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POÉTICA DE LA NARRACIÓN: HISTORIA, FICCIÓN, TIEMPO


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ción aporética. Muestra también los límites de la fenomenología, 3. LA REALIDAD DEL PASADO HISTÓRICO
"
que son los de su estilo eidético. La reviviscencia del tema de la
eternidad en nuestras tres fábulas sobre el tiempo constituye a este
respecto una prueba limitada, pero ejemplar. No que estos tres tex­
tos sobre el tiempo ofrezcan un modelo único de eternidad. Al
contrario, ofrecen a la imaginación un vasto campo de posibilida­ Con este capítulo se abre una nueva etapa en nuestra investigación
t) ,
des de eternización, que no poseen más que un rasgo común, el de aplicada a la refiguración del tiempo por referencia cruzada. En el
ser emparejadas con la muerte. Las fábulas sobre el tiempo dan así transcurso de la primera etapa, se ha hecho hincapié en la dicoto­
algún crédito a la duda que habíamos formulado, en su momento, mía entre el objetivo propio de cada modo narrativo, dicotomía
sobre el valor del análisis heideggeriano del ser-para-la-muerte. En­ que se resume en la oposición global entre la reinscripción del
tonces, habíamos propuesto distinguir, en el ser-para-la-muerte y tiempo vivido en el tiempo del mundo y las variaciones imaginati­
en la anticipación resuelta frente a la muerte, un componente exis­ vas referidas al modo de enlazar el primero con el segundo. La
tencial y un componente existenciario. Incumbe precisamente a las nueva etapa marca c~_~J.a convergencia entre, por una parte1.}() _q~e
variaciones imaginativas desplegadas por las fábulas sobre el tiem­ hemos llamado, desde la introducción a esta sección, la función de
po abrir el campo de las modalidades existenciales capaces de au­ nipresentancia ejercida por el conocimiento histórico resp~cto ~rpa­
tenticar al ser-para-la-muerte. Las experiencias-límites que, en el sado "real" y, por otra, la función de significancia que revis_te_~!.r.f2l~­
reino de la ficción, enfrentan la eternidad con la muerte, sirven al to de ficción, cuando la lectura pone en relación el mundo del
mismo tiempo de revelador respecto a los límites de la fenomeno­ texto y el del lector. Inútil decir que es a partir de la primera deter­
logía, que con su método de reducción lleva a privilegiar la inma­ minación de la refiguración cruzada como se destaca la segunda
nencia subjetiva, no sólo respecto a las trascendencias exteriores, determinación que constituye el reto de los dos capítulos que si­
sino también respecto a las superiores. guen.
El problema de la representancia del pasado "real" por el cono­
cimiento histórico nace de la simple pregunta: ¿qué significa el tér­
mino "real" aplicado al pasado histórico? ¿Qu¿ podemos decir
cÚandÓde¿imos que algo ha suc~dido "realmente"? Este problema
esel más embarazoso de los que la historiografia plantea al pensa­
miento de la historia. Y sin embargo, si la respuesta es difícil, la
cuestión es inevitable: establece la segunda diferencia entre la his­
toria y la ficción, cuyas interferencias no constituirían problema si
no se injertaran en una disimetría fundamental.
Una firme convicción anima aquí al historiador: por más que se
diga del carácter selectivo de la recogida, de la conservación y de la
consulta de los documentos, de su relación con las cuestiones plan­
teadas por el historiador, incluso de las implicaciones ideológicas
de todas estas operaciones -el recurso a los documentos señala una
línea divisoria entre historia y ficción: a diferencia de la novela, las 'i 't

construcciones del historiador tienden a ser reconstrucciones del


pasado. A través del documento y por medio d<;)a prueba docu­
mental, el historiador está sometido a lo que, un día, fue. Tiene uná'

