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Palabras clave
Solidaridad Social; Derecho a la Salud; Comercialización de la atención sanitaria; Marquetización
de la atención sanitaria; Asequibilidad; Acceso a la Salud; Comentario General Número 14; AAAQ.
Resumen
Este artículo indaga en qué medida la solidaridad social se encuentra debidamente incluida dentro
del marco normativo del Derecho a la Salud. La solidaridad social se resiste a ser reducida tanto al
criterio de la no-discriminación, como a la actual interpretación oficial de la asequibilidad, vincu-
lada a la idea de un mínimo. Basándose en dos distinciones (actores privados versus marquetización
y equidad en el trato hacia los ciudadanos y en el financiamiento del sistema), este artículo propone
una nueva interpretación basada en el principio de la solidaridad social. El enfoque consiste en
por una parte consolidar la posición del Estado en tanto proveedor directo de servicios de atención
sanitaria, así como en darle control sobre los criterios de acuerdo a los cuales se regula el acceso a los
servicios privados de salud.
I. INTRODUCCIÓN
Una discusión actual sobre la solidaridad social desde una perspectiva de derechos
humanos implica una empresa compleja, pero necesaria. Compleja, en tanto nunca se
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1 De acuerdo a información presentada por la ONG Oxfam en la última cumbre del Foro Económico
Mundial, las 80 personas más ricas del planeta poseen recursos económicos equivalentes a la mitad de la
población con menos recursos económicos.
OXFAM, Working for the Few. Political Capture and Economic Inequality. Consultado en: http://www.ofam.
org/en/research/working-few (20 de enero de 2014); OXFAM, Even It Up. Time to End Extreme Inequality.
Consultado en: https://www.oxfam.org/en/research/time-end-extreme-inequality (23 de abril de 2015).
2 UNCTAD, Growth and Poverty Eradication: Why addressing inequality matters. Consultado en: http://
unctad.org/en/PublicationsLibrary/presspb2013d4_en.pdf (20 de noviembre de 2013).
3 OMS, La financiación de los sistemas de salud. El camino hacia la cobertura universal. Consultado en:
http://whqlibdoc.who.int/whr/2010/9789243564029_spa.pdf (25 de noviembre de 2013).
4 La historia de este desarrollo va de la mano del legado de la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos, la que estableció que: «…todos los hombres nacen iguales», y la Declaración Francesa de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano, que estableció que: «Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en
derechos». El art. 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos condensa este legado.
5 OHCHR, Human Rights and Poverty Reduction. A Conceptual Framework. Consultado en: http://www.
ohchr.org/Documents/Publications/PovertyReductionen.pdf (23 de noviembre de 2013).
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6 E. Saez y G. Zucman, «Wealth inequality in the United States since 1913: evidence from capitalized
income tax data», The National Bureau of Economic Research.Consultado en: www.nber.org/papers/w20625 (20
de octubre de 2014).
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Este fenómeno produce dos efectos negativos. Uno fiscal y otro civil. En cuanto al
primero, los servicios públicos se deterioran, por cuanto aquellos que no usan dichos servi-
cios se vuelven más reticentes a apoyarlos con sus impuestos. Segundo, los centros públicos
como colegios, parques, plazas de juegos y centros comunitarios dejan de ser lugares de
encuentro entre ciudadanos de orígenes diversos. Instituciones que otrora constituían
puntos de encuentro entre la gente y que servían como escuelas informales de la virtud
cívica se vuelven cada vez más infrecuentes. El vaciamiento del espacio público vuelve
difícil cultivar la solidaridad y el sentido comunitario de los que depende la ciudadanía
democrática 7.
La perspectiva de Sandel muestra preocupación por el acrecentamiento de las des-
igualdades económicas, pero su argumento es fundamentalmente uno sobre cohesión
social. La solidaridad social tendría que ver con comunidades caracterizadas por la
colaboración y el compartir, objetivo que no puede perdurar en sociedades con excesivas
desigualdades en la distribución de la riqueza.
