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VIII
LA COMPRA VENTA
ÍNDICE
INTRODUCCCION……………………………………………………………… 2
CONTRATOS DE COMPRAVENTA
Generalidades…………………………………………………………………….. 3
II- DEFINICION 5
III.- DIFERENCIAS CON OTROS CONTRATOS Y FIGURAS
JURIDICAS
5
1). Con la permuta………………………………………………………………...
2). Con el arrendamiento ………………………………………………………. 6
3). Con el contrato de obra………………………………………………………. 7
4). Con la dación en pago………………………………………………………... 8
5). Con el contrato de suministro………………………………………………. 9
6). Con el contrato de depósito…………………………………………………. 9
IV.- COMPRAVENTA CIVIL Y MERCANTIL………………………………. 10
V.- CARACTERES JURIDICOS………………………………………………. 11
VI.- SUJETOS Y CAPACIDAD………………………………………………… 12
VII- EL OBJETO DE LA PRESTACION………………………………………. 13
VIII.- TRANSFERENCIA DE LA PROPIEDAD…………………………….. 14
1). Tratándose de bienes muebles……………………………………………… 16
2). En lo que atañe a los bienes inmuebles…………………………………… 16
IX.- CONCLUSIONES…………………………………………………………… 16
X.- REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS………………………………………. 17
INTRODUCCCION
La compraventa constituye probablemente la más importante de las figuras
contractuales recogidas y reguladas por las distintas legislaciones, pues a nadie se
escapa su fundamental importancia económica, como el principal de los contratos que
tienen por objeto el intercambio en la propiedad de los bienes (categoría de contratos
que vienen siendo denominados traslativos del dominio). Importancia económica a la
que hay que unir su fundamental también trascendencia jurídica: siendo una figura
conocida desde muy antiguo, la práctica totalidad de las legislaciones se han
preocupado de su regulación, tomándola como modelo o paradigma a la hora de
regular buena parte de los demás contratos. Así, nuestro Código Civil le dedica una
importante cantidad de artículos (del 1.445 al 1.536, si bien incluye en estos preceptos
la regulación de otras figuras, como los retractos o la cesión de créditos) y la sitúa a la
cabeza de la regulación de las singulares relaciones obligatorias, excepción hecha de
ese atípico capítulo dedicado al régimen económico matrimonial.
Nuestro Código Civil recoge el concepto del contrato de compraventa en el art. 1.445,
caracterizándolo como aquél por el que una persona (vendedor) se obliga a entregar
una cosa determinada, y otra (comprador) a pagar por ella un precio cierto, en dinero
o signo que lo represente. Más adelante examinaremos estos elementos configuradores
del contrato de compraventa; sólo señalar aquí que la definición legal, si bien recoge
con bastante claridad aquello en que la compraventa consiste, ha sido objeto de
diversas críticas; entre ellas, la de no aclarar si la compraventa se ciñe o no al ámbito
de las cosas corporales, y la de no añadir ninguna luz sobre el problema de si se
encuentra entre las obligaciones del vendedor la de transmitir la propiedad de la cosa
vendida.
CONTRATOS DE COMPRAVENTA
Generalidades
En acertada frase. Colín y Capitant señalaron que si bien no todo el mundo vende,
puede decirse con verdad que todo el mundo compra. En estas palabras encontramos
el significado que tiene la compraventa desde el punto de vista económico, social y
humano, ya que ha sido, es y seguramente seguirá siendo el más importante de los
contratos, habida cuenta de que constituye el instrumento idóneo para la adquisición
de la propiedad y juega un rol trascendente en la vida de los pueblos y en la
satisfacción de las necesidades primarias y suntuarias de los individuos. Su acción en
el proceso de circulación de los bienes es tan intensa, que se dice que representa el 70%
de los actos de la vida (RECZZÓNICO). En todo caso y al margen de si ese porcentaje
es o no exacto, no cabe duda de que estamos frente al contrato más frecuente, pues son
innumerables las operaciones de compra y de venta que se realizan diariamente.
Apunta Messineo que "...el sustento económico de la compraventa es la circulación (en
sentido económico) de los bienes; por tanto la compraventa es el principal vehículo de
tal circulación y de la satisfacción de las más variadas necesidades del sujeto
comprador.
