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Letanías por los fieles difuntos

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de todos los
fieles difuntos.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de
todos los fieles difuntos.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de todos los
fieles difuntos
Trinidad Santa, un solo Dios, tened piedad de
todos los fieles difuntos
Santa María, ruega por los fieles difuntos.
Santa Madre de Dios, ruega por los fieles
difuntos.
Santa Virgen de las vírgenes, ruega por los fieles
difuntos.
San Miguel, ruega por los fieles difuntos.
Todos los Santos Ángeles y Arcángeles, rogad
por los fieles difuntos.
Todos los órdenes de Santos espíritus
bienaventurados, rogad por los fieles difuntos.
San Juan Bautista, ruega por los fieles difuntos.
San José, ruega por los fieles difuntos.
Todos los Santos Patriarcas y Profetas, rogad
por los fieles difuntos.
San Pedro, ruega por los fieles difuntos.
San Pablo, ruega por los fieles difuntos.
San Juan Evangelista, ruega por los fieles
difuntos.
Todos los Santos Apóstoles y Evangelistas,
rogad por los fieles difuntos.
San Esteban, ruega por los fieles difuntos.
San Lorenzo, ruega por los fieles difuntos.
Todos los Santos Mártires, rogad por los fieles
difuntos.
San Gregorio, ruega por los fieles difuntos.
San Ambrosio, ruega por los fieles difuntos.
San Agustín, ruega por los fieles difuntos.
San Jerónimo, ruega por los fieles difuntos.
Todos los Santos Pontífices y Confesóres, rogad
por los fieles difuntos.
Todos los Santos Doctóres, rogad por los fieles
difuntos.
Todos los Santos Sacerdotes y Levitas, rogad por
los fieles difuntos.
Todos los Santos Monjes y Eremitas, rogad por
los fieles difuntos.
Santa María Magdalena, ruega por los fieles
difuntos.
Santa Catalina, ruega por los fieles difuntos.
Santa Bárbara, ruega por los fieles difuntos.
Todas las Santas Vírgenes y Viudas, rogad por
los fieles difuntos.
Todos los Santos y Santas de Dios, interceded
por ellos.
Séles propicio, perdónalos, Señor.
Séles propicio, escúchalos, Señor.
De todo mal, líbralos, Señor.
De tu ira, líbralos, Señor.
Del rigor de tu justicia, líbralos, Señor.
De la potestad del diablo, líbralos, Señor.
Del gusano roedor de la conciencia, líbralos,
Señor.
De la diuturna tristeza, líbralos, Señor.
De las crueles llamas, líbralos, Señor.
Del intolerable frío, líbralos, Señor.
De las horrendas tinieblas, líbralos, Señor.
Del terrible llanto y lamentación, líbralos,
Señor.
Por tu admirable concepción, líbralos, Señor.
Por tu santa natividad, líbralos, Señor.
Por tu Nombre dulcísimo, líbralos, Señor.
Por tu bautismo y santo ayuno, líbralos, Señor.
Por tu profundísima humildad, líbralos, Señor.
Por tu pronta obediencia, líbralos, Señor.
Por tu infinito amor, líbralos, Señor.
Por la multitud de tus misericordias, líbralos,
Señor.
Por tus angustias y molestias, líbralos, Señor.
Por tu sudor de sangre, líbralos, Señor.
Por tu cautividad, líbralos, Señor.
Por tu flagelación, líbralos, Señor.
Por tu coronación de espinas, líbralos, Señor.
Por tu cruz a cuestas, líbralos, Señor.
Por tu amarga muerte, con la que muriendo
destruiste la nuestra, líbralos, Señor.
Por tus santísimas llagas, líbralos, Señor.
Por tu Cruz y tu acerbísima Pasión, líbralos,
Señor.
Por tu santa resurrección, líbralos, Señor.
Por tu admirable ascensión, líbralos, Señor.
Por la venida del Espíritu Santo paráclito,
líbralos, Señor.
En el día del Juicio, líbralos, Señor.
Nosotros pecadores, te rogamos, óyenos.
Tú que absolviste a María Magdalena, y
escuchaste al Buen Ladrón, te rogamos, óyenos.
Tú que salvando salvas gratis, te rogamos,
óyenos.
Tú que tienes las llaves de la muerte y del
Infierno, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes librar de las penas del
Infierno a nuestros parientes, amigos y
bienhechores, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes librar de la condenación
eterna a todos los fieles difuntos, te rogamos,
óyenos.
Para que te dignes apiadarte de aquellos que no
tienen en la tierra quien los recuerde
especialmente, te rogamos, óyenos.
Para que a todos ellos te dignes perdonarlos e
indulgirlos, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes cumplir sus deseos, te
rogamos, óyenos.
Para que los agregues al coro de los Apóstoles,
te rogamos, óyenos
Para que los rodees felizmente con el ejército
blanco de los Mártires triunfantes, te rogamos,
óyenos.
Para que los conduzcas al grupo de los santos
Confesores, te rogamos, óyenos.
Para que participen de la corona jubilosa de las
Vírgenes, te rogamos, óyenos.
Para que merezcan volver a su Autor, que los
formó del limo de la tierra, te rogamos, óyenos.
Para que aparezca para ellos tu Rostro benigno,
manso y dulcísimo Jesús, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes recibirlos a tu diestra como
consortes de los elegidos, te rogamos, óyenos.
Rey de tremenda majestad, te rogamos,
óyenos.
Hijo de Dios, fuente de piedad, te rogamos,
óyenos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, dales el descanso.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, dales el descanso.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, dales el descanso sempiterno.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padre nuestro que estás en los Cielos,
santificado sea el tu Nombre. Venga a nos el tu
Reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como
en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle
hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como
también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. Y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal. Amén.

Salmo 129
Desde lo más profundo clamé a ti, oh
Señor.Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén
atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.Si te
pones a examinar, Señor, nuestras maldades,
¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu
presencia?Mas en ti se halla como de asiento la
clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti,
oh Señor.En la promesa del Señor se ha
apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su
esperanza.Desde el amanecer hasta la noche
espere Israel en el Señor.Porque en el Señor
está la misericordia, y en su mano tiene una
redención abundantísima.Y él es el que redimirá
a Israel de todas sus iniquidades.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

℣. De las puertas del Infierno.


℟. Libra, Señor, sus almas.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a ti mi clamor.
ORACIÓN
Oh Dios, Creador y Redentor de todos los
hombres, concede a las almas de tus servidores
y servidoras, la remisión de todos sus pecados,
a fin de que obtengan por nuestras
humildísimas oraciones el perdón que ellas
siempre han deseado. Tú que vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén.
℣. Dales, Señor el descanso eterno.
℟. Y brille para ellos la luz perpetua.
℣. Descansen en paz.
℟. Amén.

Letanias de la preciosísima sangre


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, Ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que sois un solo Dios, Tened
piedad de nosotros.
Sangre de Cristo, Unigénito del Padre Eterno.
Sálvanos.
Sangre de Cristo, Verbo de Dios encarnado,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, Nuevo y Eterno Testamento,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, derramada sobre la tierra en
la Agonía, Sálvanos.
Sangre de Cristo, vertida copiosamente en la
Flagelación, Sálvanos.
Sangre de Cristo, emanando en la coronación de
espinas, Sálvanos.
Sangre de Cristo, derramada en la Cruz,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, prenda de nuestra salvación,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, sin la cual no hay perdón,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, en la Eucaristía bebida y
refrigerio de las almas, Sálvanos.
Sangre de Cristo, manantial de misericordia,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, vencedora de los demonios,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, fortaleza de los Mártires,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, virtud de los Confesores,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, que engendra Vírgenes,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, socorro en los peligros,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, alivio de los afligidos,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, solaz en las penas, Sálvanos.
Sangre de Cristo, esperanza de los penitentes,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, consuelo de los moribundos,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, paz y ternura para los
corazones, Sálvanos.
Sangre de Cristo, promesa de vida eterna,
Sálvanos.
Sangre de Cristo, que libras a las almas del lago
del Purgatorio, Sálvanos.
Sangre de Cristo, dignísima de toda gloria y
honor, Sálvanos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, Escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, Ten piedad de nosotros, Señor
Redimístenos, Señor, con tu Sangre.
Y nos hiciste un reino para nuestro Dios.

ORACIÓN
Omnipotente y sempiterno Dios, que
constituiste a tu Hijo unigénito como Redentor
del mundo y por su Sangre quisiste ser
aplacado, † concédenos adorar fielmente el
precio de nuestra salvación, y que, por su
virtud, seamos preservados en la tierra de los
males de la vida presente, para que gocemos en
el cielo del fruto sempiterno. Por J. C. N. S.
Amén.

Letanias de san miguel arcángel


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten piedad de
nosotros.
Santa María, Reina de los Ángeles, ruega por
nosotros.
San Miguel Arcángel, ruega por nosotros.
San Miguel, fuente abundante de la sabiduría
divina, ruega por nosotros.
San Miguel, adorador pefectísimo del Verbo
Divino, ruega por nosotros.
San Miguel, a quien coronó Dios de gloria y
honor, ruega por nosotros.
San Miguel, príncipe poderosísimo del ejército
celestial, ruega por nosotros.
San Miguel, portaestandarte de la Santísima
Trinidad, ruega por nosotros.
San Miguel, guardián del Paraíso, ruega por
nosotros.
San Miguel, caudillo y consolador del pueblo de
Dios, ruega por nosotros.
San Miguel, esplendor y fortaleza de la Iglesia
militante, ruega por nosotros, ruega por
nosotros.
San Miguel, confortador de la Iglesia purgante,
ruega por nosotros.
San Miguel, honor y gozo de la Iglesia
triunfante, ruega por nosotros.
San Miguel, lumbrera de los Ángeles, ruega por
nosotros.
San Miguel, asilo del pueblo ortodoxo, ruega
por nosotros.
San Miguel, fortaleza de los que militan bajo el
signo de la Cruz, ruega por nosotros.
San Miguel, luz y esperanza de las almas que
están en agonía, ruega por nosotros.
San Miguel, auxilio segurísimo, ruega por
nosotros.
San Miguel, ayuda en nuestras adversidades,
ruega por nosotros.
San Miguel, proclamador de las sentencias
eternas, ruega por nosotros.
San Miguel, consolador de las almas del
Purgatorio, ruega por nosotros.
San Miguel, que recibes las almas de los
elegidos cuando mueren, ruega por nosotros.
San Miguel, nuestro príncipe, ruega por
nosotros.
San Miguel, defensor nuestro, ruega por
nosotros.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, ten misericordia de nosotros, Señor.
V. Ruega por nosotros, San Miguel Arcángel.
R. Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.

ORACIÓN.
Señor Jesucristo, santifícanos con tu perpetua
bendición y concédenos por intercesión de San
Miguel aquella sabiduría que nos enseñe a
acumular tesoros en el cielo y, en las cosas
temporales, elegir los bienes eternos. Que vives
y reinas por los siglos de los siglos, R. Amén.

Letanias del corazón inmaculado


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten piedad de
nosotros.
Corazón de María, Sagrario de la Santísima
Trinidad, ruega por nosotros.
Corazón de María, obsecuentísima esclava del
Señor, ruega por nosotros.
Corazón de María, Corredentora del género
humano, ruega por nosotros.
Corazón de María, reparación del orbe entero,
ruega por nosotros.
Corazón de María, por el cual es suprimida la
maldición, ruega por nosotros.
Corazón de María, traspasado por la espada de
dolor, ruega por nosotros.
Corazón de María, crucificado con Cristo por
nuestros pecados, ruega por nosotros.
Corazón de María, rodeado de espinas por
nuestros pecados, ruega por nosotros.
Corazón de María, Medianera nuestra ante
Dios, ruega por nosotros.
Corazón de María, acueducto de todas las
gracias, ruega por nosotros.
Corazón de María, por el cual tenemos acceso a
Cristo, ruega por nosotros.
Corazón de María, Puerta del Corazón de Jesús,
ruega por nosotros.
Corazón de María, casa de Dios y puerta del
Cielo, ruega por nosotros.
Corazón de María, primicia de Cristo redentor,
ruega por nosotros.
Corazón de María, exordio de los dogmas de
Cristo, ruega por nosotros.
Corazón de María, el más semejante al Corazón
de Jesús, ruega por nosotros.
Corazón de María, preservado inmune de toda
culpa, ruega por nosotros.
Corazón de María, plenamente lleno de la
gracia, ruega por nosotros.
Corazón de María, torre insuperable para el
dragón infernal, ruega por nosotros.
Corazón de María, lirio de pureza, ruega por
nosotros.
Corazón de María, olor siempre fragante de la
virginidad, ruega por nosotros.
Corazón de María, floridísima rosa de caridad,
ruega por nosotros.
Corazón de María, milagro de fortaleza, ruega
por nosotros.
Corazón de María, fragancia suave de Cristo,
ruega por nosotros.
Corazón de María, madre nuestra amantísima,
ruega por nosotros.
Corazón de María, ternísima con tus hijos, ruega
por nosotros.
Corazón de María, fuente de toda consolación,
ruega por nosotros.
Corazón de María, abismo de humildad, ruega
por nosotros.
Corazón de María, esperanza y alegría de
nuestro corazón, ruega por nosotros.
Corazón de María, muy seguro refugio de los
pecadores, ruega por nosotros.
Corazón de María, estrella amiga de los
náufragos, ruega por nosotros.
Corazón de María, trono de la misericordia,
ruega por nosotros.
Corazón de María, que nos inflamas de amor y
solicitud hacia Cristo, ruega por nosotros.
Corazón de María, Reina clementísima, ruega
por nosotros.
Corazón de María, decoro y gozo del Cielo,
ruega por nosotros.
Corazón de María, en el cual conservas y llevas
a Cristo, ruega por nosotros.
Corazón de María, que nos retornas amor por
amor, ruega por nosotros.
Corazón de María, que reparas nuestras obras,
ruega por nosotros.
Corazón de María, dignísimo de toda devoción,
ruega por nosotros.
Corazón de María, asunto al Cielo, ruega por
nosotros.

Antífona: Tu propia alma será traspasada por


una espada, para que sean revelados los
pensamientos de muchos corazones.

V. María conservaba todas estas palabras.


R. Meditándolas en su Corazón.

Oremos: Señor Jesucristo, que te preparaste un


digno sagrario en el Inmaculado Corazón de
María: te suplicamos exornes nuestros
corazones con tal puridad y amor, para que
según el Corazón de María merezcamos
encontrarte. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén.

V. Inmaculado Corazón de María.


R. Sé nuestra salvación.

Letanias de san jose castísimo


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten
piedad de nosotros.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
Inmaculado Corazón de María, sé nuestra
salvación.
Castísimo Corazón de San José, sé nuestro
amparo.
Castísimo Corazón de San José, santificado en el
seno materno, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, gratificado con
intelecto santo, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, adornado de
divina caridad, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, de la casa de
Jacob, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, hijo de David,
ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, de la estirpe de
Jesé, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, prepósito del
Rey divino, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, nuevo
Mardoqueo, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, que con los
Ángeles conversaste en sueños, ruega por
nosotros.
Castísimo Corazón de San José, a quien el
Espíritu Santo reveló el nombre del Salvador,
ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, a quien fue
confiado el misterio de la Encarnación, ruega
por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, que disturbaste
el consejo de satanás, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, protector de la
Bienaventurada Virgen María, ruega por
nosotros.
Castísimo Corazón de San José, custodio de
Cristo, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, que conociste la
ansiedad y la necesidad, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, que padeciste
persecución y exilio, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, compañero de
los alegres de corazón, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, ejemplar de
esposos y padres, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, unido a los
Sagrados Corazones de Jesús y María, ruega por
nosotros.
Castísimo Corazón de San José, siervo amado de
Dios, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, obedientísimo a
la voluntad de Dios, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, lleno del amor
divino, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, inocentísimo,
ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, fidelísimo, ruega
por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, esperantísimo,
ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, felicísimo, ruega
por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, humílimo, ruega
por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, que partiste de
esta vida en los brazos de Jesús y María, ruega
por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, resucitado de
entre los muertos, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, asunto al Cielo,
ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, coronado por
Dios, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, ayudador de los
Cristianos, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, padre de los
huérfanos, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, defensor de las
viudas, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, ánimo de los
trabajadores, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, auxiliador de los
parados, ora pro nobis.
Castísimo Corazón de San José, refugio de los
perseguidos, ora pro nobis.
Castísimo Corazón de San José, solaz de los
exiliados, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, báculo de los
ancianos, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, asilo de los
pecadores, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, salud de los
enfermos, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, confortator de
los moribundos, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Terror de los
demonios, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Defensor contra
las mentiras y herejías, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Amigo de los
Ángeles, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Príncipe de los
Patriarcas, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Arcano de los
Profetas, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Precursor de los
Apóstoles, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Fortalecedor de
los Mártires, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Patrono de los
Confesores, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Arquetipo de las
Vírgenes, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Gozo de todos
los Santos, ruega por nosotros.
Castísimo Corazón de San José, Conductor de la
Santa Iglesia, ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros.

Antífona: Le constituyó Señor de su Casa, y


Príncipe de su heredad.
V. Ruega por nosotros, Castísimo Corazón de
San José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.

Oremos: Te suplicamos, Señor, que nos ayuden


los méritos del esposo de tu Santísima Madre, a
fin de que nos sea dado por su intercesión lo
que nuestras posibilidades no obtienen. Tú que,
siendo Dios, vives y reinas, por todos los siglos
de los siglos. Amén.
Símbolo atanasiano
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo. Amén.
Antífona. Gloria a ti, Trinidad igual, única
Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre.
(T. P. Aleluya).
Todo el que quiera salvarse, es preciso ante
todo que profese la Fe Católica:Pues quien no la
observe integra y sin tacha, sin duda alguna
perecerá eternamente. Y ésta es la Fe Católica:
que veneremos a un solo Dios en la Trinidad
santísima y a la Trinidad en la unidad. Sin
confundir las personas, ni separar la sustancia.
Porque una es la persona del Padre, otra la del
Hijo y otra la del Espíritu Santo. Pero el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo son una sola divinidad,
les corresponde igual gloria y majestad eterna.
Cual es el Padre, tal es el Hijo, tal el Espíritu
Santo. Increado el Padre, increado el Hijo,
increado el Espíritu Santo. Inmenso el Padre,
inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo.
Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el
Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres
eternos, sino un solo Eterno. De la misma
manera, no tres increados, ni tres inmensos,
sino un Increado y un Inmenso. Igualmente,
omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo,
omnipotente el Espíritu Santo. Y, sin embargo,
no tres omnipotentes, sino un Omnipotente.
Del mismo modo, el Padre es Dios, el Hijo es
Dios, el Espíritu Santo es Dios. Y, sin embargo,
no son tres Dioses, sino un solo Dios. Así, el
Padre es Señor, el Hijo es Señor, el Espíritu
Santo es Señor. Y, sin embargo, no son tres
Señores, sino un solo Señor. Porque así como la
verdad cristiana nos obliga a creer que cada
Persona es Dios y Señor, la religión Católica nos
prohíbe que hablemos de tres Dioses o Señores.
El Padre no ha sido hecho por nadie, ni creado,
ni engendrado. El Hijo procede solamente del
Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado. El
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no
hecho, ni creado, ni engendrado, sino
procedente. Por tanto hay un solo Padre, no
tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu
Santo, no tres Espíritus Santos. Y en esta
Trinidad nada hay anterior o posterior, nada
mayor o menor: pues las tres personas son
coeternas e iguales entre sí. De tal manera que,
como ya se ha dicho antes, hemos de venerar la
unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad.
Por tanto, quien quiera salvarse, es necesario
que crea estas cosas sobre la Trinidad. Pero
para alcanzar la salvación eterna es preciso
también creer firmemente en la encarnación de
nuestro Señor Jesucristo. La fe verdadera
consiste en que creamos y confesemos que
nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y
Hombre. Es Dios, engendrado de la misma
sustancia que el Padre, antes del tiempo; y
hombre, engendrado de la sustancia de su
Madre santísima en el tiempo. Perfecto Dios y
perfecto hombre: que subsiste con alma
racional y carne humana. Es igual al Padre
según la divinidad; menor que el Padre según la
humanidad. El cual, aunque es Dios y hombre,
no son dos Cristos, sino un solo Cristo. Uno, no
por conversión de la divinidad en cuerpo, sino
por asunción de la humanidad en Dios. Uno
absolutamente, no por confusión de sustancia,
sino en la unidad de la persona. Pues como el
alma racional y el cuerpo forman un hombre;
así, Cristo es uno, siendo Dios y hombre. Que
padeció por nuestra salvación: descendió a los
Infiernos y al tercer día resucitó de entre los
muertos. Subió a los Cielos y está sentado a la
diestra de Dios Padre todopoderoso: desde allí
ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Y cuando venga, todos los hombres resucitarán
con sus cuerpos, y cada uno rendirá cuentas de
sus propios hechos. Y los que hicieron el bien
gozarán de vida eterna, pero los que hicieron el
mal irán al fuego eterno. Esta es la Fe Católica, y
quien no la crea fiel y firmemente no se podrá
salvar.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.
Antífona. Gloria a ti, Trinidad igual, única
Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre.
(T. P. Aleluya).
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.
ORACIÓN
Oh Dios todopoderoso y eterno, que con la luz
de la verdadera fe diste a tus siervos conocer la
gloria de la Trinidad eterna, y adorar la Unidad
en el poder de tu majestad: haz, te suplicamos,
que, por la firmeza de esa misma fe, seamos
defendidos siempre de toda adversidad. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo
vive y reina en unidad del Espíritu Santo. Dios,
por todos los siglos de los siglos. Amén.
Siete salmos penitenciales con letanias de los
santos
Antífona: No renueves, oh Señor, la memoria de
nuestros delitos, ni los de nuestros padres; ni
tomes venganza de nuestros pecados.

Salmo 6
Señor, no me reprendas en medio de tu saña, ni
me castigues en la fuerza de tu enojo. Ten,
Señor, misericordia de mí, que estoy sin fuerzas;
sáname, oh Señor, porque hasta mis huesos se
han estremecido. Y está mi alma sumamente
perturbada: pero tú, Señor, ¿hasta cuándo
harás durar mi tribulación? Vuélvete a mí,
Señor, y libra mi alma: sálvame por tu
misericordia. Porque muriendo, ya no hay quien
se acuerde de ti; y en el infierno ¿quién te
tributará alabanzas? Me he consumido a fuerza
de tanto gemir: todas las noches baño mi lecho
con mis lágrimas: inundo con ellas el lugar de mi
descanso acordándome de mis pecados. Por
causa de la indignación se han oscurecido mis
ojos: he envejecido y quedado endeble en
medio de todos mis enemigos. Apartaos lejos
de mí todos los que obráis la iniquidad: porque
ha oído el Señor benignamente la voz de mi
llanto. Ha otorgado el Señor mi súplica: ha
aceptado mi oración. Avergüéncense, y queden
llenos de la mayor turbación todos mis
enemigos: retírense, y váyanse al momento
cubiertos de ignominia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 31
Felices aquellos a quienes se han perdonado sus
iniquidades, y se han borrado sus pecados.
Dichoso el hombre a quien el Señor no arguye
de pecado; y cuya alma se halla exenta de dolo.
Por haber yo callado, y dejado de confesar mi
pecado, se consumieron mis huesos, dando
alaridos todo el día. Porque de día y de noche
me hiciste sentir tu pesada mano. Revolcábame
en mi miseria, mientras tenía clavada la espina.
Te manifesté mi delito, y dejé de ocultar mi
injusticia. Confesaré, dije yo, contra mí mismo
al Señor la injusticia mía; y tú perdonaste la
malicia de mi pecado. En vista de esto, orará a ti
todo hombre santo, en el tiempo oportuno. Y
ciertamente que en la inundación de copiosas
aguas no llegarán estas a su persona. Tú eres mi
asilo en la tribulación que me tiene cercado: tú,
oh alegría mía, líbrame de los que me tienen
rodeado. Yo te daré, dijiste, inteligencia, y te
enseñaré el camino que debes seguir; tendré
fijos sobre ti mis ojos. Guardaos de ser
semejantes al caballo y al mulo, los cuales no
tienen entendimiento. Sujeta, oh Señor, con
cabestro y freno las quijadas de los que se
retiran de ti o rehúsan obedecerte. Muchos
dolores le esperan al pecador: mas al que tiene
puesta en el Señor su esperanza, la misericordia
le servirá de muralla. Alegraos, oh justos, y
regocijaos en el Señor, y gloriaos en él vosotros
todos los de recto corazón.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 38
Oh Señor, no me reprendas en medio de tu
saña; ni en medio de tu cólera me castigues:
Porque se me han enclavado tus saetas, y has
cargado sobre mí tu mano. No hay parte sana
en todo mi cuerpo, a causa de tu indignación: se
me estremecen los huesos cuando considero
mis pecados. Porque mis maldades sobrepujan
por encima de mi cabeza; y como una carga
pesada me tienen agobiado. Se enconaron, y
corrompiéronse mis llagas, a causa de mi
necedad. Estoy hecho una miseria, y encorvado
hasta el suelo: ando todo el día cubierto de
tristeza. Porque mis entrañas están llenas de
ilusiones, o ardores vehementes, y no hay en mi
cuerpo parte sana. Afligido estoy y abatido en
extremo: la fuerza de los gemidos de mi corazón
me hace prorrumpir en alaridos. Oh Señor, bien
ves todos mis deseos, y no se te ocultan mis
gemidos. Mi corazón está conturbado: he
perdido mis fuerzas; y hasta la misma luz de mis
ojos me ha faltado ya, casi he cegado a fuerza
de tanto llorar. Mis amigos y mis deudos
arrimáronse y apostáronse contra mí; y mis
allegados se pararon a lo lejos. Entretanto
aquellos que procuraban mi muerte, hacían
todos sus esfuerzos; y los que anhelaban el
dañarme, hablaban mil sandeces; y estaban
todo el día maquinando engaños. Pero yo, como
si fuera sordo, no los escuchaba: y estaba como
mudo, sin abrir la boca. Y me hice como quien
nada oye, ni tiene palabras con que replicar.
Porque en ti tengo puesta, Señor, mi esperanza:
tú me oirás, oh Señor Dios mío. Pues yo dije: No
triunfen de mí mis enemigos; los cuales cuando
ven vacilantes mis pies, se vanaglorian contra
mí. Verdad es que yo estoy resignado para el
castigo; y siempre tengo presente mi dolor. Yo
mismo confesaré mi iniquidad, y andaré
siempre pensativo por causa de mi pecado.
Entretanto mis enemigos viven, y se han hecho
más fuertes que yo; y se han multiplicado los
que me aborrecen injustamente. Los que
vuelven mal por bien, murmuraban de mí,
porque seguía la virtud. ¡Ah! No me
desampares, Señor Dios mío; no te apartes de
mí: Acude prontamente a socorrerme, oh Señor
Dios, salvador mío.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 50
Ten piedad de mí, oh Dios, según la grandeza de
tu misericordia: y según la muchedumbre de tus
piedades, borra mi iniquidad. Lávame todavía
más de mi iniquidad, y límpiame de mi pecado;
Porque yo reconozco mi maldad, y delante de
mí tengo siempre mi pecado: Contra ti solo he
pecado; y he cometido la maldad delante de tus
ojos, a fin de que perdonándome, aparezcas
justo en cuanto hables, y quedes victorioso en
los juicios que de ti se formen. Mira pues que
fui concebido en iniquidad, y que mi madre me
concibió en pecado. Y mira que tú amas la
verdad: tú me revelaste los secretos y
recónditos misterios de tu sabiduría. Me
rociarás, Señor, con el hisopo, y seré purificado:
me lavarás, y quedaré más blanco que la nieve.
Infundirás en mi oído palabras de gozo, y de
alegría; con lo que, viéndome perdonado, se
recrearán mis huesos quebrantados o mis ya
abatidas fuerzas. Aparta tu rostro de mis
pecados, y borra todas mis iniquidades. Crea en
mí, oh Dios, un corazón puro, y renueva en mis
entrañas el espíritu de rectitud. No me arrojes
de tu presencia, y no retires de mí tu santo
espíritu. Restitúyeme la alegría de tu Salvador; y
fortaléceme con un espíritu de príncipe. Yo
enseñaré tus caminos a los malos, y se
convertirán a ti los impíos. Líbrame de la
sangre, oh Dios, Dios salvador mío, y ensalzará
mi lengua tu justicia. ¡Oh Señor!, tú abrirás mis
labios; y publicará mi boca tus alabanzas. Que si
tú quisieras sacrificios, ciertamente te los
ofreciera: mas tú no te complaces con solos
holocaustos o actos de religión meramente
exteriores. El espíritu compungido es el
sacrificio más grato para Dios: no despreciarás,
oh Dios mío, el corazón contrito y humillado.
Señor, por tu buena voluntad seas benigno para
con Sion, a fin de que estén firmes los muros de
Jerusalén. Entonces aceptarás el sacrificio de
justicia, las ofrendas, y los holocaustos:
entonces serán colocados sobre tu altar
becerros para el sacrificio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 101
Escucha, oh Señor, benignamente mis ruegos; y
lleguen hasta ti mis clamores. No apartes de mí
tu rostro: en cualquier ocasión en que me halle
atribulado, dígnate de oírme. Acude luego a mí,
siempre que te invocare; Porque como humo
han desaparecido mis días, y áridos están mis
huesos como leña seca. Estoy marchito como el
heno, árido está mi corazón; pues hasta de
comer mi pan me he olvidado. De puro gritar y
gemir me he quedado con sola la piel pegada a
los huesos. Me he vuelto semejante al pelícano,
que habita en la soledad: parézcome al búho en
su triste albergue. Paso insomnes las noches, y
vivo cual pájaro que se está solitario sobre los
tejados. Me zahieren todo el día mis enemigos,
y aquellos que me alababan, se han conjurado
contra mí. Porque el alimento que tomo, va
mezclado con la ceniza; y mis lágrimas se
mezclan con mi bebida, A vista de tu ira e
indignación; pues me levantaste en alto para
estrellarme. Como sombra han pasado mis días,
y heme secado como el heno.Pero tú, Señor,
permaneces para siempre, y tu memoria pasará
de generación en generación. Tú te levantarás,
y tendrás lástima de Sion; porque tiempo es de
apiadarte de ella, llegó ya el plazo. Y porque
hasta sus mismas ruinas son amadas de tus
siervos, y miran estos con afición aun al polvo
de aquella tierra. Entonces, oh Señor, las
naciones temerán tu santo Nombre, y todos los
reyes de la tierra respetarán tu gloria. Porque el
Señor reedificará a Sion, en donde se dejará ver
con toda majestad. Él atendió a la oración de los
humildes, y no despreció sus plegarias.
Escríbanse estas cosas para la generación
venidera; y el pueblo que será creado,
glorificará al Señor; Porque desde su excelso
Santuario inclinó los ojos hacia nosotros. Se
puso el Señor desde el cielo a mirar la tierra,
Para escuchar los gemidos de los que estaban
entre cadenas, para libertar a los sentenciados
o destinados a muerte, A fin de que prediquen
en Sion el nombre del Señor, y sus alabanzas en
Jerusalén: Entonces que los pueblos y reyes se
reunirán para servir juntos al Señor. Dijo el
justo en medio de su florida edad:
Manifiéstame, oh Señor, el corto número de mis
días. No me llames a la mitad de mi vida:
eternos son tus años. Oh Señor, tú eres el que al
principio creaste la tierra: los cielos obra son de
tus manos. Estos perecerán; pero tú eres
inmutable. Vendrán a gastarse como un vestido.
Y los mudarás como quien muda una capa, y
mudados quedarán. Mas tú eres siempre el
mismo; y tus años no tendrán fin. Los hijos de
tus siervos habitarán tranquilos en Jerusalén, y
su descendencia quedará arraigada por los
siglos de los siglos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 129
Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén
atentos tus oídos á la voz de mis plegarias. Si te
pones a examinar, Señor, nuestras maldades, y
¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu
presencia? Mas en ti se halla como de asiento la
clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti,
oh Señor. En la promesa del Señor se ha
apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su
esperanza. Desde el amanecer basta la noche
espere Israel en el Señor. Porque en el Señor
está la misericordia, y en su mano tiene una
redención abundantísima. Y él es el que
redimirá a Israel de todas sus iniquidades.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 142
Oh Señor, escucha benigno mi oración; presta
oídos a mi súplica, según la verdad de tus
promesas: óyeme por tu misericordia. Mas no
quieras entrar en juicio con tu siervo; porque
ningún viviente puede aparecer justo en tu
Presencia, no quedará justificado ante tus ojos
ninguno de los mortales. Ya ves cómo el
enemigo ha perseguido mi alma: abatida tiene
hasta el suelo la vida mía. Me ha confinado en
lugares tenebrosos, como á los que murieron
hace ya un siglo: Mi espíritu padece terribles
angustias; está mi corazón en continua zozobra.
Mas me acordé luego de los días antiguos:
púseme a meditar todas tus obras; ponderaba
los efectos maravillosos de tu poder. Levanté
mis manos hacia ti: como tierra falta de agua,
así está por ti suspirando el alma mía. Óyeme
luego, oh Señor: mi espíritu ha desfallecido. No
retires de mí tu rostro; para que no haya de
contarme ya entre los muertos. Hazme sentir
cuanto antes tu misericordia, pues en ti he
puesto mi esperanza. Muéstrame el camino que
debo seguir, ya que hacia ti he levantado mi
corazón. Líbrame, oh Señor, de mis enemigos, a
ti me acojo. Enséñame a cumplir tu voluntad,
pues tú eres mi Dios. Entonces tu espíritu, que
es infinitamente bueno, me conducirá a la tierra
de la rectitud y santidad. Por amor de tu
nombre, oh Señor, me darás la vida, según la
justicia de tus promesas. A mi alma la sacarás
de la tribulación; Y por tu misericordia disiparás
a mis enemigos. Y perderás a todos los que
afligen el alma mía, puesto que siervo tuyo soy.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: No refresques, oh Señor, la memoria


