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Una parte importante en la vida del cristiano, sin importar de donde sea, es la iglesia.

La Biblia nos enseña que la iglesia tiene un


propósito especial y debe ser caracterizada por el amor.

Definición de iglesia:
Una iglesia es un cuerpo de personas que se reúne regularmente con el propósito de adorar juntos. Aunque otros grupos usan la palabra,
"iglesia" es mayormente asociada con la fe cristiana.
La Iglesia puede referirse a todos los cristianos en el mundo o a un grupo específico. Podemos usar los términos "iglesia universal" o "la
iglesia" para hablar en sentido general. También iglesia se refiere a un grupo local (ej. La Iglesia XYZ está en la calle No. 1.). Podemos
llamar iglesia al edificio en donde un grupo se congrega, pero en sí, un edificio no tiene ningún valor si los que se congregan en el no
viven de acuerdo al propósito que Jesús y los apóstoles enseñan en el Nuevo Testamento.

Miembros de la iglesia cristiana


Todos los miembros de la iglesia cristiana tienen en común su fe en Jesucristo. Por eso los miembros de una iglesia se llaman cristianos,
que significa "seguidores de Cristo".
La iglesia es el Pueblo de Dios aquí en la tierra. La Biblia usa palabras como "cuerpo" y "familia", para explicar la comunión que debe de
existir entre los miembros de la iglesia. Es más, para enfatizar esta unidad, los cristianos se refieren el uno al otro como "hermanos" en
Cristo (Por ejemplo el hermano Miguel o la hermana Sara).
Culturalmente muchas personas "nacen" cristianas. Ósea, nacen en un país donde el porcentaje mayor de la población es cristiano, y como
comunidad observan y celebran las tradiciones cristianas. Por ejemplo, cuando nace un bebe la comunidad espera que los padres busquen
la bendición de un sacerdote o pastor.
O si una pareja se casa, aunque no asistan regularmente a un servicio religioso, los novios buscan una iglesia donde puedan realizar su
ceremonia.
Ser cristiano, y por siguiente ser parte de la iglesia cristiana, no está pre-determinado por la cultura o el país de una persona. Aceptar a
Jesús como Señor y Salvador deber ser una decisión personal, que se haga con conciencia y con una convicción sincera. La oportunidad,
como explica el Nuevo Testamento, está disponible para todos. Por esta razón hay cristianos en todas partes del mundo.

El propósito y la misión de la iglesia:


La iglesia existe para adorar y glorificar a Dios, y proclamar el evangelio de Jesús. Congregaciones locales se reúnen cada semana,
típicamente los domingos, para participar de un servicio de adoración, donde juntos leen la Biblia, oran, cantan y alaban. Estas reuniones
también sirven como oportunidad para compartir la historia de Jesús con otros, con el fin de que ellos también tomen una decisión de fe, y
lleguen a ser parte del Pueblo de Dios. La labor de evangelizar es un deber de cada cristiano, de acuerdo a la gran comisión de Jesús a sus
discípulos.
La iglesia también es el lugar y el ambiente adecuado donde una persona puede madurar espiritualmente y encontrar apoyo de otros.

Fundación de la iglesia
En Juan 17 leemos que la unidad de los creyentes fue uno de los propósitos de Jesús aquí en la tierra. En el libro de Hechos leemos como
los primeros creyentes, bajo el liderazgo de los 12 apóstoles durante el Imperio Romano, fue creciendo en Jerusalén, y después en otros
países, a partir del evento durante la fiesta de Pentecostés. Los primeros cristianos, algunos quienes fueron testigos de Jesús, vivieron
durante el siglo I.
Aunque el evangelio crecía fuertemente, no fue sin falta de persecución y mucho dolor. Los primeros cristianos sufrieron en gran manera
en defensa de la verdad, pero gracias a su obediencia al llamado de Dios, y la cobertura del Espíritu Santo, la iglesia permanece hasta el
día de hoy. En el 2011, el Centro Pew determinó en una encuesta, que hay aproximadamente 2,18 billones de cristianos en el mundo.

