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Química, fotografía y Chema Madoz

Por Deborah García Bello


Cuando era niña paseaba de la mano de mi abuelo por todas las calles de la ciudad,
por cada uno de sus recovecos, por sus arrabales, por los barrios, por lugares con
aceras y sin ellas, siempre lejos de las calles que habían sido diseñadas para el
paseo, lejos de las áreas comerciales, lejos de los andares ociosos, de los
pavimentos acariciados por suelas de cuero y tacones finos. Paseábamos por zonas
industriales, o por donde la naturaleza silvestre gana la batalla al asfalto, por donde
fluye el trajín de las vidas a cuestas, o por donde sólo fluye el abandono.

Entre toda esa belleza cotidiana y


salvaje, carente de ornamentos, es donde el saber mirar cobra una importancia vital
de la que siempre me sentí dueña.
No es un escritor, ni un pensador, es un mirador, la única facultad verdadera y aérea:
mira. Nada más.
R.G. de la Serna
Ya siendo adolescente, paseando por uno de los barrios más decadentes de mi
ciudad, me encontré con un pequeño sótano con las puertas abiertas. Había lotes
de libros antiguos colocados por el suelo, sobre la acera, que animaban a entrar. El
local estaba abarrotado de estantes, libros y cosas, sin ningún orden aparente. Entré.
¿Hola? No había nadie, pero aun así me adentré en ese sótano y me puse a leer el
lomo de todos aquellos libros. Era una lista interminable de joyas y de basuras. Al
cabo de un rato apareció un hombre de mediana edad que me dijo que mirase cuanto
quisiese, y que si algo me gustaba me lo vendería si llegábamos a un acuerdo. Se
quedó apoyado en la puerta, fumándose un cigarrillo, mientras yo rebuscaba allí
dentro.
Me fijé que al fondo de ese sótano había un ventanuco por el que entraba luz, y
frente a él había una pequeña mesita de centro sepultada bajo pesados libros de
Arte. Me llamó la atención uno de ellos, porque su portada imitaba una película
fotográfica: en negativo el nombre, Chema, y en positivo el apellido, Madoz. Se
trataba del catálogo de la exposición fotográfica de Chema Madoz en el Reina Sofía.
Me senté sobre los libros que estaban sobre la mesa de centro, abrí el catálogo, y
observé todas las fotografías de aquel artista que para mí todavía era un
desconocido. Todas ellas eran fotografías analógicas en blanco y negro, eran
fotografías de objetos cotidianos manipulados, pequeñas esculturas metafóricas,
poemas breves de fácil interpretación, con un primer parpadeo humorístico, y una
reflexión posterior más densa y dramática. Me recordaron a las greguerías de
Ramón Gómez de la Serna. Eran su expresión plástica. Eran lo extraordinario de lo
ordinario, y por eso me enamoré de todas ellas.
Le quedaba en las gafas el recuerdo de las cosas vistas. Era un fotógrafo.
R.G. de la Serna
La fotografía analógica, y especialmente ésta, en blanco y negro, permite obtener
imágenes de mayor plasticidad y mayor profundidad de campo, y es por esto por lo
que Chema Madoz emplea este soporte para su obra. Al fin y al cabo Chema Madoz,
desde mi punto de vista, es un escultor: sus fotografías son tomadas a objetos reales
que él mismo esculpe empleando diversos materiales y jugando con objetos
cotidianos, modificándolos para crear nuevas capas de lectura.
El proceso de toma y revelado de imágenes de emplea Chema Madoz es el
tradicional negativo-positivo. Este proceso consiste en tomar una fotografía con una
cámara analógica que queda registrada en la película fotográfica de la cámara.
Posteriormente esta película se revela como negativo a fin de que la imagen
recogida en él no se deteriore y quede fijada a la película. Esta imagen nos ofrece
un negativo de la realidad fotografiada: los negros del negativo se corresponden a
los blancos de la realidad (a la luz). Una vez fijado el negativo se hace pasar luz a
través de él por medio de una ampliadora y esta luz se registra en un papel
fotosensible de la misma manera, solo que ahora la luz atraviesa las zonas
transparentes del negativo, con que estos huecos serán los que se oscurezcan una
vez se haga el revelado del papel fotográfico, dando lugar a una imagen en positivo
de la realidad, es decir, a la imagen real.
El proceso de captura de imagen y revelado a nivel químico es el mismo en el caso
de películas fotográficas (negativo) como de papel fotosensible (positivo).
Las películas fotográficas están formadas por un soporte transparente de acetato
de celulosa y sobre éste hay dispuesta una suspensión de bromuro de plata en
gelatina comúnmente llamada emulsión fotográfica (pese a que se trate de una
suspensión, no de una emulsión). El bromuro de plata es la sustancia sensible a la
luz, la que reacciona ante el impacto de los fotones que atraviesan las lentes de la
cámara.
Aunque se trate de fotografía en blanco y negro (B/N) existen películas más o menos
sensibles al espectro de luz visible: las películas ortocromáticas no son sensibles a
longitudes de onda elevadas (de baja energía) como los correspondientes a los rojos,
y es por ello por lo que estas películas pueden ser manipuladas bajo iluminación roja
sin que se velen. Las películas pancromáticas son sensibles a todo el espectro
visible, en mayor medida a las longitudes de onda cortas, las de más energía, que
se corresponden a los azules.
El papel fotosensible está formado por un soporte de celulosa que puede
presentarse plastificado, habitualmente con poliestireno (PE) que lo protege del agua
y de las disoluciones empleadas en el revelado. Sobre la celulosa hay una fina capa
de un material que suele emplearse para texturizar y dar mayor calidad de blanco:
hasta el siglo XIX se empleaba la albúmina (clara de huevo), hasta que en 1866, en
España, se fabricó por primera vez el papel baritado, que contenía una fina capa
de sulfato de bario para tal efecto y que además mejoraba la durabilidad, calidad y
rigidez del papel.
Sobre esta fina capa es donde se sitúa la suspensión de haluro de plata
(habitualmente el haluro empleado es bromuro) en gelatina, igual que en las
películas fotográficas, que es la capa sensible a la luz.

