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LA COMPRA VENTA

 PARDO RUIZ JOSE ARMANDO

VIII

LA COMPRA VENTA

DERECHO DE CONTRATOS | VIII – CICLO - ULADECH


LA COMPRA VENTA

ÍNDICE

INTRODUCCCION……………………………………………………………… 2
CONTRATOS DE COMPRAVENTA
Generalidades…………………………………………………………………….. 3
II- DEFINICION 5
III.- DIFERENCIAS CON OTROS CONTRATOS Y FIGURAS
JURIDICAS
5
1). Con la permuta………………………………………………………………...
2). Con el arrendamiento ………………………………………………………. 6
3). Con el contrato de obra………………………………………………………. 7
4). Con la dación en pago………………………………………………………... 8
5). Con el contrato de suministro………………………………………………. 9
6). Con el contrato de depósito…………………………………………………. 9
IV.- COMPRAVENTA CIVIL Y MERCANTIL………………………………. 10
V.- CARACTERES JURIDICOS………………………………………………. 11
VI.- SUJETOS Y CAPACIDAD………………………………………………… 12
VII- EL OBJETO DE LA PRESTACION………………………………………. 13
VIII.- TRANSFERENCIA DE LA PROPIEDAD…………………………….. 14
1). Tratándose de bienes muebles……………………………………………… 16
2). En lo que atañe a los bienes inmuebles…………………………………… 16
IX.- CONCLUSIONES…………………………………………………………… 16
X.- REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS………………………………………. 17

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LA COMPRA VENTA

INTRODUCCCION
La compraventa constituye probablemente la más importante de las figuras
contractuales recogidas y reguladas por las distintas legislaciones, pues a nadie se
escapa su fundamental importancia económica, como el principal de los contratos que
tienen por objeto el intercambio en la propiedad de los bienes (categoría de contratos
que vienen siendo denominados traslativos del dominio). Importancia económica a la
que hay que unir su fundamental también trascendencia jurídica: siendo una figura
conocida desde muy antiguo, la práctica totalidad de las legislaciones se han
preocupado de su regulación, tomándola como modelo o paradigma a la hora de
regular buena parte de los demás contratos. Así, nuestro Código Civil le dedica una
importante cantidad de artículos (del 1.445 al 1.536, si bien incluye en estos preceptos
la regulación de otras figuras, como los retractos o la cesión de créditos) y la sitúa a la
cabeza de la regulación de las singulares relaciones obligatorias, excepción hecha de
ese atípico capítulo dedicado al régimen económico matrimonial.
Nuestro Código Civil recoge el concepto del contrato de compraventa en el art. 1.445,
caracterizándolo como aquél por el que una persona (vendedor) se obliga a entregar
una cosa determinada, y otra (comprador) a pagar por ella un precio cierto, en dinero
o signo que lo represente. Más adelante examinaremos estos elementos configuradores
del contrato de compraventa; sólo señalar aquí que la definición legal, si bien recoge
con bastante claridad aquello en que la compraventa consiste, ha sido objeto de
diversas críticas; entre ellas, la de no aclarar si la compraventa se ciñe o no al ámbito
de las cosas corporales, y la de no añadir ninguna luz sobre el problema de si se
encuentra entre las obligaciones del vendedor la de transmitir la propiedad de la cosa
vendida.

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CONTRATOS DE COMPRAVENTA
Generalidades
En acertada frase. Colín y Capitant señalaron que si bien no todo el mundo vende,
puede decirse con verdad que todo el mundo compra. En estas palabras encontramos
el significado que tiene la compraventa desde el punto de vista económico, social y
humano, ya que ha sido, es y seguramente seguirá siendo el más importante de los
contratos, habida cuenta de que constituye el instrumento idóneo para la adquisición
de la propiedad y juega un rol trascendente en la vida de los pueblos y en la
satisfacción de las necesidades primarias y suntuarias de los individuos. Su acción en
el proceso de circulación de los bienes es tan intensa, que se dice que representa el 70%
de los actos de la vida (RECZZÓNICO). En todo caso y al margen de si ese porcentaje
es o no exacto, no cabe duda de que estamos frente al contrato más frecuente, pues son
innumerables las operaciones de compra y de venta que se realizan diariamente.
Apunta Messineo que "...el sustento económico de la compraventa es la circulación (en
sentido económico) de los bienes; por tanto la compraventa es el principal vehículo de
tal circulación y de la satisfacción de las más variadas necesidades del sujeto
comprador.
Por otra parte, se trata del acto de comercio por excelencia y la fuente más copiosa de
las obligaciones. A lo expuesto se suma su connotación fiscal, pues la compraventa es
el recurso más efectivo y de fácil cobranza en la recaudación de impuestos, con cuyo
producto el Estado cumple variadas funciones frente a la comunidad. Finalmente, este
contrato ofrece diferentes matices (venta a plazos, con reserva de dominio, ad
mensuram y ad corpus o en bloque, a prueba, al gusto y por muestra, etc.), lo que ha
determinado que en todas las legislaciones se le dé el realce que le corresponde,
expresado, entre otros aspectos, por la abundancia de normas que lo disciplinan.
Históricamente, la compraventa coincide con la aparición de la moneda (pecunia),
como medio de cambio y pago y desde ese instante reemplazó con creces a la permuta
o trueque.
Resumiendo, podemos afirmar que la compraventa constituye un organismo vivo
dentro del mundo contractual, que se mueve activamente dentro del proceso de la
producción, circulación, distribución y consumo de los bienes y que le corresponde un
cometido de elevado interés humano y social.
En una primera etapa y dentro del formalismo que caracterizó durante largo tiempo
al derecho romano, la compraventa no conducía directamente a la transferencia de la
propiedad y ésta sólo se materializaba mediante la concreción de actos materiales,
como eran la mancipatio, la in jure cessio y la traditio. 3

