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ECONOMÍA
TALLER TEXTUAL
DOCENTE
FABIOLA RUGELES
ESTUDIANTE
JULIET ALEJANDRA MOLANO RIZO
2161832
BUCARAMANGA
2016
TIPOS DE TEXTO:
TEXTO ARGUMENTATIVO: Es argumentativo porque el autor expresa sus
opiniones y críticas. Además, el texto argumentativo tiene como finalidad que el
autor refute o aprueba una tesis, y en el texto se observa como el escritor Héctor
Abad plantea su tesis y la justifica utilizando diversos argumentos.
COLORES
TESIS: color amarillo
IDEAS PRINCIPALES DE CADA PARRAFO: turquesa
Una revista mexicana les pidió a varios escritores del mundo que hicieran un breve
retrato de su país. Héctor Abad Faciolince hizo uno sobre Colombia.
(INTRODUCCIÓN)
3.
Recorrer Colombia es una bonita experiencia sociológica: si uno empieza por
el Norte, en el desierto de La Guajira, podrá visitar la mezquita de Maicao,
comer quibbes como los del Líbano, ver mujeres de origen árabe con velo
musulmán y hasta deleitarse al postre con las waclavas de miel y frutos
secos. Si atraviesa las fértiles llanuras de Córdoba, Bolívar y Sucre,
encontrará inmensos hatos de ganado Brahman, traído de la India hace más
de un siglo, con sus morros henchidos de grasa y carne, y con la parsimonia
envidiable de las vacas sagradas. Si se trepa por la cordillera de los Andes
encontrará valles alpinos con ganado Holstein o Jersey, como en Suiza,
Inglaterra o Canadá, e incluso campesinos de ojos azules que ordeñan las
vacas y hacen queso en las montañas de Antioquia. Si se hunde en las selvas
del Chocó podrá sentirse en África de repente, con unos negros grandes y
dulces que llevan la música por dentro y la pobreza por fuera, aunque con
gran dignidad. Si se atreve a internarse en las selvas amazónicas, se sentirá
en partes del Brasil, con ríos inmensos y parsimoniosos, árboles
innumerables, calor intenso y bichos raros. Si va a los departamentos del
Cauca y Nariño, en el sur, podrá figurarse que está en Bolivia o en Perú, con
indios que vienen de ramas remotas de la familia quechua, cuyo imperio se
extendió hasta allí, pero que hablan lenguas locales que Evo Morales no
entendería.
4.
Y en este viaje imaginario encontrará también, por supuesto, aquello que se
considera más típicamente colombiano: plátanos y yuca en tierra caliente,
cafetales y pájaros en tierra templada, campos petroleros y minas de oro y
carbón explotadas en general por inmensas transnacionales europeas o
norteamericanas, plantaciones de mata de coca con mafiosos que matan por
defender las rutas de su cocaína, guerrilleros salvajes que secuestran y
extorsionan, paramilitares sanguinarios como nazis, un Ejército que no pocas
veces comete crímenes tan horrendos como los de los grupos ilegales, y un
Estado que, según se acerque o se aleje de las grandes capitales, es capaz
de controlar o no el territorio de la nación.
5.
¿Qué nos falta en esta rápida descripción geográfica del país? Dos largas
costas, la del mar Caribe y la del océano Pacífico, entre delfines y playas
coralinas, hasta tibias bahías escogidas por las ballenas que van y vienen de
los polos para hacer ahí, en el centro de su recorrido, esos ruidosos y salvajes
apareamientos que los humanos llaman el amor. Algún puerto industrial,
como Barranquilla, donde judíos y árabes conviven y compiten por el
comercio; una ciudad de belleza legendaria, Cartagena de Indias, en donde
el centro se parece a Andalucía y la periferia a Bangladesh; y por último el
puerto más feo de todo el océano Pacífico, Buenaventura, en donde la
ventura está siempre al borde de convertirse en desventura.
6.
Colombia es también, como el mundo, un país de ciudades en el que la
mayoría de la gente vive en humeantes conglomerados urbanos
acromegálicos y no en el campo. Lo distinto estriba en que, a diferencia de
la mayoría de los países de Hispanoamérica, la capital del país, Bogotá, no
se roba la casi totalidad de la población urbana, sino que pululan las ciudades
con más de un millón de habitantes: Medellín, Cali, Barranquilla, Pereira,
Cartagena, Manizales. Salvo los puertos, la mayoría de estas ciudades (y por
ende de la población del país) está en las cordilleras, en altos valles o en
altísimos altiplanos. El motivo es muy simple: el clima duro del trópico, la
humedad y los insectos de las tierras bajas se soporta mucho mejor en la
altitud de las montañas. Por eso tenemos un país muy extenso, pero al
mismo tiempo muy densamente poblado en la cordillera y casi desierto en
las llanuras y en las selvas.
(CONCLUSIÓN)
11.
No somos ni el infierno ni el paraíso. Somos un purgatorio que intenta
arrancar almas de la perdición y aspira a seguir, aunque muy despacio, a un
paso desesperantemente lento, el camino del progreso que otros llaman
cielo.