Por otra parte, se trata del acto de comercio por excelencia y la fuente más copiosa de
las obligaciones. A lo expuesto se suma su connotación fiscal, pues la compraventa es
el recurso más efectivo y de fácil cobranza en la recaudación de impuestos, con cuyo
producto el Estado cumple variadas funciones frente a la comunidad. Finalmente, este
contrato ofrece diferentes matices (venta a plazos, con reserva de dominio, ad
mensuram y ad corpus o en bloque, a prueba, al gusto y por muestra, etc.), lo que ha
determinado que en todas las legislaciones se le dé el realce que le corresponde,
expresado, entre otros aspectos, por la abundancia de normas que lo disciplinan.
Históricamente, la compraventa coincide con la aparición de la moneda (pecunia),
como medio de cambio y pago y desde ese instante reemplazó con creces a la permuta
o trueque.
Resumiendo, podemos afirmar que la compraventa constituye un organismo vivo
dentro del mundo contractual, que se mueve activamente dentro del proceso de la
producción, circulación, distribución y consumo de los bienes y que le corresponde un
cometido de elevado interés humano y social.
En una primera etapa y dentro del formalismo que caracterizó durante largo tiempo
al derecho romano, la compraventa no conducía directamente a la transferencia de la
propiedad y ésta sólo se materializaba mediante la concreción de actos materiales,
como eran la mancipatio, la in jure cessio y la traditio. 3
Luis María Rezzónico hace notar la existencia de situaciones o casos discutidos y que
se presentan en la vida real, creando problemas para los juristas y magistrados. Señala
que ello ocurre "principalmente cuando se transfiere por un precio el derecho a los
frutos o a los productos de un inmueble (por ejemplo, bosques, hierbas, minas,
canteras) y en los casos llamados de locación-venta, o locación con promesa de venta
de cosas muebles (por ejemplo maquinas, automóviles, aparatos de radiotelefonía,
pianos, etc.)". Al referirse a la cesión de los frutos de un fundo a cambio de un precio
o al derecho de cortar sus hierbas, plantas, árboles, etc., se pregunta si existe venta o
arrendamiento de bosques y se responde que en estos casos es importante saber y
determinar si los contratantes han querido hacer una venta de los frutos de un
inmueble, o una locación de dicho inmueble que produce tales frutos.
El mismo autor indica que se presta a discusión la naturaleza del derecho que se
confiere a una persona para explotar o extraer los productos de las minas y canteras
(por ejemplo piedras, mármoles, caolín, arcilla, etc.).
Ernesto C. Wayar se refiere igualmente a los casos controvertidos y manifiesta que: "si
se tiene en cuenta que en la locación de cosas el locador se obliga solamente a conceder
el uso y goce de la cosa al locatario y que, en cambio, en la compraventa el vendedor
se obliga a transferir el dominio de la cosa objeto del contrato, se advierten sin
dificultad las diferencias que existen entre ambos contratos. En la locación sólo se
concede el uso y goce de una cosa; en la compraventa se promete que se transmitirá el
derecho de propiedad. No obstante esta clara diferencia, hay casos en que resulta
difícil establecer con toda precisión si se está frente a una locación o frente a una venta;
así sucede cuando se vende frutos o productos, cuando se contrata el suministro de
energía, o cuando se vende una cosa cuyo precio se pague en mensualidades y se
estipula que en caso de incumplimiento el contrato se resuelve y las mensualidades ya
pagadas se retienen en concepto de alquileres. Es necesario, pues, determinar dentro
del mínimo margen de error cuando hay locación en los supuestos indicados". El
mismo tratadista establece la importancia práctica en la distinción, por las siguientes
razones: "a) Puesto que el locatario no adquiere la propiedad de la cosa, ya que sólo se
le concede el uso y goce, está obligado a usarla dentro de los términos estipulados en
el contrato y tal como lo permita la naturaleza y el destino de la cosa locada; en cambio,
el comprador, que adquiere la calidad de propietario no sólo puede usar y gozar de la
cosa, sino que además puede disponer libremente de ella; b) Por idénticas razones y
de acuerdo con la regla res perit domino (la cosa se pierde para sus dueños), desde el
momento dela tradición o de la inscripción si se trata de vehículos, el comprador carga
con los riesgos de pérdida o deterioro de los objetos comprados; en cambio, si el
contrato es de locación, los riesgos de la cosa quedan a cargo del propietario (que por
hipótesis es el locador), pues hay transmisión dominial; c) En materia de privilegios se
dan otras diferencias: para la compraventa rigen los artículos 3893 a 3896 (cosas 6
muebles los artículos 3924 a 3926 (para los inmuebles); para la locación se aplican
artículos 3883 a 3885" (el autor se refiere a las disposiciones del Código vil argentino)
y termina con estas palabras, citando a Borda: "en lo que a tal al objeto se advierte que
existen ciertas cosas que si bien no son susceptibles de ser compradas o vendidas, por
encontrarse fuera del comercio, como playas, parques, plazas, etc., sí pueden ser dadas
en locación" (WAYAR)
3). Con el contrato de obra.' Frecuentemente se dan en la práctica situaciones en las
que resulta difícil establecer si se está en presencia de compraventa o de un contrato
de obra, que es, a su vez, un matiz o especifica la prestación de servicios. Esto sucede
generalmente en aquellos contrato: que se encarga la fabricación de un bien (obligación
de hacer) para su entrega comitente o dueño (obligación de dar).
