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CAPITULO IV

PRESCRIPCION Y CADUCIDAD

23. Introducción. Tradicionalmente se hace alusión a la caducidad


cuando se trata de la prescripción extintiva y justamente porque
se la define por contraste con ésta, a pesar que la idea de caduci-
dad mantiene contornos borrosos en el derecho comparado, inclu-
so respecto a la terminología a emplearse. Por ello, sin desconocer
que entre ambas instituciones hay similitudes, es necesario comen-
zar por determinar en qué consiste la caducidad, para luego de-
terminar en qué se diferencia de la prescripción.
A modo de inicio, puede decirse que nuestra legislación no re-
glamenta la caducidad en forma autónoma;331 pero se observa que
a veces se contemplan en ella casos de derechos o facultades que
se conceden por cierto tiempo o exigiéndose la actuación del titu-
lar dentro de un lapso, de forma que por el solo transcurso de ese
tiempo esos derechos o facultades se extinguen. El plazo corre inexo-
rablemente, sin que pueda ser detenido por actuación alguna, mien-
tras no se ejerza el derecho o facultad y no vale para impedir la
extinción, ni la reclamación extrajudicial, ni el reconocimiento del
deudor, ni incluso el ejercicio de la acción sino en cuanto sea vic-
torioso. Aquí no cabe hablar de interrupciones, ya que las accio-
nes o se ejercitan con éxito y en tiempo hábil, o se extinguen
inexorablemente. En esos casos, la única forma de conservar el de-
recho es ejercitándolo y si se deja de hacerlo, muere inexorable-
mente, sin poder prolongarse.332 Es la denominada caducidad o

331
Y ni siquiera el uso del término “caducidad” es usado siempre en el sentido
técnico de extinción por no ejercicio dentro del tiempo, pues a veces es sinónimo
sólo de simple extinción: ejs., arts. 1004 Nº 1, 1046, 1212, 1213, 2417 Cód. Civ.
332
Expresiones que tomamos del trabajo de don PEDRO LIRA URQUIETA,
“El Concepto Jurídico de la Caducidad y la Prescripción Extintiva”, en Rev. de
Der., t. 24, primera parte, págs. 144 y sgts., esp. Nº 9.

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LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

decadencia. Códigos más modernos la tratan de modo explícito,


como ocurre con el de Portugal (arts. 328 y sgts.); Perú (arts. 2003
y sgts.) y antes el de Italia (arts. 2964 y sgts.). El Proyecto argenti-
no de 1998 la trata en los arts. 2506 y sgts. y el actual Código del
Brasil en el Título IV del Libro III trata “De la Prescripción y de la
Decadencia”.
Debe recordarse, sin embargo, que el Código Civil, sin concebir
la caducidad como institución autónoma, previó al menos la noción
de plazo fatal, en aquellos supuestos en que un acto debe ejecutarse
en o dentro de plazo, de forma que sólo vale si se ejecuta antes de la
medianoche en que termina el último día del plazo (art. 49).
Es en ese sentido que puede afirmarse que “la caducidad signifi-
ca que algo –generalmente una facultad o un llamado derecho po-
testativo tendente a modificar una situación jurídica– nace con un
plazo de vida y que, pasado éste, se extingue. Se trata de que la fa-
cultad o el derecho que sea es de duración limitada”.333 Mientras que
la prescripción significa “no que algo nazca con un plazo de vida,
sino que, si durante determinado tiempo está inactivo, no se puede
luego imponer. Se trata de que lo que sea, si bien es de duración
ilimitada, sólo sigue siendo exigible si no se le deja en desuso”.334
La caducidad no es parte de este trabajo, sino en cuanto seña-
lar las diferencias con la prescripción extintiva, de allí que sólo se
tratará incidentalmente, habiendo sido examinada en profundidad
por obras recientes.335
Coincidiremos en afirmar, con Gómez-Corraliza, que una cons-
tante doctrina jurisprudencial viene reconociendo a la caducidad
su actuación automática, siempre apreciable de oficio, de tal modo
que opera para determinar la pérdida de un derecho o acción por

333
M. ALBALADEJO, ob. cit., pág. 537.
334
M. ALBALADEJO, ob. cit., pág. 538.
335
Sobre la caducidad, entre otras, GOMEZ CORRALIZA, BERNARDO, La
caducidad, Madrid, 1990; M. VASSEUR, “Délais préfix, délais de prescription,
délais de procédure”, en Rev. Trim. Dr. Civ. 1950, pág. 439; Y. BUFFELAN-LANORE,
Essai sur la notion de caducité des actes juridiques en droit civil, París, 1963; B. GRASSO,
“Sulla distinzione tra prescrizione e decadenza”, en Riv. Trim. di Di. e Proc. Civ.,
1970, págs. 866 y sgts.; R. FERRUCCI, “Della prescrizione e della decadenza”, en
Comm. Cod. Civ., t. VI, vol. 5, Turín, 1980, págs. 389 y sgts.; ROSELLI, “Decaden-
za”, en Encic. Giur., t. X, Roma, 1988; PANZA, “Della decadenza”, en Comm. Cod.
Civ., págs. 696 y sgts. Entre nosotros, DOMINGUEZ D. ELEONORA, De la caduci-
dad y sus principales diferencias con la prescripción extintiva, memoria, Santiago, 1960;
P. LIRA U., “El concepto jurídico de la caducidad y la prescripción extintiva”, en
Rev. de Der., t. 24, primera parte, págs. 144 y sgts.

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PRIMERA PARTE: DOCTRINA GENERAL DE LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

su no ejercicio durante el plazo señalado por la ley, sin que las par-
tes y los tribunales puedan contener su actividad y consecuencias
extintivas, que se producen por el mero transcurso del tiempo. Así
lo han resuelto nuestros tribunales cuando se enfrentan a un de-
recho con aquellas características.336

24. Concepto. Se la define como “aquella figura que determina,


de modo automático e inexorable, la extinción de ciertos derechos,
poderes o facultades, si no se realiza un acto específico dentro del
plazo fijado a tal efecto por la ley”.337
Por su parte, el Tribunal Supremo de España, en un concepto
bastante descriptivo señala que “hay caducidad o decadencia de un
derecho cuando la ley o la voluntad de los particulares señalan un
término fijo para el ejercicio de un derecho, de modo que trans-
currido el término, el interesado queda impedido para el ejercicio
de la acción, atendiendo la caducidad sólo al hecho objetivo de la
inactividad dentro del término de rigor prefijado”.338
Entre nosotros, Alessandri la define como “la extinción ipso jure
de la facultad de ejercer un derecho o celebrar un acto, por no ha-
berse ejercido o realizado dentro de un plazo de carácter fatal que
la ley establece”.339 Una sentencia de nuestro más alto tribunal, se-
ñaló que “la caducidad es la pérdida de la facultad de hacer valer
un derecho como consecuencia de la expiración de un plazo fatal”.340
Y en ese mismo sentido la concibe la doctrina comparada en gene-
ral: “La pérdida de un derecho por la falta de su ejercicio dentro
del término perentorio establecido por la ley o el contrato”.341
La excepción la hace el derecho francés, en el cual existe una
variedad terminológica, pues tanto se habla de plazo prefijado como
de plazo de preclusión o de decadencia342 y aun de perención; pero

336
C. Suprema, 28 enero 1988, Fallos del Mes 350, Nº 2 pág. 1021. En el mis-
mo sentido, C. Suprema, 27 marzo 1943, Rev. de Der., t. 40, sec. 1ª, pág. 498; C.
Suprema, 11 diciembre 1953, Rev. de Der., t. 50, sec. 1ª, pág. 498; C. Suprema, 18
julio 1966, Rev. de Der., t. 63, sec. 3ª, pág. 97.
337
GOMEZ CORRALIZA, BERNARDO, La caducidad, ob. cit., pág. 52.
338
Sentencia del Tribunal Supremo de 22 de mayo de 1990.
339
ALESSANDRI RODRIGUEZ, ARTURO, Curso de Derecho Civil, t. 3, “De las
Obligaciones”, Santiago, 1941, pág. 457.
340
C. Suprema, 19 mayo 1983, Rev. de Der., t. 80, sec. 1ª, pág. 34; la misma
sentencia en Fallos del Mes 294, Nº 13, pág. 192. En sentido similar, C. Pedro Agui-
rre Cerda, 27 octubre 1983, Rev. de Der., t. 80, sec. 2ª, pág. 142.
341
P. TRIMARCHI, Instituzioni di diritto privato, pág. 629, 10ª edic., Milán, 1995.
342
Délai préfix, délai de forclusion, déchéance.