El bromuro de plata (AgBr) es un compuesto iónico, una sal formada por cationes de
plata Ag+ y aniones de bromo Br– que forman cristales cúbicos. En su estado natural
este compuesto es blanquecino-amarillento, color del cual es responsable la Ag+
([Ag+]: 4d10).
El impacto de la luz sobre la suspensión de AgBr es suficiente como para movilizar
electrones capaces de reducir alguno de los átomos de Ag+ a Ag de los cristales,
generando lo que se llama una imagen latente. Esta imagen es imperceptible para
el ojo humano, pero es la responsable de crear los núcleos a partir de los cuales se
seguirá reduciendo la Ag+ adyacente en el proceso de revelado.
Lo importante de este proceso es que la Ag en estado metálico, la reducida, es de
color negro, y es la responsable de la aparición de la imagen.

Ag+ (blanquecino) + e- → Ag (negro)


Reducción (ganancia de electrones)

El tamaño de los granos de bromuro de plata es lo que define la sensibilidad de la


película de forma que cuanto mayor es el tamaño del grano, mayor es el área que
ocupa, por lo que una menor cantidad de fotones que incida contra la emulsión será
suficiente para producir la imagen latente, con lo que el resultado será un tiempo de
exposición más breve.
La sensibilidad puede clasificarse en diferentes tipos de escalas, pero la más
empleada es la ISO:
Baja sensibilidad (ISO 6 – ISO 64): Poseen un grano extremadamente fino y una
escala tonal muy amplia, por lo que permiten hacer ampliaciones sin que el grano
sea perceptible. Estas películas se emplean cuando se requiere un gran detalle en
la imagen, con objetos estáticos y cuando hay buena iluminación o cuando son
posibles largas exposiciones con trípode.
Sensibilidad media (ISO 100 – ISO 200): Permiten ampliaciones de 30x40cm sin que
el grano sea perceptible y poseen una escala tonal amplia, por lo que su uso es el
más extendido.
Alta sensibilidad (ISO 400 – ISO 3200): Presentan un bajo contraste. El grano es
grueso y evidente en las ampliaciones por lo que la imagen pierde definición. Se
utilizan en fotografías de acción donde se requiera congelar el movimiento o en
situaciones de escasa iluminación.

