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EMPRESARIOS EXTRANJEROS EN GUADALAJARA

DURANTE EL PORFIRIATO

SERGIO VALERIO ULLOA

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Índice general

Introducción 5

a) Empresarios extranjeros, migración, política y economía durante el porfiriato 5


b) Los empresarios entre la historiografía y la teoría económica. 14

Capítulo I. Empresarios franceses y almacenes comerciales en Guadalajara. 24

I.1 La inmigración francesa. 24


I.2 Algunas historias individuales 36
I.3 Almacenes y casas comerciales francesas. 40
I.4 Los franceses en Guadalajara al final del porfiriato. 53

Capítulo II. Empresarios alemanes en Guadalajara 56

II.1 Inmigración y comercio. 56


II.2 Teodoro Kunhardt. 62
II.3 Los Hermanos Collignon. 68
II.4 Carlos Behn. 71
II.5 Blume y Compañía. 74
II.6 Otras compañías alemanas en Guadalajara. 75
II.7 Los alemanes durante el porfiriato. 77

Capítulo III. Empresas y familias españolas en Guadalajara. 79

III.1 La presencia española en el occidente de México. 79


III.2 Francisco Martínez Negrete. 83
III.3 "Fernández Somellera Hermanos" 89
III.4 Compañía "Somellera Hermanos". 97
III.5 La Casa Fernández del Valle. 99

Capítulo IV. La Concentración del capital y las sociedades por acciones. 110

IV.1 Compañías industriales 110


IV.2 Los bancos y el capital financiero en Jalisco. 117
IV.3 El Ferrocarril de Guadalajara a San Pedro 129

Capítulo V. Empresas y empresarios en el contexto institucional del porfiriato 131

V.1 La formación de compañías durante el porfiriato. 131


V.2 La Cámara de Comercio de Guadalajara 145

Conclusiones. 150

Archivos y Bibliografía. 153


4
INTRODUCCIÓN

a) Empresarios extranjeros, migración, política y economía durante el porfiriato.


Cuando en 1880 el gobierno de Porfirio Díaz terminó con un largo y accidentado proceso de
negociaciones informales y oficiosas que, finalmente, condujo al reinicio de relaciones
diplomáticas entre los gobiernos de México y Francia, se eliminó el último obstáculo para que
continuara y se incrementara el flujo de hombres, mercancías y capitales que cruzaban el
Atlántico desde Europa con destino a diversas ciudades y regiones del territorio mexicano. Al
mismo tiempo, los acuerdos diplomáticos entre el gobierno francés y el mexicano fueron el
punto de partida para que México arreglara sus diferencias con las otras potencias europeas y se
restablecieran las relaciones diplomáticas con todas las naciones que de alguna manera
estuvieron involucradas en la aventura de la intervención francesa en el territorio mexicano y con
las cuales el gobierno de México había roto todo tipo de contactos diplomáticos. De igual forma
que en el caso francés, los acuerdos diplomáticos con los otros países europeos reiniciaron y
estimularon el incremento del comercio y de la inmigración entre dichos países y México1.
Lo anterior significó el inicio de un proyecto enfocado a modernizar la economía y la
sociedad mexicana, basado principalmente en la pacificación del país, el desarrollo de los medios
de comunicación y la inversión de grandes capitales en todas las esferas de la economía. Dichas
sumas no podrían venir sino de la atracción de capitales situados en Norteamérica y en Europa,
para lo cual era necesario estimular y facilitar el comercio, el flujo de capitales y la inmigración
de los ciudadanos de los distintos países que tenían interés en México, como un campo propicio
para invertir y comerciar.
Por otra parte, los capitales internacionales respondiendo a sus necesidades de expansión
imperialista, veían a México como un espacio importante a donde podrían exportar sus capitales
y sus mercancías. Con expectativas de obtener mejores ganancias y nuevos mercados para sus
productos, así como de asegurar el suministro necesario de materias primas que demandaban sus
economías. Fue por ello que el territorio mexicano se convirtió en una arena donde compitieron
las naciones con proyectos imperialistas y sus empresas capitalistas respectivas, con el fin de

1
Cosío Villegas, Daniel. Historia Moderna de México. El Porfiriato. Vida política exterior. Segunda Parte. México,
Editorial Hermes, 1963. Vol. 6. pp. 599-714. Robina, Lucía de. Reconciliación de México y Francia (1870-1880).
México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1963. Weckmann, Luis. Las relaciones franco-mexicanas (1879-
1885). México, Secretería de Relaciones Exteriores, 1972. Tomo III, pp. 13-39.
5
ganar el predominio, el control en las diversas ramas económicas en el país y la influencia en las
altas esferas del gobierno mexicano2.
Pero el intercambio entre México y los países capitalistas industrializados no sólo
consistió en capitales y productos, sino también en una importante migración de individuos que
llegaban a México con sus capitales o sin ellos, por lo general sin ellos; pero con su capacidad e
ingenio para desarrollar múltiples trabajos y emprender nuevos negocios. El ejemplo y la
experiencia de muchos de estos inmigrantes que llegaron sin capitales y que con su trabajo y
dedicación hicieron una fortuna en México, relativiza, en gran medida, la afirmación de la tesis
sustentada por la teoría del imperialismo, consistente en la exportación de capitales a los países
"colonizados", dependientes, subdesarrollados o periféricos. Más bien, fue al contrario en estos
casos, las fortunas hechas en México se repatriaron a los países de origen de los inmigrantes,
cuando en su vejez regresaban a vivir a su tierra natal para gozar de sus rentas. Otros se
quedarían definitivamente en el país al que arribaron con las familias que formaron en dicho
lugar.
En este trabajo se analiza la experiencia de los inmigrantes de nacionalidad francesa,
alemana y española quienes se convirtieron en importantes empresarios, comerciantes e
industriales; particularmente aquellos que tomaron como centro a la ciudad de Guadalajara para
realizar sus principales actividades económicas y, más aún, donde decidieron residir y formar sus
familias durante casi toda la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
Dichos empresarios llegaron a Guadalajara como parte de varias oleadas de inmigración a
lo largo del siglo XIX, a veces provenientes de la misma región; como es el caso de los franceses
que provinieron en su mayoría de Barcelonnette, al sur de los Bajos Alpes, o de los españoles
que llegaron de Asturias o Galicia. Otras veces llegaron como agentes de firmas y casas
comerciales cuya casa matriz estaba en sus países de origen, como es el caso de algunos
alemanes, para posteriormente independizarse y formar su propia casa comercial o su almacén,
pero sin perder contacto con sus anteriores empleadores.

2
D'Olwer, Luis Nicolau. "Las inversiones extranjeras". En Cosío Villegas, Daniel. Historia moderna de México. El
Porfiriato, vida económica II. México, Editorial Hermes, 1974, vol. 8, pp. 973-1185. Cardoso, Ciro (coord). México
en el siglo XIX (1821-1910). Historia económica y de la estructura social. México, Editorial Nueva Imagen, 1983.
Coatsworth, John H. Los orígenes del atraso. Nueve ensayos de historia económica de México en los siglos XVIII y
XIX. México, Alianza Editorial Mexicana, 1990. pp. 142-161.
6
En la mayor parte de las historias particulares de estos inmigrantes, ellos formaron sus
empresas y fortunas con gran éxito. Dichos empresarios llegaron a Guadalajara sin capitales o
con capitales muy modestos, pero aprovecharon su experiencia, conocimiento y sus relaciones
tanto con la casas comerciales y empresas capitalistas de sus países de origen, así como las
relaciones establecidas con la oligarquía local, con lo cual, a la vuelta de diez o veinte años,
acumularon una fortuna considerable y consolidaron sus propias empresas en Guadalajara. Por
tal razón habría que diferenciar detalladamente los capitales formados y reinvertidos
continuamente en el espacio económico nacional o regional por empresarios de origen
extranjero, como capitales locales, de aquellos capitales provenientes del extranjero, Europa y
los Estados Unidos, como inversión de capital realmente externa.
Estos empresarios se apegaban en gran medida a la definición que Joseph A. Schumpeter
de los empresarios capitalistas, como individuos que ejercieron cierto "caudillaje" económico y
social, innovadores y revolucionarios en los métodos y modos de producción y comercialización;
incorporando nuevas técnicas, buscando nuevas rutas y formas de comercialización. Pero sobre
todo fueron grandes organizadores y promotores de empresas e industrias, que con sus proyectos
de inversión y de expansión arriesgaron sus capitales con el fin de realizar sus ambiciones y
acumular riqueza, prestigio y poder3.
Sin duda, estos inmigrantes se sintieron atraídos por la ciudad de Guadalajara debido a
que era el centro de una extensa región, la cual había ganado su prestigio e importancia en
función del papel que ocupaba en el plano político, económico, demográfico y cultural en el
occidente de México desde su fundación. Guadalajara era el centro de una dinámica región
agrícola-ganadera, cuya actividad comercial tendía sus rutas hacia las zonas del interior y
convergían de vuelta al centro urbano manufacturero más importante y al mercado más grande
que dominaba el occidente mexicano.
La región se fue integrando a lo largo del período colonial, pero sobre todo a partir de la
segunda mitad del siglo XVIII, por múltiples hilos que conectaban al campo con los mercados
urbanos de menor importancia formados por 17 ciudades medias alrededor de la ciudad de

3
Karl Marx hablaba en el mismo sentido, pero de la burguesía como clase, Schumpeter diferencia un poco a los
empresarios de la clase burguesa, pero que a fin de cuentas éstos son absorbidos por la burguesía. Marx, Karl.. El
Manifiesto del Partido Comunista. En: C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas. Moscú, Editorial Progreso, 1973.
Tomo I, pp. 99-140. Schumpeter, Joseph A. Capitalismo, socialismo y democracia. Barcelona, Ediciones Orbis,
1983. pp. 180-193.
7
Guadalajara; los flujos de las mercancías agrícolas que iban del campo hacia la ciudad se
contraponían con los flujos de manufacturas elaboradas en esta última o que pasaban por ella
mediante el comercio que se hacía con otras regiones del país o con el extranjero. De aquí que el
grupo de los comerciantes tapatíos haya tenido un peso decisivo en la economía regional desde
fines del período colonial.
Muy relacionado con este desarrollo comercial, agrícola y ganadero, surge principalmente
en la ciudad de Guadalajara y sus alrededores, una incipiente industria manufacturera que a lo
largo del siglo XIX se desarrolla principalmente en la industria textil y en una gran cantidad de
pequeñas manufacturas y talleres artesanales que generan una multitud de productos y artículos
destinados igualmente a mercados locales y al mercado regional, conectando los circuitos con el
incipiente mercado nacional mediante la introducción de manufacturas y productos provenientes
de otras regiones y otros países al ámbito regional de Jalisco, dinamizando y expandiendo estos
circuitos mercantiles con la introducción del ferrocarril hacia la década de los ochenta del siglo
XIX. De igual forma un gran número de pequeñas industrias y talleres artesanales producían sus
artículos y manufacturas en los pueblos y ciudades del interior del estado, los cuales destinaban
su producción a los mercados locales o regionales.
A lo largo del siglo XIX, pero sobre todo a partir del porfiriato se empezaron a consolidar
determinados grupos de empresarios en el estado de Jalisco, cuyo centro de operaciones era la
ciudad de Guadalajara, su actividad se extendió a varios sectores que en conjunto se
complementaban logrando un conjunto más o menos articulado de negocios. Las haciendas y
ranchos con su actividad agrícola y ganadera, se hallaban directamente vinculadas al mercado
intrarregional y, en muchos casos, también al mercado interno nacional y al internacional. La
actividad agrícola ganadera se vinculaba a otras actividades agroindustriales o industriales, todo
ello por múltiples hilos que iban tejiendo los terratenientes, comerciantes e industriales con sus
haciendas, ranchos, comercios, fábricas y todo tipo de industrias.
La forma en que se conectaban y se expandían estos intereses, se observaba en las
alianzas que realizaban los grupos por distintos medios: el parentesco, el matrimonio, la amistad
y el compadrazgo. Otra forma de relacionarse y crear alianzas era mediante la formación de
sociedades agrícolas, mercantiles, industriales y mineras. Las formas en que se relacionaban y
creaban vínculos los grupos e individuos estaban muy relacionadas entre sí.

8
Lo que observamos a lo largo del siglo XIX, es que todas las compañías mercantiles,
mineras, agrícolas, industriales o financieras se organizaban de acuerdo a los parámetros que
establecía la legislación vigente al respecto; sobre todo a partir de la promulgación del primer
código de comercio en 1884. De acuerdo al número de socios y al capital, al tipo de relación que
se establecería entre los mismos socios y a la manera de organizarse, las compañías podían optar
por distintas formas o maneras de constituirse. Estas formas de asociarse estaban claramente
establecidas en los códigos de comercio respectivos y podían ser sociedades en comandita
simple, sociedades anónimas o sociedades por acciones.
El mayor número de compañías estaba constituido como sociedades en comandita
simple, las cuales se componía por un pequeño número de socios bajo una razón social, dos o
tres socios emparentados entre sí; siguiendo muy estrechamente las líneas del parentesco: padres,
esposa, hermanos e hijos o algún miembro de la familia extensa, cuñados o sobrinos; ya en casos
extremos con alguien que no llevaba sus mismos apellidos, pero que era cercano en cuanto a su
amistad y su confianza; el capital por lo mismo era pequeño o se limitaba a administrar los
bienes y propiedades de la familia, principalmente eran sociedades comerciales y agrícolas.
Hacia fines del siglo XIX, aparecieron sociedades de mayor importancia relacionadas con
la actividad comercial e industrial, eran las sociedades anónimas o las sociedades por acciones.
Dichas sociedades ya no sólo estaban constituidas por parientes o amigos, sino que eran
sociedades que se formaban a partir de otras sociedades, estaban constituidas por un número
mayor de socios, los cuales compraban las acciones que emitía la sociedad, y creaban un consejo
administrativo el cual se encargaban de dirigir a la empresa. Esto constituye un cambio
fundamental en el desarrollo del capitalismo, pues pasa de la empresa individual o familiar a la
empresa de capital social o colectivo, en donde se observa la división entre los propietarios del
capital y los directores de la empresa que son el consejo administrativo. De esta manera, hacia
1910 nos encontramos con grupos empresariales bien consolidados, que habían desarrollado
formas más modernas para establecer y llevar a cabo sus negocios, relacionados unos con otros
por múltiples intereses, ya sea en la producción textil, en inversiones bancarias4, en la
construcción del tranvía urbano, en la minería, en el comercio o en las asociaciones de
empresarios, terratenientes y comerciantes.

4
Núñez de la Peña, Francisco J. Cien años del Banco Nacional de México en Guadalajara. Guadalajara, El Colegio
de Jalisco, 1990.
9
Los grupos se podían diferenciar por la nacionalidad de sus miembros y por sus
actividades. Los franceses controlaban la producción y comercialización de textiles. Los
alemanes en el área de importación y comisiones, sobre todo de maquinaria agrícola e industrial.
Los ingleses y norteamericanos en las inversiones mineras; y los españoles participaban en el
comercio de ultramarinos.
Los grupos de empresarios extranjeros radicados en Guadalajara, estaban conectados o
eran parte de las firmas de capitales ubicados en los centros industriales y financieros de Europa
y Estados Unidos, muchos de ellos eran representantes de las casas matrices, comisionistas, o
simplemente empleados de dichas empresas. Los intereses de las familias locales se ligaban a los
grupos de empresarios extranjeros y a sus sociedades de múltiples maneras, ya sea como socios,
comprando acciones de sus empresas o, en algunos casos, casando a sus hijas con los extranjeros
que tenían establecido en Guadalajara algún negocio o comercio.
El progreso porfirista se hacía sentir en estos grupos mediante un mejoramiento en sus
condiciones de inversión y en sus proyectos de expansión, la tranquilidad y la paz porfiriana fue
un buen incentivo para seguir invirtiendo en la región, de ello era reflejo la continua formación
de sociedades comerciales e industriales en los últimos años del período, pero también la
formación de nuevas y cuantiosas fortunas individuales y familiares5.
Este fenómeno no se dio solo, sino que fue acompañado por una política de fomento a las
industrias, al comercio y al sector agrícola por parte del gobierno, tanto federal como estatal. A
estos incentivos respondieron inmediatamente los empresarios con mucha confianza y
entusiasmo, pero sobre todo, con las expectativas casi seguras de lograr acumular cierto capital y
riqueza en el transcurso de unos cuantos años.
El porfiriato fue la edad dorada para las relaciones entre México y los países
imperialistas. Nunca como entonces, la influencia francesa se había desarrollado en nuestro país;
su cultura, su forma de ser, de vivir y hasta sus modas habían sido tan aceptadas e imitadas por
casi toda la élite porfiriana. Una influencia y un poder político y económico, que el régimen de
Díaz quiso oponer como contrapeso al avasallador y tremendo poder de atracción y de
dependencia que traía consigo el desmesurado poderío de los Estados Unidos. A pesar de que los
franceses fueron incapaces de neutralizar y, mucho menos desplazar, el enorme peso de los

5
El Archivo de Instrumentos Públicos de Jalisco (AIPJ) da cuenta de la formación de estas sociedades en sus miles
de libros de notarios, pero falta hacer una investigación más detallada para el siglo XIX y principios del XX.
10
intereses norteamericanos en México; los franceses pudieron desarrollar con gran éxito muchas
de sus actividades.
Al final del período, las inversiones globales francesas ocupaban el tercer lugar en
magnitud, después de las de Estados Unidos y Gran Bretaña, pero fueron los principales
financieros del gobierno, los banqueros más importantes en el país y quienes tuvieron mayores
inversiones en la industria y el comercio. Sus inversiones en minas siguieron en magnitud a las
norteamericanas y fueron superiores a las inglesas; mientras que no eran despreciables sus
inversiones en los ferrocarriles, pues aunque ocuparon un tercer lugar, después de
norteamericanos e ingleses, éstas constituyeron el tercer rubro en importancia en cuanto a las
inversiones francesas en México, siguiendo a las inversiones en deuda pública y minería6.
Sin embargo, las rivalidades inter-imperialistas, tanto en América como en Europa, el
estallido y desarrollo de la revolución mexicana, así como el inicio, desarrollo y conclusión de la
guerra entre las potencias europeas; fueron los principales factores para que cambiara el
escenario político y económico a nivel mundial, y con ello, el peso específico que cada potencia
extranjera podía significar en el escenario político-económico mexicano.
Durante el porfiriato, los franceses radicados en Guadalajara experimentaron un ascenso
vertiginoso llegando a controlar el comercio y la producción de textiles y novedades durante el
porfiriato, y extendiendo su influencia en todo el occidente del país, teniendo agentes en varios
pueblos y ciudades de dicha región. Llegaron a integrarse a la élite local mediante el
establecimiento de lazos familiares, clientelas y sociedades comerciales e industriales. Hacia
fines del período su éxito era indiscutible7, transformaron sus empresas comerciales y
manufactureras con una estructura familiar tradicional en grandes y modernas compañías
industriales, comerciales y financieras, constituidas por accionistas y por un consejo
administrativo, expandiendo y diversificando sus actividades e inversiones, conectándose con
capitales locales, nacionales y extranjeros, aprovechando todos los medios y recursos, entre ellos
el capital financiero y bancario.

6
D'Olwer, 1974. p. 1154.
7
A fines del porfiriato el número de franceses en Jalisco se había incrementado rápidamente, en 1845 había 21
franceses en el estado, hacia el año de 1881 residían, sólo en Guadalajara, 42 ciudadanos de origen francés; y para
1900 la cifra asciende a 197 incrementándose a 256 en 1910. Aldana Rendón, Mario. Desarrollo económico de
Jalisco (1821-1940). Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1979. p. 75.
11
Por otra parte, aunque los intereses alemanes en México no ocuparon un papel principal
durante el porfiriato, a diferencia del caso de los franceses; su influencia política y económica sí
jugó un papel importante, sobre todo en aquellas regiones y localidades donde los ciudadanos
alemanes desarrollaron sus actividades sociales y económicas e instalaron sus empresas. El
régimen porfirista, como a todos los inversionistas extranjeros, les dio a estos inmigrantes
alemanes la posibilidad y todas las facilidades para invertir sus capitales en territorio mexicano;
por ello fueron beneficiarios de la política económica porfirista. Pero si no hubiera sido por la
dedicación y empeño con que llevaron adelante sus empresas, estos alemanes no hubieran
obtenido los beneficios y creado las fortunas que consiguieron a lo largo del período señalado.
La mayoría de los alemanes residentes en Guadalajara se integraron plenamente a la
sociedad tapatía, en gran proporción se casaron con mexicanas, tuvieron hijos nacidos en
localidades del país, adquirieron propiedades inmuebles, establecieron compañías comerciales e
industriales y se asociaron con empresarios mexicanos y de otras nacionalidades.
Finalmente, el caso de los españoles que llegaron a Guadalajara experimentaron una
integración tan natural a la sociedad tapatía que casi se pierden sus rasgos particulares, aunque
llegaron con los bolsillos casi vacíos de España, tenían la cabeza llena de planes de trabajo y
proyectos ambiciosos. En general, sus negocios y capitales tuvieron un origen plenamente
mexicano, tapatío en este caso, lo mismo que las familias que formaron. Reinvirtieron sus
capitales en la región y en el país, y sólo en algunos caso, ya viejos, regresaron a su pueblo natal
en España, para terminar sus días gozando de la renta que le proporcionaban sus inversiones en
México.
Al integrarse a la élite porfirista, los españoles fueron beneficiarios de la política
económica y social del régimen de Díaz y desarrollaron sus negocios aprovechando sus
relaciones familiares, políticas y económicas, logrando con ello acumular fortunas inimaginables
para ellos en su tierra de origen. Pero al igual que afectó a la élite porfiriana, la revolución los
afectó a ellos en sus bienes y negocios, como parte de la misma élite. El conflicto revolucionario
empujó a algunos de los viejos inmigrantes a regresar a España mientras pasaban aquellos
tiempos de violencia y anarquía, pero algunos de ellos ya no regresaron.
Los empresarios franceses, alemanes y españoles crearon sus fortunas individuales y
familiares a través de diversos medios y mecanismos; uno fue, sin lugar a dudas, el lazo
matrimonial por medio del cual los inmigrantes extranjeros se ligaban a las familias de la élite
12
local; otra fue la relación que estos extranjeros tenían con las compañías y los capitales de su
país de origen quienes les prestaban capitales y les adelantaban mercancías a crédito; y otro fue
el mecanismo de transición de las herencias familiares. Pero el más importante fueron las
compañías comerciales, mineras, agrícolas e industriales que ellos mismos fundaron en
Guadalajara. No hay ninguna duda de que estos inmigrantes acumularon riquezas producidas en
la región o en el país a donde llegaron, en su mayoría partiendo de un capital inicial muy
pequeño; sin embargo, tal acumulación se generó por distintas vías.
Lo que tenemos claro es que los empresarios a los que nos referimos, en su mayor parte,
obtenían beneficios de la actividad comercial que desarrollaban como intermediarios en los
circuitos mercantiles hacia adentro de la región en estudio, pero también en los mercados
nacionales e internacionales. Fue obvio para estos comerciantes que la lógica de obtener algún
beneficio era ésta, pero también fue claro para los mismos que no era la única.
Los veneros de la acumulación capitalistas para estos empresarios extranjeros eran
diversos y manaban lo mismo de la esfera mercantil como de la producción industrial, pero
también, de la explotación capitalista de sus haciendas y ranchos; de la renta de la tierra y de la
renta de casas habitación, de la usura y del capital financiero, de la explotación de trabajo
asalariado y no asalariado, de concesiones y privilegios, de monopolios y contrabando, de
sobornos y corrupciones. De esta manera, el dinero fluía y no tenía más que la marca del águila,
como dinero convertido en moneda, yendo a parar a las manos de los empresarios extranjeros,
que eran a la vez capitalistas, comerciantes, industriales terratenientes, usureros, mineros,
prestamistas y banqueros. Con este dinero en sus manos, limpio de toda culpa, los empresarios
extranjeros invertían donde sus cálculos y perspectivas les señalaban que podían tener más altos
rendimientos, y la mejor forma era concentrando un volumen muy grande de capital para realizar
aquellas empresas o actividades que individualmente no podían llevar a cabo. Este objetivo lo
pudieron cumplir al reunirse varios capitalistas o compañías para formar las grandes compañías
por acciones. Fue pues, capital social en manos de unos cuantos empresarios, quienes al
constituirse como consejo administrativo decidieron la mejor manera de invertir los fondos o el
capital que se logró reunir en la compañía por acciones. Los resultados y los beneficios fueron
incomparablemente mayores para los socios accionistas de estas empresas que para los
capitalistas individuales.

13
b) Los empresarios entre la historiografía y la teoría económica
La historia de los empresarios y sus empresas es un campo de estudio que ha alcanzado un
importante adelanto en varios países desarrollados industrialmente. Sin embargo, no es sino hasta
años recientes que una amplia gama de estudios de historia empresarial y de historia económica
regional se han planteado la necesidad de impulsar de manera sistemática la historia de los
empresarios y sus empresas en diversos países latinoamericanos8.
Los empresarios como actores sociales, políticos y económicos recientemente han
captado la atención de muchos investigadores de las ciencias sociales. De forma central o
sesgada los estudios de historiadores, sociólogos y economistas han tocado en alguna parte de
sus trabajos la actividad de estos personajes, sus negocios y sus empresas, su mentalidad y su
ideología, su actividad política y económica como individuos, grupos o como clase, dentro de los
marcos nacionales o desbordando éstos a nivel internacional, otros circunscritos a realidades más
pequeñas como son los espacios regionales. La variedad de estos trabajos nos ha dado una
multitud de experiencias históricas particulares que, reunidas en su riqueza y complejidad, nos
van armando desde otra perspectiva el desarrollo histórico de México9.
Gran parte de los estudios sobre empresarios en México se han preocupado por investigar
la dimensión sociopolítica de estos actores sociales, de aquí que se haya privilegiado el análisis
de las relaciones entre empresarios y el Estado, a través tanto de las políticas públicas como de la
cooperación y los conflictos que surgieron entre ambos. De la misma manera, los estudios
preocupados por el surgimiento y organización de la clase obrera en México, han tocado el tema
de los empresarios, como la clase capitalista, en relación con la propiedad de los medios de
producción y la fuerza de trabajo asalariada, desde esta perspectiva los trabajos de investigación
abordan los conflictos laborales, políticos e ideológicos, surgidos entre obreros y capitalistas.
Por otro lado, las investigaciones cuyo objetivo principal es el de explicar el desarrollo
del capitalismo en México, también se han enfrentado al reto de estudiar el surgimiento y la
formación de una burguesía nacional, analizando sus empresas y sus organizaciones de clase,
tratando de demostrar que los cambios sociales, económicos y políticos ocurridos en la historia
8
Marichal, Carlos. “Avances recientes en la historia de las grandes empresas y su importancia para la historia
económica de México”. En: Marichal, Carlos y Cerutti, Mario (comp). Historia de las grandes empresas en México,
1850-1930. México, Fondo de Cultura Económica, 1997, pp. 9-38.
9
Pozas, Ricardo y Luna, Matilde (coords). Las empresas y los empresarios en el México contemporáneo. México,
Grijalbo, 1991. Ludlow, Leonor y Silva Riquer, Jorge (comps). Los negocios y las ganancias. De la Colonia al
México Moderno. México, UNAM-Instituto Mora, 1993.
14
del país implican, por una parte, el desarrollo de las formas capitalistas de producción y la
consolidación de un Estado nacional con características burguesas; y, por otra, la destrucción de
relaciones comunales y feudales, o en otros términos, la desaparición de un antiguo régimen.
Investigaciones más particulares han estudiado el desarrollo de ciertos sectores
económicos, por ejemplo: el comercio, la minería, la industria textil o la azucarera, dedicando un
apartado especial a los empresarios y empresas más importantes que han dominado cierta
actividad económica. Por otra parte, hay en abundancia estudios sobre grupos de empresarios,
sobre la historia individual o familiar de algunos, sobre sus empresas y sus organizaciones de
clase, tanto en un sector específico de la economía como en las distintas regiones del país. A
nivel regional destacan los trabajos que hacen énfasis sobre la consolidación de grupos de poder
local, en los cuales los empresarios son considerados el elemento fundamental del desarrollo
económico de la región y una de las piezas claves para entender las relaciones de poder en el
ámbito regional y nacional.
Los estudios históricos sobre empresarios han puesto en claro que éstos como individuos
y como clase o grupo social, son resultado de un proceso histórico el cual incluye a toda la
sociedad y a sus instituciones, que no siempre los empresarios han sido los mismos ni siempre
han actuado de la misma manera; ellos, como señala Norbert Elias, han tenido una sociogénesis
y una psicogénesis, además de un desarrollo evolutivo, sus formas de vivir y de pensar van
cambiando a la par del desarrollo social e institucional del conjunto de la sociedad, y dentro de
estos marcos se han realizado sus actividades económica, sociales y políticas como
empresarios10.
La historia empresarial y la historia de empresas se ha venido constituyendo como uno de
los nuevos campos de investigación y docencia, impulsando un diálogo interdisciplinario entre
historiadores económicos y sociales, economistas y administradores de empresas. La historia
empresarial centra su atención en el análisis histórico del desempeño y efectos de ciertos
empresarios innovadores individuales o de ciertos grupos de empresarios de vanguardia.
Mientras que la historia de empresas presta una atención preferencial al análisis de los cambios

10
Elias, Norbert El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. México, Fondo de
Cultura Económica, 1989. En el mismo sentido habla Douglass North cuando aborda el cambio institucional en la
historia. North, Douglass C. Instituciones, cambio institucional y desempeño económico. México. Fondo de Cultura
Económica, 1993... Estructura y cambio en la historia económica. México, Alianza Universidad, 1994.
15
en la organización económica de las compañías o corporaciones, cambios que son parte y reflejo
de las transformaciones económicas y sociales en su conjunto.
Para el estudio histórico de los empresarios y de sus empresas en México se han utilizado
los aportes teóricos de Carlos Marx, Max Weber, Joseph Schumpeter, Alfred Chandler, Douglas
North, Ronald Coase y Oliver Williamsom, predominando en la actualidad los enfoques teóricos
y metodológicos de tres de ellos: a)el que se centra sobre los cambios en la organización de las
grandes empresas en el largo plazo, derivado de las aportaciones de Chandler; b)el que presta
atención preferencial a la teoría del funcionamiento de las empresas y su relación con la
economía a nivel de la dinámica de los mercados, lo cual se explica dentro de la teoría de los
costos de transacción, cuyos dos expositores más citados son Coase y Williamsom; c)finalmente
destaca el enfoque que centra su atención en el marco institucional de la economía, analizando en
especial los condicionantes de las normas políticas, legales y conductuales en el desempeño
económico, su exponente principal es Douglass North11.
La variedad de planteamientos analíticos muestra que el campo de estudio es muy
dinámico y de sumo interés para una gran cantidad de investigadores de las ciencias sociales. Sin
embargo, todavía no hay una correspondencia equiparable entre el desarrollo teórico sobre
empresas y empresarios y el avance en la investigación, siendo este último un campo poco
desarrollado. Por eso es necesario que los investigadores presten mayor atención a la evolución
del pensamiento teórico como del propio trabajo de investigación sobre empresarios y sus
empresas, partiendo de las obras precursoras como las de Sombart de principios de siglo, hasta la
amplia gama de trabajos que se realizan en este campo12.
Un ejemplo de ello es que los trabajos que abordan directamente el estudio de los
empresarios ya sea en la actualidad o en el pasado, se detienen muy poco en definir lo que
entienden por el término de empresario. Muchos de los autores utilizan la palabra empresario
para eludir el uso de términos estrechamente relacionado con el análisis marxista como el de
burgués o capitalista. La corriente historiográfica marxista entiende que capitalista y burgués
son adjetivos que se aplican a las personas que poseen capitales, los cuales invierten en medios
de producción y fuerza de trabajo con el fin de obtener ganancias y, de esta manera, incrementar

11
Collado Herrera, María del Carmen. “Historia empresarial mexicana de 1850 a 1930”. En Revista de Economía
Informa, núm. 277, mayo de 1999, pp. 36-40.
12
Sombart, Werner. El Burgués. Madrid, Alianza Editorial, 1977.
16
su riqueza, que al reinvertirlas en el proceso productivo de forma continua y permanente se
genera un proceso de acumulación de capital. Marx a mediados del siglo XIX consideraba que la
burguesía como poseedora del capital dominaba y controlaba la producción y ejercía el poder
sobre las otras clases. Además sostenía que los mecanismos de libre competencia del mercado
llevaban finalmente a un proceso de concentración más acentuado del capital, por medio del cual
unos cuantos magnates monopolizaban las principales y más grandes empresas en las distintas
ramas de la producción. Para Marx la autoridad de los capitalistas en su empresa era absoluta, los
precios y los salarios se fijaban en función de su interés colectivo, ellos dominaban la sociedad,
determinaban su tono moral y controlaban el estado13.
Pero en los estudios historiográficos sobre empresarios dicho término no sólo se aplica a
los capitalistas o burgueses, sino a terratenientes, mineros, comerciantes, banqueros,
especuladores, accionistas y gerentes de empresas, militares y políticos. Para que el término no
se nos escape de las manos tenemos que definir claramente la policemia del término empresario.
Para comenzar es innegable que el concepto de empresario está indisolublemente ligado al de
empresa.
Max Weber define que una empresa es una acción que persigue fines de una determinada
clase de un modo continuo. Agrega que una asociación de empresa es una sociedad con un
cuadro administrativo continuamente activo en la prosecución de determinados fines. A este
nivel de generalización el concepto de empresa incluye la realización de cualquier tipo de
actividad, ya sea política, económica, científica, militar, cultural, religiosa o de cualquier clase,
siempre que se dé la característica de la continuidad en la prosecución de sus fines14. Pero es
claro que el concepto de empresario y empresa a los que queremos llegar no incluyen a todas las
actividades de los seres humanos que impliquen la prosecución continua de un fin determinado.
Más adelante, Weber dará una definición más cercana a los conceptos de empresa y de
empresario que nosotros tenemos en mente. Una empresa económica, dice Weber, es una
actividad autónoma orientada por el cálculo de capital. El cálculo de capital implica los riesgos y
las ganancias que pueden esperarse de llevar a cabo una actividad económica. Así, el empresario
es el sujeto quien realiza la actividad económica y quien hace los cálculos de riesgos y ganancias

13
Marx, Karl. El Capital. México, Siglo XXI Editores, 1980. Galbraith, John Kenneth. El nuevo estado industrial.
Madrid, SARPE, 1984. P. 108.
14
Weber, Max. Economía y Sociedad. México, Fondo de Cultura Económica, 1987. p. 42.
17
en base al capital del que puede disponer. La rentabilidad de una empresa económica implica, de
esta manera, la ganancia estimada en el cálculo previo y, en cuanto posible, pretendida por el
empresario con sus medidas; pero también implica a las ganancias realmente realizadas según el
cálculo a posteriori y que se encuentra a disposición del empresario. Sin embargo, Weber
descarta que todas las empresas que tengan un fin lucrativo puedan ser llamadas empresas
económicas, sólo aquellas que estén orientadas por el cálculo de capital pueden ser denominadas
empresas económicas, de tal manera, conceptos como beneficio, pérdidas, ganancias y
rentabilidad, sólo pueden aplicarse a las empresas económicas inmersas en la racionalidad
capitalista15. Tanto Marx, Weber como Sombart explican que para que aparezcan las empresas y
los empresarios capitalistas deben ocurrir una serie de cambios y transformaciones en la sociedad
para que el capitalismo se consolide como un régimen social, económico y político dominante16.
Partiendo de una revisión crítica de la teoría económica neoclásica, para la cual el
mercado lo determina todo y donde el empresario y al empresa solo tiene que adecuarse a sus
condiciones, Ronald Coase sostiene que fuera de la empresa, los movimientos de los precios
dirigen la producción, que se coordina mediante una serie de transacciones de intercambio en el
mercado; pero que dentro de la empresa, estas transacciones de los mercados se eliminan y en
lugar de la complicada estructura del mercado con transacciones de intercambio surge el
empresario-coordinador que dirige la producción. Para Coase el empresario y la empresa
sustituyen al mecanismo de los precios, esto se debe a que el empresario logra realizar una serie
de actividades y transacciones dentro de su empresa por debajo del costo que esas mismas
transacciones le significarían si el empresario las consiguiera a través del mecanismo de precios
del mercado. Por ello para Coase, la principal razón de la conveniencia del establecimiento de
una empresa es que hay un costo en el mecanismo de los precios. Lo que descubre Coase es que
las transacciones realizadas en el mercado tienen un costo debido a que los actores económicos
tienen un conocimiento incompleto del sistema de precios de los mercados y esto genera riesgos
e incertidumbres; pero al momento de que el empresario asume la coordinación de una actividad

15
Ibíd, pp. 69-73.
16
Marx,1980. T. I. cap. XXIV. Weber, 1987. pp. 118-119. Sombart,1977. pp. 31-194.
18
productiva entre distintos factores, está asumiendo la responsabilidad de los costos del riesgo y la
incertidumbre al tratar de pronosticar las necesidades y gustos de los consumidores17.
Al iniciar la segunda década del siglo XX, Joseph A. Schumpeter definía a la "empresa"
como la realización de nuevas combinaciones de recursos económicos, tanto naturales, humanos
como financieros, y a los individuos encargados de dirigir dicha realización les llamaba
"empresarios". Sin embargo, para Schumpeter los empresarios y los capitalistas no
necesariamente eran los mismos, un capitalista era el dueño del capital, pero un empresario era
quien realizaba la función de dirigir las empresas, ya fueran estos independientes, dependientes o
empleados de una compañía, como directores o miembros de la administración. Esta distinción
entre capitalistas y empresarios la establece Schumpeter en términos analíticos para definir el
ámbito propio de los dos sujetos en el proceso productivo, lo cual no quiere decir que un
individuo no pudiera desempeñar las dos funciones en un caso concreto, sobre todo en la etapa
del desarrollo industrial donde el empresario y el capitalista eran la misma persona. Para
Schumpeter el empresario era quien ponía la iniciativa, la autoridad y la previsión, pero no corría
con los riesgos, éstos últimos recaían en el propietario de los medios de producción o del capital,
nunca sobre el empresario. Los empresarios para Schumpeter no constituyen una clase social
como los terratenientes, los capitalistas o los obreros, aunque a veces se les incluya dentro de la
clase capitalista o terrateniente, según la forma en que se empleen los rendimientos de su
empresa. Un empresario es un innovador, en el sentido de que realiza nuevas combinaciones,
pero no es un inventor. El empresario incorpora los nuevos conocimientos técnicos y científicos
cuando éstos se adecúan a la realización de sus metas y objetivos, que es la obtención de una
ganancia empresarial, que es muy distinto al costo de los insumos y los salarios productivos,
como al interés que produce el capital, sobre todo el capital accionario. Las innovaciones que
realiza el empresario le permiten obtener una ganancia, que desaparece cuando estas
innovaciones se extienden y generalizan en la sociedad18.
A mediados del siglo XX, Joseph A. Schumpeter comienza a hablar del ocaso de la
función del empresario, explicando que dicha función consistía en reformar o revolucionar el

17
Coase, Ronald H. "La naturaleza de la empresa". En Williamson, Oliver E. y Winter, Sidney G. (comp). La
naturaleza de la empresa. Orígenes, evolución y desarrollo. México, Fondo de Cultura Económica, 1996. pp. 29-48.
18
Schumpeter, Joseph A. Teoría del desenvolvimiento económico. México, Fondo de Cultura Económica, 1994, pp.
68-161.

19
sistema de producción, explotando un invento o, de una manera más general, una posibilidad
técnica no experimentada para producir una mercancía nueva o una mercancía antigua por un
método nuevo, para abrir una nueva fuente de provisión de materias primas o una nueva salida
para los productos, o para reorganizar una nueva empresa. Para Schumpeter esta función de
lograr ciertos objetivos sólo la podía desarrollar una pequeña fracción de la población con
determinadas características y aptitudes a los cuales se les denominaba empresarios19.
Schumpeter observó de forma temprana que la función social de estos empresarios estaba
perdiendo importancia y que estaba destinada a perderla a un ritmo acelerado en los años
siguientes, aun cuando siguiera desarrollándose el capitalismo y el sistema de empresa del cual el
empresario había sido la fuerza impulsora. Este ocaso de la función del empresario lo atribuye
Schumpeter al mismo proceso de desarrollo del capitalismo, puesto que el progreso económico y
técnico hacía cada vez más complejas las operaciones en las empresas y en los mercados,
tendiendo a despersonalizar y a automatizar todas las actividades. De esta manera el trabajo de
oficina y de comisión tendían a reemplazar a la acción individual. El caudillaje individual que
ejercía el empresario en virtud de su energía personal, de sus aptitudes y capacidades, así como
de su responsabilidad personal del éxito, fue perdiendo sentido, lo cual afectaba de forma general
a toda la clase burguesa.
Schumpeter sostiene que con la misma evolución capitalista, la unidad industrial gigante,
perfectamente burocratizada y automatizada, no solamente desalojaría a la empresa pequeña y de
volumen medio, expropiando a sus propietarios, sino que terminaría por desalojar al empresario
y por expropiar a la burguesía como clase, perdiendo con ello no sólo su renta sino también, lo
que es más importante, su función. Schumpeter está observando el inicio de un proceso en el cual
se sustituye al empresario individual y a su empresa, por los consejos administrativos de las
grandes empresas monopólicas, con lo cual se está afectando de forma directa las instituciones,
los valores y las ideas sobre las que descansa el régimen capitalista de producción. Debilita el
poder del propietario sobre sus bienes, convirtiéndolo en un simple poseedor de acciones de la
gran empresa, perdiendo el control de la misma y eliminando la libertad individual para decidir
lo que ha de hacer con su capital y con su empresa20.

19
Schumpeter, 1983, T. I, pp. 180-193.
20
Ibíd.
20
John K. Galbraith observa esto mismo, pero él sostiene que los empresarios individuales
que unían la propiedad o el control del capital con la capacidad de organizar los demás factores
de la producción y, en la mayoría de los casos, con la capacidad de innovar fueron sustituidos en
la jefatura de las empresas mercantiles al formarse la gran sociedad anónima moderna y al
constituirse la organización requerida por la tecnología y la planificación modernas. De esta
manera el empresario ha dejado de existir como persona individual en la empresa industrial
madura. El empresario como fuerza directora de la empresa fue sustituido no sólo por la
dirección, el management o consejo directivo, sino por una numerosa burocracia empresarial21.
En este mismo sentido Alfred Chandler sostiene que la empresa moderna reemplazó a los
mecanismos del mercado en la coordinación de actividades de la economía y en la asignación de
recursos, la mano visible de la dirección empresarial sustituyó a lo que Adam Smith denominó la
mano invisible de las fuerzas de mercado. La empresa asumió las funciones de coordinar el flujo
de mercancías a través de los procesos de producción existentes y de asignar el capital y la mano
de obra para la producción y la distribución futuras. A medida que la empresa moderna adquirió
dichas funciones se convirtió en la institución más poderosa de la economía, y sus directivos, en
el grupo más influyente de los responsables de la toma de decisiones económicas. Según
Chandler la aparición de la empresa moderna trajo consigo cambios en el desarrollo del sistema
capitalista convirtiéndolo en un capitalismo gerencial. La empresa moderna se caracteriza por
contar con muchas unidades de operación distintas y la dirige una jerarquía de ejecutivos
asalariados de tiempo completo, estas unidades operativas o departamentos pueden funcionar a
su vez como una empresa independiente, operando en lugares distintos, llevando a menudo
diversos tipos de actividades económicas y comerciando en distintas líneas de bienes y servicios.
Así, las actividades de estas unidades y las transacciones entre ellas se internalizaron y fueron los
empleados quienes las controlaron y coordinaron en lugar de los mecanismos de mercado. Al
igual que Schumpeter, Chandler sostiene que la empresa moderna emplea una jerarquía de
mandos medios y de altos directivos para controlar y coordinar el trabajo de estas unidades que
tienen a su cargo, dichos ejecutivos constituyen una nueva clase de hombres de negocios. La
empresa moderna multiunitaria produjo una competencia imperfecta, oligopólica y una mala

21
Galbraith, 1984, pp. 138-139.
21
asignación de los recursos, sustituyendo en muchas actividades económicas los mecanismos del
mercado de libre competencia22.
La existencia y actividades del empresario y de la empresa no se pueden comprender
totalmente si no analizamos el marco institucional en el que se desenvuelven, según lo explica
Douglass North el marco institucional son todas aquellas reglas, leyes, creencias, valores,
sentimientos, costumbres e ideas, que establecen los hombres y mujeres al vivir en sociedad y
que delimitan las formas en que se llevan a cabo las relaciones entre los individuos, grupos y
colectividades. Estas instituciones afectan el desempeño de la economía en el corto y en el largo
plazo, en algunos casos facilitando e impulsando el desarrollo económico y otras obstruyéndolo,
lo cual crea un proceso complejo de cambio continuo en la sociedad debido a las tensiones que
provoca el cambio en la vida material y económica de los hombres y los cambios en las
instituciones. De esta manera, el empresario y la empresa capitalista aparecen y se desarrollan
indisolublemente ligados a la evolución de las instituciones, esto es, del régimen social y jurídico
que va construyendo la sociedad capitalista. Pero el agente del cambio no es el empresario
individual como sostiene Douglass North, sino la sociedad en su conjunto como afirma Norbert
Elías, el individuo tiene muy poco margen para actuar fuera de los conductos que le impone la
sociedad, los empresarios y las empresas, así como los individuos son productos de las
interrelaciones de los hombres en un determinado tipo de sociedad. Los empresarios adquieren
sus conocimientos y habilidades porque pertenecen a una clase o a un grupo social específico y
porque viven en determinada época y lugar. Cuando llegan a la edad adulta la mayor parte de sus
actividades, formas de ser y de pensar, formas de organizarse y relacionarse ya están
determinadas por el tipo de marco institucional de su época23.
La historiografía sobre empresarios en México nos ha llamado la atención sobre la
experiencia concreta de varios de ellos en distintas épocas y regiones, nos ha explicado
detalladamente su forma de actuar, de pensar y de organizar sus empresas económicas. También
nos ha explicado el proceso de formación de una clase capitalista y sus relaciones con el estado y
con otras clases, así como el papel que ha jugado como clase en el cambio institucional del país.
Hace falta ampliar los estudios sobre estos empresarios y sus empresas en el desarrollo histórico

22
Chandler Jr., Alfred. La revolución en la dirección de la empresa norteamericana. Madrid, Ministerio de Trabajo
y Seguridad Social, 1977, pp. 15-27.
23
North, 1993, pp. 13-30. Elías, 1989.
22
de México, tomando en cuenta todas las discusiones teóricas que se han generado sobre estos
personajes. Por tal motivo, en este texto analizo detalladamente las actividades de los
empresarios extranjeros en Guadalajara durante el porfiriato, con el fin de dar una explicación
del surgimiento y formación de la clase capitalista o empresarial en Guadalajara y de sus
principales empresas.

