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CAPÍTULO VI:

RECURSO SUELO
CONTENIDO

1. Generalidades
1.1. ¿Qué es el suelo?
1.2. ¿Son importantes los suelos?
1.3. ¿Cuáles son las funciones de los suelos?
2. ¿Existe biodiversidad en el suelo?
3. ¿Existe algún conflicto ambiental que afecte al suelo?
4. Ahora hablaremos del suelo: seguridad alimentaria y el cambio
climático
5. Entonces, ¿Cómo podemos salvar nuestros suelos?

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El suelo es un componente vital del ambiente natural. Su disponibilidad es limitada y se
encuentra constituido por minerales, aire, agua, materia orgánica, macro, meso y micro-organismos
que desempeñan procesos fundamentales de tipo biótico y abiótico, cumpliendo funciones
indispensables para la sociedad y el planeta (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2016).

Según el Ministerio de Agricultura de Estados Unidos, USDA, el límite del suelo en la parte
superior es el aire o el agua superficial. El límite inferior puede ser la roca dura o depósitos de
materiales minerales que no han sido afectados por los factores formadores del suelo (Soil Survey
Staff., 1994).

Figura 1. Composición de los suelos. Fuente: FAO 2015a

El suelo es un elemento clave para el mantenimiento de la vida sobre la Tierra. Además de


ser el principal soporte de la vegetación, la infraestructura y el hábitat de la biodiversidad, participa
de manera esencial en el funcionamiento de cualquier ecosistema. El suelo, al igual que los bosques,
el agua, e incluso los yacimientos minerales, es un recurso finito que forma parte del capital estratégico
natural de cualquier país. Sin embargo, a pesar de ser el sostén de muchas de las economías agrícolas
del mundo, se encuentra bajo una creciente presión de deterioro derivada tanto del crecimiento
poblacional como de los patrones insostenibles de producción y consumo globales.

Su degradación puede explicarse, al menos en parte, a que no se le considera aún en las


políticas públicas como un recurso patrimonial ni ambiental de primer orden, debido a que no es un
bien directamente consumible y a la percepción errónea de que es renovable; sin embargo, se calcula que
una capa de un centímetro de espesor de suelo puede tardar en formarse alrededor de cien años
(Gardi, Angelini, & Barceló, 2014) (FAO, 2015b).

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El suelo es indispensable y determinante para la estructura y el funcionamiento de los ciclos
del agua, del aire y de los nutrientes. Las funciones específicas que un suelo proporciona se rigen en
gran medida por el conjunto de propiedades químicas, biológicas y físicas que se hallan en dicho
suelo. Así mismo, son una reserva clave de biodiversidad mundial que abarca desde los
microorganismos hasta la flora y la fauna. Esta biodiversidad tiene una función fundamental en el
respaldo a las funciones del suelo y, por tanto, a los bienes y servicios ecosistémicos asociados con
los suelos (FAO, 2015a).

El suelo es un recurso finito, lo que implica que su pérdida y degradación no son reversibles
en el curso de una vida humana, además es la base para la producción de alimentos, piensos,
combustibles, fibras y para muchos servicios ecosistémicos esenciales. Una gestión adecuada de este
recurso, constituye un factor esencial en la agricultura sostenible y proporciona también un resorte
valioso para regular el clima y salvaguardar los servicios ecosistémicos y la biodiversidad.

Además, aquellos suelos saludables satisfacen diversas necesidades de alimentos, biomasa


(energía), fibra, forraje y otros productos, además garantiza la prestación de los servicios
ecosistémicos esenciales en todas las regiones del mundo (FAO, 2015a).

El suelo lleva a cabo funciones ecosistémicas centrales, como la producción de alimentos y


de biomasa, el reciclaje de nutrientes o el sostenimiento de la biodiversidad de los ecosistemas
terrestres. El suelo también contribuye a la regulación climática a través del secuestro de carbono en
forma de materia orgánica y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, como el CO2 o el
N2O. Además, tiene un papel fundamental en la regulación del ciclo hídrico, gracias a la retención de
agua, en la degradación e inmovilización de contaminantes, que nos permite la provisión de aire,
suelos y aguas limpios, y en el sostenimiento de las actividades y construcciones humanas (Figura 2).

