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Primer Encuentro de Sociología en la UAM

Octubre 2007

La Sociología en el Siglo XXI, dilemas, retos, perspectivas.

Mesa 3. Movimientos Sociales y Participación Ciudadana I

“Estrategias de vida de las clases medias en México”

Ana Helena Treviño Carrillo y Ma. Teresa Mckelligan Sánchez.


helenatrevino@yahoo.com, mckelligan@prodigy.net.mx

Centro de Estudios sobre la Ciudad


Universidad Autónoma de la Ciudad de México

El tema de las clases medias pareciera haber desaparecido de los estudios


sociales en México. Otros países latinoamericanos por el contrario, resaltan el
papel protagónico en algunos casos, de estos sectores enfrentados a una crisis
que tiene ya una larga duración. Los motivos u orígenes de esta crisis puede
ser un camino para analizar el papel de estos grupos en sociedades
cambiantes y polarizadas que, frente a las expectativas de movimientos
sindicales o populares, contraviene la lógica de muchos estudios sociológicos
en relación a la conformación de su protesta y los objetivos planteados fuera
del alcance revolucionario. Estaríamos, tal vez, dentro de un panorama que liga
lo económico con lo cultural y en algunos casos, con lo político, sin transgredir
límites ni proponer transformaciones radicales.

Una vertiente que puede ayudar a discernir la situación de crisis de los sectores
medios, proviene del tema de la desigualdad. En nuestros países en mayor
medida que los desarrollados, vivimos de manera permanente dicha
desigualdad y la enfrentamos también de manera desigual. Como señala
Cordero Ulate (2004), para las regiones europeas, la sociedad de clases ha
sufrido un ascenso en los últimos años, “Los trabajadores se sienten de clase
media aunque la clase media ahora sea distinta. Los pobres son menos pobres
si se miraran a sí mismos hace treinta años” Esto aunado a la idea central de
Beck sobre la individualización, “… que ha diluido las adscripciones de clase y
sus correlatos organizativos, los sindicatos, los partidos, los movimientos etc.
“Yo soy yo”, en un universo social de inconsciente individualismo parece ser la
tónica dominante en el planteamiento de este autor. “ (Cordero Ulate, 2004:1).

Otro autor, sumamente conocido en lo referente a la temática de los


movimientos sociales, Alain Touraine, “… reconocerá la presencia de una
sociedad francesa en crisis y a diferencia de Beck verá una crisis política social
en curso en medio de la cual los sindicatos (viejos movimientos sociales)
siguen teniendo un gran protagonismo, pero de acuerdo a ese autor serían
acciones sin futuro, pues en cierto modo la mundialización y sus secuelas son
igualmente inexorables. El futuro lo tienen los movimientos sociales de
“carácter cultural” los verdaderos excluidos que reclaman espacios de
reconocimiento, esto es por ejemplo, migrantes, los sin papeles, los sin techo,
los enfermos de SIDA, etc. En cierta forma la perspectiva de Touraine (1999)

1
es también pesimista para las clases medias, en este caso de origen estatal,
pues la globalización y su homogenización proletarizadora no tiene regreso.”
(Cordero Ulate, 2004:1)

Si en Europa podemos decir que se asiste a una continuidad de las


desigualdades, mediatizada por el ascenso de la misma sociedad de clases
que en su conjunto ha subido un piso, en Latinoamérica la situación es
absolutamente diferente. La gran parte de nuestros países con una clase media
reconocida como moderna (por lo menos desde mediados del siglo XX) ha
establecido en periodos agudos de crisis, formas intermitentes de movilización
y protagonismo social para paliar, enfrentar o resolver dicha crisis que los ha
llevado y según datos de la CEPAL (2004) ha ser parte, cada vez en mayor
medida, de clases bajas o de grupos populares. Esto es, las sociedades
latinoamericanas lejos de continuar con una diferenciación gradual de las
clases se enfrenta ahora a una polarización mayor entre clases altas y bajas y
a una disminución de los sectores medios, tendientes cada vez mas a engrosar
a los sectores bajos de la población. Es así que el tema de la desigualdad
puede servir como hilo conductor para intentar explicar una de las formas
activas de la movilización de los grupos medios de nuestras sociedades
actuales.