23
CAPÍTULO I. EMPRESARIOS FRANCESES Y ALMACENES COMERCIALES
EN GUADALAJARA

I.1. La inmigración francesa.


La presencia de franceses fue común en México desde el siglo XVIII. A través de España
transitaban hombres y productos desde Francia hacia México, acentuándose el flujo hacia la
segunda mitad del siglo. Así, llegaron a suelo mexicano soldados, médicos, peluqueros,
impresores, cocineros, orfebres, artesanos, artistas y talladores traídos por virreyes y oficiales.
Ellos iniciaron una corriente de migración profesional especializada que continuó durante todo el
siglo XIX24.
La inmigración francesa de las primeras décadas del siglo XIX se volcó inicialmente en
la región del Golfo, en particular sobre el estado de Veracruz. A partir de 1821 llegaron los
primeros barcelonnettes25 iniciando una nueva etapa de inmigración francesa ligada al comercio
y, posteriormente, a la industria y a la banca. Detrás de estos primeros inmigrantes y después del
reconocimiento de la independencia de los países americanos por parte del gobierno francés,
comenzó una ola de viajeros que no se agotaría hasta la primera guerra mundial. Las
experiencias fueron numerosas, en algún momento se pensó resolver el problema agrario y
demográfico del campo francés y el problema agrícola y demográfico de las tierras vírgenes
mexicanas mediante la inmigración internacional estableciendo colonias francesas en tierras
mexicanas26.
Hacia mediados del siglo XIX, los franceses ya habían delimitado sus lugares de
expansión: a lo largo del Golfo desde Tampico a Tabasco y en la ciudad de México. Los
comerciantes hicieron sus fortunas muy pronto y expandieron sus actividades al transporte y a la
industria, alcanzando otras regiones del interior del país. A lo largo del siglo, estos inmigrantes
no se vieron muy afectados por las crisis políticas, nacionales o internacionales; o se vieron
afectados temporalmente, como en el caso de la llamada "guerra de los pasteles", la cual implicó
24
Meyer, Jean. "Los franceses en México durante el siglo XIX". Relaciones, vol. 1, núm. 2. Primavera, 1980. pp. 5-
54.
25
Barcelonnette es una región situada en los Bajos Alpes de Francia, de ella salió un grupo numeroso y constante de
migrantes a lo largo del siglo XIX cuyo destino fue México, entre otros países. Región principalmente agraria y con
una incipiente industria textil, sometida a una gran presión demográfica y a una profunda crisis económica,
Barcelonnette se convirtió en una región que permanentemente expulsaba a sus habitantes hacia otras partes de
Europa y de América. Ibíd.
26
Ibíd.
24
la salida temporal de 450 franceses hacia La Habana y Nueva Orleans. Incluso, la guerra
provocada por la intervención francesa y el imperio de Maximiliano, no afectó en gran medida a
la colonia francesa en México, ni a la continua corriente migratoria de franceses al país.
Los franceses en México no manifestaron entusiasmo alguno por la intervención, dado
que sus intereses y simpatías les habían colocado del lado de los liberales; la colonia francesa no
sólo no sufrió sino que incluso salió beneficiada con la guerra27. Hubo además una fuerte
integración de los franceses radicados en México a las pequeñas sociedades con las que
convivían de manera cotidiana, mediante la naturalización, la creación de lazos familiares, la
formación de sociedades con mexicanos y extranjeros y el establecimiento de amistades28.
Provenientes de distintas regiones de Francia, los franceses que llegaron a México fueron
principalmente jóvenes entre los 20 y 30 años, en su mayoría solteros quienes se casarían
posteriormente con mexicanas cuando decidían radicar permanentemente en este país. Entre los
distintos orígenes regionales de los franceses que llegaron a México, cabe destacar el del grupo
de barcelonettes, por su importancia numérica y económica. Obligados a expatriarse debido a la
presión demográfica en esa región y por la crisis económica que propició la ruina de la
manufactura de telas a domicilio, incapaz de resistir la competencia de las fábricas, decidieron
aventurar la migración hacia México. Lo único que llevaban a su partida era una sólida
instrucción primaria, aprendida por una comunidad habituada al esfuerzo, al triunfo y al viaje.
Una vez en México fueron recibidos por los primeros migrantes que establecieron la estructura
clánica y comunitaria, que constituyó la rampa de lanzamiento para todos los recién llegados.
Los barcelonnettes de México se convirtieron enteramente en "criollos nuevos" olvidando
la idea original de hacer fortuna en América y regresar al terruño. Cuando regresaban lo hacían
por temporadas, de vacaciones nada más; al contrario de abandonar el territorio mexicano, ellos
se integraron a la alta sociedad mexicana y jugaron un papel determinante en el crecimiento
económico del porfiriato29.
Durante el siglo XIX, algunos de los franceses que no habían podido instalarse en la
ciudad de México, eligieron a la ciudad de Guadalajara por su situación geográfica; la cual le
permitía convertirse en un importante centro de distribución orientado hacia el noroeste, cuya

27
Ibíd.
28
Py, Pierre. Francia y la Revolución Mexicana, 1910-1920, o la desaparición de una potencia mediana. México,
Fondo de Cultura Económica, 1991. p. 17.
29
Ibíd.
25
expansión comenzaba, pero donde ninguna gran ciudad podía aun hacerle competencia. De los
1800 franceses registrados en México hacia el año de 1845, 21 radicaban en el estado de Jalisco,
y de ellos 18 en Guadalajara30.
Los comienzos para estos empresarios franceses fueron difíciles y partieron de casi nada,
primero organizaron caravanas de mulas que recorrieron el estado de Jalisco, después se
extendieron a los estados vecinos, cargados de productos variados de origen europeo o más
frecuentemente norteamericano. Sus mercancías iban desde agujas para coser hasta prendas de
vestir y utensilios de cocina, parecían verdaderos bazares ambulantes. La importación de
productos franceses más lujosos se justificaba por la demanda de dichas mercancías por parte de
las familias ricas de Guadalajara, Los Altos de Jalisco, Aguascalientes, Guanajuato y del
noroeste del país31.
A mediados de ese siglo los franceses residentes en la ciudad, se dedicaron a negocios
modestos, ejemplos de ello fueron los siguientes: en 1856, Antonio y Pablo Leautaud 32 formaron
una compañía mercantil con Paulina Ríos para trabajar una tienda de ropa en el portal de Santa
María de Gracia; los primeros aportaron $16,190.40 y la señora Ríos $8,942.80. Ramón
Cambuston pasó el tiempo administrando los hoteles Francés e Independencia. Pedro Nove y
Magloire Ny establecieron una tienda de dulces y artículos de moda en el portal de Mina.
Alejandro Berhauague y Alberto Abbadie explotaron durante seis años un molino de trigo
ubicado en un suburbio de Guadalajara. Pascual Honrcade y Félix Ledoyen reunieron $5,500
para instalar una panadería que se conoció como "F. Ledoyen y Honrcade". Cristina Hold -
esposa de Adolfo Ranlof- en compañía de Eugenio Beraund, arrendó por siete años el hotel El
Globo. Celestino Bordes, por su parte, tomó en arrendamiento durante cuatro años el hotel
Hidalgo, propiedad de Jesús Camarena.
Uno de los franceses que manejó cuantiosos capitales fue Santiago Gandoulf, quien
obtuvo en 1860 el traspaso de la tienda de José María Blancarte a cambio de $20,000. También
fue de importancia la tienda de ropa que establecieron Antonio Jouve, Andrés Blane y Paulo
Carlos Challe en 1861, bajo la razón social de "Challe, Jouve y Blane". Otras firmas de prestigio
30
Ibíd.
31
Riviere, Helen d'Arc. "Guadalajara y su región". Citado en Muriá, José Ma. (coord). Historia de Jalisco.
Guadalajara, UNED-Gobierno de Jalisco, 1980. T. 4. p. 150.
32
Pablo Leautaud fue originario de Melezin, Bajos Alpes, Francia; hijo de Antonio Leautaud y Catarina Chaurand,
su esposa fue Ignacia Delgado, con quien tuvo cuatro hijos. Llegó a Guadalajara en la década de los años cincuenta
del siglo XIX. AIPJ. Protocolo, Heraclio Garciadiego, T. 25. 08/11/1883.
26
fueron "Lebre y Gandoulf", "La Feria de San Juan" -propiedad de los hermanos Leautaud- y la
"Gandoulf Hnos. y Cía."
"Pablo Leautaud y Cía.", integrada por Pablo Leautaud, Felipe Cisneros, Teófilo Fortoul y
Florina García, viuda de Antonio Leautaud, con un capital superior a los $60,000.
Algunos franceses que llegaron solteros se casaron con hijas de familias tapatías que no
pertenecían a la oligarquía local, sin embargo, los extranjeros establecieron ligas con la élite por
medio de las empresas mercantiles, la amistad y el compadrazgo. La casa de Francisco Martínez
Negrete concedió créditos a muchos de ellos -a Adolfo Emilio Cavaillon por ejemplo-, mientras
que otros oligarcas tapatíos figuraron como socios de firmas francesas, como fue el caso de
Pedro Echauri, quien tuvo acciones en la "Aguerre Hnos. y Cía.", o el de Felipe Cisneros y
Severiano García, quienes se unieron con los hermanos Leautaud y Luis Manhaviale para
conformar una compañía mercantil el 30 de julio de 1859, misma que fue disuelta el 13 de agosto
de 1864. Hubo también asociaciones entre galos y alemanes como la "Ledoyen y Cía.", integrada
por el doctor Luis Helsque y Enrique Ledoyen. Otros franceses se interesaron en la compra de
fincas urbanas, sobre todo Lebre y Gandoulf, quienes llegaron a poseer varias casas ubicadas en
la zona comercial de la ciudad.
Después de 1867, la mayor parte de los franceses abandonaron la ciudad a consecuencia
del triunfo que obtuvieron los liberales sobre Maximiliano y el ejército intervencionista. Pero su
alejamiento fue temporal, pues regresaron después de 1880, cuando el gobierno de Porfirio Díaz
reanudó relaciones con Francia y entonces fundaron los almacenes más importantes de
Guadalajara33. En las dos últimas décadas del siglo XIX las inversiones extranjeras en México
alcanzaron un nivel hasta entonces insospechado. Al terminar el período, las inversiones
francesas siguieron, en cuanto a su monto, a las norteamericanas y a las inglesas, pero por
encima de las alemanas y holandesas. Sin embargo, al iniciar el porfiriato los empresarios
franceses en México continuaron con las pautas seguidas por sus connacionales durante la
primera mitad del siglo; esto es, fueron agricultores, artesanos y pequeños comerciantes; en su
gran mayoría con pocos fondos, quienes desarrollaron sus actividades con su trabajo y con su
ahorro. Después del "empréstito de Maximiliano", no hubo nuevas inversiones del capital francés
en México, sino hasta el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 1880. No fue sino hasta

33
Olveda, Jaime. La oligarquía de Guadalajara. México, CONACULTA, 1991. pp. 385-387.
27
después de esta fecha que las inversiones francesas en México se incrementaron
considerablemente y se aceleran a partir de 1900. Un conjunto de causas influyeron en la
evolución de este fenómeno, entre ellas las siguientes: a) el fin de la reconstrucción económica
francesa después de la guerra franco-prusiana; b) el afianzamiento de la Tercera República, a
partir de 1876; c) la estabilidad política y económica de México; y d) el deseo de Francia de no
verse excluida por Estados Unidos en el continente americano.34
Hasta antes de 1870 la colonia francesa se componía de pequeños comerciantes,
artesanos, empleados, cocineros, modistos y restauranteros; ni el comercio al por mayor, ni las
finanzas, ni la industria eran francesas. Ingleses y alemanes dominaban el comercio al por mayor
de lana, algodón, seda, hierro, acero y joyería; después de 1867 la mayoría de los comerciantes
ingleses salieron de México quedando muy pocos durante el porfiriato. Por otra parte, los
españoles copaban los ultramarinos y alimentos al mayoreo y menudeo: vinos, conservas y
abarrotes.
Una de las consecuencias de la intervención francesa más feliz para el comercio, fue el
gusto de gastar en el lujo de vestir, desarrollado en proporciones enormes en México. Los galos
que se quedaron aquí después de la intervención aprovecharon esta enseñanza. Valiéndose de
créditos a largo plazo ofrecidos por casas parisienses de comisiones, propiedad de compatriotas
que habían ganado su fortuna en México, los residentes franceses extendieron la venta de
novedades a todas las ciudades de la república.

CUADRO 1. MOVIMIENTO COMERCIAL ENTRE FRANCIA Y EL OCCIDENTE DE


MÉXICO.
Buques que partieron de Saint-Nazaire con destino a los puertos de Mazatlán,
San Blas y Manzanillo entre 1880 y 1883.

Año Número de Número de Mazatlán San Blas Manzanillo Total de


buques pasajeros bultos bultos bultos bultos
1880 9 1 242 18 7 267
1881 12 6 149 9 10 168
1882 3 4 311 2 313
1883 12 9 301 25 17 343
Total 36 20 1003 54 34 1091

34
D'Olver, 1974. p. 1018.
28
Bultos desembarcados en los puertos del Pacífico
Mercancías Mazatlán San Blas Manzanillo Suma
Alhajas 6 6
Artículos de París 4 1 5
Bisutería falsa 4 4
Cable eléctrico 3 3
Calzado 17 17
Candelabros 2 2
Cintas 3 1 4
Conservas 32 32
Cuchillos 3 3
Cueros 63 63
Farmacia 10 9 19
Hierro batido 7 7
Hierro fundido 75 3 78
Lencería 69 7 76
Libros 18 1 19
Juguetes 5 5
Maquinaria 5 5
Mercería 45 3 10 58
Muebles 2 2
Muestras 70 70
Naipes 13 13
Papelería 34 2 36
Paraguas 15 1 16
Pelo de conejo 2 2
Perfumería 43 8 4 55
Quincallería 18 18
Ropa hecha 18 4 22
Sedería 3 3
Sombreros 24 4 28
Tapalos de lana 4 4
Tejidos 250 5 255
Velas 12 12
Vidrios 3 1 4
Vinos 111 111
Fuente: Weckman, Luis. Las relaciones franco-mexicanas (1879-1885). México, Secretaría de
Relaciones Exteriores, 1972. Tomo III, pp. 229-233.

Desde entonces comienza el desarrollo del comercio francés, al mismo tiempo que
manifiesta la decadencia de los mayoristas alemanes de novedades. Este movimiento se operó
desde muy temprano y utilizó poco los capitales de Francia. A partir de esta fecha el comercio de

29
novedades en México parece un dominio adquirido por la influencia francesa hasta el punto de
que los comerciantes franceses de telas crearon de hecho un monopolio de distribución. En 1891
existían en la república 191 casas francesas de comercio, de las cuales 70 eran almacenes de
novedades35.
Muchos de los franceses que arribaron a Guadalajara durante la primera mitad del siglo
XIX, permanecieron en ella durante los años del imperio de Maximiliano y continuaron como
vecinos de esta ciudad después de su caída. Algunos regresaron a Francia con el triunfo de los
liberales, pero volvieron a México posteriormente con la llegada de Porfirio Díaz al poder.
Gracias a la estabilidad y las garantías que ofrecía el régimen porfirista, se inició a partir de
1880, una nueva oleada de inmigración francesa a México. La mayor parte de los franceses que
regresaron o que venían por primera vez a Guadalajara, al igual que los inmigrantes franceses de
la primera mitad del siglo XIX, provenían de Barcelonette. Estos nuevos inmigrantes se
adecuaron fácilmente a la estructura familiar, que los primeros franceses ya habían establecido
en territorio mexicano. Aunque sus inicios en la actividad comercial fue difícil y humilde,
supieron hacer amistades y contactos en Francia convirtiéndose en comisionistas exclusivos de
los géneros más finos que llegaban a la región introducidos por los puertos de Mazatlán, San
Blas y Manzanillo. Los productos que se importaban eran tan variados como telas, vestidos,
muebles, porcelanas, sombreros y otras mercancías de lujo (Ver cuadro 1). Eran además
parientes, paisanos o socios de otros franceses que especulaban con negocios similares en la
capital del país, en Puebla36 o en Aguascalientes y quienes les abastecían de productos
nacionales.
En el año de 1881 se registraron a 42 personas residentes en Guadalajara que
manifestaron ser de nacionalidad francesa, de ellos 36 eran hombres y sólo 6 fueron mujeres.
Todas la mujeres dijeron estar casadas, con la excepción de una que era viuda, ellas estaban
casadas con franceses y alemanes. Por otra parte, 20 de los hombres permanecían solteros a la
fecha del censo, mientras que 15 estaban casados, la mayoría con mujeres mexicanas, sólo uno
de ellos se había casado con una francesa. Casi la totalidad de los hijos de estos hombres y
mujeres habían nacido en territorio mexicano, principalmente en Guadalajara. Los galos

35
Ibíd. pp. 1122-1124.
36
Gamboa Ojeda, Leticia. Los empresarios de ayer. El grupo dominante en la industria textil de Puebla 1906-1929.
Puebla, UAP, 1985.
30
encuestados tenían en 1881 en promedio 13.5 años de residencia en Guadalajara, lo cual nos
muestra la importancia de esta ola de inmigración gala hacia Guadalajara.

CUADRO 2. CIUDADANOS FRANCESES RESIDENTES EN GUADALAJARA EN 1881


Nombre Años de Profesión Estado Nacionali- Número Valor de
residencia civil dad del (a) de hijos los bienes
cónyuge (pesos)
Adrian Berlie 13 Comerciante Soltero 6,000
Eugenio Cogordan 3 Comerciante Soltero 6,000
Antonio David 2 Comerciante Soltero
Antonio Faure 1 Comerciante Soltero
Carlos Pelestor 7 Comerciante Casado Francesa 1
Augusto Bec 1 Comerciante Soltero
Emilio Lebre 13 Comerciante Soltero 7,500
León Bouvillon 2 Comerciante Soltero
Desiderio Bonnafoux 1 Comerciante Soltero 3,300
Francisco Caire 7 Comerciante Soltero
Joseph Chapuy 3 Comerciante Soltero
León Fortoul 2 Comerciante Soltero
Joseph Focuve 1 Comerciante Soltero
Paul Gueynard 15 Comerciante Soltero
Fernando Fortoul 24 Comerciante Soltero
Alberto Abbadie 2 Comerciante Casado Mexicana 4 1,000
Isidro Garreloy 2 Comerciante Soltero 2,000
Felipe Casedevont 25 Comerciante Soltero 2,000
Antonio Jouve 25 Comerciante Soltero
Pablao Leautaud 22 Comerciante Casado Mexicana 5
Teófilo Fortoul 24 Sombrerero Casado Mexicana 3 6,000
León Honnorat 10 Sombrerero Casado Mexicana 6 6,000
Juan Ruffino 8 Sombrerero Soltero 1,500
Antonio Peletingeas 9 Cantinero Viudo Mexicana 1
Felipe Peletingeas 17 Cantinero Casado Mexicana
Francisco Bouteloup 17 Cervecero Casado Mexicana
Benito Revollon 25 Cervecero Soltero
Celestino Bordes 17 Horticultor Casado Mexicana
Pedro Laugier 14 Horticultor Casado Mexicana 300
Martín Horyanabal 4 Curtidor Soltero
Eugenio Laguette 30 Carrocero Casado Mexicana 5 20,000
Honorato Berand 2 Panadero Casado Mexicana
Emilio Reynier 15 Tocinero Casado Mexicana 1
Fortunato Richaud 30 Maestro Casado Mexicana 3
Bartholeny Guillon 31 Casado Mexicana 1,440
Julio Rose 21 Casado Mexicana 16,000
31
Elena Peletingeas 8 Casada Francesa 1
Adina L. de Lacroix 29 Casada Francesa 6
Olivia Halacion 33 Modas Viuda Francesa 3 3,000
Florencia Meyer 5 Casada Alemana
Isabel Barriere 30 Casada Francesa 6
Ema Laguette 39 Viuda Alemana 2
Fuente: AHJ. G-10-881. JAL/3731.

Entre las actividades que manifestaron desempeñar se encontraban 21 que se dedicaban al


comercio, 3 eran sombrereros, 2 cantineros, 2 cerveceros y 2 horticultores; el resto lo constituían
un curtidor, un carrocero, un panadero, un tocinero, un maestro de idiomas, un tintorero y una
modista. Quienes tenían un capital que registrar sumaban en conjunto un total $76,040, lo cual
representaba un capital de $5,069 por persona. Pero sólo 15 franceses manifestaron tener algún
capital, de ellos dos rebasaban los $10,000 y el más alto ascendía a $20,000. (Ver cuadro 2).
La mayoría de los franceses residentes en Guadalajara, con bienes y propiedades en dicha
ciudad y en otras poblaciones del estado de Jalisco; y con hijos nacidos en territorio mexicano,
ante la pregunta expresa por parte del gobierno mexicano, hacia el año de 1887, relativa a
conservar o no su nacionalidad francesa, contestaron afirmativamente expresando su deseo de
conservarla37.
Las compañías francesas en Guadalajara designaban a uno de sus miembros para que
fuera a Europa y se estuviera allá por tiempos prolongados, con el fin de comprar mercancías y
mandarlas a sus filiales en Guadalajara, hacer operaciones financieras de todo tipo y procurar
nuevos negocios, según su capacidad y su interés, todos los gastos de su estancia eran cubiertos
por las compañías establecidas en Guadalajara.
Como se mencionó anteriormente, algunos franceses que llegaban solteros se casaban con
mujeres tapatías y era frecuente que las empresas ayudaran con un premio a sus socios que
contraían matrimonio. Entre otros mencionaremos los casos de León Honnorat casado con
Refugio Núñez; de Pablo Leautaud, casado con Ignacia Delgado38; y Alberto Abbadie con
Francisca Mercado39. Otros como Louis Rey40 ya venían casados desde Francia, el señor Rey

37
Solicitaron conservar su nacionalidad Pierre Legié, Pablo Léautaud, Alberto Abbadie, Teófilo Fortoul, León
Honnorat, Eugenio Laguette, Maximiliano Henonin, José Chapuy, Emilio Beraud, Eduardo Pascal, Francisco
Bouteloup, Carlos Pelestor, Antonio Peletingeas, León Garcín, José Audiffred, Félix Cogordan y Luis Gas. AHJ:G-
10-887. JAL/3722.
38
AIPJ. Protocolo, Heraclio Garciadiego. T. 27, 08/11/1883.
39
AIPJ. Protocolo, Heraclio Garciadiego. T. 60. 19/04/1896.
32
estaba casado con Matilde Signoret. Teófilo Fortoul se había casado con una mexicana, pero ella
no era tapatía, Aleja Navarrete, esposa del Sr. Fortoul, nació en Durango, ciudad en donde se
casó con Teófilo. Otros más como Eugenio Barbaroux41, Enrique Feissier42, José Tirán43 y Juan
José Pedro Fábre44 permanecieron solteros toda su vida.
Pero este grupo de galos no se hubiera enriquecido simplemente vendiendo mercancías
de lujo a quienes pudieran pagarlos, sino que también introdujeron en sus líneas de venta telas
nacionales para el grueso de la población del occidente y el noroeste mexicano, provenientes de
las fábricas textiles que compraron y explotaron en las cercanías de Guadalajara.
Se puede decir que hasta el año de 1880, las empresas de estos franceses en Guadalajara
siguieron un patrón tradicional clánico, esto es, pequeñas empresas donde los dos o tres socios
que la integraban eran preferentemente familiares o amigos muy cercanos, pero sobre todo de la
misma nacionalidad francesa e incluso de la misma región de los bajos Alpes. Con poco capital y
dedicados principalmente al comercio de lencería y bonetería y a la especulación con casas y
terrenos. Era común que cada socio participara con un capital que ascendiera en promedio a los
$5,000, más o menos, según la situación de cada empresa.
La suma que cada socio recibía de la empresa para cubrir sus gastos particulares, iba de
los $50 a los $100 pesos mensuales, y las ganancias se repartían en proporción al capital
invertido. En algunos casos donde uno de los socios era el capitalista y el otro era el socio
industrial, el administrador o gerente que aportaba su trabajo pero no introducía capital alguno,
las ganancias se distribuían según al acuerdo a que llegaran los socios.

40
Louis Rey era un comerciante nacido en Barcelonette, Francia, en 1880. Hijo de Louis Rey y Josefina Eyssautier,
casado con Matilde Signoret, no tuvo descendencia y fue vecino de Guadalajara. AIPJ. Protocolo, Alfonso Mancilla,
T. 28, 05/02/1919.
41
Eugenio Barbaroux nació en Esperon Labatie, Francia, en 1860. Hijo de Eugenio Barbaroux y de María Dumas.
Comerciante y vecino de Guadalajara, nombró como heredera de sus bienes a su tía Hortencia Frucreci, residente en
la ciudad de Bayons, Francia; y como albacea a los señores "Fortoul Bec y Cía.".AIPJ. Protocolo, Aurelio Zepeda,
T. 5, 03/12/1908.
42
Enrique Feissier fue comerciante, tenía 29 años de edad en 1909, fue originario de Fancon, Sur de Ubaye, Bajos
Alpes, Francia. Hijo de Juan Bautista Amado Feissier y de Natalia Cuzin, residentes en Francia, y sobrino de
Eugenio Cuzin. AIPJ. Protocolo, Alfonso Mancilla, t. 11, 10/04/09.
43
José Tirán fue un comerciante, soltero de Guadalajara. Hijo de José Tirán y de Seinier Signoret. AIPJ. Protocolo,
Aurelio Zepeda, T. 6, 17/04/1909.
44
Juan José Pedro Fábre nació en Larche, Francia, en el año de 1868. Comerciante, católico y vecino de
Guadalajara. Al dictar su testamento en 1913, nombró como herederas a sus hermanas y sobrinas radicadas en
Francia; y como albaceas a tres personas radicadas en París, Marcella y México respectivamente. AIPJ. Protocolo,
Alfonso Mancilla, T. 18, 03/06/1913.
33
La duración de las compañías se planeaba para un término legal de cinco años en
promedio, pero éstas podían terminar antes a la muerte de alguno de los socios, por decisión
común para concluirla, o por la salida de alguno de ellos. Era entonces cuando se establecía una
nueva sociedad para continuar el giro de la anterior, incorporando nuevos socios o con los socios
que quedaban y modificando su razón social; de esta manera, las casas comerciales podían tener
una larga vida.
Hasta antes de 1890, las casas comerciales francesas en Guadalajara podían girar con un
capital social de 10 mil a 20 mil pesos, según la aportación de cada uno de los socios, podría ser
más o menos. Pero a partir de la última década del siglo XIX, con la estabilidad política y
económica que impuso el régimen de Porfirio Díaz; empezaron a aparecer las grandes compañías
industriales y financieras por acciones, con más de tres socios y con un capital social mayor.
El parentesco y la nacionalidad entre los socios no dejaron de tener importancia, seguían
siendo un factor importante, pero no necesariamente exclusivo y sus gastos particulares
aumentaron al rango de los $150 a $200 mensuales o a veces más. Dichas compañías fueron la
base para la constitución de las grandes sociedades industriales que albergaron tanto fábricas
textiles, almacenes comerciales, fábricas de papel, como bienes raíces y bancos, con un capital
bastante considerable, logrando integrar la producción, la comercialización de los textiles y el
crédito, para abastecer un amplio mercado regional y extra regional.

CUADRO 3. FORMACIÓN DE COMPAÑÍAS CON PARTICIPACIÓN DE


EMPRESARIOS FRANCESES EN GUADALAJARA DE 1876 A 1920
Fecha de Capital Número Número Años de
Razón Social inicio social de socios de duración
(pesos) acciones
Fortoul Honnorat y Cia. Feb/1878 3 2
E. Lebre Barriere y Cia. Dic/1879 34,000 3 6
Honnorat Pelestor y Soldinni Abr/1882 3 5
Eugenio Cogordan y Cia. Dic/1882 2,200 2 3
Caire y Tiran May/1885 6,500 2 5
Falque y Garcin Ags/1886 2,400 2 4
Ruffino y Cia. Sep/1888 16,600 2 8
Faure y Tiran Ags/1889 12,000 2 6
Cia. Industrial de Jalisco Ene/1890 1000,000 7 30
Bellon Agarreca y Cia. Jul/1896 25,000 3 5
L. Gas y Cia. Ags/1896 30,000 4 7
Laurens y Brun Sep/1896 5,000 2 5
34
Fortoul Chapuy y Cia. Mar/1897 90,000 3
Banco de Jalisco Oct/1898 500,000 10 5,000 30
Audiffred y Garciel May/1899 5,000 2 1
Cia. Industrial de Guadalajara Dic/1899 2000,000 5 20,000 25
Fortoul Chapuy y Cia. May/1901 40,000 6 3
E. Cogordan y Cia. Jul/1902 5,000 2 3
Laurens Brun y Cia. Dic/1909 15,000 3 5
Cia. de Fomento y Bienes Raíces de Jun/1910 600,000 14 6,000 16
Guad.
Farmacia Moderna Mar/1911 12,000 8 120 5
Vinatier y Medecis Abr/1912 5,000 2
E. Lebre y Cia. Dic/1912 5
Círculo Francés Sep/1913 1,200 15 120 50
La Fortune Mar/1914 250,000 7 30
Fábrica de Cemento El Aguila Nov/1915 200,000 8 170 25
Cia. Masera de Jalisco Ags/1917 36,000 14 360 30
L. Gas y Cia. Sucesores Ags/1918 500,000 4 5
Fábrica de Cemento El Aguila Feb/1919 400,000 8 370 20
Fuente: AIPJ. Varios Notarios. Protocolos , 1876-1920.

La razón social de las nuevas compañías aparecen con nombres más generales
designando directamente la actividad a la que se dedican, por ejemplo: "Compañía Industrial de
Guadalajara". También aparecen las sociedades por acciones, los empresarios dejan de ser
capitalistas, gerentes, administradores y comerciantes a la vez, para convertirse en simples
accionistas que designan un consejo directivo o administrativo y en donde los socios
mayoritarios tienen el control y la dirección de las empresas, lo cual implica un cambio
fundamental en el desarrollo del capitalismo y en la concentración y socialización del capital.
Los empresarios franceses participaron en la formación de estas compañías como socios
accionistas junto con otros empresarios capitalistas extranjeros y jaliscienses.
Los empresarios franceses no sólo incursionaron en el ramo de la producción y
comercialización de textiles, sino que también en la banca, en la especulación con bienes raíces y
en la generación de energía eléctrica para el alumbrado público y doméstico, con la
representación mayoritaria en las acciones de la "Compañía Hidroeléctrica e Irrigadora de
Chapala", y hasta se aventuraron en la exploración y explotación de petróleo formando la
compañía "La Fortune", para explorar en el estado de Veracruz. Sus vínculos con la oligarquía
tapatía y con otros grupos de empresarios nacionales y extranjeros fueron muy estrechos, tanto

35
en sus empresas como en sus organizaciones empresariales. En junio de 1888, algunos de los
comerciantes galos, entre los que se contaban José Chapuy, Adolfo H. Barriere y Luis Cogordan,
formaron junto con un importante grupo de empresarios locales y extranjeros radicados en la
ciudad, la Cámara de Comercio de Guadalajara.
Al momento de la llegada de la revolución a Guadalajara, este grupo de empresarios
franceses se vio afectado en poca medida en sus negocios, de tal manera que éstos siguieron
funcionando y creciendo sin interrupción. La prosperidad de sus negocios llegó al extremo de
que necesitaron ampliar y reproducir sus cuadros directivos, para lo cual debieron traer de
Francia a parientes pobres que, después de ser sometidos a duras pruebas y a un arduo
entrenamiento, eran ascendidos de golpe hasta los puestos más altos de sus empresas. Sin
embargo, al iniciarse la Primera Guerra Mundial en Europa, el gobierno francés llamó a sus
ciudadanos radicados en otros países y algunos de los que vivían en la capital tapatía atendieron
a ese reclamo; socios y empleados de las distintas negociaciones con capital de origen francés,
partieron de Guadalajara a fines de 1914, para morir o quedar heridos en los campos de batalla.
Después de la guerra europea, pocos de aquéllos franceses volvieron a la capital jalisciense45.

I.2 Algunas historias individuales


a) Alberto Abbadie
Originario de Forbes, Francia, Alberto Abbadie nació en 1837 y fue hijo de Arnó Abbadie y de
Paulina de Sarramea. Llegó soltero a Guadalajara a la edad de 42 años y aquí se casó con
Francisca Mercado, con quien tuvo tres hijos. Al momento de su matrimonio la señora Mercado
no introdujo bienes a la sociedad conyugal, mientras que Alberto Abbadie aportó un capital de
aproximadamente $20,000. A mediados del siglo XIX instaló un molino de trigo junto con su
compatriota Alejandro Berhauage y sirvió de intermediario en la compra-venta de la "Cervecería
Francesa" en 1878, representando al vendedor Francisco Bouteloup, otro empresario francés.
Al momento de su muerte ocurrida en Vic Bigorre, Altos Pirineos, Francia, el 17 de
febrero 1895; Alberto Abbadie ya tenía mucho tiempo radicando en dicho lugar. Por ello el
juicio testamentario se llevó a cabo en Forbes, su pueblo natal. Por este hecho sus herederos
tuvieron que tramitar el juicio respectivo desde Guadalajara. Al efecto se realizó un inventario de

45
Martínez Réding, Fernando. Los Tapatíos, un modo de vivir. Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara, 1991.
pp. 238-239.
36
los bienes que al momento de su muerte el señor Abbadie poseía tanto en México como en
Francia y en otros países46.
En el inventario mencionado se expresa que el señor Abbadie era socio comanditario de
la negociación mercantil "La Gota de Agua", perteneciente a la sociedad "González Palomar
Abbadie Hijos y Cia", situada en Guadalajara. Dicha compañía se había constituido el 31 de
marzo de 1890 y la parte que le correspondía en ella al señor Abbadie fue de 30,000 pesos.
También se registran en el inventario créditos y deudas hipotecarias en favor del señor
Alberto Abbadie. Un deuda hipotecaria a cargo de Eugenio Barron y su hermano Enrique
Abbadie, radicados en Vic Begorre, por la suma de $15,000. Otro préstamo en efectivo que hizo
a los señores "L. Gas y Compañía" ubicada en Guadalajara, por 40,486.09 pesos. Además un
crédito a cargo de la compañía "Sebastian Robert y Compañía", de París por 20,800 francos que
convertido en pesos mexicanos ascendía a la suma de 7,761.31 pesos. Los señores "J. Olivier y
Compañía", de París adeudaban al señor Abbadie 14,192.15 pesos. Un último crédito estaba a
cargo de Cirilo Vázquez, de Guadalajara, por 4,000 pesos. Además de 5,000 pesos por abonos no
vencidos y 3,000 pesos en efectivo que estaban en poder de su hermano Eugenio a la fecha del
fallecimiento de Alberto Abbadie.
Por otra parte, poseía acciones del Banco Nacional de México por $3,500, cuyos títulos
se encontraban en París al momento de su muerte. También poseía acciones de un crédito
denominado "Crédito Foncier", por la cantidad de $5,305.71. Abbadie tenía obligaciones de
créditos a cargo de "La Ciudad de Marsella" por 851 pesos y obligaciones de los "Fondos Rusos"
por $2,005.89. Por último, aparece en los libros de Abbadie un crédito a cargo de los señores
"Roussean Olivier y Compañía", de París por 16,442.29. Aunque poseía acciones en la sociedad
minera "El Mezquital del Oro", organizada en Londres, su valor no se consideró en este
inventario porque no tenían ningún valor.
La suma total de los bienes inventariados pertenecientes a Alberto Abbadie ascendió a
147,544.44 pesos, que comparado con el capital que introdujo al matrimonio cuando se casó,
$20,000; representa un incremento de 127,544.44 pesos. Es decir, que en poco más de quince
años Alberto Abbadie multiplicó su fortuna en seis veces más de lo que tenía cuando se casó.
Con este capital Abbadie se retiró tranquilamente a su tierra natal para vivir de sus rentas los

46
AIPJ. Protocolos de Heraclio Garciadiego, T. 60, 29/04/1896 y de Francisco González Palomar, T. 3, 06/04/1883.
37
últimos años de su vida, dejando a sus socios en Guadalajara la administración de sus negocios y
a su familia parte de los ingresos que por ellos recibía.
La viuda, Francisca Mercado, recibió como parte de sus gananciales, es decir, como parte
de lo que le correspondió como cónyuge, la cantidad de $65,000; mientras que sus cinco hijas
recibieron cada una quince mil pesos. El resto se lo dividieron por mitad sus hermanos Eugenio y
Enrique Abbadie.

b) Teófilo Fortoul
El caso de Teófilo Fortoul es otro ejemplo de un empresario francés que forjó su fortuna con la
actividad de comerciante desarrollada en Guadalajara. Nació el año de 1829 en Jausiers, Bajos
Alpes Francia, fue hijo de Francisco Fortoul y Felícitas Cogordan y llegó a Guadalajara en 1857
aproximadamente. Se casó en Durango con Aleja Navarrete y fue hermano de Fernando Fortoul.
Cuando se casó introdujo un pequeño capital a la sociedad conyugal que ascendía a 2,670 pesos,
mientras que su esposa no introdujo nada. Con ese capital y con sus relaciones entre familiares y
amigos también inmigrantes franceses, se abrió paso en los negocios mercantiles y mineros. Fue
socio de la negociación "Pablo Leautaud y Compañía", que operaba en Guadalajara con un
capital de 60 mil pesos; también participó como socio en la fábrica de sombreros llamada "El
Sombrero Colorado", junto con su hermano Fernando y León Honnorat, en 1878, ubicada
también en Guadalajara. Por el mismo tiempo, tenía acciones en la mina "El Promontorio", junto
con José Ventura Parra y Anselmo Esparza.
Teófilo Fortoul falleció en Guadalajara el 13 de abril de 1899, a los 70 años de edad, en
su testamento dictado ante el notario José López Portillo y Rojas en abril de 1886, declaró haber
sido católico y estar casado con Aleja Navarrete con quien tuvo varios hijos, pero que todos ellos
fallecieron, por lo cual no dejó descendencia, y nombró como heredera universal a su esposa 47.
Sin embargo, durante el juicio testamentario apareció otro testamento dictado por Teófilo Fortoul
en París, el 10 de diciembre de 1897. En este nuevo testamento Teófilo instituyó como legatario
universal a su hermano Fernando Fortoul, domiciliado en Jausiers, Bajos Alpes, y en caso de que
este muriera a su hija Fernanda Fortoul. En este estamento dejaba a su esposa, Aleja Navarrete,

47
AIPJ. Protocolo de José López Portillo y Rojas, T. 2, 10/3/1896.
38
la mitad de todos sus muebles e inmuebles que poseía; y la obligación para su hermano Fernando
de cubrir distintos legados a sus parientes y algunas instituciones de su pueblo natal.
La última disposición de Teófilo Fortoul en este testamento fue dejar a su hermano
Fernando la parte que correspondía a su esposa, Aleja Navarrete, en caso de que esta falleciera
antes que Teófilo, y que sus restos fueran llevados a Jausiers si falleciera en Europa, y si moría
en América que su cuerpo fuera enterrado en Guadalajara. En México Teófilo dejó varios
documentos de crédito depositados en poder de Emilio Magnier, éstos tenían un valor de 10,000
pesos, los cuales fueron pagados el 27 de abril de 1899.

CUADRO 4. LEGADOS DE TEÓFILO FORTOUL (1897)


Nombre Parentesco Cantidad $
Fanny Roffino hermana 10,000.00
Teófilo Silve sobrino 10,000.00
María Roffino sobrina 5,000.00
Sidonia Roffino sobrina 5,000.00
Fernanda Fortoul sobrina 5,000.00
Luis Allemand sobrino 5,000.00
Fernando Maigre sobrino 5,000.00
Victoria Maigre sobrina 5,000.00
Margarita Maigre prima 2,000.00
Juana Fortoul prima 2,000.00
Municipalidad de Jausiers 4,000.00
Círculo de Jausiers 1,000.00
Fuente: AIPJ. Protocolo de José López Portillo y Rojas, T. 2, 10/3/1896.

Debido a que aparecieron dos testamentos se llevó a cabo un juicio civil para aclarar que
testamento era válido y cual no. Una de las primeras consideraciones al respecto fue que Aleja y
Teófilo estuvieron casados bajo el régimen de comunidad de bienes. Aclarándose que ni uno ni
otro de los cónyuges llevaron bienes al matrimonio, y por consecuencia, todos los bienes que
quedaron a su muerte fueron considerados como gananciales y debieron dividirse por mitad entre
la testamentaria de Teófilo Fortoul y su esposa. La mayor parte de los bienes conyugales estaba
en México, pero había una considerable porción en Francia.
Fernando Fortoul, entró en posesión de los bienes situados en Francia, y su representante
en Guadalajara estuvo conforme en que fueran pagados los legados, del fondo que ellos
representaban, y que los bienes que estaban en México fueran aplicados en posesión y en
39
propiedad a la señora Navarrete de Fortoul. Se calculó que los bienes franceses ascendían a un
valor de $104,000.00, cantidad suficiente para cubrir los legados que sumaban $59,000.00, más
$20,000 para gastos diversos de la testamentaria en Francia48.
Correspondieron a la viuda en total 129,990.00 pesos de sus gananciales y del legado que
le dejó su esposo, debido a que Teófilo solo podía disponer de su mitad de gananciales y no de
toda la fortuna de la sociedad conyugal. De cualquier manera, al final de su vida, Teófilo había
incrementado su fortuna extraordinariamente si se considera que había empezado su matrimonio
sin nada o con apenas 2,670.00 pesos, como lo señala en su testamento, su fortuna familiar fue
casi 87 veces mayor en lapso de poco más de cuarenta años de vida matrimonial.

CUADRO 5. INVENTARIO DE TEOFILO FORTOUL (1899)


Concepto
Cantidad (pesos)
Dos casas en Guadalajara 33,990.00
Documentos depositados en la Casa E. Maynier Sucr. de México 35,000.00
Crédito a cargo de "Bellon, Agarreca y Co." 35,000.00
Crédito a cargo de "L. Gas y Cia." 13,000.00
Crédito a cargo de Eligia Ramírez de Parra 10,000.00
Crédito a cargo de Juan Gómez 3,000.00
Acciones del Banco de Jalisco 10,000.00
Valores existentes en Francia 104,000.00
Valor Total del Inventario 233,990.00
Gananciales de Aleja Navarrete 116,945.00
Gananciales de Teófilo Fortoul 116,945.00
Fuente: AIPJ. Alberto Méndez, Documentos 1900, T. 17, 27/4/1889

I.3. Almacenes y casas comerciales francesas.


a) "Las Fábricas de Francia"
Las "Fábricas de Francia" es uno de los almacenes de telas y novedades mas importante y con
más tradición en Guadalajara hasta la actualidad; de hecho permanece en el mismo sitio desde su
fundación en las principales avenidas céntricas. "Las Fabricas de Francia" funcionó a gran escala
a partir de 1876 y se expandió inmediatamente de Guadalajara hacia el Pacífico llegando hasta
Mazatlán.