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Figura 2. Funciones del suelo. Fuente: FAO 2015
Por ello, el papel del suelo en la p0roducción alimentaria - forestal y la regulación del clima,
son áreas de investigación clave en un contexto de crecimiento de la población humana mundial, uso
de territorios y cambio de los patrones climáticos. En tal sentido, la degradación edáfica como
resultado de actividades antrópicas afecta a amplias zonas del mundo e impacta directamente sobre
las funciones de los suelos, impulsando así la necesidad de prevenir la degradación a través de
prácticas de gestión sostenibles.

Si, los suelos albergan una gran diversidad de organismos (1/4 de la biodiversidad del planeta)
que desempeñan papeles fundamentales como impulsores de muchos servicios ecológicos de los
cuales depende el funcionamiento de los ecosistemas terrestres, aunque la mayor parte de esta
diversidad permanece desconocida (Figura 3). De este modo, los organismos del suelo y las
interacciones entre ellos y con plantas impactan en varios servicios de ecosistemas, incluyendo la
formación del suelo y el ciclo de nutrientes, la producción de alimentos y fibra, regulación climática,
enfermedades y el control de plagas (FAO, 2015a).

La biodiversidad del suelo es inmensa en comparación con la biodiversidad sobre el suelo:


por ejemplo, diez gramos de suelo contienen alrededor de 1010 células bacterianas de más de 106
especies. Se estima que unas 360 000 especies de animales habitan el suelo.

Figura 3. Biodiversidad del suelo. Fuente: Biodiversidad de suelos y carbono


orgánico en suelos: cómo mantener vivas las tierras áridas (UICN, 2018).

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La existencia de la biodiversidad del suelo también representa un importante recurso
biológico y genético para la explotación biotecnológica. La contribución de la biota del suelo para la
salud humana ya ha sido inmensa: por ejemplo, casi el 80 por ciento de los agentes antibacterianos
aprobados entre 1983 y 1994 tienen su origen en el suelo (Valdez , y otros, 2016).

La biodiversidad del suelo es vulnerable a muchas perturbaciones humanas, incluyendo el


uso de la tierra y el cambio climático, el enriquecimiento de nitrógeno, la contaminación del suelo, las
especies invasoras y la compactación del suelo. Estudios reportan que el incremento de la agricultura
asociada a la pérdida de materia orgánica del suelo, están causando la mayor presión sobre la
biodiversidad del suelo. En particular, los estudios muestran que los animales más grandes del suelo,
como lombrices, ácaros y colémbolos, y los hongos del suelo, son especialmente vulnerables a un uso
intensivo de la tierra.

Además, el uso a gran escala de pesticidas puede tener efectos directos e indirectos sobre la
biodiversidad del suelo. Con la intensificación de la agricultura, el uso de pesticidas se ha
incrementado a escala global. El efecto depende de una variedad de factores que incluyen la
composición química, las cantidades aplicadas, la capacidad de amortiguación del suelo, los
organismos del suelo en cuestión y la escala de tiempo

Por ello, junto a nuevos desarrollos con respecto a la evaluación de la biodiversidad, es


esencial vincular medidas de conservación de la biodiversidad con funciones específicas del suelo con
el fin de comprender los roles fundamentales de los organismos del suelo en la mediación de los
servicios del suelo (FAO, 2015a).

Si, los principales impulsores globales del cambio del suelo son el crecimiento poblacional y
el crecimiento económico. Mientras el crecimiento económico puede eventualmente ser desacoplado
de incrementos en el consumo de recursos, la generación de residuos continuará siendo un fuerte
impulsor del cambio del suelo al menos durante las siguientes décadas. Factores relacionados e
importantes en el cambio del suelo tales como educación, valores culturales, conflictos civiles, eficacia
de los mercados y riqueza o pobreza de los usuarios de la tierra influyen en el uso y gestión de este
recurso.