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LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

siempre bajo la base que el efecto extintivo resulta de la sola llegada


del plazo, como el cuchillo de la guillotina según la expresión de
unos autores,343 aunque teniendo presente que distinguir prescrip-
ción de caducidad no es siempre fácil, atendida justamente esa va-
riedad terminológica. Pero aun dentro de ella, se ha dicho que la
déchéance es el “nombre que se da a veces y fuera de toda sanción a
la extinción de un derecho a la expiración de un cierto plazo”344
Con todo, conviene recordar que la noción de caducidad sigue
siendo imprecisa, a pesar de los intentos de definición, porque es
lo cierto que se trata, al menos entre nosotros, de una creación un
tanto artificial, sin contornos precisos, con los más variados funda-
mentos y, como se ha anotado, sin un apoyo científico sólido ni su-
ficiente criterio dogmático.345 En ella se mezclan conceptos traídos
desde la doctrina alemana, en especial a partir de Grawein, a quien
se señala como creador de la institución,346 pero aplicados a situa-
ciones las más variadas, a pesar de que la doctrina germánica dis-
tingue entre caducidad, preclusión y prescripción, con ese espíritu
técnico que tantos admiran; pero que en nuestro sistema no siem-
pre se traduce en consecuencias prácticas, sino más bien en dis-
quisiciones que se califican de científicas, aunque sin objetos
precisos. Tal sucede con la caducidad y la preclusión, cuyos con-
tornos imprecisos no convencen en la necesidad práctica de la dis-
tinción. De aquí la falta de claridad en esta institución, hasta el
punto de no saberse a veces la razón de por qué y con qué fin un
plazo es calificado de caducidad y no de prescripción.

25. Fundamento de la caducidad. A diferencia de lo que ya se seña-


ló para la prescripción, no hay autores o teorías que se opongan a
la existencia de esta figura o la califiquen de injusta. Tampoco se dis-
cute si el fundamento es subjetivo u objetivo, ya que nadie duda que
es un criterio objetivo el que la inspira. Así, para De Castro “el fun-
damento habrá de encontrarse en la especial naturaleza de los de-
rechos afectados por ella. La prescripción comprende casi todos los

343
MAZEAUD y CHABAS, ob. cit., Nº 1170.
344
Vocabulaire Juridique, Association Henri Capitant, bajo la dirección de G.
CORNU, a la voz “déchéance”, tercera acepción, 5ª edic., París, 1996.
345
F. RIVERO HERNANDEZ, “¿Apreciación de oficio de la caducidad en todo
caso? Necesidad de un régimen diferente para las relaciones jurídicas e intereses
disponibles”, en Revista de Derecho Privado, Madrid, 2001, pág. 467.
346
La obra de GRAWEIN Verjährung und Geselzliche Brfristung fue editada en
Leipzig en 1880 y es ampliamente usada en la obra de Alas y De Buen ya citada.

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PRIMERA PARTE: DOCTRINA GENERAL DE LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

derechos patrimoniales. La caducidad, en cambio, se refiere a dere-


chos o facultades dirigidas a cambiar un estado, situación o relación
jurídica. Desde su nacimiento originan una situación de duda, in-
certidumbre o amenaza; contraria por ello a la seguridad jurídica”.347
De esas expresiones puede desprenderse el fundamento de la
caducidad: se trata de derechos cuyo contenido otorga la facultad
de optar entre ejercitarlo o no (modificar o no una situación jurí-
dica); pero mientras esa opción no sea ejercitada, produce incerti-
dumbre y, por ende, inseguridad jurídica. Por tanto, para introducir
la necesaria certeza que requiere la vida de relación, es necesario
fijar de antemano –en principio de modo inmutable– cuánto tiem-
po han de vivir estos derechos, lo que se consigue sometiendo su
duración a un plazo extintivo y fatal (caducidad).
Es por ello que la caducidad sujeta a los derechos a un limita-
do plazo de vigencia, mientras que la prescripción los somete a uno
indefinido. El plazo de ésta no es fatal o inexorable, o sea, el final
del mismo no ha de llegar necesariamente y su duración tampoco
es fija, sino que al admitir causas de interrupción y suspensión, será
siempre variable. En la caducidad, por el contrario, la duración de
los derechos está rígida y taxativamente señalada por la ley.
Similares argumentos son comunes en la doctrina.348 Así tam-
bién lo ha entendido la jurisprudencia española, que en innume-
rables oportunidades ha resuelto que “el fundamento es dar
seguridad a las relaciones jurídicas”.349
En un buen fallo de la Corte Suprema, se resolvió que “lo que
caracteriza a la caducidad es que en ella se ha puesto al derecho
un límite y la extinción de él se produce por la propia naturaleza
del derecho; en cambio, en la prescripción extintiva el prolonga-
do no ejercicio de un derecho conduce a su extinción; luego, re-
sulta fundamental para distinguir ambos institutos la existencia de
un plazo fatal que limite en el tiempo el derecho de que se trata o
no, respectivamente.
Para ello basta examinar la clara definición que los artículos 49
del C.C. y 64 del C.P.C. hacen del término fatal y ver si el legisla-
dor está señalando un plazo fatal en que ‘en’ o ‘dentro de’ deba
ejercerse un derecho para saber si es un caso de caducidad.

347
DE CASTRO, Temas de Derecho Civil, ob. cit., pág. 174.
348
ALBALADEJO, MANUEL, ob. cit., pág. 539; PUIG BRUTAU, Caducidad y
prescripción extintiva, pág. 13, Barcelona, 1986; P. TRIMARCHI, ob. cit., pág. 452.
349
Tribunal Supremo, sentencia de 18 de diciembre de 1984.

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LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

Corrobora esta conclusión la distinta función práctica de la pres-


cripción y la caducidad, en que por la primera se quiere evitar que
queden por largo tiempo sin ejercitar los derechos subjetivos en
general; y la de la caducidad, que es procurar que ciertos derechos
sean ejercitados dentro de un término breve”.350
Otro fallo sostuvo que, “tratándose de un plazo fatal, si trans-
curre el tiempo, la oportunidad precluye por el solo ministerio de
la ley; en cambio, si no es fatal, requiere de la actividad de la con-
traparte para su extinción”.351
Mas resta por esclarecer la razón por la cual ciertos derechos
se sujetan a caducidad y otros a prescripción, siendo que ambas ins-
tituciones pretenden la certeza jurídica y a ambas se unen razones
de interés común y social. Se acostumbra a señalar que los dere-
chos sujetos a caducidad son los llamados potestativos; pero como
lo ha sostenido un autor, es un concepto muy impreciso como para
definir el objeto de la caducidad,352 de modo que lo más cierto es
recorrer algunas situaciones en que hay caducidad o plazos preclu-
sivos, sin ahondar en la distinción, para verificar si hay algo en co-
mún entre ellos, para confrontarlos con los casos de prescripción.
Lo más probable es que se trate de casos en que la ley ha concedi-
do a los particulares facultades en unas ciertas relaciones jurídicas
para modificarlas, particularmente en el ámbito de la familia o de
ciertas relaciones negociales, y que algunos califican de “situacio-
nes jurídicas activas”.353 Pero más allá es imposible ir, puesto que
nadie podrá pretender una sistematización completa y lógica en esta
materia, si se tiene en cuenta que situaciones muy disímiles están
sujetas sea al ámbito de la caducidad, como ocurre con el cobro
de un cheque, al de una situación intermedia, como es el plazo de
saneamiento de la nulidad absoluta, o al de la prescripción, como
ocurre con algunas acciones de nulidad matrimonial. Y aún cabe
considerar que si la caducidad, al no estar expresamente califica-
da en la ley, ha de deducirse del tenor literal de la ley, hay situacio-

