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El Propietario es El titular del derecho de dominio o propiedad

(propietario) tiene la facultad de usar, gozar y disponer del bien


cumpliendo con la respectiva función social de la propiedad, si se
trata de un bien inmueble es el que se encuentra registrado ante la
oficina de registro de instrumentos públicos
En la propiedad hay una relación jurídica entre el dueño del bien y el
bien, hay es un verdadero poder jurídico sobre la cosa. Esto supone la
POSESIÓN del propietario sobre el bien, con ánimo de señor y dueño.
Además, el propietario cuenta con un TÍTULO suficiente de propiedad
que lo faculta y lo habilita para ejercer así sus facultades como
propietario.
El propietario, puede hacer oponible su derecho, su verdadero poder
jurídico sobre el bien mediante la acción reivindicatoria, por ejemplo.

Posesión: El poseedor tiene un poder material, el elemento físico.


Tiene el Corpus que lo habilita para usar y gozar del bien poseído, no
así para disponerlo. Se manifiesta mediante verdaderos actos de
detentación material de la cosa.
Además de tener el poder material del bien (corpus), el poseedor se
comporta como si fuese el dueño, tiene el ánimo de comportarse
como señor y dueño, ese elemento subjetivo. Esta actitud se
denomina animus.
Animus domini: Es el hecho de comportarse como señor y dueño, que
igualmente implica que el poseedor no reconozca el derecho de
dominio del verdadero propietario (Velasquez, P. 128-129). De lo
contrario sería un mero tenedor.
El poseedor puede defender su posesión frente a terceros con los
denominado interdictos posesorios.
Mera tenencia: Según el artículo 775 del Código Civil, el tenedor
ejerce un poder externo y material del bien reconociendo el dominio
ajeno. Esto exige la mera detentación material de la cosa, es decir el
corpus, sin el ánimo de obrar como dueño y señor. (Animus tenendi)
Por ende, el mero tenedor tiene el corpus, elemento material pero no
tiene el animus. De lo contrario sería poseedor.
El tenedor, es claro que puede usar y gozar del bien (corpus) pero no
puede disponerlo, como si lo puede hacer el propietario.

DIFERENCIA ENTRE TENEDOR Y POSEEDOR DE LA PROPIEDAD


Una cosa es la posesión y otra cosa es la mera tenencia; en la
posesión una persona ejerce animo de señor y dueño sobre un bien
sobre el cual no tiene la propiedad, mientras que un mero tenedor
reconoce la propiedad de alguien más sobre el bien, el cual cuida o
disfruta de él, como en el derecho de usufructo, donde el
usufructuario es un mero tenedor. Son meros tenedores además del
usufructuario, el acreedor prendario quien tiene en su poder la prenda
como garantía, pero reconoce el dominio del deudor sobre la prenda,
el secuestre quien es solo el encargado de guardar la cosa, el usuario
y la persona que tiene el derecho de habitación. Entonces el requisito
de la mera tenencia es reconocer el dominio o propiedad de la cosa en
otra persona. Una persona que ejerce la mera tenencia sobre un bien
ya sea mueble o inmueble no puede adquirir el dominio del bien por
prescripción adquisitiva de dominio, por ejemplo, el arrendatario
también es un mero tenedor del bien arrendado, pues al cancelar el
canon de arrendamiento está reconociendo el dominio de la cosa en
cabeza de su arrendador, al igual que el comodatario al suscribir el
contrato de comodato está reconociendo el dominio del comodante.
Por otro lado la posesión es el ánimo de señor y dueño, es decir, que
la persona ejecuta todos los actos sobre el bien que posee como si
fuera el dueño de este, por esta razón el poseedor se reputa dueño
mientras otra persona no justifique serlo así lo establece el inciso final
del artículo 762.La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y
agraria en su sentencia de noviembre 5 de 2003 se refirió al tema de
la siguiente manera: “Para usucapir deben aparecer cabalmente
estructurados los elementos configurativos de la posesión, esto es, del
animus y el corpus, significando aquel, elemento subjetivo, la
convicción o animo de señor y dueño de ser propietario del bien
desconociendo dominio ajeno; y el segundo, material o externo, tener
la cosa, lo que generalmente se traduce en la explotación económica
de la misma, con actos o hechos tales como levantar construcciones,
arrendarla, usarla para su propio beneficio y otros parecidos.
Una cosa es la posesión y otra cosa es la mera tenencia; en la
posesión una persona ejerce animo de señor y dueño sobre un bien
sobre el cual no tiene la propiedad, mientras que un mero tenedor
reconoce la propiedad de alguien más sobre el bien, el cual cuida o
disfruta de él, como en el derecho de usufructo, donde el
usufructuario es un mero tenedor