48
AIPJ. Alberto Méndez, Documentos 1900, T. 17, 27/4/1899.
40
El 22 de octubre de 1879, Desiderio Bonnafoux, León Fortoul, Adrián Berlie y José
Chapuy constituyeron una compañía con el objeto de reunir las tiendas que con los nombres de
"Las Fábricas de Francia" y "Las Flores" se hallaban establecidas en Guadalajara en el portal de
Las Flores con el giro de lencería. La razón social de la firma fue "Berlie, Bonnafoux, Fortoul y
Compañía" y las utilidades se repartieron por partes iguales entre los socios. Cada socio pudo
disponer para sus gastos personales hasta $50 mensuales, aparte de la asistencia y el alojamiento,
con cargo a sus cuentas particulares49.
En febrero del año siguiente, se separó de la sociedad Adrián Berlie, continuando con la
compañía los demás socios; por esta causa se cambió la razón social a "Bonnafoux, Fortoul y
Chapuy". A fines de 1884 el señor Bonnafoux también se separó de la empresa por enfermedad y
los señores Fortoul y Chapuy la continuaron bajo el nombre de "Fortoul y Chapuy", su duración
fue de dos años y los socios pudieron tomar para sus gastos particulares hasta $100 con cargo a
la cuenta de gastos generales50.
Luis Fortoul y Augusto Bec entraron a la compañía el 16 de enero de 1887, con ellos se
reestructuró la sociedad y la duración fue de cinco años. Las utilidades se dividieron entre los
socios de la siguiente manera: 30% para León Fortoul; 30% para José Chapuy; 20% a Luis
Fortoul y el otro 20% para Augusto Bec. Entre los gastos generales de la compañía se cargó la
renta de una sola casa y asistencia en ella para los socios que vivían juntos en esta ciudad; en
tanto que para sus gastos particulares cada socio pudo disponer hasta de 100 pesos mensuales.
Los señores José Chapuy, Luis Fortoul y Augusto Bec estuvieron al frente de la casa comercial
en esta ciudad y cuidaron el despacho de la tienda. Mientras que León Fortoul residía en Europa
ocupándose de la compra y remisión de efectos, siendo también con cargo a gastos generales de
la sociedad, el costo de los viajes que fueron necesarios, así como su estancia en Europa; sin
obligación de parte del señor Fortoul de pormenorizar sus gastos personales, pero sí de remitir
cada seis meses a sus consocios la liquidación general de las operaciones de toda especie que
hiciera con cargo a la casa. León Fortoul pudo disponer en Europa, con cargo a su cuenta
particular, de lo necesario para su conveniente instalación, siempre que no excediera de la suma
de 50,000 francos51.

49
AIPJ. Protocolo, Emeterio Robles Gil. T. 15, 22/10/1879.
50
AIPJ. Protocolo, Emeterio Robles Gil. T. 24, 11/04/1885.
51
AIPJ. Protocolo, Emeterio Robles Gil. T. 27. 16/01/1887.
41
Con el objeto de asegurar el suministro de productos manufacturados para su tienda de
novedades, el 16 de septiembre de 1888, los señores "Fortoul y Chapuy" se asociaron con Juan
Ruffino; para fabricar sombreros, por un plazo de ocho años, bajo el nombre de "Ruffino y
Compañía"52. En este caso, los señores "Fortoul y Chapuy" fueron los socios capitalistas con un
capital de $15,000; mientras que el señor Ruffino introdujo 1,600 pesos y además su industria,
sumando un capital social de $16,60053.
Durante los años siguientes, los almacenes continuaron progresando y extendiendo sus
intereses hacia varias actividades manufactureras. En marzo de 1894, los socios de la casa
comercial "Fortoul y Chapuy" decidieron prorrogar por cinco años más la sociedad, y se le
agregó a la negociación el ramo de fabricación de bonetería invirtiendo en ello $20,000; para lo
cual compraron a Carlos Alatorre, quien se dedicaba a fabricar bonetería, todas las máquinas,
inmuebles, útiles y mercancías al precio de 4,000 pesos. El señor Alatorre se convirtió en
empleado de la compañía, recibiendo $150 mensuales para sus gastos personales, pero con la
obligación de vivir en la fábrica54.
José Chapuy se tuvo que ausentar de la compañía en abril de 1897, de esta manera
Augusto Bec y Luis Fortoul continuaron con la negociación; estos últimos pudieron utilizar para
vivir los altos de la tienda, en tanto que el señor Chapuy no se separaba como socio sino sólo de
la administración. Entonces la sociedad tomó el nombre de "Fortoul, Chapuy y Compañía"; en
ésta cada socio introdujo un capital de $30,000, que significó un capital social de $90,000,
abonándose el 6% de interés sobre el capital de cada socio. Las utilidades se repartieron en un
10% para Chapuy, 45% para Bec y 45% para Fortoul55.
Para el 7 de marzo de 1901, los señores Bec y Chapuy reorganizaron la sociedad
mercantil, prorrogando su término por tres años más y admitiendo como nuevos socios a los
señores Lorenzo Bernardi con un capital de $40,000 que introdujo en mercancías, y a los señores
Luis Lebre y Pedro Langier como socios industriales. Las utilidades se repartieron de la siguiente
manera: 10% al señor Chapuy; 25% a cada uno de los señores Bec, Fortoul y Bernardi; y 9% a
cada uno de los señores Lebre y Laugier. Los señores Bec, Fortoul y Chapuy pudieron disponer

52
Juan Ruffino radicó en Guadalajara hacia el año de 1883, siendo soltero aún, fue sobrino de Luis, Teófilo y
Fernando Fortoul.
53
AIPJ. Protocolo, Emeterio Robles Gil. T. 29, 16/09/1888.
54
AIPJ. Protocolo, Emeterio Robles Gil. T. 36, 03/03/1894.
55
AIPJ. Protocolo, Emeterio Robles Gil. T. 39, 07/03/1897.
42
hasta de $200 mensuales, en tanto que los señores Bernardi, Langier y Lebre dispusieron de $150
también mensuales56.
Las dos décadas siguientes, primeras del siglo XX, la compañía siguió girando en el
mismo ramo de lencería, comprando y vendiendo terrenos y casas, ejemplos de ello fueron los
fraccionamientos de los terrenos de la colonia Moderna y la colonia Francesa, y participando
como accionistas, primero en la "Compañía Industrial de Jalisco" y, después, en la "Compañía
Industrial de Guadalajara" que explotaban y administraban las fábricas de textiles y de papel de
Atemajac, la Experiencia, Río Blanco y La Escoba, y otras empresas más. También participaron,
hacia fines de la última década del siglo XIX, en la fundación del "Banco de Jalisco", junto con
otros capitales franceses, españoles y mexicanos. Todavía encontramos a estos empresarios hacia
el 30 de julio de 1919 con la misma sociedad de "Fortoul, Bec y Compañía", quienes
continuaban con el negocio de "las Fábricas de Francia". Los socios para esta fecha eran Augusto
Bec, Teófilo Lebre, Amado y Eduardo Gandoulf y Federico Fordean, con un capital social de
$125,000 introducido por los socios en partes iguales. Las utilidades se repartieron en un 12%
para el Sr. Bec, 23% para cada uno de los señores Lebre y Amado y Eduardo Gandoulf y el 19%
restante para Federico Fordean. Cada socio podía tomar para sus gastos particulares hasta 500
pesos mensuales. En el caso de Augusto Bec, se estableció que el podía vivir donde él quisiera;
sin obligación de consagrar sus trabajos a los negocios sociales, pero con derecho de hacerlo y de
intervenir en ellos cuando lo creyera conveniente. Cuando residía en Europa se ocupaba en hacer
compras de mercancías que la negociación le pedía. Luis Fortoul falleció en 1919, mientras que
la sociedad continuó con los señores Bec, Lebre, y los dos señores Gondoulf; por tal motivo se
retiró de la sociedad el capital de $30,000 que había introducido el señor Fortoul57.
La casa comercial "Las Fábricas de Francia", continuaría girando en la plaza de
Guadalajara durante todo el siglo XX, llegando a ser uno de los negocios más importantes de la
capital jalisciense.

56
AIPJ. Protocolo, Emeterio Robles Gil. T. 43, 28/05/1901.
57
AIPJ. Protocolo, Manuel F. Chávez. 30/07/1919.
43
b) "La Ciudad de México"
Adrián Berlie, quien había sido socio de la negociación mercantil "Las Fábricas de Francia" en
1879; tres años después disolvió la sociedad que tenía junto con Eugenio Cogordan58, bajo la
razón social de "Berlie y Cogordan"; dicha compañía había establecido en Guadalajara la tienda
llamada "La Ciudad de México", en noviembre de 1880, que giraba en los ramos de lencería y
sedería. De esta manera, Berlie se quedó como dueño de la negociación encargándose de
liquidarla. El 3 de septiembre de ese mismo año, Berlie traspasó la tienda a Luis Gas y Félix
Cogordan, quienes se organizaron en sociedad bajo la razón social de "Gas y Cogordan", por un
plazo de tres años, dividiéndose las utilidades por mitad, en tanto que cada socio pudo disponer
de 50 pesos mensuales59.
Félix Cogordan murió el 18 de diciembre de 1891, por lo que fue preciso retirar su
nombre de la firma "Gas y Cogordan" que continuaba administrando la tienda de "La Ciudad de
México". Los socios que se quedaron con la compañía fueron Luis y Antonio Gas y Eliseo
Reynaud, quienes decidieron admitir como nuevo socio a Eduardo Gueymard con un capital de
$1,500. Los cuatro socios establecieron una nueva sociedad bajo la razón social de "L. Gas y
Compañía", con una duración de tres años; en esta sociedad las ganancias se dividirían de la
siguiente manera: 28% para Luis Gas, 26% para Eliseo Reynaud, 26% a Antonio Gas, 15% para
Eduardo Gueymard y un 5% para gratificar al dependiente o dependientes que a juicio de la
mayoría se hubiera conducido mejor en el año60.
Luis Gas residía habitualmente en Francia. Hacia el mes de agosto de 1896, los socios
que radicaban en Guadalajara decidieron disolver la compañía con el fin de formar una nueva y,
así, continuar girando en los mismos ramos que la anterior y admitir nuevos socios. En esta
última los socios introdujeron los siguientes capitales, con fecha del 23 de febrero de 1897:

CUADRO 6. L.GAS Y COMPAÑÍA. "LA CIUDAD DE MÉXICO" (1897)


Socio Capital (pesos)
Luis Gas 15,000.00
Antonio Gas 10,000.00
Eugenio Cuzin 2,000.00

58
Eugenio Cogordan llegó soltero a Guadalajara en 1878, fue pariente de los hermanos Fortoul, ya que la madre de
éstos últimos se llamaba Felícitas Cogordan.
59
AIPJ. Protocolo, Emeterio Robles Gil. T. 19, 06/09/1882.
60
AIPJ. Protocolo, Emeterio Robles Gil. T. 36, 16/12/1893.
44
Benjamín Feissier 2,500.00
Capital Social 30,000.00
Fuente: AIPJ. Protocolo de Aurelio G. Hermosillo. T. 5, 23/02/1897.

Además del capital en efectivo que introdujeron los señores Cuzin y Feissier, quedaron
obligados a emplear su aptitud, tiempo, trabajo y empeño, en favor de la sociedad,
considerándose como socios industriales, renunciando a aceptar comisiones, a formar parte de
otras sociedades o a emprender negocios por su cuenta.
Luis Gas, que como se ha dicho, residía habitualmente en Francia, tenía completa libertad
para permanecer en Guadalajara el tiempo que él estimara conveniente y quedaba facultado para
residir en Europa o en cualquier otro punto a su arbitrio; siendo enteramente voluntario para él
ayudar a los otros socios con su trabajo personal en la administración y gerencia de la sociedad,
ya fuera que estuviera en Guadalajara o en cualquier otra parte.
El término de la sociedad fue el 31 de julio de 1902 y cada uno de los socios pudo
disponer hasta de $1,200 anuales en calidad de sueldo y con cargo a gastos generales de la
negociación. Además del sueldo, Luis y Antonio Gas podían disponer anualmente de $12,000
anuales cada uno, si se encontraban en México, y hasta de 50,000 francos anuales si residían en
Europa, debiendo cargarse a sus cuentas particulares. A cada uno de los socios se le abonó el 6%
de interés anual, sobre los capitales que representaban respectivamente. Las ganancias de la
sociedad se repartieron de la siguiente manera: Luis y Antonio Gas recibían el 30 % cada uno,
mientras que el 40% restante se lo repartían por partes iguales entre Eugenio Cuzin y Benjamín
Feissier.
Todos los negocios de importancia debían ser acordados por la mayoría de los socios que
se encontraran en Guadalajara, pero en caso de desacuerdo prevalecía la opinión de Luis Gas, y
si no estaba él, se sujetaban a la de su hermano Antonio y en tercer lugar estaba la de Eugenio
Cuzin. La finca donde estaba la tienda de "La Ciudad de México" era arrendada a Francisco
Martínez Gallardo por $500 mensuales61.
La sociedad "L. Gas y Compañía" también participó, durante la década de 1890-1900,
como socio en la fundación de la "Compañía Industrial de Guadalajara", y casi al mismo tiempo,
participaba en la constitución del "Banco de Jalisco, junto con otros capitales galos y

61
AIPJ. Protocolo, Aurelio G. Hermosillo. T. 5, 23/02/1897.
45
jaliscienses. Además especuló en la compra-venta de terrenos y casas en Guadalajara; por
ejemplo, junto con los señores "Fernández del Valle", "Fortoul y Chapuy" y "Ernest Fuchs",
fueron dueños del terreno donde se construyó la colonia Francesa en la ciudad. También se
asoció con la casa "Brun y Cía." y con el Banco de Jalisco, para formar la "Compañía de
Fomento y Bienes Raíces de Guadalajara", en junio de 1910; esta compañía además incluía como
socios a los señores Aurelio González Hermosillo, Abraham Gallardo y José Pacheco,
inversionistas tapatíos62.
Además de lo anterior, los miembros de la compañía tenían excelentes relaciones con el
gobierno del estado de Jalisco y con las autoridades francesas. Al inciar el año de 1904, Antonio
Gas fue nombrado Agente Consular en la ciudad de Guadalajara por parte del gobierno de la
República Francesa. A través de la correspondencia reservada y a petición del Secretario de
Relaciones Exteriores de México, el gobierno del Estado de Jalisco opinó que Jean Antonie Gas
era "una persona de reconocida honorabilidad y de muy buenas cualidades personales". También
informó que en la Dirección General de Rentas del Estado de Jalisco, había inscritas bajo el
nombre de "Gas Antonio y Luis", varias fincas urbanas por un valor catastral de 36,825 pesos.
Afirmaban las autoridades de Jalisco que Antonio Gas estaba casado con una mujer de
nacionalidad francesa, que tenía establecida en Guadalajara la casa comercial denominada "La
Ciudad de México" y que sus socios eran también de nacionalidad francesa. Aclaraba el gobierno
de Jalisco que Antonio Gas no había hecho reclamaciones en contra de México y que tampoco
había tomado parte en cuestiones políticas del país ni había ejercido ningún cargo público, por lo
que las autoridades locales no tenían motivo alguno de queja en su contra. Dadas, pues, estas
amplias referencias, el 27 de febrero de 1904; la Secretaría de Relaciones Exteriores de México
autorizó a Jean Antoine Gas para que pudiera ejercer las funciones de Agente Consular en la
ciudad de Guadalajara63.
Para atender sus intereses y negocios en la ciudad de México, la firma "L. Gas y Cía.",
había dado poder para que los representara a los señores "J.B. Ebrad y Cía. Sucesores S.A., el 10
de diciembre de 190764. Eugenio Cuzin junto con Teófilo Lebre, Augusto Brun, Francisco
Jeantoux, Eduardo Chertenneau, Alfredo Lebre y Gabriel Casaubon, formaron en marzo de 1914,

62
AIPJ. Protocolo, Homobono Díaz, 15/06/1910.
63
Carta del Secretario de Gobierno del Estado de Jalisco al Secretario de Relaciones Exteriores de México, AHJ. G-
8-94. GUA/3724
64
AIPJ. Protocolo, Alfonso Mancilla. T. 7, 10/12/1907.
46
una sociedad llamada "La Fortune", con el objeto de explorar y explotar substancias petrolíferas
y extraer petróleo en el estado de Veracruz, con un capital social de $250,000 y una duración de
30 años65. El 10 de agosto de 1912 la sociedad "L. Gas y Compañía" se reorganizó y cambió de
razón social a la de "L. Gas y Compañía Sucesores", con un plazo de cinco años, el cual que se
prorrogó en julio de 1917 por un año más.

CUADRO 7. L. GAS Y CIA. "LA CIUDAD DE MÉXICO" (1918)


Socio
Capital (pesos) Utilidades %
Luis Gas 150,000.00 6
Antonio Gas 250,000.00 10
Eugenio Cuzin 60,000.00 23
Enrique Feissier 40,000.00 23
Factores mercantiles y apoderados de la Casa 38
Capital Total 500,000.00 100
Fuente: AIPJ. Protocolo de Manuel F. Chávez. 31/08/1918.

Por tal motivo, el 31 de agosto de 1918 la sociedad "L. Gas y Compañía Sucesores",
sufrió una reorganización para continuar girando la negociación y almacén de "La Ciudad de
México", con un capital social de 500,000 pesos, y una duración de cinco años. El capital
introducido y las ganancias se distribuyeron de la manera que indica el cuadro anterior entre los
socios.
Esta nueva sociedad fue dueña de todo el activo y tomó a su cargo, de igual forma, el
pasivo de la extinguida sociedad "L. Gas y Compañía". A ella pertenecieron todas las
mercancías, muebles, acciones, derechos, créditos, marcas y patentes depositadas; así como el
derecho de usar los nombres de "La Ciudad de México" para la casa matriz, y el de "París
Londres" para la sucursal en México, la fábrica de camisas que tenía el nombre y la marca de
"American Clothing", y los demás bienes y valores que constaban en sus inventarios. En esta
compañía, cada uno de los socios pudo disponer de un sueldo de 500 pesos mensuales para sus
gastos personales66.

65
AIPJ. Protocolo, Manuel F. Chávez. 04/03/1914.
66
AIPJ. Protocolo de Manuel F. Chávez. 31/08/1918.
47
c) "El Nuevo Mundo"
Julio Caire y José Tiran formaron una sociedad bajo la razón social de "Caire y Tiran", que tenía
una tienda de lencería llamada "El Nuevo Mundo", en mayo de 1886, cuya duración fue de cinco
años y su capital social de $6,500, dividiéndose las utilidades por mitad67. Para el 15 de
septiembre de 1896 la propiedad de las existencias de "El Nuevo Mundo" había pasado a la
sociedad formada por Juan Laurens y Augusto Brun, llamada "Laurens y Brun", quienes también
arrendaron la finca que ocupaba el negocio. La sociedad duró cinco años y su capital social fue
de $5,000 introducido por partes iguales; de la misma manera se repartieron las utilidades y se
asignaron un sueldo de $60 mensuales para cada socio que podía aumentar hasta $150 en caso
necesario68.
La sociedad se reorganizó el 24 de enero de 1905 admitiendo a Pedro Signoret y a
Antonio Brun como nuevos socios. En esta reorganización Laurens ya no apareció como socio
de la empresa, debido a ello, la razón social cambió a "Laurens, Brun y Compañía Sucesores",
con un capital social de $15,000; suma a la que contribuyeron los socios de la siguiente manera:
Augusto Brun introdujo $7,500, en tanto que los dos socios restantes contribuyen con $3,750
cada uno. La compañía continuó sus actividades bajo estos términos hasta el 30 de julio de
191469.
Con el objeto de proteger sus intereses en otras partes del país y del extranjero, para hacer
efectivas reclamaciones, recibir dinero y extender recibos en contra de las compañías ferroviarias
y de vapores; la casa "Brun y Cia." otorgó un poder especial a la firma "Christiel y Rubke" de
México el 15 de febrero de 1912; representante de intereses franceses y alemanes en diversos
lugares de México70.

d) "Compañía de Fomento y Bienes Raíces de Guadalajara


Como se ha mencionado, el 15 de junio de 1910, las casas comerciales "L. Gas y Compañía" y
"A. Brun y Compañía", junto con "El Banco de Jalisco" y otros socios tapatíos, constituyeron
una empresa fraccionadora denominada "Compañía de Fomento y Bienes Raíces de
Guadalajara". Dicha empresa tenía como objetivos adquirir bienes raíces, con excepción de

67
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil. T. 24, 15/05/1885.
68
AIPJ. Protocolo de Francisco García Sancho. T 6, 15/09/1896.
69
AIPJ. Protocolo, Manuel F. Chávez, 21/12/1909.
70
AIPJ. Protocolo, Alfonso Mancilla, T. 16, 15/02/12.
48
minas y haciendas de beneficio; también el fraccionamiento, venta, explotación, organización y
fomento de empresas de irrigación, colonización y urbanización, además de hacer préstamos
hipotecarios. Entre los socios de la compañía se encontraban Aurelio González, José Pacheco,
Enrique Feissier y Antonio Brun, quienes al mismo tiempo que eran miembros del Consejo
Administrativo del Banco de Jalisco, Feissier era el gerente de la firma "L. Gas y Cía.",
mientras que el Brun lo era de la casa "A. Brun y Cía." El capital social de la Compañía de
Fomento y Bienes Raíces ascendió a $600,000, dividido en 600 acciones de a $100 cada una. El
Banco de Jalisco cubría el valor de sus acciones con los bienes raíces adquiridos por compra o
remate a sus deudores, mientras que los demás socios aportaban sus capitales en efectivo.

CUADRO 8. CIA. DE FOMENTO Y BIENES RAÍCES (1910)


Socio Acciones
Banco de Jalisco 4,900
L. Gas y Compañía 100
A. Brun y Compañía 100
Eugenio Cuzin 100
Aurelio González Hermosillo 100
Augusto Brun 100
Abraham Gallardo 100
José Pacheco 100
Enrique Feissier 100
Antonio Brun 100
Pedro Signoret 50
Juan Nigg 50
Eduardo Caire 50
Victor Signoret 50
Capital Total 6,000
Fuente: AIPJ. Protocolo de Homobono Díaz, T. 16, 15/06/1910.

El Consejo Administrativo de la Compañía de Fomento, para los dos primeros años de


funcionamiento se encontraba integrado por los señores Cuzin, González Hermosillo, Augusto
Brun, Gallardo y Pacheco. Mientras que en lo relativo a las utilidades, éstas se repartían en un
5% para el fondo de reserva; otro 5% para remuneración de los miembros del Consejo

49
Administrativo, con la condición de que su remuneración anual no será menor de $1,800; y el
90% restante para dividirse entre los accionistas71.
Esta empresa nos muestra cómo se relacionaban los capitalistas franceses con los
empresarios locales, pero también como se relacionaba el capital comercial con el financiero en
Jalisco. Una de las necesidades que se observan del capital bancario es hacer circular y producir
a los capitales y bienes que se van acumulando dentro de sus arcas.

e) "E. Lebre, Barriere y Compañía


Desde 1861 se tienen noticias de la sociedad que formaron Lebre y Gandoulf, interesados en la
compra-venta de casas en el centro de Guadalajara. Teófilo y Emilio Lebre, Adolfo H. Barriere y
Clemente Gondoulf formaron una compañía mercantil bajo la razón social de "Lebre Gandoulf y
Compañía". Gondoulf había decidido dejar la compañía, por lo cual los demás socios acordaron,
el 11 de diciembre de 1879, formar una nueva que se encargaría de la liquidación de la anterior
en lo relativo a los negocios que quedaron pendientes, pero que continuó con el mismo giro de
lencería. La nueva sociedad tuvo el nombre de "E. Lebre, Barriere y Compañía", en ésta Teófilo
Lebre fue el socio capitalista que introdujo $30,000, y los señores Barriere y Emilio Lebre fueron
los socios gestores, introduciendo cada uno como capital la suma de $2,000 y encargándose de la
administración de la compañía. Esta última giró por seis años y las utilidades se repartieron en
tres partes iguales, pero cada socio pudo disponer de $100 mensuales. Clemente Gondoulf dejó a
la nueva sociedad un capital de $30,000 que ésta le pagaría en abonos anuales de $5,000 por seis
años y con un rédito del 7% anual72.
En enero de 1886 la compañía continuaba su giro con los socios Emilio Lebre, Adolfo H.
Barriere y Josefina Y. Lebre de Lebre, por otros tres años. El 14 de septiembre de 1896 la
compañía "E. Lebre Barriere y Compañía" se disuelve y forman una nueva Emilio Lebre, su
sobrino José Lebre y la señora Josefina Y. Lebre. Para liquidar al socio Adolfo H. Barriere, quien
se separó de la negociación, se fijó su capital de común acuerdo en $6,000 que la nueva firma se
comprometió a pagar.
El mismo Barriere era representante de todos los derechos hereditarios de la señora
Olivia H. de Barriere, que fue acreedora de la compañía por la cantidad de $4,526. La nueva

71
AIPJ. Protocolo, Homobono Díaz, T. 16, 15/06/1910.
72
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 13. 11/12/1879.
50
firma reconoció deber dicha suma y se obligó a pagar al señor Barriere la suma de $10,526.75 en
moneda corriente de plata y en ocho mensualidades iguales, con el rédito del 10% anual73.
Luis y Teófilo Lebre se encontraban como socios de la Cía. Industrial de Guadalajara en
1899 y luego en "Las Fábricas de Francia" en 1901 y 1919 respectivamente. En 1914 Teófilo y
Alfredo Lebre formaban junto con otros socios franceses la compañía "La Fortune" para extraer
y explotar petróleo en el Estado de Veracruz. En 1919 aparece José Lebre como representante de
la sociedad "E. Lebre y Cía.", reconociendo un préstamo de Guadalupe Villalobos por la
cantidad de $50,000 en oro nacional, con un interés del 18% anual, por un período de dos años,
sobre la hipoteca de dos casas que incluían la maquinaria y útiles de la industria de jabones y
perfumes a que estaban destinadas dichas fincas y que eran propiedad de los señores "E. Lebre y
Cía." Las dos fincas fueron adquiridas por compra efectuada a "La Parisiense, S.A.", fábrica de
jabones y perfumes el 27 de diciembre de 191574. En este mismo año, los hermanos Emilio, José
y Alfredo Lebre, aparecieron como socios en un almacén de ropa y telas75.

f) "La Ciudad de París"


Los señores José Bellon, Martín Agorreca y Teófilo Fortoul, tenían formada una sociedad
mercantil en Guadalajara bajo la razón social de "T. Fortoul Bellon y Agorreca". La casa de
comercio se llamaba "La Ciudad de París" y giraba en los ramos de lencería, sedería, paragüería,
bonetería y otros anexos. Dicha sociedad quedó disuelta por el fallecimiento del socio Teófilo
Fortoul, así como por haberse cumplido el término prefijado en el contrato que era hasta el 7 de
julio de 1896. Por tal motivo, después se asociaron los señores Bellon y Agorreca con Luciano
Burle, con el objetivo de continuar con el mismo giro. La nueva razón social fue "Bellon
Agorreca y Compañía" y tuvo con un capital social de $25,000. José Bellon y Martín Agorreca
introdujeron 10,000 pesos cada uno, mientras que Lucinao Burle sólo aportó 5,000 pesos.
Todas las sumas se tomaron de lo que a dichas personas les correspondió en la antigua
compañía, la duración de la nueva sociedad fue de cinco años y durante este lapso cada socio
pudo disponer de 100 pesos mensuales para sus gastos particulares y con cargo a gastos
generales. En caso de que alguno de los socios contrajera matrimonio podría disponer hasta de

73
AIPJ. Protocolo de Aurelio Hermosillo. T. 4, 14/09/1896.
74
AIPJ. Protocolo de Manuel F. Chávez. 01/01/ 1919.
75
AIPJ. Protocolo de Enrique Arriola, 16/12/1915.
51
$150 mensuales, con cargo a la misma cuenta. Pero si los señores Bellon y Agorreca se hubieran
casado durante el plazo de esta sociedad, habrían podido disponer de $5,000 con cargo a su
cuenta particular. Los señores Bellon y Agorreca pudieron hacer viajes a Europa, siempre que lo
estimaron necesario o conveniente para la buena marcha del giro. Las ganancias se dividieron de
la forma siguiente: 40% para el señor Bellon, 35% para Agorreca y 25% para Luciano Burle76.
En la negociación había participado otro ciudadano francés hacia 1890, Ernesto Javelly,
quien había sido alcalde de su pueblo natal, Jausiers. En 1910 Javelly regresó a Francia para
casarse con la señorita Josefina Manuel y tres años más tarde, cuando ya se había iniciado la
revolución en México, estableció en Guadalajara otro negocio denominado "El Nuevo París".
Esta nueva firma comercial realizó operaciones de mayoreo en la costa del Pacífico, desde
Colima hasta Cananea, Sonora. En tan extensa región vendía telas producidas en Lyon, hilos y
otros artículos que importaba de Francia, Suiza e Inglaterra77.

g) "El Sombrero Colorado"


A parte de las compañías mencionadas anteriormente se formaron otras ligadas a empresarios de
origen francés en Guadalajara, aunque con menor importancia y longevidad. Una de ellas fue la
sombrerería llamada "El Sombrero Colorado", fundada en febrero de 1878 por León Honnorat,
Teófilo y Fernando Fortoul78. Las utilidades se dividieron en un 40% para León Honnorat, 40% a
Teófilo Fortoul y el otro 20% a Fernando Fortoul. Cada uno de los socios tenía derecho de sacar
hasta $100 mensuales para sus gastos particulares. Los hermanos Fortoul estaban encargados de
la dirección de la tienda y León Honnorat se encargó de la fábrica de sombreros 79. El 4 de abril
de 1883, los socios decidieron continuar la compañía por tres años más80. La compañía no duró
mucho, pues al año siguiente, los socios decidieron dar por concluida su sociedad. La
negociación terminó sus actividades el 26 de junio de 1884, con un capital de $87,050 de los
cuales $81,802 correspondieron a Honnorat. En tanto que los señores Fortoul se quedaron con el

76
AIPJ. Protocolo de Aurelio Hermosillo. T. 4, 10/07/1896.
77
Martínez, 1987. p. 205.
78
Fernando Fortoul fue hijo de Francisco Fortoul y Felícitas Cogordan, nació en Jausiers, Francia. Cuando dicta su
testamento, el 6 de abril de 1883, entonces era un comerciante soltero de 36 años de edad, vecino de Guadalajara; al
no tener descendencia hereda por partes iguales a sus hermanos Teófilo, Rosalía, Fanny y Elisa, nombrando como
albaceas a su propio hermano Teófilo y a Félix Cogordan. AIPJ. Protocolo, Francisco González Palomar. T. 3
06/04/1883.
79
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil. T. 12, 11/02/1878.
80
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 24, 04/04/1883.
52
negocio y dueños de los créditos activos y las existencias en mercancías de toda clase81. Un mes
antes de la clausura, los socios habían vendido a la casa comercial, "Zolly Hermanos", de origen
alemán y que giraba en la ciudad de México, la fábrica de sombreros. Guillermo Landwehr pagó
por la fábrica la cantidad de $58,121.50; con esta compra, la casa "Zolly y Hermanos", se
establecía en Guadalajara para girar el ramo de fabricación y venta de sombreros, pero con la
condición de que los antiguos dueños de "El Sombrero Colorado", no establecieran en
Guadalajara ningún giro parecido, por lo menos, durante cinco años. El pago se efectuó en diez
entregas parciales, cada tres meses, en plata u oro; para lo cual se elaboraron diez letras de a
$6,000 cada una y la última de $4,00082.

I.4 Los franceses en Guadalajara al final del porfiriato


A partir de la organización de almacenes como "La Ciudad de París", "La Ciudad de Londres",
"El Nuevo Mundo", "La Ciudad de México", "Las Fábricas de Francia", "El Progreso" y "El
Nuevo París"; los empresarios franceses fueron dominando el comercio de productos textiles,
artículos y muebles de lujo y todo tipo de novedades e importaciones; a través de una extensa
región que llegaba a las costas del Pacífico desde Manzanillo hasta Mazatlán y a los estados
colindantes de Jalisco, por medio de agentes y sucursales instaladas en las poblaciones más
importantes. Esta expansión comercial y su creciente acumulación de capitales, llevó a los
empresarios franceses a dar dos pasos obligados en la lógica de expansión del capital: por un
lado, sus inversiones se extendieron con el fin de controlar la producción de los principales
productos que comerciaban, asegurando de esta manera el suministro seguro de productos a sus
almacenes y casas comerciales; por otro lado, buscaron aliarse a capitales locales y extranjeros
para formar y dominar los circuitos del capital financiero en el occidente del país. Por tal motivo,
no fue extraño que hacia 1889, los empresarios franceses controlaran las principales fábricas
textiles de la región, desplazando con ello a los antiguos empresarios españoles y algunos
empresarios locales, ni tampoco fue extraño que participaran con sus capitales en la fundación de
los principales bancos en Jalisco. Este mismo proceso se estaba operando en otras regiones del

81
AIPJ. Protocolo de Francisco González Palomar. T. 3, 26/06/1884.
82
AIPJ. Protocolo de Francisco González Palomar. T. 3, 28/05/1884. A mediados del siglo XIX, los hermanos
Zölly y Jacobo Landwehr, de nacionalidad alemana, tenían una fábrica y tienda de sombreros finos en el Portal de
Mercaderes, de la ciudad de México. Mentz, Brígida von (et al). Los pioneros del imperialismo alemán en México.
México, Ediciones de la Casa Chata, 1982. p. 220.
53
país como en Puebla, Veracruz y la ciudad de México con otros empresarios y compañías
francesas.
El porfiriato fue la edad dorada para las relaciones franco-mexicanas, y, sobre todo, de la
colonia francesa en México. Nunca como entonces, la influencia francesa se había desarrollado
en nuestro país; su cultura, su forma de ser, de vivir y hasta sus modas habían sido tan aceptadas
e imitadas por casi toda la oligarquía porfiriana. Una influencia y un poder político y económico,
que el régimen de Díaz quiso oponer como contrapeso al avasallador y tremendo poder de
atracción y de dependencia que traía consigo el desmesurado poderío de los Estados Unidos. A
pesar de que los franceses fueron incapaces de neutralizar y, mucho menos desplazar, el enorme
peso de los intereses norteamericanos en México; los franceses pudieron desarrollar con gran
éxito muchas de sus actividades.
Al final del período, las inversiones globales francesas ocupaban el tercer lugar en
magnitud, después de las de Estados Unidos y Gran Bretaña, pero fueron los principales
financieros del gobierno, los banqueros más importantes en el país y quienes tuvieron mayores
inversiones en la industria y el comercio. Sus inversiones en minas siguieron en magnitud a las
norteamericanas y fueron superiores a las inglesas; mientras que no fueron despreciables sus
inversiones en los ferrocarriles, pues aunque ocupaban el tercer lugar, después de
norteamericanos e ingleses, éstas constituyeron el tercer rublo en importancia en cuanto a las
inversiones francesas en México, siguiendo a las inversiones en deuda pública y minería83.
Los franceses radicados en Guadalajara experimentaron un ascenso vertiginoso llegando
a controlar el comercio y la producción de textiles y novedades durante el porfiriato, y
extendiendo su influencia en todo el occidente del país, teniendo agentes en varios pueblos y
ciudades de dicha región. Llegaron a integrarse a la oligarquía local mediante el establecimiento
de lazos familiares, clientelas y sociedades comerciales e industriales. Hacia fines del período su
éxito era indiscutible84, transformaron sus empresas comerciales y manufactureras con una
estructura familiar, clánica tradicional en grandes compañías industriales, comerciales y
financieras modernas, constituidas por accionistas y por un consejo administrativo, expandiendo
y diversificando sus actividades e inversiones, conectándose con capitales locales, nacionales y

83
D'Olver, 1974. p. 1154.
84
A fines del porfiriato el número de franceses en Jalisco se había incrementado rápidamente, en 1845 había 21
franceses en el estado, hacia el año de 1881 residían, sólo en Guadalajara, 42 ciudadanos de origen francés; y para
1900 la cifra asciende a 197 incrementándose a 256 en 1910. Aldana, 1979. p. 75.
54
extranjeros, aprovechando todos los medios y recursos, entre ellos el capital financiero y
bancario.

55
CAPITULO II. EMPRESARIOS ALEMANES EN GUADALAJARA

II. 1 Inmigración y comercio


Al igual que los franceses, los alemanes que arribaron a Guadalajara durante el siglo XIX fueron
parte de los flujos migratorios que se iniciaron en México a partir de la independencia por parte
de distintos grupos de extranjeros. Los alemanes vinieron a México en pequeñas oleadas de
inmigración provenientes de Hamburgo, Bremen y Lübeck. Los primeros alemanes que llegaron
entre 1821 y 1829 fueron atraídos por un breve período de optimismo y especulación minera, por
ello poco más de la mitad de un total de 493 inmigrantes germanos fueron a trabajar a las
compañías mineras, mientras que apenas una tercera parte la conformaban comerciantes y
empleados de casas comerciales. Posteriormente, con la crisis y estancamiento de la actividad
minera, durante el período de 1829 a 1871, el grupo de mineros se redujo considerablemente y
los comerciantes pasaron a predominar en el grupo de los alemanes que ingresaban a México,
representando el 61%, seguido con mucha distancia por los artesanos con un 16%; luego por
profesionistas con un 8%; en tanto que los mineros apenas representaban el 6.5%85. Los
comerciantes alemanes que llegaron a residir a Guadalajara al igual que los que se instalaron en
el resto del país durante el siglo XIX, eran representantes del capital comercial e industrial de su
país, aunque éstos no llegaron pobres, tampoco fueron los grandes capitalistas que venían con
sus fortunas creadas en Alemania para invertirlas en México; más bien eran agentes comerciales,
dependientes de importantes firmas alemanas que se establecieron en territorio mexicano y que
posteriormente se independizaron formando sus propios negocios. Fueron las condiciones
económicas de México, las que permitieron a los comerciantes alemanes una acumulación
acelerada a través de la intermediación comercial y financiera entre distintos circuitos
mercantiles a nivel regional, nacional e internacional.
El comercio entre México y Alemania se realizó a través de las casas comerciales
alemanas radicadas en las principales ciudades y puertos mexicanos desde principios de la
tercera década del siglo XIX, las cuales se establecieron primero en los puertos de Veracruz,
Tampico y Alvarado, y en la ciudad de México. A partir de la cuarta década del mismo siglo, las

85
Mentz, 1982, pp. 24-25.

56
casas comerciales alemanas se expandieron hasta las costas del Pacífico, estableciéndose también
en Mazatlán con importantes conexiones en el occidente, principalmente con Guadalajara, y el
noroeste del país. Las casas matrices situadas en las ciudades hanseáticas mandaban sus agentes
para operar el giro de exportaciones e importaciones y algunas veces también fungieron como
bancos. Sin embargo, al poco tiempo, los agentes en México se independizaban para formar sus
propias compañías comerciales, continuando con las actividades que antes desempeñaban para la
casa matriz86.
Las compañías constituidas por alemanes registradas en Guadalajara durante el siglo
XIX, por lo general estuvieron organizadas como sociedades en comandita simple, integradas
por tres o cuatro socios, donde uno o dos de ellos fungían como capitalista y los otros como
socios industriales. El socio industrial era quien desempeñaba las tareas de gerente,
administrador y director de la casa comercial, no pudiendo abandonar el país ya que era
necesario que estuviera al frente de la negociación dedicándole todo el tiempo, esfuerzo y
conocimientos, por ello, el socio industrial no podía distraer su atención en otro tipo de
actividades comerciales o industriales. En tanto que el socio capitalista podía residir donde le
conviniese, lo cual era generalmente en Alemania, era quien había aportado el capital de la
empresa, tenía derecho a revisar los libros de contabilidad y debía ser consultado en negocios
complejos, en la mayoría de los casos de estas empresas, el socio capitalista era quien surtía a la
casa de Guadalajara de los efectos que compraba en Alemania. Era común que entre los socios
existieran fuertes y estrechos vínculos de parentesco, de tal manera que la organización de la
empresa seguía muy de cerca un patrón familiar.
Formalmente las compañías se constituían para un plazo de tres a cinco años, tiempo
suficiente para incrementar su capital lo bastante como para que pudieran extraer entre mil y tres
mil pesos anuales cada socio, y además un 5% o 6% anual de réditos del capital invertido. Por lo
general se estipulaba que entre los gastos a cargo de la compañía se considerara la renta de las
casas, que incluía habitaciones para los dependientes, sueldos, alimentos de los empleados, y las
cantidades que anualmente extraían los socios, así como los réditos de los capitales. Las

86
Brígida von Mentz, Verena Radkau, Beatriz Sharrer y Guillermo Turner, hacen un detallado estudio sobre estas
casas comerciales alemanas en México durante la primera mitad del siglo XIX, así como del papel que
desempeñaron en el desarrollo económico del país y la influencia que ejercían en las ciudades y puertos donde se
establecieron. Ibid. ver los distintos ensayos.

57
ganancias se dividían por lo general en partes iguales o en forma proporcional al capital
invertido. Entre las prohibiciones formuladas por las compañías a sus socios estaba la de ligarse
a cualquier bando político.
Las casas comerciales alemanas en Guadalajara tenían cierta continuidad, pues una vez
que se agotaba el periodo para el cual estaban formalmente constituida, éste se renovaba
simplemente, o se establecía otra sociedad cuando uno de los socios decidía independizarse o
retirarse del negocio, entonces entraban nuevos socios a suplir a los anteriores, sin que cambiara
por ello el nombre de la negociación o el lugar de la empresa, esto generaba un continuo cambio
en las sociedades, que también seguía un patrón familiar y generacional. Al envejecer y después
de haber acumulado una capital considerable, los socios capitalistas se podían retirar
tranquilamente de la empresa y regresar a su ciudad natal en Alemania, para vivir sus últimos
años de su vida cómodamente de los beneficios que le producía su capital, dejando la compañía a
sus socios o sucesores, nuevos y jóvenes socios, posiblemente familiares del capitalista que se
retiraba. De esta manera la casa comercial seguía operando casi de la misma manera sin cambios
significativos o fácilmente observables.

CUADRO 9. FORMACIÓN DE COMPAÑIAS CON PARTICIPACION DE


EMPRESARIOS ALEMANES EN GUADALAJARA DE 1876 A 1920
Razón Social Fecha de Número Capital Años de
inicio de socios Social $ duración
German Hell y Cía. Ene/1877 3 5,000 3
Julio Jurgensen y Cía. Jul/1879 2 20,631 6
Kunhardt y Verea Jul/1880 2 8,000
Ferrocarril de Guadalajara a San Pedro Jul/1880 11 105,000
Kunhardt y Cía. Nov/1881 4 60,844 3
Conkelman y Hachar May/1882 2 3
Julio Collignon y Cía. May/1885 2 1,000 5
Eduardo Collignon y Cía. Dic/1889 3 17,000 3
Julio Collignon y Cía. May/1890 2 1,000 5
Gregorio Rubio y Cía. Ene/1895 2 14,948 5
Fábrica de Almidón Eureka Feb/1895 2 1,500 1
Julio Collignon y Cía. Abr/1895 2 5,000 2
D.J. Geddes y Cía. Mar/1896 3
Exposición Permanente México-Occiental Jun/1901 7 4,000 30
Federico y Guillermo Kunhardt Nov/1902 2 30,000 10
Behn y Cía. Jun/1906 3 8
Collignon y Cía. Mar/1908 2 25,000 10
Cía. Comercial Alemana-Mexicana Ene/1913 2 25,000 29

58
Argus y Baumann Feb/1914 2 2,500 5
Cía. Blume y Sucesores Jun/1914 2 25,000 2
Ferretería Alemana Sep/1914 3 20,000 5
Cía. Mercantil de Occidente Sep/1914 3 75,000 15
Cía. Baños de Oblatos Ago/1915 7 1'000,000 50
Cía. Occidental de Bienes Raíces Feb/1916 8 100,000 20
Carlos Hering Sucesores Mar/1917 3
Cía. Orhner Hermanos Ago/1918
Fuente: AIPJ. Varios Notarios. Protocolos de 1876-1920.