Desde el punto de vista de la teoría social, la solidaridad social puede ser apro-
ximada adoptando la definición de Stjernø. Este autor señala que ésta es «la disposición
para compartir recursos mediante contribuciones personales hacia aquellos en resistencia
o en situación de necesidad, mediante el establecimiento de impuestos y redistribución
organizada por el Estado. […] La solidaridad implica una disposición a la acción colectiva
y una voluntad para institucionalizar dicha acción a través del establecimiento de derechos
y de ciudadanía» 8.
La solidaridad social puede asimismo vincularse a la noción de ciudadanía social en
la forma descrita por T.H. Marshall 9 en su clásico ensayo: Ciudadanía y Clase Social 10. Los
puntos de vista de Marshall en materia de ciudadanía pueden asociarse a los tres grandes
tipos de derechos fundamentales: civiles, políticos y sociales. El final del siglo diecinueve
habría estado marcado por un desplazamiento en la noción de ciudadanía social en Gran
Bretaña: desde el asistencialismo hacia los indigentes —representado por las famosas
Leyes para Pobres 11— a la reestructuración de clases a través de la redistribución, impues-
tos progresivos y política social. Dice Marshall:
La reducción de las diferencias de clase continúa siendo el objetivo de los derechos
sociales, pero ha adquirido un nuevo significado. Ya no consiste en el mero intento por
7 M. Sandel, Justice. What’s the right thing to do?, Penguin Books, Londres, 2009.
8 S. Stjernø, Solidarity in Europe. The History of an Idea, Cambridge University Press, Cambridge, 2004.
9 F. Atria, «¿Existen derechos sociales?» Discusiones, núm. 4, pp. 15-59. Recuperado de http://www.
cervantesvirtual.com/obra/existen-derechos-sociales-0/
10 T. H. Marshall, Citizenship and Social Class and other essays, Cambridge University Press, Cam-
bridge, 1950.
11 T. H. Marshall, The Right to Welfare and other essays, Heinemann, Londres, 1981.
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on the Declaration of Human Rights] Un Doc E/CN.4/AC.2/SR.2; R. Normand y S. Zaidi, Human Rights
at the UN. The Political History of Universal Justice, Bloomington, Indiana University Press, 2008.
15 Intervención de CASSIN. UNCHR. (17 de junio de 1947). Summary Record of the Eight Meeting
[of the Drafting Committee of the Commission on Human Rights] UN Doc E/CN.4/AC.1/SR.8; Inter-
vención de Santa Cruz. Consideration of Draft International Declaration of Human Rights, Submitted by
the Drafting Committee (Annex A of document E/CN.4/95).
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16 J. Tobin, The Right to Health in International Law, Oxford University Press, Oxford, 2012.
17 Intervención de Santa Cruz. UNCHR. (27 de mayo de 1948). Summary Record of the Fiftieth
Meeting [of the Commission on Human Rights] UN Doc E/CN.4/SR.50.
18 T.H. Marshall, Citizen ship and Social Class and other essays, cit.
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Marshall resulta corroborada mirando más de cerca las normas de derechos humanos
pertinentes en materia de Derecho a la Salud.
En el contexto del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cul-
turales («PIDESC» o «el Pacto»), salta a la vista que la carencia de riqueza o recursos
económicos no se encuentran incluidos en tanto motivos prohibidos de discriminación.
De acuerdo a Matthew Craven, reconocido comentarista del PIDESC, la razón de ello es
que «a diferencia del sexo, edad, o raza, la riqueza no constituye un atributo inmutable de
la persona humana y por lo tanto puede ser excluida bajo el principio eius dem generis» 19.
Cualquier lector con una vaga idea acerca del significado de los derechos sociales
podría pensar que las referencias que el Pacto realiza en el art. 2.2. en relación al origen
social o propiedad podrían significar que la discriminación basada en falta de recursos
estaría siendo incluida. De esta manera, si a alguien se le impidiera acceder a la atención
sanitaria en razón de su incapacidad económica para solventar el costo de tales servicios,
podría considerarse que tal persona estaría siendo objeto de discriminación en base a su
origen social o propiedad.