Culto y adoración en la iglesia


La primera iglesia empezó a reunirse los domingos para recordar que Jesús resucito ese día. La Iglesia Adventista continua
congregándose los sábados, de acuerdo a como los judíos observaban el día de reposo.
Un culto típico en una iglesia cristiana incluye lecturas bíblicas, oraciones y un sermón. Algunas congregaciones ofrecen un estudio
bíblico antes o después del servicio. Otros lo ofrecen durante la semana. Algunos programas de la iglesia se enfocan solo en la oración, o
la evangelización, grupos especiales para niños, jóvenes y varios ministerios dirigidos a miembros de la comunidad.
Cada iglesia tiene una personalidad de acuerdo a sus miembros y su tradición. Mientras unos son un poco más reservados en su
adoración, otros se sienten más cómodos brincando y saltando. Sea cual sea la personalidad de la congregación, el propósito debe ser
alabar a Dios y edificar a la comunidad.

¿Cómo debe ser una Iglesia según la Biblia?


Lectura de Hoy:
1a Corintios 11:1-22 (Da un clic en el pasaje para leerlo)
Versículo clave:
“Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.” 1a Corintios 11:16
¿Cómo debe ser una Iglesia según la Biblia?
(No olvides leer las instrucciones del lado izquierdo antes de comenzar)
El capítulo 11 de la carta del apóstol Pablo a los corintios está lleno de instrucciones específicas para la iglesia de Corinto,
señalamientos que eran importante seguir y respetar. Definitivamente al leer estos versículos notamos que algunos de ellos tienen
lineamientos que apuntan a respetar la cultura y las costumbres que en esos tiempos tenían las iglesias judías y aún iglesias cristianas
recién fundadas sobre fundamentos similares. Como lo hemos hecho otras veces, necesitamos leer más allá del texto para encontrarnos
con el corazón de Dios plasmado en este pasaje. ¿Por qué están estas porciones en la Biblia? ¿Lo están para que todos nos cubramos la
cabeza al entrar a la iglesia y para que los hombres no nos dejemos el pelo largo o las mujeres no lo traigan muy corto? Todos los
pasajes de la Biblia están ahí con el propósito de que conozcamos el corazón de Dios y seamos más como Él, levantemos la mirada
más allá de las palabras y pongámosla en el carácter de nuestro Señor tras las palabras de Pablo.

Entendiendo la Iglesia
Para muchos la definición de iglesia es un edificio o templo donde uno asiste a cumplir con los deberes religiosos o a compartir
tiempo con otros creyentes. Sin embargo la iglesia es más que sólo un edificio, también es definida (www.rae.es) como una
congregación de los fieles cristianos e incluso la Biblia la compara con el cuerpo de Dios. A lo largo de la historia de la humanidad se
han realizado muchos actos reprobables en nombre de la iglesia incluso de Dios, muchas personas tuvieron malas experiencias en las
iglesias por lo cual asocian esta palabra con algo aburrido, religioso, peligroso, falso, etc. Necesitas renovar tu mente y el concepto
que tienes de la Iglesia y sustituirlo por lo que Dios dice que es, si analizamos la lectura de hoy encontraremos varias de las
características bíblicas que deben o no tener una iglesia:
1) La Iglesia debe ser un lugar de respeto. Durante los primeros versículos del capítulo 11 nos encontramos al apóstol Pablo
mencionando algunos lineamientos sobre cómo debían orar los hombres y las mujeres en aquel tiempo. Es interesante que lo que el
apóstol remarca aquí es que cuando nos acerquemos a Dios debemos poner atención hasta de los detalles más simples para
asegurarnos de honrarle y darle su lugar. Pablo incluso se detuvo a corregir la apariencia física y el modo de orar de los corintios. No
debemos asistir a la iglesia por costumbre o tradición de manera que nuestra actitud se salpique con indiferencia y con un sentido de
rutina, debemos en todo momento mantener una actitud de respeto y honra por Dios, ¿tu manera de vestirte o comportarte en una
iglesia muestra respeto hacia Dios?

2) La Iglesia no es un lugar para contender. Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las
iglesias de Dios. Me he topado con personas en la iglesia que solamente asisten para criticar, juzgar o incluso para tratar de hablar con
alguno de los líderes para entrar en debates sobre la existencia de Dios u otros temas similares. No nos reunimos con otros creyentes
para competir, pelear ni comparar nuestra fe. Un cuerpo funciona bien cuando todos los miembros funcionan de manera coordinada y
saludable, ¿te imaginas un cuerpo donde cada miembro quisiera dirigir? ¡Sería un caos! Y tarde o temprano los conflictos entre ellos
los llevarían a perder toda la vida que llevaban dentro.