Otra perspectiva que podría desentrañarse se relaciona con la construcción de


practicas ciudadanas para algunos o de participación ciudadana para otros.
¿Que significa esto? Que en sociedades como las nuestras y en particular, la
mexicana, no es casual que uno de los procesos mas largos que hemos tenido
es la conquista de derechos políticos expresados no solo en el voto sino en el
respeto a la diversidad, en el reconocimiento de los otros, en la aceptación de
la multiplicidad social. Se pasaría entonces de una ciudadanía pasiva a formas
organizativas y de acción social, rompiendo con viejos mecanismos clientelares
y/o corporativos, en los que la clase media siempre ha jugado un papel central
al ser el mecanismo de neutralización de los conflictos, sobre todo con los
grupos populares. Baste señalar que en la masacre del 68, numerosas familias
clase medieras apoyaron las acciones del presidente a fin de preservar el
orden del buen gobierno, y de transmitir una imagen de intachable modernidad
de un país que pocos días después recibiría a miles de visitantes extranjeros
para los juegos olímpicos.

Un tercer camino seria expresado básicamente en términos culturales, que no


dejan de ser prácticas sociales expuestas en formas discursivas y actuantes
alrededor de imágenes y representaciones existentes sobre los sectores
medios. Con esto nos referimos a lo que denominamos estilos de vida que
comportan estrategias cotidianas sobre formas actuantes de valorización en
torno a bienes, consumos, servicios y que producen imágenes del buen decir,
del buen vivir y del buen comportamiento de estos grupos. Así también implica
generar valores sobre maneras de sostenerse en este estilo, el como
preservarlo y evitar, a toda costa, perderlo.

En este texto trataremos de indagar sobre tres posibilidades que nos permitan
explicar las formas que estos sectores medios desarrollaron para enfrentar una
crisis económica, generando una protesta social por reconocer y preservar sus

2
derechos dentro del denominado Barzón Metropolitano, explicitado muchas
veces también como movimiento de deudores, al establecer temas que
apuntan no solo a mantener estilos de vida, sino además, a romper con
métodos tradicionales de actuar de estos mismos grupos para pasar de ser
ciudadanos pasivos a protagonistas de su propia lucha social.

Posibilidad Uno. La estructura de polarización económica

Ya desde los años ochenta, América Latina se enfrentaba a una situación que
Guillermo O‘Donnell (199)) denomino como “un escándalo”. “En 1990, el 46 por
ciento de los latinoamericanos vivía en la pobreza y cerca de la mitad de ellos
eran indigentes carentes de recursos para satisfacer necesidades
fundamentales. Sumado a la pobreza estaba el problema de la desigualdad: los
ricos eran más ricos mientras que aumentaba la cantidad de pobres. Este dato
estructural fue determinante para revelar la naturaleza adquirida por la clase
media a partir de entonces. Si en las décadas previas un conjunto de “cuellos
de botella” disfuncionales impedía la tendencia hacia su homogenización, hacia
los años noventa la vimos resumida prácticamente en dos fracciones bastante
diferentes: de un lado, los que consiguieron navegar exitosamente en medio de
las continuas crisis económicas y los planes de estabilización y, por el otro
lado, la que cayó en la pobreza o está cerca de atravesar la línea que la separa
de ésta.” (Toche et al, 2003:3)

Otra autora llama a este proceso de polarización los ganadores y perdedores.


Los primeros, “…representados por las élites planificadoras, los sectores
gerenciales y profesionales, los intermediarios estratégicos, en fin, una
heterogénea clases de servicios. Por otro lado, encontramos un vasto y
heteróclito conglomerado social de “perdedores”, entre los que se cuentan
importantes sectores de la clase media tradicional y de servicios que hoy sufre
los efectos de la descalificación social y la precarización laboral, así como un
creciente y nuevo proletariado, confinado a realizar las tareas menos
calificadas que requiere la economía de servicios.” (Svampa, 2004: 55/56).

