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Excelentísima Cámara:
I.- OBJETO
1
A dichas violaciones nos referiremos al momento de manifestar los
agravios que trae aparejado para esta parte la resolución cuya razonabilidad se puso en
crisis.
1
Las negritas y subrayado de esta frase me pertenecen.
2
Las negritas me pertenecen.
2
Se concluye en el resolutorio apelado, que a criterio del magistrado,
aparecen por demás manifiestos en el caso en estudio, el grado de convicción respecto de
la ocurrencia de la hipótesis delictiva, y su presunta participación en los hechos.
Respecto a las cuestiones puestas de manifiesto por el fallo de V.V.E.E.,
en punto a que, bajo determinadas circunstancias podría otorgársele el beneficio, el “a
quo” consideró que nada ha variado desde ese momento en los 12 días subsiguientes,
hasta el momento de su resolución denegatoria, por lo que en nada conmueve su
resolución anterior.
Consideró el señor juez de grado, contrariando lo dictaminado por el
señor fiscal que consideró que podía otorgarse la excarcelación, que considera vigente el
peligro de fuga por posible abandono del país, por la simple razón que hacia los países
limítrofes no es necesaria la presentación de pasaporte para trasponer la frontera, sino que
basta con la sola exhibición del D.N.I., y esta claro que éste no podría ser retenido
válidamente.
También evalúa el “a quo” al efecto de fundar el peligro de fuga que
como mi defendido “favorecía” a personas vinculadas con el narcotráfico, que contaban,
entre otras cosas, con embarcaciones, considera que no puede descartarse, que en caso de
recuperar su libertad, Soto Dávila pueda recibir ayuda de ellos para cruzar el río hacia el
Paraguay.
Considera también, en cuanto al tiempo que mi cliente lleva
aprehendido data del 22 de Febrero de 2019, en punto a que la privación de la libertad no
aparece como desproporcionada frente a la gravedad de la pena en expectativa.
Refiere la resolución denegatoria que las propias características del caso
abonan a concluir en la existencia de riesgos procesales, y que los elementos del caso
habilitan a sospechar que media en autos un peligro procesal de entorpecimiento de la
investigación, y que en el futuro intentará eludir el accionar de la justicia, evitando
cumplir la pena que en definitiva pudiera caberle.
Concluye que en modo alguno se trata de anticipar una sanción, sino el
efectivo cumplimiento de una medida cautelar que pretende resguardar el avance normal
de la investigación y asegurar su respectiva presencia durante el proceso.
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ilustrar aahora a V.V.E.E. sobre estas cuestiones, (pero como se se ha tocado este tema
en la denegatoria aquí apelada por tanto vale la pena reeditarlo a modo de agravio), que
tanto la doctrina como la jurisprudencia, en reiteradas oportunidades, han mencionado
que la decisión de conceder o denegar la libertad física del imputado durante el proceso
no puede respaldarse en la gravedad de los hechos.
La extensión del encierro por la simple valoración de la
escala penal establecida para el delito que se imputa, no resiste el más mínimo análisis a
la luz de las garantías constitucionales en un proceso penal, como ya lo ha reiterado la
doctrina y la jurisprudencia en la materia en infinidad de oportunidades.
Solo para citar algunos ejemplos que en nada pretenden
conmover a V.V.E.E., ya que han compartido en varias oportunidades este criterio, sobre
el particular la Cámara Federal de la Ciudad de La Plata tiene dicho que: “…la gravedad
de la sanción no puede ser tomada como la única pauta que permita apreciar la
admisibilidad de la excarcelación del imputado, sino que se impone evaluar todas las
circunstancias del caso. Porque precisamente, en el contexto de dichas circunstancias,
se emplazan los argumentos que llevan a admitir o a descartar la existencia de una razón
que justifique apartarse de la regla del respeto a la libertad personal."
Deseamos resaltar que “la regla es la libertad personal”.
La gravedad de los hechos, como se menciona, dista en
demasía de ser un elemento que permita apartarse de la regla general. Esa regla se ha
vulnerado, o mejor dicho, la excepción se ha convertido, en el caso a estudio,
arbitrariamente en regla.