3) La Iglesia es un lugar de reunión para dar lo mejor de nosotros. Pablo les llamó la atención a los miembros de la iglesia de Corinto
respecto a este tema al decirles que: al anunciarles esto que sigue, no los alabo; porque no se congregan para lo mejor, sino para lo
peor. Esta iglesia en particular se juntaba para celebrar la Cena del Señor, la cual debía ser un evento para recordar la última noche de
Jesús antes de morir pero en lugar de esto se convertía en una comida donde había algunos que incluso solamente iban ¡a embriagarse!
Pablo los reprendió al decirles: ¿no tienen casas en que coman y beban? ¿O menosprecian la iglesia de Dios, y avergüenzan a los que
no tienen nada? . La iglesia debe ser un lugar que consideremos santo y valioso porque Dios se toma como personal el hecho de que
nuestro comportamiento allí sea incorrecto, la manera que tratamos a los otros creyentes y nos comportamos cuando estamos entre
ellos puede reflejar amor o menosprecio por las cosas de Dios.
4) La Iglesia es un lugar de unidad. Pablo menciona que es normal e incluso necesario que dentro de las iglesias haya disensiones, esto
es, puntos de vista encontrados, pues cuando esto sucede sale a la luz lo que hay en el corazón de cada persona ya sea para que sea
corregido o bien para que si Dios está dando una dirección a través de esta situación podamos escuchar y entender lo que desea que
cambiemos o aprendamos. Sin embargo, no debemos dejar que nuestros desacuerdos se conviertan en divisiones. Cuando no estamos
de acuerdo con algo es válido externar nuestro punto de vista pero si al hacerlo no es considerado debemos guardar nuestro corazón y
dejar que Dios traiga orden y sabiduría a las personas adecuadas. ¡No dejes que tu corazón salga lastimado o se llene de rencor y
división! Si nuestro papel en el cuerpo de Cristo no es la cabeza es normal que muchas veces no tengamos la razón o no nos toque
determinar el rumbo a seguir.

La iglesia de Antioquía jugó un papel importantísimo en la vida de la iglesia universal. Fue una iglesia que traspasó barreras
sociales (Hechos 11:19-20), reconstruía vidas rotas (Hechos 11:21-24), buscó la participación de otros (Hechos 11:25-26), cubría
necesidades físicas y espirituales (Hechos 11:27-30), tenía un liderazgo compartido formando un equipo pastoral (Hechos
13:1), estuvieron dispuestos a extender los límites del reino de Dios hasta lo último de la tierra (Hechos 13:2-3) y resolvía
conflictos doctrinales (Hechos 15).

Antioquía tenía que ver con ser una puerta abierta para la evangelización del mundo. Nosotros somos desafiados a seguir este modelo.

