SALUD MENTAL Y CUIDADO ESPIRITUAL DIEGO DAVID OLAYA.
Ensayo Final: La comunidad de fe como una fuente de salud mental o de
psicopatología. ¿Sería posible pensar que la comunidad de fe llamada “iglesia” puede afectar negativamente y de manera directa nuestra salud mental? Los tiempos han cambiado. La iglesia desde su fundación en el primer siglo, basada en la historia, la vida y las enseñanzas de Jesús, fue establecida como una comunidad que presentaba un mensaje diferente al establecido por el imperio de ese momento histórico, era una comunidad que pretendía formar una sociedad alternativa con la perspectiva del Reino de Dios, una perspectiva de paz, de equidad y de justicia social, es decir, un evangelio que irrumpía directamente en la sociedad, totalmente opuesto al sistema opresor y desigual del imperio romano. La iglesia se convirtió en ese entonces en agente de liberación, donde podían asistir los “trabajados y cargados” y Jesús, por medio de la comunidad de fe “los hacía descansar” (Mateo 11:28). Era una sociedad alternativa muy humana, que sentía compasión y dolor por las injusticias, pero a la vez movida a misericordia, abrazando al más vulnerable, levantándolo y brindándole esperanza de vida y paz. Esa era la iglesia primitiva, una iglesia imperfecta, pero que tuvo permanentemente un mensaje de parte de los apóstoles en sus respectivas cartas donde llevaba consigo el mensaje y ejemplo liberador de la vida de Jesús que las corregía e instruía a una comunidad de fe que se humaniza a la sociedad, con el fin último de edificar vidas para el Reino y ser promotoras de paz, aliento, consolación, lo que hoy se le denominaría una buena salud mental. Al hacer la afirmación inicial “los tiempos han cambiado” es para considerar lo que antes era, y ahora escasamente es. Y es que, en verdad, la ideología de las comunidades de fe y su práctica consecuente han cambiado. En la iglesia primitiva, principalmente la iglesia modelo que planteó Jesús con su manera de vivir y de servir, no se podría hablar que ella sea fuente de psicopatología, ya que no era una iglesia que oprimía con un mensaje legalista ni religioso, era una comunidad que había entendido el mensaje que “la verdad los hacía libres”, no los oprimía. En el día de hoy en muchas congregaciones con confesión de fe cristiana este horizonte liberador se ha perdido. Es triste ver cómo a medida que llega gente a la iglesia, en la misma medida van saliendo, todo ello gracias a que en la misma se encuentran con personas visibles (líderes, pastores) que no han comprendido el mensaje alentador y liberador de Dios, y ello los lleva a crear muchas cargas emocionales y espirituales en las personas asistentes, hoy funciona una iglesia llena de prejuicios, llena de reglas, que juzga y condena, cuando se ha olvidado que su esencia es levantar al caído, sanar vidas emocional y espiritualmente. Haciendo la aclaración que no se puede generalizar en esta realidad tóxica de la comunidad de fe, se realizarán dos preguntas que serán resueltas en este ensayo con la finalidad de hacer dicha diferenciación: ¿Cuándo y cómo la experiencia religiosa puede ser una fuente de salud mental o de psicopatología? Y ¿Cómo el cuidado psicoespiritual contribuye a la promoción de la salud mental? Se detallará sobre cada pregunta para brindar una respuesta tentativa. En primer lugar, se comenzará ahondando en la siguiente pregunta: ¿Cuándo la experiencia religiosa es una fuente de salud mental? Cuando cumple la misión de Dios en el mundo, esta misión conlleva a concentrarse en la tarea de sanar al herido y levantar al caído, donde a la persona se le abren las puertas de la iglesia no importando su pecado, sino su humanidad y su necesidad de restauración. El autor Daniel S. Schipani en su libro “Manual de Psicología Pastoral” hace un paralelo de la comunidad sanadora con el ejemplo del cuerpo de Cristo expresado por el apóstol Pablo, indicando que la comunidad sanadora que quiere identificarse con dicha figura simbólica, ha de demostrar las siguientes características: Experiencia multiforme de la koinonía, en el sentido de amor fraternal, comunión, compañerismo, solidaridad y mutualidad; prácticas de ayuda mutua, cadenas de oración intercesoras, grupos de sostén y apoyo; práctica de resolución de conflictos, junto con el aprendizaje y cultivo de las destrezas de la comunicación y de mediación; práctica de la disciplina de la reconciliación (incluyendo guía, consejo, amonestación, confrontación, confesión, perdón, reconciliación y restauración; y práctica frecuente de la comunidad eclesial mediante