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Dios es Nuestro Rey


Eclesiastés 8: 4

Introducción:
Solo Dios es soberano por derecho propio y sin límite. Es Rey es el sentido
más absoluto; y así debe ser, porque Él es sumamente bueno, sabio, justo,
santo, etc.
Como Creador de todas las cosas, tiene dominio sobre su creación por
derecho natural. Cuenta con poder infinito para llevar a cabo su voluntad real.
Aun en la menor de sus palabras hay omnipotencia.

1. Para estimular nuestro asombro.


Pensemos cuidadosamente en:
a) Su palabra creadora, mediante la cual todas las cosas surgieron de
la nada.
b) Su palabra preservadora, mediante la cual todas las cosas
permanecen.
c) Su palabra destructora, mediante la cual tiemblan los cielos y la
tierra.
¿Quién puede pensar en esto sin caer en el asombro y la adoración?
Poder en sumo grado respalda sus palabras, porque cada una de
ellas es la palabras del Rey.

2. Para asegurar nuestra obediencia.


a) Todos debemos obedecer con prontitud cada uno de sus
preceptos, con alegría y de corazón, puesto que son los
mandamientos del Rey.
b) No debemos rehuir su servicio, porque eso equivale a rebelarnos
contra su soberanía. Jonás no logró tener éxito, porque no se puede
jugar con el Señor, y todos los que tratan de huir encuentran que su
brazo es muy largo.
c) Debiéramos arrepentirnos de nuestra desobediencia. Si hemos
caído en pecado, dejemos que la palabra del Rey ejerza su poder
lleno de gracia para someternos al dolor sincero.

3. Para inspirar nuestra confianza


a) En que Él es capaz de perdonar al penitente, porque ha
prometido en su Palabra que lo hará.
b) En que dará poder a los creyentes para renovar su vida. “Envió su
palabra, y los sanó” (Sal. 107: 20) es cierto espiritualmente.
c) En que dará poder a los tentados para que venzan la tentación.
Dios asegura la victoria del creyente sobre todo asalto de Satanás
por medio de su Palabra. Es el arma que Jesús usó en el desierto.
d) En que dará fuerzas a los que sufren para soportarlo con paciencia
y para obtener beneficio de la prueba.
e) En que a los que mueren les dará esperanza, paz y visión beatífica,
etc., etc. Una palabra de parte del Señor le quita a la muerte su
aguijón.
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4. Para dirigir nuestro esfuerzo cristiano


a) No tenemos que buscar poder en ninguna otra parte. La
educación, la oratoria, la música, la riqueza, el ceremonialismo
son débiles en sí mismo como para depender de ellos.
b) Debemos depender de la palabra de nuestro Rey como el
instrumento de poder siempre que buscamos obrar en su nombre.
Prediquémosla, porque ninguna otra cosa podrá quebrantar los
corazones, consolar a los desesperanzados, estimular la fe o
producir santidad. Pídalo en oración, porque el Señor sin duda
cumplirá sus promesas y dará el poder para hacerlas realidad.
Practíquela, porque nadie puede ignorar una vida que está
funcionando según los preceptos del Señor. Una vida obediente
está llena de poder que los hombres y los demonios honrarán.
 Dedique tiempo a meditar en la Palabra real.
Proclame más que nunca la Palabra del Rey, que es el
evangelio de la paz.
Crea en la Palabra del Rey Jesús, y sea valiente en su
defensa Inclínese ante ella y sea paciente y feliz.
 Nada conmueve más lo profundo de mi ser que la Palabra
de Dios, y nada produce una calma mayor dentro de mi
espíritu. Ninguna otra voz lograr enternecerme, me humilla
hasta el polvo y me enciende con entusiasmo. Me llena de
felicidad y me eleva en santidad. Todas las facultades de
mi ser debe su poder a la Palabra sagrada, pues ella
endulza mi memoria, ilumina mi esperanza, estimula mi
imaginación, dirige mi juicio, ordena mi voluntad y alegra
mi corazón.
 La palabra del hombre me encanta por un tiempo, pero yo
la sobrevivo y la supero. Es todo lo opuesto con la Palabra
del Rey de reyes: Me gobierna de una forma más soberana,
práctica, habitual y completa cada día. Su poder es para
todas las estaciones: Para la enfermedad y la salud, para la
soledad y la compañía, para las emergencias personales y
para las asambleas públicas. Me es mejor contar como
respaldo con la Palabra de Dios que con todos los ejércitos
de las grandes potencias, y que con todas las fuerzas de la
naturaleza; porque la Palabra del Señor es la fuente de
todos los poderes en el universo, y dentro de ella hay en
reserva una provisión infinita.

Conclusión:

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