A continuación la película fotográfica o el papel se someten al proceso de revelado,


que consiste en sumergir estos soportes en diferentes disoluciones siguiendo un
orden y un tiempo concretos y en ausencia de luz. Las películas fotográficas (el
carrete de la cámara) se introduce en un pequeño tanque que tiene una abertura
que nos permite llenarlo y vaciarlo con las diferentes disoluciones hasta revelar y
fijar el negativo.

Para el positivado del papel las disoluciones empleadas son las mismas, pero el
proceso se realiza en cubetas de un tamaño apropiado al tamaño de la foto, y es el
papel el que tenemos que mover de una cubeta a otra, cada una con la disolución
adecuada.
Las etapas del revelado y fijado de la imagen en ambos casos son las siguientes:
1. Revelado
2. Baño de paro
3. Fijación
4. Lavado

REVELADO
El revelado es el proceso por el cual todos los cationes de plata de la imagen latente
se reducen a plata metálica. Este proceso es una reducción, ya que los cationes de
plata Ag+ ganan un electrón para convertirse en plata Ag. Para que una especie
gane un electrón tiene que haber otra que lo pierda. Las sustancias que ceden con
cierta facilidad sus electrones son las sustancias que se oxidan. Así que todo
proceso de reducción va asociado a una oxidación, y por eso estas reacciones se
conocen como reacciones de reducción-oxidación, reacciones de transferencia de
electrones o, de forma abreviada y de mayor popularidad: reacciones redox.
El agente de revelado (la sustancia que se oxida) de mayor uso es el 4-
(metilamino)fenol sulfato, comercialmente conocido como Metol (nombre acuñado
por AGFA) o Elon (nombre acuñado por KodaK).

Metol
Alfred Bogisch fue el que descubrió en 1891 que la sustancia que se empleaba para
el revelado hasta entonces (4-aminofenol sulfato) era menos efectiva que las formas
metiladas, tanto en orto al grupo amino como N-metiladas. A pesar de que
químicamente es más sencillo metilar en orto, esta fórmula cayó en desuso con
respecto la fórmula N-metilada.
Esta sustancia es tóxica por ingestión e irritante por contacto, llegando a producir
dermatitis en quien la maneja. Es por ello por lo que algunos fotógrafos emplean en
su lugar otra sustancia análoga que carece de estos efectos sobre la salud: la
fenidona (1-fenil-3-pirazolidinona)

Fenidona
La fenidona tiene hasta cinco veces más potencia de revelado que el Metol, por lo
que se debe reducir el tiempo de inmersión del papel en la disolución. Se preparó
por primera vez en 1890, en los laboratorios Ilford Limited, pero hasta 1940 el Dr.
J.D. Kendall no descubrió su uso potencial como reductor fotográfico. Comenzó a
comercializarse en 1951.
Junto con el agente de revelado se emplea otra sustancia de vital importancia: la
hidroquinona (benceno-1,4-diol).

Hidroquinona
Esta sustancia se emplea junto al agente revelador porque es capaz de “recargar”
sus electrones una vez éste se haya oxidado para reducir a la plata, de forma que el
Metol parece no oxidarse (en la reacción global) y es la hidroquinona la que lo hace
en su lugar dando quinona.
AgBr + luz → AgBr* (imagen latente)
AgBr* + C6H6O2 (hidroquinona) →2Ag (negro) 2HBr + C6H4O2 (quinona)

El proceso de preparación de la hidroquinona es similar al proceso Cumeno: se


dialquila el benceno con propeno para producir 1,4-diisopropilbenceno, que en
presencia de aire y H2O2 produce acetona e hidroquinona.

A esta mezcla de Metol-hidroqinona se le añaden ciertas sales alcalinas como el


carbonato sódico, el hidróxido sódico, sulfito sódico y bromuro potásico (bórax). Por
un lado el sulfito, además de prevenir la oxidación atmosférica del Metol, facilita la
“recarga” actuando como catalizador de esa reacción. El bromuro de potasio
restringe la acción del revelador suprimiendo el efecto de niebla química. Y el resto
de sales, que son alcalinas, se emplean para aumentar el pH de la disolución en
torno a 11-12, ya que así se logra un mayor contraste en la fotografía.
BAÑO DE PARO
Para detener el revelado sólo hay que reducir rápidamente el pH, de tal manera que
la reacción redox se detenga. Para ello se emplea un ácido que no dañe el soporte,
como es el ácido acético diluido en agua al 1-2%, a fin de alcanzar un pH entre 3 y
5. Para comprobar que el pH es el adecuado puede emplearse como indicador
colorimétrico el papel de tornasol o un indicador universal que hará que la disolución
sea amarilla a pH óptimo y torne a violeta cuando ya se haya agotado.

