollo cognitivo y por las pautas que la sociedad en la que vive le
marca. Esta sociedad establece una posición, da un papel a cada uno de sus miembros y le
confiere unas tareas determinadas. Cada vez que una persona ocupa una nueva posición, los
semejantes que le rodean hacen recaer en ella un cúmulo de exigencias y de imposiciones
con las cuales, hasta ese momento, no le había sido preciso enfrentarse. El aumento de la
edad cronológica implica la necesidad de nuevas actitudes y formas de comportarse de
acuerdo con la experiencia acumulada y la pérdida progresiva de capacidades y posibilidades
que hasta aquel momento el individuo había utilizado. El progreso a través de cada una de
las etapas de la vida puede quedar incompleto y, aunque esto no impide pasar a la siguiente
etapa de desarrollo, puede ocasionar déficits que propicien fijaciones y regresiones a estados
anteriores donde existía una salud psíquica más equilibrada11. Envejecer es un proceso que
se desarrolla en cada individuo y en cada cultura de forma distinta, pero que forma parte del
ciclo de la vida, y durante el mismo suceden cambios importantes y un modo de vivir distinto
que repercute tanto en el individuo como en los que le rodean. La psiquiatría psicodinámica
ha señalado clásicamente la ansiedad como una señal de alarma provocada por un conflicto
psíquico. En los ancianos, además, la ansiedad puede
Causas médicas de la ansiedad
Las enfermedades médicas y la ansiedad pueden comportarse de 3 maneras: los propios
síntomas de la enfermedad pueden ser la causa desencadenante de la ansiedad, la enfermedad
médica puede mimetizarse con los síntomas de un trastorno de ansiedad o ambas entidades
pueden coexistir. En el adulto mayor, los trastornos de ansiedad ocurren frecuentemente de
forma simultánea a otras enfermedades como depresión, enfermedades cardíacas, diabetes,
etc. En algunos casos, estas comorbilidades deben ser evaluadas y tratadas antes de que el
paciente pueda responder adecuadamente al tratamiento de la ansiedad3 . Dentro de las
enfermedades médicas que causan ansiedad destacan procesos cardiovasculares,
respiratorios, neurológicos y de estirpe endocrina. Un listado útil a tener en cuenta, aunque
no exhaustivo, podría ser el propuesto en la tabla 11 . Los síntomas de una crisis de ansiedad
(palpitaciones, taquicardia, sudoración) podrían solaparse con los propios de un infarto de
miocardio. La insuficiencia cardiaca es causa frecuente de disnea y secundariamente de
ansiedad. Las enfermedades respiratorias que cursan con disnea son causa frecuente de
ansiedad, sobre todo las más limitantes de la deambulación. La medicación broncodilatadora
produce un efecto ansiógeno a tener en cuenta. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica
se asocia con cierta frecuencia con el trastorno de angustia.
Ansiedad social
En la ansiedad social se produce un miedo o ansiedad cada vez que el sujeto se expone a
contextos o situaciones en los que está sometido al escrutinio de otras personas o así lo
percibe (conversaciones, intervenciones en público, comer en un restaurante, etc.). El sujeto
teme que actuará de una manera en la que será evaluado negativamente. Este miedo es
desproporcionado y provoca la evitación de contextos sociales. En el anciano, la disminución
sensorial y la falta de confianza en sí mismo y en los demás pueden ocasionar síntomas
similares a este trastorno.
Trastorno de ansiedad generalizada
El TAG4 se caracteriza por una excesiva ansiedad y preocupación sobre diversas actividades
o situaciones. La intensidad, duración o frecuencia de esta preocupación es desproporcionada
respecto a la que normalmente cabría esperar por dicha actividad o situación. El paciente
encuentra dificultad para manejar esta preocupación y los pensamientos acerca de ella
invadiendo el campo de la atención y de las tareas que realiza a diario. Las preocupaciones
surgen ante las más diversas situaciones: tareas diarias, la salud propia o de familiares, orden
en casa, asistencia a citas, economía, etc. y estas van siendo diferentes según la etapa y las
circunstancias de la vida del paciente. Así, por ejemplo, el paciente mayor puede estar más
preocupado por temas acerca de su salud que por temas de trabajo. El TAG se distingue de
la preocupación normal o “fisiológica” en que estas son más frecuentes y variadas, más
intensas, más invasivas, causan una perturbación significativa del sujeto y tienen una
duración más prolongada. Además del perjuicio social y ocupacional que producen estas
preocupaciones, se ven acompañadas de la sensación de permanente alerta, fatigabilidad
fácil, dificultad para la concentración, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del
sueño. También se pueden experimentar síntomas somáticos tales como sudoración, náuseas,
diarrea, etc. Los síntomas de hiperexcitación autonómica (taquicardia, disnea, mareo, etc.),
aunque posibles, aparecen con menor frecuencia que en el trastorno de pánico. La aparición
de este trastorno es variable a lo largo de la vida y predomina en personas de temperamentos
ansiosos y de neuroticismo acusado, apareciendo más frecuentemente en mujeres. Es poco
frecuente un inicio tardío del trastorno y su aparición de novo en esta época de la vida debe
hacer pensar en todas las causas posibles del mismo. Una vez más, la experiencia subjetiva
de cada individuo caracteriza el correlato sintomático del trastorno. Así, por ejemplo, un
diagnóstico tardío en un paciente de 80 años de una enfermedad crónica (diabetes)
aparentemente bien controlada y estable para el parecer del médico, puede suponer un
acontecimiento devastador para el paciente que la sufre por primera vez.
Ataques de pánico
Un ataque de pánico se define como la irrupción brusca de un miedo o un disconfort intenso
que alcanza su máximo en minutos. Los ataques en este trastorno4 ocurren de forma