En el Código Civil de 1936 existía una fórmula en virtud de la cual cuando el
empresario ponía materiales e industrias había una venta (artículo 1553), lo cual no ha
sido repetido en la ley actual, y adicionalmente en el artículo 1773 del Código Civil de
1984 se ha dispuesto que los materiales necesarios para la ejecución de la obra deben
ser proporcionados por el comitente es decir, por el dueño, salvo costumbre o pacto
distinto. Consiguientemente si en el contrato se ha convenido que los materiales sean
proporcionados el contratista ello no lo transforma en compraventa y sigue siendo
contrato de obra.
La doctrina ha sido elástica y fluctuante al evaluar los factores que distinguen la
compraventa del contrato de obra. Planiol y Ripert encuentran la diferencia en un
concepto de tipo valorativo: si el valor del trabajo es muy superior al de las cosas
entregadas, hay contrato de obra; y en la hipótesis inversa, se está frente a una
compraventa (PLANIOL Y RIPERT) Duranton y Duvergier afirmar que en la locación
de obra el trabajo es el objeto principal del contrato, o sea su finalidad, mientras en la
compraventa ese objeto es una cosa, aunque el resultado sea la transmisión de su
propiedad luego de haber sido fabricada por otro. En términos similares se han
pronunciado los comentaristas argentinos Llerena, Machado, Salvat, Spota y Bibiloni.
En nuestra opinión -que desde luego no es original- la distinción está en la prevalencia
de la prestación. Si lo fundamental es la obligación de prestación de dar y lo
secundario, la de hacer, habrá compraventa. En caso contrario, el contrato será de obra.
Díez-Picazo y Gullón, al exponer esta problemática, manifiestan que "...la observación
de la naturaleza del objeto es importante para detectar aquella intención.
Normalmente, en el contrato celebrado para la elaboración o construcción de una cosa
fungible pierde el proceso productivo importancia frente a la obligación de entrega, a
la prestación de dar. Ello sucederá cuando se trate de cosas fungibles producidas de
forma periódica y profesionalmente por quien las construye o elabora (por ejemplo, se
compra un coche que el vendedor fabrica en serie, pero en aquel momento no tiene
existencias y ha de construirlo). En cambio, si se encarga la elaboración o construcción
de una cosa específica no fungible hay que afirmar que se ha celebrado un contrato de
obra (el traje que nos hace el sastre con la tela que elegimos en su sastrería, el coche 7
que nos construye un fabricante con arreglo a diseño especial, la prótesis dental, etc.).
La prestación de hacer, de conseguir un resultado, es más relevante que la prestación
de dar, específica a la compraventa" (DIEZ-PICAZO, LUIS y GULLÓN, ANTONIO).
sistema recogido en el Código Civil peruano de 1984, pues elimina los casos
"crepusculares" o situados en la "zona gris" de la hermenéutica.
En el comentario del articulado nos detendremos en aquellas disposiciones del nuevo
Código que tienen contenido mercantil, pues han sido desplazadas a este cuerpo de
leyes como inevitable medida impuesta por la unificación. Tenemos aquí que hacer
una crítica por omisión: no se ha repetido el artículo 339 del Código de Comercio,
según el cual "no se rescindirán las ven tas mercantiles por causa de lesión; pero
indemnizará daños y perjuicios el contratante que hubiera procedido con malicia o
fraude en el contrato o en su cumplimiento, sin perjuicio de la acción criminal". Al
haberse procedido de este modo, nada impide que los comerciantes accionen por
lesión, lo que puede ser perjudicial para el tráfico mercantil, que requiere seguridad y
simplicidad en sus operaciones. Desde luego y habida cuenta de la fusión entre la
compraventa civil y mercantil, la norma tendría que haber estado referida a las ventas
en locales abiertos al público.
