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PRÁCTICA No.

5 de Filosofía de la Ciencia

A PROPÓSITO DE LA VERDAD
SALVADOR FELIU CASTELLÓ

El científico se ensimisma en su tarea, por exigencias de la misma. No puede estar preguntándose


a cada momento qué sentido tiene lo que hace, porque no lo haría; necesariamente ha de
enfrascarse en su trabajo, lo que puede hacer que pierda la perspectiva.
Si el científico, el “sabedor de las cosas” y “poseedor de ideas”, al verse solo y desplazado en el
mundo, recapacita y entra en sí mismo, ¿qué encuentra dentro de sí con que justificarse?
Posee, desde luego, unos métodos para conocer, que dan espléndidos resultados, como jamás los hubo
en ninguna época de la historia. La exuberancia de la producción científica alcanza grados tales, que se
tiene la impresión de que la cantidad de descubrimientos científicos excede enormemente de las
actuales capacidades humanas para entenderlos.
No se trata de ponerlo en duda, ni de suscitar un fácil pesimismo que, en definitiva, sólo pueden brotar
en inteligencias pusilánimes y débiles. Nunca la inteligencia humana ha contado con más posibilidades
que aquellas de que hoy dispone. Pero, mirando más hacia dentro y examinada la situación con
sinceridad, se ve:
Que, en el científico, sus métodos comienzan, a veces, a tener muy poco que ver con su inteligencia.
Los métodos de la ciencia van convirtiéndose con rapidez vertiginosa en simple técnica de ideas o de
hechos – una especie de meta-técnica -; pero han dejado de ser lo que su nombre indica: órganos que
suministran evidencia, vías que conducen a la verdad en cuanto tal.
Que, el científico comienza inquietamente a estar harto de saberes. No es un azar. Porque lo que
confiere rango eminente a la producción científica es el sentido que posee en orden a la intelección de
las cosas, a la verdad. Por este sentido, es el hombre rector de su investigación y se afirma en plena
posesión de sí mismo y de su propia ciencia. Pues bien: en este conjunto de métodos y de resultados de
proporciones ingentes, la inteligencia del hombre actual, en lugar de encontrarse a sí misma en la
verdad, está perdida entre tantas verdades. El intelectual se ve invadido, en el fondo de su ser, por un
profundo hastío de sí mismo, que asciende, como una densa niebla, del ejercicio de su propia función
intelectual.
Y es que sus saberes y sus métodos constituyen una técnica, pero no una vida intelectual. Está a veces
como dormido para la verdad, abandonado a la eficacia de sus métodos.
Diferencia entre ciencia y filosofía.
En primera instancia, Ortega y Gasset presenta una diferencia fundamental: la ciencia se
caracteriza porque resuelve cuantos problemas se plantea; la filosofía, porque ni siquiera sabe si
sus problemas tienen solución.
…la filosofía es un saber radical y lo es porque se plantea los problemas últimos y primeros, por tanto,
los radicales; y porque se esfuerza en pensarlos de modo radical. Este radicalismo del pensamiento
filosófico le distingue de los otros modos de conocimiento, sobre todo, le distingue de las ciencias
porque éstas, lejos de plantearse problemas radicales, no admiten más problemas que los que son, en
principio, susceptibles de solución, por tanto, problemas mansos, como animales domésticos,
problemas que lo son en la medida en que ya están por anticipado medio resueltos y entran en la
investigación como en la pista de circo los leones amaestrados, es decir, previamente morfinizados.
Pero los problemas de la filosofía son los problemas absolutos y son absolutamente problemas, sin
limitación alguna de su brío pavoroso, son los problemas feroces que acongojan y angustian la
existencia humana, de que el hombre es portador y sufridor permanente y que no ofrecen garantía
alguna de ser solubles, que acaso no lo son ni lo serán nunca. Por eso es la filosofía el único
conocimiento que para ser lo que tiene que ser no necesita lograr la solución de sus problemas, por
tanto, no
necesita
tener
buen éxito en la empresa. Aun siendo un perpetuo fracaso está perpetuamente justificada como
humana ocupación porque la fuerza de la filosofía, a diferencia de los otros modos de conocimiento –
