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por el acto realizado; b) prevenir la realización de C-Ya, ¿quieres decir que lo merezco como venganza?
V-No, lo mereces porque has actuado mal.
tales actos (Von Hirsch 1993:39). La función repro- C-Pero ¿por qué no sería suficiente con que tratara de repa-
batoria (o de censura) es prioritaria sobre la función rar el daño realizado?
preventiva, esto es, la función preventiva sólo puede V-Porque la gravedad del acto que has realizado requiere
este castigo.
darse en el marco de penas que satisfagan la fun- C-¿Porqué?
ción reprobatoria (Von Hirsch 1993:41).
A continuación voy a intentar analizar si estas dos
razones pueden, conjuntamente, servir como fin Podrían caber otras estrategias argumentativas
justificante del derecho penal, para lo cual nos de- por parte de C, que podrían tomar en consideración
ben permitir decir si las sanciones previstas por la por ejemplo factores relativos a su situación perso-
ley o impuestas por los jueces están o no justifica- nal, dirigidas a cuestionar que él mereciera ser cas-
das. tigado, y no creo que una discusión racional sobre
el castigo pudiera evitarlas. De hecho, en su obra
más conocida, Doing Justice, el autor había tratado
11.1. El reproche como fin (primario) de dar una respuesta a la cuestión de por qué los
justificante del castigo actos reprochables realizados por personas culpa-
bles merecen ser castigados. Allí había dicho que el
Quien castiga a una persona por la realización de delincuente que realiza uno de tales actos obtiene
una determinada conducta querrá, normalmente, un beneficio injusto sobre el resto de sus conciuda-
reprochar a la persona el acto realizado, esto es, danos, los cuales se abstienen de realizar actos de-
realizar una valoración negativa del acto realizado. lictivos, y, entonces, la pena anularía este injusto
Pero no es esta intención de quien castiga lo que beneficio y reequilibraría la balanza social (Von
nos permite determinar, de acuerdo a Von Hirsch, Hirsch 1976: 161).
que se satisface este primer criterio de justificación Afirmar que la pena tiene como fin último la restau-
del castigo, pues cabe que, en un Estado con leyes ración del equilibrio social, que supone un desarrollo
injustas, se castiguen, con la finalidad de censura, de la idea kantiana de la retribución4, puede aceptar-
conductas que no son reprochables. De ahí que se o no pero lo que, a mi juicio, resulta innegable es
este fin justificante se concreta en que no está mo- que se está dando una razón última acerca de la jus-
ralmente justificado castigar una conducta que no tificación del castigo, vinculada a la idea de mantener
merece reproche. Si le preguntamos al autor cuán- un determinado orden de justiciaS. Claro que alguien
do una conducta merece reproche, nos responderá podría todavía hacer la pregunta relativa a por qué
arguyendo, de acuerdo a la filosofía penal liberal, debe mantenerse un orden basado en la justicia pero
que merece reproche una conducta que supone un frente a esta pregunta ya no hay ulterior respuesta,
daño para los derechos de otros realizada por una más que afirmar que mantener un orden de justicia
persona que ha actuado culpablemente (Van Hirsch basado en la existencia de libertades y deberes para
1993: 62). todos es algo bueno en sí, lo cual indica que esta-
Con ello vemos que con la idea de reproche el mos frente a una razón última6•
autor incluye dos de los clásicos principios liberales Pero esta idea de restauración del equilibrio so-
en materia penal: el principio de ofensividad o lesi- cial ha sido abandonada por el autor. En su obra
vidad (que impide castigar si no hay daño) y el posterior, el autor señaló que no cabría hablar de
principio de culpabilidad (que exige que sólo se reequilibrio de la balanza si la sociedad no estaba
castigue a la persona que estaba en condiciones de organizada en beneficio de todos los conciudada-
evitar el acto realizado). Además, como veremos, nos (Van Hirsch 1985:58-9) y, añade en el libro que
estos dos principios se complementarán con un ter- comentamos, ni siquiera resulta claro que la ventaja
cero. Pues, el castigo deberá expresar la medida que habría obtenido el delincuente sobre sus con-
justa de la reprochabilidad del acto realizado, lo cu- ciudadanos que se autorrestringen pueda ser can-
al nos conducirá al principio de proporcionalidad. celada por el castigo (Van Hirsch 1993:33f.