Esta situación es también reveladora para el caso mexicano, Huesca enfatiza


que el problema de la distribución de los recursos y los ingresos conduce a una
polarización que incluye la desaparición de la clase media “… entendida como
un debilitamiento de los grupos de ingreso medio a costa de un aumento de los
grupos extremos rico y pobre, formando dos polos bien definidos y
diferenciados entre sí en la distribución” (Huesca,2004:3) 1 Esto quiere decir,
que aquellos indicadores económicos que se utilizaron para calcular la
proporción de la población que pertenece a este grupo, tales como: el
desarrollo de las ciudades, el crecimiento del sector servicios de la economía,

1
Huesca analiza a familias de clase media en México usando características socioeconómicas
del hogar y refiriendo los datos sobre el jefe de familia en relación a: nivel educativo (sin
estudio hasta posgrado), ocupación (distinguiendo entre funcionario, directivo o gerente y
profesionista, técnico especializado o trabajador de la educación); posición en el trabajo
(distinguiendo entre empleado y obreros asalariados, empresario, trabajador por cuenta propia
y pensionista); rama de la actividad por sector (agrícola, industrial, servicios); ubicación del
hogar (zonas urbanas locales y metropolitanas o rurales de alta o baja densidad). (Huesca,
2004:10)

3
una mayor complejidad de la estructura del empleo, cambios en la distribución
del ingreso, o indicadores indirectos como fue la expansión de la educación,
especialmente en los niveles medio y superior, dejan de tener contenido
cuando en los procesos de distribución, la situación de los grupos sociales se
polariza.

En México, los años de 1994 y 1995 fueron determinantes para los grupos de
clase media ya que estos pasaron a formar parte de los hogares de grupos
pobres. Esto se fue agravando con el tiempo y para el año 2000 existe una
reducción de casi 6% de hogares de clase media con respecto a 1984; en tanto
los hogares de los grupos ricos crecieron dentro del mismo periodo con igual
porcentaje (Huesca,2004:16). 2 Las variables de pertenencia a la clase media
eran claras en 1984; que el jefe de familia tuviera estudios primarios y
secundarios, ser trabajador del sector servicios, estar sindicalizado y residir en
zonas urbanas. Para el año 2000 la situación cambia ya que el jefe de familia
aún teniendo estudios primarios, residir en zonas urbanas y ser asalariado no
garantizaba su ingreso a los grupos medios. Es más, para esa fecha se da un
incremento del 10% de hogares pobres relacionado sobre todo con el
desarrollo de las actividades agrícolas, de obreros, artesanos y de asalariados.
Por otro lado, los estudios en ambos periodos muestran que si en 1984 tener
licenciatura y posgrado consolidaba la pertenencia a una clase de altos
ingresos, en el 2000 estos estudios se distribuyen solo para la clase media y
rica (Huesca,2004:21 a 24).

“En suma, la tendencia al desplazamiento de los grupos medios hacia la parte


baja de la distribución tiene mayor incidencia sobre las características de la
educación, la posición y la ocupación, que a su vez coinciden con el grupo de
pertenencia de los asalariados, los trabajadores por cuenta propia, los de la
educación y los obreros” (Huesca,2004:18). La pérdida de elementos
estructurales, basados sobre todo en las posibilidades de acceso a bienes y
servicios (vertidos en educación, salud, vivienda, empleo), contiene aspectos
que pueden explicar una creciente inconformidad entre aquellos grupos de
clase media que sufren estas consecuencias. Es un hecho que la crisis del 94
tuvo un efecto diferenciado, ya que fueron los sectores medios quienes
resintieron en mayor grado la precariedad económica, sobre todo cuando el
ingreso era conformado por la remuneración salarial de un empleo estable en
relación a otras familias de sectores medios que tenían empleos temporales y
variados (Rivera,2005).

El agotamiento de estas clases en México, sobre todo a raíz del 95, fue parte
de las consecuencias negativas que vivieron la mayoría de los hogares
clasemedieros, deteriorando su posición y generando que para el 2000 fuera
uno de los sectores afectados en mayor medida por la polarización, al disminuir
en términos absolutos su tamaño (paso del 40% al 34% en el periodo 1984-
2000) y al distanciarse de manera contundente de los otros grupos de ingresos
2
Para 1996 los niveles de polarización y de desigualdad en el ingreso son los más altos desde
1984, en términos absolutos. Por otro lado, entre 1984 y 89, así como en 1994 y 96, la
desigualdad del ingreso fue más relevante que la polarización, en tanto entre 1992 y 94, y 1998
y 2000, se tendió a una mayor concentración en la distribución del ingreso, esto es, a una
mayor polarización (Huesca,2004:13 y 14).