Como ya hemos dicho, la subsunción de la conducta en el
tipo penal en estudio y en consecuencia, la determinación de la pena que se estima que
puede corresponder, en respeto a la presunción de inocencia, nunca puede enfrentarse de
manera matemática con la toma de decisión de aplicar o no una medida de coerción penal
procesal.
La tendencia jurisprudencial más evidente, y hasta resaltada
por la Sala actuante en su fallo al que aquí hacemos mención, refiere a fallos como “Diaz
Bessone” y “Chaban”, que consideran que esas limitaciones legales a la libertad procesal,
fundadas en la gravedad de las escalas penales, en modo alguno pueden funcionar como
limitaciones automáticas a la libertad, a la luz del principio de inocencia, que sólo tolera
la restricción de ese derecho fundamental durante el proceso —para que ésta no se
transforme en un anticipo de pena— cuando existen elementos de prueba que indiquen
inequívocamente que el imputado muy probablemente va a a frustrar la realización del
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proceso de conocimiento y la aplicación de la ley penal sustantiva sea desbaratando de
cualquier modo la prueba de cargo o bien fugándose.
Se afirmó que ni la entidad de la imputación ni su sustento
probatorio pueden erigirse en obstáculos para la preservación de la libertad durante el
proceso penal. Sólo el riesgo de fuga o de oscurecimiento de la investigación o la
necesidad preventiva inmediata, orientada a poner fin a un “iter criminis” en curso o a
prevenir la inminencia de otro conflicto, debidamente comprobados, pueden dar sustento
al encarcelamiento, si no hubiera otro modo posible de evitarlos.
Esta Defensa considera que deben ser elementos objetivos
(absolutamente ausentes actualmente en el caso que nos ocupa), los que pueden acercar
al magistrado a presumir la posibilidad de fuga o entorpecimiento de la investigación.
En este sentido: “Es sabido que la prisión procesal debe
"…estar fundada en la comprobación fehaciente de los extremos que la justifican: peligro
de fuga (...) o peligro de entorpecimiento de la persecución (…). La presencia de la
situación de peligro para los fines del proceso debe ser razonable y verosímil y, además,
los hechos en que se funda deben estar probados con la certeza de un juicio de condena.
La sola sospecha de que el imputado, por el monto de pena que se espera en el caso de
recaer condena intentará eludir la acción de la administración de justicia penal, no
puede justificar ningún encarcelamiento preventivo.”
El CPPN, como hemos dicho, dispone expresamente que
son las “características” y no la “gravedad” del hecho lo que debe evaluarse al momento
de resolver conceder o no la libertad al imputado.
Los rumbos, aciertos o desaciertos que puedan producirse
en el desarrollo de una investigación no pueden ser cargados en las espaldas de la libertad
física de quienes resultan imputados en la misma. Su libertad no debe ser utilizada como
garantía del éxito en la investigación. Ello choca de frente con los derechos y garantías
de quien hoy se encuentra encarcelado preventivamente por esta “presunción”.
Pero además, y tal como lo hemos puntualizado
oportunamente, estas son apreciaciones por demás genéricas, pautas de excesiva laxitud,
al decir de la Corte Suprema, que prescinden por completo de señalar y valorar
adecuadamente los elementos de prueba que indiquen con toda precisión que el imputado
habrá de eludir la acción de la justicia o entorpecer su accionar sea destruyendo elementos
de cargo o cualquier otra forma de frustración de la pesquisa.
Tal como hemos dicho, el Dr. Soto Dávila se encontraba en
libertad cuando decidió por su propia voluntad renunciar a sus fueros para someterse a la
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justicia. Esto choca también con la consideración del señor juez “a quo” (subrayada y
resaltada al principio de estre memorial), que el nombrado aún esta en “funciones”.
Así como también choca con cualquier peligro de
entorpecimiento ya que a diferencia de sus dos secretarios (hoy liberados por decisión
de V.V.E.E., mi asistido por más que recupere la libertad, jamás podría volver al cargo
que detentaba, ya que HA DEJADO DE SER JUEZ.
