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Universidad Antonio Ruiz de Montoya

Curso: Literatura Universal


Ciclo: 2019-1
Sección: 1
Código: LITUNI

Nombres y Apellidos:

1. Lourdes Otazú Quispe

Preguntas de la evaluación:

1. En Bartleby, el escribiente (1853) de Herman Melville, ¿cómo podemos


repensar las nociones de sujeto y de lazo social tanto desde el narrador como desde el
“protagonista” del relato? (8 puntos)

Bartleby, el escribiente (1853), obra de Melville, nos presenta una visión desoladora y
nihilista de la condición humana que se niega a ser reducida a la burocracia capitalista
siendo así una obra que aborda los problemas de la sociedad contemporánea, a pesar del
transcurrir inerme y vacío de los días.
La voz narrativa protagonista es un abogado prudente y metódico con personalidad
prudente y paternal, de quien no sabemos su nombre, el cual tiene un despacho legal. Su
negocio lo describe como un modelo de operaciones rutinarias donde no pareciera
existir retos ni problemas para cumplir con su actividad. También tenemos al “yo”
sujeto Bartleby definido así según Culler (2004) como: el “sujeto liberal”: el individuo
definido no por su condicion e intereses sociales, sino por una subjetividad individual
(racional y moral) que se cree esencialmente libre de determinantes sociales”, es un
escribiente de Wall Street que se nos presenta en medio de cuatro paredes, repitiendo
día a día las mismas acciones, cumpliendo las órdenes y viviendo el sin sentido de la
rutina la cuál de pronto cambia por libertad siendo asi un sujeto que no quiere ser sujeto.

En un inicio, Bartleby a pesar de su extrañeza desempeña sus funciones diariamente sin


ningún contratiempo, en superlativo: “Trabajaba día y noche, copiando, a la luz del día
y a la luz de las velas. Yo, encantado con su aplicación, me hubiera encantado aún más
si él hubiera sido un trabajador alegre. Pero escribía silenciosa, pálida,
mecánicamente.” Bartleby, que no sólo obra de una manera contraria a toda lógica,
pero que se encuentra instalado en la cotidianidad. Sin embargo, esta situación inicial
variará con solo una frase: “preferiría no hacerlo”. Frase que a su vez, a medida que
sea pronunciada por el protagonista lo llevará a situaciones límite, hasta terminar en la
cárcel.
Para el filósofo Gilles Deleuze, el "preferiría no hacerlo" es precisamente una zona de
indeterminación en el lenguaje mismo: "Bartleby no rechaza, ni acepta, sino que avanza
y se retira en su mismo avance, se expone apenas en una ligera retirada de la palabra.
Bartleby no quisiera hacer algo, pero Bartleby no se niega, solamente niega algo no
preferido... plantea únicamente una imposibilidad". Por eso inquieta a todo el mundo,
por su indefinición abriendo una especie de abismo en el lenguaje frente a lo cual nadie
sabe qué hacer o cómo responder. La turbación que provoca a la burocracia
institucional no encaja. Esta resistencia pasiva es una forma de reflexión-acción que
condensa lo ilegítimo. Sin embargo, esta aparente pasividad es una propuesta de
afirmación por la libertad del individuo, incluso en tiempos cuando supuestamente no
deben hacerse preguntas o tomar posiciones extremas como las que hizo. Bartleby está
rechazando todos los mundos, hasta el último que le quedaba: copiar. Por ende,
posiciona una modalidad de la subjetividad que se niega a ser disciplinada.
El abogado desde el principio manifiesta un carácter considerado, sin arrebatos ni
agresividad; el escribiente muestra delicadeza y un retraimiento que invita a sentir
compasión. La voz narrativa protagonista siempre se debate entre la simpatía y
compasión por su empleado y la desesperación de quien le desobedece y decide habitar
dentro de la oficina laboral. De acuerdo a María Antonia García de la Torre (2009),
Bartleby, el escribiente es el relato del aferramiento al sitio. Así, cuando Bartleby ya se
ha apartado del mundo no da su brazo a torcer. Pídale lo que le pida su jefe, la actitud
obcecada se mantiene. No coteja, pero tampoco vuelve a escribir documentos. El
abogado, impulsado por su sentido humanitario, aun con las protestas de sus
colaboradores y de su propia indignación, no se decide a echar al nuevo empleado.
Piensa que Bartleby sólo tiene ese espacio y nada más en el mundo.

