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Roberto Magaña Morales

Universidad Nacional Autónoma de México


Facultad de Filosofía y Letras
Cátedra extraordinaria: Michel Foucault

Facundo y Foucault: racismo, barbarie y biopolítica en la Argentina de la segunda


mitad del siglo XIX

El siglo XIX es esencial en la historia de Latinoamérica. Más allá de ser el siglo en


el que, en sus inicios, se logró la independencia de la gran mayoría de las colonias
españolas, fue también el siglo durante el cual las nuevas naciones independientes
lucharon internamente para configurarse realmente como estados nacionales.
Durante toda la centuria decimonónica, las naciones latinoamericanas se
encontraron inmersas en cruentas y terribles guerras civiles que definieron el
carácter de estas nuevas naciones. El caso de Argentina, el cual es en el que me
centraré en el presente ensayo, no fue la excepción a esta norma que pareció
establecida con rotunda solidez a lo largo de todo el continente.
Una vez consumada su independencia, las Provincias Unidas del Río de la
Plata se debatieron por el camino que habían de seguir tras la dominación española:
el liberalismo o el conservadurismo; la supremacía de Buenos Aires o la de las
provincias del interior; la civilización o la barbarie. Así pues, los caudillos que habían
luchado juntos en la independencia se dividieron entre los que apoyaban el
centralismo de la ilustrada y liberal Buenos Aires como cabeza de un país que era
“bárbaro” en su interior y entre aquellos que apoyaban una federalización de la
república que permitiera una igualdad de condiciones para todas las provincias: a
causa de esto nacieron los unitarios, liberales, y los federales, que vinieron a ser
una suerte de conservadores.
Durante estos primeros años de la joven unión de provincias, los caudillos
que triunfaron en la guerra de independencia riñeron entre ellos para hacerse con
el control del nuevo país. Es en esta época en que aparece Juan Facundo Quiroga,
quien posteriormente en 1845 será el protagonista de la novela-ensayo-biografía (o
libro a secas) escrita por Domingo Faustino Sarmiento, Facundo o civilización y
barbarie en las pampas argentinas, la cual es la obra que me interesa analizar en el
presente ensayo. Sin embargo, quiero primero contextualizar bien la situación en la

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que se encuentran presentados históricamente tanto la obra de Sarmiento como el


Facundo de carne y hueso.
Juan Facundo Quiroga era uno de los caudillos federales del interior de la
Argentina. De origen gaucho, Facundo encarnó todos los valores opuestos a la culta
y opulenta ciudad de Buenos Aires. Él fue durante finales de los años veinte y
principios de los treinta el terror para los ejércitos liberales: al mando de su
montonera, Facundo se opuso a todos los intentos de Buenos Aires de someterlo
durante casi quince años en los que dominó buena parte de las provincias del
interior, como su natal La Rioja. Esto se mantuvo así hasta su asesinato en 1835.
No obstante, con todo lo anteriormente mencionado, ¿cuál es el motivo de
tomar a Juan Facundo Quiroga como personaje principal de un libro que tiene como
subtítulo el de civilización y barbarie en las pampas argentinas? Esto se responde
con otro nombre: Juan Manuel de Rosas. También conocido durante la época de su
gobierno como El restaurador de las leyes, Juan Manuel de Rosas subió al poder
en 1835, dando inicio con esto a un período de diecisiete años en que se mantuvo
con el poder.
A lo largo de este tiempo, Juan Manuel de Rosas mantuvo un férreo control
sobre todo el país: instauró un gobierno de corte conservador en el que la iglesia
cobró un gran poder, pero, sobre todo, persiguió directamente a los opositores
liberales, los miembros del partido unitario, apoyado en su policía política conocida
como La Mazorca.
Es en este contexto en que aparece Domingo Faustino Sarmiento y la
generación a la que él pertenece: la del salón literario de 1837. Esteban Echeverría,
Juan Bautista Alberdi, José Marmol y Domingo Faustino Sarmiento son los
principales representantes de esta primera generación literaria propiamente
argentina, la cual es la que llevó el Romanticismo a las tierras rioplatenses. Todos
estos escritores estaban embebidos por las ideas liberales provenientes de Europa,
mas, ante todo, de las ideas de corte romántico.
Como explica David Viñas, crítico literario e historiador argentino, “se trataba,
para los liberal [sic] románticos, de “humanizar” el país a los efectos de que les