Y por su propia voluntad.
No existe por ende ni siquiera sospecha de peligro alguno de
entorpecimiento, ya que desapareció para Soto Dávila la posibilidad, hasta de acercarse al
juzgado sin ser notado por la provincia entera de Corrientes.
No olvidemos tampoco que, desde el inicio de la presente
causa, Soto Dávila estuvo a cargo del Juzgado Federal de Corrientes y tampoco se le ha
podido achacar hasta el día que presentó su renuncia, situación que amerite siquiera sospecha
alguna de entorpecer absolutamente nada.
Créanme V.V.E.E. que mi defendido aún no sale de su estupor
de encontrarse inmerso en esta situación, y su desconocimiento de absolutamente todos los
cargos que se le achacan.
Continuando con los fines del presente memorial, y conforme
lo planteado en nuestro escrito promotor, Soto Dávila a plena conciencia tomó la decisión
de renunciar a sus privilegios como Juez federal y aún a sabiendas que pesaba una
prisión preventiva sobre sus espaldas, decidió autoencarcelarse para facilitar la tarea
en esta causa.
Tal como hemos dicho, su conducta anterior también
demuestra su respeto y sujeción al proceso ya que encontrándose en libertad, y
siguiendo en el cargo de Juez a cargo del Juzgado donde se le achacan tamañas y falsas
trapisondas, no se profugó, no altero prueba alguna, no interfirió con ningún testigo;
argumento más que suficiente para sostener su libertad durante el presente proceso.
A pesar de ello, el señor juez “a quo” afirmó que “la escala
penal conminada en abstracto para las conductas por las que deberán responder – principio
de aspersión mediante- impedirá que, de recaer sentencia condenatoria en autos, acceda a
su ejecución condicional atentos a los parámetros impuestos por el artículo 26 del Código
Penal de la Nación”. Y lo volvió a reiterar en la denegatoria de la que nos agraviamos.
Es en este contexto, como hemos dicho, que se le imputa al
Dr. Soto Dávila una supuesta participación en una asociación ilícita y en insólitas maniobras
de cohecho. Pero lo cierto, mas allá de toda especulación, es que la verdadera imputación
sería haber tramitado expedientes de manera irregular (conducta atípica en tanto se analiza el
contenido de sus sentencias) en los ocho casos imputados.
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No se explica por tanto, de qué modo, pudo haber participado
en aquella asociación ilícita con personas que no conoce, que no cruzo llamados, y que
tampoco lo mencionan, sólo conocido por ser el juez, y en el contexto de lo que en nuestra
jerga se denominan “giradas”.
De esto se colige claramente que se le imputó la asociación
ilícita investigada en la causa principal al solo efecto de convertirlo en un imputado
inexcarcelable.
Frente a este escenario, con un difuso hecho descripto que ni
siquiera resulta punible, y un escaso caudal probatorio como el descripto (arrepentidos
guionados a partir de las constancias de la causa); fiscales que tergiversan la realidad
de las constancias de la causa, mal podemos hablar de que nos encontramos frente a un
caso “SERIEDAD DE DELITO”, ni mucho menos de “SEVERIDAD DE PENA” como
menciona el Informe 2/97 CIDH.
En consecuencia mal podemos sostener el encierro cautelar
con el mero argumento de la gravedad de la imputación, pues a criterio de esta defensa, con
fundamento en lo expuesto anteriormente vinculado a la “seriedad de delito” y “severidad de
la pena”, sucede todo lo contrario.
Finalmente corresponde agregar que cualquier indicador de
peligro derivado de la pena en abstracto debería contener argumentos serios y no meras
transcripciones dogmáticas o citas jurisprudenciales, como es el caso que nos ocupa.
Máxime en un caso como el que aquí se trata, donde el mi
defendido aparece prima facie como un “imputado mas” en un contexto de ilícitos ajenos, y
donde los demás involucrados se tratan –en todo caso- de narcotraficantes con mayor
patrimonio que el propio Magistrado y un indudable poder económico superior que el de mi
defendido.