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POÉTICA DE LA NARRACIÓN: HISTORIA, FICCIÓN, TIEMPO 'A REALlD.\D DEL PASADO HISTÓRICO 841
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xión de estoS tres "grandes géneros"; sólo sostengo que decimos l'
A los tres componentes de una concepción en términos de iden­
algo sensato sobre el pasado pensándolo sucesivamente bajo el tidad de la dimensión pasada del pasado antes enunciados, se
signo de lo Mismo, de lo Otro, de lo Análogo, Para responder a la puede hacer corresponder las tres fases recorridas por el análisis
objeción de artificio que podría hacerse, haré ver que cada uno de que Collingwood hace del pensamiento histórico: a saber, a] el ca­
los tres momentos está representado por uno o varios de los inten­ rácter documental del pensamiento histórico, b] el trabajo de la ima­
tos más respetables de filosofía de la historia, El paso de una de g-inariónen.la interpretación del dat() documental, e] finalmente, la
estas posiciones filosóficas a otra resultará de la incapacidad de 'o amblClÓfi de que las construcciones de la imaginación operen la
cada una para resolver, de modo unilateral y exhaustivo, el enigma ~eefectuaciondel pasado. El tema de la reefectuación debe manifes­
de la representancia, rarseen tercera posición, para mostrar que no designa un método
distinto, sino el resultado buscado por la interpretación documen­
tal y las construcciones por la imaginación.o
1, Bajo el signo de lo Mismo: la "reefectuación" del pasado en el presente a] La noción de prueba documental, colocada al inicio de la in­
vestigación con el título "evidencia", señala de entrada la diferencia
El primer modo de pensar la dimensión pasada del pasado es su­ radical entre la historia de los quehaceres humanos y el estudio de
primir su aguijón, la distancia temporal. La operación histórica apa­ los cambios naturales, incluido el de la evolución en biología. 7«~?10
rece entonces como una desdistanciación, una identificación con lo
que antes fue, Esta concepción no carece de apoyo en la práctica escritas en Oxford en 1936, tras la nominación de Collingwood para la cátedra de
histórica, ¿No está presente la propia huella, como tal? Re,m(),!1~, filosofía metafísica, y parcialmente revisadas por e! autor hasta 1940. El editor ha
la huella, ¿no es hacer los acontecimientos pasados a los-qu~ ~.QQ: agrupado las partes sistemáticas de la obra inacabada de Collingwood en la quinta
parte, titulada f!)i{P~IJ1TUm(/, pp. 205-324.
(hice, contemporáneos de su propía huella?En cuanto lectores de
¡¡ En el plano adoptado por el editor de 'fIw idea or hi.\lmy, el párrafo sobre la
historia, ¿no somos hechos contemporáneos de los acontecimien­ "historia como reefectuación de la experiencia pasada" (pp. 231-302) sigue
tos pasados mediante una reconstrucción viva de su encadenamien­ expresan~ente al de "la imaginación histórica" (pp. 231-249) (fue la lección
to? En una palabra, ¿es inteligible el pasado de otro modo que no inaugural de las conferencias de Oxford) y al de la "prueba documenta!", en e! que
~)
el concepto de historia humana es opuesto al de naturaleza humana, y donde se
sea su !Jersistiren el presente?
afronta directamente el concepto de n'madmlml, sin pasar por la reflexión sobre la
Para elevar esta sugerencia al rango de teoría y formular una
imaginación. Este orden de exposición se comprende si e! menlu.lm¡;nl, sin constituir
concepción exclusivamente en términos de identidad del pensamiento el procedimiento metodológico característico de la historia, define su Ldo., y, al
del pasado, es preciso: a] someter la noción de acontecimiento a mismo tiempo. su lugar en el saber. Seguiré este orden: prueba documental,
una revisión r<t<:li.c:<\!J a saber, disociar su lado "interno", que pode­ imag'inación histórica, historia como reefectuación de la experiencia pasada, para
mos llamar pensamiento, del "externo", es decir, los cambios físil=qs subrayar claramente el carácter más filosófico que epistemológico de! concepto de
reefectuación.
que afectan al cuerpo; b] después, considerar el pensamiento del 7 Para Collingwood, el problema no es tanto saber cómo la historia se distingue
historiador, que reconstruye una cadena de acontecimientos, éomo de las ciencias de la nattlraleza sino saber si puede haber otro conocimiento del
una manera de repensar lo que ha sido pensado una vez; e] final­ hombre que no sea histórico. A este problema da una respuesta claramente
mente, concebir este repensar como numéricamente idéntico al pri­ negativa, por la sencilla razón de que el concepto de historia humana viene a
ocupar el lugar asignado por Locke y Hume al de naturaleza humana: "El
mer pensar.
verdadero medio para explorar el espíritu es mediante el método histórico." "La
Esta concepción en términos de identidad es ilustrada de modo historia es lo que la ciencia de la naturaleza ha hecho profesión de ser" (p. 209).
brillante por la concepción de la historia como "reefectuación" (ree­ "Todo conocimiento del espíritu es histórico" (p. 219). "La ciencia del espíritu
,,;;a.-~t"!!.e:::t) del pasad(,), según la formulación de Collingwood en The humano se resuelve en historia" (p. 220). Se observará que Collingwood llama
zdea 01 history. '5 "inlrrfrrdalion o(ruidmw" (pp. 9-10) lo que traducimos aquí por prueba documental.
Pero el término inglés "1<uilJ¡mai' se traduce raramente en francés por evidencia,
!i Th. idnl or hi.\lory es una obra póstuma publicada por T. M. Knox en 1946 sobre todo en las materias jurídicas de las que la teoría de la historia lo toma: aquí
(Clarendon Press; Oxford University Press, 1956), sobre la base de las conferencias -dice-. "tJIJidenwes un térnlino colectivo para las cosas que, tomadas una a lIna, son
POÉTICA DE LA NARRACIÓN: HISTORIA, FICCIÓN, TIEMPO 'A REALlD.\D DEL PASADO HISTÓRICO 841
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xión de estoS tres "grandes géneros"; sólo sostengo que decimos l'
A los tres componentes de una concepción en términos de iden­
algo sensato sobre el pasado pensándolo sucesivamente bajo el tidad de la dimensión pasada del pasado antes enunciados, se
signo de lo Mismo, de lo Otro, de lo Análogo, Para responder a la puede hacer corresponder las tres fases recorridas por el análisis
objeción de artificio que podría hacerse, haré ver que cada uno de que Collingwood hace del pensamiento histórico: a saber, a] el ca­
los tres momentos está representado por uno o varios de los inten­ rácter documental del pensamiento histórico, b] el trabajo de la ima­
tos más respetables de filosofía de la historia, El paso de una de g-inariónen.la interpretación del dat() documental, e] finalmente, la
estas posiciones filosóficas a otra resultará de la incapacidad de 'o amblClÓfi de que las construcciones de la imaginación operen la
cada una para resolver, de modo unilateral y exhaustivo, el enigma ~eefectuaciondel pasado. El tema de la reefectuación debe manifes­
de la representancia, rarseen tercera posición, para mostrar que no designa un método
distinto, sino el resultado buscado por la interpretación documen­
tal y las construcciones por la imaginación.o
1, Bajo el signo de lo Mismo: la "reefectuación" del pasado en el presente a] La noción de prueba documental, colocada al inicio de la in­
vestigación con el título "evidencia", señala de entrada la diferencia
El primer modo de pensar la dimensión pasada del pasado es su­ radical entre la historia de los quehaceres humanos y el estudio de
primir su aguijón, la distancia temporal. La operación histórica apa­ los cambios naturales, incluido el de la evolución en biología. 7«~?10
rece entonces como una desdistanciación, una identificación con lo
que antes fue, Esta concepción no carece de apoyo en la práctica escritas en Oxford en 1936, tras la nominación de Collingwood para la cátedra de
histórica, ¿No está presente la propia huella, como tal? Re,m(),!1~, filosofía metafísica, y parcialmente revisadas por e! autor hasta 1940. El editor ha
la huella, ¿no es hacer los acontecimientos pasados a los-qu~ ~.QQ: agrupado las partes sistemáticas de la obra inacabada de Collingwood en la quinta
parte, titulada f!)i{P~IJ1TUm(/, pp. 205-324.
(hice, contemporáneos de su propía huella?En cuanto lectores de
¡¡ En el plano adoptado por el editor de 'fIw idea or hi.\lmy, el párrafo sobre la
historia, ¿no somos hechos contemporáneos de los acontecimien­ "historia como reefectuación de la experiencia pasada" (pp. 231-302) sigue
tos pasados mediante una reconstrucción viva de su encadenamien­ expresan~ente al de "la imaginación histórica" (pp. 231-249) (fue la lección
to? En una palabra, ¿es inteligible el pasado de otro modo que no inaugural de las conferencias de Oxford) y al de la "prueba documenta!", en e! que
~)
el concepto de historia humana es opuesto al de naturaleza humana, y donde se
sea su !Jersistiren el presente?
afronta directamente el concepto de n'madmlml, sin pasar por la reflexión sobre la
Para elevar esta sugerencia al rango de teoría y formular una
imaginación. Este orden de exposición se comprende si e! menlu.lm¡;nl, sin constituir
concepción exclusivamente en términos de identidad del pensamiento el procedimiento metodológico característico de la historia, define su Ldo., y, al
del pasado, es preciso: a] someter la noción de acontecimiento a mismo tiempo. su lugar en el saber. Seguiré este orden: prueba documental,
una revisión r<t<:li.c:<\!J a saber, disociar su lado "interno", que pode­ imag'inación histórica, historia como reefectuación de la experiencia pasada, para
mos llamar pensamiento, del "externo", es decir, los cambios físil=qs subrayar claramente el carácter más filosófico que epistemológico de! concepto de
reefectuación.
que afectan al cuerpo; b] después, considerar el pensamiento del 7 Para Collingwood, el problema no es tanto saber cómo la historia se distingue
historiador, que reconstruye una cadena de acontecimientos, éomo de las ciencias de la nattlraleza sino saber si puede haber otro conocimiento del
una manera de repensar lo que ha sido pensado una vez; e] final­ hombre que no sea histórico. A este problema da una respuesta claramente
mente, concebir este repensar como numéricamente idéntico al pri­ negativa, por la sencilla razón de que el concepto de historia humana viene a
ocupar el lugar asignado por Locke y Hume al de naturaleza humana: "El
mer pensar.
verdadero medio para explorar el espíritu es mediante el método histórico." "La
Esta concepción en términos de identidad es ilustrada de modo historia es lo que la ciencia de la naturaleza ha hecho profesión de ser" (p. 209).
brillante por la concepción de la historia como "reefectuación" (ree­ "Todo conocimiento del espíritu es histórico" (p. 219). "La ciencia del espíritu
,,;;a.-~t"!!.e:::t) del pasad(,), según la formulación de Collingwood en The humano se resuelve en historia" (p. 220). Se observará que Collingwood llama
zdea 01 history. '5 "inlrrfrrdalion o(ruidmw" (pp. 9-10) lo que traducimos aquí por prueba documental.
Pero el término inglés "1<uilJ¡mai' se traduce raramente en francés por evidencia,
!i Th. idnl or hi.\lory es una obra póstuma publicada por T. M. Knox en 1946 sobre todo en las materias jurídicas de las que la teoría de la historia lo toma: aquí
(Clarendon Press; Oxford University Press, 1956), sobre la base de las conferencias -dice-. "tJIJidenwes un térnlino colectivo para las cosas que, tomadas una a lIna, son
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un acontecimiento histórico es susceptible de disociación enlJ"e el equivale a método. La introducción demasiado rápida del reenact­
ladó "interior" de los acontecimientos, que se debe llamar "pensa­ ment corre el riesgo de hacerlo entender como una forma de intui­
miento" (thought), y el lado "exterior", que depende de los cambios, ción. Pero r~fl.~_n~':I!_~o es n~vivir. Repensar contiene ya el momento
naturales. R Para hacer plausible este procedimiento radical, Colling­ críticoguenos ob~iga al rodeo mediante la imaginación histé>rica.ll
wood aporta dos precisiones: en primer lugar, el lado externo dista ···'r.rdocumento, en efecto, plantea perfectamente el problema de
mucho de ser inesencial; la acción, en efecto, es~ía unidad de lo ex­ la relación del pensamiento histórico con el pasado en cuanto pa­
terno y de lo interno de un acontecimiento; ade~ás, el término sado. Pero no Pllt;de_más que plantearlo: la respuesta está en la
"pensamiento" debe tomarse en una extensión más amplia que el función de lrimaginación históriéa, que señala la especificidad de la
pensamiento raciona!; abarca todo el campo de las intenciones y de historia respe'Ctoa cualquier observación de un dato presente, del
las motivaciones. Así, un deseo es un pensamiento, en virtud de tipo de la percepción. 12 La sección dedicada a la "imaginación his­
aquello que E. Anscombe debía llamar más tarde su carácter de de­ tórica" sorprende por su audacia. Frente a la autoridad de las fuen­
seabilidad,9 que es decible por hipótesis y permite a! enunciado de tes escritas, el historiador es considerado como "la propia fuente, la
un deseo figurar en la premisa mayor de un silogismo práctico. propia autoridad" (p. 236). Su autonomía combina el carácter selec­
b] El segundo componente de una concepción en términos de tivo del trabajo de pensamiento, la audacia de la "construcción his­
identidad de la dimensión pasada del pasado no está lejos: de la no: tórica" y la tenacidad desconfiada del que, siguiendo el adagio de
ción d,e interior del acontesimiento, concebido como "pensamien­ Bacon, "cuestiona a la naturaleza". Collingwood no duda en hablar
la'
to ,;, .se puede pasar'directamen te a dé ';é;;;'aciment, como ac_~o,,~~ de "imaginación a priori" para significar que el historiador es el juez
repensar lo que se ha pensado una primera vez; compete, en efec­ de sus fuentes y no a la inversa; el criterio de su juicio es la cohe­
to, exclusivamente al historiador, con exclusión del fisico y del bió­ rencia de su construcción. 13
logo, "si~':l,a.::.e pe~~net.~,~!l(t~t'!.i_~~!!irr:s~lJi.r:to)_c:s~<l.c<:!ón, discer­
nir el pensamiento de su agt:I1te," (p. 213). m 'Toda historia -afirma 11 "Todo acto de pensamiento es un acto crítico: el pensamiento que reefectúa
también- es la reefectuación del pensamiento pasado en el propio pensamientos del pasado los critica reactualizándolos" (p. 216). En efecto, si la
espíritu del historiador" (ibid.). Sin embargo, este acceso súbito al causa es el interior del acontecimiento mismo, sólo un largo trabajo de inter­
pretación permite verse en la situación, pensar por sí mismo lo que un agente del
reenactment tiene el inconveniente de dar crédito a la idea de que
pasado juzgó que era adecuado hacer.
I~ La relación entre prueba documental (hillrniml _vi,1<nm) e imaginación sitúa
llamadas documentos, y un documento es una cosa que existe aquí y ahora, de toda la investigación histórica en la üJ!.:im d_ !JI /ff_gunla y d_ la T_S/JU~\Ü¡. Esta lógica se
manera tal que el historiador, al aplicarle su pensamiento, obtiene las respuestas a expone en An aulohiogm/Jhy, Oxford University Press, 1939. Gadamer le rinde un
las preguntas que se plantea sobre acontecimientos pasados" (p. 1). vibrante homenaje en su intento personal por hacer de esta lógica el equivalente
~ El carácter semiológico de! problema es evidente, aunque Collingwood no use del método dialógico de Platón, tras el fracaso de Hegel. Collingwood es, en este
este término: los cambios externos no son los 'lu- e! historiador considera, sino sentido, un precursor: "En historia, pregunta y prueba van juntas. Vale como
aquellos a 1m,,;', ,1< ¡os r:uak, mira, para discernir el pensamiento que se halla en ellos prueba todo lo que os permite responder a vuestra pregunta, la pregunta que
(p'. 214). Esta relación entre lo exterior y lo interior corresponde a lo que Dilthey planteáis ahora" (p. 281).
designa como Au.lll1'U,;k (expresión). 13 Collingwood utiliza sin vacilar el término de Kant sobre la imaginación, "esa