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devolviera su propia imagen.”1 Estos escritores se habían educado por completo en


la tradición liberal romántica europea. Una tradición, que cuando fue contrastada
con la realidad de su país, se vio totalmente contradictoria a los ojos de los libros de
los que habían recogido todo lo que sabían. Frente a ellos se presentaba un país
en el que existían caudillos como Rosas, Facundo o El chacho: caudillos que, más
que ser personajes de obras literarias románticas, eran para ellos monstruos de
carne y hueso que, de cara a los liberales de la porteña Buenos Aires, devastaban
toda posibilidad de instaurar la civilización en las pampas.
Desde su perspectiva la situación empeoró cuando Rosas se hizo con el
poder y la mayor parte de ellos salió al exilio, ya fuera a Montevideo o a Santiago
de Chile: Rosas, a base de un llamado populismo-caudillismo, se hizo con el control
absoluto del país. En este contexto fue que aparecieron dos de las obras más
importantes de la literatura argentina que tuvieron grandes consecuencias políticas
e históricas: El matadero, un cuento de Esteban Echeverría, que fue leído de
manera clandestina hasta su publicación muchos años después, en el que se
compara el régimen de Rosas con un matadero en el que no existe la ley; y el libro
que es la cuestión del presente ensayo, Facundo: civilización y barbarie en las
pampas argentinas, escrito por Domingo Faustino Sarmiento en 1845 durante su
exilio en Santiago de Chile.
Una vez explicado el contexto de aparición de la obra de Sarmiento, ya es
posible ahondar mucho más allá dentro del texto. En su libro, Sarmiento escribe la
biografía de Facundo Quiroga, caudillo proveniente de la interior provincia de La
Rioja, el cual, como mencioné anteriormente, encarnaba la barbarie desde la
perspectiva de Sarmiento. Aunque parezca contradictorio, Sarmiento tenía razones
muy fuertes para escribir la biografía de alguien a quien el mismo combatió: en el
texto, Sarmiento refleja en el personaje de Facundo la barbarie que él vio en la
Argentina que se encontraba liderada en ese momento por Juan Manuel de Rosas;
el gaucho personifica la barbarie que se opone a la civilización, cuyo representante,
para Sarmiento, es el hombre de letras bonaerense. He aquí la dicotomía que ofrece

1
David Viñas, De Sarmiento a Cortázar: Literatura argentina y realidad política, Editorial Siglo Veinte,
Buenos Aires, 1971, p. 16

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Sarmiento en su obra: la civilización liberal de Buenos Aires tiene que deshacerse


del gaucho bárbaro para poder llevar al país por el camino del progreso. Ya una vez
mencionado lo anterior, ya puedo pasar a problematizar desde la perspectiva
foucaultiana el libro de Sarmiento y las consecuencias políticas, sociales e históricas
que tuvo en Argentina.
Primeramente, quiero hacer hincapié en figura de Domingo Faustino
Sarmiento, el cual, como mencioné anteriormente, fue uno de los principales
representantes de la generación de escritores románticos argentinos. Digo lo
anterior porque este grupo fue el que introdujo la idea de crear la civilización en el
territorio; fue este grupo el que, como bien dice David Viñas, postulaba “una síntesis
entre “el espíritu” y “lo material”, entre Europa y América, pasando al dilema
excluyente de Civilización o Barbarie, hasta llegar al darwinismo social con el que
se mutila esa dicotomía y se justifica la liquidación de la “Barbarie” entre 1860 y el
80, lo evidencia.”2
Esto último muestra la propuesta de lectura que quiero dar sobre la obra de
Domingo Faustino Sarmiento: el Facundo fue el libro que recogió las ideas racistas
liberales propias de la élite porteña. A a lo largo de su obra, Sarmiento no deja de
hacer evidente su desprecio hacia los gauchos y los indios que habitan el interior de
la pampa argentina que es necesario civilizar y transformar. Además, el Facundo
contiene las ideas que, una vez que el régimen de Rosas cae en 1852, la élite
porteña, que se hace con el control total del país, va a aplicar para propiciar lo que
David Viñas llama darwinismo social y que Foucault llama como biopolítica: el
gobierno unitario de la nueva república Argentina, que tenía su foco en la liberal
ciudad de Buenos Aires, sometió a los bárbaros, el gaucho y el indio, para que
fueran parte del proyecto civilizatorio que iba a transformar a la Argentina en una
nación encaminada al progreso a costa del disciplinamiento de gran parte de su
población
Consiguientemente, el gobierno unitario de la Argentina de los años setenta
y ochenta, comandado en ese momento por Julio Argentino Roca, llevó a cabo la
conquista de la Patagonia, también llamada Conquista del Desierto, que conllevó