Y lo más curioso de todo:
Salvo algunos narcotraficantes que se encuentran
directamente involucrados en los hechos en cuestión, todos los demás involucrados en
esta investigación, incluso los abogados que supuestamente pedían plata en nombre de
mi asistido, ya se encuentran todos en libertad !
2.-Peligro de Entorpecimiento:
Refiere el “a quo” para fundar la denegatoria aquí apelada, que
sospecha que existe en autos un “peligro de entorpecimiento”, el que en este nuevo pedido de
excarcelación que se formula, no menciona cual sería, ni tampoco se lo funda.
Anteriormente parecía ser el cargo que detentaba el doctor
Soto Dávila y su cercanía con los hechos y expedientes analizados en la presente causa, hoy,
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y a pesar de lo manifestado por V.V.E.E. en el voto conjunto de la mayoría, y el del Dr,
Mariano Llorens en su voto particular, tal como hemos puntualizado en nuestro escrito
promotor, claramente desaparecieron los motivos que fundaban un temor de entorpecimiento
de la investigación, refiriéndose a este tópico solamente como un “temor” que obra solitario
sin fundamento alguno.
La resolución de V.V.E.E. que por mayoría dispone la libertad
de los que fueran los secretarios de mi asistido, así parece entenderlo.
De otro lado, para fundar un supuesto riesgo procesal el “a
quo” sostuvo en nuestro anterior pedido liberatorio que existía un elevado riesgo de
entorpecimiento si nuestro defendido se encontrase libre mientras se “se hallan vigentes
diversas medidas de prueba” (que no enumeraba, describía, ni mencionaba).
Por otra parte, al momento de escribirse estos refutados
argumentos, el Dr Soto Dávila ESTABA LIBRE, y pudiendo haber interferido con la
investigación en razón de su cargo, no solo que no lo hizo sinó que renunció a este.
Que mayor prueba de voluntad de no entorpecer la
investigación que esta?
Lo expresado cobra aún más relevancia si se tiene en cuenta
que han trascurrido, en algunos casos, muchos años de que esas resoluciones habrían tenido
lugar, tiempo más que razonable para reunir la prueba relevante del caso, máxime cuando
las causas fueron absorbidas por vía inhibitoria del “a quo”.
En resumidas cuentas, de haber existido tal hipotético riesgo
el mismo ya desapareció definitivamente.
Si por otra parte, lo que se pretende es preservar la prueba
evitando que el resto de los imputados modifiquen sus versiones, consecuentemente no hay
más riesgos porque las declaraciones de todos ya se encuentran incorporadas al expediente.
Vuestra Excelencias advierten también en su auto
confirmatorio del procesamiento, que la investigación se encuentra casi concluída, por lo que
no hay nada que entorpecer.
Si el temor es que el Dr. Soto Dávila no se sujetara a la
investigación, o necesitara obstruirla, su propia renuncia a sus privilegios como juez habla
por sí misma.
Nuevamente la CIDH en el Informe 2/97, ha dicho que “el
riesgo legítimo de que los testigos u otros sospechosos sean amenazados también constituye
un fundamento valido para dictar la medida al inicio de la investigación. Pero cuando la
investigación prosigue y dichas personas ya han sido interrogadas suficientemente, el peligro
disminuye y deja de ser válida la justificación para mantener la prisión preventiva Las
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autoridades judiciales deben demostrar igualmente que existen fundados motivos para temer
la intimidación de los testigos o sospechosos por parte del procesado”.
En el caso que nos ocupa no se da ninguno de los dos
supuestos, pues no existen testigos o sospechosos pendientes de declaración, ni tampoco la
autoridad judicial demostró fundados motivos para temer una intimidación por parte de mi
asistido, pues su comportamiento no funda sospecha alguna de que dificultará la investigación
de la verdad. Máxime si tenemos en cuenta que no obstaculizó la investigación cuando
estuvo libre, y tuvo todos los medios y autoridad para hacerlo.