Una mirada más acuciosa muestra cómo aquello no es el caso. La Observación Gene-
ral Número 20 20 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales («CESCR»
por su sigla en inglés), establece que las referencias al origen social 21, propiedad 22o
situación económica o social 23, no hacen referencia al dinero que se solicita a cambio de
tales servicios sociales. La discriminación abordada por el Pacto, de acuerdo al CESCR,
se refiere a la estigmatización y estereotipos negativos generalizados 24. Ello significa que
la discriminación no se configura si a alguien se le impide acceder a un servicio social por
no contar con el dinero suficiente para pagar por él. La justiciabilidad no emana de la
negación de un servicio social por carecer de dinero —una privación objetiva por decirlo
de algún modo— sino que de una óptica subjetiva: la discriminación se configura como
consecuencia de ser estigmatizado. En este escenario, por ejemplo, si a una persona se le
niega acceso a un tratamiento médico en una clínica privada sobre la base de que dicho
tratamiento cuesta $3000, dinero del que dicha persona carece, ninguna discriminación se
ha configurado. Para alinearse con el lenguaje del Pacto y que exista justiciabilidad, la parte
19 M. Craven, The International Covenant on Economic, Social and Cultural Rights, A Perspective on its
Development, Clarendon Paperbacks, Oxford, 1995.
20 CESCR (4-22 de mayo de 2009).Comentario General 20. No-discriminación en derechos económi-
cos, sociales y culturales (art. 2, para. 2, del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales)
UN Doc. E/C.12/GC/20.
21 Ibid. [24].
22 Ibid. [25].
23 Ibid. [35].
24 Ibid.
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25 Ibid. [8].
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El presente artículo no constituye sino un intento por enunciar este problema, así como
elaborar una propuesta de interpretación en tal sentido.
26 B. Saul, D. Kinley y J. Mowbray, The International Covenant on Economic, Social and Cultural Rights.
Commentary, Cases, and Materials, Oxford University Press, Oxford, 2014.
27 Artículo 2.1 del Pacto.
28 CESCR (11 de mayo de 2000). Comentario General Número 14. El derecho de toda persona al
disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental (art. 12). UN Doc E/C.12/2004/4 [12 b)].
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29 B. Toebes,The Right to Health as a Human Right in International Law, Intersentia, Amberes, 1999.
30 UNCHR (31 de enero de 2008). Informe del Relator Especial para el derecho de toda persona al
disfrute del nivel más alto posible de salud física y mental, Paul Hunt. UN Doc. A/HRC/7/11 [43].
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31 CESCR (4 de febrero de 2008). Comentario General Número 19. El derecho a la seguridad social
(art. 9) UN Doc E/C.12/GC/19.
32 OMS (6-12 de septiembre de 1978). Primary Health Care: Report of the International Conference
on Primary Health Care, Alma-Ata, USSR) ‘Health for All’ Series No. 1, Geneva/New York: WHO, 1978.
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33 OMS. Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud. WHO/HPR/HEP/95.1. WHO, Geneva, 1986.
34 Ibid.
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35 Asamblea General de Naciones Unidas. (18, septiembre, 2000). Declaración de Naciones Unidas de
Objetivos del Milenio. Res. 55/2. UN Doc. A/Res/55/2.
36 UNCHR (3 de marzo de 2006). Informe del Relator Especial para el derecho de toda persona al
disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental, Paul Hunt. UN Doc. E/CN.4/2006/48.
37 Ibid.[10].
38 Ibid.[9].
39 Ibid.
40 Ibid.[6].
41 Ibid.[25].
42 UNCHR (31 de enero de 2008). Informe del Relator Especial para el derecho de toda persona al
disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental, Paul Hunt. UN Doc. A/HRC/7/11.
43 Ibid.[13].
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mismo acceso que otros grupos más favorecidos» 44. El informe continua señalando
que estos dos principios se relacionan con el concepto de la equidad, definido
como «igualdad de acceso a la atención sanitaria de acuerdo con la necesidad» 45.
El informe señala que estos tres conceptos tienen un componente de justicia
social, indicando que «si las personas que viven en la pobreza no tienen acceso al
sistema de salud, a diferencia de los ricos, que sí lo tienen, el Estado podrá ser tenido
por responsable y se le podrá exigir que ponga remedio a la situación» 46.