de nuestros delitos, ni los de nuestros padres; ni
tomes venganza de nuestros pecados.
V. Señor, ten piedad de nosotros.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
V. Cristo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, ten piedad de nosotros.
V. Señor, ten piedad de nosotros.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
V. Cristo, óyenos.
R. Cristo, óyenos.
V. Cristo, escúchanos.
R. Cristo, escúchanos.
V. Dios, Padre Celestial.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Dios Hijo, Redentor del mundo.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Dios Espíritu Santo.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Santa Trinidad, que sois un sólo Dios.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Santa María.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Madre de Dios.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Virgen de vírgenes.
R. Ruega por nosotros.
V. San Miguel.
R. Ruega por nosotros.
V. San Gabriel.
R. Ruega por nosotros.
V. San Rafael.
R. Ruega por nosotros.
V. Todos los santos Ángeles y Arcángeles.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos coros de los espíritus
bienaventurados.
R. Rogad por nosotros.
V. San Juan Bautista.
R. Ruega por nosotros.
V. San José.
R. Ruega por nosotros.
V. Todos los santos Patriarcas y Profetas.
R. Rogad por nosotros.
V. San Pedro.
R. Ruega por nosotros.
V. San Pablo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Andrés.
R. Ruega por nosotros.
V. San Santiago [el Mayor].
R. Ruega por nosotros.
V. San Juan.
R. Ruega por nosotros.
V. Santo Tomás.
R. Ruega por nosotros.
V. San Santiago [el Menor].
R. Ruega por nosotros.
V. San Felipe.
R. Ruega por nosotros.
V. San Bartolomé.
R. Ruega por nosotros.
V. San Mateo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Simón.
R. Ruega por nosotros.
V. San Judas Tadeo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Matías.
R. Ruega por nosotros.
V. San Bernabé.
R. Ruega por nosotros.
V. San Lucas.
R. Ruega por nosotros.
V. San Marcos.
R. Ruega por nosotros.
V. Todos los santos Apóstoles y Evangelistas.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos Discípulos del Señor.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos Inocentes.
R. Rogad por nosotros.
V. San Esteban.
R. Ruega por nosotros.
V. San Lorenzo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Vicente.
R. Ruega por nosotros.
V. Santos Fabián y Sebastián.
R. Rogad por nosotros.
V. Santos Juan y Pablo.
R. Rogad por nosotros.
V. Santos Cosme y Damián.
R. Rogad por nosotros.
V. Santos Gervasio y Protasio.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos Mártires.
R. Rogad por nosotros.
V. San Silvestre.
R. Ruega por nosotros.
V. San Gregorio.
R. Ruega por nosotros.
V. San Ambrosio.
R. Ruega por nosotros.
V. San Agustín.
R. Ruega por nosotros.
V. San Jerónimo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Martín.
R. Ruega por nosotros.
V. San Nicolás.
R. Ruega por nosotros.
V. Todos los santos Pontífices y Confesores.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos Doctores.
R. Rogad por nosotros.
V. San Antonio Abad.
R. Ruega por nosotros.
V. San Benito.
R. Ruega por nosotros.
V. San Bernardo.
R. Ruega por nosotros.
V. Santo Domingo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Francisco.
R. Ruega por nosotros.
V. Todos los santos Sacerdotes y Levitas.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos Monjes y Eremitas.
R. Rogad por nosotros.
V. Santa María Magdaléna.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Ágata.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Lucía.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Inés.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Cecilia.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Catalina de Alejandría.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Anastasia.
R. Ruega por nosotros.
V. Todas las santas Vírgenes y Viudas.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los Santos y Santas de Dios.
R. Interceded por nosotros.
V. Sénos propicio.
R. Perdónanos, Señor.
V. Sénos propicio.
R. Escúchanos, Señor.
V. De todo mal.
R. Líbranos, Señor.
V. De todo pecado.
R. Líbranos, Señor.
V. De tu ira.
R. Líbranos, Señor.
V. De súbita e imprevista murte.
R. Líbranos, Señor.
V. De las acechanzas del diablo.
R. Líbranos, Señor.
V. De toda ira, odio y mala voluntad.
R. Líbranos, Señor.
V. Del espíritu de fornicación.
R. Líbranos, Señor.
V. De relámpagos y tempestades.
R. Líbranos, Señor.
V. Del flagelo de los terremotos.
R. Líbranos, Señor.
V. De la peste, el hambre y de la guerra.
R. Líbranos, Señor.
V. De la muerte eterna.
R. Líbranos, Señor.
V. Por el misterio de tu santa Encarnación.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Advenimiento.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Natividad.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Bautismo y tu santo Ayuno.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Cruz y Pasión.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Muerte y Sepultura.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu santa Resurrección.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu admirable Ascensión.
R. Líbranos, Señor.
V. Por el descendimiento del Espíritu Santo
Paráclito.
R. Líbranos, Señor.
V. En el día del Juicio.
R. Líbranos, Señor.
V. Nosotros, pecadores.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que nos perdones.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que concedas tu indulgencia.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conducirnos a la
verdadera penitencia.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes regir y conservar a tu
Santa Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conservar en la santa
Religión a todos los órdenes eclesiásticos. (1)
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes humillar a los enemigos
de la Santa Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conceder la paz y la
verdadera concordia entre los reyes y los
príncipes cristianos.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conceder la paz y la
unidad a todo el pueblo cristiano.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes llamar a la unidad de la
Iglesia a los que están en el error, y conducir a
todos los infieles hacia la luz del Evangelio.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes confortarnos y
conservarnos en tu santo servicio.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes elevar nuestro espíritu
hacia los deseos celestiales.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conceder a nuestros
bienhechores la recompensa de los bienes
eternos.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes librar de la muerte eterna
nuestras almas, y las de nuestros hermanos,
parientes y bienhechores.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes darnos y conservar los
frutos de la tierra.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conceder el descanso
eterno a todos los Fieles difuntos.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes escucharnos.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Hijo de Dios.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo.
R. Perdónanos, Señor.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo.
R. Escúchanos, Señor.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo.
R. Ten piedad de nosotros, Señor.
V. Cristo, óyenos.
R. Cristo, óyenos.
V. Cristo, escúchanos.
R. Cristo, escúchanos.
V. Señor, ten piedad de nosotros.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
V. Cristo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, ten piedad de nosotros.
V. Señor, ten piedad de nosotros.
R. Señor, ten piedad de nosotros.

Padre nuestro, que estás en los Cielos,


santificado sea el tu Nombre. Venga a nos el tu
Reino. Hágase tu Voluntad, así en la tierra como
en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle
hoy, y perdónanos nuestras deudas, así como
también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. Y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal. Amén.

Salmo 69
Oh Dios, atiende a mi socorro: acude, Señor,
luego a ayudarme. Corridos y avergonzados
queden los que me persiguen de muerte.
Arrédrense, y confúndanse los que se
complacen en mis males. Sean puestos en
vergonzosa fuga aquellos que me dicen
insultándome: Bueno, bueno. Regocíjense, y
alégrense en tí todos los que te buscan, y digan
sin cesar los que aman á su Salvador:
Engrandecido sea el Señor. Yo por mí soy un
menesteroso y pobre: ayúdame, oh Dios.
Amparo mío y mi libertador eres tú: oh Señor,
no te tardes.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

V. Salva a tus siervos.


R. Que esperan en ti, Dios mío.
V. Sé para nosotros, oh Señor, una torre de
fortaleza.
R. Ante los enemigos.
V. Que nuestros enemigos no prevalezcan sobre
nosotros.
R. Y que el hijo de la iniquidad no tenga poder
para dañarnos.
V. No nos trates, Señor, como lo merecemos por
los pecados que hemos cometido.
R. Ni nos castigues con arreglo a nuestras
iniquidades.
V. Oremos por nuestro Pontífice N.
R. El Señor lo conserve, lo llene de vida, lo haga
feliz en la tierra y no lo entregue en manos de
sus enemigos. (1)
V. Oremos por nuestros bienhechores.
R. Dígnate Señor, por el honor de tu Nombre,
remunerar con la vida eterna a todos nuestros
bienhechores. Amén.
V. Oremos por los Fieles difuntos.
R. Dales, Señor, el descanso eterno, y brille para
ellos la luz perpetua.

V. Descansen en paz.
R. Amen.
V. Por nuestros hermanos ausentes.
R. Salva a tus siervos, Dios mío, que esperan en
ti.
V. Envíales tu auxilio, Señor, desde tu Santuario.
R. Y protégelos desde Sión.
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a ti mi clamor.

Oremos.
ORACIÓN
Oración penitencial.
Oh Dios, de quien es propio usar siempre de
misericordia y de perdón; recibid nuestra
súplica, para que a nosotros, y a todos vuestros
siervos que se hallan aprisionados con la cadena
de sus delitos, los liberte vuestra misericordia,
usando con ellos y con nosotros de piedad.

Absolución de penitentes.
Os suplicamos, Señor, deis oídos a nuestras
humildes súplicas, y que perdonéis los pecados
de los que confiesan vuestro Nombre, para que
igualmente nos concedáis con benignidad el
perdón y la paz.

Por remisión de pecados.


Manifestadnos, Señor, con clemencia vuestra
inefable misericordia: para que borréis todos
nuestros pecados, y nos libertéis de las penas
que por ellos merecemos.

De San Gregorio Magno para el Jueves después


de Ceniza.
Oh Dios, a quien ofende la culpa, y aplaca la
penitencia; atended favorablemente a las
súplicas de vuestro pueblo, y apartad de
nosotros el azote de vuestra ira, que tan
merecido tenemos por nuestros pecados.

Por el Papa. (omítese en Sede Vacante)


Dios omnipotente y eterno, tened piedad de
vuestro siervo, nuestro Pontífice N., y según
vuestra clemencia, dirigidle por el camino de la
salud eterna; para que, asistido de vuestra
gracia, ame todo lo que sea de vuestro agrado,
y con toda perfección lo practique.

Por la Paz.
Oh Dios, que inspiráis los deseos santos, los
consejos rectos y las obras justas; conceded a
vuestros siervos aquella paz que no puede
darles el mundo; para que, ocupados nuestros
corazones en el cumplimiento de vuestros
Mandamientos, y ahuyentado el temor de los
enemigos, sean nuestros tiempos tranquilos por
vuestra protección.

Para pedir continencia y castidad.


Arrasad, Señor, con el fuego del Espíritu Santo,
nuestras entrañas y nuestro corazón; para que
con un cuerpo casto os sirvamos, y con un
corazón puro os agrademos.
Por los fieles difuntos.
Oh Dios, Creador y Redentor de todos los
hombres, conceded a las almas de vuestros
servidores y servidoras, la remisión de todos sus
pecados, a fin de que obtengan por nuestras
humildísimas oraciones el perdón que ellas
siempre han deseado.

Ofrecimiento de oraciones y obras durante el


día.
Os suplicamos, Señor, que con santas
inspiraciones prevengáis nuestras acciones, y
con vuestros auxilios las continuéis; para que
todas nuestras oraciones y operaciones reciban
siempre de Vos su principio, y se encaminen a
Vos como su fin.

Por los vivos y difuntos.


Omnipotente y sempiterno Dios, que sois el
Señor supremo de vivos y muertos, y que usáis
de misericordia con todos los que por su fe y
por sus obras conocéis que han de ser vuestros
escogidos: humildemente os suplicamos, que
por la intercesión de todos los Santos concedáis
con piedad el perdon de todos sus pecados a
todos aquellos por quienes hemos determinado
pediros; ya vivan en este mundo vestidos
todavía de nuestra carne, o ya desnudos de ella,
hayan pasado al siglo futuro. Por nuestro Señor
Jesucristo tu Hijo, que con Vos vive y reina en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.

℣. Señor, escucha mi oración.


℟. Y llegue a ti mi clamor.
V. Óiganos benignamente el omnipotente y
misericordioso Señor.
R. Amén.
V. Y que las almas de los Fieles difuntos
descansen en paz, por la misericordia de Dios.
R. Amén.

(1) La invocación Para que te dignes conservar


en la santa Religión a la Casa Apostólica y a
todos los órdenes eclesiásticos es remplazada
por Para que te dignes conservar en la santa
Religión a todos los órdenes eclesiásticos, por
razón de hallarse vacante la Sede Apostólica.
Por esa misma razón, debe omtirse también el
verso por el Papa y la oración correspondiente.

Te deum
A ti, oh Dios, te alabamos,A ti, Señor, te
reconocemos. A ti, eterno Padre, Te venera
toda la creación. Los Ángeles todos, los cielos Y
todas las Potestades te honran. Los Querubines
y Serafines Te cantan sin cesar: Santo, Santo,
Santo es el Señor, Dios de los ejércitos. Los
cielos y la tierra Están llenos de la majestad de
tu gloria. A ti te ensalza el glorioso coro de los
Apóstoles, La multitud admirable de los
Profetas, El blanco ejército de los Mártires. A ti
la Iglesia santa, Extendida por toda la tierra, te
aclama: Padre de inmensa majestad, Hijo único
y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo,
defensor. Tú eres el Rey de la gloria, oh Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre. Tú, para liberar
al hombre, Aceptaste la condición humana sin
desdeñar el seno de la Virgen. Tú, rotas las
cadenas de la muerte, Abriste a los creyentes el
Reino de los Cielos. Tú estás sentado a la
derecha de Dios En la gloria del Padre. Creemos
que un día has de venir como juez. Te rogamos,
pues, que vengas en ayuda de tus siervos, A
quienes redimiste con tu preciosa Sangre. Haz
que en la gloria eterna Nos asociemos a tus
santos. Salva a tu pueblo, Señor, Y bendice tu
heredad. Sé su pastor Y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos Y alabamos tu
nombre para siempre, Por eternidad de
eternidades. Dígnate, Señor, en este día
Guardarnos del pecado. Ten piedad de
nosotros, Señor, Ten piedad de nosotros. Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como lo esperamos de ti. En ti, Señor, confié,
No me veré defraudado para siempre.
V. Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres.
R. Y alabado y glorificado por siempre jamás.
V. Bendigamos al Padre, al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Alabémosle y exaltémoslo por siempre
jamás.
V. Bendito seas, Señor, en el firmamento del
Cielo
R. Y alabado, glorificado y exaltado por siempre
jamás.
V. Bendice, alma mía, al Señor.
R. Y no olvides todos sus beneficios
V. Señor, escucha mi oración
R. Y mi clamor llegue hacia ti.

ORACIÓN
Oh Dios, cuya misericordia no tiene número, y
los tesoros de tu bondad son infinitos: ✠damos
gracias a tu piadosísima Majestad por los dones
recibidos, rogando siempre a tu clemencia que,
pues concedes lo pedido en la oración, no nos
desampares, sino que nos hagas dignos de los
premios futuros. Oh Dios, que has instruido los
corazones de los fieles con la luz del Espíritu
Santo, concédenos por el mismo Espíritu
conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus
divinos consuelos. Oh Dios, que no permites sea
afligido en demasía cualquiera que en Ti espera,
sino que atiendes piadoso a nuestras súplicas:
te damos gracias por haber aceptado nuestras
peticiones y votos, suplicándote
piadosísimamente que merezcamos vernos
libres de toda adversidad. Por nuestro Señor
Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.

Te mater dei
A ti, oh Madre de Dios, te alabamos, A ti, Virgen
María, te reconocemos. A ti, esposa del Padre
Eterno, venera toda la tierra. Todos los Ángeles
y Arcángeles, y todos los Principados te sirven
humildemente. Todas las Potestades y Virtudes
excelsas, y todas las Dominaciones del Cielo te
obedece. Todos los Tronos, Querubines y
Serafines te asisten exultantes. Todas las
angélicas creaturas con delectable voz te
proclaman: Santa, Santa, Santa María, Virgen y
Madre de Dios. Llenos estan los cielos y la tierra
de la gloria del fruto de tu vientre, Jesús. El
glorioso coro de los Apóstoles te alaba como
Madre del Creador. El laudable número de los
Profetas te proclama Virgen y Madre de Dios. El
bienaventurado grupo de los Mártires te
glorifica como Madre de Cristo. El glorioso
ejército de los Confesores te llama Templo de
toda la Trinidad. El amable círculo de las Santas
Vírgenes te predica como ejemplo de virginidad
y humildad. Toda la curia celestial te honra
como Reina de los Cielos. Por todo el universo
mundo la Santa Iglesia te invoca y celebra como
Madre de la divina Majestad. Venerándote
como verdadera Madre del Rey celestial. Tú,
dulce y piadosa Santa. Tú eres Señora de los
Ángeles y Puerta del Paraíso. Tú eres escala del
Reino de los cielos y tálamo del Rey de la gloria.
Tú eres arca de piedad y gracia, y verdadera
misericordia. Tú eres refugio de pecadores y
Madre del Salvador. Tú, para liberar al hombre
exiliado, recibiste en tu seno a Dios Hijo. Por ti
fue expugnado el antiguo enemigo, abriendo
para los fieles el Reino de los cielos. Tú, con tu
Hijo, estás sentada en la gloria del Padre. Ruega
por nosotros ante Jesús, oh Señora, que vendrá
para juzgarnos. Por ello te pedimos socorras a
tus siervos, que somos redimidos por la
preciosa Sangre de tu Hijo. Haz, piadosa Virgen
María, que tus siervos seamos contigo contados
en la gloria eterna. Salva a tu pueblo, que
somos nosotros tus siervos, oh Señora, para que
seamos partícipes de tu heredad. Y reina sobre
nosotros eternamente. Cada día, oh María,
Señora nuestra, te saludamos. Y amamos
alabarte eternamente con alma y voz devota.
Dígnate, oh dulce María, conservarnos sin
pecado ahora y por siempre. Piadosa ten
misericordia de nosotros, ten misericordia.
Engrandece tu misericordia sobre nosotros,
pues en ti, oh María, confiamos. En ti, oh dulce
María, esperamos, para que nos defiendas
eternamente. Amén.
Antífona. Salve, Virgen hermosa, gloriosa
Madre de Dios, estrella más brillante que el Sol,
más dulce que la miel del panal, rosa más
rubicunda, lirio candidísimo, honrada por todas
las virtudes y glorificada por los Santos como la
más sublime entre los cielos.
V. Dios te salve, María, llena de gracia.
R. El Señor es contigo.

ORACIÓN
Oh Dios, que por el anuncio del Ángel quisiste
que el Verbo tomase carne en las entrañas de la
Bienaventurada Virgen María: concédenos te
suplicamos, que a cuantos creemos que Ella
verdaderamente es la Madre de Dios, seamos
socorridos por su intercesión. Oh Dios, de quien
es propia la misericordia y perdonar: escucha
nuestra deprecación, para que nosotros, y todos
tus siervos, atados por las cadenas de nuestros
delitos, seamos absueltos de ellas por tu
clemente piedad y misericordia. Omnipotente y
sempiterno Dios, en cuya mano están todas las
potestades, y todo el derecho de los reinos:
vuélvete en auxilio de los Cristianos, para que
los pueblos paganos y herejes, que confían en
su ferocidad, sean vencidos por la potencia de
tu diestra.
Admite propicio Señor, te suplicamos, las
súplicas de tu Iglesia, para que, destruidos
todos los errores y enemigos, te sirva con
segura libertad. Por nuestro Señor Jesucristo tu
Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del
Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.

Profesión de fe
Creo firmemente en el Padre, y en el Hijo, y en
el Espíritu Santo; en el Padre no engendrado, en
el Hijo unigénito, en el Espíritu Santo
procedente de ambos, y que estas Tres
personas son un solo Dios. Creo que este mismo
Hijo de Dios fue concebido por el Espíritu Santo
de la Virgen María. Creo que la Virgen era
castísima antes del parto, Virgen en el parto y
después del parto permaneció totalmente
Virgen. Creo que el mismo Hijo de Dios fue
concebido entre los hombres como hombre
verdadero, mas sin pecado. Creo que el mismo
Hijo de Dios fue hecho preso por los pérfidos
judíos, maltratado, injustamente atado,
escupido, azotado, muerto, sepultado. Bajó a
los infiernos para librar a los suyos allí cautivos.
Bajó para nuestra redención, y resucitó y
ascendió a los cielos, y volverá de allí a juzgar a
vivos y a muertos. Creo en los Sacramentos en
que la Iglesia Católica cree y venera, y
expresamente que lo consagrado en el altar es
verdadero Cuerpo, verdadera Carne y verdadera
Sangre del Señor nuestro Jesucristo, a quien
también nosotros recibimos para la remisión de
nuestros pecados y en la esperanza de la eterna
salvación. Creo en la resurrección de la carne,
en la vida eterna. Amén. Confieso y creo en la
santa e inefable Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, un solo Dios natural, de una sola
sustancia, de una sola naturaleza, de una sola
majestad y de un solo poder. Y profesamos que
el Padre no ha sido engendrado ni creado, sino
que es ingénito. El mismo Padre de nadie tiene
su origen. De él recibió el Hijo su nacimiento, y
el Espíritu Santo su procedencia. Es, pues,
fuente y origen de toda Divinidad. Y el mismo
Padre, inefable por esencia, engendró
inefablemente de su sustancia al Hijo, pero no
engendró otro ser que lo que Él es, Dios a Dios,
la Luz a la Luz. De Él, por lo tanto, es toda
paternidad en el cielo y en la tierra. Amén.

Letanias de san francisco


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten
piedad de nosotros.
Santa María, concebida sin mancha original,
ruega por nosotros.
Santa María, Abogada de la Religión seráfica,
ruega por nosotros.
San Francisco seráfico, ruega por nosotros.
San Francisco, Padre prudentísimo, ruega por
nosotros
San Francisco, Patriarca de los pobres, ruega por
nosotros.
San Francisco, despreciador del mundo, ruega
por nosotros.
San Francisco, ejemplar de penitencia, ruega
por nosotros.
San Francisco, vencedor de los vicios del
mundo, ruega por nosotros.
San Francisco, imitador del Salvador, ruega por
nosotros.
San Francisco, portador de los estigmas de
Cristo, ruega por nosotros.
San Francisco, marcado con los caracteres de
Jesús, ruega por nosotros.
San Francisco, norma de castidad, ruega por
nosotros.
San Francisco, modelo de humildad, ruega por
nosotros.
San Francisco, camino de los errantes, ruega por
nosotros.
San Francisco, remedio de los enfermos, ruega
por nosotros.
San Francisco, defensor de la fe, ruega por
nosotros.
San Francisco, atleta de Cristo, ruega por
nosotros.
San Francisco, baluarte de los soldados, ruega
por nosotros.
San Francisco, escudo inexpugnable, ruega por
nosotros.
San Francisco, martillo de los herejes, ruega por
nosotros.
San Francisco, convertidor de los paganos,
ruega por nosotros.
San Francisco, que levantas a los paralíticos,
ruega por nosotros.
San Francisco, que resucitas a los muertos,
ruega por nosotros.
San Francisco, que limpias a los leprosos, ruega
por nosotros.
San Francisco, extirpador de los vicios, ruega
por nosotros.
San Francisco, procurador de la divina gracia,
ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padre nuestro, que estás en los Cielos,
santificado sea el tu Nombre. Venga a nos el tu
Reino. Hágase tu Voluntad, así en la tierra como
en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle
hoy, y perdónanos nuestras deudas, así como
también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. Y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal. Amén.
℣. Ruega por nosotros, bienaventurado Padre
nuestro San Francisco.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a Ti mi clamor.
ORACIÓN
Extingue en nosotros, ¡oh Dios omnipotente!, el
deseo de las cosas mundanas, y concédenos
propicio, por la intercesión del bienaventurado
San Francisco, padre de los pobres, que estando
contentos con nuestra suerte en este mundo,
podamos desear más fuertemente las cosas
eternas. Omnipotente y sempiterno Dios,
infunde en nuestros corazones el celo por una
casta humildad y una humilde castidad, para
que imitando a nuestro bienaventurado padre
San Francisco, te sirvamos con corazón y cuerpo
puros. Oh Dios, cuya Iglesia florece con la
sangre de los fieles, infunde benigno en
nosotros suplicantes el espíritu de padre San
Francisco para que, o deseando derramar
nuestra sangre por la confesión de tu Nombre, o
por la virtud de la obediencia, podamos ofrecer
de nosotros mismos una víctima grata para ti.
Señor Jesucristo, que, para sacar al mundo de la
tibieza en que había caído e inflamar nuestros
corazones con el fuego de vuestro amor, hais
impreso en el cuerpo del bienaventurado padre
San Francisco las Sagradas llagas de tu Pasión,
dígnate, en vista de sus méritos y de su
intercesión, concedernos la gracia de llevar
constantemente la cruz y hacer dignos frutos de
penitencia. Tú que vives y reinas en los siglos de
los siglos. Amén.

Oración a san jose


A Vos recurrimos en nuestra tribulación,
bienaventurado San José, y después de implorar
el auxilio de vuestra Santísima Esposa,
solicitamos también confiadamente vuestro
Patrocinio. Por el afecto que os unió la
Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el
amor paternal que profesasteis al Niño Jesús,
humildemente os suplicamos que volváis
benigno los ojos a la herencia que con su que
Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos
socorráis con vuestro poder en nuestras
necesidades.
Proteged, oh prudentísimo Custodio de la
Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo;
preservadnos, Padre amantísimo, de todo
contagio de error y corrupción, sednos propicio
y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo
Protector nuestro, en el combate que al
presente libramos contra el poder de las
tinieblas. Y del mismo modo que, en otra
ocasión, librasteis del peligro de la muerte al
Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de
Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra
toda adversidad. Amparad a cada uno de
nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin
de que, siguiendo vuestros ejemplos y
sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir
santamente, morir piadosamente y obtener la
felicidad eterna del Cielo. Amén.