El Estado Mundial del Recurso Suelo. Resumen técnico, presenta diez amenazas para las
funciones del suelo: erosión del suelo, pérdida del carbono orgánico (COS) desequilibrio de
nutrientes, acidificación del suelo, contaminación del suelo, anegamiento, compactación del suelo,
sellado del suelo, salinización y pérdida de la biodiversidad del suelo.

El desequilibrio de nutrientes ocurre cuando el suministro de nutrientes (a través de adiciones


de químicos y fertilizantes orgánicos u otras fuentes) es: a) insuficiente para permitir que los cultivos
alcancen su desarrollo y rendimiento o b) excesivo durante la cosecha de los cultivos. La insuficiencia
de nutrientes contribuye a la inseguridad alimentaria. El exceso de nutrientes es un mayor
contribuyente al deterioro de la calidad del agua y a las emisiones de gases de efecto invernadero
(especialmente el óxido nitroso (N₂O)) a la atmósfera procedentes de fuentes agrícolas.

La acidificación del suelo es la disminución del pH del suelo debido a la acumulación de


iones de hidrógeno y aluminio en el suelo, y la pérdida asociada de cationes básicos tales como el
calcio, magnesio, potasio y sodio del suelo debido a la lixiviación o remoción del producto.

La pérdida de la biodiversidad del suelo es una declinación en la diversidad de micro y macro-


organismos presentes en el suelo.

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La compactación del suelo es el incremento en la densidad y disminución de macroporosidad
en el suelo, que resulta de la aplicación de presión a la superficie del mismo. La compactación impide
las funciones de ambos, el suelo superficial y subsuelo, e impide la penetración de las raíces y el
intercambio de agua y gases.

La contaminación del suelo es la adición de productos químicos o materiales al suelo que


tienen un efecto adverso significativo sobre cualquier organismo o en las funciones del suelo. Un
contaminante puede ser definido como cualquier químico o material fuera de lugar, o presente en
concentraciones más altas que las normales.

La erosión del suelo es la remoción del suelo de la superficie de la tierra por el agua, viento
o labranza. La erosión hídrica ocurre principalmente cuando el flujo superficial transporta partículas
del suelo desprendidas por el impacto de las gotas de lluvia o la escorrentía superficial, a menudo
dando lugar a canales claramente definidos, tales como surcos o cárcavas. La erosión eólica ocurre
cuando el suelo seco, suelto, sin cobertura es sometido a fuertes vientos y las partículas de suelo se
desprenden de la superficie del suelo y son transportadas a otro lugar. La erosión por labranza es el
movimiento directo del suelo pendiente abajo por los implementos de labranza y resulta en la
redistribución del suelo dentro de un campo. La erosión es un proceso natural pero la tasa de erosión
es típicamente incrementada (o acelerada) por la actividad humana.

La pérdida de carbono orgánico del suelo (COS) es la pérdida de carbono orgánico


almacenado en el suelo; ocurre principalmente debido a a) la conversión del carbono del suelo en
dióxido de carbono (CO₂) o metano (CH₄), siendo ambos gases de efecto invernadero, y b) a la
pérdida física de carbono del suelo por la erosión.

La salinización del suelo es la acumulación de sales en el suelo. Las sales acumuladas incluyen
sodio, potasio, magnesio y calcio, cloruro, sulfato, carbonato y bicarbonato. La salinización primaria
o natural involucra la acumulación de sales a través de procesos naturales debido al alto contenido de
sal en el material de origen, aguas subterráneas, o la acumulación a largo plazo de las sales contenidas
en las aguas de lluvia. La salinización secundaria o salinización inducida por el hombre es causada por
las intervenciones humanas tales como las prácticas de riego inapropiadas, por ejemplo, el riego con
agua rica en sal y/o drenaje insuficiente.

El sellamiento del suelo es la cobertura permanente de un área de la tierra y su suelo por


material artificial impermeable (como asfalto y concreto): por ejemplo, a través de edificios y caminos.
La ocupación del territorio es el incremento del área de asentamientos en el tiempo. Esto incluye el
desarrollo de asentamientos dispersos en las áreas rurales, la expansión de las áreas urbanas en torno
a un núcleo urbano, la conversión de la tierra dentro de un área urbana (densificación), así como la
expansión de la infraestructura de transporte, tales como caminos, carreteras y vías férreas.

