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Beatificación de los

mártires de La Rioja:
testimonio valiente de
amor por Cristo
La ceremonia fue presidida por el Cardenal Angelo Becciu, a
las 10 de la mañana hora local de Argentina. "Los nuevos
Beatos siempre contaron con la ayuda de Dios, incluso
cuando tuvieron que sufrir por la justicia”, dijo en su homilía
el Prefecto de la Congregación para las Causas de los
Santos, en representación del Papa Francisco.

Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano


El sábado 27 de abril en torno a las 10 de la mañana, tuvo lugar en La
Rioja, provincia de Argentina, la ceremonia de beatificación del obispo
Enrique Angelelli, junto a dos religiosos (Carlos Murias y Gabriel
Longueville) y un laico (Wenceslao Pedernera) asesinados en 1976,
durante el primer año de la dictadura militar que vivió el país.
La justicia argentina estableció en 2014 que la muerte de Angelelli no se
debió a un accidente, como decía la dictadura, sino que fue "una acción
premeditada" y "llevada a cabo en el marco del terrorismo de Estado", y
por ello fueron condenados a cadena perpetua los represores Luciano
Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella.
Cinco años después de aquel veredicto, el Card. Angelo Becciu, Prefecto
de la Congregación para las Causas de los Santos fue el encargado de
beatificar a estos cuatro mártires en representación del Papa Francisco.

Sacrificar la vida por amor a Cristo


«Hoy la Iglesia se complace en reconocer que Enrique Ángel Angelelli,
Obispo de La Rioja, Carlos de Dios Murias, franciscano conventual,
Gabriel Longueville, sacerdote misionero fidei donum, y el catequista
Wenceslao Pedernera, padre de familia; fueron insultados y perseguidos
a causa de Jesús y de la justicia evangélica y han alcanzado una gran
recompensa en el cielo», dijo el Card. Becciu en su homilía subrayando
que ellos fueron testigos fieles del Evangelio manteniéndose firmes en
su amor a Cristo y a su Iglesia a costa del sacrificio extremo de la vida.
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El régimen dictatorial, vigente desde hacía pocos meses en Argentina,


consideraba sospechosa cualquier forma de defensa de la justicia social.
En ese contexto, los cuatro Beatos desarrollaban una acción pastoral
abierta a los nuevos desafíos pastorales atenta a la promoción de los
estratos más débiles, a la defensa de su dignidad y a la formación de las
conciencias, en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia.
"Todo esto, para intentar ofrecer soluciones a los múltiples problemas
sociales", añadió el purpurado señalando que los cuatro hombres fueron
asesinados debido a su diligente actividad de promoción de la justicia
cristiana; en medio de una época, en la que "el compromiso en favor de
una justicia social y de la promoción de la dignidad de la persona
humana se vio obstaculizado con todas las fuerzas de las autoridades
civiles".

Mártires: ejemplo de fidelidad al Evangelio


En cuanto al Beato Enrique Ángel Angelelli, el Prefecto de
la Congregación para las Causas de los Santos recordó que fue un pastor
valiente que, "nada más llegar a La Rioja, empezó a trabajar con gran
celo para socorrer a una población muy pobre y víctima de injusticias".
Por su parte, los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville
"fueron capaces de individuar y responder a los desafíos concretos de la
evangelización siendo cercanos a las franjas más desfavorecidas de la
población". Mientras que Wenceslao Pedernera, catequista y miembro
activo del movimiento católico rural, "se dedicó apasionadamente a una
generosa actividad social alimentada por la fe. Humilde y caritativo con
todos".

27/04/2019
Card. Becciu sobre los mártires de La Rioja: ejemplo de fidelidad al
Evangelio

"Estos cuatro Beatos son modelos de vida cristiana. El ejemplo del


Obispo enseña a los pastores de hoy a ejercer el ministerio con ardiente
caridad, siendo fuertes en la fe ante las dificultades. Los dos sacerdotes
exhortan a los presbíteros de hoy a ser asiduos en la oración y a hallar,
en el encuentro con Jesús y en el amor por Él, la fuerza para no
escatimar nunca en el ministerio sacerdotal. Finalmente el padre de
familia enseña a los laicos a distinguirse por la transparencia de la fe,
dejándose guiar por ella en las decisiones más importantes de la vida",
destacó el cardenal Becciu.