Oración santo tomas de Aquino


Concédeme, misericordioso Dios, que conozca
verdaderamente, que desee ardientemente,
que investigue con prudencia, y que cumpla
perfectamente todo lo que fuere de tu agrado, y
siempre para mayor honra y gloria tuya. Arregla
todas las cosas en el estado a que me has
llamado, y hazme conocer lo que quieres que
haga, y ayúdame a cumplirlo como mejor
conviene y edifica mi alma. Obténme, Señor y
Dios mio, la gracia de no desagradarte jamás en
los diversos incidentes de la vida, tanto
prósperos como adversos, para que ni en los
unos me ensoberbezca ni en los otros me
deprima. Que no sienta otro dolor ni otra
alegría que el de apartarme de ti, o la de unirme
contigo: que solo desee agradarte, y que nada
tema tanto como desagradarte. Que me
parezcan viles, Señor, todas las realidades
transitorias, y me parezcan muy valiosas las
cosas eternas. Que me cause amargura todo
placer que esté apartado de ti, y que ninguna
cosa ambicione fuera de ti. Que me deleite,
Señor, trabajar por ti; y me resulte tedioso todo
descanso, si me separa de ti. Concédeme, Dios
mío, que mi corazón se dirija a ti, y que en mis
caídas me duela con el firme propósito de no
volver a caer. Hazme, Señor Dios mío,
obediente sin contradicción, pobre sin
abatimiento, casto sin corrupción, paciente sin
murmuración, humilde sin ficción, alegre sin
disolución, maduro sin pesadez, ágil sin ligereza,
temeroso de ti sin desesperación, veraz sin
doblez; que haga el bien sin presunción; que
corrija al prójimo sin altivez, sino edificándolo
con la palabra y el ejemplo sin simulación.
Concédeme, Señor Dios, un corazón vigilante,
para que ningún pensamiento de curiosidad lo
aparte de ti; un corazón noble, para que ningún
afecto indigno lo arrastre cuesta abajo; un
corazón recto, para que ninguna intención
siniestra lo haga desvirtuarse; un corazón firme,
que no lo parta ninguna tribulación: un corazón
libre, para que no sea atado por los afectos
desordenados. Alcánzame, Señor Dios mío,
conocerte con mi inteligencia, buscarte con
diligencia, encontrarte con sabiduría,
complacerte con mi conversación, esperarte con
fiel perseverancia, y finalmente, abrazarte con
toda confianza. Haz que las penas que permites
que me aflijan me sean de penitencia; y que de
tal suerte use de tus beneficios durante esta
vida, que tenga la dicha de poseerte y de gozar
de la eterna felicidad en la patria celestial. Tú
que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

Letanias de san Ignacio


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten piedad de
nosotros.
Santa María, concebida sin pecado original,
ruega por nosotros.
San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús,
ruega por nosotros.
San Ignacio, celosísimo del culto a María, ruega
por nosotros.
San Ignacio, destructor de las herejías, ruega
por nosotros.
San Ignacio, socorro de la Iglesia militante,
ruega por nosotros.
San Ignacio, que has hecho revivir la práctica de
los Sacramentos, ruega por nosotros.
San Ignacio, fuerza de los que combaten por la
fe, ruega por nosotros.
San Ignacio, sostén de la juventud, ruega por
nosotros.
San Ignacio, vaso de elección para llevar el
nombre de Jesús, ruega por nosotros.
San Ignacio, defensor de la religión católica,
ruega por nosotros.
San Ignacio, enemigo declarado del vicio, ruega
por nosotros.
San Ignacio, propagador de las verdades
evangélicas, ruega por nosotros.
San Ignacio, ardentísimo para la mayor gloria de
Dios, ruega por nosotros.
San Ignacio, templo de la paz y de la Verdad,
ruega por nosotros.
San Ignacio, imitador de los trabajos de
Jesucristo, ruega por nosotros.
San Ignacio, lumbrera y gloria del mundo
cristiano, ruega por nosotros.
San Ignacio, director prudente de las almas,
ruega por nosotros.
San Ignacio, esclarecido maestro de la vida
espiritual, ruega por nosotros.
San Ignacio, autor de los Ejercicios Espirituales,
ruega por nosotros.
San Ignacio, pronto para perdonar las injurias,
ruega por nosotros.
San Ignacio, severo examinador de tus
pensamientos y de tus acciones,
San Ignacio, espejo de la piedad verdadera,
ruega por nosotros.
San Ignacio, prodigio de humildad, ruega por
nosotros.
San Ignacio, tú que has dado la salud a los
enfermos, ruega por nosotros.
San Ignacio, tú que has dado la vida a los
muertos, ruega por nosotros.
San Ignacio, tú que has hecho un gran número
de milagros, ruega por nosotros.
San Ignacio, tú que has corrido en busca de
almas extraviadas, ruega por nosotros.
San Ignacio, refugio de los desgraciados, ruega
por nosotros.
San Ignacio, consuelo de los afligidos, ruega por
nosotros.
San Ignacio, abrasado en el amor divino, ruega
por nosotros.
San Ignacio, abanderado de la obediencia, ruega
por nosotros.
San Ignacio, protector admirable de la castidad,
ruega por nosotros.
San Ignacio, gran amador de la pobreza, ruega
por nosotros.
San Ignacio, celosísimo de la salvación de las
almas, ruega por nosotros.
San Ignacio, terror de los demonios, ruega por
nosotros.
San Ignacio, modelo de todas las virtudes, ruega
por nosotros.
San Ignacio, prevenido de inspiraciones divinas,
ruega por nosotros.
San Ignacio, iniciado en los misterios de la
Santísima Trinidad, ruega por nosotros.
San Ignacio, celosísimo por el culto de los
Santos Ángeles, ruega por nosotros.
San Ignacio, apóstol a causa de tu solicitud por
las almas, ruega por nosotros.
San Ignacio, profeta por la gracia y por el
espíritu, ruega por nosotros.
San Ignacio, mártir por la austeridad de la vida,
ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros.
℣. Ruega por nosotros, bienaventurado San
Ignacio.
℟. Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Cristo.
ORACIÓN
¡Oh Dios! Que para propagar la mayor gloria de
tu nombre fortaleciste a tu Iglesia militante, por
medio de San Ignacio, con un nuevo refuerzo:
concédenos que, combatiendo en la tierra con
su auxilio y a su imitación, merezcamos ser con
él coronados en el cielo. Por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.

Oración al profeta elias


Oh gran San Elías, que fuiste suscitado por Dios
para restaurar el culto del único Dios verdadero
entre Su pueblo, tiende tu mirada sobre la
pobre y sufriente humanidad, convierte a los
que están apartados de Dios, restaura la única y
verdadera Iglesia de Cristo en todas las
naciones, que por tu oración el justo castigo
debido a nuestros pecados e ingratitudes pueda
ser alejado, y que la paz y la justicia de Dios
puedan reinar en todas partes. Oh santo Profeta
del Altísimo, quien por la palabra del Señor
cerraste los cielos y los abriste de nuevo, y
quien por la palabra del Señor Dios volviste a la
vida al hijo muerto de la viuda, ten compasión
de nosotros y ayúdanos en nuestras
necesidades; obten para nosotros la gracia de
llevar pacientemente nuestros dolores
presentes, que por tu oración las mercedes de
Dios puedan llover sobre nuestras almas la
verdadera paz y toda gracia y bendición. Oh
devotísimo siervo de la Virgen Madre de Dios,
quien por la pureza de tu vida y por tu celo por
la honra de Dios te fue dada la especial misión
de orar por su venida para que el mundo
pudiera tener su Salvador prometido,
alcánzanos una verdadera devoción a la
Santísima Virgen María, para que siendo dignos
de su maternal protección podamos
permanecer siempre fieles por su poderosa
intercesión. Oh glorioso San Elías, que fuiste
raptado al Cielo en un carro de fuego y quien,
como está escrito, retornará antes del fin del
mundo para aplacar la ira del Señor, y para
convertir los corazones de los padres a los hijos,
y los corazones de los hijos a sus padres,
convierte nuestros corazones a nuestro Padre
Celestial, para que haciendo Su santísima
Voluntad aquí en la tierra, podamos ser
recibidos por Él en su Reino celestial por toda la
eternidad. Amén

Oración de reparación blasfemias


¡Oh, Augustísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, que aun siendo infinitamente feliz en Ti y
por Ti por toda la eternidad, te dignas aceptar
benignamente el homenaje que de toda la
Creación se alza hasta tu trono excelso! Entorna
tus ojos, te rogamos, y cierra tus oídos divinos
ante aquellos desventurados que, o cegados por
la pasión o arrastrados por un impulso
diabólico, blasfeman inicuamente contra tu
Nombre y los de la Purísima Virgen María y los
Santos. Detén, ¡oh, Señor!, el brazo de tu
justicia, que podría reducir a la nada a quienes
se atreven a hacerse reos de tanta impiedad.
Acepta el himno de gloria que incesantemente
se eleva desde toda la naturaleza: desde al agua
de la fuente que corre limpia y silenciosa, hasta
los astros que brillan y recorren una órbita
inmensa, en lo alto de los cielos, movidos por tu
Amor. Acepta en reparación el coro de
alabanzas que, como el incienso ante el Altar,
surge de tantas almas santas que caminan, sin
desviarse jamás, por los senderos de tu Ley, y
con asiduas obras de caridad y penitencia
intentan aplacar tu justicia ofendida. Escucha el
canto de tantos espíritus elegidos que
consagran su vida a celebrar tu gloria, y la
alabanza perenne que a todas horas y en todo
lugar te ofrece la Iglesia. Y haz que un día,
convertidos a Ti los corazones blasfemos, todas
las lenguas y todos los labios entonen
concordes en esta tierra aquel canto que
resuena sin cesar en los coros de los ángeles:
«Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los
Ejércitos. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria». Amen.

Letanias santa teresa

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, un sólo Dios, ten piedad de
nosotros.
Santa María, sin pecado concebida, ruega por
nosotros.
Santa Teresa, ruega por nosotros.
Santa Teresa, ferviente amante de Cristo, ruega
por nosotros.
Santa Teresa, devota de la Virgen María, ruega
por nosotros.
Santa Teresa, devota propagandista del culto de
San José, ruega por nosotros.
Santa Teresa, altísima comtempladora de Dios,
ruega por nosotros.
Santa Teresa, exiliada anhelante de la Patria
celestial, ruega por nosotros.
Santa Teresa, fiel discípula del Espíritu Santo,
ruega por nosotros.
Santa Teresa, gloriosa maestra de la oración,
ruega por nosotros.
Santa Teresa, eminente don de humildad, ruega
por nosotros.
Santa Teresa, noble hija de la madre Iglesia,
ruega por nosotros.
Santa Teresa, encendida en el amor al prójimo,
ruega por nosotros.
Santa Teresa, apóstol de las lágrimas y de la
oración, ruega por nosotros.
Santa Teresa, preclara magnanimidad en los
trabajos, ruega por nosotros.
Santa Teresa, noble inspirada a estudiar la
pobreza, ruega por nosotros.
Santa Teresa, llena del espíritu de obediéncia,
ruega por nosotros.
Santa Teresa, de pureza semejante a los
ángeles, ruega por nosotros.
Santa Teresa, que deseaste cada día padecer o
morir, ruega por nosotros.
Santa Teresa, compañera asidua del Redentor
crucifícado, ruega por nosotros.
Santa Teresa, esposa que fuiste transverberada
por el celestial Esposo, ruega por nosotros.
Santa Teresa, firme apoyo en el temor y la
esperanza, ruega por nosotros.
Santa Teresa, que anhelaste hasta la muerte los
bienes eternos, ruega por nosotros.
Santa Teresa, víctima consumida por el fuego de
la caridad, ruega por nosotros.
Santa Teresa, inflamada del celestial celo por la
gloria de Cristo, ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo. Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo. Ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Antífona: Bienaventurada madre Santa Teresa,
vuélvete: mira desde el Cielo, fíjate, ven a
visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y
que tú hiciste vigorosa.
V. Ruega por nosotros, bienaventurada madre
Santa Teresa.
R. Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y haced
que, al alegrarnos con la fiesta de vuestra virgen
y nuestra madre Santa Teresa, seamos
alimentados con el pan de su celestial doctrina
y abrasados con los sentimientos de su tierna
piedad. Oh Dios, que traspasasteis con un
dardo encendido el puro Corazón de nuestra
madre la bienaventurada virgen Teresa vuestra
esposa, y la consagrasteis víctima de la caridad;
concedednos por su misma intercesión, que
nuestros corazones se inflamen con el fuego del
Espíritu Santo y os amemos siempre y sobre
todas las cosas. Vos que, siendo Dios, vivís y
reináis con el mismo Espíritu Santo por los
siglos de los siglos. Amén.

Oración consagración diaria


¡Oh Señora mía, oh Madre mía! Yo me ofrezco
enteramente a Vos; y en prueba de mi filial
afecto os consagro en este día mis ojos, mis
oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra,
todo mi ser. Ya que soy todo Vuestro, Madre de
bondad, guardadme y defendedme como cosa y
posesión vuestra. Amén. ¡Oh Señora mía, oh
Madre mía! Acordaos que soy vuestro.
Guardadme y defendedme como cosa y
posesión vuestra.

Oración por la derrota de ideologías


anticristianas
Oh Dios Omnipotente y Eterno, abatid las
ideologías comunistas, liberales,
revolucionarias, masónicas y anticristianas que
tanto daño han causado a la humanidad,
convertid a aquellos que han sido cautivados
por tales falsedades y venced a las fuerzas
políticas que se basan en tales ideologías, para
que no tengan poder para hacer el mal. Enviad,
oh Dios, hombres santos y sabios que
desenmascaren la maldad y falsedad de estas
ideologías para que nadie más las sostenga. En
particular haced que en las próximas elecciones
en nuestro país las formaciones políticas
sustentadas en tales ideas sean derrotadas, Os
lo pedimos bajo la inspiración del Espíritu
Santo, por Cristo nuestro Señor. Amén. Oh
Padre, que en Cristo Señor nos donasteis
vuestra Verdad que la Iglesia Católica nos
ofrece, por la dolorosísima Pasión de vuestro
Hijo divino, que murió para salvarnos a todos,
incluso a los niños por nacer, por las familias y
la verdadera dignidad de todos los hombres,
haced que en nuestro país sean derribadas las
fuerzas políticas que se oponen a vuestra Santa
Iglesia y a su Doctrina, haced que sean
derrotadas en las próximas elecciones, y que la
Sana Doctrina Católica se difunda siempre más
y triunfante también en la esfera política. Vos,
¡oh Dios!, sois Omnipotente, y todo está en
vuestras Manos, por tanto haced esta obra que
Os pedimos bajo la inspiración del Espíritu
Santo, por Cristo nuestro Señor. Amén. Virgen
María, Madre nuestra Santísima, obtenednos
de Dios la derrota de las fuerzas políticas
anticristianas, y ayudadnos a hacerlas caer
definitivamente. Vos conocéis perfectamente
cuántos hijos vuestros han sido martirizados y
cuántos han muerto a manos del comunismo,
de las ideologías masónicas y en general, de las
ideologías anticristianas: no permitáis, pues,
que los secuaces de estas ideologías venzan en
las próximas elecciones políticas, no permitáis
que nuestra Patria sea guiada por hombres
aversos a Vos, detened con vuestra potente
Mano las fuerzas que quieren justificar los
pecados más abominables y revelad a todos y
en todas partes la maldad de las doctrinas
anticristianas, y haced triunfar en nuestra
patria, siempre más eficazmente, la Verdad de
Cristo. ¡Oh Señor, por la intercesión de vuestra
Madre Santísima: libradnos del ateísmo y de la
inmoralidad que las ideologías anticristianas
llevan consigo! ¡Libradnos de los gobernantes
inspirados en ideologías anticristianas!
¡Libradnos de las fuerzas políticas anticristianas!
¡Libradnos de los pecados contra la vida, desde
su concepción hasta la muerte natural!
¡Libradnos de la admisión pública y legal de los
pecados impuros contra natura! ¡Libradnos de
todo género de injusticia en la vida social,
nacional e internacional! ¡Libradnos de la
facilidad de conculcar los Mandamientos de
Dios! ¡Libradnos de los pecados contra el
Espíritu Santo! Acoged, oh Madre de Cristo
Dios, este grito cargado del sufrimiento de
tantos hombres y en particular, de tantos
pequeños seres humanos asesinados con el
aborto a causa de las ideologías comunistas,
radicales, liberales y anticristianas; ¡que se
manifieste, una vez más, en la historia del
mundo, el Poder infinito del Amor
misericordioso de vuestro Hijo! ¡Que Él refrene
el mal, transforme las conciencias, y aniquile a
las fuerzas políticas anticristianas! San Miguel
Arcángel, defendednos en la batalla, sed
nuestro amparo contra la maldad y las
acechanzas del demonio y de quienes se hacen
sus instrumentos. Reprímales Dios, pedimos
suplicantes, y vos, Príncipe de la milicia
celestial, armado con el poder divino, arrojad a
Satanás y a todos los espíritus malignos que
para perdición de las almas andan dispersos por
el mundo esparciendo ideologías anticristianas.
San José, terror de los demonios, interceded por
nosotros ante Dios. Interceded por nosotros,
¡oh Fortísimo Protector nuestro!, a fin que
caigan y sean vencidas las potestades
demoníacas y reflorezcan en los jóvenes la Fe, la
Pureza, la santa Moralidad y la verdadera
Caridad. Amén. Oh Angélico Precursor del Señor
Jesús, San Juan Bautista, interceded por
nosotros. Obtenednos de Dios, para la santa
Iglesia, hombres sabios y santos que, como vos,
desenmascaren las falsedades de aquellos que
se oponen a Dios y que abran sus corazones a la
fe en Cristo. Dadle vuestra fuerza a los
Sacerdotes y Obispos para que puedan guiar al
rebaño a ellos confiado para abatir, con la
fuerza de la oración y de la mortificación, a las
potestades humanas y diabólicas que tanto mal
quieren y pueden hacer en nuestro país. Oh
Santos Mártires, asesinados por las ideologías
anticristianas en odio a la Verdad de Cristo,
interceded por nosotros, por nuestro país y por
el mundo a fin de que las fuerzas políticas que
sobre tales ideologías se apoyan sean
derrotadas en todo sentido, y que Cristo Señor
finalmente reine sin oposición. Vosotros
conocisteis bien las falsedades que se ocultan
en tales doctrinas, obtenednos luz para que
tales falsedades sean conocidas por todos;
vosotros sabéis cuánto han favorecido estas
doctrinas al ateísmo, obtenednos sabiduría para
reconducir a los hombres hacia Dios; vosotros
conocisteis cuánta inmoralidad ha sido
favorecida por estas ideologías, obtenednos
santidad y penitencia para reconducir a los
hombres a la Fe y Caridad verdaderas; no
permitáis pues, que el comunismo, el
radicalismo, el liberalismo y demás ideologías
anticristianas triunfen en nuestra Patria, sino
que sean derrotados aquí y en todas partes.
Bienaventurado Padre Pío de Pietrelcina,
invencible baluarte contra el demonio,
interceded con poder por nosotros ante Dios.
Vos que en vida tronásteis contra las ideologías
anticristianas y contra sus simpatizantes, rogad
ahora por nosotros a fin de que desaparezcan el
ateísmo y la inmoralidad que estas ideologías y
las fuerzas políticas unidas a ellas han traído, y
regrese en los corazones la Fe, la Oración, la Luz
de Dios y la Caridad. No permitáis que los
comunistas, los radicales, los liberales, los
masones y los otros políticos anticristianos
venzan en las próximas elecciones en nuestro
país, sino que, con la Fuerza de Dios, sean
derrotados aquí y en todas partes, y convertidos
a Cristo, para la mayor gloria de Dios. Oh Dios
Padre nuestro, Fuente de esperanza y vida,
iluminad y proteged a nuestra Patria, sobre la
cual Os dignasteis en los siglos de derramar
vuestro Espíritu en tantas señales de vuestra
benevolencia; haced que los ciudadanos y los
gobernantes mantengan sólidos los
fundamentos de la Ciudad Cristiana, de la cual
se hizo garante Cristo nuestro Redentor, y
proclamen en todas las cosas la Realeza
Absoluta del mismo Jesucristo, nuestro Señor,
que siendo Dios vive y reina con Vos en la
unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los
siglos. Amén.
Santa María, rogad por nosotros.
Santa María, interceded por nosotros ante
Jesucristo el Señor.

Himno
Oh hijos e hijas,
El Rey de los cielos, el Rey de la gloria
Resucitó hoy de entre los muertos. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Y la mañana del día después del Sábado,
Hasta la puerta del sepulcro,
Se acercaron los discípulos. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Y María Magdalena,
Y María de Santiago, y Salomé
Vinieron a ungir el cuerpo. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Un Ángel vestido de blanco, sentado,
Dijo a las mujeres:
En Galilea está el Señor. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Y San Juan Apóstol
Corrió más que San Pedro,
Y al sepulcro llegó el primero. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Estando presentes los discípulos,
En medio se les aparece Cristo
Diciendo: Paz a todos vosotros. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Pero Tomás Dídimo escuchó
Que Jesús había resucitado,
Y permaneció dudando. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Mira, Tomás, mi costado,
Mira mis pies y mis manos,
No seas incrédulo. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Cuando Tomás vio de Cristo
Sus pies, manos y costado,
Dijo: Tú eres mi Dios. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Bienaventurados los que sin ver
Creyeron firmemente,
Ellos poseerán la vida eterna. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡En esta santísima fiesta
¡Sea la alabanza y el júbilo!
BENDIGAMOS AL SEÑOR. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Por todo esto, digamos humildes
Y con la debida devoción:
DEMOS GRACIAS A DIOS. ¡Aleluya!
℟. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

Oración santa faz

Salve, Santa Faz de nuestro Redentor,


Cuya hermosura brilla con esplendor divino,
Impresa en un velo cual la nieve blanquísimo
Y dado a Verónica como prenda de amor puro.
Salve, honor de la tierra, espejo de los santos,
Que anhelan ver las almas que a los cielos
llegaron;
Límpianos de la mancha de todos los pecados,
Y asócianos al coro de los bienaventurados.
Salve, imagen bendita de la Faz del Señor,
Por la eterna gracia que admirablemente te
adornó,
Infunde luz a los corazones por la virtud en ti
dada,
Y a nuestros sentidos quítale toda cadena.
Salve, fortaleza de nuestra Fe cristiana,
Destruye a los herejes que tienen almas vanas,
Y aumenta los méritos de cuantos creen
En la Efigie de Aquél que bajo la especie del pan
se hace Rey.
Salve, oh gloria nuestra en esta vida amarga
Y pecadora y frágil que tan rápido pasa,
Condúcenos al cielo, ¡Oh Imagen venerada!,
Para admirar de Cristo la Faz hermosa y Santa.
Salve, gema noble, verdadera perla
De las celestes virtudes perfectamente
adornada,
Que ninguna mano pintó, esculpió o pulió:
Fue el Sumo Artífice quien te hizo.
El color celeste que en ti resplandece,
Permanece en la misma sin ningún cambio,
Ni el pasar del tiempo la empalidece.
Te hizo el Rey de la gloria, en quien no cabe
falta.
Tú no conoces la corrupción, y conservas
incorrupto
Lo que el cristiano a Ti consagra;
Tú cambias en gozo el llanto y el luto:
Y haces que viéndote aumente en nosotros la
gracia.
Según te lo rogamos, sé nuestro amparo cierto
Sé nuestro dulce alivio y nuestro consuelo,
Para que no nos dañe del enemigo el peso,
Sino que gocemos el descanso en el Cielo.
Amén.
ORACIÓN
Alegra, oh Señor Jesucristo, el rostro de tus
siervos, y libra nuestras almas del lugar de los
muertos, para que, protegidos por la
contemplación de tu Rostro, podamos hollar los
deseos de la carne, y un día verte
confiadamente cara a cara, cuando vengas
como Juez. Amén.
Alma de maría
Alma de María, santifícame.
Cuerpo de María, purifícame.
Corazón de María, inflámame.
Dolores de María, confórtame.
Llanto de María, consúelame.
Oh dulce María, atiéndeme.
Con benignos ojos, mírame.
En mis clamores, óyeme.
Por tus santos pasos, dirígeme.
A tu Hijo Divino, ruega por mi.
El perdón de mis culpas, alcánzame.
Devoción a tu sacro Rosario, infúndeme.
Amor a Dios y al prójimo, concédeme.
No permitas apartarme nunca de ti.
En la hora de mi muerte, ampárame.
De mis enemigos, defiéndeme.
Tras el escudo de tu santo nombre, escóndeme.
Con tu real manto, cúbreme.
En el instante fatal de mi agonia, asísteme.
De morir en pecado, líbrame.
En manos de Jesús, entrégame.
A la mansión eterna, llévame,
Para que con los Ángeles y Santos te alabe
Por todos los siglos de los siglos. Amén.

Oración por almas olvidadas

Oh Dios misericordioso, ten piedad de aquellas


almas que no tienen amigos e intercesores
particulares que las recomienden a Ti, quienes,
o por la negligencia de los vivos, o por el paso
del tiempo, son olvidadas por sus amigos y por
todos. Auxílialas, Señior, y acuérdate de tu
propia misericordia, cuando otros se olviden de
pedirla. No permitas que las almas que Tú has
creado sean apartadas de Ti, que eres su
Creador. Ellas son Tu obra, y aunque pecaron,
han sido redimidas por Ti. Dígnate, por tanto,
volverte a ellas y liberarlas del intolerable dolor
de estar lejos de Ti, luz y amor de todas Tus
creaturas. ¡Oh!, ponlas en el número de tus
Santos y ciudadanos, por Jesucristo su Salvador.
Amén.
Oración antes de peregrinación
℣. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
℟. Que hizo el cielo y la tierra.
Antífona: Condúzcanos por el camino de la paz y
la prosperidad Dios omnipotente y
misericordioso, y que el Ángel San Rafael nos
acompañe en el camino, para que podamos
volver a casa en paz, salud y alegría.

Cántico de Zacarías (Luc. 1, 68–79)


✠Bendito sea el Señor Dios de Israel, * porque
ha visitado y redimido a su pueblo: Y nos ha
suscitado un poderoso salvador * en la casa de
David, su siervo; Según lo tenía anunciado por
boca de sus santos profetas, * que han florecido
en todos los siglos pasados: Para librarnos de
nuestros enemigos, * y de las manos de todos
aquellos que nos aborrecen: Ejerciendo su
misericordia con nuestros padres, * y teniendo
presente su alianza santa, Conforme al
juramento con que juró a nuestro padre
Abrahán * que nos otorgaría la gracia De que,
libertados de las manos de nuestros enemigos,
* le sirvamos sin temor, Con verdadera santidad
y justicia, ante su acatamiento, * todos los días
de nuestra vida. Y tú, ¡oh niño!, tú serás
llamado el profeta del Altísimo: * porque irás
delante del Señor a preparar sus caminos,
Enseñando la ciencia de la salvación a su
pueblo, * para que obtenga el perdón de sus
pecados, Por las entrañas misericordiosas de
nuestro Dios, * que ha hecho que ese sol
naciente haya venido a visitarnos de lo alto del
cielo, Para alumbrar a los que yacen en las
tinieblas y en la sombra de la muerte: * para
enderezar nuestros pasos por el camino de la
paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: Condúzcanos por el camino de la paz y
la prosperidad Dios omnipotente y
misericordioso, y que el Ángel San Rafael nos
acompañe en el camino, para que podamos
volver a casa en paz, salud y alegría.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.

Padre nuestro en voz baja hasta:


℣. Y no nos dejes caer en tentación.
℟. Mas líbranos del mal.
℣. Salva a tus siervos.
℟. Dios mío, que esperan en ti.
℣. Envíanos, Señor, tu auxilio desde el
santuario.
℟. Y protégenos desde Sión.
℣. Sé para nosotros, Señor, una torre de
fortaleza.
℟. Ante nuestros enemigos.
℣. Que el enemigo nada aproveche en nosotros.
℟. Y el hijo de iniquidad no nos dañe.
℣. Bendito sea el Señor diariamente.
℟. Que el Dios de nuestra salvación haga
próspero nuestro camino.
℣. Muéstranos, Señor, tus caminos.
℟. E instrúyenos en tus sendas.
℣. Que nuestros caminos sean derechos.
℟. Para guardar tus preceptos.
℣. Que todo camino sinuoso sea derecho.
℟. Y allanado todo camino áspero.
℣. Dios te envíe sus Ángeles.
℟. Para que te custodien en tus pasos.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a ti mi clamor.
℣. El Señor sea con vosotros.
℟. Y con tu espíritu.
Oremos.
ORACIÓN
Oh Dios, que hiciste a los hijos de Israel caminar
en medio del mar seco y que, por medio de la
estrella mostraste a los tres Magos el camino
para llegar a ti, concédenos, te suplicamos, un
viaje sereno y un tiempo tranquilo: a fin que,
con la compañía de tu santo Ángel, podamos
llegar a destino y al final lleguemos felizmente
al puerto de eterna salvación. Oh Dios, que
llamaste a tu siervo Abrahán desde Ur de los
caldeos, y que le conservaste ileso en todos los
caminos de su peregrinación: te suplicamos que
te dignes protegernos a nosotros tus siervos,
siendo para nosotros, oh Señor, nuestra ayuda
en la preparación, solaz en el camino, sombra
en el estío, refugio en la lluvia y el frío, vehículo
en la debilidad, refugio en la adversidad, báculo
en los caminos resbalosos y puerto en el
naufragio, para que, guiados por ti, lleguemos
prósperamente a donde vayamos, y regresemos
incólumes a nuestro hogar. Atiende, Señor, te
suplicamos, nuestras oraciones: y dispón
favorablemente para tus siervos el camino de
tu salvación, para que tu auxilio nos proteja
siempre en medio de todos los caminos y
variaciones de nuestra vida. Concédenos, te
rogamos, Dios omnipotente, que tu familia siga
avante en el camino de la salvación, y siguiendo
las exhortaciones del bienaventurado precursor
San Juan, podamos encontrar seguros a aquél
que había anunciado, que es nuestro Señor
Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
La paz y la bendición de Dios omnipotente,
Padre, Hijo, ✠y Espíritu Santo, descienda sobre
nosotros, y permanezca para siempre. ℟. Amén.
℣. Procedamos en paz.
℟. En el nombre del Señor. Amén.
DE REGRESO
℣. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
℟. Que hizo el cielo y la tierra.
Antífona: Tales serán las bendiciones del
hombre que teme al Señor.
Salmo 127
Bienaventurados todos aquellos que temen al
Señor, * que andan por sus santos caminos.
Dichoso tú, oh justo; porque comerás en paz el
fruto del trabajo de tus manos: * dichoso serás,
y todo te irá bien. Tu esposa será como una
parra fecunda * en el recinto de tu casa:
Alrededor de tu mesa estarán tus hijos * como
pimpollos de olivos. Tales serán las bendiciones
del hombre * que teme al Señor. El Señor te
bendiga desde Sion, * para que contemples los
bienes de Jerusalén, y disfrutes de ellos todos
los días de tu vida, Y veas a los hijos de tus
hijos, * y la paz en Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: Tales serán las bendiciones del
hombre que teme al Señor.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padre nuestro en voz baja hasta:
℣. Y no nos dejes caer en tentación.
℟. Mas líbranos del mal.
℣. Benditos los que vienen en el nombre del
Señor.
℟. Os bendecimos en el Señor, que hizo el cielo
y la tierra.
℣. Mira, Señor, a tus siervos y obras.
℟. Y dirígelos por el camino de tus mandatos.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a ti mi clamor.
℣. El Señor sea con vosotros.
℟. Y con tu espíritu.
Oremos.
ORACIÓN
Te suplicamos, Señor, concedas a tus siervos el
gozo de la indulgencia y la paz para que,
purificados de todas sus ofensas, puedan
servirte igualmente con seguridad de alma.
Omnipotente y sempiterno Dios, que dispones
nuestro tiempo y nuestra vida, dígnate socorrer
a tus siervos con tranquilidad continua: para
que, regresando incólumes a sus propias
labores, hagas asegurar su protección. Oh Dios,
visitador de los humildes, que nos consuelas
con la dilección fraterna: alcanza para nuestra
sociedad tu gracia; para que por ellos, en los
cuales habitas, sintamos que has venido a
nosotros. Por Nuestro Señor Jesucristo tu Hijo,
que contigo vive y reina en la unidad del mismo
Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
La paz y la bendición de Dios omnipotente,
Padre, Hijo, ✠y Espíritu Santo, descienda sobre
nosotros, y permanezca para siempre. ℟. Amén.
Responsorio santo domingo
Antífona. ¡Oh admirable esperanza, que diste a
los que te lloraban en la hora de la muerte,
prometiéndoles que después de tu tránsito
ayudarías a tus hermanos!
℟. Cumple, oh Padre, lo que dijiste: ayúdanos
con tus preces.
℣. Tú que resplandeces con tantos milagros en
los cuerpos de los enfermos, impétranos la
ayuda de Cristo para sanar nuestras costumbres
enfermas.
℟. Cumple, oh Padre, lo que dijiste: ayúdanos
con tus preces.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
℟. Cumple, oh Padre, lo que dijiste: ayúdanos
con tus preces.
℣. Ruega por nosotros, bienaventurado Padre
Santo Domingo.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que te dignaste esclarecer a tu Iglesia
con los méritos y la doctrina de tu confesor,
nuestro padre el bienaventurado Santo
Domingo, concédenos que, por su intercesión,
no seamos privados de los socorros temporales,
y que tengamos continuos progresos
espirituales. Por J. C. N. S. Amén.