Ácido acético
Este baño de paro fotográfico se comercializa como disolución de ácido acético al
28%, por lo que siempre hay que diluirlo, o como ácido acético glacial, cuya
manipulación es más difícil y peligrosa, ya que se trata de ácido acético al 99%. En
su lugar se puede emplear un baño de paro casero empleando vinagre diluido, ya
que el vinagre contiene un 3-5% de ácido acético.
Este baño es el responsable del olor característico de los laboratorios fotográficos.
FIJACIÓN
La fijación consiste en eliminar las sales de plata que no han sido reveladas y que
por tanto siguen siendo sensibles a la luz. Las zonas grises y blancas hasta este
momento contienen bromuro de plata que no ha reaccionado.
Para tal efecto se emplean sales como el tiosufato sódico o “hypo” o tiosulfato
amónico, que permite una fijación más rápida. La reacción que se produce es un
intercambio catiónico (el Na+ se intercambia con el Ag+) de forma que “fija” la Ag+
evitando que se reduzca a plata metálica negra.

2 S2O32− + AgBr → [Ag(S2O3)2]3− + Br−

LAVADO
El lavado consiste en eliminar todos los restos de las disoluciones anteriores por
medio de un baño en agua corriente, a fin de que la película o el papel se
deteriorasen con el paso del tiempo o apareciesen manchas indeseables.
Todo este proceso, que puede parecer estricto, en realidad permite jugar mucho con
el resultado final. En el revelado se pueden ajustar contrastes, tonalidades, escalas
de grises, por lo que el artista suele encargarse él mismo del positivado o
encargárselo a alguien capaz de seguir las directrices del artista. En el caso de
Chema Madoz es él el que se encarga de hacer un positivado pequeño, de 24×30 o
30×40 y es el fotógrafo Juan M. Castro el que se encarga de hacer la copia a mayor
escala, igualando el resultado del artista.
Una vez lavadas las fotos sólo hay que tenderlas hasta que sequen. Como sábanas.
Salí de aquel sótano con el catálogo de Chema Madoz entre mis brazos. El señor
de mediana edad continuaba apoyado en una de las hojas de la puerta. Le dije Me
quiero llevar este libro. En la primera página debe de haber un precio escrito a lápiz,
me dijo. Lo abrí. 18,50 €. Me pareció un precio asumible para un registro tan grande
de la belleza que se esconde en los objetos cuando les damos un uso para el que
no han sido diseñados, cuando los miramos con la profundidad y el valor con el que
merece ser mirado el mundo.
Esta entrada participa en la XXXI Edición delCarnaval de Química,cuyo blog
anfitrión es ::ZTFNews.
Fuentes
Nuevas Greguerías. Ramón Gómez de la Serna/Chema Madoz. Ed. La Fábrica,
2009
Chema Madoz. Catálogo MNACRS, 1999
Documental Imprescindibles: Chema Madoz, regar lo escondido. RTVE, 2012.
Enciclopedia completa de la fotografía. M. Langford. Ed. Blume, 1983
Introducción a la fotografía científica. Luis Monje Arenas. C.A.I. Universidad de
Alcalá
Los procesos fotográficos artesanales. Thierry Donnay Ed. Photogramme, 1997
Química fotográfica, Joan Torrent Burgués, Ed. UPC, 2001
El laboratorio fotográfico. Comunicación audiovisual. José Ramón Gómez Pérez,
2005
Teoría fotográfica. Formación de una imagen en un material fotosensible. Alfredo
Ponce.
Imágenes de compuestos: Wikipedia
Introducción a la Química orgánica. A. Streitwieser, C.H. Heathcock Ed. MacMillan,
1992
Química orgánica: estructura y función. K.P.C. Vollhardt, N.E. Schore 2002

http://dimetilsulfuro.es/2014/01/09/quimica-fotografia-chema-madoz/

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