Son meros tenedores además del usufructuario, el acreedor prendario


quien tiene en su poder la prenda como garantía, pero reconoce el
dominio del deudor sobre la prenda, el secuestre quien es solo el
encargado de guardar la cosa, el usuario y la persona que tiene el
derecho de habitación. Entonces el requisito de la mera tenencia es
reconocer el dominio o propiedad de la cosa en otra persona.

Una persona que ejerce la mera tenencia sobre un bien ya sea mueble
o inmueble no puede adquirir el dominio del bien por prescripción
adquisitiva de dominio, por ejemplo, el arrendatario también es un
mero tenedor del bien arrendado, pues al cancelar el canon de
arrendamiento está reconociendo el dominio de la cosa en cabeza de
su arrendador, al igual que el comodatario al suscribir el contrato de
comodato está reconociendo el dominio del comodante.

Por otro lado, la posesión es el ánimo de señor y dueño, es decir, que


la persona ejecuta todos los actos sobre el bien que posee como si
fuera el dueño de este, por esta razón el poseedor se reputa dueño
mientras otra persona no justifique serlo así lo establece el inciso final
del artículo 762.

La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y agraria en su


sentencia de noviembre 5 de 2003 se refirió al tema de la siguiente
manera:
«Para usucapir deben aparecer cabalmente estructurados los
elementos configurativos de la posesión, esto es, del animus y el
corpus, significando aquel, elemento subjetivo, la convicción o animo
de señor y dueño de ser propietario del bien desconociendo dominio
ajeno; y el segundo, material o externo, tener la cosa, lo que
generalmente se traduce en la explotación económica de la misma,
con actos o hechos tales como levantar construcciones, arrendarla,
usarla para su propio beneficio y otros parecidos. Tales elementos
cuerpo y voluntad cuya base legal sustancial es fundamentalmente el
artículo 762 del código civil al decir que la posesión es la tenencia de
una cosa determinada con ánimo se señor y dueño, son los que
permiten de inmediato distinguir esta institución de la tenencia
prevista en el artículo 775 de este ordenamiento.»

la diferencia de estos conceptos con el concepto de propietario, es


que este último si bien puede ser poseedor debe ser el que figure en
el registro público del inmueble

tradición
En muchos ordenamientos jurídicos, la tradición supone un traspaso o
transferencia, y constituye un modo de adquirir la propiedad, pues
para que ella se transfiera no es suficiente con la celebración de un
contrato(como el de compraventa), sino que hace falta algo más: un
modo de transferencia. Uno de ellos se denomina tradición o traditio.
La tradición normalmente se hace mediante la entrega física de la
cosa, pero también puede hacerse por medio de otros símbolos que
signifiquen su puesta a disposición. Algunos ejemplos son:
 La entrega de las llaves de un almacén donde se encuentra
el bien mueble.
 La entrega de documentos que dan derecho a recibir los
bienes:albaranes,títulos valores, etc.
 La inscripción en un registro público.
Es una forma de adquirir el derecho real de propiedad. Consiste en la
entrega de la posesión de una cosa con ánimo de transmitir su
propiedad. Corrientemente, la tradición consiste en el hecho físico de
la entrega de la cosa: es la llamada tradición real o tradición material.
Toda vez que lo importante radica en el efecto jurídico que
desencadena la tradición, hay que valorar cuidadosamente el móvil
que la justifica. Y éste suele hallarse en el contrato negocio jurídico
del que se deriva la obligación de entregar la cosa. En estas
consideraciones se fundamentan las variedades de tradición no real o
tradición fingida.

