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Valle de Pergamino a los 3 días del mes de marzo del año 2017 (e.·.v.·.)

V.·.M.·. & QQ.·.HH.·.

Exoterismo y Esoterismo:

Dos aspectos complementarios de una misma doctrina

En ocasiones podemos haber leído o escuchado las palabras “exoterismo” o


“esoterismo” sin saber de manera muy cierta el significado de estos conceptos.
Normalmente y, de manera errónea, se los vincula al ocultismo o la magia pero,
aunque en algunas oportunidades ambos sistemas se valen de estos conceptos para
exponer sus principios y metodologías, la realidad es que no son elementos propios de
los sistemas mencionados.

Al hablar de exoterismo, debemos entender que éste comprende lo más


elemental, más fácilmente comprensible por el Hombre y, por consiguiente,
susceptible de estar al alcance de todos de una manera más amplia: se expresa sólo
en la enseñanza escrita. El esoterismo, en cambio, más profundo y de orden más
elevado, y que por lo mismo se dirige como tal solo a los discípulos regulares de las
escuelas iniciáticas, preparados especialmente para comprenderlo, es objeto de una
enseñanza predominantemente oral o simbólica. Por otra parte, debe entenderse que,
puesto que se trata de la misma doctrina bajo dos aspectos diferentes, y como en dos
grados de enseñanza, estos dos aspectos de ningún modo podrían ser opuestos o
contradictorios, sino que más bien deben ser
complementarios: el esoterismo desarrolla y completa, dándole un sentido más
profundo que no está contenido allí sino como virtualmente, lo que
el exoterismo expone bajo una forma demasiado vaga, demasiado simplificada, y a
veces más o menos simbólica. Ni hay que decir, por otra parte; que el esoterismo
subdivide sus enseñanzas en varios grados más o menos profundos, según su estado
de preparación, y pudiendo ir más o menos lejos según la extensión de sus aptitudes
intelectuales.

A modo de ejemplo: desde la Antigüedad, ciertas escuelas generalmente muy


cerradas, como las de los alquimistas, no se expresaban fuera sino bajo el velo de
ciertos símbolos que debían parecer muy oscuros a los que no tenían la llave de ellos;
y estas llaves sólo se les daba a los adherentes que habían adquirido ciertos
compromisos, y cuya discreción había sido probada suficientemente. Podría decirse,
entonces, que los símbolos contenidos en los escritos alquimistas constituyen aquí el
exoterismo, en tanto que su interpretación reservada constituye el esoterismo; pero la
parte del exoterismo es entonces muy reducida, y como en suma no tiene razón de ser
verdadera sino con relación al esoterismo y con vistas a éste, se puede uno preguntar
si conviene también aplicar estos dos términos. En efecto, esoterismo y

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exoterismo son esencialmente correlativos, puesto que estas palabras son de forma
comparativa, de manera que, allí donde no hay exoterismo, no hay motivo del todo
para hablar tampoco de esoterismo.

Se podría, sin duda, pero en una acepción mucho más amplia, considerar un
esoterismo y un exoterismo en una doctrina cualquiera, si se distingue en ella la
concepción y la expresión, siendo la primera por completo interior, mientras que la
segunda no es más que su exteriorización; se puede también, en rigor, pero
apartándose del sentido habitual, decir que la concepción representa el esoterismo, y
la expresión, el exoterismo, y esto de manera necesaria, que resulta de la naturaleza
misma de las cosas.

También en las doctrinas de otro orden, cuyo alcance no se extiende hasta lo que es
verdadera y absolutamente inexpresable, y que es el “misterio” en el sentido
etimológico de la palabra, no es menos cierto que la expresión nunca está por
completo adecuada a la concepción, de manera que, en una proporción bastante
menor, se produce aquí algo análogo: el que comprende realmente es siempre el que
sabe ver más lejos que las palabras y se podría decir que el “espíritu” de una doctrina
cualquiera es de naturaleza esotérica, mientras que su “letra” es de naturaleza
exotérica. Esto sería principalmente aplicable a todos los textos tradicionales, que
ofrecen lo más a menudo una pluralidad de sentidos más o menos profundos;
correspondiendo a otros tantos puntos de vista diferentes.

Un ejemplo de la pluralidad de sentidos nos lo da la interpretación de los


caracteres ideográficos que constituyen la escritura china; todos los significados de
que son susceptibles estos caracteres se pueden agrupar en torno de tres principales,
que corresponden a los tres grados fundamentales del conocimiento, y de los cuales el
primero es de orden sensible; el segundo de orden racional y el tercero de orden
intelectual puro o metafísico; de modo que, para limitarnos a un caso muy simple, un
mismo signo podrá emplearse analógicamente para designar a la vez el sol, la luz y la
verdad, y sólo la naturaleza del texto permite reconocer, para cada aplicación, cuál de
estas acepciones es la que conviene adoptar.

Volviendo a la cuestión de saber si la distinción del esoterismo y el exoterismo,


entendida esta vez en su sentido preciso, puede aplicarse otras doctrinas que las
mencionadas, podemos notar que en el Judaísmo, el esoterismo está representado
por lo que se llama “Qabbalah”, palabra cuyo sentido primitivo no es otro que el de
“tradición”, y que se aplica al estudio de los significados más profundos de los textos
sagrados, mientras que la doctrina exotérica o vulgar se atiene a su significado más
exterior y más literal; esta última “Qabbalah” sufre, en cierta medida, la influencia del
punto de vista propiamente religioso.

Esta diferenciación entre exoterismo y esoterismo también la podemos


encontrar en nuestra Augusta Orden. En cuanto al pirmer concepto, normalmente, lo
constituyen el edificio, literatura, ceremoniales, y los miembros. Hay algunas personas
que expresan, que lo que constituye la masonería son sus miembros, y claro, así es,

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porque ninguno de los elementos anteriormente mencionados, podrían existir sin el


hombre, estos constituyen las grandes columnas que sostienen nuestro templo.

El aspecto esotérico, en cambio, solo se presentará en aquellos que tengan una


consciencia capaz de escuchar o una consciencia abstractiva que los
eleve a un nivel de entendimiento que trasponga los linderos de la comprensión
profana. Es entonces cuando habremos sido verdaderamente iniciados en el camino
del discernimiento de lo intangible, y es esta la iniciación a la que verdaderamente
debe aspirar el francmasón, no la que esta en papel, porque lo que es de la carne,
carne es.

Por último, y a modo de conclusión a lo anteriormente expuesto: tengamos


siempre presente que “en lo esotérico, alguien puede indicarnos el sendero, pero lo
debemos recorrer con nuestros propios pies. Las palabras, son el mensajero, no el
mensaje. La verdad descansa en la experiencia vivencial. En nuestra
propia experiencia la que nos edifica y no la ajena”.

Lo exotérico es la puerta hacia lo esotérico, quienes deseen continuar en el


confort de lo exotérico, continuaran del lado exterior de la logia esotérica, de la real
masonería, sin atreverse a tocar, y sin llegar a conocer en esta vida, la verdadera
masonería, la cual solo intenta ayudar al hombre a conocerse a si mismo, con todas
sus potencialidades y el universo. Porque ninguno de los dos esta lejos uno de otro. Lo
secreto como lo esotérico lo encontraremos en nuestro interior.

Es todo.

Julián Franco Yolini

M.·.M.·.

III

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