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INTRODUCCIÓN:

Cuando vemos un mundo que esta al borde de una conflagración mundial (Aunque se piense que
es una exageración >> son muchos los pueblos árabes) ; cuando vemos que los seres humanos se
hacen justicia por su propia cuenta (E.U.A. esta aplicando la ley del talión); cuando vemos injusticias
como las que se cometen contra las mujeres y contra los niños en países como Afganistán (Mujeres
muertas y niños soldados). Cuando vemos un mundo que esta totalmente en decadencia y que vive
totalmente en amargura debemos hacernos una y otra vez la misma pregunta ¿Qué es lo que le
hace falta a la humanidad para poder vivir en paz y en armonía? LA RESPUESTA SIEMPRE ES Y
SERÁ LA MISMA: EL MENSAJE DEL EVANGELIO.

ES IMPORTANTE EVANGELIZAR XQ SINO SE VAN AL INFIERNO


¿Por qué debemos testificarles a las
personas?TESTIFICAR DIAPOSITIVAS 3 Y 4

Por, Matt Slick

¿Se ha preguntado alguna vez, “¿Por qué debo testificar?” Pueden existir muchas razones. Vamos
a ver algunas:

Primero: Porque Jesús lo ordenó:

 Mateo 28:19-20: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado…”
 Ezequiel 3:11: “Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho
Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar”.

Segundo: Debe testificar porque Ud. debería amar al perdido; y si no lo ama, debería pedirle
a Dios que ponga en su corazón amor por los perdidos. Lo más amoroso que Ud. puede hacer es
presentar el evangelio con la esperanza de traer a otros la salvación. Gálatas 5:22 enumera el
amor como fruto del Espíritu Santo. La naturaleza del amor, es dar. Tome por ejemplo Juan 3:16:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Amor, es dar; y si Ud.sólo tiene una pequeña
porción de Su amor, querrá dársela a otros.

Tercero: El ganar almas por medio del testimonio, es de sabios: “…Y el que gana almas es sabio”
(Proverbios 11:30). Seamos sabios a los ojos de Dios.

Cuarto: Testificar alejará a las personas del infierno. El infierno es un lugar terrible de extrema
angustia y separación eterna de Dios. Aquellos que no serán salvos irán a este lugar. La obra de
testificar es un intento de alejarlos del infierno.

Quinto: Al testificar complacemos a Dios y traemos gloria a Su nombre.

Sexto: Testificar ayudará a que las personas encuentren el amor y comunión con Dios (1ª Juan
1:3: "lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión
con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo"), el
más grande de todos los tesoros. No existe otro regalo más grande que el de la salvación. Libera al
pecador de su pecado, lo libra de la condenación eterna y le revela al Dios vivo y verdadero.Los
ángeles del cielo se regocijan grandemente por causa de un pecador arrepentido:
 Lucas 15:10: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se
arrepiente”.

¿No deberían los cristianos regocijarse también? ¿No deberían llorar por los perdidos? ¿No
deberían preguntarle al Señor de la mies que envíe obreros a Su mies? (Lucas 10:2: "Y les decía:
La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que
envíe obreros a su mies".) ¡Claro que sí! La salvación de otros es el objetivo de sus esfuerzos. El
amor de Dios, su motivo. ¿Hay algo más grande? Por lo tanto, dé amor.

¿PORQUE DEBO TESTIFICAR? LA NECESIDAD DE TESTIFICAR


Jesús lo dice de una forma tan simple y precisa, con dos ilustraciones muy sencillas que se
encuentran en Mateo 5:13-16:
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más
para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo;
una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone
debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así
alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a
vuestro Padre que están los cielos.
Tenemos el honor de ser llamados para representar a Dios en la tierra, como sus hijos escogidos.
Fuimos llamados para que los hombres glorifiquen a Dios, por las buenas obras que hace por
medio de nosotros. Es un privilegio y a la vez una gran responsabilidad. Sabemos que no somos
capaces de hacerlo con nuestras fuerzas, sino que solamente por medio del poder Espíritu Santo,
así lo hizo Jesús también. En medio de este mundo amoral, nuestra vida es la sal que le da
sentido a este mundo, cuando nuestras vidas empiezan a dar frutos y hablan al mundo que Dios
existe, que es bueno, que hay esperanza y que no todo está perdido. Cuando nuestras vidas
cambian para mejor, estamos diciendo: HEY…CREER EN DIOS FUNCIONA.