Ahora bien la suma de estos tres principios Me gustaría acabar este apartado recurriendo a
-ofensividad, culpabilidad y proporcionalidad- no una frase de Hart que dice "No vivimos en la socie-
aporta, a mi entender, una razón última que justifi- dad para condenar, aunque podemos condenar pa-
que el castigo. Para razonar lo anterior vaya imagi-
nar un diálogo moral sobre la justificación del casti- 4 No obstante, debe destacarse que el autor se distanciaba de
go, relativo a una persona a la que, supongamos, la fundamentación de la retribución en la ley del talión, argu-
mentando que la pena debía graduarse a la ventaja injusta que
se le ha castigado por cometer un robo a una pena obtenía el ciudadano sobre el resto de conciudadanos y no al
de un año de prisión. Llamaré C a la persona con- daño realizado a la víctima (Von Hirsch 1976:161).
5 Una vez establecido un fin último justificante del castigo la
denada y V a la persona que trata de argumentar discusión ya no versará sobre el porqué del castigo sino sobre si
que este castigo está justificado: este fin nos parece un estado de cosas deseable o sobre las
consecuencias de asumir este fin de cara a la imposición de
C-¿Por qué debo yo ser castigado a un año de prisión? castigos. Una discusión entre la doctrina utilitarista y retribucio-
V-Porque has realizado un acto dañoso para otra persona y nista sobre estas bases en Cid (1994: 284-292)
6 Sobre la justificación retribucionista de la pena basada en la
estabas en condiciones de evitarlo. Además, la pena que se te
impone es proporcional a la gravedad del delito realizado. restauración del equilibrio social puede verse Betegón
C-Reconozco lo que dices, pero de qué va a servir que me (1992:310-332). Una posibilidad de compatibilizar la teoría de la
lleves a la prisión. El daño que he realizado no va a desaparecer justicia de Rawls con esta doctrina de justificación del castigo
por el hecho de que me lleves a la prisión. esta sugerida en Cid/Moreso (1991:163-168).
7 Un análisis más extenso de las críticas a la idea de que la
V-Cierto. Pero mereces ser castigado por el acto dañoso que
has realizado. pena tiene como fin la restauración del equilibrio en Betegón
(1992:316-332).
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ra vivir" (Hart 1967:172). El sentido de esta frase palmente de los daños que se producen en quie-
es, a mi juicio, que no puede convertirse lo que son nes sufren las citadas penas).
principios del castigo (como son la ofensividad, la En definitiva, para que la prevención general, y lo
culpabilidad o la proporcionalidad) en sus razones mismo vale para la prevención especial o para
últimas. Estos principios nos dicen cuándo y cómo cualquiera otra función de las penas, pueda ser re-
castigar pero no por qué debemos castigar y si de- levante de cara a la justificación de una pena re-
trás de ellos no hubiera un fin que los justificara, y sulta necesario formular un principio justificante que
justificara el castigo cuya imposición los respeta, permita discriminar entre aquellas sanciones que
entonces es que el castigo sería un acto ritual y, pa- satisfacen este principio, y por tanto cumplen una
ra mí, irracional8. No creo, en definitiva, que la cen- condición de justificación, y aquellas otras que no
sura pueda operar como fin justificante del castigo. cumplen con tal principio y por tanto no justifica-
mos. No necesariamente este principio de justifica-
ción debe ser el principio utilitarista de la efectividad
11.2. La prevención general como fin del castigo -que sus beneficios superen a sus
(secundario) justificante del castigo costes- pero lo que sí es seguro es que la afirma-
ción de la capacidad preventiva de una sanción en
La prevención general es, de acuerdo al autor, un absoluto constituye un principio de justificación'o.