y E. Anscombe, Intentirm, Oxford, Basil Blackwell, 1957, p. 72. facultad ciega indispensable", que "hace todo el trabajo de la constmcción histórica"
10 "¡La filosofia es reflexiva [... ] piensa acerca del pensamiento!" (p. 1). En el (p. 241). Sólo la imaginación histórica "imagina el pasado" (p. 242). Nos hallamos así
plano histórico, la prueba tiene cara a cara "el pasado que consiste en aconte­ en los antípodas de la idea de testimonio ocular transmitido por fuentes autorizadas:
cimientos particulares sobrevenidos en el espacio y en el tiempo y que han dejado "En realidad, no hay datos sin elaboración (no dalar (p. 249). El idealismo inherente
de acontecer (whir:h aT_ no !Jmgl7" Itrtpprming)" (p. 5). O también: "Las acciones de a la tesis de la imaginación a /nimi estalla en las líneas de conclusión del párrafo que
seres humanos que han sido hechas en el pasado" (p. 9). El problema es: "Qué cosa se le dedica: se debe considerar "la idea de la imaginación histórica como una forma
hace que sea posible conocerlas a los historiadores" (i"id.). El acento puesto sobre e! de pensamiento que no depende más que de sí, se determina y se jllStifica a sí
carácter pasado hace que el problema no pueda ser resuelto más que por hombres misma" (p. 249). Por lo t.'llltO. hay que ir hasta la cuasi-identificación del trabajo del
doblemente calificados: como historiadores con experiencia del oficio y como historiador con el del novelista. "Novela e historia se explican y se justifican ambas
filósofos capaces de reflexionar sobre dicha experiencia. por sí mismas; derivan de una actividad autónoma que obtiene de sí misma su
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un acontecimiento histórico es susceptible de disociación enlJ"e el equivale a método. La introducción demasiado rápida del reenact­
ladó "interior" de los acontecimientos, que se debe llamar "pensa­ ment corre el riesgo de hacerlo entender como una forma de intui­
miento" (thought), y el lado "exterior", que depende de los cambios, ción. Pero r~fl.~_n~':I!_~o es n~vivir. Repensar contiene ya el momento
naturales. R Para hacer plausible este procedimiento radical, Colling­ críticoguenos ob~iga al rodeo mediante la imaginación histé>rica.ll
wood aporta dos precisiones: en primer lugar, el lado externo dista ···'r.rdocumento, en efecto, plantea perfectamente el problema de
mucho de ser inesencial; la acción, en efecto, es~ía unidad de lo ex­ la relación del pensamiento histórico con el pasado en cuanto pa­
terno y de lo interno de un acontecimiento; ade~ás, el término sado. Pero no Pllt;de_más que plantearlo: la respuesta está en la
"pensamiento" debe tomarse en una extensión más amplia que el función de lrimaginación históriéa, que señala la especificidad de la
pensamiento raciona!; abarca todo el campo de las intenciones y de historia respe'Ctoa cualquier observación de un dato presente, del
las motivaciones. Así, un deseo es un pensamiento, en virtud de tipo de la percepción. 12 La sección dedicada a la "imaginación his­
aquello que E. Anscombe debía llamar más tarde su carácter de de­ tórica" sorprende por su audacia. Frente a la autoridad de las fuen­
seabilidad,9 que es decible por hipótesis y permite a! enunciado de tes escritas, el historiador es considerado como "la propia fuente, la
un deseo figurar en la premisa mayor de un silogismo práctico. propia autoridad" (p. 236). Su autonomía combina el carácter selec­
b] El segundo componente de una concepción en términos de tivo del trabajo de pensamiento, la audacia de la "construcción his­
identidad de la dimensión pasada del pasado no está lejos: de la no: tórica" y la tenacidad desconfiada del que, siguiendo el adagio de
ción d,e interior del acontesimiento, concebido como "pensamien­ Bacon, "cuestiona a la naturaleza". Collingwood no duda en hablar
la'
to ,;, .se puede pasar'directamen te a dé ';é;;;'aciment, como ac_~o,,~~ de "imaginación a priori" para significar que el historiador es el juez
repensar lo que se ha pensado una primera vez; compete, en efec­ de sus fuentes y no a la inversa; el criterio de su juicio es la cohe­
to, exclusivamente al historiador, con exclusión del fisico y del bió­ rencia de su construcción. 13
logo, "si~':l,a.::.e pe~~net.~,~!l(t~t'!.i_~~!!irr:s~lJi.r:to)_c:s~<l.c<:!ón, discer­
nir el pensamiento de su agt:I1te," (p. 213). m 'Toda historia -afirma 11 "Todo acto de pensamiento es un acto crítico: el pensamiento que reefectúa
también- es la reefectuación del pensamiento pasado en el propio pensamientos del pasado los critica reactualizándolos" (p. 216). En efecto, si la
espíritu del historiador" (ibid.). Sin embargo, este acceso súbito al causa es el interior del acontecimiento mismo, sólo un largo trabajo de inter­
pretación permite verse en la situación, pensar por sí mismo lo que un agente del
reenactment tiene el inconveniente de dar crédito a la idea de que
pasado juzgó que era adecuado hacer.
I~ La relación entre prueba documental (hillrniml _vi,1<nm) e imaginación sitúa
llamadas documentos, y un documento es una cosa que existe aquí y ahora, de toda la investigación histórica en la üJ!.:im d_ !JI /ff_gunla y d_ la T_S/JU~\Ü¡. Esta lógica se
manera tal que el historiador, al aplicarle su pensamiento, obtiene las respuestas a expone en An aulohiogm/Jhy, Oxford University Press, 1939. Gadamer le rinde un
las preguntas que se plantea sobre acontecimientos pasados" (p. 1). vibrante homenaje en su intento personal por hacer de esta lógica el equivalente
~ El carácter semiológico de! problema es evidente, aunque Collingwood no use del método dialógico de Platón, tras el fracaso de Hegel. Collingwood es, en este
este término: los cambios externos no son los 'lu- e! historiador considera, sino sentido, un precursor: "En historia, pregunta y prueba van juntas. Vale como
aquellos a 1m,,;', ,1< ¡os r:uak, mira, para discernir el pensamiento que se halla en ellos prueba todo lo que os permite responder a vuestra pregunta, la pregunta que
(p'. 214). Esta relación entre lo exterior y lo interior corresponde a lo que Dilthey planteáis ahora" (p. 281).
designa como Au.lll1'U,;k (expresión). 13 Collingwood utiliza sin vacilar el término de Kant sobre la imaginación, "esa