Prescripción: El proceso y las consecuencias de prescribir se conocen como


prescripción. El verbo prescribir por su parte, refiere a indicar, decretar o
dictaminar algo.
En el derecho, la prescripción consiste en la formalización de una situación de hecho
por el paso del tiempo, lo que produce la adquisición o la extinción de una
obligación.
Esto quiere decir que el derecho a desarrollar una determinada acción puede extinguirse
cuando pasa una cierta cantidad de tiempo y se produce la prescripción. Una causa
penal, por citar una posibilidad, puede prescribir si, por diferentes motivos, el juez no
emite el fallo en cuestión en el plazo máximo establecido por la ley.

adquisición:
es un hecho jurídico a lo que la ley atribuye el efecto de originar la
propiedad en una persona Y pueden clasificarse de varias formas,
pero la DISTINCIÓN CLÁSICA es la que diferencia entre:
 Modos originarios, cuando el derecho del adquirente nace ex
Novo” para él, independientemente de un derecho anterior de
cualquiera otra persona
 Y modos derivativos, cuando el derecho del adquirente deriva
causalmente de un derecho preexistente, por darse una relación
jurídica entre el causante y el causahabiente. Por esta razón, en
las adquisiciones derivativas:
→ Se exige la justificación del dominio en el causante
→ Nadie puede transmitir a otros más derechos de los que él mismo
tiene
→ El derecho se adquiere con las mismas ventajas y limitaciones que
tenía en manos del transmitente
→ Y si el título del transmitente es ineficaz, el adquirente realiza una
adquisición ineficaz (aunque esta regla se excepciona en ciertos casos
en que se protege la confianza en la apariencia en aras de la
seguridad jurídica)
El Código enumera los modos de adquirir el dominio en el ART. 609,
que encabeza el Libro relativo a los diferentes modos de adquirir la
propiedad”, estableciendo que
→ La propiedad se adquiere por la ocupación
→La propiedad y los demás derechos reales sobre los bienes se
adquieren y transmiten
por la ley
sucesión por muerte: La sucesión en Colombia es una figura jurídica
de derecho civil, que regula todo lo referente al proceso para llevar a
cabo la asignación legal de los bienes que hacían parte del patrimonio
del difunto. En Colombia la sucesión puede ser a titulo universal o
singular; es decir la persona que sucede a una persona difunda a
titulo universal, ostenta el derecho para suceder al difunto n todos sus
bienes, derechos y obligaciones transmisibles o en una cuota de ellos,
y se entiende que es a titulo singular cuando se sucede a una persona
en una o más especies de cuerpos ciertos o más especies
indeterminadas de genero según el artículo 1008 del código civil
colombiano. Además, dicho proceso puede emanar directamente de la
voluntad del difunto en vida, cuando tal voluntad está plasmada en un
testamento o por el contrario puede realizarse el proceso cuando no
existe tal documento, cuando se sucede en virtud de un testamento,
la sucesión se llama testamentaria, o si es en virtud de la ley se
denomina intestada o abintestato.