segundo objetivo del castigo pues la pena que su- En la obra de Van Hirsch no está claro, al menos
pone una expresión de censura aporta además una a primera vista, cuál es el papel de la prevención
razón prudencial para que los ciudadanos se abs- general de delitos en su doctrina de justificación. En
tengan de delinquir (Van Hirsch 1993:81). muchos casos, parece que Van Hirsch aluda a la
No es fácil entender el papel que juega la preven- prevención general como una mera función de la
ción general en la doctrina de justificación del casti- pena. Así cuando afirma:
go propuesta por Van Hirsch. Para ello se requiere
previamente una aclaración sobre el papel que El derecho penal, a través de la censura implícita en sus
sanciones, expresa que la conducta está mal y con ello sumi-
puede cumplir la prevención general en una doctri- nistra al agente moral razones para desistir. De todos modos
na de justificación de la pena. (dada la falibilidad humana) puede sentirse tentado. Lo que el
Hay muchas nociones de prevención general desincentivo prudencial puede hacer es suministrarle una ra-
zón adicional -la prudencia- para resistir la tentación (Van
que no son relevantes para decidir acerca de la Hirsch 1993:39).
justificación del castigo. La primera es la relativa a
la prevención general como objetivo que busca No se encuentra aquí la relevancia justificatoria
quien castiga una conducta. Este objetivo será de la prevención general, pues estamos frente a
perseguido por cualquier legislador, desde el más una mera explicación de la capacidad de las penas
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autoritario hasta el más liberal , por lo cual la per- de cumplir funciones preventivas. Es en otros capí-
secución del citado objetivo no permitirá discrimi- tulos de la obra de Van Hirsch donde se advierte la
nar entre los castigos que justificamos y los que incorporación de la prevención general como ele-
no justificamos. La segunda es su capacidad de mento de un principio justificante. Considera el au-
evitar comportamientos indeseados. Claro que el tor que las penas deben reducirse hasta el límite en
hecho de que una pena pueda cumplir alguna fun- que ulteriores reducciones generen incrementos de
ción preventiva es importante para su posible jus- delitos (Van Hirsch 1993:83).
tificación pero no será esta capacidad preventiva, No obstante, mediante la formulación de este prin-
por sí misma, la que permitirá decir que una pena cipio, que bien puede describirse como una elabora-
está justificada sino que se requerirá formular un ción novedosa del principio de humanidad (y que
principio de justificación que, de nuevo, permita más adelante examinaremos), no está el autor pro-
decir cuáles de las sanciones preventivas están cediendo a determinar el fin justificante de las san-
justificadas. Un principio de este tenor podría ser ciones penales sino más bien lo que está haciendo
el de efectividad que exige como condición de jus- es completando sus principios de justificación.
tificación de una sanción que sus beneficios (deri- Con la idea de censura el autor incluye en su doc-
vados principalmente de la capacidad preventiva trina de justificación los principios de ofensividad, de
de la pena) superen sus costes (derivados princi- culpabilidad y de proporcionalidad; con la de preven-
ción incluye el principio de humanidad. Disponemos
de cuatro principios justificantes pero todavía no sa-
8 Un ejemplo alejado del derecho penal puede servir para ex-
plicar que no resulta racional tratar de limitar una discusión so- bemos por qué debemos castigar a la persona.
bre la pena recurriendo a principios que no expresan fines últi-
mos. Imaginemos un país donde el impuesto sobre la renta sea
proporcional y, por ejemplo, todos los contribuyentes paguen un
25% de su renta con independencia de la cuantía de ésta. Con- 11.3. Conclusión acerca de la doctrina
sideremos que un ciudadano objete este sistema argumentando de justificación del autor
que no es justo que ricos y pobres paguen el mismo porcentaje
de impuestos. No creo que la respuesta a este ciudadano pueda
consistir en reafirmar el principio de pago proporcional de im- Creo que en la obra de Van Hirsch no existe una
puestos, pues es justamente esto lo que se objeta, sino que de- clara elaboración acerca del fin justificante del dere-
berá aludirse a los fines (de justicia, de utilidad) que amparan el
respeto de tal principio. Es recurriendo a estos fines como podrá
llegar a discutirse si no sería más justo o más útil que el principio
de proporcionalidad fuera sustituido por el de progresividad. Con 10 Otro principio normativo que integraría la prevención general
esto quiero decir que los principios no suelen ser expresión de es el defendido por Ferrajoli, para quien la pena nunca debe ser
fines últimos, sino de instrumentos para alcanzar tales fines. inferior al beneficio que para el delincuente supone la realización
9 Ver en este sentido la cita de Gimbernat realizada en la nota 3. del delito (Ferrajoli 1989: 332).
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Hemos reunido en sólo 2 3.500 pts.
volúmenes las siguientes Procedimiento
Contencioso
disposiciones: Administrativo
• Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa
• Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo
4.500 pts.