Un comerciante alemán solía llegar a Guadalajara muy joven, de unos 24 años, como
empleado de una de las casas matrices alemanas. Por conexiones familiares o bien por haber
estado ya empleado como aprendiz unos años en la casa matriz en Hamburgo, Bremen o Lübeck,
se le daba la oportunidad de que adquiriera experiencia en ultramar, como dependiente de algún
pariente que tenía una negociación de comercio en Guadalajara. Fueron pocos los casos en que
llegaba representando, él solo, a una afamada casa comercial alemana. Recibía un sueldo anual
de aproximadamente 1,200 pesos anuales y vivía en el mismo almacén a donde llegaba a
trabajar, pues siempre se consideraba que pertenecía a la familia; entonces la negociación cubría
sus gastos personales como habitación, alimentos y vestido. De esta manera, el dependiente
podía ahorrar prácticamente todo su sueldo y en cinco o diez años de estancia en Guadalajara,
podía reunir una suma considerable para independizarse y fundar, con unos seis o diez mil pesos,
una negociación propia.
El paso de socio industrial a socio capitalista no fue muy complicado, porque de hecho, el
antiguo dependiente ya era socio menor de la casa de comercio donde trabajaba. A los 44 años,
con un capital de 20 o 30 mil pesos, estaba listo para planear su retirada regresando a su patria,
cuando algún pariente, seguramente su hermano, un sobrino o un primo, estuviera en condiciones
de sustituirlo en la dirección de la empresa de Guadalajara. De este modo, el socio capitalista,
podía empezar una vida tranquila en Alemania con su familia y vivir de los ingresos de sus
inversiones y de las entradas anuales de entre 5 y 8 mil pesos que sus socios le remitieran desde
Guadalajara. Si la empresa comercial de Guadalajara se lo pedía, éste haría para ella las compras
necesarias en Alemania y en otros países de Europa.
Sin embargo, no todos los empresarios alemanes se regresaron a Alemania una vez que
habían acumulado un capital considerable, algunos de ellos se integraron plenamente a la

59
sociedad y a la élite tapatía, se casaron con mexicanas y tuvieron hijos, formando familias que
dieron nuevos ejemplos de mestizaje, residiendo permanentemente en Guadalajara.
Durante el siglo XIX el número de inmigrantes alemanes que llegaron a Guadalajara fue
muy reducido, hacia el año de 1881 apenas se contaban 39 personas con dicha nacionalidad,
además se registraron cinco personas de nacionalidad suiza o austriaca87. Su número no creció
mucho a lo largo del porfiriato, pues en 1900 los alemanes registrados en todo el estado de
Jalisco apenas ascendieron a 89, y en 1910 sólo eran 142. Constantemente ocupaban un cuarto
lugar en las estadísticas sobre inmigrantes extranjeros en el estado de Jalisco después de
norteamericanos, españoles y franceses88.
Hacia 1881 alemanes como Teodoro Kunhardt, Roman Frilhler y Luis Nordwal ya tenían
entre 24 y 30 años de residencia en Guadalajara, pues habían llegado a esta ciudad en la década
de 1850, otros 18 de nacionalidad alemana, suiza o austriaca tenían entre 10 y 20 años de
residencia, mientras que 23 no llegaban a los diez años de estar residiendo en Guadalajara. Su
principal ocupación manifestada fue la de comerciante o dependiente de alguna casa comercial,
había cuatro relojeros, un maestro de música, un médico, un farmacéutico, un fabricante de
sombreros, otro de carretas y un curtidor. Solo se censaron cuatro mujeres de nacionalidad
alemana sin profesión económica y que estaban casadas con alguno de sus connacionales. La
mitad de los alemanes radicados en 1881 en Guadalajara estaban casados, nueve de ellos con
mujeres mexicanas, uno con una norteamericana, otro con una francesa y el resto con mujeres de
su misma nacionalidad.

CUADERO 10. ALEMANES RESIDENTES EN GUADALAJARA EN 1881


Nombre Años de Profesión Estado Civil Nacionali- Núme-ro Valor de los
residen- dad cónyuge de hijos bienes
cia (pesos)
Enrique Sebes 11 Comerciante Casado Alemana 2 80,000
Alfonso Heymam 15 Comerciante Casado Alemana 10,000
Teodoro Kunhardt 30 Comerciante Casado Mexicana 13 138,000
Gustavo Scheiber 13 Comerciante Casado Alemana 2
Eduardo Collignon 5 Comerciante Casado Mexicana 2 10,000
German Hell 8 Comerciante Casado Alemana 1 10,000
Carlos Störzel 4 Comerciante Soltero
Carlos Behn 3 Comerciante Casado Mexicana 3 7,000

87
AHJ. Expediente G-10-881. JAL/3731.
88
Aldana, 1979, p. 75.

60
Jorge Behn 2 Comerciante Soltero
Julio Jurgensen 17 Comerciante Casado Alemana 1 7,500
Gustavo Wilde 1 Comerciante Soltero
Carlos Fliegel 2 Comerciante Soltero
Federico von Alhoordein 3 Comerciante Soltero
Henrique Blume 13 Comerciante Casado Mexicana 2
Adolfo Newman 11 Comerciante Casado Mexicana 1 5,000
Federico Newman 7 Comerciante Soltero
Henrique Meincoke 7 Comerciante Casado Mexicana 1
Adolfo Metzler 8 Comerciante Casado Mexicana
Emilio Hachar 4 Comerciante Soltero
Mauricio Rohda 18 Comerciante Viudo Mexicana 5 70,000
Agustín Blume 16 Comerciante Casado Americana 2 25,000
Pablo Danielo 2 Dependiente Soltero
Adolfo Spann 10 Dependiente Soltero
German Petersen 15 Dependiente Soltero
Guillermo Shohlscheiber 1 Dependiente Soltero
Andrés Behn 15 Relojero Casado Mexicana 4
Antonio Winterhalder 15 Relojero Soltero 10,000
Martín Winterhalder 18 Relojero Soltero
Román Frilhler 25 Relojero Soltero
Guillermo Meyer 13 Maestro Soltero
Luis von Hemman 1 Médico Casado Alemana 2
Henrique Weitnauer 4 Farmacéutico Soltero 9,000
Luis Nordwal 24 Sombrerero Soltero 5,000
Enrique Schmit 13 Carrocero Casado Mexicana
Fernando Spiero 5 Curtidor Casado Francesa
Amalia Hölterhoff 3 Casada Alemana 2
Emilia Riensech 3 Casada Alemana
Amalia Ketelsen 7 Casada Alemana 1
María Schuts 2 Casada Alemana 1
SUIZOS/AUSTRIACOS
Domingo Soldini 7 Comerciante Soltero
Guillermo Scherrer 24 Comerciante Casado Mexicana 5
Lorenzo Bransa 15 Comerciante Soltero 1,000
Albino Bransa 14 Cantinero Casado Mexicana 1 1,000
Juan Orhner 4 Cervecero Soltero
Fuente: AHJ. Expediente: G-10-881. JAL/3731.

De este grupo de alemanes sólo 16 declararon tener algún capital invertido en bienes y
dinero en efectivo, cuatro de ellos tenían más de diez mil pesos, los doce restantes manifestaron
un capital entre mil y diez mil pesos, en conjunto el capital de estos alemanes apenas sumaba
392,000 pesos. Lo cual precisa mucho el peso y la magnitud del capital de estos alemanes en
Guadalajara, dichos capitales estaban invertidos en almacenes de comercio y comisiones,
mercerías, relojerías, boticas y sombrererías89.

89
Ibid.

61
II.2 Teodoro Kunhardt
Del grupo de alemanes avecindados en Guadalajara, destacaremos el caso del empresario
Teodoro Kunhardt, quien tuvo muy buenas relaciones con la élite tapatía. Nació el 20 de
noviembre de 1816 en Lübeck, Alemania; fue hijo de Enrique Kunhardt y Dorotea Richertz. Su
trayectoria como comerciante fue brillante y exitosa, pero sus inicios fueron modestos. Siendo
muy joven fue enviado por su padre al norte de Alemania con le objetivo de que se dedicara a
actividades relacionadas con la agricultura, posiblemente en el comercio de granos,90 pero a los
pocos meses resolvió enviarlo para América dedicándolo al comercio de importaciones y
exportaciones. Así fue que el 4 de octubre de 1833, a los 16 años se embarcó en Hamburgo con
destino al puerto de Valparaíso, Chile91. Teodoro llegó a Valparaíso hasta el 6 de enero de 1834,
donde uno de sus hermanos era socio y administrador de la casa "Kunhardt, Kaiser et Hayn". Ahí
permaneció como empleado de la casa comercial hasta septiembre de ese mismo año, cuando por
instrucciones de sus jefes se trasladó a Nicaragua. En este país duró un año completo y de ahí se
trasladó a Guaymas, llegando a este puerto el 30 de septiembre de 1835, donde la casa comercial
tenía otra sucursal. A principios de 1840 se fue a Mazatlán para hacerse cargo de la sucursal que
la "Kunhardt, Kaiser et Hayn" había fundado años atrás. Teodoro trabajó para esta casa
comercial hasta fines de 1843, pues a partir del 1° de enero de 1844, a los 27 años de edad,
estableció su propia empresa en Mazatlán bajo la razón social "Kunhardt et Ewald".92
En este mismo año, por instrucciones del rey de Prusia, Federico Guillermo IV, fue
nombrado cónsul de Prusia en Mazatlán. Durante su estancia en este puerto, Teodoro Kunhardt
contrajo matrimonio con Marina Urrea, originaria de Mazatlán, y también nacieron sus tres hijos
mayores. Atraído por el prestigio comercial de Guadalajara, se trasladó a esta ciudad en 1852,
90
Como el caso de los Buddenbrook, personajes de la novela de Thomas Mann, quienes comerciaban con granos en
Alemania. Teodoro Kunhardt no era el hijo mayor, así que no sigue el ejemplo de Johann Buddenbrook, quien
hereda el liderazgo de la familia Buddenbrook y de la empresa comercial, sino de un segundón como Christian
Buddenbrook, hermano menor de Johann, un aventurero aficionado a las diversiones de la gran metrópoli, deseoso
de que lo mandaran a América del Sur, tal vez a Chile, donde buscaría colocación, lo cual se le concede en el verano
de 1851, y se embarca rumbo a Valparaíso, donde ya se había procurado una plaza. La coincidencia entre Christian
Buddenbrook y Teodoro Kunhardt en el viaje hacia Valparaíso es formidable, aunque no son ejemplos
extraordinarios, muchos otros alemanes viajaron durante este tiempo a distintos puntos del continente americano.
Thomas Mann. Los Buddenbrook. España, Plaza & Janés, 1997, p. 246..
91
Alberto Santoscoy da otra fecha, él afirma que Teodoro Kunhardt salió de Hamburgo el 6 de julio de 1832. Ver
Santoscoy, Alberto. Obras completas. Guadalajara, UNED-Gobierno de Jalisco, 1986. Tomo II, pp. 111-114.
92
Sobre Teodoro Kunhardt han escrito varios historiadores locales o cuando menos lo mencionan tangencialmente,
especialmente habrá que consultar a Santoscoy. 1986; a Olveda, 1991, pp. 381-384, y a Martínez, 1987, pp. 198-
199.

62
fundando de inmediato una casa comercial con el mismo nombre de la que estaba en Mazatlán,
la cual tenía actividades crediticias que le redituaban cuantiosas ganancias. De esta manera,
Kunhardt vino a radicar a la ciudad de Guadalajara, cuando ya tenía 36 años de edad.
La actividad comercial y financiera de Teodoro Kunhardt fue muy intensa y productiva,
en 1855 fundó la sociedad mercantil "Blume Kunhardt y Cía.", sus socios fueron Julio Enrique
Blume,93 de nacionalidad alemana, y el tapatío Manuel L. Corcuera, esta casa comercial tuvo
sucursales en las ciudades de Colima y Tepic, convirtiéndose en poco tiempo en el principal
almacén de Guadalajara que surtía a los mercaderes del Bajío, Colima, Tepic, Aguascalientes,
Guanajuato y Michoacán. Teodoro Kunhardt también sostenía relaciones mercantil con la casa
comercial J. Labadie y Cía., de Veracruz. Se asoció con Federico Cramer para establecer una
ferretería y una mercería. En 1863 fundó la "Kunhardt, Esqueda y Cía." en la ciudad de León, y
en 1866 se asoció con el alemán Carlos Maecker, invirtiendo como socio capitalista la cantidad
de 50,000 pesos. Con Eraclio Farías fundó la empresa "Eraclio Farías y Cia." con un capital de
20,000 pesos. Hacia 1868 presidía la directiva y era socio principal de la fábrica textil de
Santiago Ixcuintla. El 30 de julio de 1880, Teodoro Kunhardt, junto con Juan N. Verea,
instalaron un negocio de abarrotes, en donde el socio capitalista era Kunhardt con 8,000 pesos,
de los cuales recibiría el 0.5% mensual de réditos.94 En ese mismo mes Teodoro estaba
participando como accionista en la fundación de la compañía encargada de construir el tranvía de
mulitas de Guadalajara a San Pedro, con una acción por el valor de 5,000 pesos.95
En noviembre de 1881, Teodoro se asoció con su hermano Enrique Kunhardt, con su
yerno Julio Rose,96 también de nacionalidad alemana, y con Edmundo Cueva, para formar una
empresa bajo la razón social "Julio Rose y Cía.". El objeto de esta sociedad fue la compra-venta
de mercaderías del país y de importaciones, y su capital social sumaba entonces 60,844 pesos. En
esta compañía Julio Rose era el gerente y tomaba $150 mensuales para sus gastos personales,
mientras que Teodoro y Enrique Kunhardt tomaban $60 mensuales para cada uno y Edmundo
Cueva solo $50 mensuales. Las ganancias se repartían de la siguiente forma: Teodoro Kunhardt

93
Julio Enrique Blume posteriormente se casaría con Marina Kunhardt, hija de Teodoro.
94
Archivo de Instrumentos Públicos de Jalisco (AIPJ). Protocolo de Emeterio Robles Gil, T. 15, 30/07/1880.
95
Archivo Municipal de Guadalajara (AMG). Expediente 124, Caja 1232, año de 1881.
96
Julio Rose se casó con su hija Dorotea Kunhardt.

63
(37.5%), Julio Rose (37.5%), Enrique Kunhardt (15%) y Edmundo Cueva (10%).97 Hacia
octubre de 1883 la compañía seguía funcionando solo con tres de los socios, pues Enrique
Kunhardt ya había fallecido.98
Teodoro Kunhardt también estaba asociado con el austriaco Juan Ohrner en la Cervecería
del León, en Guadalajara, el 11 de noviembre de 1882 dieron por terminada su sociedad, para lo
cual hicieron un inventario de las existencias de maquinaria, mercancías y útiles pertenecientes a
la negociación, ascendiendo a la cantidad de 7,363.50 pesos. La mitad del valor de la fábrica
pertenecía a cada socio, y Kunhardt le vendió su parte a Ohrner por 3,681 pesos, la cual fue
pagada en abonos durante un año, con el rédito del 9%. Además Teodoro rentó a Juan Ohrner la
finca donde estaba la cervecería por cinco años, pagando una renta mensual de 100 pesos.99
En 1881 se registró que Teodoro Kunhardt tenía un capital total de 138 mil pesos, capital
distribuido entre sus propiedades que incluían varias negociaciones mercantiles e industriales,
entre ellas una tienda de ropa y dos de abarrotes, una tenería, una fábrica de medias, otra de
cerillos, otra de tabacos labrados y una cervecería,100 como ya mencionamos. También poseía
una hacienda en el ex -cantón de Tepic denominada Chila y Las Varas, que tenía un valor total
de 14,000 pesos. Además de ser un activo financiero y prestamista que favorecía a otros
empresarios comerciales e industriales con sus préstamos y créditos, Teodoro Kunhardt fue un
propietario de fincas urbanas muy importante en la ciudad de Guadalajara, compraba fincas para
su reconstrucción en el centro y a las orillas de la ciudad, las rentaba y especulaba con ellas,
también tenía casas en la villa de San Pedro Tlaquepaque y en Compostela, en el ex -cantón de
Tepic. Según Alberto Santoscoy, Kunhardt fue un incansable promotor para las mejoras
materiales y el embellecimiento de Guadalajara.101

97
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil. T. 17, 07/11/1881
98
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil. T. 23, 06/10/1883.
99
Juan Orhner llegó a Guadalajara en 1877 soltero y con un capital de $3,500, desde su llegada estuvo asociado con
alemanes y continuó explotando la cervecería hasta fines de la década de 1910-1920 junto con sus hijos. En esta
época la cervecería ya contaba con energía eléctrica y maquinaria norteamericana, y producía una cerveza de buy
buena calidad. AIPJ. Protocolos de Emeterio Robles Gil, T. 19, 11/11/1882; Manuel F. Chávez, 07/08/1918 y
12/08/1918. Adolfo Dollero, "Guadalajara en 1910". En Iguiniz, Jun B. Guadalajara a través de los tiempos.
Relatos y descripciones de viajeros y escritores desde el siglo XVI hasta nuestros días. Guadalajara, Ayuntamiento
de Guadalajara, 1989, p. 243.
100
Santoscoy, 1986, p. 112.
101
Ibid.

64
CUADRO 11. EMPRESAS EN LAS QUE PARTICIPÓ TEODORO KUNHARDT (1834-1892)
Nombre de la Lugar Años Capital y socios
negociación
Kunhardt Kaiser et Valparaíso, Chile 1834-1840 Fue dependiente y agente comercial
Hayn
Kunhardt et Ewald Mazatlán 1844-1852 Fue socio capitalista
Blume Kunhardt y Cia. Guadalajara 1855 Fue socio capitalista, se asoció con
Enrique Blume y con Manuel L Corcuera.
Tuvo sucursales en Colima y en Tepic
Ferretería y Mercería Guadalajara Fue socio capitalista y se asoció con
Federico Cramer
Kunhardt Esqueda y Cía León, Guanajuato 1863 Fue socio capitalista
Sociedad con Carlos Guadalajara 1866 Invirtió $50,000, fue socio capitalista, se
Marcker asoció con Carlos Marcker
Fábrica textil de Jalisco 1868 Accionista
Santiago Ixcuintla
Eraclio Farías y Cía. Guadalajara Capital social: $20,000. Fue socio
capitalista, se asocio con Eraclio Farías
Tienda de Abarrotes Guadalajara 1880 Invirtió $8,000. Fue socio capitalista, se
asoció con Juan N. Verea
Cía. de Tranvías Guadalajara Invirtió $5,000, fue socio accionista.
Guadalajara-San Pedro
Julio Rose y Cía. Guadalajara 1881 Capital social $60,854. Fue socio
capitalista, se asoció con Enrique Kuhardt,
Julio Rose y Edmundo Cueva
Cervecería El León Guadalajara Capital social $7,363.50. Fue socio
capitalista, se asoció con Juan Ohrner
Fuente: AIPJ. Varios Notarios.

Teodoro Kunhardt tuvo una prole muy numerosa, hacia el año de 1881 se le contaban
trece hijos, nacidos entre Mazatlán y Guadalajara. Sin embargo, ello no le impidió desarrollar su
amplia actividad comercial, industrial y financiera, tampoco le impidió llevar a cabo una
importante labor diplomática, en 1844 había sido nombrado cónsul de Prusia en Mazatlán, esto
se repitió en 1855, ya que en este año fue nombrado por el gobierno prusiano como su cónsul en
Guadalajara, cargo que desempeñó hasta su muerte.102 Por tal motivo, Kunhardt supo ganarse el
aprecio y el respeto de la sociedad tapatía, pues además realizó numerosas obras de beneficencia
y caridad, con el círculo de la oligarquía local pudo alternar y convivir muy estrechamente,
porque muy pronto adoptó las costumbres y la forma de vida de la elite. Su reputación se
acrecentó todavía más durante la lucha decisiva entre liberales y conservadores, pues actuó como
mediador entre las partes beligerantes. Kunhardt aparecía como un símbolo de fraternidad y de

102
Ibid.

65
paz, como un vínculo de conciliación entre mil encontrados intereses.103 Por su actividad
consular, el rey Guillermo I de Prusia lo condecoró, el 1° de mayo de 1867, con la Cruz del
Águila Roja, una de las distinciones más altas que otorgaba en esa época el gobierno prusiano.104
Su esposa y sus hijos varones continuaron con sus negocios después de su muerte
ocurrida el 27 de octubre de 1892, en su emisión del 13 de noviembre de ese año, el periódico El
Mercurio informó que sus deudos recibieron las condolencias por parte del Ayuntamiento de
Guadalajara y de todos los moradores de la capital del estado, descubriendo que Teodoro
Kunhardt además de haber sido un capitalista emprendedor, también era un inspirado poeta,
quien compuso cantos para Guillermo I, con el título de "Funerales del Emperador en el
Extranjero" y poesías que revelaban una imaginación viva y ardiente, tales como "El Negrero" y
un canto "Al centenario de Lutero".105
Los hijos varones de Teodoro Kunhardt que le sobrevivieron fueron: Federico, Othón,
Guillermo y Germán, de los cuales solo Federico estaba casado a la fecha de la muerte de su
padre, mientras que German estaba viviendo en San Francisco California. Sus hijas fueron
Marina, Gertrudis, Laura, Dorotea, Adela y Otilia, las dos últimas permanecían solteras hasta
esta fecha. Marina estaba casada con Enrique Blume, Gertrudis con Gustavo Scheiber, Laura con
Andrés Morfín, y Dorotea, quien ya había fallecido, había estado casada con Julio Rose. Teodoro
Kunhardt reprodujo el patrón familiar de las empresas al integrar como socios a su hermano
Enrique, y a sus yernos Enrique Blume, Gustavo Scheiber y Julio Rose, también de nacionalidad
alemana. Con la muerte de Teodoro Kunhardt, los negocios de éste se concentraron en su hijo
Federico, quien fue el representante de la compañía "Teodoro Kunhardt y Sucesores" e inició su
propia historia como empresario en Guadalajara.106
Los bienes dejados por Teodoro Kunhardt pertenecían en su totalidad a la sociedad
conyugal que existió entre él y su esposa Marina Urrea, lo cual significa que la fortuna que
Teodoro llegó a acumular durante toda su vida la hizo mientras estuvo casado con Marina, no
teniendo un capital considerable que reportar antes de su matrimonio, para efectos de elaborar su
testamento. Tampoco se señala que Marina Urrea haya introducido capital alguno al matrimonio.

103
Ibid.
104
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil, T. 15, 30/07/1880.
105
El Mercurio, noviembre 13 de 1892. Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. Fondos Especiales. Hemeroteca.
106
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil. T. 37, 17/01/1895.

66
Es decir que la suma total del valor de sus inventarios, que ascendió a $367,812.66, fue la
fortuna que Teodoro Kunhardt pudo acumular durante un periodo de aproximadamente unos
cincuenta años, desde que llegó a Mazatlán hasta su muerte. La señora Urrea fue la heredera
universal, por tal motivo la fortuna quedó intacta, siguiendo con los negocios que ya tenían
establecidos y realizando algunos nuevos.107

CUADRO 12. INVENTARIO DE LOS BIENES DE TEODORO KUNHARDT (1892)


Concepto Cantidad (pesos)
Dinero en efectivo 50,704.56
Alhajas 115.00
Bienes muebles 3,160.50
Dos tiendas en Guadalajara 9,420.00
Dos cocheras en Guadalajara 1,126.00
Una huerta en Guadalajara 1,500.00
43 casas en Guadalajara 135,650.00
Una casa en San Pedro, Tlaquepaque 4,750.00
20 bonos en la Cía. Anónima del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Guadalajara 2,000.00
5 bonos en la Cía. del Ferrocarril de Guadalajara a San Pedro 26,100.00
Acciones en la Cía. de Tranvías del Santuario a Mexicaltzingo 29,112.48
Acciones en la Cía. Kunhardt y Rose 59,500.00
Dos certificados de la Dirección de Rentas del Estado, Jalisco 118.31
Crédito a cargo de The London San Francisco Bank Limited, San Francisco, 10,000.00
California, EUA.
Crédito a cargo de los señores "F.A. Aguilar y Sucesores", de Guaymas. 5,979.71
Crédito a cargo del Banco Nacional del Paso, Texas, en Ciudad Juárez, Chihuahua. 1,000.00
Crédito a cargo de los señores "Behn y Cía." 6,163.00
Crédito a cargo de la Cía. Kunhardt y Rose 1,337.74
Crédito a cargo de Lino Martínez 4,010.67
Crédito a cargo de los señores "Bartuing y Sucesores, en Mazatlán 1,364.00
Finca rústica llamada Chila y Las Varas, en Tepic 14,000.00
Finca urbana en Compostela, Nayarit 700.00
Valor total de los bines inventariados $ 367,812.66
Fuente: AIPJ. Salvador España. Libro de Documentos, 1892-1893. Febrero de 1893.

Marina Urrea murió el 17 de junio de 1900, ocho años después que su esposo, en este
corto lapso la fortuna de la familia Kunhardt se incrementó hasta alcanzar un total de
$572,318.25, es decir que se incrementó en un 55.6 % en esos ocho años, esto es un incremento
del 6.9% anual, que más o menos coincide con los réditos anuales que se cobraban en los

107
AIPJ. Salvador España, Libro de Documentos, 1892-1893. Febrero 8 de 1893.

67
créditos hipotecarios y en los préstamos de dinero a corto plazo, cuya tasa variaba entre un 6% y
un 7% anual en promedio, esto es lo que un capital debería redituar como mínimo invertido en
cualquier actividad productiva, de otra manera mejor sería prestar el capital y cobrar una tasa
semejante.
Los principales rubros en los que la familia Kunhardt invirtió después de la muerte de
Teodoro fueron en la compra de casas en Guadalajara, pero también aumentó su capital en las
acciones de los almacenes comerciales que tenían en la ciudad y en las compañías de tranvías
urbanos. Mantuvieron su hacienda de Chila y las Varas, en Tepic, la cual aumentó de valor tal
vez por un revalúo de la propiedad o por un mejoramiento en sus instalaciones. En los otros
rubros, su participación permaneció sin muchos cambios.

CUADRO 13. INVENTARIO DE LOS BIENES DE MARINA URREA (1900)


Concepto Cantidad
(pesos)
Dinero en efectivo 8,000.00
Alhajas 115.00
Bienes muebles 2,126.00
72 fincas urbanas en Guadalajara y una en San Pedro, Tlaquepaque 278.292.00
Hacienda de Chila y Las Varas, en Tepic 21,000.00
20 bonos en el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Guadalajara 2,000.00
8 bonos del al Cía, de Tranvías de Guadalajara a San Pedro 37,700.00
Acciones en la Cía. de Tranvías del Santuario a Mexicaltzingo 43,678.95
Acciones en al Cía. Kunhardt y Rose 85,116.67
Acciones en la Cía. Kunhardt Luis 92,289.63
Crédito a cargo del Ayuntamiento de Guadalajara, del 3 de junio de 1888 2,000.00
Valor total de los bienes inventariados $ 572,318.25
Fuente: AIPJ. Francisco García Sancho. Libro de Documentos, Tomo 18, 1903. Julio 14 de 1900.

II. 3 Los Hermanos Collignon


Como tantos otros europeos que en la segunda mitad del siglo XIX vieron en América la tierra
de promisión, los cuatro hermanos Collignon: Eduardo, Carlos, Julio y Teodoro, emigraron a
México procedentes de Prusia, llegando al país en 1875 y dedicándose inmediatamente al
comercio. Pero fue hasta el año siguiente que los Collignon se trasladaron a Guadalajara en
donde se establecieron definitivamente. Eduardo había conocido en Guanajuato a Ana Victoria
Sthephensen, hija del cónsul de Inglaterra en aquella ciudad, con quien se casó aproximadamente

68
en 1878. Por la misma época, Julio contrajo matrimonio con Eulalia Robles Gil, y Teodoro con
Amalia Esqueda, hijas de importantes familias de la élite tapatía. En tanto que Carlos se mantuvo
soltero. Los Collignon establecieron un almacén comercial en la calle de la Aduana, en el centro
de Guadalajara, a partir del cual organizaron verdaderos trenes de mulas para transportar
mercancías a diferentes partes del país, haciendo prosperar rápidamente su negocio, lo que
permitió que poco tiempo después Eduardo y Julio establecieran sus propias empresas.108
El 2 de mayo de 1885 Julio Collignon se asoció con su compatriota Enrique Shöndube
para constituir una empresa bajo la razón social de "Julio Collignon y Compañía", la cual
explotaría un taller de construcción, reparación e instalación de toda clase de máquinas y
ferretería, compra-venta de los mismos artículos que no procedieran del taller y comisiones
mercantiles.109 La compañía tuvo una duración de cinco años y su capital social fue de $1,000,
introducido por partes iguales entre los dos socios, las ganancias igualmente se repartieron por
mitad, pudiendo disponer cada socio hasta de $70.00 mensuales para sus gastos particulares,
cargándolo al rubro de gastos generales de la empresa.110 Hacia 1890, la compañía renovó el
plazo por otros cinco años, aumentando su capital social y el monto para los gastos personales de
cada socio hasta la cantidad de $150.00.111 La firma "Julio Collignon y Cía." quedó disuelta el
30 de abril de 1895, quedándose con el negocio el señor Collignon, quien posteriormente se
asoció con Carlos Hering, ingeniero mecánico también de nacionalidad alemana. En esta nueva
empresa el socio capitalista y gerente fue el señor Collignon con un capital de $5,000 que
introdujo en dinero, efectos, máquinas y útiles de taller, en tanto que Carlos Hering quedó como
exclusivamente como socio industrial. La compañía duró dos años y un 10% de las ganancias
fueron para Hering, tomando para sus gastos personales la cantidad de $1,800.00 anuales.112

108
Martínez, 1987, p. 196.
109
Un ejemplo de estas actividades fue la venta que hizo la "Julio Collignon y Cía" a la "Cía. Minera de la Luz",
propiedad de los señores Moreno, Fernández del Valle y Corcuera, de máquinas de vapor con todo y sus accesorios,
demás herramientas y partes para el funcionamiento de la mina, importadas desde Estados Unidos. La empresa de
Julio Collignon se encargó de instalar la maquinaria y de proporcionar un mecánico y un ayudante por el término de
un mes. Además de trasladarla hasta Tecalitlán donde se ubicaba la hacienda de beneficio de la mina. El precio de
todo lo anterior fue de $6,750 pagados en moneda corriente de plata. AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T.
54, 13/10/1892.
110
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil. T. 24, 02/05/1885.
111
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil. T. 32, 02/05/1890.
112
Carlos Hering posteriormente formó su propia compañía asociándose con Juan Orhner, Juan Beckman y Juan
Wisman bajo la razón social de "Carlos Hering y Cía.", explotando un taller de reparaciones de maquinaria y
fundición, dicha empresa seguía funcionando en la década de 1910-1920, su especialidad consistía en la instalación

69
Mientras que a Julio Collignon le correspondió el 90% de las utilidades. El taller de Julio
Collignon siguió funcionando durante las dos décadas posteriores, su nombre era "El Progreso
Mexicano" y fabricaba válvulas, robinetes y conexiones de bronce y de latón para tubos y
máquinas, también tenía una pequeña fundición anexa. La maquinaria era americana y alemana,
movida por electricidad, lo cual indica que en su mayor parte era moderna. Tenía un sistema
francés enteramente nuevo para colocar los moldes de las placas que era más productivo,
también contaba con una máquina norteamericana que producía gas acetileno a alta presión,
conectada a tanques de oxígeno para perforar en pocos instantes láminas de cualquier clase, y se
utilizaba para reparar las piezas defectuosas colocando en las partes vacías metal fundido.113 En
1914 se realizó un inventario de sus existencias registrándose los siguientes rubros:

CUADRO 14. INVENTARIO DE LAS EXISTENCIAS DEL TALLER DE


JULIO COLLIGNON (1914)
Concepto Cantidad
(pesos)
Modelos 29,667.00
Maquinaria 60,636.02
Herramientas 21,692.77
Muebles y enseres en la fábrica 6,865.79
Mercancías 84,854.23
Maquinaria y accesorios en venta 4,680.62
Terrenos 76,400.00
Edificios 35,779.53
Materias primas en el almacén 8,400.00
Materias primas en fabricación 1,500.00
Valor total de los bienes inventariados $335,604.03
Fuente: AIPJ. Alberto Gómez Cruz. Libro de Documentos 1914.

Por otra parte, Eduardo Collignon se asoció con sus coterráneos German Hell y Alejandro
Oelting en noviembre de 1877, formando una empresa bajo la razón social de "German Hell y
Cía.", que tenía como capital social la cantidad de $5,000.00, de los cuales $3,000 fueron

de fábricas de alcohol y de refinarías de azúcar, las principales fábricas de este tipo en el estado de Jalisco fueron
montadas por Carlos Hering. También tenía un sucursal en la ciudad de Monterrey. Las relaciones comerciales de la
casa "Carlos Hering y Sucesores" se extendían hasta las ciudades de México, Tampico, Laipzig, Hamburgo,
Manchester, Nueva York y Berling. En 1913 contaba con un capital social de $410,000, obteniendo utilidades
anuales por un valor de 64,912 pesos. AIPJ. Protocolo de Alberto Gómez Cruz, 28/03/1912 y Libro de Documentos
de 1913. Protocolo de Alfonso Mancilla, Tomo 25, 31/03/1917.
113
La descripción de la fábrica proviene de Adolfo Dollero en 1910. Dollero, 1989, p.243.

70
aportados por German Hell y el resto por Eduardo Collignon. El término de la sociedad fue de
tres años, durante los cuales el 30% de las utilidades fueron para el señor Hell, el 20% para
Collignon y el 50% restante para Alejandro Oelting, este último residía en Hamburgo y a quien
los dos primeros socios le debían muchos favores, servicios y consideraciones.114 Eduardo
Collignon y German Hell habían llegado a Guadalajara en la década de 1870, ambos estaban
casados, solo que Eduardo había escogido para su matrimonio a una mexicana, mientras que Hell
estaba casado con una alemana, pero sus hijos nacieron en Guadalajara y hacia 1881 cada uno
manifestó tener un capital de $10,000.115 Posteriormente Eduardo Collignon terminó su sociedad
con Hell y formó una nueva con Carlos Störzel,116 también de nacionalidad alemana, en enero de
1886 con la razón social de "Eduardo Collignon y Cía". A esta empresa se incorporó tres años
después su hermano Teodoro Collignon, con un capital de $2,000, sumando la compañía para
diciembre de 1889 un capital social de $17,000.117 Dicha compañía administró un almacén de
efectos extranjeros, importaciones y exportaciones, dedicándose al ramo de comisiones y a los
negocios de banco.118
Los hermanos Collignon además de progresar económicamente, participaron en
importantes actividades sociales, Eduardo Collignon fue uno de los fundadores de la Cámara de
Comercio de Guadalajara en 1888, de tal manera que pronto se integraron a la élite tapatía. La
segunda generación de los Collignon, que ya nacieron en México, continuó destacándose en las
actividades mercantiles e incursionaron con mayor vigor en la industria y en la compra-venta de
fincas rústicas, y se casaron con mujeres pertenecientes a las familias más importantes de la élite
local.

II.4 Carlos Behn


Un ejemplo más de los empresarios alemanes que radicaron en Guadalajara durante el porfiriato
fue Carlos Behn Altman. Nació en 1847 en Lübeck, Alemania, su padre lo heredó en vida y le
entregó 50,000 francos, suma muy considerable para que iniciara su vida independiente. Cuando
114
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil, T. 31, 31/01/1877.
115
AHJ. G-10-881. JAL/3731.
116
La familia Störzel tenían una casa comercial en Mazatlán durante la primera mitad del siglo XIX y estaban
asociados a la casa "Möller y Cía". Enrique Sörzel fundó en el mismo puerto la casa "Störzel, Bustamante y Cía".,
después la "Möller, Barting y Cía.", que tenía sucursales en Tepic. Mentz, 1982, p. 135.
117
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil, T. 31, 31/12/1889.
118
Martínez, 1987, p. 196.

71
tenía veinte años de edad se trasladó a Inglaterra por recomendaciones de su padre, en este país
vivió durante tres años dedicado al ramo de ferretería. Atraído por el auge minero de Guanajuato,
Carlos Behn, como muchos otros alemanes, fue a establecer un negocio en aquella ciudad, ahí
contrajo matrimonio con Emma Ramírez, una criolla hija de un minero español y una dama
francesa. Sin embargo, para poca fortuna de Carlos Behn, el auge minero de Guanajuato fue
transitorio y en 1879, a la edad de 32 años, decidió trasladarse a Guadalajara, en donde adquirió
junto con su connacional Julio Jurgensen una pequeña ferretería con el nombre de "La Gran
Ferretería la Palma". Este almacén se convirtió en uno de los comercios más importantes de la
capital jalisciense, pues lo mismo vendía candiles para iglesias, que armas y cartuchos, coches
velocípedos para niños, muebles austriacos de Thunet y camas de latón, máquinas de coser, lunas
francesas y muchos artículos más, incluyendo, desde luego, todo lo relacionado con el giro de
ferretería.119
La compañía que formaron Carlos Behn y Julio Jurgensen el 1° de julio de 1879 en
Guadalajara tuvo una duración de ocho años y un capital social de $20,631, de los cuales $9,749
habían sido introducidos por Jurgensen como saldo a su favor en el balance que se practicó al
negocio de ferretería que éste tenía ya establecido en Guadalajara y que continuaría la nueva
compañía. Carlos Behn por su parte, entregó en efectivo a la sociedad la cantidad de $10,882. La
razón social de la empresa fue la de "Julio Jurgensen y Compañía", y se abonó a cada socio el
rédito del 6% anual sobre el capital que tuvieran en ella, en tanto que cada socio pudo sacar hasta
$300.00 mensuales para sus gastos personales. Cada socio tenía derecho de hacer un viaje a
Europa en el cual no podía durar más de un año, y para su viaje la compañía le daría la suma de
$2,500. En tanto que las utilidades de la empresa correspondieron en un 40% para Carlos Behn y
un 60% para Julio Jurgensen.120 La "Ferretería la Palma" se estableció en la esquina de las
avenidas Juárez y Colón, ocupando casi toda la manzana, tuvo sucursales en Mazatlán y Ciudad
Guzmán e instaló una fábrica de clavos en San Luis Potosí.
Debido al crecimiento de su negocio y de su prestigio como empresario, Carlos Behn fue
distinguido con el nombramiento de Vice-Cónsul de Suecia y Noruega en la ciudad de
Guadalajara, nombramiento que recibió directamente del Rey de Suecia y Noruega,

119
Ibid. 194-195.
120
AIPJ. Protocolo de Emeterio Robles Gil. T. 7, 06/01/1880.

72
otorgándosele para ello la autorización del ministro de relaciones exteriores del gobierno de
México el 3 de diciembre de 1887.121 Carlos Behn se hizo muy amigo del general Ramón
Corona, quien le bautizó a uno de sus hijos. El asesinato del general Corona afectó
profundamente a Behn, de tal manera que decidió formar una sociedad que manejara sus
negocios y así poder él volver a su país natal. Behn había animado a varios de sus compatriotas a
venir a Guadalajara, entre ellos estaba Ernesto Pulsen,122 quien trabajaba en la "Ferretería la
Palma" como empleado y había demostrado capacidad y deseos de prosperar. En 1891 Carlos
Behn formó con su antiguo empleado, Ernesto Pulsen, una nueva sociedad dejándole que
administrara sus negocios y él se regresó a Alemania con toda su familia.
A los pocos años de que Pulsen entrara como empleado a la "Ferretería la Palma",
compró al señor Behn su parte en la compañía, también compró en remate la ferretería y
mercería de Guillermo Brant123 por la cantidad de $134,636.43.124 La sociedad entre Behn y
Pulsen terminó definitivamente en julio de 1904, Carlos Störzel fue quien representó a Behn en
el trámite de disolución de la empresa, ya que Behn seguía radicando en Alemania, dicha
compañía tenía a la fecha de su disolución tres fincas en el centro de Guadalajara, las cuales
quedaron en propiedad de Pulsen, pero con hipotecas por un valor de 37,500 pesos. Pulsen
continuaría con la "Ferretería La Palma" y sus sucursales, asociado con German Blank, como
socio industrial, y con un capital social de 100,000 pesos. El 90% de las ganancias fueron para
Pulsen mientras que solo el 10% de las utilidades las obtuvo Blank durante todo el tiempo que
duró la compañía.

121
Carta en la que el Secretario de Relaciones Exteriores de México le comunica al Gobernador de Jalisco, Ramón
Corona, el acuerdo en el que se autoriza al señor Carlos Behn para ejercer las funciones de Vice-Cónsul de Suecia y
Noruega en Guadalajara. AHJ. G-8-887. GUA/3717.
122
Ernesto Pulsen nació en 1859 en Oldesloe, provincia de Shesrvig, Holstein, Alemania. Fue hijo de Juan Pablo
Pulsen y Enriqueta Heuer, se casó con Elena Riebeling con quien tuvo ocho hijos y posteriormente se divorció.
Cuando dictó su testamento en abril de 1916, tenía 57 años de edad y dejó dos pólizas de seguro de vida que tenía en
la "Compañía Mutua de Nueva York" por un valor de $6,459 además de sus bienes en Guadalajara y Alemania.
AIPJ. Protocolo de Alfonso Mancilla, T. 24, 04/09/1916.
123
Guillermo Brant fue originario de Shleswig, Alemania. En 1904 cuando dictó su testamento era un comerciante
soltero, vecino de Guadalajara, tenía establecida una negociación que había estado girando bajo la razón social de
"Bartholdy Sucesor", con una sucursal en Autlán. AIPJ. Protocolo de Francisco Palomar, T. 20, 29/02/1904.
124
AIPJ. Protocolo de Aurelio Hermosillo, 18/06/1891.

73
II.5 Blume y Compañía
Otra familia de origen alemán fueron los Petersen. Peter Hermann Friedide Petersen Hasted
nació en Hamburgo, el 18 de octubre de 1848. Luchó en la guerra franco-alemana de 1870 y dos
años después arribó a Guadalajara, como apoderado de la Casa Oetling Hermanos. Aquí se casó
con María Georgina Sofía Biedenweg en 1884, alemana contratada como institutriz por la
familia Behn. Petersen se asoció a la firma "Blume-Kunhardt y Co." hacia el año de 1882. Al
morir Teodoro Kunhardt en 1894, el negocio adoptó el nombre de "Blume y Cía.", y se dedicó a
la importación y a la refacción de industrias, especialmente de ingenios. El matrimonio Petersen
tuvo cinco hijos, de los cuales tres fueron varones; ellos estudiaron en Alemania y luego
regresaron a Guadalajara.
En 1910 la familia Petersen fue de paseo a Alemania pero la revolución en México y,
posteriormente, la Primera Guerra Mundial, impidieron que los Petersen regresaran a México,
excepto uno de los hijos, Germán, quien se había quedado en Guadalajara. Peter Petersen murió
en Hamburgo, en 1923; y María en 1939.
Germán Petersen Biedenweg se quedó en Guadalajara y al reorganizarse la sociedad
"Blume y Cía. Sucesores", German entró a la sociedad junto con Enrique Blume y Carlos
Störzel, con el objeto de girar en comisiones mercantiles. En 1913 Blume se separó de la
sociedad y al liquidarse, el capital social que ascendía a 125 mil pesos quedó reducido a 75 mil,
retirando Blume los 50 mil pesos restantes. Un año después, German Petersen decidió retirarse
de la compañía recibiendo con ello los 50 mil pesos que introdujo a la sociedad, con este capital
Germán Petersen se estableció por su cuenta, consiguiendo la representación de las más
importantes líneas navieras alemanas. De esta manera, la casa "Blume y Cía. Sucesores"
continuó girando bajo la dirección de Carlos Störzel y Bernardino Petersen con un capital de
$25,000, introduciendo Störzel cinco mil pesos y 20 mil Bernardino Petersen.125
Un año después, German Petersen se asoció con Emilio Witte y formaron una sociedad
de comercio y comisiones. Los años de la revolución no fueron fáciles para la nueva empresa, ya
que en 1916 al entrar las fuerzas villistas a Guadalajara se apoderaron de las mercancías que
había en la bodega y dejaron a cambio un vale por $250,000, que nunca pudo hacerse efectivo.

125
AIPJ. Protocolo, Manuel F. Chávez. 27/06/1914.

74
Emilio Witte y German Petersen se casaron con dos hermanas, Elisa y María Biester
Gaxiola, respectivamente. Hijas de Alberto Biester Knocke, alemán nacido en Stocken el 20 de
junio de 1859. Biester de 26 años viajó a México contratado como profesor de alemán para los
hijos de la familia Von Gueritz, quienes vivían en Guaymas. En esta ciudad, el recién llegado se
casó con Elsa Gaxiola Urrea, de distinguida familia sonorense, en el año de 1888. El matrimonio
radicó en Nogales y ahí Biester trabajó como jefe de escritorio, en el banco de los señores
Sandoval. En 1903 fue contratado para hacerse cargo de la oficina de la firma "Behn y Pulsen" y
por ellos se trasladó a Guadalajara; llegó en compañía de su esposa y de sus hijas Elisa, María y
Georgina. Hasta su muerte en 1930, Alberto Biester trabajó en la firma de "Pulsen y Cía."
quienes tenían la "Ferretería La Palma". También fue cónsul de Alemania en Guadalajara de
1921 a 1930.126

II.6 Otras compañías alemanas en Guadalajara


a) La Casa Siemens de México
Los alemanes Guillermo Schlombs y José Helm como representantes de la casa Siemens
Schuckertwerke México, realizaron un contrato con Manuel Cuesta Gallardo en 1909, por medio
del cual dicha compañía se obligó a instalar en la finca de Cuesta Gallardo una planta eléctrica y
maquinaria con capacidad productora de 8,200 caballos; y además las bombas y motores de tres
estaciones de bombeo, con maquinaria y aparatos de subestación en la negociación "Amparo
Mining Company" en Guadalajara y Hostotipaquillo, junto con la instalación del tendido de
cables que condujeran la energía. Dicha maquinaria fue vendida a Cuesta Gallardo al precio de
un millón de pesos. Cuesta Gallardo pagó esa cantidad con el producto de la negociación,
cediendo a la casa "Siemens", los derechos que tenía por contrato con la "Amparo Mining
Company"; también con los productos de los riegos que suministraron las tres estaciones de
bombeo, con los derechos que tenía sobre el suministro de agua para riego y con la subvención
de 25 pesos por hectárea referente a una concesión de la Secretaría de Fomento en favor de
Cuesta Gallardo. El plazo para el pago del precio de la maquinaria vendida fue de tres años, y
como garantía de ello, Cuesta Gallardo hipotecó las fincas que tenía adquiridas y la misma
maquinaria. Mientras no se cubrió el pago en su totalidad, la administración de la planta eléctrica

126
Martínez, 1987. pp. 198-200.

75
fue administrada por la casa "Siemens", en tanto que Cuesta Gallardo se comprometió a comprar
a la misma compañía la maquinaria adicional que necesitara para ampliar dicha planta.127

b) Roberto Engel y la Casa "Zolly Hermanos"


En 1884 la casa comercial "Zolly Hermanos" que giraba en la ciudad de México una fábrica de
sombreros, compró a los franceses León Honnorat y a los hermanos Teófilo y Fernando Fortoul,
una fábrica de sombreros establecida en Guadalajara llamada "El Sombrero Colorado, que había
girado en dicha ciudad desde el año de 1878. Guillermo Landwehr fue quien pagó el precio de la
fábrica, que ascendió a $58,121.50; con esta compra la casa "Zolly Hermanos" se estableció en
Guadalajara, pero con la condición expresa de que los anteriores dueños de "El Sombrero
Colorado" no establecieran en la misma ciudad ningún giro parecido. El pago se efectuó en diez
entregas parciales, cada tres meses, en plata u oro; para lo cual se elaboraron diez letras de a
$6,000 cada una y la última de $4,000128. Posteriormente, el representante de la casa "Zolly
Heimann" en Guadalajara fue Roberto Engel, un alemán radicado en Guadalajara, originario de
Hamburgo y casado con María Navarro, con quien tuvo dos hijos.129

c) Juan Orhner y la Cervecería "La Estrella"


Dentro de este grupo de alemanes debemos considerar al austriaco Juan Orhner, quien llegó a
Guadalajara en 1877 soltero y con un capital de 3,500 pesos.130 Desde su llegada estuvo asociado
con los alemanes o tuvo vínculos muy cercanos a ellos. Estuvo asociado con Teodoro Kunhardt
hasta noviembre de 1882 en la "Cervecería del León", cuando se disolvió esta sociedad, Orhner
compró la parte que le correspondía a Kunhardt quedándose como propietario único de la
cervecería. El capital de la cervecería ascendió en ese año a 7,363.50 pesos, pero Orhner siguió
pagando abonos a Kunhardt como parte de la venta de la mitad del negocio y arrendando al
mismo el local donde estaba establecida la cervecería.131

127
AIPJ. Manuel Tortolero, Libro de Documentos 1909.
128
AIPJ. Protocolo, Francisco González Palomar. T. 3, 28/05/1884. A mediados del siglo XIX, los hermanos Zölly y
Jacobo Landwehr, de nacionalidad alemana, tenían una fábrica y tienda de sombreros finos en el Portal de
Mercaderes, de la ciudad de México. Mentz, 1982. p. 220.
129
AIPJ. Protocolo. Francisco González Palomar. T. 11, 10/02/97.
130
AHJ. G-10-881. JAL/3731.
131
AIPJ. Protocolo, Emeterio Robles Gil. T. 19, 11/11/1882.

