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PRIMERA VISITA EL CEMENTERIO

Era la primera vez que Omar iba al cementerio a visitar la tumba de su hermano
mayor, el cual murió siendo aun muy pequeño. Sus padres le habían contado de
él, pero nunca antes los había acompañado. Pero, decidieron que Omar ya era
mayor y podría unirse a la tradición familiar.

El chico observaba con atención todo lo que había a su alrededor, grandes


estatuas de piedra con forma de ángeles, cruces de todos tamaños y con todo
tipo de garabatos, y por supuesto muchas tumbas.

Sus familiares que ya conocían bien el camino, se movían ágilmente entre las
lapidas, y a él lo dejaron un poco rezagado. Mientras se apresuraba para no
quedarse muy atrás, pasó entre dos tumbas pisando un caballito de madera.

Ya que sus padres acostumbraban llevar juguetes a su hijo difunto en sus


cumpleaños, probablemente mucha más gente lo hacía, así que lo recogió para
ponerlo en su lugar.

Miro la inscripción de las dos tumbas, y en ambas había enterrado un niño, lo


cual le dificultaba un poco para devolver el juguete a su dueño. Así que lo dejó a
la suerte, y lanzando una moneda, decidió dejarlo en la tumba a su izquierda.

Se dispuso a salir corriendo para alcanzar a su familia, pero su pie se atoró con
algo, y mientras estaba agachado tratando de zafarlo, le tocaron el hombro
derecho y una suave voz le susurro al oído: -Ese juguete era mío…-, aunque el
chico volteó lo más rápido que pudo, sus ojos solo percibieron una ligera forma
traslucida que se deslizaba debajo de la lapida a su derecha.

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