Un legado para el pueblo argentino


Asimismo, Su Eminencia hizo hincapié en que todos vivieron y murieron
por amor: "el significado de los Mártires hoy reside en el hecho de que
su testimonio anula la pretensión de vivir de forma egoísta o de
construir un modelo de sociedad cerrada y sin referencia a los valores
morales y espirituales", aseveró.
"Los admiramos por su valentía. Les agradecemos su fidelidad en
circunstancias difíciles, una fidelidad que es más que un ejemplo: es un
legado para esta diócesis y para todo el pueblo argentino y una
responsabilidad que debe vivirse en todas las épocas", concluyó el
purpurado pidiendo la intercesión de los nuevos beatos para que el
Señor "sostenga con la fuerza del Espíritu Santo a quienes hoy trabajan
en favor del auténtico progreso y de la construcción de la civilización del
amor".

Carta del Arzobispo de


La Plata sobre los
mártires de La Rioja
"Que ellos intercedan también por nosotros, para que nos
renovemos en la fe y aceptemos amar con todas las
consecuencias", escribe Mons. Víctor Manuel Fernández,
Arzobispo de La Plata, Argentina, ante la inminente
beatificación de los mártires riojanos que tendrá lugar el 27
de abril.

Ciudad del Vaticano


"El próximo sábado 27 la Iglesia en Argentina, y toda la Iglesia universal,
se alegrará con cuatro nuevos beatos que sufrieron persecución por su
compromiso evangélico y murieron en la provincia de La Rioja. Uno de
ellos es un laico, padre de familia y trabajador, otro es un religioso
franciscano, otro es un sacerdote diocesano y otro el obispo", escribe
Mons. Víctor Manuel Fernández, Arzobispo de La Plata, Argentina, en una
carta publicada en la Octava de Pascua y ante la inminente beatificación
de los mártires riojanos.
Mons. Fernández explica un breve resumen sobre la vida de cada uno de
ellos:

El laico Wenceslao Pedernera


«El laico Wenceslao Pedernera nació en Los Jagüeles (San Luis) el 28 de
septiembre de 1936. En Mendoza, donde trabajaba en los viñedos, se
conoció con Coca, su esposa, cuyo padre administraba las viñas
Gargantini. Fue acercándose a Jesús poco a poco. En la capilla de las
Bodegas, un día Jesús revolucionó su corazón y a partir de ese momento
comenzó una vida nueva de gracia.
En ese entonces, se conocieron con Carlos Di Marco y Rafael Sifré,
amigos de Mons. Angelelli, líderes de la Acción Católica rural. En 1973,
buscando una entrega mayor, se mudó a La Rioja para integrar el
movimiento rural diocesano, un proyecto de cooperativismo, de
evangelización y de aplicación concreta de la Doctrina Social de la
Iglesia. Por ayudar evangélicamente a los humildes trabajadores y
campesinos, fue asesinado frente a su mujer y a sus hijas el 25 de julio
de 1976, en Sañogasta. En su agonía dijo: “Los perdono”.Que todos los
laicos y laicas de nuestra Arquidiócesis lo tomen como ejemplo de
compromiso y puedan imitar su entrega hasta dar la vida. Que su sangre
derramada nos aliente.