Los dos caminos DIAPOSITIVA 5


“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva
a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto
el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
Mateo 7:13-14

Contrario a la creencia popular que todas las religiones son buenas y conducen a
Dios; Jesús deja claro que no es así, y que solo hay un solo camino. Aquí se nos habla de dos
puertas y dos caminos. Uno de ellos tiene una puerta ancha y un camino espacioso el cual es
fácil de transitar y muchos son los que por él caminan; pero el otro posee una puerta estrecha
y un camino angosto, difícil de transitar y pocos son los que lo caminan. En el evangelio
según Lucas encontramos un pasaje parecido donde Jesús motivaba a sus discípulos a
esforzarse por entrar por esta puerta estrecha: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta;
porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán”, (Lucas 13:23). Aquí en Lucas
la palabra “esforzaos” proviene del griego agosídsomai (ἀγωνίζομαι), la cual es la raíz para
nuestra palabra agonizar, y se refiere a luchar o esforzarse con gran ahínco. Por ello, el poder
entrar por la puerta de la salvación requiere esfuerzo. Lamentablemente la mayoría de
personas escogen entrar por la puerta ancha y seguir el camino espacio que les ofrece una
vida de placeres y riquezas sin saber que este conduce a la condenación eterna. En contraste,
el que entra por la puerta estrecha y sigue el camino angosto se ve expuesto a lo largo de su
vida a dificultades y negaciones, pero su fin es la vida eterna. Por este motivo la vida
cristiana es comparada muchas veces con una batalla. El apóstol Pablo dijo en cierta ocasión
a Timoteo: “Pelea la buena batalla de la fe…”, (1 Timoteo 6:12), más tarde, antes de morir
expreso su gozo al saber que sus días de lucha estaban por terminar: “He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”, (2 Timoteo 4:7). El apóstol Pedro
también expreso lo difícil que es ser cristiano: “Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En
dónde aparecerá el impío y el pecador?”, (1 Pedro 4:18). Por ello Jesús enseñaba a través
de esta metáfora que la vida del creyente es difícil; pero aquellos que decidan esforzarse, por
la fe reciben también las promesas de protección, salud y prosperidad en esta tierra y la
herencia eterna en el reino de los cielos, ya que no solo se trata de sufrimiento, tal y como se
lo dijo Jesús a Pedro.

“Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos
seguido. Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa,
o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del
evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas,
madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna”.
Marcos 10:28-30

Ahora bien, la Biblia deja claro cuál es la puerta por la que debemos entrar. El
mismo Jesús nos dice en el evangelio según Juan: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare,
será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”, (Juan 10:9). Además aclara cual es el único
camino: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino
por mí”, (Juan 14:6). Por tanto, el único medio que nos conduce a la vida eterna es nuestro
Señor Jesucristo, no son las buenas obras ni las religiones, cualquier otro camino conduce a
la perdición; sin embargo, cada persona tiene que elegir la puerta por la cual entrara y el
camino por el que transitara, de ello dependerá su eternidad.

“Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de
vida y camino de muerte”.

EMBAJADORES DIAPOSITIVA 7
"Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogara por
medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios".
¿Qué es un embajador? Es un agente diplomático de primera clase que
representa al Estado, al jefe del Estado y al Gobierno que lo nombra cerca de
otro Estado. Nosotros somos embajadores de Cristo. Estamos en un país
extranjero. Pedro dijo que nosotros somos peregrinos y extranjeros en esta
tierra. Pablo en su epístola a los Filipenses, capítulo 3, versículo 20, dijo: "Pero
nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente
esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo". O sea que, ya que nuestra
ciudadanía está en los cielos, nosotros somos embajadores aquí en la tierra.
Cuando un gobierno envía a un embajador ante otro gobierno, quiere decir que
ambos países mantienen relaciones amistosas. Dios aún está manteniendo
relaciones amistosas con este mundo y ha enviado a Sus embajadores. Pero
algún día Él llamará a Sus embajadores a Su país, y entonces comenzará el
juicio.
Cuando el hombre pecó, Dios, en Su Santidad, tuvo que apartarse del mundo.
Pero Dios amó al hombre; y envió a Su propio Hijo a morir en la cruz. Ahora
Dios puede extender sus brazos abiertos al mundo para decir: "Tú puedes venir".
Y como nosotros somos Sus embajadores debemos anunciar a la gente que Dios
puede salvarles. Todo lo que Dios le está diciendo al ser humano es que acuda
a Él. Dios no está tratando de desquitarse, de vengar una ofensa. Él no quiere
castigarle. No quiere colocar sobre las personas el peso de Su mano. Dios invita
a todas las personas, en todos los lugares, para que vengan a Él.
Éste es, pues, un gran día. Y tenemos el privilegio de poder decirle a usted:
¡Reconcíliese con Dios! Todo lo que le pide es que se vuelva usted a Él. ¿Y por
qué puede Dios adoptar esa actitud? Porque Cristo llevó nuestro pecado y recibió
el castigo en lugar nuestro.

