Quisiera agradecer a todas aquellas personas que, directa o
indirectamente, se involucraron para que esta investigación haya podido, finalmente, concretarse en este documento: desde aquella lejana vez en la que se esbozaron ideas sueltas respecto al tema, hasta el día que se realizaron las últimas correcciones. Espero no olvidar a nadie en este recuento, así como poder sintetizar en breves líneas lo mucho que valoré todos sus comentarios, sugerencias, críticas constructivas y, sobre todo, su apoyo incondicional: el que siempre estuvieran allí.
A mi padre Luis Inga Ordaya, por ser mi principal soporte y mi constante
inspiración en la búsqueda ser alguien mejor; por enseñarme que nada se logra sin esfuerzo y que la vida es un aprendizaje de por sí; por responder siempre a mis dudas y curiosidades; por despertar en mí el gusto por la investigación.