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EL DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO SOCIAL

El conocimiento social se refiere al conocimiento respecto a las personas y sus hechos. Es el conocimiento sobre las
personas, sobre lo que hacen, pueden y deben hacer y sobre cómo deben comportarse.El desarrollo del conocimiento
social se produce en la infancia y para desarrollarse es preciso que el niño haya adquirido tres condiciones previas: la
existencia, la necesidad y la inferencia. La primera de ellas hace referencia a que el niño debe saber que los demás
individuos tienen pensamientos; la segunda hace hincapié en la motivación del niño para identificar tales pensamientos,
mientras que la última se refiere a la organización de estrategias para averiguarlos. La adquisición de estos tres
requisitos indica de qué tipo es el desarrollo sociocognitivo. Por un lado es la evolución de la conciencia y el
conocimiento general (existencia) de la enorme variedad de posibles objetos de conocimiento social. Por otra parte, es
también el desarrollo de la conciencia (necesidad) de cuando y por qué se puede o debe intentar descifrar esos objetos.
Finalmente, es la construcción de un abanico de destrezas cognitivas (inferencia) con las que descifrar esos
objetos.Cuando intentamos hallar en cual de los niveles evolutivos se halla un niño, podemos establecer cuatro tipos de
perspectivas, en función de sus respuestas: la perspectiva egocéntrica (3-6 años), la socio-informativa (6-8 años), la
auto-reflexiva (8-10 años) y la adopción recíproca de perspectivas. En la primera de ellas el niño se distingue a sí mismo
del otro, pero no puede diferenciar los respectivos puntos de vista. En la segunda, el niño no es capaz de juzgar sus
acciones desde la perspectiva de otras personas ni tampoco es capaz de considerar que los demás pueden tener en
cuenta su punto de vista. No será hasta la tercera fase cuando llegará a comprender que la gente puede pensar o sentir
de diferente modo y según su propia escala de valores, lo cual permitirá al niño reflexionar sobre su conducta desde la
perspectiva de otros. Por último, se llega a poder inferir todo tipo de pensamientos de una tercera persona.

Para hablar del área del conocimiento sobre los sentimientos hay que remitirse a tres posibilidades de particular interés.
La primera de ellas es la “empatía no diferencial”, la cual se caracteriza porque la expresión de los sentimientos de otra
persona desencadena, de alguna forma, sentimientos iguales o parecidos en el niño pero sin que esos sentimientos
inducidos se acompañen por ningún conocimiento social relevante. La segunda posibilidad es la “inferencia empática o
diferencial”, el niño consigue inferir algo sobre el estado emocional de los otros, además de tener él mismo algún tipo de
sentimiento asociado a la situación. La última posibilidad nos lleva a la “inferencia no empática”, que consiste en una
inferencia sobre los sentimientos de los demás y no va acompañada por ningún sentimiento relevante en el propio niño o
tal vez simplemente por ningún sentimiento. Pueden aparecer respuestas afectivas naturales y apropiadas ante los
sentimientos de las personas. El niño también aprenderá a controlar y dar forma a su propia expresión afectiva, así como
a detectar conductas similares en los demás.Dentro de las diversas teorías existentes destacan dos. La primera de ellas
es la de Harris y Olthof, los cuales proponen la existencia de tres niveles en la percepción de la emoción: : un nivel
conductual, un nivel más cognitivo-mentalista y, situado entre ellos, un nivel intermedio, el nivel situacional. El primero de
ellos es el relativo a los niños más pequeños, puesto que tienden a concebir las emociones de una forma conductista
simple de E-R, es decir, tienden a pensar que si se produce una situación que produce emoción, la reacción emocional
resultante seguro que será fácilmente perceptible, ya que no saben que pueden ocultarse los sentimientos. Por el
contrario, los niños de más edad tienen una concepción más mentalista o cognitivista, en la que creen que los estados
mentales median entre el E que produce la emoción y la R conductual o expresiva de la persona afectada. Esto significa
que los niños más mayores perciben que una única situación puede provocar simultáneamente más de una emoción en
una misma persona y que una misma situación puede provocar emociones diferentes en personas diferentes.

LEYES DE LA DIALECTICA EN NUESTRA PSICOLOGIA SOCIAL


Continuando con la temática iniciada en la pasada edición de El Semejante, abordaremos hoy algunas de las leyes de la
dialéctica que aplica la Psicología Social Argentina. Ya señalamos con anterioridad que, al fundar esta disciplina
científica, Enrique Pichon-Rivière (1907-1977) se nutrió del método dialéctico, cuyo objeto de conocimiento se caracteriza
-en esencia- por un devenir de procesos contradictorios, que entrañan saltos tanto cuantitativos como cualitativos,
además de evidentes rupturas en la continuidad histórica. Vimos también el origen del vocablo dialéctica y los
antecedentes de esta metodología, desde los tiempos de Heráclito hasta nuestros días. Aclaramos, entonces, que el
punto de vista dialéctico sobre la realidad no surgió de repente, sino que fue producto de un largo desarrollo de la ciencia
y de la filosofía.

