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Capítulo I

De las varias clases de principados y del modo de adquirirlos


Los principados se dividen en hereditarios y nuevos. Los hereditarios, en quien los
disfruta, provienen de su familia, que por mucho tiempo los poseyó. Los nuevos se
adquieren.
Los principados nuevos sí se encuentran con mayor número de dificultades, su
inestabilidad es imperante, los hombres siempre están dispuestos a cambiar de
señor, siempre tras la obtención de un principado se tendrá como enemigos a
todos aquellos a los que se ofendió al ocupar el principado, al igual que la
conservación de los que apoyaron la ocupación tampoco se pondrá mantener
porque no se verán satisfechos como esperaban. Los principados completamente
nuevos, en los que hay un nuevo príncipe, se encuentran más o menos con
dificultades para conservarlos según sí el conquistador sea más o menos virtuoso.
Ya que el hecho de pasar de simple ciudadano a príncipe supone una intervención
de la virtud o de la suerte.

Realiza una clasificación dentro de los principados nuevos según el modo por el
cual se ha obtenido el poder:

 Por los crímenes


 Llamada de los súbditos. Creándose el “principado civil´´ por la astucia del
príncipe ganándose el favor de los ciudadanos.
 Por armas propias y virtud personal. Poniendo como ejemplo de este tipo
de obteción, al César Borgia, modeo ejemplar del príncipe, pero que
fracasó por su “extrema maldad de la fortuna´´.
 Por las armas ajenas y la fortuna. El linaje de los Medici, quienes habían
obtenido su dominio por armas ajenas y la fortuna.

El otro tipo de principado que reconoce es el eclesiástico, destacando al


gobernante más sobresaliente en este tipo de principado, el papa León X.

Capítulo II
Los principados hereditarios
Poder dado de generación en generación. Su gobierno se compone de un
príncipe, asistido de varones, que tienen su puesto en el estado, no por su gracia
de príncipe si no de la antigüedad de su familia.

Capítulo III
De los principados mixtos
Se denominan principados mixtos aquellos que no son completamente nuevos, no
son más que un miembro añadido a un principado antiguo que ya posee y que por
incertidumbres proceden de una dificultad que es conforme con la naturaleza de
todos los principados. Los hombres que aceptan integrarse a este tipo de
principados, con la esperanzan de mejorar su futuro lo hacen de manera muy
errada, puesto que alterar un régimen ya constituido por medio de la fuerza lo
único que genera es incomodidad frente a los gobernados, algo muy impropio para
conformar un estado ya que por más que este príncipe utilice la fuerza con
sus ejércitos, tiene siempre la necesidad de contar con la aceptación siquiera de
una parte de los gobernados. Se consideran varias estrategias para conservar
este principado: la primera, eliminar el linaje del príncipe anterior y no alterar
las leyes, ni aumentar los impuestos.

Capítulo IV
Por qué, ocupado el reino de Darío por Alejandro, no se rebeló
contra sus sucesores después de su muerte
Los sucesores de Alejandro Magno que heredaron sus tierras, en relación a su
conservación no tuvieron otro problema que la ambición entre ellos de las tierras.

Los principados pueden gobernarse de dos modos:


 Un príncipe que elige de entre sus siervos a los ministros que lo ayudarán.
Éste goza de mayor autoridad, ya que es al único al que se le obedece.[El
Turco]
 Un príncipe asistido por nobles de alto linaje. Estos nobles tienen tierras y
súbditos que los reconocen Francia.
Anteriormente España, Italia y Grecia

Conquistar el primero es más difícil, todos harán caso a la llamada del rey, los
súbditos no serán corrompidos por el invasor. Pero posteriormente conservarlo
será tarea fácil, ya que solo hará falta exterminar el linaje del anterior príncipe para
ocupar su posición.

Todo lo contrario sucede en el segundo tipo de principado, donde entrar es muy


fácil ya que el invasor puede aliarse con nobles descontentos pero conservar ese
Estado es muy complicado, ya que muchos nobles, incluso antes aliados, pueden
sublevarse.
El Estado de Darío era parecido al primer caso, por lo que una vez conquistado
por Alejandro y muerto Darío, el conquistador se quedó con el nuevo Estado que
se mantuvo calmado.

Conservar no depende de la virtud del conquistador, sino de la naturaleza de lo


conquistado.

Capítulo V
De qué manera deben gobernarse los estados que, antes de
ocupados por un nuevo príncipe, se regían por leyes propias

Existen tres maneras de conservar un estado:


 Arruinarlos
 Ir a vivir personalmente en ellos
 Dejarlos vivir con sus leyes extrayendo una contribución anual, y creando
allí un Estado de un reducido número que cuide de conservártelos amigos.

Como ese gobierno sabe que nada puede sin la amistad y poder del principe, no
ha de reparar en medios para conservarle el Estado. Porque nada hay mejor para
conservar si se la quiere conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre, que
hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos.

Ahí están los espartanos y romanos corno ejemplo de ello. Los espartanos
ocuparon a Atenas y Tebas, dejaron en ambas ciudades un gobierno oligárquico,
y, sin embargo, las perdieron. Los romanos, para conserver a Capua, Cartago y
Numancia, las arrasaron, y no las perdieron. Quisieron conservar a Grecia como lo
habian hecho los espartanos, dejandole sus leyes y su libertad, y no tuvieron éxito:
de modo que se vieron obligados a destruir muchas ciudades de aquella provincia
para no perderla. Porque, en verdad, el único medio seguro de dominar una
ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una
ciudad así y no la aplaste, espere a ser aplastado por ella. Sus rebeliones siempre
tendrán por baluarte el nombre de libertad y sus antiguos estatutos, cuyo hábito
nunca podrá hacerle perder el tiempo ni los beneficios. Por mucho que se haga y
se prevea, si los habitantes no se separan ni se dispersan, nadie se olvida de
aquel nombre ni de aquellos estatutos, y a ellos inmediatamente recurren en
cualquier contingencias, como hizo Pisa luego de estar un siglo bajo el yugo
florentino. Pero cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a vivir bajo
un principe, y por la extinción de éste y su linaje queda vacante el gobierno, como
por un lado los habitantes están habituados a obedecer y por otro no tienen a
quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno de entre ellos, ni saben vivir en
libertad, y por último tampoco se deciden a tomar las armas contra el invasor, un
principe puede fácilmente conquistarlas y retenerlas. En las Repúblicas, en
cambio, hay más vida, más odio, más ansias de venganza. El recuerdo de su
antigua libertad no les concede, no puede concederles un solo momento de
reposo. Hasta tal punto que el mejor camino es destruirlas o radicarse en ellas.

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