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COLONOS: HIJOS DEL DESARRAIGO Y LA


ESPERANZA

MEMORIAS DE LA COLONIZACIÓN CAQUETEÑA

AÑOS VEINTE AL CINCUENTA DEL SIGLO XX

GABRIEL PERDOMO CASTAÑEDA


MIREYA EMPERATRIZ QUIÑONES QUIÑONES
6

Cada lugar tiene su tiempo, cada tiempo su marca,


cada desencanto su maravilla
Mario Benedetti
7

CONTENIDO

INTRODUCCION

Parte 1. CAQUETEÑIDAD: RÍO HUMANO EN EL GRAN CAQUETÁ.


COMPLEJIDAD DE SUBJETIVIDADES Y TERRITORIOS.

LA PREGUNTA POR LA CAQUETEÑIDAD

CAQUETEÑIDAD Y MIRADAS DESDE FUERA

CAQUETEÑIDAD: PLURALIDAD DE SUJETOS Y MOMENTOS


SOCIOCULTURALES DEL TERRITORIO

CAQUETEÑIDAD: CULTURAS NEGADAS Y SOCIEDADES EXCLUIDAS

CAQUETEÑIDAD: MIRARNOS DESDE DENTRO Y CONSTRUIR EL


NOSOTROS

CAQUETEÑIDAD: MEMORIA, CELEBRACIÓN Y NUEVOS PROYECTOS

BIBLIOGRAFIA

Parte 2. COLONOS: HIJOS DEL DESARRAIGO Y LA ESPERANZA.


MEMORIAS DE LA COLONIZACIÓN CAQUETEÑA. AÑOS VEINTE AL
CINCUENTA DEL SIGLO XX

1. CAQUETÁ: PARAISO INEXPLORADO Y LABERINTO DE SORPRESAS

2. COLONOS: ALMAS GRANDES Y BRAZOS FUERTES

3. “YO ME CASO Y ME VOY AL MONTE”

4. “NOS CRIARON COMO CATÓLICOS”

5. LA ESCUELA: LETRAS, NÚMEROS, DIOS Y PATRIA

6. COLONOS: DIOS, PATRIA, TRABAJO, MUJER Y RANCHO

BIBLIOGRAFÍA
8

INTRODUCCION

El texto que el lector tiene en sus manos consta de dos partes: la primera,
elaborada por Gabriel Perdomo Castañeda, titulada Caqueteñidad: Río
Humano en el Gran Caquetá. Complejidad de subjetividades y territorios, es un
artículo que hace una interpretación general sobre la constitución de sujetos
biopsicosocioculturales y la construcción del territorio en el devenir de etnias,
pueblos y sociedades a orillas del Río Caquetá y sus afluentes. Este artículo
inicialmente se pregunta por el sentido y razón de ser de la categoría
caqueteñidad; a su vez, hace una reflexión sobre la misma y sus miradas desde
fuera. Posteriormente, identifica una pluralidad de sujetos y momentos en el
devenir del territorio, concluyendo que hay una historia de culturas negadas y
sociedades excluidas. Finalmente, invita al lector y a la lectora caqueteños a
mirarse desde dentro y a construir el nosotros, a la vez que convoca al rescate
de la memoria sociocultural, a la celebración de la caqueteñidad y a la
construcción de nuevos proyectos.

La segunda parte, elaborada por Gabriel Perdomo Castañeda en compañía de


Mireya Emperatriz Quiñones, da cuenta de un momento histórico de la
subjetividad de la caqueteñidad, interpretando la formación sociocultural de los
colonos que llegaron al Caquetá entre los años veinte y cincuenta del siglo XX
después que “el golpe del caucho había pasado”. En esta tarea, nos hemos
preguntado cuál es el horizonte social y cultural que nos permite interpretar la
subjetividad de los actores sociales mencionados. Hoy podemos plantear que
como sujetos biopsicosocioculturales, los colonos de entonces fueron
constituidos en la interacción con los otros y su entorno, por lo cual su ser
psicosociocultural no puede ser comprendido al margen de la sociedad, la
cultura y la historia de su tiempo. En este segundo trabajo se intenta
comprender los imaginarios que impulsaron a los colonos a venirse al Caquetá
como tierra de promisión, paraíso inexplorado y fuente de sorpresas; también,
muestra el ser biopsicosociocultural de los colonos como “almas grandes y
brazos fuertes”, hijos del desarraigo y el coraje; a la vez, interpreta el
significado de los vecinos y el papel del trabajo en la configuración humana del
colono; además, se resalta a la viceparroquia y la escuela como instancias
instituyentes de la personalidad del campesino desplazado del momento, en el
contexto de una colonización signada por una cultura católica y en medio de
una economía frágil.

En el texto Colonos: hijos del desarraigo y la esperanza, desde la mirada de la


psicología social constructivista y la historia, se rescata la memoria del colono
caqueteño como sujeto humano inmerso en redes sociales y significativas,
urdimbres formadas en el imaginario del Caquetá y la Amazonia como tierras
9

baldías para conquistar y de indios para adoctrinar, en el contexto de la


Regeneración en Colombia, la puesta en marcha de la Constitución de 1886, el
desarrollo del Concordato entre el Vaticano y la República de Colombia, y los
Convenios de Misiones. Los colonos del Caquetá referidos en esta
investigación, en su mayoría eran huilenses expulsados por el latifundio y la
crisis económica, eran personas que buscaban un nuevo sitio bajo el sol, lugar
imaginado como el paraíso y el lugar de la esperanza. Al ingresar en este
territorio, los nuevos moradores interactuaron con los vecinos, la viceparroquia
y la escuela y en esta dinámica se constituyeron como un nuevo sujeto: el
colono, para quien sus referentes principales fueron patria, trabajo, mujer y
rancho.

Los colonos del Caquetá, de los años veinte a los años cincuenta del siglo XX,
desde sus historias de vida y relatos, interpretan sus formas de interacción,
representaciones sociales, actitudes, costumbres y las ideologías que
influyeron y definieron su personalidad histórica, en un momento del curso de sí
mismos y del territorio en el proceso de configuración de la Caqueteñidad,
categoría que tiene como uno de sus referentes al libro Capuchinos y
Caqueteñidad: Sujetos y Territorio (Caquetá: 1893-1951), publicado por la
Universidad de la Amazonia en 1999 con la autoría de Gabriel Perdomo
Castañeda.

Igualmente, este trabajo, en el área de subjetividad y colonización, recoge


entrevistas realizadas, categorizadas y editadas por los investigadores y
algunos estudiosos de las historias locales del Departamento del Caquetá. En
el proceso se recibió el aporte y asesoría de instituciones como el
Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de la Amazonia y la
Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD, CEAD Florencia, para la
cual elaboramos la Tesis de Grado para optar al título de Psicólogos: “Vecinos,
Familia, Iglesia y Escuela como Instituyentes del Colono Caqueteño”, Caquetá:
década del veinte al cincuenta del siglo XX.

De esta manera, con los dos ingredientes desarrollados, se contribuye a la


compresión objetiva y subjetiva de la Caqueteñidad, profundizando en uno de
los momentos de la conformación de la subjetividad del colono, asumiendo,
como dice Mario Benedetti, que cada lugar tiene su tiempo, cada tiempo su
marca, cada desencanto su maravilla.

Gabriel Perdomo Castañeda


Mireya Emperatriz Quiñones Quiñones
10

1
COMISARIA DEL CAQUETA (Junio 17 de 1912 hasta marzo 14 de 1950)

1
La Comisaría del Caquetá incluía entonces a Puerto Leguízamo que actualmente hace parte del
Putumayo. Cfr.: CORDOBA, Juan B. Compendio Geográfico de la Intendencia del Caquetá. Bogotá:
imprenta Nacional, 1954, p 23.
11

Parte 1

CAQUETEÑIDAD: RÍO HUMANO EN


EL GRAN CAQUETÁ

COMPLEJIDAD DE SUBJETIVIDADES Y TERRITORIOS

Gabriel Perdomo Castañeda


12

CAQUETEÑIDAD: RÍO HUMANO EN


EL GRAN CAQUETÁ

COMPLEJIDAD DE SUBJETIVIDADES Y TERRITORIOS

“Cada lugar tiene su tiempo, cada tiempo su marca, cada desencanto su maravilla”
Mario Benedetti

Gabriel Perdomo Castañeda


Profesor Titular
Universidad de la Amazonia

LA PREGUNTA POR LA CAQUETEÑIDAD

En el ejercicio de mi actividad académica me he propuesto interrogar al


Caquetá en su proceso territorial y humano, para que me diga de qué ternuras
y violencias ha nacido, qué vicisitudes ha experimentado en su fluir histórico,
qué es hoy y qué perspectivas de desarrollo tiene. Desde esta mirada se
pretende otear una complejidad de pueblos y por tanto de subjetividades 2 y
territorios, en distintos tiempos de este devenir del rio humano del Gran
Caquetá. A esta complejidad objetiva y subjetiva, biofísica, sociopolítica y
simbólica, la he categorizado con la expresión caqueteñidad, reconociendo de
antemano que la elaboración de este constructo teórico es una tarea colectiva y
compleja de investigadores sociales en la cual pesan las incertidumbres del
saber3.

Caqueteñidad4, como expresión del ser biopsicosociocultural del Caquetá, la


enuncié en 1977 y como saber y categoría en construcción rebasa toda
definición naturalista, positivista, reduccionista y pretende dar cuenta de los
procesos de configuración objetiva y subjetiva de sociedades y culturas
particulares, inmersas en la cordillera, el piedemonte cordillerano, el llano y las
2
PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel y QUIÑONES, Mireya Emperatriz . Vecinos, Familia, Iglesia y Escuela
como Instituyentes del Colono Caqueteño. Caquetá: Década del Veinte al Cincuenta del Siglo XX. Tesis
de Grado para optar al título de Psicólogo, Florencia: Universidad Abierta y a Distancia UNAD, 2009.
3
WALLERSTEIN, Inmanuel. Las Incertidumbres del Saber. Barcelona: editorial Gedisa, 2005.
4
La expresión caqueteñidad, ha sido pensada en un proceso: inicialmente fue acuñada por el suscrito en
el año de 1977; posteriormente elaboré el artículo “Caqueteñidad: fuente rica para una cultura popular”
(1990); más tarde produje la ponencia “Caqueteñidad: categoría interpretativa de un territorio Amazónico”
(1995); luego, el texto denominado: “Capuchinos y Caqueteñidad: sujetos y territorio (Caquetá: 1893-
1951) publicado en 1999 y el texto mencionado anteriormente “Vecinos, Familia, Iglesia y Escuela como
Instituyentes del Colono Caqueteño..”. Actualmente elabora un texto sobre la historia doble del Caquetá,
cincuenta años, siglo XX.
13

selvas Amazónicas como son específicamente la extensión y conjunto de


pueblos ribereños del río Yapurá o Caquetá y sus afluentes como el Guecaya o
Caguán, Suya u Orteguaza, como los denominaron respectivamente indígenas
y españoles. A esta construcción el gran Río Caquetá le dio nombre y abarca
“todas las parcialidades de esta República nadante”5 tal como la describieron
literalmente los franciscanos en el siglo XVIII, quienes estaban admirados por la
espesura de la selva y el caudal abundante de sus ríos.

Rio Caquetá, cerca de San Francisco Solano, Cortesía Jesús María Cataño

CAQUETEÑIDAD Y MIRADAS DESDE FUERA

Al interpelar históricamente sobre la conformación de la caqueteñidad y sus


imaginarios, se descubre, entre otros aspectos, que ésta es el producto de
contradictorias y distintas miradas desde fuera, que han afectado nuestro ser
psicosociocultural y el territorio en sus dimensiones biofísica, sociopolítica y
simbólica, inmersos en este río humano e histórico.

5
ARCILA ROBLEDO, Gregorio. Apuntes históricos de la Provincia Franciscana de Colombia. Bogotá:
imprenta Nacional, 1953, pág. 282
14

En el siglo XVI, el territorio del gran Caquetá fue el lugar imaginado de “El
Dorado”, morada de las Amazonas. Por el territorio del Fragua pasó el
expedicionario Hernán Pérez de Quesada en 1592; este espacio fue codiciado
en el tiempo del mercantilismo, pero también fue el territorio imaginado de
monstruos y terribles fieras, espacio de sueños y delirios. A mediados del siglo
XVIII, la Provincia del gran Caquetá, fue el escenario de “gentes baldías” como
lo afirmaba el fraile franciscano Martín de Montalbán al referirse a los indígenas
quienes fueron organizados en pueblos cuyos nombres fueron registrados así:
Andaquíes del Hacha, San José del Bodoquero, San Antonio del Caquetá, San
Francisco Solano, Santa María del Caquetá, el Pescado de los Andaquíes y
otros, durante la conquista y la colonización española.

Hacia finales del siglo XIX e inicios del XX, después de ser olvidado el Caquetá
por el gobierno central a raíz de las guerras civiles, se miró a la Amazonia
Colombiana como un escenario de tierras baldías para conquistar e indios para
catequizar. Entonces, más allá de los indígenas y negros fugitivos por los
lados de San Francisco Solano (1773) en las márgenes del río Caquetá,
irrumpieron comerciantes: eran los quineros y caucheros, hijos de la aventura,
el azar y la necesidad6.

En el siglo XX, especialmente a partir de los años veinte, el Caquetá, desde


fuera, fue visto como “palacio encantado”, “el paraíso perdido”, “mundo de
mundos inexplorados” para abrigo de colonos, hijos del desamparo social, la
esperanza y el coraje.

6
PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Capuchinos y Caqueteñidad: sujetos y Territorio (Caquetá: 1893-
1951). Florencia: Universidad de la Amazonia, 1999, pág. 25.
15

Después de los años cincuenta, la violencia liberal-conservadora, la


inexistencia de reformas agrarias, la debilidad del Estado y el conflicto
sociopolítico arrojaron nuevos migrantes: eran hijos de la violencia, quienes
manifestaban su vocación de paz, de justicia social y se encontraban con los
otros para construir una nueva sociedad. Años después, el fracaso de las
políticas de colonización, la violencia social y la llegada de los cultivos ilícitos 7
transformaron parcialmente nuestra sociedad y cultura, situación agravada por
el conflicto social y armado que desde hace más de cuatro décadas vive el
país.

Actualmente, en el siglo XXI, un gran número de herederos de la colonización,


son hombres y mujeres amazonizados, jóvenes y niños nacidos aquí, quienes
tienen el reto histórico de modelar una sociedad justa, sustentable y
socialmente democrática.

CAQUETEÑIDAD: PLURALIDAD DE SUJETOS Y MOMENTOS


SOCIOCULTURALES DEL TERRITORIO

Al interpretar históricamente el proceso de conformación de la caqueteñidad


como devenir de sujetos y del territorio, se descubre, entre otros aspectos, que
ésta ha sido producto de diversos sujetos biopsicosocioculturales, que han sido

7
JARAMILLO, Jaime Eduardo y otros. Colonización, Coca y Guerrilla. Bogotá: Alianza Editorial
colombiana, 1989. 322 págs.
16

constituidos en momentos y/o diversas coyunturas vividas en el territorio, que


deben ser estudiadas de manera sistemática, teniendo en cuenta la
construcción del territorio y la constitución de diversos actores o protagonistas
de la misma; a la vez esta formación sociocultural ha sido afectada por
contradictorias y distintas miradas que han incidido en su devenir.

La caqueteñidad es un movimiento biopsicosociocultural de hombres y mujeres


inmersos en diversos momentos de un devenir territorial y humano a veces
heterogéneo, tortuoso, híbrido8, con desarrollo contradictorio y desigual;
síntesis de diversas mentalidades y de metamorfosis del hombre en este
territorio. Este proceso se abordaría teniendo presente por lo menos los
siguientes momentos o coyunturas socioculturales:

La “gente baldía”: la colonia y la negación de la identidad del indígena, Caquetá


1635-1800. Más allá de los imaginarios que se tejieron sobre la Amazonia, el
Caquetá era básicamente un territorio de indígenas: Andaquíes en la tierra de
los ríos Hacha, Orteguaza, Pescado y Solano; Tamas en la ribera del río
Guecaya –Caguán–; Macaguajes en la boca del Mecaya –Orteguaza–;
Coreguajes en el Mecaya y Zenzeguajes, Payaguajes y toda la familia de los
Carijonas. La tragedia de la selva y fundamentalmente de estas regiones
indígenas comenzó con el etnocentrismo de la dominación española. He aquí el
testimonio de Fray Martín de Montalbán:

“ ...y navegando sus caudalosos ríos hallé en el recinto de uno u otro río
tanta gente que con su ceguedad constituían para Luzbel un dilatado
imperio...y ahora que en esta provincia han salido al pueblo de
Condagua, pueblo cristiano y pacífico de la jurisdicción de la antigua
ciudad de Mocoa, se me hace preciso postrarme a los píes de V.E. y
suplicar como patrón de la Fe Católica se sirva hermanar con su poder el
brazo derecho de la iglesia y el siniestro de las fuerzas seculares...Por lo
que, E.S. apelo a la cristiandad y celo para que en la consecución de tan
alto fin se empeñe toda la real autoridad de V.E.,(...) para que por el
medio posible contenga a ésta gente, pues para éste fin hay muchos en
esta ciudad que se han indultado de atroces delitos con el reto de asistir
a este fin y respecto de haber fuera de ésta mucha gente baldía”. 9

Este testimonio señala una ruptura en el acontecer histórico de los indígenas,


quienes eran distintos por sus valores y por la organización de su vida material
y espiritual, expresadas en sus diferentes formas de manejar la tierra, de
gobernarse, de hablar y de adorar a sus dioses, de vivir en comunidad, etc. A
partir de ese momento, entraron en una relación de dominación que comenzó a
ser ejercida por “el brazo derecho de la iglesia” y “el siniestro de las fuerzas
8
GARCÍA CANCLINI, Néstor. Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. Buenos
Aires. 1992.
9
CUERVO, Antonio B. Colección de documentos inéditos sobre geografía e historia de Colombia.
Bogotá: 1894, Tomo 4, pp. 301-303)
17

seculares”. Dada la mentalidad de la época se impuso la negación de la


identidad de esos pueblos y por ello se le dio el calificativo de “gente baldía”, tal
como se expresa en el texto citado anteriormente. Esta condición se impuso en
el Caquetá durante la colonia bajo la dirección de los frailes franciscanos (1635-
1800), quienes desde los conventos de Quito, Popayán y Neiva impulsaron las
misiones y dentro de dicha dinámica constituyeron pueblos “formados a son de
campana”, tales como Santa María del Caquetá, en la banda sur, un poco más
arriba del río Mecaya; Andaquíes del Orteguaza, más arriba de Solano; San
Miguel de Picuntí; Nuestra Señora de las Gracias del Río Caguán; San Antonio
de los Tamas; San Francisco Solano; Los Canelos y la Bodoquera.10

Ilustración tomada del texto Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. Estado del Cauca,
Territorio del Caquetá, dirigida por el General Agustín Codazzi. Edición y comentarios: Camilo Dominguez,
Augusto Gómez, Guido Barona, 1996

Para facilitar el adoctrinamiento de los indígenas, los misioneros no solo


aprendieron sus lenguas, sino también generalizaron una de ellas: la Cenoa.
Desde entonces se impulsó su integración a partir de la exclusión de sus
culturas y del “ninguneo”, también practicado por los Jesuitas durante el periodo
de su presencia en la región amazónica entre 1844 y 1857. Posterior a este
momento, los territorios del Putumayo y Caquetá quedaron en la “orfandad
espiritual” hasta inicios del siglo XX, cuando frailes capuchinos catalanes, dado
el triunfo de la Regeneración Política, del Concordato entre el Vaticano y el
Estado Colombiano y los Convenios de Misiones, se propusieron abrir otra vez
ésta frontera espiritual bajo un modelo hispánico. 11

10
Ídem.
11
PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Capuchinos y Caqueteñidad; sujetos y territorio (Caquetá: 1893-
1951) Florencia: Universidad de la Amazonia, 1999.
18

Negros y palenques en el Caquetá. Pero el territorio caqueteño durante el


siglo XVIII fue también un lugar de refugio del negro y espacio abierto para las
negritudes en su lucha contra la esclavitud por parte del blanco. En su informe
de 1773, los Frailes Franciscanos afirmaron que por los lados de San Francisco
Solano existían negros mineros trabajando, y el cronista revela la existencia de
palenques por entonces:

“...en la distancia de 10 días de camino por agua y tierra que hemos


apuntado, medida desde la primera fundación de San Francisco, se
encuentran también en el mismo ejercicio dichos Aguanungas y viviendo
con ellos algunos negros fugitivos que por eximirse de la servidumbre...se
han venido de esa ciudad –Pasto– y de las reales minas de la provincia del
Chocó, y retirándose a éstas montañas como también otros esclavos y
mestizos libres...y lo más en una colina fortificada y defendida por la
naturaleza, que se eleva a la banda del norte y en la orilla septentrional del
Caquetá, y frente a la boca de un riachuelo que llaman Yuruyaco, en
donde van formando su palenque y dista un día de jornada de navegación
de los referidos pueblos desamparados de San Antonio del Caquetá”12

12
CUERVO, Antonio B. Colección de documentos inéditos sobre geografía e historia de Colombia.
Bogotá: 1894, Tomo 4 , p 257
19

El negro Mosquera, junto a un “indio reducido” orientador de Codazzi en su viaje por el medio Caquetá,
siglo XIX

Quineros y caucheros. Hacia finales del siglo XIX e inicios del siglo XX,
después de ser olvidado el Caquetá por el gobierno central a raíz de las
guerras civiles, se miró este territorio y a la Amazonia Colombiana como un
escenario de tierras baldías para conquistar, e indios para catequizar.

Novela referida a las caucherías


20

Entonces, en las márgenes del Río Caquetá irrumpieron nuevos sujetos


psicosocioculturales: eran comerciantes empresarios, peones Quineros y
caucheros13; por ese tiempo predominó la vida cauchera cuya esencia era “el
azar, la necesidad y la anarquía moral que correspondía, a su vez, a una
economía marginal y extractiva, dependiente de los vaivenes del precio del
caucho, que dialécticamente alimentaba un poblamiento fantasma y la axiología
del aventurero”14, en un sistema de explotación del caucho que generó un
genocidio de más de 50 mil indígenas, especialmente en el bajo Caquetá, y en
la regiones de El Encanto y La Chorrera, pertenecientes al territorio del
Amazonas. Estos caucheros fueron caracterizados por Antonio García como
“los más fuertes y los más débiles, los más rencorosos y los más humanos,
todos reunidos por un imperativo biológico, en el mismo paraíso y en el mismo
infierno”15; esta misma circunstancia fue narrada por José Eustasio Rivera en
La Vorágine y también en la novela Toá16 de Cesar Uribe Piedrahita.

Toá, Narraciones referidas a las caucherías

Colonos: hijos del desarraigo y la esperanza. En la década del 20 del siglo


XX la crisis del caucho se acentuó por la competencia extranjera que se daba
en Malasia y dada una crisis en la economía nacional se inició en el Caquetá
una colonización básicamente de campesinos huilenses quienes recién

13
La quina tuvo su explotación intensiva a partir de 1875, y encontró su época de depreciación en 1884,
cuando empezó el auge del caucho (Cfr. PARDO, Ricardo. La región del Caquetá y la compañía peruana.
EN Repertorio Boyacense .Tunja, 1912)); en cuanto al caucho “la época inmediatamente anterior y
posterior al comienzo de la guerra (1889-1902) fue el momento de la de verdadera prosperidad por los
altos precios como por la abundancia de árboles y facilidades topográficas para la explotación. (ROCHA.
Joaquín. Memorándum de viaje. Bogotá; casa editorial el Mercurio, 1905, p. 67).
14
PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. op., cit. p. 10
15
ARTUNDUAGA BERMEO, Félix. Historia General del Caquetá. Florencia Ed. Jaime Gómez, 1984, pág.
159.
16
URIBE PIEDRAHITA, Cesar. Toá. Narraciones de caucherías. Medellin: editorial Bedout S.A., 1982
21

llegados empezaron a organizar fincas y pueblos junto a los antiguos caucheros


fracasados. Posteriormente se fortalecieron las fundaciones anteriores y se
constituyeron otros pueblos tales como Belén –1917–, Guacamayas –1921– y
varias fincas fueron creadas en las riberas del Caguán y del Guayas. Por esta
coyuntura de los años veinte hasta los cincuenta, la población comenzó a
aumentar en el territorio: si en 1938 el Caquetá tenía 20.000 moradores, en
1951 ya se registra en el censo 45.471 habitantes.

Antes, en el tiempo de las caucherías, había predominado un espíritu


aventurero y extractivo; desde los años veinte del siglo XX, se inauguró un
espíritu campesino productivo con nuevos sujetos psicosocioculturales
denominados colonos, quienes fueron caracterizados como “gente heroica en el
trabajo, que no se arredra ante las dificultades más grandes de la selva, y la va
convirtiendo rápidamente en cultivos y ganadería, y que se lleva la palma de
una transformación extensa, rápida y definitiva de los terrenos”17. En este
contexto, el Caquetá fue visto como “palacio encantado”, “el paraíso perdido”,
“tierra de promisión”, “mundo de mundos inexplorados”. Entonces, sus
colonizadores fueron básicamente campesinos de origen huilense, liderados
social y culturalmente por los frailes capuchinos catalanes; esta colonización de
hombres y mujeres honrados, de vida tranquila, muchas veces rutinaria, sufrió
un sobresalto: el Conflicto con el Perú (1932-1933), que vinculó el territorio al
Estado y la nación colombiana y obligó al gobierno a construir la carretera
Altamira-Florencia y a traer una sucursal del Banco de la República, con lo cual
se dinamizó el comercio regional.

Colonos: hijos de la violencia liberal-conservadora. A partir de 1948 a raíz


del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán o El Bogotazo y la guerra civil entre
liberales y conservadores, se produjo una “desbandada de inmigrantes
atemorizados”18 e irrumpió un proceso de colonización masivo que hizo
fortalecer los antiguos pueblos y generó la aparición de otros tales como
Doncello –1951–, Paujil –1952– y otros.

La violencia liberal-conservadora, la inexistencia de reformas agrarias, la


debilidad del Estado y el conflicto sociopolítico arrojaron nuevos migrantes:
eran colonos, hijos de la violencia partidista, quienes manifestaban su
vocación de paz y se encontraban e interactuaban con los otros, para construir
una nueva sociedad; entonces, la sociedad caqueteña dejó de ser una
colonización de huilenses para abrirse a diversas regiones del país. Por otra
parte, es necesario tener en cuenta que después de la mitad del siglo XX hasta
nuestros días, los Misioneros de La Consolata, de procedencia Italiana,
ejercieron un papel protagónico en la conducción cultural de la sociedad.

17
DE IGUALADA, Francisco. Estado de la Misión del Caquetá en 1940”, en Amazonía Colombiana
Americanista. Vol. 1 No. 2, Sibundoy, 1940, pág. 29.
18
AMEZQUITA, Carlos. Nuevos modelos de vinculación de zonas de colonización a la vida nacional.
Neiva, Centro de Estudios Surcolombianos, 1981, p. 34.
22

Colonos: hijos de la violencia social y conflicto sociopolítico. En los inicios


de la década de los setenta del siglo XX, el conflicto de tierras en Colombia y la
violencia social, siguen generando oleadas de migrantes y en ese contexto
surgen nuevos pueblos tales como San José del Fragua –1961–, Milán –1964–,
Valparaíso –1964–, Puerto Manrique –1965–, Cartagena del Chairá –1963–,
Curillo –1966–, Puerto Torres –1967–, Rionegro –1968–, Yurayaco, entre otros.
El crecimiento de la población fue una constante: si en 1951 el Caquetá tenía
45.471 habitantes, en 1964 pasó a 103.718 y en 1973 llegó a la cifra de
179.745 habitantes. El origen de estos migrantes puede apreciarse en el
siguiente cuadro:19

Zonas de inmigración al Caquetá


1964 1979
Huila 53.3%
Tolima 15.8% 55.0%
Caldas 6.7%
Cundinamarca 5.2% 8.5%
Valle 4.7% 5.0%
Boyacá 3.5%
Antioquia 7.4%
Risaralda 4.6%
Cauca 4.0%
Nariño 2.0%
Restantes 10.9% 13.5%
TOTAL 100.0% 100.0%

Para los años 70, en virtud de la ausencia del Estado en la región y del
incremento de los conflictos sociopolíticos del país, se produjeron nuevos
frentes de colonización y aparecieron asentamientos humanos tales como
santa Fe –1971–, Cumarales –1984–, Remolino –1976–, Monserrate –1984–,
Santo Domingo –1985– y Peñasco. Este espacio sociocultural, también fue
integrado por colonos oriundos del Huila, Tolima, Caldas y Antioquia.20

19
Para los datos de 1964, Véase BRUCHER, Wolfgang. La colonización de la selva pluvial en el
piedemonte amazónico de Colombia. Bogotá: IGAC, 1968, pág. 76. Los datos de 1979 son aportados por
el INCORA y citados por PULECIO YATE, Jorge. “Aspecto socioeconómico de la actual colonización del
Caquetá”. Bogotá: Universidad Nacional, monografía de grado, 1981, p. 48.
20
JARAMILLO, Jaime Eduardo, MORA, Leonidas y CUBIDES, Fernando. Colonización, coca y guerrilla.
Bogotá, Alianza Editorial Colombiana, 1989.
23

Posteriormente, dado el fracaso de las políticas de colonización, la pobreza de


los colonos, la carencia de servicios públicos, se generaron paros campesinos y
populares como el Paro Campesino –1971–, el Paro Cívico Pro-Electrificación
del Caquetá –1977–21. Además, a mediados de la década del setenta del siglo
XX, la crisis social de la colonización fue un caldo de cultivo para la llegada de
los cultivos ilícitos y la aparición de actores violentos22 que incidieron en la
sociedad y la cultura.

21
PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Paro Cívico pro-electrificación del Caquetá (1977). EN: Florencia
Hoy, edición 80, septiembre de 2007, págs. 6-7.
22
RAMIREZ MONTENEGRO, Roberto. Procesos recientes de guerra y paz en la amazonia colombiana.
EN: UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Dimensiones territoriales de la guerra y la paz. Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia, 2004, p. 603-620)
24

“Manifestación de las ollas y canastos vacíos”. Paro Cívico Pro Electrificación del Caquetá, julio 18 de
1977. Archivo particular del autor.