350
C. Suprema, 19 mayo 1983, Rev. de Der., t. 80, sec. 1ª, pág. 35; Fallos del
Mes 294, Nº 13, pág. 192.
351
C. Suprema, 4 mayo 1990, Rev. de Der., t. 87, sec. 1ª, pág. 21. Opera de
pleno derecho al extinguirse el plazo, dice la sentencia de C. Santiago, 10 abril
1995, Gaceta Jurídica 177 (1995), sent. 3, pág. 176.
352
F. RIVERO HERNANDEZ, artículo citado, pág. 480.
353
Así, F. RIVEROS HERNANDEZ, ob. cit., pág. 481. También, ROMANO A.,
“Note in tema di decadenza”, en Riv. Trim. di Di. e Proc. Civ., 1964, págs. 171 y
sgts.

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PRIMERA PARTE: DOCTRINA GENERAL DE LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

nes al menos dudosas, como ocurre, por ejemplo, con el plazo de


la acción redhibitoria (art. 1866. Vid. Nº 89) o con el previsto para
la nulidad de la donación por incumplimiento de la carga impues-
ta por el donante (art. 1426) y aun para la nulidad de la donación
por ingratitud (art. 1430), casos en los que las expresiones de la
ley llevan a pensar en una caducidad, aunque sin que pidiera en-
tenderse el porqué allí se opta por un plazo de esas características
y no por uno de prescripción.
Lo que entendemos más lógico y razonable es que la caduci-
dad se justifica en derechos no disponibles, mientras que el ámbi-
to de la prescripción se da en los disponibles. La caducidad debería
estar reducida y justificada en aquellos derechos en que el titular
no está habilitado a privarse de los mismos por su sola voluntad,
evitándose así la vulneración de la ley. Pero si el derecho es de aque-
llos de que el particular puede privarse por ser estrictamente pri-
vado, él mismo podrá determinar si lo ejercita o no y si se trata del
deudor, de su decisión depende usar del tiempo para la extinción
de su carga, de forma que allí la prescripción, con los caracteres
que ya hemos examinado, encuentra su claro ámbito de acción. Y
será igual criterio el que permita aceptar la existencia de una ca-
ducidad convencional con caracteres propios, allí donde hay inte-
reses disponibles. Esta nos parece ser una distinción aceptable para
el objeto de la caducidad y de la prescripción.354

26. Características de la caducidad. Caducidad legal, caducidad


convencional. Del estudio que ha hecho la doctrina y de la elabo-
ración jurisprudencial se pueden desprender las siguientes carac-
terísticas:
La caducidad se aprecia de oficio por el tribunal,355 siempre que
se trate de una legal, agregamos por nuestra parte. Más aún, opera
de pleno derecho al extinguirse el plazo previsto.356 Y esta es su ca-
racterística más distintiva, desde que la extinción del derecho se pro-
duce por el hecho objetivo del curso del tiempo, sin consideración
por la situación subjetiva del titular.357 El art. 2512 del Proyecto ar-

354
Por ello, adherimos por entero a lo que, sobre la materia, sostiene
F. RIVERO HERNANDEZ, ob. cit., págs. 485 y sgts.
355
C. Suprema, 28 enero 1988, Fallos del Mes 350, Nº 2, pág. 1021. En el mis-
mo sentido, C. Suprema, 27 marzo 1943, Rev. de Der., t. 40, sec. 1ª, pág. 498.
356
C. Santiago, 10 abril 1995, Gaceta Jurídica 1995, Nº 177, sent. 3, pág. 176.
357
A. TORRENTE y P. SCHLESINGER, Manuale de diritto privato, par. 88,
pág. 147.

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LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

gentino prescribe que “La caducidad sólo debe ser declarada de ofi-
cio por el tribunal cuando está establecida por la ley y es materia
sustraída a la disponibilidad de las partes”, distinguiendo así entre
la caducidad legal, que se aprecia de oficio, y la convencional, en
que ello no ocurre, siguiendo así, por lo demás, la doctrina impuesta
por el art. 2969 del Código de Italia, para el cual “La decadencia
no puede ser apreciada de oficio por el juez, salvo que, tratándose
de materia sustraída a la disponibilidad de las partes, el juez debe
apreciar la causa de improponibilidad de la acción”. El art. 210 del
Código del Brasil contiene una regla parecida: “Debe el juez, de ofi-
cio, conocer de la decadencia cuando es establecida por ley. De allí
que la doctrina entienda que la regla de la apreciación de oficio
sólo se refiera a la caducidad legal dispuesta en materias que no pue-
den ser objeto de convención”.358 Por ello es criticable la decisión
que entiende que la caducidad de la acción por despido injustifica-
do requiere que el demandado la oponga como excepción y que el
tribunal no pueda apreciarla de oficio, bajo el pretexto que de otra
forma se dejaría al demandante en la indefensión a su respecto.359
Ese argumento valdría para todo caso de caducidad legal. La doc-
trina entiende que, respecto a esta característica de la caducidad,
debería distinguirse, como lo hace el Código italiano, entre casos
de caducidad en intereses indisponibles –en que resulta sin excep-
ción el hecho que el juez la deba apreciar de oficio– y casos de ca-
ducidad en intereses disponibles de mero interés privado, en que
no se observa la razón de distinguirla en ello de la prescripción. La
apreciación de oficio parece lógica en materias de estado civil de
las personas; pero no se observa por qué debería declararse oficio
en el caso de la acción redhibitoria del art. 1866 si se le califica de
caducidad o en el evento del pacto comisorio calificado del art. 1879,
pues es un principio incluso de orden constitucional la libre dispo-
sición de intereses privados.360
No admite suspensión ni interrupción. Así lo han ratificado los
tribunales,361 y es cuestión admitida por la doctrina, desde que por

358
A. TRABUCCHI, Istituzione di diritto civile, pág. 119, 33ª edic., Milán, 1992;
A. TORRENTE y P. SCHLESINGER, ob. cit., pág. 148.
359
C. San Miguel, 3 agosto 2001, Gaceta Jurídica 255, Nº 3, pág. 268, y 25 abril
2001, Gaceta Jurídica 251, Nº 1, pág. 194.
360
Sobre esta cuestión, F. RIVERO HERNANDEZ, ob. cit., pág. 499.
361
C. Suprema, 11 enero 1947, Gaceta de los Tribunales, 1947, t. 1, pág. 152;
27 marzo 1943, Rev. de Der., t. 40, sec. 1ª, pág. 498.