Versos de salmos
¡Oh buen Jesús! Ilumina mis ojos, para que
nunca duerma en la muerte, ni diga mi
enemigo: prevalecí sobre mi contrario. (Salmo
12, 4)
¡Oh Adonái! En tus manos, Señor, encomiendo
mi espíritu; Tú nos redimiste, Señor, Dios de la
verdad. (Salmo 30, 6)
¡Oh Mesías! Dije con mi lengua: Hazme conocer,
Señor, mi fin, y el número de mis días, para
saber cuán frágil soy. (Salmo 38, 5-6)
¡Oh Eloí! Haz una señal en mi favor, para que la
vean quienes me odian, y se confundan: porque
tú, Señor, me socorriste, y me has consolado.
(Salmo 85, 16)
¡Oh Emanuel! Rompiste mis cadenas: a ti
sacrificaré hostias de alabanza, invocando el
nombre del Señor. (Salmo 115, 7)
¡Oh Cristo! Me hallé sin poder huir, y sin nadie
que mire por mi alma (Salmo 141, 6)
¡Oh llave de David! Clamé a ti, Señor, y dije: Tú
eres mi esperanza, mi heredad en la tierra de
los vivientes. (Salmo 141, 7)
¡Oh Yahveh! Impresa está sobre nosotros,
Señor, la luz de tu rostro, tú infundiste alegría a
mi corazón. (Salmo 4, 7)
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

℣. Salva a tu siervo.
℟. Dios mío, que espera en ti.
℣. Envía, Señor, tu auxilio desde el santuario.
℟. Y desde Sión tu protección.
℣. Sé para mí, Señor, una torre de defensa.
℟. Ante mis enemigos.
℣. Que el enemigo nada logre en nosotros.
℟. Y el hijo de iniquidad no pueda dañarnos.
℣. De mis pecados ocultos purifícame, Señor.
℟. Y de los ajenos perdona a tu siervo.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y mi clamor llegue hacia ti.

ORACIÓN
Omnipotente y sempiterno Dios, que le
concediste un espacio de vida al rey Ezequías de
Judá, que con lágrimas te lo suplicaba:
concédeme a mí, indigno siervo tuyo, antes de
mi muerte, tanto tiempo de vida para que
pueda llorar dignamente todos mis pecados, y
merezca según tu misericordia conseguir tu
perdón y gracia. Por Cristo Señor nuestro.
Amén.Oh Señor Jesucristo, por aquella
amargura que por mí padeciste en la Cruz,
especialmente cuando tu alma salió de tu
cuerpo, ten piedad de mi alma en su salida.
Amén

Asuncion
Revestidos de justicia
Proclaman la alegría
Los ministros del Altísimo.
Yendo a su retiro,
Dirige su faz hacia el Cielo
El Arca viva del Señor.
Ningún seno más puro
Que el que recibió a Cristo
Se encontró en este mundo.

Ningún trono el más elevado


Este que Cristo a su Madre le ofrece
Luego de llamarla de aquí abajo.
A la que te engendró, oh Cristo,
Y con su leche te alimentó,
Nosotros llamamos Bienaventurada.
Mas ¡quién podrá creer
Que aquella que se humilló
es la que nosotros proclamamos
Bienaventurada!
Tú, oh Hija, eres bendita,
Más que las mujeres de la tierra,
Más que los moradores del Cielo.
En la fuente de la gracia,
De la cual tú eres llena,
Infúndela en nosotros abundantemente.
Para llegar hasta Dios,
Que por ti atiende nuestras oraciones:
Él no puede rechazar a su Madre.
Ámete la Galia tuya,
Dale justicia a sus reyes,
Y paz a su pueblo orante.
Amén. Aleluya.

Oración reparación sacrilegios


Llora, ¡oh Sion!, con fuertes voces,
Laméntate ante el atroz
Día del furor de los hombres.
Si mucho amas, mucho llora,
Porque es una alabanza digna de Dios
El vivo horror a estos crímenes.
No ofrezcas más a Dios sacrificio,
Ni participes en la Cena
Que da vida a los vivientes.
Porque es destinado nuevamente a la muerte
Y saturado de oprobios
Aquel que vino a buscarnos.
¡Cuán nefando es el anuncio,
Y cuán indignamente es renovado
El oprobio de la Cruz!
Tras ser traicionado y negado, y sus discípulos
fugados,
El gobernador, el rey, el sacerdote y el pueblo
Urgen a voces el deicidio.
Aquello que el amor de Dios expresa,
Y que la salvación concede,
Se torna ahora en Juicio.
Han profanado al Santísimo,
La Verdad ha sido contradicha,
El sumo Bien ha sido ultrajado.
El mismo Cordero entronizado en el Cielo,
Es ofrecido en el sagrado Altar,
¡Qué tan distinto parece!
En el Cielo es luz, en el Altar está oculto,
Arriba es alabado, y aquí con amargura
Afronta contradicción.
El Cielo con júbilo le exalta,
Y aquí con acerbos dolores
Permanece el Mensajero de la Paz.
¡Ululad tristes, oh impíos,
Temblad ante la ira
Que sobre vosotros caerá!
Él es Cordero para las ovejas, y cabra para las
cabras,
Puro para los limpios, y tetro para los réprobos,
Dando a cada uno la recompensa
correspondiente.
El mismo Cristo que en el Altar se inmola,
Es el que juzga en este Tribunal,
Y proferirá la debida sentencia.
¿Tan dura es esta palabra
Que la fe os dirige?
Escuchad palabras más duras.
A esta Cena no entraréis,
Ni jamás la gustaréis,
Os condena el Rey severo.
¿No examinará Él a los convidados,
En medio de los muchos vestidos de gala,
Para ver si hay alguien que no esté vestido?
¡Oh, qué pesadas cadenas
Y qué formidable oscuridad
A las que aquél será entregado!
¡Cuántos no han caído enfermos
Y cuántos improvisamente han muerto
Reos del Cuerpo del Señor!
Ay, ¿Por qué sois tan ciegos?
¿Por qué a la Vid que os da vida
Queréis darle muerte?
¿A quién podremos ir?
¿Dónde aliviaremos nuestra sed
Sino en ti, Jesús, de quien oímos
Ser Camino, Vida y Verdad?
¡Ay! Nosotros ya no nos reiremos,
Quebrantando nuestro corazón soberbio,
Mezclando alabanzas y llanto,
Sometemos a Ti nuestras mentes.
Sobre nosotros han caído
Las ofensas que Te dirigen,
Y contra los profanadores inflamado
Está el corazón de los que Te temen.
Manso Cordero expiatorio
Que quitas el pecado del mundo,
Por nuestras lágrimas y tus humillaciones,
Ponle final a las ofensas de los impíos.
Cierra la boca de los blasfemos,
Sana las mentes enfermas,
No des lo santo a los usurpadores,
Y cuantos no te creen ni aman,
Haz que todos ellos te teman.
Mientras vemos este crímen,
¿No nos daremos al llanto?
A Ti, Señor, nos ofrecemos,
Haz que estas lágrimas que te entregamos,
Te sean siempre agradables. Amén.

ORACIÓN
Señor Jesucristo, que has preferido padecer los
insultos de los herejes en lugar de abandonar la
sociedad con tu Iglesia, dígnate concedernos
misericordioso, la gracia de poder llorar estas
injurias y, en cuanto esté de nuestra parte,
ofrecerte reparación. Tú que vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén.

Oraciones de santa brigida


En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.

Antífona: Ante el nombre de nuestro Señor


Jesucristo toda rodilla se ha de doblar en el
Cielo, en la Tierra y en el Infierno; y toda lengua
ha de confesar que Jesucristo nuestro Señor
está en la gloria de Dios Padre, a Él sea siempre
la alabanza, el honor y la gloria, por los siglos
infinitos e interminables. Amén.

SALUTACIÓN DEVOTA A NUESTRO SEÑOR


JESUCRISTO
Te adoro, te alabo, te bendigo, te glorifico y te
doy gracias, ¡oh Señor Jesucristo!, por todas tus
bondades que me has concedido: y
principalmente porque me creaste a tu imagen,
y con tu Sangre preciosa me redimiste, me
llamaste a tu servicio, y perdonaste mis
pecados. Te ruego también, Señor mío
Jesucristo, que tengas misericordia de mí,
miserable pecador, y en la hora de mi muerte,
me perdones por tu eterna y santa caridad,
todo el mal cometido contra Ti en pensamiento,
palabra y obra, y todo el bien que por
negligencia haya omitido. Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén. Padre nuestro
y Ave María.

PRIMERA ORACIÓN
Oh Señor Jesucristo, eterna dulzura de los que
Te aman, gozo que excede todo gozo y todo
deseo, Salvador y Amante de los pecadores
penitentes, que declaraste ser tus delicias en
estar entre los hijos de los hombres, y que Te
hiciste hombre por los hombres en el final de
los tiempos. Acuérdate de todas las
premeditaciones y angustias íntimas que
soportaste desde el inicio de tu concepción en
la naturaleza humana, máxime en el instante de
tu salubérrima Pasión, en el tiempo que desde
la eternidad fue preordenado en tu divino
Corazón. Acuérdate de la tristeza y amargura
que declaraste había en tu Alma, cuando dijiste:
«Triste está mi alma hasta la muerte», y cuando
en la Última Cena le diste a tus Discípulos tu
Cuerpo y Sangre, les lavaste los pies, y los
consolaste dulcemente al anunciarles tu
inminente Pasión.

Acuérdate de los temores, angustias y dolores


que soportaste en tu delicado cuerpo antes de
tu Pasión en la Cruz, cuando después de tres
oraciones y sudar sangre, fuiste entregado por
tu discípulo Judas, capturado por la gente que
habías elegido, acusado por falsos testigos,
juzgado injustamente por tres jueces en la
ciudad elegida, condenado siendo inocente en
el tiempo pascual y en plena flor de tu juventud,
entregado, golpeado, despojado de tus propios
vestidos, vestido con indumentaria ajena,
escarnecido, velados tus ojos y faz, abofeteado,
atado a una columna, flagelado, coronado de
espinas, herido en la cabeza con una caña, y
lacerado con otras innumerables calumnias.

Oh dulcísimo Jesús, concédeme, te pido, en


memoria de estas penas que padeciste antes de
tu Pasión en la Cruz, ahora y en la hora de mi
muerte la verdadera contrición de mis pecados,
una pura confesión, condigna satisfacción, y la
plena remisión de todos mis pecados. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

SEGUNDA ORACIÓN
Oh Jesús, verdadera libertad de los Ángeles y
paraíso de delicias, acuérdate del terror y
horror que padeciste cuando todos tus
enemigos Te rodearon cual ferocísimos leones,
y atormentaron con burlas, escupitajos,
laceraciones y otros inauditos suplicios, y por
todas las palabras contumeliosas, duros golpes
y amargos tormentos que Te infligieron tus
enemigos, oh Señor Jesucristo, te suplico que
me libres de todos mis enemigos, visibles e
invisibles, y me concedas encontrar bajo la
sombra de tus alas la protección de tu salvación
eterna. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

TERCERA ORACIÓN
Oh Jesús, fabricador y creador del mundo, a
quien ninguna dimensión ni término puede
medir, y que abarcas el Cielo y la Tierra en la
palma de tu mano, recuerda los acerbísimos
dolores que afrontaste cuando los judíos fijaron
primero tus manos a la Cruz con clavos obtusos
y perforaron tus delicadísimos pies, pero no
conforme esto a su voluntad, añadieron a tus
llagas dolor sobre dolor, y con cruel ira Te
estiraron y extendieron, a lo largo y ancho de la
Cruz, que dislocaron todas las articulaciones de
tus miembros. Te suplico, por estos tus
santísimos y amargos dolores en la Cruz, le
concedas a mi alma el temor y el amor a Ti.
Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

CUARTA ORACIÓN
Oh Jesús, médico celestial, acuérdate de las
angustias y dolores, y las burlas que padeciste al
ser elevado en el patíbulo de la Cruz, en todos
tus santísimos miembros dilacerados, que
ninguno de ellos permaneció en su lugar, tanto
que no se puede encontrar dolor semejante al
tuyo: desde la planta de los pies hasta el vértice
de la cabeza no se encontró en ti parte sana. Y
entonces, sin tener en cuenta tus dolores,
oraste al Padre por tus enemigos, diciendo:
«Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen». Por esta tu admirable caridad y
misericordia, y en memoria de tus tantos
dolores, concédeme por la memoria de tu
amarísima Pasión, la plena remisión de todos
mis pecados. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

QUINTA ORACIÓN
Oh Jesús, espejo de la claridad eterna,
acuérdate de los sufrimientos que tuviste
cuando en el espejo de tu serenísima Majestad
contemplaste la predestinación de tus elegidos
que se salvarían por los méritos de tu Pasión y
la reprobación de los malvados por su demérita
condenación. Por el abismo de tu misericordia,
que te hizo condolerte de los perdidos y
desesperados pecadores, y principalmente por
aquel ladrón crucificado al cual dijiste: «Hoy
estarás conmigo en el Paraíso», te ruego,
piadoso Jesús, que te apiades de mí en la hora
de mi muerte. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

SEXTA ORACIÓN
Oh Jesús, Rey amable y deseable sobre todo,
recuerda la tristeza que tuviste cuando desnudo
y miserable colgabas en la Cruz, y tus amigos y
conocidos te volvieron las espaldas y nadie
encontraste para consolarte, excepto tu
amantísima Madre, que en agonía y amargura
de ánimo te asistía, a la cual encomendaste a tu
Discípulo diciendo: «Mujer, he aquí a tu hijo», y
al Discípulo: «He ahí tu madre». Te ruego, Jesús,
por la espada de dolor que traspasó su alma,
que te compadezcas de mí en todas las
tribulaciones y aflicciones corporales y
espirituales, y me des tu consuelo en los
tiempos de tribulación y en la hora de mi
muerte. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

SÉPTIMA ORACIÓN
Oh Jesús, fuente inagotable de piedad, que
desde la más profunda dilección de tu afecto
dijste en la Cruz: «Sed tengo», sediento de la
salvación del género humano. Enciende, te
suplicamos, nuestro deseo a toda obra perfecta,
y refrigera y extingue dentro de nosotros la sed
de la concupiscencia de la carne y el estío de la
dilección y delectación mundanal. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

OCTAVA ORACIÓN
Oh Jesús, dulzura de los corazones y suma
delectación de las almas, por la amargura del
vinagre y la hiel que por nosotros recibiste y
probaste en la Cruz, concédenos a nosotros,
miserables pecadores, en todo tiempo y,
especialmente en la hora de nuestra muerte,
recibir tu Cuerpo y tu Sangre como remedio y
consolación de nuestras almas. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

NOVENA ORACIÓN
Oh Jesús, regia virtud y júbilo del alma,
acuérdate de las angustias y dolores que
padeciste, cuando por la amargura de la muerte
y los insultos de los judíos, exclamaste con
grandes voces que Dios Padre te había
abandonado, diciendo: «Helí, Helí, lamma
sabactháni?», esto es, «Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?» Por esta angustia te
ruego y pido, Señor Dios mío, que no me
abandones en las angustias de mi muerte.
Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

DÉCIMA ORACIÓN
Oh Jesús, Alfa y Omega, unión y virtud en todo
medio, recuerda que desde la punta de la
cabeza a la planta de los pies estuviste
sumergido en las aguas de la Pasión. Por la
longitud y anchura de tus llagas, enséñame, por
la verdadera caridad, a guardar fielmente todos
tus mandatos. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

UNDÉCIMA ORACIÓN
Oh Jesús, abismo profundísimo de misericordia,
te ruego por la profundidad de tus llagas, que
traspasaron tu carne y médula, tus huesos y
entrañas, para que me saques del abismo del
pecado y me escondas de la faz de tu ira en la
cueva de tus llagas, hasta que pase tu furor.
Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

DUODÉCIMA ORACIÓN
Oh Jesús, espejo de la verdad, signo de unidad y
vínculo de caridad, acuérdate de tus
innumerables llagas, que desde la punta de la
cabeza hasta la planta de los pies fuiste herido,
y lacerado por los impíos judíos, y enrojecido
por tu Sangre. ¡Cuán grandes fueron los dolores
que en tu carne virginal recibiste por nosotros!
Piadoso Jesús, ¿qué más debiste hacer, que no
hayas hecho? Escribe, te suplico, con tu
preciosísima Sangre, todas tus heridas en mi
corazón, para que en él lea tu dolor y tu amor,
su memoria permanezca en lo más secreto de
mi corazón, y el dolor de tu Pasión se renueve
en mí todos los días, y se aumente mi amor y en
acción de gracias hasta que vuelva a Ti, tesoro
deseable de todo bien y alegría completa.
Dígnate concedérmela, Cristo dulcísimo, en mi
vida. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

DÉCIMOTERCERA ORACIÓN
Oh Jesús, león fortísimo, Rey inmortal e
invictísimo: acuérdate de los dolores que
padeciste cuando se agotaron todas las fuerzas
de tu cuerpo y tu Corazón, e inclinando la
cabeza dijiste: «Todo está consumado». Por
esta angustia y tus dolores, ten piedad de mí en
la última consumación de mi vida y en la hora
de mi muerte, cuando mi alma esté llena de
ansiedad y conturbado mi espíritu. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.
DÉCIMOCUARTA ORACIÓN
Oh Jesús, unigénito del Padre altísimo,
esplendor y figura de su sustancia, acuérdate de
la última encomienda, cuando entregaste tu
espíritu al Padre diciendo: «En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu», y con el cuerpo
lacerado, roto tu Corazón, y con entrañas de
misericordia por redimirnos, con gran clamor
expiraste. Por tu preciosísima muerte te suplico,
oh Rey de los santos: confórtame para resistir al
diablo y al mundo, a carne y sangre, para que en
todo, y en mi muerte, viva para Ti; y en la hora
de mi muerte recibas de vuelta mi espíritu
exiliado y peregrino. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

DÉCIMOQUINTA ORACIÓN
Oh Jesús, verdadera y fecunda Vid, acuérdate
de la superefluente y abundante efusión de tu
Sangre, que como de un canal se derramaba de
tu Cuerpo, cuando en la Cruz pisaste tú solo el
lagar, y la lanza del soldado traspasó tu Costado
derramando para nosotros sangre y agua, hasta
que no quedó ni la más mínima gota, quedando
como un saco de mirra colgando en alto, y tu
delicada carne desfalleció, el líquido de tus
entrañas se evaporó, y la médula de tus huesos
se secó. Por esta amarguísima pasión y efusión
de tu preciosa Sangre, te ruego, dulcísimo Jesús,
traspases mi corazón, para que la penitencia y
las lágrimas amorosas sean mi alimento día y
noche. Y conviérteme completamente a Ti, para
que mi corazón te acoja como perpetua
habitación, y mi conversación te sea siempre
agradable y acepta, y laudable el fin de mi vida,
para que después del término de mi vida
merezca alabarte eternamente con todos los
Santos. Amén.
Salve, dulcísimo Jesucristo, ten misericordia de
mí, pecador. Padre nuestro y Ave María.

ORACIÓN FINAL
Oh Señor mío Jesucristo, Hijo de Dios vivo,
acepta esta oración con el mismo inmenso amor
con el cual soportaste todas las llagas de tu
santísimo Cuerpo; ten misericordia de nosotros,
y a todos los fieles, vivos y difuntos, concede tu
misericordia y gracia, la remisión de todas las
culpas y penas, y la vida eterna. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.

Oración de manases
Oh Señor omnipotente, Dios de nuestros
antepasados, de Abraham y de Isaac y de Jacob
y de sus justos descendientes; Oh Señor, Tú que
hiciste el cielo y la tierra con todo su ornato;
Que sellaste el mar por tu palabra imperiosa,
que confinaste lo profundo y sellaste con tu
terrible y glorioso nombre; En quien todas las
cosas se estremecen, y tiemblan a la vista de tu
poder. Porque tu gloriosa majestad no se puede
aguantar, y la amenaza de tu ira para los
pecadores es incalculable; Sin embargo,
inmensa e inalcanzable es la promesa de tu
misericordia, Porque Tú eres el Señor, Altísimo
sobre toda la tierra, benigno y longánimo, y de
mucha misericordia, y Tú te compadeces de la
malicia de los hombres. Pero tú, Señor, por tu
gran bondad, has prometido la penitencia y
remisión para los que han pecado contra Ti, y
en la multitud de tus misericordias has
decretado a los pecadores la ley de la
penitencia, para que puedan salvarse. Pues Tú,
¡oh Señor, Dios de los justos!, no has decretado
la penitencia para los justos Abraham, Isaac y
Jacob, que no pecaron contra ti, sino que has
señalado la penitencia para mí, pecador. Porque
mis pecados son más numerosos que la arena
del mar; mis iniquidades son multiplicadas, ¡Oh
Señor, son multiplicadas mis iniquidades! No
soy digno de mirar y considerar la inmensidad
del cielo debido a la multitud de mis
iniquidades. Inclinado estoy, atado con muchas
cadenas de hierro, para que no pueda levantar
cabeza ni tener alivio, porque he provocado tu
cólera y he cometido la maldad delante de ti,
creando abominaciones y multiplicando
ofensas. Y ahora doblo las rodillas de mi
corazón, implorando tu amabilidad, Señor. He
pecado Señor, he pecado, y reconozco mis
transgresiones. Por esto te imploro, Señor,
perdóname, ¡Oh Señor, perdóname! No me
destruyas con mis iniquidades, ni enojado
eternamente, guardes maldad para mí; ni me
condenes a las profundidades de la tierra.
Porque Tú eres, oh Señor, el Dios de los que se
arrepienten. Y en mí manifestarás toda tu
bondad; porque, indigno aun como soy, tú me
salvarás por tu gran misericordia. Y yo te
alabare por siempre todos los días de mi vida.
Porque toda la multitud del Cielo Te alaba, y
tuya es la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.

Oración contra el demonio


Tú, Señor, verdadero doctor y dador, que eres
Creador y Redentor, concesor y defensor,
abogado y Juez terrible y clemente, que das
vista a la mente de los ciegos, que posibilitas a
los débiles para hacer lo que ordenas; que tan
piadoso eres para quienes te dirigen
asiduamente sus peticiones, y tan liberal que no
permites que nadie desespere, perdona todos
mis pecados y todos los errores, y que tu
bondad gratuita, buen Jesús, me conduzca a esa
contemplación deseable donde ya no pueda
errar. Tú que eres conocedor de lo que está
oculto, bien conoces en cuántas faltas he caído.
Tú conoces cuán mísera y proclive es mi
debilidad, y cuán incesantemente la aflige y
presiona el enemigo. Tú, oh Cristo Dios,
batallador fortísimo y campeón siempre
victoriosísimo, mira este combate desigual,
donde clama a la gloria de Tu divina majestad la
debilidad de los mortales. Si el león rugiente
superara a la débil oveja, si el espíritu
violentísimo venciera a la débil carne, y si al
menos la domina, permitiéndolo tu justo juicio,
en el tiempo de padecer, no permitas que
seamos devorados por sus insaciables fauces.
Haz, ¡oh amador del género humano!, que se
entristezca por la alegría humana aquel que se
exulta por atacarnos. Amén.

Salmos graduales
Si son recitados en el Coro, se dicen antes de las
Maitines; pero fuera del Coro, en el momento
que mejor se considere. Los primeros cinco
Salmos se recitan sin Glória Patri, pero al final
del último de éstos, decir el Réquiem.
Salmo 119
Clamé al Señor en mi tribulación, y me atendió.
Libra, oh Señor, mi alma de los labios inicuos, y
de la lengua dolosa. ¿Qué se te dará, o qué
fruto sacarás de tus calumnias, oh lengua
fraudulenta? El ser traspasada con agudas
saetas, vibradas por una mano robusta, y ser
arrojada en un fuego devorador. ¡Ay de mí, que
mi destierro se ha prolongado! Habitado he
entre los moradores de Cedar: largo tiempo ha
estado mi alma peregrinando. Yo era pacífico
con los que aborrecían la paz; pero ellos, así que
les hablaba, se levantaban contra mí sin motivo
alguno.
Salmo 120
Alcé mis ojos hacia los montes de Jerusalén, de
donde me ha de venir el socorro. Mi socorro
viene del Señor que creó el cielo y la tierra. No
permitirá que resbalen tus pies, oh alma mía; ni
se adormecerá aquel que te está guardando. No
por cierto, no se adormecerá, ni dormirá el que
guarda a Israel. El Señor es el que te custodia: el
Señor está a tu lado para defenderte. Ni de día
el sol te quemará, ni de noche te dañará la luna.
El Señor te preservará de todo mal: guardará el
Señor tu alma. El Señor te guardará en todos los
pasos de tu vida, desde ahora y para siempre.
Salmo 121
Gran contento tuve cuando se me dijo: Iremos a
la Casa del Señor. En tus atrios descansarán
nuestros pies, oh Jerusalén. Jerusalén, la cual se
va edificando como una ciudad, cuyas partes o
habitantes están en perfecta y mutua unión.
Allá subirán las tribus, todas las tribus del
Señor, según la ordenanza dada a Israel, para
tributar alabanzas al nombre del Señor. Allí se
establecerán los tribunales para ejercerse la
justicia, el trono para la casa de David. Pedid a
Dios los bienes de la paz para Jerusalén, y decid:
Vivan en la abundancia los que te aman, oh
ciudad santa. Reine la paz dentro de tus muros,
y la abundancia en tus torres o palacios. Por
amor de mis hermanos y de mis prójimos, he
pedido yo la paz y prosperidad para ti. Por
respeto a la Casa del Señor Dios nuestro te
procuré tantos bienes.
Salmo 122
A ti, Señor, que habitas en los cielos, levanté
mis ojos. Como los ojos de los siervos están
mirando siempre las manos o insinuaciones de
sus amos: Como la esclava tiene fijos sus ojos en
la manos de su señora; así nuestros ojos están
clavados en el Señor Dios nuestro, para moverle
a que se apiade de nosotros. Apiádate, Señor,
ten misericordia de nosotros, porque estamos
muy hartos de oprobios: Llena de ellos está
nuestra alma, hecha la mofa de los ricos, y el
escarnio de los soberbios.
Salmo 123
A no haber estado el Señor con nosotros,
confiéselo ahora Israel, a no haber estado el
Señor a favor nuestro, Cuando arremetieron las
gentes contra nosotros, nos hubieran sin duda
tragado vivos: Hubiérannos infaliblemente
sumergido las aguas, entonces que se inflamó
su furor contra nosotros. Pero ha vadeado
nuestra alma el torrente. Seguramente sin el
socorro del Señor no hubiera podido vadear
unas aguas tan profundas. Bendito sea el Señor,
que no permitió que fuésemos presa de sus
rabiosos dientes. Nuestra alma, o vida, escapó
cual pájaro del lazo de los cazadores: Fue roto el
lazo, y nosotros quedamos libres. Nuestro
socorro viene del nombre del Señor, creador del
cielo y de la tierra.
℣. Dales, Señor, el descanso eterno.
℟. Y brille para ellos la luz perpetua.
De rodillas:
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
En voz baja: Padre nuestro, que estás en los
Cielos, santificado sea el tu Nombre. Venga a
nos el tu Reino. Hágase tu Voluntad, así en la
tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada
día dánosle hoy, y perdónanos nuestras deudas,
así como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores.
℣. Y no nos dejes caer en la tentación.
℟. Mas líbranos del mal.
℣. De las puertas del Infierno.
℟. Libra, Señor, sus almas.
℣. Descansen en paz.
℟. Amén.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a ti mi clamor.
Oremos.

ORACIÓN
Absolved, os suplicamos, Señor, las almas de
vuestros servidores y servidoras, y las de todos
los fieles difuntos, de todo vínculo de sus
pecados: para que, en la gloria de la
resurrección, respiren entre vuestros Santos y
elegidos resucitados. Por J. C. N. S. ℟. Amén.
Finalizada la Oración, recitar los Salmos
Graduales que siguen; y finalizado cada Salmo
decir el Glória Patri.