Las necesidades del campesinado caqueteño volvieron a expresarse


nuevamente en 1996 en las marchas campesinas que demandaban políticas
agrarias, sustitución de cultivos ilícitos, inversión social y programas de
desarrollo integral; ante estas situaciones desafortunadamente las élites
sociales y gobernantes del país no han dado respuesta y desgraciadamente se
ha impuesto la guerra.

Imagen de los campesinos asentados en Morelia durante las Marchas Campesinas, 1996. Imagen tomada
del archivo de la Vicaría del Sur, Morelia Caquetá.

De otra parte, los indígenas hoy han quedado reducidos en toda la región a
menos de tres mil quinientas personas, integrantes de minorías étnicas como
los Coreguaje y Uitoto, los inmigrados Emberá del Chocó y Nasas del Cauca,
todos ellos afectados por los procesos de colonización, el narcotráfico y los
conflictos sociales y culturales contemporáneos.
25

“La catequesis a los indios”. De Vilanova, Tomo II, 1947, Pág. 140.

Jóvenes y niños amazonizados. En 1985 el Caquetá ya tenía 240.473


moradores y en el año 2005 el DANE calculaba una población de 420.337 que
actualmente se acerca a los 500.000. Hoy, además de las generaciones
mayores irrumpe un gran número de herederos de estos procesos de
colonización: niños y jóvenes nacidos aquí, quienes están en un proceso de
crear sentido de pertenencia y tienen el reto histórico de modelar una sociedad
justa y democrática.
26

En síntesis, la caqueteñidad es hija de la indianidad y el mestizaje, es también


expresión del negro fugitivo en busca de la libertad en el embrujo de la
manigua, es la urdimbre de economías extractivas y colonización, donde se ha
heredado la aventura, la esperanza y el coraje. El caqueteño históricamente
lleva en sus raíces un espíritu aventurero y una vocación productiva y de paz,
todo lo cual se ha manifestado en el afán de riqueza, conquista de la tierra, la
cultura y la justicia social; como hombres y mujeres precolombinos, negros y
mestizos han construido un nuevo pueblo que tiene sed de justicia social tal y
como lo han expresado en sus movimientos sociales y políticos.

Es obvio que cada uno de los anteriores momentos del devenir territorial y de
diversos sujetos en el Caquetá, incluyendo indígenas y negritudes, merecen ser
estudiados con detenimiento para conocer con profundidad el proceso del ser y
devenir de nuestra formación sociocultural que aquí denominamos
caqueteñidad.

CAQUETEÑIDAD: CULTURAS NEGADAS Y SOCIEDADES EXCLUIDAS

No hay duda que el devenir sociocultural del gran Caquetá, un complejo


territorio de la Amazonia Colombiana, tiene que ver con una historia de culturas
negadas y sociedades excluidas. El Caquetá ha sido una historia de culturas
negadas en cuanto nuestro pasado y parte de nuestro presente es expresión de
27

diversas comunidades indígenas Andaquíes, Coreguajes, Uitotos, Inganos y


otras, miradas y manipuladas por el hombre blanco, quienes bajo el gobierno
central y sus élites sociales y políticas decidieron transformar a los indígenas en
hombres “civilizados”, negando sus cosmovisiones, sus costumbres, sus
idiomas para adecuarlos a la llamada Nación Colombiana, según el modelo
católico e hispánico. Esta situación de negación de las culturas propias ocurrió
con intensidad hasta mediados de los años setenta del siglo XX cuando las
organizaciones indígenas levantaron su voz y exigieron respeto a su identidad,
reivindicación formulada en la Constitución de 1991 que reconoció el carácter
multiétnico y pluricultural de la sociedad colombiana. Hoy, las minorías
indígenas siguen luchando por el respeto a sus identidades y territorios y por
ser incluidos en un proyecto social que les asegure su supervivencia y un
desarrollo humano sustentable.

Monumento a la manigua del escultor Emiro Garzón, entrada en la universidad de la amazonia, en


Florencia: manos implorantes en la manigua caqueteña.

El Caquetá ha sido un acontecer de sociedades negadas –indígenas y negros–


y excluidas –colonos–, en cuanto su pasado y su presente no ha sido una
expresión de ángeles y príncipes sino un río humano de hombres y mujeres,
quienes en su condición de colonos fueron arrojados a estas selvas del sur por
la concentración del capital y la pobreza para conquistar un sitio bajo el sol.
28

La actual población que habita el Caquetá, con excepción de los indígenas, se


comprende en un período histórico de corta duración de aproximadamente cien
años. Esta población, envuelta en los conflictos del país, no ha tenido un tiempo
reposado para consolidarse, sedimentarse y distinguirse de otros pueblos;
además, gran parte de la población joven vive inmersa en la dinámica de los
medios de comunicación, las imágenes y voces de culturas
“desterritorializadas”, situación ésta que contribuye a que algunos jóvenes
tengan precario sentido de pertenencia.

AMAZONIA COLOMBIANA AMERICANISTA, primera revista para pensar la amazonia,


creada por el fraile capuchino Marcelino de Castellvi

CAQUETEÑIDAD: MIRARNOS DESDE DENTRO Y CONSTRUIR EL


NOSOTROS

Durante mucho tiempo, con excepción del breve período del CILEAC (Centro
de Investigaciones Científicas y Etnográficas de la Amazonia Colombiana –
1934 a 1951–, fundado por el ilustre Fraile Marcelino de Castelví, los
caqueteños dejamos de mirarnos a nosotros mismos; razón tiene Camilo
Domínguez cuando afirma que “durante la mayor parte del siglo XX el Caquetá
creció de espaldas al Amazonas y mirando hacia el rio Magdalena; solamente
en los dos últimos decenios se percató de su pertenencia regional y del papel
29

protagónico que tiene que cumplir en su contexto, dejó de ser una provincia del
Huila y asumió las funciones de adalid en la Amazonia Colombiana.23”

Hoy, desde la caqueteñidad, entendida como el devenir de un viaje a lo


nuestro, memoria y expresión biopsicosociocultural de indios, negros, mestizos
y mulatos, quienes al encontrarse colectivamente se re-descubren en un trabajo
de autoconciencia colectiva y se proponen engendrar el nosotros desde el
yapurá o Caquetá: una complejidad pluricultural y biodiversa, rica en luces y
colores, abierta a la nación y al mundo.

La caqueteñidad, como categoría de lo cultural en el Caquetá 24 y como devenir


histórico, tiene que ver también con el rescate de la memoria histórica, la
promoción de la creación cultural y el encuentro lúdico de los diferentes grupos

23
SINCHI, Caquetá; Construcción de un territorio Amazónico en el siglo XX. Bogotá: Tercer mundo
editores, 2000, pág. 13.
24
En el año 2001 y 2002 con el Ministerio de Cultura, la Universidad de la Amazonia, el Fondo Mixto
para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá, el Instituto Departamental de Cultura, desde el
Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad, con la dirección de los Profesores Gabriel
Perdomo Castañeda y Luis Eduardo Delgado Santacruz, se realizó el Diplomado en Gestión Cultural
Comunitaria con gestores culturales del centro, del sur y del norte del Caquetá, cuyo eje interpretativo y
reflexivo fue la categoría Caqueteñidad lo cual llevó a crear, promover, desarrollar y fortalecer proyectos y
eventos artísticos con contenido local y regional como el Festival Folclórico San Pedro en Florencia y
Encuentro de la Caqueteñidad; también en Florencia se realiza El Colono de Oro. A nivel de los
Municipios del Caquetá hay otros eventos tales como: el Festival Departamental de Danzas de Curillo
(Busca la danza representativa de cada Municipio), el Festival del Rio (Belén), Festival El Paujil de Oro
(Paujil), Festival Sueños del Bodoquero (Morelia), Festival El Yariceno (San Vicente), Festival del Caucho
(Doncello), Festival del Sanjuanero Montañitense (Montañita); Festival Encuentro de Culturas indígenas
(Milán). Por otra parte, desde el año 2005 hasta el 2007 la Alcaldía de Florencia celebró las jornadas de
la caqueteñidad.
30

humanos o etnias que construyen sociedad en el Caquetá, desde el aquí y el


ahora.

Revista del Departamento de Ciencias Sociales,


Universidad de la Amazonia, Florencia Caquetá

Construir caqueteñidad hoy, significa esencialmente que los pueblos y culturas


en el Caquetá se miren desde dentro y se autorreconozcan colectivamente y
rescaten la memoria de sus pueblos.

La caqueteñidad, como expresión de pertenencia, de sujetos y territorios en


devenir a orillas del Caquetá y sus afluentes, no crece silvestre sino que ella es
un rio histórico, una construcción humana y social.
31

CAQUETEÑIDAD: MEMORIA, CELEBRACIÓN Y NUEVOS PROYECTOS

Semana cultural del Caquetá organizada por el sacerdote y luego Obispo José Luis Serna
Alzate, Florencia, 1964.

La categoría caqueteñidad pretende ser un instrumento pedagógico para


rescatar la memoria histórica, fortalecer la creación cultural, promover el
diálogo interétnico y social de los pueblos del Caquetá. La caqueteñidad puede
ser también la celebración de la fiesta grande de la presencia indígena, negra y
mestiza, la odisea colonizadora, el presente joven e infantil de una población
amazonizada, y expresión de los anhelos colectivos de construcción de un
proyecto sociocultural, que se apropia de la riqueza de su pluralidad étnica y su
rica biodiversidad.

Se necesita, entre otras urgencias, que desde una toma de conciencia


colectiva, las diversas generaciones conozcan las historias, el ser del Caquetá
y lo puedan rescatar y recrear en la obra histórica, en la literatura, en la música,
en la danza, en el teatro, en la arquitectura, en síntesis, en el arte y en las
distintas expresiones estéticas. Además, esta sociedad de indígenas, de
negros, de mestizos colonizadores, de niños y jóvenes amazonizados, esperan
una nueva oportunidad para expresarse y para inventar el nosotros, desde
Florencia25, desde los pueblos del Caquetá y la Amazonia Colombiana.

25
PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Florencia: Personajes, instituciones y símbolos. (1902-2002).
Documento sin publicar.
32

En síntesis, la caqueteñidad es un devenir histórico sociocultural, heredero de


muchas etnias, procesos migratorios y conflictos sociopolíticos; la caqueteñidad
tiene muchos rostros, muchas caras, muchas historias, variados matices,
expresiones múltiples del Caquetá y Colombia; pero más allá de estas disímiles
circunstancias que definen su particularidad, ella es un complejo sociocultural
amazónico del Gran Caquetá. La expresión caqueteñidad reivindica el derecho
a reconocernos colectivamente, a rescatar nuestra memoria colectiva,
favoreciendo el diálogo sociocultural y la construcción de un nuevo proyecto de
sociedad y cultura; pero, sobre todo, la categoría caqueteñidad pretende que
nos estudiemos desde nuestras particularidades, pues como lo confiesa Mario
Benedeti “cada lugar tiene su tiempo, cada tiempo tiene su marca, cada
desencanto su maravilla”, y aún más en el ámbito de apertura a la nación y al
mundo. Este conocernos e inventarnos a nosotros mismos ocurre en la
dialéctica de lo global y lo local donde “la globalización se localiza, y las
localidades se globalizan”, oteando, a la vez, un horizonte más complejo, pues
la denominada “globalización” muchas veces no es otra cosa que la imposición
y dominio de un sistema económico neoliberal, de mercado; no obstante, más
allá de esta circunstancia determinante, en el planeta se impone la
mundialización que implica encuentro, yuxtaposición, asimilación o no de
diferentes culturas en un fenómeno complejo de interculturalidad que es
necesario comprender desde nuestra localidades y especificidades.

Jornada de la caqueteñidad y Festival San Pedro en el Caquetá, Florencia, 2007.

La caqueteñidad, como mirada del río humano en el gran Caquetá,


complejidad de sujetos y territorios y como auto comprensión colectiva de estos
pueblos, facilita imaginar y construir símbolos y variadas expresiones que den
cohesión, alimenten, fortalezcan el alma colectiva de estas sociedades y
culturas, quienes reclaman un sitio bajo el sol en la construcción de un nuevo
33

país en el cual la equidad social y las políticas de inclusión sean una prioridad
del Estado y donde siguiendo a García Márquez las estirpes condenadas a la
soledad tengan derecho a una nueva oportunidad sobre la tierra y puedan
construir caminos de paz social, democracia, justicia y libertad.
34

Parte 2

COLONOS: HIJOS DEL DESARRAIGO Y LA


ESPERANZA

MEMORIAS DE LA COLONIZACIÓN CAQUETEÑA

AÑOS VEINTE AL CINCUENTA DEL SIGLO XX

Gabriel Perdomo Castañeda


Mireya Emperatriz Quiñones Quiñones
35

CAQUETÁ: PARAISO INEXPLORADO Y LABERINTO DE


SORPRESAS

“Vámonos para el Caquetá a colonizarlo y a hacer finca, a ser dueños de nosotros y conseguir
plata…cuando nosotros llegamos al Caquetá el golpe del caucho ya había pasado”.
Samuel Rojas Rubiano

“Uno en la selva tiene la mesa servida”


Vicente Quintero

Los sujetos humanos viven, sienten, piensan, actúan, imaginan, representan

su mundo y su sociedad, ellos son jalonados por imaginarios, por sueños de

mundos posibles y utopías.

En el caso del Caquetá, en las décadas que van desde los años veinte hasta

los años cincuenta del siglo XX, el territorio era imaginado desde el centro y

otras regiones del país bajo dos perspectivas: la de un espacio de tierras

baldías que había que conquistar y la de un territorio de indios que había que

“civilizar”, en otras palabras, “cristianizar”. Estos sueños y miradas comenzaron

a marcar al territorio y fueron un elemento determinante para que nuevos

sujetos psicosocioculturales hicieran irrupción en estas selvas del sur de

Colombia. Este proceso complejo de configuración de la personalidad

psicosociocultural del colono, se construye en una interacción significativa entre

vecinos, la viceparroquia y la escuela, actores instituyentes de los sujetos

socioculturales en un momento distinto de su devenir.


36

Los imaginarios y los sueños de los colonos fueron engendrados desde redes

sociales significativas surgidas en el contexto de la ampliación de la frontera

agrícola del país en las selvas del sur de Colombia y en la instauración, de

manera sistemática, de la República Católica en el Caquetá y toda la región

amazónica, en el marco de la Alianza Iglesia-Estado, facilitada por el triunfo de

la Regeneración, el desarrollo de la Constitución de 1886, el Concordato entre

el Vaticano y la República de Colombia y los Convenios de Misiones que

posteriormente se desarrollaron.

Embarcación en el Rio San Pedro, afluente del Orteguaza. EN: AMAZONIA COLOMBIANA AMERICANISTA,
Tomo II, Nos. 4-8, Pasto 1944, p. 196.

A mediados de la segunda década del siglo XX, el territorio del Caquetá y sus

habitantes, extractores caucheros, habían sufrido una profunda crisis

económica como expresión de una situación de orden nacional, a la vez que la

extracción del caucho había dejado de ser rentable, pues este producto

silvestre de la amazonia había entrado en competencia con las plantaciones


37

inglesas en Malasia y Ceilán, con lo cual los antiguos peones quineros y

caucheros del Caquetá y la Amazonia quedaban sumidos en la ruina material y

espiritual. Igualmente, en aquel momento y como expresión de las dificultades

económicas de la nación, los campesinos huilenses, sumidos en la ruina, se

vieron obligados a venir al Caquetá en donde se encontraron con algunos

aventureros–extractores en decadencia, quienes se confundían con los nuevos

migrantes que llegaban en masa: de esta manera, éstos ya no eran

aventureros-extractores sino campesinos desplazados que también huían de la

miseria con la esperanza de encontrar un sitio que les permitiera salvarse y

sobrevivir. Si antes en el territorio caqueteño habían dominado los hijos de la

aventura y del afán de riqueza, ahora comenzaban a dominar en el escenario

los hijos del desarraigo social y la esperanza: aparecía entonces el colono

como un nuevo sujeto biopsicosociocultural en el territorio del Gran Caquetá,

cuyo objetivo ya no era extraer sino producir riqueza, construir fincas, fundar

pueblos.
38

Panorámica de Florencia, fundada en 1902, fotografía que corresponde a la década del treinta, siglo XX

De esta manera, a partir de los años veinte, se iniciaba un nuevo momento en

el devenir de la caqueteñidad, caracterizado, en los primeros cincuenta años

del siglo XX, por ser un éxodo básicamente de huilenses, originado por el

desamparo social y motivado por la esperanza y el coraje.

Entonces, tal como lo afirman los protagonista de esta historia “el golpe del

caucho había pasado” y la actividad del nuevo migrante estaba centrada en el

trabajo y en la construcción cultural de una nueva sociedad orientada por los

frailes capuchinos catalanes (España).26 Los anteriores pobladores de la antigua

agencia cauchera La Perdiz eran peones y algunos empresarios cuyo objetivo

central era la actividad extractiva. Por lo tanto, no estaban preocupados por

colonizar ni mucho menos fundar pueblos.

26
Los frailes capuchinos exploraron el Caquetá en 1893 y participaron de la Misión del Caquetá desde el
20 de diciembre de 1904; dependían en el campo administrativo –religioso de la Provincia de Cataluña
(España), de la cual hacía parte la Custodia de Ecuador-Colombia. Esta vinculación se efectuó
oficialmente desde 1 de enero de 1907 y fue renovada en 1910; la acción sociocultural de estos frailes fue
realizada hasta 1951 cuando fueron sustituidos por los Misioneros italianos de La Consolata.
39

La migración de campesinos al Caquetá, desde los años veinte hasta los años

cuarenta, fue motivada entre otros aspectos por factores de orden económico:

el latifundio los excluía socialmente. En este contexto, los imaginarios o

representaciones sociales referidos al Caquetá contribuían a arrojar a

campesinos huilenses, quienes escapaban de lo conocido y experimentado

como negativo y perjudicial y se dirigían hacia un lugar desconocido pero

fantaseado como el paraíso o el lugar de la esperanza. Así lo expresaba el

Vicario de Garzón al Congreso de la República en 1914:

Nuestra desgracia es tanta que ni las haciendas, ni los valiosos

cacaotales de antaño, ni los famosos sombreros suazas, ni el

comercio, ni nada brinda esperanzas entre nosotros... es el Huila la

venturosa antesala de las inmensas regiones del Caquetá, palacio

encantado...mundo de mundos inexplorados aun suficientemente;

laberinto de sorprendentes hallazgos; abismos de bellezas y

preciosidades, profundos como la mar, son para la Nación un paraíso

perdido, cerrado y sellado todavía, cuya áurea llave mágica la podéis

fabricar vosotros con una salvadora ley que ordene la construcción del

ferrocarril de Girardot a Guadalupe. 27

27
RODRIGUEZ, Pedro María. En: Memorial del Sr. Vicario General de Garzón al Congreso. Garzón:
Tipografía de la Diócesis, 1914, p. 2.
40

Raudales del rio Caquetá

En 1920, el fraile capuchino Benigno Canet de Mar señalaba que las causas

que determinaban a muchos huilenses a “emigrar hacia el Caquetá como a una

“tierra de promisión”, obedecía a que “la pérdida de cacaotales es casi general

y esto ha sumido a muchas familias en la indigencia; la posesión de enormes

extensiones de tierra en poder de grandes hacendados influye también no poco

en ese éxodo hacia el territorio28”. En fin, tal como lo señalaba el Comisario del

Caquetá, entonces una “inmigración numerosa de familias del Huila, que

deseosas de más amplios horizontes... llegaban diariamente rebosantes de

entusiasmo con ánimo de establecerse a disfrutar de las ventajas que promete

la naturaleza del Caquetá29”. El Caquetá, en esta coyuntura sociocultural, era

28
DE CANET DE MAR, Fr. Benigno. En La Misiones Católicas en Colombia. Informes años de 1922-1923,
p. 21
29
MINISTERIO DE GOBIERNO. Informe del Comisario del Caquetá 1917. En: Memoria del Ministerio de
Gobierno. Bogotá: imprenta Nacional, 1917, 303
41

representado social y simbólicamente como una tierra de promisión y era la

meta del éxodo de los huilenses.

En ese momento, la colonización campesina fue básicamente un

desplazamiento de “pobres” que determinados por las condiciones históricas

mencionadas anteriormente, continuaron ampliando la frontera agrícola del

país, ya no bajo formas económicas extractivas (quina, caucho), sino bajo

formas económicas productivas que generaban un espíritu campesino solidario

y nuevos imaginarios sociales, determinantes en el impulso de los procesos

colonizadores y de reconstitución de los nuevos sujetos psicosocioculturales

denominados colonos.

Si bien los campesinos desplazados del Huila traían unas tradiciones religiosas,

familiares o de otra naturaleza, llegaban a un nuevo escenario, en el cual sus

concepciones, visiones del mundo, viejas prácticas y usanzas van a ser

sometidas a prueba o a nuevas transformaciones. En esta perspectiva, los

vecinos, la viceparroquia y la escuela jugaron un papel fundamental en la

conformación y/o transformación de la personalidad social y cultural del colono.

Para tener una dimensión de lo que fue el proceso migratorio en el Caquetá,

basta con echar un vistazo a los censos de la época: en 1928, de tener 14.154

habitantes, en 1938 el Caquetá pasó a tener 20.000 y en 1951, 43.149

moradores, lo que nos sugiere que tan sólo en tres décadas fue triplicada la

población inicial de 1928.


42

Cuando “el golpe del caucho había pasado”, como decía uno de los

protagonistas, se dan entonces una serie de condiciones que desembocan en

la conformación de nuevos entornos ecológicos, psicológicos, culturales y

sociales, a partir de los cuales podemos inferir el proceso de construcción y

formación de la caqueteñidad, atravesada por distintos momentos

socioculturales y políticos.

Al respecto, he aquí las voces mismas de los protagonistas:

“Mi papá se vino aburrido de bregar con la pobreza…al Caquetá a ser

dueños de nosotros”: Samuel Rojas Rubiano.

“Mi papá se vino de aburrido de bregar con la pobreza, tanto mis papás como

mis tíos eran pobres que vivían de posada y al jornal, en ese tiempo valía diez

centavos. Los ricos eran un poco medio avaros, con ellos no se conseguía ni

agua, ni un platanito; a ellos no les dejaban recoger nada, ellos de aburridos

dijeron: vámonos para el Caquetá a colonizar y hacer finca y a ser dueños de

nosotros y conseguir plata. Del Caquetá se pensaba que era la gran tierra de

conseguir plata… ya habían pasado las caucherías cuando se cogía plata

sacando caucho por esos ríos, para vender, y llevándolo en canoas por el

Orteguaza y Caquetá abajo. Cuando nosotros llegamos al Caquetá el golpe del

caucho ya había pasado”30.

30
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo Castañeda en abril 18 de 1999 en Florencia. Editada por el
autor.
43

“Yo nací en los días de la miseria…todas mis andanzas las hice para

buscar una nueva vida”: Arcadio Trujillo

“Yo nací en los días de la miseria, no había sino viudas, niños en la miseria

desnudos y hambrientos; eso fue lo que quedó de la guerra de los Mil Días,

cantidad de huérfanos sin escuelita, sin ropita, sin comida, viudas que tenían

hasta catorce hijos...En medio de mi pobreza yo fui muy feliz, ella me sirvió

para buscar el sacrificio del trabajo en todas las formas y obedecer lo que mi

padre decía: “Hijos a la loma, a sembrar para que otro coma”…Todas mis

andanzas las hice para buscar una nueva vida, porque en la tierra en que yo

me había criado no había conseguido nada...Entonces me resultó viaje para el

Caquetá. Vine y me di cuenta de las tierras tan buenas, tan abundantes,

entonces me gustó mucho. Yo me vine con la esperanza de vivir por acá… a mí

me gustó mucho la región, la comida; se trabajaba duro pero la misma tierra lo

compensaba a uno; entonces, me vine con otro pensamiento: yo no tengo

cómo ni con qué comprar tierra, pero esas tierras son libres, son baldíos, aquí

puedo coger aún cuando sea una hectárea y me vine” 31.

31
TRUJILLO TOVAR, Salomón. Abriendo la frontera. Memorias de un colono fundador del Caquetá.
Historia de vida de Arcadio Trujillo Losada. Instituto colombiano de Cultura, Florencia, 1988, pág. 100
44

“Había que venir a buscar el modo de vivir para acabar de criar la familia”:

Mecías Calderón

“Cuando el tiempo de la guerra de los Mil Días mis papás se vinieron para el

Caquetá y yo fui criado en Belén de los Andaquíes. Mis padres llegaron

huyendo de la violencia del Huila… entonces, mi papá se vino para las

montañas, llegaron acá pobres, derrotados de la violencia a levantar el modo

de trabajar para conseguir la comida para acabar de criar los hijos que traían.

Mi papá pensaba del Caquetá que eran tierras baldías, que había que venir a

buscar el modo de vivir para acabar de criar la familia. El Caquetá era bueno

para vivir, había mucha cacería, mucho pescado, no había violencia, eran
45

montañas que todavía no las utilizaba la mayoría de la gente, venía a buscar

refugio para criarnos”32.

“Tenían que pedirle permiso a esos terratenientes de allá para que les

dieran un pedacito para rozar”: José Arcenio Huaca Polanía

“Mis padres se vinieron de Saladoblanco (Huila) porque eran muy pobrecitos y

tenían que pedirle permiso a esos terratenientes de allá para que les dieran un

pedacito para rozar, inclusive en compañía; entonces, en vista de esa situación

tan tremenda resolvieron venirse para el Caquetá. Acá cosechaba el plátano,

la yuca, el maíz; carne de monte y pescado eso no cabía; en un momentico

usted con una atarraya llevaba un resto de pescado entre bocachico, dentón,

sábalo, entre otros. En cuanto a animales de monte se comía la danta, el

frontino, el puerco manao, el cerrillo, el chigüiro, la boruga…33”

32
Entrevista realizada por Berenice Vargas Plazas en Solita, abril 23 de 1999. Editada por los autores.
33
Entrevista realizada por Suárez Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y editada
por los autores de la investigación.
46

Pero los colonos no solamente eran hijos de la esperanza y buscadores de

nueva vida, sino que en medio de la crisis económica del Huila eran impulsados

por los Frailes Capuchinos catalanes quienes en el sur del Huila y desde el

púlpito, mostraron las bondades y bellezas del Caquetá. Al respecto, Jacinto

María de Quito, fundador de Belén en 1917, “relata en carta a su superior fray

Fidel de Montclart34”, Jefe de la Prefectura Apostólica del Caquetá que:

Hice mi viaje por Guadalupe, Santa Librada (Suaza-Huila) y La Concepción


(Acevedo-Huila), con el fin de entusiasmar a los pobres y conocer
personalmente el antiguo camino que tenían nuestros misioneros
franciscanos... seis familias entraron conmigo, y se radicaron en Belén... El
Señor Obispo -Esteban Rojas- escribió a los señores curas a fin de que me
prestasen apoyo... En verano, Dios mediante volveré a recorrer aquellos
pueblos y conseguiré seguramente traer más gente.35

Fray Fidel de Montclar, Monseñor Esteban Rojas Tovar,


Prefecto Apostólico del Caquetá Obispo de Garzón y amigo de la
Comunidad capuchina

34
PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. op., cit. p. 10, p. 79
35
MONTCLAR, 1917, Op cit, p. 87. Citado por PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel, Ibídem, p. 79.
47

Pero al estar en el Caquetá los huilenses quedaban además atrapados por la

exuberancia y embrujo de la selva36; en este sentido se pueden comprender los

siguientes testimonios:

“Uno en la selva tiene la mesa servida”: Vicente Quintero

“Esto era selva en redondo, esto era muy bueno para la cacería y la pesca; se

sembraba mucha yuca, plátano, maíz y naranjas; como había harto maíz, los

cerdos se ponían gordísimos. En esa época por aquí la vida era muy buena,

muy tranquila, a uno cuando se le perdía un animal el primero que lo veía le

avisaba; iba uno a pescar y todos comíamos pescados; iba uno a cacería y

repartía la carne…Desde niño me ha gustado mucho el monte, la selva, la

aventura. La vida del campo es muy sosegada. Andar uno por la selva es muy

divertido: uno en la selva tiene la mesa servida: la carne, las frutas, el pescado,

etc”37.

“Nos tragará el tigre, pensábamos nosotros”: Barbarita Andrade38

“Cuando nosotros decidimos venirnos para el Caquetá la gente en el Huila nos

preguntaba: ¿Qué van hacer allá?; allá nos tragará el tigre, pensábamos

nosotros. …Nosotros éramos muy pobrecitos y nuestra esperanza en el

Caquetá era hacernos a una finquita… entonces como nosotros éramos de


36
CASTRO CAYCEDO, Germán. Mi Alma se la Dejo al Diablo. Editorial Planeta, 1997, España.
37
CARDONA, Jaime. Conversaciones con Fundadores de Puerto Rico Caquetá. Puerto Rico: documento
mimeografiado, 1984, entrevista editada por los autores de la investigación.
38
Barbarita fue una de las Fundadoras de Puerto Rico, Caquetá.
48

buena conducta, nos bandeábamos para pasar como fuera con la gente del

campo”39.

La caza del tigre en la Amazonia colombiana. Fuente: DE VILANOVA, P. Pacífico. Capuchinos catalanes en el
sur de Colombia. Tomo II. Barcelona: Imprenta Myria, 1947, p. 178.

“Por acá sí era para comer de todo lo que hubiera…Mi Dios nos socorre:

la naturaleza”: Jobita Barrera de Salinas

“A mis padres les entró el anhelo por venirse para el Caquetá –Belén– porque

les habían contado que por acá había muy buenas tierras y que por acá sí era

para comer de todo lo que hubiera, había mucha abundancia de pescado. Yo

39
CARDONA. Op. Cit. 1984.
49

pienso que se vive mejor en el campo porque es muy bueno, allí uno tiene todo

lo que mi Dios le socorre: la naturaleza”40.

