Texto Bíblico: Santiago 4:13-18 v14 “cuando no sabéis lo que será mañana”. Parecería una respuesta tonta a esas palabras. ¿Acaso no sabe el mundo que nosotros no sabemos lo que ocurrirá mañana? La respuesta es sí. Todos sabemos que no sabemos el mañana. Para nosotros el mañana es totalmente desconocido, aunque no para Dios. Pero a veces nosotros cometemos el error de aparentar planificar como si controláramos el mañana. Ese es uno de los problemas. Planificamos como si fuésemos los que controlan el mañana. que somos dueños del futuro. A lo cual Santiago nos dice: “no sabéis lo que será mañana”. Ustedes no son dueños del mañana. Ustedes no controlan lo que sucederá el mañana. Por tanto, no se jacten del mañana. Miren lo que dice Proverbios 27:1 “No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día”. No te jactes de que el mañana está en sus maños porque no es así. ¿Qué nos enseña eso? Nos enseña que no somos los dueños de la vida. Podrás planificar, pero no eres el dueño de lo que pasará. A veces somos así. Y yo diría que en nuestros tiempos muchos de nosotros vivimos como si lo fuéramos. Gastamos el dinero que ganamos como si controláramos el mañana. “Gasto todo lo que tengo porque el día quince y el treinta recibiré de nuevo mi salario”, esa es la mentalidad moderna. ¿De verdad es eso así? Ni los trabajos, ni los salarios, ni las pensiones garantizadas por el gobierno o los depósitos de los bancos son seguros. Pero Dios nos dice: “no sabéis lo que será mañana”. Ahora bien, el problema no es solo eso. El peligro es preocuparnos más por el cuerpo que por el alma. Lo triste es que es sacamos más tiempo para el cuidado de las cosas de la tierra y poco tiempo para cuidado del alma. Mira a uno que pensó que era el dueño y controlador del mañana quien buscaba proveer para su cuerpo y no su alma en Lucas 12:16-21 Joven rico, caso emblemático de hacer tesoros o riquezas en la tierra. Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. Para nuestros planes futuros debemos tener presente, una clara perspectiva de la realidad y poner en las manos de Dios nuestra vida, nuestro futuro y quizás el afán que hoy en día abunda en nuestra sociedad, Pero sobre todo recordar que el tiempo que tenemos aquí es preparatorio para la eternidad. El día de salvación es hoy. ¿Por qué hoy? Porque no sabemos el mañana. El mañana nos puede sorprender con que no hemos conocido a Jesús como realmente él quiere que lo hagamos Santiago nos dice que con respecto a los planes futuros Dios siempre debe ser el primero con quien contemos. No debemos hacer planes sin contar con Dios. Y para ello debemos tener una perspectiva clara de quién es Él y lo que Él hace en nuestra vida. Devocional II: Nuestra esperanza 1 pedro 1 :13 Hay dos cosas que debemos notar en el lenguaje que usa Pedro en nuestro texto para designar el objeto de este devocional. Por un lado, nos dice que debemos esperar por completo “en la gracia que se nos traerá cuando Jesucristo sea manifestado”. Esa herencia de la que disfrutaremos plenamente en aquel día es un obsequio de la gracia de Dios para Sus hijos. Como hemos dicho otras veces, “gracia” no sólo es aquello que Dios otorga en Cristo a quienes no lo merecen, sino más bien lo que el Señor otorga a quienes merecen lo contrario. Si Dios nos pagara conforme a nuestros pecados lo que recibiríamos de Su mano no sería la gloria del cielo, sino la condenación del infierno. Pero por causa de Cristo y de nuestra unión con El, en vez de recibir lo que nosotros merecemos, el Señor nos otorga lo que Cristo merece. Eso es gracia, ese regalo inmerecido. Ahora bien, los cristianos ya disfrutamos de esa gracia aquí y ahora; todas las bendiciones espirituales y materiales que recibimos de la mano de Dios cada día son un regalo de Su gracia, favores inmerecidos que Dios nos otorga en virtud de la obra de Cristo y la relación que tenemos con El por medio de la fe. Pero la enseñanza implícita de nuestro texto es que las bendiciones que disfrutamos en el presente no se pueden comparar con las que disfrutaremos en el futuro. Ya somos beneficiarios de la gracia de Dios, pero Pedro nos exhorta a esperar la gracia que Cristo traerá consigo para nosotros en aquel día. Vamos a ponerlo de esta forma: lo que ahora recibimos es la lluvia de Su gracia, y es una lluvia más que abundante. Pero lo que recibiremos en la segunda venida de Cristo es un diluvio. Si alguna vez te has sentido sobrecogido por las bendiciones que el Señor ha derramado sobre tu vida créeme, mi hermano, que lo mejor está por llegar. Como dice un santo del pasado, nosotros disfrutamos aquí de la gloria en botón; pero lo que recibiremos allá es la gloria en su fruto ya maduro. Hablando de esa gloria que los creyentes disfrutarán en aquel día el Señor Jesucristo dice en Mt. 13:43Abrir con Software Bíblico Logos (si está disponible) que “los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre”. Pero hay algo más que quiero que noten en el lenguaje que usa Pedro en nuestro texto y es que el verbo “traer” es un participio presente: “Esperad por completo en la gracia que está siendo traída en la manifestación de Jesucristo”. Pedro lo presenta como algo que ya está en camino. Cuando nosotros vamos a un restaurante y preguntamos al camarero en qué está nuestra orden y él nos dice: “Eso ya está saliendo”, lo que nos quiere decir es que la comida debe estar a punto de llegar. Mis amados hermanos, cada día que pasa nos acerca a ese gran evento que es el objeto de nuestra esperanza: La segunda venida en gloria de nuestro Señor Jesucristo. Como dice Pablo en Rom. 13:11“Ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada y se acerca el día”. Hoy estamos más cerca que ayer y mañana estaremos más cerca que hoy. Cada Hora que pasa se nos aproxima a la llegada de ese día. A estar preparados para hacer siempre la voluntad del Señor en nuestra vida cotiadiana. RAMO: EPISTOLAS III