Común
• Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral
Organización Judicial General (únicamente en lo referente al recurso contencioso
• Constitución Española electoral)
• Ley Orgánica del Poder Judicial
• Ley Orgánica del Tribunal Procedimiento Laboral
Constitucional • Ley de Procedimiento Laboral
• Ley de Demarcación
y Planta Judicial Varios
• Estatuto Orgánico del Materia Civil
Ministerio Fiscal • Ley 1/1996, de 10 de enero, de Asistencia Jurídica Gratuita
• Reglamento Orgánico de • Real Decreto 2103/1996, de 20 de septiembre, por el que se
Secretarios Judiciales aprueba el Reglamento de Asistencia Jurídica Gratuita
• Reglamento Orgánico de • Ley 49/1960, de 21 de julio, sobre Propiedad Horizontal
Médicos Forenses • Ley Orgánica reguladora de la Competencia y el Procedimien-
• Reglamento Orgánico de Oficiales, to de los Juzgados de Menores
Auxiliares, y Agentes de la Administración de Justicia • Código Civil
• Código de Comercio
Procedimiento Civil • Ley Cambiaria y
• Ley de Enjuiciamiento Civil del Cheque
• Decreto de 21 de noviembre de 1952, por el que se desarrolla • Ley Hipotecaria
la Base Décima de la Ley 19 de julio de 1944, sobre normas • Reglamento Hipotecario
procesales aplicables a la Justicia Municipal Materia Penal
• Ley 30/1981, de 7 de julio, por la que se modifica la regulación • Código Penal
del matrimonio en el Código Civil y se determina el procedi- Organización Judicial
miento a seguir en las causas de nulidad, separación y divor- • Ley 19/1985, de 7 de junio, de
cio (disposiciones adicionales) los Aspectos Accesorios de las Actuaciones Judiciales
• Ley de Arrendamientos Urbanos • Ley Orgánica 19/1994, de 23 de diciembre, de Protección a
• Ley de Arrendamientos Rústicos Testigos y Peritos en Causas Criminales
• Ley del Registro Civil • Real Decreto 34/1988, de 21 de enero, en el que se regulan
• Reglamento del Registro Civil los pagos, depósitos y consignaciones judiciales
• Real Decreto 2783/1976, de 15 de octubre, sobre
Procedimiento Penal Conservación y Destino de Piezas de Convicción
• Ley de Enjuiciamiento Criminal • Reglamento de Organización y Funcionamiento del Consejo
• Ley Orgánica 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal del Jurado General del Poder Judicial
• Ley Orgánica 6/1984, de 24 de mayo, reguladora del procedi- • Ley de Demarcación y Planta Judicial
miento de Habeas Corpus • Reglamento de los Institutos de Medicina Legal
• Ley 4/1985, de 21 de marzo, de Extradición Pasiva • Estatuto General de la Abogacía
• Estatuto de los Procuradores de los Tribunales
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casos de que necesidades preventivas lo exigieran especial negativa, o incapacitadora, en referencia a
se debería imponer penas desproprocionales (Von las personas condenadas17•
Hirsch 1993:148). Dejo el análisis de esta afirma- Visto así parece plausible concluir, como hace Von
ción para el epígrafe siguiente. Por ahora sólo me Hirsch, en el sentido de que el utilitarismo conduce a
interesa resaltar que, por lo que hace a un as- al escalada penal o, utilizando una expresión más
pecto del principio de proporcionalidad, el relativo familiar en nuestro ámbito cultural, al terror penal.
a la proporcionalidad cardinal, el autor acoge una Además, si como dice Von Hirsch, los estudios empí-
fundamentación que reposa en principios utilita- ricos muestran que una vez que las penas han al-
ristas. No quiero decir con esto que el principio de canzado un nivel razonable es dudoso que conduz-
humanidad sólo pueda sostenerse sobre bases can a una reducción del nivel de la delincuencia (Von
utilitaristas (también puede obviamente sostener- Hirsch 1993:148f6 ya pesar de ello el utilitarista se
se en una doctrina retribucionista), pero lo cierto empeñara en propugnar un incremento de penas,
es que la fundamentación que hace Von Hirsch del entonces es que no sólo el utilitarista tiene como fin
principio de humanidad es netamente utilitarista. justificante último la prevención de delitos sino que
De lo que se trata, en definitiva, es de no imponer además tiene una fe ciega en la capacidad del dere-
penas más graves de las necesarias para deses- cho penal de alcanzar la citada prevención.
timular con carácter general los delitos.