Salmo 124
Los que ponen en el Señor su confianza, estarán
firmes como el monte de Sion: nunca jamás será
derrocado el morador de Jerusalén. Circuida
está Jerusalén de montes, y el Señor es el
antemural de su pueblo desde ahora y para
siempre. Porque no dejará el Señor sujeto ya
por largo tiempo al dominio de los pecadores el
linaje de los justos; para que agobiados no se
echen al partido de la iniquidad. Bendice, oh
Señor, a los buenos, y a los rectos de corazón.
Pero a los que se desvían por caminos torcidos,
envolverlos ha el Señor con los malhechores. La
paz de Dios estará sobre Israel.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 125
Cuando el Señor hará volver a Sion los cautivos,
será indecible nuestro consuelo. Entonces
rebosará de gozo nuestra boca, y de júbilo
nuestra lengua. Diráse entonces entre las
naciones: Grandiosas cosas ha hecho por ellos el
Señor. Sí, cosas grandes ha obrado el Señor a
favor nuestro: inundados estamos de gozo.
Pero, Señor, libra de la esclavitud a los demás
de nuestros hermanos cautivos: vuelvan como
torrentes al soplo del Mediodía. Aquellos que
sembraban con lágrimas, segarán llenos de
júbilo. Cuando iban, esparcían llorando sus
semillas: Mas cuando vuelvan, vendrán con
gran regocijo, trayendo las gavillas de sus
mieses.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126
Si el Señor no es el que edifica la casa, en vano
se fatigan los que la fabrican. Si el Señor no
guarda la ciudad, inútilmente se desvela el que
la guarda. En vano será el levantaros antes de
amanecer: levantaos después de haber
descansado, y acudid al Señor los que coméis
pan de lágrimas. Mientras concede Dios el
sueño y reposo a sus amados, he aquí que les
viene del Señor la herencia, los hijos, las
ganancias, y las crías de los ganados. Como las
flechas en mano de un hombre robusto; así los
hijos de los justos atribulados. Dichoso aquel
varón que ve cumplidos sus deseos con
respecto a tales hijos: no quedará confundido,
cuando hubiere de tratar con sus enemigos en
las puertas o tribunales.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127
Bienaventurados todos aquellos que temen al
Señor, que andan por sus santos caminos.
Dichoso tú, oh justo; porque comerás en paz el
fruto del trabajo de tus manos: dichoso serás, y
todo te irá bien. Tu esposa será como una parra
fecunda en el recinto de tu casa: Alrededor de
tu mesa estarán tus hijos como pimpollos de
olivos. Tales serán las bendiciones del hombre
que teme al Señor. El Señor te bendiga desde
Sion, para que contemples los bienes de
Jerusalén, y disfrutes de ellos todos los días de
tu vida, Y veas a los hijos de tus hijos, y la paz
en Israel.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 128
Muchas veces me han asaltado los enemigos
desde mi tierna edad; dígalo ahora Israel:
Muchas veces me han asaltado desde mi tierna
edad; pero no han podido conmigo. Sobre mis
espaldas descargaron crudos golpes los
pecadores: por largo tiempo me hicieron sentir
su injusticia o tiranía, El Señor empero que es
justo, ha cortado o aplastado la cabeza a los
pecadores: confundidos sean, y puestos en fuga
todos los que aborrecen a Sion. Sean como
yerba de tejados, la cual antes de ser arrancada,
se seca: De la que nunca llenó su puño el
segador, ni sus brazos el que recoge los
manojos; Ni dijeron los pasajeros: La bendición
del Señor continúe sobre vosotros, os la
deseamos en el nombre del Señor.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
De rodillas:
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
En voz baja: Padre nuestro, que estás en los
Cielos, santificado sea el tu Nombre. Venga a
nos el tu Reino. Hágase tu Voluntad, así en la
tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada
día dánosle hoy, y perdónanos nuestras deudas,
así como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores.
℣. Y no nos dejes caer en la tentación.
℟. Mas líbranos del mal.
℣. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
℟. Que es desde el principio tu herencia.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a ti mi clamor.
Oremos.
ORACIÓN
Oh Dios, de quien es propio usar siempre de
misericordia y de perdón; recibid nuestra
súplica, para que a nosotros, y a todos vuestros
siervos que se hallan aprisionados con la cadena
de sus delitos, los liberte vuestra misericordia,
usando con ellos y con nosotros de piedad. Por
J. C. N. S. ℟. Amén.
Finalizada la Oración, recitar los Salmos
Graduales que siguen; y finalizado cada Salmo
decir el Glória Patri.
Salmo 129
Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén
atentos tus oídos a la voz de mis plegarias. Si te
pones a examinar, Señor, nuestras maldades,
¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu
presencia? Mas en ti se halla como de asiento la
clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti,
oh Señor. En la promesa del Señor se ha
apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su
esperanza. Desde el amanecer hasta la noche
espere Israel en el Señor. Porque en el Señor
está la misericordia, y en su mano tiene una
redención abundantísima. Y él es el que
redimirá a Israel de todas sus iniquidades.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 130
Oh Señor, no se ha engreído mi corazón, ni mis
ojos se han mostrado altivos. No he aspirado a
cosas grandes, ni a cosas elevadas sobre mi
capacidad. Si yo no he sentido bajamente de mí,
sino que al contrario se ha ensoberbecido mi
ánimo, Como el niño recién destetado está
penando en los brazos de su madre; tal sea la
pena dentro de mi corazón. Espere Israel en el
Señor, desde ahora y por siempre jamás.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 131
Acuérdate de David, oh Señor, y de toda su gran
mansedumbre: De cómo juró al Señor, e hizo
voto al Dios de Jacob, diciendo: No me meteré
yo al abrigo de mi casa: no subiré a reposar en
mi lecho: No pegaré mis ojos, ni cerraré mis
párpados, Ni reclinaré mis sienes, hasta que
tenga una habitación para el Señor, un
tabernáculo para el Dios de Jacob. Nosotros
hemos oído que su morada estaba antes en Silo,
tierra de Efrata: la hallamos después en
Cariatiarim o Campos de la selva. Entraremos,
pues, en su pabellón: adoraremos la peana de
sus pies, y le diremos: Oh Señor, levántate, y
ven al lugar de tu morada, tú y el Arca en que
brilla tu santidad. Revístanse de justicia o
santidad tus sacerdotes, y regocíjense tus
santos. Por amor de David, siervo tuyo, no
apartes tu rostro de tu Ungido. Juró el Señor a
David esta promesa, que no retractará: Colocaré
sobre tu trono a tu descendencia. Con tal que
tus hijos sean fieles a mi alianza y a los
preceptos que yo les enseñaré, Aun los hijos de
estos ocuparán tu trono para siempre. Porque
el Señor ha escogido para sí a Sion; la ha elegido
para habitación suya, diciendo: Este es para
siempre el lugar de mi reposo: aquí habitaré,
porque este es el sitio que me he escogido.
Colmaré de bendiciones a sus viudas; hartaré de
pan a sus pobres. Revestiré a sus sacerdotes de
santidad; y sus santos o fieles siervos saltarán
de júbilo. Aquí haré florecer el cetro de David:
preparada tengo una antorcha a mi Ungido,
esto es, el Mesías que nacerá de su linaje para
iluminar al mundo. A sus enemigos los cubriré
de oprobio; mas en él brillará la gloria de mi
propia santidad.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 132
¡Oh cuán buena y cuán dulce cosa es el vivir los
hermanos en mutua unión! Es como el oloroso
perfume, que derramado en la cabeza, va
destilando por la respetable barba de Aarón, Y
desciende hasta la orla de su vestidura: como el
rocío que cae sobre el monte Hermón, como el
que desciende sobre el monte Sion. Pues allí
donde reina la concordia, derrama el Señor sus
bendiciones y vida sempiterna.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 133
Ea pues, bendecid al Señor ahora mismo,
vosotros todos, oh siervos del Señor. Vosotros
los que asistís en la Casa del Señor, en los atrios
del Templo de nuestro Dios, levantad por las
noches vuestras manos hacia el Santuario, y
alabad al Señor. Bendígate desde Sion el Señor
que creó el cielo y la tierra.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
De rodillas:
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
En voz baja: Padre nuestro, que estás en los
Cielos, santificado sea el tu Nombre. Venga a
nos el tu Reino. Hágase tu Voluntad, así en la
tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada
día dánosle hoy, y perdónanos nuestras deudas,
así como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores.
℣. Y no nos dejes caer en la tentación.
℟. Mas líbranos del mal.
℣. Salva a tus siervos.
℟. Que esperan en ti, Dios mío.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a ti mi clamor.
Oremos.
ORACIÓN
Cubrid, Señor, con la diestra de vuestro celestial
auxilio a vuestros siervos y siervas; para que
con todo su corazón busquen y merezcan
conseguir lo que dignamente piden. Por J. C. N.
S. ℟. Amén.

Oración contra enemigos de la iglesia


Oh María Inmaculada, soberana Reina de los
cielos y la tierra, y nuestra bondadosa Abogada,
te suplicamos dígnate interceder por nosotros.
Ruega a Dios que envíe a San Miguel y todos los
santos Ángeles alejar a todos los obstáculos que
se oponen al reinado del Sagrado Corazón de
Jesús en las almas, nuestras familias, nuestro
país y el mundo entero. Y tú, San Miguel,
príncipe de la celestial milicia, te suplicamos de
todo corazón que vengas a nuestro auxilio.
Defiéndenos contra los ataques de satanás; y
por el poder que Dios te confirió, después de
asegurar la victoria de la Iglesia en este mundo,
guía nuestras almas hacia las eternas moradas.
Amén. ¡Sagrado Corazón de Jesús, venga a nos
el tu Reino!
Oración contra satanas
¡Oh Augusta Reina del Cielo, Soberana Señora
de los Ángeles! Vos que desde el principio del
mundo habéis recibido de Dios el poder y la
misión de aplastar la cabeza de la serpiente,
esto es, la cabeza de Satanás, humildemente os
suplicamos para que enviéis vuestras santas
legiones para que bajo vuestras órdenes y por
vuestro poder, ellos puedan perseguir a los
demonios, combatirlos en todas partes, reprimir
su audacia, y arrojarlos al abismo de
lamentación eterna. ¿Quién puede
parangonarse con Dios? Oh bondadosa y tierna
Madre, Vos siempre seréis nuestro amor y
nuestra esperanza. Oh Madre de Dios, enviad
los Santos Ángeles y Arcángeles para
defenderme y mantener al cruel enemigo lejos
de mí. Santos Ángeles y Arcángeles,
defendednos y protegednos. Amén.

Letanias de nuestra señora del rosario


Antífona: Bajo tu amparo nos acogemos, Santa
Madre de Dios; no deseches las súplicas que te
dirigimos en nuestras necesidades; antes bien,
líbranos siempre de todo peligro, Virgen
gloriosa y bendita. Señora nuestra, Medianera
nuestra, Abogada nuestra, reconcílianos con tu
Hijo, encomiéndanos a tu Hijo, represéntanos
ante tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra
muerte.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Virgen, óyenos.
Virgen, escúchanos.
Santa María, Ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, Ruega por nosotros.
Santa Virgen de las vírgenes, Ruega por
nosotros.
Madre de la Piedad, Ruega por nosotros.
Madre de la Verdad, Ruega por nosotros.
Madre de la Caridad, Ruega por nosotros.
Virgen Potentísima, Ruega por nosotros.
Virgen Prudentísima, Ruega por nosotros.
Virgen Clementísima, Ruega por nosotros.
Mansa esclava del Señor, Ruega por nosotros.
Humilde esclava de Cristo, Ruega por nosotros.
Fiel esclava de Dios, Ruega por nosotros.
Esposa del Padre Eterno, Ruega por nosotros.
Hija del Rey sumo, Ruega por nosotros.
Templo del Espíritu Santo, Ruega por nosotros.
Casa de Dios, Ruega por nosotros.
Santuario de Cristo, Ruega por nosotros.
Sagrario del Paráclito, Ruega por nosotros.
Espejo de Justicia, Ruega por nosotros.
Trono de la Sabiduría, Ruega por nosotros.
Fuente de Misericordia, Ruega por nosotros.
Salud de los enfermos, Ruega por nosotros.
Refugio de los míseros, Ruega por nosotros.
Abogada de los pecadores, Ruega por nosotros.
Resplandeciente estrella, Ruega por nosotros.
Hermosa como la luna, Ruega por nosotros.
Brillante como el sol, Ruega por nosotros.
Escala del Cielo, Ruega por nosotros.
Puerta del Paraíso, Ruega por nosotros.
Señora del mundo, Ruega por nosotros.
Cedro fragante, Ruega por nosotros.
Mirra conservante, Ruega por nosotros.
Bálsamo fluyente, Ruega por nosotros.
Flor de la virginidad, Ruega por nosotros.
Lirio de castidad, Ruega por nosotros.
Rosa de pureza, Ruega por nosotros.
Palma elevada, Ruega por nosotros.
Vara floreciente, Ruega por nosotros.
Gema refulgente, Ruega por nosotros.
Preciosa oliva, Ruega por nosotros.
Hermosa paloma, Ruega por nosotros.
Mujer graciosa, Ruega por nosotros.
Zarza incombustible, Ruega por nosotros.
Huerto cerrado, Ruega por nosotros.
Pozo sellado, Ruega por nosotros.
Toisón de Gedeón, Ruega por nosotros.
Panal de Sansón, Ruega por nosotros.
Trono de Salomón, Ruega por nosotros.
Vid fructificante, Ruega por nosotros.
Nave abundante, Ruega por nosotros.
Arca salvadora, Ruega por nosotros.
Gloria de los siglos, Ruega por nosotros.
Honor del pueblo, Ruega por nosotros.
Nutricia del niño, Ruega por nosotros.
Reina de los Ángeles, Ruega por nosotros.
Reina de los Patriarcas, Ruega por nosotros.
Reina de los Profetas, Ruega por nosotros.
Reina de los Apóstoles, Ruega por nosotros.
Reina de los Mártires, Ruega por nosotros.
Reina de los Confesores, Ruega por nosotros.
Reina de los Predicadores, Ruega por nosotros.
Reina de las Vírgenes, Ruega por nosotros.
Reina de todos los Santos, Ruega por nosotros.
Reina del Santísimo Rosario, Ruega por
nosotros.
De todo mal y pecado, Líbranos, Señora.
Por tu salutífera Natividad y tu santa
Presentación, Líbranos, Señora.
Por tu santa Purificación y tu vida celeste,
Líbranos, Señora.
Por tu admirable Asunción y tu gloriosa
Coronación, Líbranos, Señora.
Para que te dignes impetrarnos la verdadera
penitencia y perseverancia, Te rogamos, Señora.
Para que te dignes conservar los órdenes
Eclesiásticos y los Príncipes Católicos, Te
rogamos, Señora.
Para que te dignes aumentar y conservar
nuestra congregación, y todas las
congregaciones devotas a Ti, Te rogamos,
Señora.
Para que te dignes obtenerle al pueblo Cristiano
paz, salud y abundancia, Te rogamos, Señora.
Para que te dignes impetrar un puerto a los
navegantes, la victoria a los combatientes por la
Fe, vida a los fieles y el descanso eterno a los
difuntos, Te rogamos, Señora.
℣. Salve, hermosura del Cielo,
℟. Socórrenos, Señora
℣. Salve, piedad del Cielo,
℟. Danos fortaleza, Señora.
℣. Salve, dulzura del Cielo,
℟. Intercede por nosotros, Señora.
℣. Santa María, Madre de Cristo,
℟. Escucha a tus siervos suplicantes, e impetra
para nosotros alcanzar Indulgencia del Cielo.
℣. Rogad por nosotros, Santos todos,
℟. Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.
℣. Salva a tus siervos y siervas,
℟. Dios mío, que esperan en Ti.
Oremos.
ORACIÓN
Escucha misericordioso, Señor, a tus siervos,
para que cuantos estamos congregados en la
Sociedad del Santísimo Rosario de la Madre de
Dios y Virgen María, por su intercesión ante Ti,
seamos liberados de todo peligro inminente. Oh
Dios, cuyo Unigénito por su vida, muerte y
resurrección en nuestra sustancia de carne, nos
obtuvo el premio de la salvación eterna, danos
a tus siervos que recordamos todo esto por el
Santo Rosario, imitar lo que trae, sentir lo que
comporta, y alcanzar lo que promete.
Concédenos te suplicamos, Señor, que todos tus
Ángeles y Santos se unan para orar por
nosotros, y dígnate escucharlos clemente.
Admite benigno, Señor, las súplicas de tu
Iglesia, para que destruidos todos sus
adversarios y los errores, te sirva con segura
libertad. Custodia, Señor, a tu siervo N. nuestro
Patrono, por cuya majestad te suplicamos, para
que la virtud de tu Bendición lo dirija en todos
sus caminos, y lo defienda contra las insidias de
todos los enemigos, tanto visibles como
invisibles. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
℣. Dios te salve, María,
℟. Llena de gracia,
℣. El Señor es contigo:
℟. Bendita tú entre las mujeres, y Bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús, Jesucristo. Amén.
℣. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte.
℟. E impetra el descanso sempiterno a los fieles
difuntos. Amén.
Con su descendencia pía, bendíganos ✠la
Virgen María. Amén.

Letania patriarquina

Antífona: Escúchanos, Señor, porque tu


misericordia es benigna: vuélvete a nosotros,
Señor, según la multitud de tus misericordias.
Salmo 68, 2. Sálvame, oh Dios, porque las aguas
de la tribulachón han entrado hasta mi alma.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
℞. Como era en el principio, y ahora y siempre,
y por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: Escúchanos, Señor, porque tu
misericordia es benigna: vuélvete a nosotros,
Señor, según la multitud de tus misericordias.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo óyenos.
Cristo escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Tú que eres Dios Uno y Trino, ten piedad de
nosotros.
Santa María, santísima Madre de Cristo, ruega
por nosotros.
Santa María, Virgen de vírgenes, ruega por
nosotros.
Santa María, Virgen y Madre de Dios, ruega por
nosotros.
Santa María, Virgen perpetua, ruega por
nosotros.
Santa María, llena de gracia de Dios, ruega por
nosotros.
Santa María, Hija del Rey eterno, ruega por
nosotros.
Santa María, Madre y Esposa de Cristo, ruega
por nosotros.
Santa María, Templo del Espíritu Santo, ruega
por nosotros.
Santa María, Reina del Cielo, ruega por
nosotros.
Santa María, Señora de los Ángeles, ruega por
nosotros.
Santa María, rectísima Escalera al Cielo, ruega
por nosotros.
Santa María, feliz Puerta al Paraíso, ruega por
nosotros.
Santa María, Madre y Señora nuestra, ruega por
nosotros.
Santa María, verdadera Esperanza de los fieles,
ruega por nosotros.
Santa María, Madre de Misericordia, ruega por
nosotros.
Santa María, Madre del Príncipe eterno, ruega
por nosotros.
Santa María, Madre del verdadero consejo,
ruega por nosotros.
Santa María, Madre de la Fe verdadera, ruega
por nosotros.
Santa María, Virtud de la divina Encarnación,
ruega por nosotros.
Santa María, Arcano del consejo celeste, ruega
por nosotros.
Santa María, Tesoro de los fieles, ruega por
nosotros.
Santa María, verdadera Salvación nuestra,
ruega por nosotros.
Santa María, Madre de la verdadera alegría,
ruega por nosotros.
Santa María, clarísima estrella del Cielo, ruega
por nosotros.
Santa María, deseo de la Patria celestial, ruega
por nosotros.
Santa María, dignísima de todo honor, ruega
por nosotros.
Santa María, puerta de la vida celestial, ruega
por nosotros.
Santa María, hermosura de los Ángeles, ruega
por nosotros.
Santa María, flor de los Patriarcas, ruega por
nosotros.
Santa María, deseo de los Profetas, ruega por
nosotros.
Santa María, tesoro de los Apóstoles, ruega por
nosotros.
Santa María, alabanza de los Mártires, ruega
por nosotros.
Santa María, glorificación de los Sacerdotes,
ruega por nosotros.
Santa María, ejemplo de Castidad, ruega por
nosotros.
Santa María, alegría de los Arcángeles, ruega
por nosotros.
Santa María, exultación de todos los Santos,
ruega por nosotros.
Santa María, consolación de los dolientes, ruega
por nosotros.
Santa María, refugio de los míseros, ruega por
nosotros.
Santa María, fuente de todos los perfumes,
ruega por nosotros.
Santa María, gloria de todas las Vírgenes, ruega
por nosotros.
Santa María, firmísima Estrella del mar, ruega
por nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Antífona: Bajo tu amparo nos acogemos, santa
Madre de Dios; no desprecies las súplicas que te
dirigimos en nuestras necesidades; antes
líbranos siempre de todo peligro, Virgen
gloriosa y bendita. Amén.

℣. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.


℞. Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.
℣. Señor, escucha mi oración.
℞. Y llegue a ti mi clamor.
Oremos.
ORACIÓN
Dígnate, Señor, conceder a tus siervos el don de
la gracia celestial, a fin de que la solemnidad del
Nacimiento de la Virgen Bienaventurada, cuyo
alumbramiento ha sido para nosotros el
principio de la Salvación, nos obtenga un
acrecentamiento de paz Oh Dios, de quien es
propio usar siempre de misericordia y de
perdón; recibe nuestra súplica, para que a
nosotros, y a todos tus siervos que se hallan
aprisionados con la cadena de sus delitos, los
liberte tu misericordia, usando con ellos y con
nosotros de piedad. Omnipotente y sempiterno
Dios, en cuya mano están todas las potestades y
todos los derechos de los reinos, vuélvete en
auxilio de los Cristianos, a fin de que los pueblos
turcos (o paganos) que confían en su ferocidad,
sean sometidos por el poder de tu diestra. Te
suplicamos, Señor, que por la intercesión de la
Bienaventurada siempre Virgen Santa María,
defiendas a esta República (o Reino, o Familia)
de toda adversidad; y como está postrada ante
Ti de todo corazón, en tu bondad dígnate
protegerla de las insidias de sus enemigos. Por
nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
℣. Señor, escucha mi oración.
℞. Y llegue a ti mi clamor.
℣. Escúchenos el Señor omnipotente y
misericordioso.
℞. Y nos custodie siempre. Amén.
℣. Que las almas de los fieles difuntos por la
misericordia de Dios descansen en paz.
℞. Amén

Oración modernismo
"Oh Señor, Dios todopoderoso, desde el seno
de la tormenta que aparta a tantas almas de
Vuestra Majestad, Os expresamos nuestros
sentimientos de adoración profunda y de
piedad confiada y filial. Jesús, Maestro y Amigo
nuestro, con vuestro Corazón traspasado por
nosotros, ayudadnos a permanecer firmes y
heroicos en la Fe, a llevar con amor nuestras
cruces, a mantenernos mansos y humildes,
seguros de que salvaréis a vuestra Iglesia.
Espíritu Santo Paráclito, purificad nuestros
corazones y santificadlos en la Verdad. Iluminad
y fortaleced las almas de los sacerdotes y de los
fieles, que ya no saben en qué están. Decid a
todos los cristianos desconcertados que el
Evangelio de su infancia sigue siendo la única
Palabra verdadera, y que no hay otro Dios sino
Vos, Señor. Haced que no sean arrastrados por
las sutiles corrientes de la gran herejía
modernista; dadles al contrario, por la fuerza de
la oración y de la penitencia, la gracia de poner
audazmente dique al reino de Satanás.
Santísima Virgen María, Baluarte contra las
herejías, a quien veneramos como Reina del
Cielo y Madre nuestra, ¡sed nuestra Luz y
nuestra Abogada! Conservadnos en la Verdad,
como hijos amantes de la Santa Iglesia Católica,
y poned en nuestros corazones un amor
extraordinario, un celo de fuego que nos lleve a
despreciar las cosas de esta tierra para buscar
tan solo la Voluntad de vuestro Divino Hijo.
Amén".
Oración
Ave María Santísima, Madre de Dios, Reina del
cielo, Puerta del paraíso, Señora del mundo,
Virgen pura y singular. Tú fuiste concebida sin
pecado, y concebiste a Jesús sin mancha
original. Diste a luz al Creador y Salvador del
mundo, de ello no hay duda. Líbrame de todo
mal, y ruega por mí pecador. Amén.

Salutación
Salve, Corazón santísimo;
Salve, Corazón mansísimo;
Salve, Corazón humildísimo;
Salve, Corazón purísimo;
Salve, Corazón devotísimo;
Salve, Corazón sapientísimo;
Salve, Corazón pacientísimo;
Salve, Corazón obedientísimo;
Salve, Corazón vigilantísimo;
Salve, Corazón fidelísimo;
Salve, Corazón beatísimo;
Salve, Corazón misericordiosísimo;
Salve, Corazón amantísimo de Jesús y María.
Te adoramos,
Te alabamos,
Te glorificamos,
Te damos gracias,
Te amamos
Con todo nuestro corazón,
Con toda nuestra alma,
Y con todas nuestras fuerzas.
A Ti ofrecemos nuestro corazón,
Lo donamos,
Lo consagramos,
Lo inmolamos;
Tómalo y poséelo por entero,
Y purifícalo,
E ilumínalo,
Y santifícalo,
Para que en él vivas y reines, ahora y siempre, y
por los siglos de los siglos. Amén.

Oración
Creo, Señor, afirma mi fe; espero en Ti, asegura
mi esperanza; Te amo, inflama mi amor; me
arrepiento, aumenta mi arrepentimiento. Te
adoro como primer principio; Te deseo como mi
fin último; Te alabo como mi bienhechor
perpetuo; Te invoco como mi defensor propicio.
Dirígeme con tu sabiduría, conténme con tu
justicia, consuélame con tu clemencia,
protégeme con tu poder. Te ofrezco, Dios mío,
mis pensamientos para pensar en Ti, mis
palabras para hablar de Ti, mis obras para
actuar según Tu voluntad, mis sufrimientos para
padecerlos por Ti. Quiero lo que Tú quieres,
porque Tú lo quieres, como Tú lo quieres, y en
tanto Tú lo quieras. No me inficione la
soberbia, no me altere la adulación, no me
engañe el mundo, no me atrape en sus redes el
demonio. Concédeme la gracia de depurar la
memoria, de refrenar la lengua, de recoger la
vista, y mortificar los sentidos. Te ruego, Señor,
ilumina mi entendimiento, inflama mi voluntad,
purifica mi corazón, santifica mi alma. Que llore
las iniquidades pasadas, rechace las tentaciones
futuras, corrija las inclinaciones viciosas, cultive
las virtudes necesarias. Concédeme, oh buen
Dios, amor a Ti, odio a mí, celo del prójimo,
desprecio del mundo. Que procure obedecer a
los superiores, asistir a mis inferiores, favorecer
a mis amigos, perdonar a mis enemigos. Que
venza la sensualidad con la mortificación, la
avaricia con la generosidad, la ira con la
mansedumbre, la tibieza con la devoción.
Hazme prudente en las determinaciones,
constante en los peligros, paciente en las
adversidades, humilde en la prosperidad. Haz,
Señor, que sea en la oración fervoroso, en las
comidas sobrio, en mis deberes diligente, en los
propósitos constante. Que me aplique a
alcanzar la inocencia interior, la modestia
exterior, una conversación edificante, una
conducta regular. Que me esfuerce por
someter mi naturaleza, secundar a la gracia,
observar Tu ley y merecer la salvación. Dame a
conocer cuán frágil es lo terreno, cuán grande lo
celestial y divino, cuán breve lo temporal, cuán
perdurable lo eterno. Haz que me prepare
para la muerte, que tema el juicio, que evite el
infierno y que obtenga el paraíso. Por Cristo
Nuestro Señor. Amén}

Oracion
Oh Señor Jesucristo, yo os adoro pendiente en
la Cruz, portando en vuestra cabeza la Corona
de Espinas. Os ruego que por vuestra Cruz me
libréis del ángel castigador. Amén. Padre
nuestro y Ave María. Oh Señor Jesucristo, yo os
adoro llagado en la Cruz, recibiendo para beber
hiel y vinagre. Os ruego que vuestras llagas sean
el remedio de mi alma. Amén. Padre nuestro y
Ave María. Oh Señor Jesucristo, os ruego por la
amargura de vuestra Pasión, que por mí,
misérimo pecador, padecísteis en la Cruz, sobre
todo en la hora cuando vuestra Alma santísima
salió de vuestro benditísimo Cuerpo, tened
piedad de mi alma cuando abandone mi cuerpo,
y conducidla a la vida eterna. Amén. Padre
nuestro y Ave María. Oh Señor Jesucristo, yo os
adoro descendiendo a los Infiernos, para liberar
a los que allí estaban cautivos. Os suplico que
no permitáis que entre a padecer en ese lugar.
Amén. Padre nuestro y Ave María. Oh Señor
Jesucristo, yo os adoro yacente en el Sepulcro,
ungido con mirra y especies aromáticas. Os
ruego que vuestra muerte sea mi vida. Amén.
Padre nuestro y Ave María. Oh Señor Jesucristo,
yo os adoro resurgiendo de la muerte,
ascendiendo a los Cielos, y sentado a la diestra
de Dios Padre. Os pido que tengáis misericordia
de mí, para que sea digno de seguiros y de estar
con Vos. Amén. Padre nuestro y Ave María. Oh
Señor Jesucristo, Buen Pastor, que conserváis a
los justos y justificáis a los pecadores, tened
piedad de todos los fieles, y sed propicio
conmigo, miserable e indigno pecador. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

Coraza de san patricio


Me envuelvo hoy día y ato a mí una fuerza
poderosa, la invocación de la Santísima
Trinidad, y la fe en las tres divinas personas y en
un único Dios. Me envuelvo hoy día y ato a mí la
fuerza de Jesucristo, hijo de María siempre
Virgen, a su Bautismo, la fuerza de su
Crucifixión y entierro, la fuerza de su
Resurrección y Ascensión, la fuerza de su vuelta
para el Juicio de eternidad. Me envuelvo hoy
día y ato a mí el amor de los Querubines, la
obediencia de los Ángeles, el servicio de los
Arcángeles, la esperanza de la resurrección para
el premio, las oraciones de los Patriarcas, las
predicciones de los Profetas, las predicaciones
de los Apóstoles, la fe de los Mártires, la
inocencia de las santas Vírgenes, las buenas
obras de los Confesores. Me envuelvo hoy día y
ato a mí el amor maternal y la pureza virginal de
María Santísima, Hija de Dios Padre, Madre de
Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo. Me
envuelvo hoy día y ato a mí la fuerza de Dios
para orientarme, el poder de Dios para
sostenerme, la sabiduría de Dios para guiarme,
el ojo de Dios para prevenirme, el oído de Dios
para escucharme, la palabra de Dios para
apoyarme, la mano de Dios para defenderme, el
camino de Dios para recibir mis pasos, el escudo
de Dios para protegerme, los ejércitos de Dios
para darme seguridad contra las trampas de los
demonios, contra las tentaciones de los vicios,
contra las inclinaciones de la naturaleza, contra
los que desean el mal de lejos o de cerca,
estando yo solo o en la multitud. Convoco hoy
día todas estas fuerzas poderosas, que están
entre mí y estos males, contra las encantaciones
de los falsos profetas, contra las leyes negras
del paganismo, contra las leyes falsas de los
herejes, contra la astucia de la idolatría, contra
los conjuros de brujas, brujos y magos, contra la
curiosidad que daña el cuerpo y el alma del
hombre. Invoco a Jesucristo que me proteja hoy
día contra el veneno, el incendio, el ahogo, las
heridas para que pueda yo alcanzar abundancia
en premio. Jesucristo conmigo, Jesucristo
delante de mí, Jesucristo detrás de mí,
Jesucristo en mí, Jesucristo a mi derecha,
Jesucristo a mi izquierda, Jesucristo en la
anchura, Jesucristo en la longitud, Jesucristo en
la altura, Jesucristo en el corazón de todo
hombre que piensa en mí, Jesucristo en la boca
de todos los que hablan de mí, Jesucristo en
todo ojo que me ve y Jesucristo en todo oído
que me escucha. Del Señor es la salvación, de
Jesucristo es la salvación, Tu salvación, Señor,
está siempre con nosotros. AMEN
Consagración
Jesús, dulcísimo Redentor del género humano,
míranos postrados humildemente delante de tu
Altar (Fuera de la iglesia o el oratorio, decir:
ante tu Presencia); tuyos somos y tuyos
queremos ser, y a fin de estar más firmemente
unidos a ti, he aquí que, hoy día, cada uno de
nosotros se consagra espontáneamente a tu
Sagrado Corazón. Muchos, Señor, nunca te
conocieron; muchos te desecharon al
quebrantar tus Mandamientos; compadécete,
Jesús, de los unos y de los otros, y atráelos a
todos a tu Santo Corazón. Sé Rey, ¡Señor!, no
sólo de los fieles que jamás se separaron de ti,
sino también de los hijos pródigos que te
abandonaron; haz que vuelvan pronto a la casa
paterna, no sea que perezcan de miseria y de
hambre. Sé Rey de aquéllos a quienes
engañaron opiniones erróneas y desunió la
discordia; tráelos al puerto de la Verdad y a la
unidad de la Fe, para que luego no quede más
que un solo Rebaño y un solo Pastor. Sé Rey de
los que aún siguen envueltos en las tinieblas de
la idolatría o del islamismo. A todos dígnate
atraerlos a la luz de tu Reino. Mira, finalmente,
con ojos de misericordia, a los hijos de aquel
pueblo, que en otro tiempo fue tu predilecto;
que también descienda sobre ellos, como
bautismo de redención y vida, la sangre que
reclamó un día contra sí. Concede, Señor, a tu
Iglesia incolumidad y libertad segura, otorga a
todos los pueblos la tranquilidad del orden; haz
que del uno al otro polo de la tierra resuene
esta sola aclamación: “ALABADO SEA EL DIVINO
CORAZÓN, POR QUIEN HEMOS ALCANZADO LA
SALUD; A ÉL GLORIA Y HONOR, POR LOS SIGLOS
DE LOS SIGLOS”. Así sea.