La mancipatio, era un acto formal celebrado en presencia de cuando menos cinco


testigos. En una balanza, la libri pens, que debían llevar los contratantes, se pesaba, de
un lado, un objeto representativo del bien materia del contrato y, del otro, se colocaba
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un pedazo de cobre, por ejemplo, que simbolizaba el pago. Adicionalmente, debían


pronunciarse fórmulas rituales a fin de que se entendiese materializada la adquisición.
La in jure cessio, era igualmente un acto formal, pero se celebraba en presencia del
Pretor. Este modo de adquisición implicaba una reivindicación simulada. En efecto, el
adquirente alegaba la propiedad del bien ante el Pretor y el enajenante se allanaba a
ello.
Tanto la mancipatio como la in jure cessio eran modos de adquisición de las res
mancipi. Según Gayo, eran res mancipi, las cosas más preciosas: "los fundos y cosas
situadas en Italia, los esclavos y animales que es costumbre domar por el cuello o por
el lomo, por ejemplo, los vacunos, los caballos, las muías y los asnos: también las
servidumbres rústicas".
Finalmente, la traditio, que suponía la entrega física del bien, de común acuerdo entre
el tradens (el que lo entrega) y el accipiens (el que lo recibe), era empleada para alinear
la res nec mancipi. De acuerdo con Gayo (II 14a- 17), tenían estas calidades otras cosas
no consideradas como res mancipi como las sumas de dinero, los animales salvajes, "y
también el elefante y el camello que si bien son domados por el cuello o por el lomo no
eran conocidos en Roma cuando se originó esta distinción" (CARDENAS QUIROZ, 1).
Como se puede advenir, en los modos de adquisición de la propiedad se predecían
actos materiales apreciables por los sentidos, en tanto que el contrato no podía ser
percibido de la misma manera y constituía, en consecuencia, un acto o creación de
carácter estrictamente intelectual.
Lo expuesto en las líneas anteriores determinó que en su origen la compraventa sólo
generara una obligación de transferir, pero en ningún caso determinaba la
transferencia. No era un modus adquirendi, sino sólo un titulus adquirendum. Dicho
en otras palabras, ella otorgaba simplemente al acreedor, esto es al comprador, la
facultad de exigir del vendedor la entrega de la cosa. El comprador resultaba entonces,
por la vía del contrato, con un derecho, titulo o acreencia que le permitía adquirir
posteriormente la propiedad a través de los actos materiales a los cuales nos hemos
referido. En síntesis para que un comprador, en aquella época, llegara a ser dueño
necesitaba inevitablemente que se ejecutasen dos actos. El primero consistía en el
contrato de compraventa y el segundo en el acto material de la transferencia de la
propiedad y, en términos generales, la entrega de la cosa vendida. Sólo después de
este último acto se convertía en propietario de lo adquirido y antes de ello sólo era el
acreedor de una obligación con prestación de dar. De lo dicho se desprende también
que el vendedor no estaba obligado a hacer propietario al comprador, sino única y
exclusivamente a poner la cosa vendida a su disposición, permitiéndole una posesión
útil y durable.
4
Lo expuesto no sólo rigió en la época formalista del derecho romano sino que sus
conceptos se trasladaron a otras compilaciones y fue recién en el siglo XVIII cuando
por acción de los jurisconsultos franceses, entre los que cabe citar a Bourjon, se empezó
a sostener que la compraventa no sólo confería un título o acreencia al comprador, sino
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que también le transfería el dominio de la cosa vendida. Esta fundamental evolución


se presentó en forma paulatina y estuvo sujeta a agudos debates y opiniones
divergentes. Vemos así como Pothier, si bien se afirmaba en la doctrina romanista, lo
hacía con ciertas vacilaciones, al sostener que en virtud de la compraventa quien
vendía sólo se obligaba a entregar la cosa al comprador y a defenderla, una vez
entregada, de todas las molestias o hechos por los cuales se le impidiera poseerla, pero
sin transferirle la propiedad; para señalar luego que era de la esencia de este contrato,
que el vendedor no retuviese el derecho de propiedad de la cosa vendida si era
propietario, en cuya hipótesis se encontraba obligado a transferirla al comprador.
Quienes definitivamente consolidaron la nueva doctrina c hicieron del contrato de
compraventa un acto traslativo de la propiedad fueron los juristas que redactaron el
Código Civil francés.
II- DEFINICION
Con la salvedad de que existen variadas definiciones, estimamos que por la
compraventa el vendedor se obliga a transferir la propiedad de un bien al comprador
y éste a pagar su precio en dinero. Esta es, por lo demás, la definición contenida en el
artículo 1529 del Código Civil vigente.
III.- DIFERENCIAS CON OTROS CONTRATOS Y FIGURAS JURIDICAS
Con el propósito de destacar los perfiles de la compraventa, hacemos su distinción con
otros contratos y figuras jurídicas.
1). Con la permuta. Como se expresara, la compraventa tiene como antecedente
remoto a la permuta o trueque, y se ha dicho que esta última no es otra cosa sino una
venta recíproca. Esa es, por lo demás, la razón por la que la permuta se rige por las
disposiciones concernientes a la compraventa y así lo establece el artículo 1603 del
Código Civil, siendo entendido que no le serán aplicables aquellas relativas al precio,
pues la ausencia de este es, casualmente, la nota diferencial entre uno y otro contrato.
Rezzónico manifiesta que...desde luego, es notorio que falte en la permuta el precio
determinado en dinero que es característico de la compraventa; como dicen Baudry
Lacantinerie y Saignat: en la permuta hay dos cosas que se sirven recíprocamente de
precio (op. cit., página 24). En su momento analizaremos la figura prevista en el
artículo 1531 del Código Civil (infra, página 38).
2). Con el arrendamiento.- Tanto en la compraventa como en el arrendamiento se
entrega un bien y se paga un precio en dinero, al extremo de que Pothier señalaba que
el contrato de locación no es sino la venta del uso y goce de la cosa locada
(RECZZÓNICO, pág. 29).
Empero, sus diferencias son ostensibles y así, mientras en la compraventa se persigue
un acto de disposición, la locación constituye uno de administración, por el cual no se 5
desplaza la propiedad y sólo se entrega el bien para su uso y goce, en forma temporal.