Otros vinieron al Caquetá a trabajar en comercio y apertura de vías, durante y

después del conflicto con el Perú –1932-1933–, pero aquí se quedaron. He aquí

su testimonio:

“A mí me tocó traer el equipo al hombro… El Caquetá era un ambiente de

tranquilidad: uno se amañaba por la tranquilidad y el bienestar social”:

Manuel Ortiz Bautista

“Yo soy de Gigante –Huila– la tierra de los ignorantes, allá se vio nacer tres

veces la boruga…Yo he sido obrero contratista y marinero en los buques de la

armada como desde los veinte años. En la armada trabajé 23 años y en la

actualidad no he recibido ni cinco centavos; mi pensión me fue negada. Mi

papá fue liberal, a él le toco la guerra de los mil días, él tenía 17 años en ese

entonces. Yo venía detrás de un tío que lo reclutaron en Gigante, a él le tocó a

pie desde Gigante por la trocha que venía para el Caquetá, a mí me tocó

venirle a traer el equipo al hombro, todo esto era baldío. El Caquetá era un

ambiente de tranquilidad: uno se amañaba, inclusive los que venían del centro

del país se amañaban aquí por la tranquilidad y el bienestar social. Después del

conflicto Colombo Peruano con la apertura de la carretera, hubo progreso

porque luego todo quedó saneado y comenzó a llegar gente buscando los

medios lucrativos, tierras libres y todo. La mayoría de los colonizadores de

40
SUAREZ, Cielo María, La voz de los Abuelos. Trabajo de Grado Convenio Unimariana-Uniamazonia.
Florencia: 1995.
50

1930 a 1940 eran Huilenses, luego entraron Tolimenses y de otros

departamentos”41.

“Florencia era un paraíso”: Victoriano Montaña Bermúdez

“Llegué al Caquetá cuando apenas tenía quince años y había terminado de

estudiar la primaria en el año de 1940. Para mi familia, Florencia era un

paraíso, era lo mejor, las tierras eran buenas, había plátano, yuca, maíz y

sembraban arroz. No se aguantaba hambre y llegamos con una gran

esperanza”42,

“Llegué en compañía a trabajar en apertura de carreteras”: Lucas Zúñiga

“A mí me ha gustado el comercio, trabajar en apertura de carreteras, las fincas.

A Puerto Rico entré en 1934, en compañía de un muchacho que era trabajador

mío en carreteras del Huila”43.

“Nos vinimos por asuntos político cuando el conflicto con el Perú…Dejé a


los hijos en el Huila”: Margarita Calderón de Vega

“Nosotros nos vinimos de Acevedo Huila, por asuntos políticos, cuando el

asunto del conflicto con el Perú. Nosotros nos vinimos por la trocha y llegamos

a Florencia; inicialmente me vine con los dos hijos hombres y dejé allá las hijas

mujeres con mi mamá en el Huila, luego de estar acá en Florencia, a los tres

41
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo Castañeda en Florencia el 12 octubre de 1993. Editada por
los autores.
42
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo Castañeda en Florencia el 12 octubre de 1993. Editada por
los autores.
43
CARDONA. Op. Cit. 1984.
51

meses regresé por las niñas para traerlas a Florencia. De Florencia nos vinimos

para Belén…”44

“Llegué para amansar unas bestias…Me quedó gustando el Caquetá”:


Aníbal Muñoz

“Me casé en Pitalito y a los seis años de casado me tocó hacer operar la señora

en Bogotá, eso me endeudó. Yo sabía manejar fincas y amansar caballos. En

Pitalito no pude conseguir la plata que debía. Me encontré con don Enrique

Hermida allá en Pitalito; él tenía una finca por el río Orteguaza abajo, le conté

mi situación y me dijo: Vámonos para el Caquetá para que me amanse unas

bestias. Nos vinimos, su finca se llamaba El Potosí. Le amansé las bestias,

quedó muy contento, me pagó suficientemente para pagar lo que debía y me

sobró plata. Me quedó gustando el Caquetá”45.

“La mayoría de la gente llegaba con la mentalidad de hacer plata y


salirse… ¡Tanto que queríamos salirnos y aquí estamos!”: Pedro Ariza

“Mi papá había estado dos años en el Caquetá, se vino en 1939; vio la

situación, se dio cuenta que era una buena oportunidad y nos mandó a llamar.

Cuando llegué al Caquetá tenía 6 años de edad, siempre le escuché decir a mi

papá que el Caquetá era una tierra muy promisoria, una región muy rica, de

mucho comercio, de mucho futuro. La mayoría de la gente llegaba con la

mentalidad de hacer plata y salirse, pues quién se iba a amañar por aquí: en

44
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
45
CARDONA. Op. Cit. 1984.
52

ese tiempo había culebras, alacranes, por eso todo el mundo quería salirse de

Florencia, ¡tanto que queríamos salirnos y aquí estamos!”46.

“Nosotros llegamos de limosna al Caquetá y cuando llegamos todo era


muy bueno”: Ana Isabel Reyes Chilatra

“Nosotros llegamos de limosna al Caquetá. Mi papá sacó un papeleo para

poder venir acá al Caquetá por medio del Alcalde y el ejército. Mi papá compró

un pedacito de finca por allá en la cordillera; luego nos bajamos para el plan,

vendimos esa finquita y nos vinimos para Belén en el año de 1945, aquí he

pasado la mayor parte de mi vida. Cuando llegamos acá al Caquetá todo era

muy bueno. Nosotros inicialmente sembramos maíz, arroz y caña”47.

“Vinimos buscando un mejor ambiente de trabajo”: Antonio Ortiz Sánchez

“Mi padre llamaba Vicente Ortiz, natural del Huila y mi mamá se llamaba

Paulina Sánchez, también natural del Huila, ellos se vinieron para el Caquetá

buscando un mejor ambiente de trabajo”48.

“La vida era muy buena…Llegamos con bestias cargando los harapos”:
Lucía de Cotacio

“Yo llegué con mi papá a Florencia. La vida era muy buena, muy barata. Era

mucha belleza, mucha economía, aquí todo era regalado, pues si no se vendía

se regalaba. Mi papá le dijo a mi abuelito, al cual se le había perdido una caña,

que nos fuéramos para Florencia y nos vinimos y había cuatro patadas porque
46
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo en Florencia el 12 de mayo de 1999. Editada por los autores.
47
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
48
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
53

fue con bestias y quedadas…Veníamos de Pacarní. (Tesalia-Huila) Lo único

que me acuerdo viniendo para acá era de Resinas por el frío. Yo tenía nueve

años. Antes, mi papa ya había venido a Florencia y conocía a Vicente Perdomo

en Belén. Llegamos donde una señora que era de Nátaga. Mi papá había

dejado iniciada la finca donde íbamos a venir. Esa finca era cerquita de

Florencia: entraba uno por Casablanca y de ahí era cerquita. Llegamos con

bestias, cargando los harapos, porque carros de a dónde…”49.

“Lo más importante ha sido Dios, trabajo, mujer y rancho”: Braulio


Cotacio

“Yo nací en Acevedo (Huila) el 28 de junio de 1915….Llegue al Caquetá en el

anca del caballo de mi mamá, de seis años en 1921. Nos gastamos tres días en

llegar acá. Se decía que en el Caquetá aunque sea plátano y yuca se comía,

muy rico esto por acá, era muy bueno y había con quien trabajar. Entonces la

gente se venía con más ganas…Yo toda mi vida la he dedicado al campo, para

mí lo importante ha sido: Dios, trabajo, mujer y mi rancho”50.

“Había hartos paisanos de Altamira, Suaza, Guadalupe, Garzón…”:


Arcadio Trujillo

“...En el Caquetá había mucha gente de la Mesa de Elías –Huila–, estaba don

Licéforo Parra, don Ramón Muñoz, la hermana y la familia; don Chepe Rojas

que era el dueño de La Primavera; don Eliseo Carvajal, de La Cabaña; don

49
Entrevista realizada y editada por Gabriel Perdomo Castañeda y Mireya Emperatriz Quiñones en
Florencia el 14 de febrero de 1999. Editada por los autores.
50
Entrevista realizada y editada por Gabriel Perdomo Castañeda y Mireya Emperatriz Quiñones en
Florencia el 14 de febrero de 1999. Editada por los autores.
54

José Muñoz, don Rogelio Silva y otros muchos. Había hartos paisanos: venían

de Pitalito, de Garzón, Altamira, Suaza, Guadalupe. Primero conocí a la gente

de Altamira: a don Leonidas Díaz, el papá de don Daniel Díaz; don Leonidas

fue con Monseñor Rojas a Roma. Después conocí a don Ricardo Tovar, el papá

de Félix Tovar, todos ellos de Altamira; a los Peña, también de Altamira”51.

“Eran unas siete familias poderosas…Mi papá tenía como vivir porque él
trabajaba”: Pedro Ariza

“Los vecinos de nosotros eran los Tovar, fundadores de Gaseosas Florenciana;

otro vecino era don Pablo Escobar, el papá del gerente ahora de Gaseosas

Florenciana; los Valderrama. Las familias ricas que había eran: los Cárdenas,

los Peña, Los Silva. Don Pacho Cárdenas, Don Carlos Silva tenia casa donde

está COMFACA, ellos tenían finca también. Los Laras vivían en Larandia. Eran

unas siete familias poderosas y el resto eran familias trabajadoras. Mi papá

tenía como vivir porque él trabajaba y ahorraba juiciosamente”52.

En síntesis, en el proceso de la crisis económica y social a partir de la década

del veinte del mismo siglo, emergía el Caquetá como tierra prometida para los

desheredados; era, entonces, un espacio idealizado como lugar para construir

un nuevo territorio, comprendido como un espacio biosociocultural, imaginado

como un paraíso perdido, el lugar de la esperanza y tal como lo han expresado

51
TRUJILLO. Op. Cit. p. 100 y 101.
52
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo Castañeda en Florencia el 12 mayo de 1999. Editada por los
autores.
55

los testimonios anteriores, al Caquetá llegaban campesinos desplazados, hijos

del desarraigo y la esperanza.


56

COLONOS: ALMAS GRANDES Y BRAZOS FUERTES

“Quedamos solos a merced del Señor, el hacha y el machete”


Arcadio Trujillo

“En esos días se trabajaba en comunidad, se llamaba La Minga”


Barbarita Andrade

Los colonos eran sujetos biopsicosocioculturales desamparados por el Estado,

arrojados por unas necesidades socioeconómicas, los conflictos políticos y

empujados por unos imaginarios que le dieron sentido a su éxodo. Pero más

allá de estas circunstancias que determinaron su ser, hubo un elemento

fundamental que se constituyó en su tabla de salvación y fue determinante de

su psiquis: eran fuerza de trabajo, energía física-humana, que con su familia y

vecinos decidieron transformar la selva en fincas y pueblos. En esta tarea, con

los otros –caucheros fracasados, indígenas y frailes–, aprendieron las técnicas

del trabajo, compartieron en comunidad, disfrutaban de la exuberancia de la

selva, celebraban la solidaridad y creaban valor agregado expresado en las

diversas prácticas agropecuarias. Al respecto, no hay motivos ni razones para

equívocos: los colonos unidos se forjaron en el trabajo en un accionar de

“brazos fuertes” y con un espíritu templado como el de quienes se crecen ante

las dificultades, de esta manera se constituyeron en “almas grandes” y se

conquistaron un sitio bajo el sol; al respecto el Comisario del Caquetá, en 1929,

afirmaba lo siguiente:
57

“…el grupo de colonos que trabaja en el Caquetá haciendo riqueza nacional

(son) ejemplos de energía, laboriosidad y honradez, derroteros de

engrandecimiento y amplios campos de riqueza efectiva para el presente y el

porvenir, son con rarísimas excepciones gentes de alma grande, de brazos

fuertes que han venido a la selva a buscar la manera de llenar honorablemente

sus legítimas aspiraciones, regando el bosque con el sudor de su frente,

dominando los ríos con el vigor de sus músculos y desafiando los demás

peligros de la naturaleza bravía, con el temple acerado que da la confianza de

sí mismo. Ellos, los laboriosos colonos de la Comisaría, no tienen otro lema

que éste: "Dios, patria, trabajo y Paz", y como en la práctica, lo desarrollan

admirablemente, forzoso es concluir que en ellos encuentra el gobierno un

grupo de selección, al cual debe prestársele la mayor atención posible para

explotar en favor de la Nación sus magníficas condiciones…”53

Los colonos caqueteños de los años veinte a los cincuenta del siglo XX se

caracterizaban socialmente por ser hombres y mujeres de trabajo. Por tal

motivo, la colonización no fue una empresa para débiles y cobardes; allí en la

selva en algunas ocasiones se la jugaron como jornaleros o en otros momentos

como constructores de su propia finca. He aquí la palabra de los actores:

53
COLOMBIA. MINISTERIO DE GOBIERNO. Informe del Comisario Especial del Caquetá 1929. En:
Memorias del Ministerio de Gobierno. Bogotá: Imprenta Nacional, 1929, p. 232
58

DE LAS CAUCHERÍAS A LA COLONIZACIÓN

“Cuando nosotros vinimos aquí ya habían pasado las caucherías”:

Barbarita Andrade

“Por aquí en Puerto Rico había dos trochas: una a Garzón y otra a Gigante y

por esas trochas se cargaban las planchas de caucho y las sacaban al Huila y

allá las vendían en Neiva. Recuerdo a Lorenzo Vargas, Damián Vargas,

Alejandro Castillo –yerno de los Vargas– todos ellos caucheros. Cuando

nosotros vinimos aquí ya habían pasado las caucherías, después sacaron el

juansoco y no fue más la vaina de las caucherías. Luego la gente se dedicó a

hacer finquitas… Nosotros cosechábamos maíz, plátano, criábamos marranos,

ahí en la vivienda teníamos que comer, había harta comida.

En Puerto Rico recuerdo a Alejandro Castillo, Lorenzo Vargas, al finado

Herminio López y familias que tenían sus finquitas en medio del monte. El taita

de todos era don Herminio López, él era el que mandaba porque era el dueño

del Jordán, él tenía ganado. Él mandaba a los trabajadores con unos quince

marranos para negociarlos en Florencia y podían echar hasta quince días por

esas trochas, atajándolos del tigre. De Florencia él les traía el mercado en

bestias, traía sal, jabón, droga, por eso le decían el Taita. Entre los años de

1920 y 1930 la gente comía carne de monte, cazaban manaos, cajuches,

dantas y otros más”54.

54
CARDONA. Op. Cit. 1984.
59

LA APERTURA DE UNA FINCA

“A mí no me enseñó nadie a derribar montaña, me tocó aprender a la

fuerza, por necesidad”: Arcadio Trujillo

“A la seis de la mañana del 20 de diciembre de 1930, época de verano, con mi

esposa y mi amigo Ignacio Jaramillo salimos a buscar un sitio en la montaña

baldía para establecer la vivienda; entramos sobre las cristalinas aguas de la

quebrada Las Margaritas.... luego el guía se fue y quedamos solos a merced

del Señor, el hacha y el machete. Duramos 46 días con sus noches viviendo

debajo de la capa del cielo, en la bamba de un corpulento achapo de más de 50

metros de altura y tres metros de ancho; ese árbol nos dio más adelante diez

mil astillas para la casa, las cuales fueron sacadas por Blasito Almario, hijo de

don Blas Almario…

Todos los colonos nos vimos enfrentados a desmontar montaña para poder

fundar nuestras fincas. Enfrentados a ésta tarea que no conocíamos

aprendimos a escuchar todos los sonidos de la selva... A mí no me enseñó

nadie a derribar montaña, me tocó aprender a la fuerza, por necesidad. Al

principio trabajaba muy mal, en las primeras derribas trabajé mal; pero al final

del año tenía mejor estilo para derribar porque ya había aprendido el modo de

trabajar con el hacha. El hacha hay que trabajarla por ambos lados, hay que

aprender a manejarla por la derecha y por la izquierda. El corte del árbol debe ir

parejo y debe hacerse bien, lo más parejo que se pueda para penetrar al centro

del árbol donde se le va a hacer cosquilla para derribarlo…


60

En la montaña virgen uno tiene capacidades para cortar lo que encuentra, se

encuentran árboles de todos los tamaños, están desde los que empiezan a

nacer hasta los grandotes, los recién naciditos es lo que se llama la socola y es

lo que uno destruye primero. Luego va el otro cortecito que uno lo tumba con el

machete, luego queda el otro corte de árbol medianito que se va de dos, tres

hachazos por cada lado y queda picado para que se vaya al suelo. Después los

otros medianos, más gruesos de abarcadura o más corpulentos; a los árboles

grandes se les hace pacera por las bambas, porque las bambas vienen de

lejos y cierran arriba; entonces uno va y les troza las bambas donde mire que

alcance a llegar al corazón del palo, esa es la base; y eso es lo que uno tiene

que aprender. Uno llega sin saber nada pero el mismo trabajo le va enseñando.

Va aprendiendo a defenderse, aprendiendo cómo es que se derriba más fácil

para que rinda más y que tenga uno menos peligro...

El desmonte en un baldío se inicia con la socola para hacer una roza, se limpia,

se cortan las plantas pequeñas (la socola); se va dejando destapado el palo

grueso, el palo delgado por lo general lo parte el palo grande, pero siempre se

le hace una picadita de dos o tres hachazos por cada lado, después se le

manda una moñona… La moñona consiste en que pica uno un lote de madera

delgada y los medianos; luego le manda un palo grande de los corpulentos

para que se reviente y tumbe todo el lote que se ha picado. Eso se utiliza para

que le rinda a uno más, con menos trabajo…


61

En la derriba de montaña existe mucho peligro porque los bejucos gruesos

permanecen enredados en la ramazón... Al finado Pablo Cabrera lo despedazó

un palo en una moñona porque él no anduvo ligero y lo alcanzaron a coger los

copos de unos árboles, lo partieron todo; pero no se murió, duró mucho tiempo

enfermo…

En una sola roza de tres o cuatro hectáreas, derriba uno mucha madera y entre

esas tres o cuatro hectáreas hay pedazos o hay lotes que no tienen madera y

otros que tienen madera corpulenta; donde un solo palo necesita cinco, seis,

ocho o diez hacheros. Para poderle coger las bambas arriba donde uno alcance

a trozarlas y no se canse de los brazos con el arqueo del hacha, se hace una

pacera provisional, con vigas y horquetas gruesas, bien amarrado…

Estos árboles tan grandes había que tumbarlos porque muchas veces

ocupaban un cuarto de hectárea. También hay trozos de ramas, de troncos

amarrados y a veces están podridos o están en el aire semi-amarrados con los

bejucos; esos son los que lo matan a uno. Por regla general se les llama

“micos” y como uno no los ve ni los siente, son troncos secos, pedazos

amarrados, ramas secas y uno no los ve tampoco, están en el centro de las

ramazones. Esos “micos” lo matan a uno muy fácil. Porque uno mira el palo, la

ramazón y tiene que abrirse del lote cuando mande el palo grande, la mamá de

la moñona; entonces tiene que salirse uno del lote que ha picado, salirse lejos

para defenderse de los tirones de los demás bejucos, de los demás palos que

se van yendo para el suelo, los que se va llevando la madre de la moñona…


62

El sonido de la derriba no es fácil describirlo porque es como un berrido de toda

la madera, de los árboles: el uno pega el chillido, el otro quiebra, otro hace un

ruido espantoso hasta que cae toda la moñona; eso es parecido como a un

trueno que principia duro y va aminorando hasta que va cayendo todo. Tiene

que tener uno mucho cuidado porque los árboles finos, los delgados se

arquean muchas veces, quedan mal picados y se arquean y se parten, esos

trozos que se parten caen lejísimo y donde lo cojan a uno lo matan.

Uno no es capaz de sentir el dolor del quejido de un árbol cuando está en la

derriba, uno no tiene bases para sentir eso porque uno está trabajando ahí

bruscamente y no puede comprenderlo. Pero cuando ya empieza a aflojar,

empieza a chispear, cuando ya entra el hacha a las partes más profundas y

empieza a quejarse, a uno muchas veces le da hasta lástima porque coge a

berrear y traquear muy duro, entonces es cuando empieza a desplomarse, se

siente… el berrido del arranque de las partes que está prendido; cuando ya

coge el viaje y el árbol va pa’l suelo es duro y doloroso porque uno siente que

es el ¡ay! de la muerte, uno siente dolor pero también alegría porque va

abriendo el monte…”55.

“Quedamos solos a merced del Señor, el hacha y el machete”: Arcadio

Trujillo

“Cuando se fueron mi hermano y los otros muchachos (de la finca donde era

jornalero) Eliseo Carvajal Castro, el dueño de La Cabaña, me dijo: usted se

55
TRUJILLO. Op. Cit. p. 176-182.
63

queda, camine le muestro los linderos, el ganado y todo. Tenía 18 vacas de

ordeñar y harto ganado, una porqueriza, dos gallinas y el trabajo todo para

hacer… Dijo: yo me voy y me demoro por ahí tres o cuatro meses. Y se fue. Él

iba para Elías, pero como era comerciante, se largó para el Ecuador y se

demoró dos años y dos meses en regresar. En el momento en que don Eliseo

me dijo, usted se queda, usted hace esto y lo otro: cuidar cercos, pastos y

hacer todo, yo no tuve tiempo de abrir la boca para preguntarle con qué plata

iba a trabajar. No le dije nada ni tampoco él me dijo nada de dinero. Solamente

me dijo que yo me quedaba ganando cinco pesos mensuales y la comida, pero

no me dejó un peso, nada, absolutamente nada; los animales contados y

marcados. Yo no me podía mover de la finca. Todos los días lo esperaba, pero

no llegaba. Entonces me conseguí un muchacho de nombre Mecías con el que

nos habíamos conocido en Regueros (Pitalito). Yo acababa de vender la

lechecita y un bulto de plátanos. Vi al muchacho y lo saludé: hola qué tal. ¿Qué

está haciendo aquí? y él me dijo: pues yo me vine a conseguir trabajo pero no

he encontrado...pero si no tiene trabajo camine conmigo, yo le pago a como

pagan por aquí, el jornal estaba a treinta centavos. Antes de pasar el río Hacha

vivía un señor Francisco Pérez, quién tenía finca allí sobre el puerto. Me hice

amigo de él y le dije: mire don Francisco, si usted quiere dedique su tiempo a

trabajar en la finca La Cabaña, yo le pago su tiempo y me ayuda a organizar el

trabajo, me ayuda a pensar, a arreglar potreros, los cercos y a sembrar la

labranza, un yucal y un platanal. Él aceptó y me colaboró. El plátano era lo que

más se cultivaba en la finca y lo que más se vendía. Todos los días había que
64

traer a Florencia un bulto de plátano y la leche. Había que venderlo por lo que

dieran, yo los vendía a ocho centavos, otras veces a nueve o hasta a diez

centavos. El patrón dejó 22 terneras y se levantaron ligerísimos, antes del año

empezaron a dar crías todas, y yo seguía amansando, ordeñando y manejando

la finca…

Las gallinas, no sabíamos ni donde ponían, de vez en cuando me comía uno

que otro huevo; después se formó un gallinero grandísimo... La puerca también

quedó enrazadita, a los poquitos días vino el parto y crió ocho puercos, esos

siguieron duplicándose porque quién vendía y quién mataba, nadie. Yo no

disponía de animales, disponía solamente de los huevos, de los plátanos y

luego de la guadua...
65

...Había unos guaduales tan hermosos y don Pacho me dijo: mire que un señor

quiere comprar unas cien o doscientos guaduas, ¿por qué no le vende? Le

dije: pues claro que se le vende y el precio ¿cómo será? Dijo: hay que traer al

cliente para que las vea para poder hacer el negocio, y así fue: el señor dijo

necesito 200 guaduas,¿ A cómo me da la guadua?. Le dije es una guadua

buena, grande, larga, gruesa y bien fina…se la doy a diez centavos. Cogió el

machete y se lo terció. Pensé no tenemos esperanzas de negociar porque don

Pacho me dijo: si acaso le paga por ahí cinco centavos, pero hay que pedirle

más para que pague eso. Yo le dije: ofrezca, pues si usted no ofrece, entonces

no vino a comprar, porque cuando uno va a hacer un negocio pueden pedirle

10 o 100 veces más, pero si dan permiso de ofrecer, uno ofrece lo que

buenamente puede ofrecer, por lo menos así veo yo los negocios. El señor me

dijo: si usted quiere yo le pago la guadua a cinco centavos y son doscientas, le

dije: pues no sé si ese sea el precio o no porque yo no conozco tampoco de

precios; yo le voy a hacer el negocio a cinco centavos; si se ponen en adelante

más caras, pues se venden más caras; yo le respondo por esas 200. Al medio

día llegó con cinco trabajadores, las desbarataron, contaron las doscientas y las

acostaron. Luego dijo el señor: bueno, de aquí a ocho días vengo a sacarlas;

tenga su plata, contó la plata y me la dio. Entonces dije a Mecías: ya nos llegó

plata para pagarle su sueldo.56…

56
TRUJILLO. Op. Cit. p.89.
66

“La loma no da riqueza, es el plan”: Braulio Cotacio

“A mí me gustó mucho la ganadería. Lo que más me ha gustado en la finca es

trabajar: me gustó sembrar plátano. Esta finca era una tierra de agricultura.

Aquí el Caquetá es un sitio rico para sembrar arroz y maíz: la loma no da

riqueza, es el plan; y si usted tiene pasto cualquiera le suelta ganado”. 57

“Camine, que usted es un buen hachero, camine… Dijeron: ésta tierra es

para gente guapa”: Emidio Perdomo Calderón

“El trabajo mío era jornalear, trabajaba una semana: el uno iba y me buscaba y

el otro también. Yo iba a jornalear pero siempre iba a trabajar a la finca de mi

papá. Ya cuando papá murió, entonces hubo un reparto entre todos y esa finca

no valió nada, valió como noventa mil pesos, no más, la compró don Pedro

Almario. Entonces usted sabe que cuando uno coge la plata así toda juntica,

pues eso se vuelve nada; partija pa uno, partija pal otro y se volvió nada. En

ese entonces se ganaba un trabajador con el hacha, con la peinilla, cincuenta

centavos diarios. Entonces un amigo de papá le dijo que le ayudaba a

conseguir trabajo, le dijo: camine para San Rafael que allá están tumbando 40

hectáreas y usted que es buen hachero, camine. San Rafael, es lo que hoy

conocemos como San Antonio de Atenas. Entonces dos tipos, hermanos, que

estaban tumbando esas 40 hectáreas le dijeron a mi papá: ayúdenos usted

Daniel y le pagamos a 90 centavos el día; pues resultaron diez hacheros y

gastaron dos semanas en tumbar 20 hectáreas. Entonces esos tipos se

57
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo Castañeda y Mireya Emperatriz Quiñones el 14 de febrero de
1999 en Florencia. Editada por los autores.
67

enfermaron y se fueron porque no resistieron y dijeron que apenas hubiera un

comprador vendían eso y se iban. Dijeron: ésta tierra es para gente guapa,

gente alentada.

Por acá las gentes de las fincas eran muy honorables, muy trabajadoras, con

ganado, con sus bestias. La mayor parte de los finqueros se volvieron ricos

aquí en Florencia, porque por ejemplo aquí está la finca de Ramón Muñoz; al

otro lado de Puente López, la finca de enseguida fue de don Oliverio Peña,

colindaba con la de don Ramón. Cuando yo estaba mocito conocí a don

Ramón, él vino a jornalear, pero entonces él traía unos centavos pero nadie

sabía. El traía un millón de pesos, en ese entonces, pero él a nadie contó de

donde venía, pidió trabajo y trabajó una semana en un punto que se llama El

Tabor, entonces a él no le gustó el jornal. El Tabor era de unos señores Silva,

Delfín, Víctor y Rafael, cada uno de ellos tenía su finca; entonces fue Ramón

Muñoz y les dijo: porqué no hacemos una compañía entre todos ustedes y

trabajamos, compramos el ganado y lo que más nos sirva, ellos ya tenían

ganado. Entró don Ramón y dijo: pues yo tengo tanto, vamos a comprar

ganado, por supuesto, le respondieron. En ese entonces valía 20 pesos un

novillo o una vaca de 16 arrobas y se fueron así; vendió Ramón Muñoz y se fue

de aquí, nadie sabía para dónde se fue, porque él poco amigos tenía, él era

muy solo. A lo que ya todos tuvieron finca, entonces partieron con los señores

Silva; partieron las fincas con el ganado, con bestias, con gallinas, cerdos y

quedaron afincados todos.


68

Papá era jornalero en el Capitolio, pero él le dijo a su patrón: yo ya no quiero

jornaliar más. Entonces el dueño de Capitolio le dijo: bueno Daniel, hagamos

esto, vaya busque el punto para que usted viva, yo no lo dejo botado, cuando

yo me vaya dentro de unos ocho días, usted queda en el punto preciso para

usted. Corinto quedaba donde está la pista de aterrizaje del Aeropuerto… A

éstas tierras llegaban miles de campesinos y preguntaban, ¿Dónde encuentro

una finca? Camine y se la ayudo a buscar, le respondía cualquiera y podía ser

una hectárea de monte y se la vendía el tipo que la tenía; entonces el que

llegaba la compraba, valía por ahí tres mil pesos, dos mil, mil quinientos, mil,

según como fuera la finca…empastada o con platanera58.

DESPUÉS DE LA DERRIBA VIENE LA CASA

No había duda que los colonos estaban a merced del hacha y del machete,

esos eran sus instrumentos de trabajo en su condición de jornaleros o de

hacedores constructores, con los otros, de su propia finca. Pero

indiscutiblemente “abrir monte” era un acto de inmensa alegría y a la vez un

aprendizaje.

En el proceso de conquista de un baldío, no es suficiente derribar montaña y

ponerla a producir sino que era de gran significado la construcción de la casa y

el sistema de molienda. He aquí el relato:

58
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo el 14 de febrero de 1999 en Florencia. Editada por los
autores.
69

“Agradecido con el achapo que nos dio techo, clavé el hacha sobre su

vientre no por ingratitud, sino para llevarlo al corazón, lo convertí en

astillas y tablas y levanté la nueva casa”: Arcadio Trujillo

“Al principio del año 1933, pensé en construir una casita de astilla; agradecido

con el achapo que nos dio techo, clavé el hacha sobre su vientre no por

ingratitud, sino para llevarlo al corazón, lo convertí en astillas y tablas y levanté

la nueva casa. Medio día duré dándole hacha...un fuerte crujir de ramas

anunciaba el desprendimiento, se presentó una tempestad acompañada de un

estruendoso sonido, de pequeños árboles que arrastró en protesta; el eco lloró

sobre la montaña enseñando la ingratitud de los hombres, un profundo silencio

acompañó el destino de la naturaleza. Construí una casa de seis metros por

cuatro y un alero de dos metro; techo de astilla; paredes de tabla y piso de

yaripa de chonta…

.... la casa quedó en un alto para defendernos de las inundaciones, porque en

el Caquetá las conejeras son muy bravas. Esa casa se reformó a los veinte

años cuando le puse Zinc porque ya no había madera buena. Para un

campesino tener una casa de zinc era progreso, era que el campesino había

conseguido platica”. 59

59
TRUJILLO. Op. Cit. Pág. 142,143 y 145.
70

“Después de Dios y la Virgen, la molienda”: Arcadio Trujillo

“La molienda representó para mí la ayuda más hermosa después de Dios y la

Virgen; yo tuve un descanso muy grande cuando empecé a moler caña, cuando

ya tenía el montaje, el fondo, el trapiche y la ramada… La caña daba comida

para toda la familia, daba plata y daba los jornales. El trabajo de los demás se

cambiaba por panela y plata, les daba panela y ellos la iban a vender, ese era

el levante. En esa época tuve la vida más útil en la lucha de la selva, de la

montaña, eso fue lo más útil que yo pude tener...”60

LA ITINERANCIA DE UN COLONO

“Yo he voltiado todo este Caquetá”: Mecías Calderón.