Por ello el abogado protoburgués desespera ante la determinación de Bartleby a no


preferir nada, ni siquiera la nada misma. Bartleby no se niega simplemente rehúye de la
atribución de las acciones que lo caracterizan. Es así que representa todo lo contrario
que nos dice Vich (2018) “que el sujeto siempre necesita de un otro que lo sostenga”.
Concluyo diciendo que Bartleby con su actitud se enfrenta a todos los mundos donde el
hombre ha existido y existirá, pues ninguno se ha salvado de la construcción humana
que ha impedido la vida sin referencias. En cualquiera de los mundos posibles, el
escribiente causaría el malestar que causa en la oficina de Nueva York siendo el sujeto
que no busca ser sujeto de ningún medio o realidad llegando hasta el límite de morir.

2. En los cuentos La dama del perrito (1899) de Antón Chéjov, Las nieves del
Kilimanjaro (1936) de Ernest Hemingway y De qué hablamos cuando hablamos de
amor (1981), ¿cómo se construyen y problematizan las diversas modalidades del
vínculo amoroso entre los personajes masculinos y los personajes femeninos? En este
marco, ¿cómo se representan las identidades personales de sujetos masculinos y
femeninos en estos relatos? (12 puntos)

La construcción y problematización del vínculo amoroso entre los personajes de La


dama del perrito (1899) de Antón Chéjov, se dan entre Dimitri y Anna, primero
tenemos a Dimitri que es despreciativo hacia lo femenino, es un hombre al que le cuesta
o le parece imposible abrirse hacia la otredad femenina situando a la mujer como “la
raza inferior” como se relata en el cuento: “Empezó por serle infiel hacía mucho
tiempo -le fue infiel bastante a menudo-, y, probablemente por esta razón, casi siempre
hablaba mal de las mujeres; y cuando se tocaba este asunto en su presencia,
acostumbraba llamarlas «la raza inferior». Parecía estar tan escarmentado por la
amarga experiencia, que le era lícito llamarlas como quisiera, y, sin embargo, no podía
pasarse dos días seguidos sin «la raza inferior».” Dimitri es un sujeto con una
dualidad de vida, sumido en la monotonía de una vida infeliz de casado y padre
preocupado y, otro, que busca hallarle sentido a su vida a través de múltiples conquistas
pues no halla en el sexo más que una actividad de ocio.
Es entonces bajo esta lógica que surge el enigma del amor en Dimitri, cuando aparece
Anna, luego de un primer encuentro sexual y la inminente partida de ella, cuestiona
severamente los conceptos previamente marcados del personaje sobre lo femenino y el
amor. Siente entonces la necesidad de ir por ella, a pesar de que ella sea casada, y él
tenga una imagen que conservar. La relación de ambos está marcada por el dolor.
Dimitri y Anna se aman el uno al otro, pero están marcados por la sociedad que juzga
como lo expresa Anna en el cuento: “… y ahora me veo convertida en una mujer
vulgar, despreciable, a quien todos mirarán mal.” Tal experiencia también se ve
reflejada al término del relato como cito a continuación:
“Entonces discutieron sobre la necesidad de evitar tanto secreto, el tener que vivir
en ciudades diferentes y verse tan de tarde en tarde. ¿Cómo librarse de aquel
intolerable cautiverio?... -¿Cómo? ¿Cómo? -se preguntaba Gurov con la cabeza
entre las manos-. ¿Cómo?...
En este cuento vemos entonces en Dimitri y Anna como ese amor surge de una carencia
originaria, humana y se define a partir de la falta según Rosset (2007). Ese intento de
Dimitri y Anna de búsqueda permanente por completarse al encontrarse, siguiendo en
ellos el enamoramiento que es esa sensación de plenitud a través del otro y eso es
completarse a uno mismo, por eso ellos se sienten plenos como se relata: “Ana
Sergeyevna y él se amaban como algo muy próximo y querido, como marido y mujer,
como tiernos amigos; habían nacido el uno para el otro…”
En el cuento Las nieves del Kilimanjaro (1936) de Ernest Hemingway se presenta la
realización de un vínculo amoroso entre Harry y su esposa; siendo él un hombre
desganado, pesimista y desencantado de la vida y su esposa, es totalmente opuesta a él
representando la bondad y las ganas de vivir.
Harry se encuentra resignado ante su muerte como se evidencia en este párrafo:
“Desde que le empezó la gangrena en la pierna derecha no había sentido ningún
dolor, y le desapareció también el miedo, de modo que lo único que sentía era un
gran cansancio y la cólera que le provocaba el que esto fuera el fin”.
Debido a esto, y por lo que no siente nada, trata mal con desprecio y crueldad a su mujer
diciéndole cosas hirientes para luego excusarse con que la quiere de verdad. Harry vio
en ella el confort económico, la vida sin complicaciones de una clase social alta, a la
que Harry desprecia y ahora culpa a su esposa porque lo alejo de su creación literaria y
dejo consumir su talento y se dejó distraer por la opulencia se ella ofrecía.
Se observa continuamente en el cuento la relación que se da entre Harry y su esposa está
marcado por la tensión entre la esperanza y desilusión, marcado por mentiras.
Y en el cuento De qué hablamos cuando hablamos de amor presenta a dos parejas Terri
y Mel, y Nick y Laura, quienes discuten sobre los distintos tipos de amor, Terri cuenta
la historia de amor que vivió con su ex pareja llamado Ed, el cual era violento y la
golpeaba y como lo expresa ella:
Terri dijo que el hombre con quien vivía antes de vivir con Mel la quería tanto que
había intentado matarla. Luego continuó: Una noche me dio una paliza. Me
arrastró por toda la sala tirando de mis tobillos. Y me decía una y otra vez: «Te
quiero, te quiero, zorra». Y mi cabeza no paraba de golpear contra las cosas. —
Terri nos miró—. ¿Qué se puede hacer con un amor así?
Terry defendía ante Mel que esta relación con Ed indudablemente había sido amor. Mel
le contestaba que no, que eso debía ser otra cosa pero no amor. Laura afirmó que ellos sí
sabían lo que era el amor. Nick lo corroboró con un simple “somos afortunados”.
Luego Mel habló de dos situaciones. Una sobre su pasada relación y de cómo llegó a
pensar que amaba a su expareja más que a la propia vida. Le llamaba la atención que
ahora la aborrecía. «¿Qué ha sido de aquel amor?», se preguntaba.
La otra situación tenía que ver con una pareja de ancianos que tuvo un accidente. Mel,
quien era médico, acudía a revisar su estado. Ambos tenían férulas en todo el cuerpo
salvo por unos pequeños agujeros en los ojos. El hombre estaba deprimido la mayor
parte del tiempo. A Mel le sorprendió darse cuenta de que aquel hombre no estaba
deprimido por el accidente o por el estado de su esposa, sino por la simple razón de que
no podía mirarla a través de los agujeros. Eso debía ser amor. Mel parece inclinado a
creer que sólo aquel amor despojado de violencia y destinado a durar podría ser llamado
con ese nombre.
Así aparece el amor en sus múltiples versiones a lo largo de este cuento: amores
violentos, amores efímeros y amores ideales, ya que como se presenta en este cuento
podemos decir que es imposible encontrar el amor en su estado puro. Tanto el amor de
Ed por Terri, como el de Mel por su ex pareja, el de Nick y Laura o el de los dos
ancianos, son las formas en las que el amor se expresa en cada pareja humana.