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Luis María Rezzónico hace notar la existencia de situaciones o casos discutidos y que
se presentan en la vida real, creando problemas para los juristas y magistrados. Señala
que ello ocurre "principalmente cuando se transfiere por un precio el derecho a los
frutos o a los productos de un inmueble (por ejemplo, bosques, hierbas, minas,
canteras) y en los casos llamados de locación-venta, o locación con promesa de venta
de cosas muebles (por ejemplo maquinas, automóviles, aparatos de radiotelefonía,
pianos, etc.)". Al referirse a la cesión de los frutos de un fundo a cambio de un precio
o al derecho de cortar sus hierbas, plantas, árboles, etc., se pregunta si existe venta o
arrendamiento de bosques y se responde que en estos casos es importante saber y
determinar si los contratantes han querido hacer una venta de los frutos de un
inmueble, o una locación de dicho inmueble que produce tales frutos.
El mismo autor indica que se presta a discusión la naturaleza del derecho que se
confiere a una persona para explotar o extraer los productos de las minas y canteras
(por ejemplo piedras, mármoles, caolín, arcilla, etc.).
Ernesto C. Wayar se refiere igualmente a los casos controvertidos y manifiesta que: "si
se tiene en cuenta que en la locación de cosas el locador se obliga solamente a conceder
el uso y goce de la cosa al locatario y que, en cambio, en la compraventa el vendedor
se obliga a transferir el dominio de la cosa objeto del contrato, se advierten sin
dificultad las diferencias que existen entre ambos contratos. En la locación sólo se
concede el uso y goce de una cosa; en la compraventa se promete que se transmitirá el
derecho de propiedad. No obstante esta clara diferencia, hay casos en que resulta
difícil establecer con toda precisión si se está frente a una locación o frente a una venta;
así sucede cuando se vende frutos o productos, cuando se contrata el suministro de
energía, o cuando se vende una cosa cuyo precio se pague en mensualidades y se
estipula que en caso de incumplimiento el contrato se resuelve y las mensualidades ya
pagadas se retienen en concepto de alquileres. Es necesario, pues, determinar dentro
del mínimo margen de error cuando hay locación en los supuestos indicados". El
mismo tratadista establece la importancia práctica en la distinción, por las siguientes
razones: "a) Puesto que el locatario no adquiere la propiedad de la cosa, ya que sólo se
le concede el uso y goce, está obligado a usarla dentro de los términos estipulados en
el contrato y tal como lo permita la naturaleza y el destino de la cosa locada; en cambio,
el comprador, que adquiere la calidad de propietario no sólo puede usar y gozar de la
cosa, sino que además puede disponer libremente de ella; b) Por idénticas razones y
de acuerdo con la regla res perit domino (la cosa se pierde para sus dueños), desde el
momento dela tradición o de la inscripción si se trata de vehículos, el comprador carga
con los riesgos de pérdida o deterioro de los objetos comprados; en cambio, si el
contrato es de locación, los riesgos de la cosa quedan a cargo del propietario (que por
hipótesis es el locador), pues hay transmisión dominial; c) En materia de privilegios se
dan otras diferencias: para la compraventa rigen los artículos 3893 a 3896 (cosas 6
muebles los artículos 3924 a 3926 (para los inmuebles); para la locación se aplican
artículos 3883 a 3885" (el autor se refiere a las disposiciones del Código vil argentino)
y termina con estas palabras, citando a Borda: "en lo que a tal al objeto se advierte que