4
(Huesca,2004:25). 3 Los efectos inmediatos de la crisis y de los programas de
ajuste resultaron en un incremento en los costos de los servicios
proporcionados por el gobierno, incremento en los productos de la canasta
básica, reducción en el ingreso, carteras vencidas, aumento exagerado de los
intereses. Esto genero un panorama desalentador para estos hogares siendo
su constante la escasez de ingresos para hacer frente a los pagos de los
servicios y las deudas con los bancos (Rivera,2005:172).

En este sentido, el fenómeno económico que más afectó a estos grupos fue la
inflación: disminuye su ingreso y los obliga a modificar sus patrones de
consumo. Existe así una relación entre el modelo de crecimiento y las clases
medias, lo cual hace inevitable que se vean perjudicados si hay modificaciones
o ajustes en el primero. Este proceso, que ocurrió en muchos hogares de la
clase media, genera dos formas de accionar de estos grupos; por un lado, la
búsqueda de estrategias alternativas para no perder lo obtenido y, por el otro,
el reforzamiento de que se trata de una situación de injusticia no reconocida a
pesar de los esfuerzos desarrollados para acceder y mantenerse en estos
niveles y que se requiere por ende, luchar para solucionar dicha situación
utilizando para ello la expectativa del ejercicio de sus derechos como usuarios,
consumidores y sobre todo, ciudadanos.

Posibilidad Dos. Su relación con la vida política

La tendencia de las clases medias por el ámbito de lo político pareciera no salir


de los mismos intereses proclamados por los sucesivos gobiernos. Después de
la crisis política de 1968 se explicitó que una de las condiciones claves de la
estabilidad del sistema político era el apoyo de las clases medias. Por otro
lado, “La crisis económica parece haber incidido de manera notable sobre
algunas actitudes de estos grupos frente al poder, frente a sí mismas y frente a
otras clases, en buena medida porque estuvo precedida de largos años de
auge, acentuado éste a partir de 1970, en los que vivieron una prosperidad y
un grado de participación política y económica que les eran hasta entonces,
desconocidos.” (Loaeza y Stern,1990:13). La ruptura con esa continuidad, puso
en entredicho ese apoyo así como cuestiono la tersa relación con los
gobiernos. Aunque muchos de estos grupos no ejercieron un comportamiento
político radical, muchos otros si lo hicieron y las tendencias electorales son una
muestra de ello.

Por otro lado, si bien uno de los componentes que permiten comprender la
configuración de acciones colectivas de grupos de clase media radica en la
forma dramática en que la crisis ha impactado en estos; no es posible reducir la
explicación solamente a este fenómeno. Estos grupos crearon mecanismos
que intentaban apoyar su ingreso familiar a través de estrategias para paliar la
crisis, las cuales fueron encauzadas en diversos hogares; paralelamente,
algunos otros construyeron una participación en organizaciones sociales que
3
La consideración de grupos por ingreso debe tomar en cuenta también en que medida sus
miembros son similares sobre la base de otros atributos considerados relevantes a fin de que
exista una correlación entre el ingreso y otras características socioeconómicas (como puede
ser el nivel educativo, la zona de ubicación del hogar, el tipo de empleo, entre otros).

5
tuvieron efectos en el propio espacio de la política. Para estos sectores en
particular, sobre todo aquellos que se enfrentaron a la cartera vencida con
instituciones bancarias o adeudos particulares, tal y como fue el caso de El
Barzón Metropolitano; debemos resaltar que aunadas a las tácticas de
sobrevivencia de estos grupos, la protesta no se dejó afuera y varios de sus
miembros enfrentaron la crisis de manera organizada y bajo un entorno de
prácticas colectivas que les permitió, en muchos casos, salir adelante.

La perspectiva de la movilización vista desde los sectores medios, pareciera


ser que corresponde básicamente a las demandas de los sectores populares
quienes constantemente forman parte de la imagen cotidiana de las grandes
ciudades. Estos grupos medios mantienen una imagen de respetable
inmovilidad, centrados en las virtudes del ahorro, la laboriosidad individual y la
consiguiente meritocracia, conformados como una ciudadanía pasiva para
hacer referencia a una construcción social (con importante participación de
clases medias) que es empujada o conducida desde el Estado, como
mecanismo de neutralización socio-política y que acatan las políticas inducidas
“desde arriba” (Cordero Ulate,2004:9).