No voy a discutir aquí si el principio de proporcio-
nalidad en sentido ordinal puede justificarse desde 1V.2. ¿Es el fin último de un utilitarista
el utilitarismo. Pese a que reconozco que ésta es la prevención de delitos?
una cuestión muy discutida, creo que las razones
utilitaristas para castigar en forma proporcional -la Para contestar a esta pregunta es necesario, en
idea de realizar una prevención diferenciada en primer lugar, establecer qué papel ocupa la preven-
función de la gravedad de las conductas- son más ción (general y especial) de delitos en una doctrina
19
poderosas que las que podrían llevar a deseo no- de justificación utilitarista •
16
cer10 • La primera cuestión a resaltar es que el fin último
en base al cual un utilitarista justificará una sanción
penal es si la imposición de este mal -que dismi-
IV. CRITICA AL UTILITARISMO EN VON HIRSCH nuye la felicidad de la colectividad, al disminuir la de
uno de sus miembros- es la mejor de las alternati-
1V.1. La visión del utilitarismo vas posibles para aumentar la felicidad colectiva
por parte de Von Hirsch (Bentham 1789: 158).
Como antes se decía la pena puede ser un ins-
En realidad toda la crítica del autor al utilitarismo trumento de conseguir incrementar la felicidad co-
se basa en una determinada visión del utilitarismo, lectiva -en la medida en que cumpla funciones
como una doctrina que, por lo que se refiere al ám- preventivas- pero resulta ser un instrumento muy
bito penal, toma como fin último la máxima preven- costoso para lograr este fin, de ahí que, desde el uti-
ción (general y especial) posible de delitos. Dice el litarismo, sólo quepa justificar su uso cuando se sa-
autor: tisfagan un conjunto de principios cuyo respeto ga-
rantiza la utilidad del recurso al derecho penal. Entre
Estas estrategias preventivas e incapacitado ras, presentan estos principios, ya formulados por Bentham, desta-
un riesgo especial de escalada penal. Existe no sólo el peligro
de una aumento global de las penas (si una pena no consigue can los que establecen que una pena sólo puede
prevenir o incapacitar ¿por qué no aumentarla?); sino, ade- justificarse cuando de ella deriva un bien mayor
más, particularmente, el peligro de un incremento despropor- (principio de efectividad), cuando no exista un medio
cionado para aquellos infractores objeto de una especial aten-
ción. Lo que hace que estas estrategias sean tan
preocupantes es su atractivo para el sentido común. Si bien 17 La obra del autor de 1985 está destinada a analizar el papel
es difícil imaginar programas de tratamiento que funcionen a que deben tener los antecedentes en la determinación de la pe-
nivel general, ¿por qué no pueden ser los delincuentes intimi- na. El autor examina aquellas propuestas basadas en la idea de
dados o separados de la comunidad? Es dudoso que estas incapacitación selectiva, que consideran que el derecho penal
estrategias puedan conseguir los objetivos que prometen. Sin debe diferenciar entre aquellos delincuentes de bajo riesgo (cu-
embargo, el utilitarista puede aducir. ¿qué nos impide mejorar ya probabilidad de delincuencia es escasa) y aquellos de alto
si continuamos afilando nuestras técnicas preventivas? (Von riesgo. Estos últimos deben recibir condenas más severas con el
Hirsch 1993:148). objetivo de evitar su reincidencia. La crítica del autor a las cita-
das estrategias se centra tanto en considerar que llevan a vulne-
Estamos por tanto frente a un utilitarismo en el rar el principio de proporcionalidad como en argumentar que su
efectividad de cara a reducir la delincuencia no ha sido demos-
que el fin último, aquel sobre cuya base juzgamos si trada. Las razones por las que el autor considera que las estra-
las opciones tomadas por el derecho penal están tegias incapacitado ras no llevan a alcanzar los resultados pro-
metidos son, principalmente, las siguientes: a) los estudios de
justificadas, es la máxima prevención de delitos. Un predicción se hacen sobre personas encarceladas y no existen
fin que tendría dos niveles: la prevención general, garantías de que las muestras que se toman sean representati-
en referencia a toda la colectividad y la prevención vas; b) en el caso de que la delincuencia fuera debida principal-
mente a delincuentes ocasionales la reducción de la criminalidad
será muy escasa, y c) la incapacitación de una persona no lleva-
16 Véase Von Hirsch (1985:33) donde se critica que la idea de rá a disminuir la delincuencia de aquellos delitos que se produ-
la prevención diferenciada pueda dar lugar a defender la propor- cen en grupo y donde la citada persona será remplazada (Von
cionalidad ordinal arguyendo, entre otras razones, que esto pre- Hirsch 1985:115-121).