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existen ciertas cosas que si bien no son susceptibles de ser compradas o vendidas, por
encontrarse fuera del comercio, como playas, parques, plazas, etc., sí pueden ser dadas
en locación" (WAYAR)
3). Con el contrato de obra.' Frecuentemente se dan en la práctica situaciones en las
que resulta difícil establecer si se está en presencia de compraventa o de un contrato
de obra, que es, a su vez, un matiz o especifica la prestación de servicios. Esto sucede
generalmente en aquellos contrato: que se encarga la fabricación de un bien (obligación
de hacer) para su entrega comitente o dueño (obligación de dar).
En el Código Civil de 1936 existía una fórmula en virtud de la cual cuando el
empresario ponía materiales e industrias había una venta (artículo 1553), lo cual no ha
sido repetido en la ley actual, y adicionalmente en el artículo 1773 del Código Civil de
1984 se ha dispuesto que los materiales necesarios para la ejecución de la obra deben
ser proporcionados por el comitente es decir, por el dueño, salvo costumbre o pacto
distinto. Consiguientemente si en el contrato se ha convenido que los materiales sean
proporcionados el contratista ello no lo transforma en compraventa y sigue siendo
contrato de obra.
La doctrina ha sido elástica y fluctuante al evaluar los factores que distinguen la
compraventa del contrato de obra. Planiol y Ripert encuentran la diferencia en un
concepto de tipo valorativo: si el valor del trabajo es muy superior al de las cosas
entregadas, hay contrato de obra; y en la hipótesis inversa, se está frente a una
compraventa (PLANIOL Y RIPERT) Duranton y Duvergier afirmar que en la locación
de obra el trabajo es el objeto principal del contrato, o sea su finalidad, mientras en la
compraventa ese objeto es una cosa, aunque el resultado sea la transmisión de su
propiedad luego de haber sido fabricada por otro. En términos similares se han
pronunciado los comentaristas argentinos Llerena, Machado, Salvat, Spota y Bibiloni.
En nuestra opinión -que desde luego no es original- la distinción está en la prevalencia
de la prestación. Si lo fundamental es la obligación de prestación de dar y lo
secundario, la de hacer, habrá compraventa. En caso contrario, el contrato será de obra.
Díez-Picazo y Gullón, al exponer esta problemática, manifiestan que "...la observación
de la naturaleza del objeto es importante para detectar aquella intención.
Normalmente, en el contrato celebrado para la elaboración o construcción de una cosa
fungible pierde el proceso productivo importancia frente a la obligación de entrega, a
la prestación de dar. Ello sucederá cuando se trate de cosas fungibles producidas de
forma periódica y profesionalmente por quien las construye o elabora (por ejemplo, se
compra un coche que el vendedor fabrica en serie, pero en aquel momento no tiene
existencias y ha de construirlo). En cambio, si se encarga la elaboración o construcción
de una cosa específica no fungible hay que afirmar que se ha celebrado un contrato de
obra (el traje que nos hace el sastre con la tela que elegimos en su sastrería, el coche 7
que nos construye un fabricante con arreglo a diseño especial, la prótesis dental, etc.).
La prestación de hacer, de conseguir un resultado, es más relevante que la prestación
de dar, específica a la compraventa" (DIEZ-PICAZO, LUIS y GULLÓN, ANTONIO).

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Puede advertirse, de consiguiente, que para estos tratadistas el elemento diferencial


está dado por la prevalencia en la obligación de prestación de dar o de hacer,
respectivamente.
4). Con la dación en pago.- Aunque la analogía es notoria, desde que por este acto
jurídico un deudor entrega a su acreedor un bien en pago y cancelación de una deuda
de dinero o de otra cosa distinta, veremos luego en qué se diferencian.
Dice Pothier, citado por Rezzónico, que "la cosa dada en pago hace las veces, ocupa el
lugar (qui ont lieu) de la cosa vendida y la suma en pago de la cual es dada hace las
veces del precio; el solvens, es decir el deudor que paga, es el vendedor; el accipiens,
esto es, el acreedor que recibe la cosa, es el comprador. En una y otra se entrega una
cosa para transferir su propiedad y esa entrega está compensada por el precio o por la
deuda, es decir, el valor pecuniario del crédito que se extingue mediante la dación. Por
ello la ley romana asimilaba completamente ambas figuras jurídicas, diciendo que dar
en pago es vender: "daré in solutum est venderé" (RECZZÓNICO, pág. 43). A este
respecto, el artículo 1266 del Código Civil establece que si no se determina la cantidad
por la cual el acreedor recibe el bien en pago, sus relaciones con el deudor se sujetan a
las reglas de la compraventa.
El mismo Rezzónico apunta que ambas figuras no pueden identificarse técnicamente,
debido a las importantes diferencias que existen y que se resumen en lo que atañe a la
finalidad o intención de las partes, ya que mientras la compraventa está
fundamentalmente basada en la obligación de entrega de la cosa como vendedor, en
la dación en pago su objetivo básico es la liberación de la deuda. De otro lado, la dación
en pago es un medio o forma de pago es decir, una manera de extinguir obligaciones
y supone, de consiguiente, una preexistente; en tanto que la compraventa es un
contrato, es decir un acto que genera obligaciones de dar. En suma, la dación en pago
conduce a la extinción de una obligación, mientras que la compraventa nos lleva a su
creación.
5). Con el contrato de suministro.- Aun cuando es cierto que en el suministro también
se transfieren bienes a cambio de un precio en diñen), su diferencia con la compraventa
está precisada por la autonomía de las prestaciones, la que no se da en el primero de
estos contratos, ni siquiera cuando el precio está fraccionado en el tiempo. A lo dicho
se agrega que el suministro confiere igualmente el uso y goce de los bienes, tal como
lo plantea el artículo 1604 del Código Civil de 1984 (infra, pág. 183).
6). Con el contrato de depósito.- En principio no cabe confundir la compraventa con
el depósito, habida cuenta de que la primera está destinada a la transmisión de
dominio, lo que no sucede con el segundo. Empero, cuando el depósito se presenta
con ciertos matices, surge entonces la posibilidad de que exista confusión entre ambas
figuras. Ernesto C. Wayar lo pone de manifiesto, cuando señala que si "una persona 8
remite a otra una cierta cantidad de cosas para su custodia, encomendándole, al mismo
tiempo, que se las venda a un precio determinado, pero dejándolo en libertad para fijar
un precio mayor y quedarse con el excedente que obtenga. ¿Se trata de un depósito,