y E. Anscombe, Intentirm, Oxford, Basil Blackwell, 1957, p. 72. facultad ciega indispensable", que "hace todo el trabajo de la constmcción histórica"
10 "¡La filosofia es reflexiva [... ] piensa acerca del pensamiento!" (p. 1). En el (p. 241). Sólo la imaginación histórica "imagina el pasado" (p. 242). Nos hallamos así
plano histórico, la prueba tiene cara a cara "el pasado que consiste en aconte­ en los antípodas de la idea de testimonio ocular transmitido por fuentes autorizadas:
cimientos particulares sobrevenidos en el espacio y en el tiempo y que han dejado "En realidad, no hay datos sin elaboración (no dalar (p. 249). El idealismo inherente
de acontecer (whir:h aT_ no !Jmgl7" Itrtpprming)" (p. 5). O también: "Las acciones de a la tesis de la imaginación a /nimi estalla en las líneas de conclusión del párrafo que
seres humanos que han sido hechas en el pasado" (p. 9). El problema es: "Qué cosa se le dedica: se debe considerar "la idea de la imaginación histórica como una forma
hace que sea posible conocerlas a los historiadores" (i"id.). El acento puesto sobre e! de pensamiento que no depende más que de sí, se determina y se jllStifica a sí
carácter pasado hace que el problema no pueda ser resuelto más que por hombres misma" (p. 249). Por lo t.'llltO. hay que ir hasta la cuasi-identificación del trabajo del
doblemente calificados: como historiadores con experiencia del oficio y como historiador con el del novelista. "Novela e historia se explican y se justifican ambas
filósofos capaces de reflexionar sobre dicha experiencia. por sí mismas; derivan de una actividad autónoma que obtiene de sí misma su
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Se excluye cualquier interpretación de tipo intuitivo que situase tesis sea sostenida en ocasión de una comparación entre las ideas
el concepto de reenactment en un plano metodológico: la imagina­ de naturaleza humana y de historia, se comprende fácilmente. El pa­
ción ocupa el lugar supuestamente asignado a la intuición.I 4 sado es separado del presente precisamente en la naturaleza: "El
e] Queda por dar el paso decisivo: declarar que la reefectuación pasado, en un proceso natural, es un pasado superado y muerto"
es nuIDéricamente idéntica al primer pensar. Collingwood realiza (p. 225). En la naturaleza, los instantes mueren y son remplazados
este paSo audaz en el momento en que la construcción histórica, por otros. En cambio, el mismo acontecimiento, históricamente co­
obra de la imaginación a priori, hace valer su pretensión de verdad. nocido, "sobrevive en el presente" (p. 225).16
Separada del contexto del reenaetment, la imaginación del historia­ -' Peró,'¿qué quiere decir sobrevivir? Nada, fuera del acto de ree­
dor podría confundirse con la del novelista. Pero, a diferencia del fectuación. En definitiva, sójiLtiene sentido la posesión actual de la
novelista, el historiador tiene una doble tarea: construir una ima­ actividad del pasado. ¿Se dirá que ha sido necesario que el pasado
gen coherente, portadora de sentido, y "construir una imagen de sobriuiva dejando una huella, y que nos convirtamos en sus herederos
las cosas, tal como fueron en realidad? y ct.éJQs ªcontecirpieºtos, tal para que podamos reefectuar los pensamientos pasados? Supervi­
como sucedieron realmente" (p. 246). Esta segunda tarea sólo es vencia, herencia, son procesos naturales. El conocimiento histórico
realizada parcialmente, si nos atenemos a las "reglas de método" comienza con el modo con que entramos en posesión de tales pro­
que distinguen el trabajo del historiador del de el novelista: locali­ cesos. Se podría decir, en forma de paradoja, que una huella se
zar todas las narraciones históricas en el mismo espacio y en el hace huella del pasado sólo en el momento en que su carácter de
mismo tiempo; poder vincular todos los relatos históricos en un p"ásadoes abolido por el acto intemporal de repensar el aconteci­
único mundo; acoplar la pintura del pasado a los documentos en miento en su interior pensado. La reefectuación, así entendida, da
su estado conocido o tal como los historiadores los descubren. a' 1'<l'paradoja de la huella una solución de identidad, el fenómeno
Si nos limitásemos a esto, no sería satisfecha la pretensión de de la marca, de la huella y el de su perpetuación son remitidos
verdad de las construcciones imaginarias. La "pintura imaginaria pura y simplemente al conocimiento natural. 'La tesis idealista de la
del pasado" (p. 248) seguiría siendo algo distinto del pasado. Para autoproducción del espíritu por sí mismo, ya visible en el concepto
que sea la misma cosa, debe ser numéricamente idéntica. Repensar de imaginación a priori, es coronada simplemente por la idea de
debe ser una manera de anular la distancia temporal. Esta anula­ reefectuación. 17
ción constituye la significación filosófica -hiperepistemológica- de
la reefectuación. "Lo que lo hace histórico no es el hecho de que ocurra en el tiempo, sino que
acceda a nuestro conocimiento gracias a que repensemos el mismo pensamiento
La tesis es formulada una primera vez en términos generales,
que ha creado la situación que examinamos, y de este modo lleguemos a
pero sin equívocos, en el primer párrafo de los Epilegomena (Human comprender esta situación" (p. 218).
nature and human history). Los pensamientos -se dice- son en un 16 "Así, el proceso histórico es un proceso en el que el hombre crea para sí
sentido acontecimientos que suceden en,~l ~iempo; pero, en otro mismo esta o aquella idea de la naturaleza humana al recrear en su propio
sentido, para aquel que se dedica al acto de repensar, los pensa­ pensamiento el pasado del que es heredero" (p. 226). "Reefectuar el pasado es, para
mientos no están enteramente en el tiempo (p. 217) .15 Que esta el historiador, recrearlo en su propio espíritu" (p. 286). La idea de reefectuación
tiende así a sustituir a la de testimonio, cuya fuerza es la de mantener la alteridad
autoridad: en ambos casos, esta actividad es la imaginación a /JTimi" (p. 246). del testigo y de aquello que testimonia.
14 A este respecto, el acercamiento entre r__nw:lm_nl e inferencia práctica,
17T"" ide" of hidnry ofrece varias expresiones equivalentes: "La materia de la que
trata la historia" no es el acto individual, tal como se ha producido, "sino el acto de
propuesto por Rex Martin en Hi.\lrmml "x/Jlanali()n, r"mactmml and /mlctiml injámm,
lthaca y Londres, Cornell University Press, 1977, constituye el intento más fructuoso pensamiento en su supervivencia yen su 'reviviscencia' en épocas diferentes y en
para acercar a Collingwood a la filosofia de la historia de A. Danta, de W. Walsh y, diferentes personas" (p. 303). Esto implica que se vea la "actividad del sí" como "una
sobre todo, de Van Wright. Deben pensarse juntas imaginación, inferencia práctica actividad única que persiste a través de la diversidad de sus propios actos" (p. 306). Y
y reefectuación. también, "el objeto debe ser tal que dé asilo a esta 'reviviscencia'" (p. 304). "El
1" La Constitución romana, o su modifIcación por parte de Augusto, una vez conocimiento histórico tiene, pues, como objeto propio el pensamiento: no las
repensada es un objeto eterno, del mismo modo que el triángulo de Whitehead: cosas en las que piensa, sino el acto mismo de pensar" (p. 305).
POÉTICA DE LA NARRACIÓN: HISTORIA, FICCIÓN, TIEMPO
LA REALIDAD DEL PASADO HISTÓRICO 845
844