El anegamiento del suelo ocurre cuando el suelo está muy húmedo y es insuficiente el oxígeno
en el espacio de los poros para que las raíces de las plantas puedan respirar adecuadamente. Otros
gases perjudiciales para el crecimiento de raíces, tales como dióxido de carbono y etileno, también se
acumulan en la zona de las raíces y afectan a las plantas. Muchos suelos son anegados naturalmente,
y esto sólo es considerado como una amenaza cuando los suelos que fueron previamente aeróbicos
(por ejemplo, con oxígeno adecuado en el espacio poroso) pasan a ser anegados.

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El siglo XX ha presenciado el crecimiento extraordinario de población y la economía, y una
revolución asociada en la agricultura. Entre 1961 y 2000, la población mundial creció un 98 por ciento,
pero la producción alimentaria aumentó en un 146 por ciento y la producción per cápita de alimentos
se incrementó en un 24 por ciento. Los rendimientos de los cultivos se han más que duplicado y
notablemente, el área de tierra cultivable en uso sólo se incrementó en un ocho por ciento. La tierra
cultivable per cápita se redujo sustancialmente (de 0,45 a 0,25 ha). La clave de este período fue el
incremento dramático de los insumos agrícolas y los avances en la mejora de cultivos. El uso de
fertilizantes con nitrógeno se incrementó por un factor de siete, fertilizantes con fósforo por un factor
de tres y el agua de riego por un factor de dos. Se espera que alcance 9,6 billones en el 2050 y 10.9
billones en 2100. La mayor parte de este crecimiento ocurrirá en los países de bajo-ingreso. Muchos
de estos países (por ejemplo, en África occidental) tienen suelos infértiles y bajos niveles de
productividad agrícola.1 Las estimaciones de la demanda mundial de alimentos sobre la base de estas
predicciones de población y en los cambios dietéticos esperados indican que la producción en el 2050
deberá incrementarse en un 40-70 por ciento en comparación con el 2010.

Sin embargo, las estrategias del siglo XX que simplemente incrementan los insumos agrícolas son
problemáticas debido a las implicaciones de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, la
creciente escasez de insumos y la disponibilidad limitada de agua de bajo costo. La población mundial
también es cada vez más urbanizada. Una de las consecuencias es la expansión urbana invadiendo
tierras agrícolas de buena calidad. La tasa de sellamiento del suelo (por ejemplo, la cobertura
permanente de la superficie del suelo con materiales impermeables artificiales como el asfalto y
concreto, típicamente relacionados al desarrollo urbano y la construcción de infraestructura) es ahora
un serio problema mundial y se estima que el 66 por ciento de la población mundial será urbana.

En tal sentido, los suelos en mayor o menor proporción podrían coadyuvar a los esfuerzos
tendientes a disminuir el cambio climático (Agencia Europea del Medio Ambiente, 2015) debido a
que el suelo además de prestar otros servicios ecosistémicos claves para todas las expresiones de vida
en el planeta, desempeña un rol estratégico e insustituible en el ciclo del carbono en la tierra (Burbano
Orjuela, 2018); sin embargo, en la actualidad, esta función está siendo totalmente degradada por la
actividad antrópica y el cambio climático.

Figura 4. Sembríos afectados por la sequía ocasionada por el cambio climático.


Fuente: (Agronegocios, 2016).

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Este cambio climático, es un fuerte impulsor de modificaciones del suelo a través de sus
efectos actuales y anticipados sobre el uso y gestión de la tierra. El impacto del cambio climático
sobre el funcionamiento del suelo es la mayor fuente de incertidumbre en cualquier proyección
de las tendencias en los servicios de los ecosistemas claves proporcionados por el suelo,
ocasionando un efecto dominó.