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de una venta, de una consignación, o de una figura combinada? Y responde: "frente a


un contrato que presente las características señaladas, creemos que para determinar
correctamente su naturaleza jurídica, será necesario desentrañar la finalidad
económica perseguida por las partes. ¿Qué es lo que se ha querido contratar? Si lo que
se busca, en definitiva, es la enajenación de la cosa, habrá en principio un mandato
para vender; que la cosa quede en poder del mandatario y que éste debe custodiarlo,
no cambia la naturaleza del contrato, pues esas obligaciones incumben al mandatario.
En cambio, si lo que se persigue al contratar es la custodia de la cosa y ésta es
perecedera o consumible y su enajenación es una consecuencia de ello, si el depositario
está obligado a restituir la misma cantidad de cosas depositadas no cabe duda de que
el contrato será de depósito irregular. Por último, si se encarga la custodia de una cosa
y al mismo tiempo se autoriza su enajenación, creemos que el contrato, en definitiva,
es de compraventa, pues, por su esencia, el deposito exige la restitución de la cosa, lo
cual no sucederá en la hipótesis expuesta; más aún, si se conviene en que si durante
un plazo determinado la cosa no se vende se la tiene que restituir: se trataría
igualmente de una compraventa sujeta a condición resolutoria" (WAYAR, págs. 98,
99).

IV.- COMPRAVENTA CIVIL Y MERCANTIL


Hasta la puesta en vigencia del Código Civil de 1984 coexistían legislativamente la
compraventa civil y mercantil. Fue dentro del inevitable y deseado (HOMO de
unificación contractual de estas áreas que se tomó la decisión
de suprimir esa dualidad y así lo establece el artículo 2112 del Código Civil.
La medida ha constituido un acierto, pues en la práctica se presentaban problemas de
delimitación. En efecto, no existía una compraventa absolutamente mercantil, a
diferencia de lo que sucede con ciertos actos o contratos que son comerciales con
abstracción de los sujetos, del propósito o fin perseguido y del objeto sobre el cual
recaen, como acontece con el contrato de sociedad mercantil, los títulos de crédito y el
fideicomiso, para sólo citar algunos. Rezzónico se pregunta con agudeza: "...Pero
¿cómo distinguir la compraventa civil de la mercantil? ¿Cuándo es comercial y cuándo
civil? ¿Cuándo deben aplicarse las disposiciones del Código Civil y cuándo las del
Código de Comercio? Un abogado compra o vende a su vecino, abogado también, o
médico, o empleado, un automóvil, un cuadro, un animal, etc.; o ese abogado o vecino
compra esas mismas cosas en una casa de negocio que las vende habitualmente: ¿es
civil o comercial esa compraventa? ¿Qué disposiciones aplicar en caso de sobrevenir
diferendos entre el comprador y el vendedor?" (RECZZÓNICO, págs. 4, 5). Si bien el
maestro argentino señala en su mencionada obra la pauta para declarar cuando se está
frente a un contrato de compra venta civil o mercantil, admite también la que tiene 9
naturaleza mixta, esto es, cuando el contrato es comercial para el vendedor y civil para
el comprador y concluye manifestando que ni los autores ni la legislación comparada
tienen una solución uniforme, todo lo cual no hace sino confirmar la bondad del

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sistema recogido en el Código Civil peruano de 1984, pues elimina los casos
"crepusculares" o situados en la "zona gris" de la hermenéutica.
En el comentario del articulado nos detendremos en aquellas disposiciones del nuevo
Código que tienen contenido mercantil, pues han sido desplazadas a este cuerpo de
leyes como inevitable medida impuesta por la unificación. Tenemos aquí que hacer
una crítica por omisión: no se ha repetido el artículo 339 del Código de Comercio,
según el cual "no se rescindirán las ven tas mercantiles por causa de lesión; pero
indemnizará daños y perjuicios el contratante que hubiera procedido con malicia o
fraude en el contrato o en su cumplimiento, sin perjuicio de la acción criminal". Al
haberse procedido de este modo, nada impide que los comerciantes accionen por
lesión, lo que puede ser perjudicial para el tráfico mercantil, que requiere seguridad y
simplicidad en sus operaciones. Desde luego y habida cuenta de la fusión entre la
compraventa civil y mercantil, la norma tendría que haber estado referida a las ventas
en locales abiertos al público.
V.- CARACTERES JURIDICOS
La compraventa tiene los siguientes caracteres jurídicos:
1) Es autónoma o principal, pues no depende de otros contratos y, antes bien,
generalmente está acompañada por una garantía real o personal, cuando existe
saldo pendiente de pago (compraventa a plazos, artículo 1118, inciso
l* del Código Civil).
2) Es un contrato obligacional y no traslativo de dominio, puesto que el vendedor se
obliga a que la propiedad del bien sea transferida al comprador La traslación de
dominio constituye, por tanto, un efecto o consecuencia del perfeccionamiento del
contrato.
3) Las prestaciones son recíprocas, ya que ambas partes asumen obliga dones de dar
(la entrega del bien, en propiedad y, como contraprestación el pago del precio en
dinero).
4) Es a título oneroso, pues existe enriquecimiento y empobrecimiento correlativos.
El vendedor, en efecto, se enriquece al recibir el precio en dinero y se empobrece
al desprenderse de un bien que antes integraba su patrimonio. Por su parte el
comprador se empobrece cuando paga el precio, pero se enriquece al incrementar
su patrimonio con el bien adquirido.
5) Es conmutativa, pues las partes han previsto con anticipación los beneficios
potenciales del contrato y, salvo situaciones especiales y que se examinan en su
momento (infra, páginas 48 y 49) no están sujetas a factores de carácter aleatorio y
las obligaciones recíprocas se consideran equivalente Coincidimos con Alessandri,
por lo demás, cuando afirma que la conmutabilidad no es de la esencia de este
contrato y descartamos la opinión de quienes sostienen que si se pierde esa 10
característica la compraventa se transforma en otro contrato atípico. Dice
Alessandri, citando a Pothier, que "...la simple esperanza y la suene pueden ser
objeto de este contrato. Es por esto que si un pescador vende a alguien por cierto