En definitiva, concluir que corresponde la prisión del Doctor
Soto Dávila implica instalar un criterio positivo peligrosista que arrasa con el principio de
inocencia, como así también se alza contra el principio de razonabilidad y de igualdad ante
la ley (art. 1 y 16 C.N.), de donde, en definitiva se viola la supremacía constitucional (art. 31
C.N.).
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pasaporte y prohibirle la salida del país) respecto de la evaluación que se hace sobre este
tópico.
Primero la preocupante consideración que Soto Dávila
fue socio (y lo seguiría siendo), de narcotraficantes que lo podrían profugar en sus
embarcaciones, configurando esto nuevamente una velada declaración de culpabilidad ya
que no aparece como algo posible y remoto, sino como algo muy posible y cierto en el
ánimo del juez Instructor de la presente causa.
Segundo porque también el elemento que se encuentra en
un lugar de frontera lo convierte en peligroso procesal por riesgo de fuga ya que solo debe
presentar D.N.I., y que este no puede serle retenido válidamente, importa desnaturalizar
por completo el instituto que se solicitó.
Este criterio es peligroso también, ya que a cualquier
imputado debería dejárselo preso por el solo hecho de estar cerca de una frontera,
por lo que la excarcelación sería de imposible aplicación en todo el norte Argentino,
y hasta en la propia Capital Federal, Tigre, San Isidro, San Fernando y el Delta, que
separa la República del Uruguay solo por el Río de La Plata.
Contradice, además, todo lo resuelto por las Cámaras
Federales de Corrientes, Chaco y Misiones que ratificaron excarcelaciones de idéntico
criterio y circunstancias.
Por último, también es motivo de agravio en punto a las
cuestiones puestas de manifiesto por la mayoría de esta propia Sala, en punto a que bajo
determinadas circunstancias, podría otorgársele el beneficio, el “a quo” considera que
nada ha variado desde ese momento en los 12 días subsiguientes, (hoy casi un mes), por
lo que en nada conmueve su resolución anterior.
Voy a reiterar los argumentos expuestos en nuestro escrito
de excarcelación, y la documentación presentada y las nuevas circunstancias acreditadas
en la causa para fundar el agravio que esta aseveración le causa a esta defensa.
Hemos dicho que pese a que esta Sala convalidó la prisión
preventiva apelada oportunamente por esta parte, puede advertirse en la página 35 del
fallo aludido, que del voto de los doctores Pablo D. Bertuzzi y Leopoldo Bruglia
consideraron que, aún no se hallaba:
“constatada la situación administrativo laboral, la situación de arraigo y el
estado migratorio de los imputados –circunstancias estas que podrían influír en la
evaluación de riesgos procesales aquí analizados- corresponde, en principio,
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convalidar la medida cautelar dictada por el a quo, sin perjuicio de las diligencias que
deban practicarse en el sentido indicado…”
También hemos dicho que, del voto del Dr. Mariano
Llorens surge que, si bien realiza consideraciones en cuanto a la gravedad de la pena en
expectativa y el peligro de fuga que ello podría conllevar, formula el siguiente
interrogante que es respondido por el distinguido Camarista en el mismo párrafo, el cual
también transcribiré a continuación:
“Me pregunto si esto automáticamente sella la posibilidad
de gozar de libertad durante el proceso y la respuesta es que no puesto que, en la
segunda fase que he descrito más arriba como paso siguiente que el operador realizará,
deben evaluarse las circunstancias de hecho, las condiciones personales del sujeto y
las que lo rodean, la conducta procesal que tuvo en este u otros procesos que hagan
desvirtuar la grave presunción de riesgos –como el advertido- para evaluar la
subsistencia de la medida de cautela personal.”