La iglesia en la historia
La iglesia nunca fue el lugar de reunión, sino las personas que se reunían para estudiar, compartir, y adorar a Dios. Estas
congregaciones primeramente se reunían en casas (ver, por ejemplo, Hch. 5:42; 20:20). Los cristianos sufrieron una tremenda
persecución por parte de los judíos y de los romanos. El cristianismo era estrictamente prohibido y considerado como peligroso dentro
del imperio romano. Los cristianos eran considerados ateos por no creer en el panteón de los dioses griegos. Amenazaban al
Emperador al negarle servicio de culto y devoción. Por estas y más razones, la iglesia se reunió por siglos en secreto y en casas.
Luego, con el surgimiento del emperador Constantino en el siglo IV, las circunstancias cambiaron para los cristianos. La azotada y
perseguida religión cristiana escaló de sus escondites para convertirse en la religión oficial del imperio. Con esto, todo cambió. Ya no
se necesitaban casas para las reuniones, ahora los cristianos tenían grandes templos y lujosos edificios. El imperio y su imponente
economía estaban detrás del desarrollo y expansión de la cristiandad.
Hoy en día, desde mi perspectiva, veo una tendencia a encasillar cómo debe ser la iglesia cristiana. Puede ser una extrema
culturalización por parte nuestra, como también puede ser una eclesiología fundamentada no en la Biblia sino en la tradición. Hemos
modelado y se nos ha modelado cómo debe de ser una iglesia. Pero, pregunto: ¿Según quién? ¿La cultura? ¿El mundo? ¿El modelo
occidental? ¿Oriental? ¿O el Bíblico?
Tres pilares
Como respuesta a esto se han minimizado los lineamientos mínimos que el Nuevo Testamento marca para una iglesia verdadera.
Ciertamente se pueden añadir muchas otras cosas a las que mencionaré, pero estas son el común denominador de la iglesia neo-
testamentaria. Son pilares en los cuales se debe construir y sostener cualquier congregación bíblica.
Ya sea en una casa, en un palacio, debajo de una palmera, con o sin aire acondicionado, todas contaban con la presencia de al menos
tres características vitales: se practicaban los dos sacramentos; se predicaba la Palabra de Dios de una manera sana y completa; eran
lideradas por obispos hombres, y servida por diáconos y diaconisas (Hch. 4; 1 Ti. 3; Ti. 1).
1. La práctica de los sacramentos
A diferencia de la iglesia de Roma, quien practica siete sacramentos, la iglesia del Nuevo Testamento fue fiel en practicar únicamente
dos sacramentos u ordenanzas: el bautismo y la cena del Señor. Ciertamente ambos tenían un significado importante dentro de las
celebraciones y la adoración. La cena del Señor era tomada con el fin de recordar y celebrar lo que Jesús hizo por nosotros, y el nuevo
pacto por su sangre mediante la fe (I Co. 11:23). La frecuencia y los utensilios variaron a través del tiempo, sin embargo su significado
y presencia siempre fueron una señal de suma importancia en el cristianismo bíblico.
La iglesia era compuesta mayormente por personas creyentes en Jesús y bautizadas en su nombre. El bautismo ha sido una señal
fundamental de la iglesia cristiana a través de la historia. Ciertamente su simbolismo y valor ha sido distorsionado por la iglesia
romana, pero la Biblia es clara: el bautismo es un símbolo de la realidad espiritual de la muerte a la antigua vida, y el nacimiento hacia
una nueva vida en Cristo (Ro. 6:4).
Ambos sacramentos son representaciones y celebraciones de realidades espirituales. Ninguno de los dos tiene poder adherido en
cuanto a la salvación. En el Nuevo Testamento jamás fueron practicados con el fin de, por así decirlo, ganar puntos con Dios. La
salvación de nuestra alma es por fe en Cristo Jesús y no por ninguna obra (Ef 2:8-9).
2. La sana y completa predicación de la Palabra de Dios
La predicación de la Palabra de Dios siempre ha sido central en la iglesia del Señor. Lo vemos en Jesús, proclamando sin cesar la
palabra divina, pasando por Pablo, dando sus discursos y escribiendo sus cartas llenas de teología, doctrina, e historia.
La enseñanza y la exposición de la Palabra de Dios era central en la mente de los padres de la Iglesia, como en los reformadores y
puritanos. De hecho, toda la ceremonia del culto giraba alrededor de la Palabra de Dios. Ellos creían fielmente que era el poder de
Dios para salvar al mundo perdido.
En el Nuevo Testamento observamos que la teología de Pablo y de los apóstoles es una teología teocéntrica: centrada en Dios. Sus
escritos y predicaciones buscaron siempre exaltar al Señor, darle gloria, adorarlo, y darlo a conocer. Nunca fue antropocéntrica, o sea,
centrada en el hombre. La razón principal de sus sermones no gravitaba alrededor del hombre, sino alrededor de la gloria de Dios.
La Iglesia del Nuevo Testamento tenía una meta en común: Adorar a su salvador y darlo a conocer. El auge del antropocentrismo ha
dado camino al sistema de predicación temática, donde a diferencia de la exposición, casi nunca se es fiel al significado y aplicación
real del texto. La esposa del Cordero debe siempre buscar como alimento principal la Palabra de Dios.
3. El liderazgo de ancianos y diáconos.
Veo a la Iglesia del Nuevo Testamento liderada primeramente por doce apóstoles hombres, y en cada iglesia plantada Pablo
comisionaba a obispos o ancianos para tomar el liderazgo. Varios términos griegos se usan en el Nuevo Testamento para hacer
referencia al mismo oficio, el de los ancianos, obispos, o pastores. Su tarea era supervisar, dirigir, y cuidar el rebaño. Pablo en 1
Timoteo 3 y Tito 1 da instrucciones de las calificaciones de estos supervisores, y claramente Pablo se refiere a hombres. No existe la
dirección en el Nuevo Testamento hacia ninguna mujer para tomar dicho rol dentro de la Iglesia.
La Iglesia siempre ha sido liderada y pastoreada por hombres llamados por Dios para dicha tarea. Es un cargo muy importante y de
mucha responsabilidad. Ya sea que sean nombrados por otros ancianos o por la iglesia misma, éstos han sido el instrumento que Dios
ha escogido para liderar su Iglesia.
Por otro lado vemos en Romanos 16:1 a Febe, diaconisa de la iglesia del Señor. La palabra diakonos tiene el significado de servidor.
Tanto hombres como mujeres han sido servidores en la iglesia. Este es un cargo diferente al de los ancianos o pastores, en el cual no
hay requerimiento de liderazgo ni autoridad sobre el rebaño, mas es igualmente un llamado de suma importancia y honor en la iglesia.
Cualquier iglesia ya establecida, o cualquiera que tenga en mente ser plantada, debería considerar seriamente en tener por lo menos
estas tres cualidades bien claras y establecidas. Una mera reunión de personas cristianas no es una iglesia. Las personas se vuelven la
iglesia del Señor cuando hacen lo que el Señor manda que hagan. Es necesario que tomemos con mucha seriedad los pilares anteriores
en nuestra eclesiología, y no prestemos tanta atención a los elementos secundarios.
Bien lo dijo Juan Calvino: “Dondequiera encontremos que se predique y escuche la Palabra de Dios, y se administren los sacramentos
de acuerdo a la institución de Cristo, ahí, sin lugar a dudas, hay una iglesia de Dios”.