Se excluye cualquier interpretación de tipo intuitivo que situase tesis sea sostenida en ocasión de una comparación entre las ideas
el concepto de reenactment en un plano metodológico: la imagina­ de naturaleza humana y de historia, se comprende fácilmente. El pa­
ción ocupa el lugar supuestamente asignado a la intuición.I 4 sado es separado del presente precisamente en la naturaleza: "El
e] Queda por dar el paso decisivo: declarar que la reefectuación pasado, en un proceso natural, es un pasado superado y muerto"
es nuIDéricamente idéntica al primer pensar. Collingwood realiza (p. 225). En la naturaleza, los instantes mueren y son remplazados
este paSo audaz en el momento en que la construcción histórica, por otros. En cambio, el mismo acontecimiento, históricamente co­
obra de la imaginación a priori, hace valer su pretensión de verdad. nocido, "sobrevive en el presente" (p. 225).16
Separada del contexto del reenaetment, la imaginación del historia­ -' Peró,'¿qué quiere decir sobrevivir? Nada, fuera del acto de ree­
dor podría confundirse con la del novelista. Pero, a diferencia del fectuación. En definitiva, sójiLtiene sentido la posesión actual de la
novelista, el historiador tiene una doble tarea: construir una ima­ actividad del pasado. ¿Se dirá que ha sido necesario que el pasado
gen coherente, portadora de sentido, y "construir una imagen de sobriuiva dejando una huella, y que nos convirtamos en sus herederos
las cosas, tal como fueron en realidad? y ct.éJQs ªcontecirpieºtos, tal para que podamos reefectuar los pensamientos pasados? Supervi­
como sucedieron realmente" (p. 246). Esta segunda tarea sólo es vencia, herencia, son procesos naturales. El conocimiento histórico
realizada parcialmente, si nos atenemos a las "reglas de método" comienza con el modo con que entramos en posesión de tales pro­
que distinguen el trabajo del historiador del de el novelista: locali­ cesos. Se podría decir, en forma de paradoja, que una huella se
zar todas las narraciones históricas en el mismo espacio y en el hace huella del pasado sólo en el momento en que su carácter de
mismo tiempo; poder vincular todos los relatos históricos en un p"ásadoes abolido por el acto intemporal de repensar el aconteci­
único mundo; acoplar la pintura del pasado a los documentos en miento en su interior pensado. La reefectuación, así entendida, da
su estado conocido o tal como los historiadores los descubren. a' 1'<l'paradoja de la huella una solución de identidad, el fenómeno
Si nos limitásemos a esto, no sería satisfecha la pretensión de de la marca, de la huella y el de su perpetuación son remitidos
verdad de las construcciones imaginarias. La "pintura imaginaria pura y simplemente al conocimiento natural. 'La tesis idealista de la
del pasado" (p. 248) seguiría siendo algo distinto del pasado. Para autoproducción del espíritu por sí mismo, ya visible en el concepto
que sea la misma cosa, debe ser numéricamente idéntica. Repensar de imaginación a priori, es coronada simplemente por la idea de
debe ser una manera de anular la distancia temporal. Esta anula­ reefectuación. 17
ción constituye la significación filosófica -hiperepistemológica- de
la reefectuación. "Lo que lo hace histórico no es el hecho de que ocurra en el tiempo, sino que
acceda a nuestro conocimiento gracias a que repensemos el mismo pensamiento
La tesis es formulada una primera vez en términos generales,
que ha creado la situación que examinamos, y de este modo lleguemos a
pero sin equívocos, en el primer párrafo de los Epilegomena (Human comprender esta situación" (p. 218).
nature and human history). Los pensamientos -se dice- son en un 16 "Así, el proceso histórico es un proceso en el que el hombre crea para sí
sentido acontecimientos que suceden en,~l ~iempo; pero, en otro mismo esta o aquella idea de la naturaleza humana al recrear en su propio
sentido, para aquel que se dedica al acto de repensar, los pensa­ pensamiento el pasado del que es heredero" (p. 226). "Reefectuar el pasado es, para
mientos no están enteramente en el tiempo (p. 217) .15 Que esta el historiador, recrearlo en su propio espíritu" (p. 286). La idea de reefectuación
tiende así a sustituir a la de testimonio, cuya fuerza es la de mantener la alteridad
autoridad: en ambos casos, esta actividad es la imaginación a /JTimi" (p. 246). del testigo y de aquello que testimonia.
14 A este respecto, el acercamiento entre r__nw:lm_nl e inferencia práctica,
17T"" ide" of hidnry ofrece varias expresiones equivalentes: "La materia de la que
trata la historia" no es el acto individual, tal como se ha producido, "sino el acto de
propuesto por Rex Martin en Hi.\lrmml "x/Jlanali()n, r"mactmml and /mlctiml injámm,
lthaca y Londres, Cornell University Press, 1977, constituye el intento más fructuoso pensamiento en su supervivencia yen su 'reviviscencia' en épocas diferentes y en
para acercar a Collingwood a la filosofia de la historia de A. Danta, de W. Walsh y, diferentes personas" (p. 303). Esto implica que se vea la "actividad del sí" como "una
sobre todo, de Van Wright. Deben pensarse juntas imaginación, inferencia práctica actividad única que persiste a través de la diversidad de sus propios actos" (p. 306). Y
y reefectuación. también, "el objeto debe ser tal que dé asilo a esta 'reviviscencia'" (p. 304). "El
1" La Constitución romana, o su modifIcación por parte de Augusto, una vez conocimiento histórico tiene, pues, como objeto propio el pensamiento: no las
repensada es un objeto eterno, del mismo modo que el triángulo de Whitehead: cosas en las que piensa, sino el acto mismo de pensar" (p. 305).
~"7::--"