“Yo he voltiado todo este Caquetá. Después seguí trabajando con mi papá

sembrando, rozando, haciendo finquitas con una molienda hasta cuando ya me

volví hombre. Posteriormente me fui a trabajar con la Comisaría del Caquetá y

compré una finca en Aguascalientes y seguí trabajando. Trabajaba, abría

caminos por cuenta de La Comisaría y tomaba trago. A la vez compraba

animales y bestias y de esta manera fui consiguiendo plata. Trabajé cinco años

en esa finca (Aguascalientes). A los cinco años tenía bestias, ganado; como

estábamos solos los dos con la mujer, los vecinos nos aconsejaron que nos

fuéramos a vivir a Florencia y nos fuimos: compré una casa en Florencia en 350

60
TRUJILLO. Op. Cit. p. 169.
71

pesos, vendí el ganado, las bestias y me acabé la plata tomando trago y dejé la

casa casi votada con una cuñada.

Nos fuimos en 1942 para Solano, allí trabajé dos años en finquitas, haciendo

algunas cosas. Fue en ese tiempo cuando me dijeron que ya venía la compañía

al Caquetá –La Texas– y uno no creía; en todo caso me fui para Potosí y allá

me mandaron razón que volviera; yo estaba por ahí más arriba de Solano; yo

tenía conocidos de los que venían con la compañía…Me mandaron a llamar

para que me fuera a contratear, me fui entonces a hablar con ellos, negocié lo

que es Solita hoy: cuarenta hectáreas para desmontarlas y rozarlas. Yo paré en

ese tiempo la primer carpa ahí ahora donde es el Colegio. Yo no trabajaba,

hacía trabajar; mantenía 25 trabajadores. Estuve 8 meses trabajando a

contrato; ya me dio pereza seguir trabajando y entonces me fui para bajo en

donde es hoy Monunguete en donde compré un finquita. Allí me dediqué a

trabajar haciendo canoas y criando animales.

Trabajé 20 años en Monunguete…Luego vendí la finca de Monunguete y

compré otra casa en Florencia. Yo he voltiado todo este Caquetá: por San

Vicente, por los Ríos: La Tagua, el Caguán, Guayas y el Orteguaza. Cuando

ya estuvimos aquí en el Caquetá en1942, yo ya tenía mujer y teníamos que

trabajar para sembrar comida: maíz, arroz; había que sembrar porque no había

a quien comprarle nada. Hacíamos cacería de pescado, cacería de monte 61.

61
Entrevista realizada por Berenice Vargas Plazas en Solita en abril 23 de 1999. Editada por los autores
de la investigación.
72

LA COTIDIANIDAD DE UN COLONO

Una de las características de los colonos fue la solidaridad para hacerle frente a

la naturaleza y para solucionar sus problemas. Al respecto, la minga fue una

de las estrategias que facilitó la realización de las diferentes actividades

agropecuarias con sentido comunitario.

Uno se levantaba a las seis, tomaba tinto y se iba a trabajar, a rozar para

sembrar maíz, yuca o plátano para poder hacer el sustento porque en ese

tiempo no se le vendía nada a nadie. Nosotros nos íbamos con tinto y

volvíamos a desayunar a las ocho o nueve. Descansaba uno después del

desayuno y volvía al trabajo hasta el medio día que se venía a almorzar; luego

nos volvíamos a trabajar hasta las cuatro de la tarde. Después de las cuatro de

la tarde cogía uno los anzuelos y lo que tenia uno de pescar y se iba a extender

los anzuelos para amanecer con el pescado al otro día. Eso era la vida del

Caquetá en ese tiempo”.62

“Las familias que había se reunían y trabajaban en comunidad”: Barbarita

Andrade

“¡Qué cosas de la vida!, venirse uno a aventurar por acá, y como el esposo

mío era tan amante a la pesca. En esos días hacían los trabajos en mingas, o

sea, las familias que había se reunían y trabajaban en comunidad. Don

Herminio hizo una minga para rozar al otro lado de aquí del río para abajo;

62
Entrevista –a Mecías Calderón– realizada por Berenice Vargas Plazas, Solita, abril 23 de 1999 y editada
por los autores de la investigación.
73

durante ella Iban y echaban un taco de dinamita y sacaban los costalados de

pescado y había veces que mataban un marrano para la minga, resultaba

comidita hasta buena”.63

“Se convidaba a todo el vecindario a trabajar en la tierra”: José Arcenio

Huaca Polanía

“En esos días se trabajaba en comunidad; si alguien tenía unas diez hectáreas,

convidaba a todo el vecindario a trabajar en esa tierra; se hacía guarapo y se

mataba un puerco para que los trabajadores comieran. Ese trabajo en

comunidad se llamaba La Minga. Así trabajaron en la finca mía, luego pasaban

a la finca de otro señor y así seguían hasta darles la vuelta a todos64.

“Cuando llegaba la cosecha, mataban un marrano o una novilla y sacaban

un guarapo…”: Blanca Lilia Pérez de Castañeda

“Cuando habían mingas para coger maíz, yo me acuerdo que mi padre cuando

vivíamos en el Fragua, él tenía hasta las cinco hectáreas de maíz y cuando

llegaba la cosecha, mataban un marrano o una novilla y sacaban un guarapo

que habían puesto a enfuertar ocho o quince días antes y invitaban a toda la

gente amiga a comer y se llenaba eso de gente que llegaba a coger maíz y a

comer marrano y tomar guarapo y cuando menos acordábamos era una

machetera por allá arriba que apenas sonaban las peinillas; y coma carne,

coma morcilla y tome guarapo y “chirrinche”, un aguardiente que sacaban por

63
CARDONA. Op. Cit. 1984.
64
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
74

allá en el campo, era de anís, decían que era de contrabando, a mi nunca me lo

dejaron probar”. 65

“La gente antes si se organizaba para trabajar y eso era trabajando”:


Natalia Mosquera

“Cuando se puso escasa la cacería, el primero que puso aquí carnicería fui yo.

Primero mataba un cerdo los domingos cada quince días, después uno cada

ocho días. Ahora en la semana se sacrifican cuarenta reses y quince cerdos.

Se sembraba mucho arroz, maíz; el maíz servía para comer y para engordar

los cerdos. Había abundante peces…

En cuanto el asunto de los trabajos, en esa época se hacían mingas; por

ejemplo se iban dos o tres familias de una parte para otra y se reunían y se

acompañaban para hacer las rocerías y pues de lo que Dios socorriera de eso

se hacía la comidita y ellos también formaban sus bailecitos con guarapito. Así

era la forma de ellos trabajar. La gente antes si se organizaba para trabajar y

eso era trabajando”.66

“Nosotros no teníamos problemas porque en ese tiempo no había

problemas”: Mecías Calderón

“Los vecinos eran algunos indígenas y otra parte éramos los que habíamos

venido a trabajar al Caquetá. Nosotros casi no teníamos problemas porque en

65
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
66
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
75

ese tiempo no había problemas. Nosotros nos reuníamos a tomar guarapo,

chicha, a bailar, hablábamos de mujeres, cacería, pesquería, nos contábamos

anécdotas del trabajo. Nadie era más que otro….por aquí, solo se tenía el

modo de vivir. Cada uno abría el modo de trabajar, de conseguir”. 67

“En ese tiempo las vecinas casi nunca peleaban”: Pío López Motta

“Trabajé en la finca de la Iglesia dieciocho meses. El ladrillo se hacía en una

gaveta de madera, se pisaba el barro y se echaba allí y luego se tendía; la teja

se hacía en un aparato que cargaba la plancha y luego la echaban en un

aparato que llamaba “galápago” y se ponía allí y se secaba. Yo ahí en Génova

quemaba diez mil piezas en 24 horas. Luego me vine y compré un galponcito

que había aquí y allí trabajé otro poco de tiempo hasta que me pude levantar y

compré una piecita allá en el centro y puse una tiendita…

Mi madre era una mujer tan buena que se llevaba muy bien con las señoras

vecinas; apenas se enfermaba una señora, mi madre le hacía bizcochuelos de

harina y cogía uno de los pollos más buenos y se iba a visitar a su vecina. Lo

mismo hacían las vecinas cuando mi madre se enfermaba. En ese tiempo las

vecinas casi nunca peleaban; cuando los vecinos mataban un marrano, nos

mandaban sus buenas presas, y lo mismo hacíamos nosotros. Había una

señora tan pobre que nosotros a veces matábamos una gallinita y la

67
Entrevista realizada por Berenice Vargas Plazas en Solita en abril 23 de 1999. Editada por los autores
de la investigación.
76

repartíamos entre la viejita y nosotros, éramos muy piadosos con la gente

enferma…

Mi padre era constructor, él hacía casas de astilla de leña, de un palo que se

llamaba achapo; a mucha gente aquí en Belén él le hizo la casa de astilla y de

paja de palmicha. Entonces mi padre vivía ocupado haciendo sus casas. Mi

madre hacía sombreros, los vendía por cualquier diez pesos; una buena

gallina valía cuarenta centavos, los huevos se vendían a cinco por centavo y

encimaba un huevo más”.68

EL COMERCIO SE FORMÓ A PUNTA DE MULA

Algunos colonos con más posibilidades se valieron del Banco de Colombia y de

la Caja Agraria para promover la ganadería y otras inversiones en sus fincas.

Además, en las primeras décadas de la colonización también irrumpieron

comerciantes de distintas procedencias. Al respecto, estas son las voces de los

protagonistas:

“Todo el mundo se enriqueció trabajando…El comercio aquí en Florencia

se formó a lomo de mula”: Emidio Perdomo Calderón

“Después de la guerra con el Perú entonces se fue componiendo esto: nosotros

conseguimos la finca, ya era yo hachero, yo podía socolar, echar serrucho con

otro compañero. La finca era a un ladito de Capitolio. Ahora es de Pedro

68
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
77

Almario. Yo sabía nadar en un río, voliaba machete, hacha, claro que no a

diario, pero sí cuando me tocaba.

Otros trabajaron con plata del Banco para comprar ganado y vender y así fue

como la gente se enriqueció toda. Por aquí estuvo Oliverio Lara colindando con

don Ramón, él era un hombre riquísimo… Todo el mundo se enriqueció, claro

que trabajando, trabajos honorables, eran económicos, ahorraban. Ellos se

murieron y ahí están las fincas.

El comercio en ese entonces aquí en Florencia se formó a lomo de mula; iban

a Garzón o Neiva y de allá traían todas las cosas para vender aquí, dueños de

tiendas, todos tenían mulas, así fue la fundación de esto. Todo mundo llegó a

trabajar, no había ladronismo, nadie conocía un ladrón, no se conocía, todo el

mundo era en su trabajo”.69

“En el Banco de Colombia hicimos escuela”: Pedro Antonio Almario

Floriano

“Para complementar el progreso del Caquetá, abrió sus puertas al público la

sucursal del Banco de Colombia el 1° de julio de 1943 siendo su primer gerente

el señor Jorge Liévano Fonseca y como Secretario Alfredo Rueda Prada. Como

la mayoría de nosotros no sabíamos manejar una cuenta bancaria era el primer

banco que funcionaba en esta ciudad, en él hicimos escuela; yo abrí una

cuenta y me correspondía el número 11, más tarde fue abierta una sucursal de

69
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo el 14 de febrero de 1999 en Florencia. Editada por los
autores de la investigación.
78

la Caja Agraria, cuyo gerente, si mal no recuerdo, era el señor Julio Betancourt;

también el Banco Ganadero se vinculó al Caquetá abriendo sus puertas, con el

señor Alfonso Vanegas como gerente…aún conservo estas cuentas y las he

manejado lo mejor posible…”70.

Banco de la República construido después del conflicto Colombo Peruano (1932-1933)

“Me hice socio en la Caja Agraria”: Arcadio Trujillo

“Cuando empezaba a medio mejorar la situación, don Ramón Muñoz fue el que

me hizo hacer socio en la Caja Agraria… él mismo me ayudó a abrir la cuenta,

él respondía por mí en todo”. 71

70
ALMARIO Floriano, Pedro Antonio. Un colono Caqueteño. Sus memorias. Bogotá. 1990. 205 p.: Ilus.
71
TRUJILLO. Op. Cit. p. 145.
79

OTROS OFICIOS EN LA COLONIZACIÓN

“Como trabajador del correo me tocó caminar de Florencia a San Vicente

a pie”: Israel Castillo

“Cuando Puerto Rico ya era un pueblito, llegó don Pedro Ignacio Muñoz de

administrador de correos y me buscó de correo. Yo fui correo muchos años, me

tocaba hacer el recorrido desde Florencia hasta San Vicente a pié. La gente me

hacía encargos y yo se los traía a puro hombro. Con el tiempo yo busqué a

Esteban Rojas, para que él también trabajara de correo, ya éramos dos. Yo

venía de Florencia a Puerto Rico y Esteban seguía para San Vicente. Una vez

iba con el correo para Florencia, por el camino me salió un tipo armado con una

escopeta a quitarme lo que llevara, buscaba plata, ese día nadie me había

hecho encargos, le dije al tipo: si busca plata, puede irse por donde vino, vio

que no llevaba dinero y se fue. Yo conté el suceso en la oficina de Florencia y

me dieron un revolver y cincuenta tiros para que defendiera el correo.

Un día yo iba con el correo de aquí –Puerto Rico– para San Vicente, en el

camino encontré tropa, les dije que yo era el correo y que iba para San Vicente.

Me dijeron, nosotros también vamos para San Vicente, vamos persiguiendo

unos guerrilleros. Desde un altico, miramos como a un kilómetro, dos señores

curando una res; el comandante dijo a los soldados: allá están los guerrilleros,

están pelando una vaca para comer, vamos a dispararles. Inmediatamente me

opuse y les dije: comandante, no vayan a hacer esa bestialidad, uno es mi

compadre Vicente Quintero y el otro es Juan Sarria, ellos son trabajadores de


80

aquí de la hacienda La Pedrera, y están es curando esa vaca. ¿Estás seguro?,

me dijo el comandante. Claro, donde yo no le diga, disparan y seguimos para

San Vicente”.72

“Aquí primero se hizo el aeropuerto y después la carretera”: Lucas Zúñiga

“Aquí primero se hizo el aeropuerto y después la carretera. La carretera se hizo

de Florencia para acá. A mí me tocó trabajar en la construcción del aeropuerto,

me buscó el Capitán Artunduaga. Los vuelos eran: Neiva- Puerto Rico-

Florencia y viceversa. De aquí a Neiva por aire gastaba la avioneta una hora, lo

que a pié eran doce días. Ya con la carretera vino más gente a radicarse.

Cuando yo entré, esto ya se llamaba Puerto Rico. A mí también me tocó trazar

las calles de Cartagena del Chairá. En 1948 con unos trabajadores del caserío

“La Esmeralda”, caminamos quebrada arriba y llegamos a Garzón. Por esa vía

también se puede hacer carretera”. 73

“El primer negocio: la Ferretería Caquetá y El Almacen Colombia”: Gema

viuda de Estraub

“Juan Estraub…Cuando el conflicto con el Perú, él ya residía en Florencia. Él

vino de Alemania solo y motivado por el afán de aventura, ni siquiera sabía

hablar español, pero era muy simpático y sabía ganarse el cariño de la gente.

El tenía un hermano medio que se llamaba Rodolfo Karch y llegó a estas tierras

tiempo después de Juan…

72
CARDONA. Op. Cit. 1984.
73
CARDONA. Op. Cit. 1984.
81

Almacén Colombia del alemán Juan Estraub, cortesía de la familia

…….él estudió mecánica por que el papá lo hizo estudiar eso, creo que el papá
era muy enérgico y por eso se vino de allá, y cuando fue mayor de edad
emigró. El primer negocio que tuvo fue una ferretería llamada Ferretería
Caquetá, fundada con el hermano, más o menos a principios de los años
cuarenta del siglo XX, esta quedaba muy cerca de donde estaba el Banco de la
República y luego se fundó el Almacén Colombia. Ellos vendían herramientas
hechas en Alemania que importaban, y cuando empezó a utilizar la cuestión del
gas, lo traían en cilindros y vendía estufas a gas, con el tiempo se le ocurrió
montar una pequeña empacadora, la cual se vendió y luego Rodolfo en los
años ochenta se la compro a Jorge Ortega, después fue de don Zenón y éste
le vendió a Rodolfo. Juan también fue distribuidor exclusivo de la Shell hasta
cuando murió, y después de fallecer, se acabó con la ferretería. Cuando yo lo
conocí el ya tenía el negocio de la ferretería y además era un hombre muy
simpático, querido y muy bien parecido. Durante mi matrimonio con Juan tuve
cuatro hijos a saber: María Paulina, Gemita, Juan y Rodolfo…
82

Cuando la Segunda Guerra Mundial todos los amigos le colaboraron porque el

era muy apreciado y el Comisario, que no recuerdo quien era, influyó para que

no se lo llevaran al campo de concentración que construyeron en Fusa, donde

reunieron a casi todos los Alemanes, pero Juan y Rodolfo se quedaron aquí.,

además tampoco les confiscaron los bienes que tenían. Juan siempre se dedicó

al comercio, nunca tuvo finca ni ganado, aunque era muy amante del campo

pero nunca tuvo nada que ver con tierras…”

Edificio Valencia, Florencia, años cuarenta del siglo XX

“En los años 40 y 50 aquí había varios negocios, recuerdo el de Don Julio

Valencia que vendía telas y era el distribuidor exclusivo de zapatos Corona,

también Don Pachito Guillermo, que era un dirigente conservador, tenía un

almacén de telas y confecciones y Don Carlos Jiménez Gómez, también tenía

un almacén…”
83

“Un empresario muy importante en Florencia fue Luís Carlos Tovar, dueño de

gaseosas Florenciana y quien fuera el esposo de mi hija María Paulina, quien

lastimosamente murió en un accidente de aviación que conmocionó al

territorio… Luís Carlos era un hombre emprendedor y visionario que de no

haber muerto, hubiera cumplido su sueño de penetrar con gaseosas

Florenciana al departamento del Huila”. 74

En fin, el trabajo y la interacción sociocultural fueron factores determinantes del


desarrollo humano y social del colono; el trabajo le creó sentido de dignidad y
produjo los frutos esperados en la creación de numerosas fincas agrícolas y
ganaderas75, empresas comerciales y organización de pueblos tal como se ha
sustentado en otras investigaciones76; también, es de tener en cuenta que la
categoría trabajo no solamente se refiere a una construcción material sino
también simbólica pues los colonos construyeron un nuevo territorio entendido
como espacio biofísico, sociopolítico y simbólico y además los colonos se
constituyeron a sí mismos mediados por el trabajo y por la interacción entre
vecinos.

74
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo en Florencia entre el 12 y 13 de junio de 2002. Editada por
los autores.
75
PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Capuchinos y Caqueteñidad: Sujetos y Territorio (Caquetá: 1893-
1951). Florencia: Vicerectoría de investigaciones Universidad de la Amazonia, 1999, págs. 85-92.
También puede verse: GONZALEZ TRUJILLO, Héctor Eduvin y otros. Caquetá: Tradición y Vocación
Ganadera. Florencia: Comité de Ganaderos del Caquetá, 2003.
76
Véase: PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Florencia: Personajes, instituciones y Símbolos (1902-
2002). Sin publicar.
84

“YO ME CASO Y ME VOY AL MONTE”

“Yo ya dejé la finca, ya hay sembrados: hay plátano, yuca, y ¡es que nos vamos! Ella dijo:
¡Bueno, pues entonces vámonos!”
Emidio Perdomo Calderón

“Yo me caso si Dios quiere y me voy al monte”


Arcadio Trujillo

El colono organizaba previamente la finca y luego se traía a la familia. La

presencia permanente de la mujer en el hogar era sinónimo de estabilidad para

asegurarla; ésta era el lugar de los afectos y era mirada además como fuerza

de trabajo.

En aquellos tiempos, no había tiempo para el noviazgo y los matrimonios se

improvisaban o eran negociados con los padres de las novias; era el hombre

quien los autorizaba; no obstante, algunos padres de familia mandaban a

investigar previamente la situación y conducta del pretendiente. Pareciera que

las jóvenes estaban condicionadas para aceptar la voluntad del varón, a quien

le interesaba una esposa totalmente sumisa a las decisiones de su del marido.

La mujer se encargaba de la cocina, del cuidado de los niños, de lavar la ropa,

coserla, etc.

El padre debía ser ejemplo para enseñar los trabajos a los hijos y para

infundirles los buenos modales y las virtudes; la familia era un instrumento de

inculcación de los códigos morales establecidos por la iglesia católica. Eran la

familia y la casa además un lugar abierto para la solidaridad humana. El colono


85

tenía unas virtudes que lo caracterizaba: su laboriosidad y disciplina, su

honradez y honorabilidad; la perseverancia en el trabajo; algunos relatos

expresados por colonos lo confirman:

“No mija; yo ya dejé la finca, ya hay sembrados: hay plátano, yuca, y es

que nos vamos. Ella dijo: Bueno, pues entonces vámonos”: Emidio

Perdomo Calderón

“Yo me casé en el Huila, en Pasijín, mi mujer se llama Carmelita Meléndez;

cuando yo la conocí, ella estaba mocita. En el primer viaje que me metí, que

pasé por ahí, la miré. Yo estaba soltero, yo y mi viejito caballo la vimos desde

aquí. Y arrimé un día y le pregunté: usted quiere casarse conmigo? Ya está, me

respondió ella. Casi no duré ni un mes de novio, eso fue ligerito y entonces

hemos estado juntos hasta hoy.

Yo me vine ya casado, mi mamá y mi papá aún vivían; entonces yo llegué

donde mi papá y le presenté a mi esposa, al igual que a mi mamá. Con mi

mujer tuve a Gustavo, Alicia y a Carmelita, la menor.

Entonces mi mamá Eduviges Calderón no quería traernos; dijo: yo no quiero

que nos vayamos para el Caquetá porque los hijos se nos quedan sin estudio;

ella dijo que quería darles estudio a los muchachos ahí en El Naranjal, a una

media hora de camino de Pasijín. El dijo: no mija; yo ya dejé la finca, ya hay


86

sembrados: hay plátano, yuca, y es que nos vamos. Ella dijo: Bueno, pues

entonces vámonos”77.

“Me casé pero yo nunca recibí un beso, ni nunca –el Señor Castañeda–

me cogió una mano para decirme amor ni nada de eso durante nuestro

noviazgo”: Blanca Lilia Pérez de Castañeda

“Me acuerdo que un día yo salía de la escuela y el señor Castañeda me decía:

“adiós virgencita linda”. A mí me daba una vergüenza y corría para la casa. A

los ocho días me daban serenata; después ya siguió yendo a la casa y dizque

nos hicimos novios porque él ni siquiera me tocó una mano, conversaba era

con mi mamá y mi papá y a mí me mandaban era a moler café o a cogerlo allá

en la casa o a hacer sombreros. Mis papás se sentaban a conversar con él,

nunca conversó conmigo si yo quería ser la esposa de él o algo. El

seguramente le pidió mi mano a mis papás porque una vez me dijeron: mijita

usted se va a casar con el señor Castañeda; yo les respondí, pues yo si me

caso, él era un hombre buen mozo, atractivo. Me casé pero yo nunca recibí un

beso de ese tipo, ni nunca me cogió una mano para decirme amor ni nada de

eso durante nuestro noviazgo.

Me acuerdo de mi matrimonio: el vestido arrastraba el suelo, todo de blanco y

las flores rojas y una corona de azahares muy linda, pero yo no sabía bailar el

vals, entonces bailando se me salieron los zapatos, me enredé en el vestido y

eso fue para risas, hasta a mí misma me dio risa y el finado Castañeda también
77
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo en Florencia el 14 de febrero de 1999. Editada por los
autores.
87

se reía, él mismo me ayudó a ponerme los zapatos nuevamente para poder

bailar el vals”78.

“Yo me caso si Dios quiere y me voy al monte”: Arcadio Trujillo

“Ya en 1930 me la pasaba pensando de noche y de día en organizarme. A

alguna que me gustaba le decía: si quiere casarse conmigo, estoy listo para

casarme; aunque yo no tenía fijeza ni tiempo para estar charlando ni estar

moviendo la lengua ni diciendo mentiras. Después de cinco años al mando de

la lechería, cinco años de trabajo, vi que estaba poniéndome viejo y que no

tenía nada, ni esperanzas de nada. Entonces afiné al máximo mi pensamiento:

yo me caso si Dios quiere y me voy al monte”79.

“El 27 de septiembre de 1926 había llegado a la hacienda la familia de don

Juan de Jesús Rojas y la señora Marta Rojas, tenían un niño llamado Argemiro

y una niña adoptiva de nombre Simona. La niña Simona de escasos 10 años

salía de la cocina, nos saludamos pero no pasó más. Yo sentí una evolución

que yo mismo no la pude comprender, como un sentimiento que yo en la vida

no había tenido nunca, con la sola voz de ella. Entonces llegué a la cocina y le

dije a la patrona: pues mire señora que esa niña va a ser la novia mía, la

señora mía; ella dijo: ¡Hum! Pobrecita niña. Yo no volví a ver la niña sino hasta

el 29 de julio de 1927 en la finca de don Daniel Rojas, donde me habían

invitado a una comitiva que hacían los vecinos. Allí solamente la saludé.

78
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
79
TRUJILLO. Op. Cit. p. 112
88

Luego en el año 30 le dije a la patrona que me diera permiso para ir a ver la

novia, ella me preguntó: ¿pero cuál es su novia? le contesté: pues la niña que

le dije hace tres o cuatro años, esa niña es la que yo me voy a ver, sé que está

en San Pedro, al lado de donde vive don Julio Rubiano, pero no la he visto. El

quince de agosto, que era el día de mis cumpleaños, me parece que cumplía

23 y ella andaba en los 14 años. Ellos me recibieron y les dije: don Juan y doña

Marta, vengo a hablar con ustedes para pedir la mano de Simona, si ustedes

tienen a bien, si me dan permiso. Dijo don Juan: yo de mi parte tengo mucho

gusto, no sé la señora qué dirá, ella le dijo al esposo que él vería, que lo que él

hiciera estaba bien. Él me dijo: bueno, tiene el permiso; puede venir a todo

momento que usted necesite conversar con ella…”80.

“De capital tengo las manos, el día que Dios me mande y el machete que

cargo a la cintura”: Arcadio Trujillo

“Les dije: yo he venido a esto; tenga la bondad y me trae la muchacha para

preguntarle si ella quiere casarse conmigo o no, luego yo le digo las cláusulas

que tengo, las de la ley y la verdad, yo no tengo nada. Ella fue y trajo la niña.

Yo le dije: bueno, señorita, yo vine a ver si usted tiene a bien casarse conmigo;

no le vengo a ofrecer nada, absolutamente nada, así como me ve estoy

completo, porque estoy con la camisa bien pegada del sudor y los mochitos a

más de mitad de la pierna, no le quede duda, lo demás es paja; de modo que

usted dese cuenta para que nunca vaya a decir que yo la engañé. Otra cosa:

no tengo donde caer muerto; estoy bien debajo de la capa del cielo; de capital
80
TRUJILLO. Op. Cit. p. 112
89

tengo las manos, el día que Dios me mande y el machete que cargo a la

cintura. Entonces ella reflexionó un ratico, hizo un poquito de silencio, luego

dijo: yo si me caso con usted y me voy para donde me lleve; eso es todo y

puede contar con mi palabra81. Pero antes del matrimonio los padres de Simona

me enviaron una señorita a investigarme, era la profesora de la escuela, la

señorita Dolores Bueno, ella me preguntó que por qué quería casarme con esa

niña tan joven, huérfana y pobre82”.

“Mi matrimonio se celebró…”: Arcadio Trujillo

“La serenata se programó para las cuatro de la mañana y la ceremonia religiosa

para las cinco de la mañana del día 27 de noviembre de 1930. Nos casó el

Padre Lucas de Ibatet Capuchino Español; fueron los padrinos Juan de Jesús

Rojas y la señora Marta Rojas. El matrimonio se celebró en la primera escuela

de San Pedro, hoy Santuario. Simona tenía vestido largo blanco, zapato beige

con diminuto tacón; la larga cabellera le cubría la espalda, en la parte superior

estaba adornada con pequeñas flores silvestres de diferentes colores. Yo

llevaba una camisa rosada de popelina, pantalón y saco gris, sin corbata y sin

zapatos”83.

“El padre no es solo para ser padre de un poco de hijos, el padre tiene que ser

padre para enseñarles las bases del trabajo, enseñarles cómo tienen que

estimarse y cómo tiene que manejar la vida, porque el capital se acaba”84.

81
TRUJILLO. Op. Cit. p. 117
82
TRUJILLO. Op. Cit. p. 123 a 125
83
TRUJILLO. Op. Cit. p. 123 a 125
84
TRUJILLO. Op. Cit. p. 206
90

“Dios no nos dio hijos, pero a voluntad de nosotros dos, criamos seis

muchachos que ahora se encuentran en otras partes”: Natalia Mosquera

“Mi madre pobremente…nos crió bien criados; honestamente ella trabajaba

haciendo sombreritos, esos que llamamos “balayes”; se hacían de palmicha, se

cogía el cogollo y se llevaba a la casa y se rapiaba con huesitos de mono;

sacaba la hebra para tejer los sombreros. Mamá también rajaba totumos y de

esos calabazos sacaba cantidades de mates y cucharonas para sacarlas a

vender. Ellos salían a Acevedo, los vendían y con eso traían la salecita y parte

del jabón porque por acá en gran parte el jabón que se usaba era de un palo

que llamaba “bilibil” y de una mata que nacía en las partes donde rozaban y

quemaban y llamaba “altunsara” y entonces mi madre con eso untaba la ropita

y nos jabonaba la ropa en ese tiempo. Cuando ya murió mi padre nosotros

quedamos solos y mi madre con ocho hijitos que sostener, era una cosa muy

difícil.