herencia: La principal diferencia existente entre la herencia y el


testamento es que la primera es un acto jurídico resultado del
fallecimiento de una persona, el cual tiene efectos sobre sus
herederos (quienes, por ley, están llamados a subrogarse en los
derechos y obligaciones del fallecido), mientras que el testamento un
acto previo a la muerte en el que se intenta regular a voluntad, hacia
dónde y a quién, dentro de los límites que marca la ley, se quiere
favorecer al morir.
La herencia definida en términos legales, es el acto jurídico (suceso
que implica el comienzo de derechos y obligaciones para una
persona) a través del cual una persona que fallece transmite sus
bienes, derechos y obligaciones a una o más personas, las cuales
serán llamadas herederos a partir de ese momento. La herencia es el
legado dentro de un patrimonio que deja una persona a la disposición
de otros; el Derecho de sucesiones es la rama del Derecho que se
ocupa de regular las herencias.
el testamento es la voluntad de una persona expresada en un
documento público antes de su fallecimiento, esto bajo un estado
jurídicamente lúcido para destinar los bienes, derechos y obligaciones
a los herederos. Dicha voluntad se registra en un documento ante un
Notario, quien será el responsable de guardarlo en el Registro de
Últimas Voluntades (o de instrucciones previas) y lo deberá dar a
conocer cuando llegue el momento.
Un testamento puede presentarse de dos formas: como Testamento
abierto y Testamento cerrado. El primero de estos se otorga ante el
Notario, quien conserva el original del documento evitando la
posibilidad de que este pueda extraviarse. Mientras que, en el
segundo, el testador, sin hacerlo público ni informar a nadie sobre
cuál es su última voluntad, declara que ésta se encuentra contenida
en un ‘pliego’ que entrega al Notario. En esta forma de testamento el
testador puede hacerlo de puño y letra y deberá ir con su respectiva
firma (esto se conoce legalmente como testamento ológrafo).
Pero para que ese testamento sea válido tiene que ser declarado ante
una Notaría. Allí el Notario reúne nuestros deseos en una declaración
de voluntades, para luego elevarlo a escritura pública donde reposará
posteriormente.
En caso del fallecimiento de una persona y en el Registro de últimas
voluntades no existe ningún testamento ni documento que manifieste
sus últimos deseos, se abre por ley un proceso que se llama “sucesión
intestada” (o “ab intestato”), ley que decidirá cuáles parientes serán
herederos y en qué proporciones serán repartidos los bienes.
Es acá donde reside la gran importancia de redactar y elevar ante
Notario la voluntad de una persona respecto al reparto de bienes tras
la muerte, sin importar la edad o espléndida condición física de la que
se goce, es una absoluta equivocación creer que este proceso es
exclusivo para personas en edades muy mayores.
Cuando falta el testamento de una persona fallecida, la ley defiere la
herencia a los parientes del difunto, al viudo o viuda y al Estado, bajo
el siguiente orden: en primer lugar, la línea recta descendente (hijos y
nietos); en caso de no haberlos quedarían en segundo lugar, sus
ascendientes (padres, abuelos etc.) y por último, y en caso que
tampoco hubiere los anteriores, heredará el cónyuge sobreviviente. Si
este no existe los bienes pasarían a manos de los parientes
colaterales del fallecido hasta el cuarto grado, es decir, sobrinos
nietos y primos hermano). Es por esta razón que se dice que
coloquialmente que la herencia desciende, luego asiente y por último
se extiende. En el caso extremo de no existir ningún familiar en los
tres órdenes anteriores hasta el cuarto grado, será el Estado quien
herede.
En el caso específico que una persona que no aparezca en un
testamento, este si podrá ser incluida, pero para ello necesitará
contratar un abogado que solicite la impugnación del testamento y de
esta manera probar el derecho de esa persona a formar parte de los
herederos. Esto puede hacerse probando el vínculo familiar que la
unía con el fallecido.
Por otro lado, en cuanto a las deudas, la ley establece que estas sí
pueden heredarse, pero solo si se las incluye dentro del testamento.
Debe quedar claro ante todo que testar, es decir, expresar el deseo de
reparto de los bienes tras la muerte, es un acto absolutamente libre,
así como lo es la disposición de la persona a quien se desean heredar
los bienes, muebles e inmuebles. Si este deseo no queda expresado
de ninguna forma, o en caso que no exista persona alguna que
reclame una herencia, el Estado tiene la obligación de disponer de
este.

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