POÉTICA DE LA NARRACIÓN: HISTORIA, FICCIÓN, TIEMPO LA REALIDAD DEL PASADO HISTÓRICO 847
846

Esta interpretación extremista de la tesis de la identidad levanta 2. Bajo el signo de lo Otro: ¿una ontología negativa del pasado?
objeciones que, progresivamente, acusan a la propia tesis de la
identidad. Al término del análisis, se llega a decir que el historiador Vuelco dialéctico: si el pasado no puede pensarse bajo el "gran gé­
no conoce en absoluto el pasado, sino sólo su propio pensamiento nero" de lo Mismo, ¿no lo sería mejor bajo el de lo Otro? Encontra­
sobre el pasado; sin embargo, la historia sólo tiene sentido si el his­ mos en aquellos historiadores que siguen abiertos al interrogativo
toriador sabe que reefectúa un acto que no es el suyo. Collingwood filosófico varias sugerencias que, pese a su diversidad, miran hacia
puede introducir, sin duda, en el pensamiento el poder de distan­ lo que podría llamarse una ontología negativa del pasado.
ciarse de sí mismo. Pero esta distanciación de sí no equivaldrá DefeIl?_~e_~cig}a()piniónc.0ntraria a la de Collingwood, muchos
nunca a la distanciación entre uno mismo y el otro. Toda la empre­ historiadores contemporáneos ven en la historia un reconocimien- '
sa de Collingwood se quiebra ante la imposibilidad de pasar del to"d~- á'Úel:idad, unarestituci6n de la distancia temporal, incluso
pensamiento del pasado como mío al pensamiento del pasado un3!:"ilP9Iogía de la diferencia, llevada hasta una especie de exotis­
como otro. La identidad de la reflexión no puede explicar la alteri­ mo temporal. Pero bien pocos se han arriesgado a teorizar esta pre­
dad de la repetición. eminencia de lo Otro en el pensamiento de la historia.
Ascendiendo desde el tercero al segundo componente de la tesis He ordenado el breve estudio de los intentos que comparten la
sobre la identidad, podemos preguntarnos si reefectuar el pasado misma tendencia según su grado creciente de radicalidad. '<

es repensarlo. Teniendo en cuenta el hecho de que ninguna con­ La preocupación por restituir el sentido de la distancia temporal
ciencia es transparente ante sí misma, ¿se puede concebir que la se vuelve contra el ideal de reefectuación, puesto que, en la idea de
reefectuación vaya hasta la parte de opacidad contenida tanto en el investigación, se subraya principalmente la toma de distancia respec­
acto original del pasado como en el acto reflexivo del presente? ¿En to a cualquier tentación o a cualquier intento "empático"; la pro­
qué se convierten las nociones de proceso, de adquisición, de incor­ blematización prevalece entonces sobre las tradiciones recibidas, y
poración, de desarrollo e incluso de crítica, si se suprime el carácter la conceptualización sobre la simple transcripción de lo vivido
episódico del propio acto de reefectuación? ¿Cómo llamar aún re­ según su propio lenguaje; la historia tiende, entonces, a alejarmasi­
creación un acto que anula su propia diferencia respecto a la crea­ vamente el pasado del presente. Puede incluso aspirar claramente
ción original? De múltiples formas, el re- del término reefectuación a producir un efecto de extrañeza contra cualquier intento de refa­
resiste a la operación que quisiera anular la distancia temporal. miliarizar lo familiar, para emplear la terminología de Hayden
Prosiguiendo nuestro camino hacia atrás, debemos cuestionar la White, que volveremos a encontrar más adelante" ¿Y por qué el
propia descomposición de la acción en un lado exterior, que sería efecto de extrañeza no llegaría hasta el de extrañamiento? Basta
sólo movimiento fisico, y otro interior, que sería sólo pensamiento. que el historiador se transforme en el etnólogo de los tiempos pa­
Esta descomposición es el origen de la desarticulación de la propia sados. Esta estrategia de la distanciación es puesta al servicio del es­
noción de tiempo histórico en dos nociones que igualmente lo nie­ fuerzo de descentralización espiritual practicada por los historiadores
gan: por un lado, el cambio en que una ocurrencia remplaza a más preocupados por rechazar el etnocentrismo occidental de la
otra; por otro, la intemporalidad del acto de pensar; se eliminan las historia tradicional. IX
mediaciones mismas que hacen del tiempo histórico un mixto: la
supervivencia del pasado que hace posible la huella, la tradición 1M Esta preocupación de distanciación es muy fuerte en los historiadores
que nos hace herederos, la preservación que permite la nueva po­ franceses; Fran.;:ois Furet pide,' al comienzo de Ptmsn' ú¡ lUi'llolllti"n fran¡:ai,,", que la
sesión. Estas mediaciones no se dejan colocar bajo el "gran género" curiosidad intelectual rompa con el espíritu de conmemoración o de execración.
Un nutTe 1TUl)tm lig., para tomar el título de J. Le GoIT, es un medievo distinto. Para
del Mismo.
Paul Veyne, en L'inventllire de., di//h-tm"e.,', "los romanos [oo.] han existido de un modo
tan exótico y tan cotidiano COITlO los tibetanos, por ejemplo, o los nambikwara, ni
más, ni menos; aunque sea imposible considerarlos aún como una especie de
pueblo-valor" (p. 8).
~"7::--"

POÉTICA DE LA NARRACIÓN: HISTORIA, FICCIÓN, TIEMPO LA REALIDAD DEL PASADO HISTÓRICO 847
846

Esta interpretación extremista de la tesis de la identidad levanta 2. Bajo el signo de lo Otro: ¿una ontología negativa del pasado?
objeciones que, progresivamente, acusan a la propia tesis de la
identidad. Al término del análisis, se llega a decir que el historiador Vuelco dialéctico: si el pasado no puede pensarse bajo el "gran gé­
no conoce en absoluto el pasado, sino sólo su propio pensamiento nero" de lo Mismo, ¿no lo sería mejor bajo el de lo Otro? Encontra­
sobre el pasado; sin embargo, la historia sólo tiene sentido si el his­ mos en aquellos historiadores que siguen abiertos al interrogativo
toriador sabe que reefectúa un acto que no es el suyo. Collingwood filosófico varias sugerencias que, pese a su diversidad, miran hacia
puede introducir, sin duda, en el pensamiento el poder de distan­ lo que podría llamarse una ontología negativa del pasado.
ciarse de sí mismo. Pero esta distanciación de sí no equivaldrá DefeIl?_~e_~cig}a()piniónc.0ntraria a la de Collingwood, muchos
nunca a la distanciación entre uno mismo y el otro. Toda la empre­ historiadores contemporáneos ven en la historia un reconocimien- '
sa de Collingwood se quiebra ante la imposibilidad de pasar del to"d~- á'Úel:idad, unarestituci6n de la distancia temporal, incluso
pensamiento del pasado como mío al pensamiento del pasado un3!:"ilP9Iogía de la diferencia, llevada hasta una especie de exotis­
como otro. La identidad de la reflexión no puede explicar la alteri­ mo temporal. Pero bien pocos se han arriesgado a teorizar esta pre­
dad de la repetición. eminencia de lo Otro en el pensamiento de la historia.
Ascendiendo desde el tercero al segundo componente de la tesis He ordenado el breve estudio de los intentos que comparten la
sobre la identidad, podemos preguntarnos si reefectuar el pasado misma tendencia según su grado creciente de radicalidad. '<