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precio toda la pesca que saque de un golpe de red, aquel celebra un verdadero
contrato de venta, aun cuando no salga ningún pescado, pues la esperanza o la
expectativa de los peces que pudieron salir es un hecho moral apreciable en dinero
y que puede, por lo tanto, constituir el objeto de un contrato" (ALESSANDRI
RODRIGUEZ A. & FERNANDEZ RICHAR J., 2003) . Se trata, en suma, del clásico
ejemplo de Pothier sobre "la redada del pescador".
6) Es consensual, desde que para celebrarse sólo se requiere el consentimiento de las
partes y tiene libertad de forma, pues los contratantes pueden adoptar aquella que
consideren más conveniente. Desde luego, cuando el objeto de la prestación es un
inmueble, se utiliza la escritura pública, pues mediante ella se inscribe el contrato
en el Registro de la Propiedad Inmueble y se completa, con ello, su titulación.
VI.- SUJETOS Y CAPACIDAD
Los sujetos de la compraventa son el vendedor y el comprador. No existe restricción
alguna para que asuman una u otra posición las personas naturales o jurídicas.
Hay ciertos casos en que se presenta la incapacidad de goce, esto es, el impedimento
para celebrar el contrato y así sucede con todas aquellas personas que se encuentran
imposibilitadas de contratar por mandato de lo dispuesto en el artículo 1366 del
Código Civil, en razón de las funciones que desempeñan. Tampoco pueden los padres
comprar los bienes de sus hijos (contrato consigo mismo, artículo 166 del Código
Civil), salvo que medie autorización judicial y por causas justificadas de necesidad o
utilidad (artículo 447 del Código Civil) y haya quedado excluida la posibilidad de un
conflicto de intereses. Más rigurosa es aún la posición de los tutores y curadores, pues
existe prohibición expresa para que compren los bienes de los menores y pupilos,
según mandato del artículo 538, inciso le, y la regla remisoria del artículo 568 del
Código Civil. Por lo demás, debemos poner énfasis que una persona puede hacer todo
aquello que la ley no se lo prohíba expresamente, de modo tal que en la compraventa
como en la contratación en general, la capacidad de goce es la regla y la incapacidad,
la excepción. Citando a Baudry Lacantinerie, no tenemos que buscar si existe una ley
que permita celebrar una compraventa, sino una que lo prohíba. Señala Alessandri que
"...de este aforismo fluye una consecuencia muy importante y es que las incapacidades
para celebrar un contrato sólo pueden emanar de la ley. Es ésta la única que puede
privar a los individuos de la capacidad necesaria para contratar, puesto que en caso
contrario tal capacidad existe, en razón de ser capaces todos aquellos que la ley no
declara incapaces" (ALESSANDRI RODRIGUEZ A. & FERNANDEZ RICHAR J., 2003,
pág. 385). A lo dicho cabe agregar que las prohibiciones o incapacidades de goce
establecidas por mandato de la ley no pueden ser extendidas por analogía, dado su
carácter excepcional. Rige, a este respecto, el artículo IV del Título Preliminar del
Código Civil peruano.
11
 Ya expresamos que los padres no pueden comprar los bienes de sus hijos sin
autorización judicial y previa justificación de su necesidad o utilidad y que los
tutores y curadores están prohibidos de hacerlo. Debemos completar esta materia