Me acuerdo que mi mamacita nos hacía unos pantaloncitos que llamaban

“mamelucos” y eso se lo amarraba a uno con una trenza a la espalda y otra por

delante y así nos ponían esa ropita. Nos vestían pobremente aún cuando fuera

con retacitos y pues como casi no salíamos de la finca. Me casé en 1944, llevo

cincuenta y un años de casada y hasta ahora gracias a Dios honestamente

estamos viviendo con mi esposo. Dios no nos dio hijos, pero a voluntad de
91

nosotros dos, criamos seis muchachos que ahora se encuentran en otras

partes”85.

“La familia de esa época era noble, obediente; los muchachos eran

sumisos a los padres”: Margarita Calderón de Vega

“La familia de esa época era noble, obediente; los muchachos eran sumisos a

los padres; mis hijos vistieron lo que yo les compraba, les hacía y les traía. Yo

desde mocita cosía, le aprendí a coser a mi mamá, tuve aquí mi máquina y

cosía, después aprendió Gilma, Nena y Bruno, ellos fueron sastres. Yo le cosí

la ropa a Nena hasta que se casó. Yo tuve tienda con panadería, los hijos me

ayudaban, ellos también trabajaban la agricultura al jornal por allá afuera”86.

“Yo admiré mucho a mi papá: él fue un hombre muy severo…la mujer en

la cocina, en la casa, con los hijos y para la iglesia, atendiendo los oficios

de la casa, se hacía lo que dijera él, el resto era paja”: Pedro Ariza

“Yo admiré mucho a mi papá: él fue un hombre muy severo, fue muy honesto,

muy franco, muy trabajador; como había vivido en Estados Unidos

“chapuseaba” algo en inglés; el estuvo ocho años allá, admiraba mucho a los

Norteamericanos; decía que era un gran país, que eran trabajadores,

ahorradores, eso hizo que yo me inclinara por el inglés.

85
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
86
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
92

Mi papá fue un hombre muy honorable, de criterio, honrado, muy conservador,

sus virtudes, entre otras, era levantarse temprano para trabajar y ser estricto

en el cumplimiento de deber. Si, él decía: nos vemos a las dos, llegaba faltando

cinco minutos para las dos. Y así como él había varias personas. En la familia

la cabeza de hogar era el padre, el es el que mandaba, estilo ejército y lo que él

decía había que hacerse. La mujer en la cocina, en los oficios de la casa, con

los hijos y para la iglesia, se hacía lo que dijera él, el resto era paja”87.

“Yo a los jóvenes les digo francamente que si mi crianza no hubiera sido

tan católica en las situaciones que me he visto yo ya me hubiera quitado

la vida”: Pío López Motta

“Creo que la educación de la familia en la época antigua era de primera porque

entonces si se enseñaba religión…Yo a los jóvenes les digo francamente que si

mi crianza no hubiera sido tan católica con los curas en el Huila en las

situaciones tan críticas que me he visto, yo ya me hubiera quitado la vida; pero

considero que no debo hacer eso y por tal motivo me aguantaré hasta que mi

Dios mande por mí” 88.

87
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, mayo 12 de 1999 y editada por los autores de la
investigación.
88
Entrevista realizada por Suárez Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y editada
por los autores de la investigación.
93

“Sabiendo educar a los hijos salen buenos hijos”: Ana Isabel Reyes
Chilatra

“Yo pienso que uno sabiendo educar a los hijos, salen buenos hijos. Creo que

las familias numerosas son buenas; después desde que lo sepan estimar a

uno…”89.

“Yo aquí era esclava de la cocina. Nosotros nos divertíamos muy


poco…Yo me quedaba cuidando los hijos”: Lucía de Cotacio.

“En la finca de Santo Domingo llevamos más de cuarenta años. Tuve doce

hijos: seis hombres y cuatro mujeres…Yo aquí era esclava de la cocina.

Nosotros nos divertíamos muy poco. Se celebraba el San Juan y el San Pedro.

Se hacía un sancochito de gallina. Yo no podía bailar, él sí y hasta ahora viejo.

Yo me quedaba cuidando los hijos”90.

En síntesis, la familia, en el seno de la selva, era célula básica de la sociedad y

no importaba tanto si ella tuviera la bendición eclesiástica o fuera producto de la

unión libre; en ella se expresaba la cultura de la colonización, había un rol del

hombre y de la mujer pero sobretodo la familia era el lugar de la solidaridad, de

los afectos, instancia de reproducción de la especie y sobretodo fuerza de

trabajo, generadora de riqueza y porvenir.

89
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
90
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
94

“NOS CRIARON COMO CATÓLICOS”

“Los frailes capuchinos trajeron a la colonización la devoción de la religión”


Manuel Ortiz Bautista

“Nos criaron como católicos, yendo a Misa, confesándonos y Comulgando”


Samuel Rojas Rubiano

Primera capilla de Florencia

La mayoría de los colonos del Caquetá de la década del veinte hasta los años

cincuenta del siglo XX, eran de procedencia huilense, donde habían estado

influenciados por las costumbres católicas; llegados al Caquetá estuvieron bajo

la hegemonía cultural, social y religiosa de los frailes capuchinos catalanes

quienes ejercieron un poder en el territorio y controlaron la mente y el cuerpo de

sus moradores durante la primera mitad del siglo XX, contribuyendo a generar

una colonización católica.


95

Inicialmente, la Estación Misional, luego la Cuasiparroquia y más tarde La

Viceparroquia91, fueron las entidades administrativas eclesiásticas encargadas

de administrar el culto, orientar a los fieles y a las asociaciones religiosas,

organizar los eventos o fiestas religiosas y velar por el desarrollo de “las buenas

costumbres”.

Las Viceparroquias y Conventos fueron el centro y corazón espiritual de la

colonización; siempre que se fundaba o reorganizaba a un pueblo, la primera

tarea era demarcar el sitio de la capilla o templo, lugar desde el cual se iba a

controlar el cuerpo y el espíritu de una colonización signada por la ideología,

representaciones y costumbres católicas. Estas tareas, de manera general,

tenían la acogida de la comunidad, pues la mayoría de migrantes procedían del

Huila, donde las tradiciones católicas tenían un fuerte arraigo popular. Se

podría decir que los colonos llegaban al Caquetá a reconstruir las instituciones

y costumbres religiosas, en este caso, empresa liderada por los frailes

capuchinos catalanes, pues bajo la vía de la Misión Capuchina el Estado

comenzó a finales del siglo XIX y comienzos del XX a hacer presencia real en

el Caquetá y a reiniciar nuevamente la integración del territorio caqueteño a la

Nación desde la perspectiva de construcción de la Nación Católica. Por

intermedio de la acción social de los Frailes capuchinos se buscaba integrar el

territorio al dominio ideológico, cultural y político del Estado confesional que se

91
Durante la Prefectura Apostólica (1904-1929) del Caquetá los frailes capuchinos establecieron una
Estación Misional en 1911; en 1919 se creó la Cuasiparroquia de Florencia; la cuasi parroquia de San
Vicente fue fundada en 1921. Durante el Vicariato Apostólico del Caquetá (1930-1951) las
Cuasiparroquias fueron transformadas en Viceparroquias.
96

expresaba en la Constitución Colombiana de 1886, el Régimen Concordatario y

los convenios de Misiones entre el Vaticano y la República de Colombia.

Instrumento privilegiado para desarrollar el proyecto católico fueron las

comunidades religiosas: frailes capuchinos, Madres Franciscanas y

Asociaciones, las cuales fueron utilizadas para construir "La República Católica”

bajo un modelo teocrático, hispánico y conservador.

Los capuchinos, al igual que la sociedad y sus élites, eran líderes promotores

de una cultura nacional católica, que en el caso del Caquetá continuó

alimentando la formación religiosa católica de la gran mayoría de colonos

huilenses que habían llegado para construir nuevos proyectos de vida y nueva

sociedad.

Para construir cultura católica y una nueva sociedad en las selvas del sur, los

frailes ejecutaron una serie de estrategias tales como la fundación de pueblos,

la organización de escuelas y de Viceparroquias como centros de control,

vigilancia de mentes y cuerpos92, lo cual determinaba la personalidad

psicosociocultural de los colonos. Al respecto veamos algunos relatos:

92
PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Capuchinos y Caqueteñidad: sujetos y territorio (Caquetá: 1893-
19519. Florencia: Vicerectoria de investigaciones Universidad de la Amazonia, 1999.
97

“Nos criaron como católicos, yendo a misa, confesándonos y

comulgando”: Samuel Rojas Rubiano

“Nos criaron como católicos, yendo a misa, confesándonos y comulgando…Yo

recuerdo al padre Jaime de Igualada que fue el constructor de la Catedral de

Florencia, él era bajito, delgadito, barbado, con la barba al pecho, muy formal.

Mis tíos y mis padres ayudaron a hacer la primera capilla que se hizo donde es

hoy la catedral. Esa fue de bahareque y con astilla de palo entablada. La

primera capilla se hizo antes del conflicto Colombo- Peruano”93.

“Usted escogía a qué misa ir”: Emidio Perdomo

“Yo iba a misa; había misa desde las cinco de la mañana, a las nueve de la

mañana y a las once del día, entonces usted escogía a qué misa ir, había que

ir” 94.

93
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo en Florencia en abril 16 de 1999. Editada por los autores.
94
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo en Florencia en noviembre 13 de 1999. Editada por los
autores.
98

Construcción de la segunda iglesia de Florencia 1916, Fuente: TRUJILLO, Luis Antonio. Biografía del Excmo.
Sr. Esteban Rojas Tovar. Bogotá: tipografía voto Nacional, 1949, p. 499

“Le enseñaban a uno muchas oraciones”: Ana Isabel Reyes Chilatra

“Yo tan solo rezo el santo rosario; en esa época se practicaba la religión

católica, le enseñaban muchas oraciones para poder confesarse uno; fui

catequista, preparaba muchachos para la primera comunión”95.

“Los padres trajeron a la colonización la devoción de la religión”: Manuel

Ortiz Bautista

“A mí me bautizaron los padres capuchinos. Los padres, ni eran agua ni eran

pescado, no le presentaban mérito a nadie; trajeron a la colonización la

devoción de la religión; inclusive mandaban visitantes o comisiones del clero

por el río abajo, con el fin de civilizar a los campesinos e indígenas. Yo conocí

95
SUAREZ. Op. Cit. 1995..
99

al padre Jorge de Fondarella, al padre Jacinto María de Quito, eran

capuchinos”96.

Parada militar el 20 de julio de 1917, en la Plaza San Francisco; Fuente: TRUJILLO, P. Luis Antonio.
Biografía del Excmo. Sr. Esteban Rojas Tovar. Bogotá: tipografía Voto Nacional, 1949, p, 650

“Ahora se ponen es a mirarse del uno al otro y no le ponen cuidado a lo

que dice el Padre”: Natalia Mosquera

“Antes sí le enseñaban a uno a ser religioso y a orar, ahora no porque eso van

a la iglesia y se ponen es a mirarse del uno al otro y no le ponen cuidado a lo

que dice el Padre. Anteriormente la mamá de uno lo cogía frente a frente a

enseñarle el catecismo y eso sí era rezando.

96
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
100

Capilla de Belén en los años treinta del siglo XX, Fuente: TRUJILLO, P. Luis Antonio. Biografía del Excmo. Sr.
Esteban Rojas Tovar. Bogotá: tipografía Voto Nacional, 1949, p, 629

Me acuerdo de la primera capilla que hubo aquí en Belén: era de palmicha y en

paja, las paredes y los pisos eran de barro pues aún no se conocía el cemento

por aquí y las casitas se hacían al estilo de las chocitas de los indios, de

guadua y chonta picada…”97.

97
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
101

.
Primera capilla y casa Cural de Belén de los Andaquíes, años treinta del siglo XX. Fuente: TRUJILLO, Luis
Antonio. Biografía del Excmo. Sr. Esteban Rojas Tovar. Bogotá: tipografía voto Nacional, 1949, p. 638

“Mi papá era muy respetuoso, aunque no era muy practicante de la


religión”: Pedro Ariza

“En los años cuarenta en el Caquetá la familia era muy influenciada por los

Padres Capuchinos; los domingos ellos hablaban en la misa de la

responsabilidad de los padres de familia; se arrodillaban los papás y los

bendecían. Mi papá era muy respetuoso, aunque no era muy practicante de la

religión; mi abuela y mi mamá sí. Mi mamá fue educada en el Socorro,

Santander, en un Colegio de Monjas, ellas decían que las camisas de las

muchachas debían estar debajo del codo...

Yo a la edad de 8 años, en 1944, conocí a los Padres Capuchinos españoles,

mi mamá era muy amiga de ellos y me consiguieron el puesto de acólito; todos

los muchachos querían ser acólitos porque en ese tiempo era muy importante

ser acólito con los Padres Capuchinos. Estuve de acólito como dos años,
102

estando allí conocí al padre que hizo la iglesia: el fraile Jaime de Igualada;

conocí al religioso Lucas de Barrameda, al fraile Jacinto María de Quito, al

Padre Estanislao de Las Corts, al Padre Alberto de Cartagena; ellos eran

Catalanes, hablaban Catalán. Los capuchinos estaban más cercanos con los

conservadores. En los 40 los padres capuchinos tenían más poder que el

Comisario”98.

98
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo en Florencia en mayo 12 de 1999. Editada por los autores.
103

Frailes capuchinos. Fuente: MONTCLAR, 1924, p.4

“Era colonizando y amansando indios únicamente y comiendo con los

indios mico y pescado”: Samuel Rojas Rubiano

“Los capuchinos fueron unos mártires para colonizar, entrar por trochas por

todo este Caquetá abajo; y donde había ríos en canoas los indios los cargaban

de una parte a otra. Era colonizando y amansando indios únicamente y

comiendo con los indios mico y pescado. A esos Curitas les toco sufrir

bellacamente en estas tierras, colonizándolas”99.

99
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo en Florencia en abril 18 de 1999. Editada por los autores.
104

Fraile Jaime de Igualada. Fuente: Catalunya Franciscana


No. 167, septiembre-octubre de 1967, Barcelona España, p. 60

“Los padres capuchinos no usaban una palabra maluca”: Emidio

Perdomo

“Los padres capuchinos eran gente supremamente honorables, ellos con nadie

usaban una palabra maluca, eso era honorabilidad para todos. Desde entonces

ellos trazaron la Catedral, la dejaron funcionando; cuando los cambiaron, se

despidieron de toda la gente, se fueron toditos, no quedó ni uno. Yo conocí al

Padre Jaime de Igualada, a Ignacio de Barcelona”100.

100
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo en Florencia en noviembre 13 de 1999. Editada por los
autores de la investigación.
105

Escuela de las Madres Franciscanas, iglesia y convento de los Frailes Capuchinos (década del 30 del
siglo XX). Fuente: TRUJILLO, P. Luis Antonio. Biografía del Excmo. Sr. Esteban Rojas Tovar. Bogotá:
tipografía Voto Nacional, 1949, p, 656

“En la iglesia de Florencia nosotros nos subíamos al campanario para


despistar al Padre”: Braulio Cotacio

“Yo conocí a Gaspar Monconill101 –Obispo y Vicario Apostólico del Caquetá–

era un hombre pequeño. Él estuvo dando discursos allí en la catedral, él viajaba

mucho.

Conocí a Monseñor Gaspar de Pinell, quien subió al filo que se llama cerro

Pinell; en ese entonces mandaban la policía para que hiciera caminos, él subió

al cerro con ellos; yo estaba muchacho y mi tío era sacristán; entonces, yo subí

con él y mi mamá subió también después con él. Esto ocurrió en 1927. En la

101
Gaspar Monconill o Gaspar de Pinel, Obispo, Primer Vicario Apostólico del Caquetá ( 1930-1946)
106

iglesia de Florencia nosotros nos subíamos al campanario para despistar al

Padre. Nosotros los sábados íbamos con el sacristán a dormir allí”102.

Monseñor Fray Gaspar M: Monconnill, Obispo del Vicariato del Caquetá (1930-1946),
Foto de consagración episcopal. Fuente: Monconnill 1930, p. 5

“Todo el mundo ayudaba con los gastos de la iglesia”: Emidio Perdomo

“Gaspar de Pinell, se llevó a un vecino de la casa, a Marquitos Ospina, para

que le cargara la maleta de viaje, se fueron para el Huila por Belén –el camino

102
Entrevista realizada y editada por Gabriel Perdomo y Mireya E. Quiñones Q. Florencia, febrero 14 de
1999.
107

del Andakí103–; había camino pero a pié, no podía entrar ni una bestia, y

salieron a un punto que se llama Acevedo, entonces de ahí se devolvió el

muchacho. El Obispo Gaspar era muy buena persona, honorable, eso daba

gusto ponerse uno a hablar con él por la honorabilidad tan bonita, el cariño tan

grande para todos, por eso la gente lo quería bastante. Todo el mundo ayudaba

con los gastos de la iglesia”104.

“Los Capuchinos eran atentos”: Barbarita Andrade

“Los sacerdotes capuchinos eran muy atentos… aquí alcanzaron a venir a

Puerto Rico”105.

103
Antonio B. Cuervo en sus comentarios de documentos inéditos, dice que el Padre Juaquin
Barrrutieta, superior de los franciscanos de Popayán, ordenó a Fray José Cuervo que buscara el pueblo
de la Concepción del Putumayo, y buscara un camino más fácil y más corto para penetrar a las Misiones
del Caquetá y Putumayo; por cuanto el que pasaba por Popayán era sumamente pésimo y largo y se
gastaban tres meses para llegar al último pueblo de la Misión.
Fray José Cuervo, dio cumplimiento a dicha orden, y con el auxilio de los indios, después de muchos días
de navegación por el Caquetá, llegó al primer puerto, llamado el Mosco o La Loma del Mosco. Por allí
dejando las canoas, siguieron abriendo trocha hasta el pueblo de la Ceja, que era la escala de las
misiones franciscanas. La abertura de este camino fue una verdadera odisea, se realizó en el año de
1763, y así se dejaron otros caminos y se eligió este, y es el mismo que actualmente practican los
moradores del pueblo de Belén del Andaquí y los de la Ceja, hoy Acevedo (Fray Gregorio Arcilla Robledo.
Obra civilizadora de la iglesia Colombiana, p. 151-152).
104
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, noviembre 13 de 1999 y editada por los autores
de la investigación.
105
Entrevista realizada por Suárez Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y editada
por los autores de la investigación.
108

Catedral Misioneros Capuchinos y colonos, década del 30 del siglo XX

“Amantes del progreso”: Gema Cadena, viuda de Estraub

“Aquí estaban los padres capuchinos, entre los cuales recuerdo a Fray Jaime

de Igualada, el constructor de la Iglesia Catedral; recuerdo a Monseñor

Marceliano de Villafranca, quien más tarde fue Monseñor Canyes, Prefecto

Apostólico de Leticia; era una persona muy simpática e impactante, además era

muy trabajador y amante del progreso”106.

“Muchos padres salían en misión católica…de ahí vinieron las escuelas,

los colegios”: Manuel Ortiz Bautista

“Los padres capuchinos fueron bastantes trabajadores porque ellos mismos se

ponían a las obras y las terminaban. Inclusive el que construyó esa iglesia –la

catedral– fue un Capuchino. La gente era muy indiferente, era muy difícil

106
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, junio 12 y 13 de 2002 y editada por los autores
de la investigación.
109

conducirlos a una realidad eclesiástica, por esa consecuencia muchos padres

salían en misión católica y religiosa hasta las tribus para poder atraerlos a la

civilización y educación. Entonces de ahí vinieron las escuelas, los colegios

tanto aquí en Florencia como en San José, Belén de los Andaquíes, en

Morelia”107.

“En esa época la iglesia era un caney grande donde iban todos los

católicos”: Manuel Ortiz Bautista

“Los curas tenían una ladrillera, en la avenida Gaitán y trasladaban el material

en mulas para sacarlo a donde es hoy en día la iglesia, para construirla. El

padre Fray Pascual de Castellar era el gamonal superior aquí del clero en

Florencia; tenía contratistas para hacer ladrillo, para la construcción de la

iglesia; en esa época la iglesia era un caney grande –salón– donde iban todos

los católicos”108.

“Recuerdo que se hacían mingas para traer estantillos y columnas”:


Antonio Ortiz Sánchez

“Recuerdo al primer párroco que fue fundador de Belén, al Padre Jacinto María

de Quito, que era Capuchino y yo fui acólito de él. Me acuerdo que era grueso,

bajito de estatura. El fue muy bueno conmigo, luego se retiró para el Putumayo,

yo a los años me lo encontré en Puerto Asís –Putumayo–, en el convento y

107
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, octubre 12 de 1993 y editada por los autores de
la investigación.

108
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, octubre 12 de 1993 y editada por los autores de
la investigación.
110

fueron muchos los abrazos que me dio el viejito; se puso a saltar de alegría, y

me decía: “mi acólito, mi acólito”. Me acuerdo cuando hicieron la primera iglesia

aquí en Belén, aquí donde está la hacienda Génova, esto era la finca de las

“ánimas”, allí se hizo un galpón y se siguieron construyendo tejas y ladrillo de

playa, recuerdo que se hacían mingas para traer estantillos y columnas, todavía

había mucha madera alrededor de este pueblo como el ahumado, el Barbasco,

el Granadillo”109.

Jacinto María de Quito, fundador de Belén de los Andaquíes con indígenas del Caquetá. Fuente:
TRUJILLO, P. Luis Antonio. Biografía del Excmo. Sr. Esteban Rojas Tovar. Bogotá: tipografía Voto
Nacional, 1949, p, 718

“Una vez un borracho le pegó una cachetada a Monseñor y nosotros

lloramos…”: Pedro Ariza

“Yo recuerdo a Monseñor Plácido de Calella, yo era discípulo y le ayudaba a

hacer misa. Monseñor Plácido fue un hombre santo, un hombre apacible,

109
Entrevista realizada por Suárez Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y editada
por los autores de la investigación.
111

callado, introvertido. Una vez hubo un borracho, en 1946, vino a la iglesia y

Monseñor no lo dejó entrar por su estado y él le pegó una cachetada. Nosotros

lloramos y el pueblo iba a linchar a ese señor”110.

Monseñor Plácido Camilo Crous,


Fuente: Periódico Provincia Eclesiástica
del sur Occidente colombiano, Sibundoy Putumayo.
Agosto de 1996

“Una vez el padre dijo: dónde está el vino, ustedes se lo toman”: Pedro

Ariza

“El padre Jacinto María de Quito –fundador de Belén– era bravo, era bajito,

gordo; un día dijo: donde está el vino, ustedes se lo toman. Yo le dije: sí señor,

nosotros nos lo tomamos. Era cascarrabias.

110
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, mayo 12 de 1999 y editada por los autores de
la investigación.
112

El Padre Jaime de Igualada era otro santo –arquitecto de la Catedral–, era

viejo; yo le ayudé a dar misas, él era muy anciano, andaba lento, un poco

agachado, con su barba larga, blanca, todos le decíamos papá Jaime, todo el

mundo lo respetaba. Recuerdo que en la iglesia, al fondo en el altar hay una

imagen de la virgen de Lourdes. Los Padres Capuchinos fueron unas personas

que nosotros respetamos mucho, ellos dieron un ejemplo de vida muy bonito”111.

“En esa iglesia de Belén hay cuarenta mil ladrillos hechos de mi mano”:

Pío López Motta

“El Padre Pascual de Castellar fabricaba ladrillos para hacer la Iglesia, los hacía

en una finca que era de ellos. En esa iglesia hay cuarenta mil ladrillos hechos

de mi mano. Fue el Padre Pascual quién me trajo para que le hiciera los

ladrillos. Yo aprendí en Guadalupe a trabajar con ese material”112.

“Aquí han pasado cosas tan curiosas como lo que sucedió con el Himno a

Florencia y la canción Canoíta de mis Ríos”: Gema Cadena, viuda de

Estraub

“Aquí han pasado cosas tan curiosas como lo que sucedió con el Himno a

Florencia y la canción “Canoíta de mis Ríos”, que fueron escritas por un fraile

capuchino. El Himno a Florencia se lo apropió un maestro de apellido Osorio. Si

usted le pone cuidado al tema Canoíta de mis ríos, y lo compara con el Himno a
111
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, mayo 12 de 1999 y editada por los autores de
la investigación.
112
Entrevista realizada por Suárez Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y editada
por los autores de la investigación.
113

Florencia, se da cuenta que es alguien que conoce muy bien los ríos y al

Caquetá. El señor Osorio no era más que un borracho que vino aquí antes de

morirse y se apropió de los temas. El verdadero creador fue el padre Francisco

de Igualada, que también era compositor y decía que a él no le interesaba

darlos a conocer, que él lo hacía porque le gustaba y nada más...”113.

“Lo más importante para mí ha sido la iglesia…a uno le enseñan a oír la

Palabra del que manda el destino de los hombres”: Braulio Cotacio

“La época de la Comisaría del Caquetá fue buena; en la época de los

capuchinos desde que no se ofendiera a nadie, nadie lo ofendía a uno, todo

mundo se respetaba. Uno alentado aunque sea levantaba la comida…En mi

vida lo más importante para mi ha sido la iglesia porque a uno le enseñan a oír

la Palabra del que manda el destino de los hombres”114.

LA SEMANA SANTA Y OTRAS FESTIVIDADES, ACONTECIMIENTOS

RELIGIOSOS EN LA COLONIZACIÓN

Una de las fiestas que tuvo más significado para los colonos y que convocó a

toda la población fue indiscutiblemente la Semana Santa. Al respecto he aquí

los comentarios de los colonos:

113
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, junio, 12 y 13 de 2002 y editada por los autores
de la investigación.
114
Entrevista realizada y editada por Gabriel Perdomo y Mireya E. Quiñones Q. Florencia, febrero 14 de
1999.
114

“…y toda esa gente con un pañuelo en mano, llorando en Semana Santa”:

Pío López Mota

“Las fiestas religiosas eran de primera; eso era una procesión y toda esa gente

con un pañuelo en mano, llorando en Semana Santa. Recuerdo que en la

representación del Viacrucis de Nuestro Señor, en cada caída el sacerdote

explicaba lo que significaba ese momento”115.

“Todo el mundo acudía a la semana santa”: Emidio Perdomo Calderón

“La semana santa aquí en Florencia ha sido bonita, muy concurrida, todo el

mundo ayudando y acompañando a la hora precisa. Todo el mundo acudía a la

semana santa. El viernes santo era una cosa muy querida, bonita, porque nadie

trabajaba, todo el mundo acudía a la iglesia a rezar, a confesarse. La gente no

atropellaba, no iba a trabajar ese día, se estaba en la casa quieta. Era a la

iglesia y de allí todo el mundo para la casa”116.

“Uno tenía que estar en silencio, no se podía mover ni ir a cometer una

falta cuando se estaba en el rezo”: Natalia Mosquera

“Mi madre en Semana Santa nos ponía a rezar todos los días y uno tenía que

estar en silencio, no se podía mover ni ir a cometer una falta cuando se estaba

en el rezo. El sábado santo nos agarraban y nos fueteaban si habíamos

115
Entrevista realizada por Suárez Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y editada
por los autores de la investigación.
116
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, noviembre 13 de 1999 y editada por los autores
de la investigación.
115

cometido faltas. En ese tiempo sí se ayunaba, eso era a punta de pan y agua;

me acuerdo que mamá hacía pancitos de maíz, cuando ya se cosechaba maíz;

entonces ella ajuntaba por ahí mantequita de animales y hacía bizcochitos. En

los días santos ella se la mantenía con camándula en mano y con el

catecismo”117.

“En Semana Santa tampoco se podía machetear un palo porque se decía

que estábamos macheteando al Señor”: Blanca Lilia Pérez de Castañeda

“En cuanto a la semana Santa ayudábamos los lunes, martes, miércoles,

jueves, viernes y sábado. En semana no se ordeñaba porque se decía que a

las vacas les salía sangre en vez de leche. Para la semana santa mi papá

aprontaba hasta las tres arrobas de pescado, plátano hartón, yuca y píloros.

No nos bañábamos el jueves santo porque decían que nosotros nos volvíamos

pescado, que nos volvíamos sirenas; tampoco se podía machetear un palo

porque se decía que estábamos macheteando al Señor. Lo que sí sentimos en

una noche aquí en Belén fue “La Mula del Diablo” esa mula salía y se le

escuchaban sus pasos y frenaba en toda la esquina y luego cogía por ese

empedrado y se paseaba todo Belén”118.

117
Entrevista realizada por Suárez Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y editada
por los autores de la investigación.
118
Entrevista realizada por SUÁREZ, Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y editada
por los autores de la investigación.
116

“En Semana Santa no se rajaba leña”: Neftalí Suárez Ortiz

“La semana santa de antes era más respetuosa que la de ahora; durante esa

semana no se rajaba leña”119.

“La Semana Santa se hacía al estilo español”: Pedro Ariza

“La semana santa se hacía al estilo español, muy bonita; se representaban los

pasos de la semana santa; se celebraba la Navidad, los pesebres, todo era

muy bonito. Ellos tenían gran influencia en el pueblo porque ellos eran los

educadores de la gente, grandes misioneros y ejercían un apostolado total. La

gente quería mucho a los padres capuchinos, ellos eran buena gente, eran

padres muy entregados a sus ministerios, muy dados a ayudar a la gente, eran

muy caritativos, su filosofía radicaba en ayudar a la gente en la pobreza,

humildad, daban ejemplo de vida. Los Padres Capuchinos en la cuestión

religiosa, hacían que la gente les obedeciera. Su bondad, su carisma los hacía

respetar. En ese tiempo la gente era muy creyente, mi abuela iba tres veces a

misa: a las seis de la mañana, a las ocho y a las doce del medio día. La

población en un 95% seguían las prácticas Católicas.