V.- CARACTERES JURIDICOS
La compraventa tiene los siguientes caracteres jurídicos:
1) Es autónoma o principal, pues no depende de otros contratos y, antes bien,
generalmente está acompañada por una garantía real o personal, cuando existe
saldo pendiente de pago (compraventa a plazos, artículo 1118, inciso
l* del Código Civil).
2) Es un contrato obligacional y no traslativo de dominio, puesto que el vendedor se
obliga a que la propiedad del bien sea transferida al comprador La traslación de
dominio constituye, por tanto, un efecto o consecuencia del perfeccionamiento del
contrato.
3) Las prestaciones son recíprocas, ya que ambas partes asumen obliga dones de dar
(la entrega del bien, en propiedad y, como contraprestación el pago del precio en
dinero).
4) Es a título oneroso, pues existe enriquecimiento y empobrecimiento correlativos.
El vendedor, en efecto, se enriquece al recibir el precio en dinero y se empobrece
al desprenderse de un bien que antes integraba su patrimonio. Por su parte el
comprador se empobrece cuando paga el precio, pero se enriquece al incrementar
su patrimonio con el bien adquirido.
5) Es conmutativa, pues las partes han previsto con anticipación los beneficios
potenciales del contrato y, salvo situaciones especiales y que se examinan en su
momento (infra, páginas 48 y 49) no están sujetas a factores de carácter aleatorio y
las obligaciones recíprocas se consideran equivalente Coincidimos con Alessandri,
por lo demás, cuando afirma que la conmutabilidad no es de la esencia de este
contrato y descartamos la opinión de quienes sostienen que si se pierde esa 10
característica la compraventa se transforma en otro contrato atípico. Dice
Alessandri, citando a Pothier, que "...la simple esperanza y la suene pueden ser
objeto de este contrato. Es por esto que si un pescador vende a alguien por cierto
precio toda la pesca que saque de un golpe de red, aquel celebra un verdadero
contrato de venta, aun cuando no salga ningún pescado, pues la esperanza o la
expectativa de los peces que pudieron salir es un hecho moral apreciable en dinero
y que puede, por lo tanto, constituir el objeto de un contrato" (ALESSANDRI
RODRIGUEZ A. & FERNANDEZ RICHAR J., 2003) . Se trata, en suma, del clásico
ejemplo de Pothier sobre "la redada del pescador".
6) Es consensual, desde que para celebrarse sólo se requiere el consentimiento de las
partes y tiene libertad de forma, pues los contratantes pueden adoptar aquella que
consideren más conveniente. Desde luego, cuando el objeto de la prestación es un
inmueble, se utiliza la escritura pública, pues mediante ella se inscribe el contrato
en el Registro de la Propiedad Inmueble y se completa, con ello, su titulación.
VI.- SUJETOS Y CAPACIDAD
Los sujetos de la compraventa son el vendedor y el comprador. No existe restricción
alguna para que asuman una u otra posición las personas naturales o jurídicas.
Hay ciertos casos en que se presenta la incapacidad de goce, esto es, el impedimento
para celebrar el contrato y así sucede con todas aquellas personas que se encuentran
imposibilitadas de contratar por mandato de lo dispuesto en el artículo 1366 del
Código Civil, en razón de las funciones que desempeñan. Tampoco pueden los padres
comprar los bienes de sus hijos (contrato consigo mismo, artículo 166 del Código
Civil), salvo que medie autorización judicial y por causas justificadas de necesidad o
utilidad (artículo 447 del Código Civil) y haya quedado excluida la posibilidad de un
conflicto de intereses. Más rigurosa es aún la posición de los tutores y curadores, pues
existe prohibición expresa para que compren los bienes de los menores y pupilos,
según mandato del artículo 538, inciso le, y la regla remisoria del artículo 568 del
Código Civil. Por lo demás, debemos poner énfasis que una persona puede hacer todo
aquello que la ley no se lo prohíba expresamente, de modo tal que en la compraventa
como en la contratación en general, la capacidad de goce es la regla y la incapacidad,
la excepción. Citando a Baudry Lacantinerie, no tenemos que buscar si existe una ley
que permita celebrar una compraventa, sino una que lo prohíba. Señala Alessandri que
"...de este aforismo fluye una consecuencia muy importante y es que las incapacidades
para celebrar un contrato sólo pueden emanar de la ley. Es ésta la única que puede
privar a los individuos de la capacidad necesaria para contratar, puesto que en caso
contrario tal capacidad existe, en razón de ser capaces todos aquellos que la ley no
declara incapaces" (ALESSANDRI RODRIGUEZ A. & FERNANDEZ RICHAR J., 2003,
pág. 385). A lo dicho cabe agregar que las prohibiciones o incapacidades de goce
establecidas por mandato de la ley no pueden ser extendidas por analogía, dado su
carácter excepcional. Rige, a este respecto, el artículo IV del Título Preliminar del
Código Civil peruano.
