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14 de diciembre de 2018
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Índice
Bibliografía................................................................................................................................. 6
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La dislexia ha sido definida por algunos teóricos, Williams (como se citó en Santiuste
Bermejo y López Escribano, 2004) la define como una dificultad de lectura a pesar de la
enseñanza, las capacidades del sujeto y el adecuado ambiente socio-cultural. Otros, han
descrito algunas dificultades cognitivas en la dislexia de origen genético, fundamentados en
disecciones cerebrales y resonancias magnéticas.
Hoy en día, la evidencia empírica señala que una de las particularidades más destacables
de la dislexia es el problema del reconocimiento de palabras, y la mayor parte de las
investigaciones apuntan al déficit fonológico como la primera causa de la dificultad en
mención; sin embargo, otras plantean que las dificultades ortográficas también estarían
comprometidas.
De acuerdo con observaciones actuales los disléxicos leen a un ritmo más lento que otros
sujetos de la misma edad y nivel de lectura. Por lo que la British Psychological Society,
(citada por Santiuste Bermejo y López Escribano, 2004) afirma que la dislexia se demuestra
cuando no se desarrolla completamente la lectura fluida y precisa, y se observa gran
dificultad.
Los criterios antes mencionados para la definición de la dislexia no escapan a las críticas,
ya que las disparidades cualitativas y las influencias genéticas entre disléxicos y otros
lectores con retraso son pocas; además el tratamiento y métodos utilizados para intervenir
las dificultades lectoras habitualmente son las mismas para atender cualquier tipo de retraso
lector (Satiuste Bermejo y López Escribano, 2004).
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Otro aspecto que debe considerarse es la necesidad de que, desde la edad preescolar, los
niños conozcan cómo funcionan los textos impresos y los libros, cuáles son sus partes, para
qué se usan, cuáles son sus propósitos, qué pueden leerse en voz alta. Crear esta familiaridad
con los textos escritos desde pequeños, incide en el reconocimiento de la lectura como una
actividad significativa y medio de comunicación.
Así pues, todas las técnicas y programas para compensar las deficiencias de lectura deben
incorporarse en contextos donde se hable, escuche, lea y escriba asiduamente.
Durante muchos años se ha reunido evidencia que permite determinar que los niños con
dificultades de lectura manifiestan problemas en el procesamiento fonológico, llegando a
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1. El niño mira una letra (visual). 2. Oye el nombre que dice el profesor (auditivo). 3.
Repite la letra (kinestésico). 4. Una vez aprendida, se presenta una palabra llave para cada
fonograma, de modo que se asocie el sonido con la palabra. 5. El maestro presenta un sonido
y pregunta qué letra o fonograma representa el sonido. 6. El maestro muestra como formar
la letra, el estudiante la traza y la escribe de memoria. 7. Cuando se ha dominado la letra se
leen historias que la utilizan y se dictan al estudiante. 8. Se utilizan materiales como tarjetas,
sobres, historias, diccionarios. (Santiuste Bermejo y López Escribano, 2004).
1. Seleccionar material que permita la fluidez de acuerdo al nivel y edad del lector. 2.
Asegurarse de que el estudiante comprenda el propósito de la actividad, el cual va más allá
de leer bien oralmente. 3. Animarlo a que relea el texto en silencio tanto como sea posible. 4.
Anotar los resultados y presentarlos en un gráfico, para percibir la mejoría. 5. Si no hay
mejoría, hacer un análisis de las causas y realizar los cambios pertinentes (Santiuste Bermejo
y López Escribano, 2004).
intervenciones adecuadas, así como también acarrearse costos que no aportan a la resolución
del problema, así que los padres necesitan orientación conducente a intervenciones efectivas.
Bibliografía