76
Juan Orhner continuó con el giro de cervecería hasta el fin de la década de 1910. Estuvo
asociado con Carlos Hering, Juan Beckman y Juan Wisman en la compañía "Carlos Hering
Sucesores" durante la década de 1910-1920. Orhner adquirió dos casas en Guadalajara en 1883 y
1908 respectivamente. Tuvo dos hijos que nacieron en Austria, Enrique y Federico. En julio de
1918 Juan Orhner traspasó a sus hijos la cervecería y fábrica de hielo que había venido
explotando bajo el nombre de "Cervecería Estrella", el precio del traspaso fue de $80,000 y en él
se comprendió el activo y pasivo de la negociación como maquinaria, enseres, herramientas,
muebles, materias primas, botellas y cerveza elaborada, créditos y bienes raíces. Dentro de estos
últimos se comprendieron las dos casas señaladas anteriormente.132
Los hermanos Enrique y Federico Orhner constituyeron un mes después del traspaso una
nueva compañía para explotar y girar la cervecería "La Estrella". Dicha compañía se formó con
un capital de 80,000 pesos y se pensó que por lo menos duraría unos diez años. Las utilidades se
repartirían por partes iguales entre los socios, en correspondencia a que el capital se introdujo a
la sociedad de la misma manera. Para cubrir sus gastos personales, cada uno de los socios pudo
disponer hasta de 500 pesos mensuales con cargo a sus utilidades, suficientes para llevar una
vida holgada en Guadalajara.133

II.7 Los alemanes durante el porfiriato


Aunque durante el régimen porfirista los intereses alemanes en México no ocuparon un papel
principal, pues en cuanto al monto de inversiones de capital estaban por debajo de los
norteamericanos, franceses e ingleses, su influencia social y económica jugó un papel importante
en aquellas regiones y localidades en donde los empresarios alemanes desarrollaron sus
actividades productivas y sus relaciones comerciales, financieras y sociales, residiendo en dichas
localidades por periodos de tiempo prolongados e instalando sus empresas. El régimen porfirista,
como a todos los inversionistas extranjeros, les dio a estos inmigrantes alemanes la posibilidad y
todas las facilidades para invertir sus capitales y realizar sus actividades económicas en territorio
mexicano, por ello también fueron beneficiarios de la política económica porfirista. Sin embargo,
si no hubiera sido por la dedicación y empeño con que llevaron adelante sus empresas, estos

132
AIPJ. Protocolo, Manuel F. Chávez. 07/08/1918.
133
AIPJ. Protocolo de Manuel F. Chávez. 12/08/1918.

77
alemanes no hubieran obtenido los beneficios y creado las fortunas que consiguieron a lo largo
de la segunda mitad del siglo XIX. En el caso de los alemanes que radicaron en Guadalajara se
observó un proceso mediante el cual estos inmigrantes se integraron en buen número a la élite
tapatía, una gran proporción de ellos se casaron con mexicanas, tuvieron hijos nacidos en
distintas localidades del país, adquirieron propiedades inmuebles, establecieron compañías
comerciales e industriales y se asociaron con empresarios mexicanos y de otras nacionalidades,
obteniendo la aceptación y el reconocimiento de la misma sociedad tapatía y del gobierno local y
nacional.

78
CAPITULO III. EMPRESAS Y FAMILIAS ESPAÑOLAS EN GUADALAJARA

III.1. La presencia española en el occidente de México.


La experiencia de los españoles en la región del occidente de México, pero sobre todo en la
ciudad de Guadalajara, tiene una larga historia; comienza como en todo el territorio novohispano
con la llegada de los primeros conquistadores y colonizadores, quienes se establecieron en las
nuevas tierras conquistadas y fundaron pueblos y ciudades, formaron sus familias y establecieron
haciendas, ranchos, minas, obrajes y comercios. A lo largo del período colonial el flujo
migratorio de españoles a la Nueva Galicia fue continuo, pero sólo un pequeño grupo de ellos
pudo integrarse a la oligarquía local, compuesta por viejas familias criollas radicadas en la
región.
A través de los cargos públicos, de sus lazos familiares y amistades, los españoles
llegados a Guadalajara se enriquecieron y participaron del beneficio experimentado por el
crecimiento económico ocurrido en la región en distintos períodos de la época colonial, dejando
a sus descendientes criollos las fortunas acumuladas durante toda su vida134.
Las luchas emprendidas por los movimientos insurgentes e independentistas derivaron al
final del período revolucionario en un sentimiento anti-español que provocó la expulsión de
muchos de los peninsulares radicados en México. Con ello se interrumpió el permanente flujo de
inmigrantes españoles que arribaban al territorio de la ex-colonia. Aunque a partir de 1836 se
restablecieron relaciones diplomáticas entre México y España, ni el flujo migratorio de españoles
a territorio mexicano ni el intercambio comercial entre ambos países volvieron a tener el nivel
que alcanzaron durante el período colonial. En el siglo XIX la emigración era concebida por los
españoles como una segura válvula de escape a las presiones de una expansiva población rural
que no hallaba en la península la base material necesaria y suficiente que le permitiera

134
Algunos de los mejores estudios sobre Guadalajara y su región durante el período colonial son los siguientes:
Calvo, Thomas. Poder, Religión y sociedad en Guadalajara del Siglo XVII. Guadalajara, Ayuntamiento de
Guadalajara, 1991. Calvo, Thomas. Guadalajara y su región en el siglo XVII. Población y economía. Guadalajara,
Ayuntamiento de Guadalajara, 1992. Lindley, Richard B. Las haciendas y el desarrollo económico. Guadalajara,
México, en la época colonial. México, Fondo de Cultura Económica, 1987. Serrera Contreras, Ramón María.
Guadalajara Ganadera. Estudio regional novohispano (1750-1805). Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara,
1991. Van Young, Eric. La ciudad y el campo en el México del siglo XVIII. La economía rural de la región de
Guadalajara, 1675-1820. México, Fondo de Cultura Económica, 1989. Ibarra, Antonio. La Organización regional
del mercado interno novohispano. La economía colonial de Guadalajara, 1770-1804. México, UNAM, 2000.

79
desarrollarse. A pesar de que las políticas de desarrollo económico de los gobiernos liberales en
México estaban enfocadas a promover, facilitar y beneficiar la inmigración de hombres activos e
industriosos de otros países, el gran receptor de inmigrantes españoles no fue México. El destino
final de aquellos inmigrantes fueron los países del cono sur del continente americano, en especial
Argentina, seguidos luego en el Caribe por Cuba y Puerto Rico, hasta que la guerra hispano-
norteamericana puso fin a esa migración135.
Hacia fines de la década de los años veinte del siglo XIX, los españoles residentes en
Jalisco conformaban un pequeño grupo cuyo número ascendía a 313 individuos, que
representaba tan sólo el 4.74% en relación al total de los españoles radicados en el país, que se
calculaba en 6,610 españoles aproximadamente. La principal actividad a la que se dedicaban en
su mayoría los españoles radicados en Guadalajara para esta fecha era el comercio; en mucho
menor número les seguían los agricultores, los clérigos, los oficiales militares suspendidos y los
soldados retirados; había sólo algunos mineros, empleados, profesionistas y artesanos, entre
otros. Para ellos los decretos de expulsión de 1827 y 1829, significaron en realidad muy poco;
pues en su mayoría los españoles radicados en Jalisco pudieron eludir las disposiciones de dichos
decretos. Del total de peninsulares radicados en el estado, sólo 29 fueron expulsados y el resto
lograron obtener la exención o demorar su expulsión definitiva. Es de suponer que los
comerciantes y los grandes propietarios de origen hispano no resultaron afectados por el decreto
aludido, en cambio, los afectados fueron principalmente militares en activo o retirados. Aunque
la presencia española en Guadalajara no fue diezmada mayormente por las dos leyes de
expulsión, ésta no pudo aumentar numéricamente debido a que los inmigrantes peninsulares
dejaron de arribar a México con la misma frecuencia y cantidad a lo largo del siglo XIX, a como
lo habían hecho durante el período colonial136.
La migración de hispanos a México durante el siglo XIX siguió el mismo patrón
tradicional de la "migración en cadena" que habían seguido durante la colonia; es decir, donde el
comerciante ya instalado traía de España parientes más jóvenes que aprendían el oficio y
extendían las redes del comercio familiar. Dicho patrón migratorio no fue exclusivo de los

135
Lida, Clara E. (coord). Tres aspectos de la presencia española en México durante el Porfiriato. México, El
Colegio de México, 1981. p. 2. Mac Gregor, Josefina. México y España, del Porfiriato a la Revolución. México,
INERHM, 1992.
136
Olveda, 1991. pp. 235-236.

80
españoles, como ya hemos visto en los capítulos anteriores, tanto franceses como alemanes lo
siguieron México durante el siglo XIX. Mediante este patrón migratorio, los peninsulares
consolidaron importantes clanes comerciales cuya estructura se basaba en los lazos familiares y
que se podía extender mediante vínculos matrimoniales o de negocios, integrándose a otras redes
de vínculos que les permitía ser parte de las élites locales en el lugar o región del país donde
residían.
Estos españoles que llegaron a México, en su mayoría eran jóvenes solteros y no venían
acompañados de un capital amasado en España para invertirlo en la nación receptora. Por el
contrario, los recién llegados trabajaban y producían en México, y el capital que acumulaban no
era propiamente español sino mexicano, ya que se forjaba y reinvertía con beneficio prioritario
para el nuevo país. Si España exportaba jóvenes laboriosos, México acogía aprendices de
capitalistas que tendían a asentarse en él definitivamente, creaban y acumulaban riqueza que rara
vez era repatriada, y que terminaba por integrarse y conformar el capital comercial mexicano 137.
La actividad comercial que desarrollaron estos inmigrantes españoles en México se
concentraba en la importación de vinos, víveres y abarrotes, dejando un segundo lugar a las telas
y demás manufacturas, pagados con plata mexicana. En términos generales, los inmigrantes
españoles prefirieron establecerse tanto en el Distrito Federal como en Veracruz, zonas
comerciales por excelencia, y en menor grado en el resto del país138. Aunque su actividad
principal se concentraba en el comercio, estos españoles se vincularon a distintas actividades;
tenían inversiones en la agricultura, la industria, la banca, ferrocarriles y algunas minas, lo que
daba lugar a una interpelación de funciones por cuyo medio podían subsistir y prosperar139.
Fue hasta el período del porfiriato que los grupos de inmigrantes españoles lograron
consolidar sus empresas familiares, y construyen una extensa red de vínculos tanto de
parentesco, como económicos y políticos, integrándose plenamente a las élites del país.

137
Lida, 1981. pp. 13-14.
138
Ibíd. p. 111.
139
Ibíd, p. 138.

81
Para explicar este proceso no hay mejor manera que seguir la experiencia de un grupo de
estos inmigrantes españoles en su recorrido por el país y su residencia en alguna región o
localidad. Para ello tomaremos como ejemplo al grupo de empresarios españoles que radicaron
en el estado de Jalisco, principalmente en la ciudad de Guadalajara y que para fines del siglo
XIX llegaron a formar parte de las principales familias de empresarios de la región.
Según algunas cifras, el número de españoles en el estado de Jalisco fluctuaba entre los
150 y los 250 individuos durante el período que va de 1877 a 1910; cantidad muy inferior a la
registrada para el Distrito Federal o de Veracruz, que con alrededor de los mil españoles al inicio
del período llegaron a albergar hasta 12,227 y 5,329, respectivamente; la mayor parte de ellos
solteros y menores de 40 años140.
Cuando en 1881 se levantó un censo de los extranjeros radicados en Guadalajara se
registraron 21 españoles, quienes habían llegado en oleadas sucesivas como inmigrantes; cinco
de ellos tenían residiendo en la ciudad más de 30 años, otros cuatro habían llegado al mismo
lugar hacía 10 o 25 años y el resto tenían diez años o menos como vecinos de los tapatíos. A la
fecha del censo, la mayoría manifestaron estar casados con mexicanas y haber procreado hijos
mexicanos, pero tan sólo cinco de ellos dijeron tener algún capital141.

CUADRO 15. CIUDADANOS ESPAÑOLES RESIDENTES EN GUADALAJARA EN


1881
Años de Profesión Estado Naciona- Número Valor
Nombre residencia civil lidad del de hijos de los
(a) bienes
cónyuge (pesos)
Manuel Cocuera 41 comerciante casado mexicana 5 57,000
Ramón Alvarez 3 comerciante casado mexicana 4
José I. de Rosas 20 comerciante casado mexicana 3
Manuel Huarte 7 comerciante soltero
Faustino Ballena 10 comerciante casado mexicana 1
Teodoro Bohijas 20 comerciante casado mexicana
José Alvarez 10 comerciante soltero
Jorge Arámbulo 4 comerciante soltero
Justo Fernández del Valle 16 comerciante casado mexicana 11 45,000
Francisco Martínez Negrete 33 comerciante casado mexicana 3 85,544

140
Ibíd, p. 119.
141
AHJ. G-10-881. JAL/3731.

82
José Mijares 9 comerciante soltero española 1
Francisco Badell 2 comerciante viudo mexicana 4
Carlos R. de Loredo 45 comerciante casado mexicana 1
Mateo Alvarez 7 comerciante casado mexicana 9
Francisco M. Ortiz 45 agricultor casado mexicana 3 23,384
José Ildefonso Fernández 15 agricultor casado mexicana 3,757
José Pagani 25 cocinero soltero
Isidro Prieto 4 músico casado mexicana
Pedro Tello y Tello 4 sombrero viudo mexicana 6
Dolores Rivera 38 casada alemana 15
Paca Pujol 1 cantante casada Cartagi- 2
nesa
Fuente: AHJ. G-10-881. JAL/3731

La información al respecto, nos muestra que no todo los inmigrantes españoles se


enriquecieron da la misma manera ni en la misma cantidad, aunque se hayan dedicado en la
mayoría de los casos al comercio; hubo algunos comerciantes que no pasaron de ser humildes
abarroteros o tenderos de algún barrio de la ciudad de Guadalajara, quienes no lograron hacer
grandes fortunas142.

III.2 Francisco Martínez Negrete


Originario de Lanestosa, Provincia de Vizcaya, Reino de Castilla; Francisco Martínez Negrete y
Ortiz nació el año de 1797. Al llegar a México primero se estableció en el puerto de Mazatlán,
donde contrajo primeras nupcias con María Trinidad Roncal, originaria de Cosalá, Sinaloa; con
quien tuvo seis hijos de los cuales sólo sobrevivió uno: José María. En este matrimonio, su
esposa no introdujo capital alguno a la sociedad conyugal, a la muerte de ésta, Francisco contrajo
segundas nupcias con Josefa Alba con la cual tuvo ocho hijos, de los cuales sobrevivieron seis,
cinco mujeres y un varón143.
A mediados de la década de los años treinta del siglo XIX, Francisco Martínez Negrete se
estableció en Guadalajara fundando una casa comercial, posteriormente aparecería como socio
de José Palomar en la fundación de la fábrica textil de "Atemajac" y la de papel "El Batán".
También estuvo ligado a Juan Manuel Caballero, uno de los comerciantes más ricos de las

142
Igual aconteció en otras ciudades del país. Mac Gregor, 1992. pp. 54-58.
143
Durand, Jorge. Los obreros de Río Grande. Zamora, El Colegio de Michoacán, 1986. p. 56.

83
primeras décadas del siglo XIX, quien a su muerte dejó como albaceas a José Palomar y al
mismo Francisco Martínez Negrete. Al ser apoderado de una de las fortunas más grandes del
occidente, los albaceas adquirieron un renombrado prestigio y sus múltiples obras de caridad los
confirmaron como hombres de bien y de sociedad. Francisco también incursionó en el ramo
agrícola, fue propietario de varias haciendas, entre ellas "La Labor" en Tepic; las haciendas de
"El Castillo" y "Jesús María" en Jalisco; y la hacienda de "Buenavista" en Michoacán. Martínez
Negrete fue uno de los fundadores de la fábrica textil "La Experiencia", de la cual posteriormente
asumió el control total. También poseía una casa de giros, institución que realizaba algunas
funciones de crédito, además una empresa constructora, acciones en telégrafos y contaba con
numerosas propiedades tanto en México como en España y los Estados Unidos de Norteamérica.
Por otra parte, también tenía acciones en la empresa minera "La Unión de los Cuales"144.
La familia Martínez Negrete amplió su red de intereses y negocios mediante la
realización de ventajosos matrimonios con otros inmigrantes españoles radicados en la ciudad de
México y en Guadalajara, aprovechando que la composición de la familia era mayoritariamente
femenina. Así Dolores e Ignacia, hijas de Martínez Negrete, se casaron con José María y Pío
Bermejillo145. Mientras, que Josefa y Rosalía, hermanas de las anteriores, se casaron con Justo y
Manuel Fernández del Valle; en tanto que la última de las hijas, Francisca, se casó con Agapito
Fernández Somellera146. Todos los consortes fueron importantes y ricos comerciantes,
inmigrantes españoles y distinguidos miembros de las élites de comerciantes de la ciudad de
México y de Guadalajara147.
Poco a poco los yernos se incorporaron a los negocios de la familia, en 1862 Manuel
Fernández del Valle y José María Bermejillo pasaron a formar parte de la casa comercial
"Martínez Negrete y Compañía"; posteriormente se integraron a la firma el hijo, Francisco
Martínez Negrete y Alba y el yerno Justo Fernández del Valle, ambos en calidad de socios

144
Ibíd, p. 54.
145
José María y Pío Bermejillo fueron hermanos, inmigrantes españoles radicados en la ciudad de México,
prominentes comerciantes y miembros distinguidos de la Cámara de Comercio Española en México. José María
Bermejillo poseía las haciendas de "Jesús María" y "El Castillo" en Jalisco y fue uno de los principales promotores
de la "Cía". Hidroeléctrica de Chapala" en los terrenos de propiedad de su esposa a orillas de El Salto de
Juanacatlán. Lida, 1981. pp. 165-166. Durand, 1986. p. 55.
146
Los hermanos Fernández del Valle y Agapito Fernández Somellera, formaron parte del grupo de comerciantes
españoles que radicaron en Guadalajara y con bastante éxito establecieron sus casas comerciales y demás negocios.
147
Durand, 1986. p. 53.

84
industriales y sin ninguna aportación de capital. Años después, los yernos se desprendieron de la
compañía y recibieron como parte de sus acciones la hacienda de "La Labor" de Tepic. Con esta
separación la firma cambió de razón social a "Francisco Martínez Negrete e Hijos". Pero al año
siguiente de este cambio, en 1874, murió el jefe de la familia, dejando toda su herencia a su
esposa y a sus hijos. La mayor parte de los bienes ascendió a la suma de $586,008 que
correspondía al valor de la hacienda de Buenavista, anteriormente valuada en $442,243. La parte
minoritaria del capital correspondió a la Compañía de Comercio, acciones en el telégrafo, deudas
de las que era acreedor y a propiedades en San Francisco, California; Guadalajara y España.
Descontados algunos gastos, la viuda recibió $268,223.82 y los siete hijos se repartieron un
capital de $309,784.18 en partes iguales148.
Por su parte, Josefa Alba había nacido en Guadalajara en 1809, fue hija de Juan Felipe de
Alba y de Ignacia Ortiz. Josefa declaró en su testamento que no introdujo bienes a la sociedad
conyugal, pero que después adquirió por herencia de su tía Anita Alba la cantidad de 1,000
pesos, la cual donó a sus hermanas Antonia y María de Alba. Luego obtuvo otra herencia de su
tía Ana María de Alba en México y que consistió en un capital que reconoció el Consulado de
Veracruz.
En opinión de Josefa Alba sus hijos Francisco y Josefa tenían menos posibilidades
pecuniarias que sus otras hijas Ignacia, Dolores, Rosalía y Francisca, quienes contaban con los
capitales de sus maridos y de sus haberes hereditarios. Por tal motivo heredó por partes iguales a
sus hijos Francisco y Josefa, la acción que representaba en la hacienda de Buenavista. Josefa
Alba falleció el 15 de febrero de 1879. Ignacia Martínez Negrete, hija de Josefa Alba, se casó
con Pío Bermejillo e Ibarra, y residía en Madrid a la fecha de la muerte de su madre, por lo cual
confirió un poder a su hermano Francisco Martínez Negrete para que la representara en el juicio
de la testamentaría de su madre149.
Así los negocios quedaron en manos del único varón de la familia, Francisco Martínez
Negrete Jr., quién siguió la ruta del padre aunque con menos fortuna. La "Cía. Martínez Negrete
e Hijos" participó como miembro fundador del "Banco de Jalisco", con un capital de $50,000

148
Ibíd, p. 54.
149
AIPJ. Aurelio Monroy, Documentos 1879-1881, T. 2, 15/2/1879.

85
distribuido en 500 acciones de a $100 cada una150; y obtuvo casi la mitad de las acciones de la
"Compañía de Tranvías de Guadalajara, S.A."; también participaron en la compañía que
construyó el ferrocarril de la Penitenciaría a la villa de San Pedro con un capital de $10,000
dividido en dos acciones151.

a) Fábrica "La Experiencia"


En 1851 Manuel J. Olasagarre y " Sotero Prieto y Compañía" fundaron la fábrica de hilados y
tejidos denominada "La Experiencia", situada en Atemajac en el municipio de Zapopan. La
fábrica contaba en ese tiempo con 792 usos en movimiento y consumía anualmente 1,110
quintales de algodón, y producía al año 90,000 libras de hilaza. El valor del algodón que
fabricaba iba de 25 a 34 pesos por quintal, en tanto que el de la hilaza era de 3.5 a 4.5 reales la
libra. El número de empleados y operarios ascendían a 50 y los sueldos y raya sumaban
anualmente 7,200 pesos; el costo del edificio y de la maquinaria era de 70,000 pesos152.
En 1877 aparece como dueño de "La Experiencia" Francisco Martínez Negrete Jr., con un
capital total invertido de $36,000, distribuido en $16,000 de maquinaria y $20,000 en los
edificios , con 700 usos y 40 telares153.
El 3 de mayo de este año, se fundó la sociedad denominada "Francisco Martínez Negrete
y Compañía", cuyos socios fueron Francisco Martínez Negrete Jr. y su madre Josefa de Alba. El
gerente de la compañía fue Francisco Martínez Negrete Jr., y el capital social de la misma
ascendió a $15,000, introducido por Martínez Negrete, en tanto que Josefa de Alba puso a
disposición de la sociedad su fábrica de hilados y tejidos "La Experiencia", con su maquinaria,
edificios y todo cuanto en ella existía. Sin embargo, la propiedad de la fábrica la conservó la
misma señora de Alba. Las ganancias y pérdidas se repartieron en un 30% para Josefa de Alba y
un 70% para Francisco Martínez Negrete. La duración de la compañía fue de siete años.
Martínez Negrete y su madre también establecieron una sociedad mercantil junto con Justo

150
AIPJ. Protocolo de José López Portillo y Rojas, T. 2, 21/10/98.
151
AHG. Caja 1232, Paquete 150, Expediente 124. Año 1881.
152
Banda, 1982, p. 172.
153
Aldana, 1979. pp. 198-199.

86
Fernández del Valle a partir del 7 de octubre de 1874154. En el año de 1889 la fábrica de "La
Experiencia" se había valuado de la siguiente manera:

CUADRO 16. AVALÚO DE LA FÁBRICA "LA EXPERIENCIA" (1889)


Concepto Cantidad (pesos)
Edificios y casa 32,000.00
Terreno 3,000.00
Motor de rueda hidráulica 5,000.00
Agua que impulsa el motor 10,000.00
Maquinaria con sus útiles y enseres 10,000.00
Valor Total de la Fábrica 60,000.00
Fuente: AIPJ. Francisco González Palomar, Documentos, 1890.

Al comenzar la última década del siglo XIX, la compañía "Martínez Negrete e Hijos" se
desprendió de su fábrica textil "La Experiencia", para iniciar un nuevo proyecto industrial,
también textil: la colonia industrial de Río Grande155.

b) "Río Grande o El Salto"


El financiamiento para la construcción de la nueva fábrica textil provino de la venta de la fábrica
"La Experiencia" y de un préstamo conseguido por la compañía en el "Banco de Jalisco", del
cual eran socios fundadores y accionistas junto con otros miembros de la familia Martínez
Negrete, cuñados de Francisco, los hermanos Justo y Manuel Fernández del Valle.
La empresa inició sus actividades en 1896 como "Compañía Industrial Manufacturera",
los terrenos para la instalación de la fábrica se compraron a Dolores Martínez Negrete de
Bermejillo, propietaria de la hacienda "Jesús María". Dentro de la hacienda se encontraba la
imponente caída de agua que realiza en ese lugar el Río Santiago, conocida como El Salto de
Juanacatlán. La cercanía a dicha caída de agua garantizaba cualquier proyecto que requiriera de
energía hidráulica; con tal motivo, José María Bermejillo en combinación con el ingeniero
Moreno y Cayetano Valdés instalaron una planta de luz eléctrica.
Hacia ese lugar se dirigió también Francisco Martínez Negrete, hermano de Dolores, con
la idea de fundar una fábrica textil. Le compró a su hermana los terrenos más próximos a la caída

154
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 5. 3/5/1877.
155
Durand, 1986, p. 55.

87
de agua y el 17 de mayo de 1896 empezó a edificar la fábrica "Río Grande" y la colonia
industrial de "El Salto".
La ubicación de la fábrica era óptima también por otros importantes motivos: quedaba a
sólo treinta kilómetros de Guadalajara y la línea del ferrocarril Guadalajara-México tenía una
estación en "El Castillo", una hacienda muy próxima a la fábrica. Los escasos kilómetros que
separaban a la estación del ferrocarril de la fábrica y la hacienda se salvaban por medio de un
ramal de vía férrea de trocha angosta donde en un comienzo transitaba un tranvía jalado por
mulitas y posteriormente por una locomotora. Dos veces al día, antes de que pasara el tren de la
mañana hacia Guadalajara y después de que pasara el tren de la tarde que venía de la ciudad, el
tranvía proporcionaba el servicio de traslado a los pasajeros que iban y venían a la hacienda, a la
fábrica, a la planta eléctrica y a los alrededores. Por medio de esta vía la fábrica recibía sus
materias primas e insumos y despachaba sus productos. Ir a Guadalajara suponía perder todo el
día no tanto por la distancia sino porque dependía de las dos corridas del tren. La fábrica contaría
así, desde su fundación, con dos de los adelantos de la época: la energía eléctrica y el ferrocarril.
La construcción de la fábrica estuvo a cargo del ingeniero Alberto Robles Gil, que llevó
albañiles tapatíos y de otras ciudades ocupando también a los peones del lugar. La colonia
industrial estaba compuesta de dos grandes conjuntos arquitectónicos: la fábrica y las cuadras
para los obreros aislados del exterior por una muralla.
A los pocos años de iniciada, la fábrica de "Río Grande" se había convertido en la
primera del estado de Jalisco, por lo menos en lo que a volumen de producción se refiere. Hacia
el año de 1907 la producción anual de la fábrica alcanzaba los 760,000 kilos, lo que significaba
un equivalente a lo que producían en conjunto las fábricas de "Atemajac", "La Experiencia" y
"Río Blanco". También se llevaba el primer lugar en cuanto a número de operarios que era de
1,650 obreros.
La experiencia comercial e industrial de los fundadores auguraba un buen negocio. Sin
embargo, la deuda contraída con el "Banco de Jalisco" para la construcción de la fábrica empezó
a ser una carga. Se dice que los propios cuñados del fundador, Manuel y Justo Fernández del
Valle, miembros del directorio del "Banco de Jalisco", exigieron el pago inmediato de las deudas
y propiciaron la quiebra de la empresa para sacarla a remate. Al parecer ellos tenían interés en
quedarse con la empresa, pero se les adelantó un grupo de franceses -también accionistas del

88
"Banco de Jalisco"- que pudieron comprar la fábrica al contado gracias a un préstamo
conseguido.
La quiebra se dio en 1904. Francisco Martínez Negrete decepcionado de los negocios
simplemente dejó todo en manos de su albacea, Eduardo Romero, para que liquidara todas las
deudas. El juicio de testamentaría se inició en la ciudad de México en abril de 1905. Los
compradores de la fábrica "Río Grande" fueron los franceses Cuzin, Fortoul Bec, Lebré y Brun.
Este mismo grupo de franceses compraría posteriormente la fábrica Hércules, ubicada en
Querétaro y formarían una compañía semejante a la Compañía Industrial de Guadalajara156.

III.3. "Fernández Somellera Hermanos"


Otros inmigrantes españoles que llegaron a Guadalajara a mediados del siglo XIX fueron los
hermanos Manuel, Ramón y Agapito Fernández Somellera, quienes nacieron en España en la
villa de Limpias, provincia de Santander; hijos de Francisco Fernández Helguero y María
Somellera del Arco.
El 22 de abril de 1854, Ramón y Agapito Fernández Somellera dijeron que desde hacía
tiempo estaban radicando en Guadalajara y en ella se habían dedicado al comercio, habiendo
hecho cada uno de por sí y en su propio nombre los negocios que se les habían ocurrido, sin que
hasta la fecha hubieran constituido ningún tipo de sociedad legal. Afirmaban que ello se debía al
inmediato parentesco que tenían y "por el cariño y la ilimitada confianza que siempre se
profesaron", ya que en realidad se habían ayudado recíprocamente en sus trabajos, y se habían
repartido entre sí y con su hermano Manuel todas las utilidades y pérdidas que los tres hermanos
habían tenido, según dijeron ellos.
Dicha fraternidad y absoluta confianza, subsistió sin alterarse en lo más mínimo entre los
tres hermanos. Sin embargo, los hermanos Fernández Somellera temían que el fallecimiento de
alguno de ellos pudiera causar algún trastorno a sus negocios. Persuadidos de que un arreglo más
formal que pusiera sus intereses en el mayor grado de claridad y exactitud, contribuiría a
mantener la armonía y una buena administración en sus negocios, los hermanos Fernández
Somellera decidieron celebrar una compañía de comercio elevándola a escritura pública.

156
Durand, 1986, pp. 52-63.

89
La compañía tuvo como razón social la de "Fernández Somellera Hermanos" y comenzó
sus actividades el 1º de agosto de 1853. Inició con un capital social de $66,559.79 y se planeó
una duración de seis años157. La sociedad siguió renovando sus períodos de duración hasta la
muerte de Ramón Fernández Somellera, ocurrida en Barcelona el 10 de enero de 1876 a la edad
de 54 años, veintitrés años después de su fundación158.
A través de su compañía los Fernández Somellera se convirtieron rápidamente en socios
y habilitadores de comerciantes de otras entidades. En 1855 establecieron junto con Manuel de la
Cueva, una casa comercial en Guanajuato en la que invirtieron $20,000. Hacia 1861 junto con
Joaquín González y José Rivas -también españoles-, eran propietarios en partes iguales de toda la
manzana en donde estaba situado el portal de San Miguel, cuyo frente daba a la plaza de armas.
En 1866 se asociaron con Joaquín Souza y establecieron la sociedad llamada "Joaquín Souza y
Cía.", la cual tuvo una duración de cinco años y en la que como socios capitalistas aportaron
$20,000, en ese mismo año también fundaron otra empresa mercantil con Benito Palacio -la
"Benito Palacio y Cía.", en la que invirtieron $10,000; y en Ahualulco tenían otra casa comercial
que les administraba Juan A. Ocaranza159.
Para el 2 de enero de 1880, Agapito Fernández Somellera era el único representante de la
compañía, debido a la muerte de sus dos hermanos, fue hasta esta fecha que se dio por terminada
dicha sociedad y Agapito formó otra negociación bajo el nombre de "Fernández Somellera y
Compañía", su nuevo socio fue su primo Juan Somellera, y sus actividades mercantiles y
productivas abarcaban intereses tanto en algunas fincas rústicas en Jalisco como en actividades
mercantiles en la ciudad de Guadalajara y en el puerto de Mazatlán. El 23 de julio de ese mismo
año, formaron parte de la compañía encargada de construir el ferrocarril de Guadalajara a San
Pedro, teniendo dos acciones por un valor de 10,000 pesos160.

a) "Fernández Somellera y Compañía"


El 18 de agosto de 1879 Agapito Fernández Somellera junto con otros dos primos suyos, José y
Manuel Somellera, establecieron una compañía mercantil ubicada en el puerto de Mazatlán y

157
AIPJ. Protocolo de Manuel M. Tortolero. T. 2. 1875.
158
AIPJ. Heraclio Garciadiego. Documentos, 1875-1876.
159
Olveda, 1991. pp. 379-380.
160
AMG. Exp. 124, caja 1232, paquete 150, año 1881.

90
denominada "Somellera y Compañía", cuyo giro fue el de comisiones. Como socio capitalista
apareció el señor Agapito quien introdujo a la sociedad la suma de 10,000 pesos, en tanto que los
socios industriales y gestores fueron los señores José y Manuel Somellera. Las utilidades de la
compañía se repartieron en un 50% para Agapito Fernández Somellera y el otro 50% para José y
Manuel Somellera por partes iguales161.
Como se anotó anteriormente, para el 2 de enero de 1880, Agapito Fernández Somellera
había quedado como el único sobreviviente de los socios de la compañía "Fernández Somellera
Hermanos", en esta fecha Agapito formó una nueva sociedad con Juan Somellera para negocios
mercantiles y cualesquiera otros que alguno de los socios emprendiera por cuenta de la sociedad.
La razón social de esta negociación fue "Fernández Somellera y Compañía", en ella ambos
socios se encargaron de la administración y llevaron la firma social, pero el capital de la sociedad
lo puso exclusivamente el señor Fernández Somellera, que consistió en los bienes enlistados a
continuación:

CUADRO 17. BIENES DE LA SOCIEDAD "FERNÁNDEZ SOMELLERA Y CÍA."


(1880)
Concepto Cantidad $
1. Dinero en efectivo 10,000.00
2. Capital en la "Somellera y Cía". 10,000.00
3. Hacienda de San Isidro en Tlajomulco 70,000.00
4. Rancho de la Florida en San Pedro 500.00
5. Tres casas en Guadalajara 25,480.00
6. Tienda "La Esperanza" en Guadalajara 1,880.00
7. Acciones en la Cía. Santa Gertrudis. 20,000.00
8. 487 acciones en la Cía. Telegráfica de Jalisco 12,175.00
9. Acciones en el ferrocarril de Guad.-San Pedro 400.00
10. Tienda en "El Parían" de San Pedro 845.00
Capital Total 151,298.00
Fuente: AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 13, 02/01/1880.

La propiedad de los bienes bajo los números 4,5,6,8,9 y 10 se transmitieron a la


compañía. Mientras que el dominio de la hacienda de San Isidro quedó perteneciendo en lo
particular a Agapito Fernández Somellera, y sólo el giro de esa finca y sus utilidades o pérdidas

161
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 12. 18/08/1879.

91
fueron por cuenta de la compañía, teniendo ésta en todo caso y para cualquier efecto la
representación del dueño. De igual manera, Agapito se reservó la propiedad de las acciones
mineras de la Cía. Santa Gertrudis. Las utilidades o pérdidas se repartieron en un 75% para
Agapito Fernández Somellera y el 25% restante para Juan Somellera. Se propuso como período
de duración de la compañía un término de tres años. Entre los gastos generales de la compañía se
contaron el alquiler de la casa de Juan Somellera, su familia y dependientes; pero los gastos
particulares de dicho señor fueron por cuenta de él, con cargo a sus utilidades. Para los gastos de
Agapito, la compañía le abonó $600 anuales con cargo a gastos generales162.
La sociedad "Fernández Somellera y Compañía" quedó disuelta el 27 de diciembre de
1883, debido al fallecimiento del socio capitalista, Agapito Fernández Somellera. Para la
continuación de los negocios de esta casa comercial, se asociaron Juan Somellera y dos hijos de
Ramón Fernández Somellera, Ramón y Tomás; quienes constituyeron una nueva compañía con
el mismo nombre que la anterior y con una duración de tres años. El capital de esta nueva
negociación fue de $10,000 y lo introdujeron Ramón y Tomás Fernández Somellera; las
utilidades se repartieron en un 40% para Juan Somellera y en un 60% para Ramón y Tomás; para
los gastos particulares de cada socio, cada uno pudo disponer hasta de 200 pesos mensuales163.
Con el fin de continuar con el negocio de comisiones en el puerto de Mazatlán, la anterior
sociedad "Fernández Somellera y Compañía" junto con Manuel y José Somellera164, decidieron
constituir otra sociedad con el nombre de "Somellera y Compañía", el 13 de junio de 1884; con
un capital social de $10,000 que puso en efectivo los señores "Fernández Somellera y
Compañía". La duración que se propuso fue de tres años y las ganancias se repartieron por mitad
entre los señores "Fernández Somellera y Cía.", por una parte, y José y Manuel Somellera por
otra. Tanto José como Manuel Somellera pudieron disponer hasta de $100 mensuales para sus
gastos personales con cargo a sus cuentas particulares165.
El 10 de julio de 1888 Juan Somellera, Ramón y Tomás Fernández Somellera,
disolvieron por acuerdo común la sociedad formada por ellos el 27 de diciembre de 1883, dando
lugar a la formación de una nueva sociedad para continuar con sus negocios con el nombre de
162
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 13, 02/01/1880.
163
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 27, 27/12/1883.
164
Manuel, José y Agapito Somellera González fueron primos de los hermanos Manuel, Ramón y Agapito
Fernández Somellera.
165
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 29. 13/06/1884.

92
"Fernández Somellera Hermanos", con un capital de $10,000 y una duración de tres años.
Mientras que las utilidades y pérdidas fueron repartidas por mitad166.

CUADRO 18. CÍA. MINERA DE LA LUZ Y SAN JUAN NEPOMUCENO


(1891)
Socio Acciones
Faustino Somellera 25
Francisca Martínez Negrete 24
"Juan A. Aguirre y Cía." 20
"Fernández del Valle Hermanos" 10
Antonio Garagarza 5
Trinidad Verea 5
Martín Gavica 5
Francisco Martínez Negrete 5
"Somellera Hermanos" 5
"Fernández Somellera Hermanos" 5
Total de acciones 146
Fuente: AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 50, 19/01/1891.

La casa "Fernández Somellera Hermanos" fue dueña de una negociación minera situada
en San Sebastián y Los Reyes, compuesta de las minas llamadas "San Juan Nepomuceno" y "La
Luz", junto con la hacienda de beneficio denominada "La Escondida", además de dos casas y un
potrero, los enseres, la mulada y varios objetos para la explotación de un malacate. La compañía
recibió el nombre de "Compañía Minera de la Luz y San Juan Nepomuceno", tenía un capital de
250,000 pesos dividido en 250 acciones con el valor de 1,000 pesos cada una. (Veáse cuadro 18).
El precio al que los señores "Fernández Somellera Hermanos" traspasaron a la compañía
la negociación minera de la cual aquí se habla, fue de $280,000, pero como el capital que
representaban las 250 acciones cubría sólo la suma de $250,000; entonces la sociedad quedó
debiendo a los señores "Fernández Somellera Hermanos" la cantidad de 30,000 pesos. También
la compañía minera reconoció deber $20,315 a Julio Collignon, empresario alemán, por el valor
de una maquinaria y $20,730 a la Sucursal del Banco de Londres y México en Guadalajara167.
El 21 de abril de 1891, la sociedad "Fernández Somellera Hermanos" aún tenía 146
acciones en la "Compañía Minera de la Luz y San Juan Nepomuceno", de estas acciones

166
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 43. 10/07/1888.
167
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 50, 19/01/1891.

93
vendieron 130 al señor Juan Camba para la sucursal del Banco de México. El precio de venta fue
de $101,000 y también vendieron un crédito de $30,000. Este mismo día los señores "Fernández
Somellera Hermanos" hipotecaron las haciendas de "Santa Cruz" y "El Cortijo", así como la
ferrería de la "Divina Providencia"168. Dichas haciendas fueron adquiridas por los señores
"Fernández Somellera Hermanos" días antes, cuando las compraron a Miguel Gómez al precio
de $1,000. Sin embargo, las haciendas tenían gravámenes que sumaban hasta 100,500 pesos169.
Dos meses después, la casa "Fernández Somellera Hermanos", ya sólo tenía 16 acciones
de las 250 en que estaba dividida la "Cía. Minera de la Luz y San Juan Nepomuceno". Además
poseía 2.5 acciones en la compañía minera de los Reyes, en el municipio de San Sebastián. El 23
de mayo de este año, los señores "Fernández del Valle Hermanos" vendieron a José María
Bermejillo 15 acciones de la compañía minera de La Luz y las 2.5 acciones que tenían en la
negociación de Los Reyes por un total de 40,000 pesos170.

b) Ramón y Agapito Fernández Somellera


La historia personal de dos miembros de la casa Fernández Somellera nos ejemplifica la forma
en que se fue creando la fortuna y el capital de estos empresarios españoles radicados en
Guadalajara.
Ramón Fernández Somellera, se casó con Higinia Somellera y González, con quien tuvo
diez hijos. Ramón no introdujo ningún caudal a su matrimonio y por consiguiente, todos los
bienes que dejó al morir se consideraron como bienes gananciales, esto es, como productos
realizados durante la sociedad conyugal, y repartibles por mitad entre los cónyuges. El inventario
de los bienes de Ramón para el año de 1876 lo conformaban una casa en Guadalajara con un
valor de $1,750.00; acciones en la "Cía. Fernández Somellera Hermanos" por la cantidad de
$140,550.00 y lo bienes que poseía en España que tenían un valor de $1,077.45. En total el valor
de sus bienes ascendía a la suma de $145,087.25. De la masa total de bienes se dedujo la casa
como arras entregadas a la viuda y el resto se dividió entre los dos cónyuges, que dejó un monto
repartible de $71,668.62. De esta cantidad se dedujeron otras sumas para el gasto de los funerales

168
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 51. 24/04/1891.
169
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 51, 06/03/1891.
170
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 53, 23/05/1891.