Las altas temperaturas y un suministro de agua menos fiable crearán serias dificultades para
la pequeña ganadería, especialmente en ecosistemas de pastos áridos y semiáridos en latitudes
bajas. El aumento en la variabilidad de las precipitaciones y la frecuencia de sequías e
inundaciones provocará seguramente una caída generalizada en el rendimiento de los cultivos. El
cambio climático también afectará al medio acuático, por ejemplo por cambios en la temperatura
de la superficie del mar, la circulación oceánica, las olas y los sistemas de tormenta, la
concentración salina y de oxígeno y la acidificación, lo que afectará también a la industria
pesquera (FAO, 2017).

El impacto del cambio climático en la seguridad alimentaria mundial se notará no solo en el


suministro de alimentos, sino también en la calidad, el acceso y la utilización de los mismos y en
la estabilidad de la seguridad alimentaria. La adopción de prácticas de gestión sostenible de la
tierra, el agua, la pesca y la silvicultura por parte de los pequeños productores será fundamental
para avanzar en los esfuerzos de adaptación ante el cambio climático, la erradicación de la
pobreza global y la eliminación del hambre. No obstante, se precisarán también mejoras en las
infraestructuras, los servicios de extensión, la información climática, el acceso al crédito y la
protección social para alentar la adopción de estas prácticas.

Al mismo tiempo, también es importante trabajar en la mitigación de los efectos de la


agricultura, con la apertura de nuevas modalidades de desarrollo agrícola que logren aumentar la
producción de alimentos y a la vez reducir las emisiones de GEI por unidad de alimento. Si no
se emplean esfuerzos en la adaptación y la mitigación ante el cambio climático, la inseguridad
alimentaria aumentará significativamente.

Se calcula que para el año 2050 la población mundial será de 9000 millones de personas y el
mundo tendrá que producir aproximadamente 60% más alimentos, a la vez que 1800 millones
de personas vivirán en áreas con escasez de agua. Si bien la producción mundial de alimentos
está aumentando, la tierra de la que depende la agricultura se está degradando a una velocidad
alarmante, poniendo en peligro el futuro del progreso. Las tierras degradadas producen menos
alimentos y almacenan menos agua y carbono, lo que hace más grave la inseguridad alimentaria
e hídrica, y contribuye al cambio climático.

La biodiversidad y el carbono orgánico en los suelos son indispensables para el


funcionamiento de los ecosistemas, y determinan en gran medida el papel de la tierra en la
producción de alimentos, el almacenamiento de agua, y la mitigación del cambio climático. Son
la clave para liberar los numerosos beneficios económicos y ambientales – la multifuncionalidad
– de la tierra. A nivel mundial, se calcula que la biodiversidad de los suelos contribuye entre 1.500
y 13.000 miles de millones dólares EUA anuales al valor de los servicios de los ecosistemas. Sin
embargo, a pesar de su importancia mundial, la biodiversidad de los suelos es a menudo
desatendida por las políticas públicas, y se está perdiendo a un ritmo acelerado debido a las
prácticas insostenibles de gestión de suelos, la erosión, y otros procesos de degradación de la
tierra. Se calcula que entre un cuarto y un tercio de toda la tierra disponible en el mundo está

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degradada, lo que genera una disminución de la producción agrícola, interrupción del ciclo del
agua, y liberación de gases de invernadero (UICN, 2018).

El uso y manejo sostenible de los suelos se relaciona con muchos ámbitos diferentes del
desarrollo sostenible:

 Reducción de la pobreza,
 Erradicación del hambre,
 Crecimiento económico y
 Protección del medio ambiente.

El fomento del manejo sostenible de los suelos puede contribuir a la salud de los suelos y,
de este modo, a los esfuerzos de erradicación del hambre y la inseguridad alimentaria y a la estabilidad
de los ecosistemas. Existe una necesidad urgente de detener la degradación de la tierra en sus
diferentes formas y establecer marcos para sistemas de manejo sostenible de los suelos.