A renglón seguido y para no seccionar indebidamente el
criterio expuesto por el distinguido Camarista, es justo también decir que entiende el
nombrado Juez de la Sala interviniente que no existen elementos de peso que lo lleven a
pensar puedan ser neutralizados por otras medidas diferentes a la prisión preventiva
decretada…”
Hemos dicho que entendíamos humildemente que de la
documentación aportada en la excarcelación cuya denegatoria se apeló y hoy se encuentra
en condiciones de ser resuelta por V.V.E.E., que se adunó un cuadro novedoso, que
juntamente con la renuncia de mi asistido a su cargo como Juez, donde no sólo
desaparecen a su respecto todos los temores que por su autoridad funcional, el Dr.
Soto Dávila pueda entorpecer el accionar de la justicia, sino que se han acreditado
muchos elementos más, por lo que mal puede entenderse que en los ya 22 días
posteriores al fallo aludido de Vuestro Tribunal, nada cambió, o nada se acreditó.
En su caso, justamente, mi defendido DEJÓ
EFECTIVAMENTE DE PRESTAR FUNCIONES, y NO EXISTE LA
POSIBILIDAD QUE REASUMA NINGUNA FUNCIÓN, ya que ESTA
OFICIALMENTE JUBILADO, CON LA RENUNCIA ACEPTADA POR EL
SEÑOR PRESIDENTE DE LA NACIÓN ARGENTINA, COBRARÁ SU PRIMER
HABER JUBILATORIO EN MAYO DE ESTE AÑO, Y SEGUIRA CON SU
TRABAJO COMO PROFESOR TITULAR EN LAS DOS UNIVERSIDADES QUE
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AQUÍ MENCIONAMOS Y ACREDITAMOS CON LA DOCUMENTACION
APORTADA.
También han dicho V.V.E.E. que:
"...no escapa a la atención de los suscriptos que los eventos prima facie asignados
a los recurrentes habrían sido cometidos en el marco del desempeño de sus funciones, en
el caso del primero como Magistrado de la Nación y, ... ocupando posiciones dominantes
desde las cuales -según la hipótesis a estudio- alteraron el legal desarrollo de expedientes
conexos al que aquí nos ocupa..."
Soto Dávila, como recién hemos puntualizado, ya no ocupa
posición dominante alguna, NI PODRÁ OCUPARLA POR MAS QUE QUIERA, por lo
que no puede alterar desarrollo de expediente alguno, renunció a su cargo y se
encuentra a la espera de su primer sueldo como jubilado.
Respecto a la constatación de su situación administrativa
laboral sugerida por la Vuestras Excelencias, podemos decir que fue Juez Federal desde
y hasta cuando renunció a su cargo para someterse a este proceso, realizó sus trámites
jubilatorios y recién en Mayo cobrará su primer haber como jubilado. También hemos
dicho (y acreditamos con las copias adjunta), que es profesor en dos facultades, donde
obviamente en esta situación se vió obligado a pedir licencia en ambas.
Respecto a la situación de Arraigo también sugerida como
faltante por el superior, habré de decir que se acreditó que vive desde el 6/6/1994 –mas
de 20 años-, en su casa ubicada en la calle Córdoba 1254 de la Ciudad de Corrientes
hasta la fecha. Se adjuntan constancias de pagos de servicios, y es fácilmente
constatable en la presente causa por su documento de identidad, padrones o
certificación de comisaría.
Por otra parte, la prisión domiciliaria que viene
sufriendo el renunciante juez pone ante el “a quo” toda la situación familiar y de
arraigo que surge palmariamente del control ejercido por el Juzgado en el marco de
la detención y su trámite correspondiente.
Y ya abordando el último punto de la solución a los
interrogantes del superior para evaluar nuevamente la libertad de mi ahijado procesal, me
voy a referir a la cuestión del “estado migratorio de los imputados”, debo decir que no
sólo que ya está presentada en la causa documentación respecto al informe migratorio del
Dr. Soto Dávila.
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Si no basta con lo ya acreditado, es facultad del Señor Juez
instructor, y así se lo solicité oportunamente, pedir un nuevo informe a la dirección
nacional de Migraciones sobre los movimientos que pudo haber tenido.