94
quedando $57,334.90 para repartirse entre sus hijos, a cada uno de ellos les tocó $5,212.26 como
herencia. Ramón falleció en Barcelona el 10 de enero de 1876 a la edad de 54 años171.
Por su parte, Agapito Fernández Somellera se casó en primeras nupcias con Lorenza
Martínez Negrete sin dejar sucesión. Luego se casó por segunda vez con Francisca Martínez
Negrete, con quien tuvo siete hijos. En ninguno de sus dos matrimonios sus esposas introdujeron
capital propio al momento de celebrarse la sociedad conyugal. Agapito introdujo en ambos, el
capital propio que tenía en su favor en la compañía "Fernández Somellera Hermanos", que
ascendía a $113,372.73. Después, su segunda esposa introdujo a la sociedad conyugal los bienes
que heredó de su padre, Francisco Martínez Negrete; y los que recibió de su madre, Josefa Alba
de Martínez Negrete. El capital de su esposa no fue introducido a la sociedad "Fernández
Somellera Hermanos", en la cual se hallaba al contraer matrimonio, pues aquellos bienes siempre
los tuvo separados. Al morirse su hermano Ramón, la sociedad continuó bajo las mismas bases
entre los dos socios que quedaban, separada de los herederos del primero. Luego con la muerte
de Manuel, Agapito tuvo que dar por extinguida la sociedad y continuó sus negocios en una
nueva compañía con Juan Somellera. Para diciembre de 1878, cuando protocolizó su testamento,
Agapito Fernández Somellera contaba entre su capital propio, lo que le correspondía en la
sociedad con sus hermanos, los bienes situados en España que heredó de sus padres y de su
hermano José Ramón y que compró a su hermano Antonio, y lo que le correspondió de los
inmuebles que su hermano Manuel compró en España. Aclaró que algunas fincas adquiridas por
él en la República Mexicana que estaban a su nombre, no eran de su propiedad exclusiva, sino
que pertenecían a la compañía "Fernández Somellera Hermanos"172.
Agapito Fernández Somellera falleció el 19 de septiembre de 1881 en Limpias, España,
su pueblo natal a donde había regresado a pasar sus últimos días, después de haber acumulado
una considerable fortuna de la cual se hizo el respectivo inventario el 28 de junio de
1884.Cuando se casó Agapito Fernández Somellera introdujo a la sociedad conyugal
$113,372.75, luego recibió como herencia de sus padres la cantidad de $1,078.61.

171
AIPJ. Heraclio Garciadiego. Libro de Documentos, 1875-1876.
172
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 10. 28/12/1878.

95
CUADRO 19. INVENTARIO DE AGAPITO FERNÁNDEZ SOMELLERA
(1884)
Concepto Cantidad $
Haciendas de San Isidro y Cuspala, en Tlajomulco y Tala 211,247.54
Tres casas en Guadalajara 45,300.00
Tienda "La Esperanza" en Guadalajara. 3,500.00
Tienda en "El Parían" de San Pedro 280.00
Rancho "La Florida" en San Pedro 5,253.00
Casa en Madrid, España 17,882.27
Valores existentes en Santander, España. 58,958.37
Crédito hipotecario sobre la Hacienda de "El Molino", a cargo de José Ma. 91,687.41
Negrete
Crédito a cargo de Francisco Martínez Negrete 25,000.00
Crédito a cargo de la Cía. "Bassave y Arce. 1,967.46
Crédito a cargo de la Sra. Francisca Martínez Negrete de Fernández 22,819.01
Somellera
485 acciones en la Cía. Telegráfica de Jalisco 4,850.00
Una acción en las fábricas de Atemajac y El Batán 1,650.00
20 acciones en la Cía. Minera de Sta. Gertrudis, en Pachuca, Hgo. 12,000.00
Existencias en efectivo procedente del producto de las acciones mencionadas 9,600.00
Capital líquido que resultó a favor de la testamentaría en la liquidación de la 70,926.25
sociedad de comercio "Fernández Somellera y Cía. según Balance del 30 de
junio de 1882.
Valor Total del Inventario 582,911.57
Fuente: AIPJ. Francisco González Palomar, Documentos, 1884.

Posteriormente recibió como herencia de su hermano Manuel la suma de $117,853.04.


De tal manera, que su capital individual, independiente de lo que hizo dentro de la sociedad
conyugal, ascendió a 232,304.40 pesos. Por otra parte, la fortuna acumulada a lo largo de su
matrimonio fue de $213,027.10, la cual fue considerada como gananciales. De esta cantidad
correspondió a cada cónyuge la mitad. Por tal motivo, el capital individual de Agapito Fernández
Somellera se aumentó en $106,513.55. De esta manera, el patrimonio del que pudo disponer
Fernández Somellera para dejarlo a sus herederos sumó un total de $338,817.95 libres de
cualquier otra deducción.
Francisca Martínez Negrete, segunda esposa de Agapito, acumuló un capital propio de
$126,583.63 que recibió como herencia de sus padres, al cual se le sumó la mitad que le
correspondieron de los gananciales, esto es, $106,513.55; más un crédito a cargo de su esposo,
registrado entre los bienes que Agapito tenía en Santander, España, por la cantidad de

96
$10,996.44. De esta manera, el haber total que le correspondió a la viuda ascendió a la cantidad
de $244,093.62. Posteriormente Francisca Martínez Negrete se fue a radicar a la ciudad de
México, mientras que sus hijo e hijas se mezclaban en lazos matrimoniales con otros miembros
de la élite de Guadalajara, como fue el caso de su hija Dolores quien se casó con Miguel
Orendain173.
Como muestran las cifras del inventario, Agapito Fernández Somellera no fue un
advenedizo en la importante familia de los Martínez Negrete, sino que desde antes de casarse el
señor Fernández Somellera ya había hecho un buen capital, proveniente principalmente de la
compañía mercantil formada entre él y sus hermanos. Pero el capital que pudo acumular no fue
un capital que haya traído desde España, una muestra de ello puede ser la poca herencia que
recibió de sus padres; sino que lo obtuvo en territorio mexicano como resultado de sus
actividades comerciales, financieras y especulativas. Las actividades económicas que desarrolló
junto con sus hermanos y primos en las distintas compañías que formó, tuvieron como
principales centros de operaciones a la ciudad de Guadalajara y al puerto de Mazatlán,
completando un circuito mercantil con importaciones, principalmente de ultramarinos, que
comenzaba en España. Junto a ello, invirtió en todo tipo de actividades tanto agrícolas,
industriales, mineras y financieras, de aquí que ocupara un papel principal entre los empresarios
de Guadalajara durante el porfiriato.

III.4. Compañía "Somellera Hermanos"


Juan, Manuel y José Somellera también fueron inmigrantes españoles, primos de los Fernández
Somellera, establecieron sus negocios en un inicio ligados a la compañía formada por sus
primos, teniendo actividad comercial tanto en Guadalajara como en el puerto de Mazatlán. Desde
1879 aparecieron asociados con Agapito Fernández Somellera en la negociación "Somellera y
Compañía", como socios industriales y gestores, sin introducir capital alguno, pero participando
de las utilidades en un 50%174. Una año más tarde, Juan Somellera entró a la sociedad
"Fernández Somellera y Compañía" con su primo Agapito, en donde Agapito fue el socio

173
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 44, 04/12/1888.
174
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 12, 18/08/1879.

97
capitalista y Juan el socio industrial recibiendo por ello el 25% de las utilidades más el pago del
alquiler de su casa en Guadalajara175.
Con la muerte de Agapito Fernández Somellera, Juan Somellera continuó la sociedad con
sus sobrinos Ramón y Tomás Fernández Somellera, su porcentaje en las utilidades aumentó al
40% y pudo disponer hasta de 200 pesos mensuales para sus gastos particulares176.
En 1884 se integraron sus hermanos Manuel y José Somellera como agentes de la casa
"Fernández Somellera y Compañía" en el puerto de Mazatlán. Para ello se constituyó una nueva
negociación con la razón social de "Somellera y Compañía", en la cual Manuel y José
participaron con el 50% de las utilidades, contando para sus gastos personales con 100 pesos
mensuales cada uno177.
Para continuar con el negocio de comercio y comisiones en el puerto de Mazatlán y en la
ciudad de Guadalajara, los hermanos Juan, Manuel y José Somellera, constituyeron en agosto de
1888 una sociedad con el nombre de "Somellera Hermanos"; ésta tuvo un capital social de
$20,000 introducido por los socios por partes iguales, y en la misma forma se dividieron las
utilidades. La compañía duró tres años y cada uno de los socios pudo disponer hasta de $200
mensuales para sus gastos178.
Los hermanos Somellera fueron poco a poco independizándose de sus parientes, para ello
fundaron su propia compañía llamada "Somellera Hermanos", dicha compañía cobró importancia
entre los grupos de empresarios y comerciantes más importantes de Guadalajara en muy poco
tiempo. De esta manera, llegaron a participar en el año de 1889, en la compra de la mitad de la
fábrica de papel "El Batán", junto con otras compañías como la de "Viuda e Hijos de Corcuera",
"Gonzalo y Modesto Ancira", "Fortoul y Chapuy" y "Gas y Cogordan". El precio de la venta fue
de $150,000 y en ella los hermanos Somellera contribuyeron con 18,750 pesos179. De igual
forma participaron en la compra de la mitad de las fábricas textiles de "Río Blanco" y "La
Escoba"180.

175
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 13, 02/01/1880.
176
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 27, 27/12/1883.
177
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 29, 13/06/1884.
178
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. t. 43. 2/8/1888.
179
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 48, 10/12/1889.
180
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 49, 10/12/1889.

98
Ese mismo año la "Somellera Hermanos" participó como socio en la constitución de la
"Compañía Industrial de Jalisco" con un capital de $750,000 equivalente al valor de 1,500
acciones; administrando la fábrica de "Río Blanco" junto con los señores "Fernández del Valle
Hermanos", en pago de ello obtuvieron como comisión tres centavos por cada pieza de manta
que se elaboró en la fábrica181. Disuelta la compañía en abril de 1891, la firma "Somellera
Hermanos" vendió sus acciones en las fábricas de "La Escoba", "Río Blanco", "El Batán" y
"Atemajac", al precio de $12,000 a los señores "Fernández del Valle Hermanos". Con ello, los
hermanos Somellera se retiraron de la fabricación de textiles en Guadalajara182.
Siguiendo los pasos de la casa "Fernández Somellera", los hermanos Somellera
invirtieron en la "Compañía Minera de la Luz y San Juan Nepomuceno"183 y en la compañía
minera de "San Pedro Analco"184, con cinco acciones respectivamente.
Finalmente, en 1898, la casa "Somellera Hermanos" formó una compañía mercantil con
Ramón Castañeda Palomar y Emiliano Hernández, en julio de 1901, los hermanos Somellera se
retiraron de la compañía cediendo su representación a Ignacio Moreno185.

III.5. La Casa Fernández del Valle


Provenientes del pueblo de Graces, de la provincia de Asturias en España, los hermanos Justo y
Manuel Fernández del Valle, fueron otros inmigrantes españoles que llegaron a Guadalajara a
mediados del siglo XIX186. Hijos de Francisco Fernández del Valle y Vicenta Alvarez, se casaron
con dos hermanas: Josefa y Rosalía respectivamente187, hijas del prominente empresario
Francisco Martínez Negrete, también de origen español. Cuando los hermanos Fernández del
Valle llegaron a Guadalajara, Martínez Negrete ya tenía casi veinte años de estar viviendo en
dicha ciudad; durante este tiempo Francisco Martínez Negrete había consolidado sus empresas

181
Ibíd.
182
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 51, 18/04/1891.
183
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 50, 19/01/1891.
184
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 53, 30/06/1891.
185
AIPJ. Protocolo de Francisco González Palomar, T. 27, 07/03/1909.
186
Justo Fernández del Valle llegó a Guadalajara en 1865. AHJ. G-10-881.
187
Justo Fernández del Valle se casó con Josefa Martínez Negrete, con quien tuvo 14 hijos; mientras que Manuel
se casó con Rosalía de los mismos apellidos y procrearon 13 hijos. AIPJ. Protocolos de Heraclio Garciadiego, T. 14,
09/02/1880 y del mismo notario T. 36, 28/07/1886.

99
mercantiles e invertido en una gran variedad de negocios, logrando con ello una envidiable
posición dentro de los empresarios y la oligarquía tapatía.
Los hermanos Fernández del Valle se integraron a la familia Martínez Negrete aportando
muy poco capital, Justo sólo introdujo al matrimonio un capital de tres mil pesos, en tanto que
Manuel sólo había introducido cinco mil188. A partir de esta relación con la familia Martínez
Negrete, los hermanos Fernández del Valle comenzaron a construir sus empresas y a formar su
propia fortuna, ejemplo de ello fueron las siguientes:

a) Fábricas de "La Escoba" y "Río Blanco"


Entre los principales negocios que tuvieron los hermanos Fernández del Valle se encontraban las
fábricas de "La Escoba" y "Río Blanco". La fábrica de "La Escoba" estuvo ubicada en la
hacienda de La Magdalena, en el municipio de Zapopan. La compañía se fundó en 1840 por los
socios Francisco Vallejo, Sotero Prieto, Manuel Jesús Olasagarre189, Manuel Escandón y Julio
Moyssard -los dos últimos fueron empresarios de la ciudad de México-. Su giro fue la
producción y comercialización de hilados y tejidos. Los socios mayoritarios fueron Escandón y
Olasagarre, quienes poseían casi el 80% de las acciones. El primero, aportó $132,000; el
segundo, como socio industrial, aportó la hacienda donde se construyó la fábrica y fue el
responsable de la administración, lo que le redituó el 30% de las utilidades; los demás socios
invirtieron $20,000 cada uno. La factoría inició sus actividades con 2,000 malacates y un capital
que rebasaba los $200,000. En abril de 1845 Manuel Jesús Olasagarre dejó de ser socio
industrial, para convertirse en socio capitalista junto con Joaquín Davis.
CUADRO 20. FÁBRICA "LA ESCOBA" (1840)
Socio Capital Porcentaje
(pesos)
Manuel Escandón 127,180.00 52.66
Manuel J. Olasagarre 41,984.00 17.38
Francisco Vallejo 20,784.00 8.60
Julio Moyssard 20,784.00 8.60
Sotero Prieto 20,784.00 8.60

188
Ibíd.
189
Manuel Jesús Olasagarre fue originario de Panamá, llegó a Guadalajara en la tercera década del siglo XIX y se
convirtió en uno de los empresarios más atrevidos de Jalisco que invirtió en la agricultura, en el comercio y en la
industria, fundó la fábrica de La Escoba y, posteriormente la de La Experiencia. En 1854 fue designado por Santa
Ana, Ministro de Hacienda. Olveda, 1991. pp. 422-423.

100
Joaquin Davis 10,000.00 4.14
Total 241,516.00 100.00
Fuente: Olveda, 1991. pp. 292-293.

Hacía 1840 contaba con 3,300 usos en movimiento, en 1843 tenía sólo 2,000 y en 1844
llegaba a los 2,112. Con 69 telares de poder y un consumo anual de algodón de 6,500 quintales.
Producía anualmente 620,000 libras de hilaza, 28,0000 piezas de manta, en tanto que los precios
del algodón en fábrica era de 25 a 34 pesos el quintal, y el de la manta de 5 pesos la pieza. La
hilaza costaba de 3.5 a 6 reales la libra. El número de empleados y operarios ascendía a 809, los
sueldos y rayas anuales fueron de $13,810. El costo del edificio y la maquinaria fue de
$476,606190.
Hacia el año de 1877 aparecen como dueños de la fábrica "La Escoba" los señores
"Fernández del Valle Hermanos", con un capital total de $205,000 distribuidos de la siguiente
manera: $80,000 en maquinaria y $125,000 en efectivo, con 6,000 usos y 130 telares191. El 9 de
abril de este año en la ciudad de México, Manuel Fernández del Valle compró la fábrica de "La
Escoba" a José Mijares, como representante de los señores "Barrón, Forbes y Compañía"192. Al
año siguiente (12 de octubre de 1878), el señor Fernández del Valle vendió un 40% o 2/5 partes
de la misma fábrica a Guillermo Barrón, de la ciudad de México. El precio de venta fue de
$60,000 de los cuales el señor Barrón pagó $20,000 en un año y el resto a cuatro años con un
interés del 10% anual193.
Sin embargo, Manuel Fernández del Valle se reservó la dirección y administración de
este negocio, correspondiéndole el 60% de la propiedad. Por esta actividad Fernández del Valle
tuvo una comisión de 4.5% sobre el valor de venta de las manufacturas que se elaboraban en la
fábrica. Las utilidades se repartieron entre los señores Fernández del Valle y Barrón de acuerdo a
la proporción de sus representaciones.

190
Banda, 1982. pp. 172-173.
191
Aldana, 1979. pp. 198-199.
192
"Barrón, Forbes y Compañía" fue una firma establecida en Tepic; estuvo integrada por los súbditos británicos
Eustaquio Barrón y Guillermo Forbes, quienes se distinguieron por ser contrabandistas y agiotistas. Fueron
accionistas de la "Compañía del Real del Monte", en Pachuca; y propietarios de la fábrica textil "Jauja" en el cantón
de Tepic. Meyer, Jean. Esperando a Lozada. Zamora, El Colegio de Michoacán, 1984, pp. 197-225.
193
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 9, 10/10/1878.

101
La fábrica tenía un gravamen hipotecario de $100,000 proveniente del precio en que la
compró el señor Fernández del Valle, dicho crédito pertenecía a José María Bermejillo 194, por
cesión que de él le hicieron los señores "Barrón Forbes y Compañía". En esta hipoteca, se
estipulaba que mientras Barrón no pagara los $40,000, que había de entregar en 4 años a la
fecha; el 40% de dicho gravamen de $100,000 quedaría de su cuenta y responsabilidad, y una
vez pagados que fueran esos $40,000, el gravamen de $100,000, sería únicamente
responsabilidad de Manuel Fernández del Valle.
El 7 de mayo de 1878, se formó la sociedad denominada "Fernández del Valle
Hermanos", cuyos socios fueron Manuel y Justo Fernández del Valle. Con un capital social de
$45,000 introducido a la sociedad de la siguiente manera: Manuel puso $27,000 y Justo $18,000.
La sociedad se encargó de la dirección y administración de la fábrica de "La Escoba", dado que
la mitad de dicha fábrica le pertenecía a Manuel y en el acuerdo de que de esa actividad, las
utilidades y beneficios que produjera en la parte correspondiente a dicho Manuel, éstas se
dividirían entre él y su hermano Justo en un 60 y 40 por ciento respectivamente. La duración de
esta sociedad se planteó para un plazo de cinco años. En la escritura de esta compañía se
especificó claramente que dicha sociedad no tendría que pagar a Manuel ningún rédito sobre el
valor de la representación que éste tenía en la fábrica de "La Escoba"; pero se estipulaba que la
misma compañía se haría cargo de las reparaciones y mejoras que la fábrica demandara para su
mejor funcionamiento. También se estipuló que correría a cargo y cuenta de Manuel Fernández
del Valle el traslado de una maquinaria de vapor desde el puerto de Veracruz hasta Guadalajara,
así como ocho cardas, una mula autómata, una almidonera y un entrechocador195.
La firma comercial siguió ampliando sus intereses en la industria textil, el 6 de mayo de
1881 la compañía "Fernández del Valle Hermanos" otorgó un crédito a la compañía "Loweree
Hermanos", cuyos miembros eran de origen norteamericano. El crédito tuvo como garantía la
hipoteca de la fábrica textil denominada "Río Blanco", propiedad de la firma "Loweree

194
Como ya se mencionó anteriormente, José María Bermejillo fue un inmigrante español, comerciante y
empresario de la ciudad de México, pero también era concuño de Manuel Fernández del Valle, ya que elJosé Ma.
Bermejillo estaba casado con Dolores Martínez Negrete, hermana de la esposa del señor Fernández del Valle.
Durand, 1986. p.55.
195
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 8, 07/05/1878.

102
Hermanos"196. Como el referido crédito no pudo ser cubierto por dicha firma, la compañía se vio
forzada a ceder sus bienes ante el 2º Juzgado de lo Civil y de Hacienda de Guadalajara. El
crédito fue adquirido con posteridad por Hilarión Romero Gil y luego por Néstor G. Arce y
Jacobo Navarro.

CUADRO 21. AVALÚO DE LA FABRICA DE RÍO BLANCO (1885)


Concepto Cantidad (pesos)
Terrenos 900.00
Presa 2,500.00
Canal de agua 800.00
Edificio de la fábrica 6,157.00
Maquinaria 8,023.00
Potencia hidráulica 16,646.00
Casas habitación 1,920.00
Salto de agua y terreno 10,000.00
Valor Total 46,946.00
Fuente: AIPJ. Protocolo de Francisco González Palomar. T. 4, 08/05/1885.

El 10 de septiembre de 1884 los señores Arce y Navarro demandaron a concurso a la


compañía "Loweree Hermanos" por el pago del crédito, entablando al efecto, el correspondiente
juicio hipotecario. Como resultado de dicho juicio, el 28 de febrero de 1885 se verificó el remate
de la fábrica de "Río Blanco". La compañía "Fernández del Valle Hermanos" fue quien compró

196
Federico de la Torre aclara la confusión sobre la ubicación y fundación de la fábrica textil de "Río Blanco".
Pues según Jorge Durand la fábrica de "Río Blanco" fue fundada en 1866 en un lugar denominado "El Salto" al
norte de Guadalajara, diez años después, en 1876, ésta fábrica fue trasladada a El Salto de Juanacatlán, al sureste de
dicha ciudad, y fue el antecedente de la fábrica de "Río Grande". Según Federico de la Torre, citando a Francisco
Morales Velarde, la fábrica de hilar denominada "El Salto" o "Río Blanco", fue fundada por la compañía "Loweree
Hermanos" desde principios de los años cincuenta del siglo XIX al norte de la ciudad de Guadalajara, muy cerca de
la fábrica de papel "El Batán", ésta fábrica fue desmantelada y en 1873 trasladada a las nuevas construcciones de
Agua Blanca, al norte de la ciudad, agregándosele muchas máquinas traídas exprofeso de otro lugar o importadas de
Inglaterra. Tiempo después volvió a ser desmantelada para retornar a su punto de origen en abril de 1938, después
de haberse firmado el famoso pacto del traslado a "La Experiencia". De esta manera, la antigua fábrica de "El Salto"
quedó a un lado de la nueva fábrica de "La Experiencia". De la Torre aclara que la fábrica denominada "Río
Blanco", originalmente se llamó "El Salto" y estuvo asentada al norte de la ciudad de Guadalajara desde 1850 hasta
1876, cuando se trasladó a Río Blanco de donde adquirió su nuevo nombre. De 1876 a 1938 la fábrica de "Río
Blanco" permaneció en este último lugar y nunca estuvo asentada en "El Salto de Juanacatlán" ni fue el antecedente
de la fábrica de Río Grande" en ese lugar como lo sostiene Jorge Durand. Hacia 1879 la fábrica de "Rio Blanco"
tenía invertido en maquinaria $15,000 y en edificios $10,000, para sumar un total de 25,000 pesos. Además contaba
con 400 usos y 130 telares para la fabricación de telas y estampados. De la Torre, Federico. La ingeniería en Jalisco
en el siglo XIX. Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2000, pp. 121-122. Durand, Jorge, "La vida económica
tapatía durante el siglo XIX". En Rendón García Lina (coord..). Capítulos de historia de la ciudad de Guadalajara.
Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara, 1992, Tomo II, pp. 39-58

103
la finca en dicho remate pagando el precio de $31,297.34, suma en la que se valuó la factoría en
la fecha mencionada197.
El 29 de agosto de 1883 Manuel Fernández del Valle recobró, a título de compra, la parte
de la fábrica de "La Escoba" vendida al señor Barrón; con ello, Manuel quedó como dueño
exclusivo de esa propiedad. Pero seis años después, el 10 de diciembre de 1889, el señor
Fernández del Valle la volvió a vender. Esta vez los compradores fueron los señores "Viuda e
Hijos de Corcuera", "Somellera Hermanos", "Gonzalo y Modesto Ancira", "Fortoul y Chapuy" y
"Gas y Cogordan", la venta fue sólo de la mitad pro-indiviso de la fábrica de "Río Blanco" y de
"La Escoba", con sus edificios, casas, terrenos, acueductos, servidumbres, maquinaria y todo
cuanto le correspondía. El precio de venta fue de $150,000. La parte o representación que cada
uno de dichos compradores adquirió en la propiedad de dichas fábricas y terrenos fue de la
siguiente manera:

CUADRO 22. COMPRA DE LA FÁBRICA DE "RÍO BLANCO"EN 1889


Socio Capital (pesos)
Viuda e Hijos de Corcuera 75,000.00
Somellera Hermanos 18,750.00
Modesto y Gonzalo Ancira 18,750.00
Fortoul y Chapuy 18,750.00
Gas y Cogordan 18,750.00
Capital Total 150,000.00
Fuente: AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 49, 10/12/1889.

Sin embargo, la dirección y administración de la fábrica de "La Escoba" la siguieron


teniendo los señores "Fernández del Valle Hermanos", además de ser propietarios de la mitad de
ambas fábricas. Años más tarde, la casa "Fernández del Valle Hermanos" participó en la
formación de la "Compañía Industrial de Jalisco" junto con las firmas arriba señaladas y los
señores "Moreno Hermanos", con el fin de explotar y administrar las fábricas de hilados y tejidos
de "Atemajac", "La Escoba", "Río Blanco" y la fábrica de papel de "El Batán". La constitución
de la sociedad se llevó a cabo el 10 de diciembre de 1889 con un capital de un millón de pesos,
representado en dos mil acciones. Los señores "Fernández del Valle Hermanos" en esta
compañía con la mitad del valor total de las fábricas de "La Escoba" y "Río Blanco", que era de
197
AIPJ. Protocolo de Francisco González Palomar. T. 4, 08/05/1885.

104
su propiedad, el cual fue equivalente al valor de 500 acciones que sumaban un capital de 250,000
pesos198. Durante los primeros cinco años en que funcionara dicha compañía, los hermanos
Fernández del Valle administrarían las fábricas de que eran propietarios. Este fue el primer
intento por integrar a todas las fábricas textiles y de papel que producían en el estado de Jalisco,
principalmente las que estaban situadas cerca de la ciudad de Guadalajara, en ella contribuían los
capitales de empresarios locales y de los empresarios de origen francés y español.
Sin embargo, la "Compañía Industrial de Jalisco" tuvo muy poca duración, por acuerdo
unánime de sus accionistas se declaró disuelta el 18 de abril de 1891. En virtud de este acuerdo,
quedaron de exclusiva propiedad de los accionistas los bienes con que habían participado cada
uno en su constitución. De esta manera, la casa "Fernández del Valle Hermanos" volvió a quedar
dueña de la mitad de las fábricas de "La Escoba" y "Río Blanco", la otra mitad quedó
perteneciendo a los señores "Somellera Hermanos", "Ancira Hermano", "Gas y Cogordan",
"Fortoul y Chapuy" y a la sociedad "Viuda e Hijos de Corcuera". Debido a una serie de ventas,
permutas y arreglos entre las firmas que participaron en la compañía disuelta, los señores
"Fernández del Valle Hermanos" quedaron dueños de poco más del 34% de las fábricas de "La
Escoba", "Río Blanco", "Atemajac" y "La Catalana"199.
El 21 de septiembre de 1894 la sociedad "Fernández del Valle Hermanos" que había
estado girando en Guadalajara se modificó, pues entraron a la sociedad dos socios más. Esta vez
la compañía reunió un capital social de $110,000. Además Manuel Fernández del Valle facilitó a
la compañía, en calidad de préstamo, sin pagar réditos, la cantidad de $90,000200. Las utilidades
se distribuyeron entre los socios en la misma proporción en la que introdujeron el capital.
CUADRO 23. CÍA. "FERNÁNDEZ DEL VALLE HERMANOS" (1894)
Socio Capital Utilidades
(pesos) porcentaje
Manuel Fernández del Valle 55,000 50
Justo Fernández del Valle 33,000 30
Francisco Fernández del Valle 11,000 10
Manuel Fernández del Valle Jr. 11,000 10
Capital Total 110,000 100
Fuente: AIPJ. Protocolo de Hercalio Garciadiego. T. 49. 21/09/1894.

198
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 49, 10/12/1889.
199
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 51, 18/04/1891.
200
AIPJ. Protocolos de Heraclio Garciadiego. T. 49. 07/05/1878; 10/10/1878; 10/12/1889; 21/09/1894.

105
b) Otras inversiones
La firma "Fernández del Valle" extendió sus inversiones a la construcción de ferrocarriles
locales, así junto con otros miembros de la clase empresarial local, entre ellos compañías
formadas por inmigrantes españoles como la "Fernández Somellera Y Cía" y junto con su
cuñado, Francisco Martínez Negrete; formaron en 1880 la compañía encargada de construir el
ferrocarril de Guadalajara a San Pedro. La casa "Fernández del Valle Hermanos" tendría dos
acciones con un valor de diez mil pesos en dicha compañía201.
Los hermanos Fernández del Valle y sus hijos también incursionaron en el sector minero,
nada tiene de extraño que a una de las compañías mineras que fundaron la llamaran "La
Asturiana", dado que ellos venían de aquella provincia de España. La compañía minera fue
fundada en agosto de 1887 para explotar las minas denominadas "Canciche" y "El Sauz",
situadas en el municipio de Etzatlán, en el estado de Jalisco202. La compañía no tuvo un capital
fijo o determinado, pero el fondo social estuvo formado por las mismas minas y por los valores
que se invirtieran en su explotación por los mismos socios. Las dos minas estaban divididas en
24 barras o acciones, representadas y numeradas de la siguiente manera:

CUADRO 24. CÍA. MINERA LA ASTURIANA (1887)


Socio Barras
Manuel Fernández del Valle 3
Justo Fernández del Valle 3
Francisco Fernández del Valle 1
Francisco Martínez Negrete Jr. 2
Antonio Alvarez del Castillo 2
Lino Martínez 1
Ramón Gómez 1.5
Jesús Castillo 1.5
Sociedad "La Armonía" 6
Trinidad Zúñiga 0.5
Francisco Vallarta 0.5
Salvador Gómez 3
Total de Barras 24
Fuente: AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 40, 18/8/1887.

201
AMG. Caja 1232, Paquete 150, Expediente 124, Año 1881.
202
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 40, 18/08/1887.

106
No sólo en esta negociación minera los hermanos Fernández del Valle tenían inversiones,
también, en enero de 1891, tenían diez acciones con un valor de $1,000 cada una, en la
"Compañía Minera de La Luz y San Juan Nepomuceno", situada en San Sebastián y los Reyes,
en el décimo cantón del estado de Jalisco. En esta compañía además de ellos, participaron la casa
"Fernández Somellera Hermanos", Faustino Somellera, Francisca Martínez Negrete viuda de
Fernández Somellera, la compañía "Somellera Hermanos", Francisco Martínez Negrete, Trinidad
Verea, Martín Gavica y la "Juan A. Aguirre y Compañía". La compañía tuvo un capital social de
$250,000 dividido en 250 acciones y entre sus bienes poseía la hacienda de beneficio
denominada "La Escondida" situada en Los Reyes203.
Anteriormente, en diciembre de 1890, la casa "Fernández del Valle Hermanos", habían
adquirido por compra a la señora Luisa Lamadrid viuda de Antonio Álvarez del Castillo y a los demás
herederos de éste, la mitad de la negociación minera denominada "San Pedro Analco", situada en
la municipalidad de Hostotipaquillo. Posteriormente la señora viuda y los hijos herederos de Antonio
Álvarez del Castillo, vendieron a Alfredo Lonergan el 10% de la misma negociación, luego, en
febrero de 1891, los señores "Fernández del Valle Hermanos" adquirieron otro 34% de la misma
negociación, dejando a los herederos con sólo el 6%. Inmediatamente después, la firma
"Fernández del Valle" revendió sus acciones.
La compañía fue formada con doscientas acciones de a $1,000 cada una, el fondo de la
sociedad estuvo constituido por las minas, terrenos, edificios y demás valores pertenecientes a la
antigua negociación minera de San Pedro Analco, además de las minas "Santa Marta", "La
Guijarreña", "El Cerrillo" y una parte de la mina "Buenavista", así como la hacienda de beneficio
llamada "El Malacate", todas situadas en el mismo distrito minero de San Pedro Analco. Aunque
el fondo social no tuvo un capital fijo o determinado, ya que éste podría ir aumentando204.

CUADRO 25. CÍA MINERA DE "SAN PEDRO ANALCO" (1891)


Socio Acciones

Intestado de Antonio Alavarez del Castillo 6


"Fernández del Valle Hermanos" 41
Alfredo Lonergan 10

203
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 50, 19/01/1891.
204
AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego, T. 53, 30/06/1891.

107
Francisco Martínez Negrete Jr. 10
Patricio García y Cortina 10
Ramón Miravete 2
"Hijas de Remus" 8
Gabriel Castaños 2
Trinidad Verea 3.5
Juan Camba 2.5
"Somellera Hermanos" 5
Total de Acciones 100
Fuente: AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 53, 30/6/1891.

De ésta como de las otras compañías, los hermanos Fernández del Valle fueron miembros
de su consejo administrativo. Además de estas compañías que fundaron, los hermanos Fernández
del Valle fueron importantes promotores en el establecimiento de los bancos en Jalisco,
principalmente del "Banco de Jalisco" y de la Sucursal del "Banco Nacional de México" en
Guadalajara. Los hermanos Fernández del Valle participaron en la fundación del Banco de
Jalisco con la compra de 1,500 acciones que representaron un capital total de $150,000 ya que
cada acción tenía el precio de cien pesos, y además fueron miembros activos del consejo
administrativo del mismo.
Sin duda, como aconteció con otros empresarios extranjeros en Guadalajara, las
actividades que desarrollaron los hermanos Fernández del Valle no se podrían explicar sin la
estructura familiar y las relaciones que establecieron a nivel de socios en sus empresas. Pero
tampoco se pueden explicar sus fortunas y negocios, sin aludir a sus relaciones políticas y a la
actividad consular que realizaron. En mayo de 1887, el Presidente Porfirio Díaz, concedió a
Justo Fernández del Valle el "exequator" para que pudiera ejercer las funciones de Cónsul de
Guatemala en México205. Además, Justo desempeñaba las funciones de Cónsul de España en la
ciudad de Guadalajara206, mientras que su hermano Manuel era Vice-cónsul, cargos que les
daban una gran facilidad para dirigirse a las autoridades locales y nacionales; ventajas que
aprovechaban para promover y proteger sus intereses particulares y los de sus connacionales.

205
AHJ. G-8-887. GUA/3706.
206
En una carta dirigida al Gobernador de Jalisco, Justo Fernández del Valle extiende la protesta de la "colonia
española" en Guadalajara, por la publicación de ataques a dicha colonia en el periódico "El Insurgente". En esta
misiva, el Cónsul expresa la plena confianza que tiene la colonia española en el "noble" pueblo de Jalisco y las
pruebas de deferencia y amistad con que la sociedad jalisciense les ha recibido. En respuesta, el gobierno local
apresó a los editores y principales colaboradores del diario señalado. AHJ. G-8-890. GUA/3698.

108
Con estos cargos y distinciones los hermanos Fernández del Valle participaron junto con otros
empresarios locales y extranjeros en la formación de la Cámara de Comercio de Guadalajara y en
las principales compañías comerciales, financieras, agrícolas, industriales y mineras de la región.
Como hemos visto los españoles que llegaron a Guadalajara durante el siglo XIX no
trajeron grandes capitales para invertir en la industria, la agricultura o los ferrocarriles, estos
españoles fundaron sus capitales en territorio mexicano, sobre todo en el caso del grupo que
tratamos de la región noroccidente, éstos se quedaron a vivir en Guadalajara y formaron una
familia mexicana reinvirtiendo sus capitales en la región. El capital que acumularon tuvo su
origen esencialmente en la dinámica económica regional y nacional, no era propiamente español
sino mexicano, ya que se forjaba y reinvertía con beneficio prioritario para el país receptor de esa
inmigración española. De esta manera, España exportaba jóvenes laboriosos y México recibía
aprendices de capitalistas que tendían a asentarse definitivamente en algún lugar del territorio
mexicano, donde creaban y acumulaban su riqueza, la cual era rara vez repatriada, terminando
por integrarse y conformar el capital comercial, industrial y financiero de México207.

207
Lida, 1981, p. 14.

109
CAPITULO IV. LA CONCENTRACIÓN DEL CAPITAL Y LAS SOCIEDADES
POR ACCIONES.

IV.1. Compañías Industriales


Durante el último tercio del siglo XIX se observa en México un cambio fundamental en la
estructura y organización de las grandes empresas capitalistas que se fundan en distintas partes
del país y en diversas ramas de la producción económica, estás grandes empresas concentraron
un mayor volumen de capital proveniente de distintos grupos empresariales y se organizaron
como sociedades por acciones. Guadalajara no fue la excepción en este proceso y de ello
daremos cuenta en el las siguientes líneas siguiendo de cerca la formación de las compañías por
acciones en esta ciudad.
Como hemos señalado anteriormente, los españoles radicados en Guadalajara
comenzaron desde muy temprano a invertir en la industria textil de la región, el caso más notorio
fue el de Francisco Martínez Negrete y su familia, con las fábricas de "La Experiencia" y "Río
Grande". Los alemanes también lo hicieron desde temprano pero en menor cuantía, sobre todo
estableciendo talleres para la instalación y reparación de maquinaria, pero sobre todo en la
elaboración de cerveza. Los franceses radicados en Guadalajara se dedicaron desde mediados del
siglo XIX a la fabricación de sombreros y carrocerías, sin embrago, no fue sino hasta después de
1885 que las inversiones francesas comenzaron a acudir hacia la industria. Con este paso, los
empresarios que en su mayoría se dedicaban al comercio de importaciones y al comercio local,
se aventuraron a invertir en la esfera productiva.
Con el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Francia y México, los
empresarios franceses volvieron a desplazar a los alemanes y españoles que habían aprovechado
la ausencia de sus principales competidores. En este movimiento tuvieron un papel principal con
sus capitales ganados en el país los franceses radicados en México; a estos vinieron a unirse
luego el ahorro metropolitano a través de los bancos constituidos en el país. La primera corriente,
debida a la iniciativa de los negociantes establecidos aquí, se interesó por la industria ligera, que
aprovisionaba directamente a los almacenes franceses de venta al por menor, principalmente en
tejidos, muebles y perfumería: los almacenes establecidos en casi todas las ciudades de la
república. La más importante de aquellas industrias, la textil, se desenvolvió, por iniciativa de los

110
comerciantes, después de un período de gran prosperidad. En 1883 un sindicato de importantes
casas francesas compró a los principales fabricantes del país, en su mayoría españoles, sus
fábricas textiles y toda su producción de estampados y de "manta" para el año 1884,
estableciendo un monopolio de compra y distribución208.
El cambio que experimentaron los empresarios franceses en otras regiones del país
invirtiendo sus capitales en la industria textil, fue seguido en Jalisco por sus connacionales
radicados en Guadalajara, quienes con anterioridad ya habían dominado el comercio de
productos textiles y novedades en la región a través de sus casas y almacenes comerciales.

a) La "Compañía Industrial de Jalisco"


Durante la primera mitad del siglo XIX la industria textil se desarrolló en Jalisco gracias a los
esfuerzos y a la inversión de capitales por parte de empresarios de origen principalmente
español, panameño y británico; pero a partir de 1880 el grupo de empresarios franceses logró
consolidar su posición en la comercialización de telas y llegó a desplazar a los españoles de la
producción textil.
Un grupo de franceses invirtió en la industria textil el 10 de diciembre de 1889, cuando
un empresario tapatío, Ignacio Moreno, vendió a las siguientes compañías: "Viuda e Hijos de
Corcuera", "Modesto y Gonzalo Ancira", "Fortoul y Chapuy", y "Gas y Cogordan", la mitad pro-
indiviso de las fábricas de "Atemajac" y "El Batán", con sus edificios, casas, terrenos, tomas de
agua, acueductos, servidumbres, maquinaria, útiles y todo cuanto le correspondía. La venta se
realizó el 10 de diciembre de 1899 y el precio ascendió a $150,000. Los compradores
adquirieron dicha mitad teniendo las representaciones que se expresan a continuación:

CUADRO 26. REPRESENTACIÓN EN LAS FÁBRICAS ATEMAJAC


Y EL BATÁN (1889)
Socio Capital (pesos)
Viuda e Hijos de Corcuera 75,000.00
Somellera Hermanos 18,750.00
Modesto y Gonzalo Ancira 18,750.00
Fortoul y Chapuy 18,750.00
Gas y Cogordan 18,750.00

208
D'Olwer, 1974, pp. 1116-1120.

111
Capital Total 150,000.00
Fuente: AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 48, 10/12/1889.

Ese mismo día, los señores "Fernández del Valle Hermanos", "Moreno Hermanos",
"Viuda e Hijos de Corcuera", "Somellera Hermanos", "Ancira y Hermano", "Gas y Cogordan", y
los señores "Fortoul y Chapuy", celebraron un contrato por medio del cual formaron la sociedad
denominada "Compañía Industrial de Jalisco". El objetivo de esta nueva sociedad fue la
fabricación de papel, la de hilados y tejidos de algodón y el blanqueo y estampado de telas;
además de comprar efectos similares a los que producía para negociar con ellos cuando fuera
conveniente para el mejor expendio de los suyos propios. De igual forma, efectuaría todas
aquellas operaciones que sirvieran para el desarrollo y buen éxito de las actividades expresadas.

CUADRO 27. COMPAÑÍA INDUSTRIAL DE JALISCO (1889)


Socio Capital (pesos) Acciones
Fernández del Valle 250,000.00 500
Moreno Hermanos 250,000.00 500
Viuda e Hijos de Corcuera 250,000.00 500
Somellera Hermanos 62,500.00 125
Ancira y Hermano 62,500.00 125
Gas y Cogordan 62,500.00 125
Fortoul y Chapuy 62,500.00 125
Total 1'000,000.00 2,000
Fuente: AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 49, 10/12/1889.
.
El domicilio de la sociedad fue la ciudad de Guadalajara y su capital social ascendió a
$1'000,000 representado por dos mil acciones de a 500 pesos cada una. El capital social consistió
en las fábricas de hilados y tejidos ubicadas en la municipalidad de Zapopan: "Atemajac", "La
Escoba", "Río Blanco" y "El Batan" con sus edificios, aguas, terrenos, maquinaria y demás
útiles; más 200,000 pesos en efectivo destinados a la compra de maquinaria y a las reparaciones
necesarias de las fábricas.
La administración de las fábricas durante los primeros cinco años de funcionamiento de
la compañía, estuvo a cargo de las sociedades que se señalan a continuación: a) La firma
"Fernández del Valle" administró las fábricas de "La Escoba" y "Río Blanco"; b) los señores
"Somellera Hermanos" tuvieron la gerencia de la fábrica de "Río Blanco", junto con los señores

112
"Fernández del Valle"; c) las compañías "Viuda e Hijos de Corcuera" y "Ancira y Hermano"
tuvieron el control de la fábrica de papel de "El Batán"; y d) las compañías de "Moreno
Hermanos", "Gas y Cogordan", y "Fortoul y Chapuy" tuvieron a su cargo la administración de la
fábrica de "Atemajac".
En la escritura de esta sociedad se estipulaba que la duración de dicha compañía sería de
30 años, a partir del 1º de enero de 1890. Sin embargo, el 18 de abril de 1891 por acuerdo
unánime de los accionistas la compañía se disolvió, quedando en virtud de ello, de la exclusiva
propiedad de los exponentes los bienes raíces que introdujeron a la compañía como capital209.
De esta manera, los "Fernández del Valle" volvieron a quedar dueños de la mitad de las
fábricas de "La Escoba" y "Río Blanco"; los señores "Moreno Hermanos" de la mitad de las
fábricas de "Atemajac" y "El Batán"; la sociedad "Viuda e Hijos de Corcuera", de una cuarta
parte del valor de las cuatro fábricas; y los señores "Somellera Hermanos", "Ancira y Hermano",
"Gas y Cogordan" y "Fortoul y Chapuy" de la otra cuarta parte de las mismas fábricas,
representando cada una de esas sociedades 1/16 del valor total de cada una de ellas210.
Ese mismo día en que quedó disuelta la Compañía Industrial de Jalisco, la compañía
"Viuda e Hijos de Corcuera" vendió a los señores "Moreno Hermanos", el 50% de su
representación en la propiedad raíz de las fábricas de "La Escoba", "Río Blanco", "Atemajac" y
"El Batán", por un precio de 24,000 pesos. De la misma manera, la sociedad "Somellera
Hermanos" vendió a los mismos señores "Moreno Hermanos", la representación que a aquéllos
correspondía en las cuatro fábricas, por el precio de 12,000 pesos. Por otra parte, los señores
"Fernández del Valle Hermanos", "Moreno Hermanos", "Fortoul y Chapuy" y "Gas y
Cogordan", permutaron con los señores "Viuda e Hijos de Corcuera" y "Ancira y Hermano", la
representación que aquéllos tenían en la propiedad de la fábrica de "El Batán", por la
representación que los segundos tenían en la propiedad raíz de "La Escoba", "Río Blanco" y
"Atemajac".
De tal manera que la fábrica de "El Batán" debía quedar de la exclusiva propiedad de las
firmas "Viuda e Hijos de Corcuera" y "Ancira y Hermano"; pero como al disolver la sociedad y
celebrar la permuta convinieron éstos en satisfacer a Manuel L. Corcuera la parte que le

209
AIPJ. Protocolo, Heraclio Garciadiego. T. 49, 10/12/1889. Del mismo notario T. 51. 18/04/1891.
210
Ibíd.

113
correspondía como socio, por haber introducido a la compañía la fábrica de papel "La Catalana",
que quedó de la propiedad de los dueños de "Atemajac". De esta manera, los señores "Viuda e
Hijos de Corcuera" y "Ancira y Hermano" cedieron a Manuel L. Corcuera a título de permuta,
por la fábrica "La Catalana", una cuarta parte de la fábrica de "El Batán".
En virtud de lo anterior, quedó de la exclusiva propiedad de los señores "Viuda e Hijos de
Corcuera", "Ancira y Hermano" y Manuel L. Corcuera, la fábrica de "El Batán", representando
los primeros un 50%, los segundos un 25% y el tercero otro 25%. Igualmente, las fábricas de "La
Escoba", "Río Blanco" y "Atemajac", incluyendo lo correspondiente a la fábrica "La Catalana" y
lo tocante al ramo de blanqueo y estampe de telas, quedó de la propiedad exclusiva de los
señores "Moreno Hermanos", "Fernández del Valle Hermanos", "Gas y Cogordan" y "Fortoul y
Chapuy"; representando los primeros un 50%, un 34.62% los segundos y 7.67% cada una de las
sociedades de "Gas y Cogordan" y "Fortoul y Chapuy", por haberlo convenido así al acordar la
disolución de la "Compañía Industrial de Jalisco"211.
La fábrica de "El Batán" quedó bajo la dirección y administración de la compañía
"Ancira y Hermano", así como la venta de sus productos. La participación de las utilidades o
pérdidas se hizo proporcionalmente de acuerdo a su representación en el capital, esto es, 50%
para la firma "Viuda e Hijos de Corcuera", 25% para los señores "Ancira y Hermano" y el otro
25% para Manuel L. Corcuera. Además, como remuneración tuvieron los señores "Ancira y
Hermano", el 1% sobre el importe de ventas de los productos, en tanto que Manuel L. Corcuera
se encargaría de la contabilidad general, percibiendo por sus honorarios un 2% sobre el mismo
importe de las ventas, y siendo por su cuenta el sueldo del tenedor de libros que ocupara212.
Poco más de un año duró la "Compañía Industrial de Jalisco" administrando las
principales fábricas textiles y de papel ubicadas cerca de Guadalajara, lo cual constituyó un
intento fallido por unir a diversos grupos de capitalistas y a las distintas fábricas textiles en una
sólo compañía por acciones. Este fue un primer intento por constituir una gran empresa
industrial, en esta compañía convergieron capitales que tuvieron un origen regional provenientes
de empresarios españoles como los "Fernández del Valle" y los "Somellera Hermanos", con
importantes casas comerciales en Guadalajara; también los empresarios tapatíos como los

211
Ibíd.
212
AIPJ. Protocolo, Heraclio Garciadiego. T. 52, 23/05/1891.

114
"Moreno" y "Ancira", así como también comerciantes y terratenientes como la familia Corcuera.
Los empresarios franceses que aparecen aquí invirtiendo también sus capitales en la industria
textil, ya los hemos visto como comerciantes con sus grandes almacenes de telas y novedades
como "Las Fábricas de Francia" y "La Ciudad de México, las compañías "Fortoul y Chapuy" y
"Gas y Cogordan". Como hemos visto en los capítulos anteriores, los capitales que aportaron los
empresarios españoles y franceses a la Compañía Industrial de Jalisco fueron formados a partir
de las actividades económicas que estos desarrollaron dentro de la región y dentro del territorio
mexicano, por ello consideramos que fueron capitales de origen regional y no inversiones de
capital externo que llegaron provenientes de países europeos.

b) La "Compañía Industrial de Guadalajara"


El dos de diciembre de 1899 se fundó en Guadalajara la sociedad anónima denominada
"Compañía Industrial de Guadalajara" y su duración estuvo planeada para 25 años. El cambio fue
muy notable pues a esta nueva compañía concurrieron únicamente compañías pertenecientes a
empresarios franceses radicados en Guadalajara, los cuales poseían las principales casas
comerciales de productos textiles y novedades en la ciudad.

