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POEMAS

Enrique Angelelli

1
C ANTO A LA LUZ
(Enero de 1968 Junto a los cerros de Calmayo - Córdoba)

Voy buscando una luz en el cerro…


con senderos… silbidos… silencios...
mi guitarra sueña un encuentro
en cada piedra preñada del eco.

Llora el algarrobo su secreto,


me cuenta el arroyo su pena…
la vida madura en la cuesta,
la esperanza termina en el cerro.

Andar y andar… me grita el arroyo;


el sol ya calienta… ¡qué dura es la cuesta!
Arriero amigo, camina hasta el cerro
hay música en la pirca… ecos de fiesta.

La luz hace día el sendero,


música y canto el lamento,
la marcha se convierte en término…
hay un abrazo en la punta del cerro.

El valle está preñado de luz


con rumbos de marcha hacia el cerro
cara pirca es una meta
y la tranquera un encuentro.

La luz se esconde en el cardón,


la quebrada es su misterio,
el silencio es fecundo en el cerro,
el agua canto en el encuentro.

Hay una tranquera abierta


en cada punta del cerro,
la luz se hace silencio,
la marcha acaba su término.

Cada valle es un misterio


y cada marcha un despego
el arriero silba en el monte,
la luz le sale al encuentro.

¡Aleluya! cantan los cerros.


¡Aleluya! canta el arriero.
La luz se hace silencio
con música de cencerros.

2
A L CARDÓN

Silencioso vigía de cerros,


amigo del hombre de mi tierra,
envuelto de esperanza sufriente,
canto florecido en mi guitarra.

El viento se hace música en tu cruz,


el silencio se hace amigo de tu flor,
los cerros te cuidan por la noche
y el coplero te arrebata tu canción.

Te siento cerca, hermano cardón,


me cuentas las cuitas del hombre
que solitario madura su dolor…

el silencio se esconde en tus fibras


cuando siento arrancarte tu amor.

3
O RACIÓN DE LA N OCHEBUENA

(Misa de Nochebuena, La Rioja 1971)

Señor…

yo te pido esta noche,


que nos des a cada uno de nosotros,
valentía, coraje y decisión.

Porque hay muchas cosas por hacer


casas dignas para tantos que son tus hijos,
hay que hacer y buscar fuentes de trabajo
porque no hay pan.

Hay que buscar, no sé cuántas soluciones,


para curar las enfermedades,
y hay que solucionar los problemas de la educación
y el descanso.
Cuántas cosas te tendría que pedir esta noche!!

Señor, yo te pido por mí mismo,


una cosa fundamental:
que me hagas fiel,
que no me canse nunca
de pronunciar tu nombre.
Y caminar con mi pueblo,
ayudándole a que todos pechemos juntos.

Amén.

4
T INKUNACO R IOJANO
(18 de Febrero de 1973)

Ya se oyen galopes en la quebrada


del cerro, las cajas peregrinan una marcha
de encuentro
y en Las Padercitas un fraile prepara
la Pascua para la raza india, americana y diaguita.

Un niño vestido con la carne nuestra


es encuentro de cielo y de Mama tierra;
los cerros le cantan con voces de estrellas
y en La Quebrada, cuajada de flor,
una Luz se hace huella.

La caja diaguita cargada de penas


galopa en el tiempo cantando la chaya,
llenita de harina, llenita de albahaca,
con color de vino y coraje de guapa.

Ya son las doce con rumbos de encuentro,


los “Aillis” ya llegan en el filo del tiempo,
y al Niño vestido con carne de pueblo
lo adoran los “Alfereces” en la Casa
de Gobierno.

Incienso y silencio se queman en la calle.


No es farsa… mito… recuerdo…
es mensaje
con gritos de penas y esperanzas de sangre…
así reza la caja del “Inca” que de nuevo sale.

Porque el Santo lo espera con carne de pueblo,


la misma del Niño que viene de “Alcalde”.
Y cuando la campana canta el Tinkunaco grande,
La Rioja florece en historia, vida y mensaje.

5
A NIVERSARIO DE UNA U NCIÓN
(12 de mayo de 1973
en el duodécimo aniversario de mi Consagración Episcopal
versos inspirados al despuntar el amanecer de este día)

Un gesto maduró el Misterio en un hombre


y ungió una vida para una misión;
un Cayado y un Libro iluminaron el camino
para que un pueblo encontrara el Amor.

Fueron jornadas con sabor a Cruz,


fueron racimos maduros para Tí, Señor.
La Unción se hizo Misterio
en la Carne y en la Sangre de Dios.

El Cayado animó la marcha,


el Libro encendió la Luz,
las manos abrieron los surcos
para el hombre necesitado de amor.

¡Doce jornadas… son tuyas, Señor!


Me llamaste para que fuera testigo…
soy débil, soy pobre y con temor.

Tú me dices: “¡No temas!… mi amor te ungió;


no es tuyo lo que llevas… apura la marcha…
te basta mi Palabra… lo demás es ilusión”.