2
Ibíd. pp. 15-16

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una suerte de genocidio de los pueblos originarios de esa región, con lo cual se dio
por culminado el proyecto civilizatorio iniciado por la generación romántica
argentina.
Ahora, lo que quiero mostrar es la manera en que este análisis se ve
reforzado con los conceptos propios del análisis foucaltiano: barbarie, racismo,
disciplina, derecho de soberanía y biopolítica. Era necesario hacer todo el recorrido
histórico anterior para ahora ver la manera en que los conceptos que propone el
pensamiento foucaultiano son completamente aplicables para un mejor análisis de
la situación histórica, política y social que he resumido, en la mayor brevedad
posible, anteriormente en este texto.
Durante los años de 1975 y 1976, en su curso en el Colegio de Francia que
ahora es conocido como Defender la sociedad, Michel Foucault ahondó en diversos
temas que giran alrededor del racismo y lo que más adelante vendría a ser llamado
como biopolítica. No obstante, fue en la clase del 3 de marzo de 1976 donde ahonda
en mayor medida en el problema de lo que representa la barbarie frente a la
civilización. En esta lección, Foucault partió del análisis que realizaba sobre el
pensador francés Boulainvilliers y el problema que enfrentó la nobleza francesa
durante la revolución para justificar su linaje para luego pasar al problema de lo que
es la barbarie.
De este modo, Foucault, ya cuando se centra en el problema de la barbarie,
define el bárbaro como el opuesto al homo oeconomicus (hombre del intercambio
en la traducción al español)3, el cual es heredero del salvaje a diferencia del bárbaro.
Aquí, lo que importa del análisis foucaltiano respecto a la obra de Sarmiento
es la diferencia que plasma Foucault entre el salvaje y el bárbaro: mientras que el
salvaje es el hombre del intercambio, el cual, como dice Foucault, “es el intercam-
biador, de derechos o de bienes. Como intercambiador de derechos, funda la
sociedad y la soberanía. Como intercambiador de bienes, cons-tituye un cuerpo
social que es, al mismo tiempo, un cuerpo económico.”4, por su parte, como apunta
más adelante en su análisis Foucault, el bárbaro es:

3
Michel Foucault, Defender la sociedad: Curso en el Collège de France (1975-1976), Fondo de
Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, p. 180
4
Loc. Cit.

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Alguien que no se comprende y no se caracteriza, que no puede definirse


sino con respecto a una civilización, fuera de la cual se encuentra. No hay
bárbaro si en alguna parte no hay un punto de civilización con respecto al
cual aquél es exterior y contra el que combate. Un punto de civilización —
que el bárbaro desprecia y envidia— con respecto al cual el bárbaro está en
una relación de hostilidad y guerra permanente. No hay bárbaro sin una
civilización que procure destruir y apropiarse El bárbaro es siempre el hombre
que invade las fronteras de los Estados, quien choca contra las murallas de
las ciudades. A diferencia del salvaje, el bárbaro no se asienta en un fondo
de naturaleza al que pertenece. Sólo surge contra un fondo de civilización y
choca con él. No entra en la historia al fundar una sociedad, sino al penetrar,
incendiar y destruir una civilización . . . No hay bárbaro sin una historia previa,
que es la de la civilización que él viene a incendiar.5
Lo anterior permite ver la obra de Sarmiento de una manera diferente: si bien,
las características que da Foucault del bárbaro son similares a que da Sarmiento
del mismo (y que en un poco más adelante mostraré), se puede ver también que
Sarmiento es un heredero del salvaje, el hombre del intercambio, que se opone al
bárbaro, aquel que sólo existe para hacer arder la civilización. Son varias las
ocasiones en las que Sarmiento deja ver su crítica a la barbarie que para él se
encuentra encarnada en los gauchos y los indios del interior.
Por ejemplo, cuando se narra la división que hubo entre unitarios y federales
después de haberse logrado la independencia: “Los pueblos no reclamaron de
Buenos Aires el puerto con las armas sino con la barbarie, que le mandaron en
Facundo y Rosas.”6 Lo anterior demuestra lo ya dicho: los Facundo y Rosas son los
bárbaros responsables de querer hacer explotar la civilización que ya se había
construido en la moderna Buenos Aires.
En los primeros capítulos de su obra, Sarmiento se dedica a hacer un análisis
cuasi-antropológico de los gauchos7 En esta parte, el escritor argentino se dedica a
contraponer las características del bárbaro con las de la civilización. Al mismo

5
Ibíd. 180-181
6 Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, Ed. Roberto Yahni, Madrid: Cátedra, 2015, p.183
7
Cf. Sarmiento. Ibíd. pp.82-93