Resalté que mi defendido tuvo escasos movimientos
migratorios, y que salvo los efectuados por vacaciones, los demás fueron por
cuestiones referidas a su función como Juez. Para citar dos ejemplos, audiencias
indagatorias de dos imputados de apellido Lohrmann y Maidana en Portugal, para
citar un ejemplo.
También se destacó que Soto Davila no tiene familiares,
amigos, propiedades, ni cuentas bancarias en el exterior.
Entiende humildemente esta defensa que los
interrogantes planteados por V.V.E.E. para no dar por cerrado definitivamente el
tema de la libertad de mi asistido, han sido clarificados en extenso en la presente
causa, en este pedido de excarcelación que hoy nos convoca, y por eso se solicitó al
“a quo” que revea su anterior decisión de mantenerlo en prisión.
Reitero que si alguna vez hubo riesgo de
entorpecimiento, este desapareció con su renuncia, su aceptación y la novedad que
el Dr. Soto Dávila ya se encuentra pronto a cobrar su primer haber jubilatorio, y si
concomitantemente se evaluó la posibilidad de existencia de peligro de fuga, en
cuanto a lo fáctico, creemos humildemente que se han dado por satisfechos los
interrogantes planteados por el fallo precitado de V.V.E.E.
Nuevamente debemos decir que el Dr. Carlos Vicente
Soto Dávila RENUNCIO A SUS FUEROS Y PRIVILEGIOS POR PROPIA
VOLUNTAD, YA SE JUBILO, Y POR MAS QUE QUIERA, YA NO PUEDE
EJERCER NINGUN TIPO DE INFLUENCIA FUNCIONAL SOBRE SU EX
JUZGADO QUE HOY SE ENCUENTRA SUBROGADO POR OTRO JUEZ.
Con esto concluímos, que a la luz del criterio esgrimido en
la presente causa por Vuestras Excelencias, la situación de Soto Dávila ha cambiado
radicalmente respecto al momento en que el “a quo” dispuso decretar su prisión
preventiva, y hoy mi asistido se encuentra en condiciones de obtener su excarcelación en
virtud de los nuevos elementos arrimados al legajo, y consolidados y acreditados hasta en
el marco de su prisión domiciliaria actual.
Por todo ello, no concide esta defensa con lo arguído por
el “a quo” en cuanto a que no ha variado la situación en estos días como para dar
por satisfechas las salvedades impuestas por V.V.E.E.
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No solo que ha variado diametralmente la situación de
mi asistido en estos 22 días, (y acreditado que fue), sinó que desde antes del dictado
de la sentencia de esta Excelentísima Sala, ya había variado la situación en favor de
Soto Davila, con elementos que satisfacen los interrogantes planteados por el
superior que hoy se hacen patentes, como por ejemplo, la existencia de su expediente
jubilatorio y la nueva condición de Soto Dávila como jubilado y próximo a percibir
sus haberes.
Por ello entendemos que el arraigo, la composición
familiar y la subsistencia del imputado, aparecen como elementos nuevos que todo
tienen que ver con lo planteado en el fallo resaltado.
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7) No existe en autos posibilidad de declaración de
reincidencia.
8) No ha sido beneficiario de excarcelaciones anteriores.
9) La jubilación está dada en este país, y no tiene bienes ni
cuentas en el extranjero.
10) La investigación está completa o ya queda poco por
hacer.
11) Su edad, también es un elemento para considerar a
efectos de tratar la libertad de mi defendido.
12) Se acompañó también en la anterior excarcelación
presentada, a efectos que se evalúe el grave riesgo que corre el imputado por la situación
que lo tiene al borde de otro evento (Accidente Cerebro Vascular) como el que tuvo en el
año 2015. En dicho informe, también se especifica que “Las características melancólicas
son mas frecuentes en pacientes hospitalizados o privados de su libertad, en
contraposición a los ambulatorios, motivo que agravaría su estado actual de efectivizarse
una detención, por cuanto los daños serían irreversibles tal como se especifica a Fs. 3 vta.
del informe realizado por la Medica Legista, Dra. Norma Kolcevich. M.N. 66264, y
acompañado a la presente causa, mas exactamente en la incidencia anterior de pedido
excarcelatorio.