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PRIMERA PARTE: DOCTRINA GENERAL DE LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

su fundamento no se trata de conferir una facultad extintiva al cri-


terio del deudor, ni de sancionar una inactividad del acreedor o
reconocer una situación de hecho, como ocurre con la prescrip-
ción. Si con ella viene indicado el acto que la impide, su ejercicio
basta para que no opere y no tendría entonces sentido que volvie-
ra a iniciarse o que, por razones subjetivas, se detuviera su curso.362
El Código italiano en su art. 2964 prescribe que “Cuando un dere-
cho debe ejercitarse dentro de un término dado bajo pena de ca-
ducidad, no se aplican las normas relativas a la interrupción de la
prescripción. Tampoco se aplican las reglas relativas a la suspen-
sión salvo que la ley disponga otra cosa” y el art. 207 del Código
del Brasil prescribe que “Salvo disposición legal en contrario, no
se aplican a la decadencia las normas que impiden, suspenden o
interrumpen la prescripción”.
Es así que ha podido afirmarse que la doctrina de los fallos que
afirman que la caducidad no admite interrupción se ajusta a la di-
ferencia que existe entre la caducidad y la prescripción extintiva,
si bien ambos institutos tienen por finalidad la extinción de dere-
chos. Esta pone fin a un derecho que, por su no ejercicio, se le
supone abandonado por el titular y siempre que el beneficiado con
ella lo haga presente. Aquélla, por no haberse ejercido el derecho
en el plazo prefijado por el legislador o la voluntad del hombre.
En ella no puede existir nada que interrumpa el lapso, pues se re-
quiere perentoriamente el ejercicio mismo del derecho.363 Tampo-
co pueden las partes alterar en forma alguna la caducidad legal,
ni prorrogando el plazo, ni renovándolo o suspendiéndolo. Y me-
nos podrán renunciarla, porque no está dentro de su esfera de dis-
ponibilidad.
Pero estas características son solamente aceptables en aquellos
casos en que la caducidad ha sido establecida por la ley para dere-
chos no disponibles y no se entendería que no pudieran alterarse
si se trata de derechos e intereses disponibles. Bien dice un autor,
cuestión que a veces entre nosotros se olvida, que “lo importante,
jurídicamente, son los intereses protegidos por el Derecho, no los
instrumentos de protección (y la caducidad no pasa de ahí), y me-

362
Así, P. TRIMARCHI, ob. cit., pág. 630; A. TORRENTE y P. SCHLESINGER,
ob. cit., pág. 147; R. GOMEZ CORRALIZA, ob. cit., págs. 256 y 280.
363
SOMARRIVA UNDURRAGA, MANUEL, Las Obligaciones y los Contratos ante
la Jurisprudencia,. 2ª edic. actualizada por RAMON DOMINGUEZ BENAVENTE,
Santiago, 1984, Nº 156, pág. 111.

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LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

nos sus calificaciones jurídicas, también instrumentales. No es co-


rrecto empecinarse en dogmatismos excesivos centrados en lo ad-
jetivo, lo instrumental, para desconocer que el centro de gravedad
de la cuestión viene constituido por los intereses de referencia, que
es lo sustantivo”.364
Con todo, es posible que la propia ley que la establece posibili-
te, sin privarla de sus demás características, una suspensión. Así, por
ejemplo, el art. 64 inc. 2º del Cód. de Proc. Civil permite a las partes
suspender el procedimiento por un plazo de hasta noventa días, lo
que puede ocurrir durante el curso de un plazo de caducidad en el
proceso, por ejemplo, el que se establece para apelar o para cual-
quiera otro de los fatales del mismo Código. Y si, como veremos, ella
puede tener origen contractual, nada impide tampoco que quienes
la pactaron convengan más tarde en su suspensión; pero no así en
la caducidad legal. La modificación de la caducidad legal por las par-
tes no es posible, pues se ha establecido en materias que no son dis-
ponibles, según acaba de decirse. Sin embargo, la imposibilidad de
suspender la caducidad no es cuestión tan evidente en el derecho
comparado. En Francia, por ejemplo, la jurisprudencia le ha aplica-
do a veces el principio contra non valentem agere non currit praescriptio,
como ocurre en casos en que por falta de designación del tutor ad
litem dentro del plazo que el art. 316 inc. 2º del Cód. Civil establece
para que el padre desconozca la paternidad.365
En todo caso no es necesaria la notificación de la demanda para
que el derecho se entienda ejercitado dentro de plazo. Así lo han
entendido siempre nuestros tribunales,366 y unos autores, refirién-
dose a este aspecto, señalan que “si de la caducidad se trata, basta
el ejercicio del derecho y no se precisa que la demanda sea tam-
bién notificada dentro del plazo prefijado, como erróneamente lo

364
F. RIVERO HERNANDEZ, ob. cit., pág. 492. La observación vale también
para el modo en que comúnmente entienden entre nosotros, jueces y litigantes,
el rol del derecho procesal haciendo prevalecer las formas por las formas y no
por el fin para que son dispuestas.
365
Trib. Grand Instance Lyon, 31 enero 1973, D. 1973, 447, nota D. HUET-
WEILLER; Civ., 1 enero 1963, J.C.P. 63, II, 13087, nota J. MAZEAUD.
366
C. Suprema, 8 junio 1992, Rev. de Der., t. 89, sec. 3ª, pág. 46. En idéntico
sentido, 28 enero 1988, Fallos del Mes 350, Nº 2, pág. 1021; C. Suprema, 19 mayo
1983, Rev. de Der., t. 80, sec. 1ª, pág. 34. Si el plazo del art. 168 del Cód. del Tra-
bajo es de caducidad, el del art. 480 de la misma codificación es de prescripción
y por ello éste requiere para interrumpirse de demanda notificada, dice C. Su-
prema, 20 septiembre 1999, Fallos del Mes 490, Nº 4, pág. 2113.

134
PRIMERA PARTE: DOCTRINA GENERAL DE LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

sostuvo la Corte de Concepción, cuya tesis fue enmendada por la


Corte Suprema, refiriéndose a una sentencia de ésta que aplicaba
a la caducidad la misma regla que para la interrupción de la pres-
cripción”.367
Su origen puede ser legal o contractual, aunque su origen con-
vencional ha sido ya más discutido.368 Sin embargo, la mayor parte
de la doctrina hace referencia a una caducidad del origen conven-
cional, si se trata, naturalmente, de derechos de que pueda dispo-
nerse y siempre que no haga imposible el ejercicio del derecho,
por establecerse un plazo muy breve.369 Quienes la niegan, reco-
nocen con todo la posibilidad de fijar convencionalmente plazos
preclusivos o derechos que se confieren por un plazo convencio-
nalmente fatal, como por ejemplo la necesidad de una denuncia
dentro de cierto plazo para reclamar un seguro, aunque no acep-
ten calificar tales hipótesis como caducidad stricto sensu.370 Pero en-
tienden que en tales supuestos lo que opera es simplemente el plazo
extintivo como modalidad negocial. Es lo cierto, sin embargo, que
la técnica jurídica de extinción es la misma en la caducidad legal
o en tales convenciones y no se observa, salvo por razones de ex-
tremada pureza terminológica, diferenciarlas. De allí que el Códi-
go italiano la admita371 (art. 2965, que sanciona con nulidad el pacto
sólo si se hace excesivamente difícil el ejercicio del derecho), como
también lo hace el Proyecto argentino, al aludir a ella en los
arts. 2509, 2511 y 2512. También el Código del Brasil, en el art. 211
trata de ella y señala que “Si la decadencia fuere convencional, la
parte a quien aprovecha puede alegarla en cualquier grado de ju-
risdicción, pero el juez no puede suplir la alegación”. En la prácti-
ca, se ha aceptado ampliamente que las partes, tratándose de

367
SOMARRIVA UNDURRAGA, MANUEL, Las Obligaciones y los Contratos ante
la Jurisprudencia, 2ª edic. actualizada por RAMON DOMINGUEZ BENAVENTE,
cit., Nº 154, pág. 111, quienes citan a C. Suprema, 25 septiembre 1968, Rev. de
Der., t. 65, sec. 1ª, pág. 286, y Rev. de Der., t. 49, sec. 1ª, pág. 425, entre otros.
368
GOMEZ CORRALIZA, ob. cit., págs. 170 y siguientes, desarrolla el tema.
369
Así, A. TORRENTE y P. SCHLESINGER, ob. cit., pág. 148; M. ROSA CIMMA,
“Prescrizione e decadenza”, en Digesto, t. XIV, pág. 247, bajo el argumento del
art. 2965 del C. italiano.
370
Así, por ej., F. HINESTROSA, ob. cit., pág. 237; F. DE CASTRO, ob. cit.,
pág. 175; F. GOMEZ CORRALIZA, ob. cit., págs. 176 y sgts.
371
Art. 2968: “Las partes no pueden modificar la disciplina legal de la cadu-
cidad ni pueden renunciar a la caducidad misma, si ésta está establecida por la
ley en materia sustraída a la disponibilidad de las partes”.