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tiempo, este contraste lo realiza a la luz de su visión de letrado: Sarmiento ve en el


bárbaro la materia bruta para construir una literatura capaz de darle unificación a un
país que no la tiene a costa de la desaparición de aquél para dar paso a un país
que marche hacia el progreso. Ejemplifico:
Si un destello de literatura nacional puede brillar momentáneamente en las
nuevas sociedades americanas, es el que resultará de la descripción de las
grandiosas escenas naturales, y sobre todo, de la lucha entre la civilización
europea y la barbarie indígena, entre la inteligencia y la materia: lucha
imponente en América, y que da lugar a escenas tan peculiares, tan
características y tan fuera del círculo de ideas en que se ha educado el
espíritu europeo, porque los resortes dramáticos se vuelven desconocidos
fuera del país donde se toman, los usos sorprendentes, y originales los
caracteres.8 (Sarmiento, 76)
Como se ve, Sarmiento se empeñó en mostrar el contraste del civilizado con
el bárbaro: el civilizado vio en la barbarie indígena la materia desde donde iba a
poder cantar a la tierra que iba a convertir en un sinónimo de progreso. Algo que al
final sí se logró, sólo que a costa de mucha sangre.
Ya aclarado el concepto de barbarie desde la perspectiva de Foucault y de
Sarmiento, ahora paso al concepto que maneja del racismo en la última clase de
Defender la sociedad. Antes de explicar el concepto de racismo, Foucault ahonda
primeramente en el Derecho de la soberanía: “el de hacer morir o dejar vivir. Y luego
se instala el nuevo derecho: el de hacer vivir o dejar morir.” 9 Me detengo en esto
porque creo necesario aclarar algo: aunque la época histórica en donde se sitúa el
análisis de Foucault que le permite acuñar estos conceptos es diferente a la época
en la que está inmersa la obra de Sarmiento, el contexto puede ser visto como
similar: los siglos XVII y XVIII fueron en los cuales los gobiernos europeos intentaron
construir las tecnologías disciplinarias que terminaron constituyendo a los sujetos
nuevos sobre los que los gobiernos ejercieron el poder; el siglo XIX, por su parte,
fue durante el cual los gobiernos de las repúblicas latinoamericanas aplicaron todas

8
Ibíd. P. 76
9 Foucault, op. cit., p. 218.

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estas prácticas disciplinarias en sus respectivos territorios y poblaciones con fines


similares de disciplinar a su propia población
A partir de lo anterior, es posible ver la obra de Sarmiento ahora en relación
directa con las prácticas que mencionó Foucault durante esta clase en que abordó
el tema del racismo. Por ejemplo, el tema de la disciplina, la cual, según Foucault,
“trata de regir la multiplicidad de los hombres en la medida en que esa multiplicidad
puede y debe resolverse en cuerpos individuales que hay que vigilar, adiestrar,
utilizar y, eventualmente, castigar.”10 La práctica disciplinaria era uno de los fines
que Sarmiento visualizaba en Facundo y que posteriormente vio en realización. Ya
que, como señala Darío Barboza Martínez, el indio, quien junto con el gaucho era
uno de los símbolos argentinos de la barbarie para Sarmiento, fue víctima de un
disciplinamiento o de un exterminio:
Por un lado los indios roban y son robados . . .; luchan por sus tierras y
también se las cambian a los blancos por alhajas; hacen cautivas a las
cristianas y también las indias terminan como cautivas de los cristianos; son
perseguidos pero a su vez los vemos actuar en calidad de “indios amigos”
como vigilantes de los condenados a trabajos forzados en la frontera, como
empleados, o incluso formar parte del ejercito como primera línea en las
guerras entre blancos, o en la represión de las huelgas (los cosacos en la
policía). El vencido pasa muchas veces a desempeñar papeles de guardián
para el vencedor. La victoria no es sólo militar (propiciada por los rifles
remington y la emulación de las tácticas indias de ataques por sorpresa) sino
simbólica, se trata de lograr que se sienta vencido, que asuma que lo propio
es salvaje (sus dioses, tradiciones, atuendos y lenguas) y lo del otro
civilizado.11
Esta forma de disciplinar a los indios, que será también aplicada a los
gauchos que fueron derrotados por los unitarios, es una de las características de la

10
Ibid. p. 220
11Darío Barboza Martínez, “La identidad nacional argentina construida desde el proyecto liberal de
Sarmiento.” Tehura, 15/01/2008, Web, 02/12/2016,
<http://www.tehura.es/index.php/bloc/14-la-identidad-nacional-argentina-construida-desde-el-
proyecto-liberal-de-sarmiento#_ftnref1>