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Ya expresamos que los padres no pueden comprar los bienes de sus hijos sin
autorización judicial y previa justificación de su necesidad o utilidad y que los
tutores y curadores están prohibidos de hacerlo. Debemos completar esta materia
señalando que para que los padres, tutores y curadores puedan vender los bienes
de sus hijos, pupilos o de las personas sujetas a curatela respectivamente, es
indispensable que obtengan la autorización del juez y que existan razones de
necesidad o utilidad que lo justifiquen, lodo ello en defensa de los intereses de esos
incapaces (artículos 447, 531, 535 y 568 del Código Civil).
Consideramos adecuado recordar que no hay, en cambio, impedimento para que
los cónyuges celebren una compraventa, pues ha desaparecido la prohibición que
existía en el artículo 1339 del Código Civil de 1936 y la única condición es que esos
contratantes tengan patrimonios separados, pues en caso de que haya sociedad
conyugal funciona la regla negativa establecida por el artículo 312 del Código
Civil. Desde luego también será posible la celebración del contrato cuando se trata
de bienes propios de los cónyuges.
En lo que se refiere a la capacidad de disposición, es indispensable que comprador
y vendedor tengan la capacidad absoluta a que se contrae el artículo 42 del Código
Civil, concordado con el artículo 140, inciso 1, del mismo cuerpo de leyes y con la
conocida excepción de las adquisiciones que pueden efectuar los incapaces no
privados de discernimiento, en lo relacionado con las necesidades ordinarias de
su vida diaria (artículo 1358 del Código Civil).
¿Qué suerte corren los contratos de compraventa celebrados en circunstancias de
impedimento por incapacidad de goce o ejercicio?
Si se trata de la incapacidad de goce esos contratos serán nulos, ya que están en juego
intereses que son de orden público. Es aplicable, de consiguiente, el artículo V del
Título Preliminar, según el cual "es nulo el acto jurídico contrarío a las leyes que
interesan al orden público o a las buenas costumbres".
Cuando lo que está de por medio es la incapacidad de ejercicio, habrá ase establecer si
quien ha intervenido directamente -esto es, al margen de su «presentante legal- es
absoluta o relativamente incapaz. En la primera hipótesis el contrato será nulo, en
tanto que en la segunda es anulable, todo ello a menor de lo dispuesto en los artículos
219°. Inciso 2° y 221. Inciso 1, del Código Civil, respectivamente.
VII- EL OBJETO DE LA PRESTACION
Si bien ordinariamente el objeto de la prestación está representado por casas o bienes
corporales, nada impide que los incorporales o derechos formen parte de ella y se
puedan vender, en consecuencia, derechos personales, intelectuales y universales.
En cuanto a la posibilidad de negociación, la regla general es que todo bien pueda
venderse y los que no pueden serlo constituyen la excepción. Hernán Valencia
Restrepo manifiesta a este respecto que "a la venta es aplicable la norma que regla los
requisitos del objeto de cualquier negocio jurídico: no solo las cosas que existen pueden
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ser objeto de una declaración de voluntad, sino las que se esperan que existan, pero es
menester que las unas y las otras sean comerciales y que estén determinadas, a lo
menos, en cuanto a su género. La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o
contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para determinar. Si el objeto es un
DERECHO DE CONTRATOS | VIII – CICLO - ULADECH
LA COMPRA VENTA
Bibliografía
ALESSANDRI RODRIGUEZ A. & FERNANDEZ RICHAR J. (2003). De la compraventa y de la promesa de
venta. Chile: Jurídica de Chile.
DIEZ-PICAZO, LUIS y GULLÓN, ANTONIO. (s.f.). Sistema de Derecho Civil, (Vol. II).
PLANIOL Y RIPERT. (s.f.). Tratado práctico Derecho Civil Francés (Vol. X).
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