Letanias nuestra señora de la salette


Señor, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, Ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de
nosotros.
Dios, Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, que sois un Dios, Ten piedad de
nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, Reconciliadora de
los pecadores, ruega por nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, apoyo de los
justos, ruega por nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, salud de los
enfermos, ruega por nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, consuelo de los
afligidos, ruega por nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, que te apareciste
a dos niños pastores de los Alpes para darnos
graves advertencias, ruega por nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, que derramáis
lágrimas pensando en los pecados de los
hombres, ruega por nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, que nos quieres
hacer entender las amenazas del Señor, a fin
que nos convirtamos, ruega por nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, que por vuestras
súplicas detienes el furioso brazo del Señor
contra nosotros, ruega por nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, que dijiste: «Si mi
pueblo no quiere someterse, me veré forzada a
dejar caer el brazo de mi Hijo», ruega por
nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, que ruegas
contínuamente a tu divino Hijo, para que tenga
misericordia de nosotros, ruega por nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, que tienes tanta
pena por causa de nuestros pecados, ruega por
nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, que mereces todo
nuestro reconocimiento, ruega por nosotros.
Nuestra Señora de La Salette, que, después de
haber dado vuestras advertencias a los niños en
la montaña les has dicho: «Hijos míos,
comunicaréis esto a todo mi pueblo», ruega por
nosotros.
Vos que habéis anunciado a los hombres los
castigos terribles que les aguardan si ellos no se
convierten, ruega por nosotros.
Vos que les anunciáis la misericordia y el perdón
si se vuelven a Dios, ruega por nosotros.
Vos que prometéis gracias abundantes si hacen
penitencia, ruega por nosotros.
Vos cuya Aparición milagrosa hacéis retumbar
los Cielos y la tierra, ruega por nosotros.
Vos cuyos prodigios se extienden en todas las
naciones, ruega por nosotros.
Vos cuyo culto se acrecienta cada día, ruega por
nosotros.
Vos cuyos beneficios embelesan a todos
vuestros hijos, ruega por nosotros.
Vos que jamás sois invocada en vano, ruega por
nosotros.
Vos que habéis hecho brotar un agua milagrosa
a vuestros pies, ruega por nosotros.
Vos que, a ejemplo de Jesús, retornáis la vista a
los ciegos, el movimiento a los paralíticos y la
salud a los enfermos, ruega por nosotros.
Vos que consoláis todas los infortunios, ruega
por nosotros.
Vos que aparecisteis resplandeciente de
claridad, ruega por nosotros.
Vos que lleváis en vuestro pecho el crucifijo y
los instrumentos de la Pasión, ruega por
nosotros.
Vos que nos habéis advertido de santificar el día
del Señor, si nosotros queremos evitar los
terribles castigos, ruega por nosotros.
Vos que dijisteis que el trabajar en el Día del
Señor y la blasfemia excitan particularmente la
cólera de Dios, ruega por nosotros.
Vos que nos habéis reprochado por no guardar
los ayunos y abstinencias de la Iglesia, ruega por
nosotros.
Vos que nos habéis anunciado las plagas de
Dios, si continuamos violando sus
Mandamientos, ruega por nosotros.
Vos que habéis recomendado la oración en la
mañana y en la tarde, ruega por nosotros.
Por vuestra potente protección, ¡líbranos de los
males que nos amenazan, oh Santa María!
Nosotros, pobres pecadores, ¡conviértenos, oh
Santa María!
En el cumplimiento de nuestros deberes,
¡ayúdanos, oh Santa María!
En la sólida piedad, ¡afírmanos, oh Santa María!
En la práctica contínua de todas las virtudes,
¡aliéntanos, oh Santa María!
En nuestras alegrías, ¡sé con nosotros, oh Santa
María!
En nuestros dolores, ¡sosténnos, oh Santa
María!
En todos los momentos de la vida, ¡obténnos
una sumisión entera a la voluntad de Dios, oh
Santa María!
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, Ten piedad de nosotros.
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que por los múltiples prodigios que nos
obtiene su intercesión no cesáis de mostrarnos
cuánto os es agradable la devoción hacia la
Santísima Virgen María, concedednos la gracia
de ser siempre fieles a las enseñanzas que Ella
nos brinda, a fin que después de haber
guardado vuestros Mandemientos en esta vida,
tengamos la dicha de poseeros por toda la
Eternidad. Por J. C. N. S. Amén.

Corona franciscana
Por la señal ✠de la Santa Cruz, de nuestros ✠
enemigos, líbranos Señor ✠Dios nuestro. En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
en quien creo, en quien espero, a quien amo y
estimo más que mi vida, solo por ser Vos quien
sois me pesa de baberos ofendido, y propongo
morir antes que volver a pecar, ayudado de
vuestra divina gracia: dádmela, Dios mío, para
rezar con fervor la Corona de vuestra santísima
Madre. Amén.
℣. Abrid, Señor ✠, mis labios.
℟. Y mi voz pronunciará vuestras alabanzas.
℣. Dios mío, † en mi favor, benigno entiende.
℟. Señor, a mi socorro, presto atiende.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio y ahora y siempre y
en los siglos de los siglos. Amén.
℣. En tu Concepción, Virgen María, fuiste
Inmaculada.
℟. Ruega por nosotros al Padre, cuyo Hijo diste
a luz.
Me alegro con Vos, oh María, por el gozo que os
inundó el corazón cuando, después del anuncio
del Arcángel San Gabriel, el Verbo Eterno por
obra del Espíritu Santo se encarnó en vuestro
castísimo seno. Padre nuestro, 10 Ave María y
Gloria. Bendita sea la santa e Inmaculada
Concepción de la Bienaventurada Virgen María.
Me alegro con Vos, oh María, por la consolación
por Vos probada en la visita a vuestra prima
Santa Isabel, mientras ella devenida en
profetisa, os reconoció y veneró por verdadera
Madre del divino Redentor, y San Juan Bautista,
entonces recluido en su seno fue santificado por
tal visita santificado. Padre nuestro, 10 Ave
María y Gloria. Bendita sea la santa e
Inmaculada Concepción de la Bienaventurada
Virgen María.
Me alegro con Vos, oh María, por aquel gozo
inefable que probasteis en la gruta de Belén
luego que, conservando intacto el lirio de
vuestra virginidad, disteis a luz sin dolor alguno
a vuestro divino hijo Jesús, que había venido a
traer la paz y la redención al mundo, y lo visteis
adorado por los pastores. Padre nuestro, 10 Ave
María y Gloria. Bendita sea la santa e
Inmaculada Concepción de la Bienaventurada
Virgen María.
Me alegro con Vos, oh María, por la suma
alegría que experimentó vuestro corazón
cuando visteis a los santos Reyes Magos venir
reverentes desde lejanas tierras para postrarse
ante vuestro divino infante Jesús, y adorarle
como verdadero hombre Dios y Redentor del
mundo, avizorando vos en ellos las primicias de
la Gentilidad. Padre nuestro, 10 Ave María y
Gloria. Bendita sea la santa e Inmaculada
Concepción de la Bienaventurada Virgen María.
Me alegro con Vos, oh María, por el júbilo que
gustó vuestro corazón amoroso, cuando
buscando por tres días a Jesús perdido, Le
encontrasteis en el templo entre los doctores de
la ley, que ya expandía los rayos de su infinita
sabiduría. Padre nuestro, 10 Ave María y Gloria.
Bendita sea la santa e Inmaculada Concepción
de la Bienaventurada Virgen María.
Me alegro con Vos, oh María, por la purísima
alegría que embriagó vuestro corazón, cuando
visteis aparecer resucitado de entre los muertos
a vuestro divino Hijo revestido de gloria y de
luz, impasible e inmortal. Padre nuestro, 10 Ave
María y Gloria. Bendita sea la santa e
Inmaculada Concepción de la Bienaventurada
Virgen María.
Me alegro con Vos, oh María, del inmenso g-ozo
con que fuisteis inundada, cuando por los
Ángeles fuisteis gloriosamente asunta en
cuerpo y alma al Cielo, coronada de la Santísima
Trinidad como Reina de Cielo y tierra,
constituida abogada de los pecadores y madre
nuestra amorosísima. Padre nuestro, 10 Ave
María y Gloria. Bendita sea la santa e
Inmaculada Concepción de la Bienaventurada
Virgen María.
Se agregan dos Ave María para completar el
número 72, en memoria de los 72 años que,
según las sentencias más comunes, María
Santísima vivió en esta tierra. Bendita sea la
santa e Inmaculada Concepción de la
Bienaventurada Virgen María.
OFRECIMIENTO DE LA CORONA
Oh dulcísima Virgen María, Madre de Dios,
Reina de los ángeles y seguro refugio de
pecadores, os ruego por todos vuestros gozos
.que volváis vuestros benignos ojos sobre este
ínfimo entre vuestros devotos, y recibid con
agrado el obsequioso tributo que ha sido mi
intención presentaros, rezando la corona de
vuestras principales alegrías. Continuad vuestro
patrocinio conmigo, así como deseo yo,
continuar y aumentar mi afecto y devoción a
Vos. Concededme por vuestra gracia que yo sea
del número de aquellos que Vos amáis y
guardáis escritos en vuestro Corazón virginal.
Encomiendo igualmente a vuestra clementísima
intercesión la Santa Iglesia Católica, la
extirpación de las herejías, la perpetua paz y
unión entre los príncipes cristianos, la felicidad
de sus estados, y finalmente todos los vivos y
muertos, por los que es mi intención y
obligación rogar. Particularmente os suplico,
postrado a vuestros sagrados pies, me alcancéis
de vuestro divino Hijo el perdón de mis
gravísimas culpas, los auxilios oportunos para la
observancia de su divina ley, ejercicio de
virtudes y victoria de mis malas inclinaciones.
Limpiad, Virgen inmaculada, mi corazón de todo
pecado, y echad de mí todo aquello que
desagrade a vuestros ojos purísimos. Purgad mi
alma de los amores y afectos terrenos,
levantándola al amor de los bienes celestiales y
eternos. Y finalmente, alcanzadme de vuestro
hijo Jesús el máximo de todos los bienes, la
perseverancia final, que será, Virgen
inmaculada, el más glorioso triunfo de vuestra
intercesión y de la divina misericordia. Amén.

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia...


℣. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
℟. Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN
Concédenos, misericordiosísimo Dios, el socorro
en nuestra debilidad, para que cuantos
recitamos la Corona de la Santísima Virgen, por
el auxilio de su intercesión, nos levantemos de
nuestras iniquidades. Por J. C. N. S. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.

Ave marias stella


Salve, del mar Estrella,
Salve, Madre sagrada
De Dios y siempre Virgen,
Feliz puerta del Cielo.
Tomando de Gabriel
El Ave, Virgen alma,
Mudando el nombre de Eva,
Paces divinas trata.
La vista restituye,
Las cadenas desata,
Todos los males quita,
Todos los bienes causa.
Muéstrate Madre, y llegue
Por Ti nuestra esperanza
A quien, por darnos vida,
Nació de tus entrañas.
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
Libres de culpa, infunde
Virtud humilde y casta.
Vida nos presta pura,
Camino firme allana;
Que quien a Jesús llega,
Eterno gozo alcanza.
Al Padre, al Hijo,
Al Santo Espíritu alabanzas;
Una a los tres le demos,
Y siempre eternas gracias. Amén.

Letanias del nombre de Jesus


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santa Trinidad, que sois un solo Dios, ten
piedad de nosotros.
Jesús, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Jesús, esplendor del Padre, ten piedad de
nosotros.
Jesús resplandor de la luz eterna, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Rey de la gloria, ten piedad de nosotros.
Jesús, sol de justicia, ten piedad de nosotros.
Jesús, Hijo de María Virgen, ten piedad de
nosotros.
Jesús amable, ten piedad de nosotros.
Jesús admirable, ten piedad de nosotros.
Jesús, Dios fuerte, ten piedad de nosotros.
Jesús, Padre del siglo venidero, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Ángel del gran consejo, ten piedad de
nosotros.
Jesús poderosísimo, ten piedad de nosotros.
Jesús pacientísimo, ten piedad de nosotros.
Jesús obedientísimo, ten piedad de nosotros.
Jesús, manso y humilde de corazón, ten piedad
de nosotros.
Jesús, amante de la castidad, ten piedad de
nosotros.
Jesús, amador nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, Dios de la paz, ten piedad de nosotros.
Jesús, Autor de la vida, ten piedad de nosotros.
Jesús, Ejemplar de las virtudes, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Celador de las almas, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Dios nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, Refugio nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, padre de los pobres, ten piedad de
nosotros.
Jesús, tesoro de los fieles, ten piedad de
nosotros.
Jesús, buen Pastor, ten piedad de nosotros.
Jesús, luz verdadera, ten piedad de nosotros.
Jesús, Sabiduría eterna, ten piedad de nosotros.
Jesús, Bondad infinita, ten piedad de nosotros.
Jesús, Camino y Vida nuestra, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Gozo de los Ángeles, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Rey de los Patriarcas, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Maestro de los Apóstoles, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Doctor de los Evangelistas, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Fortaleza de los Mártires, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Luz de los Confesores, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Pureza de las Vírgenes, ten piedad de
nosotros.
Jesús, Corona de todos los Santos, ten piedad
de nosotros.
Sénos propicio; perdónanos, Jesús.
Sénos propicio; escúchanos, Jesús.
De todo mal, líbranos Jesús.
De todo pecado, líbranos Jesús.
De tu ira, líbranos Jesús.
De las asechanzas del diablo, líbranos Jesús.
Del espíritu de la fornicación, líbranos Jesús.
De la muerte eterna, líbranos Jesús.
Del menosprecio de tus inspiraciones, líbranos
Jesús.
Por el misterio de tu santa Encarnación, líbranos
Jesús.
Por tu Natividad, líbranos Jesús.
Por tu infancia, líbranos Jesús.
Por tu divinísima vida, líbranos Jesús.
Por tus trabajos, líbranos Jesús.
Por tu Agonía y Pasión, líbranos Jesús.
Por tu Cruz y desamparo, líbranos Jesús.
Por tus Angustias, líbranos Jesús.
Por tu Muerte y sepultura, líbranos Jesús.
Por tu Resurrección, líbranos Jesús.
Por tu Ascensión, líbranos Jesús.
Por tu institución de la santísima Eucaristía,
líbranos Jesús.
Por tus gozos, líbranos Jesús.
Por tu gloria, líbranos Jesús.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, perdónanos, Jesús.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, escúchanos, Jesús.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, ten misericordia de nosotros, Jesús.
Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos.
Oremos: Oh Señor Jesucristo, que dijiste: “Pedid
y recibiréis; buscad y hallaréis; llamad y se os
abrirá”: rogámoste que nos concedas, como te
pedimos, el afecto de tu divinísimo amor, para
que con todo el corazón, con palabras y obras,
te amemos, y de alabarte nunca cesemos. Haz,
Señor, que siempre temamos y juntamente
amemos tu santo Nombre, pues nunca
desampara tu Providencia a los que
sólidamente arraigas en tu amor: Que vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Letanias del espíritu santo


Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de no-sotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten pie-dad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un sólo Dios, ten
piedad de nosotros.
Espíritu Santo, procedente del Padre y del Hijo,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de la Verdad, ten piedad de nosotros.
Espíritu Santo de la Sabiduría, ten piedad de
nosotros.
Espíritu Santo del entendimiento, ten piedad de
nosotros.
Espíritu Santo de la fortaleza, ten piedad de
nosotros.
Espíritu Santo de la piedad, ten piedad de
nosotros.
Espíritu Santo del buen consejo, ten piedad de
nosotros.
Espíritu Santo de la verdadera ciencia, ten
piedad de nosotros.
Espíritu Santo del santo temor de Dios, ten
piedad de nosotros.
Espíritu de la caridad, ten piedad de nosotros.
Espíritu de la alegría, ten piedad de nosotros.
Espíritu de la paz, ten piedad de nosotros.
Espíritu de las virtudes, ten piedad de nosotros.
Espíritu de toda la gracia, ten piedad de
nosotros.
Espíritu de la adopción de los hijos de Dios, ten
piedad de nosotros.
Purificador de nuestras almas, ten piedad de
nosotros.
Santificador y guía de la Iglesia Católica, ten
piedad de nosotros.
Distribuidor de los dones celestiales, ten piedad
de nosotros.
Conocedor de los pensamientos y de las
intenciones del corazón, ten piedad de
nosotros.
Dulzura de los que comienzan a servirte, ten
piedad de nosotros.
Corona de los predestinados, ten piedad de
nosotros.
Alegría de los Ángeles, ten piedad de nosotros.
Luz de los Patriarcas, ten piedad de nosotros.
Inspiración de los Profetas, ten piedad de
nosotros.
Palabra y sabiduría de los Apóstoles, ten piedad
de nosotros.
Victoria de los Mártires, ten piedad de nosotros.
Ciencia de los Confesores, ten piedad de
nosotros.
Pureza de las Vírgenes, ten piedad de nosotros.
Unción de todos los Santos, ten piedad de
nosotros.
Sednos propicio. Perdónanos, Señor.
Sednos propicio. Escúchanos, Señor.
De todo pecado, líbranos Señor.
De todas las tentaciones y acechanzas del
demonio, líbranos Señor.
De toda presunción y desesperación, líbranos
Señor.
Del ataque a la verdad revelada, líbranos Señor.
De la envidia de la gracia fraterna, líbranos
Señor.
De toda obstinación e impenitencia, líbranos
Señor.
De toda negligencia y liviandad de espíritu,
líbranos Señor.
De toda impureza de la mente y del cuerpo,
líbranos Señor.
De todas las herejías y errores, líbranos Señor.
De todo mal espíritu, líbranos Señor.
De la muerte súbita y eterna, líbranos Señor.
Por tu eterna procedencia del Padre y del Hijo,
líbranos Señor.
Por la milagrosa concepción del Hijo de Dios,
líbranos Señor.
Por tu descendimiento sobre Jesús bautizado,
líbranos Señor.
Por tu santa aparición en la transfiguración del
Señor, líbranos Señor.
Por tu venida sobre los discípulos del Señor,
líbranos Señor.
En el día del juicio, líbranos Señor.
Nosotros pecadores, te rogamos óyenos.
Para que nos perdones, te rogamos óyenos.
Para que te dignes vivificar y santificar a todos
los miembros de la Iglesia, te rogamos óyenos.
Para que te dignes concedernos el don de la
verdadera piedad, devoción y oración, te
rogamos óyenos.
Para que te dignes inspirarnos sinceros afectos
de misericordia y de caridad, te rogamos
óyenos.
Para que te dignes crear en nosotros un espíritu
nuevo y un corazón puro, te rogamos óyenos.
Para que te dignes concedernos verdadera paz y
tranquilidad de corazón, te rogamos óyenos.
Para que nos hagas dignos y fuertes, para
soportar las persecuciones por amor a la
justicia, te rogamos óyenos.
Para que te dignes confirmarnos en tu gracia, te
rogamos óyenos.
Para que nos recibas en el número de tus
elegidos, te rogamos óyenos.
Para que te dignes atendernos, te rogamos
óyenos.
Espíritu de Dios, te rogamos óyenos.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, envíanos el Espíritu Santo.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, mándanos el Espíritu prometido del
Padre.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, danos el buen Espíritu.
Espíritu Santo, óyenos.
Espíritu Paráclito, Escúchanos
Antífona: Envía tu Espíritu y todo será creado, y
renovarás la faz de la tierra.
Oremos: Oh Dios, que aleccionaste a los
corazones de tus fieles con la ciencia del Espíritu
Santo, haz que, guiados por este mismo
Espíritu, saboreemos las dulzuras del bien, y
gocemos siempre de sus divinos consuelos. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Letanias de nuestra señora


Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de no-sotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten pie-dad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un sólo Dios, ten
piedad de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de vírgenes, ruega por nosotros.
Madre de Cristo, ruega por nosotros.
Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.
Madre de la Divína gracia, ruega por nosotros.
Madre purísima, ruega por nosotros.
Madre castísima, ruega por nosotros.
Madre inviolada, ruega por nosotros.
Madre incorrupta, ruega por nosotros.
Madre amable, ruega por nosotros.
Madre admirable, ruega por nosotros.
Madre del Buen Consejo, ruega por nosotros.
Madre del Creador, ruega por nosotros.
Madre del Salvador, ruega por nosotros.
Virgen prudentísima, ruega por nosotros.
Virgen venerable, ruega por nosotros.
Virgen laudable, ruega por nosotros.
Virgen humildísima, ruega por nosotros.
Virgen poderosa, ruega por nosotros.
Virgen clemente, ruega por nosotros.
Virgen fiel, ruega por nosotros.
Espejo de justicia, ruega por nosotros.
Trono de la Sabiduría, ruega por nosotros.
Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Vaso espiritual, ruega por nosotros.
Vaso honorable, ruega por nosotros.
Vaso de insígne devoción, ruega por nosotros.
Rosa mística, ruega por nosotros.
Torre de David, ruega por nosotros.
Torre de marfil, ruega por nosotros.
Casa de oro, ruega por nosotros.
Arca de la Alianza, ruega por nosotros.
Puerta del Cielo, ruega por nosotros.
Estrella de la mañana, ruega por nosotros.
Arca de salvación, ruega por nosotros.
Mística ciudad de Dios, ruega por nosotros.
Adoratriz perpetua de Jesús Sacramentado,
ruega por nosotros.
Salud de los enfermos, ruega por nosotros.
Refugio de los pecadores, ruega por nosotros.
Consuelo de los afligidos, ruega por nosotros.
Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros.
Corredentora del género humano, ruega por
nosotros.
Medianera de todas las gracias, ruega por
nosotros.
Terror de los demonios, ruega por nosotros.
Exterminadora de todas las herejías, ruega por
nosotros.
Reina Inmaculada, ruega por nosotros.
Reina de los Ángeles, ruega por nosotros.
Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros.
Reina de los Profetas, ruega por nosotros.
Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.
Reina de los Mártires, ruega por nosotros.
Reina de los Confesores, ruega por nosotros.
Reina de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Reina de todos los Santos, ruega por nosotros.
Reina concebida sin mancha de pecado, ruega
por nosotros.
Reina asunta a los Cielos, ruega por nosotros.
Reina del Santísimo Rosario, ruega por
nosotros.
Reina del clero, ruega por nosotros.
Reina de la Iglesia, ruega por nosotros.
Reina de la familia, ruega por nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, ten piedad de nosotros.
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos: Te suplicamos, Señor Dios, nos
concedas a nosotros tus siervos, gozar de
perpetua salud de alma y cuerpo: y, por la
intercesión de la gloriosa y Bienaventurada
siempre Vírgen María santísima, vernos libres
de las tristezas presentes, y obtener las alegrías
eternas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Veni creator spiritus


Ven, creador Espíritu,
De los tuyos la mente a visitar;
A encender en tu amor los corazones
Que de la nada plugóte crear.
Tú que eres el Paráclito,
Llamado y don altísimo de Dios;
Fuente viva, amor y fuego ardiente,
Y espiritual unción.
Tú, septiforme en dádivas,
Tú, dedo de la diestra Paternal;
Tú, promesa magnífica del Padre,
Que el torpe labio vienes a soltar.
Con tu luz ilumina los sentidos,
Los afectos inflama con tu amor;
Con tu fuerza invencible corrobora
La corpórea flaqueza y corrupción.
Lejos expulsa al pérfido enemigo,
Envíanos tu paz;
Siendo Tú nuestro guía,
Toda culpa logremos evitar.
Dénos tu influjo conocer al Padre,
Dénos también al Hijo conocer;
Y del uno y del otro, oh Santo Espíritu,
En Tí creamos con sincera fe.
A Dios Padre alabanza, honor y gloria,
Con el Hijo que un día resucitó
De entre los muertos; y al feliz Paráclito,
De siglos en la eterna sucesión. Amén
Magnificat
Glorifica mi alma al Señor, y mi espíritu se
regocija en Dios mi Salvador. Porque ha puesto
sus ojos en la humildad de su esclava; y he aquí
que todas las generaciones me llamarán
bienaventurada, porque el Omnipotente ha
hecho en mí grandes cosas; y su Nombre es
santo. Y su misericordia se propaga de
generación en generación sobre los que le
temen. Desplegó el poder de su brazo: y disipó
los designios del corazón de los soberbios.
Derribó del trono a los poderosos y exaltó a los
humildes. Colmó de bienes a los hambrientos; y
a los ricos despidió sin cosa alguna. Levantó a
Israel su siervo, acordándose de su misericordia:
según había prometido a nuestros padres,
Abraham y su descendencia, por los siglos de los
siglos. Amén.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Como
era en el principio, ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén.
Oración a san pio V
Álzase de la guerra el ronco estruendo,
Y el culto del Señor es despreciado,
Y de las culpas el castigo horrendo
¡Ay! amenaza al orbe amedrentado.
¿A quién del Cielo en tan fatal apuro
Invocará nuestro clamor ardiente?
¿Quién, Pio, mas que tú, podrá seguro
Remedio dar al mundo delincuente?
Nadie como tu, Pontífice supremo,
Con mas intenso ardor, el honor santo
Del Señor promovió, ni a tal extremo
Hizo temblar la iniquidad de espanto.
¿A quién del Cielo en tan fatal apuro
Invocará nuestro clamor ardiente?
¿Quién, Pio, mas que tú, podrá seguro
Remedio dar al mundo delincuente?
Tu alejaste feliz el yugo impío
De la cristiana grey que preparaban
Los bárbaros de Islam con feroz brío,
Y avasallarlo todo amenazaban.
¿A quién del Cielo en tan fatal apuro
Invocará nuestro clamor ardiente?
¿Quién, Pio, mas que tú, podrá seguro
Remedio dar al mundo delincuente?
Tu, por armadas acosado, viste
De tu ferviente orar a la eficacia
A las islas Equínadas huir triste
A ocultarse el tirano de la Tracia.
¿A quién del Cielo en tan fatal apuro
Invocará nuestro clamor ardiente?
¿Quién, Pio, mas que tú, podrá seguro
Remedio dar al mundo delincuente?
Y a gran distancia ves en el momento
Roto y deshecho el impostor ufano;
Y declara tu voz su vencimiento
Y de la Cruz el triunfo soberano.
¿A quién del Cielo en tan fatal apuro
Invocará nuestro clamor ardiente?
¿Quién, Pio, mas que tú, podrá seguro
Remedio dar al mundo delincuente?
Desde esa tu mansion, de lumbre llena,
Dirige a nosotros propicia tu mirada,
La discordia civil hunde y enfrena,
La atroz guerra a tus pies encadenada.
¿A quién del Cielo en tan fatal apuro
Invocará nuestro clamor ardiente?
¿Quién, Pio, mas que tú, podrá seguro
Remedio dar al mundo delincuente?
Y a tus ruegos la paz en alas de oro
Vuele risueña a remozar el suelo,
Y alcemos todos en alegre coro
Himnos a Dios con cánticos del Cielo.
¿A quién del Cielo en tan fatal apuro
Invocará nuestro clamor ardiente?
¿Quién, Pio, mas que tú, podrá seguro
Remedio dar al mundo delincuente?
¡Oh Trinidad divina e inefable
Y un solo Dios, a ti la gloria sea!
Y de poder y loa perdurable
Lleno la inmensa eternidad te vea. Así sea.
V. Ruega por nosotros, bienaventurado San Pío
V.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que para destruir a los enemigos de la
Iglesia y restaurar el culto divino, elevasteis al
bienaventurado Pío al sumo pontificado, haced
que protegidos por su intercesión, de tal modo
nos adhiramos a vuestro servicio que,
triunfando de las emboscadas de todos
nuestros enemigos, gocemos de inalterable paz.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración
¡Oh dulcísimo Jesús! Por el sudor de sangre que
derramasteis en el Huerto de Getsemaní: tened
piedad de las almas del Purgatorio.
¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores de vuestra
crudelísima flagelación: tened piedad de las
almas del Purgatorio.
¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que
padecisteis llevando hasta el Calvario la Cruz a
cuestas: tened piedad de las almas del
Purgatorio.
¡Oh dulcísimo Jesús! Por el inmenso dolor que
padecisteis al separarse vuestra alma de
vuestro cuerpo: tened piedad de las almas del
Purgatorio..
Encomendémonos en fin todos a las almas del
Purgatorio, diciendo:
¡Oh, ánimas benditas! Ya que por vosotras
hemos rogado, vosotras que tan amadas sois
del Señor, y que tenéis la certeza de no poderle
ya perder, rogadle por nosotros que nos vemos
todavía en peligro de condenarnos y perder a
Dios para siempre.
V. Dales, Señor el descanso eterno.
R. Y brille para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue hasta Ti mi clamor.
OREMOS
Oh Dios, Creador y Redentor de todos los
hombres, conceded a las almas de vuestros
servidores y servidoras, la remisión de todos sus
pecados, a fin de que obtengan por nuestras
humildísimas oraciones el perdón que ellas
siempre han deseado. Vos que vivís y reináis
por los siglos de los siglos. Amén.
V. Descansen en paz.
R. Amén.