Para ello, el Grupo técnico intergubernamental sobre los suelos de la Alianza Mundial sobre
los Suelos. (FAO, 2015c) recomienda las siguientes medidas:

 Ofrecer tecnologías adecuadas, políticas sostenibles e inclusivas, programas de extensión eficaces y


sistemas de educación sólidos para que se produzca más con menos.
 Incluir proyectos de protección y recuperación de suelos y de gestión sostenible de la tierra en los
mercados emergentes actuales que aportan un valor económico a las actividades que producen
servicios ecosistémicos.
 Reconocer la creciente necesidad de conservar los suelos y tener gobiernos que realicen las
inversiones correspondientes.
 Promover prácticas de gestión para la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos,
y la capacidad de resistencia frente al cambio de los patrones meteorológicos y los fenómenos
climáticos extremos.
 Promover regulaciones estrictas y controles eficaces por parte de los gobiernos para limitar la
acumulación de contaminantes por encima de los límites fijados para la salud humana y, a la larga,
sanear los suelos contaminados.
 Aumentar la superficie sujeta a prácticas de manejo sostenible del suelo, mejorar la recuperación de
los suelos degradados y promover la “intensificación de la producción sostenible” a través de recursos
biológicos adaptados, el aumento de la fertilidad de los suelos, el uso eficaz del agua, el uso sostenible
de insumos y el reciclaje de los subproductos agrícolas.
 Apoyar el fomento de sistemas nacionales de información sobre los suelos para contribuir a la toma
de decisiones sobre el uso sostenible de la tierra y los recursos naturales.
 Aumentar las inversiones en el manejo sostenible de los suelos mediante la superación de obstáculos,
como la seguridad de la tenencia y los derechos de los usuarios, y el acceso a los conocimientos y los
servicios financieros.
 Fortalecer la aplicación de los programas de desarrollo de capacidades y educación en materia de
manejo sostenible de suelos.

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1 Los agroquímicos y el suelo en la Región La Libertad
Durante los últimos 35 años se ha aumentado el uso de plaguicidas a nivel mundial, con una tasa de
crecimiento de 4 a 5,4%, la principal fuente de plaguicidas es el carbono y nitrógeno, degradándose
principalmente por la actividad microbiana (FAO, 2015).
Según la OMS dice que actividades como la industrialización, los intereses económicos y las
posibilidades de controlar más fácilmente las plagas dieron lugar a un desarrollo en los plaguicidas
(OMS, 1990), son sustancias químicas diseñadas para ser toxicas, esto se da principalmente porque
son liberadas en el ambiente de forma abierta (Toro, 2010).

Figura 1. Mecanismos de dispersión de plaguicidas. Torri (2015)

Uno de los principales efectos que ocasionan los plaguicidas son los cambios en el balance
de la naturaleza, llegando a desequilibrar los sistemas ecológicos, lo que significa que en el suelo existe
una variedad de poblaciones animales, vegetales y microbianas, la introducción de plaguicidas en el
suelo ocasiona cambios a estas poblaciones y alteraciones en la cadena trófica, afectando así a muchos
elementos biológicos del suelo.

La persistencia de estos agroquímicos en el suelo va a depender de las propiedades físico -


químicas del mismo, así como también de las características del suelo y las condiciones climáticas,
básicamente los pesticidas actúan en el suelo disminuyendo la actividad de enzimas, influyendo en la
mayoría de las reacciones bioquímicas (Bedoya, 2010). De manera que, algunos permanecen más de
30 años y los cultivos que se sembrarán posteriormente absorben estos compuestos, tal es el caso del
DDT. Aquellos suelos arcillosos y orgánicos son los que retienen más residuos del compuesto que
los suelos arenosos y también los plaguicidas organoclorados son de alto riesgo porque su eliminación
es compleja, persistiendo más tiempo en el suelo (Suarez, 2014).