encuentros de oración, estudio bíblico, reflexión y discernimiento para la toma de decisiones específicas (por ejemplo, relativas a situaciones de familia, finanzas, cuestiones relativas a la política y la moralidad y fe.) (Schipani, 2016, pp. 8-9) La comunidad de fe es una promotora de salud mental cuando demuestra su amor fraternal y su constante comunión unos con otros, ya sea en la misma comunidad, como también hacia afuera. Se manifiesta entonces como una comunidad que recibe a toda persona por igual sin importar su condición o pecado, son recibidos como humanos, como seres creados con la imagen de Dios y sujetos de dignidad humana y valor, de tal manera que no se les excluye ni menosprecia, por el contrario, reciben el apoyo de la misma comunidad en cuanto a apoyo moral y social se refiere. Se presenta como una comunidad que se da por completo en servicio al prójimo, donde no priman intereses individuales, donde nadie se muestra mayor que nadie ni con el derecho de pasar por encima de otros ocasionando daños, es una comunidad que entiende que el único mayor es Dios, siendo este mismo un ejemplo de servicio y de darse por amor a la humanidad. Es una comunidad que se encarga de escuchar atentamente las necesidades de las personas que sufren, una comunidad que su finalidad es buscar la restauración integral de seres humanos, siendo guiada por el mensaje compasivo y liberador del Dios tierno que les recibe con brazos de amor y misericordia, lo que también indica que las comunidades de fe representan los brazos de amor y de misericordia de Dios en la tierra. Al ser la comunidad que representa el amor y la misericordia de Dios, ha de estar en la capacidad de cumplir la misión expresada en 1 Pedro 2:9: “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquél que os llamo de las tinieblas a su luz admirable.” lo cual representa una de las mayores cualidades de la comunidad de fe, como cuerpo de Cristo y a la vez pueblo de Dios, llevar a las personas de la opresión a la liberación emocional, física y espiritual. En otras palabras, la comunidad de fe es una promotora de salud mental en la medida que comprende que como cuerpo de Cristo está llamada a la restauración y liberación integral de las vidas humanas que llegan a ella, no a lo contrario. En segundo lugar, se hablará de la contraparte de la comunidad de fe como promotora de salud mental con la siguiente pregunta: ¿Cuándo la experiencia religiosa es una fuente de psicopatología? Cuando el legalismo, la religiosidad, el perfeccionismo, el juicio y la culpa son los puntos de partida de las doctrinas de las comunidades de fe. “Cuando una persona abusa de nosotros espiritualmente, ya sea porque nos dice que no saldremos adelante, que Dios no nos va a bendecir, cuando hay legalismo y culpa, los muros espirituales se rompen.” (Stamateas, 2010, p. 90) Esta frase representa el grado de manipulación existente en la comunidades de fe, esto se manifiesta especialmente en pastores y líderes influyentes, donde la sed de poder y dominio los lleva a utilizar los recursos como el juicio, la condenación y la interpretación bíblica a conveniencia para crear en los fieles culpabilidad constante y la necesidad de obedecer todo lo que el líder dice, casi que de manera obligada. Gracias a ello se presentan los abusos de autoridad, la presión constante por presentar resultados numéricos en cuanto a evangelismo se refiere, causando en las personas conductas psicopatológicas, como por ejemplo estados de ansiedad, el trastorno del estado de ánimo, influyendo más los trastornos depresivos debido a la culpabilidad impuesta, en otras personas puede provocar desórdenes alimenticios, entre otras conductas de índole psicopatológico, y todo ello gracias al posible desconocimiento de la temática de la salud mental por parte de algunos, o el aprovechamiento de la misma para poder manipular por parte de otros. Sea cual sea la causa, el resultado de dicha práctica son personas constantemente frustradas, tristes y culpables, y aunque en realidad son culpas ficticias, el sistema religioso que actúa de esta manera manipula la misma Biblia para conseguir lo que desean. Para profundizar un poco más en la comunidad de fe promotora de psicopatología, el autor añade el siguiente comentario: Identifiquemos entonces dos formas en las que la iglesia abusa espiritualmente: 1. Castigan a la gente. les inculcan culpa. Líderes espirituales que sólo hablan negativamente. Hombres y mujeres que pretenden hacerte sentir que no mereces el amor de Dios. 2. Cuando los líderes espirituales prometen cosas