El franciscano Carlos de Dios Murias


El franciscano Carlos de Dios Murias nació en Córdoba el 10 de octubre
de 1945. Realizó sus estudios secundarios en el Liceo Militar General Paz
y los universitarios en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de
Córdoba. En medio de su carrera, sintiéndose llamado por el Señor,
ingresó a la orden de los Frailes Franciscanos Conventuales. Profesó
solemnemente sus votos en 1971 y recibió la ordenación sacerdotal el
17 de diciembre de 1972 en Buenos Aires. Lo ordenó Mons. Angelelli, a
quien conocía desde su juventud. A partir de 1974, acompañó varias
misiones populares en la diócesis de La Rioja hasta que, en febrero de
1976, formó parte del Convento de Saldán (Córdoba), viviendo en
Chamical (La Rioja,) de cuya parroquia fue nombrado vicario en mayo de
ese mismo año.
Se destacó inmediatamente por su servicio evangélico a los más pobres
y por el reclamo de justicia ante los atropellos a la dignidad de la
persona humana en el contexto de la última Dictadura cívico-militar en
Argentina. Frente a las amenazas recibidas decía: “Podrán silenciar la
voz de Carlos, pero no podrán silenciar el Evangelio”. El 18 de julio de
1976 fue secuestrado en Chamical y asesinado junto al padre Gabriel
Longueville.

El sacerdote Gabriel Longueville


El sacerdote Gabriel Longueville nació el 18 de marzo de 1931 en el
pueblo rural de Etables (Francia). Cuando percibió signos concretos de
vocación sacerdotal, ingresó en el Seminario Mayor de la diócesis de
Viviers donde recibió el sacramento del orden el 23 de julio de 1957.
Pero su perfil fue decididamente misionero. Para ello, se preparó en
México y luego arribó a Corrientes en 1970. Al año siguiente, comenzó
su misión en la diócesis de La Rioja y en 1972 fue designado párroco de
la Parroquia El Salvador de la localidad de Chamical. Allí, luego de llevar
fructuosamente la Buena Nueva a los pobres, fue secuestrado y
asesinado el 18 de julio de 1976. En realidad, se llevaban sólo a Carlos
Murias, pero él le dijo: “No te dejo solo, yo voy con vos”. Y así se entregó
al martirio. Que la ofrenda de su vida nos estimule a ser más misioneros,
a ser capaces de renunciar a muchas cosas para llevar el Evangelio más
allá de nuestras comodidades, e incluso a ser capaces de ir a la muerte
para no dejar a un hermano abandonado.
El obispo Enrique Angelelli
El obispo Enrique Angelelli nació en Córdoba el 17 de julio de 1923.Se
ordenó sacerdote el 9 de octubre de 1949. En 1951, obtuvo la
licenciatura en Derecho Canónico por la Universidad Gregoriana. Se
formó en los tiempos de renovación teológica y eclesial previo al Concilio
Vaticano II. A su regreso a la Argentina, desempeñó una destacable labor
apostólica en diferentes ámbitos: capillas, barrios humildes, en la
docencia, en el Tribunal Eclesiástico, y como asesor de la Juventud
Obrera Católica (JOC). Juan XXIII lo designó obispó auxiliar de Córdoba y
recibió la consagración episcopal el 12 de marzo de 1961. En, 1963, se
hizo cargo del rectorado del Seminario de Córdoba.
Participó en diversos períodos del Vaticano II como padre conciliar (1962,
1964 y 1965). En 1964, la Iglesia en Córdoba vivió momentos
conflictivos; Angelelli renunció al cargo de rector del seminario en 1965
y Mons. Ramón Castellano al arzobispado. Trabajó en diversas áreas y en
la Conferencia Episcopal Argentina se destacó, entre otras, su actuación
en la COEPAL (Comisión Episcopal de Pastoral).

Amar con todas las consecuencias


El 3 de julio de 1968, fue nombrado obispo de La Rioja. Visitaba con
frecuencia las comunidades y llevó adelante en su diócesis la aplicación
concreta del Concilio, la promoción humana, la defensa de la dignidad
de toda persona, hasta el día de su muerte. Murió el 4 de agosto de
1976, después de recibir amenazas y sabiendo que se acercaba su fin,
en un accidente automovilístico provocado en la ruta 38, en Punta de
Los Llanos. Fue cuando regresaba a la ciudad de La Rioja del sepelio de
los sacerdotes asesinados días antes en Chamical. El 8 de junio de 2018,
el Papa Francisco lo declaró mártir junto a sus tres compañeros».
Finalmente, Mons. Fernández concluye pidiendo que estos mártires
"intercedan también por nosotros, para que nos renovemos en la fe y
aceptemos amar con todas las consecuencias".

25 abril 2019

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