Jeremías 21:8

DIAPOSITIVA 8 LUZ DEL MUNDO


la Iglesia -nosotros- no somos propiamente la luz, porque solo Cristo es la luz. Pero la Iglesia
debe ser el candelabro que sostiene en alto a Cristo-luz. Toda nuestra vida ha de hacer brillar
la luz de Cristo, ayudando a los demás para que no se pierdan en la noche. El pasaje
evangélico deja al símbolo “luz” todo su horizonte de sentido abarcador: toda la verdad, todo el
bien, todo el amor, la vida resucitada. Todo ello, personificado en Cristo, y transferido a sus
seguidores, que han de proyectarlo al mundo.

Aparte de la comparación de la luz, que podría entenderse simplemente en sentido poético,


¿qué significa que un creyente debe ser luz del mundo, luz para los demás? Las lecturas de
hoy orientan el lenguaje hacia la vida concreta, hacia el efecto que produce en los demás
nuestro estilo de vida.
La lectura profética de hoy señala qué significa ser luz para los demás, y por esto la han
elegido, porque viene a darnos la clave para interpretar lo que dice Jesús. Seremos luz del
mundo no tanto por lo que sabemos y decimos, sino por lo que hacemos.

En labios de Isaías, “así habla el Señor: ‘Si compartes tu pan con el hambriento y albergas a
los pobres sin techo, si cubres al que ves desnudo … entonces despuntará tu luz como la
aurora… Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si
ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las
tinieblas”.

Los ejemplos de la lectura profética son obras de misericordia, y estas no pierden nunca
actualidad. Solo podría variar su denominación, su enumeración. Pero siempre hay que tender
al amor fraterno, a la misericordia. San Pedro, por ejemplo, nos recomienda precisamente
practicar el amor fraterno y ser misericordiosos. En su primera carta expresa textualmente: “En
fin, vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como
hermanos, sean misericordiosos y humildes. No devuelvan mal por mal, ni injuria por injuria: al
contrario, retribuyan con bendiciones”. También exhorta a guardar la propia lengua del mal y
los propios labios de palabras mentirosas… a buscar la paz y seguir tras ella (cf 1 Ped 3, 8-
11).

Dice a su vez san Juan: “Si caminamos en la luz, como él mismo (Dios) está en la luz,
estamos en comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo
pecado” (1 Jn 1, 7).

El Salmo responsorial nos asegura que el bondadoso, el compasivo y el justo brilla como luz
en las tinieblas (Sal 112 (111), 4). En un mundo egoísta, en que cada uno mira por lo suyo, la
misión que tiene un discípulo de Cristo es salir un poco de sí mismo y tener en cuenta a los
demás, ayudándolos en lo que pueda. Además, empezando por casa. Jesús dice en el
evangelio que esa luz debe alumbrar a todos los de casa.

Jesús nos dice también: “Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con
qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los
hombres”.

El cristiano, a la vez que luz, tiene que ser, pues, sal de la tierra. Alguna reflexión ahora sobre
este símbolo.

La sal condimenta y da sabor a las comidas. Según un dicho popular, una comida sin sal es
como un día sin sol. La sal también preserva de la corrupción. Lo que ahora hace la heladera
o refrigerados para conservar los alimentos, lo ha hecho desde siempre la sal.