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señalando que para que los padres, tutores y curadores puedan vender los bienes
de sus hijos, pupilos o de las personas sujetas a curatela respectivamente, es
indispensable que obtengan la autorización del juez y que existan razones de
necesidad o utilidad que lo justifiquen, lodo ello en defensa de los intereses de esos
incapaces (artículos 447, 531, 535 y 568 del Código Civil).
 Consideramos adecuado recordar que no hay, en cambio, impedimento para que
los cónyuges celebren una compraventa, pues ha desaparecido la prohibición que
existía en el artículo 1339 del Código Civil de 1936 y la única condición es que esos
contratantes tengan patrimonios separados, pues en caso de que haya sociedad
conyugal funciona la regla negativa establecida por el artículo 312 del Código
Civil. Desde luego también será posible la celebración del contrato cuando se trata
de bienes propios de los cónyuges.
 En lo que se refiere a la capacidad de disposición, es indispensable que comprador
y vendedor tengan la capacidad absoluta a que se contrae el artículo 42 del Código
Civil, concordado con el artículo 140, inciso 1, del mismo cuerpo de leyes y con la
conocida excepción de las adquisiciones que pueden efectuar los incapaces no
privados de discernimiento, en lo relacionado con las necesidades ordinarias de
su vida diaria (artículo 1358 del Código Civil).
¿Qué suerte corren los contratos de compraventa celebrados en circunstancias de
impedimento por incapacidad de goce o ejercicio?
Si se trata de la incapacidad de goce esos contratos serán nulos, ya que están en juego
intereses que son de orden público. Es aplicable, de consiguiente, el artículo V del
Título Preliminar, según el cual "es nulo el acto jurídico contrarío a las leyes que
interesan al orden público o a las buenas costumbres".
Cuando lo que está de por medio es la incapacidad de ejercicio, habrá ase establecer si
quien ha intervenido directamente -esto es, al margen de su «presentante legal- es
absoluta o relativamente incapaz. En la primera hipótesis el contrato será nulo, en
tanto que en la segunda es anulable, todo ello a menor de lo dispuesto en los artículos
219°. Inciso 2° y 221. Inciso 1, del Código Civil, respectivamente.
VII- EL OBJETO DE LA PRESTACION
Si bien ordinariamente el objeto de la prestación está representado por casas o bienes
corporales, nada impide que los incorporales o derechos formen parte de ella y se
puedan vender, en consecuencia, derechos personales, intelectuales y universales.
En cuanto a la posibilidad de negociación, la regla general es que todo bien pueda
venderse y los que no pueden serlo constituyen la excepción. Hernán Valencia
Restrepo manifiesta a este respecto que "a la venta es aplicable la norma que regla los
requisitos del objeto de cualquier negocio jurídico: no solo las cosas que existen pueden
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ser objeto de una declaración de voluntad, sino las que se esperan que existan, pero es
menester que las unas y las otras sean comerciales y que estén determinadas, a lo
menos, en cuanto a su género. La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o
contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para determinar. Si el objeto es un
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hecho, es necesario que sea física y moralmente posible. Es físicamente imposible el


que es contrario a la naturaleza, y moralmente imposible el prohibido por las leyes o
contrario a las buenas costumbres o al orden público. Colígese, por tanto, que al
momento de la perfección de la venta, la cosa debe tener existencia actual o al menos
eventual, ser determinada o, por lo menos determinable y ser comercial (RESTREPO
H. V, 1983, pág. 174)
Se entiende que el bien que es objeto de la prestación es comerciable, cuando está en
el tráfico económico-jurídico. Dice el mismo Valencia Restrepo que "para que la cosa
pueda ser objeto de ese tráfico, debe ser un bien económico (cosa útil y escasa o que
implique trabajo humano) y, un bien jurídico (cosa útil y apropiable). Una cosa con
tales caracteres es susceptible de evaluarse en dinero y de negociarse por acto entre
vivos. El mismo autor señala que "con su pasmoso sentido práctico, los romanos no
definían los conceptos jurídicos sino más bien los describían. He aquí como
describieron la enajenación: lo que es mío se hace luyo. Precisamente la enajenación es
la finalidad perseguida por la compraventa. De consiguiente, son comerciales y
pueden venderse todas las cosas corporales o incorporales o de las cuales se ejerzan
los derechos patrimoniales o enajenables: los derechos personales, los derechos
intelectuales y los derechos universales" (RESTREPO H. V, 1983, pág. 200)
VIII.- TRANSFERENCIA DE LA PROPIEDAD
Siendo la compraventa un contrato por el cual el vendedor se obliga a la traslación de
dominio de un bien, tiene suma importancia establecer en qué momento se produce
esa transferencia, habida cuenta que entre otros efectos está el de la aplicación de los
riesgos y beneficios (pérdidas, daños, aumentos de valor).
Sin que pretendamos efectuar un estudio exhaustivo sobre la manera como ha sido
abordado este tema en la legislación comparada y en la doctrina, resumiremos los
sistemas que han imperado o que existen y luego examinaremos el régimen por el que
ha optado el Código Civil de 1984.
El primero, de origen romano y que lúe mencionado en páginas anteriores (supra,
página 12) establecía que la propiedad no era transmisible por el solo efecto de la
compraventa y que de ella sólo nacían obligaciones, de modo que para la traslación
del dominio se necesitaba un acto material adicional, que se encontraba en la
"mancipatio", la "traditio" y la "in jure cesio”, a las que habría que agregar la
"usucapió".
Un segundo sistema más evolucionado y al que se conoce como el de "la unidad del
contrato", es el que tiene su fuente en los artículos 711 y 1138 del Código Civil francés
de 1804 y descansa en el concepto de que la propiedad se transmite por la vía
consensual. Resumida en la célebre expresión de que la compraventa es perfecta entre
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las partes y la propiedad se adquiere por el comprador desde que hay acuerdo sobre
la cosa y el precio, el contrato se identificó con la traslación del dominio, sin que
interesara que la cosa hubiese sido entregada ni el precio pagado. "No cabe duda que
la modalidad del principio contractual puro es sumamente atractiva", dice De la
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Puente y Lavalle. "Según ella es posible que la transmisión completa de la propiedad