ciencia, técnica, sapiencia vital o saber mundano, etc.- no se funda en el acierto de sus soluciones sino
en la inevitabilidad de sus problemas.
Con esto entrevemos ya, por uno de sus lados, que la filosofía no es una ciencia sino otra cosa, no
sabemos aún si superior o inferior en la jerarquía de los conocimientos.
Verdad formal y verdad material
Kant mantiene la concepción de la verdad como correspondencia entre el conocimiento y el
objeto, y niega la posibilidad de encontrar un criterio que satisfaga universalmente esa exigencia,
atendiendo a la materia.
Se dice que la verdad consiste en el acuerdo entre el conocimiento y el objeto. Según esta simple
definición de palabra, mi conocimiento debe concordar con el objeto para tener valor de verdad. Ahora
bien, el único modo que tengo de comparar el objeto con mi conocimiento es que yo mismo lo
conozca. De ese modo, mi conocimiento debe confirmarse a sí mismo; pero esto está muy lejos de ser
suficiente para la verdad. Porque, dado que el objeto está fuera de mí y el conocimiento está en mí,
todo cuanto puedo apreciar es si mi conocimiento del objeto concuerda con mi conocimiento del
objeto. Los antiguos llamaban vicioso a un círculo tal en la definición. Y en efecto tal es la falta que
los escépticos no han dejado de reprochar a los lógicos; decían que con esta definición de la verdad
ocurre como con el hombre que hiciera una declaración ante un tribunal, invocando como testigo a
alguien a quien nadie conociese, pero pretendiera ser creído diciendo que aquél al que invoca como
testigo es un buen hombre. El reproche está absolutamente justificado, pero la solución del problema
en cuestión es absolutamente imposible para cualquiera.
De hecho, la cuestión que se plantea es saber si, y en qué medida, hay un criterio cierto de verdad,
universal y prácticamente aplicable. Tal es en efecto el sentido de la cuestión ¿qué es la verdad? Para
estar siquiera en disposición de enfrentarnos con esta importante cuestión, hemos de distinguir
cuidadosamente en nuestro conocimiento lo que pertenece a la materia y se refiere al objeto, de lo que
concierne a la simple forma como condición sin la cual un conocimiento no sería, de manera general,
un conocimiento.
Habida cuenta de esta distinción entre el aspecto objetivo, material y el aspecto subjetivo, formal, de
nuestro conocimiento, la cuestión precedente se subdivide en las dos cuestiones siguientes:
1) ¿Hay un criterio de la verdad universal y material?
2) ¿Hay un criterio de la verdad universal y formal?
Un criterio material y universal de la verdad no es posible, e incluso es contradictorio en sí
mismo. Porque en tanto que universal, válido para todo objeto en general, no debería tomar en
consideración la menor distinción entre los objetos, sirviendo no obstante, precisamente en tanto que
material, a esta distinción misma, para poder determinar si un conocimiento concuerda precisamente
con el objeto al que es referido y no a un objeto cualquiera en general, lo que nada querría decir
propiamente. Porque la verdad material ha de consistir en este acuerdo de un conocimiento con ese
objeto determinado al que se refiere. En efecto, un conocimiento es verdadero si se refiere a un objeto,
puede ser falso si se refiere a otro. Es, pues, absurdo exigir un criterio material universal de la verdad
que debería a la vez hacer abstracción de toda diferencia entre objetos.
Por otra parte, si de lo que se trata es de criterios formales universales, es fácil decidir que puede
perfectamente haberlos. Porque la verdad formal consiste simplemente en el acuerdo del conocimiento
consigo mismo, haciendo abstracción por completo de todos los objetos y de toda diferencia entre
ellos. Y por consiguiente los criterios formales universales de la verdad no son otra cosa que los
caracteres lógicos universales de la concordancia del conocimiento consigo mismo, o, lo que es igual,
con las leyes universales del entendimiento y de la razón.
ACTIVIDADES.
1. Según la lectura, ¿hay un criterio de la verdad universal y material?
2. ¿Cuál es el criterio de la verdad universal y formal?
3. Elaborar un ensayo de 20 renglones.
4. Confeccionar un vocabulario de 20 palabras y su significado.

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