En la Región La Libertad, la actividad agrícola, se destaca por la presencia de los cultivos:


Oryza sativa “arroz”, Zea mays L.“maíz amarillo”, Triticum spp “trigo” (Poaceae),, Asparagus officinalis
L.“espárrago” (Asparagaceae) y Saccharum officinarum “caña de azúcar” (Poaceae), cuyo peso, es
determinante en la evolución sectorial. La agricultura liberteña pasa a representar de un 8% a un 11%
del PBI agrario nacional entre inicios de los 70 e inicios de los 90. (Guerrero 2013). Este dinamismo
del sector agrario departamental durante la década del 80 fue el resultado de una inyección de recursos
en la faja costera del departamento. Dentro del potencial departamental, el recurso suelo amerita una
mención especial por la calidad y disponibilidad de los mismos, además la posibilidad de expansión
de nuestra frontera principalmente en la costa, donde se encuentran los valles de Chao, Virú, Moche,
Chicama y Jequetepeque como cuencas hidrográficas para una explotación intensiva y sustentable
(Guerrero, 2018).

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En este sentido, nuestra Región La Libertad viene desarrollando una considerable actividad
agrícola que destaca a nivel nacional con la participación de agricultores de pequeña, mediana y gran
escala; y con ello el incremento del uso de productos agroquímicos sobre todo en la mediana y
pequeña agricultura. Un estudio reveló el uso indebido de fertilizantes y plaguicidas en el distrito de
Poroto, donde los agricultores aplican fertilizantes sintéticos con mayor incidencia (41%), seguido de
cerca por los abonos orgánicos (32%) y humus (24%). En la zona de estudio se encontró que los
plaguicidas más usados son: organoclorados (46%), organofosforados (26%), bioinsecticidas (18%) y
carbamatos (10%). El 47% de los agricultores de la zona realizan de 3 a 4 aplicaciones por campaña
y el 38% de 1 a 2 aplicaciones de pesticidas. El pesticida más usado por los agricultores es el Tamaron
(Metamidofos: O,S-Dimetil fosforoamidotioato), sin embargo los agricultores realizan mezclas
mortales de pesticidas en la aplicación de los diferentes cultivos (Guerrero, 2013).

También en el distrito de Moche, otro estudió demuestra que el control y manejo de las
plagas, se realiza a través del uso de insecticidas y herbicidas hasta en un 60% en el sector El Tanque.
Asimismo, se encontró que se incrementó la frecuencia de uso y aplicación de los plaguicidas con
una frecuencia semanal y quincenal, constituyendo en conjunto hasta el 80% de las población agrícola
como es el caso del sector El Tanque, y el 53% y 66% en los sectores Jushape y Chaquín Alto,
respectivamente; siendo importante considerar el tiempo de persistencia de los pesticidas en los
campos agrícolas, así como el tiempo de cosecha después de la última aplicación del pesticida
(Guerrero, 2018).

Además, es importante mencionar que estos productos químicos están directamente


asociados a problemas en la salud del hombre, ya sea por factores inherentes al individuo: factores
fisiológicos, genéticas o por el uso incorrecto e inadecuado de todas las medidas de seguridad, siendo
este último factor es el más preponderante, que permite que los plaguicidas repercutan seriamente en
la salud de los agricultores (Plenge-Tellechea et al., 2007). Sumado a ello, el manejo y disposición final
de los plaguicidas frente sobrante de estas sustancias tóxicas y el inadecuado almacenamiento, generan
focos de contaminación latente de alto riesgo para la salud de los agricultores y sus familias.

Una alternativa ambiental es emplear técnicas y estrategias, logrando así desarrollar una
agricultura ecológica. y sus homólogas (agricultura orgánica, biológica, biodinámica o natural) como
buena herramienta que dan respuesta a esta necesidad y a otras muchas de las que actualmente tienen
la tierra y los hombres, ya que sus objetivos principales son proteger los recursos naturales y producir
alimentos en cantidad suficiente y de la mejor calidad (Guerrero & Otiniano, 2012)

ACTIVIDADES

Lea atentamente el texto presentado para extraer las ideas más importantes y luego:

1. Elaborar un árbol de problemas sobre el manejo del recurso suelo y el uso de agroquímicos
en nuestra Región La Libertad.
2. Platear las conclusiones respectivas del texto leído.

Elaborado por:
Gardenia Prado Chávarri
Maestra en Ciencias
DTP- Cultura Ambiental

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