13) Y como si todo esto fuera poco, su hijo Diego Soto
Dávila padece de Esclerosis Múltiple que no sólo empeoró con este proceso penal y el
gran desprestigio que sufrío con la mediatización del caso y su posterior detención,
situación más que suficiente ya por sí sola para que mi ahijado procesal en libertad, y
sabiéndose inocente y con muchas ganas de demostrarlo en la etapa correspondiente,
jamás abandonaría a su hijo enfermo, ni a sus otros dos hijos, ni a su amada mujer.
Mucho menos a esta altura de su vida donde por más
rigurosa pena en expectativa que haya, a la luz de lo acontecido en esta causa, ya sabe
que su peor opción es enfrentar el final de sus días en su casa, aún con una hipotética e
injusta condena que pueda adquirir firmeza dentro de no menos de cuatro o hasta cinco
años.
Con esto quiero decir que no existe siquiera la suposición
lógica que este hombre escape para enfrentar su vejez solo y lejos de su familia,
abandonándola, y más a su hijo enfermo, tal como se acreditó en la presente incidencia,
donde aportamos copia del certificado del FLENI, suscripta por su neurólogo, el Dr. Jorge
Correale.
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Otro punto a dejar planteado en el presente memorial, en punto al
principio peligrosista del temor planteado por el “a quo” respecto a la pena en expectativa,
es que constituye otro gravísimo precedente el argumento de la “organización delictiva”,
que como ya hemos dicho, jamás puede darse en el contexto de un Juzgado, ya que
configura un peligroso precedente y pone en jaque a todo el sistema judicial actual.
Si por cada sentencia que hoy se encontrara sospechada por cierto
periodismo, por fiscales inescrupulosos o por ciertos operadores o abogados vendedores
de humo que “giran” jueces que ni enterados están, nos encontraríamos frente a una
concreta destrucción de lo que tanto anhelamos los abogados, jueces, políticos y
ciudadanos de buena fe.
Las páginas de los diarios de hoy, nos colman de ejemplos de este tipo
de situaciones.
He manifestado en el escrito promotor de esta incidencia, que prefiero
seguir creyendo en la justicia con la que me encuentro a diario, con sus aciertos y
desaciertos, con sus hombres en su mayoría honestos y otros que no lo son tanto, con sus
decisiones acertadas y también desacertadas, para lo que entiendo servimos los abogados,
y me honra decir ante V.V.E.E. que CREO en mi rol de defensor del Doctor CARLOS
VICENTE SOTO DAVILA en la honorabilidad y hombría de bien de la persona que me
tocó defender en esta oportunidad.
Me tocó conocer a una buena persona, incapaz de cometer los delitos
por los que fue calumniado, amante de sus alumnos, del derecho, de la judicatura, y de
su familia.
Sepan disculpar V.V.E.E. este permiso que me doy para hablar de
cuestiones que parecieran poco hacer a la cuestión traída a estudio, pero humildemente
entiendo que pesan a la hora de hablar de mi asistido y lo que me he convencido viendo
la causa y viéndolo a él y a las pruebas sobre las que tuve que trabajar y evaluar, que sobre
esta persona sobre la cual se está cometiendo una grave injusticia.
Como he manifestado anteriormente, ¡Existen más de setecientos
kilómetros de frontera con el Paraguay donde ingresa la Marihuana como un colador a
nuestro país y se le quiere achacar a este juez la culpa de todo¡
Respetuosamente, planteo a V.V.E.E. que ¿No deberíamos instalar
fiscalías especializadas y personal idóneo para controlar este inevitable flagelo en vez de
imputarle a este único y casi solitario juez un problema de imposible solución?
Las “coimas” que se le achacan, al Doctor Soto Davila ¿No parecen
ridículas a la luz de tanto personaje involucrado?
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Y la última pregunta que respetuosamente planteo a V.V.E.E.
¿Cómo sigue vivo mi defendido si cobró por promesas que no cumplió?
Proveer de Conformidad,
SERA JUSTICIA.
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