— La Declaración Política de Río sobre Determinantes Sociales de la Salud 47.
La declaración señala que la acción sobre los determinantes sociales de la salud
es crítica para abordar las inequidades en salud 48. La declaración define a los
factores sociales determinantes de la salud como las condiciones de la sociedad
en las que una persona nace, crece, vive, trabaja y envejece. La declaración
enfatiza que la acción sobre estos determinantes, tanto para los grupos vulne-
rables como para la población entera es esencial para conseguir una sociedad
integradora, equitativa, económicamente productiva y sana 49.
44 Ibid.[42].
45 Ibid.[43].
46 Ibid.
47 OMS (21 de octubre de 2011). Declaración Política de Río sobre los Determinantes Sociales de
la Salud.
48 Ibid. [10].
49 Ibid. [6].
50 OEA (4 de junio de 2012). Carta Social de las Américas. AG/doc. 5242/12 rev. 2, Cochabamba.
51 The People’s Health Movement.The People’s Charter for Health. Rescatado de: http://www.phmove-
ment.org/en/resources/charters/peopleshealth?destination=phm_home_page
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52Ibid. [4].
53Arts. 1, 22, 25.1, 29.1 DUDH; Arts. 12.1, 12.2 d) PIDESC; [12 b), 43 b), 52, 53] Comentario
General 14; [13, 25] Comentario General 19; [VII.6] Declaración de Alma-Ata; [5] Carta de Ottawa; [2, 4,
7] Declaración de Río.
54 [12 b), 52] Comentario General 14; [3, 6, 10] Comentario General 19; [II, III, V, VI] Declaración
de Alma-Ata; [5, 6.1.1, 6.1.2] Carta de Ottawa; [2-10, 13-14] Declaración de Río; (n 43-46) Informe del
Relator Especial 31 enero 2008.
55 (núm. 45).
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concepto, la OG14 agrega el requerimiento de que ésta se otorgue de forma universal 65,
y que se encuentre especialmente disponible para los «grupos sociales en desventaja» 66.
La pregunta que surge es: ¿puede un ámbito que demanda la integración de estos tres
elementos funcionar de la misma forma en que opera el mencionado mercado de telefonía
móvil? Ello resulta problemático tanto empírica como teóricamente. Empíricamente, un
mercado en que todos, por sus propios medios —incluso los más pobres— fueran capa-
ces de financiar una cobertura integral de atención sanitaria, constituye no solamente
un escenario hipotético que jamás ha existido en la historia de la humanidad. Nunca,
tampoco, se había encontrado más distante de la situación actual. Desde el punto de
vista teórico, señalar que el acceso a la salud constituye un derecho humano significa
que el asunto reviste una importancia tal que su realización no puede dejarse sujeta a la
contingencia del mercado 67.
En lo que probablemente constituyó un intento por enlazar con la redacción del
Comentario General Número 3 68 —emitido en un contexto de gran confianza hacia los
mercados a raíz de la caída del muro de Berlín— los redactores de la OG14 parecen no
haber prohibido la marquetización de modo explícito. Sólo con la crisis financiera de 2008
ha decaído la narrativa sobre la supuesta eficiencia del libre mercado asignando eficien-
temente recursos públicos en el sector salud. Tal evidencia no sólo es inexistente en el
ámbito de la atención sanitaria 69; dicha narrativa no pareció prestar mayor atención a los
gigantescos logros que el sector público alcanzara en términos de equidad, pero también
desde la perspectiva de la eficiencia económica y de la extensión en la cobertura sanitaria
durante la segunda mitad del Siglo XX 70.