Existe sin embargo, alto un protagonismo social y político desde las propias
clases medias organizadas que en los años de ajuste y crisis severa, han
expresado fuertes movimientos activos que tienen que ver con la defensa de
sus intereses, pero que también hacen referencia a proyectos sociales más
profundos como lo es precisamente el asunto de las privatizaciones,
desempleo, jubilaciones, entre otros.

La historia de los grupos medios, por lo menos en México, se ha analizado


como parte sustantiva de la participación económica o política, e instrumento
para mantener la flexibilidad en la estructura social y la apertura en la movilidad
social. Desde este punto de vista, la activación política de las clases medias ha
obedecido en todos los casos, básicamente a una reacción defensiva. “Las
clases medias articulan su protesta y encuentran cierta unidad cuando perciben
un enemigo común: la parálisis de la estructura o una tendencia creciente a la
estratificación. Sin embargo, esta unanimidad no ha sido un fenómeno
frecuente, dado que desde la revolución hasta la fecha la tendencia a la
estratificación de la sociedad mexicana no se ha consolidado plenamente, de
manera que si bien los canales de movilidad se han estrechado hasta ahora
por lo menos siempre ha habido válvulas de escape para responder a las
demandas de expansión de las clases medias” (Loaeza, 1983:415).

En este sentido, la relación con el ámbito de lo político se estableció al


proporcionar el personal del sistema político y administrativo, generando un
vínculo estrecho con el desarrollo económico y también con la evolución del
propio sistema político. Esta clase, como un estrato privilegiado en sí mismo,
ha predominado de manera constante en los niveles superiores de la estructura
de dominación política y su influencia ha aumentado de manera permanente.
De hecho, “El afianzamiento de la posición de las clases medias que se produjo
durante los años de expansión reciente, les aseguro un papel político
fundamental para el mantenimiento de una estabilidad de largo plazo. Tanto
así, que el resquebrajamiento del consenso ente estos grupos y el poder

6
pueden tener efectos intensamente perturbadores para el sistema político
mexicano. Las demandas de las clases medias pueden ser una amenaza para
el status quo porque pueden influir sobre el comportamiento de otros grupos
sociales, en particular las clases bajas, y arrastrarlas en una movilización
generalizada cuyo desenvolvimiento y destino final tampoco ellas son capaces
de prever” (Loaeza,1990:75).

Mantener la expansión de las clases medias, cuando menos en los años


previos a la crisis del 94, se basaba en sus elementos de movilidad y de
estabilidad social. Sin embargo, las variaciones de estos procesos, referentes
sobre todo al ámbito económico ya sea en la estructura social (asalariados y no
asalariados) así como los niveles de ingresos (clase media alta, media y baja),
no deja de lado la relación con un sistema político que auspiciaba dicha
continuidad y que rompe con una vieja relación al no poder sustentar de
manera conjunta la defensa de sus intereses como grupo social. Los sectores
medios si bien han sido protagonistas del cambio dentro de los procesos de
modernización del Estado, ahora, frente a su precarización, desaparece
también su centralidad en el ámbito de la estabilidad política y plantean
estrategias destinadas a defender sus intereses y/o, a definir a los amigos y a
los adversarios externos (Loaeza,1983).

Si bien existe una gran fragmentación en esta clase, lo cual se explica al


diferenciar a los diversos grupos entre clases medias tradicionales y
modernizantes; es posible observar que una de las causas de las
movilizaciones políticas de estos grupos, es la percepción de que se avecinan
cambios en el sistema de valores y creencias, los cuales como base de su
posición social, no pueden escapar a los efectos de la posición intermedia que
ocupan y que se transmiten como elementos de inseguridad frente a lo
venidero. Esto supone estrategias y alianzas políticas diversas, cuya elección
dependerá de la coyuntura y de un objetivo central: la supervivencia como
entidad social diferenciada que busca proteger todo aquello que las distinga de
la pobreza.

