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Somos propensas a vivir con una actitud de «yo, yo y yo» ¿Conoces ese tipo de
actitud que busca misintereses, mis éxitos y mis pasiones? Nuestro orgullo ama
correr por nuestras venas al tomar decisiones diarias que nos eleven a nosotras
mismas a la posición #1.
Pero Filipenses 2:3–8 debería hacernos parar en seco:
Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada
uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no
buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los
demás. Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el
cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo
a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo,
haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se
humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz
(énfasis añadido).
Este pequeño pasaje enseña lecciones que pueden tomar toda una vida aprender:
¿Te has dado cuenta que el animar a otros no nos nace de forma natural?
Requiere el trabajo del Espíritu Santo para ayudar a ganar la victoria contra el
orgullo.
Despídete del orgullo
No podemos levantar a los demás sin decirle adiós a nuestro orgullo. Recuerda,
«con actitud humildecada uno de vosotros considere al otro como más importante
que a sí mismo» (v.3). Solo un corazón genuinamente humilde es uno capaz de
agitar gustosamente pompones para otros. Y a eso somos llamadas- a estar de
pie en las líneas de banda y animar a nuestros amigos, familias, iglesias e incluso
extraños.
Piensa:
¡Bien hecho!
¡Tú puedes hacerlo!
Eres genial.
Buen trabajo.
¡Esto es lo mejor!
¡Lo lograste!
¡Te aprecio tanto!
Gracias por todo lo que haces.
50 formas de animar
Con esto en mente, aquí hay cincuenta formas de animar y apoyar a otros para la
gloria de Dios:
Escribe notas de ánimo, de celebración a tus amigos o hermanos cuando…
4. Aprueben un examen.
5. Entren al equipo.
8. Recibieron un reconocimiento.
9. ¡Solo porque sí!
18. Conciertos.
25. En lugar de twittear sobre ti misma, twittea sobre los logros de otros.
26. Diles a tus amigos en la escuela y grupo de jóvenes que estás orando por
ellos- y pregunta si tienen peticiones de oración específicas. (No olvides en
verdad orar.)
29. Agrega una nota de agradecimiento para tu maestro en una de tus tareas
cuando la entregues.
30. Durante un debate en clase, alaba a otros por sus grandes ideas.
31. Dile a la mesera que hizo un fabuloso trabajo sirviendo tu mesa (¡y deja un
buena propina!).
32. Pide a tus hermanos que compartan algunas peticiones de oración contigo
y ora con ellos.
33. Dile a la persona que te recibe en la tienda que tenga un buen día y
ofrécele una sonrisa.
35. Escribe una lista de todas las cosas que aprecias de tus abuelos, y dáselas.
(¡Luego pasa tiempo sin prisas ni distracciones con
ellos!).
36. Sonríe y agradece a los trabajadores en la cafetería de la escuela por
servirte cada día.
38. Visita a una amiga anciana en un asilo para ancianos y pídele que te
comparta historias de la obra de Dios en su vida.
40. Dile al que sirve en la cafetería que la bebida que preparó es fabulosa.
42. Hornea galletas para tu clase de escuela Dominical, y escribe una nota
amable a tu maestro, agradeciendo su fidelidad.
44. Dile a tu mamá que la aprecias, y ofrece barrer y desempolvar la casa (¡o
más!).
47. Trae donas (y una actitud alegre) para compartir con tu clase de las 8 a.m.
49. Invita a una compañera de clase (o más) que necesite una amiga con quien
sentarse a la hora del recreo. Platica con ella, anímala e inclúyela.
50. Cuando veas a alguien que merece un cumplido genuino, dáselo sin
esperar nada a cambio.
¿Planeas poner alguna de esas ideas en acción? ¿Algo que te gustaría agregar?
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