Dialéctica proviene también del griego dialegomai, en el sentido de reflexionar, mantener una conversación. Y ya que en
la anterior nota omitimos mencionar a Immanuel Kant (1724-1804), agreguemos ahora que su doctrina desempeñó un
gran papel en relación a las antinomias del razonamiento, cuya fuerza motriz son precisamente las contradicciones
inherentes a todos los fenómenos de la existencia. Para la filosofía dialéctica -y en consecuencia, para los operadores
psicosociales- no existe nada establecido de una vez y para siempre, incondicional, sagrado. Las leyes de la dialéctica
son leyes del desarrollo tanto del mundo material como del conocimiento humano. Por ello, la dialektiké es al mismo
tiempo teoría del conocimiento y lógica dialéctica. ¿Cuáles son, entonces, algunas de esas leyes o principios que nuestra
Psicología Social hace suyas?
La principal es la Ley de la Contradicción, o de unidad y lucha de contrarios, que desentraña nuestras tensiones
opuestas, nuestros impulsos internos. Todo va modificándose a cada momento por la resultante de la pelea entre
cambiantes fuerzas contradictorias, las que unidas determinan conjuntamente su realidad. Así, la unidad y lucha de
contrarios es la forma universal de existencia de la materia; condiciona su funcionamiento y desarrollo. Este principio
indica que en todo proceso de la naturaleza, del pensamiento y de la sociedad interactúan tendencias contrapuestas que
pueden tanto relacionarse como excluirse. En nuestra profesión entendemos por pares dialécticos, entre otros, los
siguientes: psique y soma, mente y cuerpo, salud y enfermedad, adaptación activa y adaptación pasiva a la realidad,
mundo interno y mundo externo, etc.
Otra es la Ley del Cambio Dialéctico, que sostiene que nada permanece igual a sí mismo para siempre. Todo cambia,
todo pasa. Una de las tareas de los Psicólogos Sociales consiste en actuar operativamente para que los sujetos puedan
adaptarse lo más activamente posible a la realidad social en la que viven, sea no atándose a convicciones
estereotipadas, sea actuando sobre lo existente para modificarlo, acercándose productivamente a un proyecto
predeterminado. En la vida cotidiana, el esquema conceptual y referencial (ECRO) de un individuo se reestructura de
modo permanente en relación con los cambios, alteraciones y transformaciones que se van produciendo en su mundo
interno y externo, mediato e inmediato. La interacción es la contradicción realmente existente, en funcionamiento. Incluye
la acción y, por supuesto, su consecuente reacción.
La Ley de la Acción Recíproca expresa la influencia mutua que existe entre las distintas partes interrelacionadas de un
conjunto de la realidad, que obviamente nos incluye en nuestra singularidad. El todo es más que la simple suma de sus
partes, pues la interdependencia de sus componentes hace que cualquier modificación de uno de ellos desencadene
cambios en todos los demás. Esta ley puede enunciarse así: todo influye en todo, tratándose desde ya de estructuras en
las cuales sus partes están inexorablemente vinculadas. Tan pronto como queramos analizar las cosas en su
transformación, en su vida, en su influencia recíproca, veremos que la condición para el conocimiento de todos los
procesos del mundo es el automovimiento, como resultado de la interacción de sus elementos constitutivos. La principal
tendencia de la subjetividad es hacia la apropiación instrumental creciente de la realidad y la modificación recíproca del
sujeto con el mundo.
También los Psicólogos Sociales trabajamos con la Ley de la Transformación de Cantidad en Calidad (o de los saltos
discretos), que caracteriza el desarrollo no como una mera modificación externa de las cosas, sino como un cambio
fundamental que afecta su esencia, sus propiedades internas. Las ya mencionadas luchas entre fuerzas contrarias
(cantidad) producirán una síntesis de orden superior (calidad). Cada nueva vuelta en espiral no invalida el modelo
anterior, sino que lo incluye de modo dialéctico (tesis, antítesis y síntesis). Es más, este proceso de transformación
necesita cierto tiempo, al término del cual recién se manifestará el referido cambio superador. Nuestra ciencia tiene como
fin el conocimiento gradual del individuo sobre sí mismo, y ello puede lograrse con sucesivos insights (darse cuenta
emocionales), con un saber-hacer concreto y puntual lo más armónico posible.
Finalmente, agreguemos la Ley de la Modificación Activa, o arte del timonel. Como sujetos a la vez producidos y
productores, el modificar y modificarnos se dan de modo simultáneo en el devenir de nuestras vidas. Una forma de
conexión de lo inferior a lo superior en las diversas fases del desarrollo, es decir, un proceso causal dialéctico que tiende
a modificar lo real (lo existente) de acuerdo con un proyecto preestablecido. Los operadores psicosociales hablamos de
poder asumir nuevos roles, junto al paulatino abandono de los viejos aspectos ya inadecuados e insuficientes para
afrontar la actual situación. El método dialéctico da cuenta de la lógica de las tramas vinculares, las que son concebidas
por esta disciplina como campos de contradicciones fructíferas. Ello toda vez que conducen a la producción colectiva de
un saber, favoreciendo la toma de decisiones en los procesos instituyentes.
Nuestro maestro, Pichon-Rivière, produjo un marco conceptual original, un pensamiento teórico propio. Arribó a la idea
de conducta como una totalidad en evolución dialéctica, que va de lo simple a lo complejo en sucesivas vueltas
espiraladas. Toda vez que los problemas a abordar por los Psicólogos Sociales se refieren a hechos específicos,
sostenemos -esta vez con Jacques Lacan (1901-1981)- que éstos no están hechos sino de artificios. Dice el diccionario
que el artífice es la persona que tiene arte para conseguir lo que desea. Pues, entonces, deberemos trabajar en nuestra
profesión como ARTIFICIEROS, procurando inventar un saber-hacer-aquí y ahora ante cada conflicto. Sin olvidar, por
supuesto, que siempre partimos de un defecto o carencia en el ser, de una desarmonía entre el pensamiento y el mundo.
Y entendiendo que todo invento, in-venire, es hallazgo… es encuentro de lo REAL.

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