Las identidades personales de sujetos masculinos y femeninos que se representan en


estos relatos como Dimitri, Anna, Harry y su esposa, Terry, Mel, Nick y Laura según
Rosset (2007) refiere que El “yo” extrae toda su sustancia del “tú” que se la otorga.
Citando a Lacan describe esta dependencia al decir que la fórmula con la que el
hombre se asegura de su identidad no es yo soy tu marido sino tú eres mi mujer. Es asi
como se confirma la identidad entre el hombre y la mujer.
La identidad se llega a completar en el otro u otra la cual se busca como menciona
Rosset (2007) “que la identidad personal o prestada consiste en que la persona amada
es correspondida y de esta manera ya no habría esa carencia pasaría a ser suya o
suyo”. Como ocurrio con Dimitri y Anna : “Ana Sergeyevna y él se amaban como algo
muy próximo y querido, como marido y mujer, como tiernos amigos; habían nacido el
uno para el otro…”
En conclusión se representan las identidades personales de sujetos masculinos y
femeninos en estos relatos desde una identidad femenina y masculina que se han
transmitido culturalmente a través de los procesos de socialización que se han dado en
cada contexto de cada sujeto. Estos sujetos construyen su actuar a partir de las
referencias culturales que van aprendiendo a través de su historia personal este proceso
toma forma en un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que
reglamentan y condicionan la conducta objetiva y subjetiva de nuestros personajes.

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