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Uno de cada tres colombianos, afectados por mal estado de los ríos

La demanda de los recursos de una sociedad es función y directamente proporcional a la


cantidad de individuos. Al aumentar la demanda, debe haber un aumento de la oferta para
lograr satisfacer las necesidades de la población.
Reducir la explotación del recurso hídrico equivaldría a ejercer serios controles sobre la
natalidad. De acuerdo a las cifras del DANE de las proyecciones de la población 2005 – 2020
en Colombia, se observa que la tasa bruta de natalidad y el crecimiento natural han ido
disminuyendo, sin embargo, la población total de Colombia en el 2020 será un 19% mayor
que en el 2005, sigue en aumento.
Naturalmente, cuando no hay recursos suficientes las especies no pueden expandirse, dado
que los nuevos individuos de la población no sobreviven porque no puede satisfacer sus
necesidades básicas. En el caso de la especie humana es un poco diferente; la falta de recursos
no implica necesariamente la muerte de los nuevos individuos, pues el estado tiene el deber
de satisfacer las necesidades básicas, pero sí involucra pobreza y baja calidad de vida.
Esta situación hace pensar, que la tarea del cuidado del agua no debe depender de los
controles de natalidad únicamente, aunque son bien importantes, sino que es necesario que
en Colombia se haga una mayor inversión en investigación e innovación para generar mejores
tecnologías que sean aplicables a diversos campos que busquen el ahorro, el tratamiento y la
reutilización del recurso hídrico.
El mayor consumo de agua en el país se da en las actividades agrícolas, siendo por poco la
mitad con un 46%. En relación a la población en aumento, no puede esperarse una
disminución de la demanda, pero sí pueden generarse técnicas y modelos que optimicen el
uso de agua, eliminando contaminantes para volver a utilizarla.
En un país como Colombia, a pesar de que en algunas zonas existe el riesgo de
desabastecimiento, es abundante el recurso hídrico, y es entonces cuando lo que se hace
significativo, aún más que el ahorro, es el tratamiento del agua contaminada.
Debido a que en la producción agrícola suelen utilizarse pesticidas e insecticidas, se generan
lixiviados que pueden recargar los cuerpos de agua subterránea con materiales no
biodegradables como los metales pesados, llegando así a afectar al ecosistema si no se hace
un debido tratamiento.
En las actividades agrícolas, el agua lluvia usada puede tomar tres caminos principalmente:
evaporación, escorrentía e infiltración. Estas dos últimas podrían ser altamente
aprovechables. Si existiera un sistema de tratamiento “in situ” que eliminara materiales
contaminantes en el agua de escorrentía y la que posteriormente se irá al subsuelo, podría
reutilizarse, generando en algunos casos menores costos en el transporte del fluido, y un
ahorro sustancial en el consumo del mismo.
En el caso del uso doméstico, importante con el crecimiento imparable de los centros
urbanos, podrían desarrollarse sistemas de recolección que lograran eliminar la mayor
cantidad de contaminantes presentes para poder utilizarla en cisternas, lavamanos, lavaplatos,
duchas, lavaderos, entre otras., que generen un ahorro del recurso tras su tratamiento y
reutilización.
Es importante entonces, realizar una mayor inversión en el desarrollo científico de
tecnologías de recolección, que puedan incorporar el tratamiento de aguas para facilitar y
promover su reutilización en las actividades de mayor consumo. Además, es necesario educar
a las nuevas generaciones en el uso responsable del agua concientizándolas de su importancia
al ser un recurso renovable siempre y cuando se controle su uso y tratamiento.

Bibliografía

Alarcón, L. B. (11 de Agosto de 2015). Unos 17 millones de colombianos, afectados por mal estado
de los ríos. El Tiempo.

IDEAM. (2005). Indicadores demográficos.

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