CUADRO 28. COMPAÑÍA INDUSTRIAL DE GUADALAJARA (1899)


Socio Acciones
Fortoul Chapuy y Compañía 30.0%
L. Gas y Compañía 30.0%
E. Lebre y Compañía 14.5%
Bellón Agarreca y Compañía 14.5%
Laurens Brun y Compañía 11.0%
Fuente: AIPJ. Protocolo de Manuel Tortolero, T. 15, 2/12/1899.

El objeto de la sociedad fue el de explotar las fábricas de hilados, tejidos y estampados de


"Atemajac" y "La Experiencia", el "Molino del Salvador", el "Rancho Nuevo" y "Los Baños de
los Colomitos", que los socios habían adquirido para la compañía por compra hecha a los señores
"Moreno Hermanos" y a la casa "Fernández del Valle Hermanos" el primero de noviembre de
1899. El capital social fue de $2'000,000 divididos en 20,000 acciones al portador, de $100 cada
una. Los socios exhibieron el valor íntegro de las acciones que respectivamente representaron,

115
entregando $500,000 en dinero efectivo, el resto fue el valor en que estimaron las fábricas y
demás fincas que compraron para la sociedad.
Para mayor comodidad de los tenedores de las acciones se pudo expedir hasta mil títulos
y/o certificados que representaron cada uno diez acciones. Además de las acciones arriba
mencionadas, la sociedad emitió 4,000 acciones fundadoras nominativas, que se repartieron entre
los socios en proporción al número de acciones comunes que cada uno tomó. Esas acciones
fundadoras no daban derecho al capital, sino sólo al 10% de las utilidades repartibles, que se
distribuirían por partes iguales entre dichas acciones fundadoras. El capital podría incrementarse
creando nuevas acciones también al portador, siempre que lo acordara la asamblea general por
mayoría de tres cuartas partes de los votos.
De las utilidades anuales se separó un 5% para formar el fondo de reserva, hasta que
hubo alcanzado por lo mismo a la quinta parte del capital social o para reponerlo cuando hubiera
disminuido; del resto se separó un 5% para repartirlo entre los miembros del Consejo y el uno
por ciento para el comisario. De la otra parte de utilidades correspondió el 10% a las acciones
fundadoras y lo demás se repartió entre los accionistas en proporción de sus acciones.
Las cinco compañías que constituyeron esta sociedad tuvieron derecho de tomar los
productos de las fábricas pertenecientes a la misma, con un descuento de 5% de los precios más
bajos a que las fábricas vendían; pero estuvieron obligados a no vender a precios inferiores a los
de las fábricas, y la casa que infringiera a esta obligación perdería este privilegio213.
Hacia el año de 1900 el gobierno del estado de Jalisco para abastecer de agua a
Guadalajara tuvo necesidad de disponer de los manantiales de los Colomos y anexos, elevando el
agua de ellos a fin de introducirla a la ciudad. Como de esta manera se disminuía el caudal de
dichos manantiales, que había empleado como fuerza motriz para el movimiento de las fábricas
que pertenecían a la "Compañía Industrial de Guadalajara", el gobernador y los representantes de
la compañía celebraron un convenio mediante el cual se concedió a la compañía el uso de las
aguas del río San Juan de Dios, para compensar el agua de los manantiales de los Colomos y
Anexos214.

213
AIPJ. Protocolo, Manuel Tortolero. T. 15. 02/12/1899.
214
AIPJ. Protocolo, Manuel Tortolero. T. 14. 25/09/1900.

116
Según un observador de la época, a principios del siglo XX, la "Compañía Industrial de
Guadalajara" producía telas impresas que salían de sus talleres y se vendían en Jalisco y otros
estados del noroeste del país, haciéndole la competencia a las telas importadas de Europa. Las
fábricas de "La Experiencia", "Atemajac" y "Río Blanco" ocupaban cerca de mil obreros que
trabajaban de las cinco de la mañana a las nueve de la noche, tenía 400 telares en movimiento
por la energía eléctrica que proporcionaba la hulla blanca, los dínamos, movidos por una rueda
Pelton que sufrían la presión de una columna de agua de cerca de 150 metros de altura; la energía
eléctrica que proporcionaba era hasta de 2,000 H.P., y una vez que satisfacía las necesidades de
energía de las fábricas se cedía a la ciudad de Guadalajara de común acuerdo con el Gobierno del
Estado a cambio de concesiones y exenciones de impuestos a la misma compañía215.

IV.2 Los bancos y el capital financiero en Jalisco.


a) La formación del sistema bancario
Las formas del crédito y los mecanismos del dinero de préstamo se desarrollaron en función del
desarrollo del comercio y de la producción en general durante los últimos años de la colonia y la
primera mitad del siglo XIX dentro del territorio mexicano. Ante las dificultades para que se
expandiera y consolidara un mercado interno en México y a las difíciles y cambiantes relaciones
con el exterior, las actividades financieras y crediticias se realizaron por estrechos márgenes
durante mucho tiempo. La continua escasez de dinero metálico produjo que los instrumentos de
crédito y de préstamo se desarrollaran por los medios más tradicionales y seguros. Ante la
ausencia de sólidas y modernas instituciones financieras, la iglesia, los ricos hacendados y
comerciantes se constituyeron en prestamistas que financiaban a los que necesitaban de algún
crédito o dinero en efectivo.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la iglesia perdió su importancia como
principal institución crediticia y financiera, fue sustituida paulatinamente por otro tipo de
prestamistas, en la mayor parte de los casos de iniciativa particular. El derrumbe del estado
colonial y las continuas guerras y luchas civiles que ocurrieron en el territorio mexicano durante

215
El testimonio es de Vitold de Szyszlo (1909). En Iguiniz, Juan B. Guadalajara a través de los tiempos. Relatos y
descripciones de viajeros y escritores desde el siglo XVI hasta nuestros días. Guadalajara, Ayuntamiento de
Guadalajara, 1989. T. II, pp. 217-225. Muriá, José Ma. Historia de Jalisco. Guadalajara, UNED-Gobierno de
Jalisco, 1982. T.IV. p. 140.

117
la primera mitad del siglo XIX y, finalmente, la instauración de un estado liberal, terminaron por
marginar a la iglesia de las labores crediticias y financieras; su lugar lo tomaron hacendados,
comerciantes y usureros a falta de instituciones financieras más especializadas y desarrolladas.
De esta manera hacendados, comerciantes, rancheros, empresarios y, en general, quienes
necesitaban dinero o crédito, incluido el gobierno, acudían a las casas comerciales y a los ricos
hacendados para pedirles una determinada cantidad de dinero prestada o un arreglo crediticio.
Los mecanismos para obtenerlo fueron los préstamos hipotecarios, los pagarés, los títulos de
descuento y los compromisos de pago. Aun cuando a partir de mediados del siglo XIX se
empezaron a desarrollar las instituciones bancarias, estas formas del crédito y de préstamo se
siguieron utilizando en forma muy generalizada, de ello dan cuenta la gran cantidad de hipotecas
y juicios de incumplimiento de pago que se registran en los libros de protocolos de los notarios
del siglo XIX.216
La formación de un sistema bancario moderno en México durante el siglo XIX fue muy
accidentada. La creación del Banco de Avío (1830-1840) para ayudar y fomentar el desarrollo de
la industria en el país, principalmente la textil, fue muy breve y no cumplió totalmente con sus
objetivos. No fue sino a partir de 1864, con la fundación del Banco de Londres y México y con
la posterior fundación de otros bancos en distintos estados del país, locales y nacionales, que en
México se empezó a conformar un verdadero sistema bancario. Entre las funciones que
desempeñaron estos bancos se encontraban las de emisión, operaciones de compra y cambio de
monedas, giros, cobranzas, descuentos mercantiles, depósitos a plazo fijo y a la vista, créditos a
la industria y al comercio, préstamos sobre prenda y sobre consignación, y préstamos
hipotecarios. Sin embargo, fue sólo a partir de 1884 que un banco comenzó a tomar el papel y
algunas de las funciones de una banca central, este fue el Banco Nacional de México.
Durante los dos últimos decenios del siglo XIX el capital francés metropolitano, atraído
por las necesidades financieras del tesoro mexicano, creó empresas bancarias, cuya actividad se
repartió más o menos entre las operaciones públicas y el financiamiento de empresas privadas.
De esta manera, hacia principios del siglo XX, se observó el flujo de capitales franceses

216
Valerio Ulloa, Sergio. "Movilidad en las haciendas jaliscienses. Mercado de tierras y dinero, 1876-1920". En
Revista del Seminario de Historia Mexicana. Época 1, Vol. 1, núm. 4, primavera de 1999, pp. 85-103.

118
mediante una burguesía, aconsejada por la "alta banca" francesa, que abandonó la "locura rusa"
al pequeño ahorro guiado por los grandes establecimiento de crédito217.
Las inversiones francesas se orientaban en primer lugar hacia los ferrocarriles; más de la
mitad se realizaron entre 1880 y 1889 y representaban, junto con los bancos, unas inversiones
que se acercaban mucho a los empréstitos públicos, por lo menos para el capitalista francés, que
manifestó una clara preferencia por ellos en el reparto de la cartera exterior. La participación del
capital francés en los empréstitos del gobierno mexicano se topó en un principio con el obstáculo
del "empréstito de Maximiliano"; es decir, con la presión ejercida cerca del gobierno de Francia
y de los banqueros de París por los tenedores de esa deuda, lo cual hizo imposible durante varios
años atender los consejos del ministro de Francia en México para que la banca francesa tomara a
su cargo la emisión de los nuevos empréstitos mexicanos. Una vez superado este problema,
Francia llegó a ser el gran proveedor de fondos del tesoro mexicano218.
En agosto de 1881 el capital francés logró realizar un contrato con el gobierno mexicano
para establecer un banco en México. El contrato había sido firmado por el Ministro de Hacienda,
Francisco de Landero y Cos, y por Eduardo Noetzlin a nombre del Banco Franco-Egipcio. Por
medio de éste se pretendía solucionar un problema central y añejo: la constante falta de liquidez
de la Tesorería, proporcionando anualmente al gobierno, con un tipo mínimo de interés, cuatro
millones de pesos. El 23 de febrero abrió sus puertas al público el banco bajo la denominación de
"Banco Nacional Mexicano" y entre sus funciones autorizadas estaban las de realizar
operaciones de depósito, descuento y emisión, con un capital de 20 millones de pesos, pero
podría empezar con sólo 3 millones. Asimismo, el banco podía establecer libremente sucursales
y agencias en los principales centros del país, y emitir hasta el triple de su capital en billetes de
varias denominaciones, mismos que serían de circulación voluntaria; pero con el privilegio de
que estos billetes serían aceptados con carácter de exclusividad, para el pago de deberes en las
oficinas federales, además de que las agencias de la institución podrían tener funciones
recaudadoras en cuanto a los ingresos federales219.

217
Luis Nicolau D'Olver sostiene que hubo dos formas en que los capitales franceses fluyeron hacia México, uno por
medio de los grupos de inmigrantes franceses en las provincias, al estilo de los barcelonnettes, y otro mediante el
sistema financiero y bancario francés. D’Olver, 1974, p. 1019.
218
Ibíd, pp. 1020-1021.
219
Ludlow, Leonor. "La construcción de un banco: el Banco Nacional de México (1881-1884)". En Ludlow y
Marichal, 1985. pp. 304-306.

119
A pesar de que el capital mayoritario era de origen francés, no se trataba de establecer
una sucursal extranjera, por el contrario, se buscaba ganar el concurso y apoyo de los capitalistas
nacionales con el fin de obtener mayores frutos y ventajas; por esta razón en el contrato se
establecía la participación de los nacionales en la suscripción de acciones220. Rápidamente el
Banco Nacional Mexicano fue transformado en Banco Nacional de México, por fusión con el
Banco Mercantil, Agrícola e Hipotecario y los fondos fueron principalmente franceses (de
Europa), mexicanos, españoles y franceses (de las colonias residentes en el país). Pronto el banco
estableció sucursales en todo el país, logrando con ello, canalizar y dar seguridad a la
recaudación federal, pero fundamentalmente trató de fortalecerse mediante la integración de un
sólido grupo de comerciantes, entre los cuales eligió a ciertos individuos radicados en las
principales poblaciones del interior del país, para que fueran sus representantes en las sucursales
y agencias. En el primer eslabón de esta cadena estaban las sucursales, cuya función dependía en
la mayoría de los casos de un contrato especial con el gobierno estatal, contrato que reproducía,
en cierta medida, los términos de la concesión federal. Durante el primer año de vida del banco
fueron inauguradas las sucursales en las ciudades de Veracruz, Guadalajara, Guanajuato, San
Luis Potosí, en el estado de México y en Mérida, además de iniciarse las negociaciones con los
gobiernos de Hidalgo, Campeche, Michoacán y Zacatecas221.
Posteriormente los capitales franceses participaron con acciones en el Banco de Londres
y México y en el Banco Central Mexicano. De esta manera Francia ocupaba el primer lugar en
cuanto a su participación en la banca mexicana hacia fines del porfiriato con el 60% de los
capitales, seguida por Estados Unidos, Inglaterra y Alemania222. Hacia 1900 los capitalistas
franceses junto con los suizos fundaron en 1900 la Sociedad Financiera para la Industria en
México, lo que muestra que el capital financiero franceses estuvo interesado desde un primer
momento en expandir sus intereses hacia la esfera productiva, conectándose con los empresarios
nacionales y de origen extranjero, principalmente franceses, radicados en territorio mexicano223.
El 18 de septiembre de 1884 inició sus operaciones la sucursal en Guadalajara del "Banco
Nacional de México". Con el establecimiento de esta sucursal se ligaba el capital financiero

220
Ibíd, p. 307.
221
Ibíd. pp. 312-313.
222
D'Olver, 1974, pp. 1053-1064.
223
Meyer, 1980, pp. 34-36.

120
francés al capital de los empresarios jaliscienses, estos fueron empresarios locales nacionales y
extranjeros. Dichos empresarios habían tratado de fundar un banco en Jalisco con anterioridad: el
"Banco de Jalisco".

b) Primeros intentos por fundar un banco en Jalisco


El gobernador de Jalisco, Fermín González Riestra, el 19 de enero de 1882, había concedido a
José María Verea, Juan Somellera, Luciano Gómez, Antonio Álvarez del Castillo, Francisco
Martínez Negrete, Nicolás Remus y las casas "Fernández del Valle Hnos.", "Palomar Hnos". y
"Manuel L. Corcuera e Hijos", la autorización correspondiente para fundar el Banco de Jalisco.
Sin embargo, en diciembre de ese mismo año, el intento por fundar un banco regional se esfumó
debido a que los estatutos propuestos para normar la actividad bancaria no fueron aprobados por
el Congreso local.
Después el gobernador Francisco Tolentino, en noviembre de 1883, volvió a promover ante el
Congreso local la autorización para que se formara un grupo de accionistas que establecieran el
"Banco de Jalisco", ésta fue aprobada y el banco efectuaría operaciones de depósito, descuento,
circulación y emisión de dinero. Con un capital inicial de $400,000 que quedaría exento de
cualquier gravamen directo o indirecto. Se ratificó como fundadores a los miembros del grupo
propuesto en 1882224.
Finalmente, el 24 de enero de 1884 ante el notario Heraclio Garciadiego se constituyó la
sociedad anónima con el nombre de "Banco de Jalisco". Con el mismo capital señalado
anteriormente y dividido en 4,000 acciones de a $100 cada una; exhibiéndose el 25% del valor
de éstas al momento de tomarlas y el resto en los términos y plazos que determinara el Consejo
de Administración del Banco. Se planeaba que el banco comenzara sus operaciones en abril o
mayo de 1884 y que la sociedad durara un período de 30 años 225. Las 4,000 acciones con que el
"Banco de Jalisco" se fundó se dividieron entre los socios como se muestra en el cuadro
siguiente:

224
Núñez, 1990. pp. 16-17.
225
AIPJ. Protocolo, Heraclio Garciadiego. T. 28, 24/01/1884.

121
CUADRO 29. CONSTITUCIÓN DEL BANCO DE JALISCO (1884)
Socio Acciones
Manuel L. Corcuera e Hijos 700
Fernández del Valle Hermanos 800
Fernández Somellera y Compañía 1,000
Palomar Hermanos 100
Diego Moreno 150
Francisco Martínez Negrete 400
Nicolás Remus 350
Antonio Álvarez del Castillo 100
Luciano Gómez 150
Cástulo Martínez Gallardo 100
José María Verea 100
Feliciano Orendain 50
Total 4,000
Fuente: AIPJ. Protocolo de Heraclio Garciadiego. T. 28, 24/01/1884.

Sin embargo, el "Banco de Jalisco" no pudo llegar a tener actividad porque el Código de
Comercio de abril de 1884 se lo impidió, debido a que se necesitaba la autorización expresa del
gobierno federal para establecer cualquier clase de bancos en el país, se prohibía a los bancos o
personas extranjeras emitir billetes; también quedaba prohibido la emisión de vales, pagarés u
obligaciones de cualquier clase que significaran promesas de pago en efectivo al portador y a la
vista. El Código de Comercio establecía que las emisiones de billetes de banco no podían ser
mayores que el capital exhibido y deberían estar garantizadas con depósitos en efectivo o en
títulos de la deuda pública de la Tesorería Nacional en un 33%, y en las arcas del propio banco
en otro 33%. Los bancos pagarían un impuesto de 5% sobre sus emisiones y deberían publicar
mensualmente sus balances226. Aunque el "Banco de Jalisco" no pudo fundarse, por el momento,
los accionistas de éste fueron invitados a participar en la fundación de la sucursal del Banco
Nacional de México en Guadalajara.

c) La Sucursal del "Banco Nacional de México" en Guadalajara


El 23 de junio de 1884 el Consejo de Administración del Banco Nacional de México acordó
poner a disposición 4,000 acciones al precio de 45 pesos en México, con el 3% de cambio en
Guadalajara, y con el producto de la venta de ellas establecer una sucursal en la misma ciudad.
226
Núñez, 1990. p. 15.

122
José María Bermejillo fue el encargado de organizar dicha sucursal y entabló negociaciones con
el antiguo grupo del "Banco de Jalisco" en Guadalajara, quienes aceptaron suscribir las 4,000
acciones a 45 pesos. El 22 de julio de ese mismo año el Consejo acordó dotar a la sucursal de
Guadalajara con $100,000 en efectivo, que se aumentaría si fuera necesario hasta $200,000 y con
doble cantidad de billetes. El 5 de agosto el Consejo acordó que se destinaran a la sucursal de
Guadalajara 400 acciones más, al mismo precio y con iguales condiciones que las 4,000 cedidas
anteriormente para que quedaran con el número marcado por el reglamento, varios vocales de la
Junta de Vigilancia.
La Junta de Vigilancia estaba integrada por los accionistas tapatíos que se habían
agrupado en torno al proyecto del Banco de Jalisco con Manuel L. Corcuera como presidente;
Justo Fernández del Valle, como vicepresidente; Juan Somellera, Luciano Gómez, Francisco
Martínez Negrete, Alfonso Heyman, Antonio Álvarez del Castillo y Manuel Fernández del
Valle, como vocales; los cuales según los reglamentos debían poseer acciones. La Junta de
Vigilancia duraría hasta el año de 1897227.
De las acciones destinadas a Guadalajara, una parte fue suscrita por el gobierno de Jalisco
y varios funcionarios, durante la administración de Francisco Tolentino. Finalmente, el 18 de
septiembre de 1884, se inauguró en Guadalajara la primera sucursal creada originalmente por el
"Banco Nacional de México" con un capital de $100,000 en efectivo y $200,000 en billetes. El
primer gerente de esta sucursal fue Enrique Pomier.
Las operaciones de la sucursal de Guadalajara implicaron a esta ciudad, pero también
llegaron a Tecolotlán, Teocuitatlán, Tequila, Zacoalco, Zapotlán, Tepic, Mazatlán, La Paz,
Chihuahua, Parral y la capital del país. Hubo nexos con Nueva York, Londres y París, así como
con el Banco de Londres, México y Sudamérica. Desde luego se hicieron operaciones con la
oficina central del "Banco Nacional de México" y sus sucursales en Guanajuato y San Luis
Potosí y con algunos corresponsales, por ejemplo, Julián Mazorra en Lagos y "J.A. de Aguirre y
Cía." y "Barrón, Forbes y Cía." en Tepic. Entre los clientes de los primeros días estaban, por
supuesto los comerciantes, los agricultores y ganaderos228, los industriales y algunos

227
Ibíd.
228
Entre las haciendas jaliscienses hipotecadas en favor de la sucursal del Banco Nacional de México a fines del
siglo XIX, se encuentran entre otras, las siguientes: El Cabezón, de Ignacio Cañedo; San Francisco, de Antonio
Álvarez del Castillo; Potrerillos, de la familia Figueroa; El Pasito, de Malaquías Cuervo y Vicente Orendain; El

123
profesionales, clérigos, gobernantes y exgobernantes; sin faltar desde luego, los empresarios
franceses radicados en Guadalajara229.
Los gerentes de la sucursal del "Banco Nacional de México" en Guadalajara fueron
Enrique Pomier de 1884 a 1886; Federico Sisniega entre los años de 1887 y 1888; y Juan E.
Camba a partir de 1888 y hasta 1926. Hacia 1897 el sistema financiero del país experimentaba
un desarrollo notable. En 1889 apareció el Código de Comercio que sustituyó al de 1884, lo cual
facilitó el establecimiento de nuevas instituciones bancarias. Al promulgarse la ley bancaria de
1897 existían en el país diez bancos: El "Banco Internacional e Hipotecario", el "Banco Nacional
de México", el de Londres y México (con una sucursal en Guadalajara), el Minero de Chihuahua,
el Yucateco, el Mercantil de Yucatán, el de Zacatecas, el de Durango, el de Nuevo León y el
Comercial de Chihuahua.

d) Fundación y desarrollo del "Banco de Jalisco"


Entre 1897 y 1903 se otorgaron 24 concesiones, surgiendo otras tantas instituciones de crédito.
En 1898, después de 14 años y de varios intentos, el "Banco de Jalisco" obtenía una concesión y
en su Consejo administrativo estarían presentes Justo y Manuel Fernández del Valle quienes
habían sido integrantes de la Junta de Vigilancia de la sucursal del "Banco Nacional de México"
en Guadalajara230.
El 21 de octubre de ese año, se firmó la escritura en la cual se constituyó el "Banco de
Jalisco", con capitales locales y con empresarios de origen francés, español y mexicano. Todos
los socios que formaron la compañía eran vecinos de Guadalajara, con excepción de Ramón
Alcaráz, quien residía en la ciudad de Guanajuato.
Los socios habían obtenido la concesión del gobierno federal el 26 de julio de 1898. En el
proyecto aprobado por la Secretaría de Hacienda, se condicionó su creación a la exhibición del
50% del capital, con la obligación de acreditar dicha suma, con un certificado expedido por el
Banco o Casa Bancaria en que se depositara. Para cumplir con dicha disposición, los socios que

Tule, de Isidro Mendoza y Manuel Rodríguez; Quila el Grande y Amiales, de Jesús, O. Cañedo; Zapotlanejo, de
Cirilo Vázquez; y la Cofradía del Rosario, de Salvador Velasco. AIPJ. Protocolos de Heraclio Garciadiego
229
En 1896, entre otros de sus bienes testamentarios, Alberto Abbadie quien murió en Vic Bigorre, Altos Pirineos,
Francia; dejó a sus herederos en Guadalajara, acciones del Banco Nacional de México con un valor de $ 3,500
estando los títulos en París. AIPJ. Protocolo, Heraclio Garciadiego, 29/04/1896.
230
Núñez, 1990. pp. 30-37.

124
contribuyeron con capitales para constituir al "Banco de Jalisco", acudieron a la Sucursal del
"Banco Nacional de México" en Guadalajara, para depositar la cantidad de $250,000 en efectivo,
efectuados en 10 depósitos de $25,000 cada uno.
El capital social del "Banco de Jalisco" fue de $500,000 dividido en 5,000 acciones de a
$100 cada una, distribuidas por partes iguales entre los siguientes socios:
Ramón Alcaraz
Manuel Fernández del Valle
Justo Fernández del Valle
Francisco Fernández del Valle
Manuel L. Corcuera
José L. García
Francisco Martínez Negrete
"L. Gas y Compañía"
"Fortoul Chapuy y Compañía"
"Moreno Hermanos".

Cada uno de los socios contribuyó con un capital de $50,000 correspondiente al valor de
500 acciones, y con la obligación de presentar el 50% de ese capital en efectivo, depositado en la
Sucursal del Banco Nacional en Guadalajara.
Un 10% de las utilidades de la compañía serían destinadas a la creación de un fondo de
reserva, hasta completar la tercera parte del importe del capital. Otro 6% del capital exhibido se
repartiría entre los accionistas y el resto se distribuiría como sigue: el 60% para los accionistas
como segundo dividendo; un 10% para los miembros del Consejo de Administración; y el 30%
restante para los tenedores de bonos fundadores. Cada uno de los socios y compañías fundadoras
tenía un representante en el Consejo Administrativo231. Dos años después de su constitución, el
19 de febrero de 1900, el "Banco de Jalisco" aumentó su capital social hasta $500,000 con una
nueva emisión de 5,000 acciones a un precio de $100 cada una232, ascendiendo su capital a un
millón de pesos. El siguiente año incremento su capital en otros $500,00 con una nueva emisión
de 5,000 acciones llegando sus fondos a la cantidad de $1'500,000233.
Estos primeros años fueron de un rápido ascenso en los negocios, en las inversiones y en
las utilidades del "Banco de Jalisco", lo cual se manifestó en el continuo incremento de sus

231
AIPJ. Protocolo de José López Portillo y Rojas. T. 2, 21/10/1898.
232
AIPJ. Protocolo de José López Portillo y Rojas. T. 3, 19/02/1900.
233
AIPJ. Protocolo, Francisco González Palomar. T. 15, 20/08/1901.

125
fondos y reservas monetarias, además de la ampliación de sus actividades, operaciones, negocios
y clientes. Para diciembre de 1902 su capital social se había duplicado con respecto al año
anterior, con un nuevo incremento de 1’500,000 pesos, de tal manera que sus fondos llegaban
hasta los tres millones de pesos, subscritos mediante la emisión de nuevas acciones, esta vez con
15,000 acciones de a $100 cada una, y con dinero en efectivo234.
Francisco González Palomar, como secretario del Consejo Administrativo del Banco de
Jalisco, informó ante la asamblea del mismo realizada el 6 de febrero de 1905, que durante el
período transcurrido del 1º enero al 31 de diciembre de 1904, el Banco de Jalisco continuó con
"la marcha regular que había tenido en los años anteriores". Añadía que las relaciones
establecidas con las demás instituciones del país y del extranjero seguían siendo cordiales, y que
el Banco de Jalisco había podido atender "con la misma eficacia que antes" el servicio de las
plazas en donde tenía que operar. Señalaba que el volumen de los negocios aumentó
considerablemente, lo que demostraba -según González Palomar- que el banco cumplió con su
objetivo, respondiendo satisfactoriamente a las necesidades de las zonas comerciales en donde
operaba y que sus sucursales en Tepic, Zamora y Ciudad Guzmán habían trabajado con mucho
éxito235.
Al terminar el año contable de 1904, el "Banco de Jalisco" realizó una utilidad bruta de
$521,438.40; poco más de la cantidad con que se fundó el banco en 1898. Pero descontando los
gastos generales de la matriz y de las sucursales, amortizaciones, deudas incobrables y otros
rubros, la utilidad líquida de dicha institución bancaria llegó a la suma de 372,799.69 pesos.
Según las cuentas del señor González Palomar la utilidad líquida obtenida durante el año de 1904
equivalió a un 12.43% del capital social del banco236.
Por otra parte, el papel fiduciario del Banco siguió circulando fácilmente por todo el país.
Por tal motivo, las expectativas de los directivos del "Banco de Jalisco" eran de bonanza hacia el
futuro inmediato. El movimiento de las cuentas del banco en lo general, para ese mismo año,
también aumentó considerablemente.

234
AIPJ. Protocolo de Francisco González Palomar. T. 18, 22/12/1902.
235
Banco de Jalisco. Acta de la Asamblea General Ordinaria de Accionistas celebrada el 6 de febrero de 1905. AIPJ.
Francisco González Palomar. Libro de Documentos. Año: 1906, Vol. 32.
236
Ibíd.

126
El Consejo Administrativo para el año de 1905 quedo integrado por Diego Moreno y
Justo Fernández del Valle como presidente y vicepresidente. José Lauro García, Antonio Gas y
Manuel Fernández del Valle fueron nombrados vocales propietarios; y los suplentes fueron
Manuel L. Corcuera, Eugenio Cuzin y Lorenzo Bernardi. Eduardo de Angostia fue el comisario
propietario y el suplente Nicolás de la Peña237.

CUADRO 30. CUENTA GENERAL DEL BANCO DE JALISCO (1904)


Cuenta Movimiento anual $ Promedio mensual $
Caja 120'176,997.25 10'098,081.44
Cartera 57'429,394.73 4'785,782.90
Cheques 46'111,081.00 3'842,590.00
Créditos 18'782,292.00 1'565,191.00

BALANCE
Concepto Cantidad $
Saldo anterior 1,546.81
Utilidad Líquida 372,799.60
Utilidad repartible 374,346.50
Total repartido 224,346.50
Utilidad remante repartible 150,000.00

DISTRIBUCION DE LAS UTILIDADES


Concepto Cantidad $
10% al Fondo de Reserva 37,434.65
6% a los accionistas sobre el capital de $3'000,000.00 180,000.00
Saldo a cuenta nueva 6,911.85
30% a los Bonos Fundadores sobre la base de las utilidades 15,000.00
correspondientes a $1'000,000.00
10% al Consejo de Administración sobre la utilidad de $150,000.00 15,000.00
A los accionistas por dividendo adicional 120,000.00
Fuente: Banco de Jalisco. Acta de la Asamblea General Ordinaria (febrero 6 de 1905). AIPJ.
Francisco González Palomar. Libro de Documentos de 1906, vol. 32.

El 9 de octubre de 1905 el Consejo Administrativo del "Banco de Jalisco" convocó a una


asamblea general extraordinaria, en ella se dijo que, debido al constante desarrollo de las
operaciones del banco y al aumento notable en el volumen de las operaciones de la matriz y de

237
Ibíd.

127
las sucursales, había el convencimiento de que el capital con que contaba dicha institución
bancaria era insuficiente para satisfacer las necesidades de su creciente clientela. Por otra parte,
los directivos del Banco consideraron que los otros bancos habían incrementado su capital.
Debido a lo anterior, el Consejo Administrativo propuso a la asamblea aumentar el capital del
"Banco de Jalisco" en la forma que más conviniera238.
Para ello, los directivos del Banco de Jalisco consultaron con las autoridades de la
Secretaría de Hacienda, quienes aceptaron los términos del aumento de capital, pero con la
condición de que la circulación del papel fiduciario se mantuviera en la misma cantidad a la que
tuviera el banco hasta el 30 de abril de 1905. Según los datos del mismo Banco de Jalisco, éste
tenía una circulación de alrededor de dos millones de pesos desde noviembre de 1902, llegando
al máximo de ella en la fecha que señalaba la Secretaría de Hacienda. El aumento que
propusieron fue de tres millones de pesos, representado por 30,000 acciones de a cien pesos cada
una239.
Para conseguir esta cantidad, los directivos del Banco de Jalisco se pusieron de acuerdo
con un Sindicato para que éste suscribiera el 60% del nuevo capital, obligándolo a que las
acciones del "Banco de Jalisco" se cotizaran en Europa. Con este acuerdo, las autoridades del
banco esperaban que aumentara la confianza en los clientes y, de este modo, obtener recursos
frescos del exterior. Del 40% restante, dos mil acciones se aplicarían a la amortización de los
bonos fundadores y las diez mil acciones restantes se distribuirían entre los accionistas 240. Hacia
el año de 1907 hubo una nueva emisión de 30,000 acciones para incrementar el capital social del
"Banco de Jalisco" en $3'000,000 con ello se duplicó el capital que hasta el momento se tenía
registrado y se alcanzó la suma, pocas veces vista en Guadalajara, de los seis millones de
pesos241. Los negocios iban tan bien para el banco y sus socios, que el 15 de junio de 1910, el
Banco de Jalisco junto con las casas comerciales "L. Gas y Cía." y "A. Brun y Cía." fundaron la
"Compañía de Fomento y Bienes Raíces de Guadalajara", para especular con terrenos y fincas
rústicas y urbanas.

238
Banco de Jalisco. Acta de la Asamblea General Extraordinaria celebrada el 9 de octubre de 1905. AIPJ. Francisco
González Palomar. Libros de Documentos. Año 1906. Vol. 32.
239
Ibíd.
240
Ibíd.
241
AIPJ. Protocolo de Francisco González Palomar. T. 23, 07/04/1907.

128
La década siguiente de 1911 a 1921, fueron años difíciles para los bancos en Jalisco.
Desde 1910 se observaba cierta paralización en los negocios y caudales que afluían a las cajas
del Banco Nacional de México. Todavía en 1911 las operaciones fueron normales y en 1912
obtuvieron buenas utilidades. Pero en 1913, estalló una crisis monetaria y financiera, reflejada en
la rápida depreciación del papel moneda, un gran aumento de los precios, una difundida
falsificación de billetes, e incumplimiento del gobierno, los bancos y otros deudores. Hacia junio
de 1914 se clausuraron las sucursales del "Banco Nacional de México" debido a la guerra civil, y
a la inestabilidad económica y financiera. Los billetes de los bancos desaparecieron de la
circulación y aparecieron los billetes emitidos por los ejércitos revolucionarios. Los bancos
fueron incautados por el gobierno revolucionario desde 1916 y sólo volvieron a abrirse hasta el
31 de enero de 1921, cuando Álvaro Obregón expidió un decreto que reglamentó la devolución y
liquidación de los bancos incautados242.

IV.3 El Ferrocarril de Guadalajara a San Pedro


Entre la larga lista de pequeñas y grandes empresas en donde mexicanos, franceses, españoles y
alemanes participaron como empresarios capitalistas en negociaciones situadas en Guadalajara,
mencionaremos un caso más, el de la compañía encargada de construir un tranvía tirado por
mulas que conectaría a Guadalajara con la cercana villa de San Pedro. Este tipo de tranvías ya
estaban operando en Guadalajara y sus rutas cruzaban de norte a sur y de oriente a poniente, pero
fue hasta 1882 que entró en servicio la ruta de Guadalajara a San Pedro con cinco kilómetros de
vía.
Los estatutos de la "Sociedad Anónima del Ferrocarril de la Penitenciaría a San Pedro",
fueron aprobados por el gobernador Fermín Riestra y por el Congreso local desde julio de 1874.
Sin embargo, la compañía que se encargó en un primer momento de la construcción, emprendió
los trabajos que dieron como resultado la construcción del primer tramo que iba de La
Penitenciaría a San Juan de Dios. Pero no fue posible continuar la obra porque no se reunió el
capital suficiente y porque desertaron la mayor parte de los accionistas debido al pésimo sistema
de construcción que se había adoptado; con ello la empresa estuvo al borde la quiebra.

242
Núñez de la Peña, Francisco. 1990. pp. 13-44.

129
CUADRO 31. FERROCARRIL DE GUADALAJARA A SAN PEDRO (1880)
Socio Acciones Capital $
Jesús Camarena 2 10,000.00
Agustín L. Gómez 2 10,000.00
Ignacio Arzópalo 2 10,000.00
Francisco Martínez Negrete 2 10,000.00
Antonio Alvarez del Castillo 2 10,000.00
Fernández Somellera y Cía. 2 10,000.00
Fernández del Valle Hermanos 2 10,000.00
Manuel L. Corcuera, Nicolás Remus y Luciano Gómez 2 10,000.00
Froilán Michel 2 10,000.00
Pablo Navarrete, Rafael Sánchez y Francisco Ma. Ortiz 1 5,000.00
Néstor Arce 1 5,000.00
Teodoro Kunhardt 1 5,000.00
Total 21 105,000.00
Fuente: AMG. Caja 1232, paquete 150, exp. 124, año 1881.

La primera compañía estuvo integrada desde un principio por Jesús Camarena, Nicolás
Remus, Agustín L. Gómez, Ignacio Arzapalo, Francisco M. Ortiz, Rafael Sánchez, Néstor Arce,
Francisco Martínez Negrete, Pablo Navarrete, Antonio Alvarez del Castillo, los señores
"Fernández Somellera y Compañía" y la casa "Fernández del Valle Hermanos". Dado el fracaso
de esta compañía, se constituyó el 23 de julio de 1880, una nueva sociedad con nuevos estatutos.
El capital social de esta nueva compañía fue de 105,000 pesos dividido en 21 acciones de cinco
mil pesos cada una. La compañía no tuvo un plazo definido, pero se podía disolver sólo a
petición de más de la mitad de los socios, siempre que estos representaran tres cuartas partes por
lo menos de las acciones, y que hubiera pérdidas justificadas de más de la mitad del capital. Juan
Somellera fue el primer presidente del consejo administrativo y el secretario fue A. Camarena243.

243
AMG. Caja 1232, paquete 150, expediente 124, año 1881.

130
CAPITULO V. EMPRESAS Y EMPRESARIOS EN EL CONTEXTO
INSTITUCIONAL DEL PORFIRIATO

V.1. La formación de compañías durante el porfiriato


La asociación entre personas para constituir una sociedad o compañía, no fue un hecho nuevo ni
aislado en Guadalajara durante la segunda mitad del siglo XIX. La asociación entre propietarios
o entre capitalistas fue un mecanismo usado frecuentemente por los actores sociales para
organizar y desarrollar sus empresas. Las nuevas sociedades seguían patrones bien establecidos
para su constitución y su organización, los cuales eran reconocidos en el marco legal existente,
con la aparición de los primeros códigos civiles y mercantiles que les reconocían plenamente los
derechos económicos a los individuos y a las compañías o sociedades de todo tipo, estas
garantías, derechos y libertades para los actores sociales se plasmaron de manera definitiva en la
constitución de 1857244.
Hasta mediados del siglo XIX, las compañías industriales y comerciales se regían por las
viejas ordenanzas coloniales, y no fue sino hasta mayo de 1854 que se promulgó el primer
código de comercio de la república, donde se reconocieron tres tipos de compañías de comercio:
la sociedad colectiva, la sociedad en comandita y la sociedad anónima. La vigencia de este
código se interrumpió de 1855 a 1863, para restaurarse en su lugar las ordenanzas coloniales.
Después de la derrota del segundo imperio volvió a tener vigencia el código de 1854,
aceptándose en varios estados. Pero en 1884 se estableció un nuevo código de comercio para
todo el país, reconociéndose en éste además de los tres tipos de compañías ya señalados, las de
capital variable y las de responsabilidad limitada. Este código porfiriano subsistió hasta 1934,
cuando fue modificado por la Ley General de Sociedades Mercantiles de 1934, en éste último se
conservaron los mismos tipos de sociedades que se habían establecido en el código de 1884245.

244
Señala Carmagnani que en la Constitución de 1857 se garantizan por primera vez en la historia de México los
derechos económicos de todos los actores sociales a través de la libertad del trabajo y la prohibición de los
monopolios (arts. 4 y 28) y los derechos de propiedad (arts. 26 y 27). Añadiremos también la libertad de asociación,
asignando al poder judicial de la federación la tutela y defensa de dichas garantías que forman parte integrante de las
garantías individuales. Carmagnani, Marcello. Estado y mercado. La economía pública del liberalismo mexicano,
1850-1911. México, Fondo de Cultura Económica, 1994. p. 33.
245
Tena, Felipe. Derecho Mercantil mexicano (con exclusión del marítimo). México, Porrúa, 1938. pp. 60-61.
Vázquez Arminio, Fernando. Derecho Mercantil, fundamentos e historia. México Porrúa, 1977. pp. 140-141.
Gamboa Ojeda, Leticia. "Formas de asociación empresarial en la industrial textil poblana". En Ludlow, Leonor y

131
Las nuevas leyes y códigos liberales de la segunda mitad del siglo XIX reconocían y
garantizaban la libertad de la acción económica y los derechos de propiedad a los individuos y a
las sociedades, aceptando como legítimo el deseo de obtener ganancias en las actividades
productivas y comerciales, pero dentro del marco legal establecido para ello. Esto significó una
reducción de los costos de transacción que se hacía entre individuos y entre empresas y, en
general, en la sociedad con respecto al marco institucional que prevalecía durante la época
colonial246.
La estructura interna de las sociedades adoptaba distintas formas de acuerdo a las
necesidades y dimensiones de la misma compañía, desde sociedades en comandita simple hasta
sociedades por acciones. El número de socios y el capital que manejaban determinaba en gran
medida el tipo de organización que la sociedad iba a adoptar.
La constitución de una sociedad o compañía era un acto legal, un contrato social bien
establecido y reconocido por las leyes y códigos vigentes, en donde a la sociedad se le reconocía
un personalidad jurídica distinta de la que tenían los individuos que la conformaban. Para ello las
sociedades tenían que constituirse ante un notario e inscribirse en el Registro Público de la
Propiedad o en el de Comercio, aunque también eran reconocidas aquellas compañías
constituidas frente a terceros y que no estuvieran registradas legalmente.
En la escritura constitutiva de la sociedad se establecía el nombre, nacionalidad y
domicilio de las personas físicas o morales que constituían la compañía. Se especificaba el objeto
de la sociedad, su razón social, su duración, el importe del capital social, con la expresión de lo
que cada socio aportaba en dinero o en otros bienes. También se registraba el domicilio que
tendría la sociedad, la manera en que había de administrarse y las facultades de los
administradores. Se especificaba el nombre de los socios que llevarían la firma social o actuaban
como representantes legales de la compañía.

Silva Riquer Jorge (comp). Los negocios y las ganancias de la Colonia al México Moderno. México, UNAM-
Instituto Mora, 1993. pp. 280-282.
246
Sostiene Carmagnani que los efectos de la innovación institucional durante la segunda mitad del siglo XIX,
fueron los de disminuir los costos de transacción que pesaban sobre la comercialización reforzando no sólo los
derechos de propiedad, sino también la mercantilización de la producción agrícola y ganadera. Carmagnani, 1994. p.
41.