La semana santa era muy vistosa; los frailes se reunían en el corredor a hacer

tertulias, comentaban o ellos nos contaban que en España era así en Cataluña

y representaban los pasos de la semana santa en vivo. Había un cuadro

representando la ultima Cena del Señor y ahí iban los doce apóstoles, ahí nos

119
Entrevista realizada por SUÁREZ, Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y editada
por los autores de la investigación.
117

metían a los doce muchachitos de apóstoles. Ese cuadro lo realizan doce

hombres. Pasaba otro que era Cristo llevando la cruz y el otro acostándolo; la

virgen llorando, el Cirineo que entregaba la cruz a Jesús, los soldados

Romanos. Al rededor de toda Florencia salía la procesión a las seis o siete de

la noche. Al finalizar la semana santa se organizaba el juego de la vaca loca

como en España, un artefacto con unos cachos toreando los muchachos.

En navidad se presentaban tres caballos con Melchor, Gaspar y Baltasar. Un

negro amigo era Melchor y los otros eran amigos también. Allá en el hospital les

daban tres caballos y en esos caballos entraban con sus capas y coronas y ahí

en la Casa Cural repartían los dulces a los niños” 120.

“Recuerdo que la semana santa la hacían en vivo”: Margarita Calderón de

Vega

“Cuando nosotros llegamos a Belén, había una capillita que la manejaban los

padres Capuchinos, cuando vine por primera vez en 1945, le traje un ramo a la

virgen y recuerdo que estaba el Padre Benito…Había una finca que la había

donado una señora para las “almas”, le decían “la finca de las almas”, allí

trabajaron los Martínez; el papá de Vetulio y de Marcos…cuando yo vine a

Belén en 1945 se veneraba a la Virgen del Carmen, que era la patrona de

Belén y estaba el Sagrado Corazón de Jesús. Recuerdo que la semana santa

la hacían en vivo”121.

120
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, mayo 12 de 1999 y editada por los autores de la
investigación.
121
Entrevista realizada por SUÁREZ, Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y
editada por los autores de la investigación.
118

“Se celebraba la fiesta de la Virgen del Cármen”: Antonio Ortiz Sánchez

“En nuestro tiempo se celebraba la Fiesta de la Virgen del Carmen, y la del

Sagrado Corazón de Jesús, se hacían las misas y asistía mucha gente de

todas partes”122.

“Los curas decían que las mujeres alegres tenían que ser un poco más

honorables con el personal”: Emidio Perdomo Calderón

“Las mujeres alegres –trabajadoras sexuales– esas si no se acaban nunca;

cual más iba a ver dónde bailaban –bares–. En esos días había fiestas pero en

bulla, bailaban mucho, esas mujeres alegres venían de Neiva, Bogotá, Girardot,

Pitalito. Los curas daban la explicación en la iglesia los domingos y decían que

estas mujeres alegres tenían que ser un poco más honorables con el personal.

Por eso es bueno ir uno a los sermones cada ocho días”123.

“Don Ricardo era el único que daba lo mejor, no lo peor, como dice la
Biblia”: Samuel Rojas Rubiano

“Cuando fue la hechura del templo a mí me tocó ayudar, yo ya había hecho la

cría del ganado, me tocaba dar cada año una novillita para la fiesta de la virgen

de Lourdes. Se recogían con todos los vecinos las 150 novillas destetas que

daban todos los finqueros para la construcción del templo. Recuerdo que

122
Entrevista realizada por Suárez, Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y editada
por los autores de la investigación.
123
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, noviembre 13 de 1999 y editada por los autores
de la investigación.
119

Ricardo Tovar el dueño de Venecia tenía una media finquita por ahí en la quinta

porra y cada año que el cura repartía las tarjetas de invitación a la fiesta de la

virgen la invitación no le faltaba. Don Ricardo vivía acá en el pueblo y él tenía

su mayordomo en la finca. El encargado de recoger las donaciones llamaba

Pacho y todos le decíamos Pacho Diezmo. Don Ricardo era el único que daba

como dice la Biblia: lo mejor, no lo peor”124.

“Un acontecimiento en la vida religiosa del Caquetá: la traída de los restos

del padre Jaime de Igualada”: Samuel Rojas Rubiano

“Los padres capuchinos –1951– se retiraron unos a Leticia y otros regresaron a

Mocoa y por allá murió el padre Jaime de Igualada; después dijeron que los

restos del Padre tenían que traerlos para enterrarlos en el templo de Florencia y

organizaron una comisión y yo por flojo no fui. El murió en Sibundoy donde era

la sede de los capuchinos. Vino el padre Gaspar de Pinell con la delegación

trayendo los restos del padre Jaime, los cuales fueron recibidos por una

multitud; el primero en el turno para hablar fue él y fue tanta su emoción que se

puso a llorar y no pudo hablar de puro sentimiento, eso fue un acontecimiento

en la vida religiosa del Caquetá”125.

Por los relatos anteriores y por los estudios documentales referidos en el texto,

se puede concluir que de los años veinte a los años cincuenta del siglo XX,

124
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, abril 18 de 1999 y editada por los autores de lla
investigación.
125
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, abril 18 de 1999 y editada por los autores de la
investigación.
120

tanto los indígenas y los colonos giraban alrededor del Misionero; la Misión

Católica y el Misionero eran el lugar de la convocatoria; La Misión, como

institución, era el eje de la vida social y ella fue el acontecimiento cultural por

excelencia; la iglesia daba identidad y era poder. Las actividades civiles y

sociopolíticas tenían el sello de lo sagrado; la colonización en su conjunto hasta

en sus actividades más “cívicas” estaba atrapada en las redes significativas de

la cultura católica.
121

LA ESCUELA: LETRAS, NÚMEROS, DIOS Y PATRIA

“Eso era estudiando y dando la lección”


Braulio Cotacio

“Existía la ley de la vara o el fuete…“la letra con sangre entra”


José Arsenio Huaca Polanía

“No solo instruir en letras y números”


Jesús Claros

Recepción escolar y de toda la comunidad en Florencia, con motivo de la inauguración del segundo templo de,
julio 20 de 1917. Fuente: TRUJILLO, P. Luis Antonio. Biografía del Excmo. Sr. Esteban Rojas Tovar. Bogotá:
tipografía Voto Nacional, 1949, p, 662.

La escuela era una prioridad en la colonización y una instancia básica en el

proceso de la formación de la personalidad católica de los niños y jóvenes, a la

vez que medio de aculturación indígena. Para materializar este propósito, los

frailes Capuchinos poseían un instrumento fundamental: el Inspector General

de Instrucción Pública, quien era el mismo Prefecto Apostólico del Caquetá y


122

luego Vicario Apostólico de Florencia, con facultad para crear escuelas y

nombrar maestros, cargo que inicialmente se le otorgó a Fray Fidel de Montclar

el 22 de diciembre de 1905. En 1908 el Prefecto Apostólico e Inspector General

de Instrucción Pública irrumpió por los ríos Caquetá y Orteguaza hasta llegar a

la incipiente Florencia, donde fundó una escuela, oficializada posteriormente

mediante el Decreto No. 3 de 1913 y se nombró al señor Hilario Beltrán como

Director de la Escuela de varones y a la señora Lucrecia de Cerquera como

Directora de la escuela de niñas.

Fray Fidel de Monclart,


Prefecto Apostólico del Caquetá. Fotografía tomada de
Carta Pastoral, Dic. 25 de 1923, Portada

En la colonización y la sociedad que se construía, la escuela era una institución

dependiente de la iglesia en la que se enseñaban los números y las letras y su

discurso orientador, teórico y práctico era Dios y Patria. En la escuela se


123

inculcaban los valores de la "civilización cristiana"; desde ella se buscó “formar

a los habitantes no solo cristianamente, sino también en el sentido de un gran

amor a la patria” y a la vez tenía por finalidad “unir moralmente estas regiones

con el resto de la República”126.

El poder pedagógico y moral fue ejercido en el territorio del Caquetá por los

frailes desde 1908 –fecha en que fundaron la primera escuela– hasta 1951

cuando salieron del territorio. En ese momento ya había en todo el Caquetá 36

escuelas con 50 maestros y 980 estudiantes.

Sea de tener en cuenta que la educación oficial se ofreció en primaria hasta

finales de los años cuarenta del siglo XX, sin embargo, a partir de los siguientes

años se requirió la fundación de establecimientos educativos de Bachillerato.

En esta perspectiva, por gestión de los Frailes capuchinos, en febrero de 1949,

entraron al Caquetá los Hermanos cristianos, fundando la Escuela y el Colegio

de La Salle, entidades que hacían parte del denominado “Instituto de La Salle”,

al cual fueron integrados los alumnos del hasta entonces colegio privado

“Instituto Ricaurte”. Además, anexa a la Salle del Caquetá se abrió la Escuela

de Artes y Oficios –1950– hoy denominada Institución Educativa Escuela

Industrial de Florencia.

126
DE PINELL, fray Gaspar Excursión Apostólica por los Ríos Putumayo, San Miguel de Sucumbíos,
Cuyabeno, Caquetá y Caguán, Bogotá: Imprenta Nacional 1928, p. 10
124

Hermano Camilo, uno de los fundadores


del Instituto de La Salle, Fotografía reunida por William Wilches.

En relación con la experiencia educativa y pedagógica vivida por los hijos de

colonos y los maestros encontramos los siguientes testimonios:

Escuela de la Montañita (Caquetá). Fuente: TRUJILLO, P. Luis Antonio. Biografía del Excmo. Sr. Esteban Rojas
Tovar. Bogotá: tipografía Voto Nacional, 1949, p, 684.
125

ESO ERA ESTUDIANDO Y DANDO LA LECCIÓN –ESTUDIANTES–

“Así se criaron y educaron mis hijos, fueron unos muchachos

respetuosos”: Ana Isabel Reyes Chilatra

“Mis hijos se educaron en la escuela, yo les enseñaba el rezo todas las

mañanas. Mis hijos fueron muy bien educados, ellos llegaron a viejos y no han

sido groseros, ni mucho menos imprudentes, así se criaron, fueron unos

muchachos respetuosos”127.

“Yo terminaba de hacer mi sombrero y luego me ponía a hacer mis

tareas”: Blanca Lilia Pérez de Castañeda

“Yo fui una mujer inteligente, recuerdo que hice segundo, tercero, cuarto y

quinto. Hice mi primaria en tres años porque me promovieron en un solo año de

segundo a tercero y en otro año de cuarto a quinto. Yo era la que siempre

recitaba esa poesía del 20 de julio. Mi madre fue una persona muy educada, mi

papá no, pero sí sabía leer y escribir aunque fuese su nombre. Mi madre hacía

sombreros y yo me sentaba a su lado a ayudarle, las otras niñas se ponían a

hacer sus tareas; yo terminaba de hacer mi sombrero y luego me ponía a hacer

mis tareas. En mi casa recibí una educación muy buena, porque nunca escuché

decir un carajo, ni oía a mi padre pelear con mi madre, era una vida tan sana

que nosotros crecimos sin ningún problema de psicosis.

127
Entrevista realizada por SUÁREZ, Cielo María, “La voz de los Abuelos” Belén, mayo de 1995 y
editada por los autores de la investigación.
126

Especialmente recuerdo a mi profesora que fue la que me enseñó a leer y

escribir, ella me enseñó muchas poesías, era la señorita Margarita España de

Cortés, era muy buena y me quería mucho y recuerdo que cada 20 de julio me

sacaba para que dijera esta poesía:

Es el 20 de julio

Fiesta de bronce inmarcesible santa


Mi nombre Augusto entre grandeza tanta
Para cantar mis altas maravillas
Es muy pequeño el bardo que te canta
Y es preciso cantarte de rodillas.

El 20 de julio de 1810
Grabar pudiera con letras indelebles
Tan memorable fecha y ante ese altar hermoso
Sacrificar gustosa mi juventud, mi dicha
Y mi existencia entera.

Nariño, fue tu nombre santuario


Inagotable de ejemplo y de bondad
Venero tu memoria y vives en mi alma
Por tu eternidad

Bolívar; ante tu nombre excelso.


Doblego mi cabeza,
Pues tú, iniciaste airoso la dulce libertad

“Libertad”, palabra hermosa


llena de amor y entusiasmo
Tú siempre saldrás airosa

Y hallará benignidad”128.

128
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
127

“Yo no estudié sino hasta primero, pero eso sí aprendí a leer muy bien,

para eso no me ganaba nadie”: José Arsenio Huaca Polanía

“Me acuerdo cuando yo estuve en la escuela: los profesores eran Viviano Endo

y Clemencia Velásquez. En esa escuela se enseñaba hasta quinto de primaria.

Yo no estudié sino hasta primero, pero eso sí aprendí a leer muy bien, para eso

no me ganaba nadie, leía bastante de corrido. Me acuerdo que en ese tiempo

existía la ley de la vara o el fuete y existía ese dicho que dice: “la letra entra con

sangre”. Le pegaban a uno para que aprendiera y se aprendía porque en ese

entonces un muchacho de tercero es como un bachiller ahora”129.

“La Señorita Clemencia Velasquez, benemérita de la educación en el Caquetá”. Fuente: TRUJILLO,


P. Luis Antonio. Biografía del Excmo. Sr. Esteban Rojas Tovar. Bogotá: tipografía Voto Nacional,
1949, p, 645

129
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
128

“Me quedé sin saber nada, pero trabajando a diario en el monte”: Emidio

Perdomo Calderón

“Yo fui ocho días a la escuela, luego se me ofreció un trabajo en una finca y me

puse a trabajar, pues no volví. Yo no sé leer ni escribir, ni firmar, ni nada. Me

quedé sin saber nada, pero trabajando a diario en el monte. Recuerdo a un

maestro que enseñaba en la escuela de primaria a los jóvenes, él era de barba

hasta el pecho y era que sí enseñaba. En la época de antes, se entraba a las

siete y se salía a las doce y se volvía a entrar a la una de la tarde y se salía a

las cinco. Entonces todo el mundo aprendía, por supuesto”130.

“…y entonces me tuve que retirar de la escuela…”: Jobita Barrera de

Salinas

“A mí me tuvieron dos meses en la escuela y aprendí a medio leer, no pude

estudiar más porque me dio un mal que llama pián, eso se le reventaban a uno

los pies, se le hacían a uno unas llagas que no lo dejaban caminar, entonces

me tuve que retirar de la escuela por ese motivo. Recuerdo que mi profesora

llamaba María Paredes, ella ya era una gran señora”131.

130
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, noviembre 13 de 1999 y editada por los autores
de la investigación.
131
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
129

“Una maestra o un profesor eran una reliquia…con ellos aprendimos a


juntar las letras”: Samuel Rojas Rubiano

“Conversando una vez mi papá con el Párroco de Florencia le preguntó dónde

vivía él; mi papá le respondió que en Santuario, el cura le preguntó que cuántos

hijos tenía, mi papá le respondió que eran como ocho; le interrogó que si

estaban estudiando y mi papá le contestó: pero a dónde si estamos en un

centro de montaña; además lo interrogó que cuantos vecinos había; respondió

que había siete. El Cura le dijo que por qué no hacían una escuela y que él les

mandaba una maestra a Santuario. Por supuesto, mi papá les dijo a los vecinos

y ellos respondieron que sí; y acordaron que todos iban a cortar madera a la

montaña y hojas de puy para empajarla, y fue ya que se hizo la escuela. Nos

mandó una maestra. En ese entonces una maestra o un profesor eran de

reliquia. Yo tenía como doce años; nosotros éramos los más pequeños en la

escuela, los otros eran de 15 a 20 años, había mujeres de 20 años aprendiendo

apenas la a y la o, a hacer rayitas y palitos. Bancas no habían, nos tocaba de

barriga en el suelo con unas pizarras que nos dieron los capuchinos y unos

cuadernos para escribir. Aprendimos a juntar las letras. La maestra colgó un

mapa de Colombia sobre la pared de yaripa y nos dijo: Miren muchachitos: este

es el mapa de Colombia, con una regla nos iba señalando: este es Bogotá,

capital de Cundinamarca; éste es el Valle con su capital Cali y así

sucesivamente. Luego nos dijo: estos son los ríos de Colombia: en la cordillera

tal nacen los ríos Caquetá, Putumayo y el río Napo, luego sale el Cauca, el

Magdalena que corren para salir al Océano Atlántico. La línea con el Ecuador
130

es el río Napo que corre por aquí, después colinda con el Perú hasta caer al

Amazonas…La maestra tenía como 16 años”.

Después nosotros aprendimos a leer, a escribir y cogimos los libros ya hechos.

Un tío resultó con la historia sagrada para que los muchachos la estudiaran, la

leyeran, era una Biblia más clara, explicándoles cómo fue que mi Dios hizo el

mundo y en cuantos días, con sus fotos y todo”132.

“Solo hasta los trece años de casado puse los pies en una escuela, pero

fue para matricular al primer hijo que ya estaba en edad de estudiar”:

Arcadio Trujillo

“Yo no sé leer ni escribir, mi señora tampoco sabía leer ni escribir, para escribir

o leer una carta me tocaba buscar secretario. Cuando era para escribir, me

tocaba dictar”133.

“Yo pasé muchos sufrimientos porque deseaba ir a la escuela y no tuve la

oportunidad de ir un solo día, ni un día, ni siquiera pisarla. Solo hasta los trece

años de casado puse los pies en una escuela, pero fue para matricular al

primer hijo que ya estaba en edad de estudiar. Mis hijos han sido como uno

solo, los doce fueron uno solo o de uno solo fueron doce, yo no tuve

preferencia por ningún hijo. Todos se criaron en el campo en la Finca Las

Delicias, en medio de la libertad feliz de la naturaleza. Luego llegó la época de

la escuela. Los mayores estudiaron en Santuario y los menores fueron al

132
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Florencia, abril 18 de 1999 y editada por los autores de la
investigación.
133
TRUJILLO. Op. Cit. p.203.
131

internado de la Rastra134, ubicado sobre las riberas del Rió Orteguaza, que en

sus inicios fue antiguo campamento de la empresa extranjera Petrolium

Company, convertido después en el centro educativo para hijos de

colonos…”135.

“A mi madre le tocó retirarme para ayudarle a cuidar a mis hermanitos”:

Natalia Mosquera

“Mis estudios fueron tres meses, porque en ese tiempo se enfermó mi

hermanito mayor que se llamaba Buenaventura y él falleció y pues entonces ya

mi madre con los otros niños me empleó para cuidar la casa, le tocó retirarme

para ayudarle a cuidar a mis hermanitos. En ese tiempo había dos profesores

para 80 o 100 alumnos; estaban la señora Margarita de Cortés y don Jesús

claros”136.

“Las profesoras y profesores enseñaron muy bien, con mucha disciplina”:

Margarita Calderón de la Vega

“Recuerdo que aquí estuvo el profesor Jesús Claros y vinieron las Calderón:

Luz Estela Calderón –comadre mía– e Inés, su hermana, quienes llegaron de

Morelia. Ellas enseñaron muy bien, con mucha disciplina. Luego vino Iván

García, fue un gran profesor, él venía de San Vicente...”137.

134
El internado más antiguo del Caquetá, fundado por los padres Capuchinos en 1950 en el sitio
denominado La Rastra, a orillas del Río Orteguaza.
135
TRUJILLO. Op. Cit. p.184.
136
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
137
SUAREZ. Op. Cit. 1995.
132

“Los pequeños los enviábamos a la escuela en Santo Domingo y los más

grandes iban a Florencia, a pie”: Lucía de Cotacio

“A los hijos los criamos en esta finca, en Santo Domingo, nos levantábamos de

mañanita y se iban a estudiar hombres y mujeres, los pequeños los

enviábamos a la escuela en Santo Domingo y los más grandes iban a

Florencia, a pie”138.

“En ese tiempo solamente existía la primaría y nos la hacían repetir”:

Mecías Calderón

“Estudié toda la primaria en la Escuela de Belén de los Andaquíes. Yo empecé

a estudiar a los 7 años. En ese tiempo solamente existía la primaría y nos la

hacían repetir. Recuerdo que estudiábamos de las siete en adelante hasta las

once, luego llegábamos a almorzar y entrábamos a la una y salíamos a las

cuatro de la tarde. Me acuerdo del Obispo Esteban Rojas, nos llevaban a misa.

En ese tiempo sí le enseñaban a uno los maestros y lo castigaban también, le

daban a uno con una regla o lo arrodillaban, o no lo dejaban salir a recreo”139.

138
Entrevista realizada y editada por Gabriel Perdomo y Mireya Emperatriz Quiñones en Florencia, el 14
de febrero de 1999.
139
Entrevista realizada por Berenice Plazas Vargas en Solita el 23 de abril de 1999. Editada por los
autores.
133

“Eso era estudiando y dando la lección. Yo como ya tenía doce años era

muy delicado.”: Braulio Cotacio

“Yo recuerdo que con Blas Almario, el papá de los Almario, estuvimos en la

misma escuela…De los Padres Capuchinos recuerdo al Padre Jorge, quien fue

quien me expulsó de la escuela en 1927, tenia doce años, él era mi maestro, el

Padre Gaspar de Pinnell era el que mandaba.

El problema en la escuela se dio por la Madre Estefanía –Franciscana– quien

afirmó que yo me había bañado biringo en la quebrada. Yo era el hombre más

penoso, por eso esto era muy raro; claro que nosotros nos bañábamos en

pantaloncitos pero no pelados. En la escuela la Directora era la madre

Estefanía, ella nos enseñaba a los de primer año. Luego con ese cuento me

dejó en descanso, me quitó el recreo, tocaron, salieron los muchachos y a mí

me metieron en un salón, me dejaron encerrado en esa escuela; yo me dije:

hasta las doce los espero, aunque yo tenía allí mi comidita. Y pasaron las doce

y no llegó nadie, entonces me salí y caí en manos del Hermano que enseñaba

en segundo, el hermano de La Salle Fray Miguel de Palmira, quien me preguntó

qué hacía por ahí. Al otro día yo arrimé al correo donde un policía amigo y le

conté mi situación y él me dijo: váyase y diga en su casa una mentira: que

estaba enfermo. Mis padres tenían que hablar con los maestros el sábado

cuando venían a vender panela. Los maestros le contaron a mi papá y

entonces fui expulsado. Y estudié hasta tercero.


134

En la escuela entrábamos a las 7 de la mañana, salíamos a las diez y

volvíamos a las doce y salíamos a las cuatro; durante el recreo se jugaba

trompo. De mis maestros recuerdo al Hermano Fray Miguel de Palmira. Los

castigos en la escuela eran con el fuete de rejo; eso era estudiando y dando la

lección. Yo como ya tenía doce años era muy delicado. Mis compañeros de

estudio eran mayores que yo”140.

MAESTRO: NO SÓLO INSTRUIR EN LETRAS Y NÚMEROS…

No hay duda que los maestros en su tarea de formadores cumplieron un papel

fundamental en modelar la personalidad biopsicosociocultural de niños, jóvenes

y adultos –porque algunos asistieron a la escuela– de la colonización del

Caquetá. Ellos no solamente “enseñaron los números y las letras”, sino que

dentro de un modelo de pedagogía católica de su tiempo, direccionaron un

accionar bajo el discurso regulativo de “Dios y Patria”.

La Escuela, en ese tiempo, era un apéndice de la Misión Capuchina y además

los maestros estaban integrados a las comunidades y eran dirigentes de ellas;

Al respecto he aquí el testimonio de ellos:

140
Entrevista realizada y editada por Gabriel Perdomo Castañeda y Mireya E. Quiñones Quiñones.
Florencia, febrero 14 de 1999.
135

“Yo no sólo he venido a instruir en letras y en números, sino a


educar”…“Con una varita que llamaba lagartijo corregía a los insurrectos
y caprichosos”: Jesús Claros141

Llegada al Caquetá

“Llegué a Belén como maestro en 1937 porque me hicieron venir; estaba

trabajando en Garzón como oficial mayor de la oficina de Registro de

Instrumentos públicos pero un señor muy buena persona, Don Manuel Orozco,

que vivía en Florencia y trabajaba como farmaceuta y quien había sido

visitador de escuelas en el Huila, me invitó para el Caquetá. Él fue una vez a

registrar una escritura a Garzón, allí me vio y me dijo que el Padre Jaime de

Igualada, Subinspector Nacional de Educación, necesitaba un maestro y me

comentó que si yo quería ir al Caquetá y como estaba ganando en Garzón

apenas $35,00 me vine para el Caquetá a ganar $40.00”.

Imaginarios sobre los Frailes Capuchinos: Jefes de la Misión y de la

Inspección de Educación.

“Yo llegué a ejercer el magisterio con los Padres Capuchinos, eran muy

exigentes, muy trabajadores, muy caritativos; visitaban las chozas más

retiradas en la selva; no tenían lástima en remangarse e ir caminando con los

campesinos, que los llevaban al sitio donde los necesitaban. Ellos ayudaron a

abrir caminitos; en ese entonces no habían sino senditas por donde entraban

141
Entrevista realizada a Jesús Claros, por Gabriel Perdomo, Belén, octubre 11 de 1986 y editada por
los autores de la investigación.
136

los caucheros y los primeros colonizadores, sendas por Acevedo. Los

capuchinos iban donde los invitaran vadeando ríos, pasándolos en balsa o a

pié. Ellos eran unos hombres arrestados, eran unos héroes, conquistaban,

catequizaban; abrían caminos, hacían hacer chozas para escuelitas y

capillitas”.

Los Frailes Capuchinos

“Hombres trabajadores, héroes, nada cobardes. De los padres capuchinos que

conocí sobresalen el Padre Jaime de Igualada, subinspector en esa época,

también severo, rígido con los maestros y como gran arquitecto constructor de

la Catedral, una obra artística muy bien presentada. Después el padre

Crisóstomo de Jaca, aquí en Belén, comenzó a trabajar abriendo caminitos,

abriendo escuelitas en pequeñas chozas, haciendo puentecitos de palo, ese

padre era muy trabajador. Después conocí al padre Isidoro de Monclart,

también rígido, muy trabajador, él era un supervisor de tareas, era un

Subinspector de Educación; a ellos no puedo reprocharles nada, eran hombres

trabajadores, héroes, nada cobardes, sus trabajos los realizaban con el tiempo

que hubiera”.
137

“Panorama del pueblo de Belén”. Amazonia colombiana americanista


Tomo II, 1944, No. 4-8, pág. 196.

Control y vigilancia de los frailes

“Los padres capuchinos hacían trabajar y daban media hora de descanso

durante la jornada escolar; eran severos, visitaban las escuelas con frecuencia.

A ellos no les gustaba que los maestros llegaron tarde a las escuelas o dejaran

de asistir y por eso destituían a algunos. Trabajaban los maestros desde el

lunes hasta el sábado a medio día. Durante la semana Santa nos hacían

trabajar hasta el miércoles santo a medio día.

Recuerdo al Padre Crisóstomo de Jaca, ese señor era español y muy militar;

estuvo como militar en el ejército de España; tenía un caballo negro, alto,

grande, que era el que le daba gusto al Padre en sus correrías. ¿Sabe usted

cómo montaba él? Como el caballo era grande y él era bajito, al montarse y
138

poner el píe en el estribo no alcanzaba pero era muy ágil, pegaba brinco

encima y quedaba de una vez acaballado. Yo lo vi varias veces así”.

Anécdota con el fraile Crisóstomo de Jaca

“En una ocasión, un veinte de julio, hablando sobre la Independencia de

Colombia, hablé mucho sobre los esbirros españoles y como el párroco de aquí

era español, llamado Crisóstomo de Jaca, después de terminada la fiesta me

llamó la atención; me dijo: don Jesús, le ruego –si usted me estima– no hablar

contra los españoles porque yo soy español. Le dije: Padre, yo hablo de los

españoles de esa época que no eran sino ambiciosos, todo lo querían para

ellos, eran autoritarios, dominantes; el oro que había lo recogían y se lo

llevaban no sé para dónde. Eso se lo dije al Padre Crisóstomo de Jaca.

Entonces me apreció mucho por la franqueza con que le hablaba. Me dijo: si

usted vuelve en otra ocasión solemne a hablar contra los españoles entonces

yo me afeito. Yo le reiteré que criticaba a los españoles conquistadores”.

Fraile Isidoro de Montclar: corregidor de Belén

“Recuerdo al fraile Isidoro de Montclar en Belén, el pobre hacía de Corregidor

del centro del pueblo; en este pueblo habían muchas borracheras, a

consecuencia de guarapos fuertes y aguardiente de contrabando; todos los

sábados en las noches y al amanecer los domingos habían peleas; aquí,

entonces no había energía eléctrica sino que se empleaba la luz de las velas,

no habían lámparas de linternas tampoco; entonces el padre intervenía ante las

chichoneras generadas por las peleas entre borrachos; eran peleas a garrote y
139

piedra y se escuchaban abajo por aquí y abajo por allá y palabras muy

descomedidas y el Padre salía de la Casa Cural tarde de la noche, a eso de las

dos de la mañana y les llamaba la atención diciéndoles que no se

descalabraran, que no se machetearan, que no dijeran malas palabras; en esas

ocasiones entonces el fraile les decía: respeten a su Párroco que está en medio

de ustedes; yo vengo a hacer de empleado público como autoridad,

dispérsense. Ese hombre era muy valiente, no era nervioso. El Padre Isidoro de

Montclar, en sus pláticas elogiaba las leyes de Colombia, a la vez que afirmaba

que faltaban hombres que las cumplieran”.

Capuchinos y exámenes en la escuela

“En la época de los Padres capuchinos recuerdo los exámenes finales, en la

escuela, era un día especial con la presencia del Párroco y un jurado

calificador, según la cantidad de alumnos se fijaban uno o dos días; a las ocho

en punto se comenzaba con el himno nacional y con algunas palabras

abreviadas del Director de la Escuela dando a conocer los números u orden del

día o programa a desarrollar. Después el Padre o Presidente del Jurado

Calificador ordenaba las clases que se debían hacer, según el orden del día y

así se hacía. Terminaba una clase con la orden del Director el Presidente del

Jurado decía: maestro, suspenda clase y hagamos otra clase y ella era

evaluada haciéndole preguntas a los alumnos. En mis exámenes, bendito sea

Dios, no hubo un reproche porque materialmente los niños los preparaba para

el examen, pues me preocupaba que después alguien pudiera afirmar: ese

maestro no enseña nada”.


140

Imaginarios y prácticas pedagógicas

“Yo no sólo he venido a instruir en letras y en números, sino a educar. En una

ocasión de dichos exámenes ante estudiantes, Párroco y Jurado, hice los

siguientes comentarios u observaciones: padres de familia, yo no solo he

venido a enseñar, instruir en letras y números sino a educar; pues hay hombres

instruidos pero son unos canallas completos, de qué les sirve la instrucción si

son unos canallas, no saben de urbanidad; no se trata de enseñar letras y

números sino que fundamentalmente se trata de educar. La educación es el

arte de corregir los defectos adquiridos por los alumnos en la vida de la calle o

en la casa porque los mismos papás no dan ejemplo o los estudiantes

adquieren vicios entre sus compañeros o en la calle y por ello hay que

reprenderlos o educarlos. Yo corrijo porque así a mí me lo enseñaron en el

colegio y yo hago lo mismo aquí en la escuela; yo soy un reflejo, un espejo: lo

que vi allá en el colegio lo aplico aquí en la escuela.

