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¡En los zapatos de otro!

Hace algunos años un niño tenía una mochila muy bonita, costaba mucho dinero y era la
envidia de la mayoría de los niños de la escuela. Pero un día llego a la escuela con una
mochila diferente.

Sus compañeros le sermonearon por llevar esa otra mochila, pues ellos no entendían
los motivos de cambiar de mochila.

-¿Qué no estaba bonita? Preguntaban todos los compañeros

-Sí. Y mucho. Contestaba el dueño de la mochila. Volvían a preguntar.

-¿Qué no era una buena mochila?

-Sí. También lo era. Contestaba tranquilamente.

Impacientes, los compañeros insistían en conocer las causas que habían hecho cambiar
de mochila. El niño, entonces, se quitó uno de sus zapatos y mostrándolo a sus
compañeros preguntó:

-¿Esta bonito mi zapato?

-No. Es como los de todos nosotros. Contestaron los niños en broma.

-¿Es de buena marca mi zapato?

-Sí. Al menos eso parece. Todos contestaron.

Y después de escuchar varias preguntas, tomando un zapato y colocándolo en su pie,


les señaló:

Todos pueden contestar lo que ven, pero ¿Alguien me puede decir donde me aprieta mi
zapato?

Ante esta pregunta hubo varias risas, pero ninguna respuesta, ante lo que el niño
agregó lo siguiente:

Ninguno de ustedes puede decir donde me aprieta mi zapato, como me afectaba traer
esa mochila.

Realmente nadie puede saber lo que le sucede a una persona hasta que se pone en su
situación, es decir ¡hasta que se pone en sus zapatos!

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