“La iglesia (ideal según Dios) está SUJETA a Cristo” (Efesios 5:24). Él es su “cabeza”, así como “el marido es cabeza de la
mujer” (Efesios 5:22-23). Ella le ama, respeta y obedece incondicionalmente. Él le instruye y guía; ella se sujeta a su voluntad,
acatando sus directrices, como, por ejemplo, las siguientes tomadas de 1 Corintios:
(1) “Hágase todo decentemente y con orden” (1 Corintios 14:40).
(2) “...como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones...” (1 Corintios 14:33-34).
(3) No comer “con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón” (1
Corintios 5:11).
(4) Hablar siempre “palabra bien comprensible” (1 Corintios 14:9) y…
(5) “A causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido” (1 Corintios 7:2).

La iglesia ideal, sujeta a su cabeza Cristo, OBEDECE estas directrices. Refunfuñonas, rebeldes y soberbias, algunas iglesias no las
obedecen, exhibiendo el mismo carácter de la esposa que hace caso omiso a su marido, peleando contra él y justificando su
sublevación. Muchas personas de actualidad tildan de “anticuada e injusta” la norma de “sujetarse las casadas a sus maridos”,
adjetivos que no pocas iglesias aplican también a las directrices dadas por Cristo a su iglesia.
Cristo “sustenta y… cuida… a la iglesia” (Efesios 5:29) ideal, según Dios, alimentándola con “la leche espiritual no adulterada" (1
Pedro 2:2), la cual contiene “los rudimentos de la doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1), y además con “el alimento sólido … para los
que han alcanzado madurez” (Hebreos 5:11-14). Este abundante alimento espiritual –tan variado, rico y apetecible para el espíritu
hambriento de Dios- se encuentra en las revelaciones de Cristo en el Nuevo Testamento. “Dios, habiendo hablado… a los padres por
los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1:1-2). No por Moisés o David sino “por el Hijo”. Por
tanto, la iglesia ideal no acude a la mesa de Moisés, quitada al morir el Señor en la cruz (2 Corintios 3:6-17; Colosenses 2:13-17), ni
tampoco se sienta a las mesas de paganos, de filósofos hinchados de humana sabiduría o de religiosos que sirvan sus propios platos de
tradiciones mezcladas con mandamientos de hombres (Mateo 15:5-9; Colosenses 2:8).
Desde su trono en el cielo (Hechos 2:33; 1 Corintios 15:25), Cristo sustenta y cuida a su iglesia en la tierra mediante obispos
debidamente constituidos en cada congregación. “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha
puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hechos 20:28). ¿A quiénes pone el
Espíritu Santo para “apacentar la iglesia” y velar por ella? No, por cierto, a neófitos (muchachos, recién convertidos), torpes, vagos o
irresponsables, sino a “OBISPOS”, también llamados “ancianos” (Hechos 20:17), o “pastores” (Hebreos 13:17). El que desea el
obispado ha de llenar requisitos muy exigentes ( 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-10), tan importantes son sus tareas. Esto, en la iglesia ideal,
según Dios.

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