Frente a esto, surge una pregunta, ¿son las clases medias quienes cuestionan
con mayor empeño al sistema político? Recordemos que la oposición electoral
que se ha observado en estos grupos tiene en la mayoría de los casos un
contenido de defensa de su posición de privilegio y en ese sentido es una
forma de protesta. Se podría decir que la expresión electoral de rechazo tiene
cierto efecto estabilizador, al canalizar la protesta por las vías establecidas y
desde ahí se puede considerar que su protesta es conservadora. “En la medida
en que para manifestar su descontento estos grupos no han recurrido a la
formación de nuevos partidos, sino que han echado mano de los ya existentes,
a derecha e izquierda, en la medida en que su protesta no ha desbordado las
vías establecidas de participación, han modificado el deseo de que se
modifiquen prácticas de poder, pero no su estructura” (Loaeza,1990:73).

Asimismo, para las clases medias en México, la posición de prestigio tanto en


su crecimiento como en su liderazgo, se fundan en el hecho de que en general
se han mantenido identificados con la modernidad y la apertura o el cambio de
las instituciones del poder. Es así que, concebir a esta clase intentando tomar

7
una posición frente al Estado y mas aún, tratando de modificar la relación con
la política, sería establecido como fuera de sus intereses. Es decir, en términos
ideológicos, la clase media, considero durante mucho tiempo que las
decisiones del Estado, eran las más adecuadas a sus intereses.

De esta forma, la clase media mexicana se sentía hasta entonces participe del
sistema, y no consideraba que el sistema podía traicionarlos. En el caso de que
“les fuera mal o se enfrentaran a una adversidad”, sería por un error personal.
No contemplaban que podía existir en el sistema, mecanismos en donde ellos
pudieran estar atrapados. Es así que la mayor parte de los deudores llegaban a
El Barzón sintiéndose culpables de la situación en donde se encontraban. Se
generaron de esta forma, afectaciones en la vida de los deudores por el hecho
mismo de serlo. Según las entrevistas realizadas, la vergüenza, la indignidad,
el sentimiento de culpa y de fracaso, la incertidumbre, provocó un conjunto de
conflictos en las familias y entre las familias. Algunos incluso pensaron en el
suicidio como una forma de terminar con su agobio; otros, se enfermaron
gravemente.

La crisis financiera del 94, sin embargo, hace sentir a este sector social que ya
no existen lazos de identificación entre las decisiones tomadas por el Estado y
sus intereses particulares. Muchos de los denominados deudores tuvieron dos
estrategias en la búsqueda de resolver sus problemas; hacerlos privados,
resolverlos por si mismos, otros, por el contrario, frente a la imposibilidad de la
deuda, se acercaron a una organización incipiente donde construirían su
problema particular como público, visible y general, donde ejercerían el
derecho a defenderse por ellos mismos. El acercamiento a la organización, les
permitió entonces conocer y ejercer sus derechos, dar soluciones a su
problemática y crear estrategias para salir adelante. Asimismo, les otorgó la
comprensión de que el problema de cada uno y la responsabilidad adquirida
frente a la deuda era social, no particular, por ende, se buscaría una salida
conjunta, lo que en, les abrió la posibilidad de crear nuevas identidades y
nuevas prácticas colectivas.

Aquí cabría preguntarse; ¿podría El Barzón ser un movimiento frente a otros


grupos para dirigir el descontento social? Previo a buscar su respuesta habría
que aclarar que existe un hecho innegable, a la clase media le da terror la
proletarización, el empobrecimiento y todo símbolo que contenga la pobreza.
Se sienten, diversos, variados y buscan diferenciarse “… de la pretendida
ignorancia del trabajo manual en el campo o en las fabricas; un conjunto de
atavismos que las convencen a sí mismas de su superioridad intelectual y
moral sobre el salvajismo de las aristocracias o de la plebe: el “bien” vestir, el
“bien” hablar, el “bien” rezar, el “buen” comportamiento, y sobre todo, siempre,
la “buena” apariencia” (Blanco,1990:90). La búsqueda de respuesta para esta
interrogante nos conduce a nuestro siguiente apartado.

Posibilidad Tres. Las estrategias y los estilos de vida

Al revisar la bibliografía sobre este tema, se hace necesario reconocer que la


idea de prestigio ha jugado un papel central en las definiciones de este grupo
social. A través de este enunciado, se resaltan dos características centrales: el

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trabajo no manual y el medio urbano. Se goza así de un status social superior
al trabajo físico dentro de una variedad de categorías socio-profesionales,
comprendidas en el sector servicios de la economía. La educación asimismo,
determina tanto su situación así como su posición en la estructura social. 4 El
peso de ésta última es una condición de status la cual se vuelve mayor en
donde imperan profundas diferencias socio-económicas; la educación se
transforma así en un elemento que distingue a las clases sociales.