Oración próximos a morir


ACTO DE ACEPTACIÓN DE LA MUERTE
Todo cristiano, a lo menos una vez cada mes,
debería leer y acompañar con el corazón el
siguiente texto:
Adoro, Dios mío, vuestro ser eterno: pongo en
vuestras manos el que me habéis dado, y que
ha de cesar por la muerte en el instante en que
Vos lo hayáis dispuesto. Acepto esta muerte
con sumisión y espíritu de humildad en unión
de la que sufrió mi Señor Jesucristo, y espero
que con esta aceptación mereceré vuestra
misericordia.

INDULGENCIA PLENARIA PARA LA HORA DE LA


MUERTE
Como a muchos sorprende la muerte sin darles
tiempo para ganar indulgencias, el Papa San Pío
X ha concedido una plenaria para el artículo de
la muerte a todos aquellos que una vez en su
vida, en un día a elección, después de confesar y
comulgar, hubiesen hecho con verdadero
espíritu de caridad el siguiente acto de
aceptación, o con otra fórmula semejante.
¡Señor, Dios mío! Desde este momento, con
ánimo sereno y resignado, acepto de vuestras
manos cualquier género de muerte que os
plazca mandarme, con todos los dolores, penas
y angustias que la acompañen.

ORACIÓN
¡Oh Dios de bondad, Dios clemente, Dios que,
según la multitud de tus misericordias,
perdonas a los arrepentidos, y por la gracia de
una entera remisión borras las huellas de
nuestros crímenes pasados! Dirige una mirada
compasiva a tu siervo N.; recibe la humilde
confesión que te hace de sus culpas, y
concédele el perdón de todos sus pecados.
Padre de misericordia infinita, repara en él todo
lo que corrompió la fragilidad humana y
manchó la malicia del demonio; júntale para
siempre con el cuerpo de la Iglesia, como
miembro que fue redimido por Jesucristo. Ten,
Señor, piedad de sus gemidos, compadécete de
sus lágrimas, y puesto que no espera sino en tu
misericordia, dígnate dispensarle la gracia de la
perfecta reconciliación. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.

ORACIÓN PARA ALCANZAR UNA BUENA


MUERTE
¡Jesús, Señor, Dios de bondad, Padre de
misericordia! Yo me presento ante Vos con un
corazón contrito, humillado y confuso, y os
encomiendo mi última hora y lo que después de
ella me espera.
Cuando mis pies, perdiendo su movimiento, me
adviertan que mi carrera en este mundo está
próxima a su fin,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis manos, trémulas y torpes, ya no
puedan sostener el Crucifijo, y a pesar mío lo
deje caer sobre el lecho de mi dolor,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis ojos, vidriados y contorcidos por el
horror de la inminente muerte, fijaren en Vos
sus miradas lánguidas y moribundas,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis labios, fríos y convulsos,
pronunciaren por última vez vuestro adorable
Nombre,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi cara, pálida y amoratada, cause
lástima y terror a los circunstantes, y mis
cabellos bañados del sudor de la muerte,
erizándose en mi cabeza, anunciaren que está
cercano mi fin,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para
siempre a las conversaciones de los hombres, se
abrieren para oír la sentencia irrevocable que
fijará mi suerte por toda la eternidad,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi imaginación, agitada por horrendos
fantasmas, quede sumergida en mortales
congojas, y mi espíritu, perturbado con el temor
de vuestra justicia al acordarse de mis
iniquidades, luchare contra el infernal enemigo,
que quisiera quitarme la esperanza en vuestras
misericordias y precipitarme en los horrores de
la desesperación,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi corazón, débil y oprimido por el
dolor de la enfermedad, estuviere sobrecogido
por el temor de la muerte, fatigado y rendido
por los esfuerzos que habrá hecho contra los
enemigos de mi salvación,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando derramare mis últimas lágrimas,
síntomas de mi destrucción, recibidlas, Señor,
como un sacrificio de expiación; a fin de que yo
muera como víctima de penitencia, y en aquel
momento terrible,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando mis parientes y amigos, juntos


alrededor de mí, se estremezcan al ver mi
situación y os invoquen por mí,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando, perdido el uso de los sentidos, el
mundo todo desapareciere de mi vista, y yo
gima entre las angustias de la última agonía y
los afanes de la muerte,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando los últimos suspiros del corazón
empujen mi alma a que salga del cuerpo,
aceptadlos, Señor, como hijos de una santa
impaciencia de ir hacia Vos, y entonces,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi alma salga para siempre de este
mundo y deje mi cuerpo pálido, frío y sin vida,
aceptad la destrucción de él como un homenaje
que rendiré a vuestra Divina Majestad, y en
aquella hora,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
En fin, cuando mi alma comparezca ante Vos y
vea por primera vez el esplendor de vuestra
Majestad, no la arrojéis de vuestra presencia;
dignaos recibirme en el seno de vuestra
misericordia, para que cante eternamente
vuestras alabanzas,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
ORACIÓN
¡Oh Dios, que, habiéndonos condenado a
muerte, nos habéis ocultado el momento y la
hora de la misma!; haced que viviendo yo justa
y santamente, pueda merecer salir de este
mundo en vuestra gracia y santo amor. Por los
méritos de nuestro Señor Jesucristo, que junto
con el Espíritu Santo vive y reina con Vos. Así
sea.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma
mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última
agonía.
Jesús, José y María, expire en paz con Vos el
alma mía.
RECOMENDACIÓN DEL ALMA (Según el Ritual
Romano TRADICIONAL)
LETANÍA DE LOS AGONIZANTES
Señor, ten piedad de él. (1)
Jesucristo, ten piedad de él.
Señor, ten piedad de él.
Santa María, ruega por él.
San Abel, ruega por él.
Coro de los justos, rogad por él.
San Abraham, ruega por él.
San Juan Bautista, ruega por él.
San José, ruega por él.
Santos Patriarcas y Profetas, rogad por él.
San Pedro, ruega por él.
San Pablo, ruega por él.
San Andrés, ruega por él.
San Juan, ruega por él.
Santos Apóstoles y Evangelistas, rogad por él.
Santos Discípulos del Señor, rogad por él.
Santos Inocentes, rogad por él.
San Esteban, ruega por él.
San Lorenzo, ruega por él.
Santos Mártires, ruega por él.
San Silvestre, ruega por él.
San Gregorio, ruega por él.
San Agustín, ruega por él.
Santos Pontífices y Confesores, rogad por él.
San Benito, ruega por él.
San Francisco, ruega por él.
San Camilo, ruega por él.
San Juan de Dios, ruega por él.
Santos Monjes y Ermitaños, rogad por él.
Santa María Magdalena, ruega por él.
Santa Lucía, ruega por él.
Santas Vírgenes y Viudas, rogad por él.
Santos y Santas de Dios, rogad por él.
Séle propicio, perdónale, Señor.
Séle propicio, líbrale, Señor.
Séle propicio, líbrale, Señor.
De tu cólera, líbrale, Señor.
Del peligro de la muerte, líbrale, Señor.
De la mala muerte, líbrale, Señor.
De las penas del infierno, líbrale, Señor.
De todo mal, líbrale, Señor.
Del poder del demonio, líbrale, Señor.
Por tu Natividad, líbrale, Señor.
Por tu Cruz y Pasión, líbrale, Señor.
Por tu muerte y sepultura, líbrale, Señor.
Por tu gloriosa Resurrección, líbrale, Señor.
Por tu admirable Ascensión, líbrale, Señor.
Por la gracia del Espíritu Consolador, líbrale,
Señor.
En el día del juicio, líbrale, Señor.
Así te lo pedimos, aunque pecadores, óyenos,
Señor.
Te rogamos que le perdones, óyenos, Señor.
Señor, ten piedad, óyenos, Señor.
Jesucristo, ten piedad, óyenos, Señor.
Señor, ten piedad, óyenos, Señor.
(1) Si se rezan por una moribunda, se
reemplazan con las palabras “ella, sierva,
hermana”, la de “él, siervo, hermano”.
Hallándose el enfermo en la agonía, se dirá la
siguiente oración:
Sal de este mundo, alma cristiana, en nombre
de Dios Padre Todopoderoso, que te creó; en
nombre de Jesucristo Hijo de Dios vivo, que
padeció por ti; en nombre del Espíritu Santo,
que en ti se infundió; en nombre de la gloriosa y
santa Virgen María, Madre de Dios; en nombre
del bienaventurado José, ínclito Esposo de la
misma Virgen; en nombre de los Ángeles y
Arcángeles; en nombre de los Tronos y
Dominaciones; en nombre de los Principados y
Potestades; en el de los Querubines y Serafines;
en el de los Patriarcas y Profetas; en el de los
santos Apóstoles y Evangelistas; en el de los
santos Mártires y Confesores; en el de los
santos Monjes y Ermitaños; en nombre de las
santas Vírgenes y de todos los Santos y Santas
de Dios: hoy tu lugar sea en la paz, y tu morada
en la Santa Sión. Por el mismo Cristo nuestro
Señor. Amén.
ORACIÓN (compuesta por San Pedro Damián)
Te recomiendo a Dios Todopoderoso, mi
querido hermano (o hermana), y te pongo en
las manos de aquel de quien eres criatura, para
que después de haber sufrido la sentencia de
muerte, dictada contra todos los hombres,
vuelvas a tu Creador que te formó de la tierra.
Ahora, pues, que tu alma va a salir de este
mundo, salgan a recibirte los gloriosos coros de
los Ángeles y los Apóstoles, que deben juzgarte;
venga a tu encuentro el ejército triunfador de
los generosos Mártires; rodéete la multitud
brillante de Confesores; acójate con alegría el
coro radiante de las Vírgenes, y sé para siempre
admitido con los santos Patriarcas en la
mansión de la venturosa paz. Anímete con
grande esperanza San José, dulcísimo Patrón de
los moribundos; vuelva hacia ti benigna sus ojos
la santa Madre de Dios; preséntese a ti
Jesucristo con rostro lleno de dulzura, y
colóquete en el seno de los que rodean el trono
de su divinidad.
No experimentes el horror de las tinieblas, ni
los tormentos del suplicio eterno. Huya de ti
Satanás con todos sus satélites, y, al verte llegar
rodeado de Ángeles, tiemble y vuélvase a la
triste morada donde reina la noche eterna.
Levántese Dios, y disípense sus enemigos, y
desvanézcanse como el humo.
A la presencia de Dios desaparezcan los
pecadores, como la cera se derrite al calor del
fuego, y regocíjense los justos, como en una
fiesta perpetua ante la presencia del Señor.
Confundidas sean todas las legiones infernales;
ningún ministro de Satanás se atreva a estorbar
tu paso.
Líbrete de los tormentos Jesucristo, que fue
crucificado por ti; colóquete Jesucristo, Hijo de
Dios vivo, en el jardín siempre ameno de su
paraíso, y verdadero Pastor como es,
reconózcate por una de sus ovejas. Perdónete
misericordioso todos tus pecados; póngate a su
derecha entre sus elegidos, para que veas a tu
Redentor cara a cara, y morando siempre feliz a
su lado, logres contemplar la soberana
Majestad y gozar de la dulce vista de Dios,
admitido en el número de los Bienaventurados,
por todos los siglos de los siglos. Amén.
PRECES
Señor: Recibe a tu siervo en el lugar de la
salvación que espera de tu misericordia.
R. Amén.
Señor: Libra el alma de tu siervo de todos los
peligros del infierno, de sus castigos y males.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como preservaste a Enoc y
Elías de la muerte común a todos los hombres.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a Noé del
diluvio.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a Abraham
de la tierra de los Caldeos.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a Job de sus
padecimientos.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a Isaac de su
padre Abraham cuando iba a inmolarle.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a Lot de
Sodoma y de la lluvia de fuego.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a Moisés de
las manos de Faraón, rey de Egipto.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a Daniel del
lago de los leones.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a los tres
jóvenes del horno encendido y de las manos del
rey impío.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a Susana del
falso testimonio.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a David de
las manos de Saúl y Goliat.
R. Amén.
Señor: Libra su alma, como libraste a San Pedro
y San Pablo de las prisiones.
R. Amén.
Y como libraste a la bienaventurada Tecla,
virgen y mártir, de los más crueles tormentos,
dígnate librar el alma de tu siervo, y permítele
gozar a tu lado de los bienes eternos.
R. Amén.
ORACIÓN
Te recomendamos el alma de tu siervo (o
sierva) N., y te pedimos Señor Jesucristo,
Salvador del mundo, por la misericordia con que
bajaste por ella del cielo, que no le niegues un
lugar en la morada de los Santos Patriarcas.
Reconoce Señor, tu criatura, obra, no de dioses
extraños, sino tuya, Dios único, vivo y
verdadero, porque no hay otro Dios más que
Tú, y nadie te iguala en tus obras. Haz, Señor,
que tu dulce presencia llene su alma de alegría;
olvida sus iniquidades pasadas y los extravíos a
que fue arrastrada por sus pasiones; porque,
aun cuando pecó, no ha renunciado a la fe del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, sino que ha
conservado el celo del Señor y, ha adorado
fielmente a Dios, creador de todas las cosas. Te
pedimos, Señor, que olvides todos los pecados y
faltas que en su juventud cometió por
ignorancia, y, según la grandeza de tu
misericordia, acuérdate de él en el esplendor de
tu gloria. Ábransele los cielos y regocíjense los
Ángeles con su llegada. Recibe, Señor, a tu
siervo (o sierva) N. en tu reino. Recíbale San
Miguel Arcángel, caudillo de la milicia celestial;
salgan a su encuentro los santos Ángeles y
condúzcanle a la celeste Jerusalén. Recíbale el
Apóstol San Pedro, a quien entregaste las llaves
del reino celestial. Socórrale el Apóstol San
Pablo que mereció ser vaso de elección, e
interceda por él San Juan, el apóstol querido, a
quien fueron revelados los secretos del cielo.
Rueguen por él todos los santos Apóstoles, a
quienes Dios concedió el poder de absolver y de
retener los pecados; intercedan por él todos los
Santos elegidos de Dios, que sufrieron en este
mundo por el nombre de Jesucristo, a fin de
que, libre de los lazos de la carne, merezca
entrar en la gloria celestial por la gracia de
Nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el
Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los
siglos. Amén.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Que la clementísima Virgen María, Madre de
Dios, piadosísima consoladora de los afligidos,
encomiende a su Hijo el alma de su siervo (o
sierva) N., para que por su intercesión maternal
no tema los horrores de la muerte, sino que
entre gozoso en su compañía en la deseada
mansión de la Patria celestial. Amén.
ORACIÓN A SAN JOSÉ
A Vos recurro, San José, Patrón de los
moribundos, y a Vos, en cuyo tránsito asistieron
solícitos Jesús y María, os encomiendo
encarecidamente por ambas prendas carísimas
el alma de vuestro siervo (o sierva) N., que se
halla en su última agonía, para que bajo vuestra
protección se vea libre de las asechanzas del
diablo y de la muerte perpetua, y merezca llegar
a los gozos eternos de la Gloria. Por Jesucristo,
Nuestro Señor. Amén.

Acto
Oh santa y adorable Trinidad, deseando
cooperar en la liberación de las almas en el
Purgatorio, y para testificar mi devoción a la
Santísima Virgen María, cedo y renuncio en
favor de esas santas almas toda la parte
satisfactoria de mis obras, y todos los sufragios
que puedan dárseme después de mi muerte, y
las encomiendo enteramente en las manos de la
Santísima Virgen, para que pueda aplicarlas
según le plazca a esas almas de los fieles
difuntos que desea librar de sus sufrimientos.
Dígnate, Dios mío, aceptar y bendecir esta
ofrenda que hago para ti en este momento.
Amén

Exorcismo (estar en estado de gracia siendo una


persona espiritual y de mucha oracion)
En el Nombre del Padre, y del Hijo †, y del
Espíritu Santo. Amén.
Salmo 67.
Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos
y huyan de su presencia los que le odian. Como
se disipa el humo se disipen ellos, como, se
derrite la cera ante el fuego, así perecerán los
impíos ante Dios.
Salmo 34.
Señor, pelea contra los que me atacan; combate
a los que luchan contra mí. Sufran una derrota y
queden avergonzados los que me persiguen a
muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio
los que maquinan mi perdición. Sean como
polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor
los desbarate. Sea su camino oscuro y
resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga. Porque sin motivo me tendieron redes
de muerte, sin razón me abrieron trampas
mortales. Que les sorprenda un desastre
imprevisto, que los enrede la red que para mí
escondieron; que caigan en la misma trampa
que me abrieron. Mi alma se alegra con el Señor
y gozará de su salvación.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por
los siglos de los siglos. Amén.
SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial,
Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha
que mantenemos combatiendo “contra los
principados y potestades, contra los caudillos
de este mundo tenebroso, contra los espíritus
malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12).
Ven en auxilio de los hombres que Dios creó
incorruptibles a su imagen y semejanza (Sab. 2,
23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6,
20) de la tiranía del demonio.
Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy
los combates del Señor, como antaño luchaste
contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra
sus ángeles apóstalas. Ellos no pudieron vencer,
y perdieron su lugar en el Cielo. “Fue
precipitado el gran dragón, la antigua serpiente
el denominado diablo y satanás, el seductor del
universo: fue precipitado a la tierra y con él
fueron arrojados sus ángeles” (Apoc. 12, 8-9).
He aquí que el antiguo enemigo y homicida se
ha erguido con vehemencia. Disfrazado de
“ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de
todos los espíritus malignos rodea e invade la
tierra entera, y se instala en todo lugar, con el
designio de borrar allí el nombre de Dios y de su
Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la
corona de la gloria eterna, de destruirlas y
perderlas para siempre. Como el más inmundo
torrente, el maligno dragón derramó sobre los
hombres de mente depravada y corrompido
corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de
la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el
letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e
iniquidades.
Los más taimados enemigos han llenado de
amargura a la Iglesia, esposa del Cordero
Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han
puesto sus manos impías sobre todo lo que para
Ella es más querido. Donde fueron establecidas
la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad
como luz para las naciones, ellos han erigido el
trono de la abominación de la impiedad, de
suerte que, golpeado el Pastor, pueda
dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda
al pueblo de Dios contra la perversidad de los
espíritus que le atacan y dale la victoria.

La Iglesia te venera como su guardián y patrono,


se gloría que eres su defensor contra los
poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te
confió las almas de los redimidos para
colocarlos en el estado de la suprema felicidad.
Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio
bajo nuestros pies, para que ya no pueda
retener cautivos a los hombres y dañar a tu
Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo,
para que cuanto antes desciendan sobre
nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78,
8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que
es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás
pueda seducir a las naciones (Apoc. 20, 3).
Después de esto, confiados en tu protección y
patrocinio, con la sagrada autoridad de nuestro
ministerio [si se es laico, o aún no se ha recibido
la orden del Exorcistado, se dice: con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia], nos
disponemos a rechazar la peste de los fraudes
diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de
Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
V. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes
enemigos.
R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz
de David.
V. Señor, que tu misericordia venga sobre
nosotros.
R. Como lo esperamos de Ti.
V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a Ti nuestro clamor.
OREMOS
Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
invocamos tu santo Nombre y suplicantes
imploramos tu clemencia, para que, por la
intercesión de la Inmaculada siempre Virgen
María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel,
de San José Esposo de la Santísima Virgen, de
los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos
los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio
contra Satanás y todos los demás espíritus
inmundos que vagan por el mundo para dañar
al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.
EXORCISMO
Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder
satánico, ataque del infernal adversario, legión,
concentración y secta diabólica, en el nombre y
virtud de Nuestro Señor Jesucristo †, para que
salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas
creadas a imagen de Dios y redimidas por la
preciosa Sangre † del Divino Cordero. En
adelante no oses, perfidísima serpiente,
engañar al género humano, perseguir a la
Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y
cribarlos como el trigo †. Te lo manda Dios
Altísimo †, a quien en tu insolente soberbia aún
pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos
los hombres se salven y lleguen al conocimiento
de la verdad” (I Tim. 2, 4).
Te lo manda Dios † Padre, te lo manda Dios †
Hijo, te lo manda Dios † Espíritu Santo. Te lo
manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de
Dios hecho hombre †, quien para salvar a la
estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí
mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2,
8); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y
reveló que los “poderes del infierno nunca
prevalecerían contra ella, Él mismo había de
permanecer con ella todos los días hasta el fin
de los tiempos” (Mat. 28, 20).
Te lo manda el santo signo de la Cruz † y la
virtud de todos los Misterios de la fe cristiana †.
Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen
María †, quien con su humildad desde el primer
instante de su Inmaculada Concepción aplastó
tu orgullosa cabeza. Te lo manda la fe de los
santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás
Apóstoles. Te lo manda la sangre de los mártires
y la piadosa intercesión de todos los Santos y
Santas †.
Por tanto, maldito dragón y toda legión
diabólica, te conjuramos por Dios † vivo, por
Dios † verdadero, por Dios † santo, que “de tal
modo amó al mundo que entregó a su unigénito
Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca,
sino que viva la vida eterna” (Juan 3, 16); cesa
de engañar a las criaturas humanas y deja de
suministrarles el veneno de la eterna perdición;
deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su
libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de
toda falacia, enemigo de la salvación de los
hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada
has hallado semejante a tus obras. Retrocede
ante la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica,
la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre.
Humíllate bajo la poderosa mano de Dios.
Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el
santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se
estremecen los infiernos, a quien están
sometidas las Virtudes de los cielos, las
Potestades y las Dominaciones; a quien los
Querubines y Serafines alaban con incesantes
voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los Ejércitos.
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
OREMOS
Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles,
Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas,
Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios
de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de
las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la
vida después de la muerte, el descanso después
del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti,
ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de
todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no
tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu
gloriosa Majestad se digne libramos
eficazmente y guardamos sanos de todo poder,
lazo, mentira y maldad de los espíritus
infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
V. De las asechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.
V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura
libertad.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.
Se rocía con agua bendita el lugar y a los
presentes.
Consagración
¡Oh, gran príncipe de la celestial milicia, fiel
guardián de la Iglesia, Arcángel San Miguel, Yo,
N. aunque muy indigno de comparecer ante tu
presencia soberana, sin embargo, confíando en
tu particular bondad y en el poder de tu
intercesión ante Dios así como en tu gran
liberalidad me presento ante Tí, en compañía
de mi Angel de la guarda, y en presencia de
todos los ángeles del cielo testigos de mi
devoción por Tí, hoy te elijo, como protector
mío y abogado particular, y propongo
firmemente honrarte cuanto pueda en adelante
y hacer lo que esté de mi parte para que otros
también te honren. Asísteme durante toda mi
vida para que nunca peque ante los purísimos
ojos de Dios, ni con obras ni de palabra o
pensamiento. Defiéndeme de todas las
tentaciones del demonio, sobre todo las que
son contra la Fe y la santa pureza, y en la hora
de la muerte, da paz a mi alma y condúcela a la
eterna patria. Amén.
¡San Miguel Arcángel ruega por nosotros y por
la Santa Iglesia!
¡San Miguel, el más grande defensor de la
Realeza de Cristo, ruega por nosotros!

Oración san benito


Santísimo Confesor del Señor, Padre y Jefe de
los monjes, intercede por nuestra salud.
Destierra de esta casa las asechanzas del
maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías;
y de malas lenguas y hechicerías. Pídele al Señor
que remedie nuestras necesidades espirituales
y temporales. Pide también por la Santa Iglesia
Católica y porque mi alma no muera en pecado
mortal para que así confiado en tu poderosa
intercesión pueda algún día en el Cielo cantar
las eternas alabanzas. Amén, Jesús, María y
José.
Ave maría dolorosa
Dios te salve María, llena eres de dolores; Jesús
crucificado está contigo; digna eres de llorada y
compadecida entre las mujeres, y digno es de
ser llorado y compadecido Jesús, fruto bendito
de tu vientre. Santa María, Madre del
Crucificado, da lágrimas a nosotros
crucificadores de tu Hijo, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.

Oración
¡Oh María, Augusta esposa del Espíritu Santo!
Fuente inagotable de gracias y de bendiciones,
dignaos alcanzarnos de vuestro di-vino Esposo
los dones que tan profusamente otorgó a los
apóstoles reunidos en el Cenáculo: el don de
sabiduría, que disi-pa los errores de nuestra
inteligencia, haciéndonos comprender la
vanidad de los falsos bienes de la tierra y la
excelencia de los bienes del cielo; el don de
entendimiento que nos instruya acerca de
nuestros deberes y de todo lo que concierne a
los intereses de nuestra santificación; el don de
fortaleza, que nos comunique entereza
bastante para desafiar las burlas y desprecios
del mundo, hollando sus máximas con santa
energía; el don de ciencia, que nos esclarezca
acerca de las verdades eternas; el don de
piedad, que nos haga amar el servicio de Dios;
y, en fin, el don de temor, que nos inspire un
santo respeto mezclado de amor por Dios. Bien
sabéis, ¡oh Virgen bendita!, que nuestras
pasadas resistencias a las inspiraciones del
Espíritu Santo nos hacen indignos de sus
beneficios; pero, ayudados de vuestras
oraciones obtendremos del autor de todo don
perfecto las gracias que nos son necesarias para
vivir santamente en la tierra y llegar un día a la
eterna felicidad. Amén

Trisagio
† En el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo. Amén.
OFRECIMIENTO
Rogámoste, Señor, por el estado de la Santa
Iglesia y Prelados de ella; por la exaltación de la
fe Católica, extirpación de las herejías, paz y
concordia entre los Príncipes cristianos,
conversión de todos los agonizantes y
caminantes; por las Benditas Almas del
Purgatorio y demás piadosos fines de nuestra
santa madre la Iglesia. Amén.
V/. Bendita sea la santa e individua Trinidad,
ahora y siempre, y por todos los siglos de los
siglos.
R/. Amén.
V/. Abrid, Señor ✠, mis labios.
R/. Y mi voz pronunciará vuestras alabanzas.
V/. Dios mío, † en mi favor, benigno entiende.
R/. Señor, a mi socorro, presto atiende.
V/. Gloria sea al Padre, Gloria al eterno Hijo,
Gloria al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio y ahora y siempre y
en los siglos de los siglos. Amén. En tiempo de
cuaresma, en lugar del Aleluya se dice: Alabanza
sea dada a ti, Señor, rey de la eterna gloria.

ACTO DE CONTRICIÓN
Amorosísimo Dios, Trino y Uno, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, en quien creo, en quien espero, a
quien amo con todo mi corazón, cuerpo y alma,
potencias y sentidos, por ser Vos mi Padre, mi
Señor y mi Dios, infinitamente bueno y digno de
ser amado sobre todas las cosas: me pesa,
Trinidad Santísima; me pesa, Trinidad
misericordiosísima; me pesa, Trinidad
amabilísima, de haberos ofendido, sólo por ser
quien sois; propongo y os doy palabra de nunca
más ofenderos y de morir antes que pecar;
espero en vuestra suma bondad y misericordia
infinita, que me habéis de perdonar todos mis
pecados y me daréis gracia para perseverar en
un verdadero amor y cordialísima devoción de
vuestra siempre amabilísima Trinidad. Amén.

HIMNO
Ya se aparta el sol ardiente,
Y así, ¡oh luz perenne!, unida,
Infunde un amor constante
A nuestras almas rendidas.
En la aurora te alabamos,
Y también al mediodía,
Suspirando por gozar
En el Cielo de tu vista.
Al Padre, al Hijo y a Ti,
Espíritu que das vida,
Ahora y siempre se den
Alabanzas infinitas. Amén.
ORACIÓN AL PADRE
¡Oh Padre Eterno!: fuera de vuestra posesión,
yo no veo otra cosa que tristeza y tormento, por
más que digan los amadores de la vanidad.
¿Qué me importa que diga el sensual que su
dicha es el gozar de sus placeres? ¿Qué me
importa que también diga el ambicioso que su
mayor contento es el gozar de su gloria vana?
Yo, por mi parte, no cesaré jamás de repetir,
con vuestros Profetas y Apóstoles, que mi suma
felicidad, mi tesoro y mi gloria es el unirme a mi
Dios y mantenerme inviolablemente junto a Él.
Rezar un Padrenuestro y Avemaría; y nueve
veces: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los
ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de
vuestra gloria.
Y el coro responde: Gloria al Padre, gloria al
Hijo, gloria al Espíritu Santo.