También Felipe y Juan, Pedro y Pablo,


aprendieron que el llamado es Misterio,
es muerte, es vida y es misión…
para que en Tí el pueblo encontrara el camino,
en tu Cayado, en tu Libro y en tu Unción.

Y mientras se duerme la tarde de esta jornada


y se perfuma de aceite todo esto que soy yo…
por el Cayado, por el Libro y por la Unción,
déjame que te lo diga:¡Muchas gracias, Señor!

6
E L HOMBRE PROYECTO DE PUEBLO

Mezcla de tierra y de cielo,


proyecto de humano y divino…
que en cada hombre se hace rostro
y su historia se hace pueblo.

Es barro que busca la Vida,


es agua que mezcla lo Nuevo,
amor que se hace esperanza
en cada dolor del pueblo.

El pan que en el horno florece…


¡Es para todos, amigos!
Nadie se sienta más hombre,
la vida se vive en el pueblo.

Porque el proyecto se hace silencio,


porque la vida se hace rezo,
porque el hombre se hace encuentro
en cada historia de pueblo.

Déjenme que les cuente


lo que me quema por dentro;
el Amor que se hizo carne
con chayas y dolor de pueblo.

¿Saben? Lo aprendí junto al silencio…


Dios es trino y es uno,
es vida de Tres y un encuentro…
aquí la historia es camino
y el hombre siempre un proyecto.

7
A L REACCIONARIO

¡Amigo! un crepúsculo enrojecido


te envuelve y la noche peregrina tu existencia,
el miedo resquebraja tu esperanza
y la oscuridad se hace sangre en tus venas.

¿Por qué hieres al hermano y calumnias…


por qué manchas, envileces y persigues?
¡Advierte! no eres pasado sino historia,
eres proyecto y siempre mensaje,
pueblo que camina y no desierto,
agua que canta y no estanque.

No te quedes solo, porque envejeces;


escucha la Fuerza de lo que no muere…
es El… de ayer, de hoy y de siempre.

¡Advierte! no eres pasado sino historia,


agua que canta y no estanque.

8
D ESOVILLANDO A MI PUE BLO

Honduras de quebradas y silencios,


arenales sedientos y bravíos,
cardonales vigías en horizontes,
lloros de cerros escondidos…

así es el alma de mi pueblo.

Promesante con fe de peregrino,


caminante incansable de recuerdos,
alforja cargada de esperanzas,
con el ritmo del tun-tun de las cajas…

así es el alma de mi pueblo.

9
O RACIÓN A MI SACERDOC IO

9 de octubre de 1974

Siento que mi tierra dolorida y esperanzada, reza y canta con su historia, vida y
mensaje... Peregrina conmigo, en mi carne y en mi sangre, me parece escucharla
con su chaya.

En esta Roma pecadora y fiel, un día floreció en mí una Unción... “Sacerdote para
siempre” me dijiste entonces, Señor.

Veinticinco años vividos por esos caminos de Dios, con mañanas de Pascua y
tardes de dolor, con fidelidades de hijo y debilidades de pecador, con las manos
metidas en la tierra del hombre... de este pueblo tuyo que me entregaste, Señor.

Mi vida fue como el arroyo... anunciar el aleluya a los pobres y pulirse en el interior;
canto rodado con el pueblo y silencios de “encuentros”... contigo... solo... Señor.

Mi vida fue como el sauzal... pegadita junto al Río para dar sombra nomás.

Mi vida fue como el camino... pegadita al arenal para que la transite la gente
pensando: “Hay que seguir andando nomás”.

Mi vida fue como el cardón... sacudida por los vientos y agarrada a Ti, Señor; vigía
en noches de estrellas para susurrarle a cada hombre: “Cuando la vida se esconde
entre espinas siempre florece una flor”.

Mi vida canta hoy dichosa a Ti, Señor... Es misterio que se hizo camino ya andado
un buen trecho, Señor.

Mesa que acoge y celebra los racimos ya maduros que tu Sangre fecundó.

Todo esto soy yo, Señor... un poco de tierra y un Tabor,


veinticinco años de carne ungida con un Cayado, un pueblo y una Misión.

Hoy, la tumba de Pedro es la Mesa de esta Eucaristía, Señor... en mis manos


renace, como entonces, la Nueva Carne del Amor.

Pablo, tu Vicario, me sale al encuentro como un hermano mayor... Me dice al oído:


“Hermano confirmo tu Fe y tu Misión, recibe el ósculo de la paz y lleva a tu pueblo
mi bendición”.

Y... mientras se encienden las estrellas... allá, lejos, sigue floreciendo el amor. Por
este Sacerdocio tuyo, que es mío y de tu pueblo, muchas gracias, Señor.

Es hora que me despida de esta Roma que me ungió, con un Credo agradecido a la
Iglesia que me engendró... y con la esperanza de María, ¡hasta La Rioja, Señor!

La Patria está gestando un hijo con sangre y con dolor... Lloran los atardeceres
esperando que el hijo nazca sin odios y con amor.

Mi tierra está preñada de vida


en esta tarde de dolor, esperando que despunte el alba con un hombre nuevo,
Señor.

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