“Cuando ante la pregunta de a qué grupo social pertenece, las personas


suelen decir “de la clase media”, hay que hacer … precisiones importantes. En
primer lugar, es una clase media-respuesta. La diferencia salta a la vista con
otras identidades sociales como… empresarios, obreros, trabajadores…. La
identidad de las clases medias tiene la validez más propia de cheques o de
tarjetas de crédito: hay que verificarlas…. En este contexto, clase media forma
parte del juego de preguntas y respuestas sobre identidades sociales……..
Como venimos argumentando, las clases medias no son una ocupación. ¿Eso
quiere decir que la clase(s) media(s) son menos reales que las otras
identidades? Esta diferencia es la mejor prueba de que se trata de una
identificación que apunta a algo muy distinto que a una simple autodescripción
laboral. Describirse como parte de la clase media es asumir que se es parte de
una situación o de un ideal de estabilidad social y biográfica y que no
necesariamente está en contradicción con la pertenencia a las otras
identidades…..” (Nugent,2003:3/4).

En el caso particular que nos interesa, El Barzón Metropolitano, sus mismos


integrantes reconocen que son individuos que pertenecen a las clases medias.

“Una primera cuestión que rescata Portocarrero (1998) es la importancia que


tiene la autoidentidad y la asignación de esta categoría hacia las otras
personas. Así, “cuando una persona dice `yo soy de clase media´, el término
remite a ciertas creencias y valores, a una forma de entender la vida y ubicarse
en la sociedad. En el segundo, cuando se trata de clasificar a los demás, el
término se refiere a un conjunto de personas que tienen características
comunes: un mismo nivel educativo, ingresos parecidos u ocupaciones
similares. Aunque relacionados, estos significados son diferentes. En el primero
se enfatiza la cultura y el orden simbólico en cuanto regímenes de
ordenamiento de la vida impulsiva y de producción de identidades colectivas.
En el segundo, el trabajo y la economía aparecen como los fundamentos de la
diferenciación social”. (Toche et al, 2003:6/7)

Esto nos conduce a plantear sobre cuales son las características de dicha
clase, señalando que sus particularidades son, inicialmente, las siguientes:

™ Primero, sus aspiraciones se fundan en el reconocimiento social y el


acceso a diversos privilegios materiales y políticos así como en su
educación formal.

4
Fue Pierre Bourdieu quien construyó las categorías más apropiadas para el análisis de estos
sectores medios y, entre ellas, especialmente importantes son las que denominó habitus, clase
de trayectoria y los campos de acción. Ver Bourdieu (1998).

9
™ Segundo, el proceso de identificación de los sectores medios con el
estilo de vida propio de su clase se asienta principalmente en la familia,
concebida como un espacio de reproducción y normatividad, pero
también como un lugar desde el que se producen las condiciones para la
movilidad de sus miembros.

™ Por último, el prestigio ocupacional se impone sobre cualquier otro


criterio de estratificación como el más racional y justo ya que incorpora
el principio democrático: selección social a partir de igualdad de
oportunidades (Loaeza,1999).

Considerarse de clase media supone así “una identificación con valores y


normas que educan la vida impulsiva, que modelan los deseos y la sensibilidad
de una manera peculiar y característica”. De esta manera, el autocontrol y la
orientación hacia el futuro, hacia el desarrollo, son quizá las marcas más
distintivas de la subjetividad de la clase media. Asimismo, la idea del desarrollo
personal como una posibilidad emancipadora, y hasta un deber, representaría
la otra gran orientación constituyente de esta subjetividad. Paralelo a la
afirmación de valores identificatorios está también la búsqueda de separarse de
los otros. Sin embargo, estas actitudes distan de ser simples e inequívocas. Lo
minimizado bien puede ser sinónimo de nostalgia y hasta de envidia, como
ocurre con la aparente distancia que guardan ante los sectores populares. Lo
mismo sucede con los sectores altos en el que la crítica hacia el relajo de
valores que frecuentemente les asignan a estos sectores casi no puede
esconder el deseo de pertenecer a ellos.” (Toche et al, 2003:/7/8)