supone que la realización de delitos es muy elástica, pero en " Esta afirmación de que las elevaciones de pena para con-
realidad considera que la elasticidad es débil o inexistente. Wal- seguir mayor efecto preventivo general no suelen tener mucha
ker, desde posiciones más cercanas al utilitarismo, argumenta eficacia está también mantenida por Walker (1991 :20).
también que la idea de prevención diferenciada está por confir- 19 He tratado con mayor extensión esta cuestión en Cid (1994:
mar (Walker 1991:103). 24-25, 252-262).
25
menos costoso de protección del bien (principio de Si la prevención de delitos fuera el objetivo últi-
ultima ratio) y cuando la sanción es la mínima nece- mo de un utilitarista entonces lo único que le de-
saria que sirve para desestimular el delito (principio bería importar a la hora de decidir si justifica un
de humanidad) (Bentham 1789:158-9,179). determinado incremento de pena es si se va a lo-
La prevención de delitos no es el fin último al que grar mayor prevención y estoy de acuerdo con Van
un utilitarista recurre para decidir si justifica una pe- Hirsch que esta concepción tendría muchas posi-
na y no es el criterio último porque una vez admiti- bilidades de llevar al terror penal. Pero la realidad
do que la pena en cuestión puede tener determina- es que el fin último de un utilitarista no es la pre-
da eficacia preventiva todavía no sabemos si este vención de delitos y no lo es porque el derecho
es el recurso más útil que cabe utilizar o, en cam- penal es un instrumento muy costoso de conse-
bio, estamos utilizando una pena que causa más guir incrementar la felicidad de la colectividad y un
daño del que produce, o la preferimos a un tipo de utilitarista debe, antes de justificar una de sus in-
intervención menos dañina o recurrimos a una pena tervenciones, preguntarse si no existen maneras
más grave de la necesaria para desestimular la rea- menos dañosas, y por tanto más útiles, de conse-
lización de la conducta. Por todo ello hay que con- guir este objetivo.
cluir afirmando que del hecho que de un pena se
deriven determinados efectos preventivos en abso-
luto se sigue que sea útil y que, por tanto, desde el V. CONCLUSIONES
utilitarismo, esté justificada.
Para demostrar las distintas consecuencias que Resulta sorprendente que un libro centrado en la
comporta asumir como fin justificante la preven- problemática del castigo y que elabora de una
ción de delitos o la utilidad colectiva tratemos de manera tan original y sugestiva algunos de los
dar respuesta al supuesto planteado por el autor principios justificantes en materia penal (como el
en el que las penas impuestas para una clase de principio de proporcionalidad) deje sin respuesta
comportamiento no consiguen prevenir suficien- la cuestión relativa a la justificación última del
temente la conducta y por ello se propongan ele- castigo. Rechazada por el autor la justificación re-
vaciones de penas. tribucionista, que anteriormente había mantenido,
Antes de aceptar este incremento de penas el uti- y concebida la justificación alternativa (la utilita-
litarista deberá plantearse las siguientes cuestio- rista) como una doctrina cuyo fin justificante es la
nes. En primer lugar, una vez que se ha visto que prevención de delitos, resulta que el autor renun-
un sistema razonable de penas no consigue preve- cia a establecer un fin último del castigo y formula
nir en un nivel adecuado la delincuencia lo más una doctrina incompleta del castigo, que se limita
sensato es que un utilitarista reconozca la incapa- a establecer importantes principios justificantes
cidad del derecho penal para conseguir abordar el del castigo, los cuales, sin embargo, no determi-
fenómeno y se plantee enfatizar los instrumentos nan sus razones últimas.