Por último, como lo indica Anja Rudiger, en el caso de la atención sanitaria ni siquiera
se configurarían las condiciones para una relación de «libre» mercado:
La creencia dominante en los «mercados libres», establece que la oferta y la demanda
por atención sanitaria se autorregulará y que la competencia bajará los costos. Acepta que
el acceso a la atención sanitaria será restringida para aquellos que puedan pagarla, pero
asume que los precios serán razonables porque la oferta y la demanda están vinculadas. No
obstante, mientras con la mayoría de los productos los límites a la demanda se basan en el
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2. La universalidad
La expresión: «para todos», a propósito de la asequibilidad de los sistemas de salud
hace surgir el siguiente interrogante: ¿Debiera la universalidad significar que toda persona
tiene derecho a un mínimo nivel de atención sanitaria, o debiera entenderse que cada
quien tiene derecho a obtener atención sanitaria sobre la base de la necesidad, y no de su
capacidad de pago? 72.
La primera alternativa aparece seductora. Especialmente cuando el problema se plan-
tea desde la perspectiva de los servicios esenciales públicos de salud. El Diccionario de
la Real Academia de la Lengua Española define «esencial» como: «Sustancial, principal,
notable» 73. Asimismo, «esencia», se define como «lo más importante y característico de
una cosa» 74. De este modo, vincular la noción de esencialidad con la de mínimo podría
parecer como algo razonable. La noción de «obligaciones básicas», como establece la
OG14, pareciera corroborar tal razonamiento 75. Más aún, pese a su definición de equidad,
Paul Hunt pareciera asociar la esencia del Derecho a la Salud con la protección por los
desfavorecidos 76, lo que podría asociarse a la idea de un mínimo de protección para estos.
Sin embargo, la discusión sobre la esencialidad debiera abordarse desde la perspectiva
del contenido del derecho que en la especie se discute. En este caso —como lo indica el
art. 12 del PIDESC— el «derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud
física o mental». Ello sugiere lo inapropiado que resultaría asociar la esencia del Derecho
a la Salud con un derecho a un mínimo de atención sanitaria, puesto que lo que ha de
71 A. Rudiger, «From Market Competition to Solidarity? Assessing the Prospects of US Health Care
Reform Plans from a Human Rights Perspective», Health and Human Rights,Vol. 10, núm.1, pp. 123-135.
72 F. Atria, «Réplica. Derecho y política a propósito de los derechos sociales», Discusiones, núm. 4, pp.
145-176. Recuperado de:
http://www.cervantesvirtual.com/obra/rplica-derecho-y-poltica-a-propsito-de-los-derechos-sociales-0/.
73 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en: http://lema.rae.es/drae/?val=esencia
(23 de abril de 2015).
74 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en: http://lema.rae.es/drae/?val=esencial
(23 de abril de 2015).
75 [43] Comentario General 14.
76 (núm. 41).
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examinarse, es qué es lo esencial para obtener el más alto nivel posible de salud física y
mental 77. Este punto de partida desaconseja vincular la idea de esencialidad con la de
mínimos, lo que parece ir de la mano con la Declaración de Alma-Ata. Dicho instrumento
—en caso alguno orientado a naciones ricas, sino más bien todo lo contrario— estableció
el objetivo de caminar en la dirección de una atención sanitaria completa para todos 78.
Por otra parte, desde el punto de vista de la solidaridad social, no se debiera prestar
atención únicamente a lo que un Derecho a la Salud mínimo indica literalmente, sino
también a lo que tal noción implica. Vale decir, que sobre tal mínimo, el acceso a la salud se
gobernará con base en la lógica del mercado, esto es, sobre la base de la capacidad de pago.
Y si sólo algunos tienen derecho a un mínimo, y otros cuantos acceden a más mientras más
pagan, es legítimo cuestionarse si tal entendimiento, más que acercarse a una definición
de solidaridad social, concluya por revalidar la segregación social.
Los sistemas de salud de dos niveles (two-tiered healthcare systems), admiten distintos
grados de marquetización. Ejemplos como el chileno han sido elogiados por su capacidad
de asegurar un mínimo para todos. Ello significa que si alguien es incapaz de costear un
seguro de salud por cuenta propia, al menos un mínimo de servicios será cubierto por el
Estado. Por su parte, aquellos individuos con recursos suficientes, podrán acceder a com-
prar su propia atención sanitaria de modo total o parcial.
Empero, en sistemas de estas características, una serie de elementos de la solidaridad
social resultan lesionados.