135
LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

derechos disponibles, por no ser orden público, puedan introducir


en los negocios cláusulas de caducidad convencional, más allá de las
discusiones doctrinarias sobre su naturaleza y, como ya se dijo, un
amplio sector de la doctrina admite convenirlas allí donde la ley o
no la señala o donde ha establecido un plazo de prescripción.372 Más
ciertamente se trata de cláusulas de negocios jurídicos que imponen
el ejercicio de un derecho dentro de cierto plazo, bajo sanción de
pérdida y en estricta relación con la idea de plazo preclusivo. Son
desde luego muy comunes en las pólizas de seguro.373 Las partes pue-
den entonces, cuando de derechos patrimoniales y disponibles se tra-
ta, fijar el inicio de la exigibilidad de un derecho, sus condiciones,
así como el plazo final de su ejercicio o reclamación. Pero esta ca-
ducidad convencional tiene un régimen que se encuentra entre el
de la caducidad legal y el de la prescripción, desde que exige ser in-
vocada y puede ser alterada por las partes y aun renunciada, pues si
su introducción en el negocio jurídico se funda en la autonomía pri-
vada, también habrá de admitirse que ésta pueda alterarla.

27. Casos de caducidad. En nuestra legislación son numerosos los


casos de caducidad. Así, entre ellos:
En las leyes civiles, si bien no es frecuente encontrar casos de ca-
ducidad, ésta se presenta en el derecho de familia, en que por ra-
zones de paz familiar y seguridad jurídica, el legislador sujeta a ella
algunas acciones,374 como las de reclamación de filiación en el caso

372
Así, claramente, A. ALBALADEJO, Derecho Civil. Introducción, t. 1, vol. 2,
pág. 541, 11ª edic., Barcelona, 1991. La ha admitido la sentencia del Tribunal Su-
premo de España de 27 de mayo de 1990 y la de 20 de mayo de 1972. En el mis-
mo sentido, B. GOMEZ CORRALIZA, ob. cit., págs. 176 y sgts.; L. DIEZ-PICAZO
y A. GULLON, Sistema de Derecho Civil, t. 1, pág. 468, 5ª edic., Madrid, 1987. Para
el derecho colombiano, F. HINESTROSA, ob. cit., pág. 237. Para el derecho ar-
gentino, A. ALTERINI, O. J. AMEAL y R. LOPEZ CABANA, Derecho de Obligacio-
nes, Nº 1631, 2ª edic., Buenos Aires, 1998.
373
Aceptadas por ejemplo en sentencia arbitral de 31 de octubre de 1985, en
O. CONTRERAS SCH., Jurisprudencia sobre Seguros, t. 2, pág. 604, Santiago, 1999.
Y sobre lo mismo, del mismo autor, Derecho de Seguro, pág. 260, Santiago, 1982. En
España es clarísima la sentencia del Tribunal Supremo de 16 de octubre de 1901:
“Establecida en la póliza la caducidad de la acción del asegurado por el transcur-
so del plazo desde el siniestro o desde las últimas actuaciones judiciales, no in-
fringe el contrato la sentencia que la aplica”. Sobre ello, F. DEL CAÑO, Derecho
Español de Seguros, t. 1, pág. 555, Madrid, 1983.
374
Sobre ello y para el derecho argentino, A. KEMELMAJER DE CARLUCCI,
“Prescripción y caducidad en el derecho de familia”, en Rev. de Der. Privado y

136
PRIMERA PARTE: DOCTRINA GENERAL DE LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

del hijo póstumo o en aquel en que el padre o madre hubiere fa-


llecido dentro de los ciento ochenta días del parto, caso en el cual
la acción se podrá dirigir contra los respectivos herederos dentro
del plazo de tres años, contados desde su muerte, o en caso de in-
capacidad del hijo, desde que éste haya alcanzado la plena capaci-
dad (art. 206). Si hubiere fallecido el hijo, siendo incapaz, la acción
de reclamación puede ser ejercida por sus herederos, también den-
tro del plazo de tres años contados desde su muerte (art. 207
inc. 1º). También caduca la acción de impugnación de paternidad
del hijo concebido o nacido dentro del matrimonio, pues el art. 212
manda que sólo pueda ser ejercida por el marido dentro de los cien-
to ochenta días siguientes al día en que tuvo conocimiento del par-
to, o dentro del plazo de un año si prueba que a la época del parto
se encontraba separado de hecho de la mujer. Esa misma paterni-
dad puede ser impugnada por representante del hijo incapaz, en
interés de éste durante el año siguiente al nacimiento, y el hijo por
sí, dentro del año desde que alcance la plena capacidad (art. 214).
Cuando se trata de la paternidad determinada por reconocimien-
to, la acción de impugnación por parte del hijo se concede por dos
años contados desde que supo del reconocimiento, como también
caduca en ese mismo plazo la acción de impugnación de la pater-
nidad de los hijos nacidos antes del matrimonio de sus padres, con-
tados desde que el hijo supo del matrimonio o del reconocimiento
que la produce (art. 216). En cuanto a la maternidad, puede tam-
bién ser impugnada por el marido de la supuesta madre y la mis-
ma madre supuesta dentro del año siguiente al nacimiento del que
aparece como hijo; pero la acción de los verdaderos padre o ma-
dre del hijo, el verdadero hijo o el que pasa por tal no caduca, si
la impugnación se deduce junto con la acción de reclamación de
la auténtica filiación (art. 217) y si el hijo no lo hiciere así, es de-
cir, sólo impugnare la maternidad, esta acción caduca en un año
desde que el actor alcance la plena capacidad (art. 217 inc. 3º). La
acción de impugnación de maternidad ejercitada por toda otra per-
sona a quien ella cause perjuicio en sus derechos sucesorales res-

Comunitario, Nº 22 (2000), pág. 99. En cuanto al fundamento de la caducidad


en el derecho de familia, A. CICU, Derecho de Familia, pág. 438, edic. argentina,
Buenos Aires, 1947. Y Sobre la calificación de caducidad de los plazos en tales
acciones y no de prescripción, entre otros, J. CASTAN TOBEÑAS, ob. cit., t. 5,
vol. 2, pág. 129; PUIG BRUTAU, ob. cit., pág. 6; LACRUZ, SANCHO REBULLIDA
y otros, Elementos de Derecho Civil, t. 4, pág. 452.

137
LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

pecto de los supuestos padre o madre, caduca en un año desde el


fallecimiento de dichos padre o madre (art. 218). Se observará en-
tonces que los supuestos de caducidad citados, que por lo demás
existen desde la vigencia de la Ley Nº 19.585, que reformó las nor-
mas sobre filiación del Código Civil, son numerosos. Las reglas re-
feridas no califican a esos plazos de caducidad; pero en todos usa
la expresión “dentro de”, que de acuerdo al art. 49, confieren al
plazo la calidad de fatal, que equivale a caducidad o decadencia y
la doctrina así lo entiende.375
Ya respecto a la antigua acción de impugnación de legitimidad,
se había resuelto que “debe desecharse la acción de legitimidad de
un hijo deducida fuera del plazo perentorio señalado por el ar-
tículo 186 del Código Civil. Un plazo de tal naturaleza no puede
interrumpirse natural ni civilmente. Así, no admite interrupción na-
tural, porque falta una relación obligatoria que pueda ser recono-
cida y, en el supuesto de existir, no podría la voluntad o el acuerdo
privado sobreponerse al mandato de la ley. En cuanto a la interrup-
ción civil, el texto de los preceptos recordados se opone a la admi-
sión de una demanda que no se presente dentro del plazo,
cualesquiera que sean los recursos o acciones que hayan podido
intentarse anteriormente y su suerte posterior”.376 Del fallo se des-
prende claramente que la caducidad no admite interrupción y que
basta que la demanda sea presentada dentro de plazo sin necesi-
dad de que también se notifique dentro de él.
Sin embargo, posteriormente otras sentencias, reconociendo que
el artículo 185 del Código Civil establecía un plazo de caducidad,
rechazaron las acciones porque se habían notificado fuera del plazo
prefijado, solución que claramente es errónea por aplicar a la cadu-
cidad una exigencia propia de la interrupción de la prescripción.377
Fuera del ámbito de las acciones de estado y del derecho de
familia, hay situaciones discutibles, como las de los arts. 1427 y 1430.
También la del art. 975 respecto de las indignidades para suceder,
que se purgan en cinco años de posesión de la herencia o legado,
lo que lleva a entender que en ese plazo se extinguen inexorable-