se realice mediante un solo acto, que determina que la consumación de los efectos
traslativos se perfeccione por la sola fuerza del consentimiento, convirtiendo así al
comprador inmediatamente en propietario". Pero agrega con buen criterio: "Sin
embargo, esta modalidad acarrea dificultades en la compraventa de cosas no
individualizadas (cosas genéricas, cosas en vía de confección y cosas alternativas), así
como en la compraventa de cosa ajena, en la que la transmisión de la propiedad queda
necesariamente aplazada, con lo cual se rompe la pureza del sistema. Además, el
principio contractual puro menosprecia el cometido de la posesión como signo
exterior de la propiedad" (DE LA PUENTE Y LAVALLE).
Por último, según el régimen germano de la separación del contrato (artículos 873 ,925
y 929 del código civil alemán) el consentimiento no es suficiente para la traslación de
la propiedad y ésta se produce desdoblada, según se trate de bienes muebles o
inmuebles. En el primer caso se requiere la tradición, sea física o espiritualizada, en
tanto que en el segundo es necesaria la inscripción del contrato en el Registro de la
Propiedad o en libros territoriales. El mismo De la Puente y Lavalle explica que con el
método de la separación se protege el tráfico contractual, "pues quien ha adquirido la
propiedad en virtud del acto de disposición no tiene por qué preocuparse sobre la
validez del contrato obligacional de compraventa", pero añade que "son conocidas
críticas hechas a este sistema por la doctrina alemana, en el sentido que es perjudicial
tanto para el comprador - por no poder impedir el embargo que trabe un acreedor del
vendedor sobre la cosa vendida ni detraer dicha cosa de la masa en caso de quiebra
del vendedor - como para el vendedor – por perder la propiedad de la cosa aunque el
contrato de compraventa sea nulo" (DE LA PUENTE Y LAVALLE, pág. 199).
El Código Civil de 1984, definiendo una interesante polémica doctrinaria ase existió
durante la vigencia del Código Civil de 1936, ha establecido in sistema que difiere de
los anteriores y que calificamos de mixto, pues oscila entre la consensualidad por un
lado y la tradición o entrega por el otro, según se refiera a inmuebles o muebles,
respectivamente.
En efecto, en el Sub-Capítulo IV del Capítulo Segundo, Sección Tercera del libro V se
ha sancionado el siguiente régimen para la transmisión de la propiedad.
1). Tratándose de bienes muebles, la transferencia se efectúa por tradición a su
acreedor, salvo disposición legal distinta (artículo 947), y quien de buena fe y como
propietario recibe de otro la posesión de una cosa mueble,
el dominio, aunque el enajenante de la posesión carezca de facultad para hacerlo. Se
exceptúan de esta regla los bienes perdidos y los adquiridos con infracción de la ley
penal (artículo 948).
Se advierte de estos preceptos que, con las excepciones que contempla, se ha utilizado 14
la fórmula de la "traditio" o tradición.
2). En lo que atañe a los bienes inmuebles, la regla es la de la consensualidad. En
efecto y por aplicación del artículo 949, "la sola obligación de enajenar un inmueble
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hace al acreedor propietario de él, salvo disposición legal diferente o pacto en


contrario".
Aun cuando estimamos que en materia inmobiliaria el método de la inscripción es el
más idóneo, creemos también que el legislador de 1984 actuó con sentido práctico,
dada la probada deficiencia de los Registros Públicos en el Perú. Desde luego no
vacilamos en manifestar que una vez que se superen sus graves dificultades
estructurales se hará imperativo el cambio del régimen por la implantación de la
inscripción como factor para la traslación de dominio inmobiliario, dadas sus ventajas
en cuanto a la seguridad y fluidez del tráfico contractual.
Queda finalmente por aclarar que lo expuesto sobre la traslación de dominio
inmobiliario y la consensualidad opera "inter partes" y no prevalece respecto de
terceros, pues éstos se encuentran amparados por la fe del registro, siempre que
reúnan los requisitos y condicionamientos existentes en los artículos 2012, 2013, 2014
y 2022 del Código Civil.
Algo similar sucede, por lo demás, con los bienes muebles que sean inscritos en los
registros de bienes muebles a que se refieren los artículos 2043, 2044 y 2045 del Código
Civil.
IX.- CONCLUSIONES
La compraventa es un contrato en el cual participa un comprador y un vendedor.
La compraventa tiene como objeto trasmitir el domino de un bien a otro individuo
mediante el pago de un cierto precio.
El contrato de compraventa se clasifica en civil y mercantil los cuales se ven regidos o
regulados por el código civil y el código de comercio respectivamente.
Un contrato de compraventa debe apegarse a una serie de requisitos entre los que
podemos mencionar la capacidad de las partes contratantes, la causa licita y tener un
objeto lícito.
En la compraventa civil solo se da el caso de vender y comprar un objeto y en la
mercantil se compra el objeto para luego revenderlo a fin de obtener un beneficio

X.- REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Bibliografía
ALESSANDRI RODRIGUEZ A. & FERNANDEZ RICHAR J. (2003). De la compraventa y de la promesa de
venta. Chile: Jurídica de Chile.

CARDENAS QUIROZ, C. (1). Conveniencia legal de la implantación delc atrastro en el PErú. Su


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importancia en la transferencia de bienes inmuebles. Themis, segunda epoca.

DE LA PUENTE Y LAVALLE, M. (s.f.). Exposición de motivos y Comentarios, compraventa, compilción


hecha por la doctora Delia Revoredo de Bakey (Vol. VI).

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LA COMPRA VENTA

DIEZ-PICAZO, LUIS y GULLÓN, ANTONIO. (s.f.). Sistema de Derecho Civil, (Vol. II).

PLANIOL Y RIPERT. (s.f.). Tratado práctico Derecho Civil Francés (Vol. X).

RECZZÓNICO, L. M. (s.f.). Estudio de los contratos.

RESTREPO H. V. (1983). Teoría general de la compraventa. Lima: Temis Librería.

WAYAR, E. (s.f.). Compra y permuta.

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