Para mí antes que enseñar las letras y los números lo más importante es

educar más que instruir. Yo pienso que la urbanidad y la educación cívica son

hermanas, como la historia patria y la geografía son hermanas, como también

la religión y la historia sagrada. En esos días sí se enseñaba religión. La idea

de un buen educador es formar buenos ciudadanos para que reemplacen a los

actuales, deben ser mejores en sus costumbres y capacidades intelectuales.

En el tiempo de los capuchinos se trabajaba mucho, no permitían que un

maestro perdiera ni una hora de trabajo en la escuela, desde las ocho en punto

hasta las doce era en clase. Luego regresábamos a las dos de la tarde y
141

trabajábamos hasta las cinco. A los padres no les gustaba que se llegaran las

ocho de la mañana y que el profesor no estuviera en su puesto y decían que a

algunos profesores no les gustaba llegar a la hora fijada pero sí salir a la hora

señalada. Yo tuve problemas con algunos compañeros de trabajo en las

escuelas cuando estuve como director porque algunos llegaban tarde y a mí me

tocaba encargarme de esos grupos de muchachos mientras llegaba el

maestro”.

Responsabilidad y disciplina en el ejercicio magisterial

“Recién llegado al magisterio, me criticaban que yo era un déspota, que quién

iba a hablar con ese hombre tan serio, tan aparte, pero ya después me fueron

conociendo que yo no le mostraba los dientes a cualquiera sin ningún motivo.

Yo era un hombre serio, desde un principio, como quien dice nunca fui

zalamero, ni lambón pues eso no queda nada bien en una persona con

dignidad, con un puesto digno. Algunos son lambones por ganar terreno o

amistad, yo no he sido así, soy seriote pero gracias a eso obtuve que me

respetaran, me trataran con confianza, de ahí que fui ganando terreno por mi

exactitud en mi palabra, mis dichos, mi cumplimiento en reuniones de familia o

de profesores en la escuela. Yo era muy puntual cuando se fijaba una hora

para empezar actividades, distracciones cómicas, exámenes, fiestas patrias,

fiestas civiles en la escuela, yo señalaba la hora y a esa hora comenzábamos, y

mi programa lo tenía listo con varios números y si a la hora señalada no llegaba

la mayor parte de la gente, a esa hora se arrancaba. Yo era exacto en eso”.


142

Autocontrol e imagen del maestro

“…el otro día sí había reglamento especial sobre todo en horas de trabajo para

los maestros, debían estar bien presentados, de buen trato social, que fuera

una persona digna de atenciones por parte del público, de buenos modales,

buen comportamiento en asuntos sociales. Yo no era amigo de invitaciones a

fiestas, yo era muy esquivo, les decía: agradezco esa invitación, ese aprecio

que tiene usted conmigo pero no voy por esta razón: yo no soy amigo de los

aguardientes, no soy amigo de los bailes, no soy amigo de las trasnochas,

porque mi puesto, mi dignidad no me lo permiten y si llego a ir es por muy corto

tiempo, pero no me quiten esa hora señalada cuando diga ya me voy,

convenían en eso, me estaba una o dos horas pero sin tomar trago, sin tomar

cerveza ni bailar, en eso me distinguí, en lo sobrio para esas cosas”.

La enseñanza de la urbanidad

“Yo corregía fuertemente a los niños que después de oír la clase no practicaban

lo que se les decía. Yo les decía que tuvieran mucha atención con los ancianos,

con los niños, con las niñas, que si una persona de edad va con una carga a la

espalda, ayúdenle a llevarle la carga hasta la casa, que nunca un hombre debe

ir por los andenes ocupando el lado de la pared y dejando la orilla a las

mujeres, que debe ser todo lo contrario, eso es preferencia hacia ellas, pues

son dignas de tales atenciones.

Yo les decía a los estudiantes que en las calles no jugaran, que hicieran

primero sus tareas y que si después querían salir a jugar a la calle pues lo
143

podían hacer pero con el consentimiento de los padres. Les decía que eso de

jugar en la calle no sirve para nada. En mi tiempo no jugaban en la calle, ni

peleaban los niños en la escuela.

Los papás a veces les decían a los muchachos que no le dieran importancia a

esas cosas tan frívolas que enseñaban los maestros, a ustedes les interesa es

aprender a leer y a escribir. Yo entonces les decía: no señor, su papá o su

mamá están equivocados, han cometido un error, pues los hijos deben ser

dignos de respeto y atención porque han aprendido sobre algo, saben leer y

escribir y son hombres preparados para la lucha de la vida, a eso es lo que

deben ellos corresponder, ayudarle al maestro, no contradecirlo”.

Metodología y distribución del tiempo

“Para atender a varios cursos repartía el tiempo: a los de primer año que eran

más numerosos y ciegos en letras y números les dedicaba más tiempo; a los de

segundo que ya tenían más conocimiento les dedicaba la clase de cualquier

quince o veinte minutos, luego les ponía tarea suficiente mientras yo estaba

haciendo otra clase. Después, seguía con tercero, ellos tenían más

conocimientos, las clases eran de quince minutos pero yo les ponía atención,

estaba explicando y estaba mirando si me estaban poniendo atención o no

porque a mí no me gustaba ver que un muchacho estuviera conversando con

otro mientras yo les explicaba algún tema. Trabajaba con cuatro grupos no más

porque con cinco ya no podía, por eso no quise coger quinto. Yo nunca me salí

de lo reglamentado me ceñía a lo del pénsum, yo los compraba en Florencia”.


144

Imagen del maestro

“Para mí el Magisterio es una carrera muy bonita, el educador es un modelo

ante la sociedad, el educador es como nuestro señor Jesucristo, fue el maestro

de los maestros; el maestro tiene que ser un modelo ante la sociedad para que

lo respeten, le tengan consideraciones; el maestro es una persona que por muy

fea que sea es digno de toda atención, porque es preparado intelectualmente

para enseñar al que no sabe”.

La Disciplina y las Correcciones: la varita lagartijo

“Yo era severo como lo fue mi Rector en mi educación, seguí las mismas

máximas de mi Rector: severidad, rigidez, severidad y que se cumplieran las

tareas que se pusieran. Para mí lo más importante era la disciplina porque sin

disciplina había anarquía, pues de lo contraría no había ni obediencia, ni

respeto. Yo corregía a los alumnos: primeramente daba las advertencias o

consejos pero al no ser obedecido u oído había la aplicación de la corrección,

por ejemplo, diciéndoles: párese allí en la puerta, no salga a recreo. Pero

muchas veces esos castigos no valían. Yo tenía una varita que llamaban

lagartijo, delgadita, delgadita, flexible y corregía con ella a los insurrectos y

caprichosos, dándoles sus varacitos en las espaldas o en las nalgas pero de

modo que no quedara muestra; me tenían miedo por lo feo y por la rigidez y

muchos alumnos mayores de edad hoy me lo agradecen, pues según ellos

gracias a mi rigidez aprendieron las letras y los números.


145

Tuve varios casos que algunos padres de familia o madres que eran como muy

aduladoras o muy contemplativas de los hijos, muy mimadoras, a ellas no les

gustaba que yo les corrigiera los defectos que adquirían en la casa o en la

calle, iban y me hacían reclamos; unos me decían: don Jesús, otros me decían

maestro, usted por qué es tan severo con mi hijo, él es un muchacho bueno,

allá en mi casa es muy bueno, y usted me le anda muy duro. Pero el muchacho

había ido con el cuento que los compañeros le hacían cometer las faltas…Yo le

decía: señora, yo no soy hombre de los que me atengo a cuentos sino que

muchas veces veo que este niño es de tal condición pero si usted no quiere que

se lo eduque por medio de la corrección bien pueda llevárselo y no lo vuelva a

mandar porque él me puede servir de mala semilla para los demás; yo

entonces le hacía el cuento de una costalada de naranjas, una dañada y cien

buenas, esa naranja dañada, en medio de las buenas, daña las otras;

entonces, hay que sacar esa naranja dañada, que se vaya para la casa. Se lo

llevaban pero como a los cuatro días lo volvían a mandar, muy calladitos, muy

sumisos; yo les decía: hágase en su puesto, pregúntale a sus compañeros

cuáles son sus tareas que ha dejado de aprender, copie, iguálese a ellos y siga

atendiendo, pero atendiendo.

Otro padre de familia llegaba y me decía: Don Jesús, usted por qué me corrigió

a este muchacho tan cruelmente, mire que tiene muestras en las nalguitas. Le

dije yo, señor si es cierto que tiene muestras en las nalguitas, mándeme a

llamar el corregidor o demándeme por la crueldad que he cometido. El padre de

familia me respondía: no, don Jesús, muestras no tiene pero sí fue llorando a la
146

casa y dijo que usted lo había corregido muy fuertemente. ¡Ah y no me dijo al

principio que tenía muestras! ¿Por qué dice que muestras no tiene?, mucho

apresuramiento el suyo en informar lo que no ha visto. Yo tengo este régimen:

castigo de tal modo que no queden muestras, que sientan la impresión, no más,

de una persona que tiene autoridad para educar”.

Maestros: escuela, vida cotidiana y comunidad

“En mis años de maestro, en los años treinta, los alumnos eran grandes: de

diez, doce y quince años. A mí me decían que no recibiera sino de doce años.

Pero yo los recibía hasta los 17 años, pues veía la necesidad de esa gente que

quería aprender y en vista de eso yo los matriculaba con condiciones de

obediencia, respeto a la voz del maestro y que no se presentasen disturbios

entre compañeros y que se comprometieran a traer las tareas escolares.

Muchacho que fuere indisciplinado, insurrecto no lo admitía más porque me

dañaba a los demás. A los muchachos mayores los recibía para que

aprendieran los números y las letras.

Desde 1937 hasta 1939 trabajé solo en las escuelas. Recuerdo que en 1939

recibí 104 muchachos y trabajé con cuatro grupos, me pedían quinto pero yo no

alcanzaba para cinco grupos. Los grupos primero y segundo eran numerosos;

tercero y cuarto iban mermando en número, ya se iban retirando a medida que

iban teniendo conocimientos; en 1939 llegó un nuevo maestro y en 1940 vino

otro compañero”.
147

Un día de trabajo y disciplina

“En un día común y corriente de trabajo yo desayunaba a las siete y media, a

las ocho en punto estaba en mi escuela, porque yo era el director y tenía que

estar a esa hora. Muchos muchachos estaban antes de tiempo, los unos eran

traviesos y amantes de las intrigas: molestar el uno al otro, yo a eso me iba con

tiempo, para impedir esas cosas. Llegada la hora de las clases los hacía

formar por grupos para hacer el servicio de aseo. Niño que iba mechudo sin

peinarse, niño que iba con los pies mugrosos, con la ropita rasgada o sucia

porque no tenían más repuestos, y los hacía ir a la casa, les decía: vaya

báñese la cara, péinese y si tiene otra camisita póngasela, que se la cambien,

póngase la otrica y véngase, pero no se demore. La revisión se hacía fila por

fila, de primero, segundo, tercero y cuarto año. Eso era de todos los días.

Enseguida entraba la clase, había un horario fijo de clases, yo acostumbraba

dar dos recreos en el día. Uno era de 9:30 a 10:00 de la mañana y el otro por la

tarde de 2:30 a 3:00. Por la mañana se empezaba a las ocho y salíamos a las

doce, luego se regresaba a las dos de la tarde y salíamos a las cinco, nos

hacían trabajar siete horas.

Los días miércoles si el tiempo lo permitía íbamos medio día a paseo, a baño, a

paseo general. Íbamos al Zarabando o al pescado; entonces, yo a los más

grandes les decía; ¿ustedes saben nadar? Pues que sí maestro. A los chiquitos

antes de darles permiso para entrar al charco les decía: ustedes no se me van

para tal parte, se me quedan en la orilla de la playa sin meterse a lo hondo. A

los grandes les decía: Si algún niñito de estos lo ven que está pasando
148

angustias, corran, ayúdenlo y sáquenlo a la playa. Yo dejaba de bañarme por

estar vigilándolos y me hacía al lado de abajito del charco vigilando, parecía

pájaro pescador, de tal modo que yo nunca tuve un fracaso de que se me

ahogara algún muchacho porque yo me valía de los grandes que sabían nadar

para que me ayudaran y yo también los vigilaba mucho”.

Unidad de criterio entre escuela y comunidad

“Yo de vez en cuando dictaba conferencias a los padres de familia y hacía

observaciones con relación a la crianza y conducta de sus niños en la escuela.

Yo les exigía colaboración a los padres de familia para que lo dicho en la

escuela no fuera desvirtuado en el hogar. Debe haber unidad de criterio entre la

escuela y el hogar con relación a la educación”.

Las hermanas Calderón

“En Belén en 1937 existía una escuela de tabla allá en la esquina donde está el

nuevo salón del Concejo; en ese tiempo el maestro Ezequiel Castro había

dejado su cargo y me llamaron a mí a terminar el año. En 1937 ya había las dos

escuelas; la escuela de niñas era allá donde está la policía, también de tabla.

Yo dirigía la escuela para niños. En ese tiempo las maestras de la escuela de

niñas eran las hermanas Calderón, una de ellas llamaba Luz Estela Calderón,

esposa de Arturo Ochoa. Belén era un pueblo pequeño, formado por calles y

manzanas”.
149

El principal problema de los alumnos

“El principal problema de los alumnos era la escasez de comida, no había

agricultura como para sacar a vender o ayudar a los vecinos, cada uno

sembraba para sí, porque recién entrados no podían ensanchar por falta de

recursos y de vías de comunicación, apenas había comidita para ellos mismos,

apenas estaban empezando a abrir finquitas; a medida que se abrieron los

caminos fue entrando más gente, mas civilizados con más platica”.

Festividades y escuela

“Para mí las principales fiestas para celebrar en la escuela eran el 20 de Julio,

el siete de agosto, secundarias eran la fiesta de las madres. Yo creo que la más

importante era el siete de agosto porque el 20 de Julio no pasó de ser más que

una alarma, una alerta de grito de independencia.


150

Parque San francisco, 1928;

En las fiestas patrias: 20 de Julio y Siete de Agosto, se hacían en la plaza con

las dos escuelas la de niñas y la de niños, no había colegio en ese entonces;

hacíamos juntos las fiestas más solemnes, más populares y concurridas:

hacíamos cantos, recitaciones; yo me lanzaba los discursitos adecuados para

la fecha que se estaba celebrando. El siete de agosto hacía discursos,

conmemoraciones y cantos adecuados; el doce de Octubre hacíamos siembra

de árboles, se hacía después del paseo cívico, se sembraban árboles al frente

de las casas y en el marco de la plaza”.


151

Matrimonio y Crisóstomo de Jaca

“Ese Padre fue el que me hizo conseguir mujer, aquí. Yo no tenía ganas de

mujer pero veía que yo andaba solo y me dijo que yo necesitaba compañía;

dada alguna enfermedad, me preguntó, entonces ¿Quién lo asiste? Eso me

hizo pensar.

Durante los primeros tres años aquí en Belén yo divertí a los padres de familia

con el asunto de los Teatros en el periodo de los capuchinos; por otra parte, les

decía a los niños que trajeran una cajita de madera para empezar a hacer unos

ahorritos, yo les decía que trajeran sus monedas y que echaran en esa caja y

que yo les iba anotando y el día de la víspera de la fiesta de las madres

abrimos la caja y a cada uno les voy entregando lo que tienen para que vayan y

le compren lo que quieran a su mamá: una botellita de vino, unos cuantos

regalos, un discursito o unos cantos para dedicárselos a las madres. En otros

años presenté comedias dedicadas a las madres, recitaciones, distracciones

cómicas, disfraces. A estas fiestas asistían todos los padres de familia y los que

quisieran asistir”.
152

La llegada de la maestra: un acontecimiento en la colonización…Me hice


maestra porque me gustaba el trato con los niños y atender a la
comunidad”: Testimonio de Luz Estela Calderón142

Origen y formación

“Nací en Florencia, mis padres son: Benito Calderón y concepción Toledo. Mi

padre era comerciante, muy conservador, llegó a inicios de siglo al Caquetá;

después del conflicto con el Perú empezó a conseguir plata. En ese tiempo las

tierras eran baldías. Del puente para acá hizo una finca que se llamaba El

Encanto; en ese tiempo el que tenía plata hacía lo que podía; luego siguió

trabajando, tuvo unos almacenes y por último los malos negocios lo llevaron a

la quiebra.

Mis tías Mercedes e Inés, habían estudiado y las habían mandado como

profesoras para distintas veredas: en Morelia, Belén, Puerto Rico. Yo las

acompañaba y a la vez estaba haciendo mi primaria con ellas.

Dado que en Florencia no había colegios, me dijeron que me iban a mandar a

hacer la secundaria a Bogotá. Llegué a Bogotá e hice la secundaria en la

Normal de la Picota, allá me dieron el grado de maestra rural en 1940. La

Normal era muy bonita y tenía todo para uno practicar: salones de práctica, nos

amañábamos muchísimo. Tuve la mala suerte de que cuando me vine, los

presos de la picota incendiaron la Normal, el 9 de abril de 1948 –la muerte de

142
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Morelia, octubre11 de 1986 y editada por los autores de la
investigación.
153

Jorge Eliecer Gaitán– y mis certificados de estudio quedaron en las cenizas.

Después de eso no pude volver a conseguir ningún certificado.

Tengo cinco hijos, ahora ellos se están educando y trabajan. Yo me casé en

1955 y me hice maestra porque me gustaba mucho el trato con los niños y

atender a la comunidad: jugaba el papel de maestra y enfermera…Yo les

llevaba droguita y les hacía remedios, ellos me tenían fe.

Mis hermanas mayores eran maestras: Mercedes e Inés; ellas me decían cómo

trabajaban a los niños, cómo enseñaban. Yo ejercí en magisterio en el Caquetá

porque allí vive mi familia. Para mi formación como maestra yo asistía a

diversos cursillos. En ese entonces a las maestras las nombraban hasta con

quinto año de escuela primaria, saqué de Morelia bastantes alumnos que con

quinto grado fueron nombrados como maestros”.

La maestra debe ser como la madre en el hogar

“La profesión del magisterio consiste en que uno puede orientar los niños para

que más tarde sean alguien. A un director el hecho que los niños me dijeran

mamá no le gusto pero yo considero que la maestra debe ser como la madre en

el hogar para los niños. La pedagogía es la esencia de la educación porque ella

es la que guía al niño. Para mí lo más importante era que el niño se prepare, se

supere. El ser maestro es algo de vocación.

Yo en el mismo salón dividía a los grupos: empezaba con un grupo y mientras

tanto los otros estaban trabajando en tareas que ya les había dejado, luego
154

seguí así con otro grupo; y los tenía vigilados a todos. Los programas nos lo

daban los hermanos cristianos, nos daban libros, cartillas”.

Ingreso al magisterio en 1945

“Soy de las primeras normalistas graduadas que llegó al Caquetá; Llegué de

Bogotá en 1944, me hicieron una fiesta de bienvenida, asistió el Comisario

Especial. Le conté que yo estaba de viaje para Bogotá nuevamente, porque iba

a seguir la universidad allá. Entonces mi padre no me quiso dejar ir para Bogotá

porque según él no tenía con que sostenerme allá. Entonces dijo el Comisario:

hay una escuela muy buena para ella aunque está muy lejos, en Santana

Ramos. Yo le dije: no hay inconveniente, si no me dejan ir a estudiar a Bogotá,

pues me voy a trabajar a Santana Ramos”.

Cansancio y miedo al tigre: el paso por la cordillera oriental y el viaje a

Santa Ramos

“Me fui yo sin saber para donde me mandaban. Salí por Campoalegre, iba a

cumplir 20 años de edad. Llegué hasta Algeciras y ahí me esperaban los que

me iban a llevar hasta Santana. Iban seis señores, llevaban sus mulas. Allá

entraban cada mes en sus mulas para llevar comida para la finca, ellos me

llevaron. Duré cinco días por la montaña haciendo quedadas por allá. A la

última quedada yo iba que no podía más, en una mula desde las seis de la

mañana hasta las seis de la tarde sin poderse uno ni bajar. Yo iba ya hinchada

completamente, iba muy estropeada. Entonces les dije que me quedaba en

esa montaña, que me botaran por ahí, entonces ellos me decían: no, mire que
155

por aquí nos comen los leones, todo eso era selva, la cordillera oriental. Yo les

reiteré: no, déjenme botada que me coman los tigres pero yo no sigo más y me

les iba a botar de la mula. Entonces me bajaron, empezaron a hacer un cerco

con los rejos y me tendieron una camita y empezaron a poner hogueras porque

los tigres ya salían por ahí y tenían que cuidar las mulas para que no se las

fueran a comer y cuidarme a mí”.

Llegada de la maestra: un acontecimiento en la colonización

“Amaneció y seguimos, ya era el quinto día, llegamos por ahí al medio día y yo

iba que lloraba del desespero más grande, cuando una cabalgata: todos los

habitantes del pueblo me iban a encontrar a mi llegada, porque la llegada de la

maestra era un acontecimiento. Yo iba que no podía ni hablar, toda hinchada,

enseñada en Bogotá a andar en automóvil. Ellos entonces me cambiaron de

mula y me dieron un caballo muy bueno. Ya entonces llegué al pueblo y me

dijeron tómese esto, yo no conocía el aguardiente, nunca lo había probado, me

dijeron: tómese ésta bebida y verá que le pasa el cansancio y en verdad

reaccioné y seguí campante con ellos. Esa gente en el pueblo me tenía fiesta,

pero yo iba tan cansada que les dije: les agradezco, mejor tiéndame una camita

y sigan ahí, yo los acompaño. No podía ni sentarme, ahí estuvieron toda la

noche bailando, habían matado una marrana para que yo comiera y pasé una

noche feliz con todos.

A los tres días me pude parar, salí a la escuela y matriculé 85 niños en 1945:

había unos ya de 20 años de edad, otros de 25, me pidieron que de por Dios
156

los recibiera que ellos nunca habían visto nada de letras, porque ninguna

maestra los había querido recibir a ellos por la edad. Yo les dije que los iba a

recibir, siempre y cuando se manejaran bien porque eran mayores. Y sí, para

qué, esos alumnos se portaron bastante bien.

La escuela era un saloncito muy reducido; le dije a la comunidad que se

necesitaba un salón más grande e inmediatamente lo hicieron; había dos

bancas grandes, les expresé que se necesitaban unas veinte y enseguida las

hicieron; tenía de primero a tercero. La mitad iba una semana y la otra mitad a

la semana siguiente. Una semana iban los niños y la otra las niñas, no se

podía hacer mixto y yo trabajaba todo el día. La gente fue maravillosa conmigo

porque más me demoraba yo en decirles algo que ellos en colaborarme. Hice

ampliar el saloncito de la escuela, me hicieron muebles, muy buenos. Ahí tuve

con cursos de primero a tercero y estuve ese año hasta que se me llegaron las

vacaciones y me dije: me voy para la casa. La comunidad me dijo: pues no la

sacamos de aquí, me dijeron tiene que estarse otro año aquí y quién sabe

cuántos más. Bueno pues yo estaba amañada, el uno me invitaba a la finca y

luego el otro”.

Magisterio y orientación religiosa

“Frente de la escuela yo les hacía los domingos reuniones para que todos los

padres de familia fueran a ver lo que estaba sucediendo en la escuela; les

tocaba una campana a la llegada, luego los hacía rezar, cantar, les leía el
157

evangelio del día dado que el Padre –sacerdote– no permanecía en el pueblo y

ellos sentían la necesidad de la orientación religiosa.

Tenía como treinta niñas internas que venían a estudiar desde muy lejos y

como no tenían en donde quedarse, yo las tenía en la escuela, la cual era muy

grande, tenía buena cocina. Santana Ramos pertenecía al Caquetá, aunque se

entraba por el Huila; había 6 casas cercanas, el resto estaban regadas a una

hora, a medio día de camino. Había alumnos que duraban las horas en llegar a

la escuela, por ejemplo estaban los Murcia, ellos tenían una finca lejos, como a

tres horas de la escuela. A las niñas internas les preparaba pan de yuca,

arequipe. A mi todo lo de cocina me lo regalaba la comunidad; ellos me decían,

señorita usted no tiene que gastar un peso, en ese tiempo mi sueldo eran 60

pesos. A esas niñas internas las tuve todo el año”.

Maestros: escuela, vida cotidiana y comunidad

“Me levantaba a las seis de la mañana, me arreglaba, preparaba el material

para la clase y a las ocho en punto ya el personal estaba en la escuela. Cerca

de la escuela, estaba la quebrada y allí había un guío enorme; ellos se

sentaban encima del guío, era el banco de sentarse ellos. Yo decía pero esto

está como blandito pero yo sentía que como se movía, entonces los

muchachos se pusieron a reír. ¿Es qué no sabe señorita?. Es que nosotros nos

sentamos en el guío de la quebrada cuando vamos a baño. A mí me dio horror;

a unos diez metros estaba la cabeza y la levantaba cuando uno se sentaba

duro; ese guío no salía del contorno de esa quebrada. Allí le llevaban hasta

comida.
158

Yo tenía clase de ocho a once de la mañana, volvíamos a la una y salíamos a

las cuatro de la tarde. Los domingos enseñábamos hasta medio día y luego

preparábamos la reunión de la vereda: les hacía juegos, ese día era de

diversión para toda la gente. Teníamos en la escuela una huerta muy bonita.

Nosotros celebrábamos la fiesta patronal.

Yo me he sentido muy bien como maestra porque siempre a donde fui me

trataron muy bien y la gente me colaboró bastante. Yo nunca tuve problemas

con la comunidad. En Santana Ramos los padres de los alumnos eran

agricultores, habían unos del valle, Tolima, Cundinamarca; eran colonos; la

comunidad sentía en mí la esperanza de que yo los iba a ayudar, me contaban

todos los problemas; yo iba de casa en casa a remediar problemas; ellos me

tenían toda confianza. Y como yo era la médica también allá. Por allá había

mucho paludismo, entonces yo les llevaba pastillas que me daban en salud

pública; yo iba, los inyectaba y les daba pastas. Ellos se sentían muy bien, me

tenían mucha confianza, yo los cuidaba mucho.

En Santana Ramos fundé un nocturno para los adultos: a las cinco yo salía de

la escuela y de cinco a seis de la tarde les daba clase a los adultos colonos. En

esos nocturnos nadie pagaba nada. En Santana trabajé así por dos años. Mi

objetivo era que aprendieran a leer y escribir.

Nosotros hacíamos paseos en Santana Ramos: íbamos con todos los niños,

los padres de familia. Salíamos los sábados: trabajábamos medio día y

después nos íbamos a paseo. Los niños me ayudaban; las señoras hacían el
159

almuerzo y yo me entretenía con los niños. Nos bañábamos, jugábamos y

pasábamos muy bueno. En Santana Ramos celebrábamos la fiesta de la Virgen

del Perpetuo Socorro.

Excursión al cerro de la Guacamaya

“En las vacaciones les dije: vamos a ir a las vivienda de unos indios que vivían

cerca; había un camino de piedra que conducía a una loma que llamaban El

Cerro de la Guacamaya, ese cerro estaba de lado, ellos decían que ahí en

tiempos antiguos había un templo de los indígenas y que cuando llegaron los

conquistadores para que no lo fueran a descubrir lo taparon con piedra y por

eso el cerro estaba de lado, y que ahí sonaban campanas; había un camino de

piedra que daba la vuelta al cerro, pero entonces uno no podía subir bien hasta

allá, porque apenas uno iba como en la mitad empezaba una tempestad que

tenía uno que regresarse. En la mitad del camino empezaba el agua a

revolcarse, empezaba la tempestad y caían rayos, cayó un huracán, entonces

nos regresamos. Después nos dijeron que había un Ermitaño, salimos como

unas 25 personas a caballo a ver el Ermitaño, salimos con comida y todo. Nos

metimos por un túnel y llegamos. Claro, eso ya era montaña y el señor tenía

bien limpiecito el patio y él vivía en una roca, tenía la cama entre la roca; vestía

una túnica y tenía barba larga hasta la rodilla, los cabellos largos, era lo más de

formal, tenía una guitarra, vivía solo en esa montaña. Enseguida que llegamos

ahí, nos pusimos a charlar con él; yo le preguntaba que porqué se había ido

para allá, entonces sacó su guitarra y se puso a tocar lo más de lindo, lloraba el

señor. Luego nosotros lo invitamos a almorzar y él dijo que no podía comer,


160

entonces le dije; pero de qué vive. Me mostró un árbol, tenía unas semillas,

tenía frutos. El era de Popayán y había tenido una novia que la quería

muchísimo, que se había ido a traer todos los preparativos para casarse con

ella y al volver, su novia ya se había casado con otro; dada esa circunstancia

dijo que no volvía a creer en las mujeres ni en nada y decidió internarse en una

montaña y escogió este lugar; sin embargo le dije: ya este tiempo ha cambiado,

salga al pueblo, camine vamos con nosotros y allá se va a instalar muy bien.

Nos dijo que de pronto si salía. Para la clausura salió, se hizo cortar la barba,

los cabellos, quedó ya como un hombre y tocó muy bonito ese día.

En Santana Ramos trabajé entre 1945 y 1946, luego me sacaron con la

condición que tenía que volver. Entregué mis papeles a la Comisaría del

Caquetá; el Comisario me dijo que tenía que volver para Santana porque la

gente de allá estaba esperándome, había una cantidad de firmas que decían

que me querían allá pero había una compañera que estaba dispuesta a irse

para Santana Ramos.

En 1947 me nombraron para Morelia, luego me aburrí y pedí traslado, me

mandaron para Potosí. Allá estuve en 1949. La gente era muy religiosa, muy

buena, todos me querían y pasé feliz; cuando salí de Potosí, me mandaron

para Belén –1951-1955–, con los padres Capuchinos. Las escuelas eran

nacionales; estaba el obispo Marcelino Canyes, eran misioneros y trabajaban

bastante por la comunidad”.