Desde siempre se ha visto en la sal una dimensión simbólica respecto a la vida, a la sabiduría,
al gusto, a la purificación. En el Antiguo Testamento se prescribía que toda oblación a Dios
fuera sazonada con sal. También ha sido siempre la sal símbolo de la hospitalidad y acogida:
ofrecer el pan y la sal era acoger amablemente en casa al forastero. Otras veces se interpreta
en la Biblia la sal como ese sabor o gracia que debe existir en nuestra convivencia fraterna:
“Que haya sal en ustedes mismos -dijo Jesús- y vivan en paz unos con otros” (Mc 9, 50).
Como comentando, nos dice san Pablo:“que la conversación de ustedes sea siempre amena,
sazonada con sal, sabiendo responder a cada cual como conviene” (Col 4, 6).

Por lo expuesto, podemos decir que Cristo nos quiere de veras luz del mundo y sal de la
tierra. Que el mismo nos ayude a serlo y a serlo cada vez más.
LA GRAN COMISION

“Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la
tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les
he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del
mundo.” Mateo 28:18-20
Aquí leemos la última directiva personal del Salvador a los discípulos poco antes de
ascender al cielo. Este mandamiento tiene un gran significado para todos los seguidores de
Jesucristo, ya que llama a cada cristiano a propagar las Buenas Nuevas.
Una vez que una persona se arrepiente de su pecado, acepta a Jesucristo como su Salvador
y toma la decisión de seguirlo, ellos deben ser bautizados en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. A continuación, vamos a seguir alimentando al niño en Cristo,
enseñándoles que guarden todas las cosas que Jesús nos mandó hacer. El Espíritu Santo
que mora en cada creyente nos dará el poder para hacer este trabajo. Hechos 1:8 nos
dice: “Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis
testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la
tierra.”
Los creyentes que obedecen esta orden cambian su vida espiritual para siempre, y Jesús
bendice sus esfuerzos porque están buscando a obedecerle. Un discípulo de Cristo es
un creyente que vive una vida de identificación consciente y constante con Cristo en su
vida, muerte y resurrección, es decir, en su comportamiento, actitud, motivo y propósito.
Realizando completamente la absoluta propiedad de Cristo de su vida y deleitándose en el
señorío de Cristo. Un discípulo vive por los recursos de Cristo que mora en nosotros de
acuerdo a sus propósitos para el fin principal de glorificar a su Señor y Salvador.
Como discípulos de Jesucristo, el Hijo encarnado de Dios, se puede difundir la buena nueva
a un vecino, un compañero de trabajo o alguien en la escuela. Podemos estar compartiendo
con los niños menos afortunados por la calle o en una ciudad de muchos kilómetros de
distancia. Dondequiera que vayamos, todos los discípulos fieles de Cristo estamos obligados
a la obediencia de compartir el Evangelio. Como creyentes en Cristo Jesús, estamos
llamados a ir a donde sea para compartir su amor y su regalo de salvación con todos los
que entramos en contacto, sabiendo que Cristo esta de nuestra parte, “para hacer
discípulos de todas las naciones.”
La Gran Comisión es sólo posible gracias al trabajo triunfal del Hijo de Dios, Jesús el Señor.
En otras palabras, se debe a su obra como Dios el Hijo encarnado que actúa como nuestro
representante y sustituto, y provee para nosotros salvación. Sin este trabajo completo para
nosotros, no habría salvación y por lo tanto no habría la Gran Comisión. Es este último
énfasis la que Mateo 8:18-20 destaca. En virtud de Su resurrección, el Señor anuncia
que “toda autoridad ha sido dada a Él” para que El victorioso y triunfante Señor envíe su
pueblo a todo el mundo. Está bajo las órdenes de marcha del Rey Jesús, que, como sus
embajadores, llevamos el evangelio a las naciones. Una vez más, esto nos recuerda que no
hay mayor llamado imaginable que el de servir como sus embajadores de anunciar Su obra
triunfal y reino a las naciones.
Por favor, recuerde que una vida de testimonio es, y debe ser, una vida de adoración. Se
trata de conducir a otros a la presencia de Dios a través de la orientación y el poder del
Espíritu Santo, con el resultado final siendo la gloria final de Dios.
Señor, ayúdame a amar con palabras y hechos, extender la mano a los pecadores y
ayudarlos en sus necesidades. Señor llena de amor y misericordia mi corazón para aquellos
perdidos en el pecado, con Tu piedad y amor que fluye desde mi interior.

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