que no son posibles, “enlazan” a la gente con estas promesas, con pactos donde ellos son los beneficiados. “Si me das tanto dinero Dios te bendecirá”, y automáticamente serás rico. (Stamateas, 2010, pp. 90-91) Estas son definitivamente señas de una religión tóxica, profundamente enferma, lo más lamentable es que en el día de hoy ya es una costumbre observar ello. Desde los canales que promueven los “tele-evangelistas” hasta las mega-iglesias que son ostentosas en adornos y tecnología de punta, pero todo ello conseguido también gracias al trabajo mental que las mismas aplican en su feligresía, donde una bendición se alcanza pactando con dinero o bendiciendo al “siervo de Dios”. Son falsas promesas, son falsas doctrinas que, aunque las sustentan con textos bíblicos, lo que hacen es interpretar la Biblia a su propia conveniencia y con ello manipular y engañar a muchas personas, quienes ilusionadas “pactan o siembran” las palabras del “enviado de Dios” para tener prosperidad económica en sus hogares, pero con el pasar del tiempo y verse incumplidas estas enseñanzas, se enojan con la iglesia, pero a la vez se enojan con Dios, y es allí donde se escuchan frases como “Dios me abandonó”, cuando en realidad en la mal llamada “teología de la prosperidad” solo el líder supremo y su cúpula son los que prosperar a costa de las necesidades de la gente. Y si esto fuera poco, cuando estas personas ilusionadas piden consejería con sus líderes porque las “promesas del enviado de Dios” no se han cumplido, a este sistema religioso-opresor le queda muy fácil acusar a estas víctimas de su manipulación con respuestas “espirituales” como la falta de oración y ayuno, la falta de diezmar fielmente “robando a Dios”, la falta de fe o un pecado oculto, promoviendo en estas personas más culpabilidad, más miedo y terror, frustrándose el doble debido a su "pésima” relación espiritual con Dios. Realmente es ridículo utilizar la palabra liberadora de Dios a manera de opresión, también es inadmisible ver cómo se usa la misma y las creencias cristianas para sacar provecho propio, es claro que para estos “líderes espirituales” las personas no son sujetos de dignidad humana, respeto, valor y aprecio, son más bien objetos, medios para lograr un fin. Una comunidad de fe cuyo centro de operación y funcionamiento sea la manipulación con las escrituras, teniendo de por medio la culpabilidad, la condenación, el juicio, la falta de misericordia, las acusaciones ficticias y la solución a todo ello con los pactos con dinero y con una excesiva actividad eclesial, son factores determinantes para incluir a dicha comunidad en la categoría de tóxica y promotora de psicopatología, en donde la verdad “no los hace libes” sino que los oprime y los satura de muchas más cargas que las que ya traen. A manera de conclusión a este ensayo, juntamente con lo expresado durante todo el escrito, se responderá la siguiente pregunta: ¿Cómo el cuidado psicoespiritual contribuye a la promoción de la salud mental? El papel del especialista el cuidado psico-espiritual es, en primer lugar, conocer toda la temática de la salud mental y el cuidado espiritual para de esta manera no hablar al margen de los problemas que lo rodean. Conocer los trastornos de la personalidad, las amenazas emocionales de los seres humanos y de dónde provienen dichas amenazas, ayudará para comenzar a modificar dichas conductas en los líderes espirituales que las utilizan como estrategia para alcanzar sus pretensiones. En segundo lugar, la labor del especialista en cuidado psico-espiritual es recibir la estas personas víctimas de la manipulación de sus líderes religiosos y conducirles por el camino de la sanidad, la restauración, por medio de la empatía y la compasión, y de esta manera presentarles el verdadero mensaje de liberación, perdón, consolación, reconciliación y restauración que desde un comienzo Dios instituyó en la iglesia primitiva, un mensaje que no coloca más cargas a la gente que las que ya padecen, sino más bien, un mensaje que brinda descanso y nuevas fuerzas a los y las que sufren. Conocer toda esta temática será vital para que, en medio de la enfermedad eclesial, existan agentes de cambio que cumplan el deseo divino de restauración de vidas. Referencias Schipani, D. S. (2016). Manual de Psicología Pastoral. Fundamentos y Principios de Acompañamiento. Matanzas, Cuba: Seminario Evangelico de Teología Matanzas Cuba.
Stamateas, B. (2010). Intoxicados por la Fe. Cómo ser libres de una reliigón tóxica y vivir una espiritualidad feliz. Argentina: Penguin Random House Grupo Editorial Argentina.