161

Experiencia magisterial en Morelia

“Yo llegué a Morelia acompañando a mi hermana. En ese tiempo no se conocía

el cemento; las casas eran de paja y bareque; estaba Campo Elías Calderón,

hijo de un colono y una india; estaban los Cuéllar; escuela no había sino un

rancho. Cuando yo llegué a Morelia era un rancherío muy feo, eran unos

ranchitos feos. En 1954 hubo una inundación y acabó con ese rancho, que

servía de escuela: una noche a la 10 p.m. el río Bodoquero se represó, cuando

ya se despertaron los pobladores, ya todos tenían el agua la cintura. Entonces

toda la gente cogía para la casa de mi hermana, que estaba en una parte alta,

allí había una lámpara de petróleo encendida. En ese tiempo había un

enfermero que era de Cundinamarca, él le tenía mucho miedo al agua, pues no

sabía nadar. El se asustó mucho porque su pieza ya era una quebrada, cuando

se fue a parar tenía el agua en la cintura, le dio mucho miedo y se enloqueció,

se llevaron para Bogotá. El río acabó con todas las casas, no dejó nada. Todos

se reunieron en casa de mi hermana pero a las 11 de la noche el agua ya nos

daba en la rodilla, entonces pensamos que nos íbamos a ahogar todos,

lloraban y de rodillas imploraban a Dios para que no fuera a pasar una tragedia.

Ya después de las dos de la mañana el río comenzó a mermar, entonces la

gente sintió alegría. Algunos amanecieron sin nada; la hermana mía Inés

preparó un almuerzo general para todos los pobladores. Al tercer día ya los de

la Comisaría pudieron pasar y evaluaron los daños de las casas y compraron el

actual terreno de Morelia, de trece hectáreas para la fundación del pueblo. A

cada uno nos dieron la mitad de lo que valía la casita y el lote para que
162

edificáramos. En Morelia con la hermana fundamos la escuela nocturna: nadie

sabía firmar; nosotros les enseñábamos a leer y escribir”.

“Formé a los hombres bajo un modelo de régimen militar”: Inés


Calderón143

Origen y formación

“Nací en Altamira –Huila– el 4 de agosto de 1914; realicé la primaria en el

Colegio de las Hermanas Salesianas de Altamira, luego estudié en Pitalito y

después en el colegio de las madres franciscanas144 de Florencia; la mayoría

eran Europeas, de ellas recuerdo a la hermana Indergardiz –maestra de

música–, la madre Carlota –quien enseñaba sociales, era de Antioquia–; este

colegio funcionaba en seguida de la actual catedral de Florencia.

Mi padre era Benito Calderón, vino al Caquetá, seguramente, en la época de

los caucheros; a nosotros nos tenían en Altamira y llegamos al Caquetá muy

pequeñitas; los tres hermanos más grandes eran Vicente, Mercedes y Yo.

Ejercí el magisterio en el Caquetá posiblemente porque estaba toda la familia

aquí; porque me hicieron dos nombramientos: uno en Faca y no fui capaz de

aceptarlo porque me parecía que si me salía del Caquetá no sé que me

pasaba y el otro en el Caquetá, al fin y al cabo me quedé aquí.

143
Entrevista realizada por Gabriel Perdomo, Morelia, octubre 11 de 1986 y editada por los autores de
la investigación.
144
Las Terciarias Capuchinas o “Madres Franciscanas” fueron las primeras monjas que llegaron a la
colonización del Caquetá el día 13 de Septiembre de 1920, eran de procedencia europea y formaron
algunas jóvenes que posteriormente fueron maestras en el Caquetá.
163

Con relación a los requisitos para ingresar al magisterio, el Ministerio de

Educación envió a cuatro delegados para definir la situación de los aspirantes;

aquí en Florencia habíamos ocho o más candidatos para el magisterio; ellos

trajeron unos formularios: hubo que contestar unos por la mañana y otros por la

tarde. Al año siguiente nombraron inspector de Educación a Darío Cerquera”.

Imaginarios sobre los frailes capuchinos

“Fueron los Padres capuchinos quienes me contrataron y nombraron. En ese

tiempo mandaban los capuchinos. Eso se llamaba la inspección de Educación.

Ellos tenían un compromiso en virtud del Concordato. Dirigía la educación en el

Caquetá el padre Jaime de Igualada, él era muy amable, muy formal,

considerado; tenía un Inspector Técnico, era Darío Cerquera”.

Capuchinos y reuniones pedagógicas

“Los maestros hacíamos reuniones cuando mandaban delegados del Ministerio

de Educación. Nos hacía venir el Inspector Secretario de Educación pero para

discutir problemas pedagógicos o recibir instrucciones. Yo no fui muy amiga de

esas reuniones porque habían muchos que no asistían; además, en esas

reuniones las compañeras no hacían sino criticarme y decían que a mí no me

gustaba sino el paseo, andar y todo así.

Posteriormente llegó Villafranca, el sí hacía reuniones seguidas; dijo que faltaba

actividad dentro del magisterio; porque esas que se encierran dentro de las

cuatro paredes y no se vuelven a asomar qué trabajo podrían realizar con su

personal; en cambio las que salían, sí lo hacían bien”.


164

Bazares bajo la dirección de maestros para construcción de la Catedral

“De los capuchinos recuerdo al Padre Jaime de Igualada, quien mandó

bastante tiempo, un ingeniero que hizo la catedral existente. En ese tiempo

nosotros los maestros de escuelas y sus respectivas veredas teníamos

designados cada mes o dos meses hacer un bazar en Florencia y para ello

teníamos que traer los pobladores de la vereda respectiva para el bazar y la

venta de objetos. Esa plata que se reunía era para construir la catedral. Era por

turno que los pueblos y veredas se distribuían el trabajo.

La catedral de Florencia en construcción, dirigida por fray Jaime de Igualada (lado izquierdo). Fuente:
TRUJILLO, P. Luis Antonio. Biografía del Excmo. Sr. Esteban Rojas Tovar. Bogotá: tipografía Voto
Nacional, 1949, p, 696

También recuerdo al Padre Marcelino de Villafranca, quien fue el que le siguió

al Padre Igualada; lo recuerdo porque era enérgico. Una vez, ocasionalmente,


165

me encontré con él y me dijo: a nosotros ya se nos va a terminar el contrato y

ahora van a venir los Consolatos; se puso a hacerme preguntas sobre cómo se

mandaba en las escuelas; le dije: no he mandado tan suavemente, los he

mandado enérgicamente; soy decidida para todo”.

Vocación magisterial, imaginarios y prácticas pedagógicas

“Trabajé dos años en San Antonio de Atenas; después pasé a San José de

Canelos por cuenta del municipio, de 1936 a 1937; luego salí para

Guacamayas; en 1938, seguí a Santo Domingo y después para Morelia, por

primera vez.

El que no tiene la vocación para maestro no debe meterse porque fracasa y

hace fracasar la humanidad. Aprendí el trato con los niños como algo natural;

para mí la profesión de maestro es algo muy insigne, por eso el que no tiene

la vocación del magisterio no debe meterse porque fracasa; una niñez en

manos de un profesor que no quiere a los niños y no le nace esa amabilidad

con ellos no produce sino fracaso.

Yo no hice estudios especiales de pedagogía; el colegio superior fue el de las

Madres Franciscanas de Florencia; en ese tiempo éramos numerosos los

estudiantes. En esa época en el Caquetá el clima era aterrador y uno se

enfermaba, entonces nos sacaban para el Huila. Cuando ya estábamos

mejoradas nos volvían a traer aquí porque la vida era más económica. En esos

viajes del Caquetá al Huila, con nosotros todos pequeños, echábamos cuatro

días a lomo de mula”.


166

Me hice maestra porque seguramente nací con ese apostolado, pues se

me presentaron muchas oportunidades de tener otros trabajos como el de la

higiene, hasta me hicieron el nombramiento y no me fui.

Pedagogía bajo “un modelo militar”

“En Morelia, en doce años formé a los hombres bajo un modelo de régimen

militar: les compré banda de guerra. Me gustó el modelo de trato militar porque

si yo hubiera sido hombre hubiera sido militar. Además me gusta la disciplina

enormemente: los que terminaban era porque se sometían a la disciplina y eran

aguantadores.

Para mí las principales cualidades de un maestro, en primer lugar, es la

vocación, porque el que no tenga vocación para maestro no sirve: es decir,

debe sentir afecto por sus estudiantes, que los quiera y se haga querer de los

niños; que se preocupe por no perder el tiempo. En la escuela debe trabajar el

alumno y el profesor; de acuerdo a la materia se trabajaba y así eran los

resultados.

Las principales fallas en un maestro son la falta de comprensión y la

irresponsabilidad en el cumplimiento de sus deberes. El que es activo y siente

la pedagogía no tiene problema pero hay otros que están pendientes del reloj

porque no les gusta su oficio.


167

Yo no encontré contradicción entre lo que yo enseñaba y las comunidades; en

mis 35 años de mi labor docente yo casi nunca hice reunión de consulta con los

padres de familia, pues no la necesité, pues yo era absoluta. Yo era la que

orientaba a los padres de familia y les ordenaba: usted hace esto, usted hace

aquello, etc. En un pueblo yo era la que mandaba, hacía y deshacía porque yo

ordenaba”.

Metodología de enseñanza

“Entré a San Antonio de Atenas en 1934, enseñé con muchas incomodidades

porque en esa época no había locales, muebles, ni nada; los maestros tenían

que inventárselos buscando palos y haciendo mesitas para poder adaptarse...

En San Antonio la enseñanza era mixta, había 20 o 30 niños, uno enseñaba

todas las asignaturas. De las asignaturas que enseñaba recuerdo la religión, no

la ceñida a ese catecismo sino que enseñaba los pasajes bíblicos con sus

asuntos, para que lo entendieran mejor yo dramatizaba todo. Con relación a las

matemáticas, por ejemplo, al enseñar los números hacía ejercicio diciéndole a

los alumnos: usted tráigame una piedra, usted una flor y así sucesivamente;

entonces algunos de ellos aparecían con dos objetos entonces yo sabía que no

habían entendido qué era una unidad. A estos había que dedicarle tiempo y

explicarles. Luego hacíamos la figura que correspondía al número, lo dibujaba

en el tablero y entonces se pintaba una casa, una bola, una hoja…Luego uno

por uno los niños iban saliendo mencionando diversas unidades referidas a

distintos objetos y así hacía con los demás números”.


168

Enseñanza y utilización de la naturaleza

“En Morelia cuando no había local yo realizaba las clases afuera. Por ejemplo,

se hacía matemática, escritura, ciencias naturales porque estaba uno dentro del

ambiente, utilizando los recursos de la naturaleza. Cuando había que darle

geografía a los niños grandes nos íbamos para el río: allí se hacían, también,

matemáticas: unos piedrones servían de tablero; con los pequeños se hacían

matemáticas utilizando las piedritas del río; luego yo llevaba tiza para que ellos

escribieran en esas piedras grandes, ahí pasábamos el rato. Yo llevaba dulces,

los repartía y les cantaba con mi guitarra, cosa que me criticaban

enormemente. A los muchachos les gustaba que yo les enseñara cantos en la

escuela”.

Maestra liberal en pueblo conservador

“En mis relaciones con los líderes gubernamentales y políticos yo la fui bien con

todos aunque yo no tengo dudas que mi filiación política es liberal. Con relación

a la posición política de la gente recuerdo a Santuario en donde no se

conseguía un liberal para remedio; todos eran godos.

Yo como maestra me fui sin pensar en política. Cuando de Morelia me fui a

Santuario la gente estaba asustada y me preguntaba: ¿Inés por qué se hizo

nombrar en santuario, si esas gentes son todas conservadoras, godas y malas?

yo les dije: vamos a ver quién más pierde, si la pava o el que le tire. En medio

de esta situación pasé un año, ellos vivían pendientes de mí, el capataz era
169

Daniel Rojas –jefe conservador– quien decía: esta maestra tiene que ser liberal

porque es hermana del capi Calderón, tiene que ser muy liberal. En ese

entonces hice una fiesta en beneficio de los niños pobres para ponerles

uniforme, zapatos y dije: voy a cogerlos, aquí los ensayo si son buenos

colaboradores, hacemos patria, sino hasta luego. Y no, todos muy formales,

muy bien. Cuando me llegó la hora de hablar cierto asunto, antes de que él me

dijera yo me le adelanté y le dije: aquí no me han mandado a hacer política, el

lema mío es enseñar al que no sabe, vengo en cumplimiento de ese deber, así

que de una vez les digo: a mí no se me registre políticamente, ni se me

presente nadie con asuntos políticos porque conmigo no lo consiguen de

ninguna manera y tengan muy presente eso. Esto lo hice en previsión porque

yo sabía que eran godos; agregué: si un liberal o conservador vino aquí por

cierta política esto no lo atenderé; aquí sirve el asunto del cumplimiento del

deber y mi misión es enseñar, lo otro no vale nada para mí. Sin embargo el jefe

me dijo: van a venir los señores del Comité conservador, deseo que usted me

acompañe, le dije: no, los del magisterio estamos excluidos de eso; me dijo eso

no lo va a saber nadie; le dije: no, entre cielo y tierra no hay nada oculto y si es

posible es usted el primero que va y me acusa; le agregué: a mí no me engaña

nadie porque tengo una experiencia muy fundada, lo despaché con eso. Sin

embargo se hacían unas fiestotas allá, en ese año precisamente fue cuando se

dio el triunfo del conservatismo sobre el liberalismo, cuando llegó Ospina Pérez

al gobierno.
170

Después del triunfo conservador se armó entonces la fiesta, pues todos los

conservadores eran amigos íntimos de papá, pues yo no podía excluirme de

allí. No había sino otro liberal y me dijo: Inés, no tome parte en esa fiesta

porque ese es puro asunto de los conservadores celebrando el triunfo; le

contesté: eso a mí no me interesa, soy la maestra de la escuela, hace tres días

llegué a este pueblo, entonces todo mundo tiene que saber que Inés Calderón

es la maestra de Santuario y la que viene a mandar, la que viene a organizar,

así sean godos o comunistas pero soy yo la que mando. Bueno, se armó esa

fiesta y todo, esa gente se arma a tomar trago…Cuando Pacho Guillermo

pasaba con una cántara de aguardiente, servían en unas totumas, llegué y de

una vez me pasaron una totuma y me puse a pensar: ellos están todos

prendidos si no me nivelo a ellos yo en sangre fría seguramente no hago nada;

de una vez me calibré esa totumada, cuando al rato Pacho Guillermo con

Daniel Rojas a la otra totumada ya habían dado la vuelta, le dije: hombre, Don

Daniel, a este ritmo con este aguardiente no le doy plazo sino dos horas para

que esto se reviente por algún lado; dijo: no, señorita, usted no nos conoce; le

dije no los conozco pero si me los puedo imaginar. Me tomé esa totumada de

aguardiente, me paré a divisar a la gente, quiénes habían y por qué, qué

hacían, cuando vi que ya estaban por emborracharse todos fui al lado de la

quebrada, allá estaban sancochando una novilla y los llevé para que tomaran

algo. Estaba toda la Montañita y Santuario conservador. En ese momento unos

muchachos le sacaron la costilla a la novilla y empezaron a jugar y estaban los

papás de ellos, que habían llegado a caballo, cargaban garrote y pensaban que
171

estaban peleando, se los sentó en la cabeza al otro y se vino el otro e hizo lo

mismo; se empezó la pelea sin que se hubiera dado el almuerzo; se arma qué

tempestad de piedra y de garrote, menos mal que de señora no estaba sino yo;

se armó la pelea y eso fue tremendo. En Santuario trabajé cuatro años y en

general mis relaciones con los líderes políticos fueron buenas”.

Docencia en Santo Domingo –1938–

“En Santo Domingo estuve en 1938, en el período de los Padres Capuchinos.

Allí la profesora iba a enseñar en una casa particular. Cuando yo llegué les dije:

esto no se puede continuar; llamé al Intendente, acudí a él porque no había

juntas de Acción comunal, que no sirven para nada, al Intendente le dije que

había sido nombrada por la Curia pero que si la Intendencia no tenía recursos

para sufragar las necesidades del plantel yo cerraba la escuela y para ello

contaba con el respaldo de la comunidad. Entonces invité al Intendente Don

Víctor Manrique, fue y conoció toda la realidad. Hasta teníamos 3000 piezas de

madera, ahí perdiéndose; entonces dejó instrucciones para que unos hicieran el

piso, otros las paredes, otros los muebles, así se vino a organizar la escuela en

Santo Domingo”.

Docencia en Morelia –1939–

“En Morelia la escuela, eran unas latas de zinc, un salón casi a la intemperie en

donde por la mañana le daba a uno el sol por un lado y en la tarde por el otro.

Los inconvenientes por falta de recursos yo los solucionaba, pues los padres de

familia me colaboraban mucho. En Morelia, he estado en varias etapas por más


172

de 20 años; En Santuario tuve cuatro años; en el Paujil, cuatro años. Trabajé 35

años con el magisterio”.

Banda de guerra y toque de diana

“Yo tuve banda de guerra en Morelia, entonces salían, durante las fiestas, a las

cinco de la mañana a tocar diana. Yo andaba con ellos. De las ocho de la

mañana todos uniformados asistían al desfile cívico. Allí se cantaba y había

discursos alusivos a la fiesta que se celebraba. A esos actos solemnes asistía

todo el pueblo, con insignias tricolores; a la vez estaba presente la policía.

Muchas veces realizamos dramas históricos como el sacrificio de Policarpa

Salavarrieta”.

Someter al pueblo y enseñar a los viejos: Enseñanza nocturna en Morelia:

“En la época que me correspondió practicar el magisterio había una ignorancia

tan exagerada que no pueda compararse con nada: uno tenía que someter al

pueblo y enseñar desde los viejos. En el tiempo de Gaitán yo enseñaba en la

escuela nocturna en Morelia. Para instruir a los viejos colonos a mí no me

pagaban; esos viejos me acusaban que tocar una guitarra era pecado;. Yo les

enseñé a leer, escribir, cantar, recitar; y las hice publicar en un periódico para

que se civilizaran”.

El maestro enérgico mandaba en todo

“En general, mis relaciones con la comunidad fueron buenas, en todas partes;

buenas porque los padres de familia eran comprensivos y además yo les


173

ayudaba en todo. El maestro era un líder de la comunidad: mandaba en todo; si

el profesor era enérgico, entendido y activo pues así mismo marchaba el

pueblo. De lo contrario nada. Además como a mí me gustó la música yo

cantaba, tocaba, hacíamos fiestas, bailábamos y nos divertíamos y todo eso

facilitaba la unión con la comunidad”.

Nueve de abril

“Para el 9 de abril de 1948 Don Daniel Rojas puso gente campesina a guardar

la escuela, la casa de él, la iglesia. Cuando llegué al pueblo como a las seis de

la tarde, les dije: ustedes qué hacen aquí: me contestaron: es que nosotros

estamos de guardianes de la escuela. Les dije: bueno, ustedes, con qué van a

defenderse dado un caso; dijeron que no tenían sino un pedacito de machete.

Les dije: no señores: usted es dueño de finca o en qué trabaja; él me

respondió: pues yo tengo una finquita, pero ya me nombraron aquí; le dije: si no

le dan aunque sea una ametralladora, reúnanse y piérdanse para sus fincas y si

las autoridades les preguntan por qué se fueron, digan que Inés Calderón

ordenó que se retiraran porque ella no necesitaba que la guardie nadie, yo

mismo me hago la guardia, así dígaselo a sus otros compañeros”.


174

COLONOS: DIOS, PATRIA, TRABAJO, MUJER Y RANCHO

“Para mí lo importante ha sido: Dios, trabajo, mujer y mi rancho”


Braulio Cotacio

“Los laboriosos colonos de la Comisaría, no tienen otro lema que éste: Dios, patria, trabajo y
Paz”
Comisario del Caquetá

Los colonos caqueteños de los años veinte a los cincuenta del siglo veinte,

desde su vida y trabajo cotidiano fueron constituidos como sujetos

psicosocioculturales gracias a la interacción con los vecinos, la viceparroquia y

la escuela, y fueron orientados por un lema que en la práctica era la síntesis de

su personalidad: Dios, Patria, Trabajo, Familia y Paz.

En su devenir como sujetos biopsicosocioculturales en proceso y en la

dinámica de construcción de la nueva sociedad y de constitución de sí

mismos, los colonos fueron influenciados por la ideología católica cuya

consigna fundamental era Dios y Patria. Dado que eran hombres y mujeres de

mentalidad católica y procedentes básicamente del Huila, al interactuar con la

Iglesia a partir de la viceparroquia y la escuela, los colonos reprodujeron y

reafirmaron las costumbres e imaginarios del catolicismo como religión oficial,

que a su vez alimentaba un sentimiento de patria en desarrollo de un modelo

de nación católico e hispánico que tenía fuerza en la Amazonia y el Caquetá,

territorios que en las tres primeras décadas del siglo XX estuvieron

amenazados en su soberanía por las pretensiones del Perú.


175

Los colonos se caracterizaban fundamentalmente como hombres y mujeres

trabajadores; para ellos, después de sus creencias católicas, lo más importante

era el trabajo, percibido como su tabla de salvación; éste los visibilizaba y les

daba presencia y valor en el seno de la nueva sociedad; al encontrarse con los

otros para construir un nuevo sitio bajo el sol, interactuaron con sus vecinos, la

viceparroquia y la escuela y en ese proceso de construcción de territorio se

constituyeron a sí mismos como nuevos sujetos biopsicosocioculturales.

Para el colono era fundamental organizar su familia, de ahí la expresión gráfica

de la importancia de “la mujer y el rancho” como condiciones fundamentales de

reproducción de la fuerza de trabajo y como referente/lugar de los afectos y la

solidaridad. Otra característica fundamental de los colonos fue indudablemente

la solidaridad permanente, la concordia entre todos, la promoción y vivencia de

la paz, fruto del trabajo colectivo.

En síntesis, el ser biopsicosociocultural del colono caqueteño de los años veinte

a los años cincuenta del siglo XX, no fue otro que el representado por Dios, la

Patria, el Trabajo y la Paz. Este lema configuró el ser del colono y le dio razón y

sentidos de vida a sus proyectos.

Esta texto ha tratado de interpretar la personalidad biopsicosociocultural de los

colonos caqueteños en el período mencionado del siglo veinte, asumiendo que

la personalidad de los seres humanos –en este caso de los colonos del

Caquetá–, no puede ser comprendida al margen de la sociedad, la cultura y la


176

historia, dado que los seres humanos son sujetos que han sido y son

constituidos en la interacción con los otros.

Desde la psicología social constructivista se rescata la subjetividad en la

colonización y se comprende al colono caqueteño como sujeto humano hijo del

desarraigo, la esperanza y el coraje, además inmerso en redes sociales

significativas, que hicieron del Caquetá y la amazonia colombiana un territorio

de tierras para los desheredados por el latifundio y de indios para adoctrinar.

A partir de historias de vida y relatos de los mismos colonos, ellos interpretan y

muestran las diversas formas de su interacción, sus representaciones sociales,

actitudes, costumbres e ideologías que influenciaron su ser particular y

caracterizaron su personalidad psicosociocultural e histórica en un momento o

coyuntura ambiental y sociocultural del Caquetá.

En síntesis, tal como ellos mismos lo han expresado en sus relatos, en medio

de una colonización católica y una economía frágil, los referentes de Dios,

Patria, Trabajo, Familia y Paz caracterizaron su ser y les dieron sentido a sus

vidas en las indómitas selvas del gran Caquetá.


177

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PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Capuchinos y Caqueteñidad: sujetos y


territorio (Caquetá: 1893-19519. Florencia: Vicerectoria de investigaciones
Universidad de la Amazonia, 1999.

RODRIGUEZ, Pedro María. En: Memorial del Sr. Vicario General de Garzón al
Congreso. Garzón: Tipografía de la Diócesis, 1914, p. 2.

SÁNCHEZ, José Fernando Rodríguez y Caporali, Enrique. (1997). Individuo,


Grupo y Representación social, Bogotá, Unad.

SUAREZ, Cielo María, La voz de los Abuelos. Trabajo de Grado Convenio


Unimariana-Uniamazonia. Florencia: 1995, entrevista editada por los autores
de la investigación.

TRUJILLO, P. Luis Antonio. Biografía del Excmo. Sr. Esteban Rojas Tovar.
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TRUJILLO TOVAR, Salomón. Abriendo la frontera. Memorias de un colono


fundador del Caquetá. Historia de vida de Arcadio Trujillo Losada. Instituto
colombiano de Cultura, Florencia, 1988, pág. 100
181

COLONOS ENTREVISTADOS

ANDRADE, Barbarita, Puerto Rico, diciembre 14 de 1985, Jaime Cardona


(1985) Y Gabriel Perdomo Castañeda (1986)
ARIZA, Pedro, Florencia, mayo 12 de 1999, Gabriel Perdomo Castañeda.
CALDERÓN, Mecías, Solita, abril 23 de1999, Berenice Vargas Plazas.

CALDERÓN, de Vega Margarita, Belén, mayo de 1995, Cielo María Suárez.


CALDERÓN Inés, Morelia, octubre 11 de 1986, Gabriel Perdomo Castañeda.
CALDERÓN Luz estela, Morelia, octubre 11 de 1986, Gabriel Perdomo
Castañeda.
CLAROS, Jesús, Belén, octubre 11 de 1986, Gabriel Perdomo Castañeda.
CASTILLO, Israel, Puerto Rico, marzo 8 de 1986, Jaime Cardona.

COTACIO, Braulio, Florencia, febrero 14 de 1999, Gabriel Perdomo y Mireya


Quiñones.

De COTACIO, Lucía, Florencia, febrero 14 de 1999, Gabriel Perdomo y Mireya


Quiñones.

HUACA, Polanía, José Arsenio, Belén, mayo de 1995- Cielo María Suarez.

LÓPEZ, Motta Pío, Belén, mayo de 1995- Cielo María Suarez.

MONTAÑA, Bermúdez, Victoriano, Florencia---Gabriel Perdomo Castañeda.

MOSQUERA, Natalia, Belén, mayo de 1995, Cielo María Suárez.

MUÑOZ, Aníbal, Puerto Rico, diciembre 4 de 1985- Jaime Cardona.

ORTIZ, Bautista Manuel, Florencia, octubre 12 de 1993- Gabriel Perdomo


Castañeda.

ORTIZ, Sánchez, Jesús Antonio, Belén, mayo de 1995- Cielo María Suarez.

PERDOMO, Calderón Emidio, Florencia, noviembre 13 de 1999- Gabriel


Perdomo Castañeda.
182

PÉREZ, DE Castañeda Blanca Lilia, Florencia, mayo de 19995--- Cielo María


Suárez.

QUINTERO, Vicente, Puerto Rico, mayo 30 de 1984- Jaime Cardona.

ROJAS, Rubiano Samuel, Florencia, abril 18 de 1999 –Gabriel Perdomo.

REYES, Chilatra Ana Isabel, Belén, mayo de 1995- Cielo María Suarez.

SUÁREZ, Ortiz Neftalí, Belén, mayo de 1995, Cielo María Suarez.

ZÚÑIGA, Lucas, Puerto Rico, junio 3 de 1984, Jaime Cardona.


183

LOS AUTORES

MIREYA EMPERATRIZ QUIÑONES QUIÑONES,


nariñense, Licenciada en Educación Básica Primaria,
Universidad de San Buenaventura, Bogotá, 1992;
Psicóloga, Universidad Abierta y a Distancia (UNAD),
2009; especialista en Educación y Gestión Ambiental,
Universidad de la Amazonia, 2006; Magíster en La
Teoría y Práctica de la Prosocialidad y las Aplicaciones
de la Logoterapia, Universidad Autónoma de Barcelona, 2008. Diplomada en:
Psicología Clínica, Liderazgo Docente, Logoterapia y Mediación y Tratamiento
de Conflictos. Tiene 27 años de experiencia docente en el departamento de
Caquetá, en los municipios de Valparaíso y Morelia de los cuales once años
ejerció como psico-orientadora escolar en la Institución Educativa Cervantes de
Morelia; ha sido Tallerista en procesos de Formación y Actualización docente
con la Universidad de la Amazonia y la Fundación FUNDACOMUNIDAD; es
Promotora y Coordinadora de la Maestría “La Teoría y Práctica de la
Prosocialidad” de la Universidad Autónoma de Barcelona: Coautora de la
investigación “Cambios de Roles de Género y Niveles de Empoderamientos de
las Mujeres en el Marco del Conflicto Social y Armado”, Caso Caquetá,
Florencia 2005-2006. Responsable institucional en los procesos de pilotaje del
Programa de Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía,
MEN, 2006-2007.Ponente panelista en el Primer Congreso de Educación
Media, “Cómo abordar la Educación Media desde el enfoque prosocial”, Bogotá
2009. Directora del Centro de Estudios e Investigaciones Docentes CEID, de la
Asociación de Institutores del Caquetá -AICA-, 2009-2011.
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GABRIEL PERDOMO CASTAÑEDA, nació en La


Plata Huila en 1951. Es Licenciado en Filosofía de
la Universidad de San Buenaventura de Bogotá;
Psicólogo de la Universidad Nacional Abierta y a
Distancia, UNAD, CEAD Florencia, 2009; tiene
estudios de Especialización en Filosofía de la
Ciencia, Universidad El Bosque; es Magíster en
Educación y Desarrollo Comunitario –CINDE-
Universidad Surcolombiana, 1997–. Ha sido
Decano de la Facultad de Educación de la Universidad de la Amazonia,
Profesor invitado de la Universidad de Granada, España en el Seminario de
Epistemologías del Desarrollo Comunitario, 1989; actualmente es Profesor-
Investigador de la Universidad de la Amazonia, vinculado desde 1976, en
donde orienta asignaturas de Filosofía y Humanidades. Sus investigaciones
han girado en torno a la historia cultural y de las mentalidades. Ha publicado los
siguientes artículos: “Caqueteñidad: fuente rica para una cultura popular”,
publicado por la Presidencia de la República en la compilación Aluna. Imagen y
Memoria de las Jornadas de Cultura Popular. Presidencia de la República –
Colcultura. 1990. “Caqueteñidad: categoría histórico hermenéutica de un
Territorio Amazónico”, publicado por la Universidad de la Amazonia en
Cuadernos Amazónicos. Florencia: Departamento de Ciencias Sociales,
universidad de la Amazonia, diciembre de 1995. Su libro “Capuchinos y
Caqueteñidad: Sujetos y Territorio (Caquetá: 1893-1951)”, es un referente en
los estudios de la cultura regional.

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