132
Un dato no menos importante para la sociedad era la especificación de la manera en que
se iban a distribuir las utilidades y pérdidas entre los socios, así como el fondo de reserva de la
compañía. Por lo regular, la distribución de las ganancias o pérdidas entre los socios capitalistas
se hacía proporcionalmente de acuerdo a sus aportaciones. Al socio industrial le correspondía la
mitad de las ganancias, pero no se le descontaban las pérdidas. La repartición de las utilidades
sólo podía hacerse después de efectuado el balance general que se hacía cada año. En el caso de
que se estableciera un fondo de reserva de la compañía, se establecía que de las utilidades netas
se tendría que separar anualmente el cinco por ciento, como mínimo, para formar dicho fondo,
hasta que se completara la quinta parte del capital social.
Además se especificaba claramente cuáles eran los casos en los que la sociedad tenía que
disolverse anticipadamente y las bases para practicar la liquidación. Para saber como se
organizaba cada tipo de sociedad expondremos los ordenamientos que atañen a las principales
formas de organización de las compañías durante el porfiriato247.

a) Sociedad en nombre colectivo


La sociedad en nombre colectivo era aquella que existía bajo una razón social y en la que todos
los socios respondían de un modo subsidiario, ilimitado y solidariamente a las obligaciones
sociales. La razón social se establecía con el nombre de uno o más socios agregando las palabras
"y compañía" cuando no figuraban la de los otros. El ingreso o separación de uno de los socios
no impedía que continuara la sociedad bajo la misma razón social, pero si el nombre del socio
que se separaba estaba en la razón social, tenía que agregarse a esta la palabra "sucesores". En
este tipo de sociedad los socios no podían ceder sus derechos sin el consentimiento de todos los
demás, y en el caso de la muerte de uno de ellos, la sociedad continuaba con sus herederos. El
contrato social no podía modificarse sino por el consentimiento unánime de los socios. En caso
de no ocurrir así la minoría tenía el derecho de separarse de la sociedad.
En este caso los socios no podían dedicarse a ninguna actividad o giro del mismo género
de los que constituían el objeto de la sociedad, ni formar parte de otras sociedades que los

247
La forma de organización de las compañías se puede consultar en las Leyes y Códigos de México. Sociedades
Mercantiles y Cooperativas. Editorial Porrúa, 1980. Código de Comercio de México. México, Imprenta J. Mariano
Lara, 1854. Código de comercio de los Estados Unidos Mexicanos. México, Tipografía Clarke y Macías, 1884. Ley
General de sociedades mercantiles. México, 1934.

133
realizara, salvo con el consentimiento de los demás socios. En caso de violación de esta cláusula,
la sociedad podía excluir al infractor, privándolo de los beneficios que le correspondían y
exigiéndole el importe de los daños y perjuicios.
La administración de la sociedad estaba a cargo de uno o varios administradores, quienes
podían ser socios o personas extrañas a la sociedad. Todos los nombramientos y remociones de
los administradores se hacían libremente y por mayoría de votos de los socios, salvo en casos
pactados en contrario.
La mayoría de las compañías formadas durante el porfiriato en el estado de Jalisco como
sociedades colectivas, presentaban una estructura familiar, frecuentemente estaban integradas
por los miembros de una o dos familias emparentadas, de tal manera que la sociedad se daba
entre hermanos, padre e hijo, tíos, sobrinos o primos. Los vínculos del parentesco reforzaban la
confianza y la solidaridad, así como las obligaciones y la jerarquía dentro de la empresa; la
distribución de tareas, responsabilidades y de las ganancias siguieron en gran medida este orden
familiar, muchas veces el padre o los tíos, fueron los capitalistas y los demás parientes, sobrinos
e hijos, eran los socios industriales, los administradores o dependientes, quienes participaban en
la sociedad con su trabajo. Este tipo de compañías tenía un número muy reducido de socios,
entre dos o tres, y el monto del capital social también era muy pequeño. Aunque siguió
conservando los vínculos tradicionales a través del parentesco, este tipo de sociedades mostraba
un cambio en el tipo de asociación, pues los miembros se sometían a una reglamentación y al
registro oficial de su compañía. Los socios tenían derechos y obligaciones en la compañía no por
ser familiares, sino por ser socios, al contrario de lo que sucedía en una empresa familiar
tradicional en la cual todos lo familiares tenían derecho sobre los bienes en un juicio hereditario.

b) Sociedad en comandita simple


La forma más antigua de organización comercial superior a la empresa individual o familiar era
la sociedad en comandita. Esta sociedad se caracterizaba porque uno o dos socios dominaban a
los demás porque eran quienes aportaban el capital de la compañía248. Las sociedades en
comandita simple existían bajo una razón social y estaban conformadas por uno o varios socios
comanditarios, quienes respondían a las obligaciones sociales de manera subsidiaria, ilimitada y

248
Kindelberger, Charles P. Historia financiera de Europa. Barcelona, Editorial Critica, 1988. pp. 264-265.

134
solidariamente; por otro lado, también había uno o varios socios comanditados que únicamente
estaban obligados al pago de sus aportaciones. La razón social se formaba con el nombre de uno
o más comanditados, seguidos de las palabras "y compañía" u otras equivalentes y se agregaba
las palabras "sociedad en comandita" simple o su abreviatura "S. en C."
El socio comanditario era quien aportaba el capital, no podía ejercer acto alguno de la
administración, ni aun en el carácter de apoderados de los administradores, pero quedaba
obligado solidariamente para con los terceros, por todas las obligaciones de la sociedad. De esta
manera, compartía casi en la misma proporción las deudas, pérdidas o las ganancias junto con los
comanditados, quienes desempeñaban las tareas de administración, dirección, responsabilidad y
vigilancia de los negocios de la empresa.
La sociedad en comandita simple era un poco más compleja que la sociedad colectiva,
ésta se formaba frecuentemente con tres o cuatro miembros, con un monto mayor de capital
social y los vínculos familiares no eran tan intensos, aquí había lugar para parientes políticos,
amigos y conocidos, constituían talleres, fábricas y comercios de mediana importancia y tamaño.
El socio comanditario era casi siempre una persona con cierta fortuna, a veces un empresario
experimentado, capaz de hacer un aporte importante al capital social de la compañía, mientras
que los socios comanditados debutaban como empresarios en la administración y manejo de los
negocios empresariales, no aportaban capitales de importancia pero si se dedicaban todo el
tiempo a la administración y dirección de la empresa, por lo mismo los comanditados casi no
arriesgaban en caso de pérdida o quiebra. Sin duda, la sociedad en comandita tenía más
características de una sociedad moderna que la sociedad colectiva, debido a que los socios no
tenían un vínculo necesariamente familiar y la jerarquía se establecía principalmente en base al
capital que aportan los socios y a las actividades que desempeñan dentro de la compañía.

c) Sociedad Anónima
La sociedad anónima era la forma más moderna de asociación empresarial, existía bajo una
denominación y se componía exclusivamente de socios, cuya obligación se limitaba al pago de
sus acciones249. La denominación se hacía libremente pero con la restricción de ser diferente a

249
La sociedad por acciones se creó como respuesta a las necesidades del comercio a grandes distancias y mantenían
grandes cantidades de capital entretenidas durante largos períodos de tiempo, el comercio marítimo es el que

135
cualquier otra sociedad, el nombre de la compañía en este caso iba seguido de las palabras
"sociedad anónima" o su abreviatura "S.A.". Para constituir una sociedad anónima al menos se
necesitaban cinco socios como mínimo, y que cada uno de ellos suscribiera una acción; además
había un monto mínimo para el capital social, integrando ese capital ya sea en forma de efectivo
o con bienes muebles o inmuebles. En la escritura se registraba la parte del capital social
exhibida; el número, valor y naturaleza de las acciones en que se dividía dicho capital; también
se determinaba la forma de pago de las acciones y la participación de las utilidades concedidas a
los socios fundadores; se establecía también las facultades de la asamblea general de los socios y
las condiciones para la validez de sus deliberaciones, así como para el ejercicio del derecho de
voto y el nombramiento de los comisarios. Cuando la sociedad se constituía se establecía un
proyecto de los estatutos que iban a regir a la sociedad.
Había un registro muy detallado de los socios, desde su nombre, nacionalidad, domicilio,
el número y valor de sus acciones, hasta su fecha de inscripción. Además, cada socio conocía y
aceptaba los estatutos que regían a la compañía.
Se formaba por primera vez una asamblea general constitutiva, la cual estaba encargada
de aprobar el proyecto de los estatutos, examinaba el capital y los bienes que cada socio
aportaba, deliberaba acerca de la participación de utilidades que los socios fundadores se habían
reservado y nombraba a los administradores y comisarios que habían de funcionar durante el
primer período, y quienes de los administradores eran los representantes legales de la firma
social. La asamblea constitutiva aprobaba la constitución de la sociedad y procedía a la
protocolización y registro del acta de la junta y de los estatutos.
La participación concedida a los socios fundadores en las utilidades de la sociedad no
excedían, por lo regular, el 10%; ni podían abarcar un período de más de diez años a partir de su
constitución, para lo cual se expedían títulos especiales que se denominaban "bonos fundadores".
Las acciones en que se dividía el capital social estaban representados por títulos que
servían para acreditar y transmitir la calidad y derechos de socio, dichas acciones eran de igual
valor y conferían derechos iguales. Sin embargo, en algunos casos, se estipulaba que el capital
social se dividía en varias clases de acciones con derechos especiales para cada clase. Cada

comienza a desarrollar estructuras administrativas más complejas durante el siglo XV. Kindelberger, 1988. pp. 265-
267.

136
acción sólo tendría el derecho a un voto; pero en el contrato social podía pactarse que una parte
de las acciones tuviera derecho de voto solamente en las asambleas extraordinarias. En este
último caso, los tenedores de acciones de voto limitado tenían derechos especiales que la ley les
confería a las minorías para oponerse a las decisiones de las asambleas y para revisar el balance
y los libros de la sociedad.
La distribución de las utilidades y del capital social se hacía en proporción al importe de
las acciones. Cada acción era indivisible y, en consecuencia, cuando había varios propietarios de
una misma acción, se nombraba a un representante común.
La transmisión de acciones sólo se hacía con autorización del consejo administrativo, y el
consejo podía negar la autorización designando a un comprador. Los accionistas tenían derecho
preferente, en proporción al número de sus acciones, para suscribir las acciones que se emitieran
en caso de aumento del capital social, lo cual debería ocurrir dentro de los quince días siguientes
a la publicación, en el periódico oficial del domicilio de la sociedad, del acuerdo de la asamblea
sobre el aumento de capital. Sin embargo, no podían emitirse nuevas acciones sino hasta que las
anteriores se hubieran pagado íntegramente.
La administración de la sociedad anónima estaba a cargo de varios mandatarios
temporales y revocables, quienes podían ser socios o personas extrañas a la sociedad. Cuando los
administradores eran dos o más, entonces se constituía un consejo de administración. Para que un
consejo administrativo funcionara legalmente debería asistir, por lo menos, la mitad de sus
miembros, y sus resoluciones eran válidas cuando eran tomadas por la mayoría de los presentes.
La asamblea general de accionistas, el consejo de administración o el administrador,
podía nombrar a uno o varios gerentes generales o especiales, fueran o no accionistas. Los
nombramientos de los gerentes eran revocables en cualquier tiempo por cualquiera de las tres
instancias mencionadas.
Los gerentes tenían las facultades que expresamente le conferían las instancias de
gobierno y no necesitaban la autorización especial del administrador o consejo de administración
para los actos que ejecutaban, dentro de la órbita de las atribuciones que les hubieran asignado,
de las amplias facultades de representación y ejecución. Los cargos de administrador o consejero
y de gerente eran personales y no podían desempeñarse por medio de representantes. El
administrador, el consejo administrativo o los gerentes, podían, dentro de sus respectivas

137
facultades, conferir poderes en nombre de la sociedad, los cuales eran revocables en cualquier
tiempo.
No podían ser administradores ni gerentes los que conforme a la ley estuvieran
inhabilitados para ejercer el comercio. Además estos tenían que presentar las garantías que
determinaran los estatutos para asegurar las responsabilidades que pudieran contraer en el
desempeño de sus encargos.
La vigilancia de la sociedad anónima estaba a cargo de uno o varios comisarios,
temporales y revocables, quienes podían ser socios o personas extrañas a la sociedad. No podían
ser comisarios quienes conforme a la ley estaban inhabilitados para ejercer el comercio, los
empleados de la sociedad, y los parientes consanguíneos de los administradores, en línea recta
sin limitación de grado, los colaterales dentro del cuarto y los afines dentro del segundo.
Eran facultades de los comisarios el cerciorarse de la constitución y subsistencia de la
garantía exigida a los administradores, denunciando cualquier irregularidad a la asamblea general
de los accionistas. Exigir a los administradores una balanza mensual de comprobación de todas
las operaciones efectuadas. Inspeccionar, una vez al mes cuando menos, los libros y papeles de la
sociedad, así como la existencia en caja. Intervenir en la formación y revisión del balance anual,
en los términos que establecía la ley. Convocar a asambleas ordinarias y extraordinarias, en caso
de omisión de los administradores o en cualquier otro caso que lo juzgaren conveniente. Asistir
con voz pero sin voto, a todas las sesiones del consejo de administración, a las cuales deberían
ser citados. Asistir con voz, pero sin voto, a las asambleas de accionistas, y en general, vigilar
ilimitadamente y en cualquier tiempo las operaciones de la sociedad.
Cualquier accionista podía denunciar las irregularidades en la administración a los
comisarios, y éstos debían mencionar las denuncias en sus informes a la asamblea general de
accionistas y formular acerca de ellas las consideraciones y proposiciones que estimara
pertinentes. Los comisarios eran individualmente responsables para con la sociedad por el
cumplimiento de las obligaciones que la ley y los estatutos les imponían.
Las sociedades anónimas practicaban anualmente un balance en el que se hacía constar el
capital social, la existencia en caja, las diversas cuentas que conformaban el activo y el pasivo,
las utilidades o pérdidas y los demás datos necesarios para mostrar claramente el estado
económico de la sociedad. El administrador o el consejo administrativo entregaba el balance a

138
los comisarios por lo menos con un mes de anticipación a la fecha de la asamblea general de
accionistas que hubiera de discutirlo, junto con toda la documentación relativa y un informe
general sobre la marcha de los negocios de la sociedad.
Los comisarios formulaban un dictamen con las observaciones y propuestas que
consideraban pertinentes. La falta del balance era motivo para la remoción del administrador o
consejo de administración, o de los comisarios. Quince días después de la fecha en que la
asamblea general de accionistas había aprobado el balance, éste debía publicarse en el periódico
oficial de la entidad.
La asamblea general de accionistas era el órgano supremo de la sociedad, podía acordar y
ratificar todos los actos y operaciones de ésta y sus resoluciones eran cumplidas por la persona
que ella misma designaba, o por el administrador o por el consejo administrativo. Las asambleas
generales se reunían en el domicilio social, si no se cumplía con este requisito las asambleas eran
nulas salvo en casos de fuerza mayor. La asamblea ordinaria se reunía por lo menos una vez al
año dentro de los cuatro meses siguientes a la clausura del ejercicio social y se ocupaba, además
de los asuntos incluidos del orden del día, de discutir, aprobar o modificar el balance, también
nombraba al administrador o a los miembros del consejo y a los comisarios.
Las asambleas extraordinarias se reunían en cualquier tiempo para tratar la prórroga de la
duración de la sociedad, la disolución anticipada de la misma, el aumento o reducción del capital
social, el cambio de objeto, su nacionalidad o la transformación de la sociedad, la fusión con otra
sociedad, la emisión de acciones privilegiadas, la amortización de acciones, y la emisión de
bonos.
En conclusión, las sociedades por acciones eran empresas de carácter absolutamente
capitalistas, los socios participaban en ella exclusivamente como socios accionistas, mientras que
la administración y vigilancia de la compañía, quedaba en manos de personas designadas por la
asamblea de los accionistas, aunque podían presentarse algunos vínculos familiares entre los
socios esta no era una característica esencial de estas compañías.
Las compañías por acciones era el modelo propio de una empresa capitalista moderna, sin
embargo, durante la primera mitad el siglo XIX en Jalisco este tipo de compañías constituía una
escasa minoría, solamente encontramos algunas como propietarias de las grandes fábricas
textiles o de las minas más importantes, no se presentaban en los almacenes comerciales ni en la

139
actividad agrícola y ganadera. Por el contrario, durante el porfiriato las compañías por acciones
comenzaron a multiplicarse lentamente y se ampliaron a otro tipo de actividades económicas,
siguieron presentándose como las propietarias de las principales fábricas textiles en el estado,
pero además, se presentaron en la actividad financiera y crediticia constituyendo bancos, ya sea
como sucursales de bancos nacionales en la ciudad de Guadalajara o como bancos regionales.
Las sociedades por acciones también se presentaron en la construcción del ferrocarril urbano,
continuaron en las minas, y aparecieron en los clubes sociales, las compañías de fomento y de
irrigación agrícola también se organizaron como sociedades por acciones, lo mismo que las
dedicadas al fraccionamiento de terrenos y a la explotación de las haciendas. Hubo compañías
industriales dedicadas a la producción de cemento, a la elaboración de cerveza y de tequila, a la
producción de masa y de harina de trigo que también se organizaron por acciones, sin dejar de
mencionar a las compañías que introdujeron la luz eléctrica y el telégrafo.

CUADRO 32. MOVIMIENTO DE LAS SOCIEDADES MERCANTILES Y DIVERSOS


CONTRATOS PRIVADOS EN EL REGISTRO PÚBLICO DE LA PROPIEDAD DEL
ESTADO DE JALISCO 1891-1910
Concepto/años 1891- 1892- 1894- 1896- 1898- 1900- 1908-
1892 1894 1896 1898 1900 1902 1910
Matrículas de 18 38 40 82 82 86 131
comercio
Sociedades y 31 59 82 128 40 250
Poderes
Contratos Privados 82 5470 5362 5147 7346 9775 1871
Minería 11 50 15 22 2
Contratos diversos 6 13 3 5 13 4
250
Fuente: Memorias de Gobierno de los Gobernadores del Estado de Jalisco (1882-1911) .

Durante todo el porfiriato en el estado de Jalisco, la formación y constitución de nuevas


compañías fue en aumento, de acuerdo a los informes presentados por los gobernadores del
estado a lo largo del período el número de nuevas matrículas de comercio se incrementó

250
La información para años anteriores se desconoce debido a que el Registro Público de la Propiedad del Estado de
Jalisco se reorganiza definitivamente el 16 de septiembre de 1883. La información fue tomada de las Memorias de
Gobierno presentadas por los Gobernadores de Jalisco durante el período de 1882-1911. Urzúa Orozco, Aída y
Hernández Z. Gilberto. Jalisco Testimonio de sus gobernantes. Guadalajara, UNED-Gobierno de Jalisco, 1988.
Tomo. II.

140
considerablemente, pues cada año se registraba un mayor número de ellas en el registro de la
propiedad. Lo mismo acontecía con otros rubros como el registro de sociedades y poderes, y los
contratos privados. Sin embargo, y por que el estado no era una región minera importante, el
registro de compañías minera fue muy variable. De esta manera, el registro de nuevas compañías
y sociedades constituía un signo de estabilidad y buenos tiempos, por lo que los empresarios se
decidían a formar nuevas compañías y a hacer numerosas transacciones privadas.
Para observar en mayor detalle el proceso de formación de las compañías hicimos un
estudio sobre éstas a través de las escrituras públicas que los socios registraban ante los notarios.
Nuestro trabajo se ocupó de 410 sociedades que se registraron ante diferentes notarios, durante el
período que va de 1870 a 1920, el problema al estudiar este proceso fue que no contamos con la
totalidad de las sociedades formadas debido a la dispersión que había de las escrituras de
sociedades entre un gran número de notarios, por lo que presentamos los datos oficiales al
respecto en el cuadro anterior y aquí nos limitamos a una muestra representativa de este
fenómeno251.
Podemos aclarar que la información sobre las compañías son sólo indicios de un
fenómeno económico, pero que nos detalla aspectos que no están contemplados en las
estadísticas globales elaboradas por el estado. De las 410 compañías de la muestra el mayor
número de ellas lo constituyeron sociedades dedicadas al comercio, seguidas muy por debajo de
las sociedades industriales, lo cual reafirma una característica que la ciudad de Guadalajara
presentó desde finales del siglo XVII, la de ser el centro comercial más importante del occidente
de México, es en esta ciudad donde la mayor parte de las compañías mercantiles e industriales
tienen su domicilio. Esto también confirma las opiniones acerca de que el capital comercial
predominaba tanto en el número de establecimientos como en el capital total que manejaba, las
227 compañías comerciales sumaban un total de $10'252,190.00, por sobre los capitales
dedicados a otras actividades; el capital social de las 82 sociedades industriales registradas
sumaba en conjunto $5'044,199.00; las 47 compañías agrícolas representaban un capital total de
$1'639,495.00; en tanto que las 31 compañías mineras sumaban un capital conjunto de
$1'078,112.00; por otra parte, las instituciones de crédito en su corto número de 11 concentraban

251
La información se tomó de varios notarios cuyos protocolos y libros de documentos se encuentran en el Archivo
de Instrumentos Públicos de Jalisco, (AIPJ).

141
un capital de $6'224,000.00; mientras que las cuatro compañías dedicadas al transporte
presentaban capitales por un volumen de $5'540,000.00.
Sin embargo, al comparar por unidad las compañías mercantiles, generalmente
constituidas como sociedades colectivas simples o en comandita; con las compañías agrícolas,
industriales, financieras y de medios de transporte, resulta que las empresas comerciales estaban
constituidas por un reducido número de socios y el capital social que manejaban era muy
pequeño. Por el contrario, las empresas industriales y agrícolas, tienen un poco más de socios y
manejan un capital social más grande que las compañías comerciales. Muy lejos están los
negocios mercantiles de las grandes compañías industriales, financieras y de transporte, por lo
regular constituidos como sociedades por acciones, cuyo volumen de capital social es
considerablemente elevado, si lo comparamos con el que manejan las empresas mercantiles. Otro
elemento que acentúa la diferencia entre unas y otras compañías es el plazo de duración al que
estaban proyectadas, las compañías mercantiles duran en promedio unos siete años, mientras que
todas las empresas de otros giros duran en promedio más de 7 años.
Así pues, con estas comparaciones pretendemos relativizar la importancia del capital
comercial en la región, si sumamos el capital social que cada una de las compañías comerciales
manejaba, tenemos que el total es mucho mayor que el que concentraban la demás compañías
ordenadas de acuerdo al tipo de actividad que desarrollaban.

CUADRO 33. CONSTITUCIÓN DE SOCIEDADES EN JALISCO 1876-1920


(Promedios)
Giro de las Total de Socios/ Capital/ Duración Gastos/
compañías compañías Compañía compañía años/Cia socio
Agrícolas 47 2.63 $ 56,534 7.39 $ 183
Industriales 82 3.01 72,060 9.66 140
Mercantiles 227 2.8 53,676 7 133
Mineras 31 3.57 43,124 50.21 100
Crédito 11 5.12 565,818 23
Transporte 4 5.21 277,000 20
Editoriales 2
Pesqueras 1
Artísticas 1
Juegos 1
Clubes 3

142
Total 410
Fuente: AIPJ. Libros de Protocolos de varios notarios.

Esto se debía a que las compañías comerciales eran un gran número de pequeños y
medianos comercios dispersos en las ciudades y pueblos más importantes de Jalisco, pero que se
concentraban en gran parte en la ciudad de Guadalajara. Las compañías, agrícolas, industriales y
de crédito, eran muy pocas en número, pero por unidad concentraban un volumen de capital
mucho mayor que las negociaciones mercantiles, lo cual muestra el peso y la importancia de
estas compañías en Guadalajara, a pesar de su escaso número. Esto no quiere decir que el capital
comercial no siguiera siendo el más importante en la región y que predominaba sobre las otras
actividades, pues también se hayaban empresas mercantiles con volúmenes de capital muy
elevados, así como se registraba una buen número de compañías industriales que realmente eran
pequeños talleres artesanales, con capitales muy escasos.

CUADRO 34. DISTRIBUCIÓN DE LAS COMPAÑÍAS POR EL CAPITAL INVERTIDO


1876-1820
Capital social Núm. Agrí- Crédito Industr Comer Mine- Transp
(pesos) Cías cola ia cio ras orte
1 millón o más 7 0 2 2 3 0 0
100,000-999,999 30 4 4 3 16 2 0
20,000-99,999 58 7 2 13 32 3 1
10,000-19,999 51 4 1 10 28 5 1
100-9,999 191 14 2 41 111 14 5
Fuente: AIPJ. Libros de Protocolo de varios notarios.

En algunas compañías se especificaba las cantidades de dinero de las que podían disponer
los socios mensualmente para sus gastos particulares, lo cual se entendía que se rebajarían de las
utilidades que a cada socio le correspondieran al final del año, esto es lo que representa las
cantidades de la columna de gastos/socios dos tablas arriba. En este rubro, también las
compañías comerciales están por debajo de las industriales y las agrícolas, pues en estas últimas
los socios podían disponer de una cantidad de dinero más alta para sus gastos particulares.

143
CUADRO 35. FORMACION DE COMPAÑÍAS EN JALISCO 1870-1920

Quinquenio Total Industri Comerc Mine- Crédito Transp Agrí


a io ras orte cola
1870-1875 5 4 1
1876-1880 31 4 19 1 1 2 4
1881-1885 50 12 31 1 1 5
1886-1890 34 5 19 1 9
1891-1895 28 4 19 1 1 4
1896-1900 36 10 19 1 1 6
1901-1905 64 9 36 5 3 9
1906-1910 62 10 26 14 3 4
1911-1915 57 13 35 2 4
1916-1920 43 11 22 6 1 1 2
Sumas 410 82 227 31 11 4 47
Fuente: AIPJ. Libros de Protocolos de varios notarios.

La formación y constitución de sociedades nuevas se mantuvo a lo largo del porfiriato,


pues el período de estabilidad política y económica que garantizaba el régimen de Díaz,
motivaba a los capitalistas a llevar a cabo sus empresas sin grandes temores y sobresaltos,
aprovechando el marco legal que les garantizaba toda la libertad de acción para buscar los
beneficios y ganancias que esperaban obtener de sus empresas. De esta manera se fundaron
nuevas compañías o se renovaron las ya existentes, las variaciones de una año a otro en este
sentido no son muy significativas. La mayor frecuencia se presenta, por año o por quinquenio, en
la formación de compañías comerciales, seguida con gran distancia por la formación de
compañías industriales.
Toda la teoría económica coincide al menos en el punto de que el capital y los capitalistas
organizan de una forma distinta y revolucionaria las actividades económicas a las que se dedican,
desde la producción hasta el comercio. Su lógica es la de invertir capital en mercancías y medios
de producción para obtener ganancias y beneficios, ese es el interés que une a algunos
capitalistas para reunirse y formar empresas, sus miembros se asocian libremente buscando su
propio beneficio, hay un propósito bien establecido y sujeto a reglas y acuerdos por parte de los
socios, en este sentido las empresas que forman los capitalistas tienen un carácter plenamente
moderno, en ellas cada unos de los socios aporta su capital y sus bienes para dedicarlos a la

144
actividad económica específica a la que se va a dedicar la empresa. De esta manera, los
empresarios capitalistas no sólo revolucionan el sistema de producción, sino que lo organizan
con el propósito de lograr un fin, que en última instancia es la realización de sus beneficios y
ganancias252.
Es innegable que este tipo de empresas existían de forma numerosa en las principales
ciudades del porfiriato, dedicadas a distintos giros económicos, tanto a la industria como al
comercio, pero también las había en la minería y en la agricultura, mucho más importantes
fueron las sociedades que se constituyeron como bancos en distintas ciudades del país.

V.2 La Cámara de Comercio de Guadalajara


A lo largo del siglo XIX, pero sobre todo a partir del porfiriato se empiezan a consolidar
determinados grupos de empresarios en el estado de Jalisco, cuyo centro de operaciones fue la
ciudad de Guadalajara, su actividad se extendía a varios sectores que en conjunto se
complementaban logrando una red más o menos articulada de negocios. Por tal motivo, los
comerciantes e industriales fundaron en junio de 1888 la Cámara de Comercio de Guadalajara
que incluía a las principales firmas comerciales e industriales de la ciudad, entre sus objetivos
destacaban la tarea de fomentar el comercio, la agricultura, la industria local, proteger el taller
artesanal y fomentar la creación de un banco de crédito regional. Los socios fundadores y su
primera Junta Directiva fueron: Juan Somellera (presidente), Justo Fernández del Valle (vice-
presidente), y como vocales Eduardo Collignon, Gabriel Castaños, Fernando de la Peña, Trinidad
Zúñiga, Adolfo H. Barriere, Julio Rose, Lic. Rafael López y Manuel Corcuera y Luna253.
Desde sus inicios la Cámara de Comercio procuró fomentar todas las actividades
económicas de la región, cuidando los intereses de sus representados y editando el periódico "La
Gaceta Mercantil", con información relevante para los socios, sobre todo un registro de precios
de las mercancías en distintas plazas del estado de Jalisco, así como de ventilar públicamente y
opinar sobre los principales problemas sociales, políticos y económicos que ocurrían en el
estado. Cada año se renovaba la junta directiva de la Cámara, por ello los puestos directivos eran
ocupados por diferentes socios en cada período. Durante la última década del siglo XIX se
registraban en los censos oficiales cerca de 20,000 comerciantes en el estado de Jalisco, de los

252
Weber, Max. 1987. p. 55-56. Schumpeter, Joseph A. 1983. T.I, p. 181.
253
AHJ. F-9-888. GUA/119.
145
cuales 60 se agrupaban en la Cámara de Comercio de Guadalajara, y para 1908 la Cámara de
Comercio ya agrupaba a 92 firmas comerciales en las que de hecho se concentraban los capitales
comerciales e industriales más poderosos del estado254. Fue en este año cuando un proyecto de
ley del gobierno federal trató de convertir a las Cámaras de Comercio existentes en el país en
Cámaras Nacionales, con el objetivo de que éstas representaran, gestionaran y opinaran sobre los
asuntos importantes que ocurrían en el país y en cada estado o ciudad. Además de establecer una
relación estrecha entre las demás cámaras nacionales y extranjeras. Las cámaras podían ser
árbitros en los litigios entre comerciantes, corredores y comisionistas, pero también podían ser
mediadores en los conflictos entre patrones y trabajadores. Igualmente las cámaras de comercio
debían de fomentar la enseñanza comercial, industrial y marítima entre sus agremiados, y
organizar servicios de información comercial255.
El 18 de enero de 1910 se celebraron elecciones en la Cámara de Comercio de
Guadalajara para elegir a su junta directiva entre los 97 miembros que figuraban entre su
directorio, como presidente de la misma quedó Abraham Gallardo; Alfredo Morfín Silva como
tesorero y Felipe Vázquez Aldana fue nombrado secretario. Entre los vocales se encontraban
Federico G. Kunhardt, Eduardo Collignon, Manuel Crespo, Damián Barbosa, Luis Rosas, José
G. Rivas, Luis Guizar Valencia, Bernardino Germán, Luis de la Mora, Elpidio Alvarez y E.A.
White256. Hacia este año la Cámara de Comercio de Guadalajara seguía manteniendo relaciones
cordiales con el gobierno de Jalisco y con el de la república, manteniendo en "perfecta armonía"
los intereses del comercio con los de la hacienda federal y estatal, según estimaban los directivos
de la Cámara de Comercio. Por su parte, los directivos de la Cámara siguieron promoviendo el
desarrollo comercial e industrial de la región, demandando la ampliación de las vías férreas y la
reducción de fletes en el estado de Jalisco, tramitando las demandas de sus agremiados ante el
gobierno estatal y federal. También siguieron estableciendo vínculos con otras cámaras de
comercio en el país y con la Cámara Agrícola Nacional Jalisciense que agrupaba a los
principales terratenientes de la región257.

254
Aldana Rendón, Mario. Jalisco desde la revolución. Del reyismo al nuevo orden constitucional, 1910-917.
Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1987. p. 66.
255
Arana Cervantes, Marcos. 100 años en la vida de Guadalajara. Guadalajara, Cámara Nacional de Comercio de
Guadalajara, 1990. Tomo I. pp. 63-65.
256
AHJ. F-9-910. Caja F-97 bis.
257
La Gaceta Mercantil, abril de 1911 y Enero de 1912.
146
La Cámara de Comercio de Guadalajara, después de una etapa de estabilidad y progreso,
sorteó de manera muy accidentada el período revolucionario, sus socios fueron el blanco de los
impuestos extraordinarios y de los préstamos forzosos de los revolucionarios, y en algunos casos
sufrieron directamente la violencia de los enfrentamientos armados en sus negocios. Pero lo que
más les afectó fueron los problemas que resultaron en la actividad económica debido al conflicto
militar. A partir del triunfo constitucionalista, el comercio se volvió a reactivar y las cámaras de
comercio del país, entre ellas la de Guadalajara, se organizaron y respondieron a los lineamientos
dictados por el nuevo gobierno revolucionario258.

CUADRO 36. SOCIOS DE LA CAMARA DE COMERCIO DE GUADALAJARA


EN 1884
JUNTA DIRECTIVA PARA 1894
Vocales Propietarios: Suplentes:
1° Justo Fernández del Valle ( Presidente) Manuel Stampa
2° Narciso Corvera Canuto Romero
3° Luis Rosas Carlos Basave
4° Jacobo Navarro (Tesorero) Ramón Castañeda y Palomar
5° Eduardo Collignon Luis G. Palomar
6° Julio Rose Jesús Álvarez
7° Pablo Navarrete Rafael R. Vela
Lic. Tomás V. Gómez (Secretario)

LISTA DE LOS SOCIOS ACTIVOS :


Álvarez y Gutiérrez Gortázar Manuel
Amberg y Velad Henonin y Cortina
Ancira Hnos. Heymann Sucesor A.
Asencio Jesús Jaacks Juan
Banco de Londres y México (Sucursal) Kunhardt y Rose
Banco Nacional de México (Sucursal) Kunhardt , Teodoro Sucesores
Bartholly y Cia. Sucesor Larreátegui Jesús
Basave y Cia. Lébre Barriere y Cia . E.
Behn y Cia. Leñero Juan S.
Blume y Cia. Lions Remigio
Bosque y Cia. Sucesores Martínez Negrete Francisco
Castañeda y Palomar Ramón Mora e Hijos Ramón de la
Castillo y Zúñiga Navarrete Pablo
Collignon y Cia. Ed. Navarro Jacobo
Collignon y Cia. Julio Otero Ricardo

258
Arana, 1990. T. II, pp. 79-83.
147
Corcuera Manuel L. Palomar y Alvarez del Castillo
Cortina José Palomera Esteban l.
Corvera Narciso Pérez Lázaro
Cuesta Manuel M. Remus Enrique J.
Droguería Universal Remus Hijas de
Fernández del Valle Hnos. Romero Antonio
Fortoul Teófilo Romero Canuto
Fortoul y Chapuy Romero de Parra y Cia. E.
Galíndez Daniel Sauza Cenobio
García León Stampa Manuel
Garibay Francisco G. Torres Morfín Félix
Garibi José Ugarte Francisco
Gas y Cia. Vázquez Francisco
Gil Agustín Verea Hnos.
Gómez José María Zavala y Ornelas

Fuente: Arana Cervantes, Marcos, 100 años en la vida de Guadalajara, Guadalajara, Cámara de
Comercio de Guadalajara, 1990. Tomo I, pp. 72-73.

CUADRO 37. SOCIOS DE LA CAMARA DE COMERCIO DE GUADALAJARA


EN 1911
JUNTA DIRECTIVA
Vocales Propietarios: Vocales Suplentes:
1° Abraham Gallardo (Presidente) Joaquín Souza
2° Fedrico del Castillo Pedro F. Bohígas
3° Alfredo Morfín Silva (Tesorero) Teófilo Lébre
4° Benardino Germán Fabián Alonso
5° Luis B. de la Mora Alfredo Lébre
6° Ignacio F. Sahagún Rafael Ochoa
7° Ignacio Vizcayno J. Inés Velasco
Lic. Felipe Vázquez Aldana (Secretario.)

LISTA DE SOCIOS EN
ACTIVO:
Aréchiga y Andrade Carroll W.B. Ochoa Salvador
Cervecería Cuahutémoc Cortes y Salcedo Pulsen y Cia.
Alonso Fabián Cia. Impresora Americana Pellandini C.
American Banking Co. Fortoul Bec y Cia. Portillo Hnos. y Cia.
Guadalajara
Araiza Ramón Fernández del Valle Justo Peña y Cia. Sucs.
Aguilar y Hno. Graciano Favier y Cia. Parisiense
Araiza, Michel y Cia. Fredenhagen Reinaldo Ruiz y Lobato
Ancira y Hno. Sucs. Gabriel y Sthal Romo y Cia. Jesús M.
Álvarez Elpidio Gallardo Abraham Remus Sucesora, Hijas de
148
Argüeyes y Bohigas Gonthier J. Francisco Rolleri José
Banco de Aguascalientes Guizar y Cia. Robles Lucio
Banco de Jalisco Guizar González José María Rodríguez e Hijo, Pablo
Banco de Londres y México Gómez José María Sahagún y Sánchez Ortega
Banco Nacional de México González Miguel F. Somellera Manuel
Bellón, Agarreca y Cia. Gas y Cia. L. Silva Sucr. Francisco M.
Sucs.
Bianchi Francisco González Michel F. Soc. Mutualista/ Panaderos
Blume y Cia. Sucs. Guadalajara Grocer Co. Tiran y Hno. J.
Brun y Cia. A. Ham Andrés Tardan Hnos. Sucursal
Brun José Hering Carlos Torres Luna Daniel
Bloch y Cia. Gustavo Harrison Luis J. Uribe Valencia Hnos.
Bosque Sucr. M. Ibarra Hnos. Venegas Esteban
Becerra Joaquín Kunhardt Federico y Villaseñor Bernardino
Guillermo
Camarena y Corcuera Kipp Juan H. Vizcaino y Hnos. Miguel G.
Comercial Banking Co. Ltd. Kaiser Juan Wartenweiler Jorge
Cia. Telefónica Jalisciense Lebre y Cia. E. Wagner Leveien
Cia. Industrial de La Perla Waters Pierce Oil Co.
Guadalajara
Cia. Industrial de López Noriega y Cia. West End Realty Co. Guad.
Almacenaje
Cia. Mexicana de Petróleo Martínez Gallardo Cástulo Zavala y Ornelas Escudero
Corvera Hnos. Morales Rubio Ignacio Zúñiga Jesús
Collignon y Cia. Eduardo Monraz Miguel
Cuervo José Mosler Bowen y Cook Sucs.
Collignon Julio Mora Vda./Hijos de José
dela
Castillo Federico del Ochoa y Cia.
Conte Próspero Ochoa Rafael
Fuente: La Gaceta Mercantil, abril de 1911.

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CONCLUSIONES:
El análisis de estos empresarios de nacionalidad extranjera en Guadalajara durante el porfiriato
nos ha servido para explicar el proceso formativo del capital en el occidente de México. En
primer lugar destaca la importancia del capital comercial como origen y punto de partida de
muchos capitales industriales y agrícolas, la mayor parte de las fortunas de estos empresarios
tuvieron su origen en las actividades comerciales realizadas en un primer momento, una vez
consolidadas sus fortunas y negocios, estos empresarios extranjeros expandieron sus inversiones
a la industria, a la minería, a la agricultura y a la banca, comprando y fundando fábricas textiles,
minas, haciendas y bancos. En segundo lugar, aclaramos la diferencia entre capitales de origen
regional y los capitales de origen externo, la mayor parte de los extranjeros que llegaron a
Guadalajara durante el siglo XIX no trajeron capitales provenientes de sus países natales, o si lo
hicieron, era en cantidades muy pequeñas, las fortunas que lograron amasar fueron producto de
las actividades económicas que realizaron dentro del espacio regional o dentro del territorio
mexicano, capitales que se reinvirtieron constantemente en la misma región, por lo que deben ser
considerados como capitales locales, aunque sean propiedad de empresarios de nacionalidad
extranjera. La inversión propiamente extranjera, aquella que traslada capitales desde los países
industrializados a México no acompañó a estos empresarios extranjeros. Sin embargo, estos
empresarios no hubieran podido enriquecerse sin el apoyo y la ayuda de las firmas comerciales
que tenían su origen en los países europeos, quienes les otorgaban créditos y les prestaban algo
de capital para realizar sus actividades dentro del territorio mexicano, también se beneficiaron de
los circuitos mercantiles a nivel internacional sirviendo como intermediarios entre el espacio
regional del occidente de México y las regiones productoras de Estados Unidos y Europa.
Los empresarios extranjeros que hemos estudiado en este trabajo llegaron muy jóvenes,
entre los 20 y los 40 años, solteros y con muy pocos recursos. Provenían de regiones de Europa
muy pobres que nada les ofrecía a estos ambiciosos migrantes, por lo cual salieron de su tierra
natal, pertenecían a las clases bajas y no traían consigo más que una instrucción básica y un
férreo deseo de hacer fortuna en México. De esta manera, las regiones que acogieron a estos
inmigrantes, como la de Guadalajara, recibieron a jóvenes ambiciosos que durante un largo
proceso de aprendizaje llegarían a convertirse en empresarios talentosos que tuvieron un éxito
incuestionable al amasar una fortuna considerable e integrarse a la élite regional. Dicha
integración se produjo por diversos mecanismos, entre ellos los matrimonios con las hijas de las
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familias de la élite local, las relaciones familiares, el compadrazgo, las amistades, y la
constitución de compañías en comandita y sociedades por acciones, en donde los empresarios
extranjeros se asociaban con los capitalistas locales y nacionales.
Sus empresas tuvieron siempre una lógica capitalista, independientemente del giro al que
se dedicaran, ya fueran estas comerciales, agrícolas, industriales o financieras. Sin embargo, no
tuvieron la misma estructura organizativa durante todo el período, algunas de las empresas de
estos extranjeros se constituyeron como empresas familiares, donde los miembros estaban
relacionados exclusivamente por vínculos de parentesco; en otros casos se constituyeron como
empresas en comandita simple, en la cual los socios ya no eran forzosamente parientes y se
establecía una diferenciación entre socios capitalistas y socios industriales. Finalmente, los
empresarios extranjeros se vincularon con empresarios nacionales al constituirse las sociedades
por acciones, a donde concurrieron un mayor número de socios y un mayor volumen de capital,
en éstas hubo una separación entre los capitalistas y la dirección de la empresa, estableciendo un
consejo directivo. También se vincularon a otros empresarios al constituirse la Cámara de
Comercio de Guadalajara que aglutinó a empresarios locales, nacionales y extranjeros, pero en la
cual los extranjeros radicados en Guadalajara desempeñaron un papel protagónico.
Los intereses y las relaciones económicas de estos empresarios extranjeros no se
limitaron al ámbito regional de Guadalajara, sino que se extendieron por el occidente de México
hasta las costas y puertos del Pacífico, abarcando los estados de Colima, Jalisco, Nayarit y
Sinaloa, hacia el norte se extendieron hasta Durango y Zacatecas, y hacia el centro de México,
sobre todo con Guanajuato y la ciudad de México. Estos empresarios fueron innovadores en el
sentido schumpeteriano, no porque fueron inventores de nueva tecnología, sino porque aplicaron
nuevos métodos de producción, introdujeron nueva tecnología en sus fábricas y empresas,
establecieron nuevos circuitos mercantiles, modificaron las formas de organización de sus
empresas y emprendieron nuevos negocios que antes no existían, es decir, fueron innovadores
porque hacían nuevas combinaciones entre los distintos factores productivos. Sin embargo, hay
que señalar que en esto no fueron los únicos, también los empresarios mexicanos desarrollaban
estas mismas tácticas y estrategias en sus empresas y negocios, de tal manera que no había una
gran diferencia entre la mentalidad empresarial de los empresarios extranjeros y la de los
mexicanos.

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El porfiriato fue la era dorada para la formación y expansión de las empresas de estos
empresarios extranjeros, fue en este periodo cuando más capital acumularon y acrecentaron sus
fortunas individuales y familiares. Hacia la segunda década del siglo XX se les presentaron
serias dificultades a nivel regional, nacional e internacional, los acontecimientos de la revolución
mexicana y la primera guerra mundial, cambiaron radicalmente el panorama social, político y
económico en México y en el mundo, estos empresarios tuvieron que adecuarse a las nuevas
condiciones para seguir subsistiendo como empresarios en el nuevo contexto nacional e
internacional, el éxito de ello resultó en una larga continuidad de sus empresas durante gran parte
del siglo XX en Guadalajara.

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ARCHIVOS CONSULTADOS:
Archivo Histórico de Jalisco (AHJ).
Archivo Municipal de Guadalajara (AMG).
Archivo de Instrumentos Públicos del Estado de Jalisco (AIPJ).
Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. Fondos Especiales. Hemeroteca (BPEJ.FE).

HEMEROGRAFÍA:
La Gaceta Mercantil. Guadalajara.
El Mercurio. Guadalajara
La Gaceta de Guadalajara. Guadalajara

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