ORACIÓN AL HIJO
¡Oh Verdad eterna!, fuera de la cual yo no veo
otra cosa que engaños y mentiras: ¡Oh, cómo
todo me parece desabrido a vista de vuestros
suaves atractivos! ¡Oh, cómo me parecen
mentirosos y falaces los discursos de los
hombres, en comparación de las palabras de
vida con las cuales Vos habláis al corazón de
aquellos que os escuchan! ¡Ah! ¿Cuándo será la
hora en que Vos me trataréis sin enigma y me
hablaréis claramente en el seno de vuestra
gloria? ¡Oh, qué trato! ¡Qué belleza! ¡Qué luz!...
Rezar un Padrenuestro y Avemaría; y nueve
veces: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los
ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de
vuestra gloria.
Y el coro responde: Gloria al Padre, gloria al
Hijo, gloria al Espíritu Santo.
ORACIÓN AL ESPIRITU SANTO
¡Oh Amor! ¡Oh Don del Altísimo, centro de las
dulzuras y de la felicidad del mismo Dios! ¡Qué
atractivo para un alma el verse en el abismo de
vuestra bondad y toda llena de vuestras
inefables consolaciones! ¡Ah placeres
engañadores! ¿Cómo habéis de poder
compararos con la mínima de las dulzuras que
un Dios, cuando le aparece, sabe derramar en
un alma fiel? ¡Oh!, si una sola partícula de ellas
es tan gustosa, ¿cuánto más será cuanto Vos la
derraméis como un torrente sin medida y sin
reserva? ¿Cuánto será esto, ¡Oh mi Dios!,
cuándo será?
Rezar un Padrenuestro y Avemaría; y nueve
veces: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los
ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de
vuestra gloria.
Y el coro responde: Gloria al Padre, gloria al
Hijo, gloria al Espíritu Santo.
ANTÍFONA
A Ti, Dios Padre ingénito; a Ti, Hijo unigénito; a
Ti, Espíritu Santo paráclito, santa e individua
Trinidad, de todo corazón te confesamos,
alabamos y bendecimos. A Ti se dé gloria por los
siglos de los siglos, Amén.
V/. Bendigamos al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R/. Alabémosle y ensalcémosle en todos los
siglos.
ORACIÓN
Señor Dios, Uno y Trino: dadnos continuamente
vuestra gracia, vuestra caridad y la
comunicación de Vos, para que en tiempo y
eternidad os amemos y glorifiquemos. Dios
Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, en una
deidad por todos los siglos de los siglos. Amén.
DEPRECACIÓN DEVOTA A LA SANTÍSIMA
TRINIDAD
V/. Padre Eterno, omnipotente Dios:
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Verbo divino, inmenso Dios.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Espíritu Santo, infinito Dios.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Santísima Trinidad y un solo Dios verdadero.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Rey de los Cielos, inmortal e invisible.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Criador, conservador y gobernador de todo
lo criado.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Vida nuestra, en quien, de quien y por quien
vivimos.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Vida divina y una en tres personas.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Cielo divino de celsitud majestuosa.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Cielo supremo del Cielo, oculto a los
hombres.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Sol divino e increado.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Círculo perfectísimo de capacidad infinita.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Manjar divino de los Ángeles.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Hermoso iris, arco de clemencia.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Luz primera y triduana, que al mundo
ilustras.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. De todo mal de alma y cuerpo.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De todos los pecados y ocasión de culpa.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De vuestra ira y enojo.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De repentina y de improvisa muerte.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De las asechanzas y cercanías del demonio.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Del espíritu de deshonestidad y de
sugestión.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De la concupiscencia de la carne.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De toda ira, odio y mala voluntad.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De plagas de peste, hambre, guerra y
terremoto.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De tempestades en el mar o en la tierra,
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De los enemigos de la fe Católica.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De nuestros enemigos y sus maquinaciones.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De la muerte eterna,
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por vuestra unidad en Trinidad y Trinidad en
unidad.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por la igualdad esencial de vuestras
Personas.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por la alteza del misterio de vuestra
Trinidad.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por el inefable nombre de vuestra Trinidad.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por lo portentoso de vuestro nombre, Uno y
Trino.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por lo mucho que os agradan las almas que
son devotas de vuestra Santísima Trinidad.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por el gran amor con que libráis de males a
los pueblos donde hay algún devoto de vuestra
Trinidad amable.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por la virtud divina que en los devotos de
vuestra Trinidad Santísima reconocen los
demonios contra sí.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Nosotros pecadores.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que acertemos a resistir al demonio con las
armas de la devoción a vuestra Trinidad.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que hermoseéis cada día más con los
coloridos de vuestra gracia vuestra imagen, que
está en nuestras almas.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que todos los fieles se esmeren en ser muy
devotos de vuestra Santísima Trinidad.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que todos consigamos las muchas
felicidades que están vinculadas para los
devotos de esa vuestra Trinidad inefable.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que al confesar nosotros el misterio de
vuestra Trinidad se destruyan los errores de los
infieles.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que todas las almas del Purgatorio gocen
mucho refrigerio en virtud del misterio de
vuestra Trinidad.
R/. Te rogamos, óyenos.

Santo es Dios, Santo fuerte, Santo inmortal,


líbranos, Señor, de todo mal. (Tres veces.)
OBSEQUIOS Y OFRECIMIENTOS A LA SANTÍSIMA
TRINIDAD
¡Oh beatísima Trinidad!, os doy palabra de
procurar con todo esfuerzo y empeño salvar mi
alma, ya que la creasteis a vuestra imagen y
semejanza y para el Cielo. Y también por amor
vuestro procuraré salvar las almas de mis
prójimos. Para salvar mi alma y daros gloria y
alabanza, sé que he de guardar la divina ley. Os
doy palabra de guardarla como la niña de mis
ojos, y también procuraré que los demás la
guarden. Aquí, en la tierra, me ejercitaré en
alabaros, y espero que después lo haré con más
perfección en el Cielo; y por esto, con frecuencia
rezaré el Trisagio y el verso: Gloria al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo. Y también procuraré
que los demás os alaben. Amén.
GOZOS PARA EL TRISAGIO COMPUESTOS POR EL
BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ
Dios Uno y Trino a quien tanto
Arcángeles, Querubines,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
Gózate, amable Deidad,
En tu incomprensible esencia,
Y de que por tu clemencia
Perdonas nuestra maldad;
Por esta benignidad,
En místico dulce canto,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
¡Oh inefable Trinidad,
Bien sumo, Eterno, Increado,
Al hombre comunicado
Por exceso de bondad!
Y porque en la eternidad
De tu ser te gozas tanto,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
Gózate, pues tu luz pura,
Con ser tan esclarecida,
No llega a ser comprendida
Por alguna criatura;
Por eso al ver tu hermosura,
Con sagrado horror y encanto,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
Eres Todopoderoso,
Sabio, Inmenso, Criador,
Justo, Remunerador,
Bueno, Misericordioso;
En tus Santos prodigioso
Has sido y eres; por tanto,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
Gózate de que en tu ser
Todo es sumo, todo igual;
Que perfección desigual
En Ti no puede caber;
Llegando esto a conocer
El Trisagio sacrosanto,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
Aunque ciega, nuestra fe
Se aventaja a la razón,
Pues con la revelación
Iluminada se ve;
Enigma es todo lo que
Ahora vemos; entretanto,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
Fiada nuestra esperanza
En tu promesa divina
Hacia la patria camina
Con segura confianza;
Entretanto que esto alcanza,
Con el más melifluo canto,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
Tu suma amable bondad
Nuestro corazón inflama,
Derivándose esta llama
De tu inmensa caridad;
Amad, criaturas, amad
A quien por amarlo tanto,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
Sea ya nuestro consuelo
El Trisagio que Isaías
Con suaves melodías
Oyó cantar en el Cielo,
Donde con ferviente anhelo,
Por dar al Infierno espanto,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
Dios Uno y Trino a quien tanto
Arcángeles, Querubines,
Ángeles y Serafines
Dicen: Santo, Santo, Santo.
V/. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu
Santo.
R/. Alabémosle y ensalcémosle en todos los
siglos.
ORACIÓN
Omnipotente y sempiterno Dios, que concediste
a tus siervos el conocer la gloria de tu eterna
Trinidad en la confesión de la verdadera fe y el
adorar la Unidad en tu augusta Majestad; Te
rogamos, Señor, que por la fuerza de esa misma
fe nos veamos siempre libres de todas las
adversidades. Por Cristo, Señor nuestro. Amén.
(1)
† En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu
Santo. Amén

Cruz fidelis
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en
flor, ni en fruto.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que
sostuvieron tan dulce peso!
Canta, lengua, la victoria del más glorioso
combate,
Y celebra el noble triunfo de la Cruz,
Y cómo el Redentor del mundo venció inmolado
en ella.
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en
flor, ni en fruto.
Compadecido el Criador del engaño de nuestro
primer padre,
Incurriendo en la muerte por haber gustado del
fruto prohibido,
Señaló otro árbol para reparar el daño del
primero.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que
sostuvieron tan dulce peso!
Este modo de obrar nuestra salvación requería
Que una estratagema burlase las artes del
traidor,
Y hallase el remedio donde hirió el enemigo con
su engaño.
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en
flor, ni en fruto.
Cuando, pues, vino la plenitud del tiempo
sagrado,
Fue enviado del seno del Padre, su hijo, Creador
del mundo,
Y, revestido de la carne, nació de vientre
virginal.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que
sostuvieron tan dulce peso!
Llora el tierno Infante reclinado en angosto
pesebre;
Envuelve en pañales su tiernos miembros la
Virgen madre;
Y enfaja los pies y las manos de un Dios.
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en
flor, ni en fruto.
Cuando cumplió los treinta años, terminando ya
el tiempo de la vida mortal,
Ofrecióse libremente el Redentor a las penas:
El Cordero es levantado en la Cruz, para ser
sacrificado.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que
sostuvieron tan dulce peso!
Mira cómo languidece, gustando amarga hiel,
Traspasado su cuerpo de espinas, clavos y lanza:
manando sangre y agua:
La tierra, el cielo, el mundo entero quedan
lavados en este río.
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en
flor, ni en fruto.
Dobla tus ramas, oh árbol elevado, plega tus
tersas fibras,
Y ablándese tu nativa dureza; y
Extiende dulcemente tus brazos a los miembros
del Rey soberano.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que
sostuvieron tan dulce peso!
Tú sola fuiste digna de sostener la víctima del
mundo,
Y preparar el puerto de salvación al arca del
mundo náufrago,
Rociado con la sangre sagrada del Cuerpo del
Cordero.
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en
flor, ni en fruto.
Gloria eterna a la Trinidad soberana;
Gloria igual al Padre y al Hijo; igual honor al
Espíritu Consolador.
El universo alabe el nombre del que es Uno y
Trino. Amén.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que
sostuvieron tan dulce peso!

Oración
Oh Corazón de María, el más amable y
compasivo después del de Jesús,
Trono de las Misericordias Divinas a favor de los
pobres pecadores;
yo, reconociéndome sumamente necesitado,
acudo a Vos,
en quien el Señor ha puesto todo el tesoro de
sus bondades,
con plenísima seguridad de ser por Vos
socorrido.
Vos sois mi refugio, mi amparo, mi esperanza;
por eso os digo y os diré en todos mis apuros y
peligros:
¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación
mía!
Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la
tristeza, o la espina
de la tribulación llague mi alma:
¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación
mía!
Cuando el mundo, el demonio y mis propias
pasiones, coaligados para mi perdición, me
persigan con sus tentaciones y quieran hacerme
perder el tesoro de la divina gracia:
¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación
mía!
En la hora de mi muerte, en aquel momento del
que depende mi eternidad, cuando se
aumenten las angustias de mi alma y los
ataques de mis enemigos:
¡Oh Corazón de María, sed la salvación mía!
Y cuando mi alma pecadora se presente ante el
Tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de
toda su vida, venid Vos a defenderla y
ampararla,
y entonces, ahora y siempre:
¡Oh Corazón de María, sed la salvación mía!
Estas gracias espero alcanzar de Vos, oh
Corazón amantísimo de mi Madre,
a fin de que pueda veros y gozar de Dios, en
vuestra compañía en el Cielo. Amén.

Letania
Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo escúchanos.
Dios Padre celestial, ten misericordia de
nosotros.
Dios Hijo, redentor del mundo, ten misericordia
de nosotros,
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de
nosotros,
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten
misericordia de nosotros.
(A partir de aquí se responde: Líbranos Señor)
De la herejía.
De la apostasía.
De la falsa Iglesia Católica que hoy se asienta en
Roma.
De las maquinaciones de sus forjadores y
propagadores.
De sus falsos Papas.
De los frutos podridos del Concilio Vaticano II.
De la perversa teología conciliar.
De sus ambiguas y malintencionadas
enseñanzas.
De sus lobos disfrazados de cordero.
De sus sepulcros blanqueados.
De su raza de víboras.
De la mofa al Espíritu Santo.
Del ultraje a Cristo y a su inmaculada y santa
Esposa.
Del contubernio con falsas religiones y
creencias.
De la burla a la sangre de los mártires.
Del menosprecio al depósito de la fe.
De corrupta liturgia y de indigno culto.
Del expolio y destrucción de los templos.
De parodias de misas y liturgia blasfema.
De detestables mesas que hoy fungen como
altares.
De ceremonias impías.
De sacramentos inválidos.
De la desacralización y del menoscabo a la
Omnipotencia Divina.
De todo arte grotesco, diabólico y ofensivo a
Dios.
Del humo de Satanás.
De la confusión reinante.
De equívoca e injusta obediencia.
Del repudio al dogma.
Del rechazo a la Revelación.
De la devoción a falsos beatos y santos.
Del desprecio a la divinidad y realeza de Cristo.
De la tentacion de la modernización de la fe.
De los instigadores a novedades execrables.
De la comunión con el mundo y de la comunión
en la mano.
De la esperanza puesta en poderes mundanos.
De la Iglesia reducida a simple entidad de
caridad social.
De contribuir a la pérdida de almas.
De la desorientación diabólica.
Del desdén a los mensajes de la Santa Madre de
Dios.
De la indiferencia al anatema.
De la perversidad de esta ramera babilónica.
De sus anticristos.
De sus falsos profetas.
De la abominación desoladora.

OREMOS
Te pedimos Señor, Dios nuestro, que nos libres
de los lazos del Maligno y de sus discípulos, que
hoy fingen pertenecer al rebaño de tus fieles,
pero su corazón está lejos de Ti. Haz que
perseveremos en la doctrina pura e inviolable
de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana,
hasta el fin de nuestros días cuando tendremos,
ante tu divina presencia, que dar cuenta de
nuestra fidelidad a la fe que juramos guardar
con nuestra vida y transmitir a futuras
generaciones. Por Jesucristo nuestro Señor,
Amén.

Letanias virgen dolorosa


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo atiéndenos.
Dios, Padre celestial, Ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de
nosotros.
Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que sois un solo Dios, Ten
piedad de nosotros.
Santa María, Ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, Ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, Ruega por
nosotros.
Madre Crucificada, Ruega por nosotros.
Madre Dolorosa, Ruega por nosotros.
Madre lacrimosa, Ruega por nosotros.
Madre aflicta, Ruega por nosotros.
Madre abandonada, Ruega por nosotros.
Madre desolada, Ruega por nosotros.
Madre despojada de su Hijo, Ruega por
nosotros.
Madre traspasada por la espada, Ruega por
nosotros.
Madre consumida por el infortunio, Ruega por
nosotros.
Madre repleta de angustias, Ruega por
nosotros.
Madre con el corazón clavado a la Cruz, Ruega
por nosotros.
Madre tristísima, Ruega por nosotros.
Fuente de lágrimas, Ruega por nosotros.
Auge de sufrimiento, Ruega por nosotros.
Espejo de paciencia, Ruega por nosotros.
Roca de constancia, Ruega por nosotros.
Áncora de confianza, Ruega por nosotros.
Refugio de los desamparados, Ruega por
nosotros.
Escudo de los oprimidos, Ruega por nosotros.
Vencedora de los incrédulos, Ruega por
nosotros.
Consuelo de los miserables, Ruega por nosotros.
Remedio de los enfermos, Ruega por nosotros.
Fortaleza de los flacos, Ruega por nosotros.
Puerto de los náufragos, Ruega por nosotros.
Bonanza en las borrascas, Ruega por nosotros.
Recurso de los afligidos, Ruega por nosotros.
Terror de los que arman celadas, Ruega por
nosotros.
Tesoro de los fieles, Ruega por nosotros.
Vista de los Profetas, Ruega por nosotros.
Báculo de los Apóstoles, Ruega por nosotros.
Corona de los Mártires, Ruega por nosotros.
Luz de los Confesores, Ruega por nosotros.
Perla de las Vírgenes, Ruega por nosotros.
Consolación de las viudas, Ruega por nosotros.
Alegría de todos los Santos, Ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, Atiéndenos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, Ten piedad de nosotros, Jesús.
Antífona: Velad por nosotros, defendednos,
preservadnos de todas las angustias, por la
virtud de Jesucristo Nuestro Señor. Amén
ORACIÓN
Imprimid, Señora, vuestras llagas en mi corazón,
para que en ellas recoja dolor y amor: dolor,
para soportar por vos todos los dolores, amor,
para despreciar por vos todos los amores.
Amén.
Letanias a Dios Padre
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padre Santo, óyenos.
Padre Justo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten misericordia de
nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia
de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de
nosotros.
Trinidad santa, un solo Dios, ten misericordia de
nosotros.
Padre nuestro, que estás en los cielos, ten
misericordia de nosotros.
Padre de Nuestro Señor Jesucristo, ten
misericordia de nosotros.
Padre de las misericordias y Dios de toda
consolación, ten misericordia de nosotros.
Padre, hemos pecado contra el cielo y contra Ti,
ten misericordia de nosotros.
Dios Padre, bendito por la eternidad, ten
misericordia de nosotros.
Padre, digno de ser adorado en Espíritu y en
verdad, ten misericordia de nosotros.
Padre, sin el que nadie va al Hijo, ten
misericordia de nosotros.
Padre de la Gloria y Señor de cielos y tierra, ten
misericordia de nosotros.
Tú que enviaste a tu Hijo al mundo, ten
misericordia de nosotros.
Tú de quien toma nombre toda paternidad en el
cielo y en la tierra, ten misericordia de nosotros.
Tú que nos elegiste en el Hijo antes de la
creación del mundo, ten misericordia de
nosotros.
Tú, que nos predestinaste como hijos adoptivos,
ten misericordia de nosotros.
Tú, que escondes tus misterios a los prudentes y
sabios y los revelas a los pequeños, ten
misericordia de nosotros.
Tú, que nos has bendecido con toda bendición
espiritual en los cielos, ten misericordia de
nosotros.
Tú, que perdonas nuestros pecados, ten
misericordia de nosotros.
Tú, que nos has elegido para que seamos santos
e inmaculados en tu presencia, ten misericordia
de nosotros.
Tú, que das el espíritu bueno a quienes te lo
piden, ten misericordia de nosotros.
Padre de las luces, del cual desciende todo bien,
ten misericordia de nosotros.
Padre que das vida y resucitas a los muertos,
ten misericordia de nosotros.
Padre que ves en lo escondido, ten misericordia
de nosotros.
Agricultor que trabajas hasta ahora, ten
misericordia de nosotros.
Tú, que haces salir el sol sobre buenos y malos,
ten misericordia de nosotros.
Tú, que haces llover sobre justos e injustos, ten
misericordia de nosotros.
Tú, que has contado todos los cabellos de
nuestras cabezas, ten misericordia de nosotros.
Tú, que no perdonaste a tu propio Hijo, sino que
lo entregaste por todos nosotros, ten
misericordia de nosotros.
Tú, que nos has llamado para asociarnos a tu
Hijo, ten misericordia de nosotros.
Tú, que nos has gratificado en tu Hijo amado,
ten misericordia de nosotros.
Tú, que nos has transportado al Reino del Hijo
de tu amor, ten misericordia de nosotros.
Tú, que nos has hecho dignos de tener parte con
tus santos, ten misericordia de nosotros.
Tú, que nos has invitado a las bodas del Hijo,
ten misericordia de nosotros.
Tú, que nos has amado y nos has dado el
consuelo eterno, ten misericordia de nosotros.
Tú, que amaste tanto al mundo que has
entregado a tu Hijo Unigénito, ten misericordia
de nosotros.
Tú, que con magnífica voz proveniente del cielo
ensalzaste a tu Hijo, ten misericordia de
nosotros.
Tú, que te has complacido en tu Hijo, ten
misericordia de nosotros.
Tú, a quien ha complacido darnos el reino, ten
misericordia de nosotros.
Tú, cuya Faz contemplan siempre los Ángeles en
los cielos, ten misericordia de nosotros.
Tú, que entregaste al Hijo para redimir al siervo,
ten misericordia de nosotros.
Tú, que tanto amor nos has dado como para
que nos llamemos y seamos tus hijos, ten
misericordia de nosotros.
Tú, que has querido que nos transformemos a
imagen de tu Hijo, ten misericordia de nosotros.
Tú, que estás sobre todos, por todos y en todos
nosotros, ten misericordia de nosotros.
Tú, que has preparado un reino a tus elegidos
antes de la creación del mundo, ten
misericordia de nosotros.
Padre de los huérfanos y juez de las viudas, ten
misericordia de nosotros.
Tú, que sin acepción de personas juzgas a cada
uno según sus obras, ten misericordia de
nosotros.
Tú, en cuya casa hay muchas moradas, ten
misericordia de nosotros, ten misericordia de
nosotros.
Padre benigno, paciente y rico en misericordia,
ten misericordia de nosotros.
Sénos propicio, perdónanos, Señor.
Sénos propicio, escúchanos, Señor.
Sénos propicio, líbranos, Señor.
De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
Del poder del diablo, líbranos, Señor.
De todas las tentaciones y ocasiones de pecado,
Ab líbranos, Señor.
De las insidias de nuestros enemigos, líbranos,
Señor.
De toda ira, odio y mala voluntad, líbranos,
Señor.
De los inminentes peligros de los pecados,
líbranos, Señor.
De todas las adversidades y enemigos de alma y
cuerpo, líbranos, Señor.
De la condenación eterna, líbranos, Señor.
Por tu altísima sapiencia que penetra los
abismos, líbranos, Señor.
Por tu poder inmenso, con el que creaste todas
las cosas de la nada, líbranos, Señor.
Por tu suave providencia con la que todo lo
gobiernas, líbranos, Señor.
Por tu eterna caridad, con la has amado al
mundo, líbranos, Señor.
Por tu infinita bondad, con la cual todo lo
llenas, líbranos, Señor.
En el día del Juicio, líbranos, Señor.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que tu Nombre sea siempre y en todas
partes santificado, te rogamos, óyenos.
Para que nos concedas que venga a nosotros tu
reino, te rogamos, óyenos.
Para que siempre se haga tu voluntad en la
tierra como en el cielo, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes darnos nuestro pan de cada
día, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes perdonarnos con clemencia
nuestras deudas, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes protegernos siempre bajo la
sombra de tus alas y librarnos de toda
tentación, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes librarnos de todo mal, te
rogamos, óyenos.
Para que lo que pedimos fielmente lo
consigamos con eficacia, te rogamos, óyenos.
Padre, en nombre de tu Hijo, te rogamos,
óyenos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, reconcílianos con el Padre.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, danos acceso al Padre.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, después de este destierro, muéstranos
al Padre.
Padre Santo, óyenos.
Padre Justo, escúchanos.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padre nuestro, que estás en los Cielos,
santificado sea el tu Nombre. Venga a nos el tu
Reino. Hágase tu Voluntad, así en la tierra como
en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle
hoy, y perdónanos nuestras deudas, así como
también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. Y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal. Amén.
℣. Sé, oh Dios, nuestro protector.
℟. Y mira la Faz de tu Cristo.
℣. Acuérdate de nosotros, Señor, en tu
beneplácito.
℟. Visítanos con tu salvación.
℣. Muétranos, Señor, tu misericordia.
℟. Y danos tu salvacaión.
℣. Señor, Dios de las virtudes, vuélvete hacia
nosotros.
℟. Muéstranos tu Faz y seremos salvos.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a Ti mi clamor.
℣. El Señor sea con vosotros.
℟. Y con tu espíritu.
ORACIÓN
(Oración post-profecía VIII del Sábado Santo)
Oh Dios, que por boca de Cristo, tu Hijo, te has
manifestado como el sembrador de la Buena
semilla y el cultivador de las ramas selectas que
se encuentran en todos los hijos de tu Iglesia,
concédenos a tus fieles, que somos tu viña y tu
campo, que, quitadas las espinas y abrojos,
demos frutos dignos y abundantes.
(Oración post-profecía II del Sábado Santo) Oh
Dios, virtud inconmovible y luz eterna, mira
propicio a todo el cuerpo de tu Iglesia y por tu
perpetua providencia cumple en él
tranquilamente la obra de salvación, para que
todo el mundo experimente y vea cómo se
yergue lo caído y cómo se renueva lo
envejecido, y que todas las cosas son de nuevo
creadas por Aquél de quien tuvieron principio.
(Para obtener las virtudes) Oh Dios, excelsitud
de los humildes y fortaleza de los justos, que te
has dignado instruir al mundo por medio de tu
Hijo Unigénito de tal modo que toda acción
suya se convirtiera en enseñanza nuestra,
suscita en nosotros el fervor de tu Espíritu para
que lo que Aquél nos enseñó con su palabra y
su ejemplo podamos imitarlo eficazmente.
(De la Domínica IV después de la Pascua) Oh
Dios, que haces que las almas de los fieles se
unan en una sola voluntad, concédenos amar lo
que mandas y desear lo que prometes, para que
en medio de las mundanas vicisitudes, nuestros
corazones se fijen allí donde están los gozos
verdaderos.
(De la Domínica V después de la Pascua) Oh
Dios, de quien procede todo bien, atiende
nuestras súplicas, para que pensemos mediante
tu inspiración lo que es recto y bajo tu gobierno
lo cumplamos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a Ti mi clamor.
℣. Bendigamos al Señor.
℟. Demos gracias a Dios.
℣. Que las almas de los fieles difuntos, por la
misericordia de Dios, descansen en paz.
℟. Amén.

Corona san miguel


† En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo. Amén.
℣. Dios mío, ven en mi auxilio.
℟. Señor, date prisa en socorrerme.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, y ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Primero: Por la intercesión de San Miguel
Arcángel y del coro celestial de los Serafines,
que el Señor encienda en nuestros corazones la
llama de la perfecta caridad. Amén. Padre
Nuestro y 3 Avemarías.
Segundo: Por la intercesión de San Miguel
Arcángel y del coro celestial de los Querubines,
que el Señor se digne darnos su gracia para que
cada día aborrezcamos más el pecado y
corramos con mayor decisión por el camino de
la santidad. Amén. Padre Nuestro y 3
Avemarías.
Tercero: Por la intercesión de San Miguel
Arcángel y del coro celestial de los Tronos, que
el Señor derrame en nuestras almas el espíritu
de la verdadera humildad. Amén. Padre Nuestro
y 3 Avemarías.
Cuarto: Por la intercesión de San Miguel
Arcángel y del coro celestial de las
Dominaciones, que el Señor nos conceda
elseñorío sobre nuestros sentidos de modo que
no nos dejemos dominar por las malas
inclinaciones. Amén. Padre Nuestro y 3
Avemarías.
Quinto: Por la intercesión de San Miguel
Arcángel y del coro celestial de los Principados,
que el Señor infunda en nuestro interior el
espíritu de obediencia. Amén. Padre Nuestro y 3
Avemarías.
Sexto: Por la intercesión de San Miguel Arcángel
y del coro celestial de las Potestades, que el
Señor se digne proteger nuestras almas contra
las asechanzas y tentaciones del demonio.
Amén. Padre Nuestro y 3 Avemarías.
Séptimo: Por la intercesión de San Miguel
Arcángel y del coro celestial de las Virtudes, que
el Señor no nos deje caer en la tentación, mas
líbranos del mal. Amén. Padre Nuestro y 3
Avemarías.
Octavo: Por la intercesión de San Miguel
Arcángel y del coro celestial de los Arcángeles,
que el Señor nos conceda el don de la
perseverancia en la fe y buenas obras, de modo
que podamos llegar a la gloria del cielo. Amén.
Padre Nuestro y 3 Avemarías.
Noveno: Por la intercesión de San Miguel
Arcángel y del coro celestial de los Ángeles, que
el Señor se digne darnos la gracia de que nos
custodien durante esta vida mortal y luego nos
conduzcan al Paraíso. Amén. Padre Nuestro y 3
Avemarías.
Al finalizar, cuatro Padrenuestros en honor de
San Miguel, San Gabriel, San Rafael, y el Ángel
Custodio que Dios nos ha asignado.
Antífona: Glorioso San Miguel, caudillo y
príncipe de los ejércitos celestiales, fiel custodio
de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes,
familiar de la casa de Dios, admirable guía
después de Jesucristo, de sobrehumana
excelencia y virtud, dígnate librar de todo mal a
cuantos confiadamente recurrimos a ti, y haz
que mediante tu incomparable protección
adelantemos todos los días en el santo servicio
de Dios.
℣. Ruega por nosotros, glorioso San Miguel,
Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.
℟. Para que seamos dignos de alcanzar sus
promesas.
ORACIÓN
Omnipotente y Eterno Dios, que por un prodigio
de tu bondad y misericordia a favor de la
salvación de los hombres, escogiste por Príncipe
de tu Iglesia al gloriosísimo Arcángel San
Miguel, te suplicamos nos hagas dignos de ser
librados por su poderosa protección de todos
nuestros enemigos, de modo que en la hora de
la muerte ninguno de ellos logre perturbarnos,
y podamos ser por él mismo conducidos en tu
presencia. Te lo rogamos por los méritos de
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
† En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo. Amén.

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