El efecto se asemeja bastante al patrón descrito por Sandel en la sub-sección 2.1. En
primer lugar, mientras aquellos con suficientes recursos económicos quedan en condicio-
nes de financiar su atención sanitaria, se hace claro que ésta no se diferencia sustantiva-
mente de ningún otro bien de consumo. El efecto tanto práctico como simbólico no es
irrelevante. Cuando los precios por la mayor o menor extensión y calidad de la cobertura
sanitaria pasan a ser definidos por el mercado, se hace difícil percibir que tales bienes y
servicios constituyan la expresión de un derecho social.
En segundo lugar, se configura el efecto fiscal descrito por Sandel: Proveedores
exclusivos y primas de seguros de salud de alto costo permiten a las clases medias y altas
disfrutar de un sistema segregado de atención sanitaria, la que es total o parcialmente
financiada por ellos mismos. El resultado es que tales grupos comienzan a perder todo
incentivo por la redistribución. Así, la totalidad de los elementos necesarios para mirar al
77 El origen de la redacción del derecho a la salud en los términos del PIDESC es incluso anterior a
la DUDH pues se vincula con la Constitución de la OMS de 1946, la que estableció que: «El goce del grado
máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza,
religión, ideología política o condición económica o social».
78 [Para. VII.6] Declaración de Alma-Ata.
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resto de la sociedad de forma condescendiente han sido configurados, lo que motiva a este
grupo a ser aún más propenso a rechazar cualquier forma de acción redistributiva (y, por
cierto, a ejercer su no-insignificante influencia política para la consecución de tal propósito).
Las clases medias y los pobres son dejados sin más alternativa que acudir al usual-
mente sobrecargado sistema de hospitales dela red pública de salud, y como el Estado
ya les otorgó su mínimo, los derechos humanos pueden darse por satisfechos. Cuando la
atención sanitaria se otorga sobre la base de la capacidad de pago, los derechos humanos
pueden hacer poco por impedir la reproducción de las desigualdades de riqueza pre-
existentes. A mayor sea el grado de marquetización permitido por las regulaciones, mayor
será la medida en que se reproducirán las desigualdades de salud; desigualdades que los
derechos humanos están llamados a suprimir, pues como célebremente dijera Martin
Luther King Jr. un 26 de marzo de 1966: de todas las formas de desigualdad, la injusticia en
la salud es la más chocante e inhumana.
La lógica de mercado presente en sistemas de salud de dos niveles como el caso
chileno, implica que la única forma de redistribución que se lleva a cabo es aquella que
otorga un mínimo para los pobres. De ahí que tal vez no sea coincidencia que países como
Chile —ubicados en la media alta de los países en vías de desarrollo— presente uno de
los más altos índices de desigualdad globales 79. Así, nada impide que en esta perspectiva,
el rol de los derechos humanos diste de encarnar la solidaridad social. Por el contrario,
entendido de esta forma, los derechos humanos concluyen legitimando una fina maqui-
naria de privilegio, exclusión e individualismo.
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82
P. O’Connell, «The human right to heath in an age of market hegemony», en Global Health and
Human Rights. Legal and Philosophical perspectives, Routledge, Abingdon, 2010, pp. 190-209.
83 (núm. 61).
84 [17] Comentario General 14.
85 OMS. La financiación de los sistemas de salud. El camino hacia la cobertura universal, cit.
86 Ibid.
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sistemas de atención sanitaria eviten la duplicación de los servicios, al igual que los costos
administrativos excesivos 87.
En cuanto a lo segundo —el financiamiento de la salud— la cuestión más impor-
tante y espinosa es la relativa al involucramiento del sector privado en el suministro de la
atención sanitaria. Si bien su participación no se prohíbe 88, este artículo ha demostrado
en las dos sub-secciones anteriores, que el suministro de los servicios de atención sanitaria
debe caracterizarse por la universalidad, el foco en los grupos vulnerables y la equidad.