es repensarlo. Teniendo en cuenta el hecho de que ninguna con­ La preocupación por restituir el sentido de la distancia temporal
ciencia es transparente ante sí misma, ¿se puede concebir que la se vuelve contra el ideal de reefectuación, puesto que, en la idea de
reefectuación vaya hasta la parte de opacidad contenida tanto en el investigación, se subraya principalmente la toma de distancia respec­
acto original del pasado como en el acto reflexivo del presente? ¿En to a cualquier tentación o a cualquier intento "empático"; la pro­
qué se convierten las nociones de proceso, de adquisición, de incor­ blematización prevalece entonces sobre las tradiciones recibidas, y
poración, de desarrollo e incluso de crítica, si se suprime el carácter la conceptualización sobre la simple transcripción de lo vivido
episódico del propio acto de reefectuación? ¿Cómo llamar aún re­ según su propio lenguaje; la historia tiende, entonces, a alejarmasi­
creación un acto que anula su propia diferencia respecto a la crea­ vamente el pasado del presente. Puede incluso aspirar claramente
ción original? De múltiples formas, el re- del término reefectuación a producir un efecto de extrañeza contra cualquier intento de refa­
resiste a la operación que quisiera anular la distancia temporal. miliarizar lo familiar, para emplear la terminología de Hayden
Prosiguiendo nuestro camino hacia atrás, debemos cuestionar la White, que volveremos a encontrar más adelante" ¿Y por qué el
propia descomposición de la acción en un lado exterior, que sería efecto de extrañeza no llegaría hasta el de extrañamiento? Basta
sólo movimiento fisico, y otro interior, que sería sólo pensamiento. que el historiador se transforme en el etnólogo de los tiempos pa­
Esta descomposición es el origen de la desarticulación de la propia sados. Esta estrategia de la distanciación es puesta al servicio del es­
noción de tiempo histórico en dos nociones que igualmente lo nie­ fuerzo de descentralización espiritual practicada por los historiadores
gan: por un lado, el cambio en que una ocurrencia remplaza a más preocupados por rechazar el etnocentrismo occidental de la
otra; por otro, la intemporalidad del acto de pensar; se eliminan las historia tradicional. IX
mediaciones mismas que hacen del tiempo histórico un mixto: la
supervivencia del pasado que hace posible la huella, la tradición 1M Esta preocupación de distanciación es muy fuerte en los historiadores
que nos hace herederos, la preservación que permite la nueva po­ franceses; Fran.;:ois Furet pide,' al comienzo de Ptmsn' ú¡ lUi'llolllti"n fran¡:ai,,", que la
sesión. Estas mediaciones no se dejan colocar bajo el "gran género" curiosidad intelectual rompa con el espíritu de conmemoración o de execración.
Un nutTe 1TUl)tm lig., para tomar el título de J. Le GoIT, es un medievo distinto. Para
del Mismo.
Paul Veyne, en L'inventllire de., di//h-tm"e.,', "los romanos [oo.] han existido de un modo
tan exótico y tan cotidiano COITlO los tibetanos, por ejemplo, o los nambikwara, ni
más, ni menos; aunque sea imposible considerarlos aún como una especie de
pueblo-valor" (p. 8).
POÉTIC.A DE LA NARRACiÓN: HISTORIA, FICCIÓN, TIEMPO LA REALIDAD DEL PASADO HISTÓRICO 849
848

¿Bajo qué categoría pensar esta distanciación? No es irrelevante lir la diferencia entre el otro de hoy y el otro del pasado, anula la
comenzar por la más familiar a los autores influidos por la tradición problemática de la distancia temporal y elude la dificultad específi­
alemana del V~s~e~: la_comprensión del otrq ~S. para,es~,!-.u,.-~gi­ ca propia de la supervivencia del pasado en el presente, dificultad
ción, el mejor análogo de la comprensión histórica. Dilthey fue el que constituye la diferencia entre conocimiento de otro y conoci­
primero que intentó fundar todas las ciencias del espíritu -incluida miento del pasado. 2o
la historia- sobre la capacidad que tiene el espíritu de trasladarse a Otro equivalente lógico de la alteridad del pasado histórico res­
una vida psíquica extraña, sobre la base de los signos que "expre­ pecto al presente se ha buscado del lado de la noción de diferencia,
san" -es decir, llevan al exterior-la experiencia íntima del otro. Co­ que, a su vez, se presta a múltiples interpretaciones. Se pasa del bi­
rrelativamente, la trascendencia del pasado tiene como primer mo­ nomio mismo-otro al de idéntico-diferente, sin variaciones sensi­
delo la vida psíquica extraña llevada al exterior por una conducta bles de sentido que no sean las contextuales. Pero la noción de dife­
"significativa". Así, se tienden dos puentes, uno en dirección al otro; rencia se presta, a su vez, para usos muy disímiles. Consideraré dos
por una parte, la expresión supera el intervalo entre lo interior y lo que tomo de los historiadores especialistas, preocupados por desa­
exterior; por otra, la traslación mediante la imaginación a una vida rrollar una reflexión fundamental.
extraña supera el intervalo entre el sí y su otro. Esta doble exteriori­ Un primer modo de usar la noción de diferencia en un contex­
zación permite a una vida privada abrirse a una vida extraña, antes to histórico es emparejarla con la de individualidad, o mejor, con
de que se inserte en este movimiento hacia el exterior la objetiva­ la de individualización, noción que el historiador encuentra nece­
ción más decisiva, la que resulta de la inscripción de la expresión en sariamente en correlación con la de "conceptualización" histórica,
signos duraderos, y entre éstos, sobre todo, la escritura. 19 cuyo polo opuesto representa: la individualización, en efecto, tien­
El modelo del otro es ciertamente un modelo muy fuerte en la de hacia el nombre propio (nombres de personas, de lugares, de
medida en que no pone en juego sólo la alteridad, sino que une lo acontecimientos singulares); como la conceptualización tiende
Mismo a lo Otro. Pero la paradoja está en el hecho de que, al abo­ hacia abstracciones cada vez más abarcadoras (guerras, revolución,
crisis, ete.) .21 Este uso del término de diferencia, correlativo del de
19 Este modelo ha sido lo suficientemente poderoso como para inspirar a R. individualidad, es el que Paul Veyne pone de relieve en el L'inven­
Aron y a H. Marrou: la primera parte de la Intmdur:tilm ti Út flltiú1If'!lltie de l'1ti.'t(JiTe de
Aron procede desde el conocimiento de sí hasta el conocimiento de otro, y de éste
al conocimiento histórico. Es cierto que, en lo particular, el argumento tiende a 2() Una y otra han sido comparadas a menudo en la filosofia analítica, debido a la