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biopolítica que se aplicó en la Républica Argentina de mitad de siglo XIX en


adelante; es lo que David Viñas llamó Darwinismo social. El disciplinamiento fue
desarrollado a partir de la llegada de los liberales al poder. Tras este acontecimiento,
las políticas del gobierno argentino estuvieron encaminadas al control de los
cuerpos de aquellos que tenían que ser transformados por el proyecto civilizatorio.
Es por esta razón que los gauchos, junto con los indios como bien señala Barboza
en la cita anterior, se transforman en cuerpos que son dirigidos por los gobernantes;
cuerpos que ya no representan al “bárbaro” que se oponía a la civilización, sino el
de aquel que ha sido derrotado por el proyecto al que se había enfrentado.
Ante esta situación, surge otro punto que también toca Sarmiento en su obra:
la necesidad de la inmigración europea para el pleno desarrollo de todo el territorio
argentino. Sarmiento recurrentemente hace énfasis en que el sometimiento del
gaucho tiene que tener como consecuencia la llegada de inmigrantes europeos que
sean capaces de trabajar la pampa realmente. Un ejemplo de esto lo cito a
continuación:
Pues bien: cien mil por año [inmigrantes] harían en diez años un millón de
europeos industriosos diseminados por toda la República, enseñándonos a
trabajar, explotando nuevas riquezas, y enriqueciendo el país con sus
propiedades; y con un millón de hombres civilizados la guerra civil es
imposible, porque serían menos los que se hallarían en estado de desearla.12
Como se ve con lo anterior, Sarmiento ya pensaba en la idea de la población
como un problema al que se enfrentaba la Argentina de su tiempo. No obstante, el
problema con Sarmiento no es el hecho de que pensara problemas como el de la
población solamente, sino la manera en que lo hacía: desde una perspectiva racista
que, por ejemplo, se ve reflejada en su penúltima obra: Conflicto y armonía de las
razas de América13, libro en el cual desarrolló su opinión sobre la diferenciación que
se había de hacer de la población de América, sobre todo de Argentina, en distintas
etnias que representaban valores totalmente diferentes. He aquí el valor foucaltiano
del racismo: Sarmiento, tanto en Facundo como posteriormente el libro recién

12
Sarmiento. Op. Cit. P.372
13
Cf. Domingo Faustino Sarmiento, Conflicto y armonía de las razas de América, Imprenta de D.
Túñez: Buenos Aires, 1883, 197

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mencionado, es la voz de un grupo de poder que busca decidir qué personas


merecen la vida y quiénes merecen la muerte (la ejecución del derecho de
soberanía). La manera en que diferenciaron entre los que podían vivir y los que no,
fue a partir de marcar a aquellos que no estuvieran dentro de su parámetro de
civilización y se encontraran en la oposición de ellos que era la barbarie.
En resumen, la obra de Domingo Faustino Sarmiento es el reflejo de toda
una generación de escritores que vieron en las ideas liberales importadas de Europa
la forma en que podrían entrar en el tren del progreso de las naciones. No obstante,
el costo de entrar en el mundo “civilizado” fue el de renunciar a un mundo que, a
causa de no entrar en los moldes dado por la civilización, fue marcado de bárbaro
y atrasado. Lo que quiero señalar con esto es que en nuestra actualidad todavía se
repiten este tipo de acciones que se emplearon en la Argentina del siglo XIX: una
élite busca adaptar a su territorio a un marco de pensamiento importado que no
concuerda con su realidad (neoliberalismo). Es por eso que es necesario repensar
obras tan importantes para Latinoamérica como lo es el Facundo: para no continuar
repitiendo males que trajeron graves consecuencias a millones de personas que,
como se sigue haciendo en la actualidad, fueron calificadas de “bárbaras”.
Bibliografía
BARBOZA MARTÍNEZ, Darío, “La identidad nacional argentina construida desde
el proyecto liberal de Sarmiento.” Tehura, 15/01/2008, Web, 02/12/2016,<
http://www.tehura.es/index.php/bloc/14-la-identidad-nacional-argentina-construida-
desde-el-proyecto-liberal-de-sarmiento#_ftnref1>
FOUCAULT, Michel, Defender la sociedad: Curso en el Collège de France (1975-
1976), Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, 283
SARMIENTO, Domingo Faustino, Facundo: civilización y barbarie en las pampas
argentinas, Ed. Roberto Yahni, Madrid: Cátedra, 2015, 457
VIÑAS, David, Literatura argentina y realidad política: De Sarmiento a Cortázar,
Buenos Aires: Ediciones siglo veinte, 1971, 253

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