375
E. COURT MURASSO, Nueva Ley de Filiación, pág. 93, Santiago, 1999; H.
CORRAL T., Determinación de la filiación y acciones de estado en la reforma de la Ley
Nº 19.585, pág. 31, en Documento de Trabajo, Nº 25, Universidad de los Andes,
1998.
376
C. Suprema, 14 enero 1947, Rev. de Der., t. 44, sec. 1ª, pág. 486.
377
C. Suprema, 3 diciembre 1964, Rev. de Der., t. 61, sec. 1ª, pág. 418, y C.
Santiago, 28 noviembre 1951, Rev. de Der., t. 48, sec. 2ª, pág. 93.

138
PRIMERA PARTE: DOCTRINA GENERAL DE LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

mente; pero entendemos que esa extinción debe ser invocada y no


cabe su apreciación de oficio.
También en leyes especiales hay plazos de caducidad, como en el ar-
tículo 79 de la Ley Nº 18.092 sobre Letra de Cambio y Pagaré. Por
ello se ha decidido que “el perjuicio de los documentos constituye
caducidad de acciones, con lo cual se liberan de responsabilidad
los llamados obligados por garantía, tales como el girador de la le-
tra, sus endosantes y por regla general sus avalistas. Se mantiene la
acción en contra del aceptante de la letra, del suscriptor del paga-
ré u otros obligados de igual calidad”.378
Del mismo modo, se ha entendido que “el artículo 23 de la Ley
de Cheques establece un plazo de caducidad al señalar el tiempo
dentro del cual se debe proceder al cobro de un cheque”,379 aun-
que se ha discutido desde cuándo se cuenta dicho plazo si la fecha
escrita en él es posterior a la de algún instrumento fehaciente en
que consta su recepción anterior (vid. Nº 91).
El art. 4º de la Ley Nº 19.260, que establece la posibilidad de
revisión de beneficios de seguridad social por errores de cálculo o
de hecho en la liquidación o errores de aplicación de las leyes, con-
tiene un plazo de caducidad, desde que ese derecho sólo puede
hacerse valer dentro del plazo de tres años contados desde el otor-
gamiento del beneficio respectivo.380
En derecho del trabajo se ha resuelto que el plazo para reclamar
de una terminación injustificada del trabajo previsto por el art. 168
del Cód. del Trabajo, es de caducidad, pero no lo es el señalado
en el art. 480 inc. 2º del mismo Código, que es de prescripción.381
Por lo mismo, una demanda sobre despido ilegal sólo requiere ser
presentada dentro del plazo previsto por el art. 168, aunque se no-
tifique después y esa es una antigua doctrina que ya se había soste-
nido por los tribunales bajo anteriores códigos laborales.
En derecho procesal, en cambio, la caducidad se presenta más a
menudo, ya que en él abundan los plazos fatales.382 Desde luego,

378
C. Suprema, 7 octubre 1987, Rev. de Der., t. 84, sec. 1ª, pág. 132. En senti-
do similar, C. Santiago, 15 julio 1990, Rev. de Der., t. 87, sec. 2ª, pág. 153; C. A.
Santiago, 22 julio 1980, Rev. de Der., t. 77, sec. 2ª, pág. 87.
379
C. Suprema, 30 julio 1991, Fallos del Mes 392, Nº 11, pág. 302.
380
C. Santiago, 25 junio 1996, Rev. de Der., t. 93, sec. 2ª, pág. 89.
381
C. Suprema, 20 octubre 1999, Fallos del Mes 490, Nº 4, pág. 2113.
382
Así, ALESSANDRI RODRIGUEZ, ARTURO, Curso de Derecho Civil, ob. cit.,
pág. 457.

139
LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

el art. 64 del Cód. de Proc. Civil otorga la calidad de fatales a to-


dos los plazos que él señala, es decir, a los de fuente legal. Debe
señalarse, sin embargo, que existen autores que distinguen los pla-
zos de procedimiento de los de caducidad. Los primeros son pla-
zos fijados para el ejercicio de un acto del proceso y se calculan a
partir de otro acto procesal, mientras que los de caducidad no se
insertan en el curso de un proceso, sino que se confieren para ac-
cionar, es decir, para dar inicio al proceso.383 Pero en definitiva am-
bos están sujetos a las mismas reglas.

28. Prescripción extintiva y caducidad. Comparación. Ya hemos in-


dicado más arriba que no se tratará aquí de la caducidad extensa-
mente, sino en cuanto sea de utilidad para diferenciarla de la
prescripción. Pues bien, teniendo en cuenta los caracteres de aqué-
lla, es ahora posible señalar las diferencias con la prescripción.
Las principales diferencias dicen relación con los siguientes as-
pectos:
En cuanto a su objeto: La prescripción afecta a derechos con una
duración, en principio, ilimitada, mientras que la caducidad se re-
fiere a derechos con una duración limitada en el tiempo desde su
origen. Por otra parte, la prescripción extintiva tiene por objeto
derechos subjetivos cuyo desarrollo en el tiempo no tiene como fi-
nalidad la constitución o modificación de otro derecho, a diferen-
cia de lo que ocurre con la caducidad, como ya se observó. Se ha
dicho que la diferencia de objeto debe estar unida a la calidad de
disponible o indisponible de un derecho o facultad, salvo en cadu-
cidad convencional.
La prescripción afecta a derechos patrimoniales, tal como rei-
teradamente lo han afirmado los tribunales. La caducidad, en cam-
bio, también afecta en principio a los no patrimoniales, por
ejemplo, las acciones de estado civil. Esa ha sido una constante doc-
trina en los fallos: “la prescripción civil extingue derechos y accio-
nes de índole meramente pecuniario y privado”.384 Pero ésta es una

383
Esa distinción es común en la doctrina francesa. Por ej., J. CARBONNIER,
Droit Civil, t. 4, Les Obligations, Nº 358, pág. 626, 22ª edic., París, 2000; M. VASSEUR,
ob. cit.
384
C. Santiago, 2 enero 1991, Rev. de Der., t. 88, sec. 3ª, pág. 18. En idéntico
sentido, C. Suprema, 23 junio 1993, Fallos del Mes 403, Nº 5, pág. 303; Fallos del
Mes 392, pág. 347, sent. 3; C. Suprema, Rev. de Der., t. 89, sec. 3ª, pág. 83; C San-
tiago, 10 abril 1989, Rev. de Der., t. 86, sec. 3ª, pág. 56.