Este entendimiento significa principalmente dos cosas. Por una parte, que para que
el Estado cumpla con su obligación del Derecho a la Salud la cobertura debe alcanzar
una atención sanitaria completa para todos, con especial énfasis en los grupos socialmente
desventajados, desarrollando mecanismos equitativos y redistributivos tales como el esta-
blecimiento de impuestos progresivos, y los determinantes sociales de la salud. Por otra
parte, a los actores privados no se les impide involucrarse directamente en el suministro de
servicios de atención sanitaria, pero el Estado debe asegurarse que tal suministro, analizado
en su conjunto, cumpla con las descritos focos de atención en materia de universalidad,
grupos vulnerables y equidad. En la práctica ello implica que mientras la marquetización
de la atención sanitaria debe considerarse vedada desde una perspectiva de derechos
humanos, el Estado debe controlar el modo y las condiciones en que se accede a los pro-
veedores privados. De este modo, si ventajas comparativas de orden médico aconsejan la
presencia privada, el control del Estado debe impedir que el acceso a tales servicios quede
restringido a la capacidad individual de pago, y que las condiciones de su acceso obedezcan
exclusivamente a criterios médicos.
V. CONCLUSIÓN
Este artículo ha demostrado cómo la solidaridad social constituye un importante
principio de derechos humanos, y un aspecto crucial en la interpretación de derechos
sociales como el Derecho a la Salud.
El análisis normativo muestra la existencia de tres elementos que resultan significa-
tivos para un entendimiento de la relación entre solidaridad social y Derecho a la Salud:
universalidad, grupos vulnerables, y equidad. Estos conceptos no son en caso algunos
novedosos en la jerga de los derechos humanos; lo importante es la forma en la que se ha
sostenido que la solidaridad social, a través de la noción de asequibilidad, interactúa con
estos conceptos. De la mano de la definición de ciudadanía social de T.H. Marshall, el
Derecho a la Salud no puede ser entendido como un mero asistencialismo para los pobres
87 Ibid.
88 B. Toebes, cit., p. 328.
ISSN 1699-1524 Revista Europea de Derechos Fundamentales · primer semestre 2015: 25, 333-357
356 EDUARDO SALVADOR ARENAS CATALÁN
TITLE
SOCIAL SOLIDARITY AND THE RIGHT TO HEALTH. AFFORDABILITY IN THE PROVI-
SION OF ESSENTIAL PUBLIC HEALTH SERVICES
SUMMARY
I. Introduction. II. Approaching social solidarity. 1. Can equality and non-discrimination
do the job of social solidarity? III. Social solidarity and the right to health. 1. The normative
content of the Right to Health: art. 2.2. ICESCR and the AAAQ. 2. What is problematic about the
interpretation and normative content of the Rightto Health as it stands today? 3. Human rights instru-
ments that recognize social solidarity. 4. Normative elements of social solidarity in relation to the Right
to Health. IV. Towards a social solidarity-based notion of affordability. 1. General Comment
14. 2. Universality. 3. Towards a notion of afford ability based on social solidarity. V. Conclusion.
KEY WORDS
Social Solidarity; Right to Health; Healthcare commercialization; Healthcare marketization; Affordability; Access
to health; General Comment 14; AAAQ.
ABSTRACT
This paper inquires whether social solidarity is adequately embedded in the right to health’s normative framework.
Social solidarity resists being reduced to non-discrimination and to the official interpretation of affordability, linked
Revista Europea de Derechos Fundamentales · primer semestre 2015: 25, 333-357 ISSN 1699-1524
SOLIDARIDAD SOCIAL Y DERECHO A LA SALUD: LA ASEQUIBILIDAD EN EL SUMINISTRO DE SERVICIOS ESENCIALES PÚBLICOS DE SALUD 357
to a minimum.Basing itself on two distinctions(private actors vis-a-vis marketization, and equity with respect
to citizens and with respect to the financing of the system), this paper proposes a new interpretation based on the
principle of social solidarity. The approach consolidates, on the one hand, the state’s position as a direct provider
of healthcare services. On the other, it allows the state to controlling the criteria according to which access to these
private services is regulated.
ISSN 1699-1524 Revista Europea de Derechos Fundamentales · primer semestre 2015: 25, 333-357