destruir la aparente progresión sugerida por el plan: al ser imposible la coincidencia semejanza entre las paradojas que ambas provocan para una filosofia que hace del
consigo mismo (p. 59), el otro constituye el verdadero mediador entre sí y uno conocimiento empírico -por lo tanto, de la observación presente-, el criterio último
mismo; a su vez, el conocimiento del otro, al no llegar nunca a la fusión de las de verificación. Las aseveraciones sobre otro y sobre el pasado tienen en común que
conciencias, exige siempre la mediación de los signos; finalmente, el conocimiento no son empíricamente verificables ni refutables. Tienen también en común el
histórico, basado en las obras emanadas de las conciencias, se revela también tan hecho de poder, hasta cierto punto, ser intercambiadas una contra otra, en la
originario como el conocimiento del otro y el conocimiento de sí mismo. De ello medida en que son principalmente las acciones de hombres como nosotros las que
deriva que, para Aran, "el ideal de la resurrección es [... ) menos inaccesible que la historia intenta encontrar en el pasado, yen la medida en que, inversamente, el
extraño a la historia" (p. B1). Para Marrou, en De la mnn,ú.\.\,¿nt:e Iti.,torique, la conocimiento de otro contiene, más aún que la comprensión de sí mismo, la
comprensión del otro sigue siendo el modelo sólido del conocimiento histórico, en diferencia entre la experiencia vivida y la retrospección. Pero estas razones hacen
virtud de la conjugación de la epistemología y de la ética. L'l comprensión del otro que el problema no sea precisamente el mismo.
hoy y la comprensión de los hombres del pasado comparten la misma dialéctica, de 21 Véase Paul Veyne, "L'histoire conceptualisante", en Le Goff y Nora (edits.),
esencia moral, de lo Mismo y de lo Otro: por un lado, conocemos esencialmente lo FllÍre ti" 17túúJÍre, t. 1, Paris, 1974, pp. 62-69. El método weberiano de los tipos ideales
que nos es semejante; por otro lado, la comprensión del otro exige que prac­ había anticipado este movimiento de pensamiento. Pero es la historiografia francesa
tiquemos la efxlkJ¡,de nuestras preferencias, para comprender lo otro como otro. El la que ha acentuado el efecto de distanciación unido a la conceptualización
estilo sospechoso de la historiografia positivista es el que nos impide reconocer la hisrórica. Conceptualizar es romper con el punto de vista, las ignorancias y las ilusio­
identidad del vínculo de amistad que circula entre yo y el otro de hoy, entre yo y el nes y todo el lengu;ue de los hombres del pasado. Es alejarlos de nosotros en el
otro de antes (p. 118). Este vínculo es más esencial que la curiosidad, la cual, en lfempo. Conceptualizar es adoptu la mirada de simple curiosidad del etnólogo, a
efecto, arroja a lo otro en la distancia. menos que no sea la del entomólogo...
POÉTIC.A DE LA NARRACiÓN: HISTORIA, FICCIÓN, TIEMPO LA REALIDAD DEL PASADO HISTÓRICO 849
848

¿Bajo qué categoría pensar esta distanciación? No es irrelevante lir la diferencia entre el otro de hoy y el otro del pasado, anula la
comenzar por la más familiar a los autores influidos por la tradición problemática de la distancia temporal y elude la dificultad específi­
alemana del V~s~e~: la_comprensión del otrq ~S. para,es~,!-.u,.-~gi­ ca propia de la supervivencia del pasado en el presente, dificultad
ción, el mejor análogo de la comprensión histórica. Dilthey fue el que constituye la diferencia entre conocimiento de otro y conoci­
primero que intentó fundar todas las ciencias del espíritu -incluida miento del pasado. 2o
la historia- sobre la capacidad que tiene el espíritu de trasladarse a Otro equivalente lógico de la alteridad del pasado histórico res­
una vida psíquica extraña, sobre la base de los signos que "expre­ pecto al presente se ha buscado del lado de la noción de diferencia,
san" -es decir, llevan al exterior-la experiencia íntima del otro. Co­ que, a su vez, se presta a múltiples interpretaciones. Se pasa del bi­
rrelativamente, la trascendencia del pasado tiene como primer mo­ nomio mismo-otro al de idéntico-diferente, sin variaciones sensi­
delo la vida psíquica extraña llevada al exterior por una conducta bles de sentido que no sean las contextuales. Pero la noción de dife­
"significativa". Así, se tienden dos puentes, uno en dirección al otro; rencia se presta, a su vez, para usos muy disímiles. Consideraré dos
por una parte, la expresión supera el intervalo entre lo interior y lo que tomo de los historiadores especialistas, preocupados por desa­
exterior; por otra, la traslación mediante la imaginación a una vida rrollar una reflexión fundamental.
extraña supera el intervalo entre el sí y su otro. Esta doble exteriori­ Un primer modo de usar la noción de diferencia en un contex­
zación permite a una vida privada abrirse a una vida extraña, antes to histórico es emparejarla con la de individualidad, o mejor, con
de que se inserte en este movimiento hacia el exterior la objetiva­ la de individualización, noción que el historiador encuentra nece­
ción más decisiva, la que resulta de la inscripción de la expresión en sariamente en correlación con la de "conceptualización" histórica,
signos duraderos, y entre éstos, sobre todo, la escritura. 19 cuyo polo opuesto representa: la individualización, en efecto, tien­
El modelo del otro es ciertamente un modelo muy fuerte en la de hacia el nombre propio (nombres de personas, de lugares, de
medida en que no pone en juego sólo la alteridad, sino que une lo acontecimientos singulares); como la conceptualización tiende
Mismo a lo Otro. Pero la paradoja está en el hecho de que, al abo­ hacia abstracciones cada vez más abarcadoras (guerras, revolución,
crisis, ete.) .21 Este uso del término de diferencia, correlativo del de
19 Este modelo ha sido lo suficientemente poderoso como para inspirar a R. individualidad, es el que Paul Veyne pone de relieve en el L'inven­
Aron y a H. Marrou: la primera parte de la Intmdur:tilm ti Út flltiú1If'!lltie de l'1ti.'t(JiTe de
Aron procede desde el conocimiento de sí hasta el conocimiento de otro, y de éste
al conocimiento histórico. Es cierto que, en lo particular, el argumento tiende a 2() Una y otra han sido comparadas a menudo en la filosofia analítica, debido a la

destruir la aparente progresión sugerida por el plan: al ser imposible la coincidencia semejanza entre las paradojas que ambas provocan para una filosofia que hace del
consigo mismo (p. 59), el otro constituye el verdadero mediador entre sí y uno conocimiento empírico -por lo tanto, de la observación presente-, el criterio último
mismo; a su vez, el conocimiento del otro, al no llegar nunca a la fusión de las de verificación. Las aseveraciones sobre otro y sobre el pasado tienen en común que
conciencias, exige siempre la mediación de los signos; finalmente, el conocimiento no son empíricamente verificables ni refutables. Tienen también en común el
histórico, basado en las obras emanadas de las conciencias, se revela también tan hecho de poder, hasta cierto punto, ser intercambiadas una contra otra, en la
originario como el conocimiento del otro y el conocimiento de sí mismo. De ello medida en que son principalmente las acciones de hombres como nosotros las que
deriva que, para Aran, "el ideal de la resurrección es [... ) menos inaccesible que la historia intenta encontrar en el pasado, yen la medida en que, inversamente, el
extraño a la historia" (p. B1). Para Marrou, en De la mnn,ú.\.\,¿nt:e Iti.,torique, la conocimiento de otro contiene, más aún que la comprensión de sí mismo, la
comprensión del otro sigue siendo el modelo sólido del conocimiento histórico, en diferencia entre la experiencia vivida y la retrospección. Pero estas razones hacen
virtud de la conjugación de la epistemología y de la ética. L'l comprensión del otro que el problema no sea precisamente el mismo.
hoy y la comprensión de los hombres del pasado comparten la misma dialéctica, de 21 Véase Paul Veyne, "L'histoire conceptualisante", en Le Goff y Nora (edits.),
esencia moral, de lo Mismo y de lo Otro: por un lado, conocemos esencialmente lo FllÍre ti" 17túúJÍre, t. 1, Paris, 1974, pp. 62-69. El método weberiano de los tipos ideales
que nos es semejante; por otro lado, la comprensión del otro exige que prac­ había anticipado este movimiento de pensamiento. Pero es la historiografia francesa
tiquemos la efxlkJ¡,de nuestras preferencias, para comprender lo otro como otro. El la que ha acentuado el efecto de distanciación unido a la conceptualización
estilo sospechoso de la historiografia positivista es el que nos impide reconocer la hisrórica. Conceptualizar es romper con el punto de vista, las ignorancias y las ilusio­
identidad del vínculo de amistad que circula entre yo y el otro de hoy, entre yo y el nes y todo el lengu;ue de los hombres del pasado. Es alejarlos de nosotros en el
otro de antes (p. 118). Este vínculo es más esencial que la curiosidad, la cual, en lfempo. Conceptualizar es adoptu la mirada de simple curiosidad del etnólogo, a
efecto, arroja a lo otro en la distancia. menos que no sea la del entomólogo...

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