no penales de tutela2o• Suponiendo que no exista No creo que los principios justificantes que el au-
posibilidad de mejorar los instrumentos no penales tor sustenta, cuyo desarrollo es el gran mérito de
de tutela, deberá examinar que los daños de este este libro, y que están dirigidos a promocionar una
aumento de penas sobre los condenados no vayan estrategia de reducción de la severidad de las pe-
a superar los beneficios marginales en términos de nas, estén en tensión con una justificación utilita-
prevención que de él se esperan. Por descontado rista del derecho penal. Para reconciliar los princi-
que si no cabe esperar beneficios entonces, sin pios justificantes del autor y el utilitarismo sólo es
más discusión, el utilitarista deberá rechazar la ele- necesario que se deje de concebir a esta doctrina
vación. Por último, y sólo cuando se hubieran explo- como una cuyo fin justificante es la prevención de
rado negativamente las posibilidades de mejorar los delitos.
medios alternativos de tutela y se hubiera demos- Si situamos a la prevención de delitos en el lugar
trado que de la elevación de penas se derivará que ocupa en una doctrina de justificación utilita-
mayor beneficio que coste, entonces, antes de pro- rista y admitimos que se trata de una función de la
ceder a tal elevación, debería considerarse la posi- pena que es la que principalmente aporta sus be-
bilidad de incrementar el grado de certeza de las neficios pero que debe ponderarse con sus costes
sanciones, una opción que producirá un coste hu- y que, en todo caso, debe ser subsidiaria a instru-
mano menor que elevar la severidad de las penas21• mentos menos costosos de prevención de com-
portamientos indeseados, podremos admitir que el
20 Me refiero a aquellas estrategias basadas en la idea de fo- utilitarismo también está comprometido con una
mentar por vías no coactivas las motivaciones favorables a la estrategia de reducción del papel que se atribuye al
protección de tales bienes (como serían, por ejemplo, y en refe-
rencia a la seguridad en el tráfico, las campañas que tratan de derecho penal en la prevención de la delincuencia,
persuadir a los ciudadanos a no conducir bajo los efectos del
alcohol a través de imágenes duras que muestran la situación en
la ~ue han quedado personas accidentadas). poner un ejemplo: es mucho menor el sufrimiento global de que
2 Es cierto, como explica Silva, en un reciente artículo centra- de que a 10 infractores se les imponga una pena de 30 días-
do en el análisis del principio de efectividad penal desde la pers- multa del que se produce porque a una persona se le imponga
pectiva del análisis económico del derecho, que incrementar el una condena de 1 mes de prisión). Entonces queda la cuestión
grado de certeza de las sanciones puede ser más costoso en del coste económico de incrementar la certeza, pero lo que se
términos económicos que incrementar el grado de severidad gasta el Estado en incrementar los instrumentos de control de la
(Silva 1996:114). No obstante, un sistema que, para lograr los delincuencia puede verse compensado por la no imposición de
objetivos preventivos, prefiere la certeza a la severidad lleva a penas severas, las cuales, a mayor gravedad, son más costosas
distribuir los costes humanos del castigo en muchas más perso- en términos humanos y económicos, aspecto éste último que
nas, lo cual genera un coste humano global mucho menor (por también es señalado por Silva (1996:117).
26
lo cual resulta ser, en última instancia, el objetivo penale (trad. castellana de p, Andrés, C. Bayón, R. Cantarero
y J. Terradillos, Derecho y razón. Teoría del garantismo penal.
principal de la obra de Van Hirsch22,.23 Madrid: Trotta, 1995, por donde se cita).
Gimbernat Ordeig, Enrique (1971). "¿Tiene un futuro la dogmáti-
ca jurídico penal?, en Estudios de derecho penal, 31 ed. Ma-
drid. Tecnos, 1990, 140-161.
VI. BIBLIOGRAFIA (1995) "Derecho y razón" (recensión al libro de L. Ferrajoli,
Derecho y razón. Teoría del garantismo pena~, en Ensayos
Bentham, Jeremy (1789): An introduction to principies of morals penales. Madrid: Tecnos, 1999, 18-22.
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