140
PRIMERA PARTE: DOCTRINA GENERAL DE LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

mera afirmación general, puesto que basta revisar casos de caduci-


dad legal para verificar que ella no es seguida fielmente por el legis-
lador que a veces, por fines de interés social, establece caducidades
en cuestiones puramente patrimoniales, como es el caso de las le-
tras y pagarés y en el cheque, a que ya se aludió.
En cuanto a sus características: La prescripción admite interrup-
ción, no así la caducidad, que no admite interrupción alguna. Este
principio es sostenido por toda la doctrina, como ya se ha destaca-
do más arriba.385 Según algunos autores, esta regla no admite nin-
guna excepción, tanto es así que “si el titular del derecho se viera
absolutamente impedido, por causas que no le sean imputables,
para ejercitar el derecho o realizar el acto que habría impedido la
caducidad... ni siquiera tal crítica situación hace quebrar la regla,
como por ejemplo, haber sido secuestrado o estar completamente
aislado por un terremoto, huracán u otro acontecimiento de fuer-
za mayor”.386
El principio de la no interrupción nace simultáneamente con
la noción misma de caducidad, ya que ésta se basa siempre en la
idea de plazo fijo o fatal. La Corte Suprema ha señalado que la ca-
ducidad no admite interrupción, ni suspensión.387
La prescripción admite suspensión, no así la caducidad.388 En
cuanto a la posibilidad de suspensión, la caducidad tiene lugar aun
cuando el titular se hubiera encontrado impedido de ejercer su

385
A los autores referidos en cita 328, adde. ALBALADEJO, MANUEL, ob.
cit., pág. 537; LACRUZ, SANCHO REBULLIDA y OTROS, ob. cit., t. I, pág. 304;
CASTAN TOBEÑAS, ob. cit. y t. 1, vol. 2, pág. 969; DE CASTRO, ob. cit., pág. 172;
DIEZ-PICAZO, ob. cit., págs. 54 y siguientes; M. BANDRAC, Les tendances récentes
de la prescription extintive en droit français, págs. 371, 372, Rev. Int. Droit Comp., 1994;
ABELIUK, RENE, ob. cit., pág. 999.
386
GOMEZ CORRALIZA, BERNARDO, ob. cit., págs. 258 y 259; y entre no-
sotros, ABELIUK, RENE, ob. cit., pág. 999; ALESSANDRI RODRIGUEZ, ARTU-
RO, Curso de Derecho Civil, ob. cit., pág. 458. En la doctrina italiana ello es cuestión
común desde que el art. 2966 del Cód. Civil señala que “La decadencia no puede
ser impedida sino por el cumplimiento del hecho previsto en la ley o en el con-
trato”.
387
C. Suprema, 19 de marzo 1996, Rev. de Der., t. 93, sec. 3ª, pág. 19.
388
ALBALADEJO MANUEL, ob. cit., pág. 524; ALESSANDRI RODRIGUEZ,
ARTURO, Curso de Derecho Civil, ob. cit., pág. 458; SOMARRIVA UNDURRAGA,
MANUEL, ob. cit., Nº 156, pág. 112, señala que “la caducidad no admite suspen-
sión. Ninguna imposibilidad para el ejercicio del derecho en el plazo prefijado
puede impedir que aquél se extinga. El ejercicio de la acción ejecutiva tiene un
plazo prefijado y por ello no se suspende, dice la sentencia de 9 octubre 1919,
Rev. de Der., t. 18, sec. 1ª, pág. 23”.

141
LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

derecho, porque se frustraría la finalidad de regularizar las situa-


ciones existentes en plazos breves. Pero deben tenerse en cuenta
los límites a tal doctrina que hemos tenido oportunidad de seña-
lar más arriba, pues la ley puede autorizar expresamente tal sus-
pensión y tratándose de la caducidad convencional no se observa
la razón para impedirla si las partes la convienen.
El Código Civil italiano, que, como hemos dicho, es uno de los
pocos códigos, junto con el del Brasil, el portugués o el peruano,
que regula la caducidad, establece claramente la regla de la no sus-
pensión ni la interrupción (art. 2966) y lo mismo vale para el Có-
digo del Brasil (art. 207). Se ha dicho ya que este principio puede
tener excepciones.389
Considerando la duración de los plazos y las situaciones de la
vida real a que respectivamente se refieren, pareciera menos urgen-
te resolver la incertidumbre en los casos de prescripción que en
los de caducidad.
La prescripción puede ser renunciada por el prescribiente,
mientras que en la caducidad la renuncia resulta intranscendente.
La prescripción debe ser alegada, en cambio la caducidad se
declara de oficio por el tribunal, al menos en casos de caducidad
legal y de derechos no disponibles. Esto se explica, ya que no sien-
do posible ni la interrupción ni la suspensión, así como tampoco
la renuncia, basta que el juez cuente el tiempo y compruebe si el
ejercicio del derecho o acción que se pretende se produce dentro
del plazo o si, por haber transcurrido éste, aquéllos han de esti-
marse caducados. Pero ya hemos señalado los límites de esta ca-
racterística.
En este sentido se ha resuelto que “constando en autos la ca-
ducidad, el juez pudo y debió, aun de oficio, y en cualquiera opor-
tunidad, pendiente la litis, declarar la caducidad, pues en el evento
contrario se hacía procesalmente ineficaz continuar el procedimien-
to con respecto a una pretensión inexistente”.390 Del mismo modo,
si no se ha alegado al contestar la demanda, ella puede hacerse va-
ler durante todo el juicio y aun en segunda instancia, incluso en el
procedimiento laboral en que las excepciones sólo pueden oponer-
se al contestar la demanda, porque el juez debe declararla de ofi-

389
GOMEZ CORRALIZA, BERNARDO, ob. cit., págs. 280 y siguientes, trata
con mucho detalle el problema.
390
C. Suprema, 28 enero 1988, Fallos del Mes 350, pág. 1021, sent. 2.

142
PRIMERA PARTE: DOCTRINA GENERAL DE LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

cio en cualquier oportunidad y ella opera de pleno derecho.391 Ni


siquiera requiere ser invocada, pues es deber del juez constatarla.392
Distinto es el caso de la prescripción, en la que el juez no pue-
de declararla de oficio sin antes tener la certeza de que se han cum-
plido todos los requisitos de la prescripción y sin tener, además, la
certeza de que al apreciarla, no está suplantando la voluntad del
interesado (que pudo preferir la renuncia), por cuyos motivos debe
abstenerse de dicha tarea de oficio.
El mismo fallo que transcribimos antes agregó que “la diferen-
cia de la prescripción extintiva con la caducidad radica en que ésta
opera de pleno derecho, pues el derecho muere, se produce su aca-
bamiento por el solo advenimiento del último día del plazo, sin que
las partes tengan poder para prolongar su existencia más allá de
ese día fatal, lo que no ocurre con la prescripción, pues si ésta no
es alegada, se permite la subsistencia de la relación obligatoria”.393
Más aún, para evitar la caducidad sólo basta ejercer el derecho
dentro del plazo previsto, sin necesidad de notificación ni de for-
mas especiales, pues se admitirá cualquier acto judicial tendiente
a obtener el reconocimiento del derecho.394
En cuanto a su fuente: La prescripción, como lo ha dicho reite-
radamente la jurisprudencia, sólo puede ser establecida por la ley,395
en cambio la caducidad puede tener su origen legal o convencio-
nal.396 Un ejemplo de caducidad convencional sería la resolución
ipso facto. Pero si la prescripción sólo tiene su fuente en la ley, ésta
la establece en reglas generales, sin perjuicio de prescripciones es-
peciales, mientras que la caducidad legal sólo se concibe en situa-
ciones en que expresamente se prescribe.

391
C. Santiago, 10 abril 1995, Gaceta Jurídica 177, Nº 3, pág. 176.
392
C. Suprema, 28 noviembre 1996, Rev. de Der., t. 93, sec. 3ª, pág. 133.
393
C. Suprema, 28 enero 1988, Fallos del Mes 350, Nº 2, pág. 1021.
394
C. Suprema, 19 marzo 1996, Rev. de Der., t. 93, sec. 3ª, pág. 19. En mate-
ria laboral, basta la introducción de la demanda para designación en la Corte de
Apelaciones, sin necesidad de notificación: C. Suprema, 14 diciembre 1995, de-
secha queja contra C. San Miguel, Fallos del Mes 444, Nº 2, pág. 1739; pero ello
siempre que no se trate de plazos de prescripción, caso en el cual rige la norma
común (vid. Nº 93.2).
395
C. Suprema, 3 agosto 1988, Fallos del Mes 357, Nº 10, pág. 498; C. Supre-
ma, 9 junio 1978, Fallos del Mes 235, Nº 5, pág. 117; C. Santiago, 28 mayo 1991,
Rev. de Der., t. 88, sec. 2ª, pág. 61.
396
Así, BORDA, GUILLERMO, Tratado de Derecho Civil, t. 2, pág. 114, 4ª edic.,
Buenos Aires, 1976; ARGAÑARAS, ob. cit., pág. 318.