Dentro de esta caracterización, en el caso de los barzonistas el prestigio 5 será


una de las preocupaciones más reflexionadas y evaluadas al inicio de su
participación en la organización. La visibilidad en la lucha significaba hacer
saber a los otros de una situación que se quería mantener en el orden de lo
privado para sostener una apariencia y con ello un status. Este pasaje del
“orden de lo visto” significará para la clase media perder un estilo de vida, por
ende, gran parte de sus estrategias tendrán que ver con su recuperación.

Para ellos dicho “estilo de vida” tiene un gran significado dado que remite a su
su posición en la estructura social, la ocupación y el vínculo con la formación
educativa lo que constituirá sus “formas de vida”, es decir, la actividad de estos
grupos, admite que quienes la desempeñan tienen un nivel mayor de
instrucción, lo cual incluye formas de expresión oral, buenos modales,
vestimenta, etc. Todos estos elementos son posibles de observar en los
patrones de consumo y en una representación del prestigio social.

De este modo, frente al desprestigio social que puede representar la


precariedad de sus ingresos y el deterioro en la capacidad de ahorro, las
formas de empleo inseguro y sobre todo, evitar el descenso en la estructura
social, generaron actividades por cuenta propia así como el llamado

5
En el caso de México, consideramos que uno de los momentos relevantes para entender este
proceso es el año de 1994, cuando dio inicio la gran crisis financiera. Es ésta crisis la que pone
en signos de interrogación los ejes de la cultura de la clase media.

10
“multichambisno”. Esto trajo consigo lo que Rivera (2005) llama “proyectos
familiares de vida”, esto es, planes de vida en común con metas y prioridades
en donde existen características que permite a esa familia generar solidaridad,
reciprocidad y consenso para que de manera colectiva se pudieran lograr
resultados producto del esfuerzo desarrollado. “De esta forma, mediante el
funcionamiento de diversos proyectos en algunas familias, se busca privilegiar
la generación de mayores ingresos, así como también el ahorro de los mismos.
En otros casos, se busca mantener, a toda costa, el nivel de vida o incluso
allegarse y controlar determinados recursos que les permitieran acceder a
mejores condiciones tanto de carácter laboral, como en el ámbito de la
vivienda, el consumo y la alimentación” (Rivera,2005:168/69).

Las acciones desarrolladas van desde la preparación y venta de alimentos


hechos en casa, la venta de artículos como ropa calzado y cosméticos, rentar
espacios para vivir en su casa, hasta el trabajo de horas extras entre otros,
marcando el regreso de las mujeres al circuito laboral y el crecimiento del
trabajo por cuenta propia, lo que concluye que en los hogares medios la
diversidad laboral es ya un proyecto constante y a largo plazo de la vida
cotidiana de estas familias, representados en fuentes alternativas de trabajo y
estilos de vida (Rivera,2005).

De esta manera, “… proclamarse de clase media – en la manera de pensarse a


sí mismo, en las expectativas laborales, en el arreglo personal, en la forma de
dirigirse a los otros ……es una posibilidad muy atractiva pues significa … una
reivindicación de derechos y de ciudadanía, la adquisición de un nuevo status
social, es decir, el reconocimiento y el derecho a reivindicar cierto confort”.
(Toche et al, 2003: 8)

Para finalizar, quisiéramos señalar, que a pesar de la poca visibilidad en la


movilización social que aparentan estos grupos, su presencia es indicadora de
los problemas estructurales del sistema. Y es a través de su acción visible, que
dan a conocer los conflictos existentes, aún cuando su movilización
está limitada a un tiempo y lugar específicos. Esto es centralmente diferente a
las formas tradicionales de la acción colectiva. Los conflictos se agotan en el
presente y como sus críticos señalan, no tienen programa y no tienen futuro.
Esto es cierto pero no en el sentido pretendido por sus críticos. A diferencia de
sus predecesores, los actores contemporáneos no están guiados por un plan
universal de la historia; más bien, se asemejan a "nómadas que habitan dentro
del presente". Expresado en términos teóricos, el presente es el lugar del
conflicto actual (Melucci,1989).

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