143
LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

Una sentencia señaló que “en virtud del principio de la auto-


nomía de la voluntad, las partes son libres para establecer las con-
diciones y modalidades que deseen, incluyendo, por cierto, causales
convencionales de caducidad de los plazos”.397 Por lo demás esa ca-
ducidad convencional es tan frecuente que es cláusula usual en los
títulos de crédito que contienen pagos en cuotas. Es la denomina-
da “cláusula de aceleración”, que acarrea constantes conflictos en
cuanto al inicio de la prescripción a que da lugar, luego de hacer
caducar el plazo, según se verá (vid. Nº 39).
Pero, como lo entiende acertadamente una sentencia, “la ex-
cepción es la caducidad, luego, en caso de duda, debe estimarse
que se está en presencia de una prescripción extintiva”.398
En cuanto a los efectos: La prescripción extingue sólo la acción y
no el derecho, ya que la obligación subsiste como natural, como
ya tuvimos oportunidad de ver; en cambio, la caducidad extingue
el derecho mismo de modo automático y definitivo.399
Bien dice Bernardo Gómez que “nunca ha invocado la doctri-
na la obligación natural con relación a la caducidad.
Contrasta este hecho vivamente con lo que ocurre en materia
de prescripción, donde los autores, a pesar de reconocer la impor-
tancia y necesidad de dicha figura, suelen terminar rasgándose las
vestiduras y lamentando que este instituto sirva para liberarse de
una obligación que en realidad no se cumplió, por lo que en ‘con-
ciencia’ se sigue obligado hasta que la misma se cumpla, lo que jus-
tifica inmediatamente la admisión de la obligación natural.
Da la impresión que la caducidad sana la situación y que el efec-
to extintivo no es, a los ojos de la doctrina, contrario a la justicia in-
trínseca. Acaso por ello nadie habla aquí de obligación natural”.400
Además, en la caducidad basta ejercer la acción en el término
legal, no siendo necesario que se notifique dentro de dicho plazo,
lo que sí es indispensable tratándose de la prescripción. Ya hemos
tenido oportunidad de referirnos a la jurisprudencia en este punto.
En cuanto a su función práctica: La función de la prescripción es
evitar que por largo tiempo se dejen de ejercitar las acciones; en
cambio, la función que se atribuye a la caducidad es la de procu-

397
C. Santiago, 8 junio 1989, Rev. de Der., t. 86, sec. 2ª, pág. 48.
398
C. Suprema, 19 mayo 1983, Rev. de Der., t. 80, sec. 1ª, pág. 35; Fallos del
Mes 294, Nº 13, pág. 192.
399
BORDA, GUILLERMO, ob. cit., pág. 114.
400
GOMEZ CORRALIZA, BERNARDO, ob. cit., pág. 499.

144
PRIMERA PARTE: DOCTRINA GENERAL DE LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

rar que determinados derechos se ejerciten dentro de un término


breve. Así lo ha dicho la jurisprudencia.401
En cuanto a las partes: La prescripción extintiva supone general-
mente un vínculo jurídico entre las partes, no así la caducidad.402
Aquella pone frente a frente al acreedor y al deudor, de forma que
exige la inactividad de uno y la abstinencia del otro, mientras que la
caducidad no dice relación sino con aquella persona a quien la ley
ha conferido un derecho y quien debe actuar para no perderlo, de
forma que de ella depende el que la caducidad se produzca o no.403
Desde otro ángulo, la prescripción extintiva produce para el
acreedor una pérdida patrimonial, que se traduce en una ventaja
para el deudor; la caducidad, en cambio, no ocasiona pérdida ma-
terial alguna,404 pues implica simplemente la falta de ejercicio de
una facultad.
Sin embargo de estas notorias diferencias, es lo cierto que la
calificación de un plazo como de prescripción o de caducidad no
es siempre fácil, atendidos los términos legales y en esta dificultad
abunda la doctrina. Por ejemplo, en el derecho italiano, una de
las cuestiones más debatidas es precisamente el criterio que per-
mita la individualización de los plazos de la caducidad,405 hasta el
punto que hay quienes señalan la imposibilidad de fijar alguno y
aun que en definitiva hay una unidad fundamental entre ambos
conceptos.406 La cuestión se presenta las más de las veces porque
la ley rara vez califica el plazo que establece y los caracteres deben
ser precisados caso a caso, cuestión que es común en el derecho
comparado.407 Por lo demás, la tendencia debería ir hacia la sim-
plicidad de las instituciones civiles y, por ende, en esta materia, ha-
cia una unidad de régimen entre caducidad y prescripción. La
razón de por qué a ciertos plazos se les da la calidad de caducidad
y a otros la de prescripción no es evidente y los criterios que se han

401
C. Suprema, 19 mayo 1983, Rev. de Der., t. 80, sec. 1ª, pág. 35; Fallos del
Mes 294, Nº 13, pág. 192.
402
ABELIUK, RENE, ob. cit., pág. 999.
403
Sobre esa distinción, M. BANDRAC, ob. cit., Nos 166 y sgts.
404
ARGAÑARAS, ob. cit., pág. 318.
405
Así, M. ROSA CIMMA, ob. cit., pág. 247, y los autores citados por ella.
406
En este sentido, FERRUCCI, ob. cit., pág. 538; GRASSO, art. cit., en Riv.
Trim. di Di. e Proc. Civ., 1970, págs. 866 y sgts.
407
Por ejemplo, en el derecho francés esa observación es común en la doc-
trina. Así, B. STARCK, H. ROLAND y L. BOYER, ob. cit., Nº 359; VASSEUR, ob.
cit., pág. 439; J. CARBONNIER, ob. cit., pág. 178.

145
LA PRESCRIPCION EXTINTIVA. DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA

propuesto para distinguirlos no son plenamente satisfactorios des-


de que, en definitiva, se encuentran elementos de ellos en ambas
instituciones. Así, y sólo como ejemplo, los fines de utilidad públi-
ca que justificarían la caducidad no son ajenos a la prescripción y
el criterio sancionador de la prescripción, por lo demás objetable,
según ya se dijo (vid. Nº 3.1), tampoco es extraño a la caducidad,
que por algo se denomina a veces decadencia del derecho. Un buen
ejemplo de la arbitrariedad legislativa al respecto se encuentra en
algunas acciones de filiación. Así, ya hemos hecho referencia a cier-
tos casos de acciones de reclamación o de impugnación en que se
establecen plazos de caducidad; pero la Ley Nº 19.620, de 1999, so-
bre Adopción, establece que si ésta es irrevocable, el adoptado por
sí o por curador especial puede pedir la nulidad obtenida por me-
dios ilícitos o fraudulentos, acción que “prescribirá en el plazo de
cuatro años contados desde que el adoptado, alcanzada su plena
capacidad, haya tomado conocimiento del vicio que afectaba a la
adopción”. Si se concibe la caducidad como medio de asegurar el
orden público, no se ve la razón del porqué en unos casos ella se
establezca y en otros muy semejantes el plazo sea de prescripción,
existiendo iguales razones para poner límite al plazo. Del mismo
modo, salvo invocarse razones históricas, no hay razón para que la
acción de nulidad de matrimonio sea prescriptible en algunos ca-
sos (art. 35 inc. 1º Ley de Matrimonio Civil) y caduque en algún
otro (art. 34 inc. 1º Ley de Matrimonio Civil). Si se acepta que las
acciones de estado no afecten indefinidamente